Tras la histórica derrota electoral del PRI en el Edomex, nuestra lucha no termina: pasemos a la ofensiva para sacar a la derecha de cada resquicio e infiltración en el nuevo gobierno.    

De acuerdo con el cierre del PREP, Delfina Gómez, la candidata de Morena, obtuvo 3 millones 272 mil 106 votos, el 52.6 % de la votación, contra los 2 millones 755 mil 532 sufragios, el 44.3 % de Alejandra Del Moral candidata de la oposición derechista “Va por México”, conformada por los partidos PRI, PAN y PRD.

La diferencia fue de 8.3%, una cifra por debajo de lo que marcaban las encuestas. Algunos hablan de que el PRI no se resistió al fraude y claro que lo hubo, pues la oposición no quería demostrar más debilidad de la que todos conocemos.

Por otro lado, el porcentaje de participación ciudadana fue de 50.1 %, es decir, 6 millones 214 mil 217 personas de los 12 millones 395,763 que estaban inscritas en el padrón electoral del Estado de México. A pesar de que el padrón electoral en el estado aumentó con respecto a 2017 en 1, 078, 077 de votantes, la participación fue levemente mayor por 134, 003 sufragios, creciendo la abstención en 3%. Si la participación la comparamos con la presidencial de 2018, donde votaron 8, 040, 160, la participación para los comicios de este año baja aún más.

En el caso de Morena, que en el 2017 obtuvo 1,871,542 de votos, esta elección termina con 1, 400, 564 votos más. Sin embargo, el resultado obtenido por Morena en la elección estatal está lejos de obtener la aceptación de la que obtuvo en 2018 para la presidencial, que fue de 4 millones 373 mil 267 votos, significando este año el 74.8% de participación respecto a 2018 para ese partido.

Si bien el voto en las elecciones intermedias y/o estatales nunca llega a niveles de la presidencial, estos datos nos sirven de comparativa sobre qué tanto el pueblo está viendo una alternativa en las elecciones. Asimismo, la diferencia nos ayuda a visualizar cómo el pueblo deposita sus aspiraciones de cambio en AMLO, pero no en Morena; menos si la contienda es encabezada por grupos como el de Texcoco, pues estos personajes siniestros de la política estatal no podrán llevar a cabo el programa obradorista.  

Respecto a los datos hay que remarcar la debacle de la oposición que, a diferencia de hace seis años cuando obtuvieron 3 millones 807 mil 800 votos por separado, esta vez en coalición y con todos sus fraudes perdieron 1,052,268 de votos.

Una campaña a la vieja cultura política priista

Tras 93 años de priismo en el Edomex, el triunfo de la izquierda electoral es sin duda un hecho trascendental. Es reflejo de la coyuntura histórica que vivimos, donde Morena –levantado por un movimiento de masas con necesidad de una transformación profunda– sigue viéndose, a pesar de todo, como una alternativa.

Sin embargo, este triunfo electoral está lejos de ser una derrota final sobre la derecha. Para cualquier trabajador, campesino e indígena no es lo mismo que gobierne el PRI a que lo haga Morena, sin embargo, tampoco tenemos un pelo de tontos. Los meses de precampaña y campaña donde Delfina Gómez visitó los 125 municipios del estado nos deja con un muy mal sabor de boca.

En lugar de observar, vivir y protagonizar una campaña militante, combativa y basada en la gente de a pie, lo que presenciamos fue una campaña de aparato, basada en las alianzas sin principios con grupos venidos de todas partes.

Advertimos cómo una parte del aparato priista y perredista se mimetiza con Morena y cómo las ratas políticas de la derecha al ver hundirse su barco brincaban sin ningún descaro a Morena. Aún peor, cómo el Grupo Texcoco (GT) y la dirección nacional encabezada por Mario Delgado les tendían la mano bajo el argumento de que lo importante es la unidad para sacar al PRI.

