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Julio del 2010 marca dos décadas desde que Militante apareció a la luz pública como órgano del movimiento obrero mexicano y vocero de las ideas del marxismo. A lo largo de 20 años Militante ha abordado en sus páginas los acontecimientos más importantes de la lucha de clases de nuestro país y el mundo. Para los compañeros que formamos parte de la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Revolucionaria, habernos mantenido en el escenario de la lucha de clases durante todos estos años representa un verdadero logro histórico.

Nuestras perspectivas

Militante surge en el contexto del desmoronamiento del bloque soviético a principios de la década de los años 90. Para la burguesía internacional el colapso de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se presentó como la prueba irrefutable de que el capitalismo había vencido definitivamente y que por tanto para la humanidad no había otra alternativa posible al margen de una sociedad dominada por los grandes consorcios financieros y empresariales, traduciéndose todo ello en prosperidad para todos. Además, en la medida que la desaparición de la URSS significaba al mismo tiempo el fin de la guerra fría, los capitalistas señalaron también que en adelante todo sería paz y estabilidad para el conjunto del planeta.

El desmoronamiento de la URSS y la frenética campaña del capital sobre la inviabilidad histórica del socialismo y el pensamiento de Marx tuvo efectos aplastantes sobre la moral de miles y miles de activistas del movimiento obrero haciendo que cundiera el desánimo; por su parte muchos dirigentes obreros aprovecharon dicho acontecimiento histórico para justificar su política de colaboración de clases y plegarse más firmemente al lado de la patronal.

Por consecuencia hablamos de un periodo en el que inevitablemente las ideas del marxismo tendrían que navegar a contracorriente; en este marco Militante se mantuvo firme levantando la bandera del marxismo pues, como explicamos desde el primer ejemplar, el capitalismo no había resuelto ni una sola de sus contradicciones y que por el contrario, dada su crisis orgánica, éstas se agudizarían aún más. Explicamos que lejos de lo que decía la propaganda de la burguesía, las crisis económicas jamás podrían ser superadas por este modo de producción.

En 1990 señalamos que precisamente el carácter senil del capitalismo provocaría una más marcada lucha por el mercado mundial, derivando ello en más tensiones e inestabilidad entre las distintas naciones y que también, dada la senilidad capitalista, el desarrollo económico exigiría cuotas de sangre y sudor mayores a las del pasado de parte de la clase trabajadora del todo el mundo.

Por consecuencia señalamos que si bien la caída de la URSS y todos su efectos negativos sobre el movimiento obrero crearían un ambiente de reacción que le daría al capital la confianza para avanzar y desmantelar muchas conquistas logradas por los trabajadores en el pasado, además de lanzar nuevos ataques, ésta sería una situación que cambiaría pues las condiciones objetivas les imponían al capitalismo una estrategia que sólo podría generar más inestabilidad mundial y entre las clases; explicamos que llegado el momento el malestar acumulado movilizaría a las masas contra el capitalismo provocando un cambio total en el ambiente de la lucha de clases, significando todo ello un espectro cada vez más favorable para las ideas de Carlos Marx y el programa socialista.

Bajo esa perspectiva expuesta en los primeros ejemplares de Militante iniciamos nuestro trabajo en el movimiento obrero mexicano en 1990. Siendo ello así, los futuros acontecimiento de la lucha de clases se encargarían de darnos la razón: inmediatamente vimos cómo la estabilidad prometida por el capitalismo se transformó en la Guerra del Golfo (1990-91) y también cómo el bienestar social del que hablaban se tradujo en privatizaciones, despidos masivos y toda clase de recortes a los niveles de vida de las masas (un informe la ONU publicado en julio del 2003, destaca que del total de naciones del planeta 54 terminaron la década de los años 90 siendo más pobres de lo que eran antes de que ésta empezara). Todo eso en el marco de la expansión económica mundial de la década de los años 90.

