El 20 de agosto de 1940 un agente de la GPU acabó con la vida de León Trotsky en Coyoacán, México, Distrito Federal.
Todo el proceso de la revolución rusa de 1917, la comprensión del significado histórico y social de su ascenso y degeneración, es un acontecimiento clave en la formación de las nuevas generaciones de marxistas. ¿Cómo surge y se desarrolla el Stalinismo y por qué? ¿Cuáles fueron las consecuencias del Stalinismo para la Revolución socialista mundial? ¿A través de qué instrumentos operaba el Stalinismo y para qué? Las respuestas detalladas a estas preguntas no son el objetivo del contenido de este libro, pero, una vez dicho esto, en estas páginas Trotsky establece una serie de formulaciones que permiten al lector, entender cabalmente el contexto histórico y el motivo de su muerte.
Trotsky estableció una defensa contra los ataques de la prensa de la CTM y de la del Partido Comunista mexicano, que llegaron al grado de afirmar que el ataque del 24 de mayo en la casona de Coyoacán, había sido un “auto atentado”. En las páginas de “Los gangters de Stalin”, Trotsky desenmascara la injuria y el modo de operar de los sicarios de Stalin. Explica cómo el PC mexicano fue previamente purgado de “trotskystas” y cómo fue reemplazado el Comité Central desde Moscú en enero de 1940, como un paso obligado a la preparación de los atentados que finalmente le quitaron la vida.
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La Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) como es una costumbre año con año, celebra la XXII Feria Universitaria del Libro, Festival Cultural y de la Lectura, en la explanada de la Plaza Juárez de la ciudad de Pachuca. Esta feria tiene el objetivo de llevar el hábito de la lectura y despertar en los habitantes de este estado su capacidad crítica. La Fundación Federico Engels (FFE), la editorial más importante en el mundo que edita textos marxistas se hace presente en este lugar con el tesoro teórico del marxismo con la finalidad de llegar a aquellas miles de personas que asistan al evento.
La FFE tiene como objetivo impulsar la distribución, la divulgación y estudio de las obras> del marxismo así como sus métodos y tradiciones, esto desde hace ya varios años ha representado un trabajo implacable para editar este tipo de textos.
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Estudiar los textos del marxismo nos preparan para una lucha ya venidera, para que la clase obrera podamos formarnos políticamente y así defender nuestros intereses de clase, hagamos nuestra y usemos esta herramienta de lucha por el socialismo.
Nos hemos enterado de que el pasado 28 de julio, el activista y luchador social poblano Fermín Mariano Matías, destacado deportista y estudiante poblano (a punto de egresar) de la Maestría de Geofísica en la Universidad Nacional Autónoma de México, fue encontrado muerto en el municipio de San Juan Totolac del estado de Tlaxcala desde el 26 de junio aunque las autoridades poblanas no lo habían informado, por el contrario, ocultaron la información a sus familiares quienes desde 15 días antes presentaron una denuncia por su desaparición.
Crimen de Estado
La ejecución del compañero Fermín, por su militancia y lucha a favor de las causas sociales, sin duda es un crimen político de Estado y no una venganza personal o pasional como las autoridades quieren hacer creer. Este asesinato es una muestra más del verdadero carácter de clase del Estado burgués mexicano, ahora representado por el gobierno de Felipe Calderón (FeCal); un estado que, conforme se exacerba la lucha de clases en nuestro país, sigue siendo perfeccionado por el gobierno en turno que está militarizando el territorio nacional y criminalizando la protesta social para mantenerse en el poder mediante la coerción, utilizando a la fuerza pública.
Represión de un gobierno débil, dividido y en crisis
No podemos olvidar que FeCal fue impuesto en el gobierno mediante un fraude electoral orquestado por los barones del dinero y legitimado por sus instituciones del poder judicial. Desde entonces ha sido un gobierno bastante débil que ha perdido progresivamente el apoyo de los poco más de 15 millones de mexicanos que votaron por FeCal basado en un discurso demagógico. La muestra o indicador más reciente de esto ha sido el descalabro de su partido el PAN en las pasadas elecciones del cinco de julio con menos posiciones de poder en la Cámara de Diputados y gobiernos de varios estados de la república, lo que ha costado la cabeza de Germán Martínez y agudizado las divisiones internas por la presidencia nacional de ese partido.
Lo anterior dado en un periodo de bancarrota del capitalismo a nivel mundial, cuyos efectos en la economía mexicana y los niveles de vida de la clase trabajadora han generado un fuerte descontento social y desgastado al gobierno en crisis de FeCal. El pronóstico del Banco de México es que el Producto Interno Bruto decrecerá hasta en un 7.5% este año, con lo que se perderán 735 mil empleos formales más, el doble de los que fueron creados durante los dos primeros años del “presidente del empleo” (La Jornada, 30/07/09). Ante tal situación y la perspectiva de un ambiente social más convulsivo todavía, no le ha quedado otra a Calderón que, con el pretexto de la “lucha contra el narcotráfico”, cuyos resultados han sido hasta el momento más de 12 mil muertos, militarizar al país y dictar leyes que criminalizan la protesta social.
Calderón se esfuerza por atacar los efectos (desapareciendo y asesinando a activistas sociales, por ejemplo) que las profundas causas sociales (crisis, desempleo, pobreza, explotación, etc.) que generan el descontento entre la población, revelando así la fe supersticiosa de la burguesía en usar el poder de la policía, el ejército y toda la fuerza pública para mantenerse en el gobierno. Todo esto para dar la apariencia de un “Estado Fuerte” e invencible. Sin embargo, repetimos, en realidad se trata de un régimen bastante débil, divido y en crisis que puede ser derrocado, no importa cuales sean sus planes; se enfrenta a un movimiento obrero ascendente, aunque contenido por las actuales direcciones reformistas al frente de los sindicatos y el PRD, sin el apoyo de estos “dirigentes obreros” el sistema capitalista no podría seguir sosteniéndose, son incluso pilares más valiosos que la misma fuerza pública.
Defender los derechos democráticos y luchar por el socialismo
Como vemos, entre más se agudiza la lucha de clases en nuestro país, los derechos democráticos (libertad de expresión, reunión y asociación) también son atacados, mediante el fortalecimiento de la fuerza represiva del estado. En periodos de convulsión social la democracia burguesa deja de ser útil para seguir manteniendo la dictadura del capital. Bajo el capitalismo, la democracia está coartada, mutilada, deformada y limitada, pues sólo se nos permite elegir cada cierto tiempo a los mejores representantes de la burguesía para que sigan oprimiendo y explotando a la clase trabajadora. No obstante, los marxistas apoyamos todas y cada una de las luchas cotidianas de la clase trabajadora y la lucha por defensa de los derechos democráticos no es la excepción.
Los marxistas luchamos por preservar y extender todos los derechos y libertades democráticas. Condenamos el asesinato del compañero Fermín Mariano Matías y exigimos un alto a la represión contra los activistas y el movimiento social en su conjunto. Pero sabemos que luchar contra la represión, por la presentación con vida de los desaparecidos y por la libertad de todos los presos políticos en el país, no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar las condiciones necesarias de libertad que nos permitan agitar y participar activamente en el movimiento obrero por la transformación socialista de la sociedad.
Se ha anunciado correctamente la realización de mítines y protestas por parte del Frente de Organizaciones Sindicales, Sociales y Campesinas del Estado de Puebla (FOSSCEP) para exigir esclarecimiento y castigo a los responsables del asesinato de Fermín Mariano Matías. Sin embargo, como hemos explicado en Militante #182, “la mejor defensa que tenemos los trabajadores para preservar nuestras legítimas conquistas económicas (empleo y prestaciones laborales), sociales (mantener condiciones mínimas de vida) y políticas (derechos democráticos) es que los dirigentes de nuestras organizaciones pasen de las muchas movilizaciones (obligadamente convocadas por ellos para sacarle vapor a la caldera y tratar de ‘dialogar’ con los patrones y el gobierno) a planificar un ofensiva real impulsando una huelga general de 24 horas” para derrocar a Calderón, destruir el estado burgués represivo y así construir un gobierno de los trabajadores que sustituir la democracia burguesa por la democracia obrera.
¡Investigación, esclarecimiento y castigo a los responsable de la ejecución de Fermín Mariano Matías!
¡Presentación con vida de todos los desaparecidos políticos y
libertad a todos los presos políticos del país!
¡Por una huelga general de 24 horas para derrocar a Calderón!
¡Por un gobierno democrático de los trabajadores en nuestros país!
El sábado 11 de julio nos dimos cita en uno de los auditorios del local de la sección IX de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) más de 60 compañeros y simpatizantes de la Tendencia Marxista Militante para desarrollar nuestra Escuela Nacional de Formación Política, en este año nos dimos a la tarea de profundizar sobre uno de los textos más importantes del revolucionario ruso León Trotsky, El Programa de Transición, la cual fue todo un éxito.
La introducción comenzó con más de más de 50 compañeros presentes, en esta se comentó de una forma bastante detallada la lucha de los marxistas por un programa revolucionario atrevés de la historia, haciendo alusión a las críticas que Marx planteadas en su momento a los reformistas y que quedo plasmado en su fabuloso texto de Critica al Programa de Gotha; de la misma forma se argumentó la lucha implacable que dio Lenin al interno del Partido Socialdemócrata Ruso por las ideas del marxismo revolucionario.
Además se comento el contexto en el cual Trotsky escribió el Programa de Transición y la trascendencia que este tuvo dado que resumía épocas esteras de experiencia del movimiento obrero así como el método que los revolucionarios tienen que utilizar para acercarse a las masas.
Después de la introducción le siguieron 19 participaciones de los compañeros presentes, las cuales abarcaron una gran cantidad de temas relacionados a los puntos que se exponen en el libro pero tratando de exponer de forma muy concreta la situación que hoy se vive en cada uno de los rubros de esta sociedad y las características que tendría que componer el programa revolucionario.
Se dieron ejemplos históricos y recientes de cómo el Programa de Transición ha sido fundamental para poder ligar las demandas más concretas o reformas con la lucha por el socialismo. De la misma forma se criticó duramente los métodos y la forma en que grupúsculos insignificantes se plantean frente al movimiento como el partido revolucionario y lo único que consiguen es desprecio por parte de los trabajadores.
Cuando terminaron las participaciones (el debate duro aproximadamente 4 horas) se mandaron saludos especiales a compañeros de Puebla e Hidalgo que estaban presentes y de la misma forma se dieron disculpas de compañeros que no pudieron asistir de otros estados de la república.
La respuesta a las preguntas que se plantearon en el debate fueron bien respondidas y el debate concluyo de una forma magnífica.
Después de la discusión se dio un breve informe del trabajo de la organización estudiantil CLEP-CEDEP (Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico- Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública) y de la lucha que desarrolló en el último mes dentro del IPN y que con las movilizaciones se logró frenar el pago indebido de servicios, una declaración acerca de que el poli no aceptaría la reforma a nivel bachillerato así como frenar momentáneamente la reforma educativa que se quiere implementar en esta institución.
Para concluir se presento un video realizado por compañeros de la organización Militante acerca de la lucha de los compañeros de Olympia, que es una fábrica de maquinas de escribir y artículos de oficina los cuales ha mantenido una huelga desde hace ya 6 meses. La participación de Militante en la huelga y la repercusión que esta ha tenido para los demás sindicatos de la zona y a nivel nacional han implicado que los compañeros trabajadores hayan sufrido amenazas, sin embargo la confianza en las ideas y el aplomo de los compañeros no han disminuido.
El video es una forma de dar a conocer este movimiento y buscar el apoyo en la acción de demás organizaciones obreras y juveniles.
Al final, como ya es costumbre se cantó el himno internacional de los oprimidos, la Internacional comunista.
¡Fortalecer la dirección para coordinar y extender la lucha!
¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
La revolución hondureña ha estallado con una intensidad colosal. La rabia y frustración acumuladas por años, están escapando por una válvula aparentemente circunstancial que ha sido provocada por el golpe de Estado de la ultraderecha, al presidente Zelaya.
Las masas han salido a las calles en miles primero, y después en decenas de miles y centenares de miles el domingo 5 de julio, dando una batalla frontal a las fuerzas represivas, demostrando una inconmensurable capacidad de organización y una firme decisión de llegar hasta el final. Una concentración de 300 mil personas en un país de 7.4 millones de habitantes, es una cifra estupendamente alta.
Guiados por su instinto de clase y una dirección agrupada en el Frente Nacional contra el golpe de estado[1] (FNGE), que básicamente es la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP), los trabajadores del campo y la ciudad, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos, están dejando una profunda huella en el proceso de la revolución latinoamericana. A pesar de un escenario de toque de queda, de militarización de las calles, de gases lacrimógenos, de cárcel, allanamientos de morada, a pesar de una feroz, hipócrita e indescriptiblemente mentirosa distorsión de la realidad a través de los medios electrónicos de comunicación, a pesar de una de represión sangrienta con al menos cinco muertos hasta ahora, a pesar de todo eso, los golpistas no pudieron evitar que una auténtica marea humana de cientos de miles de trabajadores del campo y las ciudades, arribara a la capital, Tegucigalpa, a recibir a Zelaya, que aterrizaría en el aeropuerto internacional de Toncontín.
Haciendo gala de una decisión inquebrantable, las masas evadieron audazmente a los retenes militares —caminando, pues los militares tiraban balazos a los neumáticos de los autobuses—, bordearon ríos, avanzaron a campo traviesa, comieron frutos silvestres, durmieron en las calles o al descampado, todo con el fin de llegar a Tegucigalpa, porque para ellos, reinstalar a Zelaya significa una esperanza de cambiar su realidad, salir de su pobreza y dejar atrás la ausencia de un futuro digno. Lo mejor y más avanzado del pueblo hondureño dejó claro que está haciendo todo lo que está en sus manos, no sólo para regresar a Zelaya a la presidencia, sino instintivamente poner sobre la mesa la necesidad histórica de la transformación socialista de la sociedad.
En contraste, los golpistas, penosamente consiguen una plaza parcialmente llena, producto —en miles de casos— de la coerción y amenazas de despido; la clase media en un país como Honduras es extremadamente reducida, por tanto la base social de los golpistas es tremendamente volátil, como muestra: los empresarios organizados le han quitado el respaldo a Micheletti y algunas cadenas televisivas como Globo Visión —de la ultraderecha venezolana—, han dejado de adular a los golpistas como los “defensores de la democracia” y han señalado algunos de sus “excesos”. El régimen de facto es insostenible ya que el único camino que tiene es la fuerza militar, pero no estamos en los años 60 y 70, en donde el imperialismo imponía dictaduras a diestra y siniestra, al contrario, vivimos un proceso de ascenso del movimiento revolucionario latinoamericano y mundial. Esto determina fuertemente la ecuación de la lucha de clases en Honduras que inevitablemente está ligada a la revolución del conjunto de Centro y Latinoamérica.
Las imágenes mostradas por Telesur[2] y la televisión del gobierno bolivariano de Venezuela[3], dan una clara muestra de que la rabia contenida por décadas ha estallado encontrando un cauce —por ahora—, en la defensa de la democracia burguesa, “¡Queremos a Mel!”, “nos tienen miedo, porque no tenemos miedo”: es un coro en la garganta de centenares de miles en las calles de Tegucigalpa; en voz de un manifestante entrevistado por Telesur: “el presidente Mel Zelaya ha demostrado la voluntad del pueblo, por eso debe ser regresado a su puesto, porque es el presidente constitucional que fue elegido por el pueblo”; otro manifestante portando en una mano una imagen de la virgen de Suyapa y en la otra mano, una foto de Mel Zelaya, dice: “esta es la patrona de Honduras (señalando la imagen de la virgen), y este es el presidente constitucional (señalando la foto de Zelaya), quien nos ha regresado la dignidad como pueblo, esta es una lucha en defensa de la democracia, en defensa de la vida”.
Una cosa es la “democracia” para la burguesía y otra cosa muy distinta es la democracia para la clase obrera y el campesinado pobre, quienes la interpretan libremente, adaptando conceptualmente la “constitucionalidad” burguesa, a su perspectiva instintiva de clase. En el marco del capitalismo, para los marxistas no da lo mismo un régimen “democrático” que un régimen dictatorial. Por supuesto que es preferible un régimen con libertades democráticas, a un régimen en donde se coartan; por ejemplo, la aceptación de parte de un régimen “democrático” a la existencia de los sindicatos de trabajadores, permite —a pesar de sinnúmero de dificultades—, el desarrollo de la organización del movimiento. Una vez dicho esto, es claro que bajo el capitalismo, la “democracia” es la otra cara de la moneda de la dictadura del gran capital, puedes decir y hacer más o menos lo que se te antoje, siempre y cuando no atentes contra los intereses económicos de la clase dominante.
Sectores de la clase dominante capitalista quisieran establecer regímenes de terror y postrar a las clases explotadas sin ningún tipo de consideración, imponer un régimen esclavista y opresor, ese es el ideal de lo más retardatario de la clase dominante; sin embargo, tienen dos pequeños problemas: por un lado, la explotación física y moral de la clase obrera y el campesinado pobre, tiene un límite, eso es lo que hace posible las explosiones revolucionarias de los pueblos; por otro lado, a diferencia de otros modos de producción, el capitalismo necesita cristalizar la mercancía en el mercado y cuando los capitalistas recortan los salarios, cuando precarizan las condiciones de trabajo, recortan también el mercado, profundizando la sobreproducción que es la base material de las crisis, que a la vez genera inestabilidad de todo tipo hasta el último rincón del planeta. Para comprobarlo, basta voltear a Medio Oriente, Asia, por supuesto Latinoamérica y África, incluso Europa es un caldero caliente, así como hace unas semanas Portugal fue el escenario de una explosión de rabia de las masas, lo es ahora Irán con el fraude electoral a Hossein Mousavi, que desató una revolución con millones de trabajadores luchando en las calles y Honduras con un impresionante despliegue de fuerza de parte de los explotados, luchando por la defensa de la “democracia” burguesa, aparentemente.
Para controlar a la clase obrera y el campesinado pobre, bajo la “democracia” capitalista, la burguesía utiliza a los dirigentes reformistas de los sindicatos y los partidos con base obrera y campesina, para contener, distorsionar, desviar y traicionar al movimiento social. Sin este valioso apoyo de los dirigentes, el capitalismo no se sostendría en pié. Este favor es correspondido por la burguesía a través del enriquecimiento de los dirigentes. Pero, una vez dicho esto, no es una ley histórica que los dirigentes siempre serán corrompidos. Hay excepciones que pueden dar lugar a eventos atípicos. Los individuos juegan un papel en la historia, a la vez que están condicionados por la época en que viven. En momentos en los que las masas irrumpen en el escenario político, lo hacen usando sus organizaciones tradicionales antes de crear nuevas agrupaciones, partidos o sindicatos, y a la vez los dirigentes que no se ponen al frente de la lucha suelen ser desplazados. El margen de maniobra de los dirigentes reformistas no es eterno, funciona entre tanto las masas no obtienen conclusiones producto de los grandes acontecimientos, una vez que éstos se producen, la situación cambia, avanza o retrocede según se hayan gestado las luchas y las consecuencias del programa, la estrategia y las tácticas adoptadas por la dirección del movimiento.
Muchas veces en la historia, hemos visto a las masas explotadas luchar en defensa de las libertades democráticas en el marco del Estado burgués o semi feudal, por ejemplo el caso de la Rusia zarista con la Revolución de febrero de 1917, que desplazó a la autocracia del zar Nicolás II y tenía la intención de instalar en su lugar una república liberal, para lo cual se instaló un gobierno provisional, que meses después fue derrocado por las masas dirigidas por el Partido bolchevique. Los capitalistas acuden por necesidad, obligados por las circunstancias, al uso de regímenes “democráticos”. Engels lo explica en La situación de la clase obrera en Inglaterra: “Los sindicatos, considerados hasta hacía poco, obra del diablo, eran mimados y protegidos por los industriales como instituciones perfectamente legítimas y como medio eficaz para difundir entre los obreros sanas doctrinas económicas. Incluso se llegó a la conclusión de que las huelgas, reprimidas hasta 1848, podían ser en ciertas ocasiones muy útiles, sobre todo cuando eran provocadas por los señores fabricantes en el momento que ellos consideraban oportuno. Aunque no desaparecieron todas las leyes que colocaban al obrero en una situación de inferioridad con respecto a su patrono, al menos las más escandalosas fueron abolidas”. Es decir, las conquistas democráticas no caen del cielo, sino que son producto de la lucha de los pueblos.
Esto no hace sino esconder profundas contradicciones que nos permiten afirmar que en realidad, las masas luchan por lo que creen posible y en momentos de crisis revolucionaria, obtienen conclusiones que cuestionan todo el sistema, saben perfectamente lo que no quieren, pero no alcanzan a comprender exactamente lo que sí quieren, de ahí la necesidad de la construcción del partido marxista de masas. Así, a pesar de toda la maquinaria del Estado, que es un instrumento de dominación que permea el pensamiento dominante al conjunto de la sociedad, en momentos críticos y sólo a través de grandes acontecimientos, las masas —y sobre todo sus sectores avanzados— logran derribar los mitos, tradiciones, prejuicios y fantasías que en épocas “normales” mantienen atada su consciencia a la aceptación tácita de la sociedad capitalista. En este punto radica una de las cuestiones claves de la dirección del movimiento, es decir, ¿qué alternativa hay para sustituir al Estado burgués y cómo luchar por ella?
La Teoría de la revolución permanente de León Trotsky, establece que es el proletariado quien debe terminar de llevar adelante las demandas de la revolución democrática, la reforma agraria, como punto nodal. No es necesario entonces, desarrollar primero el capitalismo en la atrasada sociedad feudal o semi feudal, y después de eso, como afirmaban los estalinistas, en un periodo indefinido en el tiempo, luchar por el socialismo. Lenin coincidiría en 1917 con sus Tesis de abril en los principios de la Teoría de la revolución permanente, que Trotsky desarrollara desde 1904. Trotsky rechazaba la teoría menchevique según la cual, durante la revolución burguesa, la clase obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución socialista. Esta “teoría” convertía al proletariado en mero apéndice de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica, sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una interpretación mecánica, –es decir no dialéctica–, del tránsito de un modo de producción a otro. Para realmente lograr mejoras sustanciales y permanentes, lo que el pueblo hondureño y centroamericano requiere, no es la democracia burguesa, sino el socialismo. La clase obrera se encargaría de resolver los problemas pendientes de la revolución democrática burguesa, a través de la revolución socialista. El capitalismo no sólo no es necesario, sino que amenaza la existencia misma de la humanidad.
América Central ha sido tradicionalmente una región inestable, pues una atrasada, obtusa y dependiente clase dominante terrateniente —heredera del modo de producción feudal—, se ha fundido con la burguesía industrial y financiera, supeditándose siempre a través de miles de hilos al imperialismo estadounidense. Con una población de 43 millones de habitantes, Centroamérica representa únicamente el uno por ciento de la superficie terrestre del mundo y sin embargo cuenta con el 8 por ciento de las reservas naturales del planeta, eso ha colocado a Centroamérica como un jugoso botín para el imperialismo estadounidense, que ha postrado a los pueblos por todo un periodo histórico, a través de la colonización directa, dictaduras militares y con regímenes de bonapartismo burgués.
En particular, Honduras ha sido un país cuya clase dominante consiguió instalar regímenes de terror, desactivó —antes de que naciera— la guerrilla campesina y ha mantenido una cierta careta “democrática” traspasándose el gobierno a manos de dos partidos burgueses, el Nacional y el Liberal, este último el partido de Zelaya. Una vez que hubo una mínima desviación del programa oligárquico, Zelaya fue aislado y el Pentágono inició la orquestación del golpe. Eva Golinger[4] documenta muy bien las similitudes existentes entre el golpe de Estado en Venezuela el año 2002 y el golpe de Honduras en 2009: la forma de actuar del los golpistas está apegada el mismo guión teatral, incluso los organismos reaccionarios se llaman de forma similar, en Venezuela se llaman "Coordinadora democrática”, en Honduras "Unión cívica democrática", en ambos casos los empresarios se organizan en una entidad llamada Fedecámaras; en ambos países los militares golpistas son egresados de la “Escuela de las Américas, la famosa escuela militar estadounidense responsable por entrenar la mayoría de los dictadores y represores en América Latina”. También en ambos casos hay, claro está, un financiamiento directo por parte de Washington.
Para el imperialismo, Honduras es su base regional, por eso instaló una base militar en Palmerola[5] en 1981 en plena dictadura. Honduras fue el portaaviones de Estados Unidos durante el periodo de la Guerra fría y jugó un papel especialmente relevante en la guerra de Reagan contra el sandinismo. Honduras se torna más importante aún para el Pentágono, en la medida del avance de la revolución latinoamericana.
Estados Unidos claramente quería sacar a Zelaya, pero apostó por el golpe constitucional, de hecho el propio embajador Llorens intervino para frenar el primer intento de golpe y tanto él como Clinton insistieron en una "salida democrática", es decir sacar a Zelaya de manera constitucional. En las últimas declaraciones de Insulza, el jefe de la OEA, se pregunta: “¿Por qué, si tenían una orden ‘legal’ de detención de Zelaya, los militares le expulsaron del país?”. Y relata la respuesta que le dio el jefe de las Fuerzas armadas, Romeo Vásquez: "porque si lo hubiéramos llevado a la cárcel, el pueblo hubiera tratado de sacarlo y hubiera habido muchos muertos". Ellos sacaron esta conclusión después de que el jueves 25 de junio, Zelaya fuera con un grupo de civiles a la base militar a rescatar las urnas y papeletas de la cuarta urna y el ejército no pudiera pararles.
Estados Unidos quería quitar a Zelaya de manera “constitucional” para intentar frenar la influencia de la revolución venezolana en la región y le salió el tiro por la culata. El odio de clase de los medios informativos hondureños, reflejado en las vociferaciones en contra de la revolución venezolana, es una muestra clara de que lo más rancio y obtuso de la oligarquía centroamericana se sitúa precisamente en Honduras, pero toda la región se caracteriza por una profunda inestabilidad política.
Por ejemplo, en Guatemala el imperialismo está atacando al gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), abanderado por Álvaro Colom, acusándolo de narcotráfico y demás. Dado que la naturaleza no conoce el vacío, las masas colocaron a la UNE en el gobierno de Guatemala en las elecciones de 2007. En 1999, Álvaro Colom fue candidato de la Alianza Nueva Nación, una coalición de izquierda encabezada por la ex guerrilla; luego de separarse de la alianza, en 2000, fundó la UNE para competir otra vez en 2003. Colom fue de 1991 a 1997 director del Fondo Nacional para la Paz, periodo en que negoció el retorno de 45 mil refugiados guatemaltecos desde México. El contenido programático de la UNE, que a pesar de ser totalmente reformista, explica en parte su triunfo electoral; en entrevista con La Jornada, Colom explica que su gobierno impulsará “la seguridad democrática y justicia plena, mayor empleo, una economía competitiva pero que genere seguridad social y la promoción de los derechos humanos en un país de injusticias.” Y sigue: “Necesitamos democracia y no mano dura, participación ciudadana, no clientelismo político”. No es tanto que la UNE sea una opción real para los trabajadores, más bien es la dispersión de las opciones de izquierda lo que colocó a Colom, a la vista de las masas, como una alternativa viable. El hecho de la victoria electoral de la UNE también se explica por la bancarrota de los partidos tradicionales de la oligarquía, que si pretendían derribar a Colom, ahora con la revolución hondureña, el imperialismo ha probado una cucharada de su propio chocolate y ha tornado más complicado todo el escenario centroamericano.
Esas pequeñas reformas, no son aceptadas por la oligarquía pero para las masas hondureñas son como un oasis en el desierto (médicos cubanos atendiendo las comunidades, aumento del salario mínimo, planes de alfabetización, la entrada en el ALBA que implicó romper el monopolio de las gasolinas, etc.). Esto fortaleció el respaldo de Zelaya entre los sectores más oprimidos. La única forma consecuente de luchar para conseguir reformas, es vinculando la lucha por las necesidades inmediatas con la transformación socialista de la sociedad, es decir, a través de un programa de transición. En relación a la lucha por reformas, los marxistas somos los más consecuentes, porque precisamente la burguesía no las puede permitir y mediante la lucha por reformas se pone en cuestionamiento el propio sistema. De existir partidos marxistas de masas en El Salvador y Nicaragua se podría extender el abanico de la revolución a todo Centroamérica, con el factor Venezuela como potencia militar y sobre todo por el poderoso imán inspirador que está significando la revolución bolivariana para millones de explotados en el mundo, se abriría la puerta a insurrecciones de masas en toda una serie de países y se podría tomar el poder pacíficamente o lo más pacíficamente posible; en otras palabras, las masas nuevamente están haciendo su parte en cada unos de los países, pero la dirección sigue siendo la síntesis de la crisis de la humanidad, ya que el capitalismo es incapaz de sostenerse sin el apoyo del reformismo.
En El Salvador, tras años de guerra de guerrillas y el traspaso del FMLN a la conformación de un partido político, este año 2009 el pueblo llevó combativamente al gobierno al FMLN, navegando contra el fraude electoral preparado por la derecha. Esto es un parte aguas histórico que anuncia una decidida acción de los trabajadores en la defensa y a la vez exigencia del gobierno Funes. La población trabajadora empujará a Mauricio Funes mucho más a la izquierda de lo que se presenta hasta ahora, de no reaccionar, puede ser desplazado, como sucedió con Lucio Gutiérrez en Ecuador. El pueblo trabajador está atento y tiene muchas expectativas en un gobierno que considera suyo. La política reformista en El Salvador y en todos los países, no lo tiene fácil, se verá presionada por izquierda y derecha; la moneda está en el aire acerca de la respuesta del gobierno FMLN, o más precisamente de los distintos sectores de la dirección del FMLN. Un sector intentará seguir dando muestras de colaboración con la burguesía, tomando al modelo nicaragüense como referencia (aunque en Nicaragua también existe un proceso de polarización y Daniel Ortega puede virar hacia la izquierda); pero es probable que haya otro sector que entienda que el gobierno está y estará atado y supeditado al capitalismo, y que de no romper con el sistema y aplicar un programa revolucionario con una perspectiva internacionalista, el régimen entrará en crisis. La revolución venezolana puede actuar como un eje de atracción para sectores honestos de la dirección del FMLN en El Salvador y del FSLN en Nicaragua. Las masas pasarán la dura prueba de desencanto del programa reformista, eso implicará un avance para las fuerzas del marxismo.
En Honduras no existe un partido reformista de masas. A ojos de un observador superficial, la revolución se montó en Zelaya, un terrateniente adinerado, de manera inverosímil; pero la historia conoce todo tipo de transformaciones y se manifiesta de las más diversas formas. El Partido liberal aisló a Zelaya, quien no cuenta con una estructura partidista, es su personalidad y nada más, sin embargo, es posible que se den intentos de construcción de un partido reformista en torno a su figura, esto está por verse y aún tienen que pasar más acontecimientos. Lo que sí podemos decir con toda seguridad, es que la oligarquía logró exactamente lo contrario a lo que buscaba al derribar a Zelaya, es decir, no sólo no contuvo la revolución sino que la azuzó, le abrió la puerta y desató el avispero que puede contagiar el conjunto de la región e impulsar hacia adelante a la revolución venezolana; ahora la oligarquía y el imperialismo están tratando de “resolver” la crisis sin una derrota humillante y por la vía “diplomática”.
La única razón de esto, radica no en la fortaleza de la dictadura sino precisamente en su debilidad. En este sentido, no deja de ser sintomático el que la dirección del movimiento siga caracterizando la lucha como una “lucha de resistencia”. En realidad, el movimiento está a la ofensiva y la dictadura —aunque ladre mucho y se envalentone—, está a la defensiva. Los teóricos de la guerra explican que un factor fundamental en la batalla, es la moral; es importante transmitir al movimiento no un sentimiento de resistencia —que implica de algún modo, que el contrincante tiene la ventaja—, sino transmitir lo que en realidad se está dando el proceso en este momento, es decir, una demostración contundente de la fuerza de los trabajadores en las relaciones sociales y la lucha de clases.
La clave determinante será cuando el proletariado industrial entre en escena, no como actores individuales, sino como batallones obreros organizados en sus sindicatos u agrupaciones tradicionales. Eso pondrá de manifiesto el poder real de la clase obrera sin cuyo permiso, no se mueve una rueda, no suena un teléfono, no se enciende un foco, no sale una gota de agua del grifo. Hasta ahora, los principales sindicatos industriales aún no se han sumado totalmente a la huelga, es el magisterio quien impulsa el paro nacional; pero en San Pedro Sula, sin duda los obreros industriales están implicados; en imágenes de Telesur se observan carteles de Choloma, que es la ciudad de mayor crecimiento en el país, es la sede de un gran porcentaje de empresas textileras, así como generadoras eléctricas, de empresas ganaderas, de agricultura, avicultura, pesca, comercio, e industria maquiladora. Con el arribo de las maquilas, la ciudad pasó a ser un polo de desarrollo industrial, considerado como la segunda ciudad industrial de Honduras, después de San Pedro Sula. El Frente, debería poner especial atención y empeño en ganar a la huelga general a los obreros de Choloma.
Además de la huelga general, otro punto central y determinante es la solidaridad proletaria internacional: se está agitando en El Salvador, Nicaragua y Guatemala para hacer manifestaciones en apoyo a los trabajadores hondureños, la Unión Internacional de Sindicatos de Trabajadores Públicos anunció acciones para respaldar la lucha que los obreros hondureños realizan contra la dictadura de Micheletti, el documento compromiso fue firmado en Brasil, donde se realizó el XI Congreso de la Federación Sindical Mundial, que expresa el apoyo unánime de 150 delegados de 50 países del mundo. Pero el elemento más relevante es lo que está sucediendo en Venezuela, con manifestaciones y declaraciones fulminantes por parte de Hugo Chávez desnudando la estrategia y táctica del imperialismo y la oligarquía; Venezuela puede ser un factor de unidad con Evo en Bolivia, al FMLN en El Salvador, a Correa En Ecuador y a los sandinistas en Nicaragua —que son parte del la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)—, a tomar acciones no sólo diplomáticas sino de manifestaciones de masas en las calles, luchando contra la dictadura de Micheletti.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgHugo Chávez está jugando un muy buen papel haciendo llamamientos de clase al ejército hondureño para que no disparen contra la población. Esto es una posibilidad, a pesar de que parezca lo contrario, el ejército puede partirse en líneas de clase, como antecedente, hemos asistido a un hecho muy relevante: la policía se negó a reprimir a los manifestantes el domingo 5 de julio, incluso no sólo no reprimía sino que ayudaba a la logística del traslado de heridos, esto es una muestra de la profundidad que está alcanzando la crisis revolucionaria y a la vez demuestra su potencial y fortaleza, es decir, el movimiento está a la ofensiva, está haciendo replegarse a los golpistas; si Micheletti está entorpeciendo las negociaciones y su canciller, Enrique Ortez, tuvo la osadía de llamar a Obama como “negrito que no sabe nada de nada”, es sólo porque están desesperados, están aislados, no ha habido un solo país que apoye el golpe, y aquí cabe un dicho de los griegos: aquél a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco. Si la dictadura está aislada diplomáticamente no se debe a que de pronto la burguesía internacional se volvió “democrática”, se debe sí, a que de instalarse los golpistas en un régimen enmascarado con las elecciones de noviembre —que por cierto, Micheletti ha propuesto adelantar—, se catalizaría y profundizaría el proceso de lucha de clases en Centroamérica.
La defensa de la “democracia” en abstracto, esconde muchos peligros. Zelaya acude a Washington a entrevistarse con Hillary Clinton, secretaria de Estado, quien designa a Oscar Arias, presidente de Costa Rica, cuya representación en la Organización de Estados Americanos (OEA), fue la única voz discordante y planteó la necesidad de “negociar” con Micheletti. Aquí se está preparando una trampa, cuya crónica podemos anunciar en términos generales:
Lo primero que tenemos que decir es que si de verdad Obama estuviera comprometido con la “democracia” en Honduras, hubiese puesto a disposición la base aérea de Palmerola para que aterrizara el avión en el que viajaba Zelaya. Es lógico que no lo hayan dejado aterrizar pues no quieren una derrota humillante del golpe de Estado; aunque también es cierto que el hecho de que no haya aterrizado Zelaya, no frenará la revolución, ya que sería tanto como querer tapar el sol con un dedo, pues lo importante es lo que pasa en las calles con las masas luchando y los motivos que los han llevado a luchar, así que el factor Mel es meramente circunstancial, importante, defendible, pero circunstancial.
