• ¡Fuera las manos sionistas del Líbano! Abajo la criminal invasión imperialista

    ¡Fuera las manos sionistas del Líbano! Abajo la criminal invasión imperialista

  • Kamala y Trump, candidatos del sionismo y el gran capital

    Kamala y Trump, candidatos del sionismo y el gran capital

  • China desafía con fuerza el orden mundial de Washington

    China desafía con fuerza el orden mundial de Washington

  • V. I. Lenin (1924-2024). Retrato de un revolucionario

    V. I. Lenin (1924-2024). Retrato de un revolucionario

  • ¡Ni una trabajadora más acosada y despedida de las universidades!  ¡Justicia para Sam!

    ¡Ni una trabajadora más acosada y despedida de las universidades! ¡Justicia para Sam!

  • Las universidades públicas en pie de guerra contra Milei

    Las universidades públicas en pie de guerra contra Milei

  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • 6
uneteMovilmex 01
uneteMovilmex 01

banner

banner

Teoría/Documentos

Una sensible pérdida para el movimiento comunista

Nos hemos enterado del fallecimiento de nuestro amigo Germán Martínez Hidalgo, acaecido el pasado 25 de abril en la ciudad de Puebla. Esta noticia nos causa gran dolor a quienes tuvimos la oportunidad de conocer al maestro Germán. Sabemos que todos, tarde o temprano, dejaremos de existir pero no nos deja de causar consternación, pues, era un científico y profesor muy querido en la ciudad de Puebla  y un materialista dialéctico convencido de la teoría marxista.

Germán Martínez Hidalgo estudió de manera paralela en la primera generación de dos carreras: Física y Química en la Universidad de Puebla. Fue un científico destacado con un amplio conocimiento de la ciencia y de la historia. Era una persona con los dos pies bien plantados sobre la tierra; tenía una gran facilidad para explicar ideas complejas en lenguaje sencillo. Siempre fue un hombre humilde, entrañable y muy estimado. Caminando junto a él en la calles del centro de Puebla siempre había gente que le conocía, muchos de ellos ex alumnos de él que le demostraban su afecto.

Con Germán la Corriente Marxista Internacional y su sección mexicana establecimos una magnifica relación. Lo conocimos la primera vez que fue Alan Woods a Puebla, fue de los primeros en asistir al auditorio de derecho de la UAP y después ese mismo día de mayo de 2005 asistió a la otra charla que Alan daría en el sindicato de Telefonistas. Germán adquirió varios libros de la Fundación Federico Engels. Había quedado sumamente impresionado, pero más lo estaría al leer Razón y Revolución, el cual, no se cansaba de recomendar a sus amigos y conocidos.

Recuerdo que en una ocasión tuvimos una Escuela de Formación de la Tendencia Marxista Militante en el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (SUNTUAP) sobre ese libro. Había varios jóvenes estudiantes de Puebla, trabajadores, abogados y veteranos del movimiento obrero como Polo Uribe; también asistió una buena delegación de compañeros de la Ciudad de México. El maestro Germán, pese a que tenía múltiples compromisos, se hizo un espacio para asistir. Dio una intervención muy interesante, habló de la teoría de la relatividad. Dijo que solía ser que los descubrimientos científicos se dan a lo largo de la historia en parejas, cuando el conocimiento del ser humano llega a tal punto que se producen avances en el conocimiento, eso mismo ocurrió con la famosa ecuación E=mc2, de la cual hizo dos deducciones diferentes. Posteriormente explicó las aplicaciones concretas que se le pueden dar a esta ecuación, pasó entonces a ponernos un ejemplo viendo cuanta energía se concentra en un gramo de materia, finalmente tradujo el resultado a kilowatts y terminó señalando que en el gramo de un tapón de una pluma, de tierra o de lo que sea se concentra la cantidad suficiente de energía que puede utilizar un ser humano en su vida. Dijo que si no la agotábamos no había ningún problema podríamos agarrar otro gramo de materia y tener la energía que necesitáramos.

Nos señaló que al petróleo se le podrían dar otros usos como el convertirlo en alimento y que la ciencia tenía un potencial desarrollo; que se podrían crear fuentes de energía suficientes, y no contaminantes; que era el potencial que tenía una sociedad socialista. Todos en la sala quedamos muy contentos e interesados por su exposición. Los compañeros que tuvimos algún tipo de estudio científico o de ingeniería nos asombramos de la sencillez con que explicaba esas ideas de una forma más sencilla y con una gran profundidad que la mayoría de nuestros profesores universitarios.

La visión del mundo del compañero Germán era profunda porque se basaba en el análisis de la materia, su movimiento y evolución. Una ocasión me comentó que él consideraba que las leyes de la termodinámica eran las más universales. Esto habla en sí mismo de su visión materialista puesto que la primera ley de la termodinámica señala que la energía no se crea ni se destruye simplemente se transforma.

El profesor Germán gustaba mucho de sentarse a tomar un café en las hermosas calles coloniales del centro de la ciudad de Puebla y a platicar en la compañía de sus amigos. Tuvimos la oportunidad de acompañar alguna de esas charlas donde nos platicaba de su participación política en la lucha Comunista en Puebla, una ciudad que vivió una fuerte polarización social. Conversábamos de teoría marxista, de los avances y errores que se vivieron en la URSS, de la lucha de clases en América Latina, de la decadencia que se mostraba en el gobierno de Fox, de las tareas que debíamos asumir en la lucha de clases en el ascenso vivido en la batalla contra el desafuero y el combate al fraude electoral. Me recordó que después de un viaje que hizo a Europa regresó muy contento, entre otras cosas, porque pudo asistir a una manifestación comunista; de ese viaje nos obsequió al grupo poblano de Militante una foto del Monumento a la Victoria, uno de los más altos del mundo, que pudo observar en dicho viaje cuando pasó por Rusia.

Germán Martínez siempre fue un joven de espíritu, era imposible no animarse al hablar con él. Cuando regresó Alan Woods a Puebla no dudamos en invitar al maestro Germán a que participara en la presentación. El científico poblano poseía una gran cultura, había leído una cantidad enorme de libros, sólo así podemos comprender cómo pudo escribir más de 500 columnas en el diario El Sol de Puebla, que ya contará con un fuerte vacío al carecer de sus interesantes artículos científicos. Cuando le pedimos que nos proporcionara su currículum para poderlo presentar, se negó. Nos dijo que el camino se demuestra andando. Esto muestra su sencillez y humildad que siempre lo caracterizó.

El 24 de mayo de 2007, Alan Woods, junto al maestro Germán, presentó el libro Razón y Revolución: Filosofía marxista y ciencia moderna. Recuerdo que Alan había tenido una mala experiencia en Argentina donde presentó el mismo libro y un catedrático empezó a hablar por largo tiempo una serie de cosas que nadie comprendió, pero con Germán fue completamente diferente. Dio un discurso breve, pero lleno de contenido; inició diciendo que él había leído bastantes libros, pero que Razón y Revolución estaba por encima de todos ellos e invitaba a todo mundo a leerlo. En sus palabras se podía escuchar a Engels y el movimiento de la materia, señaló que la lógica dialéctica es la lógica real de la naturaleza. Alan quedó bastante contento con esa presentación y la participación del maestro Germán.

A veces era difícil reunirnos. Las reuniones que teníamos semanalmente los marxistas poblanos eran justo en el mismo horario en que se reunía la Sociedad Astronómica de Puebla, a la que el maestro Germán pertenecía y de la cual había sido fundador. Las tareas de la lucha de clases impedían que nos viéramos más seguido provocando que perdiéramos contacto por periodos largos.

Uno no se detiene a pensar que algún día estos amigos faltarán y ya no se encontrarán entre nosotros. Al ver publicada en In Defence of Marxism (www.marxist.com) la biografía de Einstein que escribió una nueva generación de jóvenes científicos marxistas, inevitablemente recordé al Maestro Germán; me hubiera gustado que la leyera y nos diera su valiosa opinión, dado su profundo conocimiento sobre el tema.

A Germán Martínez le fascinaba el Universo. En una de sus últimas columnas que tuve oportunidad de leer citó estas palabras de Richard Feynman:

"Los poetas dicen que la ciencia quita la belleza a las estrellas, simples globos de átomos gaseosos; nada es simple. Yo también puedo ver las estrellas en una noche desierta y sentirlas. Pero ¿Veo más o menos? La inmensidad de los cielos agranda mi imaginación, hundido en este carrusel, mi pequeño ojo puede captar luz de un millón de años de antigüedad o verlas con el gran ojo del Palomar, alelándose con rapidez de un punto inicial en donde quizá todas estuvieron reunidas. ¿Cuál es el modelo o el significado o el por qué? No hace daño al misterio conocer un poquito sobre él. ¡Cuanto más maravilloso es la verdad que lo que imaginó cualquier artista del pasado! ¿Porque no hablan de esto los poetas del presente?"

La vida de un ser humano es finita, pero la vida es infinita como el universo del que siempre estaremos aprendiendo cosas nuevas y al cual nunca terminaremos de comprender por qué el conocimiento es infinito. Hoy, Germán ya no está con nosotros, su cuerpo estará viajando y transformándose a lo largo de este universo. Si bien, él ya no está físicamente con nosotros, nos deja su alegría, su entusiasmo, sus ganas de vivir, de comprender, dominar y transformar la naturaleza y la sociedad.

El profesor Germán Martínez nos da ciertas luces de lo que será el hombre de la futura sociedad comunista, por la que él luchaba. Cuando la humanidad rompa con los grilletes de la propiedad privada y la camisa de fuerza que significan los estrechos Estados Nacionales, no habrá razón objetiva para poner los grandes conocimientos científicos al servicio del conjunto de la humanidad. El desarrollo de las fuerzas productivas llegará a niveles sin precedentes, permitiendo que, trabajando menos, se puedan obtener todos los bienes que la humanidad necesite. Se invertirá en el desarrollo científico y la tecnología necesaria para cuidar el medio ambiente y eliminar las enfermedades y pandemias que hoy acosan a la humanidad. El ser humano tendrá los medios materiales para su desarrollo personal. Será común ver a hombres con la capacidad intelectual de un Marx o un Einstein. Ese es el potencial que te da el comunismo, algo que comprendía muy bien el maestro Germán, por eso se abrazaba a la teoría marxista.

Desde estas líneas los compañeros de la Tendencia Marxista Militante y la Corriente Marxista Internacional, y en particular los compañeros que participamos y participan en la sección poblana, queremos rendir un modesto homenaje a este gran hombre y transmitir nuestras más sinceras condolencias a sus familiares y amigos.

Extendemos la invitación del profesor German a leer Razón y Revolución, ese libro maravilloso que muestra la filosofía y la sociedad del futuro y a luchar por la sociedad que quería el compañero Germán Martínez Hidalgo: la sociedad Comunista. Ese es el mejor homenaje que podemos rendir a este humilde comunista.

Contenido

Parte I. Las bases objetivas de la Ilustración; el contexto social de la filosofía de Hume
Diferencias entre la Ilustración Francesa y la Ilustración inglesa del siglo XVIII y su expresión en la filosofía de David Hume

Parte II. El debate sobre la objetividad del mundo y la causalidad
Percepciones fuertes y débiles
No existe el mundo objetivo
Concesiones de Hume al racionalismo, acerca de las matemáticas
Principios de asociación entre la ideas: ¿Hume precursor de Kant?
Hume y su lucha contra la objetividad de la causalidad
La necesidad y la ética
Conclusiones
Bilbiografía

Parte I. Las bases objetivas de la Ilustración; el contexto social de la filosofía de Hume

Después del periodo de formación del capitalismo conocido universalmente como el renacimiento (siglos XV-XVI) - en donde presenciamos el renacimiento del comercio, de los descubrimientos geográficos y el crecimiento de las ciudades (Florencia, Milán, etcétera) y los grandes descubrimientos científicos; y, en el terreno político, el surgimiento de las monarquías ilustradas que impulsaron la acumulación originaria de capital - a finales del siglo XVI y hasta el siglo XVIII presenciamos el fenómeno cultural conocido como la Ilustración que por su contenido político y social representa el periodo de las primeras revoluciones burguesas y, en algunos países la consolidación del estado burgués, expresando el hecho de que el poder económico de esta nueva clase social era lo suficientemente fuerte como para pretender la hegemonía del poder político; este periodo abarca las revoluciones en los países bajos (los años 67-70 del siglo XVI), la guerra civil en Inglaterra (en las décadas 40 al 80 del siglo XVII) y la revolución Francesa (silgo XVIII) La ilustración representa un proceso de tremendos cambios político sociales, un periodo en el que la burguesía, para instaurar su nuevo orden social, debía derribar las barreras objetivas y subjetivas de la edad media que se oponían al dominio del capital: “El primero era la servidumbre [nos dice George Novack] el modo de explotación precapitalista más importante; el segundo era el sistema de gremios, un modo de manufactura precapitalista; el tercero lo constituían los privilegios medievales y los monopolios reales que impedían la formación y extensión del mercado libre; el cuarto era la monarquía absolutista que al inicio promovió y después obstaculizó los intereses de la burguesía; el quinto era la nobleza terrateniente en la cual se apoyaba y con la que contaba incondicionalmente la monarquía; y el sexto era la iglesia católica que poseía una tercera parte de la tierra de toda Europa y era la principal defensora del mundo medieval”[i].  El terreno de los descubrimientos científicos amplió, por su parte, los horizontes intelectuales de la nueva sociedad: Galileo, Kepler, Newton fundamentaron la ciencia mecanicista y matemática de este periodo. Francis Bacon, uno de los más grandes representantes  de la filosofía de esta época, señalaba las consecuencias ideológicas de la nueva ciencia y los nuevos descubrimientos: “la invención de la imprenta, de la pólvora y de la brújula habían cambiado la fisonomía y la situación del mundo entero (…) esto dio lugar a innumerables cambios en las cosas, de tal modo que no hubo poder alguno, ni doctrina o estrella que influyera tanto en los asuntos humanos como estas invenciones mecánicas”[ii] . Contra la escolástica medieval los ilustrados alzaron la bandera de la “naturaleza humana” eterna y la razón; contra la intolerancia religiosa alzaron la bandera del libre pensamiento y la tolerancia (Montaigne), del deísmo ilustrado (Montesquieu, Russeau), cuando no de el materialismo francamente ateo (Diderot, Holbach); contra la especulación religiosa alzaron la predominancia de los sentidos (Roger Bacon, Francis Bacon, John Locke) o la preeminencia de la razón (Descartes, Spinoza, Leibniz), incluso el poder creador de la material eterna (le Mattriee, Diderot, Holbach) Por supuesto que esa naturaleza humana no era otra cosa que la personalidad burguesa idealizada, y la razón y el empirismo expresión idealizada de las nacientes manufacturas y la ciencia mecánica. Sin embargo frente a un marasmo y relativo estancamiento que había durado mil años el renacimiento y la ilustración marcan un periodo de profunda ruptura y efervescencia en todos los niveles.

Diferencias entre la Ilustración Francesa y la Ilustración inglesa del siglo XVIII y su expresión en la filosofía de David Hume

Cuando, a principios y mediados del siglo XVIII, los filósofos franceses estaban preparando el terreno para la revolución del 1789, en Inglaterra la burguesía ya había logrado la hegemonía política y las convulsiones revolucionarias que habían sacudido a Inglaterra en las décadas del 40 y 80 del siglo XVII habían quedado en el pasado. Esta diferencia fundamental en el ritmo de los acontecimientos imprimió su sello en el carácter del empirismo agnóstico de David Hume frente al franco materialismo de los enciclopedistas franceses. Sin comprender estas diferencias de contexto no es posible entender cabalmente  las profundas diferencias de carácter entre estas dos expresiones de la Ilustración.

Las tareas políticas de la burguesía diferían profundamente en Francia e Inglaterra del siglo XVIII. En el caso de Francia se trataba de la inminente conquista del poder político; la revolución Francesa había sido precedida por la revolución Holandesa que la liberó de la tutela española y de la revolución Inglesa liderada por Oliver Cromwell. A diferencia de la revolución Francesa los movimientos de masas que dieron el poder a la burguesía en Holanda e Inglaterra se expresaron en una forma religiosa, los cavadores y niveladores de la revolución inglesa, por ejemplo, reivindicaban el protestantismo en su variante puritana (diferenciado del protestantismo anglicano del estado Ingles) y el reino del cielo en la tierra. Los ilustrados franceses, que se alzaron sobre las experiencias anteriores y llevaron hasta sus últimas consecuencias las implicaciones materialista del empirismo lockeano y la física de Descartes, veían de una manera clara el papel reaccionario de la iglesia católica quien era el principal terrateniente y baluarte del orden feudal, por ello, la ideología ilustrada en Francia de mediados del siglo XVIII adquirió, en varios de sus más destacados representantes, un contenido materialista y ateo; los ilustrados burgueses en Francia sabían que la religión era uno de los principales obstáculos a la razón y la educación, una de las principales herramientas para mantener al pueblo en la ignorancia, ellos atacaron las bases filosóficas del pensamiento religioso adoptando el materialismo mecanicista. No es casualidad que el Obispo Berkeley atacara sobre las bases del empirismo al materialismo ya que, explícitamente, explica que el materialismo lleva directamente a posiciones filosóficas ateas y subversivas.

En Inglaterra del siglo XVIII la burguesía ya había adquirido el poder político, la “revolución gloriosa” que puso en el poder a Guillermo de Orange significó el pacto entre las diversas facciones de la clase dominante (burguesía y nobleza), después de hacer a un lado a los Estuardo que los mismos comerciantes habían invitado a que volviera a Inglaterra –cuyo odio vitriólico a la revolución se expresó en la exhumación del cuerpo de Cromwell ¡para colgarlo!, tratando de enterrar la memoria de la revolución fechando el inicio del reinado de Carlos II el día de la decapitación de su padre- , instauraron un parlamento controlado por la aristocracia burguesa y una monarquía acotada. La burguesía Inglesa, al contrario de la Francesa, no quería saber nada de la revolución, los burgueses habían quedado impactados con la guerra civil y los “excesos” de la pequeña burguesía revolucionaria que había impulsado a Cromwell al poder[iii] . “Los ricos se guiaban por estrechas consideraciones prácticas y miraban con recelo a la teoría, a pesar de todo impulsaron la investigación científica que tuviera consecuencias prácticas, traducibles en libras, chelines y peniques. Este espíritu egoísta impregnó todo el pensamiento filosófico de la época, al menos en Inglaterra, animada sólo por las obras satíricas de Swift y Sheridan” (…) “Fue la época en que se forjó el espíritu puramente burgués, utilitario, juicioso, que se inclina ante la situación vigente y que califica de vano sueño todo intento de penetrar en la esencia de las cosas” [iv].

Este fue el ambiente en el que nació la filosofía de David Hume quien dio una expresión filosófica a un periodo que necesitaba de la ciencia positiva pero quería desprenderse de las agitaciones revolucionarias limitando el pensamiento a los hechos concretos, rechazando las amplias generalizaciones como metafísicas, aceptando, aunque sólo fuera por un acto de fe y de costumbre, aquellas ideas que sirvieran a la ciencia positiva (ciencia matemático-mecanicista en especial los conceptos de cantidad y número) [v], a la práctica diaria (en especial los negocios [vi]) y que dieran estabilidad al régimen (especialmente la religión como freno frente a  las masas y por su utilidad en la moral pública). El escepticismo de Hume se corresponde con la moderación política y el conservadurismo expresando el estado de ánimo de la burguesía en el poder la cual requiere de libertad para sus negocios, la ciencia (enfrentándose en ese terreno al fanatismo religioso) y, frente a los temores de la guerra civil, requiere de un acuerdo con los terratenientes, compromiso materializado en la instauración, con la “revolución gloriosa”, de una monarquía parlamentaria. Así el escepticismo humeano pretende representar una salvaguarda contra la charlatanería religiosa y, al mismo tiempo, contra las consecuencias subversivas del materialismo [vii] abocando al pensamiento a las tareas prácticas de la sociedad burguesa y defendiendo (con una actitud escéptica) la libertad de pensamiento siempre y cuando no atente contra el Estado[viii] . El conservadurismo de Hume propone un pirronismo mitigado –frente a las ideas, a su juicio metafísicas, de Dios, causalidad, y existencia de la realidad material-  que oriente al pensamiento dentro de los márgenes del sentido común: “Otra clase de escepticismo mitigado”, nos dice Hume diferenciando su pensamiento del pirronismo extremo que vuelve imposible la actividad humana, “que puede constituir una ventaja para la humanidad y que puede ser el resultado natural de la duda y escrúpulos pirronianos, es la limitación de nuestras investigaciones a los temas que estén mejor adaptados a la estrecha capacidad del entendimiento humano” (…) “Un juicio correcto(…) evitando toda investigación distante y elevada, se limita a la vida corriente y a los temas diarios, dejando las cuestiones más sublimes al embellecimiento de poetas y oradores, a las artes de clérigos y políticos” [ix].

Hume expresó en su monumental Historia de Inglaterra este punto de vista: “El examen más extenso que hizo Hume de este fenómeno moderno que son los partidos políticos metafísicos” nos dice Donald W. Livingston, “se encuentra en los volúmenes de la Historia que tratan de los eventos revolucionarios que ocurrieron durante el reinado de los Estuardo. Hume consideraba que la guerra entre el parlamento y la corona era excepcionalmente moderna y metafísica, a grandes rasgos lo mismo que Burke pensaba de la Revolución Francesa. El carácter metafísico de la guerra se debía en parte a la naturaleza del protestantismo, en especial del puritanismo, que siendo “principalmente espiritual”, se asemeja más a un sistema metafísico (H, IV, xxxviii, 12). (…). Por otra parte, “la religión católica, al acomodarse a los sentidos e imponer prácticas acordes con el tren cotidiano de vida”, es una religión menos metafísica, y por esa razón era para Hume más razonable, aunque no más racional. (..) Los protestantes eran una fuerza revolucionaria alienada de la vida cotidiana y dispuesta a morir por “sus principios abstractos y especulativos” (ibíd., IV,xxxviii, 12). En la Historia se describe al catolicismo como la “antigua y arraigada” religión de los británicos hasta que se estableció luego el protestantismo. A Hume le parecía caricaturesco el carácter radical e impío de la rebelión protestante: “la nación debió comportarse con un poco más de humanidad ante la religión de sus ancestros” (ibíd., V, 1, 10). (..) Y respetaba el anglicanismo de Carlos que, a diferencia del protestantismo puritano, “no contenía nada de fiero o sombrío, nada que lo encolerizara contra sus adversarios ni que lo aterrorizara con el desconsolador prospecto del porvenir (ibíd., V, lix, 355) [x}.

Al igual que Edmund Burke (padre del conservadurismo) quien pensaba que las causas fundamentales de la revolución Francesa se encontraban en la metafísica materialista, Hume opinaba que una de las causas fundamentales de la guerra civil en Inglaterra se encontraba en la metafísica protestante, especialmente en su variante puritana, metafísica que inflamaba las pasiones humanas dirigiendo el pensamiento a ideales metafísicos que ponían en peligro el status quo. Por ello Hume daba excepcional importancia a la lucha contra la metafísica, la filosofía y la religión (sobre todo en su variante protestante), contra toda abstracción que vaya más allá de la vida cotidiana y el orden establecido mediante las costumbres y hábitos de la sociedad. Así pues el escepticismo de Hume es una posición filosófica con una clara orientación política, una posición filosófica que fundamenta el conservadurismo en la política y en la moral (recordemos que Hume basa su ética en la utilidad y la costumbre). Al respecto nos dice Livingston “(..) en la filosofía de Hume hallamos una estructura conceptual diseñada para refutar el pensamiento revolucionario, y capaz de explicar la idea conservadora de un orden social y político legítimo. Esto fue reconocido por los primeros conservadores en Francia tras la revolución, quienes —como ha mostrado el profesor Bongie— adoptaron como documentos fundacionales de la contra-revolución no las Reflexiones de Burke sino la Historia de Inglaterra y los ensayos políticos de Hume. Las Reflexiones de Burke  fueron escritas para los británicos con el fin de persuadir a los whigs radicales de no imitar la revolución y para explicar las diferencias conceptuales entre la tradición whig de reforma “evolucionaria” y la peculiar rebelión metafísica de la revolución. Cierto estridente chauvinismo británico recorre esta obra, junto con elementos góticos que anticipan la era romántica y una nostalgia por la unidad medieval. Los trabajos históricos y filosóficos de Hume, sin embargo, tienen un marco cosmopolita y están organizados en torno a un sistema filosófico. No fueron construidos con premura en reacción a los acontecimientos, sino elaborados pausadamente en plena Ilustración. Su trabajo congeniaba mejor con aquellos “conservadores latinos” más orientados a la teoría. Ellos podían apelar a Hume como alguien que había alcanzado en la historia una objetividad casi sobrehumana, y que, en cuanto escéptico, usó las propias herramientas de la razón para limitar el rango de acción de la razón en la política (…) Quizás el primero en entender esto fue Luis XVI. Hume le fue presentado en la corte en 1763 cuando tenía tan sólo 10 años (¡edad suficiente, sin embargo, como para confesar admiración por el trabajo de Hume!). Luis estudió cuidadosamente la Historia durante su vida, y cuando los acontecimientos se tornaron revolucionarios intentó guiarse por los paralelos que descubrió entre su situación y la de Carlos I. Bongie ha mostrado que “al acercarse la fecha del juicio… su preocupación por el reinado de Carlos I, en base a la explicación dada por Hume y que parece haber preferido por sobre todas las demás, se convirtió en una verdadera obsesión”. Su criado cuenta que al enterarse de que la Convención votó a favor de la pena de muerte: “El rey me ordena buscar en la biblioteca el volumen de la Historia de Inglaterra donde se encuentra la muerte de Carlos I: lo leerá los días siguientes [xi]

De la misma manera que David Hume expresó en el lenguaje del escepticismo el conservadurismo burgués también reflejó la ideología del imperialismo británico ( a pesar de ser escocés aceptaba el dominio británico en Escocia); ya desde el siglo XVII Inglaterra instaura la “Compañía Británica de las Indias Orientales” mediante la cual establece su dominio comercial en sus colonias en india, África y América; a tono con ello Hume, como toda la clase dominante  Inglesa, consideraba seres inferiores a los negros, indios e indígenas; este prejuicio quedo muy bien expresado en una nota a pie de página de el ensayo de Hume titulado “De los caracteres nacionales” donde afirma la siguiente “perla de sabiduría”:  “Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la acción o la especulación. No han creado ingeniosas manufacturas, ni artes, ni ciencias. Por otra parte, entre los blancos más rudos y bárbaros, como los antiguos alemanes o los tártaros de la actualidad, hay algunos eminentes, ya sea en su valor, forma de gobierno o alguna otra particularidad. Tal diferencia uniforme y constante no podría ocurrir en tantos países y edades si la naturaleza no hubiese hecho una distinción original entre estas clases de hombre, y esto por no mencionar nuestras colonias, donde hay esclavos negros dispersados por toda Europa, de los cuales no se ha descubierto ningún síntoma de ingenio; mientras que la gente pobre, sin educación, se establece entre nosotros y se distinguen en todas las profesiones. En Jamaica, sin embargo, se habla de un negro que toma parte en el aprendizaje, pero seguramente se le admira por logros exiguos, como un loro que ha aprendido a decir varias palabras[xii] ”.

Hume afirma haber llegado  a sus conclusiones escépticas por medio de un estudio minucioso de las posibilidades y limitaciones de la mente humana[xiii] así como el astrónomo estudia los cuerpos celestes. En el primer capítulo de su obra fundamental  “Investigación sobre el conocimiento humano” Hume comienza definiendo lo propio de la naturaleza humana.  “El hombre es un ser racional, y, en cuanto tal, recibe de la ciencia el alimento y la nutrición que le corresponde. Pero tan escaso es el alcance de la mente humana que poca satisfacción puede esperarse en este punto, ni del grado de seguridad ni de la extensión de sus adquisiciones. El hombre es un ser sociable, no menos que un ser racional; pero tampoco puede siempre disfrutar de una compañía agradable y divertida, o mantener la debida apetencia de ella. También el hombre es un ser activo, y por esta disposición, así como por las diversas necesidades de la vida humana, ha de someterse a los negocios”  la naturaleza humana le dice al hombre, según Hume: “Entrégate a tu pasión por la ciencia, pero haz que tu ciencia sea humana y haz que tenga una referencia directa a la acción y a la sociedad. Prohibido el pensamiento abstracto y las investigaciones profundas y las castigaré severamente con la melancolía pensativa que provocan, con la interminable incertidumbre en que le envuelve a uno y con la fría recepción con que se acogerán tus pretendidos descubrimientos cuando los comuniques. Sé filósofo, pero en medio de toda tu filosofía continúa siendo un hombre” [xiv]. Es claro que, junto con la mayoría de los pensadores ilustrados, Hume postula, con todo y su escepticismo, la existencia de una naturaleza humana eterna que se corresponde más o menos con la personalidad humana burguesa que ve en los negocios la actividad humana por excelencia, una personalidad imbuida por consecuencia en los valores de la avaricia, ambición, deseo de venganza; mitigada por el espíritu cívico y de amistad, que Hume cree son propios de una naturaleza humana eterna e inmutable.

Tal es el convencimiento de Hume de la inevitabilidad de estos valores burgueses, solamente mitigados por el placer de la amistad y el espíritu cívico, que señala lo siguiente: “Si un viajero, al volver de un país lejano, nos trajera información de hombres totalmente distintos de cualquiera de los que hemos tratado, hombres que carecen totalmente de avaricia, ambición, deseo de venganza, que no conocen más placer que la amistad, la generosidad y el espíritu cívico, inmediatamente reconoceríamos la falsedad de sus afirmaciones a partir de estos hechos y demostraríamos que es un mentiroso, con la misma seguridad que si hubiera llenado su relato de centauros y dragones, milagros y prodigios” [xv]. Aunque se sale de los límites de este ensayo señalemos lo siguiente con respecto a la afirmación anterior: está demostrado que muchos de los pueblos cazadores recolectores como los bosquimanos de Kalahari, los aborígenes australianos y muchos otros no conocen los valores burgueses, que Hume cree son propios de la naturaleza humana; de los lazos sociales propios de su modo de producción surge una moral igualitaria, colectivista, recíproca. Es claro que al igual que Aristóteles asumía la esclavitud como resultante de la naturaleza Hume asume la vida burguesa como propia de la naturaleza humana; tanto Aristóteles como Hume expresaron a su manera los prejuicios y la ideología de su tiempo.

Parte II. El debate sobre la objetividad del mundo y la causalidad

Percepciones fuertes y débiles

Para comprender la posición escéptica de Hume en lo relativo a la existencia objetiva del mundo material y la causalidad debemos hacer un somero repaso a la especificidad del empirismo humano, veremos cómo su empirismo cede a algo muy parecido al “apriorismo” en el terreno de las matemáticas y “claudica” en el terreno religioso bajo el ropaje del deísmo.

Una vez establecida la supuesta naturaleza humana Hume estudia la manera en que la mente humana percibe el mundo siguiendo, como es natural, una línea empirista: “He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes o intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámosnos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta a la usual. Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados”[xvi] .

De esta manera Hume, al igual que Jhon Locke, afirma que las ideas sólo pueden tener acceso a la mente por medio de la experiencia inmediata. Aún los pensamientos más sublimes provienen de la experiencia, la corrección de las ideas resulta de responder adecuadamente de qué impresiones se derivan, así un ciego jamás podrá tener idea acerca de los colores. De este hecho se deriva la debilidad del pensamiento humano, que mientras más abstracto se vuelve más se extravía en la oscuridad y en su propia debilidad. La idea de la libertad del pensamiento proviene de su capacidad de mezclar u trasponer ideas pero en realidad el pensamiento que mezcla es profundamente débil, abstracto y metafísico “Aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada,” nos dice Hume “encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, esta reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente. Podemos representarnos un caballo virtuoso, pues de nuestra propia experiencia interna (feeling) podemos concebir la virtud, y ésta la podemos unir a la forma y figura de un caballo, que es un animal que no es familiar. En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa. La mezcla y composición de ésta corresponde sólo a nuestra mente y voluntad. O, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas” [xvii].

No existe el mundo objetivo

Francism Bacon, Tomas Hobbes, Jhon Locke, todos ellos habían fundamentado el empirismo ilustrado; Locke afirmaba que la mente humana de un recién nacido era una tabla raza que era escrita por medio de la experiencia, Afirmaba que todos nuestros conocimientos provienen de los sentidos. Los primeros empiristas nunca dudaron de que las sensaciones no nos trasmitieran propiedades de los objetos materiales y de que la naturaleza existiera objetivamente independientemente de la subjetividad humana; a lo sumo Locke distinguía entre las cualidades primarias y secundarias, las primarias pertenecían al objeto (todo lo que es expresable de un modo matemático cuantitativo) mientras que las cualidades secundarias como el color y el olor (todo lo cualitativo) son subjetivas y sólo existen en la mente del individuo. Hume va mucho más allá y, siguiendo los pasos del Obispo Berkeley, niega la posibilidad de saber si nuestras sensaciones “reflejan” aspectos de la objetividad, las sensaciones son subjetivas y nunca podemos salir de ellas. Con Hume  el entendimiento, vuelto sobre sí mismo, se destruye: “(...) parece evidente que cuando los hombres siguen este poderoso y ciego instinto de la naturaleza, siempre suponen que las mismas imágenes presentadas por los sentidos son los objetos externos, y nunca abrigan sospecha alguna de que las unas no son sino representaciones de los otros. Esta misma mesa que vemos blanca y que encontramos dura, creemos que existe independientemente de nuestra percepción y que es algo externo a nuestra mente que la percibe. (…) pero la más débil filosofía pronto destruye esta opinión universal y primigenia de todos los hombres, al enseñarnos que nada puede estar presente a la mente sino una imagen o percepción, y que los sentidos sólo son conductos por los que se trasmite estas imágenes sin que sean capaces de producir un contacto directo entre la mente y el objeto”[xviii]  

La misma idea está expresada en su Tratado "Una única conclusión que podemos inferir cuando vamos de la existencia de una cosa a la de otra se hace por medio de la relación de causa y efecto, que muestra que hay una conexión entre ellas y que la existencia de la una depende de la otra. La idea de esa relación se deriva de la experiencia pasada, por la cual hallamos que dos seres están constantemente unidos entre sí y siempre presentes a la vez ante la mente. Pero como no hay otros seres presentes a la mente que las percepciones, se sigue que podemos observar una conjunción o relación de causa y efecto entre percepciones diferentes, pero nunca entre percepciones y objetos. Es imposible, por tanto, que a partir de la existencia o de cualquier otra cualidad de las percepciones podamos formular conclusión alguna concerniente a la existencia de los objetos." (Tratado de la naturaleza humana Capítulo IV).

De manera paradójica el empirismo extremo se convierte en un empirismo vuelto al revés. De la idea inicial de que todo se aprende a través de la experiencia (Bacon, Hobbes, Locke) ahora llegamos a la conclusión de que nada se aprende a través de la experiencia y la observación. Este es el punto de partido del “positivismo lógico” moderno que pretende ser “la filosofía de la ciencia”; no es casualidad que Bertrand Russel afirmara que Hume es el primer positivista. El Viena "Círculo de Viena" (Carnap y Neurat), que enunció los principios clásicos del positivismo lógico, tenía como misión esencial erradicar de la ciencia toda metafísica, es decir, toda afirmación que vaya más allá del lenguaje; toda afirmación cuyo contenido implique la existencia de algo más allá del sujeto que percibe, más allá de toda experiencia; reduciendo la filosofía al estudio lógico del lenguaje; en palabras de Carnap: "La verdad es que rechazamos la tesis de la realidad del mundo físico, pero no la rechazamos como falsa sino como carente de sentido y que su antítesis idealista se halla sujeta al mismo rechazo [xix]".

La ciencia real (como la práctica humana en general), independientemente de los prejuicios positivistas, es incompatible con esta idea positivista. Incluso un científico positivista que niega la existencia del mundo material en los seminarios y las discusiones de café al salir de las cuatro paredes del aula no se olvidan de beber y comer; mientras sostienen con firmeza la no existencia de la causalidad, tienen bastante cuidado en evitar los inoportunos encuentro físicos con los camiones. Un científico positivista que se respete tendrá mucho cuidado de dejar sus ideas preconcebidas fuera de su quehacer científico sino quiere hacer el ridículo, tal como señala Engels en un ejemplo chusco pero ilustrativo en su obra Dialéctica de la Naturaleza: “qué pensaríamos de un zoólogo que dijera: el perro parece tener 4 patas pero no sabemos si en realidad tiene 4 millones de patas o ninguna”. El positivismo afirma ser “la filosofía de la ciencia” pero es una “filosofía de la ciencia” que es inútil, o se hace caso omiso de ella, justo cuando se hace ciencia, es como un paraguas que es inútil justo cuando llueve.

En realidad la llamada “filosofía de la ciencia” tiene muy poco que ver con el quehacer científico real, aparte de algunos avances en la formalización lógica. Por alguna razón hay personas que realmente creen que el positivismo es “la filosofía de la ciencia” y, en virtud de la estrechez de dicha postura, rechazan la ciencia en bloque (en virtud de pecados que no le corresponden en absoluto) adoptando posturas postmodernas tirando “el agua sucia con todo y niño”. La idea subyacente de la ciencia es que el mundo objetivo existe y es cognoscible, y no sólo es cognoscible sino que está regido por leyes que pueden ser comprendidas y manipuladas; desde la cosmología hasta la biología no señalan que el ser humano proviene de la evolución del “cosmos”, que las estrellas que vemos en el cielo nocturno existieron mucho antes de que cualquier subjetividad humana anduviera por ahí para observarlas; que las percepciones humanas dependen de los nervios, el cerebro y un entorno material. Toda la historia del capitalismo, con sus grandes logros tecnológicos, demuestra la capacidad de comprender la naturaleza y transformarla con base en la idea de la objetividad material y la causalidad, todas las ideas científicas señalan implícita o explícitamente que el mundo material existe independientemente de la conciencia humana (la única excepción “el principio de incertidumbre” fue interpretada de manera materialista por Einstein y otros destacados científicos, lo cual demuestra que la interpretación subjetivista de Heisenberg -escuela de Copenague- no es la única posible) e incluso que nuestra consciencia proviene de la evolución de ese mundo objetivo. Hume reconoce que sin la idea de causalidad y existencia real de los objetos la práctica humana sería imposible: "Si hay una relación entre los objetos que nos importa conocer perfectamente es la de causa-efecto. En ella se fundan todos nuestros razonamientos sobre las cuestiones de hecho o de existencia. Sólo ella nos permite alcanzar la certeza sobre los objetos privados de un testimonio directo [...]. La única utilidad de las ciencias es enseñarnos cómo podemos controlar y regular los acontecimientos futuros por medio de sus causas [xx]."  (Estudio sección 7), Incluso Popper afirmaba que aunque sentía racionalmente que el realismo del sentido común es un error, admitía que en la práctica era incapaz de dejar de creer en él durante más de una hora. Engels y Marx afirmaban que es la práctica social (científicamente controlada) el criterio que demuestra la objetividad de las ideas. Pero como los positivistas temen a la revolución como a la “peste” solo reconocen la práctica intelectual y la práctica de la vida cotidiana y rara vez conciben a la práctica como transformación activa de la realidad, por ello el criterio para determinar la objetividad de las ideas es “un libro cerrado con siete llaves” para ellos.