Otra ratificación del pensamiento de Marx fue la manifestación cruda del carácter decadente del capitalismo por medio de diferentes crisis y recesiones económicas que van desde el efecto tequila (México 1994-95); la crisis de los tigres de asiáticos (1997); el efecto vodka (Rusia 1998); el efecto samba (Brasil 1998-99); la recesión de los Estados Unidos de 2001, además del efecto tango (Argentina 2001-2002). Todo ello coronando por la actual crisis que es la más virulenta en las últimas siete décadas y que en 2009 para el caso de los Estados Unidos destruyó 8.4 millones de empleos.

En la lucha de clases nuestras perspectivas se vieron correspondidas por acontecimientos como la insurrección en Indonesia (país en el que iniciaría la crisis económica de los tigres asiáticos) que en 1998 provocó la caída de la dictadura de Suharto, la cual se mantuvo en el poder por más de 30 años, y por el argentinazo, insurrección la cual, dada la reacción de las masas ante los costos del efecto tango, derivó en el derrocamiento de cinco presidentes de manera consecutiva entre 2001 y 2003. Antes de ello, América Latina había experimentado la insurrección y derrocamiento del gobierno ecuatoriano en enero del 2000, siendo esto un anticipo de los derroteros que adquiría la lucha de clases en la primera década del Siglo XXI en esta región del planeta. Poco después, además de los casos ya mencionados, las masas bolivianas y las venezolanas, por mencionar dos de los ejemplos más representativos, darían decididas y repetidas muestras de sus deseos de transformación social.

En Europa la recuperación del movimiento obrero daría como parte de sus primeros frutos las huelgas generales de Grecia en 2001 y de España en 2002. Un año después, por medio de movilizaciones que aglutinaron a millones repudiando la guerra contra Irak, los jóvenes y trabajadores de estos países manifestaron su cansancio contra las ambiciones capitalistas e imperialistas.

La primera década del Siglo XXI ha marcado un importante giro a la izquierda entre la clase trabajadora de América Latina, incluido México, arrojando como principal resultado un proceso de abierta revolución social del alcance continental; en el caso de Europa recientemente vemos una polarización social que ya ha dejado como saldo varias huelgas generales en Grecia, en Italia y en Francia, representando la etapa inicial de lo que podría ser un proceso de mayor calado no visto en décadas en la lucha de clases de dicho continente.

Todos estos acontecimientos ratifican al socialismo como única y necesaria alternativa frente a la barbarie capitalista. Pero también, partiendo del caso de América Latina por ejemplo, el que aún no hayan cristalizado en la toma del poder todos esos ríos de energía revolucionaria vertidos por los trabajadores y sus distintas luchas, también destaca la necesidad de un partido dotado de un programa socialista capaz de ejercer una influencia masiva sobre la mayoría de la clase trabajadora para conducir a ésta hacia una lucha sin cuartel contra el capitalismo.

Nuestro programa

Sobre la confianza en el análisis marxista, en nuestras perspectivas y en el programa por el socialismo, es como hemos impulsado nuestro trabajo durante 20 años en la lucha de clases en nuestro país.

Nuestro programa, que se basa en el Programa de Transición diseñado por León Trotsky, recoge toda la tradición del genuino marxismo que deviene desde los tiempos de Marx, Engels y el Manifiesto Comunista, pasando por el partido bolchevique y la Internacional Comunista de Lenin y Trotsky, así como la Oposición de Izquierda y la IV Internacional creadas por este último para luchar contra la degeneración estalinista y para organizar a los revolucionarios y su lucha contra el capitalismo.

El programa de Militante parte de reconocer que los intereses del proletariado son antagónicos e irreconciliables con los de la burguesía; también admite que la explotación es inherente al cuerpo vivo del capitalismo y del mismo modo señala que la tendencia del capital es la de una cada vez mayor concentración de riqueza en pocas manos a consecuencia de condenar a la miseria y la barbarie a millones de seres humanos, siendo el soporte de todo ello la propiedad privada capitalista sobre las fábricas, la banca, la tierra, el transporte y demás medios de vida. Especificado todo ello nuestro programa concluye que la única solución a los problemas de la humanidad es el socialismo, o sea el derrocamiento del Estado burgués para ser sustituido por una democracia obrera y la expropiación de los capitalistas para poner a las principales palancas de la economía bajo el control democrático de los trabajadores y al servicio del conjunto de la sociedad y no para el beneficio de algunos cuantos.

