Según datos de la oficina de estadísticas Migratorias del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en el México hay aproximadamente 2.9 millones de inmigrantes provenientes de los países centroamericanos Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. La migración ha crecido rápidamente en las recientes décadas y la mayoría de los inmigrantes de Centroamérica carecen de estatus migratorio legal.
Este proceso migratorio tiene su origen, por un lado en las situaciones políticas ocurridas en la región desde la década de los sesenta. Dictaduras militares y movimientos insurgentes generaron un clima de violencia generalizado que provocó la huida de gran cantidad de población para refugiarse en México y Estados Unidos principalmente. Por otro lado, este mismo contexto afectó gravemente las condiciones sociales y económicas de la población, que ya de por sí mantenían condiciones de pobreza y marginación sin que los gobiernos hicieran nada por solucionar dichas situaciones. Así, violencia y pobreza fueron los detonantes de la diáspora centroamericana a Estados Unidos, sin embargo, ambos problemas sociales persisten hasta la actualidad.
Por su parte, México como aliado de su vecino del norte, ha intentado cercar la frontera con la región por medio de acuerdos como el Plan Puebla Panamá y el Proyecto Mesoamericano firmados en la primera década del siglo XXI. Ambos acuerdos plantean como objetivo central mejorar la calidad de vida de los habitantes que ocupan estos territorios que abarcan el sur de México y Centroamérica, con énfasis especial en la seguridad en la zona. Bajo este argumento, se mantiene militarizada la Frontera de Chiapas con Guatemala.
La emigración procedente de Centroamérica ha sido ampliamente documentada y se ha puesto en evidencia la brutalidad de la que son víctimas los migrantes para intentar llegar al “sueño americano”. Los más de 3 mil kilómetros que deben atravesar del sur al norte de México son una verdadera lucha de obstáculos por la vida misma: desde nadar o atravesar en llantas el Río Suchiate, caminatas kilométricas, miles encima de los techos de los trenes, asaltos de grupos organizados de “maras”, violaciones, accidentes, secuestros, persecución de la “migra” mexicana, climas extremos, abusos de “polleros” para atravesar la frontera…todo esto, a la vista de gobiernos centroamericanos, mexicano y estadounidense, y sin alternativas para revertir este proceso migratorio o ya mínimo, brindar condiciones dignas de seguridad a los migrantes.
La bestia es el capitalismo
La única alternativa que tienen los pueblos centroamericanos para revertir la violencia y pobreza que han acompañado su historia en los lugares de origen y sólo les brindan como alternativa la brutalidad humana del proceso migratorio a Estados Unidos, es luchar a lo interno de sus países y con sus hermanos migrantes como clase social en contra de los gobiernos capitalistas que son la verdadera bestia que les condenan a un futuro miserable.