Concesiones de Hume al racionalismo, acerca de las matemáticas

No obstante que Hume señala que todas nuestras ideas provienen de la experiencia hace una curiosa excepción con las verdades matemáticas que, a despecho de su empirismo, afirma provienen de la mera operación de la razón y el pensamiento: “Las proposiciones de esta clase [nos dice Hume refiriéndose a las proposiciones de las matemáticas] pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del universo, aunque jamás hubiera habido un círculo o un triangulo en la naturaleza, las verdades demostradas por Euclides conservarían siempre su certeza y evidencia [xxi]. ¿Cómo entender esta aparente contradicción entre los principios empíricos de la filosofía de Hume, que en la segunda sección de su investigación afirma no aceptan contradicción, y su aceptación de verdades racionales independientes de la experiencia? Quizá la respuesta se encuentre en el hecho de que bajo la óptica del empirismo estrecho es difícil comprender que los axiomas de la matemática se derivan, no de la experiencia individual siempre limitada, sino  de la experiencia social de la historia de la humanidad que hereda conocimientos que son modificados socialmente y que progresivamente se elevan por encima de las condiciones materiales que les dieron origen adquiriendo su propia lógica y alcanzando un nivel de abstracción que parece responder a la razón pura, sin embargo, el estudio de la historia de la matemáticas puede demostrar que las matemáticas, como señaló Aristóteles, tratan de las relaciones cuantitativas abstraídas de los fenómenos discretos (aunque la matemática contemporánea, topología por ejemplo, ha llegado a reflejar aspectos cualitativos de la realidad), estabilidades relativas (unidad), y relaciones cuantitativas (el agua alcanza su punto de ebullición a los cien grados), relaciones geométricas abstraídas de la realidad material por medio de la práctica y las necesidades sociales (no es casualidad que casi todos los sistemas numéricos, excepto el maya que es de base 20, tengan base 10, ¡por la sencilla razón de que los seres humanos tenemos 10 dedos en las manos!, no es casualidad que el teorema de Pitágoras – en realidad descubierto por los egipcios y quizá antes en Babilonia- se descubriera a la par del surgimiento de la arquitectura monumental). En cambio desde un punto de vista estrechamente empírico jamás podremos descubrir las bases histórico-materiales de las matemáticas y no nos quedará más que aceptar las verdades a priori de la razón. Si adoptamos el punto de vista apriorista no se entendería porqué las matemáticas se aplican a la realidad (arquitectura, física, química, etc.) si no guardan ninguna relación con ella y son verdades separadas de la naturaleza. La practica social, decía Marx, es el criterio de verdad de todas nuestras ideas que si no se enfrentan con ella se vuelven escolásticas. Si las matemáticas sirven para transformar la realidad, transformándose en el proceso ellas mismas, es sólo porque reflejan ciertos aspectos de esa realidad.

Principios de asociación entre la ideas: ¿Hume precursor de Kant?

Hume afirma que una vez que las impresiones sensibles han sido percibidas son asociadas mentalmente por medio de diversos procesos o principios de conexión (semejanza,  contigüidad espacio y tiempo, causa y efecto) que parecen ser los antecedentes directos  de las categorías trascendentales y el sujeto trascendental de Kant; efectivamente, aunque Hume no parece percatarse de que está, de hecho, incorporando, además de la verdades matemáticas puramente racionales, verdades a priori o, al menos, condiciones a priori de la percepción y con ello negando, en parte , los principios estrictamente empiristas que pretendía defender: “Aunque parezca demasiado como para escapara a la observación que las distintas ideas están conectadas entre sí, no he encontrado un solo filósofo que haya intentado enumerar o clasificar todos los principios de asociación, tema, sin embargo, que parece digno de curiosidad. Desde mi punto de vista, sólo parece haber tres principios de conexión entre ideas, a saber: semejanza, contigüidad en el tiempo o en el espacio y causa o efecto” [xxii]. Quizá pueda responderse a esta interpretación que esos principios de conexión de la ideas provienen de la experiencia y que Hume no está afirmando nada más que eso. Es probable que así sea, sin embargo, Hume está afirmando que además de las ideas existen ciertos principios de conexión entre ellas, implicando que en la razón hay ciertos principios con los cuales el pensamiento ordena la experiencia sensible, no se puede negar del todo que un posible desarrollo de esta idea lleva directamente a la filosofía kantiana.

Es imposible polemizar de manera profunda contra la idea de las categorías a priori y la existencia de una razón trascendental humana eterna dentro de los límites de este ensayo, sin embargo, podemos señalar que la polémica entre los empirista y los racionalista era resultado, en parte, de una separación mecánica y absoluta entre la percepción y la razón, entre la abstracción y la sensación, entre lo abstracto y los concreto, entre lo sensible y lo racional. Incluso Kant, quien intentó hacer una síntesis entre estos dos aspectos, consideró al elemento racional como el aspecto activo, organizador, primario del proceso del conocimiento mientras que la experiencia sólo daba contenido a una razón eterna e inamovible que no es modificada en lo más mínimo por la experiencia (como un vaso pétreo que no es modificado por el agua que contiene) de esta forma la relación entre experiencia y razón es en Kant unilateral en un sentido idealista. Desde mi punto de vista la solución a este dilema puede encontrarse en la dialéctica entre lo sensible (entendido no sólo como sensibilidad pasiva sino con actividad humana sensible y transformadora) y lo racional. Sensibilidad (reflejo subjetivo de la objetividad) que origina el pensamiento, le da contenido y lo modifica; y, al mismo tiempo, lo racional (entendido como pensamiento social heredado por la generaciones pasadas) como el elemento que determina el punto de vista de las nuevas experiencias (y que por tanto determina la interpretación de lo sentido y experimentado), el elemento que selecciona los hechos, que elige lo que debe ser abstraído y lo que debe ser ignorado. De esta manera la practica trasforma al pensamiento y el pensamiento determina los métodos y las formas de la práctica; el pensamiento es, aquí, el elemento conservador que expresa tanto ideas correctas como prejuicios sociales que son superados dolorosamente y de manera contradictoria por medio de la confrontación entre la ideas y la producción, reproducción sociales y la lucha de clases. Así el proceso de conocimiento es el proceso contradictorio de superación de infinitos horizontes y aproximaciones sucesivas e inacabables hacia la verdad, verdad entendida como una realidad  material y objetiva (humanizada socialmente por medio de su transformación) e infinita en sus múltiples determinaciones.

Hume y su lucha contra la objetividad de la causalidad

La intención central de la filosofía de Hume es demostrar las limitaciones y la impotencia de la mente humana para determinar la existencia o inexistencia del mundo real, la existencia o inexistencia de Dios. Con tal objetivo Hume somete a prueba la noción de causalidad o conexión necesaria ya que la noción sobre la existencia de “las cuestiones de hecho” nace de la idea de causalidad. Aún cuando la noción de causalidad es la base de la ciencia Hume afirma que dicha noción no proviene ni de la razón ni de la experiencia: “Ningún objeto revela por las cualidades que aparecen a los sentidos, ni las causas que lo produjeron, ni los efectos que surgen de él, ni puede nuestra razón, sin la asistencia de la experiencia, sacar inferencia alguna de la existencia real ni de las cuestiones de hecho (…) La mente nunca puede encontrar el efecto en la supuesta causa por el escrutinio o examen más riguroso, pues el efecto es totalmente distinto a la causa  y, en consecuencia, no puede ser descubierto en él. El movimiento, en la segunda bola de billar, es un suceso totalmente distinto del movimiento en la primera” [xxiii]. Hume establece una separación absoluta y mecánica entre efecto y causa y los supone como absolutamente opuestos y sin relación alguna. A los sumo la razón es capaz de abstraer ciertos principios generales que por costumbre cree que rigen realmente a la naturaleza, no obstante incluso aquí la mente no es capaz de ir más allá de ciertos principios de la física mecanicista ni le es posible conocer las causas últimas de estos principios generales, puesto que las cualidades de extensión, solides y movimiento no señalan nexo causal alguno.  “Estas fuentes y principios últimos están vedados a la curiosidad e investigación humanas. Elasticidad, gravedad, cohesión de partes y comunicación de movimiento mediante el impulso: éstas son probablemente y principios últimos que podremos llegar a descubrir en la naturaleza. Y nos podemos considerar suficientemente afortunados, si somos capaces, mediante la investigación meticulosa y el razonamiento, de elevar los fenómenos naturales hasta estos principios generales o aproximarnos a ellos (…) De esta manera, la constatación de la ceguera y debilidad humanas es el resultado de toda filosofía, y nos encontramos con ellas a cada paso, a pesar de nuestro esfuerzo por eludirlas o evitarlas” [xxiv]. Así pues Hume establece a la ciencia mecánica como la última frontera del conocimiento humano señalando que a la naturaleza humana le es imposible ir más allá del estrecho límite de sus capacidades y, aún dentro de su estrecho margen, los principios descubiertos no pueden ser establecidos como leyes generales más allá de la costumbre.

La idea de la conexión necesaria y la causalidad proviene de la debilidad humana que de “causas” semejantes espera “efectos semejantes” sin existir ningún procedimiento racional que nos lleva de los particular a lo general; no existe término alguno que una a experiencias diferentes aunque semejantes; la mente humana incurre en una petición de principio, da un paso injustificado, al afirmar que experiencias similares tienen consecuencias similares. “La experiencia jamás registra la impresión de causa sino hechos que siguen a otros. Es imposible, por tanto, que cualquier argumento de la experiencia pueda demostrar esta semejanza del pasado con el futuro, puesto que todos los argumentos están fundados sobre la suposición de aquella semejanza. Acéptese que el curso de la naturaleza hasta ahora ha sido muy regular; esto por sí sólo, sin algún nuevo argumento o inferencia, no demuestra que en el futuro lo seguirá siendo [xxv]. Tenemos, por ejemplo, la experiencia de que el pan nos ha nutrido regularmente pero no podremos saber si el día de mañana el pan nos envenenará, sabrá a malvavisco o nos escaldará la lengua: “El pan que en otra ocasión comí, que me nutrió, es decir, un cuerpo con determinadas cualidades, estaba en aquel momento dotado con determinados poderes secretos. ¿pero se sigue de esto que otro trozo distinto de pan también ha de nutrirme en otro momento y que las mismas cualidades sensibles siempre han de estar acompañadas por los mismos poderes secretos? De ninguna manera parece una conclusión necesaria.” [xxvi]  Que el Sol no salga mañana es una proposición ni menos inteligible ni más contradictoria que la afirmación de que saldrá. En vano pues, intentaríamos demostrar su falsedad." (Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, secc. 4,1). La paradoja de esta célebre afirmación es que la ciencia contemporánea sabe que llegará el momento en que el Sol no saldrá por el horizonte al día siguiente, pero esta afirmación se sostiene, no en el escepticismo, sino en la idea de la causalidad y la idea de que el Sol, dadas sus leyes inmanentes, consumirá su combustible de hidrógeno y se convertirá en una gigante roja antes de terminar su existencia como una enana blanca

El escepticismo de Hume llega al extremo de negar la conexión necesaria entre la voluntad y los movimientos corporales: hemos tenido la experiencia de que después de tener la voluntad de mover las piernas éstas efectivamente se mueven; es, sin embargo, posible que la siguiente vez que desee mover mis piernas los que se mueva sea el epiglotis, que mi cabeza se desprenda de mi cuerpo volando o que se mueva cualquier otra cosa en el universo.  La experiencia es la única fuente de la creencia entre la conexión entre la voluntad y el movimiento del cuerpo pero al ser la experiencia de percepciones particulares y sin conexión alguna es imposible conocer la conexión causa efecto, nos está vedado conocerla, incluso aquí es imposible saber porqué frecuentemente sigue al influjo de la voluntad el movimiento de brazos y piernas pero no el movimiento del hígado y el corazón; en este caso, como en el resto de las experiencias, aprehendemos de la naturaleza la conjunción constante de objetos sin encontrar jamás su nexo. Es imposible, además, saber si las supuestas causas son de carácter  material o espiritual, ignoramos si la razón de la sucesión frecuente de ciertos hechos o percepciones esta en Dios o la naturaleza; aquí como en todos los casos sólo tenemos nuestra ignorancia.

Es evidente, como el mismo Hume acepta, que esta filosofía, aplicada consecuentemente, implica la imposibilidad de cualquier acción humana, la inutilidad de la ciencia, de la voluntad, de la moral; toda acción desde abotonarme la camisa, comer, caminar hasta la puerta de la casa o intentar suicidarme sería imposible si no hubiera causas y efectos. Caminar implica la idea de que cuando camino la planta de mis pies encontrará resistencia en el suelo y que no me hundiré eternamente a través de la materia, sería imposible caminar si sospechara seriamente que en el siguiente paso el piso de concreto responderá como gelatina. Sería imposible un intento suicida si la desesperada persona no creyera que el efecto de lanzarse desde un puente sería romperse la cabeza con el suelo y no el efecto de vivir eternamente o salir volando hasta la constelación de Orión. Sería imposible realizar una revolución, por ejemplo, si las masas no creyeran que el efecto de movilizarse no fuera la caída del odiado régimen y no una invasión extraterrestre. No obstante Hume cree que todas las accione humanas, desde la ciencia hasta los intentos de suicidio, se realizan y surten resultados, no porque existan en este mundo causas que determinen las acciones de los hombres y el curso de la naturaleza, sino a la simple creencia en la sucesión de hechos inconexos y el instinto natural humano a la costumbre: “La costumbre es el principio por el cual se ha realizado esta correspondencia tan necesaria para la supervivencia de nuestra especie y la dirección de la conducta en toda circunstancia y suceso de la vida humana. Si la presencia de un objeto no hubiera inmediatamente excitado la idea de los objetos usualmente unidos a él, todo nuestro conocimiento hubiera tenido que limitarse a la estrecha esfera de nuestra memoria y sentidos, y nunca hubiéramos sido capaces de ajustar medios a fines o emplear nuestros poderes naturales para hacer el bien o evitar el mal.” [xxvii]

La cuestión, que podemos objetar aquí, es precisamente cómo la humanidad ha sobrevivido sobre las nociones de causa y efecto (nociones cada vez más complejas e históricamente diversas)  si estas solo existen en la creencia y en la subjetividad humanas. Cómo es posible, pues, que la noción de causa y efecto tenga el resultado práctico de hacer la vida y la acción humana posibles si esa idea o creencia, que Hume supone sólo subjetiva, no tuviera alguna relación, por superficial que esta fuera en cierta etapa del desarrollo social, con la realidad objetiva. Marx diría que es la practica objetiva la que establece el nexo entre los subjetivo y lo objetivo; si la idea de causalidad aplica de manera relevante en la ciencia, con consecuencias que van desde la simple existencia de la pasta de dietes hasta los viajes espaciales, es sólo porque la causalidad existe en infinitos niveles y de forma infinitamente diversa en la realidad objetiva; esa objetividad se demuestra en la transformación humana de esa objetividad y es la fuente de la idea de causalidad como, en última instancia, de toda idea científica. Aquí la práctica no se concibe como practica subjetiva o simplemente utilitaria sino como práctica y subjetividad social demostrada y modificada por la práctica y producción objetivas de la humanidad.   Una vez más el escepticismo de Hume proviene de la separación mecánica entre las ideas y la práctica por la cual no se detecta la conexión entre el resultado práctico y objetivo de la supervivencia de la humanidad con la objetividad de las nociones de causa y efecto.

De acuerdo con Hume el escepticismo es la respuesta a milenios de discusiones filosóficas pues a su parecer los filósofos han estado discutiendo “pseudoproblemas” fuera del alcance del entendimiento; quizá la humanidad se hubiera ahorrado milenios de discusión si se hubieran clarificado las definiciones involucradas en una especie de “acuerdo de caballeros”. El escepticismo nos hace darnos cuenta de que quizá los más grande problemas filosóficos no se fundaban más que en simples malos entendidos: “Podría esperarse fundadamente que, en las cuestiones intensamente discutidas y debatidas desde los comienzos de la ciencia y la filosofía, por lo menos el significado de todos los términos hubiera sido precisado de común acuerdo por los participantes en la discusión y que nuestras investigaciones en el curso de dos mil años hubieran pasado de las palabras al tema real y verdadero de la controversia (…) Es verdad que si los hombres intentan discutir sobre cuestiones que están totalmente allende el alcance de la capacidad humana., como las concernientes al origen de los mundos o la organización de un sistema intelectual o de una región de espíritus, pueden durante largo tiempo azotar el aire con sus estériles contiendas y no llegar jamás a una conclusión definitiva [xxviii] 

La necesidad y la ética

Después de haber arrojado “por la puerta” a la causalidad y a la conexión necesaria Hume la deja entrar por “las ventanas” de su filosofía, en la forma de creencia o costumbre – que nunca puede llegar a la conexión objetiva y tampoco saber si existe realmente-, pues sabe bien que sin la creencia de un nexo causal entre la voluntad y carácter de los seres humanos y, por otro lado, sus acciones, la moral sería imposible. “Quizá no cueste inicialmente fijar tan estrechos límites al entendimiento humano, pero después no encontraremos dificultad cuando apliquemos esta doctrina a las acciones de la voluntad. Pues, como es evidente que estas tienen una conjunción regular con motivos, circunstancias y caracteres, y como siempre sacamos inferencias de las unas a las otras, estamos obligados a reconocer de palabra la necesidad que ya hemos admitido en todas las deliberaciones de nuestras vidas y todos los pasos de nuestra conducta y comportamiento” [xxix]  “Por su naturaleza misma, las acciones son temporales y perecederas y, si no procediesen de alguna causa en el carácter y disposición de la persona que las realiza, no podrían ni contribuir a su gloria si fuesen buenas, ni a su deshonra si fuesen malas. Las acciones mismas podrían ser culpables, contrarias a todas las reglas de la moralidad y la religión, pero la persona no podría responder de ellas, y como no procederían de nada que en ella sea duradero y constante, ni dejaría tras de sí nada de esta clase, sería imposible que dicha persona, por su causa pudiera ser el objeto de castigo o venganza. Por tanto según el principio que niega la necesidad y consecuentemente las causas, un hombre es tan puro e intachable  tras haber cometido el más horrendo crimen, como lo era al nacer, ni su carácter se ve en manera alguna afectado por sus acciones, puesto que no se derivan de él, y la maldad de la unas nunca podría emplearse como prueba de la depravación del otro” [xxx]  La libertad es, aquí actuar de acuerdo a la necesidad que imprime el carácter sobre nuestras acciones, cuando una coacción externa evita que la voluntad surgida del carácter estable de la persona influya sobre su acción no existe ni libertad ni acto moral [xxxi] .

Hume sabe que si la necesidad más absoluta determina nuestras acciones podría darse una interpretación en la que todos nuestros actos estarían predeterminados por Dios y por tanto la libertad no existiría. Aquí, como en todos los problemas centrales de la filosofía, el empirismo estrecho no aborda el problema sino que lo evade con la coartada de la supuesta debilidad humana. “La segunda objeción no admite una respuesta tan fácil y satisfactoria. No es posible explicar claramente cómo Dios puede ser la causa mediata de todas las acciones de los hombres, sin ser el autor de sus pecados y su bajeza moral. Se trata de misterios que la mera mente natural, sin otras asistencia, no es capaz de tratara adecuadamente y, cualquiera que sea el sistema al que se acoja, ha de verse sumida en cuestiones inextricables, e incluso en contradicciones, a cada paso que dé  con respecto a tales temas. Hasta ahora se ha visto que excede todo el poder de la filosofía el reconciliar la indiferencia y contingencia de la acciones humanas con la previsión, o defender el carácter absoluto de los decretos divinos, y, sin embargo, librara a la Deidad de ser autora del pecado. Feliz ella si fuera consciente de su propia temeridad y cuando escudriña estos misterios sublimes y, abandonando un escenario tan repleto de oscuridades y perplejidades, vuelve con la modestia debida a su verdadera y debida esfera, el examen de la vida común, donde encontrará suficientes dificultades para ocupar sus investigaciones sin lanzarse a un océano tan limitado de duda, incertidumbre y contradicción” [xxxii] .

El empirismo escéptico de Hume se dirige también a las creencias religiosas afirmando que la existencia de milagros y otros acontecimientos sobrenaturales no están basados en la experiencia ni en el razonamiento y, por lo tanto, salvo su utilidad en la moral pública y la contención de las masas, deben ser rechazadas por las clases cultas; Hume afirma que su doctrina lleva a la aniquilación total de la religión: “Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos¡. Si cogiéramos cualquier volumen de Teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de las cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión” [xxxiii].

No obstante esa supuesta “total aniquilación” hace muchas concesiones, Hume, muestra muchas inconsistencias en su rechazo de la religión y los milagros demostrando que el empirismo estrecho es un junco roto cuando se pretende fundamentar el ateísmo (cosa que por otro lado no es la intención de Hume por supuesto). En tanto que su rechazo a los milagros se basa en la experiencia habitual de la humanidad Hume se mete en serios problemas cuando gentes de probada moralidad afirman haber tenido experiencias de hechos milagrosos.  “Sopeso un milagro en contra de otro y, de acuerdo con la superioridad que encuentro, tomo mi decisión y siempre rechazo el milagro mayor.” En tanto que las experiencias son individuales y subjetivas incapaces de descubrir las causas y las leyes subyacentes a la naturaleza el escepticismo de Hume no puede rechazar de manera absoluta el mundo sobrenatural: “Pero que César o el ángel Gabriel o cualquier ser nunca existió, podrá ser una proposición falsa, pero de todas formas es perfectamente concebible y no implica contradicción” [xxxiv]. De manera paradójica e incluso cínica después de haber afirmado que el escepticismo lleva a la negación de la religión sus “Diálogos sobre religión natural” terminan con las siguientes palabras “Ser un escéptico filosófico es, en un hombre de letras, el primer paso y el más esencial, para ser un auténtico cristiano creyente[xxxv] .   

Conclusiones

La fundamentación del conservadurismo y la moderación política es la médula y la razón de ser de la filosofía de David Hume y expresa el estado de ánimo de amplios sectores de la clase dominante frente a los “excesos” de la revolución y la necesidad del desarrollo de la ciencia positiva orientada a la realización de su industria; la filosofía de Hume expresa las necesidades de la burguesía Inglesa del siglo XVIII y aún hoy es el símbolo de la moderación y el escepticismo en un mundo que se encuentra en un callejón sin salida. La contradicción entre su posición conservadora y la necesidad de la ciencia positiva recorre todas sus posiciones filosóficas fundamentales. El escepticismo es un antídoto contra la “metafísica” revolucionaria del materialismo pero también contra el crudo conservadurismo religioso que obstruye la ciencia (Berkeley por ejemplo) e igualmente sirve contra las posiciones que llevan la religión a posturas revolucionarias (el puritanismo de su tiempo); la moral basada en la costumbre y el hábito sirve para osificar y fundamental la conducta conservadora frente al “status Quo”.

Las posiciones escépticas relativas a la existencia de la causalidad y la realidad objetiva al mismo tiempo que pueden servir, en determinadas circunstancias, para debilitar y socavar los cimientos del pensamiento religioso y dogmático (como es el caso de Montaigne y Descartes por ejemplo); en Hume sirven, fundamentalmente, para socavar los grandes ideales de los pensadores que luchan por transformar el mundo.

Las posiciones escépticas de Hume se estrellan -a pesar de los prejuicios positivistas tan de moda actualmente- con la práctica, las conclusiones y la “esencia” del quehacer científico real; a cada paso la ciencia real nos muestra que el mundo objetivo existe, que puede ser comprendido, que está regido por leyes y que los hombres socialmente determinados no hacemos más que descubrir esas leyes inmanentes por medio de la practica y la transformación de la naturaleza en un proceso contradictoria de aproximaciones sucesivas e infinitas a la “verdad”. Por otro lado el escepticismo se muestra como un junco roto en el cual, en cada momento, nos encontramos con pasos atrás en lo que respecta a la posición empirista que Hume decía sostener y, sobre todo, a sus posiciones en lo relativo a la existencia de Dios, para finalmente aceptar la existencia de milagros y, más paradójico aún, pretender servir de fundamento a la “religión natural”.

Bilbiografía

Hume “Investigaciones sobre el conocimiento humano”, Alianza Editorial, España, 1994
Hume “Tratado sobre la naturaleza humana”, Grijalbo, 1985
Hume “Ensayos Morales y Literarios”, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008,
Hume “Ensayos políticos”,  Unión Editorial, Madrid, 1975
Hume “Diálogos sobre religión natural”, Tecnos, Madrid, 1994
Donald W Livingston “El conservadurismo de David Hume”, (http://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=2381177
(Revista) ISSN 0716-1115)
Carnap, “Filosofía y Sintáxis Lógica”, UNAM, México, 1995
George Novack,  “Cinco siglos de revolución”, Colección Construyendo Ideas, México, 2000
Dynnik “Historia de la filosofía”, Grijalbo, México, 1976
Marx “Tesis sobre feuerbach”, En Obras escogidas en tres tomos, Progreso, Moscú, 1976
Engels “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, Progreso, Moscú, 1974
Engels “Ludwing Fewerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, Progreso, Moscú, 1970
Engels “Antidhuring”, Grijalbo, México, 1982.


i. George Novack “Cinco siglos de revolución”, p. 49

ii. Citado en “Historia de la filosofía”, Dynnik, tomo I, p. 300

iiil El impacto sobre la clase dominante que la democracia directa, de los Levellers y Diggers que fueron aplastados por el mismo Cromwell, queda reflejada en la posición de Hume.  A pesar de que idealmente Hume abogaba por una monarquía parlamentaria, más orientada a una república, mostrando su conformidad con el golpe palaciego que significo la “revolución gloriosa”, prefería la monarquía absoluta a una república dominada por las masas. “Es bien sabido que todo sistema de gobierno ha de tener un fin, y que la muerte es tan inevitable para un cuerpo político como para un organismo animal. Pero, puesto que hay muertes preferibles a otras, cabe preguntarse si es más deseable para la constitución británica acabar en un gobierno popular o en monarquía absoluta. Aquí he de declarar francamente que, aunque la libertad se preferible a la esclavitud en la inmensa mayoría de los casos, antes preferiría ver en esta isla una monarquía absoluta que una república” (David Hume, “Si el gobierno británico se inclina más a la monarquía absoluta o a una República”, en Ensayos políticos, p.61)
“De modo que si tenemos razones para desconfiar más de la monarquía porque el peligro es más inminente de su lado, las tenemos también para recelar del gobierno popular, que es amenaza más grave. De todo ello debemos sacar la enseñanza de una mayor moderación en nuestras controversias políticas” (Ibid. p.62)
“(…) Todos los gobiernos se basan en estos tres conceptos del interés público, el derecho al poder y el derecho de propiedad, y en ellos se funda también toda autoridad de los pocos sobre los muchos”.(David Hume “De los principios del gobierno”, en Ensayos Políticos, p.38)

iv. Dinnik “Historia de la Filosofía”, p.389

v. Cf. Hume “Investigaciones sobre el conocimiento humano” p.190

vi. Cf. Ibid. p.23

vii. Cf, Ibid. pp 161, 173-174

viii. Cf. Ibid. p. 174

 ix. Ibid. p.189

x. Donald W Livingston “El conservadurismo de David Hume” (http://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=2381177
(Revista) ISSN 0716-1115)

xi. Ibid.

xii. Hume “Ensayos Morales y Literarios”, p. 227

xiii. Cf, Hume “Investigaciones sobre el conocimiento humano”. p.190

xiv. Ibid. pp. 22-23

xv. Ibid. p. 108

xvi. Ibid. p. 33

xvii. Ibid. p. 34

xviii. Ibid. p. 179

xix. Carnap, “Filosofía y Sintáxis Lógica”, p 48

xx. Hume “Investigación (..)” p.

xxi. Hume, Ibid. p.48

xxii. Ibid. p. 40

xxiii. Ibid. pp. 50, 51

xxiv. Ibid. p. 53

xxv. Ibid. p.60

xxvi. Ibid. p.56

xxvii. p.78

xxviii. Ibid. pp 104-105

xxix. Ibid. p 118

xxx. Ibid. p. 122

xxxi. Cf. Ibid. . p.123

xxxii. Ibid. p.127

xxxiii. Ibid. p.192

xxxiv. Ibid. p.191

xxxv. Diálogos sobre religión natural (parte XII) p. 168

 

La revolución en Portugal. El derrocamiento de la dictadura y el movimiento obrero

El 25 de abril se conmemora el 35º aniversario de la Revolución de los Claveles, cuando la insurrección de los obreros y soldados de Portugal puso en la picota al capitalismo en ese país, generando uno de los procesos revolucionarios más profundos y avanzados de la historia mundial. Aprovechamos para publicar un texto de Ted Grant sobre este tema, escrito en mayo de 1975, cuando aún el proceso revolucionario estaba en su apogeo.

Tras casi medio siglo de dictadura fascista, la revolución en Portugal abrió una nueva etapa de la revolución europea y mundial. Comenzando como un golpe o pronunciamiento militar ha demostrado las reservas inagotables de fuerza y resistencia que existían dentro de las filas de la clase obrera debido a su papel en la sociedad.

A pesar del control de la radio, la televisión, la prensa, la Iglesia y las escuelas, el sistema totalitario se desmoronó. La corrupción y la opresión afecta­ron al régimen, debilitándolo y socavándolo. Debido a la situación del proletariado en la sociedad, su trabajo colectivo en las fábricas e industrias, su lucha colectiva contra los empresarios; es casi inherente a él la idea de organización, de lucha y una organización diferente de la sociedad. Después de más de dos generaciones de dominio de los burócratas estalinistas, podemos estar seguros de que en Rusia los primeros grandes acontecimientos despertarán a los trabajadores rusos y que éstos recuperarán sus extraordinarias tradiciones. Se sacarán de encima a la casta parasitaria de burócratas, con la misma facilidad que las masas portuguesas entraron en acción con la caída del gobierno de Caetano.

Ya las masas húngaras en 1956 demostraron con su revolución política el vacío y la falta de realidad del poder de los burócratas, una vez que las masas pasan a la acción. Cuando las masas entraron en movimiento, la burocracia rusa y la de los otros Estados estalinistas, demostraron su patética incapacidad e insuficiencia. Su poder actual, como el de la clase capitalista, depende de la inercia de los trabajadores y campesinos.

El miedo que el imperialismo norteamericano y la burocracia rusa tienen al movimiento de masas, que amenaza con minar completamente el status quo, no es la última consideración en los intentos de distensión entre ambas potencias.

Como le ocurrió a EEUU en Vietnam, la interminable guerra colonial en África socavó el ejército portugués. Quince años de guerra contra los implacables movimientos guerrilleros campesinos en Mozambique, Angola y Guinea, hicieron perder al régimen los últimos sectores que lo apoyaban.

La débil economía portuguesa no podía aguantar el drenaje de recursos. La pequeña burguesía y el proletariado sufrían la peor parte. Sólo las "siete familias", los bancos y el capital monopolista se beneficiaron del caos sangriento.

Debido a la interminable guerra, nadie estaba entusiasmado con la posibilidad de obtener cargos militares en las fuerzas armadas y, como consecuencia, un gran número de suboficiales eran estudiantes uniformados.

La misma oleada de radicalización que se ha reflejado en los estudiantes de todos los países en el último período también ha alcanzado a España y Portugal. Por esa razón en Portugal llevaban su ra­dicalismo dentro del uniforme.

El 25 de abril de l974, en el momento del golpe, la única sección del aparato del Estado en la que podía confiar el régimen era la policía secreta, atada al régimen por el terror debido a sus crímenes sangrientos contra la población.

Las condiciones señaladas por Lenin y Trotsky para el desarrollo de la revolución existían meses antes de la caída del régimen. Las huelgas de masas ¾a pesar de ser ilegales¾ del proletariado, especialmente en Lisboa. El malestar de los campesinos y la pequeña burguesía. Agitaciones estudiantiles y el intento de la clase gobernante de salvarse con "reformas" sin sentido que agravaban aún más la situación.

Todas las condiciones para una explosión estaban madurando. Pero la peculiaridad de la revolución portuguesa, lo que indica la madurez e incluso exceso de madurez del capitalismo para la revolución ¾revelándose primero en sus eslabones más débiles¾ fue que en sus primeras eta­pas estuvo dirigida por oficiales de bajo o medio rango, y lo más significativo, de todos los sectores de las fuerzas armadas: tierra, mar y aire.

Es cierto que en la Península Ibérica existe una tradición de golpes de Estado llevados a cabo en diversos momentos y por los diferentes sectores de las fuerzas armadas, republicanos y monárquicos reaccionarios. Pero una de las diferencias es que debido a la presión de las contradicciones engendradas durante dos generaciones de fascismo y la invencible guerra colonial, la mayor parte de los oficiales se habían posicionado contra el régimen.

El descontento explosivo y el deseo de encontrar una salida ¾evidenciando la división en el seno de la débil clase dominante¾ se manifestaron en el libro del General Spínola en el que defendía una forma peculiar de Federación Lusitana con las colonias, en realidad una forma distinta de barajar el mazo de cartas pero con el control firme en manos portuguesas. La negativa a hacer la más mínima concesión ¾ni siquiera destituir de sus puestos a Spínola y Costa Gómez¾ y la ciega obstinación del régimen ayudaron a precipitar la conspiración: se formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas).

En Italia, en 1943, la destitución de Mussolini y la llegada al poder de Badoglio pre­cipitaron el movimiento de masas y la creación de soviets en sólo veinticuatro horas.

Lo mismo ocurrió en Portugal. El derrocamiento de Caetano precipitó el movimiento inmediato de las masas y la intervención en la escena de la historia del joven proletariado portugués. Si no se formaron los soviets fue por la política de la dirección de los partidos comunista (PCP) y socialista (PSP). El MFA defendía vagamente una cierta forma de "democracia" ¾democracia burguesa¾ y en realidad no tenía un programa claro, y en esa etapa aún menos tenía un programa social.

Pero la salida a la calle de las masas cambió la situación. Esto se ha podido ver siempre en el curso de una revolución, y también lo veremos en el futuro.

El movimiento de las masas produjo la confraternización con la base de las fuerzas armadas -soldados, marinos y aviadores¾, trabajadores y campesinos uniformados. Los soldados apoyaban las ideas del socialismo y comenzaban a presentarse abiertamente como militantes del PCP y del PSP, incluso una minoría se adhirió a grupos ultraizquierdistas. Los generales, almirantes y comandantes de la Fuerza Aérea, las capas superiores de la oficialidad habían perdido el control de la situación.

Si hubiera existido un partido revolucionario de masas, habría sido completamente posible orga­nizar soviets y el proletariado podría haber tomado el poder rápidamente y sin dificultad. No existían fueras que pudieran oponérsele.

Qué esta era la situación se pudo ver el 1º de Mayo, días después del colapso del régimen de Caetano, cuando más de millón y medio de personas participaron en la manifestación. (¡Esa era la consecuencia de cincuenta años de sistemática "erradicación" del marxismo!).

Prácticamente toda la población adulta de Lisboa y de otras zonas limítrofes debía estar presente. Los soldados, marineros y aviadores se manifestaron junto con los obreros. Era imposible en aquel momento emprender ninguna acción contra el movimiento de los trabajadores. Los dirigentes del PSP y PCP se limitaron simplemente a adular a sus libertadores: la casta de oficiales. Al igual que sus hermanos, la casta burocrática de los países estalinistas, la dirección del PCP no ha aprendido nada de los acontecimientos de la última época y ha olvidado todo. Los dirigentes de esta generación de estalinistas y reformistas, no han aprendido nada de las enseñanzas de Marx y Lenin.

En realidad son el freno más conservador para el desarrollo de la revolución. Desprecian a las ma­sas, las consideran "ignorantes" y "dóciles", no son capaces de llevar a cabo la revolución y de ahí su búsqueda de aliados burgueses.

Sin perspectivas y sin una teoría elaborada de la revolución o de los procesos revolucionarios, su solución a todos los problemas es intentar algún tipo de acuerdo con los verdaderos amos de la sociedad, la burguesía liberal. No quieren ni tienen confianza en la revolución socialista, en el sentido de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, con el control de las masas, con una genuina democracia obrera o la dictadura del proletariado. Están orgánicamente unidos a la burguesía liberal y en el caso del PCP también a la burocracia estalinista rusa.

El MFA y los dirigentes obreros sin perspectivas

La peculiaridad fundamental de la revolución portuguesa fue que la insurrección inmediata empezó como un movimiento de las fuerzas armadas. Después las masas se echaron a la calle para ajustar cuentas con la policía secreta. En Rusia fue un movimiento de masas el que afectó al ejército. Cuando la policía tuvo que huir se llamó al ejército para res­tablecer el orden. La gran mayoría de los oficiales permanecieron leales al zarismo. La rebelión afectó a las filas más bajas del ejército, incluidos muchos suboficiales que se pasaron a la revolución victoriosa.

Pero el movimiento de masas y la relajación de la disciplina en las fuerzas armadas significaba que la situación en Portugal, como luego demostraron los acontecimientos, era incluso más favorable que en febrero de 1917 en Rusia.

Lenin explicó que la entrega del poder después de febrero a la burguesía liberal fue una cuestión de la conciencia en las masas. Además estaba el problema de la guerra con Alemania, que los mencheviques y social revolucionarios podían utilizar como una amenaza a la revolución. Pero Portugal estaba envuelto en una agresiva guerra colonial para mantener la esclavitud del pueblo africano, además era una guerra que tenía lugar lejos, en un continente diferente. ¡El principal impacto de la guerra era el mayoritario deseo de salir!

Por otra parte, la situación internacional era mucho más favorable. El corrompido régimen de Franco no podía intervenir por miedo a provocar un movimiento entre las masas españolas. Durante la II Guerra Mundial, la División Azul (española) luchó en el Frente del Este. En Portu­gal Franco no se atrevió a intervenir ni siquiera con una división. El imperialismo mundial se había pillado los dedos al intentar aplastar los movimientos de los pueblos coloniales. Pero si el régimen bonapartista español no podía intervenir, la situación era aún más desfavorable para las potencias imperialistas europeas y no euro­peas. En el sentido de la correlación mundial de fuerzas, el agotamiento del capitalismo y la debilidad del poder burgués en comparación con la fuerza potencial de la clase obrera mundial, la revolución portuguesa estaba y está en una posición mucho más favorable que- la Revolución Rusa y las revoluciones del período entreguerras o de la inmediata posgue­rra.

Las filas de las fuerzas armadas apoyaban la revolución. Habrían respondido inmediatamente a la creación de soviets o "juntas" obreras con la creación de soviets de soldados. Habrían respondido a la agitación de los principales partidos obre­ros, especialmente del PCP, para que entraran en acción.

La verdadera peculiaridad de la Revolución Portuguesa en comparación con cualquier otra revolución del pasado es la implicación de la masa de oficiales bajos y me­dios ¾incluso algunos generales y almirantes¾ en la revolución.

