Los eventos naturales atípicos que presenciamos y sufrimos en todo el territorio en las últimas semanas han causado inmensas inundaciones como consecuencia clara del cambio climático que ha intensificado los fenómenos atmosféricos y naturales cotidianos.
Diversas comunidades se vieron especialmente afectadas por el rápido crecimiento de los ríos, presas y canales, generando daños enormes en carreteras, socavando viviendas, produciendo derrumbamientos y corrimientos de tierra, e incluso, como en el caso de Ecatepec o Tula, arrasando colonias enteras y cobrando vidas.
Los Estados del Pacífico apenas se recuperaban del huracán anterior cuando esta semana ya se anuncia nuevamente alerta por un nuevo evento meteorológico. En el centro del país el desbordamiento del río Tula y las presas Endhó y Requena en Hidalgo se han saldado con 17 fallecidos en la clínica 5 del IMSS, 2 mil viviendas afectadas y 31 mil personas evacuadas.
Pero la zona más devastada ha sido el Estado de México particularmente los municipios de Ecatepec, Tlalnepantla, Coacalco y Texcoco; cientos de familias lo han perdido absolutamente todo, solamente en Ecatepec se contabilizan 120 mil personas damnificadas hasta el momento.
Pero también Morelos, Guerrero, Querétaro, Oaxaca y demás Estados están sufriendo tremendos estragos ahora también por el sismo del pasado 7 de septiembre. La red eléctrica, el suministro de agua y las telecomunicaciones han quedado cortados y dañados en áreas inmensas. Pero lo peor aún no ha pasado, existe el riesgo de daños aún más graves al no disminuir las lluvias con la entrada de más meteoros perfilando la perspectiva de rotura de más presas, embalses y desbordamiento de ríos que ya están a su límite.
Se contabilizan decenas de fallecidos en todo el territorio y algunos desaparecidos por derrumbes, deslaves y ahogamiento. Diversos hospitales están reflejando deterioro total, hay goteras, inundaciones, encharcamientos en sus áreas de urgencias, hospitalización y zonas de especialización.
La solidaridad de clase de las y los trabajadores y las comunidades nuevamente resalta ante la ausencia de auxilio estatal, el 8 de septiembre ya se vivían protestas en varios municipios del Estado de México exigiendo restablecimiento de servicios, desazolve, trascabos, comida, etc. Los vecinos de La Cañada, en Ecatepec, se cooperan para rentar un trascabo que usaron para retirar toneladas de lodo, rocas, basura y reconstruir el cauce de La Cañada.
Las ayudas hasta ahora son insuficientes, es el pueblo mismo y su solidaridad de clase que está organizándose para armar cuadrillas de limpieza, rescate, retiro de escombros y auxilio. Es el pueblo mismo que está habilitando acopios, víveres y comedores. Grupos de voluntarios que reparten café, pan y tortas de forma gratuita, han sido ellos y nadie más quienes han mitigado un poco el hambre, el frío y la tristeza de sus hermanas y hermanos.
Tragedias que se pueden evitar
Estas tragedias no son simplemente fruto de unas circunstancias climatológicas desafortunadas o de la irresponsabilidad de las personas. Es el resultado de décadas de políticas que ponen por encima los beneficios de las empresas capitalistas sin importar el cambio climático y la degradación medioambiental, al tiempo que gobiernos federales, estatales o municipales les importan muy poco la inversión en los servicios públicos y, entre ellos, los servicios de protección civil y emergencias.
Lo que vivimos hoy es resultado de décadas de una política consiente del Estado de abandonar las colonias de la clase trabajadora y marginarnos a zonas de riesgo, en muchas de nuestras comunidades no hay drenaje o es deficiente, no hay pavimentación, alcantarillado, alumbrado público, servicio de limpia, poda y recolección de basura cotidianos, dignos y públicos.
Ahora mismo brincan a la palestra argumentos tales como que la culpa la tiene la gente porque tira basura o vive en donde no debería de hacerlo como los cerros o a las orillas de los ríos y canales, sin embargo, este tipo de argumentos, totalmente clasistas, desvían la atención de los verdaderos responsables y del problema de fondo.
Las urbes y sus periferias sufren de sobrepoblación no como una terca necedad de ubicarse ahí sino porque los oprimidos nos vemos obligados a asentarnos en esas zonas de riesgo ante la concentración de trabajo y servicios en las grandes ciudades.
