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El domingo 8 de agosto tuvo lugar en Caracas la manifestación más grande de la historia de Venezuela. Las masas inundaron las calles de la capital en un impresionante final de la campaña del referéndum. Fue una respuesta atronadora a todas las acusaciones lanzadas por la prensa burguesa de que el Movimiento Bolivariano había perdido su base de masas.

Para muchos aquí parecía difícil mejorar la enorme manifestación popular del 6 de junio, celebrada inmediatamente después del anuncio del referéndum, pero una vez más las masas demostraron su voluntad de luchar. El movimiento revolucionario no está en declive, sino en su fase ascendente.

La atmósfera en las calles de Caracas era similar a un carnaval. Había un ambiente de euforia entre los presentes: aplastantemente trabajadores y pobres, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, un mar de camisetas, banderas y pancartas rojas. Más que una manifestación parecía la celebración de una victoria. Las masas han respondido de una forma magnífica a la convocatoria y sentían que la victoria estaba a su alcance. Ahora todos están convencidos de que han ganado esta batalla particular de la lucha.

Los compañeros de la Corriente Marxista Revolucionaria de Venezuela, que han estado en la primera línea de lucha por el “no”, como siempre participaron con nuestras ideas y consignas. Pusieron una mesa frente al Museo de los Niños, al principio de la Avenida Bolívar que estaba prácticamente llena. Además, era tan grande la asistencia que muchas personas ni siquiera pudieron entrar en la avenida.

Desde donde estábamos se podía ver la entrada a la avenida absolutamente bloqueada por una marea humana. Durante el discurso el presidente Chávez anunció que la multitud llegaba hasta la Plaza Venezuela, extendiéndose incluso por la Avenida Universidad. Para aquellos que no conozcan Caracas esto significa una distancia de varios kilómetros abarrotada de manifestantes.

La marcha duró nueve horas. A las nueve de la mañana ya había gente en la Avenida Bolívar (donde acababa la marcha) mientras que otros comenzaban a surgir desde la Bandera y otros lugares. Toda la ciudad estaba vestida de rojo, con banderas, pancartas y carteles en todas partes. En cada calle te encontrabas con personas que llevaban sus camisetas rojas con la palabra NO, con consignas chavistas o con la imagen del Che, y en la mayoría de los casos con imágenes del propio Chávez.

El taxista que nos llevó hasta el lugar con todo nuestro material llevaba en su taxi pegatinas con el NO (“así ningún escuálido intentará montarse en mi taxi”). Esta actitud es muy significativa, como el hecho que durante los últimos días en muchas camionetas (minibuses dedicados al transporte urbano) los conductores llevaran en las ventanillas de sus autobuses carteles con el NO.

Cuando llegamos al lugar donde íbamos a poner la mesa, a las diez de la mañana, el número de personas presentes al comienzo de la manifestación era inusualmente grande y no paró de crecer hasta las tres o cuatro de la tarde. Durante todo el tiempo estuvo pasando una riada humana. La marcha terminó aproximadamente a las seis y media de la tarde después de que Chávez terminara de hablar.

En su discurso, el presidente Chávez pidió a las masas que mantuvieran sus patrullas y las UBES después del 15 de agosto, que las transformaran de unidades de la batalla electoral en unidades de la batalla social. También lanzó un mensaje que sonó como una advertencia y crítica a la burocracia chavista (algunos con los que pude hablar lo interpretaron como señal de una inminente purga) pero al mismo tiempo, saludó a varios de estos dirigentes pidiéndoles que continuaran la batalla después del 15 de agosto, etc.

Este es el principal defecto del movimiento chavista, su ausencia de claridad, la fatal de un programa y perspectiva claros y sin ambigüedades. Esa es su parte negativa y que en el futuro puede tener consecuencias muy serias. Pero también hay otra parte tremendamente positiva: la movilización de las masas para la acción. Esto tiene una lógica propia y todo el mundo sabe que después del 15 de agosto la lucha debe continuar.

A partir de algunas conversaciones con activistas bolivarianos claves, he podido saber que planean lanzar un frente bolivariano nacional. Mi impresión es que están buscando una forma de mantener la estructura actual de comandos y patrullas establecida durante la campaña del referéndum. En sí mismo este podría ser un paso en la dirección correcta, con la condición de que estos órganos sean controlados democráticamente por la base.

Sin embargo, es probable que la vieja burocracia de los partidos parlamentarios quiera mantener el control del movimiento desde arriba. Pero esto ya se está encontrando con una dura resistencia de la base obrera chavista y los líderes locales que han surgido del propio movimiento. Esta contradicción debe resolverse y lo debe hacer con el triunfo de la tendencia más consistentemente revolucionaria y democrática.

