Con motivo de expandir las ideas del socialismo, la Fundación Federico Engels tendrá participación en la Feria del libro organizada por la campaña “Para leer en libertad” en el centro de Coyoacán, DF.
Ante los hechos que estamos viendo desarrollarse frente a nosotros, es tarea de todos buscar las herramientas teóricas que nos permitan brindar una explicación científica ante tales acontecimientos, es por ello que la Fundación Federico Engels pone al alcance su rico acervo bibliográfico, todos los clásicos de la teoría marxista así como también títulos que analizan la realidad contemporánea desde la perspectiva del materialismo dialéctico. Hoy más que nunca es necesario dotarnos de una teoría crítica de análisis para emprender nuevos procesos de emancipación del sistema capitalista.
Ven a conocer y adquirir nuestro catalogo del 12 al 16 de Diciembre en un horario de 10 de la mañana a 8 de la noche en el Jardín Plaza Hidalgo en el centro de Coyoacán.
El enfrentamiento entre “mototaxistas” en Chicoloapan Estado de México el 5 de septiembre pasado, desató un conjunto de acontecimientos que hasta ahora han culminado en la militarización de distintos municipios de esa entidad.
Al día siguiente del enfrentamiento se desató una campaña organizada desde las altas esferas del Estado, dirigido por el PRIAN, para generar un ambiente de miedo y terror. Se ha comprobado que patrullas del Edomex se encargaron de difundir los mensajes de miedo, del tipo: “Cierren sus comercios porque ahí viene la Familia Michoacana”. Brigadas de priistas se encargaron desde las calles de hacer lo propio y con megáfono en mano alertaban sobre los supuestos “perredistas” y “grupos del narco” que acosaban a la población y realizaban saqueos. Por internet se encargaron de cerrar la pinza con la misma política de rumores desquiciados y finalmente los medios de comunicación hicieron con su silencio el juego perfecto.
La campaña funcionó y generó un ambiente de miedo y tensión, sin embargo, conforme han pasado los días, todos los trabajadores han sacado la conclusión correcta: fue una campaña organizada por el PRI con el objetivo generar miedo para evitar que la lucha contra el fraude llegara a niveles más elevados. Antorcha Campesina es la organización que el PRI usó como base para todo el trabajo sucio y con ello se vuelve a demostrar que dicha organización no es sino sólo un grupo de choque de la derecha.
Posteriormente el asesinato del diputado priista Jaime Serrano Cedillo (16 de septiembre) dio la justificación para que el 18 de septiembre las calles de esa zona fueran patrulladas por militares y policías.
Militarización significa mayor delincuencia
En Netzahualcóyotl, Valle de Chalco, Chalco e Ixtapaluca el ejército merodea con armas largas y revisa a indiscriminadamente a cualquier persona: el ambiente de tensión ahora es mayor. Todo mundo sabe que los patrullajes lograrán atrapar a delincuentes menores, jóvenes que roban espejos de automóviles o bien a uno que otro traficante de drogas al menudeo. Pero los problemas más importantes, los altos jefes de la delincuencia, los que manejan los hilos fundamentales de los comercios más negros quedarán intactos, tan libres como siempre. Y eso es porque los altos mandos del ejército, de la policía y de los gobiernos respectivos, empezando por Caldero y Peña Nieto, están directamente involucrados en todo eso que dicen combatir. El Estado es un nido de delincuentes profesionales.
Los trabajadores debemos frenar la militarización
Neza es una ciudad que con el esfuerzo de los trabajadores surgió y se desarrolló literalmente de la basura y el lodo del extinto lago de Texcoco. Los servicios como luz, agua, drenaje, educación, salud, etcétera, se han desarrollado de una manera muy tortuosa a lo largo de 70 años. Fueron las movilizaciones y luchas sociales las que han logrado eliminar parcialmente ese paisaje de drenajes abiertos, perros muertos en cada esquina, polvaredas en tiempos de calor y lodazales en tiempos de lluvia. Ello creó profundas tradiciones de lucha que siguen vivas. Una prueba de es que mediante la movilización de más de 2 mil perredistas se logró evitar el fraude que organizaban los priistas para arrebatar la alcaldía en las elecciones de julio de este año. Neza se ha identificado con la izquierda, y por eso el PRD ha tenido aquí un gran bastión. No obstante, también se demuestra que la dirección del PRD está muy lejos de estar a la altura de las necesidades de la lucha. El perredista Juan Zepeda logró mantener el triunfo sobre el PRI gracias a la movilización, pero previamente se alió con el PAN en las elecciones y ahora en el periodo de la militarización ha declarado que una vez que el tome posesión de la alcaldía mantendrá la vigilancia de las fuerzas federales, es decir que mantendrá la militarización. Ese es un error muy grave y las consecuencias las pagará un pueblo que durante décadas le ha tocado vivir en las peores condiciones.
Por un lado el PRIAN no quita el dedo del renglón sobre la militarización de los municipios y por el otro lado la dirección del PRD no llama a frenar la militarización sino que al contrario la permite e impulsa. Por tanto, la única manera de frenara a la derecha es con la movilización, los trabajadores necesitamos crear Comités de Lucha contra la Militarización, con ellos debemos exigir que el ejército regrese a sus cuarteles, al mismo tiempo debemos llamar a los sindicatos y al resto del PRD y MORENA para que unificados evitemos que Peña Nieto llegue a la presidencia.
La delincuencia organizada no puede eliminarse con la delincuencia oficial del Estado prianista. El fraude electoral no va a ser frenado por las instituciones estatales, la dirección del PRD no va a corregir el rumbo por sí misma. Hoy más que nunca es necesario organizarse y luchar desde abajo, desde cada calle, colonia y escuela.
¡Fuera el ejército del Edomex!
¡No más militares en las calles!
¡Abajo el fraude electoral!
Todos los estudiantes a las 9:30 am en Bellas Artes
El próximo gobierno de derechas encabezado por EPN tiene la tarea de atacar los derechos de los jóvenes y los trabajadores; al mismo tiempo buscará mantener y elevar los privilegios y caprichos de un pequeño grupo de empresarios, banqueros y terratenientes.
No hay ninguna duda al respecto el priismo irá por una mayor privatización de PEMEX, por la destrucción de los servicios públicos de salud, por la continuidad de la “guerra contra el narco”, etcétera. La respuesta de todo el pueblo oprimido y explotado debe ser unánime y firme, debemos dejar muy en claro que no habrá ataque sin respuesta, que no habrá espacio para que EPN lance ataques como los que está planeando.
Este 1 de diciembre debemos realizar el primer gran acto contra este gobierno. El Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) hace un llamado a todos los jóvenes a que se sumen al mitin de repudio a EPN. Nos vemos el sábado 1 de diciembre en las puestas de Bellas Artes a las 9.30 a.m. Ahí haremos una declaración de lucha contra este gobierno y continuaremos el trabajo de organización de la juventud.
Al término de este acto nos integraremos a las movilizaciones convocadas por distintas organizaciones y realizaremos toda una jornada de lucha.
En las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de acciones con la intención de frenar los ataques a la juventud o bien lograr el triunfo de sus luchas. Si bien estas luchas son completamente justas, por lo que desde el CEDEP y Militante las respaldamos, lo cierto es que algunas de las acciones tomadas en lugar de generar un mayor vínculo con los jóvenes y los trabajadores están provocando lo contrario, lo que se vuelve en margen de acción para la burguesía y su Estado.
Los pecados del reformismo
Lenin explica que el ultraizquierdismo es la penitencia que tiene que pagar la clase obrera por los pecados cometidos por los reformistas; es decir que las acciones de pequeños grupos tratando de sustituir el papel de las masas en general y en particular del movimiento obrero por medio de acciones radicales, son engendradas por la capa de dirigentes ante su política inconsecuente. Y en México recientemente hemos sido testigos de un par de ejemplos de esa naturaleza: hace unos cuantos meses vimos a AMLO lanzando una fallida defensa del voto por medio de causes únicamente legales y ahora vemos a los dirigentes sindicales negándose a llamar a acciones de fondo contra la reforma laboral. Sin embargo el resultado de la desconfianza de los dirigentes en la clase trabajadora ha tenido un costo muy alto, traduciéndose ello en la imposición de Peña Nieto en el poder y en la aprobación de una reforma que mutila en mucho (o de plano elimina) una serie de derechos de los trabajadores.
En ese tipo de contexto, en el que el divorcio de los dirigentes con el movimiento obrero es cada vez más marcado, suelen desarrollarse toda clase de tendencias ajenas a los trabajadores: algunos elementos desmoralizados por los resultados giran hacia posiciones escépticas y oportunistas, culpando a los obreros y su supuesta apatía para luchar; otros más, molestos con los dirigentes, llegan a la conclusión de que los sindicatos y los partidos obreros están echados a perder, que ya no sirven para nada y que por consecuencia ya no hay nada que hacer en ellos. Este último sector, desesperados porque el movimiento no avanza, termina por adoptar métodos de lucha ultraizquiirdistas por medio de lo que algunos llaman acción directa; es decir se trata de pequeños grupos que piensan que pueden sustituir el papel de la clase trabajadora y de las masas movilizándose y adoptan métodos de lucha que además de realizarlos de forma aislada y al margen del movimiento de masas, son radicales pues creen que, dada la estridencia de dichos actos, su accionar jugará como catalizador de la conciencia de los obreros y la lucha de clases.
Desde acciones extremas como el terrorismo individual hasta otras mas elementales como la toma de instalaciones publicas sin haberse discutido y aprobado previamente en asamblea con la comunidad involucrada en la lucha, el amplio abanico de acciones ultraizquierdistas suelen también tener un efecto desorganizador del movimiento obrero o estudiantil, alejando a muchos jóvenes y trabajadores del movimiento y favoreciendo las campañas del Estado para aislarlo e incluso reprimirlo.
El hecho es que el ultraizquierdismo no se explica en por sí solo pues representa la reacción de un sector del movimiento bastante irritado con la política inconsecuente de los dirigentes y su desesperación frente a lo que ellos consideran un lento avance de la lucha de clases; por, en tanto tal, este tipo de tendencias políticas muy propias de la pequeña burguesía radicalizada son en excelencia engendradas por la bancarrota del reformismo.
Ultraizquierdismo
En este año, como quizá no ocurría desde 1968, hemos sido testigos de movilizaciones impresionantes de la juventud que con su entusiasmo y animo logró atraer a otros sectores de la sociedad. La Primavera Mexicana como algunos le han llamado a las movilizaciones encabezadas principalmente por el #YoSoy132 ha sido sin lugar a dudas la muestra fiel de que la juventud, los trabajadores y los sectores arruinados por la política de Calderón y la burguesía no son apáticos ni inconscientes. Por el contrario pese a los prejuicios que incluso muchas organizaciones incentivaron previo a que estas movilizaciones les dieran de bruces en las narices, lo que vimos a mediados de año es que la juventud está dispuesta a luchar. La lucha contra la imposición de EPN en la presidencia ha significado un despertar para millones de jóvenes y trabajadores en la política, que aunque ahora no salgan en turba a las calles ello no significa que la consciencia se ha ido a no sabemos qué lugar. Por el contrario lo que estamos viendo en estos últimos meses es un incremento en la consciencia, que no se basa en otra cosa sino en la reflexión de los acontecimientos, sus causas y sus consecuencias.
Pese a lo anterior algunos sectores han apostado por artificialmente dar pasos adelante en la lucha, al margen de un respaldo considerable de los jóvenes y los trabajadores. Aunque algunos no lo quieren ver, en parte porque ello significaría modificar su concepción política de la lucha revolucionaria, la represión de la que hemos sido testigos se basa principalmente en esa división entre las bases y quienes se convierten en sus dirigentes u organizaciones, lo que permite actuar al Estado al aislarlos políticamente para posteriormente asestar el golpe. Es decir en gran medida la represión corresponde a una correlación de fuerzas concreta pues difícilmente el Estado actuara cuando cientos o miles de personas respalden una acción determinada.
Desde Militante y el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública hemos defendido cada lucha encaminada a defender o mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y los jóvenes, rechazamos cualquier tipo de represión contra quienes dan la batalla contra este sistema que solo ofrece opresión, miseria y hambre. Pero a su vez somos críticos de quienes pretenden suplantar la acción de las masas trabajadoras como consecuencia de su incapacidad de convencerles de dar la batalla. Para nosotros la lucha revolucionaria no es la lucha de un pequeño sector organizado, sino de las masas en su conjunto. Son ellas quienes dan vida a la sociedad y son ellas quienes pueden transformarla.
Nosotros defendemos los métodos tradicionales de la clase trabajadora y sus organizaciones revolucionarias, siendo la difusión y agitación la parte primordial de nuestra lucha. Si el Estado manipula y engaña a los trabajadores, nuestra tarea es evidenciar esos engaños mediante la propaganda y el convencimiento político de forma paciente pero nunca mediante actos que supongan un posible revés para la lucha de los explotados.
Por ello creemos que acciones como la toma de la Rectoría de la UACM el pasado 8 de noviembre, o bien la toma de la Casa de Representación del Estado de Michoacán en el DF el pasado 22 de octubre, podrían tener mucha mayor contundencia si se desarrollan en el marco de una campaña mas intensa, en la que el corazón de la misma fuera la movilización masiva en las calles acompañada de una intensa actividad para atraerse el apoyo de los sindicatos. Una campaña de esa naturaleza, además de tener un mayor impacto beneficiando la causa por la que se lucha, necesitaría un plan de acción que necesariamente exige el involucramiento, por continuar con el ejemplo de los dos casos que hemos comentado, de la mayor parte de las respectivas comunidades estudiantiles para discutir las acciones a tomar y para, por consecuencia, involucrarla en su desarrollo. Sin embargo al no ser esto así y al tomar decisiones unilaterales un pequeño grupo por encima del resto del movimiento, las acciones desarrolladas de forma aislada al no tener la fuerza que se requiere pierden contundencia y en no pocas veces termina transformándose en la oportunidad que necesitaba el Estado para justificar el empleo de la fuerza sobre el movimiento.
Las contradicciones que motivaron que millones de personas salieran a las calles a mediado de año no se han resulto, están ahí latiendo esperando para manifestarse abiertamente otra vez. Si bien ahora no somos testigos de grandes movilizaciones ello no será constante, por el contrario la forma en que iniciará el sexenio de EPN augura más enfrentamientos entre las clases donde el triunfo dependerá de lo organizadas y planificadas que estén las acciones del campo de los oprimidos. En ese sentido nuestro llamado sigue siendo el mismo: construir una organización revolucionaria. Solo ello podrá permitir en un futuro derrocar de una vez por todas a este sistema de miseria y opresión.
¡Contra la represión, la organización!
¡Es necesario impulsar el Consejo General de Huelga!
Martes negro
Finalmente, y tras 71 días de haber sido presentada como “iniciativa preferente” por Felipe Calderón, el pasado martes 13 de noviembre el Congreso de la Unión aprobó la contrarreforma laboral, hecho tras el cual las relaciones laborales se flexibilizarán más allá de la precarización ya existente de antemano, además de legalizarse el pago por hora y la facilidad el despido; también se ataca el derecho a huelga y se estruja a la conflictividad laboral (es decir a los miles de trabajadores en pleito legal con sus patrones por despido injustificado y otra clase de violaciones a los derechos laborales) al imponerse como un máximo de 100 días el pago de salarios caídos. El siguiente pazo es la publicación de estas nuevas leyes en el Diario Oficial de la Nación para que ya puedan ser puestas en marcha.