Hay un sector del imperialismo que sabe que Micheletti no garantiza más que extender la revolución a más países, que gracias al látigo de la contra revolución, la revolución se puede a extender por todo Centroamérica, es por eso que los golpistas no se pueden sostener por mucho tiempo, además del factor de la caída inmediata de la economía que está afectando a la inflación, el empleo y el consumo.
El imperialismo demuestra su debilidad al ser incapaz de invadir directamente como lo hacía en el pasado. Una invasión directa actualmente encendería toda Latinoamérica y Obama tiene, por ahora, suficientes frentes abiertos en Asia como para hacer explotar una bomba en América. El error del Pentágono fue minimizar la respuesta de las masas ante el golpe. Micheletti no podría sostenerse 24 horas sin el apoyo y financiamiento del imperialismo, pero a la vez, mantener a los golpistas implica agitar a la región, por tanto, la salida que buscarán será encausar la crisis por la “vía democrática”; ahora lo que intentan es que el gobierno surgido por el golpe se mantenga por unos cuantos meses mientras convocan a elecciones y justifican así un gobierno más fiel a Estados Unidos.
Una posibilidad de "solución negociada" es precisamente que Mel vuelva a la presidencia, hasta enero en que vence su mandato, pero abandonando la idea de la Asamblea constituyente, es decir, aceptarían la vuelta de Mel, pero maniatado. Estados Unidos hará todo tipo de maniobras para conseguir su objetivo. Esta es la hipótesis más deseada por el imperialismo, sin embargo, hasta ahora, la última palabra la tienen las masas. ¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgEstán tratando de "resolver" el conflicto a través de los medios diplomáticos, no quieren que Zelaya se reinstale producto de la presión de las masas, para al final intentar levantar en alto el “Estado de derecho y la democracia”, y decirle a las masas: “¿lo ven?, no necesitan el socialismo, la democracia burguesa funciona bien.”
La oligarquía no quiere rendirse en medio de la tormenta, quiere negociar su salida cuando vuelva a salir el sol. Las manifestaciones de las masas no pueden convocarse permanentemente, así que la apuesta por parte del imperialismo y la oligarquía será al desgaste de las masas; según su lógica, eso abriría la posibilidad de un "acuerdo de civilidad" —o algo así de eufemístico—, que permitiera una salida intermedia que no implicara una derrota humillante para Micheletti, ni un encumbramiento político de Zelaya.
Lamentablemente para el imperialismo y la oligarquía, su hipótesis respecto al desgaste del movimiento no es la más probable, antes bien, el movimiento se está extendiendo decididamente a más sectores. En estos momentos, a doce días de estallado proceso, puede haber cansancio —es lógico—, pero no hay desmoralización, todo lo contrario. Si el movimiento se prolonga, tarde o temprano los trabajadores tendrán que volver a sus provincias, eso es inevitable, pero a la vez, el volver a sus provincias puede extender el movimiento al conjunto del territorio y no sólo en las principales ciudades.
Es necesario crear comités de base del Frente en todos los rincones de Honduras, con representación elegida en asambleas democráticas local, regional y nacionalmente. Es necesario coordinar y extender la lucha a través de un órgano nacional que evite la dispersión, para eso hace falta fortalecer la dirección centralizada democráticamente.
Los trabajadores están obteniendo conclusiones avanzadas, saben perfectamente que tras Oscar Arias como mediador del conflicto se esconde una trampa, que es el vocero y peón del imperialismo, eso sí, cobijado de Premio Nobel de la paz. Está por verse si Zelaya realmente negociará con Micheletti, o no. Pero lo cierto es que recibirá enormes presiones por parte de Estados Unidos para lograr un acuerdo. Las masas están comprendiendo que un acuerdo que implique el no retorno de Mel a la presidencia, aunque salga Micheletti, sentaría un precedente que podría repetirse en otras latitudes, por tanto, los acontecimientos están haciendo que la consciencia de las masas, estancada y atrasada por largos periodos, cambie dramáticamente —incluso en cuestión de horas—.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgLos sectores más decididos de los trabajadores no van a aceptar que Mel negocie nada con Micheletti, mientras las barricadas y manifestaciones persistan masivamente, Zelaya se verá presionado y le será más complicado “justificar” la negociación. Pero, por otro lado, Hillary Clinton colocó a Oscar Arias como intermediario, precisamente para buscar que Mel tranquilice a las masas y así poder negociar; está por verse si el imperialismo lo logrará, o no. Hay sin duda, un margen de maniobra para Zelaya dada la enorme confianza que ha recaudado estos días, además de que está y estará presente la amenaza creciente de la represión por parte de la dictadura y la escases de bienes de consumo básico, eso podría empujar a ciertos sectores de las masas a “justificar” algún tipo de acuerdo. Al imperialismo le urge un acuerdo, porque de seguir la dictadura todo saldrá más caro. Así, si tarda en estallar la huelga general industrial y la coordinación internacional que implique acciones directas de la clase obrera, a través del desgaste del movimiento, con la represión y la amenaza represiva, el imperialismo tratará de inseminar una cierta división táctica en el movimiento. “¿Aceptar o no la negociación y los acuerdos?”. Se preguntarán los diversos sectores del movimiento y la respuesta podría en un momento dado, no ser homogénea.
Pero este peligro puede evitarse si la dirección del Frente adopta de inmediato una defensa internacionalista de la revolución hondureña y se apoya decididamente en el movimiento obrero, nacional e internacional. Cada hora que pase sin que el Frente fortalezca las manifestaciones, bloqueos de carreteras, huelgas parciales, etc., con la preparación consciente y organizada de una huelga general, así como el llamamiento internacionalista a los obreros centro y latinoamericanos, serán horas perdidas para los momentos decisivos de esta heroica batalla. La “liberación nacional” depende de la lucha internacional. ¡Adelante compañeros!
El Frente ha planteado claramente está en contra de la cualquier legitimación del régimen de facto. Ha pedido estar presente en las pláticas de Costa Rica, esto es muy importante para evitar que se negocie a espaldas del pueblo. El movimiento ha adoptado la demanda de Asamblea constituyente (AC), que representa el cuestionamiento de todo el orden burgués existente. Es decir, ya no se conforman con que vuelva Mel o con que haya una "consulta", sino que se marcan como objetivo una AC. En estas circunstancias, las reivindicaciones democráticas: AC, cárcel y castigo a los golpistas, restauración de las garantías constitucionales, libertad a los detenidos, etc., son de vital importancia.
Desde dónde se vea, no es posible actuar de forma correcta en la complicada ecuación de la revolución, sin comprender las perspectivas. Una cuestión importante en primera instancia, es que esta lucha no será corta, podemos decir incluso, que este periodo que se ha abierto, apenas inicia. La lucha se extenderá por todo un periodo incluso de años. Por tanto, es necesario comprender que esto es un maratón y no una carrera de velocidad o fondo. ¿Qué pasa si la estrategia de un corredor para los 42.295 km., es ir a la velocidad de los 100 metros planos? La respuesta no requiere mucha descripción. Lo más probable es que el corredor tronará irremediablemente. Los revolucionarios hondureños deben prepararse para una tarea titánica de largo plazo: destruir el Estado burgués y construir las bases para construir un semi Estado o un Estado en extinción, acompañando a través de la teoría, la explicación paciente y la intervención audaz a los procesos de la clase obrera y el campesinado pobre, en sus luchas y estratos de conciencia. Esto se dice fácil, pero en realidad es algo que requiere mucha paciencia. Los activistas del movimiento se enfrentarán a enormes presiones de lo inmediato, lo cual, si no se tienen claras las perspectivas, puede provocar errores, desgaste, cansancio y frustración.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgUn punto fundamental, de vida o muerte de la revolución, es la teoría. Cada desviación teórica tiene consecuencias, muchas veces funestas, en la práctica. Por fortuna para el movimiento, existe en el marxismo un verdadero arsenal teórico, un análisis detallado de prácticamente todas y cada una de las revoluciones sociales desde La comuna de París hasta nuestros días; eso otorga a los revolucionarios honestos, elementos para poder trazar el programa revolucionario y como derivadas: las perspectivas, los métodos, la estrategia y la táctica. ¡No hay porqué empezar de cero! ¡Hay que aprovechar la experiencia de otras revoluciones! Lamentablemente, la teoría de la revolución, no es algo que se asimile rápidamente, es decir, la construcción del partido no tiene atajos, cualquier atajo que trate de evadir la larga, espinosa, ascendente y complicada etapa de la formación de cuadros, estará condenada al fracaso o a la degeneración oportunista. Como explica Ted Grant, sin la teoría marxista de la revolución, la dirección estaría a merced de cada coyuntura episódica y viraje de los acontecimientos según soplen los vientos favorables o desfavorables, en vez de trabajar y explicar a la militancia el significado de cada acontecimiento y enmarcarlos en las perspectivas del movimiento. El marxismo siempre ha explicado que el oportunismo es sólo la otra cara del aventurerismo; los dos nacen de una apreciación equivocada de las circunstancias objetivas, de una rendición ante el entorno inmediato. Sin una base teórica firme es fácil sucumbir a un error tras otro y caer en una táctica oportunista.
Cuando las batallas se dirimen en las barricadas, es muy complicado atender las necesidades teóricas de la revolución. Pero, aunque el ala marxista del movimiento hondureño se guíe por razonamientos teóricos, la clase obrera aprende sólo a través de la experiencia de los grandes acontecimientos, y esto se aplica también a los elementos más avanzados y más activos. La mayoría del movimiento se guiará por consideraciones prácticas y juzgará el movimiento de acuerdo a los resultados obtenidos. Es por esto que uno de los retos de la dirección radica en trazar correcta, oportuna y masivamente las consignas que el movimiento necesita en cada momento.
La manera en cómo se están desarrollando los acontecimientos, puede provocar todo tipo de giros, sobre todo ante la ausencia de un partido que centralice y dirija la lucha del pueblo. El FNGE de pronto se ha colocado como un director de orquesta, sin haber podido ensayar suficientemente la sinfonía. Hay una enorme responsabilidad sobre la espalda de los dirigentes del Frente, lo fundamental será —como explica Ted Grant—, responder qué hacer, cómo y cuándo en relación a los problemas planteados por la historia. Una dirección revolucionaria no se puede improvisar y la ausencia de un partido obrero de masas con una dirección marxista, sin duda, tendrá consecuencias. Sin embargo, si el FNGE incluye en su estrategia una política de independencia de clase e internacionalista, puede llevar el movimiento hacia adelante. Una estrategia que incluya: uno, seguir impulsando una orientación no conciliadora con la burguesía; dos, basarse en los principios del internacionalismo proletario y; tres, organizar conscientemente, desde la base de los sindicatos, una huelga general que incluya al sector industrial. Estos pueden ser tres factores fundamentales de éxito de esta heroica e histórica insurrección revolucionaria a la que estamos asistiendo, aunque incluso ganando esta batalla, no se habrá asegurado la victoria de la guerra, ya que ésta coyuntura, es un primer episodio de muchos que se escribirán en la revolución socialista hondureña.
El trabajo diplomático del ALBA en la OEA es importante pero no es en sí mismo la solución, lo fundamental es lo que pase en las calles de Honduras, es decir, el factor diplomático sólo puede ser un complemento de la lucha en las calles. El FNGE debería hacer un llamamiento a los proletarios de Centroamérica para concretar huelgas de 24 horas coordinadas el mismo día a la misma hora, en defensa de la revolución proletaria hondureña y contra los capitalistas locales en cada país, contra la represión y la caída de la dictadura, movilizaciones de masas en Centro América organizadas por sindicatos y organizaciones de izquierdas para preparar una huelga general en la región. También llamar a un boicot obrero a productos hondureños, implementado por los trabajadores del transporte y portuarios.
Este llamamiento tendría un efecto en Venezuela y a la vez empujaría el proceso venezolano hacia adelante. La huelga general en Honduras podría ganarse a los trabajadores de los medios de información, esto sería vital para la lucha, porque se podría combatir el mar de calumnias contra el movimiento y el socialismo. Los hechos en Honduras ayudarán a las masas del continente a sacar conclusiones que cuestionen la democracia burguesa y traten de buscar la salida en el internacionalismo proletario.
¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
¡Huelga general para derribar a la dictadura!
¡La revolución hondureña está ligada a la revolución en Centro América!
¡Que el Frente llame a la acción directa del proletariado centroamericano!
Ver también: La revolución latinoamericana llega a puerto hondureño (Parte 1)
Todas las fotos han sido cedidas por James Rodriguez / www.mimundo.org
[1] http://contraelgolpedeestadohn.blogspot.com/
[2] http://www.telesurtv.net/noticias/canal/senalenvivo.php
[3] http://www.vtv.gov.ve/envivo.html
[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88125
[5] Palmerola es la ubicación geográfica en donde se encuentra la Base Aérea "José Enrique Soto Cano" y la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo, esta segunda es la base militar estadounidense en Honduras. Está localizada en Comayagua, antigua capital de Honduras, entre las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa.
Este es un extracto del articulo del mismo nombre publicado en nuestra pagina, te invitamos a leerlo completo en militante.org.
Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación.
El heroísmo de las masas
El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Las manifestaciones de masas eran una réplica exacta de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.
El régimen vacila
Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió.
Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.
El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.
Debilidad de la dirección
La valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas.
A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.
Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.
Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar.
El futuro es la lucha
La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes pero la tendencia general en ascenso no la para nadie. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.
Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectivas claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.
Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros.
No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.
Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.
¡Viva la revolución iraní!
¡No a la represión y la tiranía!
¡Trabajadores del mundo uníos!
La presente versión es un resumen del artículo publicado en internet: Fallece el científico marxista Germán Martínez Hidalgo.
Nos hemos enterado del sensible fallecimiento de nuestro amigo Germán Martínez Hidalgo, un científico y profesor muy querido de la ciudad de Puebla y un materialista dialéctico convencido de la teoría marxista, acaecido el pasado 25 de abril.
Germán Martínez Hidalgo fue un científico destacado, con un amplio conocimiento de la ciencia y de la historia. Con él, nuestra organización estableció una buena relación. Lo conocimos la primera vez que estuvo Alan Woods en Puebla y adquirió varios libros de la Fundación Federico Engels.
Cuando regresó Alan Woods a Puebla (en mayo de 2007), invitamos al maestro Germán a que participara en la presentación de Razón y Revolución: Filosofía marxista y ciencia moderna. Inició diciendo que él había leído bastantes libros, pero que Razón y Revolución estaba por encima de todos ellos e invitaba a todo mundo a leerlo, pues, la lógica dialéctica es la lógica real de la naturaleza, dijo.
El profesor Germán Martínez nos da ciertas luces de lo que será el hombre de la futura sociedad comunista, por la que él luchaba. Cuando la humanidad rompa con los grilletes de la propiedad privada y la camisa de fuerza que significan los estrechos Estados Nacionales, no habrá razón objetiva que impida poner los grandes conocimientos científicos al servicio del conjunto de la humanidad. El desarrollo de las fuerzas productivas llegará a niveles sin precedentes, permitiendo que, trabajando menos, se puedan obtener todos los bienes que la humanidad necesite. Se invertirá en el desarrollo científico y la tecnología necesaria para cuidar el medio ambiente y eliminar las enfermedades y pandemias que hoy acosan a la humanidad. El ser humano tendrá los medios materiales para su desarrollo personal. Será común ver a hombres con la capacidad intelectual de un Marx o un Einstein. Ese es el potencial que te da el comunismo, algo que comprendía muy bien el maestro Germán, por eso se abrazaba a la teoría marxista.
Los compañeros de la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional, y en particular quienes militamos en la sección poblana, queremos rendir un modesto homenaje a este gran hombre y transmitir nuestras más sinceras condolencias a sus familiares y amigos.
Invitamos a leer Razón y Revolución, ese libro maravilloso que muestra la filosofía y la sociedad del futuro y a luchar con nosotros por la sociedad que quería el maestro Germán: la sociedad Comunista.
El “programa de Transición” fue redactado por Trotsky en 1938 como documento central para el congreso fundacional de la IV internacional; el objetivo central del “programa de Transición” era orientar a las pequeñas fuerzas del marxismo (trotskismo), aisladas y perseguidas por el estado burgués pero sobre todo por la feroz reacción stalinista, hacia las masas trabajadoras que instintivamente buscaban el camino de la revolución (como lo mostró de manera trágica la Revolución Española, las tomas de fábricas en Francia, crecimiento del movimiento sindical en EU, etc;) arrancándolas del terrible obstáculo que representaban las direcciones stalinistas y reformistas para poder orientar el potencial revolucionario de las masas hacia la toma del poder por el proletariado y la transformación socialista de la sociedad.
La única forma en que la vanguardia revolucionaria puede ganar el derecho a dirigir a las masas trabajadoras hacia la revolución (y demostrarse como verdadera vanguardia) es luchando hombro a hombro con las masas aún en las luchas democráticas más elementales; de hecho el programa de transición tiene la tarea de establecer un puente concreto entre las demandas inmediatas (democrático burguesas), que por sí mismas no trascienden al capitalismo, con la necesidad de realizar la revolución socialista; la tarea del programa es elevar la conciencia de las masas de sus luchas inmediatas a la conciencia de su misión histórica revolucionaria.
Sólo estableciendo un lucha feroz dentro del movimiento obrero contra el reformismo, el oportunismo y el sectarismo es posible superar la contradicción central que se presentaba ante las pequeñas fuerzas del trotskismo (que es la misma contradicción que se presenta ante nosotros en la actualidad): la contradicción entre unas condiciones objetivas maduras para realizar la revolución socialista y una dirección obrera que intenta frenar esa necesidad objetiva orientándola dentro de los márgenes del sistema en la forma de “frentes populares” (en donde la burguesía pone la dirección política y los obreros la carne de cañón), reformismo, oportunismo y sectarismo. Para Trotsky esta es la contradicción central que frena el salto de la humanidad desde la “prehistoria” hasta el comienzo de la verdadera historia humana: “Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse. Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria.”
La superación de esta contradicción implica no sólo la organización previa del sector más consciente de la clase obrera sino la participación de este sector con elemento más consciente y sacrificado en las luchas reales de los trabajadores de carne y hueso proporcionado en cada etapa de la lucha las consignas adecuadas para elevar el nivel de conciencia del proletariado, con ese objetivo el programa señala toda una serie de demandas mínimas que se enlazan y orientan hacia la revolución socialista: escala móvil de salario y horas de trabajo, la democratización y la lucha por un programa de lucha para los sindicatos, formación de comités de fábrica, toma de fábricas bajo control obrero, nacionalización de ciertas ramas de la industria, armamento del pueblo, unidad de obreros y campesinos, la lucha contra el imperialismo y la guerra etc; estas demandas por sí mismas no rompen con el sistema pero se enfrentan a él y plantean de una u otra manera la necesidad de trascenderlo.
El programa de transición se ocupa del oportunismo y de su reverso dialéctico que es el sectarismo: “En su base estos núcleos” (sectarios) “se niegan a luchar por los intereses y las necesidades elementales de las masas, tal como ellas son. La preparación de la revolución significa para los sectarios convencerse a sí mismos de las ventajas del socialismo. Proponen volver la espalda a los viejos sindicatos, esto es, a decenas de millones de obreros. ¡Como si las masas pudieran vivir fuera de las condiciones reales de la lucha de clases! Permanecen indiferentes ante la lucha interna de las organizaciones reformistas. ¡Como si se pudiera conquistar a las masas sin intervenir en esa lucha! Se rehúsan a hacer en la práctica una diferencia entre la democracia burguesa y el fascismo. ¡Cómo si las masas no sintieran esa diferencia a cada paso!”. Estas palabras, que complementan los escritos de Lenin (por ejemplo “La enfermedad infantil), están a mil kilómetros de las sectas que dicen reivindicar a Trotsky.
El programa de transición cobra en nuestros días un vigencia tan candente como en la época entre guerras en que fue escrito; vivimos un proceso de convulsiones en todos los niveles que muestran al capitalismo en un callejón sin salida; por otro lado vemos en la dirección de las organizaciones obreras (partidos, sindicatos) a políticos reformistas que no confían en el potencial revolucionario de la masas y hacen todo lo posible por frenar el movimiento mientras que las fuerzas del autentico marxismo aún son una minoría. Sin embargo el reformismo es inútil cuando el capitalismo es incapaz de soportar reformas serias y cuando estas se implementan chocan frontalmente con los límites del sistema imperante o se rompe con el sistema por la vía de la revolución o esas reformas progresistas no pueden ser sostenidas, en estas condiciones las pequeñas fuerzas del marxismo pueden crecer si comprenden las tareas que exige el programa de transición.
Una crisis revolucionaria en Honduras se ha desatado intempestivamente. La necesidad histórica de la transformación socialista de la sociedad encontró un cauce en la destitución del presidente Zelaya, popularmente conocido como Mel.
El domingo 28 de junio de 2009 se terminó de orquestar el golpe de Estado imponiendo a Micheletti como presidente interino. La acumulación de contradicciones provocó la explosión y ahora las masas se enfrentan al Estado burgués en las calles, miles rodean el palacio presidencial desafiando el toque de queda que inicia a las 6 de la tarde, Tegucigalpa ha sido testigo histórico de heroicas batallas campales de un pueblo harto de explotación y miseria, con un saldo de decenas de heridos y por lo menos un muerto.
Se ha desatando un torbellino de acontecimientos que se suceden a la velocidad de vértigo y que están marcando profundamente el cuerpo vivo de Honduras. Asistimos a un proceso que marcará un antes y un después en la historia hondureña, sin duda podemos decir que la revolución ha comenzado. Vuelos rasantes recorren las principales ciudades, los medios informativos han sido acallados inclusive los internacionales dándose arrestos temporales de periodistas de las agencias noticiosas, los cortes de energía eléctrica son sistemáticos, se ha profundizado la represión y el hostigamiento a los dirigentes sociales, sin embargo, la lucha de clases es encarnizada y la represión está actuando como látigo de la contrarrevolución. Los militares enfrentan a sectores de una población enardecida, se estalló un paro nacional que originalmente se trazó como indefinido hasta la restitución de Mel y que inició con el sector público pero fue desactivado por la amenaza de despido por parte de Micheletti. Los maestros mantienen el paro nacional indefinido. En las fábricas se discute la huelga general de los obreros industriales, de darse, sería un factor primordial que podría determinar el desarrollo de la crisis política. Después de un breve periodo en el que sólo actuaron los sectores más avanzados y combativos, el fermento está alcanzando a cada vez más amplios sectores de los trabajadores.
También se prepara una concentración nacional en Tegucigalpa. Ya se efectuaron marchas y bloqueos de carreteras en los departamentos de Colón y de Atlántida, también diez mil campesinos de Olancho, la región de origen de Zelaya, trataron de llegar a Tegucigalpa pero fueron detenidos por los retenes que el ejército instaló. Sin embargo, el jueves 2 de julio se espera el arribo miles de trabajadores de todo el país para recibir a Mel que viajará desde Estados Unidos acompañado de la presidenta de Argentina. En torno a la concentración nacional se viven momentos de tensión porque Micheletti ha advertido que el ejército impedirá el flujo de manifestantes desde las provincias hacia la capital, pero los organizadores han respondido que “no habrá ejército que los detenga”; si Zelaya realmente regresa y es reinstalado por las masas, sea el 2 de julio o cualquier otro día, el movimiento adquirirá mayor impulso y significaría un punto de inflexión que daría enorme confianza a las masas, pues sería considerado un triunfo político de gran connotación que trastocaría la correlación de fuerzas en la lucha de clases a favor de los trabajadores.
Al anuncio del retorno de Mel a Honduras, Micheletti ha advertido que se le encarcelará, aunque eso dependerá de la respuesta de los trabajadores del campo y la ciudad y apunta a que el movimiento va en ascenso y se convertirá en una auténtica insurrección de masas, no sólo de sectores avanzados como hasta hoy. Pareciera que la obtusa oligarquía hondureña no se ha dado cuenta de la bomba que ha desatado. La llamada comunidad internacional ha denostado el golpe y se han unido al coro de la defensa de la democracia burguesa, incluido Obama. Con excepción de los países integrantes del ALBA, esta “condena” al golpe de Estado y la supuesta “defensa” de la democracia, podría cambiar con el desarrollo de los acontecimientos en los próximos días y dar paso a la “justificación” del nuevo régimen, sin embargo no está dicha la última palabra, todo está en función de la respuesta de las masas y de si podrán llevar adelante la insurrección con una estrategia y tácticas audaces y sin conciliar con la burguesía.
Existe en Honduras un arraigado sentimiento nacionalista que es más bien una expresión antiimperialista. Bajo el capitalismo, la liberación nacional de los pueblos ex coloniales es más formal que real. Por ejemplo, si comparamos la soberanía de la India actual contra la India colonial, veremos que ahora han cambiado los mecanismos de explotación, pero la extracción de recursos y explotación de mano de obra sigue latente tanto o más que durante la colonia. Esto no quiere decir que la lucha por la independencia haya sido en vano en la India, en China, Vietnam, Cuba, México o cualquier otro país. Nada parecido, por supuesto que no decimos que haya sido en vano. Haber conseguido la “independencia nacional” pone de manifiesto en la mente de millones las limitaciones de clase de la democracia burguesa que es la cara inversa de una misma moneda, la dictadura del gran capital. El desarrollo de un potente proletariado industrial y urbano, así como su organización consciente en sindicatos y partidos obreros supone un enorme avance en la lucha por el socialismo internacional, versus la postración de las enormes masas campesinas explotadas bajo el yugo colonial. Pero una vez dicho esto, hoy, los rifles, soldados e invasiones directas han sido sustituidos por los mecanismos del mercado, de la deuda, los préstamos, los bajos salarios, las devaluaciones, la Inversión Extranjera Directa (IED), la exención fiscal, etcétera. Lo mismo aplica a todos los países ex coloniales.
En México, por ejemplo, los niveles de pobreza y explotación proporcionalmente hablando, son mayores ahora que durante la colonia española; la deuda externa, por ejemplo, se ha pagado por lo menos diez veces y sigue siendo un pozo sin fondo. Entre tanto, los servicios públicos, salud, educación, vías de comunicación, etc., cada día pierden calidad y son más precarios. La burguesía se apresta a celebrar el 200 aniversario de la Independencia y, el México ”independendiente” del siglo XXI no es siquiera autosuficiente en alimentos. No se necesita explicar mucho más para entender que sobre bases capitalistas la liberación nacional de México, así como la de la India o cualquier otro país ex colonial, no es una realidad para las masas trabajadoras del campo y la ciudad.
Sin desarrollo de fuerzas productivas no puede haber liberación nacional porque la dependencia se exacerba; con la propiedad monopólica de los medios de producción no puede haber independencia nacional porque la dependencia se profundiza, con el mecanismo de la deuda no puede haber liberación nacional porque el sometimiento se hace cada vez mayor. Sólo bajo el socialismo es posible una auténtica liberación nacional. Así como la semilla da paso a la planta, —es decir se niega y a la vez se trasciende a sí misma para dar paso a una nueva semilla—, una auténtica liberación nacional dialécticamente pasa por el desarrollo de las fuerzas productivas sin el cinturón de las fronteras nacionales y la propiedad privada de los medios de producción. Así, la nación se funde en una federación socialista continental y mundial que la hace avanzar socialmente de acuerdo a un plan central de la economía regional y mundial. Esta es la única forma de preservar realmente la soberanía de una nación. Pero sobre bases capitalistas esto se convierte en una utopía.
La liberación nacional es una cuestión de clase y no debe verse sólo con sentimientos patrióticos, ya que la patria también es un concepto de clase. Nadie puede estar en desacuerdo en que no es lo mismo la patria para un magnate o un terrateniente, que para un obrero, un desempleado urbano o un campesino pobre. Los marxistas aspiramos a una patria socialista, una sociedad sin clases, sin propiedad privada de los medios de producción, ni fronteras nacionales.
Pero por otro lado, los pueblos de las colonias y ex colonias no pueden esperar pacientemente a que la instauración del socialismo en un país industrializado detone la revolución mundial. En la medida que la instauración del socialismo en los países industrializados se sigue aplazando y la gran industria sigue bajo dominio del capitalismo, es inevitable que en los países atrasados, coloniales o ex coloniales, se presenten toda una serie de deformaciones de la naturaleza del Estado y las características peculiares de sus actores.
Al parecer no se trata de un golpe al viejo estilo de las dictaduras militares de las décadas pasadas que se preparaban y ejecutaban bajo la estricta planeación y ejecución del imperialismo estadounidense que instalaban regímenes militares por largos periodos. Pero a la vez, es claro que la corrupta y dependiente oligarquía hondureña no se hubiese lanzado a la aventura del golpe sin la validación y autorización de algún grupo de poder estadounidense. En todo caso, asistimos a un proceso de contradicciones interimperialistas ante el avance de la revolución en el convulsivo continente americano. En momentos críticos el imperialismo no siempre actúa de manera homogénea[1], un sector puede afirmar que está en contra del golpe, jalarse los pelos y darse golpes de pecho porque la sacrosanta democracia ha sido violentada en Honduras, pero, lo que más pesa en la ecuación es el auténtico contagio de la revolución bolivariana en el conjunto del continente y en particular en Honduras. La oligarquía y el imperialismo han sacado conclusiones correctas respecto al fermento revolucionario que se está desarrollando en el seno del movimiento obrero centroamericano, la victoria del FMLN en el Salvador, el regreso del sandinismo en Nicaragua, son claros y evidentes síntomas del ascenso del movimiento de los trabajadores y campesinos pobres.
El planteamiento de la oligarquía pretende ser simple: bajo argucias legaloides aprovechar el incidente de la cuarta urna —consulta o referéndum promovido por Zelaya para intentar instituir una Asamblea constituyente, previamente Mel había destituido al comandante del ejército y la Suprema corte lo reinstaló— para colocar a Zelaya como fuera de la ley y constitucionalmente destituirlo, en su lugar poner a Micheletti y celebrar las elecciones en noviembre; con esto, Honduras se libraría de la amenaza del chavismo venezolano, lo cual “justifica” aplastar represivamente a las manifestaciones de inconformidad que se esperaba serían débiles sin alcanzar magnitudes masivas, por el contrario, la oligarquía considera al pueblo hondureño como un pueblo sometido y desorganizado y además espera el respaldo de sectores de la clase media para demostrarle al mundo que “el pueblo está con Micheletti” y con esto intentar contrarrestar el aislamiento diplomático a excepción de los países del ALBA. Tras aplacar las manifestaciones todo volvería a la normalidad y se habría detenido la intromisión venezolana en la patria hondureña. Punto. Pero en realidad, con esta aventura golpista la oligarquía y el imperialismo han abierto una caja de pandora y no será sencillo que las aguas regresen a la normalidad.
Hoy 30 de junio Radio Globo confirmó el reclutamiento forzado e ilegal —por parte del ejército— de centenares de menores de edad en zonas rurales y minutos después la radio difusora nacional fue sacada del aire. Esto anuncia que la oligarquía no está dispuesta a dar marcha atrás y espera una confrontación directa y de gran magnitud contra los trabajadores. Este mismo día Micheletti encabezó una manifestación de sectores de la pequeña burguesía que fue relativamente nutrida, las fotos muestran en Tegucigalpa una plaza central repleta, pero esto es muy relativo. Además del factor objetivo de que la plaza es pequeña, es decir, con el poder en las manos es relativamente simple llenar una plaza pequeña, está el factor de que la pequeña burguesía es cobarde y pusilánime, no tiene principios y se arredra muy fácilmente, esto es, una vez que las masas proletarias y del campesinado pobre hagan una demostración masiva, no sólo de miles sino de decenas de miles o centenas de miles, el andamio de la base social de la oligarquía caería hecha añicos rápidamente suspendiendo al régimen Micheletti en el aire. Cuando las masas se movilicen de manera consciente, no habrá poder sobre la faz de la tierra capaz de vencerlas en automático. Una vez dicho esto, ninguna victoria puede asegurarse a priori. El factor central está en el programa, la estrategia y la táctica y en esto puede radicar la mayor debilidad del movimiento.
Es totalmente acertada la idea expresada por el presidente Chávez respecto al llamamiento que hace al ejército hondureño a voltear sus fusiles contra la oligarquía. El movimiento debería inyectar miles y miles de volantes explicando ideas a la tropa del ejército. Los soldados de la tropa son obreros sin fábrica o campesinos sin tierra. Si el movimiento demuestra decisión de ir hasta el final, la base del ejército puede dividirse en líneas de clase. La defensa de la revolución en Honduras debe pasar necesariamente por el internacionalismo proletario y el factor Venezuela puede ser fundamental, esto a la vez impulsaría hacia adelante el proceso venezolano que no ha terminado ya que la mayor parte de las principales palancas de la economía permanecen en manos privadas. La mejor defensa es el ataque, la oligarquía hondureña se prepara militarmente y no tendrá consideraciones de carácter moral, humanitario, ni de ningún otro tipo para reprimir el movimiento, así que las brigadas de autodefensa son imprescindibles, las asambleas y manifestaciones deben ser custodiadas por servicios de orden y en la medida de lo posible, deben evitarse actos vandálicos que no ayudan al desarrollo de la consciencia y es muy probable que el régimen esté infiltrando elementos lumpen que los provoquen a fin de dañar la imagen del movimiento.
El argumento central de la oligarquía es la supuesta “amenaza del chavismo” y las supuestas maniobras de Zelaya para instaurar una Asamblea constituyente que reformase la constitución a fin de poder reelegirse. Independientemente de las presuntas aspiraciones personales de Zelaya, el ojo del huracán político no está en eso. La teoría del caos explica que, ante la acumulación de contradicciones, un fenómeno puede presentar variables de magnitud considerable a raíz de eventos en apariencia insignificantes: dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande, pero lo que realmente genera los grandes efectos no es la pequeña perturbación sino la acumulación previa de enormes tensiones. Eso es precisamente lo que sucedió con el incidente de la cuarta urna. El debate no está en si fue legal o no, sino en cómo la necesidad de transformación socialista de la sociedad ha encontrado un cauce en la lucha contra el golpe de Estado. Ubicar el auténtico debate pasa también por entender los caprichos de los procesos sociales y políticos.
La historia conoce todo tipo de transformaciones. Ante la ausencia de un partido obrero, el movimiento está encontrando un elemento de aglutinamiento en torno a un presidente destituido. Zelaya es un terrateniente, pertenece a la clase dominante, no es ningún socialista ni revolucionario. Ha tenido sí, una evolución política que lo llevó a implementar algunas reformas favorables al pueblo trabajador.
“Entre las medidas adoptadas por su gobierno hay varias reformas progresistas, incluida una campaña nacional de alfabetización que sigue los ejemplos de Cuba y Venezuela, un intento de mejorar la sanidad para los sectores más pobres de la sociedad (Incluido el acceso a medicinas más baratas, becas para estudiantes de medicina en Cuba), la reducción de los tipos de interés para los pequeños campesinos y un aumento significativo del salario mínimo, un 60 por ciento.
“En el mismo sentido, procedió a reducir algunos de los privilegios más escandalosos de la clase dominante oligarca hondureña. Rompió el monopolio de las empresas multinacionales en la importación de combustible, a través de un acuerdo con la venezolana Petrocaribe. Zelaya también tomó medidas contra las multinacionales farmacéuticas que controlan el 80 por ciento de todas las medicinas que se venden en Honduras, todas ellas importadas a precios elevados por el servicio nacional de salud, firmando un acuerdo con Venezuela y Cuba para importar versiones genéricas baratas de las medidas más utilizadas. El presidente también denunció el monopolio de la oligarquía sobre los medios de comunicación y terminó con los subsidios gubernamentales a los grandes grupos de comunicación. En la arena internacional Zelaya firmó la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), la alianza regional promovida por Venezuela a la que se une ahora Honduras”.[2]
En el diario La Jornada del 29 de junio podemos leer: “(…)una persona de escasos recursos, cercana al presidente, le pidió que hablara con el sindicato del ramo antes de vender la empresa portuaria estatal. Los sindicalistas le informaron que el Estado se quedaba con 28 centavos de cada lempira que ingresaba por los puertos. Luego, los empresarios que querían el sector, informaron al mandatario que ellos entregarían seis centavos de cada lempira. ‘¿Y dónde está el negocio?’, preguntó. ‘El negocio es para nosotros’, le respondieron. Hechos de esa naturaleza propiciaron el viraje de Zelaya.”