Si bien las anteriores son la expresión de las tareas históricas del proletariado en nuestro programa, éste también rescata demandas transicionales que permiten establecer un puente entre estas últimas y la lucha por el socialismo. Llamamos a luchar por más y mejores empleos, por la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salario; por una salario mínimo de 9 mil pesos y subsidio para desempleados; por la democracia sindical y el derecho a huelga, etcétera. Para el campesinado pobre nos pronunciamos por créditos blandos para el desarrollo e industrialización del campo, contra la privatización del ejido y por la confiscación de los latifundios velados o abiertos. Además rechazamos las privatizaciones al tiempo que demandamos el incremento significativo del gasto del Estado en educación y salud públicas y toda una serie de servicios necesarios para dignificar las condiciones de vida en los barrios obreros, campesinos e indígenas. También llamamos a defender todos los derechos democráticos de la clase obrera.

A diferencia de los reformistas que proponen la lucha por todas estas reformas sin plantearse la lucha por el socialismo, en Militante insistimos en dos cuestiones: una, señalamos que las reformas sólo son posibles en una fase ascendente del capitalismo, tal como fue el boom de la postguerra, mismo que se extendió desde 1948 hasta mediados de la década de los años 70, en la que los trabajadores, especialmente en los países industrializados, arrebataron con relativa facilidad importantes concesiones a la burguesía. Sin embargo, desde hace unas décadas el capital está en una fase de decadencia la cual, plantea a los capitalistas como punto número uno en su agenda la implementación de toda clase de contrarreformas para eliminar las conquistas obreras del pasado, transformándose ello en la actualidad en un obstáculo objetivo para las reformas. Por consiguiente, que es nuestra segunda insistencia, suscribimos que una lucha seria de cara a las reformas pasa por vincular a éstas con la lucha por el socialismo enfatizando la necesidad de eliminar la propiedad privada capitalista y la colectivización del campo.

La vinculación de la lucha por las reformas y el socialismo, tal como lo expone Trotsky en el Programa de Transición, no sólo nos distingue a los marxistas de Militante del reformismo, sino también de los estalinistas y su teoría de la revolución en etapas, según la cual antes de luchar por el socialismo el partido tiene que luchar por las reformas sin romper con el capitalismo (primera etapa); sólo entonces, y tras la consolidación y maduración de las reformas para, según ellos, sacar del atraso a un país como México, es posible luchar por el socialismo (segunda etapa). Los estalinistas cometen exactamente los mismos errores que los reformistas al considerar las reformas como posibles y duraderas (tienen que madurar, dirían los estalinistas) en el marco de países atrasados y dependientes económicamente; además si consideramos que ningún país puede salir del atraso con tan sólo reformas y sin romper con el capitalismo, en la práctica, de acuerdo a los estalinistas, la clase trabajadora de dichas naciones está condenada de por vida a vivir bajo el yugo del capitalismo porque simple y sencillamente bajo esos términos las condiciones para la lucha por el socialismo (sacar a México de su atraso sin romper con el capitalismo) jamás maduraran.