Paralelo a ello, ese mismo martes 13 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió un fallo a favor de que en adelante los patrones puedan solicitarle a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) el que determine quién tiene la imputabilidad (la culpa) de una huelga. En los hechos esa determinación implica un duro revés al derecho a huelga pues cada que una empresa sea emplazada, ésta podrá esquivar la negociación colectiva y en caso de que la huelga estalle ante la falta de respuesta a las peticiones obreras, esta apelar a la JFCA solicitándole que declare imputable (culpable) al sindicato. Siendo así, en caso de que la JFCA falle a favor del patrón los obreros perderían toda facultad legal y el derecho al uso de la huelga para reclamarle a la empresa mejores condiciones de trabajo o aumento salarial, así como el reconocimiento de sus derechos sindicales según sean las razones que motivaron el conflicto. Con esa maniobra legal el Estado adquiere más facultades para intervenir contra los derechos de los trabajadores y a favor de la patronal.
Es evidente que la burguesía y sus lacayos del PRI y el PAN se sienten envalentonados para lanzar esta clase de ataques; confianza que les ha venido no de su fortaleza sino de la enrome debilidad demostrada por la capa dirigente del movimiento obrero y de masas, los cuales han estado lejos de comportarse a la altura de los retos impuestos por la ofensiva capitalista.
Un factor de mucho peso y que le dio la confianza necesaria a la derecha para intentar hacer avanzar una contrarreforma laboral estancada por ya casi 12 años, fue la falta de determinación de López Obrador (AMLO) para luchar en serio contra el fraude electoral del pasado 1 de julio a favor de Peña Nieto (EPN) y el PRI, impulsando una campaña que se baso únicamente en la impugnación a través de los tribunales electorales y en la que no llamó a ninguna acción de fondo apoyándose en las movilización de las masas en las calles. La táctica de AMLO al depositar toda su apuesta en los tribunales, le dejó las manos libres al Estado al ser transformado este de esa manera en juez y parte, traduciéndose ello finalmente en la legitimación del fraude que llevará al poder a EPN el próximo 1 de diciembre si es que no se presenta algún cambio brusco en la situación.
El triunfo del fraude electoral a consecuencia de la incorrecta política de la dirección del movimiento de masas fue interpretado por la burguesía como un momento oportuno para lanzar un nuevo intento en pos de la contrarreforma laboral.
Limitaciones de la lucha legal
No obstante, y ante la amenaza inminente de la aprobación de la contrarreforma, esa actitud inconsecuente de los dirigentes no se modificó. Primero vimos a las fracciones parlamentarias del movimiento progresista (PRD, PT y MC) promoviendo inútiles alianzas con el PAN para tratar ingenuamente de apoyarse en ese partido patronal para frenar la contrarreforma, en vez de convocar a la clase obrera a movilizarse. Y ahora, tras el dictamen en el Senado, el PRD anuncia que pasará a la lucha legal promoviendo amparos y un recurso de inconstitucionalidad contra la reforma laboral.
Por su parte AMLO desde el 8 de noviembre ya había definido su postura sobre la clase de lucha que lanzaría en caso de que se aprobara la contrarreforma, declarando que promovería la interposición de amparos judiciales. Por su parte la UNT en el acto de conformación del Frente Amplio Social del 9 de noviembre e integrado por diferentes organizaciones campesinas, sociales y sindicales, ha anunciado que la táctica que adoptará será la interposición de amparos individuales y colectivos, además de la promoción de una acción de inconstitucionalidad.
Además, siguiendo la misma tónica, la dirección del Movimiento #YoSoy132 anunció que desarrollaría una consulta popular entre el 25 y 29 de noviembre para que la ciudadanía exprese su opinión sobre la contrarreforma laboral y, acto seguido, lanzar una campaña que se extenderá hasta el 17 de diciembre para recabar 1.6 millones de firmas (2% del padrón electoral) para solicitarle al Congreso de la Unión una consulta constitucional.
Los marxistas no nos oponemos al empleo de toda clase de causes al alcance de las clase trabajadora para luchar por sus derecho, pero estamos convencidos de que sea el medio que sea el que se emplee, en este caso la vía legal y la lucha parlamentaria, si éste no es apoyado con una intensa actividad de la base de los sindicatos y de los partidos de izquierda movilizándose en las calles e incluso desarrollando huelgas y paros, el fracaso está asegurado.
Esa aseveración ha sido ratificada por la historia de manera reiterada y estos son algunos casos recientes: En 2007 los tribunales fueron abarrotados sin éxito por cientos de miles de amparos para intentar frenar la contrarreforma a la Ley del ISSSTE; también tras la extinción de Luz y Fuerza en octubre de 2009, los dirigentes del SME pusieron un especial empeño en los recursos legales delegando a un segundo término las movilizaciones y sin embargo los trabajadores de esa extinta empresa paraestatal aún no recuperan su empleo. Por su parte, en 2012, AMLO inútilmente le apostó todo al frente legal en su lucha contra la imposición de EPN.
Intereses de clase irreconciliables
Es mucho lo que se juegan los empresarios con la contrarreforma laboral pues su objetivo es transformarla en una importante palanca de apoyo para sortear la crisis de la economía mundial y salvar sus beneficios, al abaratar aún más el precio de la fuerza de trabajo. La disyuntiva que enfrentan amplias capas de la burguesía es la de apabullar a la clase trabajadora o resignarse y mirar como sus ganancias se deterioran, dirigiéndose hacia la ruina. La contrarreforma laboral es una cuestión de vida o muerte para una clase dominante cada vez más asfixiada, por lo tanto obligarla a retroceder exigirá de la clase trabajadora un nivel de lucha no visto en décadas en nuestro país.
Pero para los trabajadores el revertir este ataque también significa una cuestión de vida o muerte, pues su aplicación se traducirá en muchos casos en despidos masivos y en otros, también de forma masiva, en el sometimiento a condiciones de vida y de trabajo de pauperización y sobre explotación.
Por consecuencia el impedir que la medida impuesta por el PRI y el PAN derive en más miseria para los trabajadores y sus familias requiere de algo por mucho superior a los amparos y a los recursos constitucionales. Es necesario hacer sentir al Estado y a los empresarios el verdadero peso de la clase trabajadora y qué tan lejos puede ir esta en la defensa de sus derechos; ese objetivo sólo se puede lograr por medio de movilizaciones de masas unificadas entre los sindicatos, Morena y los partidos de izquierda, golpeando juntos el mismo día y a la misma hora, además de impulsar paros y huelgas. ¡Necesita una huelga general de 24 horas! ¿De qué otra forma hacer sentir que quien tiene verdaderamente la fuerza en ente país son los trabajadores?
Desde que fue presentada la iniciativa de Calderón hace mes y medio algunos sindicatos declararon públicamente la posibilidad de ir a la huelga general de ser necesario, entre ellos el Stunam; unas semanas después a iniciativa de la CTM, varios sindicatos, entre ellos la UNT, arroparon la convocatoria de esa central obrera la cual definió para el 20 de noviembre la fecha del paro de labores. Y sin embargo más allá del llamado, desde entonces no se tomó ninguna medida práctica para organizar la huelga. Una serie de acciones firmes en ese sentido y ante el peligro inminente, posiblemente el PRI y el PAN abrían retrocedido; de hecho unos cuantos días antes del 13 el noviembre el PRI ya había anunciado que la contrarreforma había perdido su carácter constitucional de “preferente” y que se postergaría para después de la asunción de EPN del 1 de diciembre, demostrando con ello su nerviosismo.
Sin embargo esa clase de titubeos no fue interpretada como un signo de debilidad del Régimen ni por los dirigentes sindicales, ni por los de Morena y los de los partidos de izquierda, quienes se quedaron cruzados de brazos en lugar de llamar a una acción decidida para darle el golpe definitivo a ese entonces nuevo intento por imponer la contrarreforma laboral. Pero quienes si hizo la interpretación correcta fueron los estrategas de la burguesía, los cuales vieron en la parálisis de las direcciones obreras y de la izquierda una oportunidad para ir a fondo en sus objetivos; estos estrategas, entre ellos Carlos Salinas, inmediatamente y de forma ágil le demandaron a Peña Nieto su intervención para disciplinar al PRI en una sola línea: llegar a los acuerdos necesarios con el PAN y aprobar a la voz de ya la contrarreforma laboral. Resultado que se logró finalmente el martes 13 de noviembre.
Consejo General de Huelga
A pesar del avance logrado por la burguesía, la contrarreforma laboral aún pude ser revertida. La condición es pasar de las palabras a los hechos en lo relacionado a la huelga general. Es necesario unificar criterios y tener en cuenta que el reto ahora impuesto por la lucha de clases demanda medida a la altura de éste. En la asamblea del Frente Amplio Social del 9 de noviembre, Agustín Rodríguez del Stunam nuevamente insistió en necesidad de pasar a la huelga general para frenar la inminencia del ataque pues de acuerdo a él, como lo relata La Jornada del día 10, “no es con mítines, marchas y pancartas como lo lograremos”.
Sin embargo ese argumento fue inmediatamente respondido por José Olvera, integrante de la Comisión Política de la UNT, quien “aseguró que habrá una campaña nacional de amparos contra de la reforma y buscarán que los diputados de izquierda promuevan una acción de inconstitucionalidad” (La Jornada10112012)
Si bien la postura de Olvera refleja la inmovilidad que ha caracterizado a la dirección de esta central obrera durante los últimos años, por otro lado la posición del dirigente del Stunam expresa las presiones desde abajo y la voluntad de lucha entre la base sindical.
Es precisamente en esa voluntad en la que se tienen que basar los sindicatos, Morena y la izquierda partidaria para llamar a formar un Frente Único para revertir la contrarreforma laboral y basarse en esa agrupación de fuerzas para impulsar Consejo General de Huelga (CGH). A diferencia de la convocatoria del 20 de noviembre en la que no se hizo nada para organizar y preparar el paro de labores, esta vez necesitamos además de una fecha y una verdadera convocatoria a la huelga general, la creación de una instancia que aglutine y coordine todos los esfuerzos para la implementación de medidas concretas para el impulso del paro; esa instancia sería el CGH el cual impulsaría asambleas en todos los centros de trabajo, en los barrios obreros y en la universidades para discutir las medidas a tomar para asegurar el que la fecha acordada las fábricas, los servicios, el transporte y las escuelas se paralicen; también el CGH tendría que organizar una intensa labor de propaganda y agitación explicando la necesidad de la huelga para impedir los ataques y tras ello crear comités en apoyo a la huelga general en todo los sitios. Además el día de la huelga general se tiene que organizar las movilizaciones más masivas posibles en las principales ciudades de todo el país.
Los sindicatos, Morena y el PRD tienen la capacidad de lograr ese despliegue de fuerzas y no hay razón alguna que justifique el que no lo hagan; en todo caso el freno es el estrecho horizonte de los dirigentes guiado por su política reformista, la cual parte del falso supuesto de que los intereses de los empresarios pueden ser congeniados con los de los trabajadores. La conciliación de clases sociales antagónicas como la trabajadora y la burguesa, es imposible. Es por ello que los marxistas defendemos una política no de conciliación de clases, sino de independencia de clase; es decir de ruptura con el capitalismo por medio de la expropiación de los banqueros y empresarios para poner los bancos, las fábricas, la tierra y demás medios de vida bajo el control democrático de los trabajadores.
La limitación del reformismo (de ahí su incapacidad de jugar en estos momentos el papel que exige el estar a la cabeza del movimiento obrero) consiste en su política de tratar inútilmente de humanizar al capitalismo; y precisamente la superioridad del marxismo (de ahí su capacidad de ser la alternativa más viable para movimiento obrero) consiste en lo contrario: en su política para exterminar la barbarie capitalista. Dicho ello, en esa misma medida, la única oposición firme para la clase obrera ante el callejón sin salida que significa el capitalismo, es la de adoptar un programa socialista.
Camarada trabajador únete a Militante y lucha por estas ideas para tu sindicato u organización de lucha.
El gobierno de Calderón se ha distinguido por el rechazo general que provocó desde su inicio y que se fortaleció a lo largo de todo el sexenio, ahora en los últimos meses de su gobierno presenta el asesinato del Lazca y la aprobación de la reciente “ley contra el lavado de dinero” como dos grandes logros contra el narcotráfico. De esta forma el Calderonismo trata de revertir todo el descrédito del que es objeto. Sin embargo ni una ni otra medida tiene un impacto real sobre el narco.
Nadie le cree a Calderón
Imprecisiones, errores, infortunios y opiniones oficiales encontradas rodean la muerte de Heriberto Lazcano, sumado a ello la experiencia nos ha enseñado que en general hay que desconfiar de las palabras que Calderón y el prianismo dicen. Por todo ello la opinión general popular es que Heriberto Lazcano en realidad no está muerto y que todo se trata de un engaño más del presente gobierno.
Los medios de comunicación han abonado material para fortalecer la teoría del engaño sobre la muerte del Lazca, la revista Proceso ha dedicado casi todo un número a debatir sobre la veracidad de la muerte, ha consultado a peritos independientes y ha hecho su propio análisis, otros medios actúan igual. El diario Milenio, con una tendencia clara de derecha, está en la misma tónica, ellos afirman que “siguen existiendo muchas preguntas” al respecto y citan toda una larga lista de preguntas sin respuesta. Todo este debate está provocando que el aspecto más importante quede oculto.
Habría sido mejor
El gobierno de Calderón y el panismo se encuentra en franca banca rota, con fracturas internas muy graves y totalmente desacreditados. Los priistas, si bien están dando pasos firmes hacia la imposición de EPN, también se encuentran en grandes dificultades internas y externas, el asesinato del hijo de Moreira es prueba de ello. Panistas y priitas necesitan un poco de legitimidad, frente a la sociedad necesitan demostrar que sus gobiernos y sus políticas si pueden erradicar al narcotráfico, frente al pueblo trabajador necesitan mostrarse fuertes para evitar movilizaciones y aprobar contrarreformas como la laboral. Los grandes empresarios y banqueros también exigen un gobierno fuerte y capaz que les asegure un país controlado que les permita seguir obteniendo sus millonarias ganancias.
Por tanto lo que más convenía al prianismo era asesinar al Lazca e identificar perfectamente al cuerpo, no podía haber duda al respecto. Si el prianismo tuviera fotos, videos o pruebas periciales contundentes del asesinato habría tenido un capital político muy importante, habrían montado una alharaca mediática aún mayor a la actual, Calderón tendría elementos para autojustificar el sexenio de guerra sangrienta contra el narco, el ejército podría lavarse la cara y pasar de ser verdugo a héroe. Pero en lugar de esa potencial gloria, lo que tienen es todo un espectáculo que los muestra débiles, estúpidos e incapaces “a Vicente Fox se le escapó el Chapo vivo, a Calderón se le escapó el lazca muerto”.
Por otra parte es imposible que un capo como el Lazca con tantos enemigos mortales y amigos (a quienes no conviene su muerte o desaparición porque de ello depende la estabilidad de sus negocios) pueda ocultarse en ningún rincón del mundo. Para hacerle una nueva identidad a Heriberto Lazcano que lo convierta en persona normal se habría tenido que tejer toda una red nacional e internacional que, en vista de todas las presiones que surgirían, podría quebrarse muy fácilmente dejando al descubierto el engaño y creando más descrédito para la derecha en nuestro país.