Si el poder del Estado como han explicado Marx y Lenin se reduce al control de cuerpos de hombres armados, entonces la decadencia del régimen portugués se mostraba con toda su desnudez. La burguesía se lo jugó todo a la carta de la represión feroz y totalitaria de las masas. Más de dos generaciones sufrieron sus consecuencias, la burguesía perdió todo el apoyo de la clase media y, por contagio, incluso el de una gran parte de la casta de oficiales. La guerra sin sentido en África jugó un papel importante, pero no es la única explicación. La masacre aún más lunática perpetrada durante la guerra de 1914-18 no hizo que la casta de oficiales (rusos) abandonara mayoritariamente al zarismo. No dudaron en pasarse al lado de la contrarrevolución y apoyar las guerras de intervención contra su propio país.

En 1918 la revolución alemana se encontró con la oposición del grueso de la oficialidad. La contrarrevolución de Hitler contó con el apoyo de la abrumadora mayoría de los oficiales.

En la revolución española de 1931-37, el 99 por ciento de los oficiales se pasaron al bando de Franco. Y aún más cerca, en 1926 la inmensa mayoría de la casta militar apoyó a Salazar.

En el péndulo político ha habido un giro enorme a la izquierda. Durante tres décadas, la pequeña burguesía ha ido girando más a la izquierda ¾como demuestra el movimiento estudiantil¾. En Portugal el callejón sin salida del capitalismo y el odio hacia las camarillas del capital monopolista que acuñaron su dinero con la sangre y el sufrimiento de la población y los soldados, se ha reflejado en el aislamiento de los círculos más ricos. Ellos apoyaron y se beneficiaron hasta el último momento del régimen totalitario. El odio hacia estos parásitos se extendió a sectores de la oficialidad. Esto es una indi­cación de que el capitalismo ha agotado su misión histórica y se ha convertido en un obstáculo cada vez más importante para la producción. En Portugal, como demuestra el desafortunado episodio de Spínola, incluso el Estado Mayor estaba dividido.

El régimen estaba tan podrido que realmente la revolución fue incruenta. La mayoría de las víctimas después de la caída de Caetano se produjeron por asesinatos desesperados y vengativos de la PIDE, la policía secreta portuguesa, que no veía más futuro que una celda o una bala.

Las masas intervinieron inmediatamente para quitarlos del medio, eliminando cualquier posibilidad de reagrupamiento y reconstrucción por su parte. El régimen de Caetano murió sin defensa popular, ni siquiera entre las clases medias.

Sin embargo, la ceguera, la falta de perspectiva, de programa y de una política clara por parte del MPA, se hizo evidente con la entrega inmediata del poder a Spínola ¾¡ante la insistencia de su amigo Caetano!¾

Sin la intervención y la presión del movimiento de masas de la clase obrera, que había afectado a las filas de las fuerzas armadas, la revolución se habría extinguido. La principal fuerza de la revolución en Portugal fue el movimiento de masas. Esto ha tenido su efecto en la tropa e incluso en las capas medias y superiores del ejército. La reacción se reunió alrededor de la figura del nuevo presidente Spínola. Él no había participado en la conspiración por que era un hombre conectado, por su matrimonio, con los monopolios y él mismo contaba con una gran riqueza, por eso esperó pru­dentemente los resultados.

¡Las manifestaciones y el movimiento en las calles demostraban ¾con la liberación del "populacho"¾ que las cosas habían ido demasiado lejos!

Spínola decidió frenar a las masas y se preparó para capear el temporal de la revolución. No tenía intención de abandonar el dominio de las colonias africanas, lo que intentaba era mantener el control imperialista portugués pero de una forma disfrazada. Más tarde, cuando la lucha se hizo visible, el general de brigada Gonçalvez reveló que Spínola había amenazado con pe­dir a Sudáfrica y a EEUU ¡qué intervinieran con sus ejércitos en las colonias africanas!

Sin embargo, debido al tomentoso movimiento de masas en una serie de huelgas y manifestaciones espontáneas contra los bajos salarios y las terribles condiciones laborales en Lisboa, y con el vacío de poder debido a la inexistencia de partidos burgueses organizados, Spínola no tenía otra alternativa que formar un gobierno de coalición o frente popular con los liberales en posiciones dominantes, y con el PCP y el PSP representados en el gabinete.

El Movimiento de las Fuerzas Armadas no tenía un programa propio claro excepto un vago antifascismo. El hecho de que eligieran a Spínola como presidente es una prueba de su ingenuidad. Spínola calculaba que la revolución se calmaría con el cansancio y la desilusión de las masas. Creía que podría manipular fácilmente al Movimiento de las Fuerzas Armadas ¾un movimiento de oficiales¾ que en ese momento pensaba en términos de democracia burguesa.

El programa del Movimiento de las Fuerzas Armadas era impreciso. La declaración del 25 de abril constaba de "libertades civiles, programa de salvación nacional, elecciones generales y libres para elegir una asamblea constituyente... una forma propia de vida política y social... un gobierno militar como una fase de transición".

Todavía el 6 de mayo Costa Gómez, ahora a la "izquierda", declaraba en Angola que Portugal no tenía intención de retirarse". Cuando se le preguntó si la Junta garantizaría la independencia si era el deseo democráticamente expresado por el pueblo, respondió: "el futuro gobierno será quien lo decida. La Junta tiene sólo una función limitada, restaurar la democracia en Portugal".

Entre bastidores, las embajadas imperialistas, especialmente la norteamericana, presionaban a Spínola para que pusiera fin a la revolución. Los aliados de la OTAN miraban con recelo al "cuco en su nido", es decir, a los ministros comunistas del gabinete.

Spínola en secreto confabulaba con las potencias imperialistas. La embajada estadounidense garantizaba a las multinacionales en Portugal que se restauraría la "calma" y que el PCP, y posiblemente el PSP, estarían fuera del gobierno para finales de 1974.

Spínola intentaba asumir un papel bonapartista con el apoyo del MFA, los dirigentes del PCP y del PSP, sin política ni perspectivas, especialmente este último, iban detrás de Spínola. Alvaro Cunhal jugó un papel especialmente cobarde, el PCP presentaba a Spínola, a pesar de su pasado, como un gran demócrata y un antifascista.

Sin una organización flexible o general de los trabajadores y los soldados, como las juntas o los soviets, que las direcciones del PCP y PSP no tenían intención de fomentar, se produjo un movimiento elemental y masivo hacia los recién creados sindicatos, la clase obrera sentía la necesidad instintiva de organizarse en algún tipo de organización de masas. Ahora, más del 50 por ciento de los trabajadores, un porcentaje más alto que en la mayoría de los países industrializados, está organizado en sindicatos poderosos. Era este poder lo que preocupaba a Spínola y a los representantes del Capital.

Después de la revolución de febrero y antes de la Revolución de Octubre, la organización de las masas en sindicatos alcanzó un nivel nunca visto en Rusia. Los trabajadores sentían la necesidad de organizarse como una forma de conseguir mejores condiciones laborales y salariales, y también para defender la revolución. La escasez de comida y el hambre existente entre los trabajadores, les obligó a luchar por reivindicaciones elementales. Los dirigentes del PCP y PSP intentaron contener a los trabajadores portugueses. Los estalinistas decían que las huelgas provocarían a la "reacción". Las concesiones arrancadas a los monopolios en forma de subidas salariales, eran según ellos, un "complot" para destruir la revolución. Decían que el "70 por ciento" de la "industria" portuguesa empleaba entre 1 y 5 trabajadores y que por lo tanto estos aumentos salariales ¡provocarían su bancarrota!

En realidad la mayor parte de la industria estaba en manos de los bancos y las "siete familias". La política de los dirigentes reformistas y del PCP sólo podría haber llevado a la victoria del complot contrarrevolucionario de Spínola.

Spínola y la intentona de reacción

En todo momento las maniobras de Spínola iban dirigidas a preparar un giro bonapartista de la revolución y para concentrar todo el poder en sus manos. Este sólo era un paso para aplastar la revolución que desde el primer día había sido su principal preocupación.

La elección de Carlos Da Palma como primer ministro fue el primer paso para conseguir este objetivo, un propósito ante el que estaban totalmente cegados el dirigente del PCP, Cunhal, y el del PSP, Soares.

Su política de coalición los hacía más incapaces para entender los acontecimientos que incluso a los oficiales "no políticos" del ejército que estaban acostumbrados a obedecer ordenes. Si hubiera dependido de esos "dirigentes" hoy en Portugal habría una dictadura bonapartista spinolista, con un carácter totalitario.

Carlos Da Palma pidió al Consejo de Estado en Julio de 1974 poderes más amplios anunciando su dimisión si no le concedían esos poderes. Cuando se los negaron, él y otros tres ministros liberales dimitieron. Carlos Da Palma había pedido celebrar en tres meses la elección del presidente para poder consolidar el poder de Spínola, además de la redacción de una constitución provisional y retrasar las elecciones a la Asamblea Constituyente hasta 1976.Se trataba pues de una conspiración con la colaboración de la camarilla de Spínola. Este último mantenía la presidencia y mientras esperaba una ocasión más propicia. Pero tuvo que sacrificar al profesor Carlos Da Palma y en su lugar se encontró con un gobierno más a la izquierda. Pero lo más importante es que no había podido conseguir el control del MFA que, aunque con paso vacilante, controlaba las fuerzas armadas. Para agudizar la tensión Da Palma explicó, con su estilo de catedrático liberal, que la situación existente en Portugal (una oleada de huelgas, el movimiento huelguístico de los trabajadores, la expulsión por parte de los trabajadores de los directores que pertenecían al partido fascista, la existencia de elementos de control obrero, la intervención de los comités de empresa en la contratación y despido de trabajadores, las manifestaciones de trabajadores....) "equivale a un clima de indisciplina social que es completamente contrario a mi temperamento y a mis ideas sobre la democracia", y por esa razón él había pedido mayor poder.

El profesor liberal, acostumbrado a la calma de su edificio de la universidad pública custodiado por las botas y las armas de la policía fascista, ¡debía tener en ese momento horribles pesadillas! Que los obreros levanten la cabeza, pidan derechos y planteen sus necesidades, a estos caballeros les parece una locura. En esto Da Palma plagia a otro profesor liberal ruso, Miliukov, quien siendo ministro usaba casi exactamente las mismas palabras para describir la situación de la revolución rusa. A estos señores lo que les aterroriza es la ruptura por parte de los obreros del insano asilo del capitalismo y por eso necesitan a los carceleros fascistas.

Pero los dirigentes de los partidos obreros estaban ciegos antes este proceso. El periódico del PCP, Avante, condenaba las propuestas de Da Palma y apelaba a Spínola, que era el auténtico manipulador.

Después de la salida de Da Palma, Spínola continuó su complot e intentó preparar el ambiente para un nuevo intento. En un discurso pronunciado el 18 de julio Spínola declaró que el "clima de anarquía no puede continuar... cualquier intento de subvertir la disciplina será considerado una traición contra la libertad y la democracia".

La primera crisis del nuevo gobierno portugués tomó por sorpresa a los dirigentes del PCP y el PSP (lo mismo ocurrió en las siguientes crisis). Carlos Da Palma, el primer ministro liberal burgués, di­mitió de acuerdo con Spínola. La intención era empujar el gobierno hacia la derecha, librarse de los ministros del PCP y más tarde echar del gobierno a los del PSP. Las elecciones a la Asamblea Constituyente se habían pospuesto durante un año para dar tiempo a los partidos burgueses a organizarse. Pero cada vez más Spínola trataba de jugar algún tipo de papel bonapartista con el semi-bonapartista Movimiento de las Fuerzas Armadas.

Las masas reaccionaron con todas sus fuerzas. El Consejo del MFA rechazó las sugerencias de Spínola. En su lugar, el general de brigada Vasco Gonçalves se convirtió en primer ministro y la mayoría de los ­puestos del gabinete pasaron a manos de oficiales de las fuerzas armadas.

Así pues, el intento de empujar a la revolución hacia la derecha fue abortado y adquirió un ímpetu mayor hacia la izquierda, ¡mientras fracasaba la intentona de echar del gobierno a los ministros del PCP! Además de no cumplir las garantías que Spínola había dado al embajador norteamericano sobre la expulsión de los comunistas antes de final de año, la posición de Spínola dentro del MFA se debilitó. Los oficiales comenzaron a recelar de su actitud.  

Que la reacción no pudiese conseguir rápidamente una base de apoyo en Portugal no fue debido a la perspicacia, clarividencia y comprensión de los dirigentes de los partidos obreros. Si hu­biera dependido de la política que ellos defendían ante las masas seguro que Spínola habría conseguido una base de apoyo.

Ellos habían participado en la trampa ficticia y burguesa de presentar a Spínola como un héroe de la revolución. Si hubiera dependido de ellos, la revolución portuguesa habría seguido los primeros pasos de la revolución española en 1931-37. En dos años la derecha republicana de Lerroux y Gil Robles consiguió ganar una base social y la victoria en las urnas.

Pero el tiempo y la decadencia del capitalismo a escala mundial han tenido su efecto. A la mayoría de los oficiales les había afectado la sangrienta y agonizante guerra en África. Pero más importantes eran los efectos de los quince años de guerra sobre las masas sin derechos y bajo un régimen bárbaro de terror y tortura. Las masas habían vivido en unas condiciones de pobreza y trabajo durísimo, sin perspectivas y con una esclavitud diaria ineludible.      

Las masas buscaban alguna luz y alivio a su situación. El capitalismo mundial ahora está minado. El febril giro a la izquierda de la clase media en Portugal, y ahora en ­Grecia, es un síntoma de la agonía del capitalismo europeo y mundial que afecta primero a la margen mediterránea. Durante los próximos diez o veinte años probablemente veremos acontecimientos similares, con un ritmo más o menos ligero, en la mayoría o en todas las potencias europeas, y también en EEUU y Japón. España será el próximo país. En el momento actual sólo en Portugal suena la obertura de la revolución. La gloriosa sinfonía se tocará en España.

Debido a la ausencia de una dirección revolucionaria en Portugal, en contraste con la revolución rusa, la revolución ha tenido la peculiaridad de que cada paso delante de la revolución ha estado provocado por los movimientos de la contrarrevolución.

En este sentido la clase obrera ha dado prueba de una voluntad aún más determinada a resistir las intentonas de la reacción que en el curso de la propia revolución rusa. La clase obrera es más numerosa y poderosa que los trabajadores rusos en el momento de la revolución. El 10 por ciento de la población rusa eran trabajadores industriales mientras que en Portugal es el 33 por ciento. En España durante la revolución de la preguerra, el proletariado suponía el 25 por ciento de la población. Con la casta de oficiales radicalizada, las masas conscientes de las guerras perdidas en África donde se habían malgastando la sangre y los recursos portu­gueses, la implacable voluntad de las masas de no regresar jamás al infierno del fascismo totalitario y el contexto internacional, todas éstas eran condiciones muy favorables para el desarrollo de la revolución. Si el proceso fue más lento en algunos aspectos que en la revolución rusa fue debido a la "dirección", que ha ido detrás de los acontecimientos y se ha dejado arrastrar por ellos, en lugar de dar una dirección consciente al proceso. Ellos, "los dirigentes", han seguido o se han visto arrastrados por el movimiento de la base. Spínola, después de consultar a los dirigentes del ejército en África, tuvo que decretar la "descoloniza­ción" o conceder la independencia a las colonias africanas, simplemente porque las fuerzas armadas, incluyendo a los suboficiales, no querían seguir luchando para mantener los intereses del imperialismo portugués; aunque trató de mantener Angola dada su gran riqueza todavía sin explotar.

Pero al ver como se desarrollaba el proceso revolucionario, los monopolios y el capital internacional cada vez estaban más alarmados. Spínola era el foco de la reacción. Después de intentar quitarse de encima a las fuerzas armadas, Spínola utilizó su posición de Presidente para iniciar una campaña bonapartista. Se pospusieron las elecciones y comenzó una campaña para un plebiscito bonapartista que confirmara como presidente a Spínola, "el héroe de la revolución", y darle las bases para reunir a los oficiales reaccionarios, al campesinado y la pequeña burguesía, especialmente en el norte donde están los elementos políticamente mas atrasados. Se trataba de movilizar a la reacción y después preparar el golpe. En Lisboa, Oporto y otras ciudades aparecieron carteles invitando a manifestarse a la "mayoría silenciosa", eran los preparativos de lo que debería ser una movilización contrarrevolucionaria en Lisboa para el 30 de septiembre de 1974.

En este proceso estaban implicados elementos sospechosos de pertenecer a la antigua "legión portuguesa" y otros grupos fascistas simpatizantes. Exigían la elección del presidente antes de las elec­ciones generales. Los monopolios, y probablemente el capital internacional, pusieron mucho dinero en la ­campaña.

Todos estos preparativos estuvieron rodeados de declaraciones furiosamente patrióticas en la prensa burguesa. Spínola nombró a los comandos encargados de la guardia en el palacio presidencial. Decenas de miles de reaccionarios debían ser trasladados en camiones hasta Lisboa procedentes de Oporto y el norte del país. En la misma Lisboa también se dejó ver la  "mayoría silenciosa".

Comenzaran a extenderse rumores de que la reacción, especialmente los antiguos miembros de La legión Portuguesa iban a traer armas a Lisboa. Incluso empezaron a circular noticias de que se estaban escondiendo armas en la "Lisboa roja".

Las masas comenzaron a alarmarse. Mientras Cunhal suplicaba a Spínola desde las paginas de Avante y en sus discursos para que hiciera algo para "detener a la derecha", las masas comenzaron a actuar. En los últimos días de septiembre empezaron a aparecer barricadas alrededor de Lisboa, en las carreteras que llevaban al centro que es donde se iba a celebrar la manifestación.

Los soldados de las patrullas se negaron a intervenir o miraban con indiferencia cuando los obreros que defendían las barricadas desarmaban a los oficiales. Muchos obreros estaban ­armados con revólveres y rifles que algunos soldados les hablan entregado.

Todo estaba preparado para un enfrentamiento sangriento. En este momento, Spínola se dio cuenta de que no contaba con una fuerza real en la que confiar. La atmósfera electrizante obligó al MFA a actuar. Exigieron a Spínola que se definiese y suspendiera la manifestación.

Al principio Spínola intentó luchar y les desafió. El 28 llamó hizo llamar al palacio presidencial al primer ministro Vasco Gonçalvez y al ministro Melo Antunez. ¡Y les arrestó! In­tentó declarar el estado de emergencia que le hubiera dado todos los poderes y el control de las fuerzas armadas.

Costa Gómez, comandante en jefe, se negó a firmar las órdenes a las tropas. Aunque lo hubiera hecho no habría servido de nada porque las tropas se negaron a moverse. Spínola se percató de que ni siquiera podía confiar en las tropas de choque, porque éstas no estaban dispuestas a disparar sobre otros regimientos o contra las miles y decenas de miles de trabajadores que comenzaban a congregarse. A las dos horas Gonçalvez y Antunez fueron liberados.

Al ver fracasado su objetivo, es decir, la movilización de la reacción contra las masas, Spínola tuvo que suspender la manifestación y dimitir.

Así pues, el intento de unir fuerzas para un contragolpe derechista fue derrotado, de nuevo por la movilización espontánea de los trabajadores. Esto empujó a la revolución más hacia la izquierda.

Cunhal, dirigente del PCP, en una entrevista concedida al Diario de Lisboa, tan tarde como el 25 de septiembre, suplicaba a Spínola, origen y principal organizador de esta reacción, que "¡tomase medidas para sofocar a la derecha¡", así pues, ¡suplicaban a Belcebú para que éste hiciera algo contra todas los diablillos!

La manifestación había sido organizada entorno a consignas como: "Contra el clima de anarquía... no a los extremistas... se están preparando nuevas formas de esclavitud". El discurso de Spínola del 10 de septiembre fue una incitación para que se organizase la reacción derechista. La legión Portuguesa y otros grupos de derechas y fascistas, se movilizaron en apoyo a Spínola.

Quizá el llamamiento más serio fue el que hizo el 26 de septiembre el Sindicato de Trabajadores del Transporte para que los trabajadores se negaran a trasladar a los manifestantes a Lisboa en tren o en ­autobús. Entonces los organizadores amenazaron con traer a sus fuerzas en camiones. Esto se frustró con el levantamiento de barricadas.

El 28 de septiembre militantes de izquierda desafiaron las órdenes del ejército de abandonar las barricadas levantadas a las afueras de Lisboa. Grupos de soldados armados, marinos y obreros, que llevaban insignias de "seguridad" en las solapas, hicieron una redada en los ho­teles de Lisboa buscando a los "derechistas", es decir, a los fascistas. Ya habían hecho todos los preparati­vos para un golpe que coincidiese con la manifestación pro-Spínola.

Qué lamentables e inadecuados fueron la política y los preparativos del PCP y el PSP en vísperas de estos acontecimientos. Qué lejos estaban de la previsión, análisis y comprensión de la dirección bolchevique de Lenin y Trotsky en cada una de las etapas de la revolución.

Así, el segundo movimiento decisivo de la reacción, en un momento elegido intencionadamente debido a las presiones turbulentas de la revolución, terminó en una derrota. Pero de nuevo Spí­nola conservó su posición y se preparó para un nuevo intento en circunstancias más favorables. Por en esta ocasión él había perdido la presidencia. Tuvo que dimitir obligado por el MFA, aunque se ocultó a las masas que había intentado dar un golpe de estado para tomar el poder en sus manos,

La revolución había recibido un nuevo impulso hacia la izquierda con el triunfo so­bre la intentona golpista. A pesar de esto la inflación continuó subiendo hasta alcanzar del 30-35 por ciento. El desempleo crecía rápidamente. La inflación profundizó la situación de empobrecimiento de las masas.

Los grandes capitalistas y los bancos continuaban su resistencia pasiva. La inversión cayó rápidamente y ocurrió lo mismo con la producción. Las condiciones de las masas cada vez eran ­más críticas. Dentro de la fuerza aérea un amplio sector de los oficiales estaba con Spínola. Pero la mayor parte de los oficiales del ejército y la armada estaban en su contra.

El 10 por ciento de los oficiales de la marina habían sido depurados a través del retiro forzoso, 200 oficiales del ejército habían perdido sus rangos. Así que una minoría importante y considerable de las fuerzas armadas, particularmente entre los altos mandos, estaba con Spínola. Pero la oposición de las masas y la inevitable resistencia de la tropa de los tres sectores del ejército, la aplastante mayoría tenían la misma actitud que los trabajadores¾ fue lo que consiguió echar por tierra el complot contrarrevolucionario de Spínola.

El MFA comienza a consolidar el poder

Sin aprender nada de los acontecimientos de esta época, el PCP continuó con su programa de la "revolución democrática". La misma postura de Stalin tras la revolu­ción de febrero en Rusia, con la diferencia de que los comunistas portugueses habían abandonado el adjetivo "burgués" y hablaban y escribían sobre la revolución democrática en abstracto.

El congreso del PC del 29 de octubre de 1974, casi un mes después de los acontecimientos de septiembre, continuaba todavía incluyendo sólo reivindicaciones democráticas, con vagas referencias a la "liquidación de los monopolios en el desarrollo económico", que puede significar mucho o nada. Esto sólo conseguía despistar a sus seguidores. El gobierno anteriormente se había enfrentado a una situación donde la mayoría de los comités de empresa en muchas, sino en todas, las grandes empresas e industrias habían acumulado una gran parcela de poder, decidiendo la contratación y el despido de los trabajadores, pero ahora de mala gana tuvo que reconocer el derecho a huelga. ¡Pero puso tantas condiciones que habría sido más difícil hacer una huelga en Portugal que en EEUU con la ley Taft-Martley Act o en Gran Bretaña con la Ley de Relaciones Industriales de los conservadores británicos!

Las huelgas de solidaridad estaban prohibidas y todo tipo de huelgas "políticas". Pero el movimiento continuaba desarrollándose a pesar de la timidez del PSP y PCP, y del ­hecho de que el MFA se limitaba únicamente a reaccionar ante los acontecimientos. La ley de huelga se aceptó antes de estos acontecimientos. Sin duda el propio Spínola tuvo algo ­que ver en la redacción de las condiciones.

Mientras el PCP guardaba silencio, a los dirigentes del PSP no les quedó otro remedio que protestar. Así, ­el 2 de septiembre el PSP condenó la "naturaleza restrictiva de la ley" e hizo referencia a la "actual na­turaleza dinámica de los conflictos laborales". En realidad, comprendían la imposibilidad de contener la presión acumulada en el movimiento obrero después de dos generacio­nes de represión. Precisamente Spínola lo que deseaba dominar era este irresistible movimiento de las masas.

Los fascistas habían intentado reorganizar sus fuerzas en una serie de partidos pequeños que se multiplicaban como las setas. Los monopolios aterrorizados por la oleada elemental de las masas probablemente les financiaban. No hay duda de que los grandes capitales internacionales también contribuían.

En septiembre y octubre el gobierno, temiendo que las masas se tomaran la justicia por su mano, prohibió los grupos fascistas, muchos de cuyos dirigentes "patriotas" eran miembros o elementos destacados de la disuelta Legión Fascista.

El 2 de octubre el COPCON (la recientemente organizada policía de seguridad del MFA) hizo una redada en las oficinas del llamado Partido Progresista de Lisboa, encontraron "un arsenal"... y... "planes" que se llevarían a cabo durante la manifestación de la "mayoría silenciosa". Este partido, entre otros, fue prohibido.

Los partidos "democráticos" de derechas estaban suspendidos en el aire sin una base sólida. Las presiones de las masas se reflejaban de manera distorsionada en la ultra izquierda que sitió al Partido Socialdemócrata del Centro, donde había encontrado cobijo el antiguo Partido Fascista del Go­bierno.

Las tropas enviadas a "proteger" el congreso simpatizaron con los manifestantes de izquierdas y eso llevó a un comentarista extranjero, burgués pero serio, a afirmar que estas accio­nes, estaban "¡provocando el temor de un giro a la izquierda del gobierno y de una posible guerra civil!"

La casta de oficiales de este gobierno semi-bonapartista ¾con el poder real de decisión en manos del MFA¾ comenzó a tantear el terreno para institucionalizar el Consejo de la Revolución, y de este modo tener un control permanente o casi permanente del estado y el país. Los dirigentes del PSP y del PCP les defendieron. Pero la reacción, después de la destitución de Spínola, estaba llena de miedo y rabia.

¡He aquí un giro curioso en la Revolución Portuguesa! La reacción estaba en contra del dominio y el control militar, mientras los "progresistas" estaban clamorosamente a favor. Los dirigentes del PSP y del PCP no tenían una organización que ofrecer frente a la del Estado mientras los partidos de derechas, como en todas has revoluciones anteriores, no tenían ni a las masas ni a la mayoría de la casta de los oficiales. Así pues, el PPD lanzó un fuerte ataque contra las reu­niones del MFA en Aveiro. "Cuando vemos al MFA discutiendo la composición del gabinete, exa­minando los planes económicos, pronunciándose sobre la ley sindical, debemos preguntarnos, co­mo se lo preguntan en los países extranjeros: ¿estamos viviendo o no bajo un gobierno militar? Hemos alcanzado el punto de ruptura... no podemos seguir viviendo en un clima de gue­rra civil... no podemos tolerar durante más tiempo la escalada del lenguaje revolucionario que adquiere un tono cada vez más triunfante. Es vital que el pueblo no sea sometido a soluciones revolucionarias que él no ha elegido...."

La Asamblea del MFA del 6 de febrero de 1975 entregó todos los poderes a la Junta Militar para "depurar y dar moralidad al modo de vida de la nación" y oponerse a las maniobras contra la economía, la defensa nacional y el orden público.

Este lenguaje era impreciso pero colocaba una bota militar clara y firmemente sobre la nación. El 12 de febrero Mario Soares pidió a la Junta que "disipe la inseguridad en Portugal haciendo públicos sus objetivos y propósitos".

La Junta en ese momento habría tenido dificultades en hacer esto porque ni ellos mismos los conocía, ¡aparte de la determinación a mantener el poder en sus manos e impedir el regreso del antiguo régimen!

En este momento estaban en una posición similar a la de Castro en 1959, después del derrocamiento de Batista. Es verdad que ellos no habían tenido que llevar a cabo una arriesgada guerra de guerrillas, pero sí se habían visto obligados a ponerse a la cabeza de un golpe militar que había abierto de par en par las compuertas de la revolución, y ahora no podían controlar tan fácilmente el movimiento.

El PPD (socialdemócratas) el 14 de febrero acusó a la Junta Militar de "socavar" el papel de los partidos civiles. Cada vez más el poder real estaba por decreto en manos de la Junta. Así que decidieron que el MFA debería tener el derecho a veto en la elección del presidente y controlar el gobierno provisional y la asamblea constituyente, como también decidirían los nombres de los miembros militares del gabinete e insistían en la independencia del ejército, la independencia de la Junta y el reconocimiento de su lugar en la constitución.

Aunque en unas condiciones diferentes, estos eran los poderes que tenía la Junta militar argentina antes de su derrocamiento. Era una constitución por excelencia bonapartista, pero la burguesía portuguesa e internacional no estaba dispuesta a apoyar este poder debido a su relativa independencia y carácter incontrolado. Especialmente porque parecían basarse en las masas en busca de apoyo.

Todos los seguidores más conservadores de Spínola en las fuerzas armadas se oponían a estas medidas Estaban a favor de la "reestructuración" de las fuerzas armadas para deshacerse de los oficiales radicales y con "inclinación revolucionaria". Decían que la reorganización "...no será fácil, pero si oficiales revolucionarios clave siguen en la política, entonces será imposible".

En noviembre todos los antiguos generales de los tres sectores del ejército se habían retirado forzosamente, los almirantes a los 62 años, los generales de brigada a los 60 y los coroneles y capitanes de la ma­rina a los 57 años. ¡Hasta Spínola pasó oficialmente a la situación de jubilado!

Cunhal y el PCP siguieron obediente y estáticamente cada giro de las fuerzas armadas. Soares, el dirigente del PSP, mientras que hablaba demagógicamente de socialismo y dictadura del proletariado en un futuro lejano, al mismo tiempo, adoptó una posición equívoca ante el poder arrogante del MFA.

18 de enero Cunhal hizo algunas preguntas retóricas al líder del PSP: "Diga quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos". "¿Es usted un aliado del PCP y otras fuer­zas democráticas contra el capitalismo y la reacción, o está con las fuerzas conservadoras de de­rechas contra la revolución?"

Soares reflejaba las dificultades de los círculos burgueses y pequeño burgueses ante las tensiones de la sociedad portuguesa y la actitud radicalizada del MFA; intentaba asustar a los oficiales radicales y a las masas con el espectro de la intervención de las potencias capitalistas extranjeras. ¡En ese momento las maniobras navales de la OTAN alrededor de Por­tugal obviamente eran un intento de amenazar a las masas e incluso a los oficiales radicalizados!

El dirigente socialista propuso al MFA un nuevo acuerdo y en una conferencia de ­prensa el 27 de febrero declaró que "una profunda escisión y finalmente un bloqueo económico o la intervención extranjera, son posibilidades que no se pueden excluir o tomar a la ligera". Esta era la atmósfera en que se maquinaba la nueva conspiración spinolista. Igual que en la revolución rusa, las masas ejercían una enorme presión sobre los patronos y éstos querían una mano dura a la cabeza del Estado, es decir, volver a algún tipo de dictadura policiaco-mili­tar para detener la revolución. La expropiación de las empresas estaba en el aire y querían librarse de este espectro.

El 21 de Febrero el gobierno aprobó el "Plan Económico Trienal" en el que se ­veía la mano de los ministros del PCP y el PSP, ya que los oficiales no se consideraban expertos en economía. ¡Qué parodia tan miserable y travestida! Era menos radical que las medidas de la posguerra en Francia e Italia; mucho menos que el programa del gobierno la­borista británico de 1945-51 e incluso que el actual. Preveía el control estatal parcial de ciertas industrias (como el Consejo Nacional de Industria Británico), la expropiación de algunas tierras y el aumento de la inversión extranjera. Igual que las medidas que quería introducir Tony Benn con el Consejo Nacional de Industria Británico y existen en Italia con el IRI (Instituto de Reforma Industrial) y el "Dirigisme", o en Francia y el "plan" -francés que preveía un mayor control político de la economía, la inyección de ayuda estatal para evitar las bancarrotas y el desempleo, mejorar los servicios sanitarios, además de una reforma de la Seguridad Social. Al mismo tiempo, igual que lo propuesto por Tony Benn en el Consejo Nacional de Industria Británico, el Estado se ­quedaría con el 51 por ciento de las minas más importantes, el petróleo, gas natural, acero, refinerías, petroquímicas, electricidad, tabacos y fabricación de armas, la mayoría de estas industrias en Gran Bretaña ya están totalmente nacionalizadas.

De Melo Antunez, que supuestamente había redactado el documento, declaró era un documento "revolucionario", aunque se apresuró a asegurar a las grandes empresas que ¡los cambios no se producirían de una forma "abrupta y violenta"!

Al mismo tiempo, quizá para recompensar el arrojo del MFA, los dirigentes del PSP y el PCP anunciaron "una política de ajuste de precios e ingresos" para controlar la inflación. La clase obrera "debía tener en cuenta la peculiar situación histórica en la que estamos...".

Antes de esto, en agosto de 1974, el MFA y el gobierno debían declarado su intención de nacionalizar los tres principales bancos: el Banco de Agola, el Banco Nacional Ultramarino y el Banco de Portugal.

Quizás ese había sido uno de los factores que llevaron a la burguesía a presionar a Spínola para la conspiración de septiembre. Ahora, una vez más, estas tímidas medidas, unidas a la situación de "indisciplina" de los soldados y la actuación de los obreros como si "ellos fueran los dueños de las fábricas", echando y arrestado a los directores fascistas, estableciendo elementos de doble poder y control obrero en las fábricas e industrias, en general, hacían la vida imposible a la clase gobernante, especialmente a las siete familiar. Y más allá estaba la presión de las grandes potencias imperialistas, especialmente EEUU. Podemos estar seguros de que la embajada estadounidense de manera discreta empujó a Spínola... a la ruina.

Resulta irónico que los dirigentes pequeño burgueses de los partidos obreros, en condiciones revolucionarias, a veces se vean empujados por los acontecimientos revoluciones y las presiones favorables de las masas, y terminen yendo más allá de donde deseaban o pretendían llegar.

Que los "dirigentes" no tenían idea de nacionalizar ni siquiera los "principales puestos de mando" de la economía se pude ver en el "plan" trienal. Veían el "socialismo" en un futuro distante y lejano, unas cuantas generaciones más allá. Ahora era el momento de la revolución "democrática". En particular el PCP se resistía a la presión de las masas, predicando la paciencia para no "provocar a la reacción". Si en esta ocasión su político no terminó en un desastre fue gracias a la marea revolucionaria y a pesar de su política. Los dirigentes del PCP no comprendían nada de la dialéctica de los acontecimientos. Si dependiera ¾y todavía depende¾ de ellos la revolución ya habría sido aplastada.

El golpe del 11 de marzo: la reacción tiene que retroceder

Con la revolución en su punto de ebullición, con la autoridad de los empresarios minada, con una situación social y política indefinida, la reacción no podía esperar a las elecciones. Sabían que las masas rechazarían el capitalismo. Al igual que la burguesía rusa, comprendían que la clase capitalista débil y aislada sería una pequeña minoría dentro de la Asamblea Constituyente. Habían tenido que aceptar el totalitarismo fascista o bonapartista, el control autoritario, durante más de cincuenta años para salvaguardar su propiedad. Ahora sentían la presión hirviente de la revolución y buscaban algún general que les salvara con una nueva dictadura militar y así restablecer la "ley y el orden".

El 11 de marzo de 1975, Spínola, un aventurero todavía menos afortunado que Kornilov, decidió, probablemente después de consultar con sus aliados de la OTAN y las embajadas de Europa occidental y EEUU, que había llegado el momento de acabar de una vez por todas con la revolución.

Como Kornilov, movilizó a lo que no pasó de ser sólo un ejército fantasma en Lisboa procedente de la base aérea de Tancos. Les dijo a los paracaidistas y a los oficiales de aviación que habían sido la reacción menos radical y el sector más importante del apoyo a Spínola, que los tupamaros, ayudados por conspiradores anarquistas, habían tomado los cuarteles de artillería de Lisboa. Este era el sector más radical de las tropas donde los maoístas tenían algo de apoyo. Utilizaron unos cuantos aviones para bombardear los cuarteles y pedir la rendición del comandante. Los paracaidistas se dirigieron a los cuarteles, intercambiaron disparos y hubo unas cuantas bajas.

Habían preparado el apoyo de unidades terrestres y esperaban que dieran un "apoyo considerable" en la intentona contragolpista. Hubo un enfrentamiento entre el comandante de los paracaidistas, el capitán Martín, y el capitán de artillería, De Almeida. Los cuarteles de la guardia republicana fueron ocupados por oficiales spinolistas. El oficial al mando, el general Ferreira, fue tomado como rehén. Spínola denunció que los "comunistas dominaban el caos".

Pero, en realidad, Spínola contaba con menos fuerzas que Kornilov en 1917. Este último también engañó a sus tropas (la salvaje división de montañeros del Caúcaso) denunciado una "rebelión bolchevique".

Pero al producirse manifestaciones de masas de los trabajadores, las fuerzas del contragolpe se desvanecieron. Los paracaidistas y los comandos siempre son las fuerzas más conservadoras del ejército, formadas habitualmente por los elementos más aventureros y salvajes de la población, normalmente es la fuerza de elite de las tropas de choque, la de más confianza y la última en resquebrajarse, como ocurría con los cosacos en Rusia. Ahora los paracaidistas aseguraban a los manifestantes "nosotros no somos fascistas". Se unieron a los trabajadores y a las tropas del regimiento de artillería. Algunos entregaron sus rifles a los manifestantes como prueba de su buena fe.

A las pocas horas del golpe, la base aérea fue tomada. Spínola y la mayoría de su camarilla de oficiales huyeron a España. El golpe se evaporó, no en días sino en minutos. Ha sido quizás el intento de contrarrevolución más ridículo y cómico de la historia. Fue un fracaso precisamente debido a la atmósfera revolucionaria que estaba al rojo y que afectaba no sólo a los trabajadores y campesinos, sino también a toda la base de las fuerzas armadas. No había un sólo re­gimiento en Portugal que pudiera ser utilizado para propósitos contrarrevolucionarios.

El pueblo portugués había vomitado al fascismo al que identificaba con la dictadura del capital y no estaba dispuesto a permitir que se diera ni un sólo paso hacia el establecimiento de otro régimen similar. Esta es la verdadera explicación del fracaso.

Era el tercer intento de canalizar la revolución hacia el bonapartismo burgués. En la fábula cuando el pastorcillo gritó ¡qué viene el lobo! por tercera vez nadie lo creyó, y fue devorado. ¡Pero en esta ocasión quien sufrió el desastre fue el lobo de la reacción!

Unas semanas antes del intento de golpe, en las elecciones para la junta militar, se vio que Spínola tenía fuerzas dentro de la casta militar en las que poda confiar dada la inclina­ción clara de algunos oficiales hacia la reacción. Después de su dimisión de la presidencia había mantenido contactos políticos y militares, sólo esperaban la oportunidad para lanzarse.

Para la asamblea del MFA fueron elegidos oficiales llamados centristas, partidarios de Spínola, antiguos colegas y ayudantes suyos, en vez de elegir oficiales radicales de izquierda, seguidores de Rosa Coutinho, Gonçalvez y Carvalho. El propio Carvalho y tres de los cinco miembros del Comité Coordinador del MFA fueron derrotados en las elecciones de oficiales. Carvalho sólo consiguió mantener su puesto en la Asamblea General como miembro ex-oficio, ya que era el jefe de la COPCON.

