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Teoría/Documentos

Esta nueva edición de MARXISMO HOY está dedicada a los grandes movimientos de masas que han sacudido el mundo a lo largo del año que acaba de terminar y que se prolongan en este 2020. Desde Chile, Ecuador y Bolivia, hasta Líbano, Iraq, Argelia o Catalunya, millones de trabajadores y oprimidos han protagonizado levantamientos, insurrecciones y huelgas generales, enfrentándose a una dura represión del Estado y al sabotaje de las direcciones reformistas que una y otra vez intentan desviar la lucha al terreno del parlamentarismo y el pacto social.

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La publicación por parte de la Fundación Federico Engels del libro de Elisabeth K. Poretsky, Los Nuestros, responde a un vivo interés político. Si en 2017 con la edición de Diez días que estremecieron el mundo —del comunista norteamericano John Reed— conmemorábamos el centenario de la Revolución Rusa, era de justicia dar a conocer la historia colectiva de aquellos revolucionarios que, defendiendo el ideal internacionalista proclamado por Octubre, fueron masacrados en la larga noche del estalinismo.

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La Fundación Federico Engels publica el Anti-Dühring, uno de los trabajos más sobresalientes de Engels y en el que se expone, de forma sistemática, los principios esenciales del socialismo científico. La dialéctica materialista y su aplicación a los procesos en la naturaleza, la historia, la economía y la política, ocupan el lugar central en estas páginas, que fueron escritas para responder a las tesis del profesor Eugen Dühring.

En un folleto titulado, Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, Lenin señaló:

“La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y especialmente a finales del siglo XVIII en Francia, donde se libró la batalla decisiva contra toda la basura medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo demostró ser la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso los enemigos de la democracia trataban con todas sus fuerzas de ‘refutar’, de minar, de difamar el materialismo y defendían las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de un modo u otro, a la defensa o al apoyo de la religión.

Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significaba toda desviación de esta base. Donde con mayor claridad y detalle aparecen expuestas sus opiniones es en las obras de Engels Ludwig Feuerbach y el Anti-Dühring que, al igual que El Manifiesto Comunista, son los libros que no deben faltarle a todo obrero con conciencia de clase.”[1]

Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo realizaron los mayores elogios del Anti-Dühring, que se ha convertido en un texto de cabecera del movimiento marxista. En la edición que presentamos hemos incluido como introducción el artículo Cincuenta años de Anti-Dühring escrito por D. Riazánov, gran especialista en la historia del marxismo y al que el comité central del Partido Bolchevique encargó la dirección del Instituto Marx-Engels de Moscú. Riazánov realiza una detallada investigación de las motivaciones que llevaron a Engels a escribir esta defensa del marxismo frente al idealismo filosófico y el revisionismo que habían penetrado, en proporciones considerables, en el ideario político de numerosos y cualificados dirigentes de la socialdemocracia alemana. La edición cuenta además con una nota biográfica sobre Riazánov y un glosario de nombres propios.

El Anti Dühring: La revolución de la ciencia por el señor Eugen Dühring

450 páginas

Ya está en las calles el nuevo número del periódico Militante. Adquiérelo ya con tu vendedor habitual y ayúdanos a seguir construyendo la alternativa organizativa de la clase trabajadora y sus familias.

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Editorial

En apoyo a las verdaderas autodefensas: no se ha dicho la última palabra

Internacional

Panamá: la fuerza está en las calles

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Juventud

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¡Por el rescate de las Universidades estatales! ¡Solo los estudiantes, trabajadores y profesores organizados podremos recuperarlas!

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El PRÍncipe de la basura y la prostitución

Los trabajadores debemos obligar a Mancera retomar el rumbo de la izquierda

Movilizaciones en Tamaulipas contra la violencia

Sobre cómo luchar para frenar las leyes secundarias para privatizar el petróleo

¡Ya Basta! Alto a los ataques en comunidades zapatistas

La Fundación Federico Engels acaba de publicar un nuevo número de su revista Marxismo Hoy, dedicada a Rosa Luxemburgo y la revolución alemana. Este trabajo forma parte de otro más amplio, que se editará en formato de libro en el mes de mayo con el título Bajo la bandera de la rebelión. Para conocer más en detalle el contenido y los motivos de  esta obra hemos entrevistado a su autor, Juan Ignacio Ramos, Presidente de la Fundación Federico Engels y dirigente de la Corriente Marxista El Militante.

El Militante.-. ¿Qué interés tiene editar ahora un nuevo estudio sobre la obra de Rosa Luxemburgo y la revolución alemana?

Juan Ignacio Ramos.- Este año se cumple el 95 aniversario del asesinato de Rosa Luxemburgo, de Karl Liebknecht y Leo Jogiches, los fundadores de la Liga Espartaquista y del Partido Comunista de Alemania. Su muerte, a manos de las bandas de los Freikorps, dirigidas por el socialdemócrata Gustav Noske, marcó la derrota del levantamiento obrero de Berlín en enero de 1919, y la liquidación posterior de los Consejos de Obreros y Soldados que se habían creado después de la insurrección de los marineros de Kiel y de la proclamación de la República alemana, el 9 de noviembre de 1918.

Para el conjunto de los activistas de izquierda de lengua castellana, la revolución socialista alemana y la obra de Rosa Luxemburgo no son tan conocidas como la revolución rusa y la aportación política de Lenin y Trostky. Hay una escasez de materiales al respecto, y muchos de los libros señeros sobre esta cuestión se agotaron y permanecen descatalogados. En cuanto a la obra de Rosa Luxemburgo ocurre lo mismo, tarea que está enmendando la Fundación Federico Engels con la publicación de sus trabajos más destacados. La aparición de un material de fondo sobre esta gran experiencia, y sobre el pensamiento y la acción militante de la gran revolucionaria polaco-alemana creemos que es una aportación de interés para la izquierda revolucionaria.

 EM.- ¿Cuáles son características más relevantes de la revolución alemana?

JI.- Las fuerzas motrices de la revolución alemana comparten con la rusa un patrón común: la devastación de la guerra imperialista, los miles de muertos y mutilados, la escasez y las privaciones de la retaguardia, las derrotas en el frente y la insolencia de una burguesía y una casta militar ávidas de conquistas imperiales a la que no les importaba lo más mínimo el sufrimiento de su pueblo. En el caso de Alemania, este panorama se vio agravado por la traición de la socialdemocracia, pasada abiertamente al campo del “socialpatriotismo” y la colaboración gubernamental. Paralizada temporalmente por la propaganda chovinista, la clase obrera alemana aprendió mucho en la escuela de la guerra imperialista.

 La irrupción de los marineros de Kiel, a principios de noviembre de 1918, fue la señal para propagar un movimiento revolucionario incendiario. Los obreros y los soldados insurrectos conquistaron ciudad tras ciudad, abrieron cárceles, liberaron a los prisioneros políticos, izaron la bandera roja en calles, fábricas y cuarteles y formaron los Consejos de Obreros y Soldados. En sólo unos días, el Imperio y su Kaiser fueron barridos de la escena. La fuerza de la clase trabajadora demostró ser mucho más potente para derrocar al Imperio alemán que los obuses enemigos.

En una secuencia similar a las jornadas de febrero de 1917 en Rusia, en aquel mes de noviembre de 1918 la clase obrera alemana comenzó a disputar a la burguesía el derecho a dirigir la sociedad. Los obreros alemanes hicieron todo lo posible, y mucho más, por cambiar el curso de la historia. Esa es la idea que también queremos subrayar en este trabajo.

 EM.- ¿Porque fracaso la experiencia consejista en Alemania?

JIR.- Es verdad que el poder encarnado por los Consejos de Obreros y Soldados alemanes no logró imponerse, a diferencia de lo que ocurrió en la Rusia revolucionaria. Los factores que determinaron este desenlace son diversos, pero uno destaca con fuerza; la revolución alemana fue traicionada y asesinada por los dirigentes del principal partido obrero, el SPD.

Ebert, Scheidemann, Noske, los jefes del SPD que habían sostenido los créditos de guerra y la política del imperialismo alemán desde el 4 de agosto de 1914, sellaron una coalición con el Alto Mando del Ejército, con los mismos que enviaron a la masacre a cientos de miles de soldados. Los socialpatriotas, como confesaron más tarde, detestaban la revolución como al pecado. Por eso no vacilaron en coaligarse con los criminales que se convertirían en la espina dorsal de las SA y las SS; al fin y al cabo, les movía el común objetivo de defender el orden capitalista de la amenaza revolucionaria.

La burguesía alemana había asimilado seriamente las lecciones de la revolución rusa y los éxitos de Lenin, Trotsky y los bolcheviques. No se dejaron intimidar por los acontecimientos y se concentraron en asegurar la derrota revolucionaria. Para lograrlo utilizaron dos caminos complementarios; por un lado, pusieron todos los medios para sabotear la revolución desde dentro, valiéndose del SPD y de la autoridad que todavía conservaba entre vastos sectores de las masas. El objetivo era claro: controlar los Consejos de Obreros y Soldados y someterlos en el tiempo más breve posible a la legalidad burguesa. Por otro, se pusieron manos a la obra para crear una fuerza armada de absoluta confianza que pudiese ser lanzada contra los obreros revolucionarios, sus organizaciones y sus dirigentes. La contrarrevolución no dejo de preparar sus grupos de choque desde el mismo día en que la República alemana fue proclamada el 9 de noviembre de 1918.

Las fuerzas de la contrarrevolución —la dirección del SPD y los militares monárquicos—, apoyados y financiados generosamente por los grandes capitalistas, se enfrentaron a una resistencia feroz por parte de los obreros de Berlín y de sus organizaciones combatientes. De entre ellas destaca, por derecho propio, la Liga Espartaquista (la tendencia marxista revolucionaria alemana) dirigida por Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Leo Jogiches, que finalizando el mes de diciembre de 1918 se transformaría en el Partido Comunista de Alemania (KPD).

Enfrentados a un enemigo con medios muy considerables, la Liga Espartaquista trató de emular el ejemplo de los bolcheviques. Pero la heroicidad, el valor y el sacrificio en vidas humanas de los obreros comunistas de Berlín no fueron suficientes. En el transcurso de aquellos acontecimientos no lograron crear un partido marxista de masas, y la contrarrevolución aplastó la insurrección de enero de 1919 asesinando vilmente a sus dos dirigentes más carismáticos. Inmediatamente, los dirigentes socialpatriotas y los militares monárquicos comenzaron una cruel guerra civil para liquidar el poder de los consejos en todo el territorio, asesinando a miles de comunistas. Sobre estas bases, y no sobre una supuesta legalidad democrática, se levantó la república de Weimar, que al cabo de 14 años entregaría el poder a Hitler.

EM.- En tu trabajo se trata ampliamente la aportación de Rosa Luxemburgo al marxismo ¿Qué relevancia tiene hoy el pensamiento de Rosa para los que luchamos por el socialismo?

JIR.- Nuestro afán ha sido intentar establecer un hilo conductor entre el pensamiento de Rosa Luxemburgo y la revolución. Sus aportaciones han trascendido en el tiempo, y sus obras se han convertido en clásicos del marxismo. Basta recordar Reforma o revolución o Huelga de masas, partido y sindicato, textos realmente sobresalientes de la literatura socialista. Pero Rosa no sólo fue una teórica de la clase obrera que denunció con energía el reformismo y libró una batalla contra la degeneración de la socialdemocracia alemana y la Segunda Internacional; sobre todo era una revolucionaria entregada a la tarea práctica de la emancipación de los trabajadores.

En el trabajo también denunciamos los reiterados intentos de manipular las ideas de Rosa Luxemburgo por parte de la socialdemocracia y de los estalinistas. Los primeros, queriendo presentar a una Rosa Luxemburgo defensora de una visión “democrática” del socialismo frente al supuesto autoritarismo leninista. Un intento patético para cubrir la claudicación de la socialdemocracia ante la democracia burguesa con el legado de la revolucionaria polaca. Desde el campo estalinista, los esfuerzos por desacreditar a Rosa Luxemburgo también han sido tenaces, exagerando las polémicas que mantuvo con Lenin, descontextualizándolas, y acusándola de desviacionista y derechista.

En la revista, y más ampliamente en el libro, tratamos a fondo con esta manipulaciones aclarando que, a pesar de las controversias teóricas que mantuvieron, existe una auténtica convergencia en los aspectos de principio entre el pensamiento de Lenin y el de Rosa Luxemburgo. Ambos coincidieron en la doctrina y la estrategia revolucionaria, y Rosa Luxemburgo evolucionó de una manera muy clara hacia el bolchevismo en sus últimos escritos, a partir de su propia experiencia en la revolución alemana.

Queremos advertir que constreñir la riqueza de las ideas de Rosa Luxemburgo en una síntesis, por extensa y amplia que esta sea, es una tarea harto difícil y no es esa nuestra intención. Nos conformamos con que esta nueva edición de Marxismo Hoy anime al estudio de su obra, sin prejuicios y sin ideas preconcebidas. Porque Rosa Luxemburgo jamás se avino a la rutina de despacho, a la disciplina burocrática, a la mutilación de la crítica.

Una cosa está clara. Si la revolución socialista hubiese triunfado en Alemania, el destino de la humanidad podría haber sido muy diferente. La construcción del socialismo no habría tenido que vérselas sólo en un país atrasado sino en una de las principales potencias industriales del continente y con el proletariado más fuerte y mejor organizado del mundo. Conocer esta experiencia revolucionaria, aprender de sus lecciones, es una obligación para todos los que estamos empeñados en acabar con el capitalismo.

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Editorial

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Internacional

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Juventud

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Auditorio Che Guevara: ¿Qué política defender?

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Huelgas Policiacas en Tabasco y Michoacán

Los candidatos de Morena deben impulsar un programa revolucionario

XXV Aniversario de la Primavera Magisterial: Recuperar las lecciones del 89

Puebla: ¡Libertad a los presos políticos y alto a la persecución contra los luchadores ambientalistas!

Se espera que a más tardar en el mes de mayo se ratifique al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) como partido político. Lo anterior será resultado de un proceso de lucha muy importante por parte de las masas explotadas de este país que han buscado reorganizarse en un nuevo partido político ante la derechización y traiciones constantes por parte de la dirección del PRD, mismas que han provocado que en la actualidad el PRD no sea identificado como un referente consecuente de izquierda que defiende los intereses de la clase trabajadora entre amplias capas de trabajadores que antaño se agruparon bajo sus banderas.

Morena tiene todos los elementos para convertirse en una verdadera oposición al régimen priista, sin embargo, para poder concretizarnos como una verdadera oposición de izquierda, tenemos que impulsar a lo interno de Morena un programa de lucha que se plantee acabar y no únicamente reformar el régimen capitalista. De igual forma es vital que Morena adopte un régimen interno democrático que permita la participación más plena de su base social, compuesta fundamentalmente por trabajadores. Morena debe establecer una relación armónica entre sus objetivos políticos revolucionarios y su base social proletaria. Esto cobra vital importancia a la hora de establecer los mecanismos y criterios políticos para elegir a los candidatos que han de representar a Morena en las próximas elecciones.

Los lineamientos que Morena se ha planteado de cara a las elecciones del 2015 son los siguientes: Para la elección de candidatos a diputados de mayoría relativa o uninominales, se plantea que se realicen asambleas por cada distrito electoral (existen 300 distritos electorales en todo el país) en las cuales, a través de voto directo y secreto se elegirán a los cuatro compañeros que obtengan la mayor cantidad de votos, los cuales pasaran a otra etapa que es una encuesta, organizada por la Comisión Nacional de Elecciones que será el órgano encargado de coordinar todo el proceso de elección de candidatos. En las asambleas se puede postular a cualquier militante de Morena. Esta parte de la encuesta se hace con el objetivo, en palabras del propio AMLO, de “evitar cualquier tipo de acarreo o cargada”. Esto se explica en el artículo 44º, letra k, del capítulo quinto de los estatutos de Morena.

Por otro lado, dentro de los mismos estatutos se dejan muchas rendijas abiertas para la entrada de arribistas, como ocurre en el caso de las candidaturas externas. De entrada se plantea que éstas puedes ser de hasta el 50%, es decir, que la mitad de posibles candidatos podrían ser personas no afiliadas a Morena, con el único requisito de que sean personas “de buenas costumbres”, sin importar su trayectoria dentro de Morena, sin importar que nunca hayan realizado algún recorrido casa por casa difundiendo las ideas de Morena o hayan formado algún comité de base; como lo han hecho miles y miles de trabajadores, campesinos y amas de casa que conforman la base de esta organización.

Por otro lado, para la elección de las candidaturas externas, no quedan claros los mecanismos para elegir al candidato idóneo. En el artículo antes mencionado sólo se menciona en el inciso “d” lo siguiente: “Las candidaturas externas serán presentadas por la Comisión Nacional de Elecciones al Consejo Nacional de Morena para su aprobación final”. Es decir, en este proceso se excluyen a toda la base, dejando este proceso únicamente en manos de la dirección que además no establece ninguna característica o perfil político para elegir a estos candidatos.

Pero lo más grave es que a pesar de que se dice que el 50% de las candidaturas podrán ser ocupadas por candidatos externos, en la letra “n” del mismo artículo se menciona: “No obstante lo anterior, a juicio de la Comisión Nacional de Elecciones y por solicitud expresa del aspirante, en los distritos seleccionados para candidatos externos podrán participar afiliados a Morena, y entre los destinados para afiliados del partido podrán participar externos, cuando la propia Comisión presuma que estos se encuentran mejor posicionados o que su inclusión en dicho distrito potenciará adecuadamente la estrategia territorial del partido. En estos supuestos, el candidato será aquel que tenga el mejor posicionamiento, sin importar si es externo en un distrito asignado para candidato afiliado, o afiliado del partido en un distrito destinado para candidato externo.”

Entonces en un distrito donde se llevó a cabo una asamblea con afiliados de Morena, y éstos hayan elegido democráticamente a su candidatos, si la Comisión Nacional de Elecciones decide que está “mejor posicionado” un candidato externo, todo el proceso anterior no habrá servido para nada. Morena se ha comprometido a romper con la política burguesa tradicional, donde el objetivo en sí mismo es “ganar elecciones” sin importar los principios políticos. La dirección de Morena se equivoca al inclinarse por supuestos personajes “mejor posicionados” en vez de los que cuenta con el reconocimiento de la base misma del partido. Es verdad que una persona proveniente de algún otro partido; con medios económicos; con experiencia en el manejo de “acarreados”; con un discurso demagógico; puede estar “mejor posicionado” para ganar una elección, lo que de ninguna manera significa que ello sea mejor que impulsar a compañeros de base, trabajadores, militantes leales de Morena que son identificados por sus comunidades como luchadores consecuentes.

El objetivo de Morena no puede ser ganar una elección a toda cosa, olvidándose de sus principios. Morena debe proponerse organizar y movilizar el apoyo consciente de su base social. Morena debe triunfar electoralmente porque cuenta con un apoyo activo de las comunidades donde se encuentra, Morena debe ser capaz de derrotar todas las trampas y fraudes de los partidos de derecha por medio de la movilización. Para triunfar, Morena no necesita sacar del bote de basura a los “políticos profesionales”, demagogos y charlatanes expertos en las artes de la política electoral burguesa, sino establecerse claramente como una organización de lucha con un arraigo social profundo. Un triunfo electoral que no sea producto del apoyo consiente de la clase trabajadora sino producto de la demagogia y las marrullerías electorales no nos sirve de nada, al contrario, nos perjudica.

La dirección de Morena debe de romper con todo elemento de verticalidad, donde los de arriba mandan y los de abajo únicamente obedecen, todo en nombre del partido. Esté régimen es propio de un centralismo burocrático más que de un verdadero partido proletario y democrático.

Desde nuestro punto de vista, todos los candidatos deben ser solamente afiliados a Morena, y que además hayan probado su compromiso con esta organización y con los intereses del pueblo y los sectores más desprotegidos. Deben ser compañeros que defiendan un punto de vista de clase; proletario y revolucionario para la solución de los problemas sociales, deben ser luchadores sociales reconocidos por la base. Rechazamos a todos los viejos políticos burgueses que ahora intentan colocarse una careta democrática (Bartlett, Layda Sansores, etc.). Todos los candidatos a cualquier cargo público deben ser electos en asambleas democráticas, tanto los nominales como los plurinominales, los aspirantes gobernadores y demás.

No es suficiente la honestidad

Un argumento socorrido para elegir candidatos, es que éstos sean honestos y de una calidad moral intachable, sin embargo estas características son totalmente subjetivas e insuficientes para defender realmente los intereses del pueblo. Morena debe valorar a sus posibles candidatos por el papel que han jugado en la lucha de clases; en defensa de los intereses de la clase trabajadora; organizando al pueblo, movilizándolo, alentando su conciencia revolucionaria, combatiendo al régimen de opresión económica y política que implica la sociedad capitalista. Ni los empresarios; pequeños, grandes o medianos, ni los intelectuales pequeñoburgueses pueden representar fielmente las aspiraciones del pueblo trabajador. Estos elementos conforman las capas acomodadas dentro del capitalismo, por ello en el mejor de los casos aspiran a reformar el sistema en lugar de acabar con él. Ellos no viven las condiciones de explotación de la mayoría de la sociedad, por ello son propensos a la conciliación con el régimen. A ellos les acomoda muy bien el criterio de la honestidad; empresarios que sin ser deshonestos viven de la explotación de los trabajadores. Intelectuales que sin ser deshonestos viven de las canonjías que les brinda el sistema; el ejemplo más reciente es el de “Elenita” Poniatowska, multipremiada, vanagloriada y mimada por el mismo aparato que oprime y desprecia al pueblo.