La muerte del capo convenía totalmente a los planes de Calderón, por otra parte no se puede fingir y por si fuera poco, es de todos conocido que la política de Calderón no se orientó a enfrentar al narco en general sino sólo a la parte que le convenía más: banda de Lazcano. En vista de las necesidades de Calderón decimos que lo más probable es que el Lazca si haya sido asesinado.
Que implica la muerte del capo
El asesinato o encarcelamiento de los grandes capos del narco como Lazcano o incluso como el Chapo Guzmán no traerá ningún viso de paz y estabilidad sino muy al contrario. Para mantener sus cotos de poder las bandas se ven obligadas a recurrir a métodos más violentos, eso mismo ocurrió con el cartel de los Beltrán Leiva y con otros.
Si la violencia se incrementa como parte de un reacomodo entre los grupos del narco, entonces Enrique Peña Nieto (como presidente impuesto mediante el fraude) tendrá la justificación para fortalecer la presencia del ejército en las calles. Las funciones del ejercito en las calles, tal cual ocurrió con Calderón, no serán las de frenar al narco sino sobre todo la de intentar amedrentar al movimiento obrero, campesino y juvenil.
Un hombre en lo individual puede ser fundamental para la supervivencia de un cartel, pero no es fundamental para el gran negocio del narco. Este hunde sus raíces en el mismo sistema capitalista del cual depende y al cual fortalece con sus miles de millones de dólares en ganancias, los grandes consorcios financieros atraen el capital del narco y lo integran rápidamente y de manera normal al círculo de producción capitalista. El Mayo Zambada (que actualmente es uno de los grandes dirigentes del narco) ha sacado la conclusión correcta “El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.” (entrevista con Julio Sherer).
El problema fundamental no es el narco como tal sino todo el sistema capitalista que exige y sobrevive mediante negocios como este, el capitalismo es la fuente de todo el problema, por ello mientras exista el problema del narco y otros más seguirán igual.
Domesticar al león
La ley contra el lavado del dinero que se aprobó unos días posteriores al asesinato del Lazca, tampoco puede ser una herramienta para destruir al narco, Calderón ha dicho que con ella “se llega al corazón” del narcotráfico. La ley es inoperante pues aunque efectivamente cierra el paso para el lavado del dinero mediante la compra de mercancías, coches, joyas y casas, en realidad los métodos de lavado de dinero son mucho más complejos. Meses antes Mario di Constanzo argumentaba que el lavado de dinero es como pagar impuestos “si cierras un camino siempre hay otro”.
Debemos fortalecer la lucha
El movimiento obrero se va a enfrentar a un periodo de ataques, la reforma laboral es apenas una parte de los planes del PRI pero ya se están cocinando otros como la reforma energética, la fiscal, el recorte más amplio en el gasto social, etc. En medio de ello, enrique Peña Nieto usará el discurso del narco para militarizar las calles, tal cual lo han hecho ya en Ciudad Neza, y así tratar de infundir miedo entre la base de los explotados. El mensaje que lanzarán es el de “si luchas por tus derechos el primer problema que enfrentarás es el del narco, luego vendrá la mano dura del estado”. Ante ello los trabajadores no debemos caer en el juego ni debemos aceptar el chantaje, pues lo que está en juego son todos nuestros derechos más básicos.
La primer tarea que debemos seguir realizando es la de crear organizaciones, ahí donde no haya sindicato debemos crear el primer germen de este llamando a reuniones entre compañeros para discutir acciones de lucha y ahí donde haya sindicatos pero copados por charros debemos luchar por convertirlos en autenticas armas de lucha. Morena y AMLO deben poner en el centro de la discusión y la acción los ataques que está realizando Calderón en estos últimos meses y los que Peña Nieto pretende lanzar. Los estudiantes necesitan retomar la dinámica de movilizaciones y sacar las conclusiones correctas de lo que significo el #yo soy 132.
La solución al problema del narco no se podrá encontrar mediante la política militarista que la derecha ha practicado en estos años, tampoco se encontrará mediante regulaciones legales que en los hechos reales se convierten en papel mojado. La única alternativa es la lucha organizada de todos los trabajadores, jóvenes, campesinos y Morena, la única alternativa es destruir la fuente que fortalece al narcotráfico, es decir al capitalismo.
El viernes 7 de septiembre el primer ministro portugués, Passos Coelho, anunciaba por televisión y en horario de máxima audiencia las nuevas medidas adoptadas por su gobierno; el punto estrella era la reducción salarial del 7% a todos los trabajadores a partir de 2013, a través del aumento de las cotizaciones de los trabajadores a la Seguridad Social (Taxa Social Única) del 11 al 18% (equivalente a la pérdida de un salario entero repartido en un año) y a la vez que se reducía la contribución de los empresarios del 23,75% al 18%, en un trasvase de más de 2.000 millones de euros desde los bolsillos de los trabajadores a los de los empresarios. Era la gota que colmaba el vaso de la ira y el descontento popular.
Este brutal ataque se enmarca dentro de la presentación de los Presupuestos Generales de 2013, que conllevan un ahorro de 4.900 millones de euros respecto a los de 2012 [1], y que incluye también la disminución del número de funcionarios y nuevos recortes a su salario [2], más privatizaciones, endurecimiento de los criterios para obtener subsidios sociales y de desempleo, etc. Coelho y su ministro de Finanzas, Vitor Gaspar, trataron de justificarlo con el cínico argumento de "crear empleo" y apelando al “esfuerzo de todos” para salir adelante. Ese descarado intento de engaño no hizo más que aumentar la indignación general desencadenando una respuesta inmediata de los trabajadores y la juventud portuguesa. Un estallido social que pilló por sorpresa al gobierno, que subestimó la capacidad de respuesta de las masas tras meses y meses soportando constantes recortes.
Tras casi año y medio desde el rescate de la economía portuguesa (78.000 millones de euros en 3 años) y de las medidas de ajuste aplicadas por el gobierno de la derecha (PDS en coalición con el CDS-PP) los únicos resultados han sido una población cada vez más empobrecida y una economía en profunda depresión, , siguiendo la estela de Grecia. En este periodo se han destruido 300.000 puestos de trabajo, el salario medio se ha situado entre los 700 y 800 euros y el salario mínimo en 475 euros. A la vez, los impuestos no han dejado de aumentar, el IVA se colocaba en el 23%, el transporte público se ha disparado, ir al médico de cabecera cuesta 5 euros y 20 las urgencias. Los recortes en el gasto público han sido la tónica habitual así como las agresiones a las condiciones laborales: contrarreforma laboral, eliminación de festivos, aumento de la jornada laboral para los trabajadores del sector público, eliminación de pagas extras a los funcionarios y pensionistas, recortes en educación y sanidad públicas,... Y el futuro no es muy alentador. Según las previsiones del FMI, la economía portuguesa se contraerá un 3% en 2012 (otras fuentes hablan de al menos el 3,5%) y un 1% en 2013 (otros, de un mínimo del 1,5%), el paro rozará el 16% y, mientras, el consumo interno cae casi un 6% en lo que va de año y los ingresos el Estado están por los suelos. En este escenario, la decisión de la Troika tras su última visita al país ha sido, ante la evidencia de que era imposible llegar al objetivo de déficit del 3% en 2013, “suavizar” los plazos. En 2012 se permitirá un déficit del 5% del PIB (aunque se calcula en casi el 6% el déficit para este año), en 2013 del 4,5% y se dejará para 2014 el objetivo del 3%, ningún cambio en una política de recortes que pretende que la crisis de los capitalistas la paguemos los trabajadores.
La mayor manifestación desde el 1 de mayo de 1974
El sábado 15 de septiembre una marea humana de alrededor de un millón personas, según cifras de la propia prensa burguesa portuguesa, salía a la calle en 40 ciudades lusas en una convocatoria a través de las redes sociales, y a la que se sumaron los partidos de izquierda y los sindicatos, bajo el lema: “Al diablo con la troika. Queremos nuestras vidas”, y en la que los organizadores propusieron una huelga general popular que pare por completo Portugal. En Lisboa salieron a la calle 500.000 personas, que al llegar a la sede de la Asamblea de la República gritaban: “los ladrones están ahí dentro” y apelaban a la policía a detener a los diputados; en Oporto alrededor 150.000 manifestantes coreaban: “¡Gobierno, dimisión!” o “¡Las calles sin miedo!” a la vez que se pedía una "¡Huelga Ibérica ya!"; en Coimbra unas 20.000 personas, entre sus consignas: “España, Grecia, Irlanda y Portugal nuestra lucha es la misma", y así decenas de miles más se manifestaban en las calles de Viseu, Braga, Setúbal, Aveiro, Guimaraes, Bragança, Évora, Vila Real… en la movilización más importante desde el 1º de mayo de 1974, inmediatamente después de la caída de la dictadura y del triunfo de la Revolución de los Claveles, el 25 de abril del mismo año. Una manifestación histórica, tanto por su extensión y masividad como por sus consecuencias políticas, al obligar al gobierno a retroceder. Una primera e importantísima victoria del movimiento contra los planes de la burguesía, que pone de manifiesto la colosal fuerza de la clase obrera y la juventud cuando se pone en marcha.
Tras la fuerza demostrada el 15-S la siguiente cita para el movimiento fue el viernes 21 de septiembre a las 18 horas, esta vez frente al Palacio de Belém, sede del Consejo de Estado, convocado por el presidente Cavaco Silva para discutir las medidas anunciadas, y donde miles y miles de jóvenes y trabajadores exigieron la suspensión de las últimas medidas de austeridad y la destitución del gobierno, al grito de "Cavaco, escucha, el pueblo está en lucha" o "FMI fuera de aquí".
La radicalización política que se vive en Portugal ha tenido su expresión también en fuertes tensiones dentro del aparato del Estado. No es ningún detalle el comunicado hecho público tras el 15 de septiembre, de la Asociación de las Fuerzas Armadas portuguesas (AOFA), firmado por su presidente, el Coronel Manuel Martins Cárcel, en el que se afirma que “las tensiones sociales son muy graves y están causando protestas y manifestaciones” ante las que “las Fuerzas Armadas de la Asociación de Oficiales reitera su compromiso con los militares de que nunca aceptará el uso de la represión contra los ciudadanos”. Señala además, “Queremos extender nuestra más cordial solidaridad con todos los portugueses que sufren el peso de los terribles sacrificios que se están imponiendo (…) expresamos nuestra solidaridad con todas las iniciativas que sirven para poner fin a las prácticas abusivas” y rechazan que “debamos aceptar la imposición de sacrificios para conseguir una supuesta solución” que nunca llega y que siempre pagan los mismos “mientras que al mismo tiempo, ya sea en Portugal o en otro lugar, se acumulan riquezas sin límite, evitando que otros puedan obtener salarios justos”.
Hacia una situación revolucionaria
El temor a las consecuencias de una explosión social con un gobierno completamente deslegitimado, intervenido y con grandes tensiones internas (hay divisiones en el PSD, con miembros que se quisieron desmarcar de las últimas medidas, se está resquebrajando la coalición con sus socios de gobierno del CDS-PP y el PS ha retirado su apoyo, hasta ahora sin fisuras, a las políticas de austeridad y a los presupuestos de 2013) llevó a Cavaco Silva a maniobrar, convocando la reunión del Consejo de Estado. El objetivo: tratar de contener la situación, evitar que pudiera desembocar en una crisis política abierta con la caída del gobierno incluida, caos económico, el movimiento de masas en la calle y a la ofensiva y abriendo un escenario revolucionario con consecuencias dentro y fuera de las fronteras portuguesas, tanto en el terreno económico como en el de la lucha de clases. A la vez, trataba de preservar su propia autoridad de cara a acontecimientos futuros, apelando a que “hay que escuchar al pueblo”. Tras ocho largas horas de reunión, de madrugada, se hacía público un comunicado de la Jefatura del Gobierno en el que plantea “estar disponible para, en el marco de la concertación social, estudiar alternativas”. El gobierno tenía que ceder a la presión de la calle y el Consejo de Estado hacía un llamamiento al gobierno para realizar “esfuerzos para consolidar las finanzas públicas a fin de que se mejore el empleo preservando la cohesión social”, y recalcando que daban por “superadas las dificultades que podían afectar a la solidez” de la alianza de gobierno.
La burguesía portuguesa desea que con esta cesión pueda recomponerse un escenario de estabilidad política y paz social, e intentará basarse en los dirigentes de las organizaciones de la izquierda reformista y sindicales para ello. Muy sintomático, en este sentido, fue la reunión celebrada el 24 de septiembre de Passos Coelho a la que acudieron empresarios y sindicatos para tratar de volver a la normalidad y crear un clima de unidad nacional para tratar de aplacar el movimiento y continuar con la agenda de la burguesía. El primer ministro portugués anunció que habría medidas alternativas, entre ellas una nueva e importante subida de impuestos, en especial el de la renta, además de aumentar el de Patrimonio y el de transacciones financieras, en un intento de dar un toque igualitario. En cualquier caso, las dificultades para un gobierno herido de muerte están ahí. Tanto la CGTP como la UGT han rechazo el incremento de impuestos a los trabajadores, y el PS reitera su rechazo a apoyar los presupuestos de 2013. Las propias palabras de Coelho al término de la citada reunión muestran el límite que tienen: “La propuesta tiene que ser aceptada también por nuestros acreedores internacionales. Portugal se encuentra en una situación en la que ya no tiene autonomía financiera, por lo que es indispensable que estas medidas sean bien acogidas por la troika” (La Vanguardia, 24/09/12). El consejo de ministros extraordinario convocado el miércoles 26 para decidir las medidas se alargó durante más de siete horas, lo que demuestra las tensiones y la crisis política que vive, y no se ha querido hacer público nada más concreto, en un intento de evitar volver a echar más leña al fuego de la movilización. Y es que este mismo sábado 29 de septiembre está convocada por la CGTP una marcha a Lisboa contra los recortes, a la que llaman a participar todos los convocantes de las movilizaciones del 15 y 21 de septiembre, y a la que han anunciado su asistencia militares y policías.
Hay un choque de intereses brutal, entre una minoría de parásitos y la inmensa mayoría de la sociedad portuguesa. El 8 de octubre el Eurogrupo examinará las cuentas públicas portuguesas y en noviembre la troika regresará al país para determinar si continúan con el desembolso del siguiente tramo del rescate. Por otro lado la victoria conseguida por la lucha de masas ha sido una inyección de moral para los trabajadores y jóvenes de Portugal, que son plenamente conscientes de que los ataques van a continuar y que habrá que volver a responder. En este sentido, la manifestación del 29 de septiembre será no sólo un momento de celebración sino un paso más de una lucha que está totalmente abierta y que añadirá presión a los dirigentes sindicales y políticos de la izquierda para la convocatoria de una huelga general para echar abajo al gobierno.
Los efectos de la lucha en Portugal están teniendo un gran impacto en Grecia y en el Estado español, donde se está produciendo un claro repunte de la movilización contra la política de recortes. La lucha en el sur de Europa está cada vez más interconectada y sin duda tendrá un efecto expansivo en toda Europa. ¡Viva la lucha de la clase obrera! Frente a la catástrofe social provocada por el capitalismo, ¡por una Federación Socialista Europea!
[1] Una cantidad equivalente a alrededor del 25% de la masa salarial de todos los funcionarios portugueses.