Bajo el capitalismo las naciones atrasadas están condenadas a mantenerse en dicha situación pues esta realidad obedece a una dinámica determinada por las relaciones capitalistas del mercado mundial y la división internacional del trabajo, y sobre las cuales las reformas no pueden hacer nada. Trotsky explica en su teoría de la Revolución Permanente que son tantos y tan profundos los vínculos de los terratenientes y los burgueses de los países atrasados con el capital financiero internacional y los consorcios multinacionales, los cuales absorben como sanguijuelas cuantiosos recursos de las colonias y excolonias impidiendo su desarrollo, que son incapaces de implementar cualquier política de fondo que saque de atraso a esta clase de naciones. Por consecuencia la única clase capaz de impulsar las reformas necesarias y llevarlas hasta las últimas consecuencias para sacar a su nación del atraso es el proletariado, el cual para abrirse paso se ve obligado a barrer el orden burgués en búsqueda de su objetivo. Es en esa medida que la revolución es permanente, pero también lo es en el sentido de que el proletariado no puede parar en un sólo país; el capitalismo es un sistema mundial ante el cual una nación socialista aislada tarde o temprano terminará por sucumbir si no rompe el cerco. De ahí que el proletariado se tiene que plantear la tarea de luchar por el socialismo a escala internacional, es por ello que en Militante llamamos a luchar por una federación socialista de América Latina y por el socialismo internacional.

La defensa de los principios y el programa socialistas no es una tarea sencilla; éstos están sujetos sistemáticamente a toda clase de presiones de clases ajenas al movimiento obrero y que, en muchas ocasiones, reflejan principalmente los prejuicios de los elementos pequeño burgueses que se acercan a las organizaciones revolucionarias. Una forma de resistirlas es establecer fuertes lazos con el proletariado. A lo largo de su historia Militante no ha estado al margen de esta clase de presiones, y ha tenido también que librar una lucha por esclarecer y defender los métodos proletarios, el programa marxista y sus tradiciones democráticas, frente a todo tipo de tendencias oportunistas, sectarias o aventureras. Como la historia demuestra, el movimiento obrero y la lucha de clases pone a todas las ideas y a todas las organizaciones en su lugar. Por nuestra parte Militante, órgano público de la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Revolucionaria, se mantiene firme en su lucha principista por el socialismo al lado del movimiento obrero.

Nuestra orientación

Durante todos estos 20 años la difusión de nuestro programa ha ido acompañada de una orientación hacia las organizaciones tradicionales de la clase trabajadora. La historia demuestra que los trabajadores antes que mirar hacia otro lado, primero se movilizan hacia sus sindicatos y partidos, con el objetivo de emplearlos para luchar; y si los marxistas desean que su programa conecte con la clase trabajadora, éstos tienen la obligación de ir ahí donde ésta se exprese. Al margen de las organizaciones de los trabajadores, el único escenario posible para los marxistas es el aislamiento.

Bajo este concepto, y convencidos de que se trata de la mejor manera de hacer llegar nuestras ideas y nuestro programa hacia los trabajadores, es que los marxistas de Militante participamos en los sindicatos y entre la base del PRD, además del masivo movimiento social organizado en torno a la figura de López Obrador.

En cada punto de intervención defendemos el programa socialista y llamamos a los trabajadores a rescatar y a democratizar a sus organizaciones ahí donde sea necesario hacerlo, además de proponer medidas concretas para fortalecerlas y transformarlas en más sólidas herramientas de lucha. Ejemplo de ello es el PRD en el que llamamos a romper con toda clase de colaboración con el régimen, a expulsar a la derecha encabezada por Jesús Ortega, a la conformación de comités de base y a transformar lo en un partido democrático, combativo y con un programa de clase. Es por ello que también llamamos a la conformación de una genuina corriente de izquierda socialista al interior del PRD.

Un partido que defiende el socialismo, capaz de atraer el apoyo masivo de los obreros no se puede improvisar ni construirse por la mera voluntad de los marxistas. Un partido de esa naturaleza sólo puede ser producto de un trabajo paciente y de años entre las organizaciones tradicionales de los trabajadores. Cualquier intento al margen del movimiento obrero y sus organizaciones, irremediablemente derivará en el derroche inútil y estéril de energías.

