Las elecciones pasadas han sido sin duda alguna un acontecimiento histórico que abren un nuevo periodo de la lucha de clases en la Ciudad. No se trata solo del triunfo arrollador de Morena, significativo por sí mismo, sino especialmente la bancarrota de los partidos del régimen. Particularmente destaca el descalabro del PRI en la Ciudad que solo gobernara una alcaldía, y la no menos lamentable coalición del PRD con el PAN que solo consiguió cuatro alcaldías, no sin serias dificultades y muchas artimañas fraudulentas.
El triunfó de Morena, representa sin lugar a dudas un triunfo de los miles de capitalinos que durante los últimos años hemos salido a las calles contra los ataques de la burguesía y la derecha. El cual representa en una primera instancia un freno rotundo de la derecha en la ciudad. Pero el arribo desde hace meses de decenas de arribistas a Morena, algunos incluso candidatos ganadores impresentables como Víctor Hugo Romo, representa un peligro para impulsar una política que defienda los intereses de los trabajadores y jóvenes de la ciudad. Es necesario romper con esta clase de elementos que de ningún modo defenderán nuestros intereses, e impulsar una política clasista que combata el arribismo y la conciliación de clase.
La burguesía y la derecha intentaran reagruparse, para impedir que el gobierno de la ciudad impulse una política que defienda los intereses de las mayorías. Trataran de bloquear e impedir que se impulsen medidas progresistas que beneficien a las amplias mayorías y cuestionen sus privilegios. No nos bastan las promesas, queremos un mejor servicio de transporte público, vivienda, mejores salarios, seguridad en nuestras colonias mediante la recomposición del tejido social, mejora de los espacios públicos, mayores ofertas culturales y deportivas accesibles, una mejora del servicio de salud de la capital, etc. Y somos conscientes de que todas están medidas se lograrán solo con la lucha en las calles.
Por eso desde ahora es necesario desarrollar asambleas en los barrios y colonias para impulsar las demandas del pueblo trabajador de la ciudad. Esa es la única forma de demostrar que somos la mayoría quienes impulsamos esas demandas. El ejemplo claro es la reconstrucción de la ciudad aún pendiente a nueve meses del sismo. A pesar de que les han dado larga y han sido amedrentados por el gobierno saliente de la Ciudad, los damnificados han derrotado al cartel inmobiliario mediante la movilización en las calles y la organización en asambleas donde discuten sus demandas. Son sin duda un ejemplo a seguir para derrotar a quienes intenten impedir que se impulse una política para el pueblo trabajador de la capital.