• ¡Fuera las manos sionistas del Líbano! Abajo la criminal invasión imperialista

    ¡Fuera las manos sionistas del Líbano! Abajo la criminal invasión imperialista

  • Kamala y Trump, candidatos del sionismo y el gran capital

    Kamala y Trump, candidatos del sionismo y el gran capital

  • China desafía con fuerza el orden mundial de Washington

    China desafía con fuerza el orden mundial de Washington

  • V. I. Lenin (1924-2024). Retrato de un revolucionario

    V. I. Lenin (1924-2024). Retrato de un revolucionario

  • ¡Ni una trabajadora más acosada y despedida de las universidades!  ¡Justicia para Sam!

    ¡Ni una trabajadora más acosada y despedida de las universidades! ¡Justicia para Sam!

  • Las universidades públicas en pie de guerra contra Milei

    Las universidades públicas en pie de guerra contra Milei

  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • 6
uneteMovilmex 01
uneteMovilmex 01

banner

banner

Teoría/Documentos

En la primera parte del artículo señalábamos que a raíz del auge de la lucha de clases en América Latina, los vaticinios de décadas de reacción han quedado sepultados, que muchos intelectuales como Heinz Dietrich y Martha Harnecker, han pretendido analizar el proceso, con un  profundo pesimismo producto de identificar de forma absolutamente errónea al socialismo con los regimenes estalinistas que colapsaron en las últimas décadas del siglo pasado, lo que los ha llevado a perder la perspectiva de una auténtica revolución para sostener una especie de reformismo “radical” que pretenden vender como el “socialismo del siglo XXI”. En esta parte del artículo continuaremos con el tema realizando algunos breves comentarios de uno de los más recientes libros de Martha Harnecker.

Venezuela, una revolución sui generis

Martha Harnecker por su parte no tiene las soluciones acabadas de Dietrich y podríamos decir que en sus estudios hay una auténtica voluntad de hacer avanzar el proceso. Ella siempre ha planteado la necesidad de la formación de un partido revolucionario que conduzca el proceso, así como la formación de órganos de poder desde abajo, no obstante, es extremadamente temerosa de llamar a las cosas por su nombre y en ese afán vuelve tan difuso el contenido de su propuesta de programa de la revolución y su carácter que al final lo único que siembra es pesimismo y confusión.

Uno de sus recientes libros: “Venezuela una revolución sui géneris” (Plaza y Valdés, 2006), rehúye totalmente a señalar el socialismo como objetivo estratégico del proceso venezolano, se rehúsa a llamar por su nombre al Partidos Socialista Unificado de Venezuela. Y aún más, rechaza llamar antiimperialista a la revolución venezolana con el argumento de que la era de las revoluciones antiimperialistas ha pasado. En su texto sobre la estrategia de la Izquierda en América Latina señala algunos argumentos para sustentar que no se pueden dar revoluciones antiimperialistas:

“…No era lo mismo actuar en un mundo (...) donde el campo socialista servía de retaguardia de los procesos revolucionarios”

“… En un mundo donde la revolución de la información permite instalar industria en países con mayores ventajas y emigrar a un país más prometedor”

“…Dada la correlación de fuerzas a nivel mundial se cerró temporalmente la consolidación de un proceso revolucionario antiimperialista en la región” (Harnerker, Martha, Venezuela una revolución sui géneris” Plaza y Valdés, México 2006 Pág. 162-163).

Para empezar tendríamos que definir qué se entiende por antiimperialista, para nuestra autora esto significa “enfrentamiento total, militar y económico con el imperialismo”. A nuestro entender habría que ser más específicos, ese enfrentamiento con el imperialismo sólo es posible bajo la forma de la lucha por un régimen social alternativo, sólo en esa medida se puede hablar del tipo de revolución que implica enfrentarse totalmente con el imperialismo, como el único proyecto serio de esas características ha sido el socialismo. En realidad Martha Harnecker niega la posibilidad de la revolución socialista en esta coyuntura.

Harnecker afirma como principales razones para hacer “imposible” una revolución antiimperialista triunfante la falta del bloque soviético y el carácter internacional y cada vez más vertiginoso del movimiento de capitales en el mundo. Afortunadamente Harnecker no fue consejera de Lenin dado que seguramente le habría explicado que la revolución de octubre era imposible dado que la Comuna de Paris había sido derrotada. Si la tesis de Harnecker fuese válida sería imposible toda revolución futura, cuando en realidad lo que sucede es que el desconcierto se cierne sobre la clase capitalista y la propia experiencia venezolana demuestra que incluso un golpe de estado dirigido por el imperialismo no tiene necesariamente que triunfar.

De hecho la principal argumentación en contra de lo señalado en su libro se encuentra en su segundo argumento “contundente”, es decir, en el carácter cada vez más internacional e interdependiente de la economía capitalista, la globalización entendida como el carácter cada vez más integrado de la economía mundial y la interdependencia de cada economía nacional hace que los efectos de la revolución latinoamericana se expresen en todo el mundo. Los movimientos también adquieren una escala global. Es real que no hay espacio para una revolución antiimperialista desde el punto de vista de los estrictos marcos nacionales, de hecho fue precisamente Marx quien planteó el socialismo como un proyecto de sociedad internacional, que descontaba la posibilidad de un socialismo aislado. Lenin explicó decenas de veces la imposibilidad del socialismo en un país aislado y fue sólo la necesidad de Stalin para justificar su régimen despótico lo que lo llevó a consagrar la teoría del “socialismo en un sólo país”.

En el siguiente número de Militante publicaremos la tercera y última parte.

Rubén Rivera
Agosto 2008

En el pasado mes de julio, el periódico “Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud”, órgano de prensa de la Corriente Marxista Militante, cumplió 18 años de publicarse mes a mes. Este hecho es para nosotros, y creemos que para todo el movimiento obrero, muy importante porque Militante ha sido un periódico que en sus páginas ha planteado una alternativa revolucionaria a cada capítulo en la lucha de clases, pero además en torno a “Militante” hemos construido una organización que ha luchado, que ha intervenido, poniendo su granito de arena contra el Fraude electoral del 2006, contra el desafuero de AMLO en el 2005, contra los topes salariales, en las huelgas de Cananea, en la lucha estudiantil, etc, etc. Antes de estas luchas fuimos incluso fundadores del mismo PRD y desde entonces hemos planteado que el partido debe ser un instrumento de lucha combativa, retomando las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

Nuestro aniversario consiste, entre otras cosas, en explicar las tareas de un periódico obrero. En todas nuestras células realizamos una discusión política, rescatando las lecciones de la prensa bolchevique y de la prensa combativa en México. Así pudimos profundizar en torno al papel de la prensa obrera como organizador, agitador, propagandista y un laboratorio de ideas. Es decir, como una prensa cuya tarea no es únicamente la de informar, sino la de tomar partido en los acontecimientos construyendo una potente organización y formando lo que llamamos “cuadros” políticos, enlazando a cada vez más compañeros obreros y jóvenes combativos.

La Otra parte de la discusión interna la abordamos también desde un punto de vista organizativo. El movimiento actual exige una prensa obrera profesional, en todos sus aspectos, calidad de impresión, distribución ágil, contabilidad, etc. Todo ello lo abordamos, planteándonos nuevas formas de trabajo en algunos aspectos y perfeccionando otros con el objetivo de que “Militante” se encuentre a la altura de las circunstancias y pueda llegar a otros sectores de trabajadores que están en lucha por sus derechos y contra el Gobierno Calderonista.

