Un paro histórico
El impacto del paro histórico de este 9 de marzo de 2020, ha sido mayor del que se esperaba, considerando que los cálculos se hacían sobre el supuesto de que todas las mujeres pararían y habrían una pérdida de 37 mil millones de pesos, la realidad fue que participó alrededor del 30% de las trabajadoras en una manifestación sin precedentes, ocasionando la pérdida de 34, 571 millones de pesos, paralizando la educación básica, el 60% de los servicios bancarios, y secretarías y servicios como son las cámaras del Congreso de la Unión, los juzgados, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) y otras dependencias de gobierno.
La situación de la mujer en México es tremendamente opresora y desigual, durante los últimos 30 años las cifras de desigualdad salarial, precariedad laboral, etc., no han mejorado, mientras que las cifras de feminicidios, desapariciones y violencia en general se han incrementado.
La situación de la mujer en México ha sido un foco rojo desde hace muchísimo tiempo, recordemos a inicios de los años 90´s cuando en Ciudad Juárez día tras día muchas mujeres eran asesinadas sin que hasta la fecha se hayan esclarecido estos crímenes, quedando completamente en el olvido para la ley, en esa época la sociedad no era consciente de la violencia de género, sin embargo ya desde esa época y mucho antes, se escuchaban entre pasillos casos de mujeres agredidas sexualmente antes de ser asesinadas, o víctimas de los celos desmedidos de sus parejas o exparejas, reflejando esa ideología machista que coloca a la mujer como un objeto que puede poseerse, y a pesar de ser común este tipo de violencia, los medios de comunicación manejaban estos casos como hechos aislados, ocultando además la omisión de las autoridades.
Este 8 de marzo hicimos historia con una movilización multitudinaria nunca vista antes para un Día Internacional de la Mujer Trabajadora en México. Al menos 100 mil mujeres salimos a las calles de la Ciudad de México, algunas en contingentes o de manera individual; mujeres de todas las edades secundadas por nuestros compañeros de clase, niñas y niños se sumaron a una demanda muy sentida por las oprimidas: la violencia machista. Las demandas eran muchas: alto a los feminicidios y desapariciones, el cese al acoso en las escuelas y centros laborales, por una búsqueda efectiva de las desaparecidas, por igualdad salarial y un empleo digno, basta de agresiones físicas y verbales, no más machismo institucional e impunidad, etcétera. Este 8 de marzo ha marcado un antes y un después en la lucha feminista, conquistamos las calles, demostramos nuestra fuerza y dejando un claro mensaje: no pararemos y estamos dispuestas a organizarnos para confrontarla.
Rosa Luxemburgo fue una las dirigentes revolucionarias más importantes de la historia del movimiento socialista, una internacionalista militante, teórica, marxista y luchadora incansable que fue asesinada por dedicar toda su vida al combate consciente por la transformación socialista de la sociedad. Dejó un gran legado de grandes aportaciones teóricas y prácticas al marxismo y a la lucha de clases, pero que ha sido conscientemente ocultada, tergiversada y calumniada por el reformismo y el estalinismo. Es importante retomar el legado de su vida y obra, conocer sus importantes aciertos y también sus errores, es una tarea fundamental para nuevas generaciones que se propongan construir organizaciones revolucionarias a nivel mundial.
El pasado 14 de febrero, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al ser increpado por los casos atroces de feminicidios y preguntarle concretamente las medidas a tomar por su gobierno contra la violencia machista, éste contestó con un decálogo moral para afrontar esta barbarie. Desde el movimiento feminista revolucionario rechazamos rotundamente su respuesta y le hacemos un llamado, millones de mujeres trabajadores y humildes, no sólo a reconocer el problema sino a tomar medidas inmediatas, concretas y contundentes para frenar la violencia feminicida, no queremos discursos, queremos hechos.
¡Fuera la derecha! Las LeBaron no son bienvenidas
En el transcurso de esta semana se ha informado que mujeres de la familia LeBaron tienen la intención de participar en la marcha del 8 de marzo, como víctimas colaterales de la violencia feminicida. Sin embargo, desde nuestro punto de vista su “lucha” y la nuestra no tienen nada que ver.
¿Quiénes son las y los LeBaron?
Las últimas semanas hemos visto un alza en la participación en la lucha universitaria contra la violencia machista. Y no es para menos, la violencia más allá de disminuir se agrava y ante ello la juventud no está siendo indiferente como algunos piensan. Estas acciones demuestran que existen deseos e ideas para cambiar lo existente, es una generación que nos ha tocado la lucha desde Ayotzinapa a la actualidad, no hemos abandonado la calle y estamos sacamos lecciones al fragor de cada batalla.
La violencia sexual en las escuelas es una realidad ya innegable. Por años, las víctimas de acoso, hostigamiento, abuso y violación sexual habían tenido que sufrir estas vejaciones en silencio. Esto responde a dos situaciones, la primera, el machismo individual tan arraigado que este sistema capitalista les enseña a los hombres, y también a mujeres, a tratarnos como mercancías y objetos de cuidados y placer ajenos a los nuestros. La segunda, el machismo institucional que manda un mensaje claro de impunidad a los agresores de que no importa qué tan grave sea el delito, ellos, por sí solos “no pueden” realizar lo que se supone es su trabajo. ¡Y todavía lo admiten! ¡Cínicos!
En un periodo de crisis del sistema capitalista a nivel mundial, el descontento de la clase trabajadora se ha expresado desde diversos puntos a través del movimiento feminista, con el que las mujeres buscamos una salida a las condiciones de desigualdad, en principio por una cuestión de género, sin embargo, desde el punto de vista del feminismo revolucionario identificamos que más allá del género, es una cuestión de clase. Las mujeres que todos los días salimos desde la periferia de la ciudad de México, por ejemplo, para trasladarnos por más de dos horas a los centros de trabajo y cumplir con una jornada laboral de más de 8 horas no vivimos la misma opresión que las mujeres de las colonias de alto poder adquisitivo, mujeres que aún reclamando condiciones de paridad con respecto a los hombres de su clase también son opresoras de las mujeres de la clase trabajadora.
¡Nos queremos vivas, libres y combativas contra la violencia feminicida y el capitalismo!
La violencia contra la mujer en México va en preocupante aumento, según cifras de noviembre de 2019, los feminicidios se han duplicado en los últimos cuatro años, convirtiendo a nuestro país en “uno de los más letales para ser mujer” (El País).
Sufrimos violencia cuando aprovechándose de alguna de nuestras necesidades nos piden sexo a cambio de “ayuda”, también sufrimos violencia laboral con salarios 20% más bajos en promedio que nuestros pares masculinos, o discriminación por embarazo o maternidad. La violencia tiene muchos rostros, pero un único fin: someternos y vulnerarnos para no salir nunca de un círculo interminable de violencia.