Si bien la votación hacia Morena predomina, es por el efecto del 2018, por la autoridad de AMLO y por el deseo de echar al PRI; no es debido a trabajo de base militante dentro del estado o por demostrar realmente el cambio en municipios que ya gobiernan, y mucho menos crece por el aparato y clientelismo del GT. De haber tenido una campaña militante y combativa, el voto a Morena hubiera sido masivo, pero también habría crecido la presión sobre la burocracia y la participación de la gente, por ello la burocracia no activó a la base porque su intención es mantener al pueblo quieto y bajo control

Bajo el argumento de evitar ataques y boicots a los mítines, estos nunca se anunciaron con anticipación y con difusión adecuada entre las comunidades, se convocó vía el aparato y únicamente a grupos afines. Más allá del slogan: “Delfina, gobernadora, la esperanza del cambio” o “vota por el cambio”, si bien el programa contenía algunos elementos progresistas, fue un programa insuficiente para las necesidades más acuciantes de la población y carecía de claridad sobre cómo se acabará con la pobreza, la violencia o la desigualdad social.

Por ejemplo, ante un tema tan sensible como es el feminicidio, se limitaron a plantear cuestiones generales que no sólo no solucionan el tema de fondo, sino que evidencian su total frivolidad y su desconocimiento hacia la cuestión. Este tema es central para las mujeres trabajadoras porque, aunque una mujer haya ganado las elecciones por primera vez en la historia del estado, no es garantía de un cambio radical.

Al escuchar lo relacionado con violencia de género en los debates solo sentíamos indignación: ¿cómo es posible que al ser el estado número uno en feminicidios se planteen cuestiones cosméticas y no se diga ni una palabra sobre cuestiones de fondo que nos afectan a las trabajadoras? En este, como en otros temas, hay falta de credibilidad y Morena estará a prueba en los próximos acontecimientos.    

Mario Delgado y compañía han llevado al extremo la política de pactos y negociación, abusan descaradamente de la esperanza de la gente en un cambio real, convirtiendo a Morena en todo lo que más rechazan del PRI. El absurdo ha llegado cuando por voz del mismo PRI se hace público que a Del Mazo se le ofreció inmunidad y una embajada a cambio de su amable colaboración, en una elección que superaba el ¡20% de ventaja! para Morena.

Cómo hemos dicho en otros artículos, con estos triunfos electorales la burocracia se fortalece y consolida. En el discurso del 4 de junio, Mario Delgado no desaprovechó para remarcar que su política de alianzas y pactos ha permitido ganar 22 gubernaturas, pero esto no es verdad. Morena ha logrado avanzar debido al empuje de las luchas sociales de las últimas décadas en contra del PRI, por el hartazgo y rechazo hacia aquellos que hoy la dirección traidora de Morena abraza, como Manuel Velasco o Higinio Martínez. El costo de esta política es que en muchos de los estados lo que reina es la narco-política y la más cruenta represión y miseria a manos de un gobierno que se dice de izquierda, trayendo con ello una desilusión tremenda del pueblo que la derecha no dudará en capitalizar.

Las y los trabajadores necesitábamos una campaña militante y combativa, donde nos movilizáramos por convicción defendiendo un programa de lucha adecuado a nuestras necesidades.

Grupo Texcoco

No podemos tener ni un ápice de confianza en grupo Texcoco, cuyo origen está en la derecha del PRD, y que rápidamente asimiló el clientelismo de la política; es así como han ido en ascenso, aglutinando demandantes de vivienda, comerciantes, ambulantes, taxistas, transportistas, empresarios locales, etcétera.

También recordemos el caso probado de descuentos ilegales a la nómina de los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco por 12 millones de pesos. La autoridad acreditó que entre las personas que autorizaron la emisión de 59 cheques se hallaban Horacio Duarte, quien era secretario de Gobierno, y el tesorero del ayuntamiento, Alberto Martínez Miranda, hermano de Higinio Martínez.

Es un grupo corporativo que al tomar el poder reproduce prácticas poco o nada democráticas, prácticas ilegales y de corrupción. El mismo tipo de prácticas que hacía el PRI y que ahora el PRD, o en este caso el GT, llevan a cabo.