Era evidente un cierto giro a la derecha en el seno de los oficiales, lo que significaba ­un tremendo peligro para la revolución y sobre todo, porque los dirigentes obreros no alcanza­ban a comprender sus repercusiones.

Al darse cuenta de la situación, los oficiales radicales tomaron medidas. Los oficiales derechistas seguidores declarados de Spínola fueron destituidos. La estructura del Estado Mayor de las fuerzas armadas cambió. Se formó una Junta Nacional de Salvación con plenos poderes legislativos para "dirigir y poner en práctica el programa revolucionario en Portugal". El comandante Correira Jesuino encabezaba un consejo con poder para vetar la legislación del gabinete y de legislar con o sin la aprobación del ga­binete. La Asamblea General fue remodelada, el ejército de tierra tendría 120 representantes, la armada 60 y la aviación otros 60.

En el "Consejo Supremo de la Revolución" elegido por este organismo no tenía ni un solo miembro que tuviese una graduación inferior a capitán. ¡Predominaban los generales de brigada, almirantes y co­mandantes de aviación!

Marx escribió que en los escritos de Hegel, pesados y aparentemente oscuros, se podía ver la revolución en un momento histórico determinado. ¡Sólo el genio creador de la historia podía depararnos el espectáculo de una revolución en los vehículos de los generales y almirantes! Esto fue así porque el capitalismo en Portu­gal estaba agotado, un país medio colonial y semi-imperialista sin salida bajo el capitalismo después de la pérdida del imperio. Al mismo tiempo, la dictadura militar burguesa estaba completamente desacreditada incluso entre sectores de casta militar debido a los cincuenta años de experiencia bajo la dictadura.

Pero la razón principal del inmenso papel que jugaron los militares ha sido la parálisis de las organizaciones obreras y la ausencia de un partido y dirección auténticamente marxistas. En realidad, desde el inicio de la revolución ¾el verdadero poder ha estado en manos de los trabajadores y los soldados¾el MFA ha llevado el vacío provocado por el fracaso de las direcciones del PCP y PSP.

Los cadetes (demócratas constitucionales), el partido de la burguesía liberal en la revolución rusa, a la primera oportunidad se pasó al lado de la contrarrevolución y apoyó a Kor­nilov, porque no había lugar en Rusia para una democracia burguesa y porque era necesario para mantener el capitalismo, controlar y dominar a los obreros y campesinos bajo las bayonetas de una dictadura militar. De la misma manera, los partidos "liberales" en Portugal (el PPD y otros) se vieron obligados a apoyar la reacción spinolista. Por la misma razón, sólo veían "caos y de­sorden... colapso económico y ruina" en la falta de disciplina de los soldados, en la amena­zante usurpación que suponían las prerrogativas de gestión y otras "reivindicaciones no razonables", no sólo de las ­trabajadores industriales, sino también de los trabajadores de cuello blanco. No es una casualidad que en las revoluciones rusa y española este fuese el comportamiento de la burguesía liberal. Esto ya fue explicado teóricamente por el leninismo-trotskismo sobre la base de la experiencia.

Nosotros ya pronosticamos que este sería el comportamiento inevitable de los "demócratas" en Portugal, debido igualmente a la situación y naturaleza del país, y también, por supuesto, a las condiciones de la revolución en Portugal e internacionalmente.

Desgraciadamente, para la dirección del PSP y PCP, estas consideraciones "teóricas" eran un libro cerrado. Ellos eran hombres "prácticos" y buscaban la colaboración de los capitalistas li­berales en "su" revolución democrática.

Consecuentemente, que la burguesía liberal y sus partidos rechazaran la mano tendida para colaborar en el "frente popular" para ellos significó una sorpresa desagradable y una conmoción. No hay que agradecerles a ello que el resultado no haya sido el mismo que en España o Chile. Sino que se ha debido simplemente a la debilidad de la contrarrevolución burguesa y, por consiguiente,  a la ineptitud de su dirección.

Muchos hombres de negocios fueron arrestados, incluidos siete 7 miembros de la familia Espiri­to Santo que poseía uno de los bancos más grandes de Portugal. También fueron arrestados Jorge y José Manuel de Melo, directores de la CUF, el grupo de empresas más grande de Portugal. Después todos fueron puestos en libertad.

Fueron arrestados 131 conspiradores, incluidos el comandante de los paracaidistas Rafael Durao y José Sánchez Osorio, dirigente del Partido Demócrata Cristiano.

El Consejo Supremo de la Revolución decretó la destitución de los oficiales "incompetentes" y ordenó el pase a la reserva de cualquier oficial que no estuviese dispuesto a realizar una declaración de ­lealtad al MFA. Todos los militares implicados en el golpe del 11 de marzo fueron expulsados y sus propiedades confiscadas. El tratamiento para los oficiales hermanos implicados en el golpe fue excesivamente suave y tolerante. Si la reacción hubiera triunfado ¾como en Chile¾ se abrían producido ejecuciones y creados campos de concentración para los oficiales radicales, sindicalistas, socialistas y comunistas.

Los oficiales radicales de izquierda actuaron con decisión porque sus propias cabezas estaban en juego, lo mismo que el destino inmediato de la revolución,

Detrás del intento de golpe estaban los grandes capitalistas portugueses, que contaron con la colaboración de los gobiernos de occidente y las multinacionales instaladas en Portugal.

Como si formase parte de un acuerdo, los medios de comunicación de masas de algunos países, como Gran Bretaña, la radio, la televisión y la prensa, inmediatamente publicaron noticias deformadas para apoyar el golpe. Las elecciones, previstas para seis semanas después, fueron ignoradas por estos declarados constitucionalistas. ¡Una lección muy valiosa para la clase obrera¡ Cuando los intereses del capital están en juego, el refrán "la necesidad no entiende de leyes" se convierte en un principio.

Los comentaristas de radio hablaban de una revuelta de los "moderados" contra el primer ministro y el gobierno "comunistas". Por ejemplo, The Evening Standard, un periódico británico, publicaba el siguiente titular:"¡Los moderados se levantan contra el extremismo!" Toda la prensa describía la situación como el último movimiento de los demócratas, obligados a actuar contra la "anarquía" y el "caos" existentes en Portugal.

Todo estaba preparado para apoyar a la reacción en la posible guerra civil. La burguesía internacional no descartaba esta posibilidad. Durante cincuenta años había guardado silencio ante los crímenes del anterior régimen dictatorial, sólo veía "orden" y "tranquilidad"en el país, apoyo popular a Salazar y Caetano. Desgraciadamente para ella, la reacción era demasiado débil. El aire caliente de la revolución disipaba los vapores de la reacción. Se apoyaba en unas fuerzas inseguras y fantasmagóricas. Esta es una indicación de cómo ha cambiado la situación desde la revolución española de 1931.

"El capitalismo en Portugal ha muerto" - The Times

Los capitalistas y terratenientes portugueses habían perdido sus principales reservas de apoyo en la población después de cincuenta años de dictadura, guerra colonial y represión en África. Aparte de la chusma fascista ¾una pequeña minoría¾ y (probablemente) una minoría de oficiales, nadie apoyó el llamamiento de Spínola. El que ayer era el "héroe" de la revolución, no tenia hoy ni siquiera apoyo entre las fuerzas armadas.

El intento de golpe reaccionario para inclinar la situación a favor de los intereses del  capitalismo fracasó, y el resultado, una vez más, fue impulsar la revolución más a la izquierda. Las masas trabajadoras se levantaron contra el gran capital por que comprendía que detrás estaba el espectral monóculo de Spínola.

Los empleados de banca habían observado las transacciones financieras de la oligarquía. Las transferencias al extranjero de decenas de millones de libras de Spínola y sus conspiradores.

Estos sectores, históricamente son un sector atrasado de los trabajadores política e industrialmente (por su conciencia sindical). Las capas avanzadas son los trabajadores industriales en el acero, ingeniería, minería, transporte, etc.,

Las direcciones del PCP y el PSP, hasta ese momento, habían engañado a estas capas avanzadas planteando que la perspectiva de la nacionalización y la revolución socialista sólo era posible a largo plazo (décadas). Ahora era el período de la "revolución democrática" y no había que provocar a la burguesía liberal y era necesario evitar que cayera en brazos de la reacción.

Hasta este momento las direcciones del Partido Comunista y Partido Socialista, han jugado un papel incluso peor que los mencheviques en la revolución rusa. Intentaron frenar las luchas de la clase obrera. Se sometieron a los dirigentes militares. Intentaron obligar a los trabajadores a "respetar" los derechos de la propiedad privada y a no disgustar a los militares. Querían que los trabajadores aceptasen un nivel de vida inferior y no hicieron nada contra los directores de empresa que intentaban actuar como si todavía estuviera Caetano en el poder.

Sus perspectivas para la revolución eran las mismas que las de los mencheviques en Rusia. Una generación de democracia burguesa antes de poder hablar de "socialismo". Resultaba utópico pensar ¾decían¾ que en este Portugal tan atrasado, donde no se había llevado a cabo la revolución democrático burguesa, fuera posible instaurar el socialismo.

Pero el apoyo que los banqueros habían dado a la contrarrevolución hizo que estallara la indignación entre los trabajadores de la banca. El PC no estaba suficientemente implantado en sus filas e intentaba influir en ellos confundiéndoles con sofisterías. ¡Los trabajadores de la banca ocuparon los bancos y se negaron a abrir hasta que no fueran nacionalizados! Los soldados, al igual que los trabajadores, eran conscientes de los intereses que había detrás del golpe.

Además a los oficiales que dominaban el MFA tampoco les gustaban los financieros que estaban detrás del golpe. Sabían que habrían perdido la vida si el intento de golpe hubiese tenido éxito. Como no tenían ninguna de las inhibiciones de los timoratos líderes pequeño burgueses de los partidos comunista y socialista, seguían la dirección que les marcaban los trabajadores. Aceptaron los hechos y anunciaron la nacionalización de los bancos con compensación únicamente a los pequeños accionistas que de otra manera se verían perjudicados. Ocurrió el 14 de marzo, a los tres días de la ocupación.

A continuación los trabajadores de seguros siguieron el ejemplo de los de la banca y ocuparon las compañías de seguros exigiendo su nacionalización, y a nadie se le ocurriría califi­car de vanguardia revolucionaria, en ningún país, a los trabajadores de seguros. Esto también fue apoyado por el MFA. Fue entonces cuando el MFA declaró que el objetivo de la revolución, ex post facto, era el "¡socialismo!"

Lo que hizo avanzar la revolución y la defendió de los ataques de la reacción fue la actividad y la presión de las masas en cada una de las etapas de la revolución. La fuerza motriz de la revolu­ción ha sido el movimiento de los trabajadores y los soldados, incluso sin una organización como las juntas o los soviets.

Los "partidos" tardíamente abrazaron el "socialismo" como su objetivo inmediato, una vez que la casta de oficiales radicales lo había convertido en un objetivo respetable. Y así quedaron atrás teorías tales como la "etapa democrática" por la que teóricamente Portugal tenía que pasar. La casta de oficiales, protegida e impulsada por la iniciativa de las masas, había conseguido un cambio fundamental en Portugal.

Los bancos y compañías de seguros controlaban el 50 por ciento de la industria de Portugal y una ­buena parte de la tierra. Así, al confiscar lo más decisivo del poder financiero, lógicamente el MFA tuvo que nacionalizar los monopolios. La mayor parte de la industria y la tierra ¾más del 75 por ciento¾ están ahora nacionalizados.

Lo mismo que Castro, el MFA tuve que encaminarse en una dirección que no tenía ni la más mínima intención de seguir al principio de la revolución.

Pero al mismo tiempo, el MFA está decidido a mantener el poder en manos de la casta militar. Los trabajadores y los campesinos, como ha dicho el almirante Coutinho en una entrevista, "son demasiado ignorantes" para poder confiar en ellos y entregarles el poder. En estas ingenuas manifestaciones vemos los prejuicios innatos de la casta militar. Y tampoco tenía la intención de entregar el poder a los partidos políticos.

En 1974, después del segundo intento de Spínola, un comentarista burgués declaró lo siguiente después de proyectase la nacionalización de los tres bancos más importantes: La na­cionalización de los otros bancos de Portugal no está prevista en el plan trienal... otros amplios sectores incluidos los periódicos han sido nacionalizados... El primer ministro (Gonçalvez) ha dijo que el gobierno no pretende nacionalizar toda la economía..."

E1 10 de abril, unas semanas antes de las elecciones, el ministro militar de comunicaciones sociales (los militares habían escogido la mayor parte de las carteras del inoperante gabinete) declaraba que ¡quizá había sido un error permitir la formación de partidos políticos en Portugal!

De este modo, el MFA debe conservar el poder decisivo durante tres de los cinco años posteriores a las elecciones, en realidad, si de ellos dependiese, lo tendrían de forma permanente. Como explicaba Correira Jesuino: "después de todo, fueron las fuerzas armadas y no los partidos políticos clandestinos o los intelectuales, los que hicieron la revolución del 25 abril [1974]... Somos la vanguardia de esa revolución y, por eso, tenemos derecho a asumir la dirección de la nación..."

Tuvimos que asistir al repelente espectáculo de ver al partido estalinista, con Cunhal a la cabeza, apoyar acríticamente a los militares, muchos de los cuales ahora sí deseaban honestamente defender la revolución y llevarla hacia adelante, sin defender y explicar el poder obrero, algo que los estalinistas han olvidado o que esta generación nunca entendió. A los burócra­tas rusos les habría aterrorizado esa perspectiva porque invocaría el espectro de la revolución política en casa.

Ahora, Cunhal y el PCP hablan de las debilidades y los pecados de la democracia burguesa. Frente a esto, plantean el "socialismo", es decir, una versión idealizada del estado totalitario de partido único que existe en Rusia y China, pero con la economía nacionalizada.

The Morning Star durante unos cuantos números publicó material sobre esta cuestión, después guardaron silencio. Los partidos comunistas francés e italiano, con su inmenso poder y buscando la colaboración con los radicales y "sus" demócrata cristianos, se mordieron la lengua con cierta turbación.

Debemos utilizar la confusión de estos partidos, incluido el PC español, como un medio de propaganda.

El capitalismo internacional observa espantado la revolución en Portugal. Son espectado­res impotentes que no pueden, especialmente en este momento, intervenir directamente, como hicieron contra la revolución rusa, e incluso contra la revolución en Asia y en Vietnam. Además, éste es el punto débil de Europa y puede tener una influencia enorme en la revolución que se está desa­rrollando en el Estado español.

¿Bonapartismo proletario o democracia proletaria?

Las elecciones generales en Portugal, aunque fueron un eco pálido, indican el proceso de la revolución. ¡Explican por qué la burguesía se lo jugó todo con un golpe militar para impedir la celebración de elecciones!

Las partidos "socialistas" tuvieron más votos que en ninguna otra elección en historia , más que en las elecciones a la asamblea constituyente celebradas después de la revolución de Octubre en Rusia. Dos tercios votaron por el socialismo, incluidos los votos del PCP, PSP, ultraiz­quierdistas y los votos en blanco a favor del MFA. ¡Y esto con un 92 por ciento del electorado! Si incluimos el 26% del PPD (socialdemócratas), ¡tendríamos  el 93 por ciento del electorado! ¡Sólo el 7 por ciento votó por un partido abiertamente burgués!

La ausencia de un auténtico partido marxista y la falta de una idea clara de lo que se debería hacer o un sentido claro de como dirigir el proceso por parte de la dirección militar que en este momento está llena de incertidumbres, llevó a considerar la posibilidad de un nuevo intento de contrarrevolución bur­guesa. Esto explica las acarameladas palabras de las potencias del MCE, incluida Gran Bretaña, y la sugerencia del envío de ayudas y créditos procedentes de EEUU. Ayer apoyaban a Spínola, hoy están ense­ñando a los gobernantes portugueses las virtudes de la democracia, sin duda alguna, ¡pero una de­mocracia burguesa "plural"! ¡Están intentando ganar tiempo para que se organice la reacción! Hay también un sector muy grande de los oficiales silenciosos y con la cabeza ba­ja en los que, de momento, pueden confiar. A pesar de las nacionalizaciones generalizadas, no hay todavía un plan económico centralizado. Las masas no están inmersas en la administración y la dirección de la industria. La antigua burocracia del servicio público todavía está en su mayoría intacta.

Ellos esperan que si las masas se desilusionan con el desempleo, la infla­ción, la disminución de su nivel de vida y la recesión, entonces puede que un nuevo golpe tenga más éxito y consiga restaurar la reacción. Por eso el MCE y EEUU hablan de ayuda con condiciones. Pero un nuevo golpe electrificaría una vez más a las masas y se­ría una garantía para llevar a cabo la nacionalización total.

Aunque no se puede excluir totalmente, parece bastante poco probable un golpe reaccio­nario burgués, ya que sólo provocaría nuevos movimientos de masas y pondría en peligro (desde el punto de vista burgués) el arraigo de los militares en la sociedad portuguesa.

Esto sería un peligro aún mayor para la burguesía mundial que la situación actual. No quiere echar a los gobernantes militares en los brazos de la burocracia rusa, ya que juegan un papel relativamente independiente, de momento, como nacionalistas portugueses.

Así pues, el MCE y EEUU intentan mantener la correlación de fuerzas que actualmente hay en Portugal. Como admitía The Times, "el capitalismo en Portugal ha muerto". La clase dominante mundial quiere sacar el mejor partido posible de una mala situación.

En el momento actual, están esperando el apoyo de la reacción, de los pequeños propietarios campesinos del norte, en quienes se pretendía apoyar Spínola junto con algunos sectores de la oficialidad. Están además apoyando el conflicto existente entre las dirección del PCP y el PSP.

Según algunas fuentes, 7.000 ex-policías secretas portugueses armados están en España esperando la oportunidad para vengarse.  Si surgieran escisiones entre los oficiales, éstos, junto con algunos mercenarios, podrían intentar intervenir en Portugal. Sin embargo, como se ha visto en cada intento de la reacción, el peligro de la contrarrevolución provocaría una reacción más extrema de las masas y sin la intervención militar directa, incluso una intervención extranjera fracasaría después de un terrible enfrentamiento sangriento. Hay miembros del burgués CDS (Centro Democrático y Social), incluso parlamentarios de la asamblea constituyente, que están manchados porque han ocupado puestos dirigentes en las organizaciones fascistas. Uno  fue ministro en el gobierno de Caetano y otro, el general De Melo, estuvo implicado en el golpe de Spínola. Estos están esperando reafirmar las prerrogativas del capitalismo intentando provocar una escisión en el Movimiento de las Fuerzas Armadas y también paralizar a la clase obrera.

Mario Soares ha aceptado de mala gana el programa de nacionalizaciones como una transición al "socialismo", pero está enfrentado al PCP en la cuestión de los derechos democráticos abstractos. La burguesía de occidente espera colocar una cuña en la situación para aprovecharse de esta contradicción.

Si Soares hubiera planteado la cuestión de un plan de producción democrático basado en los soviets, la elección de soviets de trabajadores, campesinos y soldados (Comités de Obreros y Soldados), el control y la gestión de la industria y el estado por parte de la clase obrera, el PSP sin duda habría conseguido el apoyo de la aplastante mayoría de la población, de los trabajadores, soldados y campesinos. El programa de Lenin, los famosos cuatro puntos para la dictadura del proletariado o la democracia obrera, deberían haber formado la base de un programa para la revolución.

  • Creación y elección de soviets con derecho de revocación.
  • Ningún funcionario puede recibir un salario más elevado que un trabajador cualificado.
  • No al ejército permanente sino el pueblo en armas.
  • No a la burocracia. Todos los cargos públicos deben ser desempeñados rotativaente por los representantes de los trabajadores. Los trabajos del estado deben reducirse al control y la administración. Cualquier cocinero debe ser capaz de asumir las funciones de primer ministro.

Un programa como este defendido por dirigentes con autoridad, habría obtenido un apoyo enorme en las filas del PSP y el PCP y entre sus simpatizantes. Habría dado a Portugal una posición hegemónica en la revolución de la Península Ibérica y después en toda Europa.

Pero el programa de Soares es un programa impotente, quiere construir una democracia burguesa allí donde han desaparecido las bases para esta democracia. En realidad nunca existieron estas bases en la revolución portuguesa. Durante un tiempo hubo bases para una democracia proletaria, aunque sólo sobre una base nacional, o para una dictadura burguesa, un nuevo y más feroz salazarismo. Ahora la elección está entre bonapartismo proletario o democracia proletaria.

Los gestos vacíos de Soares no conseguirán otra cosa que irritar a la casta militar. No impedirán que el PCP consolide, de una forma burocrática, su implantación en los sindicatos y otras instituciones. Solo si existieran soviets controlados democráticamente, que tuvieran el control de la prensa y garantizaran el acceso a todos los medios de comunicación, sobre la base y en proporción al apoyo en los soviets, entonces sí existiría verdadera libertad de expresión. Teniendo en cuenta la organización y el control de la base en las fuerzas armadas, en la industria y en el campo, la presión para obtener la democracia socialista seria irresisti­ble.

Pero las llamadas vacías de Soares a manifestaciones sin perspectivas y sin ningún objetivo o estrategia para tomar el poder, simplemente desmoralizarán a la clase obrera. Los so­cialdemócratas resultan bufones patéticos cuando llega la oportunidad de dar pasos decisivos. Ocurre lo mismo con las manifestaciones y huelgas contra la provocación y la violencia fascistas, sin estrategia y tácticas para tomar el poder terminan convirtiéndose en algo vacío y permiten a los fascistas incrementar su violencia cuando acaban las manifestaciones y los trabajadores regresan al trabajo. Así pues, mientras los estalinistas mantienen su control, Soares continúa adulando a los "generales revolucionarios".

Nadie ofrece una alternativa a las masas. No existe una organización democrática y flexible de la base en la industria (aparte los sindicatos) y en el ejército capaz de unir a todos sobre bases naciones para oponerse al poder de la Junta de oficiales, y las organizaciones sindicales están controladas burocráticamente desde arriba por los estalinistas.

Sin lugar a dudas, aunque la Junta de oficiales revolucionarios tiene gran apoyo entre las masas, el voto masivo por el PSP fue un voto contra el totalitarismo.

Las masas quieren el socialismo, pero quieren un socialismo libre y democrático. Han sufrido dos generaciones de terror autoritario y no quieren una nueva dictadura totalitaria. Este es un elemento a favor en la. posición del PSP. Sin embargo Soares, que se aprovecha de este sentimiento que está en el ánimo de las masas, no da respuestas concretas.

Por ejemplo, un verdadero plan de producción que incluyera el monopolio del mercado exterior, implicaría la participación a nivel local de las obreros en las fábricas, a través de análisis profundo de ­los recursos del país, su fuerza y su debilidad, implicando a científicos, ingenieros y técnicos, delegados sindicales e incluso amas de casa para elaborar u­no o dos planes de producción quinquenales. Las masas deben tener la última palabra a través de la representación local y después en la representación nacional de las juntas de trabajadores. Pero con el cretinismo parlamentario Soares sólo conseguirá quedar suspendido en el aire dentro de una asamblea constituyente ineficaz.

Tal como están las cosas ahora, las decisiones finales serán tomadas por la Junta de oficiales en colaboración con sus obedientes marionetas, los lideres del PCP. La misma Junta será arrastrada por la marea de los acontecimientos. Al no tener una filosofía elaborado y actuar de manera empírica, irán dando bandazos de un lado a otro. Sin la intervención de la revolución en España, que animará y aumentará la actividad y el entusiasmo de la clase obrera, tenderán a soluciones totalitarias a la cubana, porque esas serían la inclinación y formación naturales de los militares, propensos al "orden" y la "limpieza" en las relaciones sociales.

Los dirigentes del PCP, expertos en demagogia, manejos y trucos burocráticos.,sobrepasa­rán completamente a Soares, por que el PSP no tiene una alternativa programática para el poder.

Consecuentemente, los oficiales del MFA que en este momento están temblorosos e inseguros ante sus próximos movimientos, algo poco habitual en una casta militar entrenada, inexorablemente se verán obligados a tomar en sus manos todo el control. Esto ocurrirá sobre todo debido a las vacilaciones y disputas en la asamblea constituyente.

Intentarán dividir el PCP o formar un partido de las fuerzas armadas en el que se pueden amalgamar otros partidos. Soares tiene la esperanza de conseguir apoyo de los partidos socialistas y comunistas de Europa occidental, pero es una carta insignificante frente a las realidades del poder en Portugal.

El MFA está jugando un papel bonapartista sin los añadidos de un estado policiaco­-militar, pero los mismos acontecimientos les obligarán a tomar una decisión. Existe un vacío de poder. La burguesía en su mayoría ha sido desposeída. Sólo quedan algunos remanentes de las grandes empresas. En ese sentido el poder está ahora en manos del proletariado, pero­ los oficiales controlan el poder del Estado formalmente, en el sentido de que controlar los cuerpos de hombres armados significa tener el control del Estado. O se obliga a los oficiales a someterse y participar en los comités de soldados, donde serían una pequeña minoría. o inevitablemente barrerán hacia un lado a los "políticos chapuceros y desavenidos".

Ya hay señales de esto. Los oficiales están criticando la pusilanimidad, cobardía e indecisión socialdemócratas de Soares. Hablan de la necesidad de un "verdadero partido socialista" y el PCP presionará en ese sentido.

El control de la prensa, la radio y la televisión está ya en manos de los intelectuales del PCP que los han empezado a burocratizar con los métodos habituales del estalinismo incontrolado. El episodio de República no es casualidad.

El hecho de que el PSP abandone o no el gobierno por esta cuestión, no va a significar una diferencia fundamental en los acontecimientos porque no ofrece una alternativa organizativa concreta. Si permanece dentro, su destino estará sellado. Si abandonan, será únicamente un gesto de cretinismo parlamentario porque sólo provocaría el regreso a la retórica y las manifestaciones, sin un objetivo determinado y sin una meta organizativa a la vista que pudieran adoptar las masas.

Independientemente del giro o matiz peculiar que se le de, Portugal está en el camino hacia una forma de bona­partismo proletario o un estado obrero deformado o desfigurado. Las bases económicas están ya ampliamente sentadas. "El socialismo", en el idioma de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas, y también de los dirigentes del MFA, ya se ha logrado. Los lideres militares están examinando los modelos. El sistema cubano, que no difiere en lo esencial del de China, Yugoslavia, Rusia etc., parece ser el modelo favorito. En un momento u otro, la lógica de los acontecimientos de una burocracia militar incontrolada les obligará a hacer algo.

Portugal es todavía uno de los países mas retrasados de Europa. En Europa occidental es el país más pobre y atrasado, con un 40 por cieno de alfabetismo. Un imperio perdido, una industria débil, problemas extraordinarios problemas en una agricultura atrasada, las dificultades y los problemas se acumulan.

Con una perspectiva puramente nacional y sin la concepción de una democracia obrera y el socialismo internacional, que debido a sus propios recursos e iniciativas parece algo completamente ajeno para los soldados gobernantes, sin mirar hacia la revolución española en busca de ayuda para la creación de una Federación Socialista Ibérica, como un paso hacia una Europa Socialista, Portugal inexorablemente se encaminará hacia un estado totalitario de partido único.

La tragedia de la revolución portuguesa hasta ahora radica en que no hubo una tendencia que, basándose en la teoría probada del marxismo y la historia de las tres últimas décadas, fuera capaz de intervenir en el PSP  y ganar el apoyo de su base para una política marxista.

Como pronosticó nuestra tendencia, las masas se dirigieron en decenas de miles a las organizaciones tradicionales de la clase obrera, el PCP y el PSP, y por millones a los sindicatos.

La vanguardia obrera activa estaba organizada en el PCP y en el PSP. Si desde el principio hubiera existido un grupo marxista consciente dentro del PSP, habría crecido rápidamente sobre la base de la experiencia de la revolución, gracias a una interpretación, anticipación y explicación correctas de los acontecimientos. Hoy sería la mayoría de las JS y posiblemente también en del PSP.

La escisión del PCP antes de la revolución y la formación del seudo-maoísta MRPP, demuestran hasta que punto han sido aplastadas las ideas del marxismo revolucionario por el desarrollo de los acontecimientos mundiales.  Este grupo ha jugado un papel peligroso y provocador en la revolución, con sus tácticas irresponsables y ultraizquierdistas. Le ha seguido el juego al PCP con su fantástica resurrección del "social fascismo" para calificar al PCP.

En su mayoría es una organización estudiantil, si ha conseguido algo de apoyo entre los trabajadores se ha debido principalmente al oportunismo del PCP y sus métodos burocrático. A los trabajadores serios no les agradan sus tácticas infantiles e histéricas. Como dijo uno de los oficiales dirigentes de la Junta, sus enloquecidos métodos dejan libre el camino a los provocadores, como son las sectas ultraizquierdistas y anarquistas italianas. Actúa como una fuerza desorganizadora y desmoralizante. Juega a la revolución de una manera infantil y estudiantil. Su misma existencia se debe al vacío creado por la desaparición temporal de una corriente de masas marxista. Se alimenta del oportunismo y la ausencia de democracia en el PCP, pero como tendencia seria no tiene futuro en el movimiento de masas. Simplemente dará excusas a la Junta para que en el momento adecuado utilice la represión.

Los estudiantes pueden jugar un papel importante si están preparados principalmente para aprender tanto como para enseñar, dentro del marco del movimiento obrero. Fuera, sin la disciplina del auténtico marxismo, sus peores aspectos y los más débiles se convertirán en dominantes.

Volviendo a las cuestiones serias, la "propia vía al socialismo" de los militares portugueses, está sembrada de terribles problemas y dificultades. Aparte de Checoslovaquia y, po­siblemente Polonia, los demás países en los que triunfó el bonapartismo proletario durante la pos­guerra, existía un proletariado débil y disperso.

En el caso de Polonia, donde las ciudades fueron prácticamente destruidas, Varsovia reducida a escombros (En Varsovia vivía un porcentaje, sino la mayoría, importante del proletariado) y donde los campesinos constituían la aplastante mayoría de la población, no era posible que el proletariado jugara un papel independiente del PCP y el Ejército Rojo.

No había un partido marxista revolucionario. El proletariado estaba diezmado, especialmente los trabajadores cualificados. Su sección judía fue prácticamente exterminada. Sin una victo­ria del proletariado en uno de los países más industrializados, no podría existir la pers­pectiva de un poder obrero democrático.

Hacía falta algunos años para cerrar las heridas, con el desarrollo de la industria polaca. En 1956, y más aún en 1970, el proletariado polaco demostró que sus grandes tradiciones no estaban muertas. Demostró su odio hacia los nuevos terratenientes, la burocracia y el deseo de una auténtica democracia obrera.

En el caso de Checoslovaquia, se daban unas circunstancias similares. El PC era la organización dominante en el proletariado. Había recuerdos amargos de Munich y su rendición al yugo de un opresor fascista extranjero. No había ninguna organización que defendiese la perspectiva de la democracia obrera. Los estalinistas se aprovecharon del chovinismo y las masas alemanas fueron expulsadas de las provincias de Bohemia y Moravia. En este ambiente fue posible imponer un totalitarismo estalinista antes de que las masas entendieran sus implicaciones.

En el caso de Rusia el proletariado, que se había levantado hasta el punto de conseguir el poder y la democracia obrera por primera vez en la historia, sucumbió bajo el mando de la burocracia, debido al aislamiento de la revolución y al atraso Rusia. (Ver documentos y material de Trotsky).

El ala bolchevique fue derrotada en la lucha entre 1924 y 1927,a pesar de las tradiciones de Octubre y la existencia de un partido revolucionario, y esta derrota se debió al fracaso de la oleada revolucionaria internacionalmente, y la derrota de los trabajadores en Alemania, Gran Bretaña y China. El proletariado, cansado, exhausto y diezmado, cayo victima de los usurpadores burocráticos.

Hoy, a escala mundial, la situación es completamente diferente. Sin exagerar, sería correcto decir que el capitalismo europeo y mundial esta preñado de la revolución, incluso aunque esté en sus etapas iniciales. El proletariado mundial es inmensamente más poderoso que en ningún otro momento histórico. Se producirán acontecimientos inmensos y el proletariado entrará en acción en un país tras otro.

La burguesía mundial es decadente y está en decadencia. La euforia de la posguerra se ha evaporado. La burguesía está parcialmente desmoralizada mientras espera con terror los acontecimientos. No ha podido intervenir militarmente para aplastar la revolución en un pequeño país situado en el extremo opuesto de Rusia, dentro del continente europeo. Esto es mucho más peligroso para el capitalismo mundial que la revolución estalinista deformada de Vietnam. La mayor contradicción de los acontecimientos mundiales es la ausencia de un fuerte partido revolucionario. Esta es precisamente la contradicción que tenemos obligación de eliminar.

En el actual panorama de los acontecimientos mundiales es bastante poco probable que la burocracia militar portuguesa pueda consolidar una dictadura bonapartista proletaria policiaco-militar, debido a la revolución que se aproxima en el Estado español y las repercusiones que esto tendrá en Europa y en elmundo. Las revoluciones portuguesa y española se desarrollarán paralelamente, actuando e influyendo la una sobre la otra. Esto hará muy dificíl, sino imposible, burocratizar completamente la revolución portuguesa y consolidar un estado estalinista totalitario en Portugal (progresista en cuanto que suprimiría el capitalismo y los latifundi­os e impulsaría un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, y por consiguiente, estas medidas deberían ser apoyadas por la clase obrera internacional, pero ese mismo régimen sería reaccionario en cuanto a la ausencia de democracia obrera y al estrecho y ciego nacionalismo). Esto sentará las bases para nuevas contradicciones y la necesidad de una segunda revolución política para instaurar una democracia obrera.

La venganza de la clase obrera contra la represión del martinato

El General Maximiliano Hernández Martínez llegó al poder aprovechándose del golpe de Estado contra Arturo Araujo en 1931 pero solo se consolidó con la derrota de la revolución. La masacre de 30 mil trabajadores en 1932 tenía el objetivo no solo de derrotar la insurrección sino también dar una lección a las masas para que la revolución no levantara cabeza durante décadas y eso hubiera sido así en cualquier otro país pero las enormes tradiciones revolucionarias en El Salvador, la incapacidad del capitalismo para dar estabilidad y los excesos cometidos por el gobierno militar hicieron que en un lapso de tan solo 12 años se diera un nuevo proceso revolucionario que de haber triunfado en su totalidad podría haber ahorrado decenas de miles de mártires.

El Partido Comunista de El Salvador (PCS) surgió cuando la revolución Rusa había degenerado burocráticamente. Hay un enorme río de sangre que divide al bolchevismo del estalinismo, Stalin asesinó a más comunistas que Hitler y Mussolini juntos, solo así pudo aplastar las conquistas democráticas de octubre. Stalin falsificó la historia y aprovechó la autoridad que el primer Estado Obrero tenia entre la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo. Sustituyó el internacionalismo proletario defendido siempre por Lenin, por la teoría socialchovinista del socialismo en un solo país, usando los procesos revolucionarios y a los Partidos de la Internacional Comunista como peones en un tablero de ajedrez que podía sacrificar de acuerdo a las conveniencias de la burocracia soviética.

Existe un paralelismo entre las personalidades de Stalin y Hernández Martínez, ambos eran individuos grises de una baja cultura. Sustituían su pobre visión con la violencia más extrema, la tortura y el asesinato. Usaban el aparato, su poder y la represión para aparecer como los grandes Maestros visionarios, los grandes dirigentes.

El gobierno bonapartista de Hernández Martínez fue tolerado por la burguesía solo porque se convirtió en su héroe en el 32, el hombre con la capacidad de aplastar al comunismo en El Salvador. La burguesía prefiere los gobiernos basados en la democracia burguesa pero prefiere cien mil veces más a gobiernos dictatoriales antes que el triunfo revolucionario de los trabajadores. Un régimen bonapartista como el de Hernández Martínez, es la tendencia del poder a un solo hombre tendiendo a elevarse el estado por encima de las clases, por su naturaleza es incesable pues maniobra entre las clases; puede impactar golpes a la misma clase dominante aunque defendiendo siempre el modo de producción vigente, en este caso el capitalista.

Hernández Martínez ya en el poder decidió permanecer ahí reeligiéndose en varias ocasiones, siendo la ultima en marzo de 1944. Había  una creciente inconformidad de la burguesía con Maximiliano, quien les imponía que le dieran una tajada más grande del pastel de las ganancias capitalistas. Un ejemplo es el intento de aumentar las tasas tributarias a las exportaciones para que el Estado tuviera más ingresos.

El PCS en una situación critica

Desde los primeros círculos marxistas hasta la toma del poder de los obreros rusos, pasaron tres décadas. Todo ese tiempo sirvió para que se forjaran los cuadros y la dirección necesaria para llevar a los trabajadores a la victoria. El PCS no tuvo todo ese tiempo, a 2 años de su fundación ya estaba en medio de una insurrección y después de 1932 el partido prácticamente desapareció, fueron asesinados casi todos sus militantes y miles de simpatizantes. Incluso dirigentes como Miguel Marmol eran tachados por un sector del PCS como policía de Hernández Martínez, les parecía extraño que hubiera sobrevivido a su fusilamiento  y la cárcel.

Si en 1932 el proletariado se encontró con un partido inexperto en 1944 se encontró con un partido casi disuelto. Si la Internacional Comunista hubiera mantenido su internacionalismo y orientación marxista, como cuando Lenin y Trotsky estaban al frente, se podría haber salido de esa crisis de una forma más rápida y reconstruir un autentico Partido Comunista de manera mas pronta. Se cometieron infinidad de errores oportunistas. Salvo algunas excepciones el extremo clandestinaje impidió que el partido se ligara a las masas durante los años de dictadura. Esto solo era un reflejo de la falta de auténticos cuadros marxistas y de los zigszags políticos de la Comitern con sus erróneas políticas.

La segunda guerra mundial significó fuertes presiones económicas para las masas del mundo, incluyendo las de nuestro país, la crisis golpeaba duramente a las familias obreras, esto se sumaba a la enrome represión que se vivió durante todo el martinato. Se usaron métodos brutales para contener a la clase obrera como la cárcel, la tortura y el asesinato. En ese contexto tuvieron fuerte eco los métodos ultraizquierdistas con conspiraciones aisladas, síntoma de desesperación.

Fermento en el movimiento obrero

El ambiente real que había entre los trabajadores lo pudimos ver cuando el gobierno de Martínez permitió la formación de una asociación de zapateros con el objetivo de ganar una base de apoyo a Martínez con la intención de mantenerla bajo un control estricto. En una situación así era vital aprovechar cualquier oportunidad legal para vinculares al movimiento obrero y organizarlo. Reconstrucción Social Salvadoreña fue el equivalente a los sindicatos formados por la policía Zarista en Rusia dentro de los cuales los bolcheviques hicieron trabajo y los mismos que se radicalizaron y fueron la base para organizar la marcha del 9 de enero de 1905 que dio inicio a la revolución. Pero la conciencia de los trabajadores en El Salvador era más avanzada que la de los obreros rusos a inicios de 1905.

