“Todo progreso en la agricultura capitalista es un progreso en el arte, no solo de robar al trabajador, sino de robar la tierra”. – Karl Marx, El Capital.
Con la reciente presentación del Plan México, el gobierno reformista de Claudia Sheinbaum amenaza con devolver la industria minera al sector privado, pretendiendo derribar los avances en materia, obtenidos –desde luego, a partir de una histórica lucha popular– durante el gobierno de López Obrador en 2023 con la modificación a la Ley de Minería.
Bajo el –por lo menos improbable– objetivo de disminuir la pobreza y la desigualdad, la presidenta, respaldada por empresarixs y lxs principales miembrxs de su gabinete, presentó el Plan México, un ambicioso plan de desarrollo económico de corte capitalista, a través del cual, con la participación de empresas privadas, se pretenden impulsar inversiones en infraestructura, semiconductores, bienes de consumo y agroindustria, así como actividades de exploración y el establecimiento de nuevos esquemas para la minería a cielo abierto. En suma, un proyecto que beneficiaría a la clase empresarial y no –como ha apuntado Sheinbaum– al pueblo trabajador.
Para llevar a cabo este proyecto –cuya primera fase se pretende cumplir en 100 días que, por cierto, ya transcurren–, sería necesaria una nueva reforma a la Ley de Minería que apenas hace poco más de un año ya había sido modificada por la administración de AMLO para, precisamente, evitar las actividades que ahora intentan impulsarse. La reforma de 2023 ha traído consigo avances significativos para la regulación de la industria, no sólo con la prohibición de la participación del sector privado, sino con una aparente consideración de su impacto en el bienestar de las comunidades y del medio ambiente. Sheinbaum, que en su momento celebró su aprobación, hoy se contradice con su agenda de trabajo.
El saqueo despiadado de la clase capitalista
Por sus numerosos recursos naturales, mano de obra barata y un marco jurídico más que obsequioso, el territorio mexicano ha sido un lugar perfecto para que empresas saqueadoras, tanto extranjeras como nacionales, lleven a cabo prácticas criminales y ecocidas con toda impunidad.
A lo largo de los años, gran parte del territorio ha sido concesionado a extractivistas, causando daños irreversibles en las vidas de las comunidades y el medio ambiente. Tal es el caso de Grupo México –empresa de Germán Larrea–, responsable del ecocidio más grande en la historia del país con el derrame de 40 millones de litros de residuos peligrosos en los ríos Sonora y Bacanuchi –cuyas consecuencias van del desplazamiento a la enfermedad grave o incluso la muerte de miles de personas y animales–, así como del fallecimiento de 65 mineros en la mina Pasta de Conchos, en donde, debido a la falta de mantenimiento, seguridad e higiene, se produjo una fatal explosión.
Sin importar lo dicho, como parte de las acciones de los primeros 100 días del Plan México, el Estado pretende integrar a esta empresa criminal al Plan Sonora, megaproyecto de energía renovable con el que además de la construcción de la planta de energía solar más grande de América Latina, se busca impulsar la explotación del litio, el cual, cabe señalar, fue declarado patrimonio de la nación durante el sexenio anterior, con el afán de que pudiera ser explotado solamente por ésta.
La minería es una industria que genera utilidades monstruosas a estas empresas a expensas de lxs trabajadorxs a quienes explota, si no asesina; de lxs activistas y defensores que persigue o elimina, de las comunidades que desplaza, y del medio ambiente que destruye. Si no se trata de seguir el lobby de las grandes empresas, como afirmara la presidenta durante “La Mañanera del Pueblo” del pasado 6 de diciembre, ¿por qué abrirles la puerta de nuevo?, ¿por qué echar abajo el fruto histórico de la lucha de los pueblos y comunidades afectadas?
¡Socialismo o barbarie, el capitalismo verde es la verdadera utopía!
Bajo la lógica capitalista de la acumulación, el despojo y la sobreexplotación del medio ambiente no hay salida. Como dijo Marx, el capitalismo distorsiona la relación entre lxs seres humanos y la naturaleza, es así como la producción y el consumo se priorizan sin considerar sus múltiples consecuencias. El sinsentido del crecimiento ilimitado y la acumulación persistente sólo producen crisis ecológicas cuyas manifestaciones más evidentes las observamos día con día con la contaminación, la destrucción de ecosistemas completos y el cambio climático.
Tan solo en el tercer trimestre de 2024, Grupo México logró ganancias del 17.5% interanual, lo que es equivalente a 820 millones de dólares. Es decir, mientras que el extractivismo perpetúa y exacerba la desigualdad y la pobreza, una minoría de capitalistas –como lo son las trasnacionales mineras– se llenan los bolsillos con ganancias estratosféricas. Al mismo tiempo, el despojo y desplazamiento forzado de las comunidades de sus tierras y sus recursos para dar paso a esta clase de proyectos no sólo priva a las personas de sus medios de subsistencia, sino que también destruye sus culturas, tradiciones y modos de vida.
Como marxistas revolucionarixs, confiamos en que la solución a estas problemáticas solo es posible a partir de una profunda transformación hacia un sistema socialista que priorice el bienestar de todas las personas y la naturaleza. Resulta necesaria una verdadera planificación y gestión sostenible de los recursos naturales para dejar de lado los modelos de desarrollo basados en la extracción y en la exportación de materias primas. Todo esto implicaría una transición que reduzca la dependencia de los combustibles fósiles para promover el uso de energías renovables y la adopción de prácticas agrícolas y de producción sustentables, lo cual solo será posible con la expropiación y nacionalización de esta industria, arrebatándola de las manos de estxs capitalistas ambiciosos sin llenadera.
Es por todo lo anterior que desde Izquierda Revolucionaria exigimos:
¡Justicia para las comunidades y pueblos en lucha!
¡Alto a la privatización de la industria minera!
¡No a la contrarreforma de la Ley de Minería!
¡Socialismo o barbarie, el capitalismo verde es la verdadera utopía!