Morena vive un escenario político álgido en relación al proceso interno de elección de candidaturas, el método a través de una encuesta que defina a las y los candidatos, muestra el cambio pragmático bajo el cual se han dirigido las decisiones políticas para controlar la participación de la militancia y el acceso a las representaciones populares.

Obligando a cerrar filas a través de mecanismos que sirvan para las negociaciones internas de la cúpula y la burocracia partidista, que permitan el “crecimiento” de la base social de Morena a través de las alianzas políticas con otros partidos, el sumar a políticas y políticos que militaban en el conservadurismo, con la finalidad de incluir, incrementar y asegurar el triunfo de Morena en todos los espacios políticos de elección.

Y para esto, necesitaban tener la libertad de mover las piezas para designar a quienes estarán en la contienda electoral, a través de la imposición de candidatas y candidatos, la repartición de las posiciones de poder en cada distrito local, federal, alcaldías y estados.

El proceso de elección interna antes de la reforma al estatuto que daría paso a la encuesta, era a través del voto directo y secreto de la militancia, pero desafortunadamente, lleno de vicios y prácticas acostumbradas en el perredismo, como el acarreo, la compra de votos, el mayoriteo; generaba riñas internas que profundizaban más las divisiones y ponía en crisis al partido movimiento. Dado este contexto, se buscó que el método más factible para evitar la ingobernabilidad y el desborde era la encuesta.

Ante los hechos políticos, la participación de la base social y la militancia queda reducida al disciplinamiento político, aceptar el chapulineo, de respetar los resultados de la encuesta, y, por lo tanto, replegarse ante la imposición, cuadrarse ante las decisiones de la cúpula y sumarse a las campañas políticas internas y externas de las y los candidatos elegidos, que competirán en la contienda electoral, rebelarse implicaría la marginación política, la exclusión y el rechazo.

La encuesta, aparentemente es un mecanismo democrático, abierto, en donde todas y todos los militantes, simpatizantes, pueden participar para poder ser aspirantes a un cargo de representación popular, sin embargo, este método pone en desventaja a la militancia dado que están manipuladas, para que el resultado sea favorable hacia quien tiene más recursos económicos para invertir en las precampañas y que además forma parte de los grupos políticos predominantes en Morena.

Además, la formación política a través de diplomados como requisito para acceder a una candidatura, sólo es requisito para algunas y algunos, quienes provienen de las bases y la militancia, mientras que para quienes ya está decidido su candidatura por imposición, no les preocupa cumplir con ese requisito ¡ya todo está dado! Se excluye a la base militante de la toma de decisiones políticas, se limita las posibilidades de su ascenso a las posiciones políticas y por ende a los cargos de representación popular, dado que no representan los intereses de la cúpula.

Entonces, la incongruencia ética política prevalece, los métodos de elección son totalmente antidemocráticos y autocráticos. Ante las necesidades pragmáticas de la cúpula del partido, lo importante son los votos no los ideales, cualquiera se puede disfrazar de ser de izquierda para acceder a los cargos de representación popular. Si tienen dinero y clientela política, buenas relaciones con quienes toman las decisiones y aseguran el triunfo son bien recibidos, no importando si se tiene que violentar el estatuto, o no escuchar a las bases de la militancia, lo importante para la burocracia es tener la mayoría en todos los espacios de toma de decisiones para que prevalezca la continuidad de la transformación y el Proyecto de Nación, esa es la narrativa bajo la cual se defiende y se acepta las prácticas antidemocráticas para obtener la hegemonía política.

En esta lógica, es cierto y necesario tener la mayoría en todos los espacios como el Congreso de la Unión, en los Congresos Locales, en las alcaldías y en los estados, para que el proceso de la 4ta transformación siga, la visión pragmática esta terminando con la esencia del partido movimiento y con su base militante que le dio vida en sus inicios.

Bajo este panorama, surge la indignación. La inconformidad de la base militante, debe de ser un compromiso ético y político con la organización y la movilización, alzar la voz ante los atropellos de la cúpula que impone candidatas y candidatos sin atributos éticos políticos en la lucha contra el neoliberalismo, sin el reconocimiento y la aprobación de la militancia.

Es necesario que la militancia de Morena exija a quienes están tomando las decisiones, el apego al estatuto y la defensa del Proyecto de Nación basado en la congruencia, los ideales, los principios y en la ética política que caracteriza a la izquierda, que accede al poder con el único propósito de servir al pueblo y de enarbolar las luchas y las demandas del proletariado.


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