Recordemos que los primeros pobladores de la zona conurbada fueron muchas veces nuestros abuelos y padres que sus créditos de vivienda solo les alcanzaban para adquirir un espacio reducido en esas zonas, no había más. Estas colonias se desarrollaron ante la falta de acceso a una vivienda digna y nacieron con un montón de carencias. Muchas de estas comunidades logran legalizar y dignificar sus predios y arrebatar servicios públicos básicos gracias a la lucha organiza de los pobladores.
Por otro lado, las políticas de recortar todo aquello que no sea considerado esencial ha llevado a departamentos como el de Obras Públicas o de Protección Civil (PC) a carecer de protocolos y programas cotidianos de remozamientos, mantenimiento, evaluación y prevención. En el caso de PC muchas veces se sostienen del trabajo voluntario muy comprometido y capacitado pero que sufren de una sobre carga de trabajo inhumano que les imposibilita muchas veces llevar acabo adecuadamente sus labores, este personal es totalmente insuficiente ante las demandas que exigen las ciudades y las comunidades, más si hablamos de capitales como la Ciudad de México y su zona metropolitana.
La falta de financiación a la protección frente a desastres naturales es clara, el 90% de las iniciativas y propuestas de estos equipos de voluntarios profesionales se quedan impotentes y son estériles ante el desinterés del Estado, la usencia de presupuesto, personal, infraestructura, equipo, etcétera para dignificar las comunidades y echar andar programas de prevención y protección. Por todo lo anterior, las tragedias que hoy vivimos se pueden evitar claramente, pero bajo este sistema son dramas que se seguirán cobrando con la vida la clase trabajadora.
Por ejemplo, si se tuviera un sistema y protocolo de alerta eficiente en el Estado de Hidalgo frente al desborde de ríos por lluvias torrenciales u otros fenómenos naturales, se habría evacuado con anticipación y tomado una serie de medidas necesarias, salvando con ello las vidas ahora perdidas. Lejos de aceptar y corregir los errores, las autoridades se dedican a culparse unas a otras y trasladar la responsabilidad incluso a las personas por no hacer caso de una serie de indicaciones.
Ahora mismo se vive otra tragedia, el desgajamiento del Cerro del Chiquihuite, que según datos preliminares ha arrasado con más de 12 casas, las consecuencias solo podrán ser evaluadas plenamente a medida que pasen los días. Los habitantes denuncian que ya habían reportado la situación que observaban en el cerro y no se hizo absolutamente nada. No se llevaron a cabo los protocolos de estudio del terreno o algún tipo de evaluación y por tanto no se declaró ninguna advertencia pública, evacuación, contención y reparación.
Estos dos ejemplos nos demuestran que recortar y no fortalecer los centros especializados como el CENAPRED, servicios de rescate, protección civil, etcétera, se cobran con la vida de la clase trabajadora y de nadie más.
Los capitalistas son los responsables del cambio climático y de sus consecuencias
Los fenómenos naturales cotidianos como la temporada de lluvias, huracanes, ciclones, corrientes marítimas, etcétera se han visto alterados dramáticamente por el cambio climático. Rechazamos la idea de la clase dominante de que todos somos responsables de ello. El único culpable es el sistema capitalista y su modo de producción que consume y envenena los recursos naturales destruyendo el planeta. El sistema capitalista nunca puede ser ecológico. Solo uniendo la lucha contra el cambio climático con todas las demás luchas contra el capitalismo salvaremos el planeta y evitaremos más tragedias.
El cambio climático y sus consecuencias no son resultado de unos hábitos “poco éticos” de la gente, como nos intentan convencer. En nada de esto tienen culpa los trabajadores, la juventud, los campesinos o los indígenas que viven en los cerros, es una consecuencia de cómo funciona el sistema capitalista, donde una ínfima minoría controla los medios de producción de la sociedad y los usa de acuerdo con sus intereses privados, buscando obtener las máximas ganancias posibles al margen de las consecuencias medio ambientales o de cualquier otro tipo. Mientras este puñado de monopolios capitalistas controle la economía, no podrá haber una verdadera transformación ecológica, ambiental, demográfica y urbanística.
¡Solo la lucha de la clase trabajadora puede poner fin a la miseria, el deterioro de nuestras colonias y la destrucción del planeta!
Ahora mismo se ha desplegado ayuda a todas las zonas, sin embargo, el Estado y sus medidas accesorias y de parches a una realidad que lo supera, es insuficiente claramente. Al igual que con la pandemia queda claro que bajo este sistema no hay alternativa, la única vía para realmente permitiría responder adecuada, oportuna y eficazmente a una emergencia como la actual es poniendo a disposición de las necesidades urgentes de las y los oprimidos toda la riqueza que unos cuantos poseen a costa nuestra.
