Parecía imposible, pero el histórico día de la mujer trabajadora ha vuelto a llenar las calles de todos los territorios del Estado español en manifestaciones multitudinarias, masivas, abarrotadas de mujeres, de jóvenes, de trabajadores, mostrando una fuerza extraordinaria y una rabia que concentra todo el sufrimiento de nuestra clase. Y una vez más, el carácter de las marchas, su contenido netamente anticapitalista expresado en una crítica furiosa a la ultraderecha negacionista, al genocidio sionista contra el pueblo palestino, y a ese feminismo burgués, de postureo, representado por las ministras tránsfobas del Partido Socialista, se ha sentido con una fuerza estruendosa.