En las próximas semanas se aprobarán las leyes secundarias que acaban de dar el tiro de gracia a la industria energética nacionalizada. No hay adjetivos suficientes para calificar el saqueo contra las conquistas más importantes de la Revolución Mexicana: la nacionalización de la tierra y el petróleo. Aun cuando el carácter proletario de la Revolución de 1910 fue aniquilado y sus más grandes logros fueron puestos al servicio del desarrollo del capitalismo mexicano, fue inevitable que generaciones enteras de obreros y campesinos tomaran parte de las riquezas obtenidas con la lucha. La apertura de la explotación petrolera, antes monopolizada por el Estado, acordada en el legislativo el 12 de diciembre del 2013 a favor de la burguesía, no sólo acaba con estos triunfos históricos, también marca un punto crítico en el declive de la economía burguesa nacional. Los que ostentan el control económico y político del país no han sabido hacer otra cosa que dilapidar las victorias que el pueblo trabajador arrancó a los imperialistas más salvajes. Con ello, una vez más, han depositado en el proletariado la necesidad de recuperar, defender y profundizar esos avances.

La reforma privatizadora del 2013

El conjunto de reformas aprobadas a finales del 2013 en las cámaras de diputados y senadores fueron el primer paso hacia franca privatización de los energéticos. El aspecto más importante de esta reforma es que elimina la exclusividad de las empresas paraestatales para producir y distribuir petróleo y sus derivados, gas, electricidad y energía nuclear (reforma al artículo 27 y 28). Si bien desde hace décadas y sobre todo a partir de la reforma promovida por Calderón en el 2008, un sinfín de empresas privadas participan con Pemex y CFE usufructuando ganancias millonarias, esta reforma deja por fin las manos libres a los consorcios burgueses para hacer sus negocios.

Otro aspecto clave de la reforma es que la administración de Pemex y la CFE así como la política energética pasa a manos de organismos (Comisión Nacional de Hidrocarburos y Comisión Reguladora de Energía) que siendo públicos gozarán de “autonomía”. Con ello las decisiones fundamentales de estas empresas serán tomadas por un puñado de “expertos” designados en buena medida por Peña Nieto. El esquema será bastante similar al del extinto IFE o al del Banco de México, instituciones públicas totalmente independientes, pero únicamente de los intereses de la mayoría de la población, porque el conjunto de sus decisiones están totalmente subordinadas a los intereses empresariales. A todo ello la propaganda oficial le llama democratización de las instituciones.

Por otro lado, de ahora en adelante Pemex y CFE tendrán que competir con las multinacionales más poderosas del petróleo y la electricidad para producir. Estarán obligadas a presentar proyectos que ofrezcan una rentabilidad mayor a la que podría ofrecer un consorcio transnacional, únicamente de esta manera los organizamos reguladores “independientes” les otorgarán concesiones. Como veremos más adelante, no se trata de una “sana competencia” sino de continuar asfixiando, saboteando y robando descaradamente a Pemex y CFE para demostrar la superioridad de las empresas privadas. No es casualidad que las empresas competidoras estén dirigidas por ex secretarios de energía, ex directores de Pemex e incluso ex presidentes de la República que han hecho todo lo posible por dinamitar a las entonces paraestatales. Por si faltara algo más, los organismos reguladores, dada su “independencia”, únicamente serán auditables por sí mismos. Ni el congreso, ni cualquier otra instancia podrá hacerles rendir cuentas; serán juez y parte, sátrapas protegidos.

El tiro de gracia: las leyes secundarias

Producto de la presión social y de los conflictos inter burgueses, la reforma del 2013 no pudo establecer todas las reglas del saqueo. Quedaron pendientes para éste año definiciones fundamentales de la privatización, que serán votadas durante los partidos de la selección mexicana en el mundial de Brasil. Al mismo tiempo que en los meses recientes ya se están concretando los primeros pasos de la misma.

Ronda Cero: Por única vez, Pemex tiene preferencia para solicitar las áreas donde considera producir. Por ello a finales de marzo planteó respecto a la producción de petróleo quedarse con el 100% de las reservas garantizadas (1P); con el 83% de las reservas probadas y probables (2P) donde existe un 50% de probabilidades para encontrar hidrocarburos. Solicitó apenas el 70% de las reservas probables, probadas y posibles (3P) donde existe un promedio de efectividad del 10%. Por último, solicitó la mísera cantidad de 31% de las reservas prospectivas que al mismo tiempo son las más difíciles de cuantificar.