El movimiento de las masas está cuestionando la legalidad burguesa en su conjunto. Al igual que en Venezuela, el intento de hacer reformas dentro del marco del capitalismo ha chocado con la oposición feroz de la clase dominante en su conjunto, obligando al movimiento a sacar conclusiones más avanzadas. Sólo la lucha por el socialismo puede resolver esta contradicción. En el supuesto de que Zelaya fuese reinstalado en el gobierno no podría mantenerse con las instituciones burguesas, para mantenerse, necesariamente tendría que apoyarse decididamente en el pueblo y aplicar un modelo no basado en la propiedad privada y el mercado. Esta no es la perspectiva más probable. Más bien, una posibilidad es que Zelaya sea un elemento accidental de este proceso y en un determinado momento pase a un plano secundario o marginal. Lo realmente importante es que se ha abierto un proceso de confrontación directa entre las clases y esto está agitando la consciencia de millones en cuestión de poco tiempo. Las masas obtendrán lecciones en la dura escuela de la vida. Incluso una derrota parcial o temporal en este periodo no sería una losa que hundiera el movimiento por mucho tiempo, sino que sentaría las bases para ulteriores luchas.
Por largos periodos y en repetidas ocasiones, los militares auparon el poder como respuesta a las tradiciones antimperialistas del pueblo hondureño, que tiene en su haber una histórica huelga insurreccional con la participación activa y consciente de 30 mil trabajadores de las compañías bananeras en 1954. Una huelga que duró 69 días y se desarrollo en la cuidad de El Progreso al este del valle de Sula, a 30 kilómetros de San Pedro Sula. La huelga se desarrolló en medio de una dictadura militar que por supuesto defendía servilmente a las compañías bananeras, sin embargo, alcanzó niveles de doble poder, ya que los militares tenían que solicitar autorización del Comité de huelga para transitar por el valle de Sula y su periferia. La huelga terminó desgastada y reprimida, pero no derrotada debido a que se levantó como un ejemplo de la capacidad de lucha del proletariado hondureño. “Fueron 69 días de huelga, iniciando el 30 de abril en las instalaciones de la Tela Rail Road Company de El Progreso, con estos objetivos: derecho a la libre organización sindical, aumento de salarios a los trabajadores, mejoramiento de las condiciones de trabajo, jornadas de ocho horas diarias y seis horas en la jornada nocturna, salario doble por horas extras, salario igual por igual trabajo, cese a los despidos arbitrarios, cese a la discriminación racial, tratamiento médico gratuito en los hospitales de la compañía bananera, enseñanza primaria laica y gratuita y jubilaciones para los mueleros”[3]. Más que los logros económicos, una huelga se mide por su impacto en la consciencia de los trabajadores. Producto de la huelga se consiguieron conquistas democráticas elementales como el derecho a la sindicalización. Después de la huelga de 1954, los acontecimientos actuales son quizás los de mayor magnitud.
En Honduras sólo hay dos partidos burgueses, el Nacional y el Liberal, que por décadas se han compartido los gobiernos de un poder oligárquico absolutamente supeditado al imperialismo estadounidense. El movimiento hondureño no cuenta aún con un partido obrero, ni siquiera un partido de corte socialdemócrata, este factor puede convertirse en un elemento favorable pues no existe una dirección reformista de masas que pueda desviar, confundir, estancar y traicionar al movimiento como sucede en muchos países; y a la vez, la ausencia de un partido con base obrera - campesina y con implantación de masas puede esconder riesgos de dispersión y descontrol, algo similar a lo que sucede con el vapor si no existe una caldera que dirija y concentre su energía en el pistón. Pero definitivamente, la ausencia de un partido marxista de masas provocará una ralentización del proceso de la revolución hondureña, que se puede extender incluso por un periodo de años. El proceso hondureño está insalvablemente ligado a la revolución centro y latinoamericana, de ningún modo es, ni puede ser, un hecho aislado o exclusivo. Las particularidades nacionales nunca pesarán más que el proceso continental y mundial de la revolución. Así, asistiremos a diversos escenarios en los que habrá avances, retrocesos, victorias, derrotas e incluso podrán presentarse periodos en los que la reacción levante la cabeza. Lo cierto es que se ha abierto un periodo de revolución y contrarrevolución en Honduras.
La Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) no puede sustituir al partido pero puede ser la cuna de un partido de clase, esta coyuntura abrirá la posibilidad de fundar un partido obrero y habría que impulsarlo decididamente. En Honduras los diversos sectores de la izquierda más o menos coinciden en la CNRP, que es un frente amplio que agrupa a los más diversos sectores del movimiento, con expresiones multifacéticas: Asamblea Popular Permanente Contra las Privatizaciones de El Progreso, el Bloque Popular con su sede central en Tegucigalpa, la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguán (COPA), el Patronato Regional de los valles de Santa Bárbara, la Coordinadora de organizaciones Populares e Indígenas (COPIN), hasta llegar finalmente a confluir en la CNRP. Existe también el Partido de Innovación y Unidad (PINU) que representa a un sector marginal de la burguesía nacionalista no oligárquica y no tiene ningún peso real en la ecuación política.
Es importante detenerse brevemente en el Partido Comunista Hondureño (PCH) a fin de preservar la memoria histórica y aprender de ella. El PCH desapareció en 1998, nunca fue un partido de masas, estuvo de alguna forma vinculado en la dirección de la histórica huelga de 1954; en los años 80 las dictaduras militares mataron a los mejores militantes del PCH, los militares asesinaron selectivamente, una represión selectiva brutal en coordinación con la CIA y operando directamente desde la embajada estadounidense. Por cierto, las instalaciones del alto mando del ejército hondureño, están a 200 metros de la casa del embajador estadounidense lo cual no es casual sino todo lo contrario; y aquí también se muestra el atraso y dependencia de la clase dominante, pues mientras la casa del embajador —que no la embajada—, ocupa varias manzanas en un predio en el que se levanta majestuosa una enorme barda de piedra con malla electrificada, las instalaciones del Estado mayor del ejército son pírricas y diminutas comparadas con la casa del embajador. Cientos de los mejores militantes nutrieron las filas del FSLN en Nicaragua, de la URNG en Guatemala y del FMLN en El Salvador. De hecho el FSLN se formó en Honduras, por cierto, en un barrio llamado: “El chile”. Los militantes que no fueron asesinados, o bien dejaron la política o bien los exiliaron, o bien se corrompieron y hoy algunos de ellos son parlamentarios de los partidos burgueses o funcionarios del gobierno en turno. Por supuesto hay excepciones y hay quienes están sacando conclusiones correctas, acordes al desarrollo de la crisis revolucionaria que se ha desatado en estos días.
A diferencia de El Salvador, en Honduras no hubo guerrilla ni hay tampoco un partido reformista de masas. El ex PC derivó en un partido reformista (Unión Democrática, UD) minoritario que alcanza uno o dos puntos porcentuales en las votaciones y que ha sufrido escisiones brutales; una facción tomó por asalto al partido expulsando burocráticamente a las otras cuatro facciones, mismas que derivaron en un partido local en SPS que se hace llamar “patriótico”. Es decir, en Honduras la estrategia de la construcción del partido debe orientarse a los sindicatos, a la juventud y al movimiento social, éste último muy activo en un abanico de temas que van desde la ecología a las juntas vecinales por el agua, se están agrupando en torno a una coordinadora de movimientos sociales. Hay esfuerzos de unificación organizativa pero sin debate ideológico real, la coordinadora es un punto clave de intervención pragmática en el que prevalecían en ciertos sectores algunos prejuicios ”antipartido”. El ambiente en el seno del movimiento y sus activistas cambiará en positivo y habrá sectores que buscarán ideas frescas para construir la estructura del movimiento.
El PCH llegó a tener tres mil militantes, tenía mil en San Pedro Sula, en la universidad tenían 100 activistas, tenían cinco periódicos, uno de ellos semanal, estaban muy posicionados en los sindicatos, controlaban toda la zona industrial, podían estallar huelgas “prácticamente a voluntad del PCH”, y sin embargo, ¡optaron por impulsar la vía armada basada en el frente del campesinado pobre! A decir de Tomás Erazo —dirigente histórico del PCH—, tenían 500 hombres armados en Honduras y habían enviado a Nicaragua, Guatemala y El Salvador a 700 guerrilleros hondureños surgidos de las filas del PCH, que murieron anónimamente en las guerras de guerrillas. El PCH optó por la vía guerrillera siguiendo los pasos de sus compañeros centroamericanos y el resultado fue desastroso. Ni siquiera nació la guerrilla hondureña, los masacraron antes de que pudieran hacer nada. Se dieron ofensivas aislada en varios municipios rurales que fueron desastrosos. Pero, los estalinistas pasaban de los intentos guerrilleros fallidos, a colaborar con la burguesía intentando instalarse en algún gobierno de coalición, apoyaron por ejemplo a los llamados “militares progresistas”, que tras un golpe de Estado, impulsaron débilmente y por poco tiempo, un programa keynesiano, hicieron algunas inversiones del Estado en la producción y concedieron algunas libertades democráticas. Pues, con estos “militares progresistas”, la dirección del PCH pensó que había llegado el socialismo como caído del cielo y colaboró con ellos, quienes no tardaron en degenerar y barrieron con los comunistas sin ningún tipo de consideración.
La masacre durante los años 80 —que desapareció a lo mejor de la juventud revolucionaria hondureña que estaba estoicamente apostada en su trinchera—, no habrá sido en vano, ya que las tradiciones, decisión y energía revolucionaria del proletariado y la juventud hondureña no están en duda a pesar de que parezca lo contrario, el combustible revolucionario volverá en este periodo con renovados bríos y entusiasmo.
Hace más de 2 mil años, el pensador griego Anacarsis dijo que la ley es como una telaraña: los insectos grandes la rompen, los pequeños quedan prendidos en ella. En realidad, tratar de explicar este profundo y contradictorio proceso de la lucha de clases al que asistimos en Honduras en términos de la “ley” —por supuesto, una legislación escrita de acuerdo a los intereses de la oligarquía—, es analizar la situación de una forma muy superficial. Lo que está en la base de la ecuación es la inviabilidad de Honduras —y todos los países centroamericanos— como nación, sobre todo en el marco de la crisis orgánica del capitalismo mundial. Desde el punto de vista del marxismo, los diminutos países de Centroamérica son producto de la división artificial del territorio, a partir de los intereses reaccionarios de las atrasadas burguesías y terratenientes locales supeditados absolutamente al imperialismo estadounidense. Esto ha sumergido a toda la región en un atraso permanente, que ha sido interrumpido de forma muy relativa y totalmente insuficiente por la incipiente industrialización a base del sector maquilador y una debilitada Inversión Extranjera Directa que por cierto, está huyendo a Indochina en los últimos meses y años. La única salida real al callejón del capitalismo hondureño se encuentra en la lucha por la Federación socialista de Centroamérica.
En el año 2008, Honduras aún contaba con 3 millones 797 mil habitantes en zonas rurales y 3 millones 603 mil habitantes en zonas urbanas, es decir, de un total de 7 millones 400 mil habitantes, el 51.3% habitan en zonas rurales y 48.7% en zonas urbanas. La población es mayoritariamente joven, el 52% son menores de 18 años, mientras que 65% está por debajo de los 28 años. Esto coloca a la juventud como un factor revolucionario eminente, quien quiera organizar una tendencia de cuadros en Honduras se debe orientar decididamente a la juventud. La población pobre del país asciende a un 71.7%, de los cuales el 72.2% se encuentra en un estado de pobreza extrema. En las zonas urbanas de las 65.8% que vive en condiciones de pobreza, un 36.7% vive en pobreza extrema; mientras en las zonas rurales, el 85% vive en condiciones de pobreza. Con una extensión territorial de 112 mil 492 kilómetros cuadrados, la población económicamente activa (PEA) del campo alcanza al 39% de la PEA total y el proletariado urbano cuenta al 24%. Del total de la PEA el proletariado industrial es casi el 15%.
Cuando analizamos el producto interior bruto (PIB), vemos el peso específico del proletariado urbano y en particular del proletariado industrial, ya que en datos del año 2005, más del 33 por ciento del total del PIB estuvo generado por los trabajadores de la ciudad y en concreto el 25 por ciento estuvo generado por el proletariado industrial, incluido el sector maquilador, a diferencia del PIB agrícola que, a pesar de contar con una mayor población, alcanzó apenas el 12.3 por ciento del total del PIB. Esto es un claro ejemplo, por un lado, de la debilidad del campo hondureño, y por otro, de la fuerza de la clase obrera en las relaciones de producción y estos datos duros, tiran por tierra cualquier crítica de la supuesta inviabilidad del proletariado como vanguardia del movimiento social. Una tendencia revolucionaria que se pueda jactar de ello, se orienta sin vacilar hacia el movimiento obrero, a pesar de que en Honduras sea una minoría, pues como podemos observar, aún siendo una minoría relativa, es un sector de la población trabajadora que genera la mayor proporción de riqueza. Guardando las distancias, la proporción y sin hacer una comparación mecánica, en Honduras existen mejores condiciones materiales para la revolución socialista que en la Rusia zarista de 1917, donde de un total de 140 millones de habitantes, 10 millones eran proletarios urbanos y de ellos, sólo 3 millones, es decir poco más del 2 por ciento del total, eran proletarios industriales.
Los principales productos agrícolas de Honduras son: caña de azúcar, palma africana (de la que obtienen biocombustible y aceites comestibles), el maíz y el banano, éste último exclusivamente como producto de exportación. Por el lado industrial, las mercancías de mayor producción son: cigarros, cerveza y refrescos. Honduras es fundamentalmente un país importador.
Tiene una balanza comercial negativa, por supuesto con EUA de quien depende enormemente, pero la balanza es negativa con la mayoría de los países de Centroamérica. Lo que más se importa es combustible (la gasolina es carísima, es una forma de control y extracción de riqueza en manos de los monopolios), productos minerales y aparatos eléctricos y electrónicos. Los datos del año 2005 de la balanza comercial respecto a Centroamérica alcanzan los 576 millones de dólares de la siguiente forma: Costa Rica con -214.6 mdd, El Salvador con 88.4 mdd, Guatemala con 270.8 mdd y Nicaragua con -1.0 mdd. Esto coloca a Honduras como la economía más débil de la región, sólo por encima de Haití.
Las reservas internacionales son un poco superiores a los ingresos por remesas, con 2 mil 640.7 mdd y mil 788.3 mdd respectivamente, ambos datos del año 2005. Las remesas representaron el 21 por ciento del PIB de 2005 y han crecido exponencialmente en los últimos años, ya que por ejemplo, en 1999 significaron el 6 por ciento del PIB. Esto habla de que el nivel de migración hacia Estados ha ido creciendo a pesar de las enormes dificultades para conseguir atravesar México y llegar a EUA. Actualmente el promedio mensual de remesas por envío es de 224 USD y el 90 por ciento de ese dinero se usa en el gasto diario.
La producción maquiladora es una proporción menor del PIB total, con apenas un 7 por ciento, no ha crecido significativamente y cuenta con 306 plantas de las cuales 153 con del sector textil y el resto de alimentos y aparatos electrónicos. Es muy sintomático que la mayoría de las maquiladoras Centroamericanas que cuentan con un sindicato estén en Honduras, eso habla del potencial de lucha, habla del fermento social que se está acumulando debajo de la superficie.
En el último periodo ha habido un crecimiento relativo de la inversión extranjera directa (IED), aunque en términos absolutos sigue siendo marginal respecto al PIB (3% del PIB) y en el último periodo se ha orientado fundamentalmente a la telefonía celular y la reconstrucción de aeropuertos. Los datos disponibles demuestran la dependencia del imperialismo norteamericano y por consecuencia, el atraso de la burguesía Centroamericana.
Como en el resto de países ex coloniales, el peso de la deuda es enorme. Es una forma de colonialismo contemporáneo, ya que es impagable pues ha desangrado el cuerpo vivo de Honduras con los pagos interminables de intereses. En ciertos momentos, los organismos financieros internacionales han condonado hipócritamente ciertos montos de la deuda, para después aplicar más préstamos que sólo convierten a la deuda en círculo vicioso que mantiene postrada a la economía hondureña, en 2003 y 2004 significó poco más del 80 por ciento del PIB y en 2005 bajó al 62 por ciento, al comparar estos montos con los gastos en educación, salud, desarrollo en infraestructura, el pago de la deuda se hace francamente obsceno. De esta manera un país potencialmente próspero es desangrado por el imperialismo. Millones de hombres, mujeres y niños son reducidos a la pobreza, la degradación y el hambre. Antes de la recesión mundial que estalló en 2008, las cifras de crecimiento económico estaban aumentando, pero las masas nunca se beneficiaron de tal crecimiento, ahora con el mundo en crisis económica internacional, las contradicciones hicieron volar por los cielos a la relativa “estabilidad” política. Estas son las bases objetivas para un fermento revolucionario que se estaba acumulando debajo de la superficie y tarde o temprano iba a hacer explosión por cualquier lado, en cualquier sector.
Como explicaba Lenin, política es economía concentrada. Este vistazo a los datos nos permite explicar la crudeza de los acontecimientos a los que asistimos hoy. La crisis económica engendró una crisis política, que está obligando a las masas del pueblo trabajador a movilizarse. Sin duda, el proletariado hondureño y el campesinado pobre se han levantado de la postración. Hay un límite físico y moral a la explotación. La oleada revolucionaria de América Latina tocó puerto Centroamericano, lo que suceda a un país impactará a otro y a otro. Los revolucionarios hondureños necesitan prepararse teórica y organizativamente para los grandes acontecimientos que ya están sobre la mesa, deben prepararse para esperar lo inesperado. La clase obrera está llamada a completar la revolución democrático-burguesa luchando por la transformación socialista de la sociedad.
La única forma de revertir la barbarie en Honduras es luchando por los aspectos inmediatos y concretos de las masas, en salarios, condiciones de empleo, educación, salud, infraestructura básica como agua y energía; todos aquellos aspectos que la ignorante y atrasada burguesía nacional no ha conseguido ni conseguirá para la sociedad hondureña, ligando la lucha por lo inmediato, con la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Las condiciones materiales para la revolución no sólo están dadas sino que se están descomponiendo, el narco y los maras son un pequeño ejemplo de lo que está sucediendo y de lo ennegrecido del futuro para la juventud hondureña. Es urgente luchar por la construcción de una alternativa marxista para el movimiento obrero hondureño, con una perspectiva Internacionalista y Centroamericana.
¡El golpe de Estado puede ser derrotado luchando masivamente en las calles!
¡Contra la represión, la organización!
¡Que viva el pueblo hondureño, abajo el golpe de Estado!
¡Por la construcción de una alternativa marxista en Honduras!
[1] Por ejemplo en Vietnam en los años de la invasión estadounidense, después de ocho años al frente de la dictadura en Vietnam del sur, el dictador Diem —apoyado militar y financieramente por EUA—tuvo la osadía de enfrentar a Estados Unidos, quien le organizó un golpe de Estado en noviembre de 1963 y después lo asesinó. El Pentágono está en desacuerdo con la CIA en el derrocamiento de Diem. En este momento es cuando se suscita el asesinato de Kennedy complicando enormemente la ecuación. Las contradicciones interimperialistas se suceden y ahora es el Pentágono quien organiza un golpe de Estado en enero de 1964 contra el sustituto de Diem —a quien la CIA había derrocado— e instala al General Khanh. Entra en escena Johnson como nuevo presidente de Estados Unidos y derroca a Khan en junio de 1965.
[2] Hay que derrotar el golpe militar reaccionario en Honduras - ¡Movilizaciones de masas en las calles y huelga general! Jorge Martín.
[3] Cincuenta años después: entre la resistencia y el servilismo. Ismael Moreno.
Los grandes creadores de la física moderna no se desarrollaron en una esfera de cristal, tuvieron que enfrentar conflictos filosóficos y éticos que aún hoy no están resueltos, la vida de Schrödinger junto con todos los gigantes creadores de la física moderna es un ejemplo de ello.
El mundo que hoy vivimos es radicalmente distinto del que existía hace 50 años, no digamos hace más de ciento veinte años, cuando Erwin Schrödinger vio la luz, el 12 de agosto de 1887. Al menos es distinto respecto de las apariencias exteriores, las cuales se modifican en cuestión de años, incluso de meses. No obstante en algunas ocasiones da la impresión de que no hay algún sentido concreto, los seres humanos nos hemos vuelto presa del cambio e incluso sus víctimas. Muchas veces nuestra actitud respecto a procesos como el que acabamos de vivir “la gripe AH1N1”, tiene más que ver con el comportamiento de una manada que con el de una sociedad pensante. Tal vez por ello sea importante conocer un poco mas respecto a personalidades que, en el inicio del vértigo de las sociedades industriales lograron establecer un sentido o una síntesis de una rama del conocimiento fundando toda una época.
El hijo de su tiempo
Los seres humanos son hijos tanto de la época en la que vivieron como de la sociedad a la cual intentaron dar una respuesta, en este caso Schrödinger no fue la excepción; nació en Austria, sede del un imperio, el austrohúngaro, en descomposición. Viena, Budapest y las principales ciudades vivían la enriquecedora influencia de múltiples nacionalidades en el marco de un desarrollo económico, que se veía trabado por un régimen cada vez más incapaz de satisfacer las necesidades de las clases emergentes. Los alemanes de Austria tenían cada vez menos posibilidades de contener el despertar nacional de los pueblos de Europa central y oriental. En este marco nació y creció el joven Schrödinger.
Viena y su universidad fueron el escenario de sus primeros años, para 1910 se doctoró como Físico en la Universidad de Viena siendo conducido por Hasenöhrl. El años siguiente se convirtió en asistente de laboratorio de Exner, trabajo que desempeño hasta el inició de la primera guerra mundial.
Austria, fue la gran perdedora de la formación del imperio alemán una generación antes de que naciera Schrödinger. El carácter arcaico de su régimen político no puso el el poder económico y militar de Prusia y para finales del siglo estaba terminando bajo el dominio completo de los alemanes. Se dice que Bismarck acostumbraba señalar “entre las naciones poderosas y las débiles o medias con las que tienen intereses comunes la relaciónes no son de dominador –dominado, sino de dirigente y seguidor” ” esta era también la relación que se había formado entre Alemania y Austria para finales del siglo XIX y que se reforzó en los primeros años del siglo XX.
Si económica y políticamente Alemania y Austria estaban vinculadas bajo la batuta de los primeros en el terreno industrial, tecnológico y científico esto no podía ser distinto.
La génesis de un gran descubrimiento
En Berlín Max Plank, había desarrollado el concepto de “cuanto” para explicar la luz como una especie de lluvia de paquetes de energía. Otro alemán Albert Einstein había enfatizado la continuidad entre materia y energía, así como la intervención del tiempo como factor no lineal en los cambios de la materia.
Estos gigantes dominaban una escena en la cual fenómenos experimentales como los de la emisión radiactiva estudiada por Rutherford y Marie Curie, encontraban más sentido para explicarse sobre la Base de Plank y Einstein que sobre la base de Newton y Maxwell.
Estos descubrimientos no se desarrollaban en el aire. Los procesos de conversión de energía que se requieren en la industria requerían predicciones científicas basadas no en simples conjeturas sino en mediciones verificables. La máquina de combustión interna comenzaba a desplazar a la de vapor en todo los campos, las investigaciones sobre la tecnología de los materiales tanto en la conversión del petróleo en todo tipo de productos requerían nuevos y buenos descubrimientos científicos que a diferencia de otros tiempos podían emplearse directamente en la industria. El trabajo de titulación de Schrödinger como doctor se nombraba “Sobre el comportamiento de la electricidad en la superficie de los aislantes en atmosfera húmeda”, es decir un enfoque más que nada experimental y de aplicación práctica que filosófico o teórico.
Ello también determinó la preponderancia de Alemania en la Física experimental y por su puesto los increíbles adelantos en este rubro.
Schrödinger dejó su cargo en los laboratorios vieneses para integrarse a las fuerzas armadas del emperador Francisco José. La primera guerra mundial dejó una estela de interrogantes en todos los campos. El ambiente general era de pesimismo respecto al presente, una ola de insatisfacción recorría todas las clases sociales y en este caldo de cultivo no era raro que surgieran soluciones radicales. En el terreno social la terrible crisis se apoderó de naciones, especialmente las perdedoras: Alemania vio en 1923 invadido parte de su territorio por parte de los ejércitos franceses, debido a la incapacidad germana para cubrir las compensaciones de guerra. Esto llevó a una capa de militares, junto con los sectores empobrecidos de capas medias y desempleados, a crear un movimiento ultranacionalista totalitario inspirado en que se había generado en esos años en Italia, era el fascismo.
El Austria la cosa no fue mejor, el otrora poderoso imperio austrohúngaro quedo disuelto. Lo único que quedó fueron los territorios de habla alemana en torno a Viena, un territorio más pequeño que estados mexicanos como Hidalgo.
La democracia sustituye a la monarquía no sin explosiones revolucionarias que son sofocadas por una coalición de voluntades tanto de los socialdemócratas de derecha como de la reacción que pese a no simpatizar con los socialistas si ve en ello un mal menor de frente a un triunfo de la revolución en la que estaba en peligro su existencia misma como clase.
El ambiente es también inestable con la diferencia de que a diferencia de Alemania, Austria no poseía el potencial económico para salir adelante. Así, a pesar de que las cargas económicas no son tan fuertes también se crea un ambiente de pesimismo en las capas medias y altas. Las bases sociales para un movimiento de carácter fascista se expresan en la organización formada por Dollfuss.
La estabilidad, otrora común en la vieja Viena desaparece y ello también se muestra en los trabajos que Schrödinger adquiere: en 1918 empieza a dar clase de Física en la Universidad de Chernowitz, para 1920 después de un breve periodo en un laboratorio de Física experimental se ve obligado a dejar Viena y pasa a Stuttgart, para posteriormente, con el apoyo de Einstein pasar a Zúrich, Suiza, dedicando la mayor parte del tiempo a problemas de interpretación sobre fenómenos de energía cinética y termodinámica. Es en ese ambiente académico en el que se produce la gestación de sus reflexiones en torno al comportamiento de las partículas atómicas. Particularmente su famosa ecuación:
En 1927 acude a Berlín, sus estudios de mecánica cuántica le han valido el reconocimiento de todo el mundo científico y es llamando a cubrir la Cátedra que el padre de la mecánica cuántica, Max Plank había dejado vacante debido a su muerte.
Los científicos alemanes mantenían un debate con sus colegas del otro gran centro de estudios de la física Copenhague, en donde Neils Bohr y Heisenberg estaban tratando de desarrollar un método por medio del cual cerrar el círculo abierto por Plank y Einstein, los cuales no estaban convencidos de las respuestas de Copenhague y si con las de Schrödinger.
Entre 1927 y 1933 Schrödinger trabaja al lado de las principales mentes de la física en ese momento, lamentablemente Alemania tampoco era un lugar feliz; la socialdemocracia ahí, también se había aliado a la reacción para aplastar la revolución, hasta 1928 hubo posibilidades de una transformación radical de la sociedad pero la dirección de los comunistas podía cuando quiso y no quiso cuando podía a tal grado que se generó un vació que poco a poco fue llenado por los fascistas de Hitler.
La ética y filosofía del científico
En 1933 Hitler obtiene más votos pero aún entonces tanto socialdemócratas como comunistas tenían sumando sus votos tenían mas apoyo electoral de los nazis. Un simple acuerdo hubiera impedido a Hitler llegar al poder por esa vía, pero el acuerdo nunca llegó y Hitler pudo presumir llegar al poder sin romper un solo vidrio.
Las previsiones de socialdemócratas y de comunistas se fincaban en un fracaso de Hitler, el cual se desgastaría muy rápidamente. Seguramente esto también estaba en la mente de los nazis, los cuales ilegalizaron rápidamente a los comunistas y después a los socialdemócratas con todos los sindicatos. Aunque formalmente se conservaron ciertas estructuras de la república en los hechos Alemania era ya una dictadura totalitaria. Los científicos Berlineses tuvieron que huir, Schrödinger paso unos años en Oxford. Mientras que Heisenberg decidió colaborar con el régimen. Los dos científicos poseían una concepción derivada de sus experiencias en el trabajo científico pero que en cierto sentido se reflejaba en su actitud frente al mundo exterior; para Heisenberg la realidad solo podía proceder de fenómenos verificables, es decir era un profundo empirista, cuando enfrento el hecho de que el electrón y las partículas subatómicas no respondían a las leyes de la física clásica y que era imposible determinar su posición (principio de incertidumbre) concluyó que del mismo modo era imposible tener certeza de que cualquier fenómenos incluso social fuera tuviera un cierto grado de certeza. Para Heisenberg nadie podía decir si estaba bien o mal colaborar con el régimen de Hitler así que su decisión de hacerlo era éticamente irrefutable.
Schrödinger en cambio estableció que si bien era imposible conocer posición de las partículas subatómica era claro que se podía describir su comportamiento, demostró que la ecuación de la onda en movimiento era compatible y equivalente a los procedimientos de mecánica matricial de Heisenberg por lo tanto tal la consecuencia de los descubrimientos de Plank, Einstein y De Brolie sintetizados en su ecuación llevaban a la conclusión de que el electrón se puede comportar como onda y partícula al mismo tiempo.
Con ello la certeza del mundo real no desaparecía, sino que se demostraba el carácter transitorio del conocimiento, que por el momento podía describir un comportamiento físico sin poder ir más allá de posibles deducciones respecto de los apartados no verificados.
Fig 1 Mediante el experimento imaginario de un gato expuesto a un medio radiactivo Schrödinger trato de explicar la vinculación de un modelo científico respecto a la realidad
Mediante esta concepción la ciencia no sólo no pierde el grado de certeza en general que le atribuye Heisenberg, sino que acepta humildemente su papel de eterno explorador de la realidad a la cual se puede sondear sólo hasta los limites de nuestros medios técnicos, nuestros conocimientos previos y nuestra capacidad de deducción más allá de lo que se puede verificar. Ejemplo de ello es su ejemplo del experimento del gato que ilustramos en la fig. 1
Como consecuencia de ello Schrödinger rehúsa colaborar con régimen criminal como el fascista aunque resulta claro que aún no conocía la magnitud de ese carácter criminal.
Todavía en 1936 intenta regresar a su país, Austria, pese a que los fascistas también habían tomado el poder en 1934 y ya se rumoraba sobre una posible fusión con Alemania, cuestión que no se resolver sino hasta 1938. La consecuencia para Schrödinger fue que se convirtió en perseguido al grado que tuvo que escapar de Austria como muchas decenas de miles de socialista, judíos, científicos, artistas y todo ciudadano que no profesará las ideas fascistas.
Los últimos años
Tuvo surte de instalarse en Dublín en el Instituto de Estudios Avanzados en donde permaneció hasta 1956. Durante ese periodo Schrödinger abordó trabajo en diversos terrenos siempre tratando de encontrar enfoques originales y elaborar modelos revolucionarios sobre los diverso campos que incluyeron tanto la física como la filosofía de la ciencia, el cosmos y también la biología.
El socialismo un punto de partida no de llegada
No cabe duda de que conforme avance el desarrollo tecnológico surgirán nuevos medios para ampliar los horizontes del conocimiento humano en todos los aspectos, Pos supuesto que se podrá hacer ciencia en el futuro como ahora, no obstante resulta claro de las contradicciones de clase e incluso las acciones de la burguesía pueden no sólo limitar los alcances de la ciencia sino que orientarlos a derroteros francamente destructivos para la humanidad, tal es el caso de la energía atómica la cual podría resolver el problema energético que vive actualmente la humanidad, otro ejemplo es el avance en torno a la genética que nos permite conocer la información que hemos heredado de nuestra especie pero que utilizada como negocio se convierte en un nuevo privilegio. Sólo con el socialismo podremos romper con las trabas que produce el capital y avanzar hacia un conocimiento que implique no destrucción como en el capitalismo sino vida. Eso en el fondo es lo que significaría el triunfo del socialismo, la posibilidad de un nuevo comienzo, también en la ciencia.
Bibliografia
Gribbin,J En busca del gato de Schrödinger. Biblioteca Científica Salvat, Barcelona, 1984.
Sebastián Haffner, La Revolución Alemana, Barcelona 2005
Judson, H,F , El octavo día de la creación. CONACYT, Ed Castell, México, 1987
Schrödinger, E. (1947). ¿Qué es la vida?. Trad. de Greta Mayena. Espasa Calpe, Buenos Aires.
Colección de Historia Universal Daimon, Tomo X Barcelona 1976
Historia Universal Salvat, Tomos XIX y XX, Barcelona 2006.
Woods, Alan, Razón y Revolución, Filosofía marxista y ciencia Moderna, Madrid, 1996
Sin teoría Revolucionaria no hay práctica revolucionaria
Hoy más que nunca tenemos claro la vigencia y la importancia de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. La actual crisis económica demuestra que el capitalismo se debe eliminar; las ideas del marxismo no sólo ayudan a comprender los procesos actuales, si no también a darles solución.
Debido esto en la semana del 29 de junio al 3 de julio, en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa, trabajadores y estudiantes organizados en la Tendencia Marxista Militante, el Comité de Lucha Politécnico (CLEP) - Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Publica (CEDEP) y la Fundación Federico Engels México, llevaremos a cabo la Semana del Marxismo, en la que ofreceremos:
Invitamos a los trabajadores y estudiantes de la UAM-I a asistir a las actividades que organizamos y sobre todo, a unirse a la Tendencia Marxista Militante y difundir las ideas marxistas, las únicas que pueden cambiar el mundo por algo mejor.
Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Ayer escribía que la revolución iraní ha comenzado. ¿En qué sentido es verdad? Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
Una revolución no es el único acto de un drama. En 1917 la revolución se desarrolló a lo largo de un período de nueve meses. En este período hubo momentos de tremendo empuje, como en febrero, pero también hubo períodos de cansancio, derrotas e incluso reacción, como el período que siguió a las Jornadas de Julio. Desde julio hasta finales de agosto hubo un período de reacción en el cual los bolcheviques pasaron a la clandestinidad, su prensa quedó destruida, Trotsky estaba en prisión y Lenin tuvo que huir a Finlandia.
La revolución española, que probablemente es la mejor guía para lo que sucederá en Irán, comenzó con el derrocamiento de la monarquía (fruto de las elecciones municipales) en abril de 1931. Esto abrió un período de revolución que duró siete años, con alzas y bajas, hasta la derrota de los trabajadores en las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. En este período de siete años tuvimos el llamado Bienio Negro, que siguió a la derrota de la Comuna Asturiana de 1934 y duró lasta la elección del Frente Popular en 1936.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación. El genio ha salido de la botella en la que llevaba tres décadas encerrado. Y será imposible obligarse a entrar de nuevo en prisión.
Muchos observadores han expresado sorpresa ante un movimiento que parece caer de un cielo azul. Pero en realidad esta explosión lleva mucho tiempo preparándose. La furia de la población refleja todas las frustraciones y rabia acumulada durante las últimas tres décadas. También refleja el deterioro de la situación económica y la caída de los niveles de vida. La economía fue la cuestión central en la campaña electoral y sigue en el punto central de las preocupaciones de la mayoría de los iraníes, después de cuatro años de grandes aumentos de la inflación y del desempleo.
Aunque con Ahmadinejad los sectores más pobres de la sociedad se han beneficio del dinero que ha entrado por los ingresos petroleros de Irán, muchos otros se quejan de que el aumento de la liquidez ha doblado o triplicado los precios. El parlamento ha bloqueado la reducción de subsidios y eso ha alimentado más la inflación, que ya está en aproximadamente un 24 por ciento. Pero la crisis económica significa recortes y austeridad, Shamsoddin Hosseini, ministro de economía, dijo ayer que la privatización de las empresas estatales se realizaría en el "marco" de la próxima política económica de Irán.
Esto en parte explica el carácter combativo de un movimiento de oposición furioso y decidido, que ha encontrado un símbolo improbable en un hombre de 68 años de edad, Mir-Hossein Mousavi, que anteriormente formaba parte del establishment iraní, y todavía lo es. Cuando la población comienza a perder el miedo y está dispuesta a desafiar las armas de la policía en un país como Irán, ese es el principio del fin. Este maravilloso movimiento de masas en aún más increíble cuando se ve que está desorganizado y sin dirección.
