El primero de julio de 2018 sin duda alguna, significó un paso adelante en la lucha de los sectores más pobres de nuestro país, ya que sacamos a la derecha (por la vía electoral) y con aspiramos a eliminar las políticas que significaban peores condiciones de vida. Y aunque las masas depositaron su esperanza en un cambio con AMLO, no firmaron un cheque en blanco ni se quedaron cruzadas de brazos. Desde ese momento la clase trabajadora se mantuvo en las calles y lo ha continuado haciendo, incluso tras la pandemia, para lograr un verdadero cambio en las condiciones de vida de nosotros los oprimidos. La verdadera transformación sólo podrá lograrse con la movilización y la lucha organizada de los y las trabajadores, jóvenes, campesinos y no depositando todo en una sola persona.

La  lucha es el único camino

Las movilizaciones no han parado ni en los centros de trabajo ni en los centros de estudio, ni mucho menos en el movimiento feminista, ni siquiera la pandemia ha podido detener la lucha. En 2018 se dieron diversas manifestaciones por la violencia machista que se había dado en varios centros de estudios y por el feminicidio tan indignante de Miranda, una estudiante de CCH oriente.  La juventud desde entonces no se detuvo, se dieron varios paros en diversas escuelas, todo esto era muy comprensible ante la indignación de muchas y muchos jóvenes. Sin embargo, la falta de un programa de lucha capaz de aglutinar al conjunto de la juventud, terminó por dividir al movimiento, y los paros terminaron rompiéndose uno a uno hasta la llegada de la pandemia. La juventud ha sido de los sectores más dinámicos estos dos años, pues desde los primeros meses pasadas las elecciones salieron a las calles a dar una lucha contra los grupos porriles.

Por otro lado, el magisterio democrático, la CNTE, también estuvo presente durante los primeros meses. Tras la caída de la mal llamada reforma educativa se mantuvo firme porque los maestros cesados recuperaran su trabajo y que además se cumplieran más demandas de los trabajadores de la educación. Se ha denunciado una desigualdad de oportunidades por clases en línea y pese que al mismo tiempo la contingencia en las escuelas frenó la organización estudiantil, profesores y alumn@s estuvieron señalando las clases en línea como una verdadera brecha para los y las alumnas que menos recursos económicos tienen, incluso vimos movilizarse a secciones como la chiapaneca jalando tras de sí a diferentes sectores o la michoacana que se mantuvo en paro y bloqueo de avenidas, carreteras y vías férreas, recientemente hemos tenido la caravana magisterial recorriendo al país.  

Actualmente asistimos a la lucha de los  profesores de asignatura de la UNAM, cuyos salarios no sólo son ridículos, sino que al no tener base o plaza no cuentan con las prestaciones de vivienda y salud y por si fuera poco en medio de la pandemia les ha sido negada la paga de sus salarios.  

La lucha feminista tampoco ha parado, ha sido un tsunami,  que ha crecido año con año y  que a hombres y mujeres de nuestra clase nos han llenado de indignación. Feminicidios como el de Ingrid o Fátima, generaron verdadera indignación y atizaron al movimiento, pero al mismo tiempo la quiso utilizarlos oportunistamente para convocar a su laxo “un día sin mujeres”, para tener oxígeno ante su moribunda situación. Sin embargo, las miles de oprimidas que sentimos en lo más profundo cada feminicidio, no hemos permitido la infiltración de la derecha y la burguesía dentro de nuestro movimiento.

No es casualidad que el movimiento feminista siga tan vivo en medio de la 4T, pues uno de los pilares de esta pretendida transformación es moralizar a la política, con un peso importante de ideas conservadoras sobre los valores familiares y el rol de la mujer, elementos totalmente copados por la ideología burguesa que nos ponen en una situación de vulnerabilidad. Para dar una verdadera batalla contra la violencia hacia la mujer, primero, la 4T, Morena y AMLO tendrían que replantearse la base moral de su programa y convertirlo en una base de clase y revolucionaria, de ahí tanta incapacidad y desprecio por este movimiento tan poderoso y legítimo.

