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¿Qué pasa ahora?

Después de la ola de paros que recorrió alrededor de 27 escuelas de la Universidad Nacional a principios del mes de febrero, muchas escuelas han regresado a actividades, sin embargo la apariencia de normalidad es sólo eso, una normalidad efímera y frágil. Ninguna de las demandas por las que nos movilizamos ha sido resuelta, todos los problemas siguen ahí: la violencia machista, el acoso, el encubrimiento a agresores, la falta de democracia, de presupuesto, de servicio médico, de infraestructura, y una lista que continua.

De hecho, aunque ya no suena tanto en los medios ni en las redes sociales, no todos los paros o tomas han terminado. El conflicto sigue vivo, no sólo en las facultades del campus central sino también en las FES, las ENES y particularmente en el bachillerato. Las preparatorias y los CCHes están protagonizando algunas de las batallas más duras del momento, incluido el enfrentamiento contra porros, amenazas armadas, policía y la conjunción reaccionaria de padres derechistas y autoridades.

Además, tenemos una segunda ronda de acciones, asambleas, movilizaciones y paros, ahora en las escuelas que “han tardado” un poco en salir a luchar, como Veterinaria, Derecho, Medicina e Iztacala. Incluso vimos como en la inauguración de la ENES de Mérida, Yucatán hubo una protesta frente al Rector.

La difícil normalidad

Es decir, el proceso de organización y lucha no ha terminado, sigue andando a pesar de que aparentemente Rectoría ha quedado en su lugar, surfeando la ola de protestas y maniobrando para tratar de que nada cambiara.

Aunque no han salido ilesos. Aunque tratan de hacer ver los hechos como resultado de la comprensión, la buena voluntad, el “espíritu universitario” y la democracia, la realidad es que se han visto obligados a hacer concesiones. Es así en el caso de la Red de Comisiones internas de Equidad de Género, las reformas a los artículos 95 y 99 del Estatuto General de la UNAM o el “apoyo” institucional al paro del 9 de marzo.

Al mismo tiempo malabarean para hacer frente a todos los paros, tomas y pliegos petitorios, sonriendo mientras reciben los pliegos que después archivarán, haciendo modificaciones que quedan insuficientes, resolviendo cosas menores y aprovechando para reforzar algunas de sus posiciones e incluso haciendo uso de la policía como el 27 de febrero en Preparatoria 5. Pero no la tienen ganada ni mucho menos, como ya dijimos los problemas siguen ahí, la rabia sigue creciendo y más temprano que tarde volverá a explotar.

Lecciones para avanzar

La movilización ha demostrado que hay ambiente para la lucha y que ésta, a pesar de todo, continuará. Quienes aspiramos a cambiar las condiciones en las que estudiamos y vivimos debemos estar atentos, prepararse para aumentar nuestra capacidad de respuesta y la fuerza de nuestro brío. Impulsar la más amplia movilización, combativa, democrática y capaz ahora de no ya no solamente sacudir a la burocracia derechista que controla la Universidad sino de tumbarla y cimbrar a toda la sociedad.

En esta ocasión un elemento que impidió a la movilización estudiantil desarrollar toda su fuerza fue la dispersión y la descoordinación de las acciones, de las iniciativas. Aunque hubo un momento en que coincidieron los paros de casi 30 escuelas, cada una paró impulsada por el ambiente general y la necesidad de hacer algo, pero de forma más o menos independiente de todas las demás. Esto abrió la oportunidad para que Rectoría enfocara su atención en una escuela a la vez, coordinara con toda su estructura directiva y administrativa y mientras en unos lugares dejaba pasar el tiempo y desgastaba – en las tomas de CU-, en otros “atendía” las demandas y en otros dejaba que los porros y los criminales hicieran el trabajo sucio -Preparatoria 9, CCH Sur y Azcapo-.

Ahora es momento de volver a la ofensiva y prepararla de tal manera que esta vez podamos golpear todxs juntxs al mismo tiempo. Convocar asambleas previamente donde se discuta las acciones a seguir, la unidad, las demandas; se garantice que la toma de decisiones se hace democráticamente por asistencias bien nutridas. La explicación paciente de las razones de la lucha, continua, incansable para convencer a toda la base estudiantil es el camino para asegurar paros y movilizaciones masivas y la fuerza necesaria para obligar a Rectoría a ceder. Confiemos en nuestras compañeras y compañeros, confiemos en que podemos convencerles, hacer que se cuestionen, que modifiquen sus puntos de vista y se integren honesta y resueltamente a la lucha.

Por un Sindicato de Estudiantes

Luchamos para vencer y para luchar nos tenemos que organizar. Los hijos de los trabajadores, de las familias humildes, quienes no podemos pagar los miles y millones que cuesta una carrera en las universidades privadas somos los que necesitamos una universidad pública, gratuita, popular, sin machismo, sin homofobia, sin violencia. Levantemos una organización que sirva para alcanzarla y hacerla una realidad permanente. El momento plantea la necesidad de contar con una organización que unifique la acción de todas las escuelas y que proporcione la cohesión necesaria a las y los que luchamos para llevar la lucha hasta la victoria.

Organizarse para luchar, luchar para vencer.

Por una universidad sin machismo y democrática


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