El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Un millón de personas marcharon desde la plaza Engelob hasta la plaza Azadi, desde la Plaza de la Revolución a la Plaza de la Libertad, ante los ojos de la brutal policía antidisturbios de Teherán. Las multitudes cantaban y gritaban, reían y denostaban a su ‘presidente' como ‘polvo'. Un estudiante hacía un chiste: ‘¡Ahmadinejad nos llamó polvo y se lo demostraremos con una tormenta de arena!'".
Fisk continúa:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Aquí vemos la verdadera cara de la revolución. Las masas se encontraron con la temida policía antidisturbios y simplemente les ignoraron. La policía, se encontró con un movimiento masivo, vacila, y le da paso, "sonriendo tímidamente" y diciendo que sí con la cabeza. Este incidente es una repetición casi exacta de lo que Trotsky describe en su Historia de la Revolución Rusa:
"Después de la reunión mañanera, los obreros de la fábrica de Erickson, una de las más avanzadas de la barriada de Viborg, se dirigieron en masa, con un contingente de unos 2.500 hombres, a la avenida de Sampsonievski, y en una calle estrecha tropezaron con los cosacos. Los primeros que hendieron en la multitud, abriéndose paso con el pecho de los caballos, fueron los oficiales. Tras ellos venían los cosacos galopando a toda la anchura de la avenida. ¡Momento decisivo! Pero los jinetes se deslizaron cautamente como una larga cinta por la brecha abierta por los oficiales. ‘Algunos -recuerda Kajurov- se sonreían, y uno de ellos guiñó el ojo maliciosamente a los obreros'. Aquella guiñada del cosaco tenía su porqué. Los obreros recibieron valientemente, aunque sin hostilidad, a los cosacos, y les contagiaron un poco de su valentía. Pese a las nuevas tentativas de los oficiales, los cosacos, sin infringir abiertamente la disciplina, no disolvieron por la fuerza a la multitud y, renunciando a dispersar a los obreros, apostaron a los jinetes a lo ancho de la calle para impedir que los manifestantes pasaran al centro. Pero tampoco esto sirvió de nada. Los cosacos montaban la guardia en sus puestos con todas las de la ley, pero no impedían que los obreros se deslizaran por entre los caballos. La revolución no escoge arbitrariamente sus caminos. Daba sus primeros pasos hacia la victoria bajo los vientres de los caballos de los cosacos. ¡Interesante episodio!".
La valentía de los manifestantes iraníes fue más impresionante porque muchos ya habían aprendido de los salvajes asesinatos de cinco iraníes en el campus de la Universidad de Teherán, cerrado a punta de pistola por los milicianos Basiji. Fisk describe la escena:
"Cuando llegué a las puertas del colegio ayer por la mañana, muchos estudiantes estaban llorando detrás de la cerca de hierro del campus, gritando ‘masacre' y lanzando trapos negros a través de la malla. Eso fue cuando la policía antidisturbios regresó y cargó en el terreno de la universidad una vez más".
Y de nuevo Fisk:
"En algunas ocasiones, el desfile de la victoria de Mousavi amenazó con quedar aplastado en medio de muros de hombres y mujeres cantando. Se hundía en las alcantarillas y tropezaban con árboles rotos e intentaban mantener el paso de su vehículo, enormes serpentinas de lino verde en cadena frente al vehículo de su líder político. Cantaban al unísono, una y otra vez, las mismas palabras: ‘Tanques, armas, Basiji, ahora no tenéis efecto'. Cuando los helicópteros del gobierno sobrevolaban la zona, estos miles miraban hacia arriba y aullaban sobre el estruendo de las hélices: ‘¿Dónde está mi voto?' Las frases hechas que en estos días titánicos llegan fácilmente, pero era un momento verdaderamente histórico".
Aquellos ciudadanos que no participaban en la manifestación expresaban su solidaridad desde las ventas y tejados, como describe Fisk:
"[...] Un hombre se derrumbó en la carretera, su cara estaba cubierta de sangre. Pero la gran masa de personas se movía, ondeando sus banderas verdes y gritando de gozo junto a miles de iraníes que estaban en los tejados.
"A la derecha, todos vieron la casa de un anciano que salió al bancó, envejecido y tullido, parecía que debía haber recordado el reino del detestado Sha, quizá incluso de su escalofriante padre, Reza Khan. Una mujer que debía tener unos 90 años ondeaba un pañuelo de mano verde e incluso un aciano surgió de un estrecho balcón para ondear al aire su muleta. Desde abajo miles chillaban de alegría ante este anciano.
"Andando al lado de esta gran marea humana, parecía que a todos nos había poseído una extraña temeridad. ¿Quién se atreve a atacarnos ahora? ¿Qué gobierno puede negar a un pueblo de este tamaño y determinación? Preguntas peligrosas.
Fisk señala que los manifestantes no sólo eran personas de clase media y estudiantes:
"No sólo eran los jóvenes, la gente a la moda y las damas morenas del norte de Teherán. Ahí estaban los pobres también, los trabajadores callejeros, mujeres de mediana edad cubiertas con el chador. Unos cuantos niños a sus hombros y niños en brazos, hablándoles de vez en cuando, intentando explicar el significado de este idea a una mente que no recordarían en los años venideros dónde habían estado estos días.
Las manifestaciones de masas eran una réplica exactas de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.
Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió. Las autoridades deben haber sentido que todo lo conseguido en 1979 se les escapaba de las manos. Así es como el Sha fue derrocado hace treinta años, con manifestaciones de masas y la posibilidad de huelga general.
Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.
El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.
La seriedad de la crisis está afectando a la economía. La burguesía iraní está votando con los pies. Hay pánico en la comunidad empresarial debido al resultado electoral, hoy The Financial Times publicaba:
"La comunidad empresarial de Irán ayer se mostró inequívoca en su reacción ante la reelección como presidente de Mahmoud Adhmadinejad. La bolsa de Teherán cayó abruptamente, mientras que los influyentes bazaaries amenazaban con cerrar ayer en señal de protesta".
El hecho de que los bazaaris, que anteriormente eran seguidores sólidos del régimen ahora amenacen con la huelga, es otra prueba del alcance de la revolución y que se extiende constantemente. Sin embargo, la ausencia de una dirección seria significa que el resultado final se retrasa. The Financial Times, que es el órgano más astuto del capital internacional, escribe:
"La oleada de rabia pronto podría amainar, particularmente si la represión se vuelve más brutal. Los analistas están esperando ver si eso provoca campañas de desobediencia civil de segmentos de la sociedad que habían apoyado a Mousavi, incluidos empresarios de los bazares de Irán que hoy amenazaron con la huelga, de los sindicatos y estudiantes, o protestas de los clérigos que también habían apoyado su candidatura.
"'Habrá a partir de ahora muchas explosiones esporádicas sobre distintas cuestiones, en cuanto la población piense que no hay ninguna salida pacífica para conseguir el cambio' según explica un analista".
Esta perspectiva es similar a la que plantee en mi primer artículo. Incluso las huelgas más tormentosas y manifestaciones callejeras no pueden resolver la cuestión central: la cuestión del poder estatal. No basta con que algunos policías sonrían a los manifestantes. A menos que la policía y el ejército se pasen al lado de la población, las armas de la República Islámica siguen en manos de la administración de Ahmadinejad y sus protectores clericales. La cuestión de la dirección aún es primordial.
En 1999, el régimen reprimió una oleada de malestar estudiantil en cuestión de días, en esta ocasión, los protestantes parecen más fuertes. Los intentos de represión han tenido el efecto contrario al que pretendían. Existe un furioso fermento en la Universidad de Teherán después del asalto brutal de las bandas armadas de Ahmadinejad. Algunos dicen que miembros de la milicia religiosa atacaron sus dormitorios. "Golpearon a nuestros amigos y se llevaron por lo menos a cien estudiantes. No tenemos noticias de sus paraderos", decía uno. 120 profesores universitarios han dimitido en señal de protesta.
Pero la valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Kerensky y el padre Gapón pertenecen a la misma categoría filosófica. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas. Primer ministro en los años ochenta, había desaparecido de la opinión pública y dedicado su tiempo a su pasatiempo favorito: la pintura abstracta. Ahora la historia parece que la ha cogido por el cuello y empujado a la primera línea, donde ve una espectáculo nada cómodo.
A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. En realidad, se había presentado a presidente como un "principista" que busca el regreso a los verdaderos valores y principios de la revolución islámica de 1979. Pero su mensaje había encajado con las reivindicaciones de más libertad democrática y una gestión pragmática de la economía.
Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.
Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.
Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, Mosuavi tiene otras ideas. Fisk escribe lo siguiente sobre la manifestación:
"Mirhossein Mousavi estaba entre ellos, montado en un automóvil en medio del calor y el humo, sin reír, asombrado e inconsciente de que esta épica manifestación podría florecer en media de la desesperanza del derramamiento de sangre poselectoral en Irán. Puede que oficialmente perdiera las elecciones del viernes, pero ayer fue su desfile electoral de la victoria por las calles de su capital. Terminó, inevitablemente, en disparos y sangre".
El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar. Las vacilaciones de Mousavi se han destacado en la prensa burguesa. The Financial Times dice:
"Ha aparecido roto entre las peticiones de que continúen las protestas y que se detengan para evitar la violencia y la pérdida de vida presenciada la noche pasada. [...] Mousavi inicialmente desconvocó la protesta del viernes por temor a la violencia, pero después se unió a los manifestantes en las calles. El dilema al que se enfrenta es que las manifestaciones marcan la mayor protesta pública desde la revolución islámica de 1979".
Según su portavoz, Mousavi ha pedido a aquellos que le apoyan que no asistan al mitin planificado para hoy en la capital. "Mousavi... pidió a sus seguidores que no asistan al mitin de hoy para proteger sus vidas. El mitin de los moderados se ha cancelado", según dijo el portavoz. Pero en el momento de escribir estas líneas la radio informe de grandes multitudes de nuevo reunidas en las calles de Teherán y las noticias dicen que las manifestaciones aún son más grandes que las de ayer.
La posibilidad de un enfrentamiento sangriento siempre está presente. Esto es lo que comenta un periodista:
"La rabia y el odio en los ojos de ambas partes, independientemente del resultado, enfurecerá a algunos [...] La policía intenta mantenerse lo más civilizada posible, pero no todos escuchan a los comandantes de la policía. [...] No es fácil pedirles calma. ¿Qué sucederá cuando se rompa la cadena de mando, cuando ambas partes pasen al enfrentamiento y no escuchen a sus comandantes? Esta es una situación muy peligrosa".
Sin embargo, dado el nivel de rabia popular, el efecto de esta situación no será la que se pretendía. Un solo enfrentamiento sangriento, y toda la situación explotará. La idea de una huelga general ya se ha planteado. Un acto a gran escala de terrorismo de estado se encontrará con una oleada de huelgas y protestas que rápidamente podrían transformarse en una insurrección en las líneas de 1979. Mousavi está desesperado por evitar esta situación. Según dice: "Cuando a alguien que le gusta la policía, yo les recomiendo evitar reacciones duras hacia las acciones de personas motivadas por ellas mismas y que no permitan que la confianza de la población en este valioso órgano sea dañada".
Las actuales protestas fueron ya pronosticadas por los marxistas. Hace casi diez años dijimos que las grandes manifestaciones estudiantiles eran "los primeros disparos de la revolución iraní". Pocas personas prestaron atención a ese pronóstico. Pero Irán ha continuado en primera línea de las perspectivas de la CMI. En un discurso ante el congreso mundial de la CMI en agosto de 2008 dije lo siguiente:
"Irán está maduro para la revolución. Allí tenemos todas las condiciones enumeradas por Lenin para la revolución: divisiones por arriba, fermento entre la clase media, una poderosa clase obrera con tradiciones revolucionarias, oleadas importantes de huelgas, etc., El único factor ausente es el factor subjetivo, el partido revolucionario. El trabajo de nuestros compañeros iraníes es de gran importancia para la CMI. Debemos ayudarles.
"La situación en Irán es muy similar a la de Rusia antes de 1905. Una vez que las masas iraníes comiencen a moverse, que tengan cuidado. La revolución puede tomar diferentes caminos pero de una cosa podemos estar seguros, ¡no será una insurrección fundamentalista! 28 años de mulás en el poder les ha desacreditado totalmente entre las masas y la juventud. La mayoría de la población es joven y fresca, estarán abiertos a las ideas revolucionarias y al marxismo. La revolución iraní cambiará toda la situación en Oriente Medio, mostrando que el genuino antiimperialismo no necesita ser fundamentalista. Tendrá un impacto en toda la región".
Estas palabras han sido totalmente reivindicadas por los recientes acontecimientos. La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes. Pero, como pronosticamos en su momento, estos reveses serían sólo temporales:
"Debido a la falta de dirección, la represión podría tener el efecto de posponer el movimiento temporalmente, pero sólo a costa de provocar más tarde explosiones más violentas e incontrolables". (Los primeros disparos de la revolución iraní. 17 de julio de 1999). Este pronóstico ha quedado totalmente confirmado por los acontecimientos. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.
Sobre las tareas urgentes del movimiento revolucionario escribí en aquel momento:
"Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectiva claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.
"Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros. Una vez la clase obrera de Irán tenga el poder en sus manos, pueden comenzar un movimiento que se extienda como una bola de fuego por toda la región. Tendría un efecto mayor que la revolución rusa de 1917, especialmente si está dirigido por un partido marxista revolucionario consciente. La creación de este partido es por tanto la tarea más urgente para la vanguardia de los trabajadores y estudiantes iraníes. Armados con las ideas, programa y estrategia correctos, la clase obrera iraní será invencible".
No hay mucho más que añadir a eso. No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.
Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.
¡Viva la revolución iraní!
¡No a la represión y la tiranía!
¡Trabajadores del mundo uníos!
Fuente: El Militante
En el libro de La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels a sus 24 años de edad hace un análisis a profundidad del tema incluyendo aspectos que siguen siendo relevantes hoy. Pese al avance en el nivel de vida de la sociedad en la Inglaterra moderna y en el resto del mundo con respecto al siglo XIX, no nos hemos librado de toda clase de afectaciones resultado del sistema depredador de hombres al que estamos sometidos. Desde el nacimiento del capitalismo inició un proceso de pérdida de medios de trabajo, con la fabricación de nuevas tecnologías cada vez más avanzadas, los pequeños productores estaban condenados al fracaso, a renunciar a la competencia contra las grandes maquinarias y sin más opciones ofrecer en el mercado lo único que le quedaba, su fuerza de trabajo, convirtiéndose así en una nueva clase.
Con la invención de las nuevas máquinas de hilar fue posible proveer mucho más hilo que antes, pronto hubo más hilo del que podían tejer los obreros existentes. “La demanda de productos textiles que, ya de por sí, estaba en aumento, se incrementó de nuevo debido a los precios más bajos de estos productos, como consecuencia de la reducción de gastos de producción por el empleo de la nueva máquina. Como resultado, hubo necesidad de emplear a más tejedores y el salario de éstos se elevó. Y, como desde entonces el tejedor podía ganar más consagrándose a su oficio, abandonó lentamente sus ocupaciones agrícolas y se dedicó enteramente a la industria textil. Así es cómo la clase de los tejedores agrícolas desapareció poco a poco completamente, fundiéndose en la nueva clase de aquellos que eran exclusivamente tejedores, que vivían únicamente de su salario, no poseían propiedad, ni siquiera la ilusión de la propiedad que confiere el arriendo de tierras. Se convirtieron por tanto en proletarios (working men).” Los avances continuaban y la migración a las ciudades aumento radicalmente.
Con la venta de su fuerza de trabajo, el obrero está enfrentándose a una nueva situación en la que no tiene la vida asegurada. Su mercancía está sometida a las leyes del mercado, como cualquier otra y por ende puede perder la cosa más preciada, su trabajo, en cualquier momento y este peligro es constante. A diferencia de un esclavo que vende su vida de una vez y para siempre asegurando a la vez su subsistencia, el obrero la vende todos los días sin tener nada seguro. Hoy como hace dos siglos, la clase obrera se enfrenta a una lucha constante por su supervivencia, a ello agregamos las bondades del capitalismo recalcitrante que entre otras cosas afecta severamente a la salud de millones de personas, fundamentalmente de las familias obreras, a consecuencia del desgaste físico y sicológico al que las somete.
Con el desarrollo de la industria, las nuevas ciudades comenzaron a transformarse. El centro principal de la industria textil, Lancashire, se trasformó totalmente. Ahí se duplicó su población en 80 años y surgieron ciudades gigantescas como Liverpool y Manchester. El desarrollo continuaba y se extendía, la industria textil experimentaba constantes innovaciones, pero no era la única, con ella se desarrollo además el “empleo de la fuerza mecánica en la industria, la demanda de máquinas, combustibles, material de transformación redobló la actividad de una multitud de obreros y de oficios. Sólo con el empleo de la máquina de vapor es que se empezó a dar importancia a los inmensos yacimientos carboníferos de Inglaterra (…) y es entonces solamente gracias a la mayor pureza de los materiales disponibles, gracias asimismo al perfeccionamiento de las herramientas, a las nuevas máquinas, y a una división más minuciosa del trabajo, que la fabricación de productos metalúrgicos devino importante en Inglaterra.”
Mientas tanto se abandonó la agricultura. Un gran número de terrenos se hallaban vacantes, y allí se instaló la nueva clase de los hacendados, arrendando la tierra, aumentaron la producción de las tierras con mejores métodos agrícolas y una explotación en escala más grande. Ahora quedarse en el campo implicaba competir con estos grandes productores de modo que los obreros no tenían más opciones que seguir emigrando hacia las ciudades que absorbían mano de obra a bocanadas. Pero todo ello llegó a un límite: junto a la explosión demográfica producto de las buenas condiciones de las que se gozó al inicio de la Revolución Industrial, la mano de obra excedió a la oferta de trabajo y los salarios cayeron, arrastrando a la miseria a masas de obreros y sus familias.
El tremendo desarrollo de las ciudades fue a costa de la constante degradación de la vida de los obreros, siendo ellos los que lo habían posibilitado. Encontrar un trabajo se convierte en una suerte, un “favor que la burguesía hace al obrero”. Sin empleo la perspectiva de morir de hambre llevaba al robo y la delincuencia y esto se convirtió en una salida para miles generando un ambiente de descomposición social. A eso sumamos las pésimas viviendas en que vivían miles de obreros y sus familias. La industria de la construcción, voraz de beneficios, omitía las medidas más básicas de construcción de viviendas adecuadas y salubres, sin ventilación, en la parte más fea de la ciudad, sin pavimentación, muchas de ellas se encontraban a orillas de desagües, en barrancos y zanjas, que representaban un peligro constante. No había un sistema de desagüe, los residuos quedaban en la superficie, muy cerca de las viviendas, creándose focos de infecciones y contaminación del ambiente; las casas de estas zonas no se salvaron del cólera.
Las epidemias se propagaban fácilmente en estas grandes ciudades. Éstas contaban con una población mayor a los 2 millones de habitantes. La mayoría hacinados, familias enteras de siete u ocho miembros vivían en un cuarto de 6 metros cuadrados. En Manchester la cifra se encontraba entre 4 mil y 5 mil hombres y mujeres en esta situación. En muchos casos la cama no era más que los harapos que traían puestos generalmente de algodón y mal adaptados para el clima. Los padres de familia contaban sólo con la ropa de trabajo y en la pieza no había si acaso algún mueble viejo, una mesa, una silla, incompletas por la necesidad de madera para ahuyentar el frío, y constantemente llenas de suciedad. “En la parroquia aristocrática de St. George, Hanover Square, vivían 1465 familias obreras; en total unas 6 mil personas, en las mismas condiciones; y allí también más de dos tercios de las familias apiñadas cada una en una sola pieza”.
En Bristol, de dos mil 800 familias de obreros el 46% no tenía más que una sola habitación. Con miles en las mismas condiciones, no era de extrañar que las epidemias se propagaran rápida y ferozmente. En estas circunstancias no es extraño que lo que queda a la mano se convierta fácilmente en un exceso, como el consumo del alcohol y el sexo.
La mala salud se convierte en un problema social a escala masiva, producto de las pésimas condiciones de existencia. Por todos lados la salud se ve afectada, por los espacios viciados y descompuestos.
Pero esto no es lo único, otro problema que afecta a la salud, es lo que tomaban como alimento. La clase obrera inglesa cobraba los sábados por la tarde, eso significaba que la compra de comida se realizaba por la tarde cuando la clase media ya había arrasado con los mejores productos, por lo que no tenían oportunidad de escoger lo que compraban, además de que generalmente no podían adquirir mejores productos por su elevado costo. De tal forma que lo que consumían era de lo peor en el mercado: vegetales y lácteos en descomposición; estos productos no podían consumirse más allá del siguiente día. Los pequeños comerciantes se aprovechaban de la falta de alternativas para estos obreros, vendiendo productos adulterados, de bajísima calidad y reduciendo las cantidades por el mismo precio. Según informes del Manchester Guardian se vendía mantequilla salada por mantequilla fresca, ya sea cubriéndola con una capa de esta última, ya sea colocando una libra de mantequilla fresca en el mostrador para que el cliente la pruebe. Se mezclaba arroz pulverizado con el azúcar u otros artículos baratos y se vendía a mayor precio, hasta se llegaba a mezclar el café en grano, dándole a la mezcla la forma de granos de café, el cacao se mezclaba con tierra, etc.
La dieta era muy básica, casi sin incluir carne, lo cual se reflejaba en enfermedades que eran cotidianas entre los niños, jóvenes y adultos, como las escrófulas o el raquitismo (enfermedad inglesa, excrecencias nudosas que aparecen en las articulaciones) “…muy extendido asimismo entre los niños de los trabajadores. La osificación es retardada, todo el desarrollo del esqueleto retrasado, y además de las afecciones raquíticas habituales, se comprueba con bastante frecuencia la deformación de las piernas y la escoliosis de la columna vertebral.” Todo ello además de la tisis o el tifus, productos de la mala ventilación, la humedad y el desaseo. En 1837 el tifus atacó aun más agresivamente, el 16.5 por ciento de los enfermos murió. Con cada nueva crisis una epidemia de enfermedades aparecía, esta furia del tifus en 1837 fue un juego de niños como lo escribe Engels comparada con la que siguió a la crisis de 1842. La sexta parte del número total de pobres en toda Escocia fue víctima de esa fiebre.
Los obreros no tienen posibilidad de acudir a un medico, el costo es demasiado elevado y las alternativas que se le ofrecen son generalmente charlatanería que habitualmente resultaban nocivos. “Los obreros ingleses toman ahora sus medicinas patentadas, perjudicándose ellos mismos mientras que los fabricantes se benefician con su dinero. Entre esos remedios, uno de los más peligrosos es un brebaje a base de opiados, en particular de láudano, vendido bajo el nombre de "Cordial de Godfrey". Algunas mujeres que trabajan a domicilio, que cuidan sus niños o los de otras personas, les administran ese brebaje para mantenerlos tranquilos y fortificados, al menos muchos así lo piensan. Desde el nacimiento de los niños, ellas comienzan a usar esos remedios, sin conocer los efectos de ese "fortificante" hasta que los niños mueren debido al mismo. Mientras más se acostumbra el organismo a los efectos del opio, más se aumenta las cantidades administradas. Cuando ya el "Cordial" no hace efecto, también se da algunas veces láudano puro, de 15 a 20 gotas de una vez. (…) [los niños] se vuelven pálidos, apagados, débiles y la mayoría mueren antes de cumplir dos años de edad”. Los medicamentos patentados, como pudimos ver con la influenza en México, sólo beneficia a la burguesía que especula con nuestra salud.
En tiempo de crisis las cosas son todavía peor: “cada crisis barrería sin duda a parte de la población "excedente" que moriría de hambre. Pero como el período más grande de la depresión económica es a pesar de todo muy breve -un año, a lo sumo 2 años ó 2 años y medio-, la mayoría de ellos salva el pellejo a costa de graves privaciones.” Cada crisis provoca una multitud de víctimas, debido a enfermedades.
Incluso la salida que puede encontrar como distracción a su miseria y la falta de educación, daña la salud de los obreros. El consumo excesivo del alcohol hace de su cuerpo debilitado una presa de toda clase de enfermedades y avería su sistema inmunológico. Y la propagación de enfermedades es favorecida por la aglomeración de las tabernas.
En 1839-1840 “Según el informe del registrador general G. Graham, la mortalidad anual en toda Inglaterra y el país de Gales es ligeramente inferior al 21/4 por ciento, es decir, que anualmente muere un hombre de cada 45”. En Manchester moría uno de cada 30, sin embargo “…en Prescott, habitado por mineros del carbón y que, puesto que el trabajo de las minas está lejos de ser sano, se sitúa muy por debajo de las zonas rurales por lo que toca a la higiene. Pero los obreros residen en el campo y la mortalidad se cifra en 1 por 47.54”. Lo cual significa que la afectación más grave de salud se producía entre los obreros de la ciudad, debido a todas las condiciones de vida antes descritas.
Como queda claro, la situación de la clase obrera inglesa era deplorable. Increíblemente a dos siglos la historia sigue siendo así en muchos sitios de África, América Latina y Asia. Las epidemias son un absurdo en pleno siglo XXI, en la era de las computadoras y el micro chips, cuando se habla de la creación de inteligencia artificial. A lado de esos desarrollos suena increíble que la salud de millones de hombres siga siendo mermada debido a falta de condiciones adecuadas para vivir y trabajar.
Pero esa es solamente la situación en la vida cotidiana de las ciudades y fuera de las fábricas. Lo peor aún no se ha dicho, miles de obreros fabriles se ven obligado a trabajar en condiciones inhumanas con la presión moral de ser despedido en cualquier momento, por quedarse dormidos, por no ir al ritmo de las inagotables máquinas, por no aceptar y rendir las más de 12 horas de trabajo, en las que comúnmente se pasan nueve de esas horas sin parar un solo momento. Todo lo relatado por Engels en este libro es aterrador. La situación de los niños, hijos de obreros, engendros de la mala condición física de su madre, habitualmente también trabajadora, y condenado desde antes de su nacimiento a una existencia precaria es traído al mundo débil, expuesto a cualquier enfermedad e incluso ya enfermo. Aún así se ve obligado a trabajar desde muy pequeño para ayudar al sustento de la familia. Los niños son privados del aire fresco, del juego que le permitirá fortalecer sus músculos, y la convivencia que le ayudara a un desarrollo integral. Nada de eso existe para un niño obrero, en cambio se presenta ante él el ambiente viciado y asfixiante de la fábrica, que lo explota por largas jornadas, lo mismo es para el resto de su familia.
Los obreros y obreras, ya sean adultos o niños, ven seriamente afectada su saludo debido a las condiciones de trabajo en la fábrica. Las largas horas de trabajo de pie deforma su columna vertebral, las caderas y las piernas; en los trabajos de afilado de cuchillos, las minas, etcétera. Las partículas metálicas cortantes se introducen en los pulmones para asegurar una muerte prematura: estos trabajadores no viven más de 35 o 45 años. Las mujeres y los niños de la costura y confección, sufren deformaciones en columna y manos, la vista de ve afectada al grado de la ceguera y la tuberculosis es casi inevitable. Se genera un agotamiento considerable de toda la energía física y por ende todo género de males. El ambiente en las fábricas es generalmente caluroso y húmedo, por lo que los obreros llevan poca ropa puesta, sin embargo, al cambio de temperatura al salir, o al entrar una ráfaga de viento fresco causaba resfriados que fácilmente podían complicarse. Los obreros ingleses se veían seriamente afectados por las enfermedades crónicas, de modo que ante una enfermedad ya presente el ambiente de la fábrica y estos cambios de temperatura traen mayores complicaciones.
El ambiente depresivo y el constante estrés también juegan si papel en el debilitamiento del sistema inmunológico, de modo que los obreros ingleses del siglo XVIII tienen una vida raquítica repleta de enfermedades constantes y crónicas, todo ello para asegurarse sólo el sustento mínimo necesario para la vuelta al trabajo al día siguiente. De este modo miles de obreros son absorbidos por el capitalismo para arrojar ganancias a la burguesía. La burguesía no está dispuesta a comprar asientos, a brindar servicio médico, ni a elevar los salarios o mejorar las condiciones de la fábrica: esto se traduciría en menores ganancias para ella. Los obreros ya que ya no pueden dar más de sí son simplemente reemplazados por algunos de esos miles sin empleo. De modo que antes de conservar la mano de obra acuden a su reemplazo.
En este 2009, ante esta crisis económica, las condiciones de trabajo se precarizan cada día más. En cada crisis económica los niveles de vida se desploman, la vida en la fábrica se hace más sombría afectando severamente la salud y el ánimo de los obreros, no podría ser de otro modo. Es gracias a esto que el capitalismo se mantiene en pie y en esta etapa de imperialismo la situación sólo se a extendido fuera de Inglaterra más no a desaparecido y no lo hará hasta que se resuelva la contradicción entre los millones de pobres, productores de riquezas “ajenas”, y la burguesía que basas sus beneficios en la explotación de la clase trabajadora. Por consecuencia los problemas de salud no hallarán soluciones reales sin que se cambie radicalmente de raíz esta sociedad eliminado la propiedad privada capitalista. La revolución hoy más que nunca es posible y necesaria. ¡Socialismo o barbarie!
Para defender a los obreros es necesario avanzar a la lucha socialista
El día 1° de junio se hizo presente del Monumento a la Revolución al Zócalo de la Cd. De México la fuerza obrera agrupada en el SME, ATM, SNTE, Mineros (SMMSyCRM) y otros. Militante estuvo presente distribuyendo material, vendiendo el periódico y con la librería da clásicos del marxismo y otros textos dándole difusión a las ideas del socialismo científico.
Debemos decir que fue una marcha pequeña, probablemente uno de los factores más influyentes de esta situación es que el uno de junio si es día laboral, sin embargo es recalcable que se haya realizado la marcha pues mientras varias confederaciones habían previsto marchar para este día al final organizaciones como la CROM o la CTM no convocaron a nada, estos es, nosotros creemos, por que las bases de las organizaciones que marcharon este día están un paso adelante en la línea de la lucha obrera y del asalariado contra el capitalismo y su explotación neoliberal salvaje, por lo tanto es acción en respuesta es apropiada.
Conforme pasaban los oradores nos pudimos percatar que este tipo de acciones no siempre van acompañadas de la firme decisión de los dirigentes sindicales de llevar la lucha obrera al plano de la lucha de la humanidad contra el depredador burgués, pues tal y como lo dijo Martín Esparza, secretario general del SME, toda la lucha obrera contra la crisis, la carestía y la defensa del empleo y las industrias públicas, se reduce a la defensa de la constitución y como el mismo menciono la lucha electricista del 99, nosotros preguntamos: la lucha del 99 fue para impedir la reforma a los artículos 25 y 27 de la Carta Magna y se gano ¿eso ha impedido la privatización del sector por otros medios? Sabemos bien la respuesta, es necesario llevar el programa político de la clase obrera más allá de las reivindicaciones inmediatas y darles una perspectiva en la revolución social.
El otro caso interesante fue el de los mineros que estaban ahí para protestar por la estrategia de asfixia que han manejado el gobierno federal y los patrones contra la huelga de Cananea y hubo algunas consignas que inclusive se dejaron entre ver en el discurso de los mineros y nosotros apoyamos, lo completamos y lo decimos abiertamente, hay que dar un paso al frente, si en 1906 hubo huelga, ahora en 2009 lo que se necesita el la toma de la empresa y su gestión bajo control obrero, si a la empresa no le interesa a los trabajadores si, esa idea es la que necesitamos discutir entre los círculos obreros y entre la base para tomar acciones.
Si una cosa dejo entrever esta marcha es que no nos podemos quedar donde estamos, está bien defender lo que ya se ha ganado pero hay que ir hacia adelante, en Militante ofrecemos una alternativa política ante la inmovilidad de las actuales direcciones sindicales, organízate con nosotros por la construcción de corrientes sindicales democráticas, clasistas y revolucionarias que utilicen al marxismo para una política de vanguardia en la lucha obrera y de todos los explotados contra el futuro cruel que nos ofrece el capitalismo.
El marxismo parte de la idea de que la "violencia es la partera de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas una nueva", que el Estado en última instancia está formado por cuerpos de hombres armados que son un instrumento de la clase dominante para la opresión de otras clases. Nunca en ningún momento hemos negado que la clase obrera, cuando se propone transformar la sociedad inevitablemente se encontrará con la resistencia de las clases poseedoras o que esta resistencia en determinadas condiciones pueda desembocar en una guerra civil.
Sin la ayuda de los reformistas, estalinistas y los dirigentes sindicales, no sería posible mantener durante mucho tiempo el sistema capitalista. Esta es una idea importante en la que hemos insistido continuamente. Los dirigentes de los sindicatos y partidos reformistas en todos los países tienen en sus manos un poder colosal, mucho mayor que en cualquier otro momento de la historia. Pero como explica Trotsky, la burocracia obrera es la fuerza más conservadora de la sociedad. Utiliza su autoridad para apoyar al sistema capitalista. Por eso Trotsky decía que, en última instancia, la crisis de la humanidad se reducía a una crisis de la dirección del proletariado.
El desarrollo de las fuerzas productivas ha provocado un aumento considerable del peso relativo de la clase obrera dentro de la sociedad. A pesar de todo su heroísmo, las insurrecciones proletarias del siglo XIX en realidad estaban condenadas al aislamiento y la derrota como resultado del dominio arrollador del campesinado y la pequeña burguesía urbana, que daba un poder colosal al aparato del estado de la clase dominante. La insurrección que llevó a la Comuna de París de 1871 fue víctima de estas circunstancias y, para empeorar la situación, la debilidad de la comuna se mezcló con defectos muy serios por parte de la dirección.
En el transcurso del siglo que acaba de terminar, la revolución socialista se podría haber realizado en muchas ocasiones. Y si, aparte de la revolución de 1917 contra el imperio zarista, la clase obrera no ha conseguido triunfar en ninguna otra parte ni controlar el poder durante mucho tiempo, la explicación no se encuentra en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas ni en la correlación de fuerzas resultante entre las clases en contienda, sino esencialmente en la bancarrota política de la dirección de las organizaciones obreras.
La revolución socialista se ha retrasado debido a la degeneración reformista de la dirección de la clase obrera. Pero eso ha significado que la base material para la futura sociedad socialista (el nivel general de desarrollo de la capacidad productiva y la técnica) que la clase obrera heredará del capitalismo una vez en el poder, estará a un nivel incomparablemente superior al que heredaron los bolcheviques del zarismo en 1917, o que el habrían heredado los trabajadores británicos, franceses o alemanas si hubiesen conseguido tomar el poder en los años veinte y treinta.
Junto con el desarrollo de los medios de producción se ha producido un profundo declive de la propiedad a pequeña escala. El control de la economía se ha concentrado cada vez en menos manos, con el correspondiente aumento del tamaño de la clase obrera. En Francia, por ejemplo, en el momento de la crisis revolucionaria de 1936, la mitad de la población vivía de la agricultura, mientras que hoy la población rural sólo representa el 6 por ciento del total de la población. La clase obrera ha crecido no sólo en número sino también en términos de potencial de lucha. Una huelga general organizada adecuadamente en las condiciones modernas conseguiría paralizar completamente la economía de un país determinado, particularmente en las zonas económicamente más desarrolladas del mundo. La cuestión decisiva es la dirección y el grado de preparación de la clase obrera, tanto organizativa como políticamente.
¿Qué conclusiones generales se pueden sacar de lo dicho anteriormente? En primer lugar, podemos decir que el aumento del nivel de urbanización y el grado cada vez mayor de la sofisticación técnica de la industria, significa que la clase obrera se encontrará en una situación generalmente más favorable al comienzo de la revolución de lo que sucedía en el pasado. En segundo lugar, como regla general, se puede decir que cuanto más fuerte sea el partido revolucionario, mayor su éxito a la hora de aglutinar a la clase obrera alrededor de su programa y ganar la simpatía de la base de las fuerzas armadas, por tanto, más rápido superará la resistencia de la clase dominante y habrá menos violencia y pérdida de vidas.