El movimiento obrero ha sido  también un  claro referente de lucha, específicamente en las maquilas del norte donde comenzaron con huelgas desde el 2019, del llamado MOM 20/32,  pasando por la conformación del SNITIS, luchando por la liberación de Susana Prieto, la lucha del 15/10 a principios del año. Este, movimiento lejos de parar ha ido en aumento, pues ahora han decidido estar en las candidaturas externas de MORENA. Desde Izquierda Revolucionaria creemos que es un acierto que los obreros y las obreras arrebaten esos espacios a la derecha dentro de MORENA y que realmente sea un partido de y para los trabajadores. Necesitamos un programa de clase, revolucionario y combativo para continuar la lucha organizada en las fábricas y en las calles.

El gobierno de AMLO se ha basado en apoyos sociales que por supuesto son un pequeño alivio en estas condiciones. Sin embargo es evidente no ha logrado resolver problemáticas de fondo pues su programa de reformas sin tocar el funcionamiento orgánico del sistema, le ha llevado a dar concesiones a la burguesía, Muestra de ello es su inacción frente al desaire del empresariado que se resistió a cerrar con la pandemia, en la que el pueblo trabajador hemos puesto a la mayoría de los muertos, mientras los empresarios más ricos del país, siguen enriqueciéndose. Otro ejemplo son los megaproyectos a los que no sólo no ha puesto un alto, sino que el mismo AMLO está impulsándolos, pese a que muchos de ellos han representado una masacre sobre los pueblos originarios y los defensores del territorio.

La necesidad de seguirse organizando y movilizando de todos estos sectores, es evidente y tiene todo que ver con las limitaciones de las políticas obradoristas para resolver sus problemáticas de fondo. No tiene nada que ver con la derecha, ni con su resistencia al cambio, todo lo contrario, son sectores que la 4t queda corta para sus enormes necesidades de transformación a fondo del sistema capitalista.

Unificar las luchas para combatir a este sistema capitalista

Desde Izquierda Revolucionaria no somos sectarios con las bases morenistas, pero eso no significa dejar de ser críticos ante el gobierno de AMLO y todos los errores que ha cometido, buscamos junto a los más oprimidos una vida digna y para ello necesitamos una política más a la izquierda y así como nosotros existen muchos luchadores sociales  que también buscan lo mismo, ante las enormes expectativas que generó el triunfo electoral de AMLO, algunos activistas han decidido sumarse a la plantilla de MORENA, para impulsar al partido hacía políticas para los trabajadores, hay otros que han decidido quedarse al margen, fuera o a la distancia. Sin embargo todos los elementos procedentes de la lucha social tenemos la obligación de luchar contra la derecha ya sea fuera o dentro de Morena e impulsar una política anticapitalistas, para arrebatarle de una vez nuestros derechos a la burguesía. Sin embargo, tenemos que señalar la facilidad con la que muchos elementos pueden ser asimilables a la dinámica burocrática y parlamentaria de estos partidos alejados de su base social, por ello una de las batallas para los activistas honestos dentro de Morena, es la lucha por la democratización y la apertura del partido a la participación cotidiana de las bases, desde las pequeñas hasta las grandes tareas y funciones.

Los que luchamos, los que somos de izquierda, los que nos manifestamos en contra de este sistema capitalista, patriarcal, ecocida, desigual, opresor, etc. No podemos de ninguna forma quedarnos como espectadores, no podemos permitirnos ser sectarios ni oportunistas, debemos articular las luchas de obreros, campesinos, profesores, estudiantes, mujeres para hacer una sólo la voz y juntos arrebatar nuestras demandas, gobierne quien gobierne. Sin embargo, sólo será posible unificar las luchas y actuar como uno sólo con la construcción de un partido verdaderamente revolucionario, homogéneo y profundamente ligado a las luchas actuales empujándolas siempre adelante.

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