El resto del discurso de Chávez fue una celebración, pero también un aviso a las masas para que no caigan en el triunfalismo, que esta era la última semana de la batalla: era necesario asegurar que la población acude a votar para impedir que la oposición pueda amañar el resultado. Al mismo tiempo, el presidente hizo nuevos llamamientos a los empresarios y a la clase media para que después del 15 de agosto reconstruyeran el país.

Es imposible reconciliar la revolución y la contrarrevolución, como es imposible mezclar el aceite con el agua. En el fondo, es una cuestión de clase. El movimiento sufre la presión de los enemigos de clase: la oligarquía y el imperialismo. Estas presiones no acabarán tras el 15 de agosto sino que se intensificarán. Al ala de derechas de la burocracia chavista le gustaría llegar a un acuerdo con el enemigo. La base quiere llevar la revolución hasta el final. Estas contradicciones internas no desaparecerán después del 15 de agosto. También se intensificarán.

En los últimos días una asociación de empresarios que no forma parte de Fedecámaras (la principal federación empresarial abiertamente contrarrevolucionaria y que apoyó el golpe de 2002) se reunió con José Vicente Rangel (vicepresidente del gobierno) y ofreció mediar en un “diálogo nacional” después del 15 de agosto. En su declaración apelaron a los empresarios para “reconstruir el país” y aprovechar el crecimiento de la economía (este año se prevé un crecimiento del 10% o quizá más si los precios del petróleo continúan subiendo).

Chávez hizo un llamamiento a los empresarios para que inviertan y mantengan la calma, etc. Dijo a la gran burguesía e incluso a los imperialistas que “la única garantía de estabilidad económica y social, de equilibrio y paz en Venezuela, es el gobierno bolivariano”. Pero al mismo tiempo propone intensificar el programa de reformas sociales y denuncia el “capitalismo salvaje”, el “neoliberalismo” y el imperialismo. Esto es claramente inaceptable para la oligarquía y el imperialismo. Por eso son inevitables nuevos enfrentamientos.

Sin embargo, la correlación de fuerzas de clase en este momento no es favorable para la contrarrevolución que se ha visto obligada a retirarse y a maniobrar. Todo parece indicar que un sector de la burguesía y el imperialismo (Carter, Císneros, etc.) ha comprendido que intentar organizar un fraude o no reconocer los resultados, que intentar la desestabilización o un golpe en el momento actual, sería la chispa que iniciaría una explosión de las masas e impulsaría la revolución hacia adelante.

Por lo tanto, este sector está a favor de reconocer la victoria de Chávez y poner frenos a la radicalización de la situación, hacer una retirada temporal y preparar una estrategia a medio y largo plazo. Una posibilidad es que estén negociando con un sector del chavismo (en este momento no está claro si Chávez participa o no) para anunciar una victoria de Chávez, pero con un menor margen del que realmente existe: quizá un 55% a favor del NO y un 45% a favor del SÍ.

Las proporciones exactas no son importantes -podrían incluso anunciar un 60-40-. La cuestión es que permitiría a un sector de la oposición salvar la ropa ante su base social, mientras proporcionan al ala de derechas del movimiento revolucionario una excusa para poner el freno a la revolución y defender el “diálogo” (“existe una minoría importante del país cuyas ideas hay que tener en cuenta”, etc.). El precedente para tal fraude ya se ha establecido. Hablé con dos personas que están trabajando en la actualización del censo electoral y me dijeron que del más de millón de personas que se calculaban estaban en las listas, sólo unas cuantas decenas de miles se habían eliminado.

¿Pueden Cisneros y compañía mantener el control? No podemos descartar completamente la posibilidad de que un sector desesperado de la oposición pise el acelerador y precipite los acontecimientos. Parece que se están abriendo divisiones en las bases de capas clave de la burguesía. Varios de sus representantes políticos recientemente iniciaron una campaña agresiva de discursos, advirtiendo ante la posibilidad de que Chávez cometa a un fraude, algunos de ellos lo califican como dictador, etc.

La situación es extremadamente inestable y volátil, puede ir en cualquier dirección. El domingo pasado Mendoza y Ramos Allup (portavoz de la coordinadora) hizo unas declaraciones muy beligerantes, denunciando un posible fraude supuestamente organizado por el gobierno. Esto hará que después tengan más dificultad para retirarse ante su base y justificar la aceptación de la derrota. El problema al que se enfrentan los contrarrevolucionarios es que la revolución se impulsa hacia delante gracias al látigo de la contrarrevolución, como ha ocurrido en cada una de las etapas de la revolución venezolana.