Según los cálculos ofrecidos por la Secretaría de Energía, Pemex rechazó para su explotación tan sólo por concepto de las reservas 2P (las menos debatibles) 7,480 millones de barriles de petróleo. Para hacernos una idea aproximada de las ganancias que de ello se obtendría habría que multiplicar cada uno de esos barriles por 90, que es la cantidad de dólares que en promedio se obtienen como beneficio por la venta de cada barril. Cabe señalar que este beneficio se obtiene restando el pago de insumos y maquinaria, deuda y pago de intereses a las transnacionales que trabajan actualmente en Pemex, es decir que ellas extrayendo directamente el petróleo incrementarían aún más esas ganancias.

Vale la pena advertir que las reservas de crudo son un verdadero secreto de la élite política y empresarial. Los datos que oficialmente se publican son en realidad una aproximación muy a modo, no digamos ya para el ciudadano común y corriente sino incluso para el poder legislativo, mismo que no conoce la información ni siquiera de la producción existente. Así lo expreso Luis Sánchez, miembro del PRD y ¡vicepresidente de la mesa directiva del senado!: “Hasta el día de hoy el Congreso no tiene conocimiento de cuántos son los pozos petroleros que se han descubierto y cuáles son los que están en operación. Se venció el plazo y no tenemos esa información” (Proceso. 23 de marzo de 2014)

Para continuar, Carlos Zepeda, titular de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) dejó en claro que para otorgar las concesiones a Pemex, ésta tendrá que demostrar que puede hacerse cargo de los procesos productivos sin alianzas con otras empresas. Para evidenciar la trampa, la burda farsa que esto representa, basta considerar las declaraciones de la ex secretaría de energía Georgina Kessel que en 2008 afirmó que alrededor del 70% de las actividades de exploración y producción de Pemex las realizan empresas contratistas (La Jornada. 11 de noviembre 2008). Los mismos que han mermado a Pemex son los que ahora mismo le piden “demuestre” su valía y si no puede, pues que abra paso a los privados.

Así la prensa resumió la posición del máximo responsable de la CNH: “Zepeda aseguró que luego de la Ronda Cero quedarán suficientes zonas de aguas someras y terrestres, donde se encuentran las reservas de petróleo más asequibles de explotar en el corto plazo, para que empresas extranjeras, y sobre todo, mexicanas puedan participar” (www.cnnexpansión.com) ¡He aquí la independencia del comisionado! Que por cierto también se ha dado tiempo de lanzar exhortos tan vomitivos como el siguiente: “Como CNH le hemos pedido a todos en México que confíen en nosotros, somos gente capacitada, y no sólo hablo por mí, si por todos mis compañeros comisionado, vamos a hacer un trabajo totalmente transparente, somos anti-corruptos e incorruptibles, entonces tengan confianza en que vamos a hacer un buen trabajo” (El Financiero. 22 de mayo de 2014).

Régimen Fiscal de Pemex: Un elemento clave a definirse en las leyes secundarias es el porcentaje de impuestos que Pemex tendrá que pagar al físco. Para mayor descaro la propuesta de Peña es mantener la carga impositiva entre el 65% y 72% hacia Pemex, al mismo tiempo que para las compañías privadas será del 30%. Estas es la “igualdad” de condiciones y la “sana competencia” que pregona el gobierno.

Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo: Las leyes secundarias reglamentan la existencia de un fondo donde irán a parar los impuestos cobrados a Pemex. Estos recursos en primera instancia se destinarán al gasto corriente del presupuesto federal. Se estima que éstos equivalgan al 4.7% del PIB. Una vez que las aportaciones de Pemex excedan esta cantidad, se acumularán en un sub fondo, llamado “de largo plazo”, el cual hipotéticamente servirá para financiar proyectos de inversión en infraestructura, ciencia y tecnología y becas universitarias que impulsen el desarrollo petrolero nacional. Este sub fondo, sin embargo, no podrá ser utilizado hasta que no sea superior al 3% del PIB.