[2] Los intereses anuales que paga Portugal por su deuda pública llegan casi a los 9.000 millones de euros, casi la mitad de lo que cuesta pagar a los funcionarios, según el economista João Abel de Freitas.
El pasado 30 de agosto se escribiría un nuevo capítulo gris en la historia de México: ese día el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) calificó como válidas las elecciones del 1° de julio, mismas que le dieron el triunfo a Enrique Peña Nieto (EPN), del PRI, en la contienda por la presidencia de la República, legitimando así un nuevo fraude electoral. Según los resultados oficiales el PRI obtendría la presidencia con un nivel del voto 100% superior al de 2006, es decir con 18 millones 727 mil 398 sufragios (38.15%) contra los 9 millones 301 mil 441 (22.26%) logrados 6 años atrás.
Por su parte el candidato de coalición de partidos de izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) alcanzó 15 millones 535 mil 117 votos (31.60%), menos de un millón por encima de los 14 millones 756 mil 350 comicios (35.31%) obtenidos en 2006. Para el PAN el número de votos fue de 12 millones 473 mil 106 (25.40%) contra los 15 millones 284 mil (35.89%) alcanzados seis años antes, traduciéndose esos resultados en un descalabro de aproximadamente 2 millones de sufragios.
En definitiva el éxito del PRI y su espectacular salto en su cuantía de votos no pude ser explicado sin la multimillonaria campaña que desplegaron los empresarios para asegurar su triunfo, pues como lo demostró el equipo de AMLO, los gastos para apuntalar la figura de EPN ascendieron a los 4 mil 599 millones 947 mil 834 pesos, cantidad dramáticamente superior a los 328 millones 608 mil 267 pesos impuestos por el IFE como tope de campaña para cada uno de los candidatos.
Si bien el fraude electoral tuvo un peso especialmente relevante en el triunfo del PRI, al mismo tiempo es necesario señalar que en esta nueva derrota también intervinieron otros factores, los cuales vale la pena analizar con la intención de sacar las mejores lecciones de cara al futuro.
Giro a la derecha
El 2006 marcó una antes y un después en la historia de la lucha de clase en México: como no se veía en décadas, ese año quedó de manifiesto la enorme voluntad de las masas oprimidas para trasformar la realidad, expresándose todo ello en un apoyo masivo a AMLO de cara a las elecciones de ese año; pero también dicha voluntad se expresó a través de la extraordinaria insurrección revolucionaria en Oaxaca con la APPO al frente y por medio de una significativa agitación sindical que tuvo como algunos de sus principales saldos la holeada huelguística de los mineros, el paro laboral de la sección XXII del CNTE-SNTE y la conformación del Frente Nacional.
El momento cumbre de este período fue el que se abriría el 2 de julio, día en que toda esa agitación social se manifestó de forma abrumadora por medio del voto para la coalición PRD-PT-Convergencia con AMLO a la cabeza, y que se extendió hasta mediados de septiembre, cuando millones de mexicanos movilizándose contra el fraude electoral abrieron una crisis revolucionaria en nuestro país.
Así, en el terreno de las posiciones políticas, las posiciones hacia derecha y hacia izquierda se cimentaron aún más no sólo entre los partidos tradicionales de la burguesía, sino también al interior del PRD donde corrientes como Nueva Izquierda, capitaneada por Jesús Ortega, y Foro Nuevo Sol, de Amalia García, entre otras, acostumbradas a cohabitar con el Régimen, asumieron más enérgicamente su papel como contenedores de la rabia social para impedir que esta utilizará como vehículo de expresión al partido del sol azteca.
Con dichos objetivos los chuchos y demás corrientes de derecha reconocieron por la vía de los hechos a Calderón además de que lanzaron una enérgica política de alianzas electorales con el PAN para contender por diferentes gubernaturas en 2010.
El giro a la derecha de la dirección nacional del PRD, bajo control de los chuchos, provocó confusión y desaliento entre los seguidores de la izquierda, viéndose ello reflejado en las preferencias electorales del partido del Sol Azteca. También otro ejemplo de desánimo fue el gobierno de Juan Sabines, mismo que renunció al PRI en 2006 para ese mismo año postularse y ganar las elecciones en Chiapas por la alianza de PRD, PT y Convergencia. Ya como gobernador, la primer medida de Sabines fue romper públicamente con AMLO y reconocer a Calderón para, acto seguido, gobernar con la misma política del PRI. Bajo Sabines, Chiapas, donde el pasado 1° de julio el voto rural en favor del PRI creció en un 274% respecto a 2006, fue transformado en una entidad clave para el fraude electoral. Y ni qué decir de la contrarreforma laboral impuesta en octubre del 2011 por la Junta Local de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal al amparo de Marcelo Ebrard, en la que se endurecieron los criterios para ir a huelga. También este es el caso de Gabino Cué, quien al frente del gobierno de Oaxaca, (al que llegó en 2010 gracias a una alianza electoral entre PAN, PRD, Convergencia y PT) reprimiera salvajemente a una movilización de profesores de la sección XXII del CNTE-SNTE, en febrero del 2011.
Titubeos
Todo lo anterior, y un rosario aún más largo de ejemplos de esa naturaleza, fue alejando a la base de apoyo del PRD de las urnas, a tal grado que en 2009 el voto para diputados federales total de los tres partidos de izquierda fue de 6 millones 355 mil 233 sufragios, cantidad inferior a los 11 millones 969 mil 049 de 2006. Para esos momentos esos resultados ya marcaban una tendencia, misma que se vio ratificada en las elecciones del 2010 y 2011 en las que el PRD perdería los gobiernos de Zacatecas, Baja California Sur y Michoacán, además del poderoso bastión amarillo de la región oriente del Estado de México.
En mucho todo ello fue obra del giro a la derecha de la dirección perredista bajo el control de los chuchos; sin embargo ese es sólo un lado de la moneda, el otro lo es el hecho de que el ala de izquierda del PRD, con AMLO al frente, no supo apoyarse en la significativa base de activistas honestos y democráticos al interior del partido, ni tampoco fue capaz de utilizar su enorme apoyo popular para frenar y expulsar del movimiento a las corrientes de derecha.
Y verdaderamente hubo varias oportunidades para rescatar al PRD de las garras de la derecha, una de ellas fue la elección interna del 2008 por la dirección nacional del PRD en las que izquierda y derecha se enfrentaron con Alejandro Encinas y Jesús Ortega como sus candidatos respectivamente; las votaciones de marzo dieron como vencedor a Encinas, provocando con ello la intervención de Calderón a través del TEPJF en favor de la derecha, asegurando que en noviembre Jesús Ortega fuera designado presidente nacional del PRD.
Otra oportunidad desperdiciada fue la polarización que se generó al interior del partido a principios de 2011 por el impulso de la alianza electoral entre PRD y el PAN para la contienda por el gobierno del Edomex; aquella vez la oposición abierta y decidida de la izquierda perredista hacia esa medida y el llamado de AMLO (quien solicitaría licencia temporal para retirarse del PRD) para rechazar esa alianza, provocó una reacción muy entusiasta de cientos de miles de militantes de base del PRD y de Morena que a través de diferentes actos de repudio presionaron hasta que la dirección del partido dio marcha atrás en su intento de contender en mancuerna con el PAN.
En ambos casos AMLO y los demás dirigentes debieron haber llamado a la masiva base de apoyo del PRD y de Morena a conformar comités de base para votar democráticamente resoluciones desconociendo a la dirección de Jesús Ortega y a todos sus aliados enquistados en el aparato de las direcciones municipales y estatales para convocar a nuevas elecciones internas y depurar al partido de todos los elementos arribistas y de derecha. Sin embargo titubearon y no lo hicieron, y los errores se pagan caros ya que al no ir con todo sobre las corrientes de derecha se permitió que estas continuaran con el PRD bajo su control, impulsando la misma política que fue socavando las posibilidades del movimiento de masas de llegar a la presidencia de México con AMLO al frente en 2012.
Pero también fue un error permitir que una serie de expriístas se encumbraran al amparo de AMLO, tales como Marcelo Ebrard, Juan Sabines y Gabino Cué. Desafortunadamente esta clase de historias aún no terminan, pues este es el caso de Camacho Solís y Manuel Bartett, quienes de la misma manera lograron sus respectivas senadurías tras las elecciones del 1° de julio pasado. Lamentablemente también esa clase de medidas genera confusión, desalentando a amplios segmentos del movimiento.
Todos esos elementos de derecha, desde los Chuchos y secuaces, hasta Camacho Solís, Marcelo Ebrad y otros han jugando un papel protagónico de manera abierta o tras bambalinas en la campaña de AMLO con el acuerdo de éste último, tenían como único objetivo evitar que el movimiento de masas en el marco de las pasada elecciones fuera más lejos, manteniéndolo dentro de márgenes manejables para impedir de esa manera que en esta nueva oportunidad, y ante la eventualidad de un nuevo fraude electoral, se repitieran escenas de la lucha de clases simulares o de mayor magnitud a las vistas en 2006.
Esa misma lógica fue la que impidió que en 2008 la contrarreforma petrolera de Calderón fuera derrotada estrepitosamente; en aquella oportunidad AMLO consultó y acordó con los cientos de miles de mexicanos que abarrotaron el Zócalo por su llamado el 18 de marzo de ese año, ir a un “un paro nacional patriótico” en caso de que el presidente espurio no diera marcha atrás en sus pretensiones. Sin embargo el plan de lucha votado ese día no se llevó a la práctica y se desperdició una oportunidad de oro para otorgarle un triunfo al movimiento de masas sobre sus enemigos de clase.
Otra oportunidad desaprovechada fue la lucha en defensa Luz y Fuerza y el SME, cuando tras el sabadazo del 10 de octubre del 2009, día en que la Policía Federal tomó las instalaciones de dicha paraestatal, la respuesta de la clase obrera para tratar de frenar el ataque de Calderón fue masiva: el domingo 11 por la mañana cientos de miles trabajadores y estudiantes tomaron las calles del centro de la Ciudad de México, cantidad que escalaría el jueves 15 hasta las 300 mil personas movilizándose nutridas por amplios contingentes sindicales, todo ello como acciones de repudio ante dicho ataque. Ello sin descontar las decenas de movilizaciones y actos de protesta desarrolladas en todo el país durante esos días.
Al igual que la contrarreforma petrolera, el ataque al SME removió las entrañas de la lucha de clases en nuestro país, teniendo esta vez como centro de la ofensiva de Calderón a uno de los sindicatos más combativos, y provocando una agitación y rabia social óptima para lanzar acciones de fondo para derrotar al Régimen. Si bien AMLO convocó a movilizaciones contra la extinción de Luz y Fuerza, nuevamente las acciones no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Tanto en el caso de la contra reforma petrolera como en el de la lucha en defensa de Luz y Fuerza, la inconsecuencia política, es decir la falta de un llamado serio a pasar a los hechos por medio del “paro nacional patriótico” como lo llamó AMLO en aquel 18 de marzo, pretendió ser sustituida por la promesa de que, un vez en el poder, tras las elecciones del 2012, el gobierno de izquierda se encargaría de revertir esos ataques, disipando de esa forma los ánimos de lucha del movimiento de masas.
El hecho es que esa táctica, la de no ir a fondo en cada oportunidad depositando todas las expectativas de solución de los problemas en un eventual gobierno bajo la conducción de AMLO tras las elecciones del 2012, impidió que éste llegara con un triunfo sobre el Régimen a la cita del pasado 1° de julio, ello a diferencia del 2006 cuando las elecciones estuvieron precedidas de la derrota de Fox y el desafuero en mayo del 2005 a cargo del movimiento de masas.
De cara a las elecciones del 2012, un triunfo de AMLO y del movimiento de masas sobre Calderón habría creado la agitación y el entusiasmo necesarios que acabarían dándole más confianza a la clase trabajadora en sus propias fuerzas, sacudiendo de esta forma a amplios sectores ahora afectados por el escepticismo y distanciados de la participación política desconsolados por la política de derecha de los chuchos y otros dirigentes de izquierda, pero también por la política de puertas abiertas para expriístas arrepentidos y los titubeos para ir a fondo en cada oportunidad. Nos atrevemos a asegurar que una política más decididamente de izquierda por parte de AMLO, apoyada en la huelga general, en el frente de las movilizaciones y la lucha contra los ataques de Calderón, habría allanado el camino no sólo para vencer a la derecha con relativa facilidad el pasado 1° de julio sino además para derrotar cualquier intentona de fraude electoral. Sin embargo eso no fue así y ahora las posibilidades de que Peña Nieto jure como presidente de la República el próximo 1° de diciembre son más que altas.
En condiciones de polarización social como la que se vive en México desde hace más de media década, lanzar una política clara, sin titubeos y que distinga claramente a la izquierda de la derecha resulta clave para el avance de la lucha contra el Régimen, pues de lo contrario, es decir zigzagueos políticos que en ocasiones no permitan percibir nítidamente la distancia entre uno y otro polo político, o sea entre izquierda y derecha, sólo alimenta el escepticismo inhibiendo la participación política de amplios sectores de entre los desheredados, prueba de ello son los millones de trabajadores y de jóvenes que no acudieron a las urnas el pasado 1° de julio. Y, por consecuencia, si AMLO, Morena y los partidos de izquierda pretenden verdaderamente ganar para el futuro el apoyo de esos millones que no acuden a las urnas y, cosa también especialmente importante, además preservar su actual base de seguidores, necesitarán un giro total hacia una política mucho más combativa en relación a la del pasado.
La lucha contra el fraude electoral
Sobre el fraude es necesario señalar que la derecha (los empresarios, sus partidos y su gobierno) inevitablemente usará todos los medios a su alcance para perpetuarse en el poder. Esa es una ley bajo la democracia burguesa y por ello en el marco de sus diferentes procesos electorales los poderosos pondrán a su servicio a las diferentes instancias electorales, el grueso de los medios informativos, así como todos los millones de pesos que se necesiten para asegurar el triunfo de su candidato. Y la magnitud mayor o menor con que empleen esos medios, es decir del fraude electoral, dependerá del grado de peligrosidad que representen sus adversarios. Es por ello que en una sociedad bajo la propiedad privada de empresarios y banqueros, la democracia no es más que la dictadura de los capitalistas sobre el resto de la sociedad.
¿Lo anterior quiere decir que la izquierda está condenada de por vida a las derrotas electorales? No en lo absoluto. Lo anterior significa que para que la izquierda acceda al poder se necesita algo muy por encima de lo que ha hecho hasta el momento, pues sin ser muy severos con AMLO ni soslayar importantes avances como lo fue la construcción de Morena, es preciso señalar que su táctica empleada durante los últimos seis años sólo se tradujo en un avance de un poco más de 750 mil votos respecto a 2006. Es evidente que el saldo hubiera sido significativamente mayor si AMLO hubiera optado por una política de rescate del PRD de las garras de los chuchos para poner la dirección de este partido al servicio del movimiento; si a la par de ello en cada oportunidad de luchar contra la políticas de Calderón se hubiera ido a fondo y si se le hubiera cerrado el paso a toda clase de arribistas que llegaron a enquistarse tanto en los tres partidos de izquierda como en Morena.
