Mujer

¡Nos queremos vivas, libres y combativas contra la violencia feminicida y el capitalismo!

La violencia contra la mujer en México va en preocupante aumento, según cifras de noviembre de 2019, los feminicidios se han duplicado en los últimos cuatro años, convirtiendo a nuestro país en “uno de los más letales para ser mujer” (El País).


Sufrimos violencia cuando aprovechándose de alguna de nuestras necesidades nos piden sexo a cambio de “ayuda”, también sufrimos violencia laboral con salarios 20% más bajos en promedio que nuestros pares masculinos, o discriminación por embarazo o maternidad. La violencia tiene muchos rostros, pero un único fin: someternos y vulnerarnos para no salir nunca de un círculo interminable de violencia.

 

El movimiento feminista, un auténtico movimiento de masas


Indudablemente la violencia contra las mujeres ha ido en ascenso, no sólo porque el acoso en las calles, en nuestras escuelas, en nuestros centros de trabajo ha ido en aumento, sino porque las cifras de feminicidio han pasado de 9 a 10 mujeres asesinadas a diario por el simple hecho de ser mujeres. A la par del aumento de violencia existe un aumento en el movimiento feminista que ha sobrepasado las fechas conmemorativas del 8 de marzo, 28 de septiembre y 25 de noviembre, para manifestarse en cualquier ámbito y en cualquier coyuntura, lo hemos visto en los últimos días en las escuelas de la UNAM, universidades estatales y en Ciudades como Guanajuato y Hermosillo.

Este lunes 24 de febrero realizamos un mitin afuera del Reclusorio Oriente, en el contexto de la 1ª Audiencia sobre el caso del taxista violador serial que operaba en la zona de Iztapalapa, cerca del metro Constitución 1917, del cuál fue víctima una de nuestras compañeras.

Mujeres que desde niñas han experimentado la humillación, el abuso, la violencia y la explotación, se rebelan en todo el mundo. No acaban de descubrir su opresión, pero están encontrando el camino de su emancipación. Ante nuestros ojos se está produciendo un acontecimiento histórico que supone una ruptura con el pasado.

En los últimos años hemos visto un mundo coloreado de mareas verdes y moradas, de jornadas de lucha con calles abarrotadas de mujeres organizadas dando muestra de que cada 8 de marzo es día de lucha por nuestros derechos políticos, laborales y sociales y que no hay nada que celebrar. Es el día Internacional de la Mujer Trabajadora que fue instituido en 1910 durante la II Conferencia de Mujeres Socialistas a propuesta de la marxista Clara Zetkin, en conmemoración a las obreras textiles huelguistas de Nueva York y de todas las mujeres que dieron su vida en la lucha contra la explotación capitalista.

El movimiento de las mujeres jóvenes y trabajadoras contra la violencia machista, el machismo institucional y la opresión capitalista, sigue vigente en todo el mundo, y en México ha escalado en los últimos años. La mayoría del pueblo apoya al movimiento y reconoce su legitimidad, al mismo tiempo que las últimas manifestaciones ponen a discusión los métodos y la estrategia que debemos seguir para lograr nuestro objetivo de acabar con esta violencia sistemática.

Desde que América entró al sistema capitalista, este continente ha servido a las potencias mundiales y a las burguesías nacionales como un proveedor de materias primas, cuestión que se ha venido acelerando con el modelo neoliberal desde los años 80s. Es tras estos intereses que se da el despojo de tierras y se crean los llamados megaproyectos: extracción masiva de materias primas, zonas industriales y vías de comunicación de primer nivel que ayudan al transporte de las mercancías; y suelen establecerse en lugares de la periferia urbana o bien, en zonas rurales y territorios de los pueblos originarios. La construcción de dichos proyectos trae consigo el despojo de tierras, y daños severos e irreparables al medio ambiente y a la salud por la contaminación de suelos, aguas y aire; razón por la cual, las personas afectadas, en su mayoría indígenas, se organizan para detener estas construcciones. Luchan por la vida y reciben represión.

En los últimos días hemos debatido con algunas compañeras del movimiento feminista acerca del llamado que hacemos a todos nuestros compañeros a sumarse y participar junto con nosotras en esta lucha.

Lamentablemente nos hemos tenido que enfrentar a argumentos que plantean que estas movilizaciones deben ser secundadas únicamente por mujeres. Desde Libres y Combativas tenemos que decir con claridad que esto nos parece un grave error.

El sábado 8 de febrero, cerca de 6.000 mujeres trabajadoras y jóvenes rodeamos el centro de Madrid en una cadena humana feminista de más de 7km. Esta acción ha sido el pistoletazo de salida de las actividades que se celebrarán durante este mes hasta culminar en las grandes manifestaciones del 8 de marzo.

En la sesión de hoy del Consejo Universitario de la UNAM no vimos más que una pantomima de democracia y justicia. Presenciamos una discusión falsa, lambiscona y legaloide, donde los grandes ausentes fuimos el movimiento feminista y estudiantil que con base en la lucha hemos logrado que nuestras demandas lleguen, de forma acotada, a este órgano por demás antidemocrático y que no nos representa.

Gracias a la lucha incansable de cientos de años por millones de mujeres, ahora tienen el derecho a sentirse violentadas a causa de actos machistas, sin embargo, este reconocimiento es pleno sólo en el papel, haciendo quedar a las mujeres, tanto en su vida cotidiana como en las instancias de denuncia, totalmente indefensas.

Miles de estudiantes se aglutinaban en asambleas locales para discutir y decir su postura y acción en torno a lo que está aconteciendo. Diversas escuelas votaron paros, ¡llegando a 16 las escuelas en pie de lucha! a esto se suma el paro en la Escuela Superior de Contaduría y Administración ESCA plantel Tecamachalco y la vocacional 7 del IPN. Todos bajo el denominar de luchar contra la violencia machista que existe en nuestras escuelas y que no es atendido por las autoridades al grado que es día en que personas que han sido denunciadas de agresiones siguen en la institución y gozando de impunidad de lo lindo.

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