Lo que hay detrás de este “fondo” es la intención de justificar un saqueo de proporciones inconmensurables de las reservas petroleras. Tomemos en cuenta que cobrando directamente impuestos a Pemex, esta aportó en promedio el equivalente al 2.5% del PIB durante el sexenio de Salinas, el 2.8% con Zedillo, el 3.8% con Fox (donde se alcanzó el record histórico en los precios internacionales y en el volumen de petróleo extraído) y el 5.8% durante el gobierno de Calderón (donde creció considerablemente la carga impositiva). Para que ahora los ingresos provenientes del petróleo que se cobrará a Pemex y a otras tantas empresas privadas represente tan si quiera el 4.7% del PIB en un año, la única manera en que esto se puede lograr es aumentando considerablemente el volumen de producción. Agreguémosle que de ninguna manera existe un límite a la recaudación y explotación del recurso no renovable, pues para ello existe la zanahoria llamada “fondo de largo plazo”; “el premio” por maximizar la cuota del saqueo.

La perspectiva de Peña es replicar lo que hizo el PAN con la minería en sus primeros diez años en la presidencia. Se calcula que en ese periodo fue extraído el doble de oro que durante los 300 años que duró la época de La Colonia (La Jornada 14 de noviembre del 2011). Esa es la apuesta de Peña. Por ello la legislación secundaria omite totalmente limitar o cuando menor regular la extracción del crudo, regulación que hasta ahora había existido.

Energía eléctrica: Respecto a la generación de electricidad, igualmente que con el petróleo, se privilegiará a las empresas que sean capaces de venderla a precios más competitivos. Estos tendrán prioridad a la hora de suministrarla por medio de las líneas de transmisión públicas. Con ello se les exenta a las empresas privadas de invertir y amortizar en un área que no es rentable, misma que se financiara del presupuesto del Estado.

En términos generales la CFE ha sido víctima de los mismos métodos fraudulentos que afectan a Pemex.

Tratados internacionales: La reforma energética anuló los acuerdos del TLC, en los cuales se dejaban la resolución de litigios comerciales en el área de los energéticos en el ámbito de la legislación mexicana. Ahora las demandas de las empresas transnacionales contra cualquier institución estatal se sancionarán en “tribunales internacionales”, donde evidentemente la influencia de los países imperialistas es apabullante.

Por otro lado, una vez que en 2012 se levantaran las restricciones para explotar los yacimientos fronterizos del Golfo de México, ahora la legislación secundaría asigna únicamente como obligatoria una participación de Pemex en el 20% del territorio explotado. Es decir que de uno y otro lado de la frontera podrán operar las transnacionales yanquis. Eso sí, con mucho ética, para declarar puntualmente su nivel de producción del lado mexicano y pagar sus impuestos correspondientes.

Consecuencias de la privatización: El declive del capitalismo mexicano

La privatización definitiva del petróleo tendrá consecuencias profundas en los cimientos de la economía. En cierto sentido marca el fin de toda una época para la burguesía mexicana, la cual no pudo aprovechar el petróleo y la electricidad nacionalizados como una palanca para desarrollar sus propios intereses más allá de un límite estrecho. Jamás pudo cumplir el sueño que abrazan los reformistas de izquierda, de erigirse como una potencia económica capitalista basada en sus caudalosos recursos naturales. Aunque además de la nacionalización de los energéticos la burguesía con otros puntos de apoyo tan importantes como la nacionalización de la banca, los ferrocarriles, la tierra, del monopolio estatal del comercio exterior, entre otros, todos ellos no fueron factores suficientes para romper la dependencia del capital proveniente de los países imperialistas.

La burguesía mexicana después de experimentar una etapa de desarrollo fuertemente apoyado por la sustitución de importaciones, aplicando un programa nacionalista burgués, terminó una vez más ocupando un sitio nada especial como satélite del imperialismo yanqui. Este proceso aunque se ha producido de manera gradual en por lo menor los últimos 30 años, su tendencia ha sido únicamente en esa dirección.

El hecho de que el capitalismo a nivel nacional no haya logrado romper con las ataduras imperialistas, no impidió que una exigua minoría de empresarios lograra acaparar cantidades tan inconmensurables de capital de forma tal que ahora mismo sean capaces de competir con otras transnacionales, incluso de capital norteamericano o europeo, en cuanto a los recursos que ostentan. Los casos aunque son contados existen, y son los beneficiarios de las privatizaciones de los años ochenta y noventa. Son los grupos Alfa, Carso, ICA, Gruma, Banorte y Televisa, por citar los más conocidos, los que acumularon los escombros del fracaso del modelo burgués nacionalista. Son ellos los que han alentado la privatización de Pemex, porque aspiran a quedarse con una tajada enorme de sus ganancias. Sin embargo, su propia debilidad en cuanto parte de un capitalismo nacional débil, lleva a estos consorcios a ceder parte de estas ganancias a las transnacionales del petróleo. Asumen, en cierto sentido, el mismo papel de rapiña contra la economía nacional como si fueran cualquier otra multinacional. Es por ello que no reparan en la quiebra que podrían ocasionar del conjunto de la economía.