La honestidad es totalmente insuficiente para lograr los cambios históricos que requiere la actual sociedad: acabar con el capitalismo. Con estos métodos, Morena podrá ser una organización que se oponga al PRI y al PAN, pero difícilmente cambiara la situación de miseria y explotación en la que se encuentran miles de trabajadores y campesinos. Morena debe enarbolar la bandera de las clases explotadas en contra del gran capital. Esto significa impulsar una lucha no solamente por reformas con un gobierno de izquierda, sino que Morena debe ser un partido que sí participe en las elecciones, pero no como un fin en sí mismo, para simplemente ser oposición, sino que utilice el parlamento para impulsar las luchas de todos los sectores explotados, y llevar a los mismos al poder.

Por supuesto que nuestros candidatos deben ser honestos, pero principalmente deben defender un programa de lucha revolucionario, es decir, un programa que plante:

a) Salario mínimo de $18,000 mensuales

b) Renacionalización de la industria energética, minera y de la banca, bajo control democrático de los trabajadores.

c) Construcción de hospitales que garanticen la atención medica al 100% en todo el país.

d) Sistema universal de escuelas y universidades que garanticen que no haya ningún rechazado más.

e) Abajo con los privilegios del Estado burgués: ningún diputado, senador, magistrado, presidentes municipales y el mismo presidente de la república con un salario mayor al de un obrero cualificado.

f) Por la libertad de todos los presos políticos incluidos los detenidos de los Grupos de Autodefensa y Policías Comunitarias.

g) Por la industrialización del campo y el otorgamiento de créditos baratos para los campesinos a través de una banca en manos del estado.

Éste es un programa revolucionario y es lo que necesitamos si realmente queremos cambiar el estado de cosas actual. Lo más importante de nuestros candidatos es que sean capaces de impulsar y defender este programa dentro del parlamento pero principalmente vinculándose con las organizaciones de izquierda, sindicatos democráticos, impulsando la lucha y la movilización en las calles. Porque el verdadero cambio no se logrará en el parlamento, aún contando con una buena cantidad de diputados de izquierda. El aspecto central es que los representantes de Morena en el parlamento y en las estructuras del Estado, sean capaces de utilizar estas tribunas para impulsar la lucha del pueblo trabajador, revelándose contra este mismo estado, poniendo en práctica este programa en las calles a través de la lucha de clases. Si esto fuera de otra manera, estaríamos destinados a ser un partido más, distante y marginado de las luchas del pueblo trabajador. Morena puede ser la organización de masas que requerimos, pero sólo a condición de defender un programa revolucionario que se plantee acabar con el capitalismo.

Ninguno de estos llamamientos y de estos principios fueron respetados cuando estallaron los combates en 1914. La capitulación de la mayoría de los dirigentes socialdemócratas en la hora de la verdad fue un aldabonazo para el movimiento obrero mundial.

El auge económico que se había extendido durante las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, facilitó la degeneración reformista de la Segunda Internacional y su abandono del marxismo. La actividad en el parlamento, en los ayuntamientos, en las comisiones y negociados, absorbía las energías de la dirección y de los cuadros intermedios. El cretinismo parlamentario se convirtió en muchos casos en la tendencia dominante, infundiendo un espíritu de respetabilidad y reconocimiento social al aparato socialdemócrata. Las presiones de la aristocracia obrera, que constituía la base de apoyo de la burocracia reformista, y la constante penetración de ideas de clases ajenas acabaron por convertir a muchos dirigentes de los partidos de la Segunda Internacional, marxistas e internacionalistas en sus orígenes, en lugartenientes obreros de los capitalistas.

La Segunda Internacional se desmoronó como organización revolucionaria. Las declaraciones previas se convirtieron en humo y la lucha de la Internacional contra la guerra, tarea que se había impuesto como objetivo prioritario, fue reemplazada por el ardor patriótico en apoyo a la burguesía nacional respectiva. El internacionalismo proletario dejó paso al socialpatriotismo, la defensa de la “patria” envuelta en una fraseología socialista.

La responsabilidad de la dirección fue inmensa, especialmente en Alemania, dado que el Partido Socialdemócrata (SPD) era el más fuerte y mejor organizado de la Segunda Internacional. El SPD intentó mantener una apariencia de fidelidad a la causa de la Internacional cuando la guerra aparecía como un hecho inminente. A partir del 25 de julio de 1914 se convocaron manifestaciones callejeras de protesta contra los “proyectos criminales de los promotores de la guerra’; en Berlín más de treinta mil personas se movilizaron bajo esa consigna. Pero la actitud del aparato socialdemócrata se hizo transparente el 4 de agosto, día en que los créditos de guerra fueron sometidos a la votación del Reichstag.

A partir de esa fecha, el SPD se convirtió en un leal servidor del Reich, en un Partido de Estado. ¿Quién alzó su voz contra esta traición? Rosa Luxemburgo tiene el honor de haber denunciado esta ignominia con toda la fuerza y claridad de su pensamiento “¿Y qué presenciamos en Alemania cuando llegó la gran prueba histórica? La caída más profunda, el desmoronamiento más gigantesco. En ninguna parte la organización del proletariado se ha puesto tan completamente al servicio del imperialismo, en ninguna parte se soporta con menos oposición el estado de sitio, en ninguna parte está la prensa tan amordazada, la opinión pública tan sofocada y la lucha de clases económica y política de la clase obrera tan abandonada como en Alemania”.[7]

El partido de Bebel y Kautsky, del que Lenin se consideraba seguidor, había colapsado políticamente. El dirigente bolchevique llegó a pensar incluso que el Wörwarts del 5 de agosto de 1914, que anunciaba el apoyo del partido alemán a los créditos de guerra, era una falsificación del Estado Mayor. Poco después y aleccionado por la realidad escribió: “El oportunismo ha sido engendrado durante decenas de años por las particularidades de la época de desarrollo capitalista, donde la existencia relativamente pacífica y desahogada de una capa de obreros privilegiados, los ‘aburguesaba’, les daba las migajas del beneficio del capital, les ahorraba la dureza, los sufrimientos y les apartaba de las tendencias de la masa condenada a la ruina y a la miseria. La guerra imperialista es la prolongación directa y la coronación de este estado de cosas, porque es una guerra por los privilegios de las naciones imperialistas...”

Las organizaciones obreras de Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Austria-Hungría, Rusia, Alemania, Italia, etc., fueron arrastradas por sus dirigentes. La lucha por la revolución fue sustituida por el frente único con los capitalistas nacionales, la unión sagrada bajo una misma bandera de los dirigentes obreros y de la burguesía. El llamamiento de Marx y Engels en El manifiesto comunista¡Proletarios de todos los países, uníos!, fue sustituido por el de ¡Proletarios de todos los países, asesinaos en las trincheras en defensa de vuestra burguesía!

En medio de esta traición, sólo un pequeño núcleo de socialdemócratas permaneció fiel a los principios del internacionalismo y luchó contra el socialpatriotismo. Los marxistas rusos, encabezados por Lenin, fueron los más consecuentes en su oposición revolucionaria a la guerra. Estuvieron acompañados por una minoría de internacionalistas: los marxistas irlandeses con James Connolly; Trotsky, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht; el holandés Pannekoek, el rumano Christian Rakovski, los socialistas serbios, encabezados por Lapschewitsch y Kazlerowitsch, que en el parlamento se opusieron valientemente a los créditos de guerra, las minoría de los partidos socialistas búlgaro e italiano… en total, un pequeño puñado de revolucionarios intransigentes aislados en un continente en guerra.[8]

Lecciones de la guerra

Lenin no albergaba dudas de los efectos políticos que la guerra provocaría en el continente, y animaba a todos los internacionalistas a prepararse para la futura oleada revolucionaria: “Sería totalmente erróneo olvidar que toda guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. La actual guerra imperialista es la continuación de la política imperialista de dos grupos de grandes potencias, y esa política es originada y nutrida por el conjunto de las relaciones de la época imperialista. Pero esta misma época ha de originar y nutrir también, inevitablemente, la política de lucha contra la opresión nacional y de lucha del proletariado contra la burguesía, y por ello mismo, la posibilidad y la inevitabilidad, en primer lugar, de las insurrecciones y guerras nacionales revolucionarias; en segundo lugar, de las guerras e insurrecciones del proletariado contra la burguesía; en tercer lugar, de la fusión de los dos tipos de guerras revolucionarias”.[9] El pronóstico de Lenin no tardaría en cumplirse.

La guerra imperialista destruyó lo que había creado el trabajo de generaciones, pero sus efectos políticos fueron aún más devastadores para el orden capitalista. Una gran conmoción recorrió la sociedad de arriba abajo, poniendo en cuestión todas las viejas creencias, todos los prejuicios introducidos por la clase dominante, y encendiendo la llama de la revolución socialista por el continente. En toda Europa estalló un clamor contra la guerra, y la clase obrera ocupó el centro de ese movimiento desafiante. De 1916 a 1917, la cifra de huelguistas pasó en Gran Bretaña de 276.000 a 872.000; en Francia, de 41.000 a 294.000; en Italia, de 136.000 a 170.000; en Alemania, de 129.000 a 667.000.[10] Estas cifras reflejan los movimientos de oposición obrera cuando todavía los frentes estaban activos. A ellas habría que sumar los miles de desertores en todos los ejércitos, los motines en numerosos regimientos de los ejércitos francés, italiano y ruso que se negaban a combatir y las manifestaciones de masas exigiendo el fin de la guerra y las privaciones.

Después de años de lucha encarnizada, de destrucción general, la propaganda de la burguesía se desmoronó como un castillo de naipes y las ideas revolucionarias se apoderaron de la conciencia de millones de hombres y mujeres. A pesar del predominio de la reacción durante largos años, el topo de la historia había realizado su callada labor.

Un siglo después de la Primera Guerra Mundial, la perspectiva de un nuevo conflicto de esta naturaleza está descartada, porque la correlación de fuerzas ha cambiado profundamente. Alemania no necesita invadir Bélgica o los Balcanes, ya domina a estos países económicamente, imponiendo sus reglas al resto del continente. China ha emergido como una potencia mundial, y aunque las contradicciones militares y económicas con EEUU en la disputa por la supremacía se están recrudeciendo, una conflagración como la que se vivió en la Primera y la Segunda Guerra significaría una amenaza real de destrucción para amplios sectores de la clase dominante. Por otra parte, la clase obrera no ha sufrido una derrota decisiva en los países avanzados, y mantiene un recuerdo muy vivo de lo que significó la guerra. Las grandes demostraciones de masas contra las intervenciones imperialistas recientes, demuestran las dificultades que la burguesía tendría para arrastrar a los trabajadores y la juventud a la ciénaga del chovinismo.

¿De que manera se expresan, por tanto, las contradicciones actuales, derivadas del colapso de la economía capitalista y que en otro momento de la historia hubieran conducido a una guerra mundial? Por un lado, con un incremento de guerras regionales y locales que enfrentan a las potencias imperialistas: en África, en Oriente Medio, en Asia, provocando un horror sin fin para la población indefensa. Por otro, con una guerra social devastadora contra las conquistas de la clase obrera, los derechos sociales y las libertades democráticas, que está alimentando una nueva oleada de revoluciones y lucha de clases como no se conocía en los últimos hace cuarenta años. Esta es la perspectiva, irónica, que nos plantea la historia de nuevo. Como señaló la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo, asesinada el 15 de enero de 1919 a manos de la turba armada de los Freikorps por orden del gobierno socialdemócrata: no hay disyuntiva posible ¡Socialismo o barbarie!

[7] Rosa Luxemburgo, La crisis de la socialdemocracia, FUNDACIÓN FEDERICO ENGELS, Madrid 2006 p. 11.

[8] Este pequeño núcleo de internacionalistas intentó agrupar sus fuerzas en dos conferencias celebradas en las ciudades suizas de Zimmerwald y Kienthal. La primera se celebró del 5 al 8 de septiembre de 1915, y en ella Lenin formó la llamada izquierda de Zimmerwald. Trotsky fue el redactor del manifiesto aprobado en la reunión. La segunda se celebró del 24 al 30 de abril de 1916. Ambas conferencias contribuyeron a agrupar a los elementos internacionalistas de los partidos de la Segunda Internacional y establecieron un terreno de colaboración que cristalizaría definitivamente en 1919 con la creación de la Internacional Comunista.

[9] V. I. Lenin, El programa militar de la revolución proletaria, en MARXISMO HOY nº 14, p. 60. FUNDACIÓN FEDERICO ENGELS.

[10] Gabriel Cardona, “Los horrores de la guerra”, en Siglo XX Historia Universal, t. 5, p. 80.

V. Las Policías Comunitarias y Ciudadanas de Guerrero, un ejemplo de lucha


Paralelamente al estallido de las Autodefensas en Michoacán y en otros estados del país las Policías Comunitarias y Ciudadanas han jugado un papel muy importante en la lucha del año 2013 expresando las contradicciones que existen entre el campesinado pobre, así como su disposición para luchar y vincularse con otros sectores del proletariado.

Junto al magisterio

La lucha contra la reforma educativa lanzada por Peña Nieto en el 2013 movilizó a miles de profesores por todo el país, los paros educativos, la toma de carreteras, casetas y oficinas gubernamentales se sucedieron constantemente por todo el país como parte de esta lucha. El nivel de movilización podría compararse sólo con aquel que se vivió en el año 1989 cuando los profesores lograron derrocar al viejo dirigente “charro” Carlos Jongitud Barrios. En muchos estados la lucha de la CNTE logró convertirse en el referente más importante para otros sectores del movimiento social. La lucha magisterial se convirtió en una lucha ya no sólo contra la reforma educativa sino contra todos los ataques del nuevo gobierno priista. En este sentido, la lucha en el Estado de Guerrero fue ejemplar.

La lucha del magisterio guerrerense se transformó en abril del 2013 cuando cerca de 100 mil personas se movilizaron por las calles de Chilpancingo, para al finalizar conformar el Movimiento Popular de Guerrero (MPG). En esta nueva organización se integraron la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), el Sindicato Mexicano de Electricistas, el Frente Único Estatal de Representantes Sindicales Autónomo –que agrupa más de 12 sindicatos, entre ellos el de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG)– y del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a La Parota, militantes de Morena, del Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero y del Frente Único de Normales Públicas y, por supuesto, profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación del Estado de Guerrero (Ceteg), entre otras organizaciones. Cada una de ellas había realizado sus luchas por separado y coyunturalmente habían actuado juntos, pero a partir de ese momento se unificaron en un solo cuerpo para hacerle frente a todas las contrarreformas que Peña Nieto estaba lanzando. Su objetivo era seguir desarrollando la lucha hasta conformar una asamblea popular con las características de la APPO, que en el 2006 protagonizó en el estado de Oaxaca uno de los estallidos revolucionarios más importantes del país.

El MPG no dejó títere con cabeza, sus críticas y movilizaciones fueron contra el gobierno local, contra la representación local del PRD, contra el gobierno federal, contra los caciques y contra todas aquellas formas de dominio político y explotación económica. El ambiente era realmente preocupante para la derecha priista, era totalmente posible que se repitiera una situación parecida a la de Oaxaca en el 2006. Los priistas demostraron su nerviosismo, protagonizando públicamente debates acalorados sobre la posición que adoptarían frente a esta nueva situación. No sólo era un movimiento masivo de campesinos e indígenas con mucha decisión para luchar sino que además la CRAC-PC representaba a un grupo de hombres armados participando en un movimiento social más amplio.

Sin embargo, este periodo de lucha representa apenas una muestra del ambiente de radicalización política que se ha desarrollado en Guerrero y que apunta a presentar escenarios de confrontación aún mayores.

Un periodo intenso de organización

Las distintas expresiones de organizaciones, indígenas o mestizas en Guerrero, contra la delincuencia; han quedado ocultas bajo todos los acontecimientos que ocurrieron en el año 2013 en otros estados. Sin embargo, como veremos, constituyen una salida revolucionaria a la delincuencia y al mismo tiempo un puntal, bastante desarrollado, de una lucha contra la miseria y la explotación capitalista.

En Olinalá, Guerrero, mientras era sepultado un taxista que fue secuestrado y luego asesinado, en Octubre del 2012, la población se enteró que se estaba llevando a cabo otro secuestro más; lo que los llevó a pedir ayuda a la policía local, sin embargo, ésta como en otras ocasiones, no movió un solo dedo. La gente embravecida fue directamente a la guarida de los delincuentes pero no encontraron a nadie; quemaron una camioneta y una motocicleta que ahí encontraron. El movimiento empezó con mucha rabia y poca organización, a pesar de ello, logró articular una campaña de denuncias que incluía testimonios de 11 niñas de entre 11 y 17 años que habían sido violadas. Las autoridades oficiales mantuvieron su postura de cobertura y apoyo a la delincuencia, por ello fue que el pueblo cerró todas las entradas a la cabecera municipal con armas, algunas de ellas de grueso calibre, cubriendo sus rostros con máscaras. El pliego petitorio de este movimiento fue muy concreto: 1) Presencia del ejército y la marina, 2) Depuración de la policía ministerial, 3) Investigación de las autoridades y ciudadanos de Olinalá y 4) Conformación de una Policía Comunitaria. Cuando el ejército arribó, nueve días después, la población dejó los retenes y regreso a su vida normal.

De este acontecimiento surgió la Policía Ciudadana (PC) de Olinalá que como dice Nestora Salgado (una de las principales dirigentes, encarcelada en agosto del 2013) surge como un grupo de amigos. Posteriormente su incipiente policía sufre una transformación importante, se pusieron en contacto con la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) y pidieron su ingreso en ella.

Los requisitos de entrada en la CRAC-PC son muchos pero uno de los importantes es que todos los miembros de la Policía debían ser elegidos mediante asamblea y eso hicieron en Olinalá; Nestora y otros compañeros recorrieron el pueblo barrio por barrio, para que cada quien nombrara a sus policías. En marzo del 2013, la PC de Olinalá se integra con todos los derechos a la CRAC-PC.

El constante golpeteo de la delincuencia y la indiferencia de las autoridades oficiales ha sido el combustible para la formación de otras organizaciones que buscan solucionar por su propia mano los graves problemas de la región. La Coordinadora Regional de Seguridad y Justicia-Policía Ciudadana y Popular (CRSJ-PCP) aglutina a pobladores de los municipios de Temalacatzingo, Cualac, Ahuacatzingo, Tlapa, Huamastitlan, misma que se formó también hacia finales del 2012 y fue en los primeros meses del año siguiente cuando lanzaron una campaña política explicando las razones de su organización. Ellos no se integraron a la CRAC pero mantienen una relación de apoyo e intercambio de experiencias.

En Huamuxtitlán, el secuestro de 17 personas el 2 de junio de 2012 reimpulsó el Frente Ciudadano por la Seguridad de Huamuxtitlán. El caso es complicado de verificar en sus detalles pero algunas personas dicen que el secuestro fue realizado por el cartel del narco de los Zetas para crear un ambiente de miedo que favoreciera al PRD en las elecciones que se realizarían entonces. Un año antes, el expriista  Ángel Aguirre había triunfado como candidato del PRD en la gubernatura del estado y mantenía una batalla contra sus excompañeros; todo apunta a que Angél Aguirre fue directamente responsable, independientemente de su objetivo final. Dentro de sus antecedentes pesan el hecho de que fue gobernador de Guerrero entre 1996 y 1999 a la salida del oscuro Rubén Figueroa, por lo tanto estuvo vinculado cuando menos a las masacres de Aguas Blancas en 1995 y El Charco en 1998.   La organización de la comunidad no se disolvió con el caso de los 17 secuestrados sino que se desarrolló aún más y acabaron integrándose a la CRAC en junio del 2013,  quedando a su cargo  la vigilancia de los pueblos de  Xocihuehuetlán, Tlapa, Santa Cruz, La Bocana y Totolapa.

El proceso de organización para enfrentar a la delincuencia ha sido similar en otros pueblos y comunidades, pero difícil de rastrear en todos sus detalles. A pesar de ello, se puede afirmar que el ambiente general es de organización y movilización entre campesinos e indígenas, algunos poniendo en el centro el tema de la seguridad y otros ampliando sus demandas.

En todos los casos donde se han creado Policías Ciudadanas o Comunitarias han bajado los índices delictivos en por lo menos un 80%. En el camino, estas Policías han sufrido muchos ataques que provienen del Estado y sus grupos de represión como la marina y el ejército, sin embargo, las bandas delictivas no han dado una batalla frontal, de hecho han sido prácticamente erradicadas. El miedo que provocaban los grupos de delincuentes siempre hacía pensar que un enfrentamiento contra ellos sería algo parecido a una guerra civil, con batallas calle a calle, con secuestros masivos, con una alta cuota de sangre, en fin; sería algo increíblemente duro. No negamos que el movimiento ha sufrido golpes, pero la realidad es que en las más de las veces, como en el caso de Michoacán, las bandas de delincuentes no dan batallas frontales; se retiran quedando el pueblo organizado y armado.

La CRAC-PC

Las Policías Comunitarias y Ciudadanas en Guerrero tienen como referente de organización y lucha a la CRAC-PC. Esta organización surgió en octubre de 1995 y tiene como origen a los pueblos indígenas mixtecos y tlapanecos, pero actualmente no la conforman exclusivamente indígenas. Su organización aglutina a cerca de 130 comunidades en 13 municipios. No se trata de una organización que se encierre en sus propios problemas y comunidades, ellos han trabajado de cerca con el EZLN y otros pueblos indígenas en la defensa de los derechos y cultura indígenas además de la defensa de los recursos naturales. Es una organización indígena y campesina de izquierda.