Por otra parte, también nos interesa mucho explicar que “Militante” es más que un periódico, que como ya lo dijimos, somos una organización que además de debatir, toma partido y participa como miembro en distintas luchas, siempre de lado de los explotados.

Paralelamente a todo ello, realizamos la impresión de un número de aniversario, este en colores y con un precio de 10 pesos. Este periódico lo logramos vender en la CND del 29 de junio, ahí vendimos más de 400 ejemplares, lo cual demuestra que el movimiento está sediento de ideas y que Militante está presentando una alternativa que empalma cada vez más con el ambiente de los trabajadores. Pero este número, lo logramos colocar en otros estados como Puebla, Michoacán, Baja California, etc. Y a través de nuestros compañeros delegados asistentes al Congreso de la Corriente Marxista Internacional, realizado en este mes de agosto, lo pudimos vender entre compañeros de países como Francia, España, Italia, Brasil, Venezuela, Estados Unidos, etc. Este número de aniversario se agotó por completo, gracias al apoyo de todos nuestros lectores y compañeros.

Esta campaña de aniversario ha sido un éxito para las fuerzas del marxismo, hemos logrado contactar con más trabajadores y jóvenes quienes han decidido integrarse a nuestra organización. Esto es realmente importante en el marco de ataques cada vez mayores contra los trabajadores impulsados por los empresarios y banqueros, y ejecutados por el espurio de Calderón.

Finalmente hacemos una invitación a todos nuestros lectores, a que se integren a las filas de “Militante”, la situación actual exige cada vez más y más organización. Sólo un partido de hierro, basado en los métodos e ideas marxistas es capaz de lograr el triunfo de la clase obrera.

¡Únete a Militante!
¡Socialismo o Barbarie!


Agosto 2008

Exitosa concentración en el Parque del Oeste

Chávez recibe a EM, SE y MFV

Para los marxistas era fundamental aprovechar el viaje de Chávez para demostrar la solidaridad de la clase obrera y la juventud del Estado español con la Revolución venezolana. Por ello a primera hora de la mañana organizamos un acto con representantes del Sindicato de Estudiantes, la Corriente Marxista El Militante y la Campaña Internacional "Manos fuera de Venezuela" frente a la estatua ecuestre de Simón Bolívar en el Parque del Oeste de Madrid. A este acto-homenaje acudieron alrededor de cien personas contando con delegados sindicales de CCOO y STES.

 

ImageEstuvieron también presentes miembros de la Coordinadora de trabajadores inmigrantes, de Alianza País, movimiento de Rafael Correa en Ecuador, de la Plataforma bolivariana y de la Coordinadora de solidaridad con Cuba que dieron un saludo a los asistentes.

El evento estuvo muy animado, con consignas que reflejaban la enorme combatividad de los asistentes inspirados por el ejemplo revolucionario de Venezuela: "Manos fuera de Cuba y Venezuela", "Alerta, alerta, alerta que camina: la lucha socialista por América Latina", "Nativa o extranjera la misma clase obrera", haciendo referencia al rechazo a la directiva de la vergüenza recientemente aprobada, "Uh, ah, Chávez no se va" y especialmente "Ista, ista, ista, Venezuela socialista". Tres pancartas presidieron el acto: "Manos fuera de Venezuela", "Por una Federación Socialista de América Latina" y "Que nunca te callen Comandante" en referencia a las palabras del rey.

ImageA lo largo de la mañana distintos medios de comunicación, fundamentalmente venezolanos, acudieron al acto y pudimos conversar con ellos. Entre ellos estaban Venezuela de Televisión y Telesur.

Para cerrar el acto de solidaridad, Juanjo López, secretario general del Sindicato de Estudiantes y Miriam Municio, portavoz de Manos fuera de Venezuela, se dirigieron a los asistentes para explicar los objetivos de la concentración y la enorme importancia de la solidaridad internacional. Juanjo López destacó el terror que la revolución despierta en los imperialistas. Tienen pánico a que ésta se extienda por todo el mundo como ya está ocurriendo. Por tanto tratan de tergiversar lo que en Venezuela realmente ocurre: el inicio de un cambio profundo en la sociedad y la lucha por el socialismo.

ImageMiriam Municio, por su parte, partió de la actual crisis económica que sacude a las potencias capitalistas para demostrar la imposibilidad de que exista un capitalismo de rostro humano. Así lo demuestra la directiva aprobada recientemente que amplía la jornada laboral de los trabajadores europeos a 65 horas semanales. La única alternativa es, por tanto, el socialismo. Por eso defendemos que la revolución venezolana tiene que seguir avanzando, expropiando las palancas económicas que continúan en manos de los capitalistas y liquidando el Estado burgués que trata de boicotear el proceso.

Este acto es una demostración de que la solidaridad tiene que ser una solidaridad de clase e internacionalista. Un triunfo de la Revolución en Venezuela será una palanca determinante para transformar el mundo.

ImageSimultáneamente representantes de Manos Fuera de Venezuela y del Sindicato de Estudiantes en Mallorca organizaron un recibimiento al Presidente Chávez con una pancarta donde se leía: 'Bienvenido compañero Chávez, solidaridad con la revolución en América Latina'.

Rueda de prensa en La Moncloa

Posteriormente, dos compañeros del comité de redacción del periódico de la Corriente Marxista Internacional en el Estado español, El Militante, pudieron participar en la rueda de prensa que dieron cerca de las 15.00 horas el Presidente Chávez junto a Zapatero en el Palacio de la Moncloa.

ImageLos compañeros pretendían preguntar sobre las nacionalizaciones que su gobierno está emprendiendo en beneficio de la clase obrera y el pueblo venezolano. Los capitalistas critican, espantados, estas nacionalizaciones, como la de Sidor, sin embargo, no tienen ninguna duda en rescatar a los bancos afectados por la crisis financiera internacional empleando el dinero de todos. Queríamos conocer la opinión de Chávez sobre esta flagrante hipocresía, lamentablemente no tuvimos la oportunidad de efectuar la pregunta.

ImageEl Presidente Chávez dejó claro que en Venezuela se está produciendo una Revolución. Señaló que este proceso se da en toda América Latina y que quién no lo ve es porque no lo quiere ver y quién no lo siente así, es porque no lo quiere sentir. Chávez señaló que nos encontramos inmersos en una enorme crisis a todos los niveles: crisis alimentaria, energética, financiera, incluso moral. Resaltó que se trataba, en definitiva, de la crisis de toda una época. Compartimos con el presidente Chávez este análisis. Es más, creemos que se trata de la crisis global del sistema capitalista, un sistema caduco.

Encuentro de Chávez con la delegación de revolucionarios

En la Base militar de Torrejón, desde donde el Presidente regresaba a Venezuela, Chávez se encontró con una delegación de representantes del Sindicato de Estudiantes, Manos Fuera de Venezuela y la Corriente Marxista El Militante.