Sería totalmente posible la transformación pacífica de la sociedad si los dirigentes sindicales y reformistas estuvieran dispuestos a utilizar el poder colosal que tienen en sus manos para cambiar la sociedad. Si los dirigentes obreros no hacen eso, entonces podrían correr ríos de sangre y sería total responsabilidad de los dirigentes reformistas.
En realidad, como veremos, en el transcurso de las últimas siete décadas, los trabajadores podrían haber tomado en muchas ocasiones el poder en Francia, Italia, España, Gran Bretaña y Alemania si hubiera existido un partido revolucionario capaz de llevar a cabo esta tarea. Se han perdido muchas oportunidades revolucionarias debido a las traiciones del reformismo y el estalinismo. La clase obrera pagó con sangre estos crímenes de la dirección. Todo depende de la correlación de fuerzas nacional e internacionalmente y, sobre todo, de nuestra capacidad de ganar a los sectores decisivos de la clase obrera para el programa del marxismo.
En ningún momento hemos negado la posibilidad de la violencia y la guerra civil en unas condiciones determinadas. Pero, contrariamente a lo que dicen los reformistas y la burguesía que siempre intentan asustar a los trabajadores con el espectro de la violencia y la guerra civil, y las sectas que no pierden la oportunidad de anunciar su entusiasmo por la "revolución sangrienta", prestando con ello un gran servicio a la burguesía y los reformistas, nosotros insistimos en que defendemos la transformación pacífica de la sociedad, y situamos toda la culpa de cualquier violencia sobre los hombros de la clase dominante y los dirigentes reformistas.
Dejamos absolutamente claro que estamos a favor de la transformación pacífica de la sociedad, que estamos dispuestos a luchar por esa transformación pero, al mismo tiempo, advertimos que la clase dominante luchará para defender su poder y privilegios. Esta es la postura tradicional del marxismo, que ha sido expuesta en cientos de ocasiones en los escritos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, y en los escritos de la CMI.
¿Dialéctica o formalismo?
La posición básica fue expuesta por Lenin en El Estado y la revolución donde escribe:
"La idea de Marx consiste en que la clase obrera debe destruir, romper, la ‘máquina estatal existente' y no limitarse simplemente a apoderarse de ella".
Marx explicó que la clase obrera no puede simplemente basarse en el poder estatal existente, que debe derrocarlo y destruirlo. Esa idea es ABC para un marxista. Pero después de ABC el alfabeto tiene otras letras. En El Estado y la Revolución, Lenin criticaba a los reformistas por presentar la revolución socialista como un cambio lento, gradual y pacífico. Pero el mismo Lenin fue capaz de afirmar en 1920 que en Gran Bretaña, debido al enorme poder del proletariado y sus organizaciones, sería totalmente posible llevar a cabo la transformación socialista de modo pacífico e incluso a través del parlamento, si los sindicatos y el Partido Laborista hubiesen estado dirigidos por marxistas.
La posición de Lenin sobre la revolución era concreta y dialéctica, no formalista y abstracta. Lenin abordaba la revolución a la luz de las condiciones históricas concretas predominantes en cada país. Por supuesto, las tareas básicas del proletariado son las mismas en todos los países. Es necesario que la clase obrera se constituya como clase en y por sí misma, que tenga un partido revolucionario con una dirección marxista correcta; es necesario superar la resistencia de los explotadores, aplastar el Estado, etc.,
Estas consideraciones generales, aunque perfectamente válidas y correctas, no agotan en absoluto toda la cuestión de las formas y etapas concretas por las que pasará la revolución, mucho menos las tácticas específicas que se deben aplicar. Éstas no se pueden aprender de memoria como recetas de un libro de cocina revolucionario. Ese manual no existe y, si existiera, será más malo que bueno para aquellos que intentasen utilizarlo.
Las condiciones en las que se desarrolla la revolución cambiarán de un país a otro y de un período a otro. Eso es obvio. Y también es obvio que las tácticas específicas del partido revolucionario también diferirán de acuerdo con estas condiciones. Cuestiones como el peso específico del proletariado en la población, sus relaciones con otras clases, la fuerza de sus organizaciones, su experiencia, nivel cultural, tradicionales nacionales y temperamento, todas entran en la ecuación.
Sobre todo, el factor decisivo es la fuerza y la madurez del factor subjetivo, el partido revolucionario y su dirección (aunque incluso esta observación no tiene validez absoluta; ha habido casos donde la revolución se ha llevado a cabo, aunque no consolidado, sin un partido revolucionario, como en la Comuna de París, Hungría en 1956 o hoy en día en Venezuela). Esta es la cuestión clave. Pero exactamente cómo se construye el partido y sobre todo cómo se gana la dirección del movimiento de masas, esa la cuestión más decisiva de todas. Más tarde veremos cómo el Partido Bolchevique se convirtió en 1917 en el factor decisivo, con qué tácticas y con qué consignas.
Las ideas básicas del marxismo son las mismas que hace cien años. Pero nuestra tarea no es repetir ideas medio asimiladas como un papagayo, sino desarrollar las ideas de manera creativa y sobre todo ser capaces de aplicarlas al momento en el que vive el proletariado y sus organizaciones. Estas últimas no existen fuera del tiempo y el espacio. Si no queremos convertirnos en una secta estéril, sino realmente echar raíces en las organizaciones de masas, es necesario partir del movimiento obrero real y de la clase obrera que históricamente está condicionada en un momento determinado del tiempo. Este siempre fue el método de los grandes pensadores del pasado, como veremos.
Cómo plantearon la cuestión Marx y Engels
Basándose en la experiencia de la Comuna de París, Marx y Engels señalaron que:
"La comuna ha demostrado, principalmente, que ‘la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines'". (Prefacio a la edición alemana de 1872 de El Manifiesto Comunista)
Estas son proposiciones elementales para cualquier marxista. Pero el marxismo no simplemente es la repetición de ideas básicas, no importa lo correctas que sean. Si ese fuera el caso, todo pequeño sectario sería un gran marxista, como Marx, Engels, Lenin y Trotsky juntos. Es necesario profundizar y extender la teoría a la luz de la experiencia. Este método se puede ver en los escritos de Marx y Engels, cuyas ideas sobre el Estado se desarrollaron durante un período de décadas.
Desde el mismo comienzo, los fundadores del socialismo científico fueron muy cuidadosos a la hora de abordar la cuestión de la violencia, conscientes no sólo del peligro de que el proletariado se viera arrastrado a insurrecciones y aventuras prematuras, sino que además una presentación torpe de esta cuestión sería un regalo propagandístico para los enemigos del comunismo. Así, en la primera declaración programática del marxismo, Principios del comunismo, Engels se expresa con mucha cautela:
"XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
"Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado".
Al final de su vida Engels reconsideró la cuestión de las tácticas revolucionarias en una famosa introducción a La lucha de clases en Francia de Carlos Marx. Las palabras de Engels más tarde fueron utilizadas por los dirigentes de la socialdemocracia alemana para intentar justificar su política reformista. Sin embargo, incluso la lectura más superficial de estas líneas demuestra que Engels no rechazaba la noción de la insurrección, sino que sólo advertía contra el aventurerismo, las insurrecciones a destiempo y las conspiraciones de minorías ("blanquismo"):
"La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora, y con un éxito que sume en la desesperación a nuestros adversarios". (Federico Engels. Introducción a la Lucha de clases en Francia de 1848 a 1850 de Carlos Marx).
Lo importante aquí es comprender la insistencia de Engels en la necesidad del partido revolucionario para ganar a las masas, como condición previa para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. Esto requiere un período más o menos prolongado de propaganda paciente, agitación y organización, utilizando todo tipo de trabajo, incluido el trabajo sindical y parlamentario, para ganar a las más amplias capas de la clase obrera. Este es un tema al que regresaremos más tarde.
En determinadas condiciones Marx y Engels no descartaban la posibilidad de una transferencia pacífica del poder al proletariado, aunque, en aquel momento, ellos creían que el único país donde existían condiciones para esta perspectiva era Gran Bretaña.
En el prólogo a la edición inglesa de 1886 de El Capital, Engels escribe:
"En tales momentos tendrá que escucharse, sin duda, la voz de un hombre cuya teoría íntegra es el resultado del estudio, efectuado durante toda una vida, de la historia y situación económicas de Inglaterra, y al que ese estudio lo indujo a la conclusión de que, cuando menos en Europa, Inglaterra es el único país en el que la inevitable revolución social podrá llevarse a cabo enteramente por medios pacíficos y legales. No se olvidaba de añadir, ciertamente, que consideraba muy improbable que las clases dominantes inglesas se sometieran, sin una ‘rebelión a favor de la esclavitud', a esa revolución pacífica y legal".
En 1918 Lenin escribió un artículo interesante titulado: Infantilismo de ‘izquierda' y la mentalidad pequeño burguesa, que contiene una aproximación más profunda de la posición de Marx y Engels con relación a las tácticas del proletariado en la revolución socialista. Debemos tener en cuenta que es el mismo Lenin que un año antes escribía El Estado y la revolución. Lenin llamaba la atención sobre el hecho de que Marx y Engels, en determinado momento, consideraban que en Gran Bretaña existía la posibilidad de conseguir el socialismo de manera pacífica, e incluso de que los trabajadores "comprasen" al burgués. Mientras señalaban que las circunstancias en Gran Bretaña habían cambiado (como explicaremos), Lenin aquí hace un comentario más general, respondiendo específicamente a Bujarin y a los "comunistas de izquierda" quienes defendían que era impermisible en principio sugerir que era posible que un estado obrero "comprase" al burgués:
"Y Marx decía: en determinadas condiciones, los obreros no se negarán en absoluto a comprar a la burguesía. Marx no se ataba las manos -ni la de los futuros dirigentes de la revolución socialista- en lo que respecta a la forma, procedimientos y métodos de la revolución, pues comprendía perfectamente que se plantearía entonces una cantidad inmensa de nuevos problemas, se modificaría toda la situación en el curso de la revolución, y que la situación cambiaría radicalmente y con frecuencia en el curso de la revolución". (Lenin. Infantilismo de ‘izquierda' y la mentalidad pequeño burguesa. El énfasis en el original).
Marx sobre Gran Bretaña
La casta militar en la época del imperialismo es mucho más fuerte lo que era en las primeras etapas del desarrollo del capitalismo en Gran Bretaña. ¿Por qué Marx señaló a Gran Bretaña como el único país donde era posible una revolución pacífica? La razón dada por Lenin, y la citada con más frecuencia, es que en esa etapa Gran Bretaña "era todavía un modelo de país netamente capitalista, pero sin casta militar y, en una medida considerable, sin burocracia. Por eso, Marx excluía a Inglaterra donde la revolución, e incluso una revolución popular, se consideraba y era entonces posible sin la condición previa de destruir la ‘máquina estatal existente'. (Lenin. El Estado y la revolución).
Como resultado de ciertas peculiaridades históricas (un poder isleño que no requería un gran ejército permanente pero mantenía su dominio de Europa mediante una combinación de fuerza naval y la política de "divide y vencerás"), el Estado en Gran Bretaña era más débil que los demás países europeos, donde la ausencia de estas defensas naturales crearon la necesidad de grandes ejércitos permanentes, con todos los males adyacentes de la burocracia y el militarismo. Marx escribió esas palabras en un momento en que el capitalismo británico aún estaba en su fase progresista de desarrollo, antes del ascenso del imperialismo y el capitalismo monopolista. Lenin explica que en 1917 la distinción que hacía Marx ya no era válida porque en la época de decadencia imperialista el Estado, tanto en Gran Bretaña como en EEUU, era igual a los de otros países capitalistas desarrollados.
Sin embargo, el carácter subdesarrollado del Estado y la relativa debilidad de la casta burocrático-militar era sólo uno de los elementos de la posición de Marx sobre que la transformación pacífica habría sido posible en Gran Bretaña en el siglo XIX. Pero no era la única razón. La fuerza de la clase obrera y sus organizaciones fue una de las principales razones que llevaron a Marx a pensar que los trabajadores podrían tomar el poder pacíficamente, aunque añadió cautelosamente que la clase dominante podría organizar una "rebelión de esclavistas" para intentar derrocar al gobierno de los trabajadores.
En el artículo antes mencionado Lenin habla específicamente de cuáles fueron las razones concretas que llevaron a Marx y Engels a considerar la idea de la posibilidad de una revolución pacífica en Gran Bretaña:
"En Inglaterra la subordinación de los capitalistas a los obreros hubiera podido asegurarse en aquel entonces por las siguientes condiciones: 1) el total predominio de obreros, de proletarios, en la población, como consecuencia de la falta de campesinado (en la Inglaterra de la década del 70 había indicios que permitían esperar una difusión extraordinariamente rápida del socialismo entre los obreros agrícolas); 2) la excelente organización del proletariado en los sindicatos obreros (Inglaterra era entonces el primer país del mundo en ese sentido); 3) la cultura relativamente elevada del proletariado, que no había sido educado por un desarrollo secular de la libertad política; 4) el viejo hábito de los bien organizados capitalistas ingleses -entonces eran los capitalistas mejor organizados del mundo (ahora esta supremacía ha pasado a Alemania- de solucionar por medio de la conciliación los problemas políticos y económicos. Tales fueron las circunstancias que hicieron surgir entonces la idea de que era posible el sometimiento pacífico de los capitalistas ingleses a los obreros". (Lenin. Infantilismo ‘de izquierda' y la mentalidad pequeñoburgesa. El énfasis en el original).
Estas líneas muestran muy claramente que, en opinión de Lenin, la cuestión a discutir no se limitaba en absoluto a las peculiaridades históricas del Estado en el siglo XIX en Gran Bretaña. Explica que las condiciones básicas que planteaban la posibilidad de una transformación pacífica de la sociedad nacían de la correlación de fuerzas de clase excepcionalmente favorable, que a su vez era el resultado del hecho de que Gran Bretaña en aquel momento era el único país del mundo donde la industria capitalista se había desarrollado al máximo.
Es verdad que el Estado británico ahora es más similar al Estado de otros países capitalistas, no es menos cierto que el desarrollo de las fuerzas productivas durante los últimos cien años, y sobre todo desde 1945, ha significo un fortalecimiento enrome de la clase obrera en todas partes. Esto significa que la correlación de fuerzas de clase se ha transformado, en gran medida a favor del proletariado. En la época de Marx, la clase obrera era la mayoría de la sociedad sólo en Gran Bretaña. En la actualidad, el proletariado es la mayoría decisiva de la sociedad en todos los países capitalistas desarrollados, mientras que las reservas sociales de masas de la reacción, especialmente el campesinado, en gran medida ha desaparecido. Este hecho tiene consecuencias muy grandes para las futuras perspectivas de la revolución socialista, sobre todo en los países desarrollados del capitalismo.
La correlación de fuerzas de clase
La desaparición del campesinado en Francia y otros países tiene una importancia de primer orden en el debilitamiento de las reservas sociales de masas de la reacción. Debemos recordar que el campesinado formaba la columna vertebral de la reacción bonapartista y, en cierto modo, de la reacción fascista en el pasado. ¿Este hecho por sí y en sí mismo garantiza que la reacción está descartada? En absoluto.
En realidad, incluso en Gran Bretaña, donde la clase obrera ha constituido la mayoría de la población durante más de cien años y donde el campesinado no existe, existiría la posibilidad de la reacción bonapartista, probablemente bajo el disfraz de algún tipo de golpe bonapartista monárquico (aunque la monarquía hoy en día no es la fuerza que era, sin embargo, aún tiene considerables reservas de apoyo entre capas atrasadas de la población) si la clase obrera no consigue transformar la sociedad. Y esto es aún más cierto en países como Italia, España y Grecia, donde la debilidad extrema del capitalismo se expresa en una profundización de la crisis política y la continua inestabilidad.
Un programa de clase
¿Cómo revelamos el peligro de la reacción a los jóvenes y trabajadores avanzados? Es necesario avisar a los jóvenes y trabajadores de la amenaza de la reacción. Sobre todo, es necesario armar a los cuadros con una comprensión clara del fascismo y el bonapartismo. Un régimen bonapartista sería inestable y probablemente no duraría muchos años. No obstante, la experiencia de Chile, Grecia y Argentina demuestra que este régimen representaría una pesadilla para la clase obrera. La burguesía "democrática" no vacilaría en desatar a las bandas fascistas contra las organizaciones obreras, o utilizar el asesinato, la tortura y todo tipo de intimidación para defender su dominio de clase.
Sin embargo, es necesario mantener un sentido de la proporción. La histeria estridente de las sectas, para quienes el fascismo siempre está "a la vuelta de la esquina", simplemente maleduca a la minoría de trabajadores y jóvenes que desafortunadamente caen bajo su influencia. No tienen en cuenta la naturaleza del período actual, la correlación de fuerzas de clase o los intereses de la burguesía.
El callejón sin salida del capitalismo tiende a agitar a sectores de la pequeña burguesía y del lúmpemproletariado demente. En determinadas circunstancias pueden apoyar a la clase obrera, cuando esta última demuestra en la acción que está preparada para situarse como verdadero amo de la sociedad. Pero si la clase obrera es paralizada por sus dirigentes estas capas pueden girar hacia la reacción.
El crecimiento de los ataques racistas en todos los países es un reflejo del callejón sin salida del capitalismo y de la reacción frenética de capas de lúmpenes desmoralizados. Durante el período de auge económico el capitalismo necesitaba a un gran número de inmigrantes como mano de obra barata. Ahora sirven de chivos expiatorios para la crisis del capitalismo.
Sobra decir que los marxistas debemos estar en primera línea de la lucha contra el racismo. Pero la lucha contra el racismo es una LUCHA DE CLASES no una lucha racial. Los intereses de los trabajadores negros, asiáticos, turcos y árabes son los mismos que los intereses de sus hermanos y hermanas blancos. Siempre se debe insistir en esta cuestión. Nada es más perjudicial para la causa de la lucha contra el racismo que los intentos de dividir a los trabajadores en líneas raciales.
Al mismo tiempo debemos explicar, como hizo Trotsky, que la lucha contra el racismo es una lucha física. No es cuestión de aceptar pasivamente los ataques fascistas contra los inmigrantes. Se deben organizar fuerzas de defensa, pero sobre una base de CLASE. Los intentos de crear grupos de defensa basados en inmigrantes o minorías raciales aisladas del resto de la clase obrera simplemente hacen el juego a los racistas, dan la idea de que sólo los inmigrantes deben encabezar el movimiento contra el racismo. Debemos luchar por la creación de comités de defensa conjuntos de trabajadores nativos e inmigrantes, a través de los comités de empresa, sindicatos, etc.,
Es necesario vincular la lucha contra el racismo y el fascismo con la perspectiva de la transformación socialista de la sociedad. Sin esto, incluso la elección de un gobierno socialista no resolverá el problema. Todo lo contrario, la política de los dirigentes obreros, destinada a la conciliación con la burguesía, sólo agravará la crisis y preparará el camino para la reacción. Una política de contrarreformas alejará aún más a la pequeña burguesía e incluso empujará a sectores de ella a los brazos de los fascistas.
Cuando la clase dominante ya no pueda controlar a la clase obrera con métodos "normales", no dudarán en recurrir al ejército. Para ser más correctos, INTENTARÁN moverse en dirección hacia una dictadura militar. La manera de hacerlo sería con un movimiento hacia el bonapartismo parlamentario, como los regímenes de Von Papen y Schleicher en Alemania antes de Hitler.
Si la corriente marxista fuera lo suficientemente fuerte, sería necesario llevar a cabo una campaña enérgica por un frente único de partidos y organizaciones obreras para evitar que eso ocurra.
La situación es diferente al período entre las dos guerras mundiales. Entonces, los fascistas tenían reservas sociales masivas entre el campesinado y la pequeña burguesía, incluidos los estudiantes. Ahora todo eso ha cambiado. La clase obrera es mil veces más fuerte, el campesinado casi ha desaparecido y sectores importantes de los trabajadores de cuello blanco: profesores, funcionarios, trabajadores del sector bancario, etc., se han acercado mucho más al proletariado.
En estas circunstancias, la burguesía tendrá que pensarse dos veces antes de moverse hacia una dictadura abierta. Si el movimiento obrero estuviera armado con una política genuinamente socialista, este movimiento podría terminar en el derrocamiento total del gobierno burgués.
Lenin explicaba que una de las características de una situación prerrevolucionaria es el fermento entre las capas medias de la sociedad. Movida por la desesperación ante la crisis del capitalismo, la pequeña burguesía se mueve en todas direcciones buscando una salida.
Si la clase obrera y sus organizaciones tuvieran una dirección audaz, las masas de la pequeña burguesía irían tras ella. Pero ante la ausencia de esta dirección las capas medias pueden girar en toda dirección. Actualmente, el fermento de la pequeña burguesía en Europa se refleja en todo tipo de fenómenos reaccionarios: la Liga Norte, Belusconi, el MSI, Le Pen, los Republicanos Alemanes, el Partido de la Libertad austriaco y otros por el estilo.
Sin embargo, una vez comience a moverse la clase obrera, todo eso puede cambiar muy rápidamente. Sobre todo si la derecha llega al poder y su programa es puesto a prueba su base entre la pequeña burguesía se evaporará rápidamente.
La existencia de estos movimientos reaccionarios es el precio que debemos pagar por el fracaso de los dirigentes socialistas y "comunistas" a la hora de tomar el poder en el pasado. La única manera de garantizar que el bloqueo del camino de la reacción en el futuro es la lucha incesante para ganar a los trabajadores y jóvenes avanzados para un genuino programa socialista y a través de ellos, a las masas.
Lenin y el "defensismo"
La diferencia entre la política abstracta y el método dialéctico se ve en la evolución de la posición de Lenin sobre las tácticas revolucionarias en el período de 1914 a 1917. En agosto de 1914 la escisión en la Segunda Internacional creó una situación totalmente nueva. A la luz de la traición sin precedentes de la socialdemocracia, era necesario reagrupar y reeducar a las pequeñas y aisladas fuerzas del marxismo internacionalmente. Lenin en este período ponía mucho énfasis en los principios básicos del internacionalismo revolucionario, sobre todo la imposibilidad de regresar a la vieja internacional y una oposición implacable a todas las formas de patriotismo (derrotismo revolucionario). Para combatir las dudas y vacilaciones de los dirigentes bolcheviques, Lenin dio la expresión más profunda posible a estas ideas, cómo "convertir la guerra imperialista en guerra civil", y la "derrota de nuestra propia burguesía es el mal menor". Se podría decir que en algunas ocasiones exageró. No sería la primera vez que, para "enderezar el palo", Lenin se inclinaba demasiado en la otra dirección. Sobre las cuestiones fundamentales no hay duda de que Lenin tenía razón. Pero a menos que comprendamos su método, no sólo lo que escribió sino por qué lo hizo, podemos llegar a un lío absoluto.
No hay duda de que Lenin tenía razón en la postura que adoptó durante la guerra pero es necesario comprender su método. Los grupos ultraizquierdistas y sectarios siempre repiten las palabras de Lenin sin entender ni una sola línea. Toman sus escritos sobre la guerra como algo absoluto, fuera del tiempo y el espacio. No comprenden que, en esa época, Lenin no escribía para las masas, sino para un minúsculo grupo de cuadros en un contexto histórico determinado. Si no comprendamos eso podemos cometer un error fundamental. Para combatir el chovinismo e insistir en la imposibilidad de reconciliación alguna con la socialdemocracia, y particularmente con su ala de izquierdas (Kautsky y el "centro"), Lenin utilizó algunas formulaciones que sin duda eran exageradas. Estas exageraciones, por ejemplo, le llevaron a caracterizar la posición de Trotsky como "centrismo", algo totalmente incorrecto. La interpretación unilateral de la posición de Lenin en este período ha llevado a interminables confusiones.
Cuando Lenin regresó a Rusia después de marzo de 1917 modificó fundamentalmente su posición. No es que su oposición a la guerra imperialista fuera menor o menos implacable su oposición al social chovinismo. Continuó vigilante con relación ante cualquier recaída por parte de los dirigentes bolcheviques en la cuestión de la guerra. Pero ya no era una cuestión de teoría, sino del movimiento vivo de las masas. La postura de Lenin después de marzo de 1917 guarda poco parecido con las consigas que había planteado anteriormente. Vio que, en esas circunstancias concretas, las masas de trabajadores y campesinos tenían ilusiones en la "defensa de la revolución" tal y como ellos la entendían. Era absolutamente necesario tener este hecho en cuenta si los bolcheviques querían conectar con el ambiente real de las masas. Si Lenin hubiera mantenido su antigua posición habría aparecido como un simple doctrinario. Habría alejado totalmente a los bolcheviques del movimiento real de los trabajadores y campesinos. Sólo los sectarios y doctrinarios inútiles no pueden ver la diferencia.
En un discurso pronunciado a los delegados de la fracción bolchevique de los soviets Lenin explicaba:
"Las masas se acercan a esta cuestión no desde un punto de vista teórico sino práctico. Nuestro error reside en una aproximación teórica. La conciencia de clase del proletariado podría consentir una guerra revolucionaria que realmente derroque el defensismo revolucionario. Antes de que los representantes de los soldados el asunto debe ser puesto de una manera práctica, de otra manera no se llegará a nada. No somos en absoluto pacifistas. La pregunta fundamental es: ¿Qué clase está llevando a cabo la guerra? La clase capitalista, atada a los bancos no puede realizar otra guerra excepto una guerra imperialista. La clase obrera sí puede". (Lenin)
En realidad, las consignas del "defensismo revolucionario" no jugaron ningún papel en la preparación de las masas para la Revolución de Octubre. Ni "la derrota de Rusia es el mal menor", sino "Paz, pan y tierra" y "Todo el poder a los soviets", que fueron el grito unificador de los bolcheviques que llevó a la victoria de la insurrección de Octubre. Examinaremos el contenido concreto de estas consignas más tardes.
La cuestión es que sin tácticas flexibles que tengan en cuenta el nivel de real de conciencia del movimiento obrero es imposible ganar a las masas. Pero antes de que sea posible hablar de la conquista del poder, primero es necesario conquistar a las masas. Sin eso, todas las palabras sobre insurrección, derrocamiento del Estado, guerra civil inevitable, violencia revolucionaria, preparativos militares y todo lo de demás se convierte en simple charlatanería.
"Cada vegetal tiene su estación". Hay un momento y un lugar para cada consigna. Una de las características de la psicología sectaria es imaginar que las consignas tienen validez fuera del tiempo y el espacio. Ya que, para ellos, la política es una cuestión de pequeños círculos sin contacto con el mundo real, por lo tanto, la visión de las masas es una cuestión indiferente. La situación es radicalmente distinta con una genuina corriente marxista que lucha por ganar a las masas, empezando por las capas avanzadas.
Cuando Lenin regresó a Rusia un sector del Partido Bolchevique, imbuidos por la impaciencia, quería ir mucho más allá de la clase. Haciéndose eco de los anarquistas y ultraizquierdistas plantearon la consigna revolucionaria: "Abajo con el gobierno provisional". Esa era la consigna de la insurrección. ¿Qué actitud adoptó Lenin? Se opuso totalmente a ella. ¿Por qué? Porque esa consigna en absoluto correspondía con la etapa real en la que se encontraba el movimiento. Lenin, que era un revolucionario hasta la médula, sin embargo, se opuso de manera implacable a esta consigna y en su lugar orientó el partido hacia la conquista de las masas con la consigna: "explicar pacientemente".
¿No es este otro ejemplo de abandono de la posición revolucionaria de toma violenta del poder? ¿Lenin no tenía el deber de defender la guerra civil? En realidad, lejos de defenderla en determinado momento Lenin incluso denunció a aquellos que pretendían que él defendía una guerra civil. Muy correctamente negó que los bolcheviques defendieran la violencia y puso toda la responsabilidad de la violencia sobre los hombros de la clase dominante. Esta idea en absoluto conviene a los ultraizquierdistas que no consiguieron comprender que nueve décimas partes de la tarea de la revolución socialista es el trabajo de ganar a las masas mediante la propaganda, la agitación, la explicación y la organización. Sin esto, todas las palabras sobre guerra civil e insurrección se reducen a una de dos cosas: o el tipo de charlatanería vacía característica de los socialistas de barra de bar, o al aventurerismo irresponsable, o por utilizar la terminología científica del marxismo, al blanquísimo.
Aquí está lo que Lenin tiene que decir sobre el tema:
"Hablar de guerra civil antes de que la gente sea consciente de la necesidad de ella sin suda es caer en el blanquismo". (Obras Completas. Vol. 21. P. 43. International Publishers. Nueva York. 1929).
No fueron los bolcheviques sino la burguesía y sus aliados reformistas los que constantemente levantaron el espectro de la violencia y la guerra civil. ¿Cómo reaccionó Lenin? ¿Con discursos revolucionarios "temerarios" recogiendo el guante y arrojándolo a la cara del enemigo? ¿Habló abiertamente sobre la inevitabilidad de la guerra civil? Todo lo contrario, negó reiteradamente cualquier sugerencia de que los bolcheviques defendían la violencia. El 25 de abril protestó en Pravda contra las "oscuras insinuaciones" del "ministro Nekrasov" sobre la "alabanza de la violencia" de los bolcheviques:
"Señor ministro, miembro eminente del ‘Partido de la Libertad del Pueblo', usted miente. Es el señor Guchov quién alaba la violencia cuando amenaza con castigar a los soldados por destituir a las autoridades. Es Russkaia Volia, el periódico de los ‘republicanos' PROGROM y amistosamente a usted que alaba la violencia.
"Pravda y sus seguidores no alaban la violencia. Todo lo contrario, declaran muy claramente, de manera precisa y contundentemente, que nuestra principal tarea en la actualidad debe ser concentrarnos en explicar a las masas proletarias sus problemas proletarias, distinguirlas de los problemas de la pequeña burguesía que ha sucumbido al veneno chovinista". (Lenin. Obras Completas. vol. XX, Libro. 1, p. 171.)
El 4 de mayo el Comité Central de los bolcheviques aprobaba una resolución escrita por Lenin. El objetivo de la resolución era contener a la dirección local de Petrogrado que iba por delante de los acontecimientos. Su propósito era situar la responsabilidad de cualquier violencia en el gobierno provisional y sus seguidores, acusar a la "minoría capitalista de renuencia para cumplir la voluntad de la mayoría". Aquí están dos párrafos de la resolución:
"1. Los agitadores y oradores del partido deben rebatir las mentiras de los periódicos capitalistas y de los periódicos que apoyan a los capitalistas diciendo que amenazamos con la guerra civil. Esta es una mentira despreciable, en el momento actual, cuando los capitalistas y su gobierno no pueden ni se atreven a usar la violencia contra las masas, cuando la masa de soldados y trabajadores expresa libremente su voluntad, elige libremente y sustituye a todos sus oficiales públicos, en tal momento, cualquier pensamiento de guerra civil es ingenuo, sin sentido y monstruoso; en tal momento se debe cumplir totalmente con la voluntad de la mayoría de la población y la libre crítica de la minoría insatisfecha con la voluntad; si se recurre a la violencia, la responsabilidad recaerá sobre el gobierno provisional y sus seguidores.
"2. El gobierno de los capitalistas y sus periódicos, con su ruidosa denuncia de la supuesta guerra civil, solo intenta ocultar la renuencia de los capitalistas, que aceptadamente constituyen una minoría insignificante de la población, a cumplir la voluntad de la mayoría". (Obras Completas. Volumen. XX. Tomo I. p. 245. 21 de abril).
Lenin comprendía que la clase obrera aprende de la experiencia, especialmente de la experiencia de los grandes acontecimientos. La única manera de que una pequeña tendencia revolucionaria encuentre eco entre las masas es siguiendo el rumbo de los acontecimientos hombro a hombro con las masas, participando en la lucha cotidiana según se desarrolla, planteando consignas que correspondan con la etapa real del movimiento, explicando pacientemente la necesidad de una transformación total de la sociedad como la única salida.
Los llamamientos estridentes a la insurrección y la guerra civil no ganan a las masas, ni siquiera a la capa avanzada, sino que las repele. Como vimos antes, esta idea es verdadera incluso en medio de la revolución. Es cien veces más correcto en la actualidad, cuando la cuestión del derrocamiento revolucionario del capitalismo está lejos de ser prioritario en la mente incluso de los trabajadores más avanzados. Más bien lo contrario, es necesario poner la responsabilidad de la violencia y la guerra civil sobre los hombros de los dirigentes reformistas que tienen en sus manos la posibilidad de tomar el poder de manera pacífica y, por negarse a hacerlo, hacen inevitable el derramamiento de sangre.
"Todo el poder a los soviets"
Todos conocen que esta era la consigna central de Lenin y Trotsky en 1917. Pero muy pocos han comprendido el contenido real de esta consigna. ¿Cuál es el significado, concretamente, de la consigna "todo el poder a los soviets"? ¿Guerra civil? ¿La toma del poder por los bolcheviques? Muy lejos de la realidad. Los bolcheviques eran una minoría en los soviets que estaban dominados por los partidos reformistas, los social-revolucionarios y los mencheviques. La tarea central no era la toma del poder, sino ganar a la mayoría que tenía ilusiones en los reformistas.
Los bolcheviques basaron su "explicación paciente en la idea, constantemente repetida en los escritos y discursos de Lenin de marzo hasta la víspera de la insurrección de octubre, de que los dirigentes reformistas deberían tomar el poder en sus manos, que eso garantizaría una transformación pacífica de la sociedad, que los bolcheviques lo apoyarían con entusiasmo y que, si los dirigentes reformistas tomaban el poder, los bolcheviques se limitarían a la lucha pacífica para conseguir la mayoría dentro de los soviets.
Aquí tenemos un par de ejemplos de cómo Lenin trataba la cuestión (hay muchos más):
"Aparentemente, no todos los seguidores de la consigna "Todo el poder a los soviets" han dado un significado adecuado al hecho de que era una consigna para el avance pacífico de la revolución, pacífico no sólo en el sentido de que nadie, ninguna clase, ninguna fuerza de cualquier importancia, entonces habría sido capaz (entre el 27 de febrero y el 4 de julio) de resistir y evitar la transferencia del poder a los soviets. Eso no es todo. El desarrollado pacífico habría sido entonces posible, incluso en el sentido de que la lucha de clases y partidos dentro de los soviets podría haber asumido la forma más dolorosa y penosa, habría permitido que todo el poder del Estado pasara a los soviets". (Lenin. Obras Completas. Vol. 24. P. 184. 1917).
"Ninguna otra condición, creo, planteada por los bolcheviques, que tenían confianza en que la libertad de propaganda realmente libre y la consecución inmediata de una nueva democracia en la composición de los soviets (nuevas elecciones para ellos), y en su funcionamiento, garantizaría un avance pacífico de la revolución, un resultado pacífico de la lucha del partido dentro de los soviets.
"¿Quizás es esto ya posible? Quizás. Pero si hubiéramos tenido una oportunidad entre cien, el intento de llevar a cabo tal posibilidad aún merecería la pena". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. pp. 153-154).
"Nuestro trabajo es ayudar en todo lo posible a garantizar la ‘última' oportunidad de un desarrollo pacífico de la revolución, ayudar con la presentación de nuestro programa, dejando claro su carácter general, nacional, su absoluta armonía con los intereses y las demandas de una enorme mayoría de la población". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. p. 257).
"Una vez tomado el poder, el soviet podría aún existir, y probablemente esta es su última oportunidad, de garantizar un desarrollo pacífico de la revolución, elecciones pacíficas de los diputados del pueblo, una lucha pacífica de los partidos dentro de los soviets, una prueba en la práctica de los programas de distintos partidos, una transferencia pacífica del poder de un partido a otro". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. pp. 263-264).
Y así es como Trotsky resume la posición en Historia de la Revolución Rusa:
"La transmisión del poder a los soviets significaba la transmisión directa de dicho poder a los conciliadores, cosa que podía llevarse a cabo pacíficamente, mediante el puro y simple licenciamiento del gobierno burgués, que se sostenía gracias a la buena voluntad de los conciliadores y a los restos de confianza que en ellos tenían las masas. La dictadura de los obreros y soldados era un hecho, a partir del 27 de febrero. Pero los obreros y soldados no se daban cuenta de ello. Habían confiado el poder a los conciliadores, los cuales, a su vez, lo habían transmitido a la burguesía. El cálculo de los bolcheviques respecto a la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución se basaba no en que la burguesía habría de ceder voluntariamente el poder a los obreros y soldados, sino en que éstos impedirían a tiempo que los conciliadores cedieran el poder a la burguesía.