No sería descartable que en la orgía de beneficios que todas las empresas privadas e incluso la burocracia del estado espera apropiarse con la destrucción de Pemex, las cosas se les salieran de las manos y detonaran la manifestación de la crisis profunda en que se encuentra el conjunto de la economía.

Se debe considerar que desde el año 2000 la política del gobierno ha sido acumular reservas internacionales (dólares) en el Banco de México. Estas reservas han servido para varios propósitos: a) Como garantía de pago ante préstamos solicitados a la banca internacional (FMI, Banco Mundial, etcétera). b) Como elemento que mantiene estable y alto el precio de la moneda, es decir ha evitado la devaluación del peso frente al dólar. Con ello el gobierno ha logrado colocar bonos de deuda con los cuales financiar el gasto público prometiendo una tasa de interés incluso más alta que la ofrecida por el gobierno norteamericano. c) Como elemento de especulación, en tanto se crea la ficción de que si la economía mexicana recibe cuantiosos préstamos de la banca mundial, ofrece tasas de intereses jugosas por la compra de bonos del Estado, entonces se deduce que en México hay una economía fuerte y próspera, donde vale la pena realizar inversiones.

El problema a saber está en que la base de toda esta ficción se encuentra en las famosas “reservas internacionales” (RI). Mismas que han sostenido el 99% de su crecimiento en los excedentes de divisas que generan las ventas de petróleo. Por ejemplo, hasta el mes de mayo del presente año “de los 9,767 millones de dólares que han contribuido al blindaje de la economía mexicana (léase RI), Pemex aportó 9,270”, cantidad que representa el 95%. (www.regeneración.org). El hecho de que ahora el gobernador del Banco de México hable del excesivo nivel de reservas internacionales y de sus potenciales consecuencias negativas para el país (Ver: Reservas internacionales superan óptimo del FMI en www.terra.com.mx), es congruente con el hecho de que estas no podrán seguir acumulándose al nivel que lo han hecho en los últimos catorce años. Con la privatización de los ingresos de Pemex la burguesía está dinamitando el pilar especulativo que con muchas dificultades le permite mantener la economía entre la delgada línea del estancamiento y la recesión.

Las RI han sido claves para sortear las presiones especulativas de los “capitales golondrinos” evitando la devaluación del peso. Por ejemplo, tan solo durante el mes de mayo del 2012, el BM tuvo que sacar de sus arcas 365 millones de dólares, poniéndolos en venta para frenar la devaluación del peso (El antecedente previo de ese tipo de intervención del BM en los últimos años únicamente se había producido durante la crisis del 2009). Con todo y ello, al 1 de junio del 2012 la moneda nacional terminó depreciándose un 10% frente al dólar. Los efectos de los ataques especulativos contra la economía nacional, atendiendo a la lógica capitalista, hubieran sido mucho más profundos y con peores consecuencias de no ser por la cuantía de las RI.

Pero además, los ingresos de Pemex son los que han permitido financiar el déficit de la balanza comercial. México no podría importar la cantidad de productos que van desde alimentos básicos hasta insumos industriales, sino fuera por la cantidad de dólares que Pemex inyecta a la economía.

Los sectores dominantes de la burguesía nacional, sin distingo de los monopolios extranjeros, ya se frotan las manos con la privatización del petróleo. Su actitud es temeraria en cuanto a las consecuencias que puede ocasionar desviar los recursos de Pemex a sus bolsillos. En última instancia es probable que confíen en que a pesar de una crisis tan profunda como la de 1995 o la del 2009, ellos salgan fortalecidos de la misma, a costa del decaimiento de los sectores periféricos de los empresarios, pero sobre todo a costa de la miseria del pueblo trabajador. Minusvaloran las consecuencias políticas de un escenario de esa naturaleza. Con las organizaciones políticas de izquierda, paralizadas y desorientadas, se encuentran embriagados con la perspectiva de acometer el robo del siglo. En el camino podrían cortar la rama sobre la que están parados. Apostar a repararla si eso ocurre es jugarse un albur y hacia ese escenario arrastran a todo el país.