La temperatura está subiendo mucho. Chávez ha pedido a las masas que se movilicen el 15 de agosto desde primera hora de la mañana a las afueras de los colegios electorales para garantizar el funcionamiento normal de las elecciones. También ha pedido a la población que se reúna a las afueras de la sede de la comisión electoral, la CNE, el Canal 8 (el canal de televisión propiedad del estado que se encuentra en el este de Caracas y donde vive la mayoría de la oposición) y en el Palacio de Miraflores.

Fuentes diferentes dicen que el DISIP (la antigua policía política ahora supuestamente reconvertida en servicios de inteligencia del estado), la guardia nacional y las fuerzas armadas estarán en situación de máxima alerta durante toda la semana. Hay rumores de que un canal privado de televisión anunciará el “resultado” dando al “sí” la victoria y después emitirá una declaración de un sector de oficiales del ejército. Según algunas fuentes, se ha descubierto un complot de oficiales medios de la fuerza aérea.

Para todo aquel que tenga ojos para ver y cerebro para pensar, es obvio que la correlación de fuerzas es extremadamente desfavorable para un golpe contrarrevolucionario. Pero la cuestión es hasta que punto el sector más inteligente y cauteloso de la burguesía, que comprende la verdadera correlación de fuerzas de clase y los riesgos que entrañaría tal aventura, podrá en este momento persuadir a la oposición en su conjunto para que se contenga.

La masiva participación de la población en esta manifestación, al ambiente militante en las calles, la actitud de extrema vigilancia que reina entre las masas, seguramente han sido un severo aviso para los contrarrevolucionarios. Pero existen síntomas aún más significativos de un giro a la izquierda entre sectores de la clase media.

Con relación a esto hay muchas señales, pero sólo daré algunas. Uno de los compañeros presentó una resolución a favor del NO en la Orquesta Filarmónica de Venezuela y consiguió que la firmaran la mitad de los músicos. La correlación de fuerzas hace unos meses era un 30% chavistas o simpatizantes, un 30-35% de neutrales (la mayoría de estos participaron en la movilización contra Chávez de abril y diciembre de 2002 y después de ser derrotada mantenían una posición igualmente crítica con Chávez y los dirigentes de la oposición) y un 35-40% de escuálidos.

Otro ejemplo puede ilustrar este proceso. Un hombre que en diciembre era firmemente antichavista, después escéptico pero muy crítico con Chávez, durante la campaña de firmas de la oposición para el referéndum revocatorio, se negó a firmar diciendo que la oposición era peor que Chávez. El 8 de agosto participó en la marcha por el NO e incluso nos pidió panfletos.

Uno de mis vecinos es un dirigente local del movimiento bolivariano del barrio y del comando Maisanta. Cuando le felicité por la campaña del NO en nuestra zona (aproximadamente 60-40 0 70-30 a favor del chavismo), me dijo que lo que les había sorprendido era el número de personas que hace unos meses eran antichavistas, o sobre todo neutrales, y que ahora habían participado en primera línea de la campaña: distribuyendo panfletos en la plaza de la ciudad y puerta a puerta, pintando consignas en las paredes y llevando insignias del NO. Incluso en zonas donde antes la gente temía identificarse como chavistas ahora se podían ver pancartas con el NO en los balcones. Todo esto ha sorprendido y desmoralizado a la oposición de derecha.

Se está preparando el camino para un masivo giro a la izquierda y el crecimiento de una tendencia de izquierda de masas en el movimiento chavista. Los marxistas son una parte integral y decisiva de este proceso. El apoyo a las ideas marxistas está creciendo rápidamente en Venezuela. En la manifestación del 8 de agosto, los compañeros de la Corriente Marxista Revolucionaria vendieron libros y documentos marxistas por valor de 201.500 bolívares y consiguieron muchos contactos, incluido un número cada vez mayor de dirigentes del movimiento obrero y de los círculos bolivarianos.

Para resumir nuestras experiencias, un militante experimentado me dijo: “El interés por las ideas del marxismo es muy grande, las posibilidades que tiene el partido para desarrollarse son enormes. Tenemos que estar muy atentos y desde hoy voy a montarme a fondo en la construcción de la organización porque nuestro objetivo tiene que ser desarrollarnos muy rápidamente. Podemos convertirnos en poco tiempo en una organización con influencia de masas”.

Caracas, 9 de agosto de 2004



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