El año de 1968 fue un gran episodio en la historia de la lucha de clases, mujeres y hombres, millones de personas salieron a manifestarse a las calles. La inconformidad se reproducía país tras país con la misma dureza y combatividad; en 1968 en todo el mundo retumbó un ¡Ya basta! que cimbró a la historia hasta nuestros días. De estos grandes eventos debemos rescatar grandes lecciones.
El año de 1968 llega con el boom de la segunda guerra mundial, que brindó relativa estabilidad económica al capitalismo internacional, en especial a los países desarrollados; fortaleció al proletariado, que se extendió y jugó un papel más importante en la economía. Sin embargo al mismo tiempo el contexto político estaba marcado por la guerra de Vietnam, las traiciones del estalinismo, la revolución cubana, las dictaduras, el reciente asesinato del “Che” y en general la acumulación de un ambiente de descontento a escala internacional en contra del status quo. Había un sentimiento de frustración por los intentos fallidos de transformación social a causa de la traición del estalinismo y por la inutilidad del reformismo, que se fueron acumulando, hasta que, como nos los ha demostrado la historia, las contradicciones estallaron produciendo un terremoto de voluntad, de arrojo, de ánimo por dar una batalla de tal magnitud que puso en cuestión quien debía tener el control de la sociedad. Con sus más y sus menos en este mundo imperialista es inevitable que el eco resuene en todo el mundo, las voces de millones llegaron a todos los rincones y ese día la burguesía tembló de miedo.
Francia fue uno de los escenarios más importantes de aquel 1968, la clase trabajadora logró descubrir su propia fuerza, y prescindir del Estado capitalista para organizar a la sociedad en beneficio de la mayoría de la población. En mayo de 1968 el descontento de la juventud, que había iniciado por un “accidente” dos meses atrás, ahora se extendía a toda la sociedad francesa. El desarrollo de la lucha encontró una vía lógica hasta sofocar al Estado, cuando unos meses atrás, se presumía de un régimen muy fuerte en Francia, de una economía sólida y de gran control de la lucha social, sin embargo, el hartazgo acumulado tras diez años del régimen de De Gaulle, explotó con la movilización de los estudiantes en primer lugar, como el barómetro más sensible de la situación se la sociedad francesa. Rápidamente los trabajadores y estudiantes empezaron a asociar todos los males que aquejaban a la sociedad, con la raquítica mejora que implicó el boom para las condiciones de estudio y trabajo en comparación con los millonarios beneficios que obtuvo la burguesía. El boom había sido producto del sudor de los trabajadores y era hora de exigir la correspondencia a estos esfuerzos. La guerra, las luchas de los años 30, y el ataque imperialista a uno de los pueblos más pobres que luchaba por su libertad, eran indicadores de que el mundo andaba mal. Las cosas no funcionaban pese a los esfuerzos y sacrificios de millones de trabajadores, era urgente un cambio. Francia fue el eslabón por donde se expresaron las contradicciones del capitalismo internacional.
El régimen quedó paralizado y los trabajadores tomaron el control de la situación, las cosas debía seguir funcionando pero no en beneficio del gobierno y la patronal, sino de los trabajadores, la máxima expresión la vimos en la ciudad de Nantes, donde entre otras medidas los trabajadores bajaron los precios, repartieron la producción, organizaron guarderías y comedores comunitarios. Es decir, estaban reproduciendo el esquema de la sociedad socialista a pequeña escala, estaban tomando su destino en sus manos, y en tanto esto daba resultado la tendencia de la lucha que se desarrolla en todo el país tendía hacia allá instintivamente.
Pero el instinto no es suficiente, hay que hacerlo consiente, organizado y quitar todos los obstáculos del camino, no bastaba con un germen de Estado obrero, sino que era necesario destruir al Estado capitalista, desarmarlo. Este nuevo punto de inflexión, era la clave, esta era la gran prueba y la más complicada, y justo aquí el movimiento miro a su dirección política y no obtuvo las respuestas correctas, ¿Hacia dónde ir?, ¿Qué sigue ahora?, hasta aquí el movimiento insurreccional lleno de voluntad y heroísmo había avanzado contra todos los obstáculos, incluso pese a su propia dirección que se reveló como un ajeno a los intereses del movimiento, mezcla de ineptitud, miedo, cobardía y traición, nadie pudo dar respuesta. Los falsamente denominados “representantes” de la revolución rusa de octubre, es decir el Partido Comunista Francés, no tenían la mínima intensión de que el movimiento se desarrollará, los dirigentes sindicales apelaban a la “calma”, “la paz”, etc. El desconcierto y el agotamiento producto de la táctica de desgaste de la dirección de los sindicatos llevaron a una caída en el ánimo, la burguesía agazapada no titubeó en aprovechar este momento, hasta aquí todo parecía perdido para ella, pero los burócratas sindicales la salvaron a cambio de algunas concesiones. Cuando el movimiento podía haber tomado todo, sus dirigentes negociaban unas migajas. La tensión social no pudo mantenerse indefinidamente, el cansancio también llevó al viraje de la clase media en apoyo a “la paz”. El movimiento obrero francés tenía todo para derrocar al régimen burgués: fábricas bajo su control, el apoyo de la clase media, apoyo de la policía, una organización social socialista incipiente. Lo único que no tuvo fue una dirección consecuente.