Su sistema de justicia es realmente avanzado, los miembros de la Policía Comunitaria se eligen por asamblea, no reciben un solo peso de salario, no pueden renunciar al cargo a menos que la misma asamblea así lo decida. Cuando alguien comete un delito la Policía Comunitaria lo encarcela y su juicio se realiza de manera pública, la sentencia tiene como principio el trabajo comunitario. Dependiendo del tamaño y la calidad de la infracción se le imponen al sancionado jornadas de trabajo para realizar obras de carácter social. En todo el proceso de juicio y “reeducación” deben estar presentes los familiares, de esta forma se les hace responsables de ayudar al infractor y cuidarlo. De hecho, en el proceso de “reeducación” se busca responder a la pregunta de qué permitió este delito. Aquí no se trata de “castigar” sino de reeducar a todos a partir de que cometen algún delito. La idea rectora es que la comunidad en general, la familia y el infractor en particular razonen y apoyen en la solución. La manera en que trabajan les ha granjeado un respeto muy grande, los miembros de la Policía Comunitaria no pueden agredir ni burlarse de un infractor, estos deben tener un trato respetuoso en todo momento. Si esta regla la rompe algún policía comunitario también va a proceso de reeducación.

Aquí no hay grandes e inmensos libros con leyes escritas, no hay abogados a los que haya que pagar para “revisar” el caso, no hay grandes muros, celdas frías, no hay una gran infraestructura material que pagar y mantener; no hay extorción en contra, ni entre los internos. Aquí nadie cobra cuota para que el infractor pueda comer, ver a su familia, o dormir en un lugar digno mientras recibe sentencia. Después de unas pocas reglas muy concretas todo lo demás queda a juicio de las comunidades que se basan en toda su experiencia y tradiciones para resolver los casos.

La fuerza e importancia de la CRAC reside en su método para enfrentar el delito, cuestión que les ha permitido ganar mucho peso moral. El hecho de que estén sujetos a las decisiones de sus respectivas asambleas les otorga un gran respaldo político y social. El uso de armas es muy secundario, de hecho, portan armas en muy mal estado y de bajo calibre.

Una vez más, no debemos idealizar a la CRAC, no se trata de un sistema perfecto y sin contradicciones, sobre todo porque realizar esta tarea en el marco de un capitalismo en descomposición es bastante complejo. Pero debemos reconocer que es el sistema más avanzado de justicia y seguridad que hay en el país.

Ataques y mineras contra la CRAC

Para el gobierno federal y estatal la CRAC significa un grave peligro, por un lado se han convertido en el eje de las Policías Ciudadanas y Comunitarias de otros grupos indígenas y mestizos, se han vinculado a la lucha magisterial y juvenil, y por si fuera poco es una de las principales organizaciones opositoras a los proyectos mineros.

En Guerrero la minería ha sido tradicionalmente poco explotada, pero la situación ha dado un giro dramático en los últimos 15 años. Ahora se sabe que Guerrero tiene una gran riqueza mineral que abarca cerca del 40% de su territorio, en la región de la Montaña se han detectado yacimientos aún más grandes que los de Campo Morado, en la región de Tierra Caliente, que se consideraba hasta ahora los más grandes en América. En Mezcala está uno de los yacimientos de oro más importantes del país. Por todo ello en la región de la Costa Grande hay alrededor de 700 concesiones válidas por 50 años. Para los indígenas esto significa la destrucción total de sus comunidades y para la población en general; explotación y hambre.

Por esta razón desde el 2010 el conflicto entre el gobierno estatal, como punta de las agresiones contra la CRAC, se ha fortalecido. Desde que inició el gobierno de Ángel Aguirre se han promovido las fracturas en la CRAC, los medios de comunicación los han presentado como grupos afines al gobernador, y se ha lanzado una política de encarcelamientos y asesinatos.

La UPOEG es el grupo de indígenas dominados realmente por Ángel Aguirre, a ellos han otorgado millones de pesos para armamento y los intenta preparar como paramilitares contra la CRAC y otros grupos indígenas y de izquierda. A partir de provocaciones ya se ha logrado que compañeras, como Nestora Salgado, dirigente de la CRAC en Olinalá, estén presas en un penal de alta seguridad. En este momento la situación de la CRAC al mismo tiempo que se fortalece sufre de grandes presiones que amenazan con destruirla.

Lo que demuestra el caso de la CRAC-PC y las Policías Ciudadanas en Guerrero es que resulta totalmente posible erradicar la descomposición capitalista convertida en narcotráfico, asaltos y demás miserias. El requisito es organizarse calle a calle y comunidad por comunidad.

Pero también lo que demuestra es que una vez logrado esto se crea un poder político, económico y militar, que hunde sus raíces en el proletariado y el campesinado pobre, que tiende a sustituir al Estado burgués en todas las tareas, tal cual un Soviet al estilo de la Revolución Rusa. El conflicto entre uno y otro es inevitable porque representan intereses contrapuestos. Por tanto la lucha contra la inseguridad es empujada a una lucha contra todo el sistema capitalista.

VI. ¿Paramilitares o movimiento social llamado Autodefensas?

Para un conjunto de articulistas, muchos de ellos promovidos tanto por los medios de comunicación “democráticos” como por los más reaccionarios como Televisa, las Autodefensas son grupos paramilitares creados por Peña Nieto y sus dirigentes son infiltrados del narco o del mismo priismo. En su lógica no hay duda de esta realidad aparentemente irrebatible.

Si como ellos afirman, las Autodefensas no son más que grupos paramilitares, entonces la posición de los sindicatos, partidos de izquierda y en general las organizaciones sociales, debe ser la de rechazarlas rotundamente. Y no sólo eso, estas organizaciones deberían llamar a que el gobierno de Peña Nieto las extermine, bien por la vía legal, económica o militar. Cualquier otra alternativa sería caer en el engaño y la táctica de EPN, según afirman.

¿Qué pasaría si estos articulistas se equivocan? Para ellos no pasaría de ser una mancha grande o pequeña en su currículum, pero para alguien que está dentro del movimiento significaría algo mucho más trascendente. Por ello, clarificar estos argumentos es de gran importancia.

El desfiladero

Muchos articulistas del periódico La Jornada son reconocidos en el movimiento de izquierda y particularmente Jaime Avilés dentro de Morena. Su columna ha dejado de ser publicada en ese periódico pero es importante comentar su artículo: “DESFILADERO Para entender Michoacán”, publicado en otros medios (1). Su texto cierra con una conclusión que previamente va tejiendo en el interior del artículo: “Las Autodefensas, por más que nos duela y cueste aceptarlo, trabajan, a sabiendas o no, para el enemigo”. Con esta conclusión, comete un error grave.

El creador de las Autodefensas

Las Autodefensas de Michoacán, afirma Avilés, son producto de un plan creado desde las altas esferas del gobierno federal “(…) como gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto visitó en varias ocasiones al que entonces era presidente de Colombia, el conocido exterminador llamado Álvaro Uribe, que para combatir a las guerrillas asociadas a los cárteles del narcotráfico creó un gigantesco ejército de paramilitares (…) Uno de los militares que tuvo a su cargo la creación y el desarrollo de esos grupos de hombres fuertemente armados (…) fue el general Óscar Naranjo (…) Naranjo se convirtió a finales de 2012 en “asesor externo” de Peña Nieto y, por lo visto, trabajó con gran rapidez porque, en febrero de 2013, en medio de un gran sigilo, el doctor Mireles al frente de muchos hombres muy bien armados tomó Tepalcatepec, donde reside desde que volvió a México en 2007, el año en que Felipe Calderón desplegó su política genocida por todo nuestro (ex) país.”

Para Avilés, la presencia de Naranjo en México es la prueba fundamental de que las Autodefensas son producto de un plan priista. Esa supuesta prueba, de darla por válida, podría aplicarse prácticamente para cualquier otro caso, resultando igualmente falsas sus conclusiones. En lugar de ello, lo que Avilés y otros muchos “analistas” deberían hacer es tomar en cuenta las condiciones políticas, económicas, históricas de un pueblo que podrían dar como resultado estallidos sociales con características peculiares. En cualquier caso la presencia de alguien, por más represor que sea, no comprueba nada, tan sólo nos da posibles pistas, pero no más.

Si como se dice, Naranjo está detrás de las Autodefensas, como un profesional de la represión, entonces debió crear su plan bajo suma confidencialidad, pero no, él se presentó públicamente junto a Peña. De hecho, ni siquiera necesitaba venir obligadamente a México para llevar a cabo su plan. Luego, debió cambiar el nombre de sus grupos, en lugar de presentarlas como “Autodefensas” debió usar un nombre más ligado al movimiento social en nuestro país, así hubiera sido más difícil reconocer el vínculo entre la supuesta táctica paramilitar en México y Colombia, esto tendría beneficios directos en el logro de sus objetivos. Pero sobretodo, debió prepara un plan donde sus dirigentes actuaran de tal forma que no desgastaran políticamente y tan ampliamente al gobierno que supuestamente buscan beneficiar. Nada de esto hizo Naranjo. Entonces, ¿se equivocó? ¿Subestimó la inteligencia de cualquier persona? Resulta imposible pensar que un plan, como se entiende; tan importante, hecho por una persona con tanta experiencia haya sido creado y ejecutado con tanto desaseo, de tal forma que, de hecho, terminó arrojando resultados totalmente contrarios a su objetivo. En lugar de fortalecer al régimen priista, lo ha debilitado y puesto en un riesgo considerable.

Las condiciones políticas, económicas y sociales son la base que ha creado el estallido de las Autodefensas, esto ya lo hemos explicado al inicio del documento. Lo importante aquí es que Avilés no toma en cuenta todas estas condiciones, simplemente las descarta y afirma que las Autodefensas son producto de un plan macabro.

Otro perfil del tema es la experiencia Colombiana. En ese país el paramilitarismo comenzó como una táctica del Estado y la oligarquía para frenar el movimiento guerrillero, sindical, estudiantil y de la izquierda en general. Éste se convirtió en un gran dolor de cabeza para los propios planes de quienes los impulsaron. El paramilitarismo acabó devorando gran cantidad de recursos económicos con resultados muy pobres y cuestionables para los capitalistas. El vínculo entre los distintos niveles de gobierno y los paramilitares fue muy claro, al grado que provocó un desgaste político importante para el Estado burgués colombiano. La sangre que hicieron correr los paramilitares fue fundamentalmente de dirigentes sociales, pero también, aunque en menor medida, de personajes vinculados al mismo Estado burgués. Todos estos elementos llevaron a que incluso se generaran confrontaciones entre las altas esferas del gobierno; en determinado momento un sector pensaba que era mejor desaparecer a los paramilitares para seguir otras tácticas más efectivas, otro sector planteaba mantenerlos. La solución no era tan fácil de adoptar porque los paramilitares tenían su propia opinión y fuerza respecto a su realización. Oscar Naranjo conoce muy bien el caso y debió comentarlo con Peña Nieto.

De hecho, si cabe hacer una comparación, es más bien entre los paramilitares colombianos y los cárteles de la droga en México. Ambos son grupos con fuertes vínculos con la clase dominante y el Estado, orientados hacia la represión en contra de la clase trabajadora, que han adquirido tal fuerza e influencia que son capaces de revelarse e independizarse, de alguno de los sectores de la propia clase burguesa que originalmente los cobijó.

Una pregunta clave es para qué necesitaría el régimen crear un cuerpo especial de paramilitares ¿para combatir a los trabajadores? Ya esa función la llevan a cabalidad las bandas de narcotraficantes. ¿Para combatir a algún cartel del narcotráfico en particular? Para eso ya tienen a todo tipo de cuerpos policiacos y especialmente para eso están las agencias represivas norteamericanas: DEA, FBI y el propio ejército gringo, para administrar el negocio del narco. Prueba de quién realmente tiene las riendas del negocio, ha sido la captura del “Chapo”. El aspecto que se empeñan en no reconocer, el grueso de los “analistas y académicos”, es que las Autodefensas son una reacción ante esa política de represión masiva que de hecho existe en nuestro país desde por lo menos el inicio del gobierno de Calderón.

Por ello lanzar paramilitares en México a una gran escala y, presumiblemente, como la punta de lanza contra el movimiento social, sería para Peña Nieto una aventura muy riesgosa. El primer y más obvio resultado sería una cuota de sangre mucho mayor a la que vimos durante el gobierno de Calderón. El resultado de ello sería mayor descontento entre la población y un desgaste político para Peña Nieto, en general; fortalecería todas las condiciones que han llevado al estallido de las Autodefensas y otros movimientos sociales. Las Autodefensas como cobertura de un supuesto paramilitarismo sólo lo llevarían exactamente al mismo punto al cual Peña Nieto no quiere llegar.

Avilés es un articulista con gran olfato y experiencia. ¿Por qué en este caso, tratándose de un tema tan importante, recurre a suposiciones tan vagas? ¿Por qué no toma en cuenta las condiciones políticas, económicas y sociales de Michoacán y otros estados para explorar la posibilidad de que éstas empujen al movimiento a expresarse bajo esta forma? ¿Por qué no desarrolla sus ideas y con ello responde a preguntas básicas que surgen inmediatamente al querer tachar a las Autodefensas como paramilitares? Abordaremos en las líneas que siguen otros aspectos de la argumentación de Avilés, pero hasta aquí nuestra conclusión es que se equivoca: las Autodefensas no son grupos paramilitares.

El doctor Mireles

La acusación que Avilés deja caer sobre el doctor Mireles nos parece muy delicada, él afirma que este dirigente es el lugarteniente de Peña Nieto dentro de las Autodefensas.

El accidente aéreo que sufrió el doctor, nos dice Avilés, “hizo visibles” sus nexos con Peña Nieto porque “lo obligó a encubrirlo con mentiras absurdas (“venía de Guadalajara”)”, Según él mismo, otros elementos del accidente comprueban el vínculo “¿Por qué si Mireles regresaba a su casa, desde Guadalajara (según la PGR), no voló en línea recta hacia Tepalcatepec? O dicho de otro modo: ¿por qué, si venía de Guadalajara, se fue casi hasta el otro lado de Michoacán? Todas estas preguntas tienen una sola respuesta: el sábado 4 de enero Mireles no estuvo en Guadalajara, donde nada tenía qué hacer, sino en Parácuaro, donde coordinó la toma del palacio municipal al frente de cientos de hombres armados alrededor de las dos de la tarde. Una vez que la situación quedó bajo control de las Autodefensas locales, apoyadas por una eufórica ciudadanía que al fin, después de muchos años, se sentía a salvo de los Templarios, Mireles despegó de Parácuaro hacia La Huacana, para rodear el territorio de Apatzingán por el este, con la idea de continuar hacia el sur, antes de recorrer el tramo final de la ruta hacia el noroeste, es decir, hacia Tepalcatepec, pero la PGR dijo que volvía de Guadalajara, para librarlo de toda culpa por la toma de Parácuaro y poder brindarle atención médica y protección inmediata, después de su accidente (…)”.

Aquel accidente aéreo está lleno de incógnitas sin responder como el tema de la ruta del avión, las declaraciones del gobierno y otras. Pero el punto fundamental es que Avilés afirma que el vínculo Mireles-Peña Nieto se comprueba porque con las mentiras y declaraciones del gobierno se libraba a Mireles de “toda culpa por la toma de Parácuaro”. Si Mireles tomó Parácuaro eso le otorgaría mayor peso político y se afianzaría como dirigente honesto de las Autodefensas, sería conveniente para los planes de Peña Nieto suponiendo que Mireles fuese su lugarteniente. Aceptando la idea de Avilés entonces no hay razón para librar a Mireles de “toda culpa por la toma de Parácuaro”.

El apoyo médico y la “cobertura” política “venía de Guadalajara” podrían explicarse por cuestiones muy básicas y evidentes. Si uno de los dirigentes más importantes de las Autodefensas moría por las graves heridas del accidente aéreo, Peña Nieto quedaría como responsable, se le acusaría de un asesinato político. La muerte de Mireles sería un problema directo para el gobierno priista, por tanto hicieron todo lo posible para salvarle la vida.

De hecho, el gobierno de Peña Nieto asumió una posición similar en cuanto López Obrador sufrió un paro cardiaco, en diciembre del 2013. De inmediato militares resguardaron el hospital donde estaba internado, enviaron a elementos del aparato de inteligencia del estado y pusieron a su disposición todos los recursos económicos y médicos que fueran necesarios. Nadie se atrevió a pensar que por ello existiera una relación turbia entre Peña y AMLO, ya que una vez más se trataba de evitar que el gobierno fuera responsabilizado del deceso evitable de un dirigente por demás reconocido. Más aún, el gobierno aceptó que cuidaban de AMLO por considerarlo “un factor de estabilidad en el país” (2). De las opiniones del gobierno hacia su persona, nadie se atrevió a cuestionar a AMLO. Queda claro que siguieron la misma táctica con Mireles, hicieron, y seguirán haciendo intentos para cooptarlo y asimilarlo a la estrategia del gobierno, como ocurre con cualquier otro dirigente reconocido, utilizando incluso sus propias confusiones y debilidades políticas. Por otro lado propias de un dirigente natural del proletariado que lamentablemente no cuenta con una concepción científica de la lucha de clases, sino que establece su política fundamentalmente a partir de su experiencia práctica más inmediata.

Retomando los argumentos de Avilés, la “cobertura política” que el gobierno brindó a Mireles, realmente no fue tan amplia, sólo se remite a la declaración oficial “venía de Guadalajara”. Esto puede explicarse por la vía de las declaraciones constantes y sin fundamento que el gobierno realiza para hacer suponer a la opinión pública que controla la situación, o bien porque, como lo declaró el mismo doctor, la avioneta realmente venía de Guadalajara ya que era un taxi aéreo. Las declaraciones del gobierno sobre el accidente y el apoyo médico tampoco prueban ningún vínculo entre Peña Nieto y Mireles.

Más especulaciones sobre Mireles

Al igual que muchos medios de comunicación, Avilés afirma que Mireles estuvo preso por cargos de narcotráfico. Mireles ha negado rotundamente esta acusación, aunque aceptó haber sido detenido en diferentes ocasiones, concretamente señaló que la primera vez fue a los 12 años “por estar jugando al billar” y en otra ocasión por ejercer la profesión médica sin las licencias correspondientes en EUA (3). Más allá de las palabras, tanto de Mireles como de Avilés, lo cierto es que nadie ha presentado copias de documentos que prueben esas acusaciones y que serían muy fáciles de obtener, particularmente para los periodistas.

Esta acusación de Avilés se basa en un artículo publicado por el periódico Reforma, pero ante lo delicado del caso, de los constantes rumores y de la acusación en particular lo adecuado sería no fiarse de lo que alguien escribió en un periódico que por otro lado no se distingue por sus simpatías con los movimientos sociales. ¿Avilés corroboró la veracidad de lo dicho en aquel artículo? Parece que no, él sólo dice que “El columnista de Reforma, Roberto Zamarripa, reveló el pasado lunes 13 de enero que el carismático doctor estuvo preso en Michoacán precisamente por narcotráfico en 1989.” Es un error grave tomar con ligereza las “revelaciones” de un articulista sobre una lucha a la cual la derecha trata de darle carpetazo con el “fulminante”: “Mireles estuvo preso por narcotráfico”. Otros periodistas que se ha dado a la tarea de seguir la biografía de Mireles, han sido incapaces de encontrar más pruebas que el dicho de Reforma respecto a su supuesto vínculo con el negocio del narco, por el contrario han encontrado pruebas de que su militancia política y sus denuncias contra el narco no son nuevas (5). Queda claro que hasta la fecha nadie ha comprobado que efectivamente Mireles fue narcotraficante.

Pero supongamos, sin conceder, que alguno de los dirigentes sea agente del narco o de Peña Nieto, lo que no se podría negar es que en ese caso sería la cabeza visible de un movimiento con un respaldo social considerable. Nos enfrentaríamos a una situación similar a la de sindicatos que tienen unas bases honestas pero auténticos criminales como dirigentes (por ejemplo, Romero Deschamps) que actúan totalmente en favor de los gobiernos de derecha. En este caso los marxistas siempre hacemos una diferencia entre la dirección y la base. La dirección puede ser muy corrupta, pero los sindicatos son totalmente necesarios para los trabajadores, de esta forma la tarea no es destruir al sindicato sino luchar porque la dirección responda a las necesidades de los trabajadores. Este es un punto fundamental, hipotéticamente se podría decir que algún dirigente de las Autodefensas es un agente de Peña Nieto o que alguno de ellos ha tenido un cierto vínculo con el narco en algún momento de su vida, incluso a pesar de un hecho de esa naturaleza; de ello no podría desprenderse la conclusión de que el conjunto del movimiento; que toda la gente que participa y respalda a las Autodefensas, sean simplemente personas controladas por el priismo o ciertos grupos del narco.

Pero al final de todo hay una realidad importante, quien hizo surgir las Autodefensas, el dirigente podríamos decir más importante es Hipólito Mora, quien ahora está preso acusado de más de 30 delitos. La afirmación hecha por Avilés, de que las Autodefensas; todas y desde su nacimiento, son paramilitares dirigidos por Mireles; entra totalmente en contradicción con este hecho.

Apoyar la idea del supuesto pasado criminal de Hipólito Mora y Mireles no es otra cosa más que contribuir consciente o inconscientemente con la táctica del Estado que pretende criminalizar al movimiento de Autodefensas para descabezarlo, desprestigiarlo y hacerle perder apoyo social, para de esta manera arrodillarlos o incluso exterminarlos.

Armados hasta los dientes

No negamos las buenas intensiones de Jaime Avilés pero creemos que hay que analizar sus ideas con cuidado. En otra parte del artículo dice que “En la actualidad, voceros de las tropas paramilitares de Naranjo en Michoacán, acaudilladas por Mireles y otros líderes locales, aseguran que suman ya 25 mil hombres y mujeres. En su gran mayoría –todas las fotos lo dicen– cuentan con fusiles de asalto AK-47 y R.15, camionetas último modelo, pintadas de negro y balizadas con números de serie y distintivos del Concejo de Autodefensas, así como potentes aparatos de comunicación, además de una red de informantes que interactúan en Twitter mediante la cuenta @ValorMichoacan”. Otros articulistas también desconfían de las Autodefensas por el hecho de cargar armas de grueso calibre para uso exclusivo del ejército. Según ellos, esto “comprueba” el carácter paramilitar de las Autodefensas y el vínculo de los dirigentes con Peña Nieto.