El discurso triunfalista de la burocracia que presume la consolidación de la transformación en el estado es pura demagogia, por un lado, el resultado final no era el esperado, mucha gente salió a votar pese al descontento o votó por el “menos peor”.

Este triunfo electoral histórico para nada es un cheque en blanco; si bien hay un sector con muchas esperanzas y que está a la expectativa de cómo se desarrolla el proceso, está claro que el grueso de la clase trabajadora y, por supuesto, la juventud está desencantada y llena de frustración al ver cómo se llevó a cabo la campaña.

Mantenernos alerta y luchando    

Más allá de los militantes y activistas del partido, el grueso de la gente no se enteró de las propuestas y de los actos de campaña debido al actuar burocrático de la dirección y su hermetismo bajo pretexto de ataque. Sin embargo, este pensamiento demuestra alejamiento y desconfianza en la base; el pueblo está deseoso de participar e integrarse, así como de defenderse y defender su lucha, pero lo hará donde vea congruencia y decisión de ir hasta el final.

La política de negociación, alianzas sin principios y de desconfianza hacia el pueblo es una metodología, consecuencia de una renuncia a transformar de fondo el sistema y limitarse a flirtear con él.

Pasemos a la ofensiva ¡La lucha sigue! Fortalezcamos la organización desde las comunidades para transformar nuestra realidad

El pueblo espera mucho de este nuevo gobierno. Evidentemente, la burocracia dirá que no se puede cambiar todo en seis años, que el priismo está totalmente enquistado en el estado y que será una batalla dura. Claro que lo será, porque además el priismo está lejos de ser enterrado totalmente si se le tiende la mano, se le mantiene en la estructura estatal y a sus dirigentes se les asegura impunidad.

Es por eso que exigimos romper con todo el aparato del priismo y con cualquier personaje de la derecha, tenemos que transformar en su totalidad la estructura no solo del partido sino del estado. Tal cual está, a las y los trabajadores no nos representa ni nos sirve. Delfina tiene que basarse en el pueblo y no en el cálculo de la política burguesa o el asqueroso pragmatismo político, se debe confiar en el pueblo.

Tiene que gobernar percibiendo el salario promedio de un trabajador cualificado, hay que basarse en el pueblo para todo tipo de labor, integrarlo a la organización de la comunidades, pueblos y localidades, no construir sobre la estructura totalmente putrefacta del PRI y su cultura política clientelar, el amiguismo y la corrupción.

La batalla con la derecha se tiene que dar en las calles, eso no quiere decir que desde Izquierda Revolucionaria renunciemos a las urnas: no tenemos una posición sectaria o ultraizquierdista, no negamos la importancia de la victoria electoral de Morena y lo grave que sería tener un gobierno de derecha nuevamente, sin embargo, la batalla que tenemos como oprimidos no sólo la podemos ganar en las urnas, pues la batalla central está en las calles, generando organización y poder popular.

No se pueden cambiar las condiciones de vida si no se cambia el sistema y planteamos un programa que rompa con éste, que se base en la acción directa y organizada de la gente. La única forma de cambiar las condiciones sociales es tomando el control de las fuentes de riqueza —riqueza que producimos nosotros—, expropiando la totalidad de las industrias claves como la eléctrica, petrolera, agua y minera; expropiando las viviendas desocupadas que solo se usan para la especulación inmobiliaria, eliminando la propiedad privada donde unos cuantos hacen jugosos negocios a costa de la miseria de otros, como es el caso del transporte concesionado en el estado.

Pero para defender este programa también es importante construir una izquierda auténticamente combativa, militante y anticapitalista –no sólo anti neoliberal–, un partido de lucha. El GT no representa esto de ninguna forma, todo lo contrario: este grupo, junto con la burocracia del partido, se ha integrado al sistema y todo lo ha reducido a los pactos y negociaciones; ha abandonado la esencia que le dio vida a Morena, que fue la lucha y la movilización por una transformación real de nuestras condiciones de vida.

