La situación de las drogas es un tema que se ha ido intensificando en los últimos años, principalmente en Estados Unidos, y el tema del fentanilo no es de extrañar cuando se habla de la crisis en adicciones.

Los estragos del fentanilo en la población estadounidense

El fentanilo es un opioide sintético que según datos de Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de 50 veces más fuerte que la cocaína y 100 veces más fuerte que la morfina. Creado en los años 60, originalmente su uso era hospitalario para anestesiar los dolores durante una cirugía y pacientes con dolores muy fuertes, pero su uso con fines médicos es controlado.

A mediados de los años 90, en Estados Unidos hubo un bombardeo del marketing médico por parte de la industria farmacéutica, promocionando Oxicontin, un derivado del opioide en forma de pastillas que se vendían como cura para dolores y que según “no era adictivo”, pero era todo lo contrario ya que este opioide es extremadamente adictivo. Todo esto con el fin de que las farmacéuticas aumentaran sus ganancias, más allá de las consecuencias de adicción que podría generar en la población.

En la década pasada, la crisis de los opioides aumentaría en el vecino del norte con el fentanilo, recordemos que Estados Unidos es uno de los países que más opioides recetan a nivel mundial.

Otro dato del fentanilo y de su producción es que con 1 kilogramo se producen un millón de dosis, haciendo que su producción sea barata y se venda a un precio económico en el mercado negro donde se registra 400 mil dólares por la venta de esta droga.

Las muertes por sobredosis en Estados Unidos son devastadores, en 2021 se registraron 71,200 muertes que serían más muertes que por armas de fuego (48,830) y esta droga fue responsable del 66% de las muertes por sobredosis. Además, se estima que 300 estadounidenses mueren al día por consumo de fentanilo y que desde 2019 hasta 2021 aumentó un 94% las muertes de sobredosis.

El combate al tráfico de opioides de Estados Unidos ha sido un fracaso

Además de la crisis de los opioides, igualmente existe una crisis humanitaria que golpea a la clase trabajadora, a la juventud y a personas marginadas en condiciones de pobreza y desigualdad y que en muchos casos no ven una esperanza en mejorar su calidad de vida.

Las medidas que ha tomado el gobierno estadounidense no han sido suficientes, pues no parecen querer mejorar el acceso a la salud pública para sus ciudadanos y deciden enfocar sus energías en seguir invirtiendo en armas para Ucrania, en vez de afrontar su responsabilidad con la población americana, deciden solamente en echarle la culpa al narcotráfico mexicano y a China como los principales responsables, que aunque efectivamente hay un problema con el crimen organizado en México que trafica la droga, no quita que Estados Unidos no ha tomado medidas que solucionen la crisis humanitaria.

Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos desde su campaña a la presidencia en 2020 prometió combatir el problema de los opioides, los dos ejes de su estrategia serían: “combate al crimen organizado y tratamiento en adicciones”.

Sin embargo, su estrategia no ha funcionado, pues el acceso a la salud está prácticamente privatizado dificultando que la población más desprotegida pueda acceder a servicios de salud o teniéndose que endeudar para poder acceder a este servicio, dificultando sus condiciones económicas.

Confrontación de Estados Unidos y China en suelo mexicano

Como se mencionó anteriormente, parece que Estados Unidos quiere seguir buscando a otros culpables en vez de asumir su responsabilidad en el tema del fentanilo. Y no solamente esto, en 2024 vienen elecciones en ese país y están utilizando el tema del fentanilo y el combate al crimen organizado en sus intenciones electorales tanto demócratas como republicanos, principalmente estos últimos en reforzar este discurso de intervención.

Recientemente se ha intensificado el discurso de que el Ejército Estadounidense debería intervenir en México para combatir al narcotráfico, señalando al Cartel de Sinaloa como uno de los principales traficantes de fentanilo y así “acabar con el problema”. Esto no es nuevo, ya que desde la presidencia de Donald Trump (que también anunció sus intenciones de volver a ser presidente en el 2024) había mostrado sus intenciones de señalar al narco como “grupos terroristas” para intervenir en México. Es obvio que esto no solucionará nada, “el Chapo” quien fue uno de los criminales más buscados por la DEA a nivel mundial fue detenido y el crimen organizado continúa.

El discurso del terrorismo tampoco es nuevo, pues el país americano lo lleva usando desde hace tiempo para intervenir en países como Irak o Afganistán con el fin de intervenir en estos países y dejando cientos de miles de muertos, pero ahora el nuevo enemigo son los carteles mexicanos. Una vez más, Washington se deslinda de su responsabilidad como si simplemente el culpable es México e ignorando el tema de la distribución de fentanilo y de drogas en territorio estadounidense, como si el crimen organizado no existiera en su territorio, en donde no sólo hay tráfico de drogas, sino tráfico de armas hacia México que refuerza una crisis de inseguridad.

El gobierno mexicano se ha pronunciado sobre este tema, el presidente López Obrador ha dicho que no se permitirá intervención de ningún gobierno extranjero en territorio mexicano, señalando que la iniciativa republicana es una falta de respeto a la soberanía mexicana y que el país no es colonia estadounidense, también insiste que en México no se produce el fentanilo sino que se fabrica en Asia, específicamente en China. El presidente mexicano asegura que del fentanilo que se consume en Estados Unidos, el 75% llega por Estados Unidos y Canadá.

China, que también ha sido señalado en este problema del fentanilo, a quien Washington culpa para presionar a México a no hacer tratos con China (y que la alianza entre estos dos países no se fortalezca), también se ha pronunciado, menciona que las acusaciones de Estados Unidos son infundadas y que el gobierno estadunidense debería hacerse cargo y que no son responsables del tráfico. Es obvio que Estados Unidos no quiere perder su influencia a nivel mundial y el no querer se superados por China como potencia y temen que la cercanía México-China se fortalezca.

¡No más drogas ni asesinatos!

La lógica capitalista es la de “oferta y demanda”, reforzada por el imperialismo estadounidense y que históricamente, el imperialismo europeo y estadounidense han visto el uso de las drogas para controlar y someter a la población, igualmente han permitido la distribución de la droga para detener movimientos sociales y evitar que la población se movilice a través del crimen organizado al que estos gobiernos han dicho combatir, pero que únicamente ha quedado en el discurso.

El problema del fentanilo no se solucionará con intervenciones, guerras y armas. El principal problema es la miseria y la desigualdad, además es un problema de salud pública donde no se ha querido solucionar el problema de raíz. Cientos de miles de estadounidenses siguen comprando drogas como un escape de la realidad porque no ven posibilidad de que sus condiciones mejoren y siguen en una situación de pobreza y miseria, no ven una esperanza a futuro.

Se tiene que acabar con este sistema capitalista de raíz, que no le importa que la gente más vulnerable muera por sobredosis y vivan en condiciones de desigualdad. La movilización de la clase trabajadora, la juventud y más grupos vulnerados en contra de esta lacra capitalista y del narcotráfico es la solución, donde podamos vivir en una sociedad que nos permita una buena calidad de vida, de tener un futuro esperanzador, acceso a salud, a seguridad en nuestras calles, vivienda digna, acceso a la cultura, actividades de recreación sana. Sólo unidos podremos crear una sociedad mejor donde no tengamos que escapar de la realidad a través de la drogadicción a costa de los intereses de unos cuantos.

¡Arranquemos el problema de raíz!¡Mantengamos la lucha organizada!


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