"La concentración del poder en los soviets, bajo el régimen de la democracia soviética, hubiera dado a los bolcheviques completa posibilidad de conquistar la mayoría en esos soviets y, por consiguiente, de formar un gobierno sobre la base de su programa. No hacía falta para ello el levantamiento armado. El cambio de partidos en el poder se hubiera efectuado de un modo pacífico. Todos los esfuerzos del partido, entre abril y julio, estaban orientados en el sentido de asegurar el desarrollo pacífico de la revolución a través de los soviets. ‘Explicar pacientemente', era la clave de la política bolchevique". (León Trotsky. Historia de la Revolución Rusa).
¿Pero quizá Lenin y Trotsky sólo se tiraban un farol? ¿Quizá sólo plantearon la idea de una transferencia pacífica para ganar popularidad entre los trabajadores, haciendo concesiones por sus ilusiones pacifistas reformistas? Imaginar este tipo de cosas sería no comprender nada del método de Lenin y Trotsky, basado en una honestidad revolucionaria audaz. En su testimonio ante la Comisión Dewey, Trotsky lo plantea muy claramente: "Creo que la política marxista, revolucionaria en general, es una política muy sencilla: ‘¡Denunciar tal y como es! ¡No mentir! ¡Decir la verdad!' Es una política muy sencilla". (El caso de León Trostky).
El Partido Bolchevique no tenía dos programas diferentes, uno para la minoría culta y otro para los trabajadores "ignorantes". Lenin y Trotsky siempre decían la verdad a la clase obrera, incluso cuando ésta era amarga y desagradable. Si en 1917, es decir, en medio de la revolución, cuando la cuestión del poder se planteaba a quemarropa, ellos insistían en la idea de que era posible la transformación pacífica (no "teórica" sino realmente posible), con la condición de que los dirigentes reformistas tomaran medidas decisivas, eso sólo podía ser porque realmente era así. Y así fue. Si la dirección del soviet hubiera actuado de manera decidida, la revolución se habría producido pacíficamente, sin guerra civil, porque ellos tenían el apoyo de la aplastante mayoría de la sociedad. Al señalar este simple hecho a los trabajadores y campesinos, Lenin y Trotsky no estaban diciendo mentiras o abandonando la teoría marxista del Estado, sino simplemente diciendo lo que era obviamente cierto para la masa de trabajadores y campesinos.
Lenin mantuvo esta postura hasta que la cambió en el mes de julio. ¿Por qué? Debido a la cobardía de los mencheviques y social-revolucionarios que se negaron a tomar el poder, entonces la iniciativa inevitablemente pasó a la reacción. Detrás de los faldones del frente popular ruso (el gobierno provisional), la clase dominante se estaba reagrupando y preparando su venganza. El resultado fue la reacción de las "Jornadas de Julio".
Sobre la base de las redadas de julio, Lenin llegó a la conclusión de que ya era imposible un resultado pacífico, que era inevitable la guerra civil y por eso era necesario que el partido situara inmediatamente la insurrección en el primer punto del orden del día. En realidad, Lenin estaba equivocado, como señala Trotsky en Historia de la Revolución Rusa. Lenin, que estaba oculto en Finlandia, admitió más tarde que no estaba al corriente de la situación. La razón real de su posición era su miedo a que Kámenev, Zinoviev y Stalin vacilaran y no estuvieran dispuestos a tomar el poder. En esto no estaba equivocado. Es una ley que cuando se aproxima la fecha de la insurrección la dirección del partido revolucionario sufre una presión extrema de las clases ajenas y de sectores que comienzan a vacilar.
"Explicar pacientemente"
Sin embargo, la postura de Trotsky sin duda era correcta. Comprendía la necesidad de continuar la tarea de ganar a los soviets hasta el momento de la insurrección, incluso propuso (en contra de la opinión de Lenin) que la fecha de la insurrección se debería posponer para que coincidiese con el congreso de los soviets donde los bolcheviques ganarían la mayoría. Así que, incluso en el transcurso de la misma insurrección, la cuestión de la legalidad, lejos de ser relegada a un lugar sin importancia, asume un papel crucial para ganar a las capas más inertes de las masas.
Al descubrir la contradicción entre las palabras y los hechos de los dirigentes reformistas, los bolcheviques preparaban el camino para ganar a la mayoría decisiva en los soviets y también en el ejército (que también estaba representado en los soviets). Este era el verdadero camino sobre el que preparó la insurrección de 1917 el Partido Bolchevique, no hablando sobre ella, sino penetrando realmente en las masas y sus organizaciones con tácticas flexibles y consignas que realmente correspondían con las necesidades de la situación y que conectaban con la conciencia de las masas, no con abstracciones sin vida aprendidas mediante la memorización de un libro de cocina revolucionario.
La única razón por la que no se consiguió inmediatamente una revolución pacífica en Rusia fue debido a la cobardía y traición de los dirigentes reformistas en los soviets, como explicaron Lenin y Trotsky en cientos de ocasiones.
A menos y hasta que el partido revolucionario gane a las masas, es inútil y contraproducente poner en énfasis en la supuesta inevitabilidad de la violencia y la guerra civil. Ese nunca fue el método de los grandes pensadores marxistas del pasado, pero sí fue siempre una característica de las sectas ultraizquierdistas en los márgenes del movimiento obrero que viven en un mundo de sueños "revolucionario" que no guarda relación con el mundo real. En este invernadero, aislado de la realidad, los pequeños grupos se pueden mantener debatiendo interminablemente sobre la "insurrección" y "preparándose" mentalmente para la "inevitabilidad de la guerra civil", mientras que la tarea real de construir una organización revolucionaria se les escapa completamente.
¿De qué manera concreta una tendencia marxista se prepara para el poder? Ganando a las masas. ¿Cómo se puede conseguir esta tarea? Elaborando un programa de reivindicaciones transicionales que, partiendo de la situación real de la sociedad y de las necesidades objetivas de la clase obrera y la juventud, vincule las reivindicaciones inmediatas con la idea central de expropiar a los capitalistas y transformar la sociedad. Como explicaron en muchas ocasiones Lenin y Trotsky, nueve décimas partes de la tarea de la revolución consisten precisamente en esto. A menos que se comprenda este hecho, todo lo que se hable sobre la lucha armada, "preparativos militares" y guerra civil queda reducido a una demagogia irresponsable.
Como hemos señalado, cuando los bolcheviques eran una pequeña minoría en los soviets, que estaban totalmente dominados por los partidos reformistas, los mencheviques y los social-revolucionarios que luchaban por conseguir una alianza con la burguesía, no jugaban con la insurrección, sino que insistían en la necesidad de ganar la mayoría en los soviets ("explicar pacientemente"). Entonces, como ahora, los trabajadores y los campesinos confiaban en los dirigentes reformistas. Para los bolcheviques éste debía ser el punto de partida. Y así fue.
En la medida que ellos eran una minoría, Lenin y Trotsky hicieron lo sumo para contener a los trabajadores y soldados, para evitar un enfrentamiento prematuro con el Estado. Todo su énfasis se centraba en la agitación pacífica y la propaganda. Por ejemplo, Lenin en junio se opuso a una manifestación armada. Muy a su pesar, Lenin y Trotsky provocaron la rabia de sectores de los trabajadores que habían mucho más lejos que el resto de la clase. Fueron acusados de oportunismo por no poner en primer plano la cuestión de la insurrección armada.
Ante tales críticas ellos simplemente se encogían de hombros. Comprendían que la tarea más apremiante era ganar a la mayoría de los trabajadores y soldados que estaban bajo la influencia de los mencheviques y social-revolucionarios. Con tácticas habilidosas y flexibles, los bolcheviques consiguieron ganar la mayoría en los soviets en los meses previos a Octubre. Eso, y sólo eso, explica el carácter relativamente pacífico de la insurrección de Octubre. La razón no fue primordialmente militar, sino el hecho de que nueve décimas partes del trabajo se había realizado ya de antemano.
¿Fue pacífica la Revolución de Octubre?
La Revolución de Octubre en Rusia fue un asunto pacífico, a pesar de lo que muchos piensan. En primer lugar, no es posible hablar de la "revolución de 1917". No hubo una sino dos revoluciones en 1917, además separadas por un período de reacción durante los meses de julio a septiembre, incluida una ofensiva militar, seguida por levantamientos reaccionarios y cuatro años de guerra civil en la que Rusia fue invadida por 21 ejércitos extranjeros de intervención, en la que murieron millones de personas. Así que fue un período de revolución y contrarrevolución, no un simple "desfile triunfal". Cualquier persona que la presente como tal sería ridiculizada como un loco o un ignorante. Sin embargo, la afirmación de que la Revolución de Octubre fue un asunto pacífico (en la medida que una revolución puede ser considerada como tal) no procede de la CMI, sino de Lenin y Trotsky. Citaremos un par de ejemplos. Primero en relación con la revolución de febrero.
"No pecaremos de exageración si decimos que la revolución de Febrero la hizo Petrogrado. El resto del país se adhirió. En ningún sitio, a excepción de la capital, hubo lucha. No hubo en todo el país un solo grupo de población, un solo partido, una sola institución, un solo regimiento, que se decidiera a defender el viejo régimen. Esto demuestra cuán fundados son los razonamientos que hacen con la caballería de la Guardia o si Ivanov no hubiera llegado del frente con una brigada de confianza, el destino de la monarquía hubiera sido otro. Ni en el interior ni en el frente hubo una sola brigada ni un solo regimiento dispuesto a luchar por Nicolás II". (León Trotsky. Historia de la revolución rusa).
¿Y la Revolución de Octubre? En el libro Trotsky describe con detalle la facilidad con la que se tomó Petrogrado. La naturaleza pacífica de la revolución se garantizó porque los bolcheviques, bajo la dirección de Trotsky, ya habían ganado a la guarnición de Petrogrado. En el capítulo, La toma de la capital, explica la manera en que los trabajadores tomaron el control de la clave fortaleza Pedro y Pablo:
"Todas las fuerzas de la guarnición acogen satisfechas la noticia del arresto del comandante. Pero los motociclistas perseveran en una actitud evasiva. ¿Qué se oculta detrás de su silencio sombrío y enigmático: una hostilidad disimulada o las últimas vacilaciones? ‘Decidimos organizar un mitin especial para los motociclistas -dice Blagonravov- e invitar al mismo a nuestros mejores agitadores, y, en primer lugar, a Trotsky, que goza de autoridad e influencia inmensa entre los soldados'. A las cuatro de la tarde todo el batallón se reunió en el local del vecino Circo Moderno. En funciones de oposición gubernamental habló el general Parodelov, al que se tenía por social revolucionario. Sus objeciones eran tan prudentes, que parecían equívocas. De ahí que las intervenciones de los representantes del Comité fuesen tanto más aniquiladoras. La batalla oratoria suplementaria en torno a la fortaleza de Pedro y Pablo terminó como era de prever: el batallón aprobó, con sólo 30 votos en contra, la resolución de Trotsky. Otro de los posibles conflictos sangrientos quedaba resuelto antes del combate, y sin sangre". (Ibíd.,)
Se tardó un poco más en establecer el poder soviético en Moscú, principalmente debido a los errores de los bolcheviques locales. Pero Trotsky insistió reiteradamente en que la revolución bolchevique en su mayor parte fue pacífica hasta la intervención de las potencias extranjeras para aplastarla en sangre.
Política ultraizquierdista
En el Juicio de Minneapolis de 1941, Cannon hacía referencia a la insurrección en Petrogrado como "sólo un poco de refriega, eso es todo" (El socialismo a juicio, p. 64). Esto fue más tarde utilizado por el ultraizquierdista Grandizo Munis quien exigía que el SWP defendiera abiertamente la violencia y la guerra civil, denunciando la política utilizada para la defensa en el juicio como "oportunismo". En realidad, la postura adoptada por el SWP al menos en este caso estaba estrictamente en concordancia con el consejo de Trotsky en el período anterior.
"Nuestra fórmula en este caso", respondía Cannon, "también es la fórmula de los maestros marxistas. Ellos no sólo insistían en la deseabilidad de un cambio pacífico de la sociedad, sino que en ciertas circunstancias excepcionales, consideraron muy posible la revolución pacífica. Nosotros, por nuestra parte, rechazamos esta perspectiva en EEUU, pero al mismo tiempo declarábamos nuestra preferencia por ella y acusábamos a la burguesía dominante como instigadora de la violencia. En esto éramos totalmente leales a la doctrina y tradición marxistas". (Munis and Cannon, What policy for revolutionists. Marxism or Ultra-leftism. P. 36).
A propósito, la política ultraizquierdista defendida por Munis en esas circunstancias dadas no sólo habría alejado a los trotskistas de la clase obrera norteamericana, habría significado la destrucción total del partido (Más tarde destruido por la política equivocada de la dirección del SWP, pero trataremos esa cuestión en otra parte). Todos los argumentos utilizados por Lenin y Trotsky con relación a la revolución rusa son cien veces más validas hoy. La correlación de fuerzas de clase es infinitamente más favorable para el proletariado, sobre todo en los países capitalistas desarrollados. Sin las traiciones de los socialdemócratas y los estalinistas, la clase obrera podría haber tomado el poder muchas veces en el curso de los últimas siete décadas en Francia, Italia, España, Portugal, Gran Bretaña y Alemania.
La posición sobre la violencia de Trotsky
La afirmación de que un movimiento de masas con fuerza suficiente puede, en unas condiciones determinadas, conseguir la transferencia del poder sin una guerra civil no es un invento de la CMI. En su testimonio ante la Comisión Dewey, en determinado momento a Trotsky le preguntaron si la revolución política en la URSS inevitablemente significaría un derrocamiento sangriento de la casta dominante estalinista. Reproducimos completo su respuesta:
Trotsky respondía que la burocracia soviética podría ser derrocada sin violencia, como lo había sido el Estado zarista: "Finerty: En otras palabras, incluso en la revolución política y el derrocamiento de la burocracia, ¿no contemplaría como una necesidad, incluso una medida defensiva, la destrucción personal de la burocracia o su exterminio personal?
"Trotsky: Estoy seguro de que cuando llegue la hora de la revolución, la revolución política en Rusia, será tan poderosa la insurrección de las masas que la burocracia inmediatamente quedará desorientada y desorganizada, como sucedió al régimen zarista en la revolución de febrero.
"Finerty: Así que, señor Trotsky, ¿dentro de su filosofía política no está ejercer actos individuales de terror contra la burocracia o un terror de masas contra ella?
"Trotsky: El terror de masas depende de las circunstancias de la propia burocracia. Repito, espero, incluso en el momento crítico, que esta poderosa y terrible burocracia quede en un estado absolutamente lamentable y entonces la revolución pueda ser aún menos sangrienta que la revolución de febrero en nuestro país y también que la Revolución de Octubre. Pero las masas no pueden tener ninguna responsabilidad por ello. Si la burocracia se opone a las masas, éstas naturalmente tomarán medidas severas. Pero el exterminio individual no. Esa no es una perspectiva revolucionaria.
"Finerty: ¿Y no es una necesidad política?
"Trotsky: No es una necesidad política". (The Case of Leon Trotsky. pp. 376-377).
Debemos tener en cuenta que aquí hablamos de una dictadura totalitaria monstruosa, basada en la supresión de todos los derechos, un régimen cuyos instrumentos eran el asesinato, la tortura y los campos de concentración. A pesar de esto, Trotsky mantenía la perspectiva de un movimiento revolucionario tan poderoso que paralizaría a la burocracia, dejándola inútil.
¿Era una utopía de Trotsky? Al contrario. Miremos lo que ocurrió en Europa del Este en 1989. Los movimientos de masas contra los regímenes estalinistas en Alemania Oriental, Polonia y Checoslovaquia conmocionaron a la desmoralizada burocracia que colapsó como un castillo de naipes, a pesar de que tenía en sus manos los medios de destrucción más monstruosos. Es verdad que, en ausencia del factor subjetivo, el colapso de la burocracia provocó el retroceso hacia el capitalismo. Pero esto no afecta a la esencia de la argumentación. Trotsky explicó hace mucho tiempo que las leyes de la revolución y la contrarrevolución son similares. La realidad es que la transición de un régimen social a otro se llevó a cabo de manera pacífica, sin una guerra civil. La burocracia dominante, en el momento de la verdad, se rindió sin disparar un solo tiro.
Consideremos concretamente que significa esto. El estado totalitario en Rusia y Europa del Este probablemente era el aparato de represión más poderoso de la historia. Parecía indestructible. Incluso la burguesía hablaba de él como un "monolito de granito" que se creía duraría siglos (hasta el momento final la burocracia compartía esta ilusión). Una característica de una elite dominante condenada es depositar una fe supersticiosa en el poder de la policía, la policía secreta y el ejército. Pero los marxistas partimos de las relaciones sociales reales, no del número de policías, espías y soldados que reciben su nómina del Estado, o ni siquiera de la existencia de modernos cazabombarderos y otros medios de destrucción técnicos (este es el argumento conocido más viejo, y que, si fuera correcta, descartaría la posibilidad de toda revolución en la historia).
Todos los medios técnicos de destrucción estaban en manos de la burocracia. Sí, muchos policías y soldados para utilizar, al menos en el papel. Pero en el momento de la verdad, nada de esto fue útil. En la Biblia, los muros de Jericó se derrumbaron después de Josué ordenara tocar las trompetas. Los regímenes estalinistas colapsaron incluso sin acompañamiento musical. ¿Por qué la elite dominante simplemente no recurrió a los cazabombarderos, que sería la solución obvia? ¿O a los tanques, o cualquier otro medio de represión amplio que tenía a su disposición? Un simple orden sería suficiente. ¿Por qué no llegó la orden? Porque la burocracia estaba totalmente desmoralizada y paralizada por el movimiento de las masas. Como De Gaulle en 1968, eran conscientes de que "el juego se acabó" y era inútil la resistencia.
¿Cómo explicar la parálisis de la burocracia? Su desmoralización era el resultado del callejón sin salida del régimen, que era incapaz de desarrollar los medios de producción. Ya en 1973 pronosticamos el colapso del estalinismo precisamente porque la burocracia había dejado de desarrollar las fuerzas productivas y, consiguientemente, había pasado de ser una fuerza relativamente progresista a un freno absoluto para la sociedad. Lo mismo se aplica ahora cada vez más a la burguesía en occidente. Lo que obstruye el camino a una transformación revolucionaria de la sociedad no es la fuerza de la burguesía y su Estado, sino la inercia temporal de la clase obrera, que sólo poco a poco comienza a ser consciente de la profundidad de la crisis.
En el próximo período tormentoso y tenso aparecerán oportunidades revolucionarias en un país tras otro. Los acontecimientos de 1968 se repetirán a un plano incluso superior. El Estado en manos de la burguesía en occidente es poderoso, pero en muchos sentidos no lo es tanto como los regímenes totalitarios de Europa del Este en 1989. Lenin explicaba que toda revolución real siempre empieza por arriba, con una crisis de confianza en la clase dominante, que se siente incapaz de gobernar al viejo estilo. La segunda condición es que la clase media debería estar en un estado fermento, oscilando entre la burguesía y el proletariado. La tercera condición es que la clase obrera debería estar preparada para luchar por la transformación de la sociedad. La condición final es la existencia de un fuerte partido revolucionario con una dirección experimentada y previsora.
Hungría 1919 y Alemania 1918
En condiciones excepcionalmente favorables la crisis de la clase dominante, frente a un movimiento de masas de dimensiones considerables, puede llevar al colapso del régimen sin luchar. En Hungría este proceso habría sido posible en 1919 cuando el régimen burgués húngaro entregó el poder al Partido Comunista sin disparar un tiro, aunque los errores del inexperto partido Comunista llevaron a la derrota, como señalaba Trotsky:
"La postración del gobierno del conde Karoly ante la Entente se terminó mediante la transmisión consentida y pacífica del poder a los partidos obreros, sin revolución alguna. Los comunistas del partido de Bela Kun se apresuraron a unirse con los socialdemócratas. Inspirador de la Hungría soviética, Bela Kun dio pruebas de una completa incapacidad, sobre todo en la cuestión campesina, lo que condujo rápidamente al hundimiento de los sóviets". (Trotsky. ¿A dónde va Francia?).
Como en la revolución húngara, la revolución alemana de 1918 fue prácticamente incruenta. De manera similar la revolución de 1918 en Alemania sucedió sin provocar dolor. Una huelga general, un motín del ejército y de la armada, durante el cual los soldados arrestaron a los oficiales reaccionarios (los afortunados) y crearon comités de trabajadores y soldados, el poder estaba en manos de la clase obrera. En todo el proceso murieron 19 personas. En una gran ciudad mueren más personas un fin de semana en accidentes de tráfico. ¿Cuál fue el problema? Las masas de trabajadores y soldados, recién despiertas a la vida política, inevitablemente se dirigieron a las organizaciones de masas existentes. En Alemania eso significaba la socialdemocracia bajo la dirección de algunos dirigentes reformistas que habían traicionado a la clase obrera en 1914.
Noske y Scheidermann traicionaron la revolución, devolvieron el poder a la burguesía. La clase obrera alemana y el mundo entero pagaron un precio terrible por esa traición quince años después, con el ascenso de Hitler, las cámaras de gas y la Segunda Guerra Mundial. Aquí tenemos un ejemplo destacado de cómo la negativa de los dirigentes reformistas a tomar el poder, incluso cuando es posible hacerlo por medios pacíficos, prepara el camino para ríos de sangre en el futuro. Esa es la lección esencial que debemos recalcar en cada oportunidad.
Portugal 1974
El ejemplo más destacado de los procesos que estamos analizando fue la revolución portuguesa de 1974. Aquí todos los procesos se pueden con mucha claridad. Después de casi cincuenta años de dictadura, primero con Salazar y después con Caetano, la dictadura colapsó como una manzana podrida. Las contradicciones internas que socavaron el régimen se reflejaron en el aparato del Estado con la cristalización de una tendencia opositora en el cuerpo de oficiales.
Las interminables y sanguinarias guerras coloniales en Angola, Mozambique y Guinea Bissau jugaron un papel importante. La casta de oficiales portugueses no era típica de los ejércitos de otros estados imperialistas. Normalmente la casta de oficiales está formada por los hijos de las familias ricas que viven una vida segura y confortable detrás de un escritorio. Aquí era diferente. Las guerras en África hacían que el servicio militar no fuera una cómoda bicoca, sino un asunto peligroso que no atraía demasiado a los "jóvenes dorados". En cambio muchos oficiales procedían de la clase media. Eran "estudiantes de uniforme". Sectores de estos oficiales comenzaron a estudiar las ideas del "marxismo" y empezaron a ser influenciados por ellas. Motivados por la hostilidad hacia la guerra y al corrupto el régimen dictatorial, en secreto se convirtieron al socialismo, al comunismo y al maoísmo.
Así que el golpe del 25 de abril de 1974 tuvo un giro peculiar. Los jóvenes oficiales que derrocaron a Caetano y proclamaron la revolución sin comprender claramente hacia dónde se dirigían abrieron las compuertas a las masas. Después de décadas de gobierno fascista y bonapartista, sin dirección desde arriba, vimos el magnífico movimiento del proletariado portugués. El primero de mayo de 1974 salieron a las calles 3 millones de trabajadores de una población total de sólo 8 millones. Junto a los trabajadores había soldados y marineros manifestándose con las armas en la mano.
En estas condiciones no se podía hablar en absoluto de "guerra civil". Una guerra civil presupone la existencia de fuerzas preparadas para luchar en defensa del orden existente. Después del 25 de abril estas fuerzas no existían. La fórmula de "cuerpos de hombres armados" aquí no se aplica. ¿Qué fuerzas estaban dispuestas a luchar por la clase obrera? Si hacemos la pregunta en concreto se responde por sí sola. Los cuerpos de hombres armados estaban al lado de las masas. Citaremos sólo un ejemplo. Cuanto los trabajadores del gran astillero Lisnave en Lisboa se pusieron en huelga y se dirigían hacia el Ministerio de Trabajo se ordenó a las tropas detenerlos. Al enfrentarse con una manifestación combativa formada por más de 5.000 estibadores, la reacción de los soldados es recogida gráficamente en el siguiente relato de un testigo presencial:
"Antes de la comida circulaba el rumor de que íbamos a salir y pronto adivinamos que era hacia Lisnave... formamos a mediodía y el comandante nos dijo que había recibido una llamada telefónica relacionada con la manifestación en Lisnave encabezada por una minoría de agitadores de izquierdas y que nuestro trabajo era evitar que se celebrase. Nos armaron como nunca antes lo habían hecho, con G3s y cuatro recámaras.
"... la manifestación comenzó y un torrente humano avanzaba gritando ‘los soldados son los hijos de los trabajadores', ‘mañana los soldados serán trabajadores' y ‘las armas de los soldados no se deben volver contra los trabajadores'. El comandante pronto vio que no íbamos a seguir sus órdenes y se calló. Bajamos nuestras armas y algunos compañeros lloraban. Detrás de los barracones el comandante no estaba irritado pero nos dijo que en el futuro tendríamos que obedecer las órdenes... al día siguiente en los barracones, la situación estaba más animada. Antes de la reunión matutina muchos compañeros estaban de pie y gritaban las consignas de la manifestación: ‘los soldados son los hijos de los trabajadores' y ‘no a la explotación capitalista'". (Revolutionary Rehearsals. p. 95).
La fuerza que salvó al capitalismo en Portugal después del 25 de abril no fue el ejército sino, en primer lugar, los dirigentes del Partido "Comunista", que inmediatamente anunciaron que era necesario apoyar al supuesto general "progresista" Spinola. Detrás de la fachada protectora del gobierno provisional Spinola preparaba el contragolpe. Un año después intentó un golpe de estado. ¿Qué fuerzas controlaba? Un pequeño grupo de soldados procedentes del sector más atrasado del ejército: los paracaidistas. El 11 de marzo, los paracaidistas rodearon los barracones de uno de los regimientos más radicales de Lisboa, el RAL-1, pero no pudieron convencerles de que disparasen. El movimiento espontáneo de los trabajadores y otros sectores de los soldados que confraternizaron e hicieron un llamamiento a los paracaidistas rápidamente terminó el motín. A las pocas horas los paracaidistas explicaban: "No somos fascistas. Son nuestros compañeros". La "rebelión de los esclavistas" colapsó casi inmediatamente.
Marx en cierta ocasión dijo que la revolución necesita el látigo de la contrarrevolución. El intento de golpe de Spinola provocó la acción de los trabajadores. Los trabajadores de banca ocuparon los bancos y exigieron que el gobierno del MFA nacionalizara los bancos. Siguiendo su ejemplo, los trabajadores de las aseguradoras hicieron lo mismo. Los oficiales de izquierdas procedieron a nacionalizar los bancos y aseguradoras, el verdadero poder que forma la base de la reacción en Portugal, que entre ellos poseían más del 60 por ciento de la economía.
Fue un duro golpe no sólo contra la reacción, sino contra el capitalismo en Portugal. Este hecho era reconocido por The Times que publicó una editorial titulada: El capitalismo en Portugal ha muerto. Y así habría sucedido. Con el aplastamiento del intento de golpe de Spinola el poder estaba en manos de los trabajadores y soldados. Una vez más sólo la cobardía y traiciones de los dirigentes del PCP (Partido Comunista de Porgutal) y el PSP (Partido Socialista de Portugal) salvaron la situación. El PSP, que era muy débil, con 200 militantes un año antes de la revolución, comenzó a crecer rápidamente. Bajo la presión de las masas los dirigentes del PSP adoptaron una política muy radical en palabras. Mario Soares daba discursos defendiendo la "dictadura del proletariado". El periódico socialista Republica publicaba artículos de Trotsky. En las primeras elecciones democráticas en cincuenta años participó nada menos que el 91,1 por ciento del electorado. El PSP consiguió el 38,8 por ciento de los votos, el PCP el 12,5 por ciento y su aliado el MDP otro 4,1 por ciento, en total los partidos obreros recibieron el 54,4 por ciento.
En estas circunstancias no estaba mínimamente en cuestión no sólo que la revolución en Portugal se pudiera llevar a cabo de manera pacífica, sino que se podría haber realizado a través del parlamento. La burguesía estaba totalmente desmoralizada por el rápido colapso del golpe de marzo. Spinola había huido a Brasil. La clase obrera estaba en pie. Sin dirección desde arriba se habían elegido en las fábricas consejos obreros. Florecieron las clínicas populares y los centros culturales. Los trabajadores en paro ayudaban en el campo. Enseñaban a los adultos a leer. Cientos de fábricas y granjas fueron abandonadas por sus propietarios y ocupadas por los trabajadores que sacaban conclusiones revolucionarias. Un militante del astillero Setenave expresaba de la siguiente manera la situación:
"Incluso en Setenate no tenemos control obrero. ¿Cómo podemos tenerlo si no controlamos los bancos? Nuestra actitud es que queremos saber todo... Queremos controlar las decisiones pero no tenemos la responsabilidad. No creemos que podamos tener sólo control obrero". (Revolutionary Reherarsals. P. 104).
Consejos revolucionarios
¿Qué se requería? La formación de un gobierno comunista-socialista, comprometido con llevar la revolución hasta el final. Habrían bastado un par de decretos para eliminar el poder de los terratenientes, banqueros y capitalistas, para establecer formalmente una economía nacionalizada planificada. Medidas inmediatas para subir las pensiones y los salarios, reducir la jornada laboral y mejorar los niveles de vida de los pequeños campesinos y comerciantes. Un llamamiento a los trabajadores, campesinos y soldados para que ocupasen la tierra y las fábricas, creación de comités elegidos democráticamente y el arresto de los elementos contrarrevolucionarios. Estas mediadas, basándose en el movimiento revolucionario de las masas fuera del parlamento habrían bastado para garantizar una transición pacífica.
¿Esa política habría llevado inevitablemente a la guerra civil? Como siempre el movimiento revolucionario de las masas tuvo un efecto profundo en el ejército. La idea de elegir comités se extendió de las fábricas a los barracones. El intento de crear una red nacional de "consejos revolucionarios de soldados, marineros y trabajadores" incluso tuvo el apoyo de un sector de los oficiales asociados con Otelo de Carvalho. La extensión de las ideas revolucionarias en las fuerzas armadas era conocida por los oficiales conservadores del "Grupo de Nueve" que en su manifiesto declaraban:
"Vemos un deterioro progresivo de las estructuras del Estado. En todas partes ha aparecido formas espontáneas y anarquistas de ejercer el poder que poco a poco incluso están alcanzando a las fuerzas armadas".
En septiembre se creó un movimiento de soldados autónomos, el SUV (Soldados Unidos Vencerán). El SUV convocó una manifestación en la ciudad norteña de Oporto el 10 de septiembre:
"Como no se permitía a los soldados cantar en público comenzamos a silbar. Pero al final todo el mundo terminó cantando... cantando La Internacional. El número de personas en la manifestación crecía frente a nuestros propios ojos".
Se calcula que unos 30.000 trabajadores ese día caminaron detrás del contingente de 1.500 soldados. El SUB comenzó a desenmascarar a los oficiales reaccionarios ante los soldados, que habían estado oscurecidos por el prestigio del MFA.
"El día después de la manifestación del SUV era el aniversario de [el golpe militar] Chile y queríamos guardar un minuto de silencio. Los oficiales dijeron que no. Cargamos nuestras armas y guardamos nuestro minuto de silencio".
Los soldados comenzaron a plantear reivindicaciones relacionadas con las desigualdades existentes entre ellos y los oficiales. Comenzaron a agitar por aumentos salariales y transporte gratuito. En un solo viaje para ver a su familia se le podía ir casi toda la paga mensual a muchos soldados.
"En los cuarteles generales de Oporto había tres comedores separados, uno para los soldados, otro para los suboficiales y otro para los oficiales. Tres días antes de la manifestación de Oporto algunos soldados tranquilamente se sentaron a comer en el comedor de los oficiales. Al día siguiente todos los soldados ocuparon ese comedor. Desde ese día hubo una lucha para eliminar los comedores separados y unificarlos".
Este no es el lugar para tratar con detalle la manera en que la revolución portuguesa fue descarrilada. Pero el comportamiento de Cunhal y Soares sin duda fue el factor decisivo. Tenían todas las posibilidades para llevar a cabo una revolución pacífica, en las condiciones más favorables, pero en su lugar hicieron naufragar la revolución y convirtieron en cenizas las esperanzas de las masas. Esto significa que en el camino de la clase obrera se situarán obstáculos nuevos y terribles, que podrían significar que la próxima vez no sea tan pacífica. Eso dependerá de muchos factores, pero sobre todo de nuestra capacidad de crear una corriente marxista de masas viable en Portugal.
La revolución en occidente
Tanto Lenin como Trotsky insistieron en que la revolución socialista en los países capitalistas desarrollados diferiría en aspectos importantes a la revolución rusa. En un sentido, sería más difícil. En la frase de Lenin, en la Rusia zarista el capitalismo se rompió por su eslabón más débil. El capitalismo en Norteamérica, Europa Occidental y Japón ha acumulado enormes reservas de grasa, sobre todo en el último medio siglo. Lenin señaló que en países como Gran Bretaña, la clase dominante ha desarrollado el fino arte de la táctica de corromper a los dirigentes del movimiento obrero. Eso ahora es aplicable a todos los países capitalistas desarrollados a un nivel sin paralelo.
Desde la Segunda Guerra Mundial, las direcciones reformistas y estalinistas han degenerado hasta un punto que hace palidecer el pasado. Por una ironía de la historia todos han abrazado el "mercado" justo en el momento en que éste comienza a resquebrajarse. Trotsky explicaba que la crisis de la humanidad se reduce, en última instancia, a la crisis de la dirección de las organizaciones obreras, esta idea es hoy más verdad que cuando fue escrita. La crisis del capitalismo también significa la crisis del reformismo. En el próximo período veremos toda una serie de convulsiones y divisiones internas en los partidos reformistas y sindicatos. En determinado momento cristalizarán alas de izquierdas de masas que representarán una gran oportunidad para los marxistas.
Sin embargo, no es una conclusión predeterminada que consigamos ganar a los sectores decisivos de los trabajadores y la juventud. La política revolucionaria es tanto una ciencia como un arte. Necesitamos una perspectiva científica que nos permita comprender los procesos generales, no desequilibrarnos por giros y vaivenes episódicos, por los ambientes efímeros de las masas. Pero no es suficiente. Es necesario educar a los cuadros en tácticas flexibles y en el arte de conectar el programa científico acabado del marxismo con las aspiraciones de las masas necesariamente inacabadas, confusas e incoherentes. Si se fracasa en esta tarea nos quedaríamos reducidos a una secta estéril e impotente. Debemos ver, en palabras del poeta alemán Goethe y con frecuencia citadas por Marx: "La teoría es gris, mi querido amigo, pero el árbol de la vida es eternamente verde".
Los marxistas no trabajan en el vacío. El largo período de auge capitalista después de 1945 ha tenido un efecto sobre la conciencia de la clase obrera, incluida en su capa avanzada. No hay un mecanismo automático mediante el cual la experiencia de una generación de trabajadores se pueda transmitir a la siguiente. Cada generación tiene que volver a aprender las lecciones del pasado a través de la experiencia. La generación actual está pasando por algunas experiencias particularmente dolorosas, pero aprenderán. Si estamos presentes en un número suficiente el proceso de aprendizaje será más corto y breve.
Es necesario encontrar un lenguaje común con los trabajadores, sin hacer concesiones en los principios. Antes de la guerra, toda una generación se crió sobre la base de la revolución rusa. La revolución, la guerra y la contrarrevolución eran ideas familiares, al menos para las capas avanzadas. Pero eso ya no es así. En los países capitalistas desarrollados (aunque no en el mundo colonial) ha habido hasta cierto punto un embotamiento de la conciencia de clase, reflejando una cierta "suavización" de las contradicciones en la sociedad. Ese es el principio del cambio. El nuevo período en el que estamos entrando será convulso. Las viejas ilusiones en el reformismo desaparecerán de la conciencia de los trabajadores.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta a la clase tal y como nos la encontramos. El revolucionario ruso Herzen solía decir de su amigo Bakunin que él siempre confundía el segundo mes de embarazo con el noveno. Esta es la enfermedad orgánica de los ultraizquierdistas en todo período. ¡Estos errores sólo producirán abortos! En la etapa actual, aún estamos en el proceso de ganar a uno o dos, de intentar echar raíces en las organizaciones obreras y ganar el oído de los activistas. El camino que recorramos será decisivo para el futuro.