Esta orientación es la que nos ha permitido participar en los últimos 20 años en los principales acontecimientos de la lucha de clases de nuestro país, tales como los relacionados con los primeros meses de vida del PRD, las movilizaciones de apoyo al EZLN tras el levantamiento armado de enero de 1994 y la lucha de Ruta 100 en 1995. También intervenimos en decenas de comités de base del PRD que se formaron tras el apabullante triunfo electoral de este partido sobre el PRI en 1997; en 1999 participamos en las exitosas movilizaciones contra la privatización de la industria eléctrica y en la huelga estudiantil de la UNAM en ese mismo año.

En la presente década participamos en las movilizaciones obreras contra Fox, en la lucha por la defensa del contrato del sindicato del IMSS y en la huelga de Sicartsa del 2006; ese mismo año también intervenimos en la insurrección de Oaxaca y en la lucha contra el fraude electoral; hicimos lo mismo en la lucha en defensa de ISSSTE y en las movilizaciones contra la privatización de PEMEX de 2007 y las del magisterio democrático contra la ACE en 2008. Un año después, tras el sabadazo de octubre contra Luz y Fuerza del Centro, respondimos con energía actuando en las movilizaciones en defensa del SME. Todo esto sin dejar de lado el hecho de que hemos colaborado muy estrechamente con los trabajadores de Olympia de México y su huelga que estalló en enero del 2009.

Únete a Militante

El camino ha sido largo y nada sencillo, la lucha por las ideas del marxismo en el seno del movimiento obrero tiene que enfrentar bastantes adversidades. Sin embargo, la clase trabajadora ha demostrado a lo largo de su historia que es capaz de superar toda clase de dificultad para hacer avanzar al movimiento, derivando ello en significativas oportunidades para el desarrollo de las fuerzas del marxismo. Es así como Militante ha logrado durante dos décadas no sólo mantenerse, sino además desarrollarse al interior de las filas del proletariado. Nuestro periódico es reconocido por miles de trabajadores y nuestros compañeros son escuchados con atención en cada punto en el que intervenimos. Todo ello no lo habríamos logrado sin mantener una postura rígida en defensa de nuestro programa, nuestra política, nuestros métodos y nuestros principios.

No hemos hecho, ni nunca haremos, ninguna concesión a ideas reformistas, ultraizquierdistas u oportunistas. Esta actitud ha sido uno de los cimientos más importantes que le ha dado coherencia al trabajo de Militante a lo largo de dos décadas, y en ese mismo camino nos mantendremos. No existen atajos. La búsqueda de atajos a la postre sólo puede conducir al oportunismos o al ultraizquierdismo, es decir, a una política totalmente estéril e incapaz de empujar hacia el frente nuestro objetivo de construir un partido similar al bolchevique de Lenin y Trotsky y sobre el cual recayó la tarea de dirigir al proletariado ruso a la toma del poder en 1917. Nuestro camarada Teg Grant (1913-2006) consagró su vida a mantener vivo y desarrollar el legado de esos dos grandes dirigentes bolcheviques, gracias a su contribución los principales acontecimientos de la lucha de clases tras el asesinato de Trotsky en agosto de 1940 fueron claramente explicados, transformándose en una magnífica orientación para las diferentes generaciones de marxistas formados bajo su tutela, tal como ha sido el caso de nuestra Tendencia Marxista Militante.

Gracias a la orientación de Ted, quien nos educó en las mejores tradiciones del movimiento marxista y bolchevique, y al movimiento obrero, Militante está aquí, tras 20 años de trabajo revolucionario y lo seguirá estando cuantos años más sea necesario acompañando a la clase trabajadora en la consecución de sus tareas históricas: la derrota de la sociedad dividida en clases y el triunfo del socialismo sobre el capitalismo.

Nos debemos a la clase obrera y ratificar nuestro compromiso con los intereses más trascendentes del movimiento obrero, es la mejor forma de festejar lo que nosotros consideramos todo un logro histórico: mantenernos vigentes entre las filas del proletariado por ya dos largas décadas.

¡Camarada trabajador, únete a la Tendencia Marxista Militante y a su Internacional, la Corriente Marxista Revolucionaria, y lucha por el socialismo en México y en el mundo!

 


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