ImageEl recibimiento fue muy caluroso. Invitamos al presidente Chávez a volver a Madrid para organizar un evento de solidaridad de los jóvenes y trabajadores con la Revolución Venezolana la próxima primavera, de características similares al organizado por Manos Fuera de Venezuela en Viena el pasado mayo de 2006.

Chávez se interesó por el Sindicato de Estudiantes y nos informó que por la mañana había visto a una delegación de Manos Fuera de Venezuela en Mallorca. Preguntó por Alan Woods, fundador de MFV y dirigente de la Corriente Marxista Internacional. Nos dijo que había seguido la gira de Alan por Venezuela presentando su último libro "Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Respuesta a Heinz Dieterich". Trasladamos los saludos personales del compañero Alan Woods.

ImageTambién hicimos entrega al Presidente de algunos materiales políticos, entre ellos el último libro publicado por la Fundación Federico Engels "Historia de la Revolución Rusa" del gran marxista León Trotsky. Chávez valoró con gran interés este obsequio. Nos despedimos al grito de "¡Patria, socialismo o muerte: venceremos!"

ImagePoco antes de que el Presidente tomara el avión presidencial rumbo a Venezuela, nos fotografiamos con Chávez, con el puño en alto, dando vivas a la revolución y al socialismo. El Presidente nos animó a continuar la lucha e insistió en la necesidad de transformar este sistema.

Image

Fuente: El Militante

El Marxismo y el socialismo del siglo XXI Un libro esencial para comprender la vigencia del marxismo

La Fundación Federico Engels ha editado un nuevo libro de Alan Woods: “Reformismo y revolución. El Marxismo y socialismo del siglo XXI”. Este nuevo texto ha sido elaborado a lo largo de los últimos seis meses con el objeto de contestar las ideas de los nuevos teóricos del revisionismo. En concreto, el profesor Heinz Dieterich, inspirador del ala reformista del movimiento bolivariano y que ha intentado teorizar en los últimos años sobre la necesidad de superar el marxismo y "adaptarlo" a las "nuevas circunstancias" de la revolución latinoamericana. Ideas como un nuevo bloque regional capitalista para competir con EEUU, o la formulación teórica del socialismo del siglo XXI abandonando la idea de la socialización de los medios de producción, el control obrero y la democracia obrera, defendidas por Dietrich, han encontrado un cierto eco entre la izquierda venezolana y en otros países de América Latina. ¿Pero realmente es algo nuevo y original? ¿O estamos ante una versión modernizada de las viejas ideas del reformismo? No, no hay nada nuevo en el "socialismo del siglo XXI", sólo podemos encontrar las viejas ideas acientíficas y utópicas que ya hace mucho tiempo fueron respondidas por Marx, Engels, Lenin y Trotsky. El camarada Alan Woods realiza un análisis en profundidad de todas estas posiciones y las somete a la crítica implacable del marxismo. Partiendo de la aplicación práctica del materialismo dialéctico a los acontecimientos actuales, elabora una alternativa marxista a los problemas tácticos y estratégicos de la revolución venezolana y mundial. Pero el libro va mucho más allá. En sus páginas encontraremos una exposición razonada y profunda de la actualidad del marxismo en todos los terrenos del pensamiento: Filosofía y ciencia; materialismo histórico: Economía; teoría del Estado... Un gran esfuerzo, similar al que realizó Engels en otra obra cumbre del marxismo: el Anti-Dühring. Este nuevo trabajo de Alan Woods será presentado durante una campaña de actos públicos, iniciada en Madrid el pasado día 2 de junio, y que se desarrollará en Venezuela a lo largo de un mes. Además del fuerte impacto que este libro tendrá en Venezuela, estamos seguros de que su difusión en el conjunto de América Latina será muy fuerte. Ya está asegurada la distribución del libro en México, El Salvador, Guatemala, Honduras, Bolivia, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, países en dónde habrá actos de presentación. El libro se ha editado simultáneamente en castellano e ingles, con lo que en Europa, Asia y África también será distribuido y leído. Estamos completamente seguros de que este texto, como otros en el pasado (Razón y Revolución, Rusia de la revolución a la contrarrevolución, o El Bolchevismo), será fundamental en la batalla ideológica en defensa del marxismo, frente a todas las distorsiones y manipulaciones que del pensamiento socialista se realizan desde diferentes frentes.

Este miércoles 3 de julio de 2008 los estudiantes del INFRAMEN asistieron a la huelga de clases convocada por el FERS-20; la actividad inició a las 8:00 a.m. Los estudiantes empezaron a salir de los salones y sumarse a la tribuna que estuvo en la cancha al interior del instituto. Pero al final de la actividad sólo contamos con treinta compañeros porque este día el ministerio de educación decidió enviar una comisión evaluadora de disciplina lo cual obligó a los coordinadores a amenazar a los compañeros de sancionarles con expulsión o alteración de notas si no regresaban a sus clases, de esta manera el número de compañeros se fue reduciendo.

El objetivo de esta huelga era desligarnos de actividades que realicen grupos ultra izquierdistas, los cuales están convocando a acción este próximo viernes 5 de julio. Esta actividad estará dirigida específicamente por lumpenproletarios que poseen cierta relación con el movimiento al que pertenecía Mario Belloso.

La intensidad de la actividad de este viernes puede tener repercusiones en el INFRAMEN en concreto con el movimiento estudiantil de secundaria que puede llegar a reprimir al movimiento y a los estudiantes incluso no organizados no dudamos que la derecha vinculará de esto al BPJ ya que ha impulsado movilizaciones anteriores y que está a plena campaña de desgaste hacia nuestra organización.

Los estudiantes reconocen al FERS-20 como la organización tradicional que convoca a los a movilizaciones por los problemas generados por el sistema capitalista y que afectan a la clase obrera y se identifican con nuestros métodos auténticamente revolucionarios y con nuestra consigna de la huelga general.

Algunos estudiantes estaban vinculando automáticamente a nuestra organización con esta marcha. Después de las aclaraciones y la explicación política que nuestro movimiento expuso la mayoría de estudiantes optaron por no participar, a excepción de pequeños grupos de choque que existen al interior del instituto y que poseen cierta vinculación con los grupos del lumpen externos al centro educativo.

Otro objetivo concreto fue explicar la coyuntura actual: el bombardeo constante de los medios de comunicación hacia el FMLN y nuestra organización, el BPJ vinculándolos con la quema de buses del pasado 16 de junio y quieren mostrar vínculos inexistentes con las FARC de Colombia y de esta manera justificar la represión contra las organizaciones sociales como los ataques a la BRES en la Universidad de El Salvador, la represión policial y asesinato al compañero Ángel Martines perteneciente al movimiento de secundaria de Santa Ana BERS-24.

