El periodo actual de crisis económica y de la lucha de clases se caracteriza también por fuertes disputas entre la clase dominante. Por una parte, en torno a la repartición del botín que representa la plusvalía extraída a los trabajadores, y por otra parte, ante las medidas impulsadas  contra el movimiento obrero para desarticularlo y así mantener su explotación. En medio de estas disputas, el Estado capitalista juega un papel primordial para asegurarle sus ganancias a las grandes empresas y bancos, ora beneficiando a unos, ora a otros, pero siempre representando los intereses de la burguesía en su conjunto.

La reforma de telecomunicaciones, presentada por Peña Nieto e impulsada por el llamado “Pacto por México”, donde entusiastamente interviene la dirección del PRD,  el pasado 11 de marzo, representa una medida en que el gobierno pretende asegurar e incrementar la acumulación capitalista en este sector, intentando mediar entre los barones de las telecomunicaciones (Slim, Azcárraga/Salinas Pliego) para que a cada uno le toque una buena rebanada del pastel, por supuesto, sobre las espaldas de la clase trabajadora. En esta reforma, que demagógicamente afirma, retoma la rectoría del Estado sobre el espectro radioeléctrico, lo que se pretende es una mayor y más homogénea participación de los capitalistas que ya participan en el mercado de las telecomunicaciones (televisión de paga, banda ancha, radio e incluso telefonía fija y móvil), y permitir la entrada de capital extranjero dicho mercado (se podrán tener cadenas de televisión con un 100% de capital extranjero); con ello, el Estado intenta premiar los favores de Televisa y TV Azteca para que Peña llegara a la presidencia, al evitar los candados para que los socios españoles de Azcárraga (Telefónica), puedan invertir sus capitales en la televisión, así como permitir la mayor entrada de estos monopolios en la banda ancha. Y por otra parte, los beneficios para Slim radican en las 2 cadenas de televisión que se someterán a licitación, permitiendo al hombre más rico del mundo acrecentar sus capitales por este mercado.

A pesar de que ambos bandos dijeron estar de acuerdo, son claras las distenciones e incertidumbre que genera la reforma para los capitalistas, en torno a una mayor acumulación de ganancias. La caída de las acciones de Televisa y América Móvil a una semana de presentada la reforma (7.57% y 13.28% del valor de mercado de las compañías, respectivamente) habla de ello; tan solo la perdida de ambas empresas en esa semana representa las dos terceras partes de la Inversión Extranjera Directa (IED) que entró a México en 2012 (12 mil 659 millones de dólares) ; la burguesía no tiene confianza en que este reparto beneficie del todo a una u otra empresa, y por eso prefieren no depositar toda su confianza en inversiones en estos dos monopolios. Mientras tanto, lo ridículo de la publicidad de ataque entre Slim y Azcárraga/Salinas Pliego deja entre ver las fuertes riñas existentes entre los burgueses y sus partidos políticos, debilitando al Estado y a la clase dominante en su conjunto. La reforma aún no ha sido aprobada en buena parte debido a las reservas del PRI a la reforma, que pretenden eliminar la gratuidad de la señal de televisión abierta, que a todas luces beneficiaría a Televisa y Tv Azteca. Por si fuera poco el cinismo de estos barones del dinero, mientras Televisa presiona en su beneficio, Slim se da el lujo de sobornar a los diputados con tabletas Ipad para que legislen a su favor. De este calado son las tensiones entre los capitalistas, tensiones que podemos aprovechar los trabajadores y jóvenes para asestar un golpe a su explotación.

En primer lugar queda claro que un reparto más justo de las telecomunicaciones que permita el acceso a televisión, telefonía, internet entre otras para toda la población trabajadora no dependerá de los dueños de estas empresas ni del Estado, que únicamente buscan acrecentar sus ganancias en perjuicio de los trabajadores que laboran en sus empresas y los que consumimos sus productos. Para alcanzar una auténtica democratización de los medios de comunicación es imprescindible expropiar las empresas de telefonía televisión, radiodifusión, internet, etcétera y que sean administradas y controladas democráticamente por los mismos trabajadores; quitar estas herramientas de opresión y desinformación de manos de los banqueros y empresarios y ponerlas al servicio del pueblo trabajador, no a través de reformas o leyes dentro del marco burgués, sino a través de la lucha en las calles.

Y precisamente, es con la lucha organizada de la clase trabajadora, a través de comités en cada barrio, fábrica y escuela, convergiendo en las movilizaciones y convocando a una huelga general de 24 horas donde se vinculen sindicatos, Morena, el sector de izquierda del PRD y demás partidos de izquierda, como presionaremos y demostraremos el potencial de nuestra clase para frenar la explotación capitalista y construir una nueva sociedad basada en el poder obrero.

¡Por un PRD al servicio de los trabajadores: salida del Pacto por México, fuera los chuchos y toda la escoria de derecha del partido y la formación de comités de base donde los trabajadores decidamos la política y dirección del partido!

¡La democratización de los medios es obra de la clase trabajadora: Por la expropiación de los monopolios de las telecomunicaciones para ponerlos bajo control obrero!


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