México, Distrito Federal
Lunes 24 de enero de 2011
Señora Hillary Clinton
Secretaria de Estado
de los Estados Unidos de Norteamérica
En las anteriores visitas a nuestro país –el 25 de marzo de 2009 y el 23 de marzo de 2010– le he dado a conocer el punto de vista de muchos mexicanos que no compartimos la forma en que se está enfrentando el grave problema de inseguridad y de violencia que padecemos los mexicanos.
Ahora, de nueva cuenta, le envío esta carta para manifestarle nuestra preocupación no sólo porque la situación ha empeorado, sino porque ustedes han seguido convalidando y reforzando la estrategia fallida aplicada por el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón, orientada únicamente a querer resolver el problema con medidas coercitivas. Es decir, enfrentando la violencia con la violencia.
Se quiere olvidar que el estallido de odio y de resentimiento que prevalece en nuestro país, se produjo por la política de pillaje impuesta por una minoría rapaz que ha cancelado el futuro de millones de mexicanos y, en especial, que se ha ensañado con los jóvenes.
Los hechos demuestran que el gobierno de México pretende mantener invariable la misma política de elite, sin procurar el crecimiento económico, el bienestar, el fortalecimiento de valores y sin erradicar la corrupción y la impunidad imperantes.
Pero también ustedes insisten en reducir la relación bilateral sólo a los aspectos de seguridad nacional, pensando que con entrenar a nuestros marinos y militares, interviniendo cada vez más en labores de inteligencia, con redadas de migrantes y construyendo muros en la frontera, se van a poder resolver problemas que tienen un origen eminentemente social y económico.
Señora Clinton, con todo respeto, todavía hay tiempo para rectificar. La relación entre nuestras naciones debe darse, fundamentalmente, a partir de la cooperación para el desarrollo. Usted sabe bien que si no hay crecimiento económico y no se generan empleos, no puede haber bienestar ni tampoco tranquilidad social. La paz es fruto de la justicia.
Por ejemplo, un gran viraje en la política que hasta ahora han sostenido con el gobierno de México, sería que ustedes cumplieran el compromiso de campaña del presidente Obama de aprobar una reforma migratoria o, cuando menos, declarar una amnistía temporal para frenar las deportaciones de miles de mexicanos que se han visto obligados a emigrar a los Estados Unidos en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida. Le recuerdo que el año pasado fueron deportados 392 mil compatriotas, cifra que, paradójicamente, es mayor a las registradas durante el gobierno del presidente George Bush.
Señora Clinton, como lo expresamos en un escrito dirigido al presidente Obama, queremos que el respeto a la soberanía, la cooperación económica y la solidaridad entre pueblos, sean los principios que rijan la relación entre nuestras naciones.
Este es el mejor camino. Ya quedó demostrado en la época en que gobernó Estados Unidos ese gran estadista, el presidente Franklin Delano Roosevelt, quien supo devolverle la esperanza a su pueblo y, al mismo tiempo, aplicó una política de buena vecindad con los países de América Latina y el Caribe, en particular con México.
Señora Clinton, optar por un mayor intervencionismo, aprovechando la notoria debilidad de Calderón, no conduciría a nada bueno. A menos que ustedes estén pensando en apuntalar a un régimen autoritario que viole los derechos humanos y niegue la posibilidad de construir una auténtica democracia. Si así fuere, con mucha sinceridad y respeto, le decimos que no estamos dispuestos, bajo ninguna circunstancia, a aceptar que México deje de ser un país independiente, libre y soberano y se convierta de nuevo en una colonia o en un protectorado del extranjero.
Como siempre, le deseamos una buena estancia en nuestro país.
Andrés Manuel López Obrador
Presidente Legítimo de México