La represión del movimiento estudiantil de 1968, contrario a la idea dominante no significó una pacificación de las escuelas ni de la juventud como esperaba la burguesía. Si bien es cierto que el movimiento se replegó producto de la represión y el temor natural a una nueva represión, este experimentó también un proceso de radicalización de luchas locales en los años siguientes en las universidades de Puebla, Guerrero, Sinaloa, Chihuahua, Durango, Sonora, Oaxaca y Nuevo León.
Este último comenzó en 1970, cuando la comunidad universitaria preparó una ley orgánica en la que se planteaba la paridad en el gobierno de la Universidad. Ello permitió que en 1971 llegara a la rectoría el ingeniero Héctor Ulises, y ante lo cual el gobierno del estado redujo su presupuesto con la intensión de presionar a las autoridades electas democráticamente. El 25 de marzo de 1971, el gobernador Eduardo Elizondo promulgo en 24 horas una nueva ley orgánica que suprimía las conquistas logradas un año antes, y promoviendo como rector de la universidad a un militar, el coronel Arnulfo Treviño. Ante ello los estudiantes, profesores y trabajadores se declararon en huelga e hicieron un llamado a la solidaridad. Comenzó así una campaña a nivel nacional de solidaridad con la universidad neoleonesa mediante mitines y manifestaciones. Aunque al principio el gobierno del estado, hizo oídos sordos de las manifestaciones, la ocupación de distintas escuelas por las fuerzas policiales incremento el malestar y las muestras de solidaridad, siendo obligado a renunciar. El movimiento logro reponer a Héctor Ulises como rector, recuperando la ley orgánica de paridad planteada en 1970.
En ese contexto en la Ciudad de México, el movimiento estudiantil se reorganizo por medio del Comité Coordinador de Comités de Lucha, recuperando la forma de comités de lucha que se formaron en el 1968, planteando una movilización el 10 de junio en solidaridad con los estudiantes de Nuevo León. Era la primera vez, desde el 2 de octubre, que los estudiantes se manifestarían públicamente contra el gobierno de Luis Echeverría, exsecretario de gobernación de Gustavo Díaz Ordaz. Los temores a una nueva represión subsistían, lo cual, por supuesto significó que subsistieran diversas posiciones, por lo cual la realización de la movilización fue decidida en el último momento. La movilización salió a las 3 de la tarde de la Escuela de Ciencias Biológicas, pero apenas una cuadra de comenzada fue agredida por los Halcones, un grupo paramilitar de lumpenes armados con varas de kendo y pistolas para disolver la movilización. El ataque no concluyo una vez disuelta la movilización, sino que algunos de los heridos que se encontraban en los hospitales Cruz Verde y Rubén Leñero fueron ahí ejecutados. Esta respuesta del gobierno de Luis Echeverría sólo se explica por su enorme temor a que se levantara un nuevo movimiento, ahora con un carácter más amplio a nivel nacional por las luchas que en diversos estados se habían desarrollado después del 68.
A cincuenta años del 68, y cuarenta y siete del jueves de corpus, tenemos que recordar ambos movimientos para sacar conclusiones para nuestras luchas del presente. No es suficiente rendir luto a nuestros compañeros caídos, es nuestro deber hacerlo, pero ante todo necesitamos utilizar su ejemplo y sacrificio para continuar en la batalla por una sociedad distinta.
Ante todo, hay que desatacar la enorme valentía de las centenas de jóvenes que, a sabiendas de la probabilidad de la represión, de no volver a sus casas, como algunos de hecho no lo hicieron, salieron a las calles a exigir se cumplieran las demandas de la Universidad de Nuevo León. Por otro lado, tanto el movimiento del 68 como el del 71, nos dejaron en claro que la organización nacional sigue siendo una tarea pendiente por construir, sin menospreciar los esfuerzos que se realizaron en esas luchas. En 1971, como en otras luchas, una organización a nivel nacional hubiera dificultado las intentonas del gobierno de reprimir al movimiento. La convocatoria de una marcha a nivel nacional el mismo día, por ejemplo, hubiera sido la mejor garantía de seguridad para el conjunto del movimiento. Estudiar las luchas del pesado y aprender de los errores y aciertos, es el mejor homenaje que podemos rendir a los caídos en combate.
Asiste a la marcha este 10 de junio a las 12 hrs en metro normal
¡10 de junio, no se olvida!