El 1 de noviembre comenzó el proceso de recolección de firmas para hacer válida la convocatoria a la consulta por revocación/ratificación del mandato de AMLO. El 20 de diciembre de 2019, AMLO presentó una reforma constitucional, para legitimar la convocatoria a consultas populares, como un método para que participara la población en la toma de decisiones sobre temas de política nacional.
La revocación/ratificación del mandato, quedó establecida constitucionalmente para, en caso de que sea necesario, ser puesta en práctica en el transcurso del sexenio de cada gobernante, claro, si se cumple con el no detalle menor, de juntar el 3% del padrón electoral en al menos 17 estados, para que su convocatoria sea oficial, mediante el INE. La consulta una vez realizada, sólo podrá ser vinculante, es decir, obligatorio llevar a cabo la decisión de la mayoría, si participan más del 40% del padrón electoral.
La democracia en manos del enemigo
Es de celebrarse que haya mecanismos formales para ejercer el derecho a tomar decisiones en la política nacional para la mayoría de la población que generalmente quedamos al margen, sin embargo, como lo estamos viendo con la consulta por la revocación del mandato, un proceso que pretende ser democrático, en manos de las mismas instituciones que han permitido fraude tras fraude, durante toda la historia “democrática” del país, parece realmente un chiste de mal gusto. Tan es así que, a la fecha, para poder acceder a esa consulta se han conseguido apenas poco más de 700 mil firmas de un total de 2 millones 800 mil que se necesitan.
La falta de voluntad del INE no es un problema moral, sino de intereses de clase, el INE con sus titulares y magistrados se ha empeñado en ser un obstáculo para el desarrollo democrático del país. Mala propaganda, tardanza en el lanzamiento de las campañas de difusión, cambios en lugares para colocación de urnas, y más confusiones e incidencias como en el caso de la consulta por el juicio a los expresidentes.
No puede ser de otro modo, el INE defiende los intereses de la derecha y es un caballo de Troya, bastante mal disimulado, dentro del gobierno de AMLO. Su mismo titular, levantando hipócritamente la bandera de la democracia, no hace mas que defender la política antidemocrática de la derecha, para quien la participación democrática de la población se reduce a “un gasto innecesario” y a “un caos”.
Desafortunadamente, con estos mecanismos en manos de la misma oligarquía de siempre, las ilusiones sobre referéndums para animar a los millones de trabajadores y trabajadoras, campesinos, etc., gracias a los cuales el país sigue funcionando, nos quedamos nuevamente, en el lugar de siempre, apartados de la política porque no es clara la información, no hay condiciones objetivas para participar, como asueto para ir a emitir el voto o simplemente no hay tiempo para informarse más debido a las largas jornadas laborales. La realidad es que el ejercicio democrático de la población trabajadora no puede reducirse a una ley constitucional, por muy bien escrita que este.
Por lo tanto, es necesario dar una batalla a brazo partido, para en primer lugar, depurar al INE de todos los reaccionarios antidemocráticos, pero incluso eso, no es una garantía.
La democracia se conquista en las calles
AMLO, ha explicado incontables veces el carácter progresista de las consultas por la revocación del mandato, sintetizada en la frase: El pueblo pone y el pueblo quita. Sin embargo, AMLO olvida que por la vía democrática, en sí misma, no es posible arrebatarle el poder a los corruptos y neoliberales. El mismo AMLO, logró llegar al gobierno tras dos intentos “democráticos” fallidos, ha sido sólo mediante un proceso largo y constante de apelación a la lucha en las calles, manifestaciones, plantones y denuncias políticas públicas que consiguió movilizar a la cantidad necesaria de descontento y hostilidad con el régimen anterior para provocar un tsunami electoral que ya se había ganado previamente en la lucha política en las calles. Por eso insistimos en que la verdadera fuerza de cualquier movimiento, se encuentra en la formación de comités, en la movilización y en la participación democrática dentro de sus mismas organizaciones.
Sobre este último aspecto, es fundamental señalar la incongruencia que existe dentro de Morena, pues al mismo tiempo que llama al ejercicio democrático a través de la consulta, dentro del mismo partido no encontramos estos espacios para la participación de la militancia, el desarrollo de este ambiente es tan marcado que en las elecciones pasadas se convirtió en un aspecto de gran descontento, división y abandono del movimiento por muchos elementos combativos que esperaban un proceso democrático para la elección de candidaturas.
Morena tendría que empezar por su casa, llamando a elecciones democráticas a todos los niveles y de cara a las próximas elecciones.
Sentar precedentes para futuras revocaciones, esta bien, pero si la derecha tuviera de nuevo el gobierno en sus manos y todas sus instituciones, ¿Realmente podríamos confiar en que un proceso de revocación sería llevado acabo limpiamente? Por supuesto que no. Esto, no significa que debamos dejar la revocación a un lado, todas las herramientas a nuestro alcance debemos aprovecharlas y mantenerlas, pues son pocas, pero la mayor fuerza, siempre estará en los métodos de lucha probados por la experiencia de los millones que han participado en las luchas sociales de este país durante décadas.
Si nos viéramos en un escenario en el que habría que quitar a un presidente, que reprime, masacra estudiantes, los desaparece, esta coludido con el crimen organizado, etc. la primer herramienta a la que tendríamos que apelar, es a la movilización y a la huelga general, a la creación de comités de base en cada colonia, escuela y centros de trabajo, a la creación de asambleas locales, regionales y nacionales y entonces, probablemente, lo que menos haría falta sería un referéndum de revocación, pues el poder real, ya estaría en nuestras manos.
Basta mirar a nuestros hermanos y hermanas chilenas, que han pasado por una verdadera insurrección popular y si no han derrocado al gobierno ha sido únicamente porque no ha habido una dirección revolucionaria que encauce hacia allá el magnifico movimiento, en su lugar, las fuerzas reformistas de izquierda se limitaron a convocar a una Asamblea Constituyente, dentro del marco del régimen represor piñerista y el resultado ha sido el peligro de un nuevo gobierno de ultraizquierda a cargo de Kast.
¡La mejor defensa de la democracia es la organización popular y la lucha en las calles!