Para entender la base ideológica y política del discurso que sustenta al proyecto de la 4ta transformación, es necesario hacer un análisis sobre la llamada Economía moral.

¿A qué se refiere AMLO cuando habla de economía moral? Aunque su propuesta fue esbozándose durante toda su campaña política, fue hasta la publicación de su libro Hacia una economía moral que dejó claras varias consideraciones. Al hablar de “moral” hace referencia a principios religiosos sobre el bien y el mal, en este caso, Obrador retoma al cristianismo y uno de sus preceptos: “el amor al prójimo”. Por otra parte, los entrelaza con el concepto de “economía moral de los pobres” desarrollado por Thompson: existe la economía proveniente de los “motines de subsistencia” de la clase trabajadora con el fin de arrancar una vida digna, en contraparte de la “economía legal o de mercado” que responde a las necesidades de los grupos dominantes del sistema. Es decir, los intereses del pueblo contra los intereses del gran capital, que Obrador reduce a “neoliberalismo”.

¿Cuál sería entonces la estrategia para implementar un sistema económico que vele por las clases desprotegidas? Es en este punto donde la propuesta se tambalea. Para Obrador, el principal problema de la desigualdad social y la repartición desigual de la riqueza radica en el mal (término moral) de la corrupción, pintando un punto ciego a lo que Marx sustentó desde hace casi 200 años atrás: el capitalismo se sostiene justamente sobre la explotación de la clase trabajadora, sobre la explotación de las materias primas, la sobreproducción y la acumulación de la riqueza en unas cuantas manos, riqueza producida gracias a la participación, principalmente de la clase obrera. Y, es más, este periodo neoliberal, como lo afirma Obrador, donde florecieron toda clase de fraudes que robaron las arcas públicas de la nación, es una adaptación más del propio sistema capitalista de finales del siglo XX y que en países dominados por las potencias económicas mundiales permite ejercer la corrupción cínicamente, a diferencia de la practicada en países “primermundistas” donde para conservar su discurso demagógico de superioridad, ejercen una corrupción velada. El análisis sesgado llega a tal punto que Obrador acusa al bandidaje de los conquistadores españoles del siglo XVI cómo detonante de la desigualdad social presente hoy en América Latina, y no al sistema capitalista que hambriento de nuevos territorios, extrajo las riquezas para expandir el mercado, lo que llamamos: el colonialismo.

Entonces, ¿Para la 4T basta con que los grupos dominantes sean “buenas personas” es decir, no corruptas, para que el sistema en el que vivimos cimentado en la explotación se revierta? La respuesta es sí. Además, agrega los mandamientos (cristianos): no robar, no mentir; más dos más con un matiz social: “no traicionar al pueblo” y “austeridad republicana”. Para poder irradiar todas estas ideas, el gobierno de la 4T hace uso del sistema educativo básico en donde se imparten asignaturas para revisar La cartilla moral, adaptación del texto escrito por Alfonso Reyes (1952) y que enarbola, sin proponer un cambio de sistema económico, el respeto a nuestra persona, familia, patria, sociedad, “especie humana” y la naturaleza. El objetivo de todo esto es construir la República Amorosa de México, fin último del plan de gobierno.

“Quien quiere abolir las consecuencias desagradables [del capitalismo] pero a sus ojos son necesarias, no puede hacer otra cosa más que predicar moral a los capitalistas...” Engels

Los marxistas y críticos radicales sabemos la imposibilidad de limpiar al sistema; ahora mismo, vemos cómo hasta en las mismas entrañas de la 4T, la corrupción y el despilfarro siguen siendo prácticas comunes por parte de varios funcionarios públicos y miembros de MORENA. Paradójicamente, a pesar del 48% de desigualdad social que vivimos en México, el plan de Obrador no es derrocar a este sistema de explotación, si no tratar de colocarle un rostro humano al capitalismo, cosa absurda, pues es negar su misma esencia inhumana. Las buenas intenciones no sirven para frenar la inercia del movimiento económico, los pactos hechos con grandes empresarios como Grupo Carso y magnates de la agroindustria, siguen enfocados en favorecer a las clases privilegiadas, nutriendo el engranaje del sistema, y dejando los intentos de políticas públicas favorables para el pueblo como La ley minera y los apoyos económicos del programa Bienestar, como medidas desamparadas que se deshilarán fácilmente cuando la derecha gane un poco más de terreno. A esto nos referimos cuando acusamos que el reformismo sólo reparte las migajas del sistema.

En casi cinco años de gobierno, los exhortos morales no han detenido las masacres del crimen organizado, tampoco ha evitado que la alianza entre empresarios, gobiernos y narcotráfico asesine a defensores y defensoras del territorio para seguir depredando los recursos a beneficio de Bonafont, Nestlé o la industria minera canadiense, por mencionar algunas.

Siguiendo la línea de la propuesta analizada ¿Una economía moral que en un principio nace del pueblo, se puede alcanzar desde el Estado burgués y sus instituciones? Parece que el carácter de acción social “anticapitalista” del concepto original de Thompson, se desvanece en la propuesta de Obrador; y por otro lado, retoma una ideología religiosa cristiana de derecha, dejando todo a un nivel abstracto: “la revolución de las conciencias”, contrario a planteamientos religiosos de izquierda como la Teología de la Liberación que defiende un cambio estructural del sistema mediante la revolución económica.

Lo aquí planteado no es para tomar una postura sectaria si no para reflexionar, discutir, organizarnos y encaminarnos a la alternativa que el pueblo necesita. En este momento histórico en el que vivimos no podemos regalarle el poder a la derecha, ni tampoco podemos permitir que el gobierno se límite a implementar reformas que sistemáticamente son rebajadas por el Congreso; las reformas progresistas son positivas, pero sólo como un paso para virar hacia demandas realmente revolucionarias que aboguen por el derrocamiento del capitalismo, de este sistema que aún ahora en una crisis tremenda dispara golpes funestos para la clase trabajadora del país y el mundo.


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