Trotsky y "Si Norteamérica se hiciera comunista"
La revolución en los países desarrollados será más difícil y también más fácil que en Rusia. La Revolución Rusa no encontró una resistencia seria hasta que Rusia fue invadida por 21 ejércitos imperialistas, momento en que se vio obligada a recurrir al terror para poder sobrevivir. No obstante, Trotsky explica que en un EEUU socialista eso no sería necesario. ¿Cómo recomendaba Trotsky a los trotskistas aproximarse antes de la guerra a los trabajadores norteamericanos? Tenemos un buen ejemplo de eso en el método utilizado por Trotsky en la Comisión Dewey:
"LaFollete: Me gustaría hacer una pregunta más. Quiero preguntar su opinión sobre la idea de que el terror revolucionario debe casi necesariamente llevar al terror thermidoriano.
"Trotsky: En un sentido general no puedo aceptarlo ni tampoco negarlo. El terror en una revolución es una indicación, un síntoma de debilidad, no de fuerza.
"LaFollete: ¿De debilidad?
"Trotsky: De debilidad, un significado terrible. La revolución sobre bases bajas debe tener más terror que una revolución sobre unas bases superiores. Una revolución sobre bases bajas sufre un peligro mayor de contrarrevolución". (The Case of Leon Trotsky. P. 372).
De ninguna manera se agota aquí el tema. En muchas ocasiones Trotsky regresó a esta cuestión. El conocimiento más básico de sus escritos demuestra que la aproximación de Trotsky a la cuestión de la violencia revolucionaria era exactamente la misma que tenemos nosotros. Trotsky dice lo siguiente en un pequeño folleto titulado Si Norteamérica se hiciera comunista, donde podemos leer:
"En realidad los soviets norteamericanos serán tan distintos de los rusos como lo son Estados Unidos del presidente Roosevelt del imperio ruso del zar Nicolás II. Sin embargo Norteamérica sólo podrá llegar al comunismo pasando por la revolución, de la misma manera como llegó a la independencia y la democracia. El temperamento norteamericano es enérgico y violento, e insistirá en romper una buena cantidad de platos y en tirar al suelo una buena cantidad de carros de manzanas antes de que el comunismo se establezca firmemente. Los norteamericanos, antes que especialistas y estadistas, son entusiastas y deportistas, y sería contrario a la tradición norteamericana realizar un cambio fundamental sin que se tome partido y se rompan cabezas.
"Sin embargo, el costo relativo de la revolución comunista norteamericana, por grande que parezca, será insignificante comparado con el de la Revolución Rusa Bolchevique, debido a vuestra riqueza nacional y población. Es que la guerra civil revolucionaria no la realiza el puñado de hombres que está en la cúpula, el cinco o diez por ciento dueños de las nueve décimas partes de la riqueza norteamericana; este grupito sólo podría reclutar sus ejércitos contrarrevolucionarios entre los estratos más bajos de la clase media. Aun así, la revolución podría atraerlos fácilmente demostrándoles que su única perspectiva de salvación está en el apoyo a los soviets.
"Todos los que están por debajo de este grupo ya están preparados económicamente para el comunismo. La depresión hizo estragos en vuestra clase obrera y asestó un golpe aplastante a los campesinos, ya perjudicados por la larga decadencia agrícola de la década de posguerra. No hay razón por la que estos grupos deban oponer alguna resistencia a la revolución; no tienen nada que perder, por supuesto siempre que los dirigentes revolucionarios se den hacia ellos una política moderada a largo alcance.
"¿Y quién más luchará contra el comunismo? ¿Vuestra ‘guardia de corps' de millonarios y multimillonarios? ¿Vuestros Mellons, Morgans, Fords y Rockefellers? Dejarán de luchar en cuanto no consigan quien pelee por ellos.
"El gobierno soviético norteamericano tomará firme posesión de los comandos superiores de vuestro sistema empresario: los bancos, las industrias clave y los sistemas de transporte y comunicación. Luego les dará a los campesinos, a los pequeños comerciantes e industriales, mucho tiempo para reflexionar y ver qué bien anda el sector nacionalizado de la industria". (León Trotsky. Si Norteamérica fuera comunista. Escritos 1934-1935).
¿Cuál es el significado de estas líneas? Aunque no niegan por un momento la necesidad de la lucha revolucionaria por poder (¿Cómo podría hacer un marxista tal cosa?), Trotsky le dice al trabajador norteamericano la verdad obvia de que, dada la arrolladora correlación de fuerzas de clase favorable, con una dirección marxista seria con una actitud correcta hacia los pequeños campesinos y la pequeña burguesía, los grandes capitalistas se quedarían aislados, paralizados, suspendidos en el aire. Eso es precisamente lo que sucedió en Francia en 1968, incluso sin una dirección marxista, aunque la revolución fue traicionada, como veremos, por los estalinistas.
Trotsky contra el sectarismo
La guerra y la revolución son pruebas fundamentales para cualquier tendencia revolucionaria y sobre todo de su dirección. Nos basamos firmemente en la política y el método de Lenin y Trotsky. La aproximación de nuestra tendencia a todas las cuestiones básicas no ha variado durante los últimos cincuenta años, ha sido sometida a la práctica y demostrado ser correcta.
Estamos orgullosos del hecho de que somos los continuadores de las ideas de Marx, Engels, Lenin y, sobre todo, León Trotsky, en cuyos escritos (especialmente los últimos) tenemos la esencia destilada del método marxista y cómo se aplica a las condiciones concretas de la época moderna. Basta comparar la aproximación rica, creativa y dialéctica de Trotsky en la política militar del proletariado en la Segunda Guerra Mundial con los esquemas áridos de las sectas, que imaginan ser grandes revolucionarios porque son capaces de citar unas cuantas líneas de Lenin que no han comprendido.
Nuestra tendencia ha tenido mucha experiencia con este tipo de cosas en el pasado. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Workers International League (WIL) en Gran Bretaña defendió la política militar proletaria de Trotsky frente a la Revolutionary Socialist League (RSL), que supuestamente defendía la política del "derrotismo revolucionario" de Lenin. La RSL nos acusó de "un alejamiento muy serio" del punto de vista de Lenin y Trotsky, por no repetir palabra por palabra los argumentos de Lenin en 1914-1915, no siendo conscientes de que la situación era radicalmente diferente.
En la práctica, la WIL defendía el derrotismo revolucionario, pero traducido a un lenguaje que los trabajadores podían entender e identificarse con él en ese contexto determinado. Repetir como papagayos las consignas: "el principal enemigo está en casa" y "convertir la guerra imperialista en una guerra civil" en un momento en que Hitler corría desbocado, aniquilando físicamente a las organizaciones obreras en Europa, habría sido una completa locura. En realidad, la RSL nunca defendió estas ideas "rrrrrrrrrrrrevolucionarias" en las organizaciones obreras ni en ninguna otra parte, ¡excepto en el dormitorio! De haberlo intentado habrían tenido una ruda recepción.
Sólo en una ocasión un representante particularmente obtuso de este grupo defendió realmente su posición en el Partido Laborista. Presentó una resolución en su agrupación diciendo que "la victoria de Alemania era el mal menor" y ¡después se preguntaba por qué fue expulsado! Como siempre, este tipo de radicalismo terminológico es de consumo estrictamente interno. Pequeños grupos ultraizquierdistas, aislados de la clase, que no hablan para nadie excepto para sí mismos. Como nadie les escucha, pueden decir lo que quieran, no importa lo estrafalario que sea. Como sectarios típicos, el RSL pasó toda la guerra discutiendo con los demás en los boletines internos. Esa fue su única actividad. Por otro lado, la política y los métodos de nuestra tendencia consiguieron un eco significativo entre los trabajadores no sólo en las fábricas y en los sindicatos, también en las fuerzas armadas.
La WIL durante la guerra hizo un trabajo muy exitoso en el ejército, en la armada y la fuerza aérea. Contrariamente a las expectativas de Trotsky, la clase dominante se vio obligada a permitir los derechos democráticos para conseguir el apoyo de los trabajadores en la supuesta "lucha contra el fascismo". Incluso en las fuerzas armadas había una sorprendente cantidad de laxitud para el trabajo revolucionario (dentro de los límites de la disciplina militar, que nuestros compañeros, siguiendo el consejo de Trotsky, siempre cumplieron escrupulosamente). Uno de nuestros compañeros fue elegido presidente del "parlamento de las fuerzas armadas" en Egipto, defendiendo el programa de la Cuarta Internacional. A otro compañero un oficial le puso a cargo de la formación política dando clases sobre política a las tropas porque parecía saber más sobre este tema, utilizó su posición para defender las ideas trotskistas. Otro, que había sido ascendido a oficial en la fuerza aérea tuvo tanto éxito entre en los aviadores que le licenciaron con honores de la RAF y pasó el resto de la guerra intentando regresar.
Este trabajo en las fuerzas aéreas sólo fue posible sobre la base de nuestra política y métodos correctos. Nunca podría haber tenido éxito sobre otra base. El ultraizquierdismo estridente de la RSL, basado en unas cuantas citas de Lenin sacadas de contexto y malinterpretadas, les paralizó totalmente y les condenó a la impotencia. Esta estupidez "rrrrrrevolucionaria" no podía llegar a los oídos de los trabajadores. Habrían sido considerados lunáticos o traidores. Por ejemplo, cuando Pierre Frank planteó la idea de distribuir un panfleto en Gran Bretaña tras la caída de Francia en 1940 llamando a los trabajadores a "ocupar las fábricas", los trabajadores británicos estaban trabajando realmente 18 horas diarias de manera voluntaria para ayudar en lo que ellos veían como una "guerra contra Hitler". Aquí vemos la misma estupidez, el mismo formalismo yermo que intenta imponer un esquema preconcebido a la realidad sin considerar el tiempo ni el lugar. Es un método básicamente equivocado, el método de la política abstracta, que no tiene nada que ver con el método y la posición elaborada por Trotsky y continuada por nuestra corriente.
¿Cuál fue la posición defendida por la WIL? Nosotros decíamos a los trabajadores británicos: "Estamos de acuerdo con que Hitler es nuestro enemigo. No somos pacifistas. Estamos a favor de derrotar a los nazis. Pero no podemos confiar esta tarea a Churchill y a la clase dominante, que apoyaba y aplaudía cuando Hitler destruía el movimiento obrero alemán. La única fuerza que puede derrotar a los nazis es la clase obrera. Por lo tanto, exigimos que el Partido Laborista rompa con la coalición, que tome el poder en sus manos y transforme la sociedad. Entonces podremos llevar a cabo una guerra revolucionaria contra Hitler".
Junto con este programa defendíamos reivindicaciones transicionales en la línea del programa militar proletario de Trotsky, como la creación de escuelas militares para la formación de los oficiales obreros y el control de la formación militar por parte de los sindicatos. Esto significaba dar un contenido concreto a la consigna "armar a los trabajadores". Mientras que los sectarios de la RSL pronunciaban discursos revolucionarios entre sí (en el dormitorio), la WIL hacía un trabajo verdaderamente revolucionario en las fábricas, en los comités de empresa y en las agrupaciones sindicales. Combinando una firmeza implacable en los principios con la necesidad de flexibilidad en las tácticas, conseguimos un eco favorable en el movimiento obrero, incluido el Partido Comunista. Sobre esta base, construimos una de las organizaciones más exitosas de la historia del trotskismo internacional, el PCR, mientras que la RSL languidecía y desaparecía.
La corrección de nuestra aproximación a la guerra y la política militar fue testificada por la clase dominante. La policía registró todos los locales de la WIL el mismo día que comenzó la guerra. Veían el peligro que representaba nuestra política y tácticas, mientras trataban a la RSL con algo irrelevante, sin duda lo era. ¿Dónde está el error de la RSL? Adoptar una posición abstracta con relación a la política leninista sobre la guerra y la revolución. Intentar aplicar consignas e ideas determinadas sin tener en cuenta la situación real de la sociedad, el movimiento obrero o la conciencia de la clase obrera. Ese es un pobre sustituto de la política real.
Los estalinistas cometieron todo tipo de errores, tanto de naturaleza ultraizquierdista como oportunista. Pero incluso no fueron los culpables de tal locura. Estos errores elementales habrían sido imposibles para cualquier tendencia que realmente estuviese enraizada en la clase. Esa es la esencia del problema.
¿Cómo no plantear la cuestión?
¿Cómo plantear la cuestión? No repitiendo frases revolucionarias sobre la guerra civil, sino explicando los fundamentos del marxismo y sobre todo luchando por ganar a las masas.
El creciente poder del proletariado, que ahora es la mayoría decisiva en los principales países industrializados, sin duda crea unas condiciones favorables para la transformación socialista de la sociedad. Como hemos explicado en muchas ocasiones, el desarrollo de las fuerzas productivas y la desaparición del campesinado en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial han fortalecido enormemente a la clase obrera. El problema es que la clase no es consciente de ese hecho y los dirigentes reformistas hacen cualquier cosa para convencer a los trabajadores de que son débil y que la burguesía y su Estado son fuertes. Parte del truco es asustar a los trabajadores con la idea de que la revolución inevitablemente significa violencia, guerra civil, las calles llenas de sangre y cosas por el estilo.
Curiosamente, las sectas ultraizquierdistas siempre machacan con el mismo tema, sin ser conscientes de que caen en la trampa preparada por la burguesía y sus aliados reformistas. Hace algún tiempo el compañero Ted Grant fue entrevistado en la televisión británica sobre el momento de su expulsión del Partido Laborista. No es sorprendente que le preguntaran cosas como "¿está usted a favor de la violencia?" A lo que Ted respondió: "¿Está usted a favor de la peste? Por supuesto que no estoy a favor de la violencia. Defendemos la elección de un gobierno laborista que debe aprobar una ley que permita nacionalizar los bancos y los grandes monopolios". Naturalmente, el entrevistador habría estado encantado si, en lugar de esta respuesta, hubiera recibido una diatriba sobre la necesidad de aplastar el Estado, la inevitabilidad de la guerra civil, etc.,
Todo lo que está en juego es cómo plantear la cuestión del poder de tal manera que podamos ganar y movilizar a las masas para una ofensiva contra el capital. Eso sólo se puede conseguir vinculando las luchas cotidianas de los trabajadores ("reivindicaciones económicas") con la idea de expropiar los bancos y grandes monopolios. Eso sólo se puede hacer de una manera transicional, no con discusiones abstractas sobre la necesidad del derrocamiento violento del Estado por medios militares. Veamos cómo Trotsky planteaba la cuestión.
En El programa de transición, que representa el resumen de la posición marxista sobre cómo llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad, Trotsky explica la relación precisa entre las reivindicaciones "económicas" y el derrocamiento de la burguesía. Su actitud hacia este tema se demuestra claramente en las discusiones sobre el programa de transición que, a propósito, eran discusiones internas, precisamente pretendían educar y desarrollar a los cuadros dirigentes del movimiento trotskista:
"Trotsky: La consigna ‘expropiación' no excluye la indemnización. En este sentido, a menudo oponemos expropiación a indemnización. La confiscación excluye la compensación, pero la expropiación puede incluir indemnización. Qué indemnización, eso es harina de otro costal. Por ejemplo, en el curso de la agitación alguien nos puede preguntar: ¿Qué haréis ahora, transformar a los propietarios y a los que detentan el poder en vagabundos? No; les daremos una compensación decente, la necesaria para que puedan subvenir a su manutención en la medida en que no puedan trabajar, como en el caso de la vieja generación. No hay que imitar siempre a los rusos. Los rusos tuvieron que soportar una intervención armada de varios países capitalistas, lo que les impidió poder indemnizar a nadie. EEUU es un pueblo rico, y cuando lleguemos al poder, indemnizaremos a la vieja generación. En este sentido no sería afortunado proclamar la confiscación sin indemnización. Es mejor usar expropiación que confiscación, porque la primera puede ser igual a la segunda, pero también puede suponer cierta indemnización.
"Debemos demostrar que no somos vengativos. En EEUU es muy importante demostrar que se trata de una cuestión de posibilidades materiales, que no destruiremos a nivel personal la clase capitalista". (León Trotsky. Discusiones sobre El programa de transición).
Para una mente sectaria parece impermisible "en principio" que una tendencia revolucionaria pueda sugerir que podemos pagar algún tipo de indemnización a la burguesía, como que supuestamente está descartado que los trabajadores puedan tomar el poder sin una "inevitable guerra civil". Esa es la diferencia entre el genuino marxismo y el simple formalismo. En esencia, Trotsky repite el mismo método que Marx y Engels aplicaron cuando decían que, en unas condiciones determinadas, el proletariado podría considerar ofrecer "comprar la parte" de los capitalistas, con la condición de que entregaran las fábricas de manera pacífica y sin resistencia.
Sobra decir que ni Trotsky ni ellos albergaban ilusión alguna en que la burguesía no lucharía con todos los medios a su disposición para mantener su poder y riqueza. Pero esto depende precisamente de lo que realmente significa a su disposición en el momento decisivo. Y eso, a su vez, depende en gran medida de la capacidad del partido revolucionario de combinar la firmeza absoluta con la flexibilidad absoluta y la inteligencia en el terreno de las tácticas.
Mayo de 1968
Los acontecimientos franceses de mayo de 1968 representaron la mayor huelga general revolucionaria de la historia. Aunque sólo unos 3 millones de trabajadores estaban organizados en los sindicatos, diez millones participaron y ocuparon las fábricas. Los estudiantes, profesores, profesionales, campesinos, científicos, futbolistas, incluso las chicas del Follies Bergères salieron a la lucha. La bandera roja ondeaba sobre las fábricas, escuelas, universidades, bolsas laborales incluso en los observatorios astronómicos. El poder realmente estaba en manos de la clase obrera. El gobierno estaba inerte, suspendido en el aire debido ala insurrección. El "Estado fuete" de De Gaulle estaba paralizado. Este poderoso movimiento tuvo lugar en el pico del auge económico de la posguerra del capitalismo.
Los acontecimientos de 1968 no sólo no fueron previstos por nadie excepto por nuestra corriente, sino que pillaron a todas las demás tendencias totalmente por sorpresa, porque, con la excepción nuestra, habían descartado a la clase obrera europea. Comencemos con la burguesía. ¿Anticiparon el movimiento en Francia?
En mayo de 1968, The Economist publicó un suplemento especial sobre Francia escrito por Norman Macre para celebrar los diez años de gobierno gaullista. En este suplemento, Macrae elogiaba los éxitos del capitalismo francés, destacaba que los franceses tenían niveles de vida más altos que los británicos, comían más carne, poseían más automóviles y otras cosas por el estilo. Citaba la "gran ventaja nacional" de Francia sobre su vecino del otro lado del Canal: sus sindicatos eran "penosamente débiles". Apenas se había secado la tinta en el artículo de Macrae cuando la clase obrera francesa asombró al mundo con una insurrección social sin parangón en los tiempos modernos.
Los acontecimientos de mayo no fueron previstos por los estrategas del capital, ni en Francia ni en ninguna otra parte. No fueron previstos por los dirigentes estalinistas ni reformistas que se esforzaron por descarrilar el movimiento cuando empezó, pero que no jugaron ningún papel en su preparación u organización.
Las cosas eran aún peores en el caso de las 57 variedades de sectas pseudo-marxistas, para las que Francia había sido tan provechosa. Estas damas y caballeros intelectuales (la mayoría de los cuales, a propósito, han pasado décadas defendiendo la "lucha armada", la insurrección y todo lo demás) no previeron ningún movimiento de los trabajadores franceses. Además negaron específicamente cualquier posibilidad. Tomemos a uno de los "teóricos" de los marxistas académicos, André Gorz. Este individuo escribió en un artículo que "en el futuro previsible no habría ninguna crisis del capitalismo europeo tan radical como para llevar a las masas de trabajadores a huelgas generales revolucionarias o insurrecciones armadas en apoyo de sus intereses vitales". (A. Gorz. Reform and Revolution. Publicado en The Socialist Register. 1968. El subrayado es mío). Estas líneas fueron publicadas en mitad de la mayor huelga general revolucionaria de la historia.
Gorz no era el único que descartaba la lucha revolucionaria de la clase obrera. Ese "gran marxista" llamado Ernest Mandel, sólo un mes antes de estos grandes acontecimientos habló en una reunión en Londres. Durante su intervención, habló sobre todo lo que había bajo el sol pero no dedicó ni una sola palabra a la situación de la clase obrera francesa. Cuando una o dos personas le preguntaron desde la sala por esta contradicción, su respuesta fue que los trabajadores estaban aburguesados y "americanizados", que los trabajadores franceses no protagonizarían ningún acontecimiento de este tipo durante los próximos veinte años.
Durante los acontecimientos de mayo la universidad, por supuesto, fue ocupada por los estudiantes. En el patio central había muchos stands en los que se podían ver periódicos de todos los grupos de izquierda. Estaban todos los mensuales de la época, no habían tenido tiempo de publicar una nueva edición después del inicio de la huelga. Sin excepción, todos dedicaban la portada a Vietnam, Bolivia, Che Guevara, Mao Zedong, a todo excepto a la clase obrera francesa.
Estas otras tendencias no lo esperaban porque, en realidad, habían desechado a la clase obrera en los países capitalistas desarrollados debido a que estaba "corrupta" y "aburguesada".
A propósito, muchas de ellas se encontraban cómodas refugiadas en interminables discusiones sobre la "lucha armada" en los cafés de París, que les aliviaba de la necesidad de buscar contactos con el mundo real y los problemas de los trabajadores franceses, que, de haberlo hecho, les habría proporcionado la suficiente información para prever la inminente explosión social.
Desgraciadamente, no teníamos en Francia un grupo capaz de intervenir efectivamente en estos acontecimientos. La lección principal de 1968 es que, una vez los trabajadores están en las calles, entonces es demasiado tarde para nosotros. No puedes improvisar una organización revolucionaria. Debe estar creada por adelantado.
1968 fue una revolución
No sólo era una cuestión de la desaparición del campesinado. El desarrollo de la industria creó un proletariado mucho más fuerte que en los años treinta y más aún que en la época de la Comuna de París, cuando prácticamente todos los trabajadores estaban en pequeñas empresas. Incluso en 1931, casi dos tercios de todas las empresas industriales de Francia no empleaban trabajadores asalariados y otro tercio de ellas empleaban a menos de 10. Sólo el 0,5% de las empresas industriales empleaban a más de cien trabajadores. En 1968 se pudo ver este cambio fundamental en el papel clave que jugaron fábricas gigantescas como la Renault de Flins, con una plantilla de 10.500 trabajadores, de los cuales 10.000 participaron en los piquetes y con un mínimo de 5.000 trabajadores asistiendo regularmente a las asambleas de huelga.
En 1936, cuando la correlación de fuerzas de clase era infinitamente menos favorable. Trotsky dijo que el PCF y el PSF podrían haber tomado el poder: "Si el partido de León Blum realmente fuera socialista, podría, basándose en la huelga general, haber derrocado a la burguesía en junio, casi sin guerra civil, con los mínimos trastornos y sacrificios. Pero el partido de Blum es un partido burgués, el hermano más joven del podrido radicalismo". (León Trotsky. ¿A dónde va Francia? El subrayado es mío).
La correlación de fuerzas en 1968 era inmensamente más favorable. Era posible la transformación pacífica, si los dirigentes del PCF hubieran actuado como harían los marxistas. Es esencial insistir en este punto. Sólo la traición de los dirigentes reformistas, que se negaron a tomar el poder cuando existían las circunstancias más favorables, impidió a los trabajadores franceses tomar el poder.
Los acontecimientos de mayo fueron más que una huelga general. Fue una revolución traicionada por los estalinistas. Quienquiera no comprenda esto no entiende nada. Cada sector del proletariado participó en la lucha. El colosal alcance del movimiento, su empuje y alcance, siguieron las mejores tradiciones revolucionarias de la clase obrera francesa. Y se consiguió sin la dirección de las cúpulas del PCF y el PSF.
¿Qué es una revolución? Trotsky explica que una revolución es una situación donde la masa de hombres y mujeres normalmente apática comienza a participar de manera activa en la vida de la sociedad, cuando adquiere consciencia de su fuerza y se mueve para tomar en sus manos su destino. Eso es una revolución. Y es lo que ocurrió a una escala colosal en Francia en 1968.
La correlación de fuerzas de clase se expresó aquí, no como un simple potencial o una estadística abstracta, sino como un poder real en las calles y en las fábricas. Los trabajadores franceses estiraron los músculos y comenzaron a ser conscientes del enorme poder que tenían en sus manos. Una idea de la situación es la siguiente descripción de la poderosa manifestación de un millón de personas que tomó las calles de París el 13 de mayo:
"Pasaban constantemente hileras. Había secciones enteras de personal hospitalario con batas blancas, algunos llevaban carteles en los que se podía leer: ‘Où sont les disparus des hôpitaux?' (¿Dónde están los heridos desaparecidos?). Cada fábrica, cada centro de trabajo importante parecía estar representado. Había numerosos grupos de ferroviarios, carteros, impresores, personal del Metro, trabajadores del aeropuerto, comercio, electricistas, abogados, alcantarillado, banca, construcción, del vidrio y el sector químico, camareros, empleados municipales, pintores y decoradores, trabajadores del gas, dependientas, oficinistas de aseguradoras, barrenderos, operadores de cine, trabajadores de autobús, profesores, trabajadores de las nuevas industrias del plástico, todos ellos en filas, la sangre de la sociedad capitalista moderna, una masa interminable, una fuerza que podía arrastrar todo lo que se encontrara a su paso, si se decidía a hacerlo". (Citado en Revolutionary Rehearsals. p. 12).
Una vez en la lucha los trabajadores comenzaron a tomar iniciativas que iban más allá de los límites de una huelga normal. Los editores y periodistas impusieron una especie de control obrero de la prensa. Los periódicos burgueses tenían que someter las editoriales al escrutinio y tenían que publicar las declaraciones de los comités obreros. El plan de De Gaulle de celebrar un referéndum fue frustrado por la acción de los trabajadores. El general fue incapaz de publicar las papeletas del referéndum debido a la huelga de los impresores franceses y a la negativa de sus colegas belgas a hacer de esquiroles. La correlación de fuerzas de clase no es una cuestión puramente numérica del tamaño de la clase obrera respecto al campesinado y la clase media en general. Una vez el proletariado entra en la lucha decisiva y demuestra ser una fuerza poderosa en la sociedad, atrae rápidamente a la masa explotada de campesinos y pequeños comerciantes que son víctimas de los bancos y los monopolios. Este hecho era evidente en 1968, cuando los campesinos levantaron bloqueos de carreteras alrededor de Nantes y distribuían comida gratis a los huelguistas.
Los trabajadores tomaron el control de los suministros petroleros en Nantes, negaron la entrada a todos los camiones cisterna que no llevaban autorización del comité de huelga. Se colocó un piquete en el único surtidor de gasolina que funcionaba en la ciudad, así se garantizaba que él único combustible suministrado era para los médicos. Se establecieron contactos con las organizaciones campesinas en las zonas circundantes, se organizaron los suministros de comida, los precios eran fijados por los trabajadores y los campesinos. Para evitar la especulación, las tiendas tenían que mostrar una pegatina en el escaparate con las palabras: "Esta tienda está autorizada a abrir. Sus precios están bajo la permanente supervisión de los sindicatos". La pegatina iba firmada por la CGT, la CFDT y FO. Un litro de leche se vendía a 50 céntimos comparado con su precio normal de 80 céntimos. El kilo de patatas pasó de 70 a 12 céntimos. Uno de zanahorias de 80 a 50 y así sucesivamente.
Como las escuelas estaban cerradas, los profesores y los estudiantes organizaron guarderías, ludotecas, comidas gratuitas y actividades para los hijos de los huelguistas. Se crearon comités de mujeres de huelguistas que jugaron un papel destacado en la organización de los suministros alimenticios. No sólo los estudiantes, sino también los abogados profesionales estaban infectados por el microbio de la revolución. Los astrónomos ocuparon un observatorio. Hubo una huelga en el centro de investigación nuclear de Saclay, donde la mayoría de los 10.000 empleados eran investigadores, técnicos, ingenieros y científicos. Incluso la iglesia se vio afectada. En el Barrio Latino, jóvenes católicos ocuparon la iglesia y exigían un debate en lugar de misa.
El mito del "Estado fuerte"
Los planes del gobierno francés eran similares a los planes de todas las clases dominantes en la historia cuando se enfrentan a la revolución. El gobierno del zar Nicolás ("el sangriento" como le llamaban) no estaba falto de estos planes militares de contingencia antes de febrero de 1917. Pero otra cosa bien distinta era llevar estos planes a la práctica, como descubrió Nicolás a su propia costa. Lo que es decisivo en una revolución no son los planes del régimen, sino la correlación real de fuerzas en la sociedad. De Gaulle era un burgués bastante astuto, plenamente consciente de la situación real (aunque, como veremos, al principio la subestimó y como resultado cometió un error muy serio. Como todos los demás, tampoco esperaba que los trabajadores franceses se movieran).
La realidad es que el movimiento pilló totalmente desprevenidos a la clase dominante y al gobierno. Estaban aterrorizados ante el movimiento de los estudiantes, Pompidou admitía en sus memorias:
"Algunos... han pensado que al reabrir la Sorbona y liberar a los estudiantes yo había demostrado debilidad y había puesto en marcha de nuevo la agitación. Yo respondería simplemente lo siguiente: supongamos que, el lunes 13 de mayo la Sorbona hubiera seguido cerrada bajo protección policial. ¿Quién se puede imaginar que la multitud, avanzando hacia Denfert-Rocearau no habría conseguido entrar llevándose todo por delante como un rio en una inundación? Prefería dar la Sorbona a los estudiantes que verla tomada por la fuerza". (G. Pompidou. Por Rétablir une Verité. pp. 184-185).
En otra parte añade:
En otra parte añade: "La crisis era infinitamente más seria y más profunda; el régimen se mantendría o sería derrocado, pero no podía ser salvado con una simple remodelación ministerial. No era mi posición la que se ponía en duda. Era el general De Gaulle, la Quinta República y, hasta cierto punto, el propio poder republicano". (Ibíd., p. 197. El subrayado es mío).
¿A qué se refería Pompidou cuando hablaba de que "el propio poder republicano" estaba en peligro? Lo que quería decir es que el Estado burgués estaba en peligro de ser derrocado. Y en esta idea, tenía bastante razón. Más adelante Pompidou intentó difuminar la crisis reabriendo la Sorbona, pero el movimiento simplemente fue a más, con una manifestación de 250.000 personas. Aterrorizado de que los estudiantes pudieran unirse a los obreros y tomar el Elysée, el palacio presidencial fue evacuado.
De Gaulle, inicialmente, depositó su confianza en los dirigentes estalinistas para salvar la situación. A su Ayudante de Campo Naval, François Flohic, le dijo: "No te preocupes, Flohic, los comunistas les mantendrán bajo control". (Phillippe Alexandre. L'Elysée en péril. P. 299). ¿Qué es lo que demuestran estas palabras? Ni más ni menos que el sistema capitalista no podría existir sin el apoyo de los dirigentes obreros reformistas (y estalinistas). Este apoyo les es mucho más valioso que cualquier cantidad de tanques y policías. De Gaulle, como burgués inteligente, lo entendía perfectamente. Sin embargo, la esencia de una revolución es que las masas comienzan a participar activamente en los acontecimientos, empiezan a tomar los asuntos en sus manos. La confianza del general no duró mucho. Tuvo que suspender su viaje presidencial a Rumania porque la situación en París se deterioraba rápidamente. Su biógrafo, Charles Williams, describe de manera gráfica los sentimientos de De Gaulle en vísperas de su discurso a la nación del 24 de mayo:
"No hay duda de que después de la excitación de Rumania, el general estaba profundamente conmocionado por lo que se encontró a su regreso a Francia. Durante los siguientes tres días, a un visitante que no lo había visto durante algún tiempo, le pareció viejo e indeciso, su andar encorvado más acentuado. Parecía como si todo eso estuviese siendo demasiado para él.
"El discurso del 24 de mayo, cuando se produjo, fue un fracaso total. El general parecía y sonaba insincero, asustado. Es cierto, él anunció un referéndum sobre la ‘participación', pero no estaba claro cuál iba a ser el contenido concreto de la pregunta y, a aquellos que le escucharon, les sonó sospechosamente como un truco. Dijo que era el deber del Estado asegurar el orden público, pero a su voz le faltaba su vieja resonancia y sus frases, aunque todavía utilizaban el viejo lenguaje solemne, de alguna manera, ya no llevaban la misma convicción. Se presentó como un hombre viejo, cansado y herido. Sabía que había perdido. ‘He fallado el objetivo', dijo esa noche. Lo mejor que Pompidou le pudo decir fue: ‘Podía haber sido peor'.
"Pero el estado de ánimo de De Gaulle en la mañana del 25 de mayo había empeorado. Estaba, en palabras de uno de sus ministros, ‘postrado, encorvado y envejecido'. Repetía una y otra vez, ‘esto es un lío'. Otro ministro le encontró como un hombre viejo que no ‘tenía sentido por el futuro'. El general envió a buscar a su hijo Phillippe, que encontró a su padre ‘cansado' y se dio cuenta de que casi no había dormido. Phillippe sugirió que su podría irse al puerto atlántico de Brest, sombras de 1940, pero le dijeron que no se rendiría.
"Desde el 25 al 28 de mayo, De gaulle se mantuvo en un estado de profundo pesimismo. Las negociaciones de Pompidou con los sindicatos habían sido una farsa. Simplemente les había dado todo lo que pedían: enormes aumentos salariales y beneficios sociales, y un aumento del salario mínimo del 35%. El único obstáculo era que, incluso después de haber firmado, la CGT insistió en que tenían que ser ratificados por sus militantes. George Séguy, el dirigente de la CGT, se fue rápidamente hacia el barrio parisino de Billancourt, donde 12.000 trabajadores de la Renault estaban en huelga. Cuando se les planteó el acuerdo, humillaron a Séguy rechazándolo de plano. Los llamados acuerdos de Grenelle fueron abortados.
"El Consejo de Ministros se reunió a las 3 de la tarde del 27 de mayo, poco después de que los trabajadores de Renault rechazaran los acuerdos de Grenelle. El general lo presidía, pero se notó que so corazón y su mente estaban en otra parte. Miraba a sus ministros sin verles, sus manos listas en la mesa frente a él, sus hombros hundidos, aparentemente ‘totalmente indiferente' a lo que pasaba a su alrededor. Hubo una discusión sobre el referéndum, el general aparentemente sólo escuchó trozos de ella". (C. Williams. The Last Great Frenchman. A life of General De Gaulle. Pp. 463-4-5. El subrayado es mío).
Estos extractos de una biografía favorable a De Gaulle, pinta una imagen intensa de la total desorientación, pánico y desmoralización en la que estaba inmerso. Según el embajador norteamericano, De Gaulle le dijo: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder". ¿Por qué? Muy simple, porque De Gaulle veía el empuje del movimiento revolucionario y no creía que pudieran controlarlo, incluso con los servicios de los dirigentes estalinistas.
Contradicción
Es evidente que aquí hay una contradicción. Por un lado De Gaulle tenía mucha confianza en que los dirigentes del PC mantendrían a las masas bajo control. Al siguiente minuto era presa de la "idea aterradora" de que los dirigentes del PC serían "aupados al poder a pesar de sí mismos".
Evidentemente hay un problema, ¡y serio! No sólo innumerables testigos afirman que De Gaulle estaba totalmente postrado y desmoralizado, sino que al menos en dos ocasiones contempló la idea de huir del país. Su propio hijo le pidió que escapará a través de Brest, otras fuentes estatales dicen que consideró quedarse en Alemania Occidental, donde había ido a visitar al general Massu. De Gaulle era un político inteligente y calculador que nunca actuaba por impulsos y en raras ocasiones perdía los nervios. Si le dijo al embajador norteamericano: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder", es porque se lo creía. Y no él solo, sino también la mayoría de la clase dominante.
