Contra la violencia machista hacia la mujer y la comunidad LGTBI, la crisis, la desigualdad y la opresión

Este 8M volveremos a tomar con fuerza las calles, con un feminismo revolucionario que tiene más capacidad de movilización que nunca, y no se deja arrastrar por las presiones de la opinión pública capitalista.

Los dos últimos años han sido muy duros para las familias trabajadoras, especialmente para las mujeres y la comunidad sexodiversa: más de 11 feminicidios en promedio cada día, el machismo institucional obstaculizando nuestro derecho a la justicia, miles de jóvenes y niñas víctimas de trata, prostitución, pornografía, vientres de alquiler, en general la mercantilización y explotación de nuestros cuerpos; nuestros derechos como el aborto aún negados pese a la despenalización y la pobreza, la brecha salarial y el desempleo golpeando a millones de nosotras.

Por eso es más urgente que nunca, volver masivamente a las calles como lo hicimos en la maravillosa movilización de 2020, antes del comienzo del confinamiento, así como retomar la consigna de la Huelga feminista anticapitalista, para combatir la crisis, la desigualdad y la opresión de la que somos las principales víctimas junto a los sectores más vulnerables y discriminados.

Los informes del gobierno señalan una disminución de la cantidad de asesinatos dolosos contra las mujeres (-9.8%) y feminicidios (-15.6%) en la CDMX. Sin embargo, las cifras aún son terriblemente altas en el conjunto del país, más de 11 feminicidios al día no son cosa menor, ni podemos decir que estamos ganando la batalla, esta lacra sigue estando muy presente, y aun si fuera una sola mujer asesinada nuestro movimiento tiene todo el sentido de seguir en las calles.

Aunque en apariencia hay una reducción (limitada a la CDMX), las cifras del 2020 han batido récords históricos. Los indicadores de violación, abuso sexual y violencia familiar, se incrementaron 49.8%, 12.2% y 31.7% respectivamente, todo esto es apenas la punta del iceberg de la profunda opresión que sufrimos y que esconden las estadísticas. Así que una reducción con relación al momento más álgido de la pandemia es un leve avance, pero está muy lejos de asegurarnos una vida libre de violencia.

Los pequeños avances que hemos conseguido, son insuficientes y han sido resultado de la movilización y la enorme presión política que hemos hecho desde el movimiento: las sentencias históricas conquistadas contra violadores y feminicidas, la despenalización del aborto, el derecho al matrimonio igualitario en varios Estados, las leyes progresistas, las disculpas públicas doblegando a las autoridades de Entidades y universitarias, todo esto gracias a las millones de oprimidas que salimos a las calles, ¡nadie nos ha regalado nada!

Todo esto es un reconocimiento a la fuerza del movimiento, pero aún tenemos que conseguir que eso se refleje realmente en nuestra vida cotidiana, cosa que está muy lejos de ocurrir, en especial en cuanto a la violencia machista contra la comunidad sexodiversa.

El gobierno tiene una deuda con el movimiento feminista y negarlo no ayuda a reducir los índices de violencia feminicida, al contrario, la lucha por hacerla visible y combatirla, se ve mermada por actitudes evasivas del Gobierno Federal, menosprecio y etiquetándolo de conservador, al mismo tiempo que se nombran candidatos y funcionarios acusados de prácticas machistas, como Pedro Salmerón y Félix Salgado (por mencionar algunos).

Para ser gobierno con “conciencia feminista” como lo ha declarado la senadora morenista Martha Lucía Mícher, queda mucho a deber. ¿En dónde están los apoyos a las casas refugio y su extensión por todo el país? ¿En dónde están la investigación y separación del cargo de los acusados por delitos sexuales y violencia machista? ¿En dónde están los espacios seguros y libres de machismo incluso dentro del mismo Morena para sus militantes y simpatizantes? ¿En dónde está el combate al “matrimonio”- explotación y violación – de niñas indígenas?

Sólo con una política decidida que acabe con los recortes sociales, que dote de recursos materiales suficientes la lucha por garantizar los derechos de las mujeres trabajadoras y sus hijas, que se enfrente con decisión al poder político clerical, el aparato judicial y que en definitiva rompa con la lógica del capitalismo y su funcionamiento, se podrá frenar a la reacción y conquistar unas condiciones de vida dignas para la mujer trabajadora y para la mayoría de la población.

Es así como lo hemos demostrado desde Libres y Combativas arrebatando una sentencia ejemplar de más de 81 años contra un violador reincidente, o como Lidia Florencio arrebató una sentencia histórica contra uno de los feminicidas de Diana, o como Aracely Osorio y Yesenia doblegaron a las autoridades universitarias; sólo así lograremos avanzar, con la lucha permanente y la solidaridad de nuestra clase.

Es urgente e indispensable transformar de fondo esta sociedad si queremos una vida digna y dejar de ser sobrevivientes de un sistema machista, capitalista y patriarcal. Recuperemos la huelga feminista como nuestra principal herramienta de lucha, organicemos comités y colectivas en cada escuela, sindicato, centro de trabajo y colonia, salgamos todas juntas a las calles con la solidaridad y la participación de nuestros compañeros y de la comunidad sexodiversa. Nuestra lucha es una sola: contra la discriminación, la desigualdad, la violencia machista, la opresión y explotación ¡Todas y todos a las calles este 8 de marzo!

Nosotras lo sabemos. Millones lo sabemos. Solamente con un programa anticapitalista que confronte con los y las poderosas que, con sus reformas laborales, con sus privatizaciones, con su Iglesia, con sus jueces y policías nos arrebatan nuestros derechos, estaremos en condiciones de conquistar la igualdad, la libertad y la justicia que merecemos.


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