¿Qué va a ocurrir con las personas que han perdido sus hogares y sus pertenencias? Los apoyos económicos que llegarán a brindar a la gente que lo a perdido todo, si es que llegan, serán totalmente insuficientes. Serán subvenciones mínimas a un lado de lo que año con año se les otorga a los bancos y empresarios para el pago de la deuda externa o el FOBAPROA.
Tenemos que organizarnos en las colonias, en los centros de trabajo y en las escuelas para luchar y exigir que el Estado garantice todos los recursos necesarios para asistir a las familias perjudicadas y reconstruir las zonas afectadas. Existen recursos para ello. Hay que expropiar inmediatamente los inmuebles vacíos y los hoteles para poder reubicar a todas las familias damnificadas. Hay que nacionalizar la industria eléctrica, de abastecimiento de agua y de la construcción bajo el control de los trabajadores con el fin de comenzar la reconstrucción de inmediato y en beneficio de las familias trabajadoras. Hay que constituir comités de vigilancia para garantizar que ninguna empresa haga negocios y se beneficie a costa de esta tragedia.
Las inundaciones finalmente han demostrado que este sistema no protegerá nuestras vidas. Demandamos la reorganización y reconstrucción planificada de la ciudad y su zona metropolitana, requerimos empleos dignos y todos los servicios públicos, así como educación y salud pública digna, en nuestras comunidades para no migrar a las ciudades. Por eso mismo, ¡tenemos que luchar por un programa socialista para hacer frente a esta catástrofe!
Exigimos:
- Formación de Comités democráticos de vecinos para organizar la respuesta y controlar las acciones y políticas a desarrollar tras la tragedia.
- Expropiar la industria de la construcción, las grandes inmobiliarias y las viviendas vacías. Abrir los hoteles y los inmuebles vacíos para las familias afectadas. El Instituto Nacional de Vivienda (INVI) debe reconstruir con recursos del Estado todas las viviendas destruidas sin costo alguno para los damnificados.
- Demandamos que se declaren de utilidad pública las grandes empresas constructoras para que aporten su maquinaria para la remoción de escombros y labores de limpieza.
- Por un plan de inversión pública para financiar adecuadamente los municipios, invirtiendo en educación pública, transporte, infraestructura y emergencias civiles.
- Dotación de drenaje y alcantarillado, pavimentación, alumbrado público, agua potable y telecomunicaciones en nuestras comunidades.
- Mantenimiento y poda de árboles y parques de manera regular; aseo, limpieza y recolección de basura con un sistema público y digno. El servicio de limpia debe ser estatizado y sus trabajadores gozar de salario digno, sindicalización y prestaciones ¡Basta de la privatización de los servicios públicos!
- Expropiar las farmacéuticas para que aporten gratuitamente los medicamentos, artículos de limpieza y aseo que tanta falta hacen en estos momentos.
- Construcción, reparación, mantenimiento y equipamiento de todos nuestros servicios médicos desde centros de salud básicos hasta Hospitales Generales de zona.
- Necesitamos poner las industrias de ropa, calzado y electrodomésticos al servicio y necesidades la mayoría, mientras estas empresas se llenan los bolsillos de ganancias multimillonarias y sus bodegas están atestadas hay miles de personas que ahora necesitan esos bienes.
- Reversión de todos los recortes en el cuerpo de bomberos, protección civil, servicios de obras públicas y en los equipos de control de desastres. Bonificaciones especiales y de riesgo para los servicios de emergencia, creación de nuevos puestos en el cuerpo profesional de rescate, protección y prevención, y fin de los recortes en estos departamentos, así como en su equipamiento y formación.
- Retribución completa del salario a todos los y las trabajadoras damnificados que se han tenido que ausentar de sus empleos por atender la emergencia.
- Puesta en marcha de un programa de recuperación económica de las zonas afectadas. Con apoyos para los pequeños negocios y apertura de servicios públicos estatizados como lavanderías, comedores, guarderías, etcétera.
- Por un mecanismo de captación de toda el agua de lluvia que nutra nuestros mantos acuíferos y se emplee para uso doméstico. Actualmente toda esa agua se va al drenaje.
- Protección del clima y de unas condiciones de vida dignas para la clase trabajadora: conversión del suministro de energía a energías renovables; transporte público gratuito y suficiente; producción sostenible y respetuosa con el medio ambiente en todos los sectores. Para ello hay que acabar con las concesiones millonarias que las grandes multinacionales gozan para embargar nuestro territorio ¡No más megaproyectos de muerte!
- Expropiación de la banca y de todos los sectores clave de la economía bajo el control de los trabajadores.
- ¡Ni un asesinato más a defensoras y defensores del territorio y el medio ambiente!