Los movimientos que se presentaron en 1968 tuvieron eco internacional, no podía ser de otra manera, la solidaridad también fue internacional, los acontecimientos se desencadenaron inspirados unos en otros, en occidente contra el capitalismo, en oriente contra el estalinismo, en América y en general por una sociedad más justa.
La primavera de Praga, otro suceso de 1968 de gran relevancia, planteó la bancarrota del estalinismo y las aspiraciones de la clase obrera de realizar el auténtico socialismo. Afectados por los acontecimiento de 1956 en Polonia y Hungría los trabajadores y la juventud obrera, lanzaron lo que pudo ser una revolución política que diera fin al estalinismo en Checoslovaquia, pero fue la misma falta de una dirección revolucionaria realmente bolchevique lo que impidió llegar a las últimas consecuencias de aquella gran batalla. En contraste con occidente las lucha del Este fueron a causa de una debacle económica por la ineptitud de la burocracia del régimen para planificar la economía, esta situación llevó a exigir grandes sacrificios a la clase obrera checa, las demandas económicas rápidamente se convirtieron en el cuestionamiento del régimen, con consignas como "Lenin despierta, Breznev se ha vuelto loco o "Él nunca nos habría hecho esto". El pueblo checo se levantó por un régimen democrático que llevara a cabo el socialismo, por la presentación de partidos democráticos, la libertad de expresión.
En México, 1968 se vivió a través de un poderoso movimiento estudiantil-obrero que movilizó incluso a la clase media, a favor de derechos democráticos y mejores condiciones laborales. En todos los casos de movilizaciones en 1968 se hace relevante la unión obrero-juvenil para dar la lucha y es una de las claves de que hayan llegado tan lejos, la combinación de la efervescencia juvenil y la experiencia y disciplina obrera y su papel en la economía, son una bomba para la burguesía. Es importante mirar en retrospectiva, reconocer a esa magnífica lucha como nuestra, reivindicar las demandas de aquel momento pues siguen siendo vigentes, y prepararnos para enfrentar los siguientes acontecimientos para los que será fundamental contar con una organización juvenil permanente, combativa y con carácter proletario, y luchar desde ahora por la independencia y democratización de las organizaciones obreras de izquierda para que sean verdaderas herramientas de lucha por lograr un Frente Único de obreros y jóvenes, capaces de influir en el sector industrial para paralizar al Estado e impedir la represión, y ganar para la lucha a la policía y al ejercito que también son explotados, así como sucedió en Francia. Las lamentables pérdidas de vidas de jóvenes estudiantes que se despertaban a la lucha en México el 2 de octubre, fue la respuesta más cruel del régimen por miedo a perderlo todo, los únicos culpables son los capitalistas y sus defensores.
En Praga, Francia, México, Chile, EEUU, etcétera, los acontecimientos pudieron ir más allá. Era una lucha eminentemente política por la transformación de la sociedad, aun con el boom económico quedaba clara la bancarrota del capitalismo. No fue por falta de voluntad de la clase obrera que resistió los peores embates, sino por falta de una dirección consecuente. Las luchas en este año fueron una revolución, el régimen se tambaleó, se paralizó o incluso colapso temporalmente, los trabajadores y los jóvenes tomaron el destino de sus vidas en sus propias manos, pero el siguiente paso: la derrota contundente del capitalismo, no fue posible sin una dirección, sin táctica, sin la orientación, sin la claridad política, ni perspectivas, era responsabilidad de las direcciones políticas dotar de estos elementos al movimiento y pero fallaron en esta complicada, pero no imposible, tarea.
En esta época de imperialismo las relaciones internacionales son más fuertes que nunca, lo que afecta a un país repercute en el resto del mundo, los acontecimiento en 1968 por su magnitud no pudieron más que tener un efecto internacional, animando manifestaciones revolucionarias, y también provocando temor en los regímenes de por si inestables que respondieron con dictaduras en Panamá y Perú y se fortaleció la de Brasil. Es por ello que 1968 fue el año en que el mundo se convulsionó, fue un año de revolución y contrarrevolución, fue la expresión de la bancarrota del capitalismo, fue una maravillosa demostración de la fuerza de la clase trabajadora que no se dejó vencer, una clase trabajadora que decidió salir a la lucha con ímpetu revolucionario, una clase obrera que nos demostró lo que muchos se negaban a reconocer: el titánico poder profundamente transformador que contiene en sus entrañas la clase trabajadora y la juventud proletaria.
¡Por lo caídos ni un minuto de silencio, toda una vida de lucha!