Mujer

En todos los rincones del país las mujeres trabajadoras están poniendo su sello a las luchas que protagonizan. Desde la guerra contra los megaproyectos de muerte en sus comunidades, formando autodefensas contra el narcotráfico, parando los ranchos para exigir el pago de salario hasta las huelgas por aumento salarial, contra los despidos y por democracia sindical, las vemos en primera línea y en cada faena.

En 1910, la dirigente marxista Clara Zetkin presentó ante la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas la propuesta de establecer el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y conmemorar así la lucha de miles de mujeres que en distintas partes del mundo impulsaban una batalla encarnizada contra un sistema que ejercía (y sigue ejerciendo) una brutal opresión de clase unida a la de género.

Tras la demostración de fuerza y lucha organizada en las calles que consiguió la legalidad del aborto en Argentina, Andrés Manuel López Obrador convino en argumentar que en México lo mejor era “consultar a los ciudadanos”. Un profundo error pues los derechos no se consultan, se garantizan.

Es indispensable enfrentar con urgencia y determinación esta situación empleando los métodos de lucha más efectivos y comprobados por años de movimiento obrero, campesino y juvenil, como la huelga. Nuestros derechos de manifestación han sido ganados con sangre y sudor por generaciones pasadas. La huelga no es la excepción, pero no se convoca sola; es preciso impulsarla mediante nuestros sindicatos y comités de trabajadores en las fábricas y centros de trabajo. Es lamentable que teniendo estas herramientas de lucha nos encontremos con argumentos dentro de la Coordinación 8 de marzo que se niegan a utilizarlas.

La opresión sufrida por el colectivo trans, sistemática y brutal bajo el sistema capitalista, ha sido ocultada conscientemente por los defensores de la moral y el orden establecido. Incluso ahora, cuando existe una sensibilidad social creciente para defender los derechos trans, se escuchan barbaridades tránsfobas provenientes de la derecha más reaccionaria y, lamentablemente, también de sectores del feminismo acomodado e institucional.

El costo de la pandemia está siendo muy alto para las familias trabajadoras y dentro de ellas somos las mujeres las que nos llevamos la peor parte.

El pasado 13 de enero, el Congreso chileno dio un nuevo paso hacia la despenalización total del aborto. Esta es una consecuencia más del levantamiento de masas que comenzó en octubre de 2019 y que sacudió al régimen de Pinochet y al gobierno de Sebastián Piñera. La discusión en la cámara recayó en la Comisión de Mujeres e Igualdad y estuvo encabezada por las diputadas que redactaron el proyecto de ley. Este proyecto, similar al aprobado no hace mucho en Argentina, establece que cualquier mujer tiene acceso al aborto gratuito, seguro y gratuito hasta la semana 14 de embarazo.

El 30 de diciembre de 2020 será recordado como un día histórico en Argentina y en toda América Latina. Después de años de movilización incansable de la Marea Verde argentina por de la despenalización del aborto y el reconocimiento de este derecho de las mujeres, por fin 2020 acababa con la aprobación de esta ley. Con 38 votos favorables, 29 en contra y una abstención, ¡el aborto ya es legal en Argentina!

En los últimos meses, con la crisis de la Covid-19 y los confinamientos domiciliarios, han sido muchas las mujeres jóvenes y trabajadoras que han sufrido en carne propia la lacra de la violencia machista de una forma aún más cruel: nuestras casas se han convertido en cárceles en las que nos hemos visto obligadas a convivir a tiempo completo con nuestros agresores, siendo expuestas a las tensiones que provoca una crisis de esta magnitud y teniendo que permanecer en silencio ante el maltrato y las agresiones por miedo a ser asesinadas.

Este 25 de noviembre cumpliremos un año más de lucha en el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemorado el trabajo de las activistas hermanas Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo Molina en República Dominicana. A 60 años, los países de América Latina tienen los índices más altos de feminicidio; México tiene el mayor número de casos, con 11 al día; y los países de Centroamérica los que tienen el mayor índice por cada 100,000 mujeres.

Miles de mujeres jóvenes, trabajadoras y trabajadores por todo el mundo, hemos salido los últimos años a protagonizar marchas multitudinarias contra la violencia machista, este 25 de noviembre, volveremos a salir porque en medio de la contingencia sanitaria por la COVID-19, la violencia no sólo no para, sino que se ha incrementado. Al contrario de lo que señala el Gobierno Federal, basado en cifras sesgadas, la violencia hacia la mujer como el resto de lacras del capitalismo, se han recrudecido en medio de la desoladora perspectiva con la pandemia.

Depuración ya de todo el aparato estatal. Fuera funcionarios, gobernadores e instituciones represoras y machistas.

Desde Libres y Combativas denunciamos la represión acometida en la Ciudad de Cancún contra la manifestación por justicia ante el feminicidio de Alexis, así como también, la sufrida en Cuautitlán en la movilización por el feminicidio de Ambar. Exigimos el esclarecimiento de quienes ordenaron estas acciones y la destitución y el castigo a los responsables materiales e intelectuales que causaron las lesionadas y las detenciones ilegales.  

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