Además, en cuando a la compra del voto, factor de especial relevancia para el resultado en favor del PRI, para lograr una explicación de fondo que nos permita extraer las lecciones adecuadas de cara al futuro, es necesario señalar que sería totalmente insuficiente explicar ese fenómeno únicamente con argumentos como la ignorancia de los sectores más empobrecidos de la sociedad. Es cierto que la desesperación y atraso en que viven estas capas de mexicanos los hace presa fácil de la manipulación política, pero también es cierto que una política adecuada que conecte con sus sentimientos sociales hace que su conciencia política de un salto hacia adelante con relativa facilidad. Esa es la experiencia del partido bolchevique en la extremadamente atrasada Rusia de 1917, cuando de sus 120 millones de habitantes, 100 millones de ellos eran de campesinos analfabetas marcados por enormes sentimientos religiosos y que vivían en condiciones infrahumanas. Durante décadas la derecha y la contrarrevolución en Rusia se basaron en el campesinado como contrapeso a las aspiraciones revolucionarias de la clase obrera; son esos mismos campesinos los que van a atender por miles y miles el llamado del Zar a la guerra que sacudió a Europa entera desde 1914.
Sin embargo, llegado el momento y dadas las severas contradicciones del joven capitalismo ruso y los enormes costos de la guerra, entre estos el hambre generalizada, en 1917 los bolcheviques, quienes para entonces ya eran una fuerza con un serio reconocimiento entre el movimiento obrero a tal grado que podían convocar huelgas de masas, acuñaron el grito de “Pan, paz y tierra”. Lenin y Trotsky, máximos dirigentes del partido bolchevique, sabían que el proletariado ruso sólo podría tomar el poder a condición de ganarse el apoyo del campesinado pobre; y que para ello tenían que ser todo lo audaces posible; al grito de “Pan, paz y tierra” los bolcheviques lograron arrebatarle a la derecha en cuestión de semanas a su principal base de apoyo, el campesinado pobre, para ponerla al servicio de la revolución. Es por ello que la toma del poder del proletariado ruso el 24 de octubre de 1917 fue un acto prácticamente pacífico dado que ya no existía para ese entonces una fuerza seria capaz de levantar la voz para defender a la derecha y a los capitalistas rusos.
El ejemplo de la Rusia de 1917, en condiciones de atraso, pobreza, ignorancia y desesperación por mucho superior a las que predominan hoy día en México, demuestra cómo sectores tradicionalmente manipulados por la reacción pueden ser ganados para las fuerzas del progreso a condición de una política revolucionaria. Pero esa no fue la tónica de la campaña de AMLO la cual, con la entrada de empresarios arruinados o desamparados por el Régimen (tal es el caso de Cristina Sada Salinas, hermana de Eugenio Garza Sada, jefe del Grupo Monterrey, quien contendiera al senado por el Movimiento Progresista) perdió contenido haciendo un marcado énfasis en que su gobierno no haría ninguna clase de nacionalización o expropiación, pasando por alto, por ejemplo y de cara a los intereses del campesinado pobre y su enorme sed de tierras, la necesidad de revertir el profundo proceso de concentración de tierras que se ha dado a raíz de la contrarreforma al Artículo 27 Constitucional hecha por Salinas de Gortari y que ha dejado como uno de sus saldos, por ejemplo, que el 16.58% de la superficie del país esté bajo control de los consorcios mineros. Otro ejemplo es el de Cargill, empresa de origen estadounidense que, gracias a los cambios a la legislación, las sociedades mercantiles tienen derecho a la explotación de tierras con un límite de 20 mil hectáreas, tiene posesiones que le aseguran el control sobre la producción del 70% de los granos básicos de nuestros país. Sin expropiaciones y nacionalizaciones es imposible revertir ese proceso de concentración de tierras que ha empobrecido a millones de campesinos en México.
Sin embargo la ausencia de propuestas de fondo pretendió ser compensada por un discurso abstracto que no significaba nada, absolutamente nada, para los más de 22 millones de campesinos mexicanos, la mayoría de ellos hundidos en la miseria y desesperación más atroz: nos referimos a la República del amor. Estamos absolutamente convencidos de que la gran mayoría de esa gente humilde, para la cual 500 pesos son la garantía para mal comer durante un par de semanas o más, habría estado dispuesta a soportar su hambre y no vender su voto para apoyar a una alternativa de lucha que ha demostrado su valía en las calles enfrentando, e incluso derrotando en algunos casos, al Régimen y que además los llama a luchar por la expropiación de los latifundios, velados o abiertos, para dotarlos de tierra, y por la nacionalización de la banca para dotar al campo de créditos blandos para su industrialización y sacarlo del atraso. Pero lo que sucedió fue todo lo contrario, pues AMLO en lugar de plantear medidas de fondo para solucionar los problemas de los casi 60 millones de mexicanos pobres, optó, con los empresarios atrás de él picándole las costillas, por el leguaje abstracto de la República del amor, y de eso no se le puede culpar en nada a aquella pobre mujer que hundida en la desesperación y la miseria aceptó vender su voto ante el hecho de que aquellos que tienen el deber de organizar el malestar social, es decir la izquierda, y transformarlo en fuerza organizada verdaderamente capaz de subvertir el orden establecido, no lo hicieron.
Es por todo ello que, de cara al futuro, una lección es la de que el fraude electoral sólo puede ser combatido con posibilidades por medio de un profundo giro a la izquierda, mismo para el cual necesariamente se requiere romper todo compromiso con los empresarios, por muy “emprendedores” que sean, y también depurar a la vez al movimiento de elementos de derecha y arribistas.
Prueba categórica de lo anterior es la clase de lucha contra el fraude tras el 1° de julio impulsada por AMLO y que tuvo como cause exclusivamente el frente legal; es decir, la vía que significa dejar todo en manos del enemigo, en este caso el TEPJF, el cual pudo actuar prácticamente con manos libres para avalar el fraude al no contar con la presión adecuada en la calles. AMLO actuó de esa forma porque llegó a las elecciones atado de pies y de manos dado los compromisos adquiridos con los chuchos, los Camacho Solís, los Marcelo Ebrard y el ala de empresarios y demás elementos de pequeñoburgueses intelectuales infiltrados en Morena, ello sin olvidar que ya antes del 1° de julio el candidato de izquierda había firmado el pacto de civilidad con el resto de candidatos para reconocer los resultados de las elecciones, mismo que fue promovido por el IFE con los empresarios tras bambalinas. En ese contexto es como Peña Nieto pudo recibir su constancia como presidente electo prácticamente sin romper un vidrio.
Por un partido obrero con un programa socialista
El balance anterior nos sirve además como una magnífica base como punto de partida respecto al debate que se abrió el pasado domingo 9 de septiembre en el que, en medio de una asamblea informativa, AMLO llamó a sus seguidores a reflexionar sobre la pertinencia de transformar a Morena en un nuevo partido político o dejar a dicha organización en un estatus similar al que ha tenido desde que nació formalmente en octubre del 2011. Un detalle sobre el cual creemos necesario abundar antes de entrar a este tema es el hecho de que, muy a pesar suyo, AMLO al hacer este llamado dejando de lado cualquier iniciativa de peso para dar una verdadera lucha contra el fraude electoral, distrajo la atención sobre la entonces muy fresca decisión del TEPJF de avalar la imposición de Peña Nieto, facilitándole las cosas a la mafia en el poder para que su candidato tome posesión el 1° de diciembre próximo. Desde nuestro punto de vista no había ninguna contradicción que impidiera que el llamado del 9 de septiembre sobre la reorganización de Morena fuera acompañado de una convocatoria a una verdadera lucha contra la imposición de Peña Nieto.
En lo referente a Morena, los marxistas insistimos en la idea de que la forma en que se organizan los trabajadores y sus organizaciones está determinada por la situación objetiva del capitalismo y de la lucha de clases, además de la experiencia histórica de batallas del pasado, incluidas las más recientes.
La situación objetiva del capitalismo es de crisis a escala mundial, creando un entorno muy desfavorable para la economía nacional y para las ganancias de los empresarios; en esa clase de contexto recuperar terreno exige de la burguesía abaratar el valor de la mano de obra para incrementar la explotación; es decir, los empresarios, incluso los “emprendedores”, necesitan profundizar la misma fórmula que de 1980 al 2006, por ejemplo, permitió que el volumen de sus ganancias en proporción al Producto Interno Bruto (PIB) creciera del 56.3% al 61.9%, a cambio de reducir la masas total de salarios del 36% al 28.6% durante el mismo periodo. La clave para la burguesía sobre el camino a seguir respecto a la crisis del capitalismo ha quedado de manifiesto en el gradual pero firme desplazamiento de mercancías chinas a cargo de mexicanas en el mercado de los Estados Unidos, ello a raíz de que la brecha entre los salarios de los obreros chinos, famosos por ser de los más bajos del mundo, prácticamente se ha cerrado: mientras que hace 10 años los salarios en las manufacturas mexicanas eran 237.9% superiores a los de China, actualmente esa ventaja es apenas del 7.3%. El objetivo de la burguesía mexicana es no sólo eliminar esa diferencia sino además invertirla para profundizar la explotación, traduciéndose ello en una tarea del movimiento obrero para ser enfrentada.
En lo referente a la política, si en condiciones de auge económico cuando los negocios marchan bien la burguesía no está dispuesta a ceder por las buenas sus posiciones en el Estado, menos lo hará en condiciones de crisis económica cuando la lucha por los beneficios es una cuestión de vida o muerte en tanto clase dominante. De ahí recursos como el fraude electoral y otras triquiñuelas para mantener en el poder a los agentes de la burguesía, tal como ha sido el caso de Calderón y Peña Nieto por citar los ejemplos más recientes.
Para salir de la crisis económica la burguesía necesita aplastar totalmente las condiciones de vida del proletariado, el apoyo de todas las leyes, de todas las instituciones y de toda la fuerza represiva del Estado.
De forma paralela a todo lo anterior se encuentra un gran descontento social que a cada oportunidad en los últimos años da enérgicas muestras de su voluntad de transformación social. Unas veces en millones movilizándose contra el fraude electoral del 2006 y otras con apenas unos cuántos de miles, como los 4 mil obreros de la automotriz Nissan que el sábado 22 de septiembre tomaron la carretera México-Cuernava por espacio de tres horas en repudio de la contrarreforma laboral que en estos momentos se debate en el Palacio de San Lázaro,.
Todo lo anterior aderezado por una crisis exacerbada del Régimen, misma que no es más que la expresión superficial de la crisis y divisiones en el seno de la propia burguesía (un ejemplo de ello es la guerra por el mercado de las telecomunicaciones entre Televisa, TVAzteca, Multivisión y Telmex) que debilitan al Estado. De hecho Peña Nieto heredará para su gobierno la debilidad y divisiones que han caracterizado a la administración de Calderón.
En esencia esas son las variables que deben ser tomadas en cuenta para definir qué tipo de de organización necesitan los trabajadores y demás sectores oprimidos por el capitalismo mexicano, de ahí que el primer factor a resolver es el tipo de programa de lucha que necesitamos. El aferre de la mafia del poder al Estado es una prueba irrefutable de que la burguesía no está dispuesta a permitir ninguna clase de reforma que entorpezca el papel actual de las finanzas públicas como fuente de financiamiento de sus negocios, como es el caso del rescate bancario, o que impida que la explotación se profundice: por ejemplo un gobierno de AMLO pondría en aprietos una contrarreforma laboral como la que ha presentado Calderón a las cámaras. En esa medida el único programa posible de lucha y acorde a la altura de los retos que impone el momento actual de la lucha de clases es aquel que llame a luchar de forma unificada al conjunto de los trabajadores de la ciudad y del campo por mejores salarios, empleo estables, más escuelas y hospitales, por créditos blandos para el campo, por vivienda social y servicios públicos, por una jornada laboral de 40 horas sin reducción de salario, por seguro universal de desempleo, etcétera, y en el que se convoque a expropiar a la burguesía y a derrocar al Régimen para ser sustituido por una democracia obrera y socialista. Cualquier organización o partido que se diga representante de las causa de los pobres y explotados de este país se tiene que fijar como tareas prioritarias para el próximo periodo derrocar a Peña Nieto y expropiar a la mafia del poder y el resto de la burguesía, por ello es indispensable que AMLO y los demás dirigentes de izquierda rompan con los empresarios y abandonen cualquier ilusión en el capitalismo.
Para darle certeza a un plan de lucha de esa magnitud es indispensable la unidad con los sindicatos pues, dado el papel que juegan los trabajadores en la producción, solamente de ese vínculo puede brotar toda la fuerza necesaria para derrotar al Régimen y al capitalismo. En esa medida resulta indispensable que el partido no tenga un carácter electorero, es decir que sólo tenga vida en las coyunturas electorales, y que participe en las diferentes luchas de la clase obrera, desde una huelga en una pequeña fábrica hasta en las grandes batallas en defensa de los intereses de la clase obrera. Lo que no puede seguir sucediendo es que el movimiento de masas de la lucha política camine en carriles separados a los del frente sindical. Los trabajadores tenemos que impedir que, por ejemplo, de cara al pasado fraude electoral, los dirigentes sindicales, más allá del SME, Tranviarios y la CNTE, no hayan convocado a la lucha abierta contra la imposición de Peña Nieto ni que, en el caso de AMLO, la participación de éste en la lucha para frenar la contrarreforma laboral hasta el momento se haya limitado a declaraciones y sin hacer ninguna convocatoria para que Morena participara con toda su fuerza en la movilización organizada por los sindicatos el pasado 21 de diciembre.
Sin una vinculación decidida con los sindicatos, cualquier partido que pretenda representar los intereses de los pobres y explotados tendrá serios obstáculos de frente, algunos de ellos insalvables, para poder alcanzar sus objetivos.
Ante todo lo anterior otro ingrediente de especial relevancia será la democracia interna y la vida de partido; para ello se requiere métodos de organización que impulsen la creación de Comités de Base y la transformación de estos en la célula fundamental del partido. No puede haber ninguna decisión importante sobre la política del partido ni la definición de cargos internos de dirección o la postulación a un cargo de elección popular sin la participación directa y democrática en todo ello de los militantes de base. También para impedir que los dirigentes se burocraticen y transformen al partido en un medio para sus beneficios personales y de grupo, además de cerrarle el paso a toda clase de arribistas y elementos ajenos al movimiento, se deben implementar medidas como la rendición de cuentas por escrito y frente a los militantes de base de forma periódica, la revocación del cargo en asamblea democrática en el momento que sea necesario y la imposición de la política de diputado obrero, salario obrero, o sea que nadie al interior del partido reciba un ingreso superior al monto que le permita vivir dignamente, pero lejos de todo lujo y exceso, que son la fuente por medio de la que el sistema corrompe a los dirigentes de izquierda. Lo mismo aplica para todo aquel que asuma un cargo de elección popular, quien tendría que entregar integro su cheque al partido para que este le devuelva a cambio una cantidad en condiciones idénticas a las del primer caso.
Por último estamos convencidos que si la burguesía y sus organizaciones actúan como un sólo hombre al momento de luchar por imponer sus intereses de clase sobre los trabajadores, por consecuencia todos los explotados y oprimidos por el capitalismo estamos obligados a actuar con toda la mayor unidad posible en el marco de una política de independencia de clase; es por ello que pensamos que la medida correcta por encima de transformar a Morena en un cuarto partido de izquierda, es la de lanzar la conformación de un sólo partido, un partido obrero, basándose en la masiva base de apoyo de Morena y también en la del PRD, donde también hay cientos de miles de militantes de base honestos y entregados a la causa de la izquierda y del resto de partido de izquierda, lanzando a la vez una enérgica política para expulsar del movimiento a todos los elementos de derecha, empezando por los empresarios “emprendedores” y siguiendo con los chuchos y otras corrientes y personajes afines infiltrados tanto en el PRD, en PT en el MC y en Morena.