La clase dominante francesa aún disponía de una formidable maquinaria de represión. ¿Cuánto de formidable? Veamos. Había unos 144.000 policías (armados) de distintas categorías, incluidos 13.500 de la tristemente famosa policía antidisturbios CRS, y unos 261.000 soldados estacionados en Francia o en Alemania Occidental. Si se aborda la cuestión desde un punto de vista puramente cuantitativo, entonces habría que descartar no sólo la posibilidad de una transformación pacífica, sino también de la revolución en general, y no sólo en Francia en 1968. Desde este punto de vista, ninguna revolución habría triunfado jamás en toda la historia. Pero la cuestión no se puede plantear de esta manera.
En toda revolución se levantan voces que intentan asustar a la clase oprimida con el espectro de la violencia, el derramamiento de sangre y la "inevitabilidad de la guerra civil". Kámenev y Zinoviev hablaban exactamente de la misma forma en vísperas de la insurrección de Octubre. Heinz Dieterich y los reformistas en Venezuela hoy utilizan la misma línea de argumentación para intentar poner freno a la revolución venezolana.
"Los adversarios de la insurrección, incluso en las mismas filas del Partido Bolchevique, encontraban sin embargo bastantes motivos para sus deducciones pesimistas. Zinoviev y Kámenev advertían que no había que subestimar las fuerzas del adversario. ‘Petrogrado decide, pero en Petrogrado los enemigos disponen de fuerzas importantes: cinco mil junkers perfectamente armados y que saben batirse; un Estado Mayo, batallones de choque, cosacos y una parte importante de la guarnición, más una considerable artillería dispuesta en abanico alrededor de Petrogrado. Además, es casi seguro que los adversario intentarán traer tropas del frente con la ayuda del Comité Ejecutivo central...'".
Trotsky respondió a las objeciones de Kámenev y Zinoviev de la siguiente forma: "La lista suena imponente, pero sólo es una lista. Si un ejército, en conjunto, es un reflejo de la sociedad, entonces cuando la sociedad abiertamente se divide, ambos ejércitos son copias de los dos bandos en combate. El ejército de los poseedores llevaban dentro el gusano del aislamiento y la disgregación". (León Trotsky. Historia de la Revolución Rusa. P. 1042).
Según dice un famoso aforismo de Mao: "el poder emana de la punta del fusil". Pero los fusiles son empuñados por soldados que no viven en el vacío, sino que están influenciados por el estado de ánimo de las masas. En cualquier sociedad, la policía es más atrasada que el ejército. Sin embargo, en Francia, la policía, por citar una editorial de The Times (31/5/1968) "hierve de descontento".
"Hierve de descontento por el trato que les da el gobierno" dice el artículo, "y el departamento encargado de la información sobre la actividad estudiantil ha estado deliberadamente privando al gobierno de información sobre los dirigentes estudiantiles, en apoyo de sus reivindicaciones salariales.
"... Tampoco la policía ha estado muy impresionada con el comportamiento del gobierno desde que empezaron los disturbios. ‘Están aterrorizado de perder nuestro apoyo' dijo un hombre.
"Tal descontento es una de las razones de la aparente inactividad de la policía en París en estos últimos días. La semana pasada, hombres en diferentes comisarías locales se negaron a salir de los cruces y plazas de la capital". (The Times. 31/5/1968. El subrayado es mío).
El 13 de mayo una organización sindical de la policía que representaba al 80 por ciento del personal sacó una declaración en la que "... considera la declaración del primer ministro como un reconocimiento de que los estudiantes tenían razón, y como una renuncia total a las acciones de la fuerza policial que el gobierno mismo ha ordenado. En estas circunstancias es sorprendente que no se buscara un diálogo efectivo con los estudiantes antes de que se produjesen estos lamentables acontecimientos". (Le Monde. 15/5/1968).
Si esta era la postura de la policía, el efecto de la revolución sobre la base del ejército sería aún mayor. Como así era, a pesar de la falta de información, existían informes sobre del fermento entre las fuerzas armadas e incluso de un motín en la armada. El portaaviones Clemenceau, debía ir al Pacífico para una prueba nuclear, de repente dio la vuelta y regresó sin explicación a Toulon. Llegaron noticias de un motín a bordo y dijeron que habían "perdido en el mar" a varios marineros. (Le Canard Enchiné. 19/6/68, se publicó un informe completo en Action el 14 de junio, pero fue confiscado por las autoridades).
Un panfleto publicado por miembros del RIMECA (regimiento de infantería mecanizada) estacionado en Mutzig, cerca de Estrasburgo indica que secciones del ejército ya estaban siendo afectadas por el ambiente de las masas. Incluía la siguiente sección:
"Como todos los soldados de la leva, estamos confinados a los cuarteles. Se nos está preparando para intervenir como fuerzas represivas. Los obreros y los jóvenes tienen que saber que los soldados del contingente NUNCA DISPARARÁN CONTRA LOS TRABAJADORES. Los Comités de Acción nos oponemos a toda costa a que los soldados rodeen las fábricas.
"Mañana o pasado se espera que rodeemos una fábrica de armamentos cuyos trescientos trabajadores quieren ocupar. CONFRATERNIZAREMOS.
"Soldados del contingente ¡formad vuestros comités!". (Citado en Revolutionary Reherasals. p. 26)
La publicación de este panfleto claramente fue un ejemplo excepcional de los elementos más revolucionarios entre los conscriptos. Pero, en medio de una revolución de proporciones tan masivas, ¿es posible dudar de que la base del ejército rápidamente se "contagiaría" del bacilo de la rebelión? Los estrategas del capital internacional no lo dudaban. Ni tampoco sus homólogos franceses. En un estado de pánico, que ya hemos documentado suficientemente, De Gaulle de repente desapareció.
Presa del pánico De Gaulle de repente desapareció, viajó a Alemania donde mantuvo una reunión secreta con el general Massu, el hombre a cargo de las tropas francesas estacionadas en Baden-Wurttemberg. El contenido preciso de estas conversaciones nunca se conoció, pero no hace falta demasiada imaginación para hacerse una idea de lo que le preguntó: "¿Podemos basarnos en el ejército?" La respuesta no se encuentra recogida en ninguna de las fuentes escritas por razones obvias. Sin embargo, The Times, envió a su corresponsal a Alemania para entrevistar a los soldados franceses, la gran mayoría eran hijos de la clase obrera que cumplían el servicio militar obligatorio. Uno de los entrevistados por The Times respondió a la pregunta de si abriría fuego contra los trabajadores: "¡Nunca! Pienso que sus métodos [de los trabajadores] pueden ser algo duros, pero yo soy el hijo de un trabajador".
En su editorial The Times hacía la siguiente pregunta: "¿Puede De Gaulle utilizar el ejército?" y respondía a su propia pregunta diciendo que quizás pudiese utilizarlo una vez. En otras palabras, un solo enfrentamiento sangriento bastaría para romper en pedazos el ejército. Esa era la valoración de los estrategas más duros del capital internacional en aquella época. No hay ninguna razón para dudar de su palabra en esta ocasión.
¿Quién salvó a De Gaulle?
No fue en absoluto el ejército o la policía (que estaban tan desmoralizados que incluso la rama reaccionaria de la inteligencia, como hemos visto, se negaban a colaborar con el gobierno contra los estudiantes) los que salvaron la situación para el capitalismo francés, sino que fue el comportamiento de los dirigentes sindicales y estalinistas. Esta conclusión no sólo es nuestra, sino que encuentra apoyo en la Enciclopedia Británica:
"De Gaulle parecía incapaz de controlar la crisis o comprender su naturaleza. Sin embargo, los dirigentes comunistas y sindicales le proporcionaron un respiro, se opusieron a ningún levantamiento más allá, evidentemente temían la pérdida de sus seguidores ante sus rivales más extremistas y anarquistas".
¿Cuál fue el principal arma utilizada por los estalinistas para convencer a los trabajadores de que no intentasen tomar el poder? Que el Estado era fuerte, que habría violencia y guerra civil. Qué hablen ellos mismos. Según Waldeck-Rochet, secretario general del partido:
"En realidad en mayo se debía hacer la siguiente elección:
"O se actuaba de una manera que la huelga permitiera satisfacer las reivindicaciones esenciales de los trabajadores y aplicar al mismo tiempo, en el plano político, una política destinada a realizar los cambios democráticos necesarios por medios constitucionales. Esa era la posición de nuestro partido.
"O simplemente provocar una prueba de fuerza, en otras palabras moverse hacia la insurrección, lo que implicaría recurrir a la lucha armada para derrocar al régimen por la fuerza. Esa era la posición aventurera de ciertos grupos de ultraizquierda". (L'Humanité. 10/7/1968).
Hay que observar la habilidad con la que estos burócratas estalinistas juegan con los temores de las masas. Como los burócratas obreros en todas partes, saben que muchos trabajadores temen la perspectiva de la violencia y el derramamiento de sangre. Este hecho es un libro cerrado con siete llaves para las sectas ultraizquierdistas, que inmediatamente caen en la trampa que les pone la burguesía y los burócratas. Esta es una de las razones por la que nunca ganarán a las masas, ni en mil años. El tipo de radicalismo terminológico que es el sello normal de los sectarios simplemente es la otra cara de la moneda de su falta total de confianza en la clase obrera, su fe supersticiosa en el "Estado fuerte" y, sobre todo, su incapacidad orgánica de penetrar en la clase obrera o encontrar un lenguaje común con los trabajadores.
¿Cómo actuaría una verdadera tendencia marxista en esas circunstancias? ¿Planteando la consigna de la insurrección o guerra civil? Eso es lo que hacían las sectas. En realidad, intentaron llevarlo a la práctica (¡sin las masas!). Esta es la esencia destilada del ultraizquierdismo pequeño burgués y el aventurerismo, que siempre cae en manos de la derecha. No. Los marxistas actuamos de la misma manera que Lenin. Ellos habrían realizado un trabajo sistemático en el PC, en las Juventudes Comunistas y en los sindicatos, consiguiendo puntos de apoyo durante todo el período anterior. Durante los acontecimientos de mayo la consigna principal de los marxistas habría sido la creación de comités para coordinar y dirigir la lucha, uniéndolos a nivel local, regional y, en última instancia, sobre bases nacionales. Al mismo tiempo, habrían exigido que el PC tomara el poder, expropiara a los capitalistas y transformase la sociedad.
¿Se podría haber hecho pacíficamente? Como hemos visto, Trotsky en 1936 dijo que los dirigentes socialistas simplemente podrían haber barrido a un lado la resistencia de la clase dominante. ¿Qué habría dicho en una situación como esta mil veces más favorable? En respuesta a los discursos de Waldeck Rochet y compañía, que intentaban asustar a los trabajadores con el espectro del baño de sangre y guerra civil, nosotros habríamos dicho lo que Lenin dijo en mil ocasiones en 1917, como también hizo Trotsky en 1936, que los dirigentes obreros reformistas (estalinistas), con el aplastante apoyo de las masas, podrían haber tomado el poder pacíficamente, con un mínimo esfuerzo, sin guerra civil, y que esta era la única manera de evitar la violencia. Y sin duda eso era un millón de veces más correcto en Francia que en Rusia en 1917. Esto no es el ultraizquierdismo estridente de las sectas, la única manera de llegar a los trabajadores comunistas, derrotar a la dirección estalinista y ganar a las masas a la idea de la revolución.
Defensa y ofensiva
Desde el punto de vista de la lógica formal, defensa y ofensiva son opuestos inmutables. Sin embargo, en la práctica, con frecuencia se pasa de uno a otro. Una lucha defensiva, en determinadas condiciones, se puede transformar en una lucha ofensiva y viceversa. Hay muchos puntos de comparación con las guerras entre las naciones y las guerras entre las clases. Pero también hay diferencias. Un ejército profesional burgués durante décadas está preparado, financiado y armado para la guerra. El estado mayor puede elegir cuándo y dónde comienzan las hostilidades. Por supuesto, incluso aquí, no es una cuestión puramente militar. Clausewitz explicaba que la "guerra es la continuación de la política por otros medios". Los actos militares de los gobiernos burgueses están determinados por los intereses de clase de la burguesía. Por esta razón los marxistas siempre han señalado que la cuestión de "quién dispara el primer tiro" es una consideración totalmente secundaria que no tiene que ver con el carácter concreto de la guerra.
Esta proposición general es correcta. Pero ¿eso no significa no tenga importancia la cuestión de la responsabilidad del estallido de las hostilidades? Imaginar esto es no comprender nada del comportamiento de la guerra. ¿Por qué cada gobierno en toda guerra siempre intenta culpar del inicio al enemigo? ¿Es un accidente? ¿Es un capricho? Todo lo contrario. La guerra no sólo es una cuestión militar, también implica política. La movilización de la opinión pública, en casa y en el exterior, en apoyo de la guerra es una cuestión fundamental, que sólo se puede resolver en el plano político. Engels explicaba que en la guerra la importancia de la moral frente a lo físico es de tres a uno. De ahí que la tarea fundamental de la diplomacia es convencer a la "opinión pública" de que su ejército particular actuó sólo en defensa propia, como respuesta a una provocación intolerable, una "agresión enemiga" y otras cosas similares. Un gobierno que no actúe de esta manera cometería un gran error y provocaría un enorme daño a su esfuerzo bélico.
Todo esto es mil veces más cierto en la revolución socialista. El proletariado, a diferencia de la clase dominante, no posee un ejército y nunca tendrá una fuerza armada capaz desafiar a las fuerzas del Estado burgués, siempre que este último permanezca intacto. Mientras que una guerra convencional es principalmente una cuestión militar, donde la diplomacia juega un papel significativo aunque subordinado, la tarea de la revolución socialista es principalmente la tarea política de ganar a las masas y a las fuerzas armadas. Los papeles son contrarios.
En realidad, la aplastante mayoría de las luchas de la clase obrera comienzan como luchas defensivas, luchas para defender los niveles de vida, empleos, derechos democráticos, etc., En determinadas condiciones, particularmente con la dirección correcta, estas luchas defensivas pueden preparar el camino para una ofensiva, incluida la huelga general, que plantea la cuestión del poder. Sin embargo, incluso en el transcurso de una revolución, es necesario poner toda la responsabilidad de la violencia sobre los hombros de la clase dominante, para ganar a las masas, no sólo de la clase obrera, sino también de la pequeña burguesía. Por lo tanto, no sólo es correcto, sino absolutamente esencial que presentemos en movimiento con una luz defensiva.
Sin embargo, se podrían objetar que la insurrección tiene un carácter ofensivo. Una vez más, como proposición general abstracta es correcta. Danton decía que la consigna de la insurrección es "De l'audace, de l'audace, et encoré de l'audace!" (¡Audacia, audacia y una vez más audacia!). Pero eso no agota toda la cuestión de las tácticas revolucionarias. La vedad siempre es concreta. En la lucha de clases, como en una guerra normal, es necesario señalar bajo qué condiciones es posible pasar a la ofensiva y cuándo es necesario adoptar una posición defensiva. La guerra sería muy simple si sólo consistiera en una regla simple, aplicable a todas las circunstancias. Pero el general que sólo sabe ordenar "¡Al ataque!" rápidamente conduciría a su ejército a la aniquilación. Es necesario saber cómo atacar, pero también retirarse en buen orden, conocer el sentido, virar, maniobrar y evitar una batalla en condiciones desfavorables y otras cosas por el estilo. Toda la historia del bolchevismo está llena de ejemplos de tácticas habilidosas y flexibles reflejadas en los escritos de Lenin, resumidas en El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo.
El problema era que, después de 1917, los jóvenes e inexpertos cuadros de los Partidos Comunistas en los cinco primeros años de la Internacional Comunista no habían tenido tiempo de absorber y digerir las lecciones de la historia del Bolchevismo y de la Revolución Rusa. Habían leído El Estado y la revolución y los escritos del período de guerra de Lenin, eran capaces de repetir mecánicamente las consignas sobre la necesidad de aplastar al Estado burgués, la guerra civil, la crítica del reformismo y el parlamentarismo, la incorrección de unirse con la socialdemocracia. Pero no comprendieron ni una sola palabra de lo que habían leído. No entendieron el método de Lenin. Durante todo el período desde 1917 hasta su muerte, Lenin luchó para encarrilarles, incluso declarando demostrativamente que si estos eran de "izquierdas" entonces él era de "derechas".
Los comunistas de "izquierda" consideraban que Lenin y Trotsky habían sucumbido al oportunismo. En la práctica, defendían las tácticas y métodos que presentaban como un "desvío muy serio del punto de vista de Lenin y Trotsky", eso "supondrá que la Internacional nunca será capaz de cumplir su misión histórica". La expresión más clara de esto fue la "teoría de la ofensiva" defendida por los dirigentes del PC alemán.
Partiendo del hecho de que los partidos comunistas no eran aún la mayoría decisiva de la clase, Lenin defendió la consigna del frente único, el trabajo paciente en las organizaciones de masas, la participación en los parlamentos burgueses como una manera de ganar a las masas. Esa era la condición previa para la revolución socialista. Pero los de "izquierdas" no estaban satisfechos. Desdeñosamente desecharon el consejo de Lenin de "girar a las masas", considerando que la única política posible para un partido revolucionario era la "ofensiva revolucionaria". Lenin y Trotsky lucharon con uñas y dientes contra esta "teoría", que llevó a la derrota sangrienta en marzo de 1921. Era un ejemplo extremo de una tendencia ultraizquierdista que estaba muy extendida en la época y que ha resurgido muchas veces en la historia del movimiento. Siempre fue combatida por Lenin y Trotsky, incluso antes que ellos por Marx y Engels.
A pesar de su apariencia "revolucionaria", este tipo de aproximación no tiene nada en común con los métodos reales del bolchevismo que simplemente son una caricatura abstracta. Ya hemos mencionado el testimonio de la defensa en el Juicio de Minneapolis. Una de las críticas del ultraizquierdista Munis fue precisamente que Cannon presentó la cuestión de la violencia como un tema de autodefensa. "¿Por qué no", se preguntaba Munis, "elevar la voz en este punto y pedir a los trabajadores que organicen su propia violencia contra la violencia reaccionaria?" Y Cannon respondió:
"¿Por qué no? Porque no era necesario ni aconsejable elevar la voz o hacer un llamamiento de acción este momento. Estábamos hablando, en primer lugar, para el provecho del trabajador no iniciado que lee el testimonio en el periódico o en forma de panfleto. Necesitamos una exposición tranquila o cuidadosa para conseguir su atención. Este trabajador de ninguna manera espera impacientemente nuestro llamamiento a la acción violenta. Más bien lo contrario, cree ardientemente en la llamada democracia y la primera pregunta que hará, si está interesado en el socialismo, será: ‘¿Por qué no podemos hacerlo pacíficamente mediante las urnas?' Es necesario explicarle pacientemente que, aunque preferiríamos esa manera, los empresarios no lo permitirán, recurrirán a la violencia contra la mayoría y los trabajadores deben defenderse y también su derecho a cambiar las cosas". (Munis and Cannon, What policy for revolutionists-Marxism or Ultra-leftism, p. 25.)
Y una vez más:
"Esa ‘fuerza es la partera de toda vieja sociedad preñada de la nueva', este es un axioma conocido por todo estudiante del marxismo. Es un error abrigar o diseminar ilusiones sobre este aspecto y así lo hicimos en el juicio. Pero es un gran error llegar a la conclusión de que la violencia y las palabras sobre violencia sirven ventajosamente a la vanguardia revolucionaria en todo momento y en todas las condiciones. Más bien lo contrario, las condiciones pacíficas y las formas legales democráticas son muy útiles en el período en que el partido aún está reuniendo sus fuerzas y cuando la principal fuerza y recursos, incluidos los recursos de la violencia, están del otro lado. Lenin señalaba que Engels tenía ‘mucha razón' al ‘defender el uso de la legalidad burguesa' y decir a la clase obrera alemana en 1891: ‘¡Sed los primeros en disparad, señores burgueses!".
"Nuestro partido debe luchar aún por ganar el oído de la todavía indiferente clase obrera de EEUU que lo último que quiere es insistir o ‘defender' la violencia. Esta actitud está determinada por la etapa actual del desarrollo de clase y la correlación de fuerza en Estados Unidos". (Ibíd., pp. 30-31).
El más mínimo conocimiento de la historia de la Revolución Rusa, antes, durante y después de Octubre, bastará para demostrar esto. En víspera de la Revolución había diferencia de opinión entre Lenin y Trotsky con relación a la fecha de la insurrección. Lenin quería pasar directamente a la toma del poder en septiembre, mientras que Trotsky estaba a favor de posponer la insurrección hasta el Congreso de los Soviets. ¿Por qué tenía Trotsky esta posición? ¿Sufría de falta de audacia? En absoluto. Trotsky comprendía que, incluso en una revolución, la cuestión de la legalidad es extremadamente importante para las masas.
Los bolcheviques estaban seguros de que conseguirían la mayoría en el Congreso y por tanto podrían aparecer ante las masas como el legítimo poder en la sociedad. No era una cuestión secundaria, era un factor vital para conseguir una transferencia pacífica de poder. Una vez más, el elemento esencial no era militar, sino político. A propósito, los bolcheviques presentaron la insurrección de Octubre como una acción defensiva para evitar que Rusia cayera en el caos y en la guerra civil. Y esto no es casualidad. Incluso cuando estás en posición de pasar a la ofensiva (que de ninguna manera era el caso, más bien lo contrario), siempre es necesario actuar y hablar como si estuvieras combatiendo una lucha defensiva, situando toda la responsabilidad sobre el enemigo.
Tomemos un ejemplo más. En 1918 el destino de la revolución pendía de un hilo. Los ejércitos del imperialismo alemán estaban preparados para la invasión. Las fuerzas militares a disposición de los bolcheviques eran totalmente insuficientes para permitir una resistencia seria. Temiendo la total destrucción de la revolución Lenin defendió la firma inmediata de la paz con Alemania, incluso a costa de sacrificar territorio. Bujarin, que, en aquel momento, mantenía una posición ultraizquierdista, defendía una guerra revolucionaria contra Alemania, una posición muy "audaz", que, en las condiciones concretas, habría llevado seguramente a la destrucción de la revolución.
Trotsky, que estaba a cargo de las negociaciones en Brest Litovsk, intentó alargar lo máximo posible las negociaciones, con la esperanza de que los trabajadores alemanes se levantaran. En realidad, esto ocurrió meses después, pero habría sido demasiado tarde para evitar una contundente ofensiva alemana, no habría dejado margen a los bolcheviques. Cuando los imperialistas alemanes presentaron un ultimátum final, Trotsky, que había utilizado habilidosamente las negociaciones para llevar a cabo agitación revolucionaria que tuvo un gran efecto en Alemania y Austria, se negó a firmar el tratado y rompió las negociaciones, aunque sabía que eso significaría un ataque alemán.
La posición de Trotsky no tenía nada que ver con la línea ultraizquierdista de Bujarin. Él explicaba que la razón de su acción era convencer a los trabajadores de Gran Bretaña y Francia, donde la clase dominante calumniaba a Lenin como agente alemán, que los bolcheviques eran las víctimas de la agresión y que el agresivo Tratado de Brest Litovsk se firmaría por compulsión. No tenían otra alternativa. Sin duda el nuevo tratado era aún menos favorable que antes de la ofensiva alemana, pero aquí, como siempre, lo que motivaba a Lenin y Trotsky eran los intereses de la revolución mundial. La correlación de fuerzas descartaba una ofensiva revolucionaria. Los bolcheviques se vieron obligados a adoptar una posición defensiva e incluso hacer concesiones dolorosas al imperialismo alemán para sobrevivir.
Depositaron toda su confianza en la política internacionalista, apelando a los trabajadores del mundo para que salieran en su ayuda. Incluso después, cuando Trotsky construyó el Ejército Rojo, no tenía ilusiones en que la revolución pudiera salvarse por medios puramente militares. La razón por la que fue capaz de sobrevivir la revolución a los 21 ejércitos de intervención extranjera no fue el heroísmo del Ejército Rojo, por importante que eso fuera, sino la oposición de los trabajadores de Gran Bretaña, Francia y otros países a los planes de los imperialistas, y al hecho de que las tropas de cada ejército extranjero enviado a Rusia se amotinaron.
El primer ministro británico Lloyd George explicó la retirada de las tropas británicas porque estaban "contagiadas del virus bolchevique". No llevar a cabo la revolución, sino su defensa, es el principal arma de una política revolucionaria internacionalista Esa fue el "arma secreta" que compensó ampliamente la extrema debilidad de la revolución frente a lo que eran, sobre el papel, fuerzas arrolladoramente superiores. Visto desde un punto de vista puramente militar, los bolcheviques nunca habrían sido capaces de tomar el poder y por supuesto menos aún mantenerlo.
En una revolución las tropas siempre se ven afectadas por el ambiente general de la sociedad. Esto es particularmente cierto en los conscriptos, por eso los marxistas no apoyan la demanda pacifista pequeño burguesa de abolición del servicio militar. Estamos a favor de que los jóvenes trabajadores sean formados en el uso de las armas, aunque con derechos sindicales y bajo el control de las organizaciones obreras. La naturaleza reaccionaria de la política pequeño burguesa se ve en los intentos de la clase dominante en muchos países de sustituir la conscripción por el ejército profesional, a pesar de que eso supone un mayor coste de dinero.
¿Por qué adoptan esta línea? Porque pueden ver lo que se avecina. En determinada etapa son inevitables las explosiones. Están implícitas en la situación general. La clase dominante en estos países intenta preparase para eso e imagina que un ejército profesional servirá mejor a sus intereses. En realidad, su confianza es inmerecida. En las condiciones modernas, la aplastante mayoría de los soldados profesiones son jóvenes de la clase obrera que se unen al ejército para escapar del desempleo. A pesar de todos los intentos de embrutecerles (que debemos denunciar y oponernos a ellos, exigiendo derechos sindicales para los soldados que les acerquen al movimiento obrero), cuando se da un gran movimiento de la clase ellos son contagiados, incluso la policía se vio afectada en 1968.
Cómo plantear la cuestión
La cuestión de cómo se plantea la transformación de la sociedad depende de la situación. Ese es precisamente el significado del programa de transición. No es cuestión de una fórmula abstracta que estemos obligados a plantear, independientemente del tiempo y el espacio, sino el programa que, teniendo en consideración la conciencia real de la clase, fluye de las necesidades reales de la situación. Tomemos un ejemplo concreto. En Irlanda del Norte nos enfrentábamos a una situación muy difícil y complicada. El problema principal era la cuestión nacional de una forma particularmente monstruosa. La sociedad estaba polarizada en líneas religiosas sectarias. Nuestra política estaba dictada por la necesidad de unir a los trabajadores en líneas de clase. Nuestra consigna central era el establecimiento del Partido laborista basado en los sindicatos. Sin embargo, en una situación donde locos paramilitares de ambas partes llevan a cabo una campaña de asesinato y terror, esto es totalmente insuficiente.
Durante décadas, nuestra tendencia, sólo nosotros, planteamos la consigna de una fuerza de defensa sindical, para defender a los trabajadores contra los ataques sectarios. Esta consigna, que corresponde a la consigna de Trotsky de armar a los piquetes, no salió de la nada. En 1969, los trabajadores den Harland y Wolfs (principalmente protestantes), en los grandes astilleros de Belfast, crearon patrullas bajo el control de los comités de empresa, para defender a los trabajadores católicos contra la intimidación. En esas circunstancias, una fuerza de defensa de los trabajadores tendría que estar armada. Sin armas, estas patrullas eran inútiles frente a los paramilitares. En realidad, el IRA fue el que aplastó este incipiente movimiento asesinando a algunos trabajadores protestantes que participaban en los comités.
¿Era correcta la consigna de una fuerza de defensa de los trabajadores en las condiciones concretas de Irlanda del Norte. Sin duda. De haber tenido éxito habría supuesto un cambio fundamental, cambiando toda la correlación de fuerzas de clase. Comenzando como una consigna defensiva, podría haber sido el punto de partida de un movimiento ofensivo de la clase. Repetimos, la mayoría de los movimientos obreros han tenido al principio un carácter defensivo. Sin la lucha cotidiana por el avance bajo el capitalismo, implicando todo tipo de cuestiones, grandes y pequeñas, la revolución socialista sería totalmente imposible.
Planteemos la cuestión de manera diferente. ¿Habría sido correcta que planteáramos la misma consigna de una fuerza de defensa obrera (que estamos de acuerdo era absolutamente necesaria en Irlanda del Norte) en Inglaterra, Escocia y Gales? No. Habría sido un error fundamental. Los trabajadores nos habrían considerado, y con razón, unos lunáticos rabiosos. ¿Por qué? Porque en esta etapa, en las condiciones concretas de Gran Bretaña, esa consigna no guardaba absolutamente ninguna relación con la realidad de la clase obrera y la sociedad.
Y aquí llegamos a la esencia del problema. Para un marxista, la política revolucionaria no consiste en varias proposiciones abstractas, como axiomas matemáticos, que se pueden aplicar indistintamente de cada situación. Si fuera así, ¡nuestro trabajo sería mucho más fácil! Tenemos que encontrar el camino de aplicar de manera creativa la ciencia del marxismo a una situación determinada, de tal forma que encontremos eco para nuestra idea en la clase obrera.
En Gran Bretaña, durante todo el último período, el punto central de nuestra propaganda (y aún es principal en la propaganda de nuestra tendencia) ha sido la consigna de que el gobierno laborista debe hacerse cargo de todas las palancas de la economía. Por supuesto, nos esforzamos por ganar a los trabajadores y jóvenes más avanzados a las ideas del marxismo. Pero el 99 por ciento de los trabajadores británicos no son marxista. Ese es el problema. La aplastante mayoría de los que son políticamente conscientes apoyan al Partido Laborista. En esta etapa, una pequeña minoría apoyan a los reformistas de izquierda, aunque eso está cambiando.
En realidad decimos al trabajador británico:
"¿No te hemos convencido de la necesidad de la revolución? Bien. Por lo menos vamos a estar de acuerdo en que debemos luchar contra los empresarios y su gobierno. Debemos luchar junto con todos los medios por la elección de un gobierno laborista. Pero eso no es suficiente. Un gobierno laborista debe aplicar una política en interés de la clase obrera. ¿Cómo se puede hacer eso cuando los bancos y los monopolios están en manos de nuestros enemigos?
"¿Cómo lo conseguimos? Una vez elegido, el laborismo debe tomar medidas de urgencia para resolver el desempleo, la falta de vivienda y todos los demás problemas. Debe aprobar inmediatamente una Ley Habilitante que nacionalice los bancos y los monopolios. Pagará una compensación justa, pero eso significa una compensación mínima basada sólo en la necesidad comprobada.
"¿La clase dominante permitirá que esto suceda? Toda la historia previa habla en contra de que permitirá que eso suceda sin luchar. (Incluso George Brown lo dijo en 1966). Intentarán utilizar la Cámara de los Lores y la monarquía para retrasar y bloquear leyes progresistas. Debemos abolir estas instituciones reaccionarias y antidemocráticas. Utilizarán los medios de comunicación para extender mentiras y pánico. Debemos poner fin al dominio de la prensa por parte de un puñado de millonarios tories, nacionalizar la prensa, la radio y la televisión, garantizar el libre acceso a los medios de comunicación para cualquier tendencia, partido u organización (incluidos los sindicatos que tienen negada la voz, a pesar de representar a millones) de acuerdo con el número de votos que reciban en las elecciones, o el número de militantes que tenga.
"Las grandes empresas harán todo lo que está en su poder para sabotear y aplastar la economía para derribar a un gobierno laborista comprometido con una política socialista. Ya lo hemos visto en el pasado. Cuando no les gusta determinadas políticas organizan conspiraciones y otras cosas por el estilo. De ahí que el laborismo deba movilizar a la clase obrera fuera del parlamento para crear comités en cada centro de trabajo, establecer el control obrero y la administración de las industrias nacionalizadas, para evitar el sabotaje de los empresarios.
"Es necesario hacer un llamamiento a los miembros de la policía y las fuerzas armadas para que apoyen al gobierno elegido democráticamente (muchos de ellos son seguidores laboristas), que se aprueba inmediatamente una ley que reconozca los derechos sindicales y reconozca el derecho a huelga de los soldados y la policía, pedirles que arresten a los oficiales que están conspirando contra el gobierno.
"Se deben tomar medidas para ganar a la clase media, a los pequeños empresarios y a los comerciantes, que son arruinados por las grandes empresas y los bancos. Debemos decirles que la nacionalización de los bancos y la eliminación de toda una serie de intermediarios abaratarán el crédito y reducirá costes.
"Sobre todo, una economía nacionalizada y planificada bajo el control y gestión democrática de la clase obrera nos permitirá eliminar el desempleo e introducir la jornada laboral de 6 horas durante cuatro días a la semana, mientras se aumenta la producción y se incrementan los salarios.
"Movilizando a la clase obrera sobre esta base, el laborismo rápidamente cortaría el terreno a la reacción. Cualquier intento de organizar una conspiración contrarrevolucionaria sería barrida aun lado. En estas condiciones sería totalmente posible la transformación pacífica de la sociedad. Además, el ejemplo de un estado obrero democrático en un país desarrollado como Gran Bretaña (o en cualquier otro país desarrollado) tendría un impacto mucho mayor que Rusia en 1917. Dada la enorme fortaleza de la clase obrera y al callejón sin salida del capitalismo en todas partes, los regímenes burgueses en Europa caerían rápidamente, creando las bases para unos Estados Unidos Socialistas de Europa y, finalmente, el socialismo mundial. Esa es la perspectiva que ofrecemos.
"¿Parece difícil? ¿Hay otra alternativa? La experiencia de todos los gobiernos laboristas anteriores responde a estas preguntas. Si los dirigentes laboristas no adoptan medidas drásticas para romper el poder de los bancos y los monopolios, se convertirán en rehenes de la City de Londres. Se verán obligados a llevar a cabo ataques contra los niveles de vida de los trabajadores, los pobres, los parados. Entonces, cuando ya no sean útiles a los empresarios, organizarán una conspiración, utilizando la prensa y la televisión, derribando el gobierno e imponiendo un gobierno aún más reaccionario.
"En realidad, lo que proponemos no es tan difícil. Si los dirigentes laboristas dedicaran una décima parte de las energías que gastan en defender al capitalismo en movilizar el poder de la clase obrera para cambiar la sociedad, la transformación socialista se podría conseguir rápidamente. Pero advertimos que, si no se consigue esto, estará preparado el camino, sobre la base del espantoso colapso del capitalismo británico, para una catástrofe para la clase obrera".
En el próximo período es bastante posible que pueda haber un gobierno laborista de izquierdas en Gran Bretaña. Tendríamos fundamentalmente la misma posición. La única diferencia es que, bajo la presión de la clase obrera, los reformistas de izquierda pueden adoptar medidas contra la burguesía que, sin llevar a cabo una transformación socialista de la sociedad, haría imposible el funcionamiento normal del capitalismo, creando las condiciones para conspiraciones de la burguesía, no sólo derribando el gobierno, sino incluso con complots con las cúpulas de las fuerzas armadas en algún tipo de golpe bonapartista-monárquico.
En los años setenta en un debate con Tony Benn frente a dos mil jóvenes socialistas, Ted Grant expliaba que a menos que el gobierno laborista de izquierdas movilizara a la clase obrera para transformar la sociedad, entonces podría haber reacción y ese incluso sería el camino para la guerra civil y esa responsabilidad recaería sobre los hombros de los dirigentes laboristas y sindicales por no cambiar la sociedad en ese momento. En su Diario, Benn hace referencia a esta situación con crudeza, ¡diciendo que Grant estaba a favor de la guerra civil! En realidad, al plantear de esta manera la cuestión, conseguimos el apoyo casi unánime de las Juventudes Laboristas para la revolución socialista y nuestra política, que sobre otra base no habría sido posible.
La posición general de la CMI ante la cuestión es la única correcta desde un punto de vista marxista. No hemos variado ni un ápice de la posición que adoptamos durante la Segunda Guerra Mundial. Esa posición es la continuación y el desarrollo de la elaborada por el Viejo que, a su vez, derivaba de la postura de Marx, Engels y Lenin. Ha demostrado ser correcta una y otra vez, particularmente en el período desde 1945, y sobre todo en la Revolución Portuguesa en Francia de 1968. De esta manera, no sólo es una cuestión de teoría, sino de la experiencia histórica real del proletariado internacionalmente.
Es esencial que todos los compañeros estudien la teoría marxista del Estado, no sólo los textos clásicos, que mantiene toda su validez, sino la experiencia viva de la lucha de clases de estos últimos cien años, resumida en el método, programa, tácticas y posición general de la CMI internacionalmente.