¡Fuera la derecha! Las LeBaron no son bienvenidas
En el transcurso de esta semana se ha informado que mujeres de la familia LeBaron tienen la intención de participar en la marcha del 8 de marzo, como víctimas colaterales de la violencia feminicida. Sin embargo, desde nuestro punto de vista su “lucha” y la nuestra no tienen nada que ver.
¿Quiénes son las y los LeBaron?
Las últimas semanas hemos visto un alza en la participación en la lucha universitaria contra la violencia machista. Y no es para menos, la violencia más allá de disminuir se agrava y ante ello la juventud no está siendo indiferente como algunos piensan. Estas acciones demuestran que existen deseos e ideas para cambiar lo existente, es una generación que nos ha tocado la lucha desde Ayotzinapa a la actualidad, no hemos abandonado la calle y estamos sacamos lecciones al fragor de cada batalla.
La violencia sexual en las escuelas es una realidad ya innegable. Por años, las víctimas de acoso, hostigamiento, abuso y violación sexual habían tenido que sufrir estas vejaciones en silencio. Esto responde a dos situaciones, la primera, el machismo individual tan arraigado que este sistema capitalista les enseña a los hombres, y también a mujeres, a tratarnos como mercancías y objetos de cuidados y placer ajenos a los nuestros. La segunda, el machismo institucional que manda un mensaje claro de impunidad a los agresores de que no importa qué tan grave sea el delito, ellos, por sí solos “no pueden” realizar lo que se supone es su trabajo. ¡Y todavía lo admiten! ¡Cínicos!
En un periodo de crisis del sistema capitalista a nivel mundial, el descontento de la clase trabajadora se ha expresado desde diversos puntos a través del movimiento feminista, con el que las mujeres buscamos una salida a las condiciones de desigualdad, en principio por una cuestión de género, sin embargo, desde el punto de vista del feminismo revolucionario identificamos que más allá del género, es una cuestión de clase. Las mujeres que todos los días salimos desde la periferia de la ciudad de México, por ejemplo, para trasladarnos por más de dos horas a los centros de trabajo y cumplir con una jornada laboral de más de 8 horas no vivimos la misma opresión que las mujeres de las colonias de alto poder adquisitivo, mujeres que aún reclamando condiciones de paridad con respecto a los hombres de su clase también son opresoras de las mujeres de la clase trabajadora.
¡Nos queremos vivas, libres y combativas contra la violencia feminicida y el capitalismo!
La violencia contra la mujer en México va en preocupante aumento, según cifras de noviembre de 2019, los feminicidios se han duplicado en los últimos cuatro años, convirtiendo a nuestro país en “uno de los más letales para ser mujer” (El País).
Sufrimos violencia cuando aprovechándose de alguna de nuestras necesidades nos piden sexo a cambio de “ayuda”, también sufrimos violencia laboral con salarios 20% más bajos en promedio que nuestros pares masculinos, o discriminación por embarazo o maternidad. La violencia tiene muchos rostros, pero un único fin: someternos y vulnerarnos para no salir nunca de un círculo interminable de violencia.
El movimiento feminista, un auténtico movimiento de masas
Indudablemente la violencia contra las mujeres ha ido en ascenso, no sólo porque el acoso en las calles, en nuestras escuelas, en nuestros centros de trabajo ha ido en aumento, sino porque las cifras de feminicidio han pasado de 9 a 10 mujeres asesinadas a diario por el simple hecho de ser mujeres. A la par del aumento de violencia existe un aumento en el movimiento feminista que ha sobrepasado las fechas conmemorativas del 8 de marzo, 28 de septiembre y 25 de noviembre, para manifestarse en cualquier ámbito y en cualquier coyuntura, lo hemos visto en los últimos días en las escuelas de la UNAM, universidades estatales y en Ciudades como Guanajuato y Hermosillo.
Este lunes 24 de febrero realizamos un mitin afuera del Reclusorio Oriente, en el contexto de la 1ª Audiencia sobre el caso del taxista violador serial que operaba en la zona de Iztapalapa, cerca del metro Constitución 1917, del cuál fue víctima una de nuestras compañeras.
Mujeres que desde niñas han experimentado la humillación, el abuso, la violencia y la explotación, se rebelan en todo el mundo. No acaban de descubrir su opresión, pero están encontrando el camino de su emancipación. Ante nuestros ojos se está produciendo un acontecimiento histórico que supone una ruptura con el pasado.
En los últimos años hemos visto un mundo coloreado de mareas verdes y moradas, de jornadas de lucha con calles abarrotadas de mujeres organizadas dando muestra de que cada 8 de marzo es día de lucha por nuestros derechos políticos, laborales y sociales y que no hay nada que celebrar. Es el día Internacional de la Mujer Trabajadora que fue instituido en 1910 durante la II Conferencia de Mujeres Socialistas a propuesta de la marxista Clara Zetkin, en conmemoración a las obreras textiles huelguistas de Nueva York y de todas las mujeres que dieron su vida en la lucha contra la explotación capitalista.
El movimiento de las mujeres jóvenes y trabajadoras contra la violencia machista, el machismo institucional y la opresión capitalista, sigue vigente en todo el mundo, y en México ha escalado en los últimos años. La mayoría del pueblo apoya al movimiento y reconoce su legitimidad, al mismo tiempo que las últimas manifestaciones ponen a discusión los métodos y la estrategia que debemos seguir para lograr nuestro objetivo de acabar con esta violencia sistemática.