En síntesis proponemos un giro a la política con que se ha dirigido el movimiento de masas durante los últimos años, sustituyendo al reformismo por una política revolucionaria y socialista en la que el objetivo no sea la imposible tarea de humanizar el capitalismo, como se lo proponen inútilmente los reformistas, sino la de arrebatarle el poder político a la burguesía para eliminar su monopolio sobre los diferentes medios de vida y poner bajo el control democrático de los trabajadores en alianza con el campesinado pobre las fábricas, la banca, la tierra y el resto de palancas fundamentales de la economía.
La anterior es la política por la que continuaremos pugnando los compañeros de Militante entre los militantes de base de Morena, independientemente de que se mantenga como organización social o sea transformado en un nuevo partido, del PRD, de los sindicatos y de toda aquellas organización por medio de las que luchan los trabajadores. Los marxistas luchamos por un partido obrero con un programa de clase, democrático, combativo y que unifique como un solo cuerpo a la clase trabajadora. Camarada únete a Militante, lucha a lado de nosotros por la conformación de esa clase de partido, único capaz de derrotar al capitalismo.
En los últimos meses y semanas México se ha experimentado una serie importante acontecimientos de trascendente implicación en la lucha de clases y sobre los cuales es necesario ahondar lo necesario para visualizar las perspectivas que se abren hacia el futuro.
La bancarrota capitalista y la alternativa de la burguesía
Lejos del optimismo del 2010, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) creció en un 5.5%, tras la contracción sufrida un año antes del -6.5%, la mas severa en 70 años, el nerviosismo es ahora el común denominador de los estrategas de la burguesía quienes ven con preocupación de la tendencia a la baja de la economía nacional demostrada en el dos últimos años, misma en el que el crecimiento ha sido del 3.9 y 3.5% respectivamente. Y si bien el Banco Mundial pronostica un ligero mejor comportamiento del PIB mexicano para 2013 (4.0%), los propios balances de dicha institución no contradicen la tendencia negativa pues sus cálculos señalan que en 2014 el crecimiento apenas alcanzará el 3.9%. En buena medida ese desenvolvimiento está muy asociado con la dinámica de la economía yanqui, para la cual se prevé un raquítico crecimiento en 2012 y 2013 de 2.1 y 2.4% respectivamente. Este último dato de forma paralela a la desaceleración de la economía China, misma que en junio pasado registró 18 meses consecutivos de decrecimiento, y la contracción sufrida por la Unión Europea de 0.1% durante el segundo semestre del año que corre, ya vaticinan una nueva recesión.
En ese marco la burguesía, y ante la perspectiva de una nueva recesión, se ha visto obligada a redoblar esfuerzos y luchar a toda costa por profundizar la estrategia que ha empleado en los últimos 30 años, lapso en el que los salarios se devaluaron un 80%. Bajo la política los capitalistas lograron que de 1980 a 2006 por ejemplo, el volumen de sus ganancias en proporción con el PIB pasara del 56.3 al 61.9%, mientras que al mismo tiempo el valor de la masa salarial decreció del 36% al 28.6%.
Además otro resultad de la táctica de los capitalistas en el contexto de la crisis de la economía mundial, misma que estalló en 2007-2008 y que perdura hasta el día de hoy, fue el crecimiento del PIB nacional en 2010 de 5.5%, el cual reposó sobre la espalda de los trabajadores, puesto que en aquel año mientras la producción manufacturera repuntó en un 43% y la productividad de los obres se desarrolló en un 5.8%, por su lado el costo unitario de la mano de obra en dicho sector se redujo un 9%. Particularmente la tendencia general entre producción, productividad y salarios impuesta por la burguesía, se puede visualizar contrastando los salarios nacionales con los de China, ambos en las manufacturas: mientras en 2002 el salario de dicho sector en México eran 237% superiores a los de sus pares enchina, esta diferencia se fue recortando al paso del tiempo hasta ya ser en la actualidad del 7.3%. Es de esta forma como se explica el que en junio-julio pasado las exportaciones mexicanas hayan ocupado el 14.2% del total de las importaciones de los EEUU, nación destino del 80% de las exportaciones nacionales, siendo el caso contrario el de China cuyas exportaciones a territorio yanqui ahora son apenas del 26.5% respecto a las importaciones totales de la principal nación imperialista, cifra por debajo del máximo histórico del 30% de 2009.
El fraude electoral y contrarreforma laboral
Está claro que la burguesía no tiene otro camino que el continuar por la misma senda si es que pretende albergar alguna esperanza seria para superar las vicisitudes económicas, es por ello que jamás titubeo en su idea de evitar a toda costa perder el control sobre el Estado, aunque fuera de forma marginal, pues bajo las condiciones actuales el capitalismo no puede tolerar nada que no sea en su beneficio, aunque se trate de la reforma mas tibia que pretenda aligerar modestamente la enorme carga que pesa sobre la clase trabajadora. En esencia esa es la explicación de fondo que motivó a la burguesía a actuar de la forma más osada y cínica posible implementando un nuevo fraude electoral que le dio al PRI y a su candidato, Enrique Peña Nieto (EPN), casi 19 millones de votos, es decir 100% más que lo alcanzado por éste partido en las elecciones presidenciales del 2006, cuando apenas superó los 9 millones de sufragios. Con EPN al frente se pretende que el Estado siga siendo el principal garante de la política de choque contra la clase trabajadora, objetivo que podría verse limitado por un gobierno dirigido por López Obrador (AMLO) el cual estaría enormemente presionado por las clases desheredas demandando justicia social.
Prueba de la importancia que esta medida ha tenido para la burguesía fue la inmediata confianza que sintió tras el 30, día en que el tribunal electoral convalidó las elecciones, y 31 de agosto, cuando esa misma instancia le entregó a EPN su constancia como presidente electo, y el 9 de septiembre, fecha en la que en los hechos AMLO renunció a cualquier forma de lucha seria contra el fraude electoral. Tras el 1 de julio AMLO optó por no llamar a las masas a movilizarse y a cambio depositó toda su apuesta en la vía legal por medio de la impugnación de las elecciones, prácticamente dejándole las manos libres a las instancias electorales para que actuaran en consonancia con los planes de los empresarios; sin embargo la puntilla para el movimiento sería el 9 de septiembre cuando en plena mitin en el Zócalo de la Ciudad de México el máximo dirigente de la izquierda llamó a su seguidores a debatir sobre la idea de mantener a Morena como organización social o transformarlo en un nuevo partido político, transformado de esta manera a la imposición de EPN en el poder en un aspecto secundario y marginal.
En ese contexto Felipe Calderón, a pesar de estar en la recta final de su gobierno, se animó a lanzar de nuevo la contrarreforma laboral, misma que ya fue aprobada este 28 de septiembre por los diputados del PRI, del PAN y demás partidos de derecha, quienes impusieron su mayoría sobre las fracciones parlamentarias del PRD, PT y MC, y en la que contempla eliminan importantes derechos de los trabajadores, muchos de ellos a través de la contratación por hora. Si bien aun falta su ratificación en el Senado, mismo que tiene un plazo máximo de 30 días para dictaminar, la perspectiva se presenta muy similar al resultado de la Cámara de diputados pues los dirigentes del sindicalismo independiente, los cuales arengaban apenas hace un par de semanas sobre la convocatoria a la huelga general, ahora están proponiendo como centro de la lucha la impugnación de la contrarreforma ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Lucha de clases
Esos episodios podrían representar el fin del paréntesis de casi 12 años en los que los gobiernos del PAN, el de Fox y el de Calderón, estuvieron semiparalizadas en el impulso de las contrarreformas más añoradas por la burguesía a consecuencia de la acción de las masas proletarias en las calles. Se trató de un periodo en el que incluso, como lo fue en 2006, se presentó la oportunidad para que los trabajadores tomaran el poder. Sin embargo toda esa energía ha sido desperdiciada por la dirección del movimiento, factor que está siendo aprovechado por la burguesía para atacar.
No es descartable que en algunos meses el nuevo gobierno del PRI esté impulsando una contrarreforma fiscal para eliminar la tasa cero en IVA para alimentos y medicamentos y acto seguido, ahora si ir por una privatización clásica del sector energético, Pemex y CFE, o cuando menos profundizar de manera más agresiva la “privatización silenciosa” de ambas paraestatales.
El hecho es que sería un error pensar todo ello significará un día de campo para el PRI. Nada más parecido a ello. El lapso de 2001 a 2006 fue de una significativa actividad sindical, siendo éste último año el más intento; tras las elecciones de 2006 y la lucha contra el fraude electoral de ese año el movimiento de masas se expresó en los últimos años principalmente a través del frente político, significando ello un respiro para los dirigentes sindicales quienes veían como las masivas convocatorias de AMLO le sacaban presión a los sindicatos, cuestión que fue aprovechada pro estos para sólo convocar tibiamente en el mejor de los casos cada que se requería que los trabajadores se hicieran presentes en las calles a través de sus gremios, siendo un ejemplo de ello el del SME, cuya lucha tras el golpe de Calderón en Octubre del 2009 no fue acompañada de los llamados verdaderamente serios a la movilización por parte de la dirección de la UNT. Pero ahora la crisis de capitalismo impone dos realidades a la lucha de clases: a pesar de la aprobación de la contrarreforma laboral, para la burguesía aún no es suficiente y necesita apabullar más todavía las condiciones de vida de los trabajadores (desmantelas la seguridad social, aplastar las pensiones, eliminar el reparto de utilidades y los aguinaldos…) y por otro lado el Estado no puede comprar la paz social y sí por el contrario, requiere recortar más las conquistas sociales, entre ellas la educación pública.
Todo ello, para mala fortuna de los dirigentes sindicales, pone en el centro de los ataques al movimiento obrero. Y los síntomas de cambio ya empiezan a notar, tal es el caso de dirigentes como Agustín Rodríguez del STUNAM y miembro de la dirección colegiada de la UNT, pero también otros dirigentes, que se han visto obligados a plantear la posibilidad de pasar a la huelga general como forma de lucha. Otro síntoma es el de los 4 mil obreros de Nissan tomando en dos oportunidades la carrera México DF-Cuernavaca pretextando contra el reciente ataque; destacamos este caso porque salvo los mineros, la actividad política de los sindicatos de industria ha sido baja en los últimos años, haciendo del caso de Nissan un hecho destacable pues puede ser ya un anticipo de la entrada a mediano plazo de este tipo de batallones a la lucha de clases.
Por otra parte el surgimiento del #YoSoy132 en mayo pasado, siendo esta la primera expresión del movimiento estudiantil de alcance nacional desde 1968, también es un síntoma digno de destacar. Y precisamente el día de hoy, cuando se cumplen 44 años de la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, viarias escuelas de la UNAM, del IPN y de la UAM, todas en el DF, han respondido favorablemente al llamado de huelga estudiantil de 24 horas. Seguramente este, que es un hecho inédito en varios años, será el caso de varias decenas más de colegios y universidades de distintas ciudades del país.
No negamos la posibilidad de un impase que incluso sea aprovechado por la burguesía para ser mas agresiva, pero en todo caso de darse será temporal, pues el cambio de eje de gravitación del frente político-electoral al sindical y la irrupción del movimiento estudiantil, significan también la entrada de batallones frescos a la lucha de clases. Existen síntomas importantes de lo que se está cocinado en las entrañas del movimiento obrero y juvenil y llegado el momento toda la rabia acumulada brotará sobre la superficie y más que un día de campo, lo que se está gestando en México es nuevo choque de trenes.
¿Se trata del final de ese largo periodo de 12 años de espera de la burguesía o de tan sólo de un paréntesis? Aún no está la última palabra al respecto, pero está claro que la estabilidad social no es el panorama más probable para el transito del nuevo gobierno del PRI.
Ante ese panorama resulta doblemente trascendente una alternativa revolucionara como la que defiende Militante en la que se llame al movimiento obrero a expropiar a los capitalista bajo el control democrático de los trabajadores.
Por encima de detalles que rayan en lo grotesco, tales como la prohibición de la Secretaria de Economía para emplear la palabra “socialista” para “el uso y cambio de las denominaciones o razones sociales con las que pretenden constituirse las sociedades y asociaciones”, ello por considerar dicho termino como “humillante y ofensiva”, según la reglamentación de dicha dependencia pública, esta reciente medida del gobierno de Calderón dada a conocer en La Jornada en línea de este domingo, 30 de septiembre, titulada Prohíbe SE usar palabras 'socialista' o 'migrante' para registrar empresas, posee mucho fondo político. (1)
Esta ultrareaccionaria iniciativa de Calderón similar a las de la peor época del oscurantismo cuando miles de libros eran quemados, en muchas ocasiones junto con sus propietarios, por considerarlos impíos, definitivamente refleja de manera indirecta las características fundamentales del actual periodo histórico de la lucha de clases en México y el mundo.
La época actual está lejos de ser la del verano de 1987 cuando el expresidente de los EEUU Ronald Reagan pronunciara ante la Puerta de Brandeburgo aquel discurso en el que, contrastando los avances de Occidente contra el “fracaso”, “retrocesos” y “declive” de la ex Unión Soviética, por emplear los términos del propio exmandatario yanqui, éste decretara la superioridad del capitalismo sobre el socialismo para, acto seguido, exigirle a Gorbachov , ex presidente ejecutivo de la antigua URSS, que derribará el muro de Berlín(2). Así, apelando a la “libertad”, la “paz mundial”, la “democracia”, el “desarrollo”, entre otras categorías todas ellas virtudes de “los mercados libres” de acuerdo al entonces dirigente de la principal potencia imperialista, Reagan señalaría que el conjunto de la humanidad se dirige a un “mundo más libre y más seguro” para finalmente aseverar que “…el día de hoy [es decir, el supuesto triunfo del capitalismo sobre el socialismo (3)] representa un mundo de esperanza.”
Pero bastó poco tiempo para que el optimismo capitalista se fuera por tierra, siendo la Guerra del Golfo (cuando las potencias imperialistas se unieron para lanzar una ofensiva militar en enero de 1991 con el objetivo de aplastar a Irak) y la Guerra de Bosnia (promovida por las naciones imperialistas entre 1992 y 1995 para balcanizar y desgarrar países enteros de la ex “cortina de acero” y de la propia ex URSS de acuerdo a sus intereses) una severa respuesta de la realidad ante la idea de el capitalismo como supuesta única alternativa posible para la humanidad y como garantía para la “estabilidad”, la “paz mundial” y el “desarrollo”.