Ante esta coyuntura el FERS-20 se manifiesta en contra de este tipo de atropellos a los movimientos sociales y la dignidad humana. Por lo que plantea en su tribuna la necesidad de la creación de los comités de lucha en cada opción de Bachillerato y planificar una marcha con la aplicación de nuestros métodos para pronunciarnos en contra del alto costo de la vida y hacer un llamamiento al FMLN y los sindicatos para impulsar la huelga general de 24 horas

Escrito por Rob Sewell Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo", estas son las palabras escritas por Marx y Engels en el primer párrafo de El Manifiesto Comunista. "Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes". Proféticamente, el día de la publicación en Londres de El Manifiesto Comunista, Europa resplandecía con la revolución. El rey Luis Felipe de Francia abdicó inmediatamente. Guizot, el primer ministro francés, fue destituido y el príncipe Metternich de Austria caía semanas después. Marx y Engels esperaban que la revolución sería algo así como el "esperado preludio de la revolución proletaria". Rápidamente, dieron la bienvenida a la revolución que estalló primero en Francia el 24 de febrero de 1848. "El año 1848 está resultando bien", escribía Engels. "Con esta gloriosa revolución, el proletariado francés se ha situado de nuevo a la cabeza del movimiento europeo. ¡Honor a los trabajadores de París! "Nuestra época, la época de la democracia, se está resquebrajando. Las llamas de las Tullerías y del Palacio Real son el amanecer del proletariado. En todas partes el dominio de la burguesía se viene abajo o se rompe en pedazos". (Revolución en París. Federico Engels) Después de un período prolongado de reacción tras la derrota de la revolución de 1830, las masas revolucionarias de París, con armas y banderas rojas en la mano, tomaron las calles, construyeron barricadas, echaron a la monarquía y obligaron al gobierno provisional a declarar la república. El trabajador Guibert irrumpió en la Cámara blandiendo una pistola, interrumpió abruptamente el debate con las siguientes palabras: "No más debates, nosotros somos los amos". Fueron los trabajadores y la clase media baja los que impulsaron la revolución. La burguesía, que finalmente ganó con la revolución, no esperaba ni quería este resultado. "Queríamos saltar peldaño a peldaño", dijo alguien, "pero nos obligaron a saltar todo un tramo de escaleras". Sobre todo, la burguesía temía a la clase obrera, que planteaba sus propias reivindicaciones de clase independientes: derecho al trabajo, salario mínimo, reducción de la jornada laboral, pensiones para los incapacitados, creación de empresas, educación universal obligatoria, sufragio universal, impuestos progresivos y otras reivindicaciones de la clase obrera. La clase obrera no confiaba en los diputados burgueses que sólo querían un acomodo junto a la monarquía. Como resultado de esta situación, en los muros de París se podían ver carteles revolucionarios apelando a las masas: "¡Mantengan sus armas!" La nueva administración republicana burguesa tuvo que incluir a dos socialistas en el gobierno, uno de ellos fue Luois Blanc, un abogado muy popular entre los trabajadores. Su papel, sin embargo, fue el de conciliador de clases, luchando por mantener al movimiento revolucionario dentro de los límites legales aceptables. Bajo la presión de las masas radicalizadas se introdujeron algunas reformas, incluida la creación de talleres estatales, en realidad, una ayuda escasa para los desempleados. Las elecciones a la asamblea constituyente se celebraron a finales de abril y los partidos burgueses consiguieron muchos votos, en gran parte, debido al apoyo del campesinado conservador que formaba el 84 por ciento del electorado. El nuevo gobierno no consiguió solucionar el sufrimiento de las masas e intentó socavar la revolución atacando a los dirigentes obreros, particularmente a Blanqui y Cabet, por ser "comunistas". La confianza en el gobierno burgués se desvaneció. Cada vez era más obvio que la creciente frustración preparaba un nuevo enfrentamiento. El anuncio del gobierno de cerrar los talleres estatales de París fue la gota que colmó el vaso. "La revolución de febrero planteó el problema de la propiedad y el trabajo", afirmaba el revolucionario Paul-Louis Deflotte. "Este problema debe ser resuelto". Sin embargo, el gobierno tenía sus propios planes para enseñar a los trabajadores una lección, los envió a la escuela del general Cavaignac, después que hubiera masacrado a la población de Argel. Era un fiel servidor de la contrarrevolución. El 21 de junio se aprobó un decreto mediante el cual se abolían los talleres nacionales. Ese día, los trabajadores de París de nuevo se levantaron y construyeron barricadas por toda la capital. Ondeaban banderas con las inscripciones: "¡Pan o muerte!" y "¡Trabajo o muerte!" Era una insurrección de trabajadores despojada de la atmósfera carnavalesca de la revolución de febrero. "La insurrección va en aumento, convirtiéndose en la revolución más grande ocurrida jamás ", escribía Marx, "convirtiéndose en una revolución del proletariado contra la burguesía". La lucha fue feroz. La contrarrevolución burguesa no daba tregua. Disparaban a los trabajadores como si fueran bestias salvajes. "La burguesía, plenamente consciente de lo que estaba haciendo, llevó a cabo una guerra de exterminio contra ellos". Después Marx cita a un capitán de la guardia republicana que describe los acontecimientos del 23 y 24 junio. "El cañón respondió y hasta las nueve, las ventanas y los muros quedaron destrozados por las ráfagas de artillería. El fuego era terrible. La sangre brotaba a borbotones mientras al mismo tiempo se producía una estruendosa tormenta. Hasta donde llegaba la vista, los adoquines estaban rojos por la sangre... El número de muertos es enorme y el de heridos aún mucho mayor". (Ibíd.,) Los trabajadores, por otro lado, lucharon cuatro días enteros con un coraje sin igual. "El coraje con el que han luchado los trabajadores es verdaderamente maravilloso", escribía Marx. Durante tres días enteros, de 30.000 a 40.000 trabajadores fueron capaces de resistir frente a 80.000 soldados y 100.000 hombres de la guardia nacional, contra las metrallas, los obuses, los cohetes incendiarios y las gloriosas experiencias bélicas de los generales que no dudaron en utilizar los métodos empleados en Argelia. Han sido aplastados y, en gran parte, masacrados. Su muerte no será recordada con el honor que fue conferido a los muertos de julio y febrero. La historia, sin embargo, les asignará un lugar totalmente diferente, los mártires de la primera batalla decisiva del proletariado". (Ibíd.,) Después de casi una semana de batallas y combates callejeros, todo el poder del Estado fue utilizado para ahogar en sangre al movimiento. Se pusieron en el orden del día los disparos y la tortura. Unos 15.000 trabajadores murieron asesinados o resultaron heridos, durante y después de la insurrección. La clase dominante se vengó del movimiento independiente de los trabajadores franceses. La reivindicación de los trabajadores "contenía una amenaza al orden existente en la sociedad, los trabajadores que lo plantearon aún estaban armados; por lo tanto, el desarme de los trabajadores fue la primera orden de la burguesía, que estaba al timón del Estado". (Engels). Las revoluciones de 1848 en esencia fueron democrático burguesas en cuanto a las tareas que intentaban resolver. Su aspecto fundamental fue la destrucción de las viejas estructuras feudales y la creación del Estado nacional independiente. Mientras que Marx y Engels esperaban que esta revolución burguesa sería el preludio inmediato de la revolución proletaria, dada la debilidad de la Liga de los Comunistas no tuvieron otra alternativa que formar en Alemania el ala proletaria del movimiento democrático. Su objetivo era destruir el absolutismo y unir los minúsculos y atrasados estados y principados alemanes en una república democrática unitaria. Esto sólo podría conseguirse por medios revolucionarios. El diario Neue Rheinische Zeitung, editado por Marx, era el órgano de la revolución democrática pero, como escribía Engels, de una "democracia que en todas partes insistía en cada punto su carácter específico proletario". El diario, que tuvo un amplio apoyo, se convirtió en el verdadero punto de encuentro del proletariado militante, el centro dirigente de la Liga de los Comunistas. No sólo Marx y Engels lucharon por la independencia nacional de las nacionalidades oprimidas, sino que además defendieron una postura verdaderamente internacionalista. Había otras naciones oprimidas por los reaccionarios estados alemanes, como los polacos en Prusia, los italianos, los checos y otros en Austria, además del zarismo ruso. En este momento el zarismo era la fuerza más contrarrevolucionaria de Europa, de la misma manera que hoy lo es el imperialismo norteamericano. Marx y Engels criticaron enérgicamente la cobardía de los dirigentes burgueses incapaces de apoyar las luchas de las naciones oprimidas como eran los polacos, checos, húngaros e italianos contra el despotismo prusiano y austriaco. La dirección de la revolución recaerá sobre la clase obrera. "... no los burgueses alemanes cobardes sino los trabajadores alemanes, ellos se levantarán y pondrán fin a toda la suciedad, a la confusión oficial del imperio alemán, y con una revolución radical restaurarán el honor de Alemania", explicaba Engels. "Alemania se liberará en la medida que libere a las naciones vecinas". La revolución estalló en Alemania el 18 de marzo con luchas en cada ciudad y barricadas en Berlín y Viena. La población ganó una serie de derechos democráticos pero el control pasó a manos de la gran burguesía, que rápidamente traicionó la lucha. A partir de estas experiencias, Marx y Engels sacaron la idea de la revolución permanente. La burguesía tenía más miedo a la clase obrera que al despotismo feudal. Cada vez jugaba un papel más contrarrevolucionario. Eran incapaces de conseguir una verdadera unificación nacional, como demostró la historia. Marx y Engels depositaron su confianza en la clase obrera. Ellos creían que una revolución democrático-burguesa triunfante, bajo la dirección de los trabajadores, se convertiría en el prólogo de la revolución proletaria y la transformación de Europa. "Antes de que la reacción pueda ser destruida en Italia y Alemania, debe ser derrotada en Francia", explicaba Engels. "Una república social democrática primero debe ser proclamada en Francia y el proletariado francés debe primero subyugar a su burguesía antes de que sea concebible una victoria duradera de la burguesía en Italia, Alemania, Polonia, Hungría y otros países". (Ibíd.,) Marx estaba de acuerdo: "Los húngaros no serán libres, como tampoco los polacos, ni los italianos, en la medida que el trabajo siga siendo esclavo". La derrota de las revoluciones de 1848 eliminó cualquier amenaza de revolución proletaria. Las fuerzas del capitalismo aún estaban madurando. Se tardó otros 23 años antes de que la gloriosa Comuna de París (el primer Estado obrero de la historia) pusiera de nuevo la revolución proletaria en el orden del día del continente europeo.