El EZLN también porta armas de alto calibre, eso se puede ver claramente en varias fotos y videos, el mismo subcomandante marcos parece tener como arma preferida un fusil AR-15. Aclararemos que ni todo el EZLN ni todos los Autodefensas portan armas de este tipo. El mismo EZLN también usaba aparatos de comunicación que para aquellos tiempos eran bastante avanzados y caros, y claro está el EZLN también tenía una red de informantes vía internet. Tanto el EZLN como las Autodefensas tienen, excepto las camionetas último modelo, armas y herramientas de lucha similares, sin embargo nadie se atrevería a decir que por ello el movimiento indígena es producto del gobierno o del narcotráfico. El punto no es qué armas usan, sino cómo las controlan y cuáles son sus objetivos. El punto central es determinar si las Autodefensas son un movimiento social o un grupo de paramilitares. Avilés ya no puede ver esta pregunta porque para él, el tema está resuelto.

Avilés y otros periodistas nos sugieren una pregunta: ¿Cómo llegaron esas armas poderosas a manos de las Autodefensas? La respuesta es, en esta lógica, porque el gobierno se las entregó. Hay una realidad con la que convivimos todos los días, y es que la corrupción del ejército, marina, policías municipales, que a su vez está cubierta por altos funcionarios permite la compra venta de una gran variedad de armas a la población civil. Obtener esas armas no encierra ninguna dificultad, no se necesita un operativo especial. Un ejemplo contundente es lo que ocurre en el DF “Desde el 24 de diciembre del 2012, fecha en el que se puso en marcha este programa (Por tu familia, desarme voluntario), hasta el 31 de mayo del presente año(2013) se lograron canjear (recoger) 3 mil 987 armas cortas, mil 294 armas largas, 356 granadas, una bomba, un cargador, dos proyectiles, dando un total de 5 mil 641 armas de fuego, así como 44 mil 495 cartuchos, (http://www.noticiasdetuciudad.df.gob.mx/). Al mes de septiembre del mismo 2013 el gobierno del DF reportó que la cantidad de armas que colectó llegó a 7 mil 332 y 53 mil 588 cartuchos aunque no especificó todos los detalles. Eso ocurre en una ciudad donde los niveles de violencia no son los de Sinaloa o los de Michoacán, donde el tráfico de armas está mucho más controlado y son resultado de una campaña que, es posible suponer, no fue atendida por toda la gente que tiene armas. Finalmente el mismo Mireles e Hipólito Mora han explicado en diversas entrevistas que las armas las han adquirido del narco que en su huida y en sus casas de seguridad, dejan mucho material útil o que incluso las compran a gente que llega a vendérselas.

Jaime Avilés está totalmente equivocado, parte de premisas falsas, mezcla rumores con suposiciones ligeras para finalizar con la idea de que las Autodefensas son paramilitares de Peña Nieto. Este es un error total de un periodista muy respetado por algunos círculos de izquierda. Más adelante tenemos que abordar el tema de las infiltraciones, degeneraciones, auténticos paramilitares y otros aspectos que están en el debate.

El método usado comúnmente

Hasta ahora el carácter supuestamente paramilitar de las Autodefensas se basa en suposiciones e informaciones a medias. El artículo publicado en el portal sinembargo.com nos muestra otro ejemplo. Eruviel Tirado, investigador de la Ibero dice que “Las Autodefensas de Michoacán podrían ser un “experimento” del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto y un semillero de nuevos grupos paramilitares” esto está vinculado con el uso de “armas de alto calibre (…) Es una variación del esquema de guerra sucia que se creó en los años 60 y 70; crear grupos paramilitares que no tienen una base legal y que realizan un trabajo sucio. (…) Una hipótesis es que el gobierno actual está experimentando con los grupos de autodefensa para ver si le funcionan como una estrategia contra el narco (…) Peña Nieto continuó con la estrategia de seguridad del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, pero con un añadido: los grupos contrainsurgentes”. (15 enero 2014)

En esencia ya hemos respondido a todas estas acusaciones, lo que hacemos ahora es presentar un nuevo ejemplo de cómo se mezclan suposiciones y afirmaciones para construir un discurso que acaba afirmando, sin asomo de duda, que las Autodefensas son paramilitares. En el contexto de tantos rumores sobre las Autodefensas, se debe adoptar una actitud de rechazo a todo este tipo de argumentación, sobre todo porque puede llevar a que el movimiento social en su conjunto acabe totalmente confundido y adopte una posición política incorrecta sobre las Autodefensas.

El paramilitarismo en México

En Chiapas y en otros estados de la república los grupos paramilitares existen y han actuado de la manera más impune durante décadas, el ataque a la comunidad de las abejas en Acteal dejó como saldo la muerte de 45 personas entre hombres, mujeres embarazadas y niños. Las bases de apoyo zapatista, otros grupos indígenas y movimientos sociales han sufrido cruelmente la acción de los paramilitares, la matanza de Aguas Blancas (1995) dejó un saldo de 17 campesinos asesinados. Los paramilitares no son cosa del pasado siguen actuando libremente como en el caso de San Juan Copala, Oaxaca.

No negamos la gravedad, ni la intensidad de los actos que grupos paramilitares realizan en distintas regiones del país. Tampoco negamos que en el contexto de las Autodefensas en Michoacán y en otros Estados de la República puedan surgir grupos que cubiertos por este ambiente se hagan pasar por Autodefensas cuando en realidad su función es a favor del gobierno priista. Sin embargo, el paramilitarismo no constituye en este momento la herramienta fundamental y general de represión contra el movimiento a nivel nacional.

Esto está comprobado por la acción de los gobiernos pasados que han fortalecido los grupos de represión regulares: ejército, marina, policías estatales, etc. Por otra parte han endurecido el marco legal contra el movimiento social mediante distintas reformas a las leyes correspondientes. Y en concordancia con lo anterior ha incrementado el presupuesto para estos trabajos. De hecho esto explica que durante los gobierno de Fox y Calderón los grupos regulares sobre todo marina y ejército, al lado de los grupos del narco, son los responsables de la gran represión y política de terror hacia el movimiento.

En el movimiento social a nivel nacional hay el temor de que el nuevo gobierno del PRI desate un ambiente negro de represión, ya hemos visto encarcelamientos y provocaciones que no habíamos visto en el pasado. Pero hay que evitar todo tipo de análisis histérico porque eso nos impediría ver las auténticas intensiones del priismo. "En ese sentido hay que romper con la desconfianza infundada que provoca ver en el estallido de cualquier movimiento la confirmación del paramilitarismo. El estado es un grupo de hombres armados en defensa de la propiedad privada, pero los medios concretos para que esos hombres se mantengan dominando la sociedad no son a priori los del paramilitarismo, existen muchas alternativas que se definen por las condiciones generales del momento y no por los caprichos de tal o cual funcionario.

Los paramilitares, como muchos otros métodos no están descartados, pero, por ahora, no es lo que más beneficios le ofrecen a EPN, por tanto se mantendrán pero como una táctica muy local y débil en comparación con los cuerpos regulares.

La justicia del pueblo en armas

El dato duro que a muchos intelectuales y periodistas ha confundido y que luego los ha llevado a plantear con más fuerza la idea de que las Autodefensas son paramilitares es el hecho de que las Autodefensas cuentan con miembros que aceptan haber formado parte de los grupos del narcotráfico. Hay entrevistas en video realizadas en las mismas barricadas donde se expone esta realidad.

Existe un reportaje realizado por Noticieros Televisa que intenta denunciar el carácter ilegal de las Autodefensas, que sin embargo nos brinda datos para comprender el caso. En el municipio de los Reyes están encarcelados, bajo vigilancia de las Autodefensas, 70 punteros; vigilantes en el argot del narco. De ellos sólo 10 fueron directamente apresados por las Autodefensas, el resto se presentó voluntariamente. Lo que declaran los punteros, es que sus jefes superiores los están responsabilizando por el surgimiento de las Autodefensas, razón por la cual los quieren asesinar, de hecho dicen saber de casos donde la amenaza si se cumplió y les cortaron la cabeza. Para estos que ocupan los rangos bajos el problema es grave porque sus jefes tienen todos sus datos, los de su familia, saben donde trabajan y los reconocen físicamente. Los acontecimientos los han puesto entre la espada y la pared, el ejército para justificar su acción esta apresando a muchos de ellos, pero al ir a la cárcel también pueden ser asesinados por sus mismos jefes que tienen presencia en los penales. Por tanto lo único que les queda es, en este caso, entregarse a las Autodefensas. Estos jóvenes son la carne de cañón del narcotráfico, sus salarios en realidad no son tan altos. En otro video (vimeo.com/86454229) un joven acepta haber ganado por la tarea de puntero la cantidad de mil 800 pesos a la quincena. Esto les impide escapar con su familia hacia otro lugar más seguro y evitar todo lo anterior.

El caso de los rangos bajos del narcotráfico es punto clave del análisis sobre las Autodefensas. Desgraciadamente los datos sobre ellos se hacen públicos de manera accidental por los medios de comunicación. Representa un punto esencial analizar cómo llegaron a ser miembros del narco para poder comprender qué papel pueden jugar en las Autodefensas. Por ejemplo, es fundamental tomar en cuenta que muchos de estos jóvenes actuaron bajo la lógica de “si no puedes contra el enemigo únetele”, sus familias eran extorsionadas y hasta asesinadas, por ello, en busca de cobijo ingresaron a las filas de sus propios verdugos. Hay jóvenes que crecieron a la sombra del resentimiento por el asesinato de sus familiares, sus mentes siempre han estado fijas en ingresar a un cártel para lograr la venganza. Otros crecieron en un ambiente en donde estudiar y convertirse en doctor o ingeniero es una aspiración inexistente, trabajar como obrero con jornadas que van más allá de las 10 horas y por salarios de dos mil pesos al mes, es algo tan estúpido como aceptar la esclavitud, ellos crecen pensando en convertirse en hombres con pistola, “troca”, poder, mujeres y mucho dinero. No es nuestra intensión quitarle la gravedad a los actos de estos jóvenes o sectores bajos del narco, pero es una realidad que está ahí y el movimiento no puede soslayarla.

Estos rangos bajos no pueden escapar y deben elegir entre mantenerse en el narco y aceptar la cárcel lo cual es casi una sentencia de muerte en las condiciones actuales o ingresar a las Autodefensas; un movimiento que quizá les dé una alternativa diferente. Pero es claro que por esta vía también se pueden infiltrar narcotraficantes que con toda la intención busquen posicionarse para luego actuar desde dentro de las Autodefensas. Lo que nosotros queremos exponer son las condiciones a las que se enfrenta y que de hecho se enfrentará cualquier movimiento que se desarrolle en un ambiente como el de Michoacán u otros estados.

Por otra parte ¿qué posición deberían tomar las Autodefensas al respecto? No los pueden mantener encarcelados permanentemente, para ello se requiere de una infraestructura humana y material que al calor de los acontecimientos no pueden crear las Autodefensas. No los pueden dejar libres porque entonces, desde el punto de vista de las Autodefensas, regresarían a los grupos del narco y delatarían datos sensibles. No los pueden entregar a las autoridades, con plena confianza, porque sería lo mismo que el punto anterior.

Tomemos en cuenta que el desarrollo del narco ha sido tal que hay miles de personas que nunca han estado vinculadas al narco de manera directa pero sí de manera indirecta ; hay miles de personas que tienen un primo, un hermano, algún amigo que sí trabajó con el narcotráfico. Otras personas se relacionaron con el narco realizando tareas normales: les vendían productos, les pintaban sus casas, etc. En estas condiciones si las Autodefensas “ajustician” a un narcotraficante capturado o proceden contra ellos sin criterio entonces se generaría una dinámica increíblemente complicada.

La desconfianza y el temor se desbordaría entre toda la gente pues nadie podría estar a salvo de posibles acusaciones de vínculos con el narco y mucho menos de recibir un juicio con todos los derechos. Por ello, las Autodefensas de un pueblo podrían enfurecerse al ver que en algún otro pueblo sus familiares fueron ajusticiados con o sin razón. Esta sería una receta acabada para que las Autodefensas se destruyeran las unas a las otras en una oleada de venganzas internas. Una provocación del Estado podría generar este ambiente y quizá es lo que está detrás del conflicto entre Hipólito Mora y el Americano.

Ni intelectuales, ni periodistas han logrado destacar este asunto, que en el narco también hay rangos bajos que no pueden escapar de sus lugares de origen. Tampoco comprenden que las Autodefensas no pueden, con el chistar de sus dedos, desaparecer a estos rangos bajos. Con esto descartamos totalmente que a priori la presencia de personas vinculadas al narco dentro de las Autodefensas responda a que éstas son paramilitares, su presencia responde a las condiciones en la que se desarrolla el movimiento. Al mismo tiempo esta realidad impuesta parece destruir, y es lo que confunde a muchos periodistas e intelectuales, los objetivos de la lucha. La situación es más compleja porque estas condiciones también permiten la infiltración de auténticos agentes del narco en espera de actuar contra las Autodefensas.

No hay que idealizar a las Autodefensas ni por supuesto satanizarlas, sin embargo, sí es válido y necesario hacernos las siguientes preguntas ¿Hay gente que ha colaborado con el narcotráfico en este movimiento? Sí, pero con todas las acotaciones y en el contexto expuesto anteriormente. ¿Constituyen un riesgo? Sí. ¿Se puede evitar? Con una política correcta sí.

La necesidad de la democracia proletaria

En esencia los elementos que pasan a formar parte de los cárteles de la droga son elementos desclasados que han perdido todo vínculo y lealtad de clase; desafortunadamente para ellos el costo es muy alto en cuanto el viento no sopla más a su favor, en esa medida, para salvar el pellejo ahora que los grupos de autodefensa han saltado a la escena, muchos prefieren entregarse dócilmente antes que ser aplastados por la fortaleza del pueblo alzado en armas; para algunos de ellos incluso su apuesta es pasar a formar parte de las Autodefensas.

La asimilación para las Autodefensas de individuos que trabajaron para los cárteles de la droga es un factor que vulnera al movimiento armado pues crea condiciones para que el Estado intensifique su campaña de desprestigio y desinformación, pero además origina una base de apoyo interna para los provocadores e infiltrados con el objetivo de dinamitar al movimiento desde adentro, dado que el desclasamiento del que han sido presas esos sujetos les trasformaría en irresistible cualquier oferta económica para traicionar a las Autodefensas. ¿Entonces que hacer frente a todo ello? La primera medida tendría que ser depurar de esa clase de elementos a las Autodefensas, sin embargo ¿qué hacer con ellos sabiendo de la exacerbada corrupción que se vive en las cárceles del Estado y de su sistema judicial en su conjunto, desde policías hasta jueces? Liberarlos implicaría dejarlos en condiciones de reintegrarse a los cárteles de la droga; además se estaría mandando un mensaje en el sentido de que algún integrante de los cárteles de la droga al sentir el agua en el cuello por el avance de las Autodefensas podría rendirse e incluso pasar a formar parte de éstas o de plano dejársele en libertad.

Todos esos factores representan un reto para ser resuelto por los Grupos de Autodefensa y la solución está en dar el siguiente paso. El surgimiento de los Grupos de Autodefensa y de las Policías Comunitarias representan una doble ruptura con el sistema judicial, la legalidad burguesa y del Estado; primero porque en el ámbito de sus poblados y comunidades estos grupos han desplazado al Estado en cuanto a las tareas de procuración de seguridad y de orden; segundo, porque para poder hacerlo han tenido que tomar las armas arrebatándole el monopolio al Estado sobre éstas, cuestión que está penado legal y judicialmente. Por consecuencia, y no sólo como una respuesta al problema de los integrantes de los cárteles de la droga detenidos por las Autodefensas, sino como una necesidad para empujar al movimiento hacia el frente, es necesario que las comunidades alzadas en armas y que tienen bajo su control a sus localidades, organicen su propio sistema judicial en el que se defina la clase de sanción dependiendo el grado de responsabilidad y los mecanismo para que los integrantes del narco sean juzgados. Por supuesto que no es lo mismo un sicario o un “halcón” cuyo papel simplemente se limitaba a avisar a los narcos sobre los movimientos de la policía y sospechosos en su comunidad, pero aun así no podemos perder de vista que estos soplones formaban parte de un engranaje -y ellos eran conscientes de esa realidad- para posibilitar el funcionamiento de los narcotraficantes no sólo para el manejo de la droga, sino también para extorsionar, asesinar inocentes, despojar a las familias, secuestrar, violar, y toda esa clase de atrocidades que forzaron el surgimiento de los Grupos de Autodefensa.

La respuesta a los integrantes de los cárteles de la droga caídos en desgracia sin importar que sean los de menor rango, no es el sentimentalismo dándoles cabida en las filas de las Autodefensas, pues esa política terminaría creando una base más que favorable para la traición y para que el Estado actúe más fácilmente a través de infiltrados; pero tampoco la respuesta es la justicia burguesa. La única opción posible y firme es un sistema judicial definido y controlado democráticamente por el pueblo alzado en armas, medida que necesariamente tiene que ser auxiliada por una política que extienda al movimiento de las Policías Comunitarias y de los Grupos de Autodefensa más allá de los confines de las regiones que ya tienen bajo control, articulándose bajo una sola coordinación a nivel nacional e impulsando un programa de lucha que los vincule con los trabajadores de las grandes ciudades.

Romper el cerco, desarrollar el programa

Si el movimiento de las Autodefensas se aísla del resto del movimiento social, cosa que depende totalmente del desarrollo de su programa y de su táctica, entonces se van a generar las condiciones para que el narco y el gobierno de Peña Nieto destruyan desde adentro a las Autodefensas gracias a las debilidades que, entre otras, sin duda constituye el aceptar a los ex colaboradores del narco y las infiltraciones que seguramente están realizando agentes de los cárteles.

Las Autodefensas tienen la urgente tarea de poner un énfasis en el fortalecimiento de las asambleas de cada pueblo, para que desde ahí y sólo desde ahí se definan las acciones a emprender. En la medida que estas Autodefensas, como grupos armados y por muy buenas intensiones que tengan sus actuales dirigentes, adquieran independencia de acción frente a las asambleas de los pueblos se abrirán las puertas para su degeneración política. El programa que las Autodefensas proclaman es fundamentalmente la encarcelación de los grandes capos del narco en Michoacán o en sus estados de origen, esto es muy limitado porque el narco no es la fuente de los problemas sino el resultado de un capitalismo en descomposición. Las Autodefensas deben hacer eco de las demandas más sentidas de los trabajadores y campesinos pobres, sólo así podrán atraer el respaldo masivo que necesitan para limpiar a sus estados de tanta miseria.

El resto del movimiento social también tiene una tarea importante. Desde los sindicatos, partidos de izquierda como Morena y organizaciones estudiantiles se debe lanzar un plan de movilizaciones que les de respaldo político a las Autodefensas, impulsándolas en el sentido de reafirmar sus elementos más progresistas y revolucionarios, colaborando de esta manera en que sus contradicciones internas no las lleven al colapso o a la degeneración. Este apoyo puede ser determinante tal cual ocurrió con el alzamiento zapatista en 1994.

La única alternativa para solucionar este tema y de hecho para lograr el objetivo de destruir al narco, es elevando la lucha hasta convertirla en una lucha anticapitalista, contra el gobierno de Peña Nieto que vincule a todo el movimiento social y cuyas acciones armadas estén bajo la dirección democrática del conjunto del movimiento.

Fuentes

1. (http://radioamlo.org/noticias-destacadas/para-entender-michoacan/).

1. http://www.24-horas.mx/seguridad-de-amlo-un-asunto-de-estado/

2. http://mexico.cnn.com/nacional/2014/01/21/mireles-afirma-que-su-expediente-criminal-es-una-forma-de-denostarlo

3. http://www.milenio.com/policia/Rubido-Autodefensas-vinculo-narco_0_244175612.html

4. Ibid (nota 2)


VII. Por un programa revolucionario

Para imponer su voluntad, los cárteles de la droga asesinan, torturan, y raptan. También, como si se tratara de una especie de nueva versión del derecho de pernada, los narcotraficantes se apropian de las mujeres, hijas y esposas, en todos aquellos poblados que tienen bajo su control, y en no pocos casos, tras ser abusadas sexualmente por días o semanas, muchas de ellas son asesinadas. En regiones completas del país, la anterior es la realidad cotidiana de miles de familias obreras y campesinas.

Durante años el Estado, corroído y corrompido hasta el tuétano por el dinero del narco, formalmente se ha dado a la tarea de aplicar la ley sobre estos delincuentes, pero los resultados han sido escasos ya que si bien a estas fechas han sido detenidos más de 70 altos mandos de los diferentes cárteles, el “Chapo” Guzmán entre ellos, en lo fundamental el negocio de la droga sigue intacto. Sin embargo, el costo del poder de los narcotraficantes sobre la sociedad y el de la supuesta “guerra” que el Estado ha lanzado contra estos, ha sido verdaderamente altos para la clase trabajadora: de acuerdo a estimaciones de la Secretaría de la Defensa de los EEUU, entre 2006 y 2014 han sido asesinadas 150 mil personas en el marco de la pseudo lucha del Estado contra los cárteles de la droga, cantidad por mucho superior a los 58 mil soldados yanquis que murieron en Vietnam o a los 100 mil muertos que dejó la guerra de Bosnia (1992-1995). Por su parte Human Rights Watch en su informe titulado Los Desaparecidos de México: El persistente costo de una crisis ignorada, alude a los 25 mil desaparecidos que el propio gobierno contabilizaba ya en 2012, cantidad que se conocería a través de un documento filtrado. Los desaparecidos en México superan a los 10 mil seres humanos que en Argentina corrieron esa misma suerte durante el tiempo que duró la junta militar. Por otro lado según cálculos de Fidel López García, consultor de la ONU, el número de desplazados ya alcanza los 1.6 millones de personas, cifra que se encuentra al borde de los 1.8 millones de desplazados por la guerra de Bosnia.