Pero también los datos de la evolución de la pobreza niegan el falso optimismo del capitalismo de hace dos décadas y media pues, de acuerdo a los propios balances del Banco Mundial (BM), actualmente viven en extrema pobreza, es decir que dependen de dólar y medio o menos al día para subsistir, de acuerdo a la cuestionada metodología del BM, 1.1 mil millones de personas tan sólo en los llamados países en desarrollo; para el caso de África Subsahariana este tipo de pobreza creció de los 205 millones de 1981 a los 395 millones de 2005. Sin embargo cuando el estándar de medición se eleva a los dos dólares por día como máximo, segmento también considerado en condiciones pobreza por el BM aunque no extrema, el número de pobres en los países dependientes se eleva a los 2.47 mil millones. Sobre este último sector el propio BM, quien hiciera esta medición en 2008, reconoce que prácticamente no ha habido avances desde 1981.(4). Sin embargo el flagelo de la pobreza también golpea el corazón del capitalismo mundial y máxima potencia imperialista, los EEUU, nación en la que producto de la actual crisis económica el número de pobres pasó de 36.6 millones en 2006 a 46.6 millones en 2010, siendo éste último dato el mayor registro desde 1993 (5). Ello mientras que al mismo tiempo en Europa se registran 80 millones de pobres (6).
Además el desempleo, de acurdo a cifras producto de una metodología también cuestionable de BM, alcanza a 205 millones de personas, representando la cifra más alta en la historia según la ONU (7). Pero la situación es más dramática si consideramos que la cantidad de aquellos con empleo vulnerable o temporal es de mil 530 millones de trabajadores(8), es decir empleos de basura de los cuales hay muchos en los que la diferencia entre el ser empleado o desempleado es casi inexistente, como el caso de los 6 millones de mexicanos que laboran sin ningún salario y que dependen de propinas o dadivas similares.
Contrario a todo ello, durante todos estos años en el mundo entero se ha desarrollado un proceso obsceno e inédito en la historia del capitalismo de concentración de riquezas en pocas manos, esto no sólo a pesar de la actual crisis económica sino también como producto de esta ya que mientras en 2005 había en todo el planeta 8.8 millones de ricos con activos mayores al millón de dólares y menores a los 30 millones, para 2009 esa cantidad de personas ya ascendía a los 10 millones. Para ese último año la riqueza calculada del total de esa capa de ricos era de 39 billones de dólares, equivalentes a tres veces el PIB de los EEUU; por su parte también para 2009 el número de multimillonarios con activos superiores a los 30 millones de dólares se limitaba a las 93 mil 100 personas cuya fortuna en su conjunto sumaba los 13,845.000.000.000 millones de dólares, cantidad similar al valor de todo el PIB de la Unión Europea(9).
Y por si todo lo anterior no fuera poco, a todo eso se le agrega el viacrucis que le está haciendo padecer el capitalismo de todo el mundo a la clase trabajadora, pues la burguesía necesita aplastar las condiciones de vida de las masas desposeídas como una más de las condiciones importantes para superar la crisis económica que sacude al planeta entero desde 2007-2008 a la fecha: recortes a los salarios, desempleo masivo, destrucción de las conquistas sociales… En síntesis barbarie y más barbarie como producto de la crisis y como precondición para salir de ella, es lo único que puede ofrecer en estos momentos el capitalismo en el mundo entero.
En ese marco, en el que todas las mentiras acuñadas por los capitalistas desde hace dos década y media en la víspera del colapso de la URSS caen por tierra sin el más mínimo argumento en su defensa, es en el que millones de trabajadores y jóvenes ponen en duda todos los días la vigencia de un sistema, el capitalista, que los condena a la desesperación y al sin futuro y en el que al mismo tiempo reflexionan sobre la pertinencia de algo diferente; en ese marco en el que como nunca en la historia reciente la democracia burguesa y el Estado se han quitado toda careta de hipocresía demostrando su verdadero rostro como herramienta de dominación al servicio del gran capital; en ese mismo marco en el que también todos los días esos mismos millones de trabajadores y jóvenes son testigos de la inconsecuencia política de sus dirigentes que los codena a una lucha estéril para detener los ataques de los banqueros y empresarios; en ese marco en el que a pesar del freno objetivo que representan los dirigentes del movimiento obrero y de izquierda, todos los días cientos de miles de trabajadores y jóvenes salen a protestar, a luchar, a defender sus derechos y sus intereses de clase frente a los capitalistas y sus respectivos estados; precisamente es en ese marco en el que, fruto de esas contradicciones, todas, absolutamente todas, las tesis fundamentales del socialismo científico de Marx y de Engels y del bolchevismo de Lenin y Trotsky, son sido ratificadas por la realdad demostrando con profundidad extrema toda su vigencia como instrumentos de emancipación de la humanidad; y, por consecuencia, es exactamente en ese mismo marco en el que la palabra “socialismo” puede alcanzar un mayor eco que en el pasado entre importante batallones de la clase trabajadora y la juventud que buscan una alternativa que sea coherente con sus anhelos de justicia y transformación social.
Es por ello que en esencia la prohibición de Calderón sobre la palabra “socialismo” no es más que un temeroso reconocimiento de la burguesía sobre la realidad más arriba descrita. Siendo así, en consecuencia, lejos de amedrentarnos, para nosotros los marxistas esa medida híperreaccionaria es un aliciente para continuar con más energía y entusiasmo nuestra tarea de luchar por un programa socialista para el movimiento obrero en México y en todo el mundo.
También es necesario señalar que el proceder de la burguesía y Calderón por medio de esta clase de prohibiciones, al mismo tiempo refleja que estos se sienten capaces de lanzar esta clase de ofensivas ante la incapacidad de los dirigentes para asumir un papel militante frete a los diferentes ataques lanzados recientemente por el Régimen: por un lado AMLO renunció en los hechos a toda clase de convocatoria seria para luchar contra el fraude electoral y la imposición de Peña Nieto y por el suyo los dirigentes sindicales jamás pasaron de las amenazas y las arengas a la lucha decidida para frenar la contrarreforma laboral aprobada recientemente por la Cámara de diputados; semanas y días después de esta clase de resultados Calderón se ánima a imponer esta prohibición sobre la palabra “socialismo”, atacando de esta manera por la vía de los hechos los derechos democráticos de la clase trabajadora.
Sin la respuesta adecuada, llegado el momento y en cuanto la burguesía lo necesite, la prohibiciones aumentarán (hoy es la palabra “socialismo”, mañana será la publicaciones socialistas) y se recortarán más derechos democráticos. La clase trabajadora tienen una importante responsabilidad para evitar que ello suceda, pero en especial la tienen sus dirigentes quienes están obligados a organizar e impulsar la lucha decidida en defensa de los derechos democráticos. Y a propósito de esto nos resulta pertinente lanzar la siguiente alerta: se equivoca cualquier dirigente del movimiento obrero y de izquierda que piense que, en un contexto de ofensiva contra las libertades democráticas, el no llamar a la movilización le permitirá no provocar la ira del Estado y al mismo tiempo no ser visto en los individual como enemigo de éste; se equivoca todo el piense de esa manera, pues en ese contexto los titubeos de los dirigentes sólo alimentarán la confianza del Estado para ser cada vez más agresivo.
Sin embargo también es cierto, por que así lo demuestra la historia, que es un grave error de la burguesía medir el potencial de lucha de la clase trabajadora a través del cristal de sus dirigentes y sus titubeos, en nuestro caso retrocediendo ante el fraude electoral y la contrarreforma laboral; la burguesía cree que por ello ahora puede agredir las libertades democráticas y lanzar más ataques contra los trabajadores. Se equivoca pues como explicó Trotsky, el proletariado posee un límite moral para soportar los ataques. Con su política la clase dominante lo único que está estimulando es un estallido social no visto en décadas en este país y que cimbrará en todo lo alto al capitalismo mexicano. Bajo esas condiciones una organización marxista lo suficiente desarrollada e incrustada en la organizaciones tradicionales y de masas del movimiento obrero, podría transformase en una fuerza capaz de atraer un apoyo masivo para el programa socialista.
Se aproxima la hora y los días de los socialistas y la burguesía lo sabe, de ahí su tímida, inocente, ingenua, pero al mismo tiempo peligrosa por su trasfondo político, prohibición sobre la palabra “socialismo”; restricción que no deja de ser ridícula no porque el Estado considere “humillante y ofensiva” a la palabra “socialismo”, sino porque es imposible cerrarle el paso por medio de estas medidas a la tarea histórica del proletariado: sepultar a capitalismo y a los capitalistas.
Desde 1990 en Militante hemos defendido abiertamente las ideas socialistas y también luchado por su difusión entre los sindicatos y entre los militantes de base del PRD y de Morena, así como en cualquier otra organización de lucha en las que hemos tenido oportunidad de intervenir. Sin excepción en todos los casos, también de manera abierta, hemos insistido en la necesidad de un programa que expropie a los capitalistas, que derroque al Estado burgués y que instaure una genuina democracia obrera y el socialismo, a la vez de suscribir la trascendencia de un partido que unifique al conjunto de la clase obrera en pos de esos objetivos.
Durante un poco más de dos décadas hemos defendido esa política, la mayor parte de esos años ha sido en condiciones sumamente adversas y a pesar de reiterados y fracasados intentos del Estado por destruir a Militante; por consecuencia ahora que el viento sopla en favor del pensamiento socialista mejor que en el pasado, con mucha más razón no renunciaremos a nuestras tareas y por el contrario mantendremos muy en alto las banderas de la lucha por el socialismo.
Así como pretender frenar la rueda de la historia decretado prohibiciones sobre la palabra “socialismo”, así de ingenuas son las pretensiones de la burguesía para tratar de frenar a las fuerzas del progreso. El proletariado moderno es la fuerza más poderosa y progresista de la historia de la humanidad, misma fuerza a la que pertenece Militante. En ello y en la vigencia de las ideas que defendemos basamos nuestro optimismo. ¡No nos detendrán!
Desde estas páginas reiteramos nuestra lealtad con la clase trabajadora y nuestro compromiso para asegurar que, sean las condiciones que sean y contra toda adversidad y prohibición, Militante continuará firme en su causa luchando con toda firmeza por el socialismo y la difusión de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Camarada trabajador, ha llegado el momento, únete a Militante y lucha por el socialismo.
Notas:
Faltan menos de 90 días para que finalice el sexenio de Felipe Calderón. Al igual que el año pasado, este sigue vanagloriándose de supuestos “logros históricos” en combate al narcotráfico, salud, educación, inversión en infraestructura, y estabilidad económica con crecimiento y generación de empleo. Sin embargo, contrario a este discurso demagógico, un balance real de lo que ha significado el actual gobierno panista es: más violencia, crisis económica, deuda, precariedad laboral, informalidad, desempleo, carestía de la vida, corrupción, privatizaciones y pésimas condiciones de vida para la mayoría de trabajadores y jóvenes en nuestro país.
La “guerra contra el narcotráfico”: un fracaso total
El 1º de diciembre de 2006, en medio de protestas y un fuerte cerco de seguridad, Felipe Calderón tomaba posesión de su cargo en la Cámara de Diputados. Fue una rápida y tensa ceremonia, en la que el mismo Calderón tuvo que ponerse la banda presidencial, pues había llegado a ocupar la presidencia después de un fraude electoral más en la historia de nuestro país. Consciente de su debilidad política, decidió tratar de legitimar su gobierno declarando la “guerra contra el narcotráfico”.
A menos de tres meses de concluir su sexenio, ¿cuáles han sido los resultados de dicha “guerra”?. No sólo no se consiguió acabar con el narcotráfico, sino al contrario, se incrementó la violencia en nuestro país. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2011 se cometieron 27 mil 199 homicidios en México. Esto significa que diariamente 74 personas fueron asesinadas, tres por hora o una cada 20 minutos durante el quinto año de este gobierno; proporción 160% superior al número de homicidios perpetrados en 2006, año en que concluyó la primera administración del Partido Acción Nacional (PAN). En total, de 2007 a 2011, según el INEGI, se perpetraron 95 mil 632 homicidios documentados (La Jornada, 21/08/12). Por las muertes que en promedio sucedieron a diario, la “guerra” de Calderón ha resultado ser más sangrienta que la de Irak y la de Afganistán.
Por estas terribles consecuencias de la supuesta “guerra contra el narcotráfico”, el año pasado un grupo de 23 mil personas interpusieron una denuncia contra Calderón ante la Corte Penal Internacional acusándolo de crímenes de guerra y de lesa humanidad, detallando al menos 470 casos de “abusos y violaciones a los derechos humanos” que se han cometido en el marco de su fracasada “guerra”. Antes de concluir 2012, la Corte resolverá si acepta la petición para enjuiciar a Calderón y a su gabinete de seguridad por los crímenes que se les imputan. De iniciarse el proceso judicial, el aún mandatario no podría alegar inmunidad presidencial por los “daños colaterales” de su principal política pública; se analizaría su responsabilidad de al menos 60 mil civiles ejecutados (de los cuales más de mil 300 eran niños y más de mil eran migrantes), 13 mil desaparecidos, 250 mil desplazados, centenas de heridos, decenas de torturados en cuarteles militares y de “falsos positivos”, es decir, inocentes asesinados por militares y policías federales presentados como delincuentes (Contralínea 299, 26/08/12).
La cantidad de desaparecidos es incluso superior a los que hubo durante la Guerra Sucia, y los actuales crímenes de lesa humanidad son 962.9% más que los cometidos en el periodo de 1962 a 1987. En este sexenio, 110 servidores públicos han sido procesados por el delito de desaparición forzada (Contralínea 285, 20/05/12). También han aumentado las quejas en contra de militares por su posible implicación en desapariciones forzadas de civiles. El caso más reciente, ocurrido en Tamaulipas, involucraría a marinos en la desaparición de 15 personas (Contralínea 245, 07/08/12).
A pesar de esto, Calderón sigue repitiendo lo que declaró en su Tercer informe de gobierno (2 de septiembre de 2009) sobre que: “La Estrategia Nacional de Seguridad no sólo ha permitido revertir la tendencia ascendente de la delincuencia y el narcotráfico, sino que ha debilitado las condiciones que hacen posible su reproducción y su ampliación. Por primera vez en mucho tiempo, el Estado está poniendo un límite a la acción de los criminales”. Sin embargo, según la tesis sustentada por tres mandos superiores de las Fuerzas Armadas Mexicanas en marzo pasado, la prioridad del actual gobierno fue sólo “mantener controlados los niveles de violencia y no la eliminación de los cárteles” (Contralínea 296, 05/08/12).
De manera tal que, en realidad la “guerra contra el narcotráfico” ha sido una completa farsa, pues, este negocio ilícito sigue floreciendo y goza de todas las garantías para su crecimiento y expansión funcional al capitalismo. Se ha documentado, por ejemplo, la presencia de cinco cárteles mexicanos, encabezados por el de Sinaloa, que se han extendido a más de 50 países, donde producen y trafican drogas, pero también lavan dinero y trafican seres humanos, maderas y piedras preciosas. La demanda mundial que contribuyen a satisfacer está calculada entre 155 millones y 250 millones de personas consumidoras de sustancias ilícitas (Contralínea 286, 27/05/12).
Crisis, deuda, crecimiento mínimo y corrupción
A mediados del mes de agosto Calderón presumía que el crecimiento económico de México, por segundo año consecutivo espera sea el doble (cerca del cuatro porciento) que el de la economía de Brasil, apenas del dos porciento (La Jornada, 20/08/12). Por su parte, el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, días antes pronosticó que incluso a pesar de un entorno internacional complicado y con signos de desaceleración en la economía estadunidense, México alcanzará la meta de crecimiento de 3.5% este año. Dijo que “la economía exhibe bastantes buenos datos, las exportaciones son vigorosas, el consumo y la inversión están creciendo; los datos marginales del consumo vienen bien soportados en un crecimiento robusto del crédito y el empleo” (La Jornada, 01/08/12).
