La crisis sanitaria ha golpeado a la clase trabajadora de una manera brutal y jamás antes vista. Cientos de miles de personas contagiadas por el virus, muertas, sus familias despedidas y sin atención médica, la desesperación al punto del suicidio por no encontrar la vida en un futuro; todo esto ha sido el legado del capitalismo, que año con año desquebrajó los sistemas de salud, encarecía la comida saludable y precarizaba el trabajo, explotando el cuerpo y la mente de las y los millones de trabajadores que mantenemos este mismo sistema.

Y como en esta pirámide de explotación, la gravedad aumenta el golpe, los sectores más afectados han sido los migrantes indígenas, negros y de medio oriente; las personas sin hogar, la comunidad sexodiversa y las mujeres.

La violencia machista va en aumento con la cuarentena

Las mujeres trabajadoras hemos sido testigas de cómo las tareas domésticas se multiplican, al tener que educar a los hijos en casa, atender a los ancianos y mantener la casa en su mayoría sin la colaboración de los demás individuos que habitan el hogar. El estrés y la ansiedad, por la incertidumbre de conservar un trabajo y por lo tanto el ingreso económico, aumentan las posibilidades de contagio porque las defensas se debilitan. También vemos cómo con el trabajo en casa no solamente estamos poniendo la fuerza de trabajo, sino además los medios para producirlo, la luz, el internet, la renta, la computadora, y la manutención de la mano de obra que tiene que seguir saliendo de la casa, todo esto sin que a los patrones les cueste un solo peso.

Sumado a esto, la falta de ingresos económicos tiene una relación directa con el alza de la violencia doméstica. En México ya van más de 700.000 despidos en lo que va de la cuarentena, 1 de cada 3 hogares perdieron el 50% de sus ingresos y cada hora, se reportan 155 llamadas al 911 para denunciar casos de violencia doméstica, el aumento, tan sólo en marzo, fue cuatro veces mayor que en relación al año pasado. El aislamiento nos ha servido para frenar la curva de contagios a nivel general pero la violencia machista, doméstica y sexual no ha sido disminuida de ninguna manera. Nos han aislado con nuestros agresores y la desesperación nos hace creer que estaríamos mejor contagiadas con tal de no quedarnos en nuestras casas.

La violencia feminicida nos ha arrebatado a mujeres que repartían comida en los barrios, que arriesgaban sus vidas por asegurar las de otros, como Cecilia, Aracely y Dora, trabajadoras del IMSS, quienes fueron mortalmente golpeadas en su domicilio.

Las mujeres en la salud

La lucha de las mujeres por la profesionalización y el ingreso a puestos de medicina especializada sigue vigente, también para erradicar la desigualdad laboral, en donde las mujeres médicas representan el 37% de la plantilla total del país. Hace unos días el ISSSTE expuso que existe un déficit de 95 mil 381 enfermeras en una institución que atiende alrededor de 13 millones de derechohabientes. Es indispensable crear más hospitales y clínicas y multiplicar la plantilla del personal médico con condiciones dignas de trabajo, con el equipo suficiente y eficiente, así como la garantía de seguridad de las trabajadoras.

Por la vía de los hechos, la forma de frenar la violencia es incrementando el presupuesto para los refugios y servicios públicos (comedores, hospitales, escuelas), expropiando a las empresas no esenciales que han obligado a seguir trabajando sin protección sanitaria (aún y con casos de contagio confirmados), o que han despedido a cientos de miles de trabajadoras con tal de no perder sus ganancias; así como también a los medios de comunicación abiertos, que han lanzado una campaña mediática de desinformación para generar pánico e histeria entre la población, atentando contra la salud, así como también la cosificación de las mujeres, que educan en la cultura de la violación.

Es completamente insensible la afirmación de López Obrador de que la violencia no ha aumentado e irresponsablemente idealiza a la fraternidad familiar como la solución para miles de mujeres que bien conocemos que la frustración en un sistema machista se canaliza por medio de la violencia hacia nosotras. Decir que no existe la violencia es dar la espalda a las mujeres más precarizadas.

La solidaridad es una práctica propia de nuestra clase, hemos visto el ejemplo de colectivos trans que han abierto comedores gratuitos en barrios populares, familias que fabrican artesanalmente cubrebocas y mascarillas y las donan a los hospitales, niños que cambian sus juguetes por comida, pero nada de esto le quita la responsabilidad a MORENA de garantizar que los hospitales cuenten con el equipo necesario, de abrir comedores públicos y hospitales, y sobre todo, de darle la espalda a quienes nos siguen cobrando la renta, a quienes se sirven del machismo para explotar a morir a sus trabajadoras, a quienes nos quieren hacer pagar con la vida su propia crisis.

La organización permanente y la lucha son la única forma de escape a la barbarie capitalista

Las mujeres de la clase trabajadora vamos a estar, sin lugar a dudas, en primera línea en las movilizaciones por mejora de la salud, educación, vivienda y seguridad, por la transformación socialista del mundo, que se darán cuando el hambre venza al miedo y todo el pueblo digamos hasta aquí llegaron. Socialismo o barbarie.


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