El pasado 3 de marzo fuimos testigos de un violento enfrentamiento al interior de Ciudad Universitaria, en torno al histórico Auditorio Che Guevara que desde 1968 ha sido un referente la lucha de la juventud en nuestro país. Si ello no fuera suficiente, el miércoles 26 de marzo, una supuesta agresión de anarquistas al cuerpo de granaderos fue la escusa para violentar la autonomía territorial de la Universidad. Aunque los medios han tratado de presentar tales acontecimientos como un mero conflicto entre grupos, con la intensión de desprestigiar a la juventud y sus demandas, lo cierto es que en el fondo yace la provocación del gobierno federal para extender sus tentáculos sobre la máxima casa de estudios.
La lucha de la juventud en 2012 es sin lugar a dudas una piedra en el zapato de Peña Nieto pues no solo desafío la aparente fortaleza del PRI sino que demostró su completa falsedad, basta recordar su encierro en los baños ante la furia causada ante la reivindicación de la represión en San Salvador Atenco en 2006. Es por ello que desde entonces el gobierno federal ha desarrollado una campaña contra los jóvenes, con un abierto apoyo del gobierno del Miguel Ángel Mancera, en donde las universidades son un objetivo clave por ser los bastiones más importantes de la lucha de la juventud en nuestro país. Pero son también uno de los tan ansiados botines de la burguesía para incrementar sus ganancias y aniquilar con ello los derechos sociales conquistados durante el siglo veinte en nuestro país.
Los acontecimientos en Ciudad Universitaria, que de ningún modo pueden reducirse a la UNAM sino que son un aviso para la educación pública en su conjunto, no son por ello una mera riña entre grupos. Si bien ello puede ser en parte cierto, producto de la incapacidad para mirar más allá de sus narices, en el fondo todo responde a la acción de provocadores profesionales que aprovechando estos conflictos e incentivándolos han actuado bajo las ordenes de sus superiores. En la historia de la lucha de clases en nuestro país, y más aún en la del movimiento juvenil, este tipo de acciones no son nuevas sino bastante recurrentes por parte de los enemigos de la juventud.
Lo anterior no excluye de sus responsabilidades a las autoridades universitarias que durante años han incentivado la acción policial abierta o encubierta a lo interno de las instalaciones para contener en lo posible la lucha a lo interno de la universidad. La actitud pasiva e incluso diletante para dar pronunciamientos son elementos que evidencian a todas luces la intensión de Rectoría por capitalizar del mejor modo la situación, acorde con sus propios intereses por supuesto. Por supuesto como el gobierno federal, poco o nada les interesa la opinión de la mayoría de la comunidad.
Ante ello estudiantes, profesores y trabajadores, dentro y fuera de la UNAM, debemos poner atención y defender una política clara en defensa de nuestros intereses pues ante nuestros ojos se desarrolla la disputa entre Rectoría y Peña Nieto, quienes pretenden solo dictarnos un camino a seguir sin que en sus planes podamos intervenir directamente en que la universidad que queremos. Por ello es indispensable en primer lugar clarificar esta clase de acontecimientos, sus objetivos y los intereses que buscan. Para con ello enarbolar nuestra propia política para defender la educación pública, objetivo último de los ataques. Con ello enarbolar la defensa de los derechos democráticos conquistados y su ampliación, amenazados por la intensión del gobierno federal como medio para limitar la lucha de los jóvenes y trabajadores en defensa de sus intereses, derechos y conquistas.
Las lecciones de las luchas recientes, en especial de las derrotas, deben ser objeto de estudio y discusión en el movimiento. Para así implementar una política capaz de revertir la situación actual, donde pese a la combatividad de jóvenes y trabajadores las contrarreformas han avanzado. Por ello la construcción de una organización de lucha es en ese sentido una tarea apremiante, para preparar las siguientes batallas que parecen serán de gran envergadura. Ante las cuales debemos prepararnos de forma minuciosa para evitar que ello signifique que empeoren nuestras condiciones de estudio y vida o las condiciones para defenderlas.