Los obreros comunistas dudaron en participar en Reconstrucción Social Salvadoreña, pero fueron empujados por el enorme ambiente y expectativas que generó entre los trabajadores. Participar en estas reuniones fue un gran acierto, los obreros usaron este espacio para debatir sus problemas. Un obrero llamado Vicente dijo: “Por primera vez después de 1932 estamos reunidos los zapateros salvadoreños ¿Y como nos encontramos? Pues, basta vernos los unos a los otros. Sucios, malvestidos, algunos hasta descalzos, todos descuarranchados y con caras de hambre (Miguel Marmol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Roque Dalton)”. El ofrecimiento que se hizo a los zapateros por parte del gobierno fue irse a trabajar a Panamá para ensanchar el canal, algo que fue rechazado. Los obreros comunistas jugaron un papel en orientar la reunión y constituir una organización que defendiera verdaderamente los intereses de los trabajadores. Finalmente se constituyó la Alianza Nacional de Zapateros.

Martínez permitió la formación de sociedades mutualistas en las que cooperaban trabajadores y patronos de la misma rama, sirvieron, en ese contexto, para agrupar y organizar al movimiento obrero, de ahí surgieron reales sindicatos en el siguiente periodo como fue el caso del sector de los ferrocarrileros. Un ejemplo de lucha en estas sociedades fue el de los panaderos que frente a los ojos de los mismos patrones, organizaran una huelga en medio del martinato en junio de 1943, teniendo enorme resonancia y consiguiendo aumento salarial con reducción de horas de trabajo. El 17 de junio, día del triunfo de la huelga, fue declarado como el día del panadero. Las sociedades mutualistas

La “revolución” del 2 de abril

En ese ambiente de fermento entre los trabajadores y al grito de: ¡Viva la verdadera democracia!   ¡Viva la Libertad!, el 2 de abril se da un golpe de Estado por parte de militares en alianza de civiles que, después de tres días de combate, es derrotado. Tenían el objetivo de derrocar y asesinar a Hernández Martínez. Las masas vieron en este golpe de estado un intento de salir del martinato, antes de ser derrotado el golpe se veían escenas de gante que salía a la calle llorando de felicidad porque ya había terminado la dictadura. Incluso los borrachos en la calle gritaban: ¡Muerte al tirano Martínez!, estos gritos se callaron matando a algunos de ellos que por estar en la borrachera no se habían dado cuenta de la derrota del golpe. Se dio una manifestación de por lo menos 500 personas pidiendo armas a los rebeldes para ayudar a derrocar a Martínez.

Maximiliano Hernández hizo pagar caro a los golpistas, quienes en todo momento se negaron a recurrir a la movilización de las masas y su armamento como la única forma de corregir los errores de la mala planificación del golpe. Por el contrario recurrieron a la embajada de EEUU quien les negó el apoyo. Miguel Marmol califica a  los dirigentes golpistas de abril de cobardes, traidores e ingenuos, pero relata que incluso dentro de ellos hubo excepciones de heroísmo como fue el caso del civil Víctor Marín que su muerte misma refleja la brutalidad del martinato:

“Para tratar de sacarle las listas de los conspiradores, en la policía le sacaron un ojo y le quebraron los brazos y las piernas, le arrancaron las uñas de pies y manos y le trituraron los testículos. Cuando lo fusilaron lo tuvieron que apoyar en un burro de madera. Y cómo no sería de mucho el hombre, que cuando se le acercó el cura frente al paredón y le dijo que venía a reconfortar el espíritu, Marín contestó: ‘Es el cuerpo el que me flaquea, padre, no el espíritu…’ (Miguel Marmol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Roque Dalton)”. Las nuevas escenas de brutalidad querían dejar un mensaje claro para aquellos que querían derrocarlo.

La huelga general de mayo de 1944

Lo sorprendente de la huelga de 1944 es que las masas dieron una heroica demostración de lucha revolucionaria sin contar con una dirección. El movimiento estudiantil salvadoreño tiene enormes tradiciones revolucionarias, a diferencia de aquellos estudiantes que hoy piensan que se es sumamente revolucionario encapucharse y hacer una acción aislada de los trabajadores y el resto de estudiantes, en 1944 se mostró cual es el verdadero camino a seguir: vincularse a la clase obrera con sus métodos en las movilizaciones de masas.

La “revolución” de abril abrió el camino para una verdadera revolución. La idea de derrocar a Martínez se incrusto en la mente de las masas, los estudiantes iniciaron la agitación y llamaron a una “Huelga general de brazos caídos” este es el nombre como se conoce a los acontecimientos revolucionarios de mayo de 1944 pero no es del todo correcto. Este llamado fue muy tímido para las contundentes acciones que impulsarían las masas. La huelga iniciada el 2 de mayo comienza en las universidades y de manera irresistible se extiende a las fábricas. En un artículo escrito por Luis E. Savedra se describe así la situación:

“Y se inició la huelga de mayo. Y los estudiantes universitarios… y los colegios particulares… y las escuelas oficiales se fueron a la huelga. Y se fue a la huelga el comercio… luego las fábricas, toda la industria se fue a la huelga, después lo hicieron los empleados bancarios, los hospitales y las generosas mujeres de los mercados… Y se paralizó el servicio de ferrocarriles, el servicio de buses urbanos y luego el interurbano… y se fueron a la huelga todos los empleados públicos del país…” (Tomado de hunnapuh.blogcindario.com).

El gobierno militar quiso aplastar la huelga por medio de la violencia, pero no es lo mismo enfrentarte a un grupo de militares que apenas si consiguieron tomar control del telégrafo, alguna estación de radio y algunos cuarteles que combatir a la clase obrera que es la que hace que funcione el conjunto de la sociedad. Una huelga general pone el tema del poder sobre la mesa aunque por si sola no lo resuelve. Se hace la pregunta ¿Quién es el dueño de la casa?

El gobierno norteamericano retiró el apoyo a Martínez usando de pretexto el asesinato accidental de un estudiante salvadoreño-norteamericano al que llamaban Chepe Wright. Martínez se vio obligado a renunciar el 9 de mayo, ya no le era inútil al imperialismo pues era incapaz de contener el avance revolucionario de los jóvenes y obreros de El Salvador. La táctica fue sustituir al actual dictador por otra figura para evitar que los trabajadores tomasen el poder.

¿Era posible ir más lejos?

El PCS planteó la consigna de la “Unidad Nacional” que significa unidad de los trabajadores con los capitalistas que se oponían a Martínez. Lenin siempre defendió la independencia de la clase obrera de la burguesía. Stalin por el contrario se abrazó a la teoría menchevique de conciliación de clases vinculándose siempre a la llamada burguesía progresista. En El Salvador se adoptó esa posición que nada tiene que ver con el auténtico marxismo leninismo.

Salvador Cayetano Carpio, entonces obrero panadero que en los siguientes años se convertiría en el dirigente sindical mas reconocido y fututo secretario general del PCS señalaría: “Por ejemplo la gran oportunidad que tuvo el pueblo para avanzar hacia un régimen más adecuado a sus intereses en 1944. Allí fue el chance más grande de romper el eslabón de las tiranías militares. No tuviéramos ahora 50 años de tiranía militar, sí en ese momento el pueblo hubiera profundizado sus aspiraciones revolucionarias, para lo que estaba bien dispuesto, dada la crisis en que en ese momento entraron las esferas del poder. Estaban tan socavadas las contradicciones internas de las clases dominantes, que estaban pasando por una crisis interna aguda y el pueblo estaba tan aburrido y cansado ya de la tiranía martinista y tan dispuesto a la lucha, que allí hubiera bastado una buena dirección de clase para hacer avanzar el proceso. Pero ¿Qué sucedió? El PCS de El Salvador, durante los 13 años posteriores a 1932 había estado organizado en mínima escala, sin células, sin funcionamiento verdadero, apenas con algunos supervivientes de 1932 que tenían mucho sacrificio y abnegación pero con el partido casi deshecho. Hasta cerca de 1942 empezó a conformarse nuevamente una especie de Comité Central, más que todo unidos por las casualidades”.

Y mas adelante continúa: “Cuando Martínez se tambaleaba y comenzaron las primeras muestras de violencia del pueblo, entonces estos se asustaron y entraron en tratos con Martínez para la "sucesión" constitucional: Una sucesión legal en el poder, lo que equivalía a romper el espinazo del auge revolucionario del pueblo. La última condición que Martínez puso fue que no se rompiera la constitucionalidad, porque entonces el pueblo iba a "desbordarse". La dirección popular pequeño burguesa [del PCS] aceptó, y en vez del tirano Martínez pusieron como Presidente al Vice-Presidente, al Gral. Ignacio Menéndez, y de esa manera lograron bajar los ánimos del pueblo” (Cuaderno de formación Nº 1 de las FPL, Comandante Marcial).

No compartimos todas las conclusiones que Carpio sacaría de estas experiencias como su método de la Guerra Popular Prolongada o el debate entre violencia o pacifismo, cuando el debate real era sobre los métodos y programa del reformismo contra los métodos y el programa revolucionarios. Pero esta cita deja en claro que incluso en esas condiciones, ante el vacio de dirección, el PCS pudo haber dado un vuelco al proceso si hubiera mantenido en primer instancia una independencia de clase y hubiera tenido en perspectiva la toma del poder por parte de los trabajadores lo que hubiera significado un enorme paso adelante generando un proceso irresistible en todo Centroamérica.

Bajo el gobierno de Ignacio Menéndez se vivieron ciertas libertades acompañados con el auge del movimiento de masas. Se formó la Unión Nacional de Trabajadores, un  partido político que cubría el papel de confederación sindical, que de manera rápida tuvo una masiva afiliación obrera. Las masas obligaron a echar abajo la reaccionaria constitución de Hernández Martínez, pero todo esto fue truncado con un nuevo golpe de Estado en Octubre de 1944 dirigido por el Coronel Osmín Aguirre, uno de los asesinos de campesinos en 1932. Este fue el resultado directo de no haber derrotado completamente a la oligarquía y la burguesía.

Es necesaria una dirección auténticamente marxista

Centroamérica es en realidad una sola nación, su historia esta íntimamente ligada. Mientas se derrocaba a Maximilianio Hernández, en Honduras se combatía la dictadura de Tiburcio Carías Andino. Había fuertes protestas de mujeres en mayo, un mes después los obreros de San Pedro Sula realizaron una huelga aunque fue derrotada con una represión brutal y una masacre casi olvidada de decenas o quizás algunos cientos de obreros y mujeres. Guatemala no se quedó atrás, desde junio se iniciaron huelgas y protestas que derrocaron a Jorge Ubico y en octubre de 1944 nuevas protestas derrocan a su sucesor el general Ponce formando una junta de gobierno de la que formaría parte Jacobo Árbenz.

Si esto se dio con el simple derrocamiento del gobierno militar, con la toma del poder de los trabajadores salvadoreños el impulso hubiera sido muy superior dando posibilidades para el inicio de la revolución socialista en Centroamérica.

Una federación socialista en Centroamérica, basada en la democracia obrera hubiera influido en el proceso de lucha de clases del proletariado a nivel mundial animando a los obreros rusos a echar a un lado a la burocracia y regresar al régimen de democracia obrera vivido de 1917 a 1924 en el Estado obrero ruso. Gracias al enorme potencial de la economía planificada, la segunda guerra mundial terminó con el triunfo de la URSS, pese a los tremendos errores de Stalin, a partir de ahí se formó el mal llamado bloque socialista, que se formó a imagen y semejanza de la URSS. Con un solo ejemplo en el mundo de autentica democracia obrera se podría haber contagiado al resto de los Estados basados en la economía planificada. Se podría haber construido verdaderos Estados socialistas y no sus caricaturas burocráticas.

Debemos recordar las jornadas revolucionarias de 1944 no con melancolía, sino como lecciones para la lucha de clases hoy. El método de la huelga general es vigente y necesario en épocas de crisis capitalista como el que atravesamos. Para aquellos reformistas que hablan que no hay en la actualidad condiciones para asestar golpes a los capitalistas con estos métodos debemos recordarles que los obreros y  estudiantes en 1944 lo impulsaron en condiciones sumamente más difíciles que las de ahora. Otra gran lección es que la independencia de clase es vital para conseguir una profunda transformación social y sigue siendo necesaria la construcción de una dirección auténticamente marxista al frente de los sindicatos, el movimiento estudiantil y los partidos obreros de masas.

Se cumplen 60 años de la Revolución China, el segundo evento más importante en la historia de los explotados después de la revolución ruda de 1917. Pero ¿qué fue lo que ocurrió? Es muy importante explicarlo porque incluso supuestos “marxistas” de esta y aquella época se dejaron llevar por las impresiones y elaboraron interpretaciones erróneas, más aún, estas personas decían que la Revolución China era una muestra de que el marxismo estaba incompleto y que por lo tanto hacia falta revisarlo. Otros, totalmente al contrario, entre ellos algunos  “teóricos” de la Cuarta Internacional llegaron a plantear que ¡Mao era un trotskista!

El único que pudo plantear la Revolución China desde un punto de vista marxista-y por lo tanto de manera correcta y verdadera-fue Ted Grant ¿Cómo lo hizo? Como un genuino marxista basándose en la teoría de la revolución permanente planteada por Marx y desarrollada por Trotsky que señalaba que todo proceso revolucionario en un país dependiente en los marcos del sistema imperialista tenía que enfrentar tareas socialistas si deseaba llevar la revolución hasta el final, dicho de otro modo salvo las medidas socialistas, cualquier otro camino llevaría a caer nuevamente bajo el dominio del capital internacional y por lo tanto a traicionar a la revolución.

El mundo salió devastado de la Segunda Guerra Mundial, en los países avanzados y gracias a la posición de los Estados Unidos como potencia hegemónica, combinada con la traición del estalinismo a la revolución en Europa, se crearon las condiciones para un nuevo auge capitalista. Sin embargo, en países coloniales o ex coloniales-atrasados en pocas palabras- las masas estaban dispuestas a luchar debido a que no tienen acceso ni siquiera a esas mínimas concesiones que si se dieron en los países avanzados. Esto explica las revoluciones China, Cubana, Boliviana, coreana, etc. Aquí hablaremos en exclusiva de la Revolución China.

En 1925-27 se da la primera Revolución China la cual es ahogada a sangre y fuego el Kuomitang-partido de la burguesía nacional-encabezado por Chiang Kai Shek. Este partido fue aceptado como un partido simpatizante a la Tercer Internacional después de la muerte de Lenin a pesar de la negativa de León Trotsky. En esta revolución fue aniquilada físicamente la crema y nata de del proletariado chino de tal suerte que los sobrevivientes a esta matanza tuvieron que huir de inmediato al campo, de esta manera es ilegalizado el sindicalismo chino y los restos del partido comunista. Esto no deja otra opción a los miembros de este partido escondidos en el campo más que la lucha a través de la guerra campesina.

El Partido Comunista se convirtió entonces en los hechos en un movimiento armado campesino cuyos jefes militares se autodefinían como marxistas, no hay duda que obraban de buena voluntad y que llevaban acabo una lucha revolucionaria en el campo, no obstante habían perdido la perspectiva de lucha proletaria y ya desde entonces la desdeñaban. Con todo los comunistas eran mil veces mas honestos que el corrupto y asesino régimen del Kuomitang, el cual nunca pudo destruir a la guerrilla de Mao y después, cuando estallo la guerra contra el Japón, no fue capaz de encabezar seriamente una resistencia, de tal modo que cuando la segunda guerra terminó, el régimen nacionalista de China estaba totalmente quebrado.

Una manera de ver a grosso modo el nivel de putrefacción de un régimen es medir el nivel de corrupción en el aparato estatal. El régimen de Chiang Kai Shek se hundía en ésta a tal grado que los recursos para apoyar la contrarrevolución en China provenientes de los Estados Unidos casi en su totalidad no eran invertidos, sino que se lo gastaba en otras cosas el aparato estatal. A diferencia de la revolución de 1925-27 donde los recursos de estados Unidos eran usados en la contrarrevolución ahora se gastaban en parrandas y orgias. Los Estados Unidos solo podían ver como se hundía el aparato estatal chino por sus propias contradicciones sin podes hacer nada para evitarlo.

En el verano de 1949 fue proclamada la República Popular de China, todos los intentos de Mao por constituir un sector burgués fueron inútiles, la lógica de los acontecimientos lo llevó emprender el camino de la reconstrucción por medio del aparato estatal con lo que se fue consolidando un estado obrero deformado, donde la democracia proletaria nunca jugó un papel.

Para bien o para mal, la Revolución China triunfante sólo puede ser explicada debido a la existencia de la URSS. Tomando las bases del socialismo se hubiera podido crear una federación socialista en medio mundo, por el contrario los dirigentes chinos se dedicaron a crear otro “socialismo aislado”, algo aún más absurdo que en el caso de la Unión Soviética. Pero no podían hacer otra cosa. Al haberse retirado durante mucho tiempo-veinte años-los dirigentes del partido comunista chino al campo y aliarse con los campesinos, los dirigentes del movimiento obrero pierden contacto con la clase obrera y por lo tanto con sus intereses, de esta manera pierden toda perspectiva internacionalista. El campesinado es siempre oscilante siempre está con la burguesía o el proletariado pero jamás juega un papel independiente. Así que cuando lucha el campesinado por fuerzas tiene que ir a la ciudad en busca de dirección ya sea en la burguesía o el proletariado. Los estalinistas cambiaron su base del proletariado al campesinado y en ese sentido, el ejército campesino era un agrupamiento bonapartista clásico. Y después se fusionó a un ejército. En el caso chino el campesinado encontró al proletariado pero de una manera bonapartista.

Cuando el campesinado encuentra como dirigente a la burguesía esto da como origen a un proceso capitalista clásico. Cuando es al proletariado tenemos una revolución socialista. En China tenemos una variación peculiar del segundo caso porque la dirigencia no es un partido bolchevique con ideas y propósitos enraizados al proletariado. No es esto lo que ocurre en el movimiento, este tiene una dirección centralizada en forma de partido estalinista que tiene sus raíces en Moscú. Así cuando llega al poder no como un partido Bolchevique enraizado en el proletariado sino maniobrando entre las clases.

Debido a la dirigencia de los estalinistas la china “comunista” sólo podría tener una dirección hacia un estado obrero deformado, en el cual Mao vería como modelo a Rusia y por lo tanto no permitiría la democracia obrera, condición necesaria para tener un estado obrero sano.

La ausencia de democracia obrera es lo que ha permitido a la actual dirección del PC Chino efectuar un giro al capitalismo, esperemos que el proletariado sepa rescatar su tradición revolucionaria y se levante como un huracán irresistible. Con estas bases y ese numero y ese peso a nivel mundial la siguiente Revolución China será mundial.

El pasado sábado 4 de abril, Militante visitó a compañeros de la colonia “La loma”, ellos son militantes del PRD y gracias a una compañera (también militante del PRD) se logró hacer el contacto. La iniciativa de discusión surge con los compañeros debido a sus experiencias en el seno del PRD; sólo son usados para llevar la candidatura de algún contendiente y son desechados al término de la elección. Los compañeros buscan una alternativa a lo que les ofrece el partido que desgraciadamente esta infiltrado por los chuchos y están deseosos de recuperar y hacer valer aquellos ideales y principios que dieron origen al PRD y siguen aún vigentes.

En la reunión se les presentó el video del aniversario de la Tendencia Marxista Militante, y nuestro periódico que fueron muy bien recibidos. Posteriormente se llevó acabo una discusión de nuestras ideas, los compañeros están consientes de los movimientos que se han llevado a cabo en nuestro país, como lo fue el de 1910-1921; pusieron de manifiesto los ideales de Zapata y Villa que eran buenas aspiraciones pero que no fueron concretadas por la falta de teoría, fue puesto de manifiesto por nuestra parte, también.

Los compañeros quedaron muy contentos con nuestra visita y se les propuso participar en la marcha del 1 de mayo.

Este mes se cumplen 90 años del asesinato del Caudillo del Sur a manos de los hombres de Jesús Guajardo en la hacienda de Chimeca, Morelos..

El asesinato de Emiliano Zapata representó un duro golpe para el movimiento agrario en el procesó de la Revolución Mexicana que se había gestado por las infrahumanas condiciones de vida de obreros y campesinos, que bajo el régimen de Díaz no tenían ninguna esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Aunque hay que señalar que incluso el propio asesinato de Zapata se desarrolla por el aislamiento bajo el cual el Ejercito Libertador del Sur se encontraba, pues para 1919 su rango de acción se limitaba a algunos municipios del Estado de Morelos mientras que en 1911 su radio se extendía hasta Xochimilco y la zona norte de Guerrero.

El llamado de Francisco I. Madero a la insurrección armada para el día 20 de noviembre de 1910 es atendida por alrededor de 300 hombres. En Puebla la insurrección maderista encabezada por Aquiles Serdán había sido descubierta el 18 de noviembre con lo cual el maderismo estaba descabezado en el sur del país. En Morelos la insurrección comenzó a finales de 1910 encabezada por Genovevo de la O con alrededor de 25 pero un sólo rifle. Zapata quien ya había encabezado algunos conflictos locales en Anenecuilco, se levanta junto con Pablo Torres Burgos hasta febrero de 1911 pues esperaba aglutinar a una mayor cantidad de campesinos, bajo el Plan de San Luis.

El desarrollo del movimiento zapatista durante los primeros años de la Revolución había siempre en acenso pero esto no sólo se debía a las características personales de Zapata sino a las condiciones históricas bajo las cuales se desarrolla el movimiento revolucionario. La razón fundamental por la cual, tanto Zapata como Villa, fueron quienes encabezaron el movimiento agrario se debió a la ausencia de una organización que fuera capaz de aglutinar las fuerzas en el sentido de proponer un programa anticapitalista. En este contexto poco a poco los acontecimientos políticos, especialmente la derrota de la División del Norte en 1915, fueron debilitando y aislando al movimiento.

Antes de 1909, año en que se funda el Partido Anti-reeleccionista con el cual Madero se lanza a la presidencia,  el único partido de oposición había sido del Partido Liberal Mexicano encabezado por Ricardo Flores Magón, que para 1910 estaba disperso por causa de los ataques perpetuados por el gobierno de Díaz.

El gobierno de Madero, como cualquier gobierno burgués, era incapaz de satisfacer las demandas de los campesino e indígenas quienes creían sinceramente en el, pues veían en su programa una buena intención. Pero como dice el dicho “el camino al infierno esta lleno de buenas intenciones”, Madero más que buscar una verdadera transformación de la sociedad solo pretendía una apertura democrática, es decir solo buscaba que la burguesía nacional a la que el pertenecía pudiera entrar a administrar el Estado a favor de sus intereses. Zapata se percato de esto y promulga el Plan de Ayala el 25 de noviembre de 1911 donde su principal consigna fue la de desconocer el gobierno maderista.

El Plan de Ayala refleja en gran medida la influencia política que esta tenía del magonismo, incluso la consigna Tierra y Libertad fue una consigna elaborada por los hermanos Flores Magón. Lo cual tampoco ofrecía una alternativa real a los campesinos y explotados del campo pues la distribución de las tierras sólo traería a la larga la formación de un grupo terrateniente local, o mejor dicho sólo se transferirían las tierras de dueño sin terminar con la causa de la miseria de los campesinos. Bajo el capitalismo tanto los campesinos como trabajadores son explotados en beneficio de una pequeña minoría, la cual saca jugosas ganancias del sudor y sangre de estos. Las contradicciones del capitalismo llegan a tal grado que hay ejemplos de plantíos donde se prefiere dejar que la cosecha se desperdicie por representar esto un costo menor que su cosecha, y esto sucede no en las grandes propiendas de tierra completamente tecnificadas sino en Estados como Tabasco, Puebla, Oaxaca y Veracruz. Esto sólo puede ser transformado bajo un gobierno obrero, donde las tierras sean expropiadas por este y sean puestas bajo el control democrático de los campesinos, donde la producción agraria se realice en función de las necesidades sociales.

A 90 años del asesinato de Zapata reivindiquemos un programa que realmente ofrezca alternativas a los trabajadores del campo, pues bajo el capitalismo la única salida es el socialismo.

“Por la unidad de obreros y campesinos”

“Por un programa socialista para el campo y la ciudad”

La castración científica y política de un revolucionario

En el Museo del Papalote se está presentando una exposición llamada Einstein, esta exposición ha tenido una gran propaganda incluso en barrios obreros y el interés de la clase trabajadora en la ciencia no se ha hecho esperar, en particular, podemos constatar que las masas tienen un gran interés en aprender sobre la Teoría de la Relatividad e incluso, sobre la vida de este gran científico y revolucionario: Albert Einstein.

Sin el afán de desanimar al lector, debemos decir que la exposición es pobre en relación con los objetivos que se plantea la misma. Las alas cuentan con muy poco material didáctico y la información más relevante se encuentra en grandes carteles escritos en inglés (hay traducciones al castellano, sin embargo no todas las mamparas tienen traducción y ésta es mucho más pequeña y mucho menos llamativa). El precio que se cobra por la entrada a esta exposición es más que suficiente para haber puesto también carteles en castellano; igualmente hacen falta más experimentos, los cuales también serían fácilmente cubiertos con los costos del boleto.

Las explicaciones que se dan en la exposición son más bien parecidas a las que se imparten en un aula universitaria, no propiamente para elevar el conocimiento científico de las masas. En el mejor de los casos, bastantes de los profesores universitarios se la pasan encerrados en sus oficinas en las universidades escribiendo “papers” que en no poco casos son otra cosa más que refritos de ideas ya planteadas por alguien más y éstas, al igual que en el museo, se redactan solamente en inglés. Como ven, la exposición está hecha de acuerdo a la psicología de la mayoría de los profesores universitarios: obscura e inteligible para un trabajador promedio. Este es un botón de muestra del actual estado del desarrollo de la ciencia.

La exposición empieza con muy breves notas biográficas de Albert Einstein; posteriormente sin ningún puente, se pasa a presentar algunos aspectos técnicos de la Teoría de la  Relatividad, para terminar hablando de agujeros negros. Tal y como dijimos arriba, esta exposición tiene la completa psicología de un profesor universitario, la exposición tiene sin duda el sello del eclecticismo que los marxistas tanto criticamos:

En simple castellano a esto se le llama eclecticismo. Engels, en su polémica con Dühring (antepasado espiritual de Dieterich), se refería a los escritos de aquel como a “una sopa boba de eclecticismo”. Pero, comparados con los libros de Dieterich, los escritos de Dühring eran una mina de oro de sabiduría. El eclecticismo siempre ha sido popular en las universidades, y nunca más que en estos momentos. El nivel de la vida intelectual en la actualidad es incluso más pobre de lo que lo fue en el pasado —al menos en las ciencias sociales—. La mayoría de la filosofía burguesa moderna no merece siquiera la pena ser leída. El sinsentido posmodernista (que ha dejado su marca indeleble en el pensamiento de Dieterich) refleja la desesperación de los intelectuales burgueses en el periodo de decadencia senil del capitalismo. (Alan Woods, Reformismo o Revolución, Fundación Federico Engels)

La  tercera y última parte de la exposición, trata de convencernos del “pacifismo” de Einstein. Se puede tapar el sol con el pulgar sin que éste deje de iluminar la Tierra; de la misma manera estos señores buscan tapar a Einstein con cartelitos e historietas de un Einstein “pacifista”. Nada de eso. Ni siquiera en sus propios carteles son capaces de ocultar la verdad. En estos mismos carteles se pueden leer algunos documentos del FBI donde Einstein financiaba a más de treinta organizaciones comunistas y anarquistas. Lo que buscaban hacer con Einstein estos señores es exactamente lo que San Pablo y demás curas hicieron con el cristianismo primitivo: quitarles totalmente todo su contenido revolucionario.

El cristianismo comenzó como un movimiento revolucionario de los pobres y oprimidos en el periodo de decadencia del imperio romano. Hace 2.000 años los primeros cristianos organizaron un movimiento de masas de los sectores más pobres y oprimidos de la sociedad. No es sorprendente que los romanos acusaran a los cristianos de ser un movimiento de esclavos y de mujeres. Los cristianos primitivos fueron comunistas, como se desprende de Los Hechos de los Apóstoles. El propio Cristo se movía entre los pobres y desposeídos y atacaba con frecuencia a los ricos. No es casual que su primer acto al entrar en Jerusalén fuera echar del Templo a los mercaderes. Dijo también que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios. La Biblia está plagada de expresiones como ésta (Íbidem).

Lo que esta gente busca es castrar el contenido revolucionario de  Einstein, tanto como persona, así como el de la Teoría Especial de la Relatividad, tal y como lo explica Lenin al inicio de El Estado y la Revolución:

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola.

En semejante "arreglo" del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero. Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que es, o parece ser aceptable para la burguesía. Todos los socialchovinistas son hoy—¡bromas aparte!—"marxistas". Y cada vez con mayor frecuencia los sabios burgueses alemanes, que ayer todavía eran especialistas en pulverizar el marxismo, hablan hoy ¡de un Marx "nacional-alemán" que, según ellos, educó estas asociaciones obreras tan magníficamente organizadas para llevar a cabo la guerra de rapiña!

Desafortunadamente, nosotros los marxistas no tenemos materiales para realizar la exposición; sin embargo, debemos mencionar algunos de los lineamientos bajo los cuales nosotros la habríamos realizado:

  1. Realización de experimentos para explicar el principio de equivalencia de la relatividad general utilizando un ascensor donde la gente pueda apreciar el principio de equivalencia.
  2. No sólo eso, se puede usar incluso un bungee y una cámara para apreciar que dos cuerpos en caída libre se mantienen cayendo a la misma aceleración de la gravedad  de igual manera que en un campo acelerado como un elevador, esto es verdad localmente. Esto será demasiado interesante para los jóvenes e intrépidos.
  3. Hacer un experimento en el que se explique la equivalencia entre la masa inercial y la gravitatoria, por ejemplo, Luis de la Peña en su libro Albert Einstein: Navegante solitario, presenta un experimento que sirve para demostrar la igualdad cuantitativa entre la masa inercial y gravitatoria. Pondremos la explicación del experimento y su diagrama tal cual aparece en el libro arriba mencionado.
  4. Ser fieles verdaderamente a la política que formalmente integran los postulados del Museo del Papalote: “Toca, juega y aprende”. Sacar de los aparadores copias de libros, notas y premios de Einstein para que todos puedan echarle un ojo a su primer libro de geometría, a su premio Nobel, a las últimas notas que escribió en el lecho de muerte; un “cuaderno de Einstein” en el que se permitiera a los asistentes escribir ecuaciones, dibujos o lo que se les ocurriera con respecto a la exposición.
  5. Abandonar radicalmente las interpretaciones idealistas de la Teoría de la Relatividad con las que el propio Einstein estaba en desacuerdo.

La lucha por el socialismo comienza con la batalla por la expropiación del poder político y económico de la clase dominante por parte de la clase trabajadora. Pero éste es sólo el principio. La salvación y el desarrollo de la humanidad dependen de la emancipación del propio ser humano. Esto quiere decir entre otras cosas, que es necesario que la mayoría (es decir, nosotros los trabajadores) asimilemos todo el bagaje histórico, científico y cultural que tanto sudor y sangre nos ha costado y que tan pocas personas han podido disfrutar. La exposición de Einstein es un esfuerzo valioso para que los trabajadores continuemos con nuestra ardua tarea de aprender cómo funciona el Universo; bajo el capitalismo no existirá en lo general exposiciones que nos sirvan más y que se adecuen más a nuestra necesidad de aprender y conocer. Los museos, al igual que la educación escolarizada, se basan en un método didáctico y pedagógico en excelencia enciclopédico (la acumulación de información) y no formativo.  Sólo bajo un gobierno obrero, estas exposiciones se multiplicarán por mil en lo cuantitativo y en lo cualitativo y erradicaremos toda la lacra intelectual a la que nos somete el capitalismo.

Apéndice del artículo

Aparato para demostrar el principio de equivalencia*

La figura ilustra un aparato sencillo que permite demostrar el principio de equivalencia de Einstein. El aparato está construido como sigue:

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/31/imgs/f06p112.gif

Aparato para mostrar el principio de equivalencia

Una esfera transparente de plástico rígido contiene una taza en la que puede asentarse una bola de bronce. Esta bola se halla unida por un hilo delgado de nylon a un resorte débil, detenido de un palo de escoba de metro y medio de longitud aproximadamente. El resorte no es lo suficientemente fuerte como para recolocar a la bola de bronce cuando se le saca de su asiento.

¿Cómo se puede usar este instrumento casero para demostrar el principio de equivalencia?

RESPUESTA. Tomándolo del palo, elevar el aparato verticalmente hasta que toque el techo de la habitación; dejarlo deslizarse libremente entre las manos (que sólo lo guían para evitar aporrear a los amigos). Cuando el aparato cae, la esfera grande de plástico y la bola están igualmente aceleradas y no hay fuerza gravitacional debido al principio de equivalencia; así, la pequeña tensión del resorte es ahora suficiente para jalar la bola y colocarla en la taza.

Esta "versión einsteiniana" de un juguete infantil fue ideada por Eric Rogers y su esposa, quienes se lo obsequiaron a Einstein en ocasión de su 76 aniversario, días antes de su muerte.

*Tomado de la biblioteca digital del ILCE.

Hace noventa años los representantes de las potencias imperialistas vencedoras se reunieron en París para determinar el destino del mundo entero. El Tratado de Versalles formalmente terminó con el estado de guerra entre Alemania y las potencias Aliadas (también conocidas como la Entente). Costó seis meses de disputa en la Conferencia de Paz de París concluir el tratado de paz. Finalmente se firmó el 28 de junio de 1919, exactamente cinco años después del asesinato del Archiduque Francisco Fernando.

El Tratado de Versalles fue uno de los tratados más escandalosos y agresivo de la historia. Fue un acto flagrante de saqueo perpetrado por una banda de ladrones contra una Alemania indefensa, postrada y sangrante. Entre sus numerosas cláusulas se requería a Alemania y sus aliados aceptar toda la responsabilidad de la guerra y, bajo los términos de los artículos 231-248, desarmarse, hacer concesiones territoriales sustanciales y pagar las reparaciones de las potencias de la Entente.

Los hechos de Versalles son muy ilustrativos porque revelan el funcionamiento interno de la diplomacia imperialista, la cruda realidad del poder político y los intereses materiales que se esconden detrás de las floridas frases sobre Libertad, Humanitarismo, Pacifismo y Democracia. En el secreto de la sala de negociaciones, los líderes del "mundo civilizado" regatean como comerciantes en un mercado medieval, así es como se dividen Europa y el mundo entero en esferas de intereses. Este hecho preparó la base para conflictos posteriores que llevaron directamente a la Segunda Guerra Mundial.

La revolución alemana

El combate real había terminado con el armisticio firmado el 11 de noviembre de 1918. Lo que obligó al Estado Mayor alemán a poner fin a las hostilidades fue el estallido de la revolución alemana. Después de cuatro horas de horrible carnicería, todo en el Frente Occidental, el ejército alemán desgastado por la guerra comenzó a desintegrarse. La disciplina se rompió, los soldados se negaban a obedecer a sus oficiales y las deserciones se habían convertido en una epidemia.

El motín más serio tuvo lugar entre los marineros, tradicionalmente el sector más combativo y proletario de las fuerzas armadas. En noviembre de 1918 la flota de Alta Mar alemana se amotinó debido al rumor de que los barcos, y sus tripulaciones, iban a ser sacrificadas en la batalla con las armadas conjuntas británica y norteamericana. Los marineros alemanes se amotinaron y se fueron a tierra para unirse a los trabajadores revolucionarios en Kiel y otras ciudades.

En el momento de la verdad, el poderoso imperio alemán colapsó como un castillo de naipes. Los trabajadores y marineros establecieron el Consejo Obrero de Kiel, el equivalente a los soviets rusos. El 4 de noviembre, Kiel estaba en manos de los amotinados que arrestaron a los oficiales y los desarmaron. Delegaciones de trabajadores y marineros fueron a los otros puertos: Hamburgo, Wilhelshaven, Rostok, Luebeck, Brubsbuttel, Cuxhaven, Rundesberg, Bremerhaven, Warnenberg y Greeestemunde. No se permitía entrar a ningún barco a puerto a menos que llevara la bandera roja.

La casta de oficiales estaba impotente, el Estado estaba suspendido en medio del aire y el poder estaba en la calle esperando que alguien lo recogiera. La clase dominante alemana inmediatamente comprendió que la resistencia era imposible. En su lugar, decidieron deshacerse del káiser y basarse en los dirigentes socialdemócratas como el único baluarte que quedaba del "orden". El Estado Mayor alemán preparó un golpe palaciego, el káiser fue puesto en un tren camino de Holanda.

La clase dominante alemana era consciente de que el principal peligro estaba en el frente interno. Se hizo un intento poco entusiasta de entregar el poder al príncipe Max. Sin embargo, el poder real estaba en manos de los Consejos Obreros. Para evitar que los trabajadores establecieran un gobierno revolucionario, el Estado Mayor alemán pidió los servicios del ala de derechas socialdemócrata, Gustav Noske, que fue a Kiel para tomar el control de la situación y desviar a los trabajadores y marineros revolucionarios hacia canales "seguros" (es decir burgueses). Los ladrones imperialistas reunidos en París estaban igualmente alarmados porque toda la historia demuestra que la revolución es contagiosa.

Comienzan las conversaciones

Las negociaciones entre las potencias aliadas comenzaron el 18 de enero de 1919 en los lujos alrededores del Salón de l'Horloge en el Ministerio de Exteriores francés, en el Quai d'Orsay en París. Para empezar en las negociaciones había no menos de 70 delegados de 27 países. Todos tenían su propia agenda y todos exigían un pedazo del pastel. Sin embargo, había dos ausentes importantes: las potencias derrotadas: Alemania, Austria y Hungría, que fueron excluidas de las negociaciones.

En realidad, la conferencia fue un fraude. La mayoría de los 70 delegados no tenían absolutamente nada que decir en el proceso que ya estaba determinado por un puñado de grandes potencias: Gran Bretaña, Francia y EEUU. Las naciones más pequeñas se comportaron como los parientes pobres que tazón en mano, en la puerta de un rico, esperan recibir algo por su paciencia y buen comportamiento hasta marzo de 1919, los asuntos reales estuvieron dirigidos por el llamado Consejo de los Diez, formado por las cinco naciones vencedoras: EEUU, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón.

No obstante, como se demostró incluso este organismo era inconveniente para las grandes potencias. El ascenso del poder asiático del imperialismo japonés ya había puesto sus ojos en una nueva expansión hacia China, que lo que provocaba un conflicto directo con las ambiciones de EEUU y Gran Bretaña. Los japoneses intentaron insertar una cláusula prescribiendo la discriminación sobre la base de la raza o nacionalidad, pero fue rechazada, en particular por Australia. Japón y otros abandonaron la reunión y sólo quedaron los cuatro grandes.

Italia, el más pequeño y débil, había entrado en la guerra tarde y jugó un papel muy minoritario. Pero ahora hacía mucho ruido con sus pretensiones territoriales de Fiume. Como es habitual, cuando un perro pequeño hace demasiado ruido y molesta a los grandes, estos últimos gruñen y muestran los dientes, entonces el primero huye con el rabo entre las piernas. Cuando se rechazaron estas pretensiones, el primer ministro italiano, Vittorio Orlando, indignado abandonó las negociaciones (sólo regresó para la firma de junio).