Los narcotraficantes y el Estado son los causantes de este drama, por consecuencia los trabajadores, en especial los del medio rural que es donde esta problemática se ha manifestado con mayor crudeza, han tenido que tomar la situación en sus manos organizándose para a través de las armas enfrentar a un auténtico poder económico y represivo.

El surgimiento del Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán en febrero del 2013, supuso un significativo paso al frente por parte del campesinado pobre y los pequeños propietarios que decidieron tomar en sus manos y a través de las armas, la tarea de poner punto final al calvario al que han sido sometidos por los cárteles de la droga. Lo mismo se puede decir de la ofensiva lanzada desde marzo de ese mismo año por parte de las Policías Comunitarias de Guerrero.

En apenas un año ambas organizaciones han logrado un significativo repliegue del narco en sus respectivas entidades, resultado que no ha sido logrado por el Estado a lo largo de casi una década de lucha contra esta clase de delincuencia.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos reconoce la existencia de organizaciones de autodefensa y Policías Comunitarias en 11 de las 32 entidades federativas que conforman el territorio nacional; esa misma instancia señala que estos grupos tienen posiciones en 106 municipios del país, mismos que equivalen al 5.11% del territorio nacional, concentrándose en un 77% en Michoacán, Guerrero y Chiapas.

La situación límite a la que ha llevado el capitalismo al campo mexicano se ha visto catapultada por el flagelo de las mafias de la droga, poniendo a cientos de miles de productores rurales en una dura disyuntiva: se arman y se defienden o literalmente son aplastados. La conformación de grupos de autodefensa, como un fenómeno generalizado, ha significado un abierto desafío al Estado en tanto que no solamente le han arrebatado el monopolio de las armas, y no sólo por el hecho de que están demostrando con hechos que con organización pueden ser derrotados enemigos tan poderos como los cárteles de la droga, sino porque además han tomado el control de cientos de comunidades en sus manos; desconociendo o de plano destituyendo a las autoridades formales para dotar de poder al pueblo organizado en armas a través de los consejos comunales, creando claros embriones de doble poder.

En lo anterior radica la fuerza de los grupos de autodefensa y de ello emana su esencia revolucionaria, por eso el Estado ha adoptado como política su desarme ya sea por medios pacíficos (por ejemplo el acuerdo firmado en Michoacán el 27 de enero de 2014 para tratar de cooptarlos gradualmente) o a través de medidas de fuerza; acciones en las que se enmarca la detención y encarcelamiento el 11 de marzo de Hipólito Mora, líder fundador del actual movimiento armado, acusado de coparticipación en un asesinato.

Dado que los grupos de autodefensa representan una amenaza para la propiedad privada y a consecuencia de que a ojos de la burguesía, son considerados como un mal ejemplo sobre el camino a seguir para la clase trabajadora, el Estado los considera más peligrosos que los narcotraficantes; de ahí que tras el fallido intento de desmovilizarlos, ahora Peña Nieto está tratando de descabezarlos pues además de Hipólito Mora existe una lista de cinco de los principales dirigentes, entre ellos el doctor Mireles, con supuestos cargos criminales en México y en los EEUU.

Los grupos de autodefensa surgidos en diferentes puntos del país son obra de decenas de años de despojos, injusticias, abandono, corrupción, impunidad, todo ello exacerbado por el látigo de los cárteles de la droga. Esa es la realidad de Michoacán y Guerrero, donde los trabajadores han demostrado que las tradiciones de la Revolución Mexicana de 1910 están muy presentes y que pueden resurgir de un momento a otro; pero también es la realidad de Oaxaca, Morelos, Chiapas y de prácticamente todo el país. Por consecuencia no es descartable que el movimiento se extienda a otros estados o que se radicalice en otros puntos del país donde ya existen esta clase de grupos.

Considerando lo anterior y partiendo de todos aquellos factores que le han dado vida a los grupos de autodefensas, es necesario señalar que la táctica y el programa que les puede asegurar la victoria sobre sus enemigos de clase, necesariamente pasa por el cuestionamiento de la propiedad privada capitalista.

Los grupos de autodefensa pueden triunfar a condición de que conscientemente adopten una política que les permita agruparse de forma democrática por medio de una coordinación estatal de lucha y también de alcance nacional. Un paso urgente a dar en estos momentos es romper con la atomización y dispersión de las comunidades armadas, por medio de la conformación de una estructura de organización a nivel regional, estatal y nacional, integradas por representantes democráticamente electos y en las que se coordine la lucha de forma unificada. ¡Ni una lucha aislada más!

También es necesario que se adopte una política en la que las reivindicaciones por el derecho a la seguridad, a la tranquilidad y en contra de los cárteles de la droga se vinculen a los derechos del campesinado pobre por mejores condiciones de vida, de educación, salud y servicios; por una política que haga cosa del pasado a todos esos parásitos que viven del coyotaje lucrando con el trabajo de los productores agrícolas.

El desarme de los grupos de autodefensa sería un suicidio pues sus integrantes quedarían a expensas de los sicarios del narco, por ello la respuesta ante esa clase de exigencias de la burguesía y su gobierno debe ser un ¡No! rotundo y por el contrario se tienen que tomar medidas para armar y organizar a más comunidades para defenderse de los capos de la droga y de la represión del Estado.

El conjunto de la izquierda debe manifestarse sin ambagues contra la represión de los grupos de campesinos armados: ¡Por la libertad inmediata e incondicional de Hipólito Mora y demás integrantes de los grupos de autodefensa y Policías Comunitarias presos! ¡Por la confiscación de todos los bienes de los narcotraficantes y sus cómplices, para ser puestos bajo el control democrático de los trabajadores de la ciudad y del campo!

Del mismo modo, como condición para sacar de la miseria al campesinado, el campo tiene que ser industrializado, a la vez que se eliminan los latifundios abiertos o velados. El programa de lucha de las comunidades alzadas en armas debe considerar la expropiación de los finqueros y de la banca, ya que son condiciones necesarias para industrializar la producción agrícola e impulsar la colectivización de las tierras; como un factor de incremento de la productividad y de la riqueza para el conjunto del campesinado.

También, y con especial atención, se debe adoptar un programa que contemple demandas propias de los trabajadores de la ciudad y la industria. El campesinado pobre es el aliado natural de la clase obrera industrial y es necesario buscar caminos que hermanen ambas clases en el terreno de la lucha política contra su enemigo en común, la burguesía y su Estado. Por ello es necesario exigir para el campesinado y los jornaleros, el derecho a un empleo estable, con un salario digno acompañado de todos los derechos laborales, sindicales y políticos de la clase obrera.

Todas las organizaciones de izquierda tiene la obligación de jugar un papel activo respecto a la lucha de los campesinos y trabajadores organizados en las Autodefensas o Policías Comunitarias. El problema de la violencia contra los trabajadores es cada vez más acuciante en las grandes ciudades, donde organizaciones sindicales y partidistas de izquierda, desarrollan su actividad. Es un grave error por parte de este tipo de organizaciones negarse a reconocer y combatir la violencia masiva que asfixia la vida de millones de trabajadores. Peor aún es que dirigentes de izquierda den la espalda a las Autodefensas y Policías Comunitarias, pretextando sus contradicciones internas y programa inacabado. Por el contrario, la mejor forma en que estas organizaciones avancen en su conciencia política y métodos de organización, es con la extensión de la lucha a las grandes ciudades, incorporando a importantes contingentes de proletarios urbanos a la lucha del campesinado pobre.

Aquellos dirigentes que se niegan a la unidad con los campesinos armados en lucha, alegando la posibilidad de que degeneren en grupos paramilitares; al servicio del Estado y los grandes capitalistas, no hacen otra cosa más que abonar a esta posibilidad, la cual sobre todo promueve e impulsa el Estado por todos los medios. El gobierno en primer lugar busca estigmatizar, para después aislar, infiltrar, asesinar y degenerar un movimiento heroico que intenta acabar con un régimen que ha vuelto un infierno la vida de millones de familias pobres. Que la táctica del gobierno no fructifique no sólo es responsabilidad de los dirigentes de las Autodefensas y Comunitarias, es responsabilidad del conjunto de las organizaciones de izquierda.

Un programa de unidad del movimiento obrero con el del campesinado, los indígenas y demás sectores oprimidos por el capitalismo y sus aberraciones como las bandas de narcotraficantes, con llamados a acciones unificadas tales como la huelga general y el bloqueo de carreteras en el campo y mítines frente a las alcaldías y sedes de los gobiernos estatales y federales, por ejemplo, todos golpeando juntos el mismo día y a la misma hora, son la garantía para impedir la represión contra los grupos de autodefensa. El triunfo de las poblaciones alzadas en armas en Michoacán, Guerrero y demás estados de la República tiene mejores garantías bajo la condición de adoptar un programa y una táctica de lucha que los vincule con el conjunto de la clase trabajadora.

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III. La bancarrota del campo: narcotráfico y Grupos de Autodefensa

Actualmente el movimiento de los Grupos de Autodefensa y de las Policías Comunitarias está ligado principalmente al campo. Desde pequeños propietarios hasta ejidatarios, comuneros, campesinos sin tierra y jornaleros agrícolas, conforman  la base social de éstas expresiones radicales de organización y lucha no vista en décadas en México, misma que ha derivado en abiertos embriones de doble poder en vastas regiones de los estados de Michoacán y Guerrero.


Dada su actual extracción social, se concluye que el movimiento armado en su origen y en sus perspectivas no puede ser analizado al margen de la problemática del campo y la cuestión agraria en México.


La Revolución Mexicana de 1910-1920 fue el principal motor para cambios progresistas muy profundos que marcaron la vida de nuestro país durante décadas: la educación pública, los derechos laborales, las expropiaciones de las principales palancas de la producción y el trasporte así como la  estatización del 50% de la economía y la industrialización, un sistema público de salud ejemplar, la masiva política de vivienda social, el monopolio del Estado sobre el mercado interno y las exportaciones e importaciones de alimentos , el reparto de la mitad del país entre millones de campesinos sin tierras seguido de subsidios significativos para el campo, etcétera.


Todas ellas fueron medidas que sacaron a nuestro país de la situación de barbarie y atraso en que se encontraba por aquellos años, gracias al papel cobarde y parasitario de la burguesía nacional atada económicamente al régimen porfirista y a las trasnacionales británicas, francesas y yanquis que durante las décadas previas a la revolución se adueñaron del país.


Por las conquistas logradas por el movimiento armado de 1910-1920 y sus efectos de ondas expansivas a lo largo de muchos años, la Revolución Mexicana puede ser considerada las más profunda y radical de toda América Latina, solamente superada por la Revolución Cubana de 1959. Así pues, durante varias décadas la burguesía se vio obligada a cohabitar con toda una serie de medidas contradictorias con la lógica de la concentración capitalista. Esta situación fue resultado de la tenacidad de la clase trabajadora y del campesinado pobre para defender las conquistas heredas por la revolución;  pero por  otra parte se explica gracias a que  la etapa ascendente del capitalismo a nivel mundial así lo permitía. Sin embargo, en cuanto el contexto económico cambió, todos los logros del pasado se hicieron intolerables, abriéndose con ello un nuevo periodo en la lucha de clases,  marcado entre otras cosas, por una táctica de desmantelamiento gradual pero sostenido de todas aquellas políticas que beneficiaban a la clase trabajadora y demás sectores oprimidos por el capitalismo.


Concentración de tierras y desmantelamiento del campo
Durante décadas, especialmente entre los años 60 y 70, las naciones latinoamericanas, incluido México, financiaron su desarrollo industrial con préstamos provenientes de instituciones bancarias extranjeras, teniendo como consecuencia que para principios de los años 80 la deuda externa equivaliera al 50% del Producto Interno Bruto (PIB) regional a tasas anuales de interés del 20.4% Esta realidad se contradecía  enormemente con la recesión internacional estallada a mediados de los 70 y que se prolongó a lo largo de la siguiente década, misma que provocó una crisis de liquidez en toda América Latina hundiéndola en el estancamiento económico. México, que durante ese periodos había sido favorecido por los préstamos dado sus jugosas rentas petroleras (el precio del barril pasó de 12.80 a 37 dólares entre 1976 y 1980 estimulado por el embargo de los países árabes contra los EEUU y Europa occidental) vio un cambio súbito en  el panorama, cuando los precios de los hidrocarburos se empezaron a replegar; siendo en 1981 el precio del barril de 28.69 dólares,  llegando a ubicarse en los 11.86 dólares en 1986. Ante ese panorama desfavorable y en el marco de la recesión mundial, una cuarta parte la deuda externa, que para ese entonces correspondía a Pemex, se transformó en un enorme lastre a tal grado que en agosto de 1982 el gobierno se vio obligado a declarar unilateralmente una moratoria de 90 días. Los bancos acreedores vieron en ello un serio síntoma de la incapacidad de los países latinoamericanos para cubrir sus obligaciones, por lo que reaccionaron reduciendo o de plano suspendieron los préstamos a los diferentes países de la región desencadenando lo que sería conocido como la crisis de la deuda externa.


Así, México experimentó un decrecimiento del PIB en 1982 del 0.5%, significando ello el final de un largo periodo de auge económico (por ejemplo entre 1972-1981    la economía crecería a un promedio anual del 5.5 %) para dar paso a una etapa marcada por el estancamiento: entre ese último año y 1996 el desarrollo del PIB sería de   1.5% anual. Ante las consecuencias de la crisis y dados los intereses del capital financiero que exigía garantías para que los beneficios del endeudamiento sobre México continuarán fluyendo, el gran capital definió toda una estrategia política y económica que tuviera como objetivo desmantelar las conquistas de la Revolución, eliminando todos los elementos atípicos  y hostiles a la lógica capitalista, para con ello asegurar un funcionamiento de la economía que propiciara mejores condiciones para recuperar las tasas de beneficio para la burguesía y recrear en condiciones superiores el ciclo de acumulación capitalista. En el marco de esa estrategia se diseñaron toda una serie de políticas para trasformar el campo (la tierra, la producción, la comercialización…) en un negocio muy rentable para los empresarios.
Dado el anterior objetivo, el 6 de enero de 1992 se publicaría en el Diario Oficial de la Federación el decreto acordado por el poder legislativo en el que, a iniciativa del entonces presidente Salinas, se reformaba el artículo 27 de la Constitución, significando el punto final para una de las conquistas más progresistas y profundas de la revolución de 1910-1920: el reparto agrario.


Tras la contrarreforma al 27 constitucional se abrieron las puertas de par en par a un nuevo proceso de concentración de tierras, mismo que a principios del siglo XX propició el levantamiento en armas al campesinado pobre, siendo la División del Norte de Villa y el Ejército del Sur de Zapata, junto con el Plan de Ayala, las mejores y más legítimas expresiones de dicho movimiento.


Si bien el reparto agrario se transformó en mandato constitucional en 1917 a través del artículo 27, la distribución de tierras contó con dos importantes antecedentes: el Plan de Ayala de 1911 impulsado por Zapata y la primera Ley General Agraria decretada en 1915 por Francisco Villa; desde esos años y hasta 1992 se distribuyeron  más de 100 millones de hectáreas, aproximadamente la mitad del territorio nacional, creándose  30 mil ejidos y comunidades, favoreciendo a 3.1 millones de jefes de familia. Con la contrarreforma de 1992 se eliminaron las facultades del Estado para la distribución de tierras y la nación dejaba de ser propietaria jurídica de las tierras sociales y la propiedad pasaba a los ejidatarios a los cuales se les trasfería el valor de estas como capital, para su uso, disfrute e incluso comercialización. Además, para romper el cerco impuesto por la reforma al artículo 27 realizada en 1946; en la cual se establecían las  100 hectáreas como extensión máxima para ser concentrada en manos de propietarios privados individuales, se creó la figura de las sociedades mercantiles, las cuales podían poner bajo su usufructo un máximo de 20 mil hectáreas.


Para 1992 sólo existían bajo propiedad privada suelos agrícolas con una extensión de 70 millones de hectáreas, dejándose al margen del mercado de tierras otros 195 millones de hectáreas, entonces, bajo el régimen de propiedad social. Estas tierras ejidales no podían ser vendidas ni embargadas, por ello la contrarreforma de ese mismo año creó la base jurídica para que todas esas tierras quedaran al alcance del mercado por medio de la privatización, el arrendamiento y las concesiones.


El objetivo de la contrarreforma de 1992 al artículo 27 era transformar la tierra y los suelos agrícolas en una poderosa palanca de concentración capitalista La medida adoptada por Salinas tenía entre otros objetivos expropiar masivamente al campesinado pobre, estimulando la capitalización privada del campo para el impulso de la agroindustria, trasformando al minifundio en factor de menor peso en la producción de alimentos, no obstante, al paso del tiempo, el resultado fue marginal en lo correspondiente a suelos agrícolas. Si bien es cierto que la reforma agraria derivada de la Revolución significó un gigantesco avance para la agricultura respecto al pasado porfirista,  (entre 1905 y 1910, el 0.2% de los propietarios controlaban el 87% de las tierras), los limites objetivos del impulso de esa política revolucionaria en el marco de la propiedad privada capitalista, no permitieron la colectivización de la tierra, derivando en la atomización del campo a través de cientos de miles de pequeñas fincas y parcelas (el 50% de propietarios de carácter social tenían una superficie menor a cinco hectáreas), obstáculo objetivo para la industrialización.


El Estado, al igual que lo hizo el Porfiriato en el siglo XIX a través de las Compañías Deslindadoras, pero esta vez por medio de las Sociedades Mercantiles surgidas de la contrarreforma de 1992, pretendió estimular el mercado de tierras que favoreciera la concentración de éstas para la agroindustria, sin embargo, el resultado fue escaso pues el Censo Agrícola 1991-2007 indica que la propiedad privada sobre la tierra durante esos años pasó de 70 millones a 73 millones de hectáreas; y por el lado de los arrendamientos, esas cifras crecieron durante el mismo lapso de 4.5 a 6.3 millones de hectáreas. La entrada en función del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, puso al agro mexicano a competir en condiciones especialmente desventajosas con las dos agriculturas más poderosas del mundo, la de  Estados Unidos y la de Canadá, transformándose en un factor que dificultaría los objetivos del Estado.


Pero el éxito llegó por medio de otro frente, el del sector minero. Al eliminarse el carácter de la tierra social como propiedad de la nación y por tanto, al perderse las facultades del Estado sobre éstas, el ejido quedó bajo potestad de los ejidatarios quienes quedaron en libertad para decidir el destino de las tierras, creándose con ello las condiciones apropiadas para que a través del arrendamiento o la venta de la tierra, la industria minera, en su mayoría canadiense, lograra monopolizar para su explotación tan sólo en la última década, 39 millones 743 mil 690 hectáreas. Es decir, gracias a la contrarreforma agraria de 1992 la burguesía unicamente necesito el empuje de la industria minera a lo largo de la primera década del siglo XXI para revertir en aproximadamente el 40% el reparto agrario desarrollado a lo largo de casi todo el siglo XX, creando con ello todo una serie de complejas contradicciones tanto económicas, como políticas y sociales en el campo mexicano,  totalmente irresolubles en el marco del capitalismo.


El TLC
La medida adoptada por la burguesía contra el artículo 27 estaría en consonancia con los recortes y ajustes a las políticas sociales dictadas por el gran capital tras la crisis de la deuda externa de 1982, mismas que para el campo significaron su abandono y desmantelamiento. Con las nuevas políticas la inversión pública hacia el agro pasaron del 12% en 1981 al 6% del PIB en 1989 (hoy día es apenas del 2%). Durante esos años los subsidios para el campo, mismos que en pesos acumulaban una cantidad equivalente al 1.8% del valor total de la economía del país, se desplomaron hasta el 0.5% en 1987; además se eliminaron todas aquellas instituciones que aseguraban el monopolio del Estado sobre el mercado de alimentos; la Compañía Exportadora e Importadora S.A creada en 1937 y la Compañía Nacional de Subsistencia Populares S.A. fundada en 1965. Entre otras medidas, también se eliminaron los precios de garantía impuestos unilateralmente por el Estado año tras año desde 1953 para asegurar que los campesino no se vieran obligados a comercializar las cosechas por debajo de los costos de producción.


Desarmado y en el abandono por parte del Estado, bajo condiciones jurídicas que posibilitaban un nuevo proceso de expropiación de tierras abierta o velada, el campo mexicano fue obligado a competir contra las agriculturas más poderosas del planeta por medio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). Un ejemplo de las desproporciones entre las economías que suscribieron este tratado, son las estimaciones hechas en 2006 de acuerdo a las cuales mientras en EEUU los subsidios agrícolas ese año  fueron de 150 dólares por hectárea en promedio, para el caso de México esa cantidad rondo apenas los 45 dólares.


Los efectos de tres décadas de ataques se han traducido en una situación totalmente desoladora para el campo mexicano, imposible de revertir bajo el capitalismo. A lo largo de todo ese periodo, según el Censo Agrícola 1991-2007, el número de unidades de producción pasó del millón 584 mil 817,  al millón 400 mil (en Michoacán actualmente el 40% de las tierras ejidales se mantienen ociosas). Por otro lado el INEGI destaca que los suelos de labranza en 2008 tuvieron una extensión de 20 millones 502 mil 834 hectáreas, cantidad inferior a los más de 23 millones de hectáreas destinadas para esa misma labor en 1980. Además, para la producción de maíz (principal cosecha en México a la cual se dedican 3.2 millones de productores) se redujo el área de cultivo de un poco más de 8 millones a casi 7 millones de hectáreas entre 1994 y 2008. En cuanto al ganado mayor, la producción pasó de más de 48 millones de cabezas en 1981 a 31.7 millones en 2008. El ganado menor cayó de 35.5 millones en 1985 a 31.9 millones de cabezas en 2008.
Presionado por la competencia desleal y los subsidios de los EEUU, bajo el TLC el agro nacional experimentó una abrupta caída en los precios de sus productos (tan sólo el maíz mexicano perdió el 66% de su valor en el mercado) derivando en la ruina de cientos de miles de pequeños productores.