Esta gente se ha erigido como salvadora de este sistema, nos tratan de convencer que dentro de este sistema económico se pueden cambiar y transformar las cosas, pero lo que vemos ahora con los municipios y estados donde gobiernan es que han allanado así el camino a la derecha y acelerado la descomposición de Morena. La ruina de Morena será un duro golpe no sólo para sus militantes sino también para el conjunto de las y los trabajadores. La apuesta por la gestión “progresista” del capitalismo en el Edomex puede salir con mortales consecuencias para la clase trabajadora, la juventud, lxs campesinos y lxs indígenas.

No nos vayamos a nuestras casas para dejar todo en manos de las y los políticos pseudo profesionales, no, nada de eso: tomemos con las dos manos este cambio para pasar a la ofensiva, llevando a cabo nuestras demandas. Cada que nos manden a la casa tenemos que oponernos, ya que esa será la vía más segura para que la burocracia y el GT gobierne a sus anchas y no cambie nada.

Necesitamos una organización democrática que confronte a la burocracia, que renuncie y combata a los métodos clientelares y corruptos, y una organización que diga sí a la unidad con las luchas sociales, pero no sólo de palabra. Se necesita unidad, sí, pero con el pueblo, no con la mafia y los políticos de siempre; unidad sí pero contra los megaproyectos; unidad sí pero con las mujeres pobres en los municipios que estamos padeciendo la justicia patriarcal en los tribunales y los feminicidios en las calles; unidad sí con los jóvenes que el aparato estatal priista criminaliza y encarcela; unidad sí con los campesinos sin tierra que padecen el crimen organizado y la devastación de sus comunidades; unidad con las y los obreros de las zonas industriales que padecen la explotación y el disque desaparecido outsourcing. No es una tarea sencilla, pero las y los oprimidos no tenemos otro camino.

Nuestra lucha pasa a otra etapa ¡Ni un paso atrás!

  • Depuración de todo el aparato estatal. El Edomex es un ejemplo claro de que no se puede gobernar el Estado tal cual como está, sino que debe transformarse
  • Ni una más. Reconocer la gravedad de los feminicidios: necesitamos resultados concretos. Por eso demandamos empleo digno para cada trabajadora, con jornada de 40 horas, prestaciones y sindicalización; un plan de inversión y creación masivo de lavanderías, comedores y guarderías públicas; acceso a todas a una educación pública, digna y gratuita; basta de justicia machista, exigimos la depuración de todas las fiscalías y castigo a todos los elementos, desde policías hasta jueces y fiscales que revictimizan y continúan perpetrando su machismo a través de la justicia patriarcal.
  • Basta de criminalizar a la juventud. Queremos acceso real a la escuela pública, garantía de un empleo digno al finalizar nuestros estudios, mejoramiento de nuestros barrios y detención de todos los criminales que envenenan nuestras colonias con la droga.
  • Un plan de creación y rescate de parques, gimnasios, bibliotecas, centros de recreación, casas de cultura totalmente públicos, dignos y gratuitos.
  • Creación de más escuelas públicas, desde básica hasta posgrado, en cada municipio, tomando en cuenta que tenemos zonas rurales e indígenas, queremos educación respetando nuestras comunidades originarias.
  • Basta de transporte concesionado. Exigimos transporte público, digno, con tarifa accesible, con personal capacitado y sindicalizado; todo esto a cargo del Estado, no más rutas privadas, no más mafia del transporte. Creación de vías para ciclistas.
  • No más industrialización desmedida y naves industriales que sólo traen consigo contaminación, desmonte y desplazamientos forzados. Preservemos y rescatemos las áreas protegidas e impulsemos campañas como la de los compañeros de Atenco que han denominado Manos a la cuenca donde se rescata el Lago de Texcoco.
  • Un plan de rescate del campo.
  • Creación de empleos dignos, estables y sindicalizados. Eliminación de la precariedad laboral, no más
  • Inversión en infraestructura en nuestras colonias y comunidades: alumbrado, drenaje, agua potable, pavimentación.
  • Visibilidad de las problemáticas y derechos de las comunidades indígenas, no más migración forzada, ni discriminación.

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