El proceso estuvo totalmente dominado por los líderes de los "tres grandes": Gran Bretaña, Francia y EEUU. David Lloyd George, Georges Clemenceau y el presidente estadounidense, Woodrow, éstos fueron los que decidieron todo. Las condiciones finales estuvieron determinadas por estos hombres y los intereses que representaban. Sin embargo, fue virtualmente imposible para ellos decidir una posición común porque sus objetivos bélicos chocaban entre sí. El resultado fue un compromiso chapucero que no satisfizo a nadie y que preparó el camino para nuevas explosiones.

Consecuencias para Alemania

El 29 de abril la delegación alemana bajo la dirección del ministro de exteriores Ulrich Graf von Brockdorff-Rantzau llegó a Versalles. Parece que ingenuamente esperaban ser invitados a la conferencia para algún tipo de negociaciones. Después de todo, tras la derrota de Francia en las Guerras Napoleónicas, el francés Tallyrand fue invitado a participar en el Congreso de Viena, donde utilizó sus considerables habilidades para sacar algunas concesiones para Francia. ¡Pero no era 1815!

Los representantes alemanes fueron sistemáticamente humillados antes de entrar en el salón, donde por primera vez se enfrentaron a la expresión pétrea de los vencedores. Se leyeron los términos del tratado. No hubo discusión, ni siquiera se permitieron las preguntas. El 7 de mayo cuando se enfrentaron a las condiciones dictadas por los vencedores, incluida la llamada "Cláusula de culpabilidad de la guerra", el ministro de exteriores Ulrich Graf von Brockdorff-Rantzau replicó a Clemenceau, Wilson y Lloyd George: "Sabemos toda la carga de odio a la que nos enfrentamos aquí. Nos exigís que confesemos que somos la única parte culpable de la guerra, esa confesión de mi boca sería una mentira".

Estas protestas no eran inútiles. Los alemanes tuvieron que beber la taza de la humillación hasta las últimas heces. Después, se retiraron de los procedimientos del Tratado de Versalles, un gesto inútil y desesperado. En vano el gobierno alemán hizo una protesta contra lo que consideraba exigencias injustas y una "violación del honor". En un acto teatral, el recién elegido canciller socialdemócrata, Philipp Scheidemann, se negó a firmar el tratado y dimitió. En un discurso apasionado ante la Asamblea Nacional el 12 de marzo de 1919 calificó el tratado de "plan homicida" y exclamó: "¿Qué la mano que intenta ponernos cadenas como éstas se marchite? El tratado es inaceptable".

Pero sólo era retórica vacía. Alemania fue desarmada, el ejército debía disolverse y los aliados se preparaban para avanzar. Era una situación insostenible. La Asamblea Nacional votó a favor de firmar el tratado por 237 votos a favor y 138 en contra, con 5 abstenciones. El ministro de exteriores Hermann Müller y Johannes Bell viajaron a Versalles para firmar el tratado en nombre de Alemania. El tratado fue firmado el 28 de junio de 1919 y ratificado por la Asamblea Nacional el 9 de julio de 1919 con 209 votos a favor y 116 en contra.

Este es el origen de la leyenda negra de la "puñalada en la espalda". Los nacionalistas de derechas y ex - líderes militares comenzaron a culpar a los políticos de Weimar, socialistas, comunistas y a los judíos por la supuesta traición nacional de Alemania. Los Criminales de Noviembre y la recién formada República de Weimar fueron responsabilizados de la derrota. Esta fue la melodía que los nazis y otros nacionalistas de derechas tocarían continuamente en el siguiente período, culpar a los extranjeros, a los judíos y "traidores" por las miserias y sufrimientos del pueblo alemán.

Los objetivos bélicos de Francia

De los tres grandes el más beligerante fue Francia, que había perdido más que Gran Bretaña y EEUU: aproximadamente 1,5 millones de soldados y se calcula que 400.000 civiles. Una parte importante del frente occidental se había luchando en territorio francés. Ahora la clase dominante francesa quería venganza. La prensa azuzaba a la opinión pública con un frenético chovinismo anti-alemán y el primer ministro Georges Clemenceau era implacable.

Clemenceau estaba decidido a mutilar militar, política y económicamente a Alemania, para que nunca más pudiera invadir Francia. Naturalmente quería recuperar el territorio rico e industrial de Alsacia-Lorraine, que había sido arrebatado a Francia por Alemania en la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871. Pero el Estado Mayor francés quería ir más allá: anhelaban tener Rhineland, que siembre habían considerado como la frontera "natural" de Francia con Alemania.

Los objetivos bélicos de Gran Bretaña eran diferentes porque sus intereses no eran los de Francia. El astuto primer ministro británico, Lloyd George, apoyaba las reparaciones pero menos que Francia. Quería desangrar a Alemania en interés del capitalismo británico y reducir su poder económico y militar. Pero no quería destruir totalmente a Alemania. Era bien consciente de que si Francia conseguía su objetivo, se podría convertir en la fuerza más poderosa del continente y la correlación de fuerzas en Europa se alteraría. Eso no convenía al imperialismo británico que quería mantener a Alemania frente a Francia y mantener a ambos en jaque.

Aparte de estas consideraciones estratégicas, también estaban los intereses económicos británicos. Antes de la guerra, Alemania había sido el principal competidor de Gran Bretaña, pero también su mayor socio comercial y, por tanto, la propuesta francesa de destruir la industria alemana no convenía a los intereses a largo plazo del capitalismo británico. No obstante, la perspectiva de saquear a una derrotada Alemania también era algo difícil de resistir. Así que Lloyd George quería aumentar la parte de las reparaciones alemanas de Gran Bretaña exigiendo una compensación por el gran número de viudas, huérfanos y mutilados incapacitados para trabajar debido a las heridas, provocados por la guerra.

Siempre el supremo oportunista político de Lloyd George apoyó la consigna "colgar al káiser" para contentar a su población y ganar votos en casa. Lloyd George estaba irritado por el supuesto idealismo de Woodrow Wilson. Los británicos y los franceses apoyaron tratados secretos y bloqueos navales a los que se oponía Wilson. En particular, la propuesta del presidente norteamericano de "autodeterminación" no gustaba a Lloyd George. Los imperialistas británicos, como los franceses, querían preservar su imperio. Si la idea de la autodeterminación era aplicable a Europa (Checoslovaquia, Yugoslavia), ¡por qué no debería ser aplicable a las colonias británicas y francesas?

Los líderes de Europa no se dejaban enloquecer por las ideas de Wilson. Tenían la suficiente experiencia para leer entre líneas y distinguir entre realidad y ficción. Podían ver que detrás de la cortina de humo del idealismo había intereses muy sólidos. Sabían que el ascendente poder de EEUU estaba estirando sus músculos y que llegaría el día en que pondría a prueba su fuerza contra ellos. La lucha mundial por los mercados les enfrentaría, como había sucedido con Alemania.

Detrás de las bonitas palabras sobre la autodeterminación estaba la amenaza de romper los viejos imperios europeos en beneficio de EEUU. Ahora por primera vez este país interfería en los asuntos internos de Europa y tomaba partido por Alemania contra Gran Bretaña y Francia. ¿Qué sabían los norteamericanos sobre la guerra? Habían llegado en el último minuto y cambiado la correlación de fuerzas contra Alemania. Pero no habían sacrificado lo mismo que Francia y Gran Bretaña. No habían invadido su territorio, no habían bombardeado y destruido sus ciudades. ¡Y nos quieren dar lecciones sobre justicia y humanidad! ¡Eso es intolerable!

Los objetivos bélicos de EEUU

EEUU se estaba convirtiendo en la nación más poderosa sobre el planeta. Ya se había embarcado en su carrera de expansión imperialista con sus guerras con México, pero el proceso experimentó un salto cualitativo con la guerra con España, la ocupación de Cuba y Filipinas a finales del siglo XIX. Sin embargo, siendo un enorme país con un enorme mercado interno, un sector de la burguesía estadounidense y un gran sector de la pequeña burguesía seguían inclinados hacia el aislacionismo.

Existía un poderoso sentimiento anti-intervencionista antes y después de que EEUU entrasen en la guerra en abril de 1917. Cuando terminó la guerra, muchos norteamericanos estaban entusiasmados por librarse de los asuntos europeos tan rápidamente como fuese posible. EEUU adoptó una posición más conciliadora con relación a la cuestión de las reparaciones alemanas, lo que les llevó a enfrentarse con los británicos y en particular con los imperialistas franceses.

En medio de los escombros ensangrentados de Europa, muchos miraban al gigante trasatlántico en busca de algún signo de esperanza. La retórica confusa pacifista y democrática de Woodrow Wilson tocó la fibra de los corazones y las mentes de millones de personas en Europa cansada de la guerra, particularmente en los países derrotados y en las pequeñas naciones que luchaban por hacerse valer. Así que, al principio, Wilson fue considerado un héroe, muy parecido a Barak Obama en la actualidad.

La similitud entre sus discursos es asombrosa: una combinación de frases altisonantes, idealismo y populismo que suena muy bien y están totalmente vacíos de contenido real. Cuando llegó por primera vez a Europa, Wilson fue recibido por enormes multitudes que le vitoreaban. Pero este entusiasmo no duró mucho. Detrás de las maravillosas frases estaban los mismos viejos intereses de las grandes potencias y las sórdidas intrigas diplomáticas continuaron como siempre.

Incluso antes del final de la guerra, Woodrow Wilson planteó sus Catorce Puntos que presentó en su discurso en la Conferencia de Paz de París. Es interesante especular hasta que punto Wilson creía en su propia retórica. Parecía ser sólo un académico provinciano con una mentalidad estrecha y formalista coloreada con una gran dosis de sentimentalismo y moralina cristiana. Su manera de hablar, que se parecía a un pequeño predicador, tenía el mismo efecto en los oídos del curtido Clemenceau y del risueño cínico Lloyd George que el taladro de un dentista.

Al principio escucharon en silencio como les hablaba sobre la necesidad de la moralidad en los asuntos mundiales, de la justicia y la humanidad para los enemigos derrotados y del derecho de autodeterminación para las pequeñas naciones. No sabían quién era Wilson, pero sí sabían que EEUU era el país que tenía el destino de Europa en la palma de la mano y, por tanto, se tragaron su orgullo y contuvieron su indignación, limitándose a comentarios irónicos en los pasillos.

EEUU quería la paz y la estabilidad en Europa para garantizar el éxito de las futuras oportunidades comerciales y recoger con esperanza algunas de las enormes deudas que habían contraído los europeos. La destrucción la vida económica de Alemania no entraba en estos planes. La mayoría de las reparaciones irían a Francia, Gran Bretaña y Bélgica. EEUU podía ser magnánimo con los alemanes, ¡no tenían que reconstruir sus ciudades y pueblos destruidos!

En EEUU la desilusión con la guerra provocó una reacción contra Wilson. Los aislacionistas, encabezados por Henry Cabot Lodge, lanzaron una ofensiva en el Senado contra el tratado que votó contra su ratificación. Como un hombre viejo, enfermo y amargado,  Wilson se negó a apoyar el tratado con las reservas impuestas por el Senado. Murió poco después, el sucesor de Wilson, Warren G. Harding, continuó la oposición norteamericana a la Liga de las Naciones. Su administración después colapsó en medio de un escándalo de corrupción sin precedentes.

Las reparaciones

Los términos del tratado en realidad eran draconianos. La mayor parte del tratado establecía las reparaciones que Alemania pagaría a los Aliados. La cuantía total de las reparaciones de guerra exigían a Alemania la asombrosa cantidad de 226.000 millones de reichsmarks en oro. Era una cantidad imposible de pagar para Alemania, un hecho que más tarde fue tácitamente aceptado por una Comisión de Reparaciones Inter-Aliadas. En 1921 se redujo a 132.000 reichsmarks, aún así, esa cifra era una ruina para Alemania.

Las reparaciones se pagaron de varias formas, incluido carbón, acero, productos agrícolas e incluso propiedad intelectual  (por ejemplo la patente de la aspirina) y, en una parte no pequeña en reparaciones monetarias de tal magnitud que provocaron hiperinflación, como ocurrió en la posguerra alemana (ver la inflación alemana en los años veinte), de esta manera decrecían los beneficios de Francia y Gran Bretaña. Alemania aún no ha terminado de pagar sus reparaciones de la Primera Guerra Mundial, eso sucederá en el año 2020.

El joven John Maynard Keynes había sido el principal representante del Tesoro Británico en la Conferencia de Paz de París. Furioso porque se habían ignorado sus sugerencias sobre las reparaciones, publicó una obra condenatoria de la conferencia, Las consecuencias económicas de la paz (1919). En este famoso libro hace referencia al Tratado de Versalles como una "paz cartaginense". Su argumento era que la carga de las reparaciones arruinaría a Alemania y arrastraría al resto de Europa. Desde un punto de vista capitalista tenía bastante razón.

Las condiciones del tratado eran tan violentas que fueron consideradas unánimemente como inaceptables por todos los partidos políticos. El socialdemócrata Phillip Scheidemann se negó a firmar el tratado y dimitió. Pero otros socialdemócratas lo aceptaron. Las principales víctimas, como siempre, fueron los trabajadores. La destrozada economía alemana era tan débil que sólo un pequeño porcentaje de las reparaciones se pagaron en moneda fuerte. Incluso el pago de un pequeño porcentaje de las reparaciones originales aún representaba una carga intolerable para la economía alemana y fue la causa de la hiperinflación que posteriormente hundió la economía en un pozo.

"La culpabilidad de Alemania"

Se intentó echar toda la responsabilidad de los sufrimientos de la guerra sobre los hombros del antiguo emperador alemán, Guillermo II. Los británicos y los franceses bramaban y divagaban. Iba a ser tratado como un criminal de guerra. Sin embrago, al final, no se hizo nada y el anterior káiser acabó sus días en un exilio cómodo en Holanda. Pero si Guillermo escapó ileso, el pueblo alemán no escapó tan bien. El artículo 231 (la "cláusula de culpabilidad de guerra") situaba toda la responsabilidad de la guerra sobre Alemania, que sería responsable de todo el daño provocado a la población civil de los aliados.

Hubo restricciones militares. El preámbulo de la Parte V del tratado afirma: "Con el objeto de hacer posible la preparación de una limitación general de los armamentos de todas las naciones Alemania se compromete a observar estrictamente las cláusulas militares, navales y aéreas que a continuación se estipulan".

Las fuerzas armadas alemanas no podían superar los 100.000 soldados y se eliminó el servicio militar obligatorio. Los hombres alistados se retenían por lo menos durante doce años, los oficiales 25 años. Las fuerzas navales alemanes se limitarían a 15.000 hombres, 6 navíos de guerra (no más de 10.000 toneladas de desplazamiento cada uno), 6 cruceros (no más de 6.000 toneladas de desplazamiento cada uno), 6 destructores (no más de 800 toneladas de desplazamiento cada uno) y 12 torpederos (no más de 200 toneladas cada uno). No se incluía ningún submarino.

La manufactura, la importación y la exportación de armas y gas venenoso se prohibían. Los aviones armados, los tanques y los carros blindados estaban prohibidos. Como también lo estaban los bloqueos de puertos. Estas decisiones dejaban a Alemania indefensa ante posibles ataques externos. Sus territorios quedaban a merced de una Francia vengativa en occidente y una dinámica recién independiente segunda República Polaca en el este.

Sin embargo, en vista de la creciente amenaza de la revolución alemana, los Aliados decidieron permitir al Reichswehr mantener 100.000 ametralladoras para ser utilizadas contra la clase obrera alemana. Estas armas fueron utilizadas por los Freikorps fascistas para reprimir el movimiento revolucionario en Alemania.

Después estaban las pretensiones territoriales, principalmente destinadas al debilitamiento de Alemania y el fortalecimiento de Francia. Para ello era necesaria una Polonia independiente. Clemenceau estaba convencido de que Alemania tenía "20 millones de personas de más". Así que Prusia occidental fue cedida a los polcados, de esta manera se daba a Polonia acceso al Mar Báltico a través del "Corredor Polaco". Prusia oriental se separaban de Alemania. Además, Alemania tenía que entregar todas sus colonias, se prohibió la unión de Alemania con Austria para formar una nación más grande y recuperar el territorio perdido.

Schleswig del Norte regresaba a Dinamarca después de un plebiscito el 14 de febrero de 1920, mientras que Schleswig Central optó por permanecer en Alemania en un referéndum separado celebrado el 14 de marzo de 1920. Alsacia-Lorraine de nuevo pasó a ser soberanía francesa sin un plebiscito a partir de la fecha del armisticio, el 11 de noviembre de 1918. Pero en la cuestión de Rhineland, Clemenceau sufrió una derrota. El Estado Mayor francés dejó claro que esperaban recibir Rhineland. Pero Lloyd George no pensaba lo mismo. Rhineland debía convertirse en una zona desmilitarizada administrada conjuntamente por Francia y Gran Bretaña.

La mayor parte de la provincia prusiana de Posen (ahora Poznan) y de Prusia occidental, que Prusia se anexionó en las Particiones de Polonia (1772-1795), fueron cedidas a Polonia. La región de Hlucinsko (Hultschin) de Alta Silesia fue a Checoslovaquia (una región de 316 o 343 metros cuatros y 49.000 habitantes) sin un plebiscito. La parte oriental de Alta Silesia también fue a Polonia. La zona de las ciudades de Eupen y Malmedy se entregó a Bélgica, que también recibió la línea ferroviaria de Vennbahn.

La región de Soldau en Prusia Oriental fue entregada en Oriental. La parte norte de Prusia Oriental conocida como Territorio Memel, fue puesta bajo el control de Francia y más tarde ocupada por Lituania. La provincia de Saarland pasó a estar bajo el control de la Liga de las Naciones durante quince años, después un plebiscito entre Francia y Alemania decidiría a qué país pertenecería. Durante este tiempo, el carbón producido en esa región se enviaría a Francia.

El puerto de Danzig con el delta del río Fistula en el Mar Báltico sería una Ciudad Libre de Danzig bajo la administración permanente de la Liga de las Naciones sin ningún plebiscito. Los gobiernos austriaco y alemán tenían que reconocer y respetar estrictamente la independencia de Austria. La unificación de ambos países estaba estrictamente prohibida, aunque se supiera que la gran mayoría de la población estaba a favor de la misma. Hubo otros "ajustes" más pequeños a costa de Alemania y sus aliados.

Los bolcheviques y Versalles

Naturalmente, la Rusia soviética fue excluida de las conversaciones de paz de París. La razón formal fue que ya había negociado la paz por separado con Alemania. En el Tratado de Brest-Litovsk (marzo 1918) Alemania había quitado un tercio de la población de Rusia, la mitad de las empresas industriales de Rusia y nueve décimas partes de las minas de carbón rusas, junto con una indemnización de seis mil millones de marcos. Pero aunque físicamente ausente, la presencia de Rusia se dejó sentir en todas las deliberaciones de la Conferencia de Paz.

Lenin y los bolcheviques se basaban en la perspectiva de la revolución mundial que se movería hacia el oeste, a través de Europa Central hasta Alemania, Francia y el conjunto de Europa. Hoy en día está de moda presentar esto como una idea utópica, pero los vencedores en Versalles se lo tomaron muy en serio. La revolución rusa tuvo un efecto poderoso sobre la clase obrera alemana que se levantó en una revolución exactamente doce meses después de la Revolución de Octubre. Ya hemos descrito la revolución alemana de noviembre de 1918. Ésta fue seguida por una oleada revolucionaria que recorrió Europa. En Hungría y en Baviera se proclamaron repúblicas soviéticas.

La razón real de la exclusión de Rusia que las potencias imperialistas eran los enemigos jurados del bolchevismo, al que veían correctamente como la amenaza más peligrosa para sus intereses. Incluso mientras las grandes potencias estaban sentadas alrededor de la mesa de negociación, se luchaba por el mapa del mundo como perros que pelean por un hueso, las llamas de la revolución se extendían a Alemania, se declaró una república soviética en Hungría y también en Baviera, el Ejército Ruso de Trotsky estaba golpeando a las fuerzas contrarrevolucionarias Blancas. Las fuerzas británicas, norteamericanas, japonesas y francesas estaban interviniendo activamente en el bando de los Blancos en lo que era una cruzada anti-bolchevique.

Esto explica la rapidez con que la clase dominante alemana capituló ante los Aliados. Sin embargo, esperaban que se pudiera alcanzar un acuerdo razonable. Después de todo, el káiser se había ido de Alemania y ahora tenía un gobierno democrático. Además, los alemanes, y especialmente los dirigentes socialdemócratas, tenían grandes esperanzas en el presidente estadounidense Woodwow Wilson y sus Catorce Puntos.

En 1919, Lenin todavía esperaba que la revolución soviética en Viena supusiera un apoyo para la Hungría soviética. Todas sus esperanzas estaban situadas en una revolución en Alemania. En La enfermedad infantil de ‘izquierdismo' en el comunismo Lenin escribía:

"La revolución soviética en Alemania reforzará el movimiento soviético internacional, que es el reducto más fuerte (y el único seguro e invencible, de una potencia universal) contra el Tratado de Versalles, contra el imperialismo internacional en general".

Pero criticaba duramente a los comunistas de izquierdas alemanes por su idea de "ningún compromiso", incluido el rechazo del Tratado de Versalles y la llamada Guerra Popular Alemana contra la Entente. Lenin depositaba sus esperanzas firmemente sobre la revolución en Alemania:

"Poner obligatoriamente, a toda costa y en seguida, la liberación del Tratado de Versalles en el primer plano, antes que le cuestión de la liberación del yugo imperialista de los demás países oprimidos por el imperialismo, es una manifestación de nacionalismo pequeñoburgués (digno de los Kautsky, Hilferding, Otto Bauer y compañía), pero no de internacionalismo revolucionario. El derrumbamiento de la burguesía en cualquiera de los grandes países europeos, Alemania inclusive, es un acontecimiento tan favorable para la revolución internacional, que, para que esto ocurra, se puede y se debe dejar vivir por algún tiempo más el Tratado de Versalles, si es, necesario. Si Rusia por sí sola ha podido resistir durante algunos meses con provecho para la revolución el Tratado de Brest, no es ningún imposible el que la Alemania Soviética, aliada con la Rusia Soviética, pueda soportar más tiempo, con provecho para la revolución, el Tratado de Versalles.

"Los imperialistas de Francia, Inglaterra, etc., quieren provocar a los comunistas alemanes, tendiéndoles este lazo: ‘decid que no firmaréis el Tratado de Versalles'. Y los comunistas ‘de izquierda' se dejan coger como niños en el lazo que les han tendido, en vez de maniobrar con destreza contra un enemigo pérfido, y en el momento actual más fuerte, en vez de decirle: ‘ahora firmaremos el Tratado de Versalles'. Atarnos de antemano las manos, declarar francamente al enemigo, actualmente mejor armado que nosotros, si vamos a luchar con él y en qué momento, es una tontería y no tiene nada de revolucionario. Aceptar el combate a sabiendas de que ofrece ventaja al enemigo y no a nosotros, es un crimen, y no sirven para nada los políticos de la clase revolucionaria que no saben ‘maniobrar', que no saben proceder ‘por acuerdos y compromisos' con el fin de evitar un combate que es desfavorable de antemano".

Sobra decir que los bolcheviques consideraban esto como un acto de saqueo imperialista, incluso más violento que el Tratado de Brest Litovsk. Pero comprendían que los imperialistas (especialmente los franceses) buscaban una excusa para invadir Alemania, que habría representado un revés para la revolución. Al flirtear con el nacionalismo alemán, los comunistas de izquierda abandonaban la política del internacionalismo proletario revolucionario a favor del "bolchevismo nacional" que Lenin consideraba como una abominación.

Mientras que los socialdemócratas de derechas como Noske, Scheidemann y Ebert se posicionaron junto con la clase dominante alemana y el imperialismo, y los socialdemócratas de izquierda (los independientes) adoptaron una posición vacilante y ambigua, Lenin y Trotsky abordaban todas las cuestiones desde el punto de vista de la revolución internacional. Para Lenin no se trataba de estar a favor o en contra del Tratado de Versalles, sino cómo preparar las condiciones más favorables para que los trabajadores alemanes tomaran el poder.

Las perspectivas para Alemania de Lenin se confirmaron en 1923, cuando Alemania dejó de pagar las reparaciones "acordadas" en el Tratado de Versalles. Como resultado, las fuerzas francesas y belgas ocuparon el Rhur, el corazón de la industria alemana. Los trabajadores alemanes lanzaron una campaña de resistencia pasiva, negándose a trabajar en las fábricas mientras éstas permaneciesen en manos francesas.

La moneda alemana no valía nada, para comprar una caja de cerillas era necesaria una carretilla llena de billetes. La clase media estaba en una situación de fermento revolucionario y los socialdemócratas desacreditados. El Partido Comunista crecía a saltos agigantados y surgió la cuestión del poder. Incluso los fascistas decían que primero tomarán el poder los comunistas, después será nuestro turno.

Desgraciadamente, los dirigentes del Partido Comunista Alemán vacilaron y no consiguieron llevar a cabo una acción decisiva. Miraron a Moscú en busca de consejo pero Lenin estaba incapacitado debido a su enfermedad y Trotsky estaba enfermo. Los dirigentes alemanes en su lugar miraron a Stalin y Zinoviev, quienes les aconsejaron que no intentaran tomar el poder. Y así se perdió una oportunidad excepcionalmente favorable. Las masas quedaron desencantadas y se alejaron del Partido Comunista.

La crisis pasó y el capitalismo alemán comenzó a recuperarse, beneficiándose de la recuperación económica de Europa y de la ayuda de EEUU. Pero las contradicciones básicas roían las entrañas de la República de Weimar. La burguesía alemana, alarmada por la creciente fuerza de los socialistas y comunistas, comenzó a prepararse para el momento decisivo final con la clase obrera. El resultado final fue el ascenso de Hitler, la destrucción del poderoso movimiento obrero alemán y la Segunda Guerra Mundial.

Los efectos en Francia

El Tratado de Versalles fue a costa del pueblo alemán, pero el pueblo británico y francés tampoco se benefició de ello. En esa época, en la Resolución sobre el Tratado de Versalles, escrita para el Cuarto Congreso de la Comintern, noviembre-diciembre de 1922, Trotsky escribía el siguiente análisis profético:

"Aparentemente, de todos los países victoriosos, Francia es el que más aumentó su poderío (...) Pero la base económica de Francia, su escasa población que disminuye cada vez más, su enorme deuda interna y externa y su dependencia económica con respecto a Inglaterra y EEUU, no ofrecen un fundamento suficiente a su sed inextinguible de expansión imperialista. Desde el punto de vista del poder político, es obstaculizada por el poderío de Inglaterra en todas las bases navales importantes, por el monopolio del petróleo detentado por Inglaterra y EEUU. Desde el punto de vista económico, su enriquecimiento en mineral de hierro procurado por el tratado de Versalles pierde su valor debido a que las minas de carbón de la cuenca del Rhur siguen perteneciendo a Alemania. La esperanza de reordenar las finanzas quebrantadas de Francia con ayuda de las reparaciones pagadas por Alemania es ilusoria. Todos los expertos financieros reconocen unánimemente que Alemania no podrá pagar las sumas que Francia necesita para sanear sus finanzas. Sólo le resta a la burguesía francesa un camino: reducir el nivel de vida del proletariado francés al nivel del proletariado alemán. El hambre del trabajador alemán es una imagen de la miseria que amenaza en el futuro al obrero francés. La devaluación del franco provocada intencionalmente por algunos medios de la gran industrias francesa constituirá una forma de arrojar sobre los hombros del proletariado francés las cargas de la guerra luego de que se compruebe que la obra de paz de Versalles es impracticable".

A pesar de toda su terquedad, Clemenceau no había conseguido lo que había prometido. El mariscal Foch no ocultaba su amargura ante el fracaso de no conseguir Rhineland. Se quejaba de que Alemania había escapado demasiado bien (¡) y declaró: "Esto no es paz. Es un armisticio de veinte años". La prensa francesa azuzaba los sentimientos de resentimiento y desencanto, Clemenceau fue echado del cargo en las elecciones de enero de 1920.

Incluso en la Conferencia de Paz aparecieron las diferencias entre Gran Bretaña y Francia. Como hemos visto, a los intereses de Gran Bretaña no interesaba desangrar totalmente Alemania. La ruina de Alemania tenía efectos negativos sobre la economía británica que experimentaba una recesión, con desempleo de masas y profundización de la lucha de clases. Lo mismo se aplicaba a Francia, y que finalmente llevó a los imperialistas franceses a ocupar el Rhur en 1923. Esto no resolvía los problemas de Francia sino que creaba simplemente las condiciones para nuevas explosiones.

Ahora se dice vulgarmente que el estrangulamiento de Alemania preparó el camino para el ascenso de Hitler. En realidad, se podía haber evitado una nueva guerra mundial con la revolución. Pero los dirigentes de las organizaciones de masas al impedir la revolución hicieron posible una nueva guerra. La política practicada tanto por estalinistas como por socialdemócratas dejó impotente al movimiento obrero alemán y permitió la llegada al poder de Hitler en 1933.

Desde ese momento era inevitable una nueva guerra. Los peores temores de la clase dominante francesa se confirmaron cuando Hitler lanzó un programa destinado a reconstruir el poderío económico y militar de Alemania. En 1934, cinco años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Trotsky declaró lo siguiente en las tesis La guerra y la Cuarta Internacional: "El desastre de la Liga de las Naciones está indi­solublemente ligado con el comienzo del colapso de la hegemonía francesa en el continente europeo. Como era de esperar, la potencia demográfica y económica de Francia demostró ser una base demasiado estrecha para el sistema de Versalles".

La cuestión nacional y el sionismo

Es materia de especulación hasta que punto Woodrow Wilson creía en sus planes idealistas. Lo que sí es cierto es que sus llamamientos demagógicos a la autodeterminación tenían como objetivo la ruptura de los viejos imperios europeos y que eso interesaba al imperialismo norteamericano.

Cada vez que los imperialistas proclaman la autodeterminación el resultado son nuevas injusticias, nuevas contradicciones, nuevas opresiones y guerras. Este es un ejemplo clásico. El Tratado de Versalles significó el desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro y la creación de nuevos estados como Yugoslavia, Polonia y Checoslovaquia. Pero la cuestión nacional siempre ha sido utilizada por el imperialismo para sus propios intereses. En manos de las grandes potencias el derecho de autodeterminación es sólo calderilla para ser cambiado por algo.

La creación de nuevos estados en Europa fue acompañada de nuevas injusticias, crueldad y opresión nacional. Millones de alemanes de Sudentenland y en Posen-Prusia occidental fueron puestos bajo gobierno extranjero en un entorno hostil, donde el acoso y la violación de derechos por parte de las autoridades están documentados. Del 1.058.000 alemanes de Pose-Prusia Occidental en 1921, 758.867 tuvieron que huir de sus casas en los cinco años siguientes debido al acoso polaco. Esto último sirvió como excusa para las anexiones de Checoslovaquia y zonas de Polonia por parte de Hitler.

 Aunque la principal esfera de operaciones estaba en Europa, en realidad la Primera Guerra Mundial se luchó a escala global. Tuvo repercusiones serias en Asia. El artículo 156 del tratado transfería las concesiones alemanas en Shandong (que formaba parte de China) a Japón, en lugar de devolvérselas a China. Esta atrocidad provocó manifestaciones y un movimiento cultural conocido como el Movimiento Cuatro de Mayo, que fue el punto de partida de un auge del movimiento revolucionario en China.

Como Turquía había sido aliada de Alemania, también sufrió la pérdida de muchas de sus antiguas posesiones. El anterior Imperio Otomano estaba dividido entre los vencedores, que habían estado observando su decadencia durante mucho tiempo, como buitres hambrientos esperando que un animal herido muera. Los imperialistas franceses y británicos tenían puestos sus ojos en Oriente Medio. Eso animó a los árabes a levantarse en una revuelta contra sus dominadores turcos (esta es la sórdida realidad detrás de las hazañas de Lawrence de Arabia), ofreciéndoles la independencia para ocupar sus tierras después de la guerra.

El Congreso Mundial Sionista intentó influir en la política de los gobiernos británico y norteamericano hacia el Imperio Otomano, y especialmente en Palestina, en interés de los sionistas. El resultado fue la Declaración de Balfour. Con su habitual cinismo, el imperialismo británico prometió Palestina a los judíos, pero también a los árabes. Se puede trazar la historia sangrienta de la lucha entre palestinos y árabes a esta traición imperialista, las consecuencias se dejan sentir hoy en día. Esta es la cruda realidad que está detrás de la demagogia sobre la autodeterminación.

Posdata: La cocina de ladrones

El Tratado de Versalles llevó a la creación de la Liga de las Naciones, una organización que pretendía arbitrar las disputas internacionales y evitar así futuras guerras. Fue un acuerdo principalmente de Gran Bretaña y Francia para calmar al presidente Wilson y complacer sus prejuicios pacifistas. También tenía la ventaja de presentar más favorablemente ante la opinión pública a los vencedores de Versalles. Estos imperialistas depredadores fueron presentados a la opinión pública como "hombres de paz", al mismo tiempo que saqueaban Alemania y participaban en una intervención sangrienta contra la Rusia soviética.

El pacto de la Liga de las Naciones fue diseñado para producir la impresión de que el objetivo de esta organización iba a combatir la agresión, reducir el armamento, consolidar la paz y la seguridad. Las metas de la Liga incluían el sostenimiento de los Derechos del Hombre, el desarme, evitar la guerra a través de la seguridad colectiva, dirimir las disputas entre los países mediante la negociación, la diplomacia y mejorar la igualdad global de vida. Wilson pretendía que él podría "pronosticar con absoluta certeza que dentro de otra generación habrá otra guerra mundial si las naciones del mundo no acuerdan el método mediante el cual podrán evitarla". Para empezar, como resultado del creciente ambiente de aislacionismo, EEUU no se unió a la Liga de las Naciones.

En la práctica, sin embargo, sus líderes albergaron a los agresores, estimulaba la carrera armamentística y los preparativos para la Segunda Guerra Mundial. Lenin denunció a la Liga de las Naciones como una "cocina de ladrones". La historia posterior de la Liga de las Naciones demostró que Lenin tenía razón. No evitó la invasión de Mussolini de Italia o la guerra de Franco contra su propio pueblo. Ni tampoco detuvo la agresión japonesa contra China o los planes expansionistas de Hitler en Europa.

La Liga de las Naciones aceptó el acoso de Mussolini a Grecia y tampoco la invasión de Abisinia. El ejército fascista italiano utilizó armas químicas como el gas mostaza contras aldeas indefensas, envenenó el agua y bombardeó campamentos de la Cruz Roja. Cuando la Liga de las Naciones se quejó, Mussolini respondió que, como los etíopes no eran totalmente humanos, las leyes de derechos humanos no se aplicaban. El dictador italiano dijo que: "La Liga está muy bien cuando gritan los gorriones, pero no es buena en absoluto cuando se pelean águilas". Estas palabras expresaban de manera admirable la situación real.

Naturalmente, la existencia de la Liga de las Naciones no detuvo en absoluto la Segunda Guerra Mundial. En marzo de 1935 Hitler introdujo el servicio militar obligatorio en Alemania, reconstruyó las fuerzas armadas violando directamente el Tratado de Versalles. En marzo de 1936 de nuevo violó el tratado con la reocupación de la zona desmilitarizad de Rhineland. Continuó con la anexión de Austria en el Anschluss en marzo de 1938. Estos pasos prepararon el camino para la anexión de Sudetenland y la ocupación de Checoslovaquia, que llevarían a la invasión de Polonia y a la Segunda Guerra Mundial.

La Liga de las Naciones podía servir como foro de discusión en la medida que no estaban en juego los intereses de las principales potencias. Pero cuando se trataba de cuestiones serias era totalmente inútil. Lo mismo se aplica hoy a la ONU. Lenin describió acertadamente la Liga de las Naciones como una "cocina de ladrones". La Unión Soviética no era miembro de la Liga, por buenas razones. A la pregunta: "¿Por qué la Unión Soviética no participa en la Liga de las Naciones?" Stalin respondió en 1927:

"La Unión Soviética no es miembro de la Liga de las Naciones y no participa en su obra, porque la Unión Soviética no está dispuesta a compartir la responsabilidad de la política imperialista de la Liga de las Naciones, de los ‘mandatos' distribuidos por la Liga para la explotación y opresión de los países coloniales, de los preparativos y alianzas militares que son abrigadas y santificadas por la Liga, los preparativos que inevitablemente deben llegar a la guerra imperialista. La Unión Soviética no participa en la Liga porque la Unión Soviética está luchando con todas sus energías contra todos los preparativos de la guerra imperialista. La Unión Soviética no está dispuesta a convertirse en parte de ese camuflaje de las maquinaciones imperialistas representado por la Liga de las Naciones. La Liga es el punto de reunión de los líderes imperialistas que tratan sus asuntos detrás de bambalinas. Los temas sobre los que oficialmente habla la Liga de las Naciones, son sólo frases vacías que pretenden engañar a los trabajadores. Las cuestiones son tratadas por los líderes imperialistas detrás de bambalinas, es el trabajo real del imperialismo, después los elocuentes oradores de la Liga de las Naciones hipócritamente disimulan". (Preguntas y respuestas. Una discusión con los delegados extranjeros. J. Stalin. Moscú. 13 noviembre de 1927).

Esta respuesta es más o menos correcta, refleja la actitud de Lenin ante la Liga. Sin embargo, más tarde Stalin cambió de opinión. Después del triunfo de Hitler intentó conseguir el apoyo de las supuestas democracias occidentales y se unió a la Liga. No le fue bien. Débil e indulgente frente a Alemania, al fascismo italiano y al imperialismo japonés, la Liga era lo suficiente valiente para expulsar a la Unión Soviética en diciembre de 1939 después de su invasión de Finlandia. Ese fue su último acto significativo. La Segunda Guerra Mundial supuso el colapso ignominioso de la Liga de las Naciones, e incluso la más ignominiosa disolución de la Internacional Comunista.

Las guerras imperialistas se luchan por cuestiones muy concretas: el control del mercado, las colonias, materias primas y esferas de influencia. Durante el siglo pasado ha habido muchas de estas guerras, dos de ellas fueron mundiales. La segunda provocó la muerte de 55 millones de personas, la gran mayoría civiles. Por supuesto, los imperialistas nunca pueden admitir abiertamente los verdaderos motivos que les motivaban. Tienen una inmensa maquinaria de propaganda destinada a convencer a la opinión pública de que todas sus guerras son justas, por la defensa de la paz, la civilización, la democracia y la cultura. ¡Basta con recordar que la Primera Guerra Mundial se presentó como "la guerra para acabar con todas las guerras"!

Noventa años después del Tratado de Versalles se pueden sacar lecciones valiosas de un análisis marxista de estos acontecimientos, atravesando la niebla de propaganda y mentiras, revelando los verdaderos interese de clase que están detrás de las consignas y de la propaganda. Las guerras continuarán asolando a la humanidad hasta que el capitalismo sea derrocado. Esa fue la posición de Lenin y sigue siendo válida hoy en día.