Así, de desempeñar un papel de mayor fuerza en la economía (en los años 40 la contribución al PIB por parte del agro era del 20% aproximadamente) el campo se trasformaría en una actividad marginal (actualmente su participación es de apenas el 4%) que derivaría en una miseria muy profunda para sus pobladores.


El campo mexicano con 30 millones de habitantes, aproximadamente tiene una  población económicamente activa (PEA) de 10.7 millones, de los cuales 3.1 millones son productores con tierra (29.97%) y 6.6 millones son campesinos sin tierra.


En México la pobreza alcanza al 81% de la población campesina, de ahí que el 45% de las familias campesinas tengan familiares en EEUU y el 80% tenga al menos un integrante fuera de su comunidad de origen. Además el desempleo rural ronda el 20% de la PEA (la media nacional es del 50%) y existen un poco más de 2 millones de jornaleros viviendo y trabajando en condiciones de semiesclavitud similares a las de la hacienda porfirista.


La ruina del campesinado se ha transformado en el negocio más rentable. La bancarrota de agro nacional provocó que la importación de granos y otros productos del campo creciera del 10% en la década de los años 80, al 40% en la actualidad. En 20 años de aplicación del  TLC, México ha tenido que gastar en el exterior 250 mil millones de dólares para cubrir la demanda del mercado interno de alimentos. El 75% de esa cantidad se ha empleado en importaciones agrícolas provenientes de  EEUU. Así, multinacionales como Cargill (con el 70% del monopolio sobre la producción y comercialización de granos de maíz) o Pilgrims, aliadas con las mexicanas Minsa, Maseca y Bachoco, controlan tanto el mercado nacional de alimentos  como el de importaciones. El monopolio que antes de los años 80 detentaba el Estado ahora ha parado en manos del gran capital.


Además, a pesar de ser limitada la inversión pública en el campo, la forma en que ésta ha sido impulsada por el Estado también ha funcionado como una palanca de concentración de riqueza pues han sido los empresarios del ramo los más beneficiados. Entre 2000 a 2012 el 10% de los productores con mayores posesiones de tierras concentraron entre el 50 y 80% del gasto gubernamental hacia el sector. En particular entre 2005 y 2010, los grandes empresarios del ramo incrementaron sus ingresos en un 165.5%.


Este marco de agudas contradicciones en el campo creó la base material para desarrollar una serie de fenómenos sociales que han marcado la vida del campesinado en un doble sentido: el reaccionario a través del narcotráfico y el revolucionario por medio de los Grupos de Autodefensa y las Policías Comunitarias.


La pobreza que abate al campo mexicano y la extremadamente baja rentabilidad de la producción agrícola crearon la base material favorable para el desarrollo del narcotráfico en las últimas dos décadas en nuestro país. Hasta los años 80 los cárteles mexicanos estaban confinados principalmente a las labores de trasiego de la droga producida en Colombia, desempeñando un papel secundario en el negocio de la producción de enervantes. Aunque poderosos, esa división del trabajo en el mercado mundial de las drogas le confería a las mafias nacionales una posición subordinada en relación a cárteles como el de Cali y el Medellín. Esa realidad se modificó sustancialmente en los últimos años hasta transformar a los capos mexicanos en los más poderosos de todo el Planeta.


 La descapitalización del campo y la estrepitosa caída de los precios de los productos agrícolas provocaron la reorientación de los cultivos en una extensión de suelos agrícolas suficiente para que el narcotráfico mexicano lograra ya no sólo dedicarse al trasiego, sino además a la producción. Esa modificación en la división mundial del trabajo en el mercado de la droga, más la posición geográfica privilegiada de México respecto a EEUU, volvieron, por ejemplo, al cártel de Sinaloa, en una organización criminal que logró extender sus posiciones a cuando menos 50 países.


La OEA informó que en 2010, mientras en Colombia se destinaron entre 300 y 400 hectáreas para el cultivo de amapola; flor de la que se extrae la goma de opio para la fabricación de heroína; en México se cultivaron 14 mil hectáreas. Por otra parte,  el Ejército Mexicano destacó que mientras entre 1990 y 2003 el número de hectáreas erradicas dedicadas al cultivo de la marihuana, evolucionó de las 5 mil 400 a las 34 mil, y para el período de 2006 a 2012 esa cantidad escaló hasta los 98 mil 354 hectáreas. Este panorama coloca a México como el tercer productor mundial de opio, solo por detrás de Afganistán y Myammar (Birmania), y ocupa el segundo puesto en la producción de marihuana disputándole el primer lugar a Marruecos.


La explicación sobre la reorientación en el tipo de cultivo por parte de los campesinos involucrados en la producción de drogas resulta muy sencilla: teniendo como ejemplo el caso del maíz, principal cultivo en nuestro país, podemos señalar que mientras el kilo de este grano se cotiza en el mercado en 43 centavos de dólar,  un kilo de goma de opio que a su vez se  transforma en 7 mil dosis de heroína, alcanza un valor en el mercado de EEUU de 70 mil dólares. El kilo de marihuana se cotiza en más de 300 dólares en el mercado nacional y entre mil y 13 mil dólares en las calles de EEUU. Lo anterior quiere decir que un productor, con el precio de dos kilos de marihuana (600 dólares aproximadamente) colocados en el mercado nacional obtendría ganancias superiores a las obtenidas por la producción de una tonelada de maíz (430 dólares). Cabe destacar, además, que en México el rendimiento de la producción de marihuana por hectárea es de 2.5 toneladas.


Depredación minera
La industria minera, en su mayoría canadiense, tan sólo en la década pasada pudo extraer oro, plata y otros minerales que en volumen superan a las extracciones mineras de la corona española en tres siglos de coloniaje. Por ejemplo, en 2011 las extracciones de oro sumaron más de 15 mil millones pesos. El caso de las mineras es emblemático en cuanto los planes de la burguesía para revertir las conquistas de la Revolución Mexicana, pues en su conjunto este sector ya ha logrado acaparar el 25% del territorio nacional, porcentaje significativamente superior al 18% que a finales del Porfiriato poseían esta clase de empresas junto a las transnacionales petroleras.


El vínculo entre la actividad minera y el surgimiento de los Grupos de Autodefensa no es accidental, si bien en algunos casos esta relación es indirecta no es posible señalar que ambos fenómenos estén disociados.


La actividad minera en nuestro país se ha trasformado en unos de los negocios más rentables, dada la presión que ha significado la importante demanda china por materias primas, variable que también ha contribuido al encarecimiento de los metales preciosos. En el mercado mundial México es el principal productor de plata, el tercero de bismuto, el quinto de plomo, el noveno de oro y el undécimo en cobre. De acuerdo a la Secretaría de Economía, México cuenta con 23 depósitos minerales gigantes, ocupando el doceavo lugar de los mayores productores en el mundo en 18 minerales. La Cámara Minera de México (Camimex) señala que el 70% del territorio nacional es apto para seguir localizando yacimientos minerales de clase mundial,  razón por la cual el canadiense Instituto Fraser clasificó a nuestro país en primer lugar en el Índice Potencial Minero.


En la última década se incrementó el precio del oro en un 750%, el del hierro en 1000%, entre otros minerales; la onza de plata incremento su valor de 4 a 40 dólares en el mismo lapso. Siguiendo con el recuento, el valor total de la extracción de los diferentes minerales creció de los 5 mil 656 millones a los 14 mil 838 millones de dólares entre 2004 y 2010; y en 2011 el valor de las exportaciones del sector ascendió a los 22 mil 526 millones de dólares (45% más que en 2010). Por si fuera poco, las leyes fiscales obligan a la industria minera a pagar en impuestos solamente el 1.18% de sus regalías, de tal modo que entre 2005 y 2010, los ingresos de las empresas mineras extranjeras, ascendieron a 552 mil millones de pesos, y la recaudación fiscal por pago de derechos fue sólo de 6 mil 500 millones.


Todos esos factores combinados han trasformado en pocos años a México en el cuarto país con mayor inversión captada para el sector minero, detrás de Canadá, Australia y Estados Unidos. Además de las multinacionales, en el negocio de la minería han incursionado los tres burgueses más acaudalados del país: Carlos Slim, Alberto Bailléares y Germán Larrea.  


El boom minero en México ha chocado directamente con los intereses de las comunidades agrarias, provocado profundas contradicciones, acrecentando los niveles de miseria, generando todo tipo de despojos, además de afectar miles de hectáreas haciéndolas inservibles para la producción agrícola. Por la depredación en todos los sentidos y la extraordinaria concentración de tierras, de acuerdo al Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, la extracción de minerales ha provocado 25 conflictos catalogados como focos rojos por su magnitud. Por su parte el Foro Permanente de las Cuestiones Indígenas de la ONU (UNDESA) reconoce la existencia en nuestro país de 200 conflictos ambientales entre comunidades campesinas y mineras.


En Guerrero, cuarto productor de oro y quinto de plata en el país, y una de las dos entidades donde los grupos de campesinos armados tienen más arraigo y desarrollo, el gobierno concesionó tan solo entre 2005 y 2010, 200 mil hectáreas a las empresas mineras en la región de la montaña, cantidad equivalente a la tercera parte de esa zona del estado sureño. De acuerdo a informes de la UNDESA, en 2011 se otorgaron otras 22 concesiones, la mitad coincidiendo con territorios bajo el control de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policías Comunitarias (CRAC-PC). El Frente de Organizaciones Democráticas del Estado de Guerrero (Fodeg) ha denunciado reiteradamente la relación que existe entre el terror sembrado por las bandas de narcos, el desplazamiento de miles de familias a otras regiones más seguras y la instalación de minas en las zonas que han quedado despobladas o semidespobladas. Esta táctica empleada por los consorcios mineros apoyados por los cárteles de la droga, es la misma que se ha empleado en muchos otros puntos del país.


La respuesta del campesinado ante el avance de las minas ha sido armarse para defender sus tierras, integrándose al Sistema Comunitario de Seguridad y Justicia de la Costa Chica y Montaña de Guerrero para intentar agrupar a todas las comunidades de la entidad afectadas.


En Michoacán, entidad con el primer lugar nacional en la producción de hierro y cuyo territorio está concesionado en un 15% a las empresas mineras, la situación ha sido similar. En este estado además de la depredación provocada por  la burguesía minera legalmente establecida, el boom del hierro estimuló a los Caballeros Templarios a participar directamente en la explotación y la exportación de dicho material a China, obteniendo ganancias anuales hasta de 40 millones de dólares. Los capos de la droga en Jalisco, Colima y Coahuila también ha optado por incursionar en el negocio de la explotación del subsuelo por medio de cientos de pequeñas minas, a través del despojo de ranchos a familias campesinas, al igual que lo hacen sus pares en Michoacán.


El surgimiento de los Grupos de Autodefensa en Michoacán ya está suponiendo un freno para la rapiña de la industria minera, siendo un ejemplo el caso de San Miguel Aquila En ese poblado, cuyas tierras fueron ocupadas por la mina Las Encinas, de capital italo-argentino, los inversores habían pagado a los campesinos a lo largo de dos décadas mil 500 pesos por el usufructo de cada hectárea; sin embargo, conscientes de las extraordinarias ganancias que sus tierras le estaban dejando a la trasnacional, los comuneros reclamaron el incremento de dicho pago. Por su parte los empresarios reiteradamente rechazaron dicha petición, misma que no fue cumplida sino hasta que los campesinos bloquearon los accesos a la mina impidiendo la producción a lo largo de tres meses; tras ello la empresa cedió y desde entonces la aportación  de la mina para los pobladores se elevó hasta los 18 mil pesos. Es por ello que no es casual que uno de los intentos más serios, pero a la vez fracasado, por parte del Estado para desarmar a un Grupo de Autodefensa haya sido en San Miguel Aquila en agosto de 2013.


Otro ejemplo que ilustra la relación entre el desarrollo de Grupos de Autodefensa y la explotación minera es el de Chiapas con el surgimiento en febrero de 2013 del Batallón de Autodefensa Civil integrado por comunidades de 12 municipios de la Sierra Madre de Chiapas. El día que este grupo salió a la luz pública fue muy categórico al exponer sus objetivos: no permitir la explotación de minas en la región y luchar por la cancelación de concesiones en la Sierra Madre.


Intereses de clase
El capitalismo ha creado la base material necesaria para la proliferación del narco a consecuencia de la descomposición social que lacera a nuestro país, pero también al crear condiciones económicas favorables para su reproducción, tanto en el campo con la producción de enervantes y en las ciudades por medio del lavado de dinero. Los capos mexicanos de la droga son los más poderosos del mundo debido a su cercanía con el mercado más importante de drogas, EEUU, pero también gracias a la pauperización de cientos de miles de jóvenes que se han vuelto una fuente inagotable de mano de obra para los diferentes cárteles. Igualmente los ha fortalecido su complicidad con el Estado, así como su capacidad para aprovechar la dinámica propia del capitalismo.


Los negocios del narco en nuestro país generan ingresos calculados en 40 mil millones de dólares anuales; hablamos de cantidades que por su volumen resulta simplemente imposible movilizar sin el apoyo de las instituciones financieras nacionales y de EEUU. Gracias a ello los capos mexicanos participan de la especulación accionaria en la bolsa de valores y en la del mercado de divisas, adquieren bonos de deuda, son inversionistas en el mercado inmobiliario y del turismo, además de poseer cientos de empresas en el sector servicios. De esa forma el capital financiero ha puesto a su servicio a los capos mexicanos y del mundo entero, extendiendo su espectro para la obtención de beneficios a través de mercados considerados ilegales por el propio capitalismo tales como el de la droga, el tráfico de seres humanos y de armas, la trata de blancas, la extracción y el secuestro, etcétera. Prueba de lo anterior es el informe de la Oficina sobre drogas y crimen de las Naciones Unidas (Office on Drugs and Crime) en el que se destaca que en 2009 los principales bancos del mundo, desesperados por dinero líquido para tratar de amortiguar los efectos de la crisis, absorbieron la mayor parte de los 352 mil millones de dólares generados por el mercado mundial de las drogas.


Pero los capos también se han beneficiado a través de la explotación de mano de obra y no sólo en el caso de las minas como ya se mencionamos antes, sino también en sus fincas agrícolas, como sucede en Sonora y Sinaloa.


Por consecuencia, ilegales o no, los diferentes negocios de los cárteles de la droga requieren para su reproducción en esencia las mismas leyes que dominan a la economía capitalista. Los capos no sólo viven como burgueses sino que además se reproducen como burgueses gracias al capital financiero e incluso a través de la extracción de plusvalía: el capitalismo desempeña un papel preponderante en la génesis del narcotráfico y en su reproducción. El narco no es otra cosa más que una palanca, ilegal tal vez, pero al fin palanca, para la concentración de capital. Resulta del todo lógico entender la complicidad del Estado con los cárteles más prósperos.


El narcotráfico es una empresa que posee intereses de clase antagónicos a los de la clase trabajadora y del campesinado pobre. Reconocer esa realidad resulta clave al momento de plantearse la táctica y el programa necesarios para combatir a ese flagelo desde la óptica de los trabajadores del campo y de la ciudad.


IV. Los Grupos de Autodefensa en Michoacán
La necesidad de vivir con dignidad
Los Grupos de Autodefensa surgieron el 24 de febrero del 2013 en tres comunidades de la Tierra Caliente de Michoacán: La Ruana, Tepalcatepec y Buenavista. El objetivo de estos grupos era poner fin al régimen dictatorial que durante doce años y particularmente durante los últimos cuatro, fueron imponiendo el cártel de Los Caballeros Templarios en gran parte del estado de Michoacán. La inspiración para el alzamiento de los Grupos de Autodefensa fue la organización de los campesinos indígenas de la región de la meseta purépecha, que a partir de 2011 comenzaron a organizarse, armarse y auto gobernarse, para detener la devastación de su pueblo ante los crímenes del narco.


El negocio del narcotráfico en Michoacán, como cualquier otro negocio burgués en ascenso, fue diversificándose; pasaron de la siembra, comercio y procesamiento de las drogas a los negocios formales, incluso internacionales; en el campo de la minería, la tala, la producción de aguacate. Los éxitos económicos de los narcotraficantes iban  a la par con el despojo de miles de hectáreas a comunidades enteras, a campesinos pobres, a pequeños y medianos empresarios que no eran parte del negocio de las drogas. La Empresa, como originalmente se llamaba el cártel, seguía en ascenso y decidieron incursionar en el área de las extorsiones; primero a los comercios: mil pesos por cada res que vendieran los ganaderos; cuatro pesos por cada kilo de tortillas que vendieran los tortilleros. Después los impuestos se extendieron a toda la población: veinte pesos todos los lunes por cada niño y joven que asistiera a la escuela, desde el kínder hasta la preparatoria; cada propietario de algún automóvil tenían que pagar una tarifa de quinientos pesos mensuales; comenzaron el censo de casas, el cobro sería por cada metro que midiera la fachada.


Sus inversiones en el terreno de la política también crecieron, financiaron durante las elecciones del 2009 y 2011 a un número incalculable de candidatos, sin distinción de partidos pero particularmente del PRI. Los que rechazaban la generosa oferta se les obligaba a retirarse de la contienda bajo amenaza de muerte. Así, fortalecieron su posición dentro del aparato del estado y la policía. La misma hermana del entonces presidente Calderón, candidata del PAN a la gubernatura, denunció el vínculo estrecho entre los ahora Caballeros Templarios y el gobernador electo Fausto Vallejo.
El negocio y los métodos del narcotráfico se fusionaron completamente con el conjunto de los negocios burgueses, el estado y la policía. Los burgueses que dominan la economía y el estado en Michoacán, tienen en el narcotráfico una de sus fuentes de ganancia más importantes. Al mismo tiempo, los métodos del narco: violencia y asesinatos masivos, les sirven de palanca para hacer avanzar al conjunto de sus intereses económicos y políticos. Ese entramado de intereses volvió en un infierno indescriptible la vida en Michoacán, particularmente para los trabajadores y campesinos pobres, pero incluso también alcanzó a un sector de la pequeña burguesía más acomodada.


No había más camino para la mayoría de la población: tenían que organizarse y acabar con el terror. El doctor Mireles, dirigente más visible del movimiento, explica así las últimas razones que detonaron el levantamiento: “El problema realmente no explotó por la cuestión de las tarifas del ganado, porque si a un ganadero le pedían mil pesos por cada vaca que vendiera,  el ganadero al que le compraba la vaca le decía, mira, sabes qué, son mil pesos extras que hay que pagarles al crimen organizado. El tortillero nunca perdió un centavo, porque por los cuatro pesos por kilo que le pedían, nada más se lo subía a cada persona que le compraba el kilo de tortillas. Los carniceros igual, le subían los quince pesos que los gatilleros (sicarios) les pedían, ellos nunca perdieron… el problema detonante fueron las violaciones y agresiones contra las mujeres, porque así como le llegaban a la gente pobre de los ranchos, le llegaban a los ganaderos más ricos de Tepeji” (1).


El carácter de clase de las Autodefensas
La necesidad de frenar la situación de opresión y violencia del narcotráfico estaba totalmente extendida entre el sector proletario de los pueblos: trabajadores, campesinos pobres que poseen tierras, y jornaleros. Sin embargo, esta  necesidad también la compartían los elementos pequeño burgueses de la población; comerciantes, ganaderos y agricultores.

La región de la Tierra Caliente de Michoacán es conocida porque en ella se concentra el 85% de la  producción nacional de aguacate y de otros frutos como el limón, que aporta el 23% de la producción nacional. En el primer caso, se trata de una industria que produjo  tan sólo por exportaciones 500 millones de dólares en 2012 (2). La industria del aguacate aporta el 50% del PIB primario del estado de Michoacán. En el caso de la industria del limón se calcula que genera 45 millones de pesos diariamente, unos mil 350 millones al mes (3). Las extorsiones para los propietarios de grandes cultivos eran de 50 a 60 mil pesos mensuales; incluso los Caballeros Templarios controlaban los precios de todo el negocio, determinaban el ritmo de la cosecha, siembra y comercialización de los productos. También se apropiaron de las empacadoras, donde obligadamente llevan sus productos pequeños, medianos y grandes productores.

En el caso de Tepalcatepec, Mireles reconoce que la vanguardia en cuanto a la organización de un grupo de autodefensa la tenían los ganaderos de la región. De manera clandestina comenzaron a entrar en contacto los sectores proletarios de los pueblos con los pequeños empresarios, que por decisión rechazaron entrar al negocio del narco, para establecer una organización única, los Grupos de Autodefensa. Y es que no tenían otra alternativa, aunque el sector de los empresarios hubiera preferido utilizar su capacidad económica para establecer una policía privada para sus negocios, era claro que de ninguna manera podrían hacer frente al ejército del que disponen los narcotraficantes, abiertamente respaldados por el gobierno y la policía. Era necesario que el movimiento adquiriera un carácter masivo, con características insurreccionales por parte de la población hacia el Estado, para que pudiera tener alguna posibilidad de vencer. En el caso de La Ruana, el movimiento comenzó a dirigirlo un pequeño propietario, Hipólita Mora, apelando directamente al grueso de la población,  proletarios en su mayoría, a organizarse e insurreccionarse contra los narcotraficantes y las autoridades de su municipio. La fusión de los elementos pequeño burgueses acomodados, que pueden incluso llegar a tener ganancias de algunos millones de pesos al año, y los sectores más pobres de los pueblos se realizó de forma natural. El puente entre estos dos polos, donde los contrastes son más que evidentes, lo conforman campesinos pobres que sin embargo también son propietarios de algunas hectáreas, modestos comerciantes y sectores más estables de la clase trabajadora como médicos y profesores, que tienen ingresos muy por encima del campesino promedio.

