Un recuento de mentiras y fracasos
Un subproducto de la lucha que se ha desatado en México desde 1988 por parte de las masas ha sido el fin del acto faraónico que representaba el informe presidencial. A cambio de ello el Congreso en su apertura de sesiones solamente toma nota de la entrega del informe por escrito con el objeto de proteger al presidente de los actos de repudio en su contra desde dentro y afuera del recinto legislativo.
En nuestra opinión lo realmente trascendental es que se ha cumplido un años más de gobierno espurio y la dirección del movimiento en torno a la CND ha modificado su táctica de lucha orientándose de la lucha contra la imposición a la lucha en defensa del petróleo. Es decir; ha pasado de la ofensiva a la defensiva y ello ha redundado en que paulatinamente el gobierno de Calderón haya logrado sobrevivir a pesar de su notable impopularidad y con ello haya mantenido, aunque con distintos resultados su política de ataques a los trabajadores.
El capitalismo mexicano se encuentra en un callejón sin salida y ni Calderón ni algún otro político burgués será capaz de sacarlo realmente adelante. Por supuesto, ello no evita que implemente una política depredadora con el objeto de permitir el máximo beneficio en el menor tiempo posible a sus socios capitalistas y en ese afán enfrente a los trabajadores y a sus organizaciones con una combinación de propaganda negra permanente con contrarreformas tal y como ha sucedido con la Ley del ISSSTE.
Pero, por supuesto, si uno revisa los distintos aspectos del desarrollo social del país podemos observar que la actual administración es un fracaso total: respecto a seguridad apenas estamos llegando a las dos terceras partes del año y tenemos que el número de asesinatos derivados de la delincuencia organizada ya rebasó los del año pasado (más de 4000) aun con la presencia del ejército patrullando las calles de las ciudades más conflictivas. Un dato significativo para demostrar la inutilidad de las políticas policiales del gobierno calderonista es el hecho de que ni el consumo ni el precio de los estupefacientes en Estados Unidos ha disminuido. La otra cara de la moneda del estado con tintes policíacos que intenta implantar el PAN es la intensificación de los ataques en contra de los luchadores sociales, un ejemplo de ello es la desaparición de más de 30 trabajadores petroleros de Tamaulipas que estaban en lucha por democracia en su sindicato, el apoyo irrestricto del estado al empresario Germán Larrea frente a las justas demandas de los trabajadores de la histórica mina de Cananea, la represión y el chantaje en contra de los integrantes del Movimiento de No aceptados del IPN y la UNAM, el aumento del hostigamiento a las comunidades zapatistas, las arbitrarias decisiones en contra de diversos sindicatos.
Es evidente que el gobierno mismo ha contribuido a crear un clima de terror criminal dado que en ese escenario es donde mejor funciona la estrategia de llamar demagógicamente a la “mano dura”, al orden y con ese pretexto lanza a sus organizaciones satélite como “México Unido Contra la Delincuencia” a crear un clima de linchamiento contra la izquierda en general. Por supuesto, los efectos inmediatos pueden ser algo impresionantes, pero a la larga esto no evitará que el gobierno de Calderón pase a la historia como un fracaso respecto a las necesidades del pueblo trabajador.
No obstante, al gobierno de Calderón no le importa llevar a los trabajadores al abismo con tal de cumplir con las demandas de sus amos burgueses en México y en el extranjero. Un ejemplo de ello es PEMEX, empresa a la cual han súper explotado dejando deliberadamente que se arruine con el fin de justificar su privatización en pedazos. No obstante, gracias a la lucha que han desarrollado los trabajadores y la CND se ha logrado, hasta el momento en que estas líneas se escriben, que la alianza PRI-PAN logre concretar la entrega de la industria petrolera a los consorcios internacionales.
El terreno económico es tal vez uno de los renglones más emblemáticos de las directrices del gobierno: tenemos por un lado una caída general de la actividad económica, pero por otro, toda una serie de beneficios fiscales a las grandes empresas con lo cual logran sobrellevar la situación incluso con beneficios, mientras que al mismo tiempo se somete a la población trabajadora a un tope de aumentos salariales de 4.25 a 4.8%. En realidad la inflación ya ha rebasado con mucho esa cifra, según el INEGI la canasta básica ha subido por lo menos un 10% y aún no termina el año, no obstante, según datos de la CTM en realidad los aumentos en alimentos ya están arriba del 50%. Si recordamos que entre la población trabajadora el porcentaje del salario que se destina a la alimentación es del 70%, entonces tendremos un escenario catastrófico para millones de familias mexicanas.
La contracción salarial contrasta con los inmensos beneficios de las sociedades bancarias, las cuales tendrán utilidades superiores al 30% con respecto del año pasado, ello se explica cuando vemos que el nivel de intereses reales por préstamos de los bancos se encuentra en 59%, es decir, un margen más de 10 veces arriba.
Las cifras económica no son peores debido a que los efectos de la expansión del crédito privado aún se sienten, los trabajadores no ven mal en adquirir un tarjeta de crédito y adquirir bienes y servicios ahora, el problema es que ante la caída de los salarios y la nula creación de empleos se crean las condiciones para un nuevo colapso cuando las carteras crediticias nuevamente se tornen impagables, de hecho el índice de confianza del consumidor está cayendo ya drásticamente y el consumo ya ha llegado a su mínimo en 19 meses.
El abaratamiento del dólar en nada ayuda ya que eso provoca que las exportaciones mexicanas se encarezcan, mientras exista un buen nivel de consumo interno un peso más fuerte puede generar un aumento de las importaciones norteamericanas, lo que alarga también ser un factor para debilitar las finanzas nacionales y la economía en su conjunto.
En todos los rubros del país tenemos prácticamente el mismo escenario; un deterioro de la situación frente a un intento desesperado del gobierno por satisfacer a la gran burguesía.
Los trabajadores no podemos ni debemos aceptar las cuentas alegres que Calderón lanza cuando vemos en la realidad que la situación se torna más y más difícil. La única alternativa es organizarnos y luchar, sólo de este modo adquiriremos los medios para terminar de una vez por todas con este sistema que vende ilusiones pero otorga miserias y violencia sin fin.
Rubén Rivera
Septiembre 2008