Consecuencias de la privatización en el nivel de vida de la clase trabajadora

La burguesía sabe que captar la misma cantidad de impuestos por la venta de petróleo como lo hacía antes de la reforma privatizadora es más propaganda que una perspectiva viable. Considerando que Pemex aporta el 30% del presupuesto anual del gobierno, una caída aunque fuera gradual de estos ingresos tendría consecuencias directas sobre un sinfín de áreas del presupuesto público. Adelantándose a esa perspectiva es que el gobierno lanzó el año pasado la mentada Reforma educativa, liberando con ello al Estado de la responsabilidad de financiar el presupuesto educativo. Pero ello es claramente insuficiente, la reducción de ingresos puede ser tan drástica y además verse alimentada por otros factores, como está ocurriendo con la disminución de los precios internacionales del petróleo, que tienen que avanzar a paso de gigante.

No es ninguna sorpresa que los recortes se sigan produciendo en el gasto social: reducción del presupuesto a la salud, combate a la pobreza, apoyos al campo, etcétera. Adelgazaran el presupuesto público con el despido y precarización de trabajadores al servicio del Estado. No perderán la oportunidad para liquidar a un buen número de trabajadores de la CFE y de Pemex, se estima que alrededor del 60% de la plantilla actual. Incluso en otras áreas como la policía ya hay despidos masivos (2mil agentes de la policía federal). Todos los derechos conquistados estarán en la mira. El escenario es el de una oleada de recortes y subida de impuestos permanente. Ya han anunciado que las gasolinas aumentarán de precio de forma controlada hasta el 2025, después de esa fecha los incrementos se producirán conforme los dicte el mercado.

La perspectiva para los campesinos pobres es aterradora, como si no fuera suficiente con la apropiación y despojo masivo de tierras por parte de las mineras, la nueva legislación plantea que las empresas privadas de la energía tendrán prioridad en la posesión del suelo. Por ello los que fueran dueños de “predios, instalaciones o derechos, como el de vía, están obligados a pactar la compra o renta de los mismos, de lo contrario, desde el gobierno se los impondrán” (La Jornada 11 de mayo del 2014). El gobierno será intermediario, promoverá tres intentos de conciliación entre las partes, en caso de no haber acuerdo establecerá las condiciones en favor de las empresas. Veremos versiones modernas de la Guerra del Yaqui. Los ataques a las comunidades campesinas indígenas ya se están produciendo.

La nueva legislación también contiene la promesa de envenenar masivamente a la clase trabajadora. En la medida en que se aprobó el método de extracción del gas de lutitas conocido como “fraking” que implica contaminar grandes extensiones de tierras así como mantos freáticos, es un hecho que la enfermedad y la muerte por envenenamiento llegarán en cuestión de tiempo. Hay información de que este método ya se está practicando en Tamaulipas.

Sobran razones para luchar

La actitud claudicante y rutinaria de prácticamente todos los dirigentes de izquierda, con honrosas excepciones como la CNTE, las Policías Comunitarias y las Autodefensas, es en estos momentos uno de los principales factores que animan a la burguesía a saquear el país a manos llenas.

Desde el punto de vista de los trabajadores y la juventud no faltan sino sobran razones para luchar. Pero ya quedó demostrado con la aprobación de la reforma privatizadora de diciembre pasado que por más descontento que haya, por más oposición que exista contra el régimen; la espontaneidad no es una fórmula que invariablemente resuelva la debilidad organizativa de los trabajadores y la juventud. La espontaneidad existe y existirá al margen de cualquier movimiento organizado, sin embargo, no puede ser un sustituto del mismo; en el mejor de los casos puede ser su complemento. La clase trabajadora no tiene más camino que organizarse en líneas revolucionarias a pesar de que los obstáculos no solo se le impongan desde el campo enemigo, sino desde la izquierda misma. Invitamos a todos nuestros lectores a formar una corriente revolucionaria dentro de Morena, los sindicatos y la juventud para combatir al capitalismo.


banner libres y combativas

banner

banner

banner libres y combativas

banner revolutionary left

banner sindicato de estudiantes

banner revolucion rusa