Lo que demuestra la situación en Michoacán, es que la dinámica de la economía capitalista y de su régimen político requiere de los métodos de opresión más violentos, los más dictatoriales contra el grueso de la población y estos son los del narcotráfico. La situación ha demostrado que los sectores más decisivos de la clase dominante a nivel nacional, están totalmente enrolados en la dinámica del narco. Recordemos las camionetas de Televisa que transportaban droga en Centroamérica, la fotografía filtrada de Peña Nieto con un socio del cartel de Sinaloa, al ex vocero presidencial de Calderón, Nahúm Acosta, que fue encarcelado por cargos de espionaje, al servicio del cartel de los Beltrán Leyva. Los vínculos de la burguesía y del Estado con el narcotráfico son inocultables, firmes y mucho más necesarios que en cualquier otro momento. En Michoacán, quien domina, son los empresarios ligados al narco y han desterrado de su círculo al resto de pequeños empresarios que desearían vivir de sus negocios sin meterse en mayores complicaciones. Como lo expresaría Estanislao Beltrán, vocero de las Autodefensas durante un periodo: “Yo soy productor de limón tengo 70 hectáreas, pero estoy cortando poco, corto cinco u ocho toneladas por cada día, multiplicado por 20, 21 pesos, no tenemos necesidad de andar en ninguna situación mala, ni andar en el narcotráfico” (4).

No resulta raro que para estos empresarios, que han vivido en carne propia los ataques del narco, que han asumido los métodos de lucha de la clase trabajadora, que han tenido que desafiar y romper con el Estado, las demandas del movimiento se limiten al aspecto de la seguridad. “Lo único que queremos es trabajar en paz”, es una frase común entre ellos. No obstante, el sector más proletario del movimiento siente todos los días el hambre, la pobreza, que es la puerta de entrada por donde llegan los narcos a reclutar miembros para sus filas. Ellos intuyen que no basta con la seguridad pública, se requieren empleos bien pagados, viviendas dignas, hospitales y escuelas para acabar con el problema del narcotráfico y todos sus efectos. El sector proletario que además es mayoritario debe ampliar sus demandas con un contenido clasista. Resulta imposible que los pequeños y medianos empresarios que no participan en el negocio de las drogas vivan en paz si a su alrededor no hay más que pobreza extrema.

Embriones de doble poder
El movimiento de las Autodefensas es un movimiento de masas, donde participa la mayoría o un sector muy significativo de las comunidades donde tienen presencia; pueblos y ciudades pequeñas. Las Autodefensas no son un movimiento guerrillero, donde participe una minoría armada, al margen de los intereses y la organización de los trabajadores. Por el contrario, son una expresión organizada de los pueblos en defensa de sus derechos, comenzando por su derecho a la vida misma. A pesar de la participación de sectores pequeño burgueses -que además de integrarse a las acciones prácticas han financiado la lucha- el grueso del movimiento lo conforman los sectores más proletarios y más empobrecidos de la población. El carácter armado del mismo, es una necesidad impuesta por los métodos de opresión establecidos por las bandas de narcotraficantes, la policía y el ejército, que en los hechos han suprimido la posibilidad de realizar cualquier otro tipo de manifestación de descontento. La única manera en que el pueblo podía defender sus derechos era organizándose, insurreccionándose, rompiendo con la legalidad burguesa y expulsando a los narcotraficantes de sus comunidades con las armas en las manos.

Las Autodefensas se han basado en la participación consciente y masiva de la población. El patrón que han seguido desde su fundación es que a partir de la organización del grupo más resuelto de la comunidad se establece una organización clandestina, la cual promueve la participación de cada vez más personas, estudia las posiciones de los narcos, sus movimientos y puntos de apoyo.  Establecen contactos con pueblos vecinos, para hacer público y masivo el movimiento de forma simultánea. Cuando esto no es posible, los miembros de las Autodefensas en otros pueblos contribuyen con el alzamiento ahí donde la organización y adhesión al movimiento ha alcanzado la fuerza suficiente para mostrarse públicamente y volverse masivo. De hecho, las Autodefensas se consideran consolidadas únicamente ahí donde a partir de su aparición consiguen la participación masiva del pueblo, el cual se establece en una especie de asamblea permanente,que discute democráticamente y toma las decisiones fundamentales del movimiento. Todo el pueblo participa en las labores de vigilancia y defensa de la comunidad. Hay comisiones para realizar rondines, montar guardia en trincheras y puestos de vigilancia, realizar servicios  médicos y de ambulancia, etcétera.

Cada pueblo nombra a sus representantes ante el Consejo General de Autodefensas, los cuales se caracterizan por ser los elementos más consecuentes y con mayores capacidades para dirigir la lucha. No existen profesionales del movimiento, cada cual debe financiar su participación a partir de sus oficios y profesiones habituales. Los recursos para financiar la lucha  son recabados entre el conjunto de la población, la asamblea elije un tesorero. La enorme cantidad de migrantes michoacanos en Estados Unidos también se han dado a la tarea de proveer de recursos económicos al movimiento, además de que le han dado una importante cobertura política y proyección pública en ese país.

El programa político de las Comunitarias formalmente se reduce a terminar con la opresión de los narcotraficantes en los pueblos: extorsiones, robos, secuestros, asesinatos, producción y venta de drogas. En realidad sus acciones equivalen a tomar el control político de sus comunidades, ocupando la figura del Estado, sobre todo en cuanto a la seguridad pública se refiere. En la medida en que son las asambleas democráticas del pueblo las que toman las decisiones, las funciones de Estado, son más parecidas a las funciones de un Estado Obrero, donde no es una minoría de políticos profesionales los que ejercen la administración de la comunidad, sino el pueblo en su conjunto, donde naturalmente el elemento proletario es mayoritario y por ende, es el que marca el carácter de clase de las decisiones que se toman.


La existencia misma de las Autodefensas representa un desafío a la maquinaria del Estado burgués; plantea el problema de quién y al servicio de quién gobierna. Por un lado está el pueblo organizado, tratando de resolver las necesidades de la mayoría de la población. Por el otro lado está una minoría de políticos al servicio de los intereses capitalistas más dominantes, en este caso, los capitalistas están totalmente fusionados a los narcotraficantes. El hecho de que el Estado burgués tenga que medir fuerzas con el pueblo armado, viéndose impotente para mantener sus mecanismos de dominación, representa una escuela revolucionaria enorme para el conjunto de la clase trabajadora. Las Autodefensas han demostrado que el Estado burgués es parte sustancial de los problemas que aquejan a la clase trabajadora, y no parte de la solución. Si bien, la demanda de seguridad pública no puede ser resuelta por el Estado, producto de su compenetración con el narco, lo mismo ocurre con otro tipo de demandas, particularmente con el desarrollo del nivel de vida de los trabajadores: el empleo y los salarios.

Las Autodefensas no sólo han desnudado el carácter reaccionario del Estado y sus vínculos con el narcotráfico, sino que plantean la forma de superarlo; organizando al pueblo, llevándolo a tomar el control del Estado. Su punto débil reside en que si bien en algunos casos se ha puesto al servicio de la comunidad y bajo la administración de ésta, cierto número de fincas agrícolas arrebatadas a los narcotraficantes, aún no se plantea como una política a seguir la expropiación consciente de las propiedades de los capos de la droga y sus cómplices. La expropiación de los cárteles y sus cómplices no sólo le permitiría a los grupos de autodefensa impulsar medidas de carácter social y económico y contrarrestar en cierta medida la base material que alimenta al narcotráfico: en el terreno de la producción y también a través de ofrecerle una alternativa distinta a miles de jóvenes pauperizados que ven en esa actividad criminal una alternativa. Aún con la situación de doble poder inacabado y a escala local, sus acciones prácticas los coloca como los enemigos número uno de la burguesía y el Estado a nivel nacional. No puede ser de otra manera, no hay tregua posible en este terreno. El único camino es extender el movimiento y complementarlo políticamente con un conjunto de demandas sociales.

El avance de las Autodefensas
Las Autodefensas no han dejado de avanzar. Después de la organización de seis pequeños pueblos purépechas, todos ubicados en una misma zona del estado.


El movimiento inició como tal en la zona de la Tierra Caliente, colindante con Jalisco y Colima. Los pueblos donde comenzó el movimiento a pesar de ser pequeños, tienen una gran importancia en cuanto a la producción de frutas. Para el 24 de febrero del 2013,  estaba planeado el alzamiento simultáneo en cinco poblados, incluida la ciudad de Apatzingán, una de las más importantes de Michoacán, con una población de más de 123 mil habitantes. Sin embargo, el movimiento fue descubierto y reprimido en Apatzingán y Coalcomán por lo que ahí se frustró el alzamiento.  


Para el mes de abril el movimiento ya había logrado consolidarse donde inició, en La Ruana, Tepalcatepec y Buenavista, superando los ataques y el cerco impuesto por Los Templarios a estas comunidades. Mireles describe, en una entrevista del periódico La Jornada, que diariamente había tres intentos de retomar Tepalcatepec por parte del narco, apoyado por las policías del estado. En cada uno de ellos, el saldo había sido positivo para las Autodefensas. En los pueblos insurreccionados de inmediato cambió la vida de sus habitantes, Mireles lo describe así: “Antes del 24 de febrero había siete u ocho personas ejecutadas por semana en Tepalcatepec, eso durante 12 años seguidos. Pero ahora sólo hemos tenido seis muertos en combate en nueve meses, pero defendiendo su vida y la de los suyos” (5).

A este primer avance le sucedieron otros, en la misma  zona de la Tierra Caliente; en el mes de abril en Chinicuila, en mayo en Coalcomán, Aquila y Aguililla. El avance en éste último pueblo era significativo ya que históricamente ha sido uno de los bastiones del narcotráfico, ya en 1947 se habían decomisado 14 toneladas de mariguana. El avance de las  Policías Comunitarias pronto se topó con la diversidad de negocios de Los Caballeros Templarios, estos últimos controlaban la explotación de hierro y oro, en Aguililla.


No es sino hasta el 20 de mayo que el gobierno federal organiza un operativo contra las Autodefensas. El ejército del narcotráfico, mucho mejor pertrechado, habituado al uso de armas y contando con todo el aparato del Estado había fracasado en sus intentos de ahogar en sangre a los pueblos insurreccionados. Era hora de enviar directamente al Ejército a desarmar a las Autodefensas, para que entonces sí los narcos pudieran acometer la masacre. De forma heroica las Autodefensas se mantienen firmes y evitan el desarme y detención de sus miembros. El ejército se ve obligado a establecer compromisos de colaboración con las Autodefensas que no dejan de avanzar. En estas acciones conjuntas, el Ejército y la Policía Federal muestran una vez más de qué lado se encuentran las fuerzas del Estado, ya no sólo de Michoacán sino del conjunto de la Federación. De forma velada y totalmente abierta dejan a las Comunitarias totalmente expuestas a los ataques del narco. Con todo y todo las Autodefensas siguen consolidándose ahí donde se encuentran y en octubre intentan por segunda vez la entrada en Apatzingán, ya en una lógica franca de expansión hacia lo que es uno de los puntos nodales del poder de los Templarios. El saldo es de un avance parcial, estableciéndose los primero núcleos, células y acciones contra los narcos en esta ciudad.


Para finales del año, el gobernador del estado, Fausto Vallejo, aceptó que las Autodefensas tenían presencia en 47 municipios de un total de 113 que conforman la entidad. Los voceros de las Autodefensas hablaban de presencia en 72 comunidades, ubicadas en 32 municipios, ya no sólo de la Tierra Caliente, sino prácticamente de todo el Estado e incluso de poblaciones de Jalisco y Colima. En algunos de esos municipios la policía de los ayuntamientos ha sido desarmada. Al menos existen seis casos documentados donde el presidente municipal ha sido desconocido o de plano expulsado de la comunidad. Mireles declaraba a mediados de año que ante un repique de campanas, podían reunirse hasta tres mil Autodefensas armados. Para finales del año los voceros ya hablan de una fuerza de 10 mil hombres armados, los mismos que dijo tener a su disposición “La Tuta”, uno de los máximos líderes Templarios en una entrevista para Mundo Fox en diciembre del 2013.

Igualmente reveladoras son las declaraciones del padre Goyo, de la iglesia  de Apatzingán, donde en una entrevista con la revista Proceso, plantea que existen 45 mil personas dispuestas a levantarse contra el gobierno y los Templarios. Tras esas declaraciones de inmediato se solicitó su presencia en el Vaticano (6).


Tras haber sido cuestionado en tres ocasiones por el presidente del Foro Económico Mundial en Davos, Suíza, el 22 de enero del 2014,  Peña Nieto regresó al país con un nuevo plan para deshacerse de las Autodefensas. Entre otras plantea su asimilación a la policía municipal, su desarme y la inversión de 45 mil millones de pesos para “desarrollar al estado de Michoacán”. Nuevamente estas medidas no son sino elementos mediáticos para lograr el objetivo fundamental; restablecer el control del narcotráfico asociado a la burocracia del Estado, en todo el territorio de Michoacán. Fracasan de nuevo y las Autodefensas continúan su heroico avance, planteándose de manera cada vez más firme establecer el movimiento en la capital del estado, Morelia.


Su avance, sigue poniéndolos frente a la necesidad de adoptar una posición más consciente frente al conjunto de necesidades económicas de la población y ejercer de manera más plena el control del Estado, con base en las asambleas populares. El 16 de enero las Autodefensas devuelven a sus dueños originales 25 huertas en el municipio de Tancítaro, con una extensión de 265 hectáreas, de las que habían sido despojados por los Templarios, cinco años atrás. También, han sido expulsados seis presidentes municipales de sus funciones y de sus pueblos, por sus vínculos con el narco.


La táctica del estado para acabar con las Autodefensas
Conforme se ha desarrollado el movimiento, se ha ido demostrando hasta dónde el Estado, al mando de Peña Nieto, es incapaz de romper sus lazos con el negocio del narcotráfico. A pesar del avance del movimiento y de la peligrosidad que representa para la burguesía el hecho de que las Autodefensas se puedan extender hacia otros estados del país, la clase dominante prefieren apostar a que podrán poner fin a las Autodefensas, antes que cercenar el negocio.


La táctica del Estado en esencia es la misma desde que comenzó el movimiento: cooptar a los grupos de Autodefensa, dividirlos, comprar a sus dirigentes o meterlos en la cárcel, arrebatarles respaldo social por medio de programas sociales y en última instancia aniquilarlos físicamente si es que no le queda otro camino, con el fuego conjunto de los narcos y el aparato del Estado. Al mismo tiempo que reprimen, no dejan de llegar a “acuerdos” con el movimiento, que más tardan en anunciarse que en romperse, dada la extrema  incompatibilidad del pueblo en armas y la maquinaria del Estado burgués. Estos acuerdos tienen el objetivo de ganar tiempo, distraer y confundir a los dirigentes. No escatiman en crear divisiones entre los representantes de las Autodefensas, tratando de explotar los intereses particulares de los medianos propietarios, entre los cuales han tratado de regenerar cierto nivel de ilusión en que las cosas pueden volver a ser como en los viejos tiempos. La táctica del gobierno de Peña Nieto es la de golpear con el garrote, prometiendo la llegada de una zanahoria inexistente. Incluso el anuncio de la inversión para Michoacán es una burla total. Como explicaba el presidente del Colegio de Economistas de Michoacán, el grueso de ese monto ya estaba presupuestado, a lo sumo se le han agregado 1 200 millones de pesos, el 2.6 % de lo anunciado por Peña. Y como colofón, la denuncia  de Mireles, en el sentido de que en la medida en que esos recursos lleguen por intermedio del gobierno estatal, en realidad irán a parar a manos de los Templarios, que controlan el estado de forma descarada.


Se ha documentado, por ejemplo, que del presupuesto mensual de cada municipio para obra pública, se le entrega a los Templarios en promedio entre el 10% y 15% de los recursos. Llegando, en el caso de Morelia, a ser este porcentaje del 30% (7).

Otro ejemplo de la verdadera actitud del gobierno, es el juicio que la Sedena inició contra un mando del Ejército, traído a Michoacán el 15 de mayo del 2013 para hacer cambios en la policía estatal. En cuanto este general brigadier, acreditado en diferentes especialidades en EUA, comenzó a realizar movimientos por demás lógicos; como incrementar el número de efectivos a las labores de vigilancia en la ciudad , se le despidió y se inició un juicio montado en su contra por abuso de autoridad (8).

Los periodistas honestos ya no encuentran como destacar los vínculos consanguíneos y de compadrazgo entre el gobernador y su secretario de gobierno, Jesús Reyna, con los más reconocidos líderes del cartel de los Caballeros Templarios; respecto a éste último, se señala que es concuño de La Tuta. Incluso se ha señalado su asistencia al velorio del fundador del cartel de los Caballeros Templarios: “Ahora que murió el papá de Nazario (El Chayo, líder templario) ahí estuvo en el sepelio. La gente de Apatzingán lo vio en el velorio. Ahí estuvo Jesús Reyna con la crema y nata de Los Caballeros Templarios” (9).

La desfachatez con la que el Estado está embarrado hasta el cuello con los intereses del narco, no hace sino darle mayor legitimidad al movimiento. Esta mayor legitimidad y autoridad política y moral de las Autodefensas, también va acompañada de mayor responsabilidad en cuanto a dónde conducir el movimiento.


Mientras tanto el Estado no pierde de vista su objetivo fundamental. Su última acción ha sido la aprensión de uno de los fundadores del movimiento, Hipólito Mora. Esta detención fue el resultado del asesinato en muy dudosas circunstancias de dos miembros de las Autodefensas de su comunidad, La Ruana, con los que previamente había tenido diferencias importantes y al parecer hostilidades declaradas. Lo que es un hecho indiscutible es que todas las agencias de seguridad mexicanas y norteamericanas, trabajan día y noche, para fracturar al movimiento, explotando todas sus debilidades y dificultades naturales a la hora de dirigir un movimiento que está llegando al hueso del sistema.


Se ha señalado que las diferencias entre Hipólito y Rafael Sánchez Moreno, apodado ‘El Pollo’, ambos fundadores y miembros reconocidos del movimiento se produjo en torno a la incorporación o no en las Autodefensas de ex miembros del cartel de los Templarios en calidad de “perdonados”. Este aspecto del debate, refleja la importancia de extender el carácter proletario del movimiento, dotándolo de  demandas que tiendan a solucionar la base del problema del narcotráfico, que es la pobreza embrutecedora y deshumanizadora en la que se encuentra el grueso de la población. Ya comienzan a salir en la prensa titulares como “Un hijo Templario y otro Autodefensa”, relatos donde se indica que un Autodefensa fue atacado por su sobrino, que es parte del cártel.


Es innegable que particularmente los sectores más bajos del narcotráfico, están compuestos por elementos lúmpenes provenientes del proletariado, que han visto en este negocio no únicamente una forma de salir de su condición desesperada, hay quién incluso a encontrado un falso “sentido de vida” perteneciendo a estos grupos. Dejando de lado que en regiones como Michoacán, Guerrero, Sinaloa o Chihuahua, no es necesario que una persona en lo individual entre en contacto con el narco, sino que éste está presente en todos los aspectos de la vida social, dominándolo prácticamente todo. Este tipo de circunstancias plantea retos importantes al movimiento de las Autodefensas, como establecer una política sobre estos elementos desclasados, que han jugado un papel periférico o circunstancial en las bandas del narco y que incluso, pueden ser asimilados por su comunidad si es que ésta así lo determina. Evidentemente, problematizar ese aspecto, no implica de ninguna manera torcer las cosas hasta el grado de incorporar a estos elementos en las tareas de seguridad, entregándoles armas o colocándolos en posiciones claves, lo cual sería un error garrafal.


Muchos de los problemas que enfrenta el movimiento únicamente encontrarán una solución en la medida en que se acentúe el carácter proletario del movimiento y se tomen medidas que tiendan a cortar la raíz que nutre al narco de nuevos elementos: la pobreza. Todo movimiento revolucionario exitoso, ha tenido que combinar la actitud más firme en cuanto a los aspectos concretos de la lucha, con una actitud contundente en cuanto a cambiar el régimen social establecido. Las Autodefensas no pueden rebajar su perfil de combate sin tregua ni miramientos contra todo aquel que colabora de una u otra manera con el narco, apuntando sus baterías sobre todo a la cima de éste negocio.


 Las filas del narco pueden verse afectadas por las deserciones y verse mermados sus potenciales refuerzos, no sólo dentro de Michoacán, en la medida en que sean expropiados completamente sus más altos jefes. Sin embargo, es muy importante que los grupos de Autodefensa le cierren las puertas a los desertores de las filas del narcotráfico, primero, porque la entrada de este tipo de elementos al movimiento podría afectar el apoyo entre un sector de la población que ha vistos seriamente afectadas sus vidas por esa lacras; segundo, porque crearía condiciones favorables para alimentar la percepción que pretende crear el Estado, de que los grupos de autodefensa son el instrumento de algún cártel de la droga, idea que tiene como objetivo aislar políticamente a los Grupos de Autodefensa; tercero, porque se trata de elementos lúmpenes que no tienen ni la más mínima conciencia ni lealtad de clase, siendo por consecuencia presa fácil de la política del Estado que pretenderá reventar al movimiento desde adentro.