Contrario a este optimismo ilusorio que mantienen Calderón y su equipo de trabajo, lo cierto es que el estado de salud de la economía mexicana sigue dependiendo fuertemente del comportamiento de la todavía mayor economía del mundo, la de los Estados Unidos (EEUU). Esto explica, por ejemplo, que en el año 2009, cuando EEUU experimentó una contracción del 2.6% en su Producto Interno Bruto (PIB), México haya sufrido una caída económica del -6.5%, la más grave en setenta años. Si hacemos un balance en términos del crecimiento económico, el resultado al final del sexenio de Calderón es el peor desde el gobierno de Miguel de la Madrid, con un promedio anual de 1.9%, asociado estrechamente al desarrollo de nuestro vecino del norte (La Jornada, 20/07/12).
Un dato que refleja muy bien la poca confianza que tuvieron los empresarios en la supuesta solidez de la economía mexicana que tanto pregona el titular del poder ejecutivo federal es el aumento de 266% en las transferencias de capitales de particulares y empresas de México hacia el extranjero en cinco años y medio del gobierno de Calderón (de diciembre de 2006 a junio pasado enviaron 145 mil 10 millones de dólares) en comparación con igual periodo de Vicente Fox (39 mil 614.8 millones de diciembre de 2000 a junio de 2006). Aunque este hecho, para el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gerardo Rodríguez Regordosa, no es “un foco de preocupación” y sigue afirmando que la economía está más sana que nunca, sin ningún tipo de desequilibrios (La Jornada, 26/08/12).
Otro hecho a señalar es que mientras el crecimiento fue mínimo, la deuda del gobierno federal (interna y externa) se incrementó 130% (pasando de un billón 791 mil 500 millones de pesos en diciembre de 2006, a 4 billones 84 mil 125.5 en mayo pasado) y 165% en el caso del sector público federal (pasando de un billón 878 mil 114 millones a 4 billones 988 mil 227.7 millones de pesos en el mismo lapso). Esto significa que en los seis años de “para vivir mejor”, la deuda por habitante pasó de 17 mil 226 pesos en noviembre de 2006 a 35 mil 514 pesos en mayo de 2012 (La Jornada, 23/08/12).
Junto al elevado endeudamiento de su gobierno, la corrupción es otra de las características distintivas del sexenio Calderonista. Según indicadores nacionales e internacionales, bajo la actual administración, México se colocó como el país más corrupto entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el menos confiable y transparente, de acuerdo con diversos indicadores elaborados por Transparencia Internacional (TI), quien afirma que en los últimos 12 años México subió del lugar número 58 al número 100 en el Índice de corrupción (Contralínea 285, 24/05/12).
Precariedad, Informalidad y desempleo
A mitad del año, Calderón declaró que durante su gobierno se han creado un total de 1.7 millones de nuevos empleos, cifra que representa casi el triple de los que se generaron en el sexenio anterior, en el mismo periodo, a pesar de la situación de crisis mundial (La Jornada, 28/06/12). Sin embargo, hemos visto que México no es inmune a la crisis económica mundial capitalista y las consecuencias para la mayoría de los trabajadores y jóvenes en nuestro país, durante el sexenio de Calderón, han sido la precarización de sus condiciones laborales, la informalidad o el desempleo.
Durante el actual sexenio, la precariedad laboral de los trabajadores mexicanos se ha agravado más todavía de cuando se empezó a implementar la política neoliberal capitalista bajo los gobiernos del PRI en los años ochenta. Cifras del INEGI, al mes de abril de este año, indicaban que de los 47.8 millones de trabajadores ocupados que había, únicamente 17.5 millones contaban con seguridad social (15.3 millones en el Instituto Mexicano del Seguro Social, y 2.2 millones ante el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado). El resto se encontraba en la “precariedad”. Indica también que el 28% de la Población Económicamente Activa (PEA) subsistía en el sector informal, es decir 13.3 millones de personas. (Contralínea 282, 29/04/12).
A lo anterior se suma también la obtención de un salario miserable y la caída del poder adquisitivo. La más reciente encuesta trimestral sobre ocupación y empleo del INEGI indica que la quinta parte de los trabajadores ganan hasta un salario mínimo, lo que implica que pueden recibir menos que eso e inclusive nada. Se trata de 9.8 millones de mexicanos en dicha condición, es decir 20.2% de los 48.4 millones ocupados. Tal grupo se divide a su vez en 6.7 millones que reciben un minisalario y otros 3.1 millones que carecen de remuneración alguna, la mayoría porque trabaja con la familia (La Jornada, 16/08/12).
Con Calderón, a inicios de este año, el poder adquisitivo del salario mínimo de los trabajadores había caído en 42 por ciento. De diciembre de 2006 a febrero de 2012, el salario mínimo nominal diario pasó de 48.57 a 62.33 pesos; en tanto, el precio de la Canasta Alimenticia Recomendable se incrementó más del doble: de 80.83 a 197.96 pesos. Asimismo, mientras en diciembre de 2006 una persona tenía que laborar 13.19 horas diarias para poder adquirir la Canasta, al 13 de febrero de este 2012 tuvo que hacerlo durante 25.41 horas. En este contexto, para sobrevivir, los trabajadores mexicanos tienen que emplearse horas extra o incorporar a otros de sus miembros de la familia al trabajo asalariado (Contralínea 282, 29/04/12).
Pero ahí no termina el fracaso en materia laboral de Calderón. Además de la precariedad y la informalidad laboral, el autodenominado “presidente del empleo”, cierra su administración con más de ocho millones de mexicanos en el desempleo, pues a diferencia del INEGI que ubica la tasa de desempleo en el 4.8% de la PEA (2.5 millones de personas), el periódico La Jornada en su Reporte Económico: Ocupación y Empleo 2012, al cierre del segundo trimestre del año, considera que la población desocupada real se eleva a 8.6 millones de personas y es el 15.1% de la PEA, cifras mucho más realistas que las oficiales (La Jornada, 20/08/12).
Es tal el grado de desigualdad y explotación alcanzados durante el sexenio de Calderón que, mientras los trabajadores han visto precarizadas sus condiciones labores, caído en la informalidad o el desempleo, los 22 grupos financieros que operan en México, obtuvieron utilidades acumuladas a junio de 2012 por 52 mil millones de pesos, monto 23.4% superior a los 42 mil millones obtenidos en el mismo periodo de 2011. Esa cifra es casi seis veces el crecimiento estimado de la economía mexicana para 2012, que podría ser de 3.9 por ciento (La Jornada, 08/12).
Privatización de PEMEX y CFE
El sexto informe de gobierno de Calderón ha ido acompañado del noveno gasolinazo de este año y como legado de su administración, con la venia del Congreso de la Unión, seguirán los incrementos mensuales en el precio de los combustibles hasta 2014. Esto al mismo tiempo que, Petróleos Mexicanos (Pemex) incrementó su deuda total consolidada en lo que va del sexenio en 282 mil 300 millones de pesos, equivalente a un aumento de 56 por ciento. De 2007, primer año de gobierno de Felipe Calderón, la deuda de Pemex pasó de 500 mil 900 millones de pesos a 783 mil 200 millones al cierre del primer semestre de 2012 (La Jornada, 24/08/12).
Además de que se benefició con más de 110 mil millones de dólares a un limitado grupo de empresas petroleras trasnacionales como Shell, Exxon, la venezolana Sitgo (filial de PDVSA, pero que está constituida legalmente en Estados Unidos) y Valero, las cuales concentran alrededor de 75% de las compras de gasolinas que se consumen en México y por las que en 2011 se pagaron 29 mil 403.6 millones de dólares, la cifra más alta en la historia del país. Sólo dos petroleras, la estadunidense Exxon y la anglo-holandesa Shell, le venden a México más de la mitad de las importaciones de combustibles automotrices. Durante el actual gobierno la dependencia de las gasolinas producidas en el extranjero se incrementó 98%, al pasar de 204 mil 700 barriles al día en 2006, a 405 mil 200 toneles en 2011. El gasto de las importaciones creció 193% en la actual administración gubernamental, al pasar de 10 mil 28.8 millones de dólares en 2006, a 29 mil 403.6 millones en 2011 (La Jornada, 02/02/12). Esto porque Calderón tampoco terminó la construcción de la refinería Bicentenario, en Tula, Hidalgo, que prometió.
Por lo que se refiere a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), su endeudamiento en lo que va del sexenio también se incrementó en 6 mil 223 millones de dólares, lo que significó un crecimiento de 73.3% respecto del saldo que tenía en 2007, primer año del actual gobierno, cuando se ubicaba en 8 mil 482.2 millones. De esta manera, la deuda de la autodenominada Empresa de Clase Mundial se ubicó al cierre del primer semestre de 2012, en un nuevo máximo histórico de 14 mil 705.2 millones de dólares, revelan informes oficiales de la paraestatal (La Jornada, 25/08/12).
También avanzó la privatización de CFE, mediante la entrega de contratos desventajosos a empresas trasnacionales, tales como Iberdrola, EDF International, Unión Fenosa, Mitsubishi, Intergen, Mitsui, TransAlta, EDFI y AES. Desde la llegada del PAN al poder, en 2000, hasta 2011, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) otorgó un promedio de 772 permisos a productores independientes y externos de energía. El Gobierno Federal pactó con muchos de ellos la compra de su generación eléctrica mediante desventajosos contratos para el país con vigencias de hasta 25 años. Esto explica el porqué de la premura del gobierno de Calderón por desaparecer a Luz y Fuerza del Centro y mandar a la calle, de la noche a la mañana, a más de 44 mil trabajadores en octubre de 2009 (Contralínea 298, 19/08/12).
Rezago y privatización de educación pública
A mediados de agosto pasado, Calderón aseguró que durante su gobierno se alcanzará 33% de cobertura en educación superior, tres puntos más que su compromiso asumido en campaña, y nueve más de los que México tenía en 2006. Dijo que lo logrado por su gobierno, ha dado oportunidad a miles de jóvenes que han accedido no sólo a la educación, sino también a incorporarse a la vida productiva del país, y con ello se han obtenido beneficios en materia social y económica (La Jornada, 14/08/12). Nada más lejano de la realidad que esto.
Aunque el gobierno federal presume que durante el presente sexenio se ha alcanzado una cobertura de más de 30% en educación superior, esa cifra sigue ubicando a México muy por detrás de Cuba, con cobertura total; Venezuela, con el 79 por ciento. Cada año, las tres principales casas de estudio: las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM), Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) dejan fuera de sus aulas a miles de aspirantes. Este año, por ejemplo, se presentaron casi 300 mil solicitudes de ingreso, de las cuales 250 mil jóvenes fueron rechazados.
Mientras esto ocurre, desde los años noventa, con los gobiernos del PRI, y ahora los dos del PAN la educación privada universitaria ha experimentado un notable incremento. Datos de la Subsecretaría de Educación Superior de la Secretaría de Eucación Pública (SEP) muestran que de las 3 mil 159 instituciones universitarias existentes hasta el ciclo escolar 2011-2012, 2 mil 36 son particulares. En estos colegios se concentra un tercio de la matrícula total del nivel superior (33.25%), incluyendo posgrado. De acuerdo con la SEP, en lo que va de este sexenio se han creado 750 mil nuevos espacios en educación superior (La Jornada, 06/08/12)
Si evaluamos los avances en la educación básica, aunque Calderón declaró la cobertura universal de primaria, tenemos que hay 5.4 millones de personas analfabetas, y de estas más de medio millón son jóvenes de entre 15 y 29 años; 10 millones de mexicanos no tienen completa la primaria, y 16 millones y medio no concluyeron la secundaria. En educación superior siete de cada diez jóvenes en edad de estar en este nivel educativo no pueden hacerlo por falta de oportunidades y opciones (La Jornada, 14/08/12).
Junto al elevado número de jóvenes sin trabajo ni empleo (cuyo número podría llegar a 9 millones al cierre de este sexenio), la mayoría de los que sí tienen la oportunidad de estudiar lo hacen en condiciones adversas, pues al menos 40% de los jóvenes que estudian en escuelas y universidades públicas a nivel profesional se ven obligados a trabajar para sostenerse y dedican entre cuatro y ocho horas diarias a su empleo (La Jornada, 30/07/12).
Gobierno débil y quinta columna del reformismo
A todo lo anterior se suma también la crisis del régimen político de Calderón durante todo su sexenio. Por un lado estuvieron las presiones constantes de los empresarios, quienes lo impusieron en la presidencia mediante el fraude electoral para aplicar las tan ansiadas reformas estructurales que se tradujeran en mayores beneficios para ellos. Así, por ejemplo, en mayo del año pasado, mientras el subsecretario de Hacienda declaraba que el gobierno había cumplido con su aportación al crecimiento económico de “generar condiciones de estabilidad” y exigía al sector privado que se arriesgara a invertir. Al día siguiente, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, respondía que “la estabilidad macroeconómica no bastaba para hacer crecer la economía, y al gobierno federal le hacía falta cumplir otras condiciones necesarias para poder invertir y, sobre todo, para que las empresas sean rentables”, por lo que “el gobierno debe ser un ‘facilitador’ para que podamos avanzar como se requiere” (La Jornada, 20-21/05/11).
Por otro lado estuvo la veintena de cambios realizados en su gabinete hasta diciembre del año pasado, incluidos los cambios obligados por la muerte en “accidentes” aéreos de dos de sus secretarios de gobernación (Juan Camilo Mouriño en noviembre de 2008 y Blake Mora en noviembre del año pasado). Junto a estos ajustes en su equipo de gobierno, también estuvieron las divisiones internas en su partido, el PAN. Un primer enfrentamiento se dio por la política de alianza con el PRD defendida por Calderón; luego por la definición de su candidato presidencial rumbo a las elecciones de este año; y ahora, la disputa entre Gustavo Madero (presidente nacional del PAN) y Calderón, por el control del partido después de la culparse ambos por su bancarrota total en las pasadas elecciones presidenciales.
Si la crisis económica, política y social, marcaron el sexenio de Calderón y los resultados electorales del pasado 1º de julio demostraron la poca aceptación de su gobierno, ¿por qué razón está logrando terminar su mandato? No es por la fortaleza del régimen, sino más bien por las insuficiencias de los dirigentes que se encuentran al frente de los sindicatos y partidos políticos de izquierda de los trabajadores, quienes siguen pensando utópicamente que pueden reformar a este sistema, sin necesidad de cuestionar el poder económico de los capitalistas. Los errores e inconsecuencias de estos ha permitido a Calderón su política de miles de muertos, precarización e informalidad laboral, desempleo, carestía de la vida, avance en la privatización de PEMEX, CFE y la educación, entre otras tantas calamidades para los trabajadores.
Ahora, nuevamente son puestos a prueba los dirigentes sindicales y López Obrador, o se ponen a la altura del reto impuesto por la burguesía, forman un frente único de lucha de todas las organizaciones de los trabajadores y convocan a la huelga general de 24 horas contra la imposición de Peña Nieto, o bien, cargan con la responsabilidad de los ataques que la derecha pretende seguir dando a los niveles de vida de la los trabajadores y la juventud.
Al capitalismo no se le reforma, se le derroca con la fuerza organizada y consciente de la clase trabajadora. Sólo expropiando a los empresarios expropiadores y poniendo bajo el control democrático de los trabajadores los medios de producción, podremos aspirar a un presente y futuro dignos de vivir bajo una economía planificada.