El mejor homenaje es la lucha por el socialismo

Al camarada Juan Manuel
Marxista poblano de toda la vida

Estas fechas marcan el cincuentenario del inicio de la emblemática lucha ferrocarrilera de 1958-1959. Para la historia del movimiento obrero mexicano, esta lucha es tan trascendente como las huelgas de 1906 en Cananea, la de 1907 de Río Blanco y la huelga general de 1916, entre otros capítulos de la lucha de clases. Esta lucha de hace medio siglo, es inspiradora y particularmente aleccionadora para la clase obrera. De ahí que todas sus contribuciones deban ser retomadas para las batallas entre las clases en la actualidad.

El proyecto industrializador y el Milagro Mexicano

Tras los acontecimientos de la revolución de 1910-17 el capitalismo mexicano entró en un periodo de reconfiguración en el que va a dejar impreso su huella la gesta revolucionaria, marcando nuevos derroteros en búsqueda del desarrollo económico del país.

Se trató de un proceso en el que se enfrentaron diferentes intereses, tanto en las ciudades como en el campo. Ello se tradujo en una inestabilidad social y política que tendría importantes secuelas en los primeros gobiernos emanados de la Revolución, provocando sistemáticas confrontaciones en el seno de lo que, con el tiempo, sería calificado como la Familia Revolucionaria.

La exigencia de estabilidad política y la necesidad de darle un rumbo claro y definido a los Gobiernos de la Revolución, condiciones de especial relevancia para el desarrollo capitalista, demandaban un gobierno fuerte y capaz de “congeniar” los diferentes intereses en pugna para ponerlos a orbitar, de manera voluntaria o no, en torno a un proyecto económico y social a la postre conocido como Nacionalismo Revolucionario.
Sería el presidente Cárdenas (1934-1940) quien asumiría este papel, el cual encontraría una magnífico aliada en la II Guerra Mundial, al derivar ésta en prácticamente la destrucción de la base productiva de casi toda Europa y en la orientación de buena parte de la industria y la producción de materias primas de los Estados Unidos para solventar su participación en dicho conflicto bélico.

Así las exportaciones mexicanas van a encontrar una importante demanda, trasformándose en una palanca para el desarrollo económico y creando una base más sólida para el proyecto industrializador.

No sin reveses, este modelo sería la guía de desarrollo del capitalismo mexicano hasta finales los años 70 y principios de los 80, cuando entraría en una crisis definitiva. Pero antes de esto último, este modelo rindió significativos frutos para el capitalismo mexicano, a tal grado que durante la década de los años 40 hasta la de los 70, este periodo también sería conocido como el Milagro Mexicano, dado el significativo desarrollo que logró el Producto Interno Bruto (PIB) durante todo ese tiempo, con un promedio anual de un 6%.

En dicho éxito el papel del Estado va a ser determinante, dada la cuantiosa inversión pública, que durante ese mismo periodo creció año tras año, hasta acumular un 40%. Esta política posibilitó, entre otras cosas, el crecimiento de la industria pública, que pasó de 57 empresas en 1940, a las 1155 que se registraron en 1982.

La necesidad de exponer las líneas generales del desarrollo capitalista de aquel periodo tiene que ver con el hecho de explicar el contexto material que va a ser determinante en la lucha de clases de aquellos años y, por consecuencia, la manera en que va intervenir el Estado, así como sus políticas hacia el movimiento obrero. En tanto tal, se trata del mismo contexto general en el que se explican los antecedentes y la lucha de los ferrocarrileros durante 1958 y 1959.

El Charrazo de 1948

Los acontecimientos en el seno del sindicato ferrocarrilero de finales de los años 50 son, además, la cúspide de una lucha que inició una década antes. En ella estos trabajadores no cejaron hasta expulsar de su gremio a los dirigentes leales a los patrones y al Estado.

El año 1936, con el surgimiento de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) - en ese entonces bajo la dirección de Lombardo Toledano-, marca un hito para el movimiento obrero y para la política corporativa de los gobiernos emanados de la revolución. Con la CTM, el régimen y su partido - el PNR (transformado en 1939 en PRM y después PRI en 1946) -, encontrarían una de las herramientas más sofisticadas de control obrero y de alianza con sus políticas.

A pesar de la estabilidad que le ofreció al régimen esta alianza durante décadas, ésta siempre fue más o menos inestable, dependiendo de la coyuntura ya que, a pesar de todo, siempre estuvo sujeta a los vaivenes de la lucha de clases. Por consiguiente, a pesar del poder de la CTM, el régimen jamás logró una cohesión absoluta en torno suyo por parte del movimiento obrero. Un ejemplo fue el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) el cual se declara anticomunista, le abre de par en par las puertas a la inversión extranjera - especialmente a la yanqui-, y lanza una feroz persecución contra la izquierda sindical.