 

En el primer siglo antes de Cristo un esclavo llamado Espartaco amenazó el poderío de Roma. Espartaco (190 a. C-71 a. C) fue el líder (o posiblemente uno de varios líderes) de la masiva insurrección esclava conocida como la Tercera Guerra Servil. Bajo su dirección, una minúscula banda de gladiadores rebeldes creció hasta convertirse en un enorme ejército revolucionario que ascendió a 100.000 personas. Al final fue necesaria toda la fuerza del ejército romano para aplastar la rebelión.

A pesar de la bien merecida fama de gran líder revolucionario y uno de los generales más excepcionales de la antigüedad, no se sabe mucho del Espartaco hombre. Siempre son los victoriosos los que escriben la historia y la voz de los esclavos a lo largo de los siglos sólo se puede escuchar a través de los relatos de los opresores. Disponemos de la escasa información procedente de sus enemigos mortales. Los registros históricos que han sobrevivido están todos escritos por historiadores romanos y, por tanto, hostiles. Con frecuencia son contradictorios.

Hubo otros líderes de la revuelta cuyos nombres han llegado a nosotros: Criso, Casto, Cánico y Enomao, gladiadores de Galia y Germania. Pero de éstos aún se sabe menos. La historia siempre está escrita por los vencedores y reflejan fielmente los intereses, la psicología y parcialidad clasista de la clase dominante. Intentar comprender a Espartaco a partir de estas fuentes es como pretender comprender a Lenin y Trotsky a partir de los escritos injuriosos de los enemigos burgueses de la Revolución Rusa. A través de este espejo distorsionado sólo se pueden conseguir visiones frustrantes del verdadero Espartaco.

Plutarco escribe lo siguiente:

"Tomaron un sitio naturalmente fuerte y eligieron tres caudillos, de los cuales era el primero Espartaco, natural de un pueblo nómada de Tracia, pero no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino aun en el juicio y en la dulzura muy superior a su suerte, y más propiamente Griego que de semejante nación". (Plutarco. Vidas paralelas. Vida de Sacro).

Estas palabras de un enemigo de Espartaco tienen una visión personalmente favorable que requiere una explicación. No es difícil de encontrar. Un hombre que derrotó a un ejército romano tras otro y puso de rodillas a la república debía poseer unas cualidades extraordinarias. Sólo de esta manera los comentaristas romanos podrían comenzar a aceptar el hecho de que "simples esclavos" derrotaran a sus invencibles legiones.

Otros historiadores romanos intentan presentarle como un sanguinario, exactamente por la misma razón. Se dice que estaba dotado de atributos sobrehumanos. Dicen que su esposa fue una sacerdotisa y otras cosas por el estilo. Todo esto claramente forma parte de la propaganda romana que pretende presentar a Espartaco como alguien muy especial y, de esta manera, minimizar el sentido de vergüenza y humillación sentido por la clase dominante derrotada por trabajadores agrícolas, criados y gladiadores.

Los orígenes reales de Espartaco no están claros porque las fuentes antiguas no se ponen de acuerdo sobre su procedencia, aunque probablemente era nativo de Tracia (ahora Bulgaria). Parece que tenía formación y experiencia militar, puede que hubiera pertenecido al ejército romano en calidad de mercenario. Plutarco también dice que la esposa de Espartaco, una sacerdotisa, fue esclavizada por él. En cualquier caso, fue esclavizado y vendido en una subasta a un entrenador de gladiadores en Capua. Apio dice que él era "tracio de nacimiento, que había servido como soldado con los romanos, pero que fue hecho prisionero y vendido para gladiador". Flores dice que "se había convertido en soldado romano, de soldado a desertor y ladrón, más tarde, debido a su fuerza, fue un gladiador". (Ibíd.,)

La rebelión de los gladiadores

En el momento de la insurrección de Espartaco, la república romana entraba en un período de agitación que pondría fin al dominio de los césares. Los territorios romanos se expandían al este y al oeste; generales ambiciosos se hacían un nombre combatiendo en España o Macedonia, después se forjaban en Roma una carrera política. Roma era una sociedad militarista: se escenificaban batallas en el nuevo entretenimiento popular del combate gladiador.  Mientras se idolatraban a los gladiadores de éxito, en términos de estatus social estaban un poco por encima de los convictos; en realidad, algunos gladiadores eran criminales convictos. Otros eran esclavos. En aquella época la esclavitud afectaba a un tercio de la población de Italia. Los esclavos estaban sujetos al castigo extremo y arbitrario de sus propietarios; mientras que apenas se recurría a la pena de muerte (y ejecutada de manera humanitaria) para los romanos libres, los esclavos eran rutinariamente crucificados.

Espartaco fue entrenado en la escuela de gladiadores (ludus) cercana a Capua, pertenecía a Léntulo Baciato. Fue aquí cuando en el año 73 a. C Espartaco encabezó una revuelta de 74 gladiadores, se armados, dominaron a sus guardianes y escaparon. Así es como Plutarco lo relata en la sección de su Historia de Roma, La vida de Craso:

"La sedición de los gladiadores y la devastación de la Italia, a la que muchos dan el nombre de guerra de Espartaco, tuvo entonces origen con el motivo siguiente: un cierto Léntulo Baciato mantenía en Capua gladiadores, de los cuales muchos eran Galos y Tracios; y como para el objeto de combatir, no porque hubiesen hecho nada malo, sino por pura injusticia de su dueño, se les tuviese en un encierro, se confabularon hasta unos doscientos para fugarse; hubo quien los denunciara, mas, con todo, los que llegaron a adivinarlo y pudieron anticiparse, que eran hasta setenta y ocho, tomando en una cocina cuchillos y asadores, lograron escaparse. Casualmente en el camino encontraron unos carros que conduelan a otra ciudad armas de las que son propias de los gladiadores; robáronlas, y ya mejor armados tomaron un sitio naturalmente fuerte y eligieron tres caudillos, de los cuales era el primero Espartaco, natural de un pueblo nómada de Tracia, pero no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino aun en el juicio y en la dulzura muy superior a su suerte, y más propiamente Griego que de semejante nación". (Ibíd.,)

Así, armados con cuchillos de cocina y un carro lleno de armas que habían capturado, los esclavos huyeron a las laderas del Monte Vesubio, cerca del actual Nápoles. Las noticias de la explosión animaron a otros a seguirles. Una continua afluencia de esclavos rurales pronto se unió a los amotinados, cuyo número comenzó a aumentar. El grupo dominó la región, asaltaban las granjas en busca de alimento y suministros. De esta manera los rebeldes comenzaron a conseguir pequeñas victorias que llevaron a cosas más grandes. Plutarco continúa su relato: "La primera ventaja que alcanzaron fue rechazar a los que contra ellos salieron de Capua; y tomándoles gran copia de armas de guerra, hicieron cambio con extraordinario placer, arrojando las otras armas bárbaras y afrentosas de los gladiadores". (Ibíd.,)

Casi se puede dibujar el júbilo de estas primeras victorias y el gozo con el que los gladiadores desechaban el odiado uniforme de su mercader y se vestían como auténticos soldados, no como esclavos. Este pequeño detalle revela algo mucho más importante que las armas y el equipamiento. Revela la creciente confianza, el rechazo no sólo de la situación servil sino también de la mentalidad servil. Vemos lo mismo en toda huelga y en cada revolución en la historia, cuando los trabajadores corrientes, los descendientes lineales de los esclavos, se ponen a su verdadera altura y comienzan a pensar y actuar como hombres y mujeres libres.

Este motín esclavo de ninguna manera fue un acontecimiento único. Cuando llegaron las noticias a Roma, éstas provocaron cierta preocupación, pero no causaron sorpresa ni excesiva alarma. En el siglo anterior dos revueltas esclavas, ambas en Sicilia, habían costado la vida de decenas de miles. No hay duda de que las mentes de los augustos senadores que tenían el control del mundo en sus manos pensaban que el resultado de esta insurrección no sería diferente.

En primer lugar, por tanto, las autoridades romanas no tenían a Espartaco en tal alto aprecio como los comentaristas posteriores. El Senado ni siquiera se molestó en enviar una legión para reprimir a los rebeldes, sólo envió una milicia de unos 3.000 a las órdenes del pretor Claudio Glaber. Evidentemente consideraban que se trataba sólo de una simple operación policial y que se podría tratar fácilmente. Pensaban que sería más que suficiente para reprimir a un pequeño número de esclavos mal armados. Pero el campamento de Espartaco se había convertido en un imán para los esclavos de las zonas circundantes, se habían unido a él varios miles de esclavos. A diferencia de los soldados romanos y sus oficiales, los esclavos luchaban una batalla desesperada por la supervivencia. En contraste, los generales romanos subestimaron al enemigo y al principio estaban demasiado relajados.

Es bien conocido el hecho de que los revolucionarios sólo pueden ganar pasando a la ofensiva y demostrando la mayor de las audacias. Los romanos rodearon a los rebeldes en Vesubio, bloquearon su huida. Los esclavos se encontraron rodeados en una montaña accesible sólo por un paso estrecho y difícil, que los romanos mantenían vigilado, "rodeado por todos los lados de precipicios abruptos y resbaladizos". En un impresionante golpe táctico, Espartaco tenía cuerdas hechas de sarmientos y con sus hombres descendieron por un acantilado al otro lado del volcán, hasta ponerse a espaldas de los soldados romanos y lanzaron un ataque sorpresa.

Plutarco describe la situación:

"Por todas las demás partes, el sitio no tenía más que rocas cortadas y grandes despeñaderos; pero como en la cima hubiese parrales nacidos espontáneamente, cortaron los que se hallaban cercados los sarmientos más fuertes y robustos, y formando con ellos escalas consistentes y de grande extensión, tanto que suspendidas por arriba de las puntas de las rocas tocaban por el otro extremo en el suelo, bajaron por ellas todos con seguridad, a excepción de uno sólo, que fue preciso se quedara, a causa de las armas. Mas éste las descolgó luego que los otros bajaron, y después también él se puso en salvo. De nada de esto tuvieron ni el menor indicio los Romanos, y al hallarse tan repentinamente envueltos, sobresaltados con este incidente, dieron a huir, y aquellos les tomaron el campamento". (Ibíd).

Claudio Glaber, esperando una victoria fácil sobre un puñado de esclavos, probablemente no se molestó en tomar la precaución elemental de fortificar su campamento. Ni siquiera puso puestos de centinelas adecuados para mantener la perspectiva. Los romanos pagaron un precio elevado por esta negligencia. La mayoría de ellos fueron asesinados en sus camas, incluido el pretor Caludio Glaber. Fue una derrota ignominiosa para los romanos. Los esclavos ahora poseían armas y armaduras. Más importante aún, desarrollaron el sentimiento de que podían luchar y ganar. Esta fue la mayor conquista.

Espartaco se dirige al norte

Espartaco era excelente en las tácticas militares, lo que tiende a confirmar la idea de que había servido como soldado auxiliar bajo los estandartes de Roma. Si esto es cierto, habría estado familiarizado con las tácticas del ejército romano y esto, junto con la audacia es una cualidad necesaria para un revolucionario, lo que le convertía en un formidable enemigo. Sin embargo, su ejército estaba formado principalmente por antiguos trabajadores esclavos mal armados y entrenados. Este hecho determinaba las tácticas que al principio eran defensivas. Se ocultaron en los frondosos bosques del Monte Vesubio hasta que llegó el momento en que estaban entrenados adecuadamente para el enfrentamiento decisivo con el ejército romano.

Consciente de que el tiempo se agotaba antes de que llegase una batalla nueva y más seria, Espartaco delegó enspartacus-representative-of-proletariat-thumb.gif los gladiadores la tarea de formar pequeños grupos, que después formaban a otros pequeños grupos y así sucesivamente. De esta manera fue capaz de crear a partir de cero y en cuestión de semanas un ejército totalmente entrenado. El ejército esclavo carecía de experiencia militar pero estaba formado por el heroísmo de la gente que lucha por su propia supervivencia, que literalmente no tiene nada que perder excepto sus cadenas.

Hubo muchas escaramuzas con el ejército romano, todas terminaron en victoria. Publia Varinio, el pretor, fue enviado contra ellos acompañado con dos mil hombres que combatieron y fueron derrotados. Después fue enviado Cosinio con unas "fuerzas considerables", por poco le capturan cuando se bañaba en Salenas. Se escapó con gran dificultad mientras Espartaco se apropiaba personalmente del bagaje de Cosinio. Los esclavos siguieron la retirada de los romanos matando a muchos. Finalmente, asaltaron el campamento romano y lo capturaron, el propio Cosinio fue asesinado.

Con cada victoria aumentaba la moral de los rebeldes. Los informes al Senado en Roma eran sombríos. Poco a poco, la verdad comenzó a aparecer en las mentes de incluso aquellos aristócratas más estúpidos, se enfrentaban al enemigo más peligroso, uno que poseía una gran número de reservas infiltradas en el corazón mismo del campo enemigo, en cada granja, en cada familia había esclavos, cada de uno de los cuales era un rebelde en potencial, al que se debía mirar con recelo y temor. Después de esta exitosa batalla creció la fama de Espartaco. El mensaje para todos era claro: los romanos ya no eran invencibles.

Un gran número de esclavos escaparon para unirse y pronto la pequeña banda de rebeldes aumentó hasta convertirse en un ejército. Según algunos relatos, el ejército esclavo finalmente ascendía a 140.000 esclavos fugados, solían vivir en unas condiciones duras, curtidos por años de trabajo pesado y con nada que perder luchando contra sus antiguos amos. Plutarco escribe lo siguiente: "Reuniéronseles allí muchos vaqueros y otros pastores de aquella comarca, gentes de expeditas manos y de ligeros pies; así, armaron a unos, y a otros los destinaron a comunicar avisos o a las tropas ligeras". La palabra "muchos" debería leerse como decenas de miles.

El ejército de Espartaco pasó el invierno del año 73 a. C acampado en la costa sur de Italia, en todo momento acumulando hombres, soldados y moral. En la primavera, se dirigieron al norte; el audaz plan era marchar a lo largo de Italia, cruzar los Alpes y escapar a la Galia (actualmente Francia, entonces una gran parte fuera del control romano). Según Plutarco: "Con todo, echó, como hombre prudente, sus cuentas, y conociendo serle imposible superar todo el poder de Roma, condujo su ejército a los Alpes, pareciéndole que debían ponerse al otro lado y encaminarse todos a sus casas, unos a la Tracia y otros a la Galia". (Ibíd.,)

Divisiones entre los esclavos

El Senado, ahora totalmente alarmado, envió dos legiones a las órdenes de los cónsules Lucio Gelio Publícola y Cneo Cornelio Léntulo Clodiano contra los esclavos. Espartaco se enfrentaba a su mayor desafío hasta ese momento: un ejército de dos legiones, 10.000 hombres, al mando de Casio Longino, el gobernador de la Galia Cispadana ("Galia de este lado de los Alpes", actualmente el norte de Italia). Los romanos lograron una victoria cuando derrotaron al contingente galo dirigido por Criso. La razón de este revés fue las divisiones en las filas de los rebeldes.

No debía ser fácil mantener la unidad y la disciplina en un ejército de esclavos procedentes de distintos lugares, que hablaban diferentes lenguas y profesaban cultos distintos. Conseguir eso requería de un líder con una estatura colosal y no siempre lo consiguió. Criso y los galos se habían negado a marchar bajo la dirección de Espartaco. Parece que Criso quería quedarse en Italia, seducido por la perspectiva del saqueo. Espartaco quería continuar hacia el norte hasta la Galia, como señala Plutarco:

"Mas ellos, fuertes con el número y llenos de arrogancia, no le dieron oídos, sino que se entregaron a talar la Italia. En este estado, no fue sólo la humillación y la vergüenza de aquella rebelión la que irritó al Senado, sino que, por temor y por consideración al peligro, como a una de las guerras más arriesgadas y difíciles, hizo salir a aquella a los dos cónsules". (Ibíd.,)

El comentarista romano comprendía la raíz del problema. Algunos de los líderes de los rebeldes estaban excesivamente confiados, intoxicados por sus primeros éxitos. Por esta razón Criso abandonó a Espartaco, llevándose consigo a unos 30.000 galos y germanos. Esta división fue un error desastroso: Criso fue derrotado por Publícola y cayó en la batalla. Los galos pagaron un precio terrible y 20.000 fueron asesinados. Fue la primera advertencia de las consecuencias peligrosas que tendrían las divisiones en las filas del ejército esclavo.

A pesar de las acciones desastrosas de Criso, Espartaco ordenó una ceremonia funeraria en honor del líder galo, incluido un combate de gladiadores entre soldados romanos capturados. Este detalle revela la nobleza de carácter y las verdaderas dotes de dirección. Más tarde Espartaco derrotó primero a Léntulo y después a Publícola, como relata Plutarco:

"De éstos, Gelio cayó repentinamente sobre las gentes de Germania, que por orgullo y soberbia se habían separado de las de Espartaco, y las deshizo y desbarató del todo. Propúsose Léntulo envolver a Espartaco con grandes divisiones; pero él se decidió a hacerle frente, y, dándole batalla, venció a sus legados y se apoderó de todo el bagaje. Retirado a los Alpes, fue en su busca Casio, pretor de la Galia Cispadana, con diez mil hombres que tenía; pero trabada batalla, fue igualmente vencido, perdiendo mucha gente, y salvándose él mismo con gran dificultad". (Ibíd.,)

Fue un duro golpe para el prestigio romano y sacudió la confianza del Senado. No sólo habían masacrado a su ejército, sino que Espartaco había capturado las fascias, el símbolo de la autoridad romana (de las que se deriva la palabra fascismo). En Mutina (ahora Módena), los esclavos derrotaron a otra legión dirigida por Cayo Casio Longino, el gobernador de la Galia Cispaldana. El líder de los esclavos ahora parecía ser totalmente invencible.

Los esclavos cambian de dirección

Lo que ocurrió después es uno de los grandes misterios de la historia. Los esclavos tenían a la vista los Alpes y podían haberlos cruzado hacia la Galia y entrado en Germania, donde podrían haber escapado del dominio romano, o incluso a España donde existía una furiosa rebelión. Entonces, por alguna razón, el plan cambió y Espartaco retrocedió: su ejército de nuevo marchó a lo largo de Italia. ¿Cuál fue la causa de este cambio? No lo sabemos. Quizás se desanimaron ante la perspectiva de conseguir que un ejército atravesara los Alpes, o quizá los esclavos estaban borrachos de éxito y les embriagó la visión del saqueo de las ricas ciudades italianas.

Sin embargo, los acontecimientos no siguieron el plan de Espartaco. Ahora el ejército de Espartaco estaba plagado de muchos seguidores, incluidas mujeres, niños y ancianos que se habían unido a los rebeldes con la esperanza de escapar de una vida de servidumbre. Los seguidores que no combatían podían ascender a unas 10.000 personas, todas debían ser alimentadas. Este hecho debía complicar considerablemente sus movimientos. Además, los romanos yo no cometían el error de subestimar las cualidades de su enemigo.

Cuando el Senado supo que Espartaco había conseguido nuevas victorias sobre los ejércitos de la República, se enfurecieron con los cónsules y les ordenaron mantenerse al margen del conflicto. En lugar su lugar, pusieron a cargo de la guerra a Marco Licinio Craso. Era el hombre más rico de Roma, un político ambicioso y sediento de gloria. Craso no era un loco y no cometía el error de subestimar a sus oponentes. Su objetivo fue construir cuidadosamente sus fuerzas y evitar una batalla decisiva, confiando en que finalmente los recursos superiores y la riqueza de Roma agotarían a los rebeldes y crearía las condiciones favorables para una victoria militar.

No obstante, muchos de los que se unieron a él en busca de gloria no compartían su comprensión del enemigo al que se enfrentaban. Eran jóvenes petimetres ricos que no eran conscientes contra quién luchaban. Debían salir tras los esclavos con el mismo espíritu con el que se embarcarían en la caza del zorro. Plutarco nos dice: "Una gran parte de los nobles que fueron voluntarios con él en parte lo hacían por amistad y en parte para conseguir honor". Una vez más, este exceso de confianza fue una receta para el desastre.

Mientras Craso permanecía en las fronteras de Picena a la espera de la llegada de Espartaco, él envió a su legado Munio con dos legiones para observar los movimientos del enemigo, pero le dio órdenes estrictas de no entrometerse ni emprender ninguna escaramuza. Se les ordenó capturar una pequeña colina, pero que lo hiciera lo más silenciosamente posible para no alertar al enemigo.

Demasiado confiado, a la primera oportunidad, el legadode Craso se unió a la batalla y fue severamente derrotado. Habrían sido aniquilados de no haber sido por el hecho de que Craso apareció inmediatamente y participó en la batalla. Demostró ser uno de los más sangrientos. Un gran número de sus hombres murieron y otros tantos sólo salvaron la vida abandonando sus armas y huyendo de manera vergonzosa. Plutarco escribe: "muertos doce mil y trescientos hombres, se halló que dos solos estaban heridos por la espalda, habiendo perecido los demás en sus mismos puestos, guardándolos y peleando con los romanos". (Ibíd.,)

Esta valentía de los esclavos contrasta con el comportamiento cobarde de los romanos en las primeras batallas, que obligó a Craso a recuperar el antiguo método romano de castigo: el diezmo. En un intento de restaurar la disciplina, Craso primero reprendió severamente a Munio. Después armó de nuevo a los soldados, pero con un gesto humillante les hizo pagar un depósito por sus armas, garantizando que partirían con ellas.

Después seleccionó a quinientos hombres que fueron los primeros en huir y los dividió en cincuenta grupos de diez, ordenó a suertes matar a uno de cada grupo, "restableciendo este castigo antiguo de los soldados, interrumpido tiempo había; el cual, además de ir acompañada de infamia, tiene no sé qué de terrible y de triste, por ejecutarse a la vista de todo el ejército", como relata Plutarco. Este terrible castigo hacía tiempo que había caído en desuso y Craso con su recuperación quería demostrar lo que estaba dispuesto a hacer. Desde ese momento cada soldado romano aprendió a temer a su general más que a los esclavos.

Bloqueado

A finales del año 72 a. C, Espartaco y su ejército acamparon en Rhegium (Regio de Calabria), cerca del Estrecho de Mesina. Espartaco intentó llegar a un acuerdo con los piratas de Cilicia para conseguir que los esclavos atravesaran el estrecho hasta Sicilia. Según Plutarco: "intentó pasar a Sicilia e introducir dos mil hombres en aquella isla, con lo que habría vuelto a encender en ella la guerra servil, poco antes apagada, y que con pequeño cebo hubiera tenido bastante. Convinieron con él los de Cilicia y recibieron algunas dádivas: pero al cabo lo engañaron, haciéndose sin él a la vela". (Ibíd.,)

Este hecho demuestra una comprensión de las tácticas y la estrategia. Si hubieran cruzado a Sicilia y alentado allí una nueva rebelión esclava, podrían haber sido capaces de defender la isla frente a Roma. Después de fracasar en su oportunidad de cruzar los Alpes, quizás esa era la única opción que le quedaba. Puede que les hubieran sobornado los agentes de Craso o simplemente que temían que al ayudar a los esclavos todo el peso del ejército romano habría caído sobre sus cabezas. Independientemente de la razón, el ejército de Espartaco se encontró atrapado en Calabria.

Podemos imaginar el terrible golpe que esto representó para Espartaco y sus seguidores. Fracasado el plan de escapar a Sicilia, la situación de los esclavos era desesperada. A principios del año 71 a. C, ocho legiones al mando de Craso fueron lanzadas contra ellos. Tenían a sus espaldas el mar y ningún lugar a donde poder escapar. Las peores noticias estaban por llegar. El asesinato de Quinto Sertorio, que había estado liderando una rebelión en España, permitió al Senado romano retirar a Pompeyo de esa provincia. Y para estar seguros también retiraron a Marco Terencio Varrón Luculo de Macedonia. El Estado romano que al principio demostró un desprecio absoluto hacia los esclavos ahora concentraba todas sus fuerzas contra ellos.

Parece que después de una pequeña escaramuza Espartaco había crucificado a un prisionero romano. Los propagandistas romanos citaron este hecho como una prueba de la "naturaleza bárbara y cruel" de los rebeldes. Sin embargo, la crucifixión era el castigo normal para los esclavos. Toda la historia demuestra que los dominadores, no los esclavos, son los que muestran la crueldad más bárbara. Puede que fuera un acto calculado de desafío, ya que la crucifixión era un método particularmente cruel y degradante de ejecución no utilizado normalmente contra los romanos. Con este acto Espartaco decía a sus enemigos: pensáis que las vidas de los esclavos son baratas, pero os haremos pagar muy caros vuestros actos. Este relato, como todos los demás publicados por los romanos, pretendía justificar su represión sangrienta de los esclavos. Pero realmente no necesitaban ninguna excusa para hacer lo que estaban decididos a hacer. ¡Debían dar una lección a estos esclavos que todo el mundo nunca olvidaría!

El exceso de confianza jugó un papel en la derrota de la insurrección, como explica Plutarco:

"Retirábase Espartaco, después de la derrota de éstos, hacia los montes Petilinos; Quinto y Escrofa, legado el uno y cuestor el otro de Craso, le perseguían muy de cerca; mas volviendo contra ellos, fue grande la fuga de los Romanos, que con dificultad pudieron salvar, malherido, al cuestor. Este pequeño triunfo fue justamente el que perdió a Espartaco, porque inspiró osadía a sus fugitivos, los cuales ya se desdeñaban de batirse en retirada y no querían obedecer a los jefes, sino que, poniéndoles las armas al pecho cuando ya estaban en camino, los obligaron a volver atrás y a conducirlos por la Lucania contra los Romanos, obrando en esto muy a medida de los deseos de Craso". (Ibíd.,)

El siempre cauteloso Craso no quería una batalla inmediata con enemigos cuya fuerza, coraje e iniciativa habían derrotado en muchas ocasiones a los romanos. En lugar de atacar ordenó a sus tropas construir un muro a través del istmo, en un intento de matar de hambre a los esclavos y obligarles a la sumisión. Toda la destreza tecnológica de Roma se reunió para derrotar a los esclavos. En palabras de Plutarco:

"La obra era grande y difícil, pero, contra toda esperanza, la acabó y completó en muy poco tiempo, abriendo de mar a mar, por medio del estrecho, un foso que tenía de largo trescientos estadios, y de ancho y profundo, quince pies; sobre el foso construyó un muro de maravillosa altura y espesor". (Ibíd.,) Con la construcción de este muro conseguía dos objetivos: alejar a sus soldados del ocio desmoralizador y negar al enemigo alimentos y forraje.

Todo este esfuerzo, sin embargo, fue en vano. A pesar de estas espantosas ventajas, Espartaco de nuevo mostró una extraordinaria gama de tácticas. En una noche tormentosa, en medio de una tormenta de nieve, Espartaco ordenó a sus seguidores llenar parte de la zanja con tierra y ramas de árboles, el último estallido de energía antes del colapso final de la revuelta. Con este atrevido golpe consiguió romper las líneas de Craso y escapar hacia Brundisium (ahora Brindisi), donde estaba acampado el ejército de Lúculo.

Cuando vio que Espartaco se había escapado, Craso quedó aterrorizado ante la posibilidad de que el ejército esclavo se encaminase directamente a Roma. En realidad, esa era probablemente la mejor opción para él, en realidad la única: arriesgar todo en un último golpe desesperado a la cabeza del enemigo. Pero fue imposible debido a nuevas divisiones en las filas de los esclavos. De nuevo parte del ejército de Espartaco se amotinó, abandonó a su comandante y estableció un campamento sobre el lago Lucano. Otra vez la falta de unidad tuvo consecuencias desastrosas. Craso cayó sobre los esclavos disidentes y les atacó en el lago. Les habría masacrado de no ser porque de repente apareció Espartaco, aglutinando a las tropas y preparados para luchar.

spartacus-representative-of-proletariat-2.gif

La batalla final

A pesar de este revés, Craso tenía claro que los esclavos estaban en una situación difícil. Sentía que la victoria estaba a su alcance y Craso comenzó a arrepentirse de su prematura acción de escribir al Senado para sacar a Lúculo de Tracia y a Pompeyo de España. Como un político típico de ese período, veía la guerra como una manera de ganar el prestigio y la gloria que le ayudarían a lograr un alto puesto en el Estado, como hizo efectivamente más tarde Julio César. Si los otros generales llegaban en el último momento, antes de la batalla decisiva, parecería que ellos y no Craso habían ganado la guerra. Eso es lo que ocurrió. Craso ganó la batalla decisiva contra Espartaco pero Pompeyo se llevó toda la gloria.

Por tanto, Craso estaba ansioso por entrar lo antes posible en la batalla:

"Ya había noticias de que se acercaba Pompeyo, y no pocos hacían correr en los comicios la voz de que aquella victoria le estaba reservada, pues lo mismo sería llegar que dar una batalla y poner fin a aquella guerra. Dándose, por tanto, priesa a combatir y a situarse para ello al lado de los enemigos hizo abrir un foso, el que vinieron a asaltar los esclavos para pelear con los trabajadores". (Ibíd.,)

Craso tenía fuerzas superiores y estaban preparadas para combatir la batalla decisiva. Interceptó al ejército de Espartaco y acampó muy cerca del enemigo en lo que se trataba una provocación obvia para que los esclavos lucharan. Los esclavos estaban obligados a atacar. Espartaco al ver que de todas partes llegaban refuerzos frescos, comprendió que no había ninguna posibilidad de evitar la batalla. Cada momento que pasaba significaba el fortalecimiento del hueste romano. Cuando observó que al campamento romano llegaban suministros frescos de cada zona, Espartaco tuvo que dar todo en un último esfuerzo sobre humano. Carlos Marx más tarde utilizó las siguientes palabras para describir la heroica insurrección de la Comuna de París, los esclavos decidieron "tomar el cielo por asalto". Por tanto, reunió a su ejército y se esforzó en elevar el espíritu de lucha para la batalla que se avecinaba.

 Sólo podemos imaginarnos su estado mental en este momento fatídico, cuando todo el destino de la rebelión descansaba sobre el resultado de la última batalla. Mostrando las extraordinarias cualidades de un gran comandante, tranquilamente preparó a su ejército para la orden de luchar. Lo que siguió después es uno de los hechos más conmovedores de la historia. Cuando su caballo estaba ante él, Espartaco sacó su espada y lo mató frente a su ejército de esclavos diciendo: "Si ganamos tendremos muchos y mejores caballos del enemigo, y si perdemos no necesitaremos ninguno". Con este acto Espartaco no sólo mostraba un gran coraje personal sino también un desprecio total por su seguridad personal, pero también lanzó un mensaje contundente a los esclavos: ganamos esta batalla o morimos.

Los esclavos lucharon por última vez con un valor desesperado, incluso los historiadores romanos tienen que admitirlo. Pero el resultado de esta batalla nunca estuvo en duda. Según las fuentes romanas, Espartaco se abrió paso a través de la masa de hombres combatiendo y se dirigió directamente al mismo Craso. En medio de una lluvia mortal de golpes y cubierto de heridas, no alcanzó su objetivo, pero asesinó a dos centuriones que cayeron ante él. Finalmente,  abandonado por aquellos que estaban con él, cayó sobre el terreno y rodeado por el enemigo, valientemente se defendió y fue cortado a pedazos. El historiador romano Apio describe la escena de la siguiente manera:

"Espartaco fue herido en el muslo con un arpón y hundió su rodilla, manteniendo su escudo frente a él y protegiéndose así contra sus agresores hasta que él y la gran masa de los que estaban con él fueron rodeados y asesinados". (Apio. Las guerras civiles).

Después de la batalla, los legionarios encontraron y rescataron en su campamento a 3.000 prisioneros romanos, todos ellos estaban ilesos. Este trato civilizado a los prisioneros romanos contrasta profundamente con el destino sufrido por los seguidores de Espartaco. Craso crucificó a 6.000 esclavos a lo largo de la Vía Apia entre Capua y Roma, una distancia de unos 200 kilómetros. Sus cadáveres alineados a lo largo del camino desde Brundisium a Roma. Como Craso nunca dio la orden de quitar los cadáveres, años después de la batalla final todo aquel que viajaba por ese camino se encontraba con este macabro espectáculo.

Unos 5.000 esclavos escaparon. Estos restos dispersos del ejército esclavo huyeron al norte y fueron interceptados por Pompeyo en las orillas del río Silarus en Lucania cuando regresaba de la Iberia romana. Los esclavos, que en ese momento ya estaban agotados por todos sus esfuerzos, se enfrentaron con las legiones frescas, bien entrenadas y confiadas del general romano más importante. Los masacró y más tarde utilizó la matanza de una banda de esclavos desanimados y agotados por la huida como un pretexto para presentarse como aquel que puso fin a la guerra esclava.

Pompeyo escribió inmediatamente una carta al Senado pretendiendo que, aunque Craso había derrotado a los esclavos en una batalla campal, él (Pompeyo) había terminado con la guerra. Consiguientemente, Pompeyo fue honrado por un magnífico triunfo por su conquista de Sertorius y España, mientras que a Craso se le negaba el honor del triunfo que tan ardientemente deseaba. En su lugar, tuvo que aceptar un honor menor, recibió una ovación. De esta manera fuer Pompeyo "el grande" quién fue recibido como un héroe en Roma, mientras que Craso, para su desazón, no recibió ningún crédito ni gloria por salvar a la República de Espartaco.

Esta ingratitud nos dice algo sobre la psicología de la clase dominante romana propietaria de esclavos. Estos adinerados sinvergüenzas e hipócrita nunca podían admitir que en Espartaco habían encontrado a un enemigo que les hizo temblar. Los nobles senadores olvidaron de manera conveniente el terror que el nombre de Espartaco provocaba en sus corazones sólo unos meses antes. ¿Cómo una guerra contra un ejército esclavo se merecía los honores de un triunfo?

Desesperado por ganar el triunfo militar que el Senado le había negado, Craso de nuevo intentó conseguir la gloria en Asia, donde se encontró con una muerte bien merecida en unas circunstancias ignominiosas. El propio Pompeyo fue asesinado después en Egipto después de su derrota en la guerra civil contra César. Se podría llegar a la conclusión de que después de todo en la historia existe algo de justicia. Los nombres de estos hombres hoy están medio olvidados,  mientras que el nombre de Espartaco es honrado y su memoria es apreciada en los corazones de millones.

Mito y realidad

La leyenda de Espartaco vivió mucho tiempo después de su muerte. Para los romanos, la historia de la revuelta esclava fue una advertencia terrible: sugería que una sociedad construida sobre las espaldas de los esclavas y que sometía a pueblos enteros un día podía ser derrocada por ellos. Cuatro siglos después eso es lo que ocurrió exactamente y Roma cayó ante los bárbaros. La memoria de Espartaco vive como un símbolo del poder de las masas oprimidas a la hora de enfrentarse a sus opresores. Mantiene toda su fuerza y es una inspiración para todos aquellos que luchan por sus derechos.

No es casualidad que durante la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht adoptaran el nombre del revolucionario romano cuando lanzaron la Liga Espartaquista. Carlos Marx también fue un gran admirador de Espartaco. Marx decía que Espartaco era su héroe, citándole como el "mejor compañero que la antigüedad podía ofrecer". En una carta a Engels fechada el 27 de febrero de 1861, Marx dice que estaba leyendo sobre Espartaco en las Guerras Civiles de Roma escritas por Apio: "Espartaco... gran general... carácter noble, verdadero representante del antiguo proletariado. Pompeyo verdadera escoria [...]". (Marx y Engels. Obras Completas. Vol. 41. p. 265. En la edición inglesa). Cualquiera que tenga incluso un conocimiento superficial de la historia tendrá difícil estar en desacuerdo con esta afirmación.

La figura de Espartaco, y su gran rebelión, se ha convertido en una inspiración para mucha literatura y escritores políticos modernos. Howard Fast escribió una famosa novela sobre la insurrección. Stanley Kubrick adaptó más tarde la novela de Howard Fast para hacer su excepcional película Espartaco (1960). En su libro Espartaco, F. A. Ridley es desdeñoso tanto con Kubrick como con Fast, pero es injusto en ambos casos. Ese es sólo otro triste ejemplo de cómo una interpretación estrecha y mecánica dl marxismo siempre es incapaz de ver bosque por los árboles.

Fast no intentaba escribir un libro de historia sino una novela histórica, así que podía permitirse ciertas libertades, la novela recrea muy bien el espíritu del tema. Esto no es historia, sino el mejor tipo de novela histórica que representa acontecimientos reales de una manera imaginativa, sin partir seriamente del registro histórico. Por supuesto, hay algunas cosas que no son históricas, especialmente en la película. Contrariamente a la famosa secuencia en la que los supervivientes de la batalla nunca se les pide que identifiquen a Espartaco, porque él había muerto en el campo de batalla.

Pero debemos tener en mente que se trata de una obra de arte y como tal tiene derecho a cierta libertad a la hora de representar acontecimientos históricos de una manera dramática. Más importante, una obra de arte puede representar una verdad profunda cuando toma como punto de partida el estricto registro histórico de acontecimientos. Esta dramática escena, cuando uno por uno los esclavos se levantan para desafiar a sus amos, cada uno diciendo: "Yo soy Espartaco", en realidad contiene una verdad profunda que es aplicable no sólo a la rebelión de Espartaco sino a cada rebelión de un pueblo oprimido a lo largo de la historia. Pero la fuerza de Espartaco era precisamente el hecho de que en su persona encarnaba las esperanzas y aspiraciones de las masas de esclavos que deseaban la libertad. Y dentro de cada una de estas rebeliones de esclavos se puede decir que contenía una pequeña partícula de Espartaco. En cuanto a la escena de la posterior crucifixión en masa, es acertada históricamente.

¿Lo poco que sabemos de este gran hombre fue lo que escribieron sus enemigos sobre él? ¿Qué sabemos? Conocemos lo suficiente para deducir que Espartaco era un comandante brillante y tenía un genio para la táctica en el campo de batalla. Probablemente, fue el general más grande de toda la antigüedad. Pero probablemente, como le presentan la novela y la película,  no fue el líder revolucionario de una fuerza de combate disciplinada. Si poseía una estrategia política claramente definida no lo sabemos. La poca unidad de su ejército excepto el objetivo de la continua supervivencia y al final, la disidencia interna y la total confusión sellaron su destino tan seguramente como las fuerzas superiores de Roma.

¿Fue Espartaco un precursor temprano del comunismo? En su novela, Howard Fast pone las siguientes palabras en boca del líder esclavo: "Cualquier cosa que tomemos, la tenemos en común, ningún hombre poseerá nada excepto sus armas y vestimentas. Será igual que en los viejos tiempos". De dónde sacó Fast la idea no lo sabemos, pero no es imposible que en aquella época existiera algún tipo de comunismo primitivo o ideas igualitarias, de la misma manera que más tarde surgieron entre los primeros cristianos.

Es posible que las corrientes utópicas y comunistas estuvieran presentes en la gran revuelta esclava del año 71 a. C, basadas en las oscuras memorias de un remoto pasado cuando los hombres eran iguales y la propiedad era una posesión común. Pero si ese fuera el caso, habría sido una visión atrasada más que progresista, y se habría manifestado como un comunismo de consumo ("compartición igual") y no producción colectiva.

En las condiciones concretas, esa opción no habría hecho avanzar a la sociedad, sino que habría retrocedido. El comunismo real (una sociedad sin clases) no se puede construir sobre la base del atraso y la austeridad. Supone un alto desarrollo de las fuerzas productivas, tal que permita a hombre y mujeres liberarse de la carga de trabajo y dispongan del tiempo necesario para desarrollar todo su potencial humano. Estas condiciones no existían en tiempos de Espartaco.

¿Qué habría sucedido si hubiesen ganado los esclavos? De haber conseguido derrocar al Estado romano, el curso de la historia se habría alterado de manera significativa. Por supuesto, no es posible decir con exactitud cuál habría sido el resultado. Probablemente habrían liberado a los esclavos, aunque esto no se puede dar por sentado. Incluso si eso hubiera sucedido, dado el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, la tendencia general sólo podría haber sido en dirección a algún tipo de feudalismo.

Varios siglos después eso comenzó a ocurrir bajo el Imperio, cuando la economía esclavista alcanzó sus límites y entró en crisis. Los esclavos fueron "liberados" pero atados a la tierra como siervos (colonii). Si eso hubiera ocurrido antes, probablemente ese desarrollo cultural y económico se habría dado más rápidamente y la humanidad podría haberse ahorrado los horrores de la Edad Media.

Sin embargo, eso es sólo especulación. La realidad es que la sublevación no triunfó y no podía hacerlo por varias razones. Marx y Engels en El Manifiesto Comunista explicaron que la historia de todas las sociedades existentes es la historia de las luchas de clases:

"Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes".

El destino del Imperio Romano fue un ejemplo notorio de la segunda variante. La razón básica por la que fracasó Espartaco al final fue el hecho de que los esclavos no se vincularon con el proletariado de las ciudades. En la medida que éste ultimo continuo apoyando al Estado, la Victoria de los esclavos era imposible. Pero el proletariado romano, a diferencia del proletariado modern, no era una clase productiva. Era una clase principalmente parasitaria, vivía del trabajo de los esclavos y dependía de sus amos.

El fracaso de la revolución romana está arraigo en este hecho. El resultado final fue el colapso de la República y el nacimiento de una tiranía monstruosa bajo el Imperio, que llevó a un prolongado period de decadencia interna, declive social y economic, y finalmente al colapso en la barbarie.

El espectáculo de este sector de la población más explotado con las armas en la mano e infligiendo una derrota tras otra a los ejércitos de la potencia más grande del mundo es uno de los acontecimientos más asombrosos y conmovedores de la historia. Pero esta página gloriosa de la historia nunca se olvidará en la medida que los hombres y las mujeres estén motivadas por el amor a la verdad y la justicia. Los ecos de esta titanic insurrección reverberaron durante siglos y aún son una fuente de inspiración para todos aquellos que hoy continúan luchando por un mundo mejor.

¡Un paso adelante en la construcción de las fuerzas del marxismo!

Más de 180 delegados e invitados participaron durante cuatro días (del 9 al 12 de abril) en la Conferencia Política de El Militante, sección en el Estado español de la Corriente Marxista Internacional. Durante estas jornadas se ha debatido intensamente de la nueva situación mundial marcada por la crisis del capitalismo, las perspectivas para la lucha de clases en el Estado español, así como de los avances de los marxistas en el frente sindical, nuestra activa participación en las luchas en defensa de los puestos de trabajo y nuestro papel en el movimiento de los jóvenes estudiantes en las movilizaciones contra los planes de Bolonia y en defensa de la enseñanza pública. El entusiasmo y la confianza en el futuro socialista ha sido la nota dominante del encuentro.

En la Conferencia estuvieron presentes trabajadores y jóvenes de Vigo, A Coruña, Santiago, Ferrol, Lugo, Asturias, Álava, Vizcaya, Navarra, Guipúzcoa, Zaragoza, Tarragona, Barcelona, Baleares, País Valencia, Málaga, Granada, Almería, Sevilla, Cádiz, Guadalajara, Salamanca, Murcia, y Madrid. También contamos con la participación de Alan Woods, Ana Muñoz y Jorge Martín, dirigentes de la Corriente Marxista Internacional y de compañeros de Militante, sección mexicana de  la CMI.

La primera sesión de la reunión, dedicada a las Perspectivas Mundiales, fue introducida por el camarada Alan Woods qué explicó en profundidad la naturaleza de la actual crisis de sobreproducción y sus consecuencias en la lucha de clases mundial. Alan desgranó las cifras de la contracción de la producción y del comercio internacional, y señaló la perplejidad de la clase dominante ante estos acontecimientos, reflejada en el fracaso de las medidas adoptadas hasta el momento para salir del caos capitalista. También abordó las implicaciones de la actual recesión, la más importante seguramente de la historia del capitalismo, en las relaciones mundiales y entre las potencias imperialistas, así como los efectos que la actual crisis provocará en la conciencia de millones de trabajadores y en sus organizaciones de masas, sacudiéndolas de arriba abajo y abriendo nuevas y mejores oportunidades para construir las fuerzas del marxismo revolucionario. En su intervención Alan explicó la nueva oleada de movilizaciones que sacude Europa y la inestabilidad social, económica y política que se prolongará en los próximos años en todo el mundo, con alzas y bajas en la lucha de las masas oprimidas, y la necesidad de prepararse para cambios bruscos y repentinos.

Durante esta sesión tomaron la palabra once compañeros que completaron el debate, analizando los acontecimientos revolucionarios en Europa, los desarrollos revolucionarios en América Latina, los procesos en China y sus consecuencias mundiales, los acontecimientos que están sacudiendo Europa del este tras veinte años de restauración capitalista, y el trabajo de los marxistas en las organizaciones de masas de los trabajadores.

En la segunda sesión de la Conferencia, introducida por el compañero Jordi Rosich, debatimos en profundidad sobre las perspectivas para el estado español: la debacle económica del capitalismo en nuestro país y sus consecuencias políticas, marcadas por el giro a la derecha del Gobierno PSOE y la ofensiva contra los trabajadores, contra el empleo y los salarios. También se abordó en profundidad la cuestión nacional en Euskal Herria después del vergonzoso acuerdo entre el PSE y el PP para conformar el nuevo gobierno vasco, así como la situación del movimiento obrero y las perspectivas para la huelga general. Fue una sesión en la que tomaron la palabra 14 compañeros de todo el Estado que trataron numerosos aspectos de la actualidad política, la situación de los sindicatos y el trabajo de los marxistas, la crisis de la derecha, los cambios dentro de Izquierda Unida, la situación de la juventud y las movilizaciones estudiantiles.

En la siguiente sesión la discusión se centró en la construcción de las fuerzas del marxismo en el Estado español y el trabajo desarrollado por los marxistas en todos los frentes de la lucha de clases, y fue introducida por el compañero Juan Ignacio Ramos. Es de destacar la enorme actividad que hemos realizado en las luchas obreras contra los Eres, en defensa de los puestos de trabajo, contra la represión sindical, y la campaña que venimos manteniendo a favor de la convocatoria de una huelga general por parte de de los sindicatos de clase. También se ratificó nuestro apoyo a la huelga general de Euskadi del próximo 21 de Mayo, con nuestro propio programa y consignas, y el llamamiento a que los sindicatos CCOO y UGT la secunden. Una movilización que debería suponer el pistoletazo de salida para organizar una gran huelga general en todo el Estado español contra los ataques de la patronal y para obligar al Gobierno del PSOE a cambiar drásticamente su rumbo en beneficio de los trabajadores, los parados, los jóvenes, y en defensa de la sanidad y la enseñanza pública. En esta sesión, que se completó con las comisiones, también se abordo la actividad de los marxistas en el movimiento juvenil y estudiantil, nuestra contribución al fortalecimiento del Sindicato de Estudiantes y al impulso de las movilizaciones contra los Planes de Bolonia y contra la privatización de la enseñanza pública. Por otro lado se puso un énfasis especial en la necesidad de continuar con la colaboración estrecha que venimos realizando con la Fundación Federico Engels en el esfuerzo de proporcionar a la nueva generación de militantes revolucionarios los textos clásicos del marxismo y los desarrollos teóricos realizados por la CMI y por camaradas como Ted Grant y Alan Woods. El hecho de que la Fundación Federico Engels se haya convertido en la principal editorial marxista de habla castellana es un motivo de gran orgullo.

Durante la Conferencia también pudimos escuchar un informe del camarada Jorge Martín sobre el gran desarrollo de la Corriente Marxista Internacional en todo el mundo. Los avances de la CMI en América Latina han sido espectaculares en los últimos años, con la formación de nuevas secciones y la incorporación de grupos de militantes marxistas a nuestras filas. Hace diez años tan sólo estábamos presentes en México, mientras que en la actualidad hay secciones y grupos de la CMI en México, El Salvador, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, Bolivia, Guatemala, Ecuador, Uruguay...También nuestras fuerzas se han ampliado en el conjunto del continente europeo, en el mundo árabe y en Asia, dónde contamos con la sección más importante de la CMI, los camaradas de The Struggle en Paquistán con más de 2.500 militantes. En total la CMI cuenta con secciones en 32  países de Europa, América, Asía y África y grupos de camaradas y contactos en otros 33 países.

La última sesión, que fue introducida por la compañera Miriam Municio, estuvo dedicada a la prensa obrera, a nuestro periódico El Militante y su papel como organizador de las fuerzas del marxismo, como instrumento para llevar las ideas del socialismo científico al conjunto del movimiento obrero y juvenil, y también como el órgano de expresión de las luchas obreras y de los problemas de nuestra clase. Un ejemplo de cómo la prensa obrera, tenazmente y paso a paso, se puede abrir camino en esta nueva fase de la lucha de clases.

Como reflejo del entusiasmo y la madurez política de todos los que luchamos bajo la bandera del marxismo, de la CMI, en la Conferencia realizamos una espectacular colecta para continuar desarrollando nuestro trabajo, obteniendo la cifra de ¡¡¡18.010 euros!!! Como siempre hemos explicado a un programa revolucionario corresponden métodos y finanzas revolucionarias.

Finalmente la Conferencia concluyó con el canto de la Internacional y de Bandera Rossa por todos los camaradas asistentes.


 

La presente versión es la primer parte del artículo publicado en la página de internet militante.org: La crisis del 29 y sus repercusiones en la Revolución Latinoamericana

Primera parte

La crisis de 1929 tuvo repercusiones que se extendieron por todo el globo, es muy común escuchar comentarios relacionados con los acontecimientos políticos derivados  tanto en Europa como en Estados Unidos. No obstante resulta muy interesante revisar sus repercusiones políticas en América Latina.

Debemos recordar que el desarrollo del capitalismo latinoamericano, salvo en raras excepciones como México, no vivió procesos de carácter revolucionario. La burguesía que se gestó sobre la base de la convivencia de los terratenientes y los capitales imperialistas, era brutalmente reaccionaria y durante mucho tiempo trató de preservar las relaciones serviles aún en el marco de la producción de mercancías para el consumo internacional.

La posguerra significó una época dorada para la burguesía oligárquica latinoamericana, no obstante la crisis del 29 significó un duro golpe para este modelo de explotación capitalista. "En Argentina el ingreso por habitante disminuyó cerca de 20% entre 1929 y 1934 y sólo en 1946 recuperó el nivel alcanzado antes de la crisis; en Uruguay, todavía en 1943 tal ingreso era inferior al de quince años antes; en Chile, en 1937 el producto interno bruto aún no había recuperado, en términos absolutos, el nivel de 1929" (Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina., Pág. 173) 

México no vivió una excepción; apenas en 1929 se había logrado recuperar el nivel de producción del periodo inmediato anterior a la Revolución.

En general una crisis genera miedo e inmovilidad en las masas trabajadoras, no obstante en el caso latinoamericano el efecto fue un severo shock que tuvo profundas repercusiones políticas.

Las masas latinoamericanas recién habían construido sus propios partidos comunistas y en muchos casos como en Cuba, México, Chile, Centroamérica, estaban en vías de convertirse en partidos de masas. No obstante. La degeneración estalinista significó un obstáculo que no pudieron salvar.

Después de shock que significó en un primer momento la crisis las masas se levantaron por todo el continente, no hubo un solo régimen estable en toda América:

En México la radicalización del movimiento llevó a la construcción de frentes de lucha obreros y campesinos de carácter nacional y a movilizaciones proletarias inmensas, el Partido Comunista, aún sumergido en enfermedad sectaria logró integrar frentes de masas como el Comité de Defensa Proletario y después la Central de Trabajadores de México, en cuyas consignas figuraba la lucha por el socialismo.

En El Salvador la radicalización llevó al crecimiento del Partido Comunista de Centroamérica que en pocos años paso de decenas a miles de activistas. Lamentablemente el joven partido, víctima de las directivas extremistas de la Internacional Comunista, se vio arrastrado por los acontecimientos sin poder ponerse al frente de la insurrección de 1932. Cuenta Roque Dalton que una flota de barcos norteamericanos esperaba frente a las costas para actuar en el caso de que el Ejército salvadoreño no fuera capaz de aplastar la insurrección comunista. No fue necesario, debido a la falta de preparación, la insurrección fue derrotada y sus dirigentes, así como más de 30 mil trabajadores, la mayoría del campo, fueron ejecutados en una de las masacres más crueles que hasta ese entonces se tuvieran memoria.

El Nicaragua la lucha de Sandino obligaba al retiro de las tropas norteamericanas,  no obstante los militares “nacionalistas”  encabezados por Somoza no dudaron en traicionar al “general de hombres libres” y asesinarlo para sumir a esta nación en una larga noche dictatorial. Nuevamente los Estados Unidos dieron su beneplácito, Roosevelt no sin una dosis de realismo afirmó. “Sí, Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

En Brasil la crisis social se había desatado también durante los años veintes, periodo durante el cual se desatan insurrecciones por parte de jóvenes oficiales, los tenentes (tenientes). La más conocida, debido a que se transformó en un movimiento que recorrió gran parte del territorio brasileño y no logró ser aplastada por el Ejército, fue la dirigida por el capitán Luis Carlos Prestes. Al final estalla la revolución de 1930 que pese a la forma que esta asume, sí logra trastocar para siempre la dirección política que la oligarquía brasileña ejercía desde la época colonial; es cierto que el proceso de 1930 surge como un conflicto entre diversas facciones de la oligarquía y que al final surge Getulio Vargas como la figura que la burguesía nacional emplea para capear el temporal, no obstante el proceso no se detiene en 1930, la crisis política se profundiza y ello incluyó la mal orquestada insurrección comunista dirigida por Prestes en junio de 1935. La salida bonapartista de 1937 con la proclamación del Estado Novo, marcó el final de un proceso y una derrota muy costosa que pudo ser evitada. Nuevamente el Partido Comunista Brasileño tuvo gran responsabilidad al actuar en el momento equivocado por las razones equivocadas, facilitando al gobierno de Vargas el combate a los comunistas y al conjunto del movimiento obrero.

En el siguiente artículo continuaremos describiendo las luchas y consecuencias de la crisis del 29 en la Revolución Latinoamericana.

 

Informe de actividades Militante: “Ciclo de conferencias América Socialista”

La Escuela Marxista Panamericana que se realizó en nuestro país (ver Militante 179) reunió a compañeros dirigentes obreros que están al frente de procesos tan importantes como la revolución bolivariana en Venezuela. Al término de esta escuela, del 3 al 7 de marzo, la Tendencia Marxista Militante realizó una serie de charlas públicas en sindicatos y universidades con el objetivo de difundir aún más las lecciones que la revolución ha arrojado en todo el continente americano. La respuesta que tuvimos a los actos fue excelente y demuestra el ánimo que combativo e internacionalista que existe en el trabajador mexicano.

En la UAMA, el compañero Jorge Paredes, presidente de la Fábrica ocupada INVEVAL en Venezuela, se encargó de dar un balance de la revolución Bolivariana a 10 años de haber iniciado. Sobre todo profundizó en la gran fuerza que los trabajadores tenemos en nuestras manos y cómo esta fuerza organizada puede derrotar al gobierno de EEUU quien no ha dejado de atacar la revolución en Venezuela. En la Charla pudimos contar con la presencia de trabajadores del SITUAM, de Olympia que se han lanzado a huelga y estudiantes de la universidad. 

En Puebla,  nuestros compañeros realizaron una importante campaña para convocar a dos eventos para discutir sobre la revolución en América Latina. Estudiantes, profesores y trabajadores se acercaron con gran interés, ellos mismo adquirieron una gran cantidad de publicaciones marxistas entre las que contamos Reformismo o Revolución de Alan Woods, La revista “América Socialista” y  textos clásicos de los grandes Marxistas.

La crisis económica está despertando la conciencia de millones de trabajadores por todo el mundo, Europa  no es la excepción, esto fue lo que discutimos en la FES Aragón y pudimos ver claramente lo que el proceso se ha estallado y que incluso está calando hondo entre los trabajadores de Italia, Francia, Estado Español, etc.

Por todo el mundo, los empresarios han tomado la política de despedir a miles de trabajadores, bajo el argumento de que la crisis los ha golpeado y no hay otra salida. La realidad es que como decirnos los marxistas si hay una alternativa y esa es la lucha obrera. La toma de fábricas es precisamente una alternativa que los trabajadores han tomado en sus manos para enfrentar estos ataques. En la UAMI, compañeros obreros dirigentes de distintos países pudieron explicarnos como se han organizado en sus países y han pasado directamente a tomar la producción en sus manos.

En el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y en el local de la sección 9 del SNTE, también pudimos explicar más profundamente la necesidad de la toma de fábricas, pero además la de construir un partido revolucionario de masas.

En toda la ecuación de la revolución en América, un punto central lo juega EEUU, ahí también la crisis viene despertando la conciencia de millones de trabajadores que ve cómo antes Bush y ahora Obama regalan miles de millones de dólares a los empresarios y banqueros mientras que el trabajador común y corriente tiene incluso que perder derechos que antes tenía asegurados como trabajo y vivienda.

Este ciclo de conferencias ha sido muy importante, pudimos discutir temas que son fundamentales para todo trabajador. El capitalismo ha entrado en una crisis histórica y producto de ello no existe en toda América un sólo gobierno estable, la rabia y la conciencia de los trabajadores se ha convertido en una poderosa revolución que no respeta fronteras. El ciclo de conferencias América socialista ha sido todo un éxito. Compañero: únete a Militante, intégrate a las filas de la revolución. 

La crisis de 1929 tuvo repercusiones que se extendieron por todo el globo, es muy común escuchar comentarios relacionados con los acontecimientos políticos derivados  tanto en Europa como en Estados Unidos. No obstante resulta muy interesante revisar sus repercusiones políticas en América Latina.

Debemos recordar que el desarrollo del capitalismo latinoamericano, salvo en raras excepciones como México, no vivió procesos de carácter revolucionario. La burguesía que se gestó sobre la base de la convivencia de los terratenientes y los capitales imperialistas, era brutalmente reaccionaria y durante mucho tiempo trató de preservar las relaciones serviles aún en el marco de la producción de mercancías para el consumo internacional.

La posguerra significó una época dorada para la burguesía oligárquica latinoamericana, no obstante la crisis del 29 significó un duro golpe para este modelo de explotación capitalista. "En Argentina el ingreso por habitante disminuyó cerca de 20% entre 1929 y 1934 y sólo en 1946 recuperó el nivel alcanzado antes de la crisis; en Uruguay, todavía en 1943 tal ingreso era inferior al de quince años antes; en Chile, en 1937 el producto interno bruto aún no había recuperado, en términos absolutos, el nivel de 1929" (Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina., Pág. 173) 

México no vivió una excepción; apenas en 1929 se había logrado recuperar el nivel de producción del periodo inmediato anterior a la revolución. La nueva sacudida del 29 generó una ambiente explosivo que se manifestó en el auge de lucha de clases de los treintas.

En general una crisis genera miedo e inmovilidad en las masas trabajadoras, no obstante en el caso latinoamericano el efecto fue un severo shock que tuvo profundas repercusiones políticas.

Las masas latinoamericanas recién habían construido sus propios partidos comunistas y en muchos casos como en Cuba, México, Chile, Centroamérica, estaban en vías de convertirse en partidos de masas. No obstante, la degeneración estalinista significó un obstáculo que no pudieron salvar.

Después de shock que significó en un primer momento la crisis las masas se levantaron por todo el continente, no hubo un solo régimen estable en toda América:

En México la radicalización del movimiento llevó a la construcción de frentes de lucha obreros y campesinos de carácter nacional y a movilizaciones proletarias inmensas; el partido comunista, aún sumergido en enfermedad sectaria logró integrar frentes de masas como el Comité de Defensa Proletario y después la Central de Trabajadores de México, en cuyas consignas figuraba la lucha por el socialismo.

En El Salvador la radicalización llevó al crecimiento del Partido Comunista de Centroamérica que en pocos años pasó de decenas a miles de activistas. Lamentablemente el joven partido, victima de las directivas extremistas de la Internacional Comunista, se vio arrastrado por los acontecimientos sin poder ponerse al frente de la insurrección de 1932. Cuenta Roque Dalton que una flota de barcos norteamericanos esperaba frente a las costas para actuar en el caso de que el ejército salvadoreño no fuera capaz de aplastar la insurrección comunista. No fue necesario, debido a la falta de preparación la insurrección fue derrotada y sus dirigentes, así como más de 30 mil trabajadores, la mayoría del campo, fueron ejecutados en una de las masacres más crueles que hasta ese entonces se tuvieran memoria.

El Nicaragua la lucha de Sandino obligaba al retiro de las tropas norteamericanas, no obstante los militares “nacionalistas”  encabezados por Somoza no dudaron en traicionar al “general de hombres libres” y asesinarlo para sumir a Nicaragua en una larga noche dictatorial. Nuevamente los Estados Unidos dieron su beneplácito; Roosevelt, no sin una dosis de realismo. Afirmó: “sí, Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”

En Brasil la crisis social se había desatado también durante los años veintes, periodo durante el cual se desatan insurrecciones por parte de jóvenes oficiales, los tenentes (tenientes). La más conocida, debido a que se transformó en un movimiento que recorrió gran parte del territorio brasileño y no logró ser aplastada por el ejército, fue la dirigida por el capitán Luis Carlos Prestes. Al final estalla la revolución de 1930 que pese a la forma que esta asume, sí logra trastocar para siempre la dirección política que la oligarquía brasileña ejercía desde la época colonial, es cierto que el proceso de 1930 surge como un conflicto entre diversas facciones de la oligarquía y que al final surge Getulio Vargas como la figura que la burguesía nacional emplea para capear el temporal. No obstante el proceso no se detiene en 1930, la crisis política se profundiza y ello incluyó la mal orquestada insurrección comunista dirigida por Prestes en junio de 1935. La salida bonapartista de 1937 con la proclamación del Estado Novo, marcó el final de un proceso y una derrota muy costosa que pudo ser evitada. Nuevamente el Partido Comunista Brasileño tuvo gran responsabilidad al actuar en el momento equivocado por las razones equivocadas, facilitando al gobierno de Vargas el combate a los comunistas y al conjunto del movimiento obrero.

En Chile las convulsiones sociales cestadas a lo largo de los años veintes desembocan en la república socialista de junio de 1932 presidida por Carlos Dávila. Lamentablemente, el Partido Comunista de Chile consideraba que todo aquello que no fueran ellos mismos, era reaccionario, lo que facilitó el asilamiento de la república socialista la cual fue aplastada con un golpe de Estado en septiembre de 1932 encabezado por Arturo Alessandrí. Cierto es también que el Gobierno de Dávila no hizo nada para entregar armas al pueblo ni existía una organización política de masas que fungiera como estructura fundamental de una transformación social, por lo que el gobierno de Dávila se vio suspendido en el aire. No obstante es evidente que el proceso se da en los marcos de un proceso revolucionario a nivel continental y un triunfo en Chile o en cualquier otro país en ese momento hubiese modificado toda la situación. Al final, a pesar de la derrota el elemento más importante de aquel episodio fue la necesidad de un partido marxista, como lo pretendió ser en sus inicios el Partido Socialista creado poco después.

En Cuba mientras tanto, la revolución también da la cara. Ya durante los veintes el marxismo cubano enfrentó la dictadura de machado construyendo al Partido Comunista y varios sindicatos. El asesinato de Mella en México no paró la revolución, en 1930 las manifestaciones de decenas de miles de trabajadores exigiendo poner fin a la dictadura se suceden una tras otra. Así llega el año de 1933. Con la mayoría en los sindicatos y con decenas de miles de militantes, el PC tenía la clave de la situación, no obstante cometió error tras error; en primer lugar no reconoció la situación revolucionaria que se estaba desarrollando y en lugar de plantear un programa para la toma del poder señalaba que dado que la revolución sería nacional, lo que correspondía a los comunistas era lograr mejoras materiales, por lo cual ante el estallido de una huelga general pactó una salida negociada con el gobierno de machado. (S. Tutino, L"Ottobre cubano, Pág. 65).

En agosto estalló la huelga en el transporte, la cual el dictador busca sofocar violentamente, como suele acontecer en estos casos, los soldados se rehúsan a intervenir sumándose de este modo a la revuelta que termina por derribar a Machado. Los acontecimientos toman al PC totalmente por sorpresa y pretendiendo recuperar las posiciones perdidas da un giro utraizquierdista. No obstante sectores de la oficialidad habían aprovechado las circunstancias para aparecer como árbitros en el seno del gobierno, de entre ellos surge, por cierto, Batista. Sin duda la burguesía estaba muy dividida entre sí, los gobiernos formados sólo duraban algunos meses y se abría el espacio para un nuevo dictador, mientras tanto los comunistas eran fieramente reprimidos producto de los errores de su dirección.

¿Democracia o socialismo?

Nos hemos detenido un poco más en los acontecimientos políticos de los años treintas para demostrar que la lucha contra el sistema capitalista implantado por la alianza entre la oligarquía y el imperialismo fue ferozmente combatido por las masas latinoamericanas y estos acontecimientos constituyeron una verdadera revolución continental.

La proximidad de la guerra impedía una acción contundente del imperialismo, como pasaría decenios después, al mismo tiempo la tímida burguesía emergente resultaba como beneficiaria de la política unas veces ultraizquierdista y la más de las veces abiertamente claudicante, que tenían los partidos mal llamados comunistas.

La naturaleza aborrece el vacío, las masas se habían levantado contra el capitalismo oligárquico pero los partidos comunistas habían desperdiciado la oportunidad de avanzar al frente. Marxistas como Agustín Cueva consideran el resultado de este proceso como producto del carácter "semicampesino" del proletariado (Cueva, El desarrollo del Capitalismo en América Latina, Pág. 157). Cueva considera que las derrotas del proletariado fueron una mal necesario en su proceso de conformación en clase en sí y que el carácter francamente socialista de la lucha proletaria se verificará en el marco de la crisis del populismo o capitalismo de Estado que resultó de la mayoría de las luchas antioligarquicas.

En nuestra opinión una revisión de los acontecimientos de ese periodo conceden en todos los casos grandes posibilidades de triunfo al proceso revolucionario. En todos los casos el establecimiento de ese "capitalismo de Estado" conocido como populismo no fue sino resultado de la derrota de la revolución, es decir significó una salida reaccionaria en el marco de la imposibilidad de que la oligarquía retomara el control y de la necesidad de responder a las demandas de las masas que se habían levantado y a las necesidades mismas de los capitalistas, en particular la creación de una infraestructura mínima que posibilitara su desarrollo.

Un auténtico triunfo de revolución hubiera significado el avanzar en la completa democratización de la sociedad, en el control de los bancos y la industria por parte de los trabajadores, es decir, en la realización de medidas de carácter socialista, no era que la revolución no fuera socialista en 1930. De hecho ninguna revolución empieza con proclamas socialistas, sino luchado contra el sistema establecido, es decir, se engendra como producto de la crisis de una formación social determinada. Las consignas que llevaron al poder a los bolcheviques eran pan, paz, tierra. No eran socialistas en sí, no obstante Lenin y Trotsky sabían que su realización implicaba el avance de la revolución hacia el socialismo. En el marcos del sistema capitalista en su fase imperialista, es decir con un sistema económico global esto era válido para Rusia en 1917, mucho más para América Latina en los treintas, la cual estaba en algunos casos muchísimo más desarrollada que Rusia en 1917.

Es verdad que la derrota enseña, y sin duda el análisis de las derrotas de los treintas nos sirve ahora y servirá a los revolucionarios del futuro. No obstante las derrotas no son inevitables, lo mostró la revolución de octubre y experiencias como la cubana de la cual nos ocuparemos en el futuro.

León Trotsky ocupándose del problema de México, señalaba algunas cuestiones que son válidas para el peculiar resultado de los procesos revolucionarios de los treintas y años posteriores:

"En los países industrialmente atrasados el capital extranjero tiene una función decisiva. De aquí la relativa debilidad de la burguesía nacional respecto al proletariado nacional. Esto determina un poder estatal de tipo particular. El gobierno se balancea entre el capital extranjero y el capital indígena, entre la débil burguesía nacional y el proletariado relativamente fuerte. Esto proporciona al gobierno un carácter bonapartista sui géneris, de tipo particular. Se coloca, por así decir, por encima de las clases. En realidad puede gobernar o convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y manteniendo encadenado al proletariado con las cadenas de una dictadura policíaca o maniobrando con el proletariado y alcanzando incluso a hacerle algunas concesiones, asegurándose en tal modo la posibilidad de una cierta libertad en confrontaciones con algunos capitalistas extranjeros. La política actual (de Cárdenas) se coloca en la segunda categoría: sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de la industria petrolera. Estas medidas se colocan directamente sobre el plano del capitalismo de estado. No obstante, en un país semicolonial, el capitalismo de estado se encuentra bajo la pesada presión del capital privado extranjero y de sus gobiernos y no puede mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores. Por esto sin dejarse escapar de las manos el poder real, intenta de hacer recaer sobre las organizaciones obreras gran parte de las responsabilidades para el funcionamiento en los sectores nacionalizados de la industria." (León Trotsky, Industria nacionalizada y gestión obrera).

El Río de la Plata, un caso particular

Un caso particular en los acontecimientos de los estados latinoamericanos fue El Río de la plata. La ausencia de una fuerte economía de carácter colonial facilitó una inserción relativamente más simple de relaciones capitalistas de producción. La propiedad terrateniente de un carácter francamente capitalista desde finales del siglo XIX y las necesidades prácticas de la exportación de productos agropecuarios los llevó a una industrialización muy temprana, al grado de que para mediados del siglo, aún luego de quince años de problemas derivados de la crisis del 29 el porcentaje de trabajadores asalariados en Argentina y Uruguay representaba cerca del 70% de la población económicamente activa.

De forma paralela, este proceso produce una sindicalización de una forma muchísimo más basta que en otras regiones latinoamericanas, no obstante esto, las bases del desarrollo capitalista se encuentran en la explotación de la agroindustria. La crisis de 1929 azota de forma significativa estas economías, por lo que en este periodo lo que encontramos no es una crisis del sistema oligárquico semicolonial como se dio en otras regiones latinoamericanas, sino una crisis de la oligarquía capitalista nacional fincada en las exportaciones de materias primas, especialmente alimentos

La esencia del populismo

Los rasgos generales del proceso de crisis del 29 dio origen en América Latina a un prolongado proceso de convulsiones sociales, en muchos casos abiertamente revolucionarias, las cuales al no contar un direcciones proletarias dignas de ese nombre terminaron en las manos de distintos caudillos burgueses; el populismo fue pues un subproducto de las revoluciones abortadas de los treintas que, ante el impasse del capitalismo a nivel mundial, contaron con un cierto margen de maniobra para un cierto balance entre las clases por parte de los gobiernos, en muchos de los casos vinculados directa o indirectamente con el ejercito, la única fuerza del Estado capaz de jugar el  aparente papel de “arbitro entre las clases”.

El proceso resulta contradictorio pero al final ofrece una salida al desarrollo de las fuerzas productivas. Todo proceso revolucionario por deformado que sea lo hace. La burguesía nacional no sólo no juega un  papel progresista sino que, en cuanto tienen las condiciones, se vuelve a entregar al capital trasnacional y somete al nuevo proletariado, especialmente cuando el auge de la postguerra se agota.

El populismo es para la burguesía un mal necesario, a la larga se convierte en matrona del capitalismo que de otro modo nunca hubiera pasado de una simple burguesía compradora de estilo oriental. Una vez que juega su papel la burguesía se deshace de él como un limón exprimido, no al margen de múltiples conflictos de clase.

El verdadero drama de esta época es que los partidos comunistas, teniendo todo el potencial para convertirse en fuerzas de masas dirigentes del proletariado y del campesinado se contentaran con ser simples comparsas de los caudillos burgueses. Aún hoy en día la carga ideología del caudillismo burgués latinoamericano, sigue constituyendo un obstáculo para el desarrollo de un autentico movimiento independiente de la clase obrera y del campesinado pobre.

No obstante la coyuntura actual no deja a la burguesía ningún espacio para volver a engatusar al movimiento como lo hizo en los treintas y cuarentas, el populismo, visto como lo que es: un movimiento burgués, no se repetirá, primero porque la gran burguesía no esté interesada en él y segundo porque no tiene reformas que ofrecer a las masas.

No obstante no debemos bajar la guardia, la lucha por un movimiento independiente de los obreros y campesinos pobres no será un debate doctrinario, sino un proceso de lucha en el seno del los movimientos de emancipación, tengan el origen que tengan. Será ahí, en la calle, en las barricadas, en la fábrica tomada, en la lucha del ejido y del barrio, donde el programa del marxismo deberá demostrar su derecho a prevalecer.

 

 

El 27 de enero, ante la noticia de la contracción del Producto Interno Bruto (PIB), se hace insostenible el argumento de que México no sufriría por la crisis porque no era tanta nuestra dependencia hacía EUA. Ahora la realidad viene a desmentirlos y mostrar la hipocresía del estado capitalista.

En diciembre de 2008 la actividad en la maquila cae 11.5% con respecto a diciembre de 2007, esto producto de la disminución del consumo en EUA hasta el 72 por ciento en productos como computadoras, electrodomésticos, automóviles, celulares, etc. En la frontera de Chihuahua sólo se mantiene activo el 50% de las 320 fábricas. 40 mil de los 60 mil empleos perdidos entre diciembre y enero han sido de las maquilas y la planilla en ese sector ahora es menor que en 2001. En Cd. Juárez disminuyó en 23 mil plazas y en Tijuana en 23 mil.

En Cd. Juárez 82 fábricas se encuentran en paro técnico, esto es el 25% de las existentes. Este paro técnico afecta directamente a 35 mil obreros de los cuales 30 mil obreros aun conservan su trabajo, pero los capitalistas han reducido sus salarios de 40 a 50 por ciento debido a la reducción de horas o días laborales. La Volkswagen ha dejado en paro técnico a 9 mil 400 obreros y es sólo el principio. Los paros se han extendido por Baja California, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Puebla. En toda la frontera ya suman 50 mil los despidos en esta rama en los últimos 4 meses, de éstos 35 mil sólo en Baja California y Sonora.

La afectación de la crisis es muy amplia, la falta de actividad en esta industria no sólo afecta a los obreros que trabajan en las fábricas, sino a todos los sectores que están relacionados. En Cd. Juárez hay 10 mil afectados de manera indirecta, fundamentalmente trabajadores del transporte. En 2008 cerraron 10 empresas transportistas sumando 4 mil despidos. El servicio en este sector bajó en un 30 por ciento y para este año ya ha caído al 50 por ciento.

La perspectiva para la industria maquiladora es desoladora

El 26 de enero de 2009 se publicaron nuevas cifras de despidos en grandes empresas como CAT, Philips, Home Depot, Nextel, etc., y algunas de ellas se encuentran en territorio mexicano. La perspectiva de los economistas burgueses en cuanto a la pérdida de empleo llega hasta los 250 mil para 2009, pero muy probablemente sea mayor. En las maquilas se calcula que desaparecerá el 10 por ciento de la planilla, de este porcentaje 20 mil empleos más se perderán en CD Juárez y 100 mil en todo el país. Los mejores pronósticos dicen que la situación se recuperar para el primer trimestre de 2010, sin embargo sabemos que aunque fuese así no significará la vuelta al empleo de los miles de obreros que se les ha echado a la calle, y peor aún: nada borrara el trauma y las vejaciones que pasarán esos miles en todo el 2009.

La alternativa del gobierno de Calderón a sido buscar inversión a toda costa, pero por más que trate de convencer a los inversionistas de que México es un buen sitio para invertir por su “estabilidad”, el fantasma del movimiento contra el fraude, de la CND, la APPO, las huelgas mineras, y la profunda crisis política desmienten cada una de sus palabras. En México se está gestando un movimiento que Calderón no puede tapar y no hay nada que Calderón pueda ofrecer, se está llegando al límite y puede rebasarse en cualquier momento. Es por ello que junto a la invitación a la inversión privada va aparejado un despliegue policiaco para intentar evitar un futuro brote de luchas obreras. Estos mal llamados “corredores seguros” se han instalado en 500 fábricas de Cd. Juárez y no reflejan más que el terrible miedo que tiene la burguesía y el gobierno a la movilización y organización de la clase obrera.

Otra medida anticrisis ha sido el ofrecimiento a los dueños de las empresas del impago de impuestos que van desde 50 hasta el 100 por ciento dependiendo del “daño que haya causado la crisis”. Al mismo tiempo ofrecen a los obrero en paro técnico un apoyo que deben tramitar en la Secretaría de Conciliación y Arbitraje, y esta lo entregará a la empresa para que a su vez lo entregue al obrero que lo solicite. Tras todo este rollo burocrático por fin pueden entregarse estos apoyos que son de aproximadamente 500 pesos al mes, con lo cual es imposible siquiera alimentar a una familia.

El capitalismo ha llevado a la miseria a extensas zonas de la frontera norte de México que dependen de la maquila y la exportación a EUA. La crisis ha golpeado muy duro ese sector y seguirá haciéndolo. Desde que nació la maquila en México ha estado marcada por la miseria y opresión más brutal y sin duda alguna tendremos grandes movimientos sociales producto del descontento ante el capitalismo: narcotráfico, prostitución, drogadicción, y muerte. Dentro de esta situación no olvidemos el caso de las muertas de Juárez. Esta mezcla es una bomba a punto de estallar y cuando lo haga debemos estar preparados para que el resultado no sea saqueo desesperación y más sangre derramada.

Lo que necesitamos es comenzar a preparar la toma de fábricas. Fábrica parada por el patrón, fábrica tomada por los trabajadores. También es necesaria la organización de comités de acción, por barrio, por fábrica, encargados de la protección y seguridad de los obreros y sus familias. Necesitamos preparar y organizar una Huelga General que extienda el control obrero a otros sitios y sectores, de tal manera que los productos puedan se repartidos equitativamente y no haya padecimientos. Sin embargo, la solución a las condiciones de la zona fronteriza no se solucionará definitivamente si no es con la lucha por un mundo en donde nuestra existencia no dependa de un puñado de empresarios.

Los futuros acontecimiento en la frontera, no sólo marcaran el de México, sino también el de EUA y con ello el del mundo. Luchemos contra la crisis y la miseria, el capitalismo no tiene nada más que ofrecer en el futuro, más que barbarie ¡Únete a Militante!

banner libres y combativas

banner

banner

banner libres y combativas

banner revolutionary left

banner sindicato de estudiantes

banner revolucion rusa