 El movimiento tiene que ser depurado de esa clase de elementos pues es un hecho  que se venderán por un plano de lentejas a los enemigos, provenientes tanto del Estado como de los propios cárteles de la droga; entre más elementos de esta naturaleza penetren la estructura de los Grupos de Autodefensa, aunque no se les dé ninguna clase de cargo medianamente importante, el peligro de la traición crecerá y las posibilidades de que el movimiento sea derrotado a partir de sus propias contradicciones se hará mayor. Ni imaginar qué podría pasar con un grupo de decenas de hombres armados, todos ellos exmiembros de los Caballeros Templarios pero ahora bajo las siglas de los Grupos de Autodefensas, pacientemente organizados y pagados por un grupo de provocadores del Estado infiltrados en el movimiento. En realidad, ese escenario es del todo posible si las Autodefensas no depuran sus filas y expulsan del movimiento a todos los exnarcos que pudieran existir.


El instinto de clase del movimiento, su carácter masivo y democrático, así como la calidad moral de los dirigentes de las Autodefensas, reconocidos por sus pueblos, han jugado un papel destacado en que el movimiento avance sin caer en las distorsiones que promueve sin cesar el aparato del Estado y que el movimiento mismo plantea. No obstante, esos elementos en el mediano y largo plazo mostrarán un agotamiento si es que no se les complementa con un programa de reivindicaciones sociales que impliquen una mejora sustancial en las condiciones de vida del proletariado y el campesinado pobre. Tiene toda la razón Mireles cuando afirma: “Queremos exterminar al crimen organizado de nuestro estado, llámese como se llame, esté en el nivel en el que se encuentre. No queremos criminales con charola, con una curul, con un poder gubernamental en el estado”. Contra ellos, contra el régimen económico y político de la burguesía toda la fuerza y organización del movimiento. No enfrascar las fuerzas en el inevitable enfrentamiento físico, avanzar hacia la emancipación económica del grueso de la población trabajadora.


Fuentes:
1.La Jornada. El pueblo que venció al crimen organizado.[en línea].24 de julio 2013. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=8M79tqOcgaY     
2.Inifap busca especie mejorada de aguacate para mejorar la producción. (2013-08-16). La Opinión de Michoacán. Consultar en http://www.laopiniondemichoacan.com.mx/hemeroteca2009_/agosto2013/noticias/06/22.html
3. Olmos J.G. (2013-05-25). Peña Nieto, tras los pasos de Calderón. Proceso. Recuperado http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=343005&rl=wh
http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=366158&rl=wh
4.García Tinoco M. Recuperan el control de tianguis limonero en  Michoacán.(2014-02-12).Excelsior especial. Consultar http://www.excelsior.com.mx/nacional/2014/02/12/943382
5. Olmos. J.G. (2013-11-23). Sólo el pueblo puede defender al pueblo .Proceso. Recuperado. http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=358707&rl=wh
6.Olmos J.G. (2014-01-18)La nueva estrategia: más de los mismo. Proceso. Recuperado http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=362686&rl=wh
7. Olmos J. G. (2013-05 25). Peña  Nieto tras los pasos de  Calderón. Proceso. Recuperado http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=343005&rl=wh
8. Veledíaz J. (2014-01-18). La génesis del desastre militar. Proceso 1942.
9.La Redación. (2013-11-02). Trampa mortal en Morelia. Proceso. Recuperado http://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=356950&rl=wh
 

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Muchas veces me han preguntado, y aun es hoy el día en que hay quien me pregunta: "¿Pero cómo dejó usted que se le fuese de las manos el Poder?" Y generalmente, parece como si detrás de esta pregunta se dibujase la representación simplista de un objeto material que se le resbala a uno de las manos; como si el perder el Poder fuese algo así como perder el reloj o un carnet de notas. Cuando un revolucionario que ha dirigido la conquista del Poder empieza, llegado un cierto momento, a perderlo -sea por vía "pacífica" o violentamente-, ello quiere decir, en realidad, que comienza a iniciarse la decadencia de las ideas y los sentimientos que animaran en una primera fase a los elementos directivos de la revolución, o que desciende de nivel el impulso revolucionario de las masas, o ambas cosas a la vez.

 

Los cuadros dirigentes del partido, salidos de la clandestinidad, estaban dominados por las tendencias revolucionarias que los caudillos del primer período de la revolución supieron formular clara y concretamente, y que acertaron, porque eran capaces de ello, a realizar en la práctica plena y victoriosamente. Esta capacidad fue precisamente la que les elevó a los puestos de dirección del partido, a través del partido de la clase obrera, y a través de ésta de todo el país. Esto es lo que explica que el Poder fuese a concentrarse en manos de determinadas personas. Pero las ideas que habían presidido el primer período revolucionario fueron perdiendo, insensiblemente, la fuerza sobre la conciencia de aquel sector dirigente a cuyo cargo corría directamente el ejercer el Poder sobre el país.

En el propio país fueron desarrollándose fenómenos y procesos a los que en conjunto puede darse el nombre de "reacción". Estos procesos afectaban también, más o menos de lleno, a la clase obrera, incluyendo al sector organizado dentro del partido. Entre los directivos que ocupaban los puestos en la organización empezaron a despuntar aspiraciones especiales, a las que se esforzaban por subordinar en todo lo que podían la obra de la revolución. Entre los caudillos que representaban el rumbo histórico de la clase y que sabían ver más allá de la organización administrativa y el aparato burocrático, pesado, gigantesco, tan heterogéneo de composición, en que el comunista medio resultaba fácilmente absorbido, empezó a formarse una escisión.

Al principio, esta escisión tenía carácter más bien psicológico que político. El pasado estaba todavía demasiado fresco en las conciencias. Las aspiraciones que presidieran el movimiento de Octubre no se habían evaporado todavía del recuerdo. La autoridad personal de los caudillos del primer período era muy grande. Sin embargo, bajo la corteza de las formas tradicionales, iba formándose una nueva psicología. Las perspectivas internacionales palidecían y se esfumabas La labor cotidiana se tragaba a los hombres. Los nuevos métodos, creados para servir a los fines antiguos, engendraban fines nuevos, sobre todo una nueva psicología. Para muchos, la etapa actual, llamada a ser punto de paso, iba cobrando el valor de una estación de término. Se iba formando un nuevo tipo de hombre.

Los revolucionarios están hechos, en fin de cuentas, de la misma madera de los demás hombres. Pero tienen, por fuerza, que poseer alguna cualidad personal relevante que permita a las circunstancias históricas destacarlos sobre el fondo común y articularlos en grupo aparte. El trato constante, la labor teórica, la lucha bajo una bandera común, la disciplina colectiva, el endurecimiento bajo el fuego de los peligros, van formando paulatinamente el tipo revolucionario. Así, puede asegurarse que, hay un tipo psicológico de bolchevique, perfectamente distinto del tipo menchevique. Y un ojo muy experto podría llegar incluso-con un margen pequeño de errores-a distinguir a simple vista y por la facha a un bolchevique de un menchevique.

Pero esto no quiere decir que un bolchevique fuera siempre y en todo bolchevique. Sólo a unos pocos les es dado absorber una ideología hasta llevarla en la sangre, hacerla dominante en su propia conciencia y que su mundo de sentimientos sea coherente con ella. En la masa obrera, el instinto de clase, que en los momentos críticos cobra claridad suprema, se encarga de suplir esta compenetración ideológica. Pero en el partido y en el Estado hay una capa extensa de revolucionarios que, aunque proceden en su mayoría de las masas, ya hace mucho tiempo que se han desglosado de ella y a quienes la posición que ocupan coloca en una cierta actitud antagónica frente a las masas. En ellos el instinto de clase se ha esfumado ya. Pero no tienen tampoco la firmeza teórica ni la amplitud de horizonte necesarios para abarcar en su totalidad un proceso histórico. En su psicología quedan una serie de brechas y puntos vulnerables por los que, al cambiar las circunstancias, pueden penetrar a sus anchas influencias extrañas y hostiles. En la época de la propaganda clandestina, del alzamiento, de la guerra civil, estos elementos eran simples soldados que formaban en las filas del partido. En su conciencia no resonaba más que una cuerda y esta cuerda daba el tono que el diapasón del partido marcaba. Pero, cuando la tensión empezó a ceder y los nómadas de la revolución fueron echando raíces en el nuevo suelo, comenzaron a despertar en ellos y a desarrollarse esas cualidades, simpatías y aficiones pequeñoburguesas del empleadillo satisfecho.

Manifestaciones escapadas sin querer de la boca de Kalinin, de Vorochilov, de Stalin, de Ríkov, le hacían a uno levantar la cabeza, de vez en cuando, con gesto de inquietud. ¿De dónde salía aquello?-se preguntaba uno. ¿Qué grifo destilaba aquellas gotas? Muchas veces, al llegar a una sesión, me encontraba con un grupo de personas que estaban conversando amigablemente y que al entrar yo cortaban bruscamente. Aquellas conversaciones no versaban sobre nada contrario a mí, sobre nada que contradijese a los principios del partido. Pero eran temas en que traspiraban el aquietamiento de una conciencia, la satisfacción y la trivialidad. En aquella gente iba naciendo la necesidad de confiarse mutuamente sus sentimientos, propensión en la que no dejaba de entrar por buena parte esa tendencia de comadrería y murmuración de las mujerucas de la burguesía. Al principio, no se avergonzaban solamente delante de Lenin y de mí; se avergonzaban ante sí mismos. Si, por ejemplo, Stalin se salía con una de sus gracias de mal gusto, Lenin, sin levantar la cabeza, metido por los papeles, echaba una mirada rápida a los que estaban sentados en torno a la mesa, como para convencerse de si todavía quedaban alguno a quien se hiciesen insoportables aquellas cosas. En situaciones semejantes, nos bastaba una mirada fugaz o un cambio de tono en la voz, para cercioramos de que coincidíamos en la apreciación psicológica.

Si yo no tomaba parte en las diversiones que iban haciéndose habituales en la nueva clase gobernante, no era por motivos morales, sino porque no quería exponerme a la tortura del más terrible de los aburrimientos. Aquellas comidas, aquellas visitas asiduas a los ballets, aquellas veladas que se pasaban bebiendo y murmurando de los ausentes, como era de rigor, no tenían para mí el menor atractivo. Los nuevos jefes comprendían que yo no podía adaptarme a su régimen de vida. No hacían tampoco grandes esfuerzos para convertirme. Por eso, las conversaciones se interrumpían al presentarme yo, y los que hacían corro se separaban un poco avergonzados y con un sentimiento recatado de hostilidad contra mí. Dígase, si se quiere, que esto significaba que el Poder empezaba a írseme de las manos…

Al cumplirse hoy 131 años del fallecimiento de Carlos Marx, publicamos el discurso pronunciado por Federico Engels en el cementerio de Highgate en Londres, el 17 de marzo de 1883.

El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde , dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre.

Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y América y la ciencia histórica han perdido con este hombre. Harto pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca.

Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza idológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él . El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas.

Dos descubrimientos como éstos debían bastar para una vida. Quien tenga la suerte de hacer tan sólo un descubrimiento así, ya puede considerarse feliz. Pero no hubo un sólo campo que Marx no sometiese a investigación -y éstos campos fueron muchos, y no se limitó a tocar de pasada ni uno sólo- incluyendo las matemáticas, en la que no hiciese descubrimientos originales. Tal era el hombre de ciencia. Pero esto no era, ni con mucho, la mitad del hombre. Para Marx, la ciencia era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria. Por puro que fuese el gozo que pudiera depararle un nuevo descubrimiento hecho en cualquier ciencia teórica y cuya aplicación práctica tal vez no podía preverse en modo alguno, era muy otro el goce que experimentaba cuando se trataba de un descubrimiento que ejercía inmediatamente una influencia revolucionadora en la industria y en el desarrollo histórico en general. Por eso seguía al detalle la marcha de los descubrimientos realizados en el campo de la electricidad, hasta los de Marcel Deprez en los últimos tiempos.

Pues Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos. Primera Gaceta del Rin, 1842; Vorwärts* de París, 1844; Gaceta Alemana de Bruselas, 1847; Nueva Gaceta del Rin, 1848-1849; New York Tribune, 1852 a 1861, a todo lo cual hay que añadir un montón de folletos de lucha, y el trabajo en las organizaciones de París, Bruselas y Londres, hasta que, por último, nació como remate de todo, la gran Asociación Internacional de Trabajadores, que era, en verdad, una obra de la que su autor podía estar orgulloso, aunque no hubiera creado ninguna otra cosa.

Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los repulicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde la minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal.Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.

Lenin escribió este texto en 1920, con el objetivo de dar a conocer en mayor detalle cuál había sido el método y la táctica seguida durante décadas por los marxistas rusos para ganar el apoyo mayoritario de los trabajadores y del campesinado pobre y lograr que la revolución finalmente triunfase en 1917.


El enorme impacto que la Revolución Rusa tuvo en todo el mundo hizo que en los partidos socialdemócratas de toda Europa (cuyas direcciones habían sufrido un proceso de derechización muy acusado, apoyando los intereses de sus respectivas burguesías nacionales al iniciarse la Primera Guerra Mundial) comenzasen a surgir agrupaciones o fracciones de izquierdas que se reprodujeron con rapidez por todo el continente. En poco tiempo muchas de ellas acabaron convirtiéndose en los diferentes partidos comunistas, atrayendo e influyendo a miles y centenares de miles de personas en todo el planeta.


Para millones de campesinos, jóvenes y trabajadores la posibilidad de construir un mundo mejor; alejado de la pobreza, la necesidad y las carencias del día a día, aparecía de repente al alcance de la mano. Sin embargo, esta tarea que parecía tan sencilla se encontraba con una enorme contradicción. Si bien el impacto de la Revolución era abrumador, el conocimiento sobre la historia, polémicas y desarrollo del Partido Bolchevique, no dejaban de ser, en realidad, muy limitados.


Aunque el bolchevismo se basaba en principios muy sólidos, una política de independencia de clase y aparecía claramente diferenciado de las tendencias reformistas del movimiento, representadas en Rusia por los dirigentes mencheviques y socialrevolucionarios, eso no agotaba la cuestión. Su táctica no era un recetario cerrado y rígido sobre cómo actuar en todo momento. Aunque siempre supeditada al objetivo de la revolución socialista y a elevar el nivel de conciencia y organización de la clase obrera, la táctica variaba en función de las situaciones y acontecimientos que se iban desarrollando a cada momento, y de las propias fuerzas e influencia de los bolcheviques en el movimiento. Debido a la falta de experiencia muchos de los nuevos y jóvenes dirigentes comunistas en todo el mundo abrazaban, sin ser conscientes, una política en ocasiones sectaria y ultraizquierdista, alejándose tanto de las masas a las que apelaban, como de las tradiciones bolcheviques que decían defender. Para tratar de corregir esta situación y contribuir a la generalización de toda la experiencia bolchevique, Lenin elaboró esta obra.


El mito del antiparlamentarismo


Aunque Lenin tenía perfectamente claro que el parlamento burgués es parte de la maquinaria estatal de dominación de los capitalistas no se deriva de ello que se negara a utilizarlo como tribuna para ganar audiencia ante capas de la sociedad a las que no podría llegar de otra manera, y a la vez reforzar su influencia sobre las que ya les apoyaban. El trabajo parlamentario no era un fin en sí mismo sino una manera de elevar el nivel de comprensión de las masas y la confianza en sus propias fuerzas. Lenin criticaba el “cretinismo parlamentario” de los reformistas, que se impregnaban hasta la médula de la superficialidad y la hipocresía de la rutina institucional, alejada de las condiciones de vida de las masas. Para los reformistas el parlamento burgués es algo “sagrado”, cuando resulta que no lo es ni siquiera para la burguesía, para quien el centro de decisiones real no es el parlamento, sino los consejos de dirección de la banca y de los grandes monopolios, desde donde se elaboran y se encaminan realmente todas las leyes y medidas que afectan a la vida de la gente. Además, si en algún momento es necesario suprimir el parlamento para garantizar mejor su dominio, pues lo hacen, o lo intentan… como hemos visto en el Estado español en 1936, en Chile en 1973 o en Venezuela en 2002.


Por tanto, sí, Lenin era absolutamente contrario a la complacencia, al amoldamiento a las instituciones burguesas, pero a la vez defendía como el que más no dejar de utilizar con perfil marcadamente revolucionario cualquier medio a su alcance. Ejemplos como el histórico discurso que pronunció Che Guevara en la ONU en 1964, denunciando los intereses imperialistas, o más recientemente y en el Estado español, la intervención que representantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca han hecho en el Parlamento denunciando a la gran banca, o la de los representantes del Sindicato de Estudiantes contra la ley Wert, son ejemplos de cómo utilizar una posición parlamentaria para reforzar la lucha y la causa de la mayoría oprimida de la sociedad. Solo en circunstancias muy especiales los bolcheviques llamaron al boicot parlamentario.


Lenin y los sindicatos


Una idea que recorre todo el texto es la de la necesidad de encontrar el camino adecuado para conectar con las masas. Y sin duda el espacio dedicado a su posición sobre el trabajo de los marxistas en los sindicatos es algo destacado. Sobre todo por las polémicas abiertas en torno a la validez, o no, de militar en un sindicato cuya dirección tenga un carácter reformista o incluso abiertamente reaccionario.


Para Lenin la pregunta que uno debe hacerse es dónde se encuentran los trabajadores organizados. Si la respuesta es que mayoritariamente se encuentran en un sindicato, aunque sea de estas características, entonces con más razón la tarea de los marxistas es estar organizados a su lado para, a través de la experiencia y del trabajo paciente, ir desenmascarando a esa dirección sumamente perniciosa para los intereses de clase del propio trabajador y ganarles para las ideas revolucionarias.


Para Lenin abandonar el sindicato y abandonar a los trabajadores ante la influencia de una dirección reformista es un enorme error. Ante las quejas sobre las maniobras de la burocracia para hacer la vida imposible o incluso expulsar a los revolucionarios de estos sindicatos, Lenin es muy claro: “no hay que temer las dificultades, las quisquillas, las zancadillas, los insultos y las persecuciones de los “jefes” […] se debe trabajar sin falta allí donde estén las masas”. “No dudamos que los señores ‘jefes’ del oportunismo recurrirán a todos los artificios […] para impedir la entrada de los comunistas en los sindicatos, para expulsarles de ellos por todos los medios y hacer lo más desagradable posible su labor en los mismos, para ofenderles, acosarles y perseguirles. Hay que saber hacer frente a todo eso […] con tal de penetrar en los sindicatos, permanecer en ellos y realizar allí, cueste lo que cueste, una labor comunista”.


El frente único


Lenin también aborda la cuestión del frente único, de la relación entre las organizaciones revolucionarias y el resto de organizaciones existentes en el campo de la izquierda. En esta ocasión tiene que hacer frente a los prejuicios sectarios que plantean que llegar a un acuerdo de unidad de acción con organizaciones reformistas equivale a entregarles su autoridad revolucionaria y darles un barniz de izquierdas que no se merecen, contribuyendo además a confundir a las masas.


Sin embargo, la táctica de frente único que defienden los bolcheviques logra precisamente todo lo contrario. La esencia del frente único es “golpear juntos, marchar separados”. Por supuesto, se parte de un objetivo común de lucha (echar atrás una medida del gobierno, por ejemplo) pero, al mismo tiempo, todas las organizaciones implicadas en esta alianza conservan su total libertad de crítica y de opinión ante el movimiento. Lo que decantará a las masas hacia una posición revolucionaria será la propia experiencia, una experiencia que es fundamental para el avance de la conciencia y que el frente único facilita. El frente único permite que las masas puedan apreciar y contrastar los programas y los métodos de cada una de las organizaciones y por tanto favorecerá, necesariamente, a los que actúan de forma más consecuente y resuelta en defensa del movimiento obrero, contribuyendo así a desenmascarar el límite previo que en toda lucha los reformistas tratan de imponer.


Esta obra, escrita hace casi cien años, que aborda más temas que no podemos tratar aquí, puede ser considerada como uno de los más importantes textos de orientación marxista para la construcción y desarrollo de las fuerzas revolucionarias en la actualidad. Permite comprender cómo los bolcheviques, que comenzaron siendo un reducido grupo de unos centenares de hombres y mujeres dispersos por el imperio zarista y el exilio, lograron encontrar el camino a las masas y conectar profundamente con sus aspiraciones, derrotando ideológicamente a las demás tendencias del movimiento obrero.

Las lecciones de este periodo las debemos analizar sin ningún temor, es peor seguir cometiendo el mismo error. Esto será fundamental para enfrentar el periodo que viene en donde la derecha plantea seguir atacando los derechos más básicos de los trabajadores.

La lucha debe continuar más fuerte y decidida ahora por derrocar la contrarreforma energética, la educativa, la fiscal, la laboral, es decir contra toda la miseria de este sistema capitalista. La lucha no ha terminado con la aprobación de las reformas en las cámaras. Los trabajadores tenemos que evitar que éstas sean aplicadas en el día a día ¡La lucha sigue compañeros!

 

 

 

 

Editorial

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Nacional

Acontecimientos en el Panorama Sindical a Principios del 2014

Las condiciones laborales en CFE

Luchemos por un trabajo y salario digno

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¡‬Los padres de familia en defensa de la educación pública!

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Ecocidio y lucha de clases en Puebla: la educación pública al servicio del capital

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Internacional

1914-2014, un siglo después. Los marxistas y la Primera Guerra Mundial

Elecciones presidenciales en Chile

La revolución venezolana en un momento decisivo

En la primera década del siglo XX el proceso de concentración y monopolización del capital había arrasado el modelo decimonónico de capitalismo. La “libre competencia” de pequeños industriales y comerciantes cedió el paso a una batalla encarnizada entre las grandes potencias y los grandes monopolios bancarios e industriales por conquistar fuentes de materias primas, rutas comerciales y territorios. La pugna desembocaría en una destrucción de fuerzas productivas y pérdida de vidas humanas a una escala sin precedentes en la historia.

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