Alemán representa la culminación de un proceso iniciado en 1940 con el gobierno de Ávila Camacho, en el que la izquierda cardenista, de manera gradual pero firme, es marginada del poder político, abriéndole paso al ala de derechas de la Familia Revolucionaria. Ésta tendría como objetivo frenar lo que a sus ojos se presentaban como excesos cometidos por Cárdenas y sus seguidores en el gobierno, relacionados con la política agraria, la laboral, la social, así como las nacionalizaciones.

Un ejemplo de la determinación de Alemán para poner en orden a los obreros  disidentes fue, a apenas dos semanas de haberse instalado en el poder, el empleo del ejército para obligar a los petroleros a levantar un paro laboral. Con esta forma de arrancar su gobierno, Alemán mandaba un mensaje a la burguesía y al imperialismo de hasta donde estaba dispuesto a llegar con tal de proteger las inversiones.

No obstante, la contradicciones de la economía capitalista no se presentan como las más favorables para asegurar apaciguar las tensiones y reclamos obreros, pues en 1948-49 el peso se va a deslizar hasta pasar de los 4.80 a los 8.60 pesos por dólar. Esto tuvo efectos sobre la inflación al grado de que los salarios son empujados hacia su nivel más bajo desde 1939: el salario mínimo agrícola se deprecia el 46% y el de las ciudades pierde un 39%.  

Ante el acoso de Alemán contra el sindicalismo combativo, la CTM se mantiene impasible avalando en los hechos esta política, pero provocando el malestar entre algunos sindicatos que, encabezados por el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), rompen en 1947 con el sindicalismo oficial. Entre ellos también estaban los telefonistas, los trabajadores de la aviación, del cemento, tranviarios, de las aguas gaseosas, los de los productos de maíz, etcétera. Todos esos gremios formarían la Central Única de Trabajadores (CUT), a la cual poco después se unirían los mineros y petroleros.

Un año después, a mediados de 1948, la CUT  ya se presenta como un peligro que de dejarlo madurar, pondría en riesgo la hegemonía de la CTM. Para esas fechas la nueva central obrera lanza una intensa campaña de movilizaciones contra la devaluación y la carestía de la vida, teniendo este llamado una importante acogida entre la clase obrera y cimbrando los cimientos del sindicalismo leal al régimen.  Acto seguido, durante esas mismas fechas, la CUT convoca a su Congreso Constitutivo para octubre de ese año.

Para Miguel Alemán, esta insurgencia obrera encabezada por el sindicato ferrocarrilero, se presenta como un obstáculo para la estabilidad social necesaria para continuar atrayendo las inversiones externas. Ante esta situación, el Gobierno monta una provocación contra el sindicato apoyado desde adentro por Juan Díaz de León, mejor conocido por el Charro, del cual se dice que acostumbraba a conducir las maquinas de ferrocarril ataviado como charro. El Charro, quien además era integrante del Comité Ejecutivo, en agosto de 1948 acusa penalmente por desfalco contra el sindicato a su dirigente nacional Luis Gómez Z. y a Valentín Campa, quien además militaba en el Partido Comunista.

En respuesta, el 13 de octubre el sindicato reacciona acusando al Charro de colaborar con el gobierno para dividir al gremio y lo suspende de sus funciones. Ante esto, la reacción del Estado va a ser fulminante: un día después de la sanción contra Díaz de León, este último, auxiliado por el ejército y la policía, toma por asalto las oficinas generales del sindicato ferrocarrilero para, acto seguido, ser impuesto en la dirección nacional de este gremio. Por su parte Gómez Z. y Campa son encarcelados.

El 14 de octubre de 1948 pasaría a la historia por ser el día en que  se desarrolla una de las intervenciones más cínicas y descaradas del Estado en la vida sindical, al mismo tiempo acuñándose de esta manera una terminología que va a marcar desde entonces a la fecha al sindicalismo oficial: los charros y el charrismo sindical.

Recuperación del movimiento

Además de control político sobre uno de los sindicatos mas aguerridos, el Charrazo también va a derivar en una sistemática destrucción de derechos ganados y signados en el contrato laboral de los ferrocarrileros.

La tensión acumulada por esta situación va a empezar a brotar a la superficie cuando David Vargas - sustituto de Díaz de León desde 1951- y la patronal acuerdan hacer significativas modificaciones al contrato de trabajo. Ante esto, los ferrocarrileros convocaron una asamblea general en la Ciudad de México, que se desarrolló del 6 al 10 de junio de 1954. En ella definen un pliego petitorio y reciben como respuesta la toma del local sindical por parte de la policía.

Tras ese acto represivo, de manera astuta los ferrocarrileros pasaron en septiembre de ese mismo año a la táctica del tortuguismo, basándose en el entonces aún vigente Reglamento de Transporte y Seguridad promulgado en 1925. En él se establecía una serie de normas que ya resultaban obsoletas y que su empleo inevitablemente harían más lentas las diferentes tareas de operación de los ferrocarriles. Con dicha acción, las estaciones de ferrocarriles de todo México fueron presa del caos, provocando congestionamientos que, en los hechos, representaron prácticamente la parálisis del servicio.

En este caso, nuevamente el movimiento fue reprimido, los dirigentes encarcelados y fueron despedidos 59 ferrocarrileros. Sin embargo, los ferrocarrileros logran arrebatar un aumento salarial del 7% y un contrato laboral para los auxiliares de locomotoras.  

Era el turno del gobierno de Ruiz Cortines (1952-1958) que, producto de las devaluaciones (la de 1954 va a provocar que la paridad del peso brinque de 8.60 a 12.50 por dólar), se ve en la necesidad de impulsar una política basada en el control de la inflación: el Desarrollo Estabilizador. Ésta implicaba, entre otras medidas, que se tenía como principales fundamentos ofrecer precios bajos de los servicios y bienes de las empresas paraestatales - incluidos los ferrocarriles -, la reducción de los salarios reales y la contratación de deuda pública externa. De este modo, mantener y empujar la industrialización va a encontrar un nuevo estímulo en las penurias de la clase trabajadora, a la par del subsidio hacia la burguesía por parte de un Estado cada vez más endeudado.

Las reacciones a esta política no se dejaron esperar: la Inversión Extrajera Directa (IED) hacia el sector manufacturero pasó del 20% que poseía a principios de los años 50, al 60% logrado en 1960. Además de ello, las condiciones permitieron un mayor ritmo en la concentración de riquezas a tal grado que, para 1958, el 10% de las familias más ricas ya concentraban el 35.7% de los ingresos totales, al lado del 40% de los hogares más pobres, que concentraban sólo el 11%. Las cosas no mejoraban y, ni el Estado ni la burguesía, permitirían que se moviera algo entre los trabajadores, que afectara los logros.

Las conquistas arrancadas durante el movimiento del tortuguismo dieron confianza a los ferrocarrileros para lanzarse con más determinación en pos de sus demandas. Así, en este proceso de recuperación del movimiento, noviembre de 1957 va a marcar un cambio importante en la lucha ferrocarrilera: la sección 15 del sindicato, en contra de la voluntad de los dirigentes charros, realiza una asamblea en la que acuerdan luchar por más salario. Esta acción es seguida por los ferrocarrileros de la sección 27 de la ciudad de Torreón, en la que incluso se define el monto de los 350 pesos como aumento salarial mensual. Tras ello, recogiendo esta demanda, se unen los ferrocarrileros de las diferentes secciones del estado de Veracruz.

Democracia sindical: las heroicas jornadas de agosto de 1958

El empeño de los trabajadores por lograr una mejora salarial derivó en la convocatoria del 2 de mayo de 1958, a una asamblea en la que es creada la Gran Comisión Pro-Aumento General del Salario. En dicha asamblea participan los charros con Samuel Ortega al frente, quien dirigió al sindicato de 1957 a 1958, con la intención de impedir la organización de los ferrocarrileros al margen de su control. Sin embargo, tras su fracaso, los charros desconocen a la Gran Comisión y tratan de enarbolar la lucha por la mejora salarial reclamando sólo 200 pesos, cantidad menor a la que aspiraban los trabajadores.

A pesar de que la demanda salarial interpuesta por los charros es menor a la definida por los ferrocarrileros, la empresa la considera desproporcionada y demanda un plazo de 70 días para resolver.

La respuesta no se va a dejar esperar, los ferrocarrileros de todo el sureste mexicano rechazan el plazo y exigen los 350 pesos de aumento y de paso, destituyen a todos los dirigentes charros de los comités ejecutivos locales, marcando de esta manera el inicio de la lucha para rescatar a su sindicato y democratizarlo.

Tras ellos, el 26 de junio, inician una serie de paros escalonados consistentes en suspensiones diarias del servicio de ferrocarril, iniciando con dos horas para así, al día siguiente sumarle otras dos horas, y así cada día hasta paralizar dicha actividad totalmente. Para estas fechas ya se han unido al movimiento los ferrocarrileros de Monterrey, del Valle de México, de Guanajuato y de Buena Vista, en el DF. Además el movimiento ya ha ganado el apoyo del SME, del Movimiento Revolucionario del Magisterio y las secciones 34 y 35 del sindicato petrolero.

Un resultado ya logrado por el arranque de los paros laborales, es la detención de dirigentes charros en diferentes secciones sindicales: la 10 de Guanajuato, la 2 de Aguascalientes, la 21 de Puebla, la 22 de Oaxaca, la 25 de Tierra Blanca, la 27 de Torreón, la 11 de Irapuato y la 19 de Monterrey, entre otras. A estas alturas, ya estaba totalmente claro que el movimiento apuntaba en dirección hacia la democracia sindical: para el 1 de julio ya habían sido destituidos 22 de 29 dirigentes seccionales afines a la dirección charra nacional. La cabeza de Samuel Ortega estaba a punto de rodar.

Así pues, la lucha ferrocarrilera ya se presenta como peligro para la estabilidad del régimen, pues ya no sólo se trataba de un gremio dando lecciones sobre el camino a tomar en contra del sindicalismo oficial, sino que además su movimiento estaba trasformándose en un polo aglutinador de otros sindicatos y trabajadores que no aceptaban la política de Ruiz Cortines, ni la de la CTM. A ojos de la burguesía, esta lucha en acenso habría que frenarla a toda costa.

Bajo esa consigna, Ruiz Cortines interviene directamente en el conflicto, ofreciendo un aumento salarial de 215 pesos para 58 mil 578 ferrocarrileros y 100 pesos para otros 8 mil 647 restantes. Esta oferta es aceptada por los ferrocarrileros, quienes dejan los paros. Sin embargo, la maniobra para desactivar el movimiento no para ahí: el Gobierno pacta con Samuel Ortega su relevo en el sindicato para ser sustituido por otro Charro, Salvador Quesada, quien se pretendía fuera legitimado en una Convención organizada por los charros.  La intención era hacer cambios para que todo siguiera igual.

La maniobra es correctamente interpretada por los ferrocarrileros, quienes convocan por su cuenta a una Convención insurgentes en la que son destituidos todos los charros, nombrando un nuevo Comité Ejecutivo Nacional con Demetrio Vallejo al frente.  Tras este desafío, lo que seguiría es una intensa lucha por el reconocimiento de la nueva dirección sindical.

Agosto de 1958 va a ser un mes decisivo, tras diferentes intentos frustrados para que la nueva dirigencia fuera reconocida legalmente, los ferrocarrileros lanzan una nueva ofensiva más decidida. El día 31 de julio inician nuevamente los paros laborales escalonados, desatando una serie de acontecimiento en cadena y de manera vertiginosa: el 2 de agosto a las 18:00 horas la justicia penal dicta una orden de “cateo” contra las instalaciones del sindicato ferrocarrilero haciendo caso a la demanda por “despojo” interpuesta por el Charro Salvador Quesada. Todo ello en sincronía con la estrategia del Estado, consistente en reprimir el movimiento, encarcelar a los líderes y convocar a elecciones sindicales 40 días después. Tras la orden judicial, 20 minutos después el ejército y la policía, de manera sincronizada, toman las instalaciones de todos los locales sindicales ferrocarrileros en todo el país. Ante ello, a las 19:45 horas, los trabajadores responden convocando a un paro nacional del ferrocarril que estallaría el 3 de agosto.

Nuevamente el ejército interviene. Demetrio Vallejo es detenido, pero no se logra impedir que ese día no se mueva un sólo ferrocarril a lo largo de todo México. Esta situación se mantiene exactamente de la misma manera hasta el 5 de agosto, cuando el gobierno se ve obligado a aceptar condiciones como las de liberar a los ferrocarrileros presos, no despedir a nadie, la devolución de los locales sindicales y elecciones sindicales antes de 15 días. El paro se mantuvo hasta el 6 de agosto, hasta no ver las demandas satisfechas.

Así, con el éxito en sus manos y llenos de confianza, los ferrocarrileros fueron a las elecciones sindicales, siendo declarada vencedora, el 23 de agosto, la planilla de Demetrio Vallejo con 59 mil 759 votos a favor, contra sólo 9 (si, usted leyó bien, nueve) votos logrados por los charros encabezados por José Maria Lara.

1959: la revancha del Estado

En diciembre de 1958, se instala la presidencia de un nuevo gobierno del PRI, encabezada por López Mateos. El nuevo presidente sería el encargado de preparar una nueva ofensiva, tratando de que esta nueva oportunidad fuera definitiva.

Ya como dirigente oficialmente reconocido, Vallejo va a ser presa de una histérica campaña de empresarios y políticos priístas acusándolo de ser un agente del comunismo internacional y ser un traidor a la patria porque pretendía derrocar al Gobierno. Acusaciones muy a tono con el Macarthismo que por esos años le fue muy útil al imperialismo yanqui para lanzar una intensa cacería de brujas en sus propias entrañas.

La táctica del Estado consistió en dividir al sindicato y aislarlo respecto a su apoyo externo. De este modo, basándose en el exdirigente Luis Gómez Z. y en otros como David Vargas y Manuel Moreno, se desarrolla una campaña de calumnias contra Vallejo y sus allegados acusándolos de comunistas, ladrones, asesinos, violadores, etcétera. Las provocaciones montadas al interior del sindicato empiezan a surtir efecto, rompiendo la sección 15 con el Comité Ejecutivo y separándose de éste uno de sus miembros: Guillermo Hass.

A lo externo, el gobierno lanza una abierta cacería contra la izquierda sindical, eliminado corrientes democráticas en gremios como el SME, el magisterio, telefonistas, petroleros, etcétera. El objetivo fue el de minar cualquier clase de apoyo que podrían obtener los ferrocarrileros frente al ataque que ya estaba preparando el régimen. En el caso de las filas del sindicalismo oficial encabezado por la CTM, la táctica consistió en otorgar algunas concesiones limitadas para impedir que el descontento de los trabajadores bajo el dominio de los charros pudiera ser capitalizado por los ferrocarrileros.

Armado el rompecabezas, el siguiente paso consistió en rechazar cualquier clase de demanda de los ferrocarrileros. Con esa intención, la justicia laboral declaró como inexistente la huelga del 25 de febrero de 1959, optando esta vez los ferrocarrileros por no pasar a una lucha frontal contra el Estado.  Sin embargo, las cosas fueron diferentes frente a la nueva declaratoria de inexistente de la huelga estallada el 25 de marzo. En esta ocasión la acción sindical se mantiene firme, viéndose esto como una oportunidad del Estado para lanzar al ejército nuevamente contra los trabajadores. Así, tres días después de haber iniciado la huelga, Demetrio Vallejo es detenido. Lo mismo ocurre con otros 10 mil ferrocarrileros, 9 mil de ellos son despedidos y los locales sindicales son tomados por la policía y el ejército.

No obstante, la huelga continúa y se mantiene con muchas complicaciones hasta el 12 de abril. Para entonces las fuerzas de los ferrocarrileros se encontraban diezmadas y aisladas. El plan del régimen había dado resultado y por fin logra imponer una nueva dirección charra, con Alfredo A. Fabela (1959-1962) al frente.

Derrotado el movimiento, la represión se extendió hasta mayo de 1960 cuando es detenido el dirigente ferrocarrilero del Partido Comunista, Valentín Campa, quien junto con Vallejo se mantendría en prisión hasta 1969. Su liberación fue una consecuencia más de la heroica lucha estudiantil de 1968. Junto con ellos, también otros 800 ferrocarrileros fueron sentenciados a varios años de prisión.

La derrota del movimiento ferrocarrilero fue considerada una cuestión de Estado. Ello lo ratificada la confesión hecha por Lauro Ortega, quien fuera presidente del PRI, el mismo 25 de febrero de 1959 al expresidente Cárdenas: de acuerdo al primero, un alto funcionario del gobierno le dijo que "si los ferrocarrileros no realizan la huelga que vienen anunciando, la provocaremos nosotros para lograr el cambio en la directiva del sindicato".

El movimiento ferrocarrilero era un peligro por su oposición a la política antiobrera del régimen y un factor también de especial relevancia porque, de haber seguido madurando y desarrollándose, en relativamente poco tiempo se habría trasformado en un punto de referencia que aglutinara a lo mejor del sindicalismo mexicano para disputar con mucha fuerza a la CTM y demás centrales oficialistas, la hegemonía sobre el movimiento obrero, transformando en cosa del pasado al charrismo sindical junto con la alianza histórica del “movimiento obrero organizado” con los gobiernos de la revolución. Un panorama de esta naturaleza habría puesto en serios aprietos al capitalismo mexicano, máxime cuando en Cuba, por esas mismas fechas, los trabajadores, campesinos y el Movimiento 26 de julio recientemente habían derrotado a una de las dictaduras más sangrientas de toda la historia de América Latina e iniciado el camino hacia su liberación y la eliminación de toda clase de injusticias.

Por mucho, la lucha de los ferrocarrileros de 1958-1959 trascendía el ámbito de un conflicto simplemente gremial. La burguesía y el Régimen comprendieron esto y actuaron de manera consecuente de acuerdo a sus intereses, aplastando el movimiento.

La lucha de los ferrocarrileros, que también costó la vida de varios trabajadores, no sólo fue heroica, sino que además fue toda una escuela de estrategia obrera y revolucionaria. Ellos demostraron con creces que cuando la clase obrera se decide es capaz de derrotar al charrismo sindical y poner de cabeza al Régimen. A 50 años de esta titánica lucha, el único reconocimiento que los trabajadores les podemos hacer a los ferrocarrileros y que se ajuste al nivel de batalla que dieron, es aniquilar el capitalismo para sustituirlo por una sociedad que revindique su sacrificio: el socialismo.

Cuando en diciembre del 1999 estallaron los disturbios en Ecuador que llevaron a la caída del gobierno establecido y a la formación, aunque de modo muy efímero, de una autoridad tripartita que representaba la unidad de trabajadores, solados y campesinos, quedo claro que la ola revolucionaria que se había expresado inicialmente en Venezuela con la elección de Hugo Chávez el año anterior estaba en plena expansión. Luego de ello, acontecimientos convulsivos se han expresado en prácticamente todo los países latinoamericanos y en ellos hay algunos elementos que son similares: 1.- La crisis del capitalismo global permite cada vez menos margen de acción para las capas gobernantes y menos tolerancia para las masas explotadas. 2.- La vieja casta de partidos burgueses tradicionales ha caído en desgracia generalizada. 3.- Hemos contemplado un reagrupamiento de fuerzas de izquierda: partidos, organizaciones sindicales, del campo y urbanas de distinta índole. 4.- Los métodos de lucha se han caracterizado por ser fundamentalmente urbanos, en los cuales las movilizaciones de masas y la huelga general han jugado un papel importante sin descartar autenticas rebeliones populares. 5.- El socialismo ha pasado de ser una nostalgia histórica comentada en las universidades y en reducidos círculos de izquierda para convertirse en tema de debate en calles, escuelas, fábricas, y pueblos. 6.- La actitud del imperialismo norteamericano ha sido en todos los casos de hostilidad, y sabotaje. Ha financiado, organizado o apoyado fraudes electorales, campañas de desinformación e incluso intentos de golpe de estado (Venezuela) y maniobras para desestabilizar (Ecuador y Bolivia).

Estrategias para la revolución

Estos tiempos de cambio y participación popular tienen la virtud de proporcionar espacios para un debate en el seno de los activistas del movimiento obrero y social muchísimo más productivo que el que se tenía no hace muchos años. Debemos recordar que con la caída de los países mal llamados socialistas (1989-1992) la región e incluso el mundo sufrió una fuerte sacudida que llevó a muchos antiguos socialistas ha pasarse simplemente al otro bando (Villalobos en El Salvador, Renovación Sandinista en Nicaragua, etc.). Otra vertiente, no muy importante pero con cierta influencia especialmente en pequeños círculos europeos, adoptó conclusiones francamente anarquistas, tal fue el caso de las corrientes que se agruparon en torno al EZLN de México, algunos de los cuales (Hallaway y Tony Negri) llegan al grado de señalar la necesidad de olvidarse del socialismo (Ver los artículos de Gustavo Esteva en La Jornada). En donde adoptando una actitud supuestamente no dogmática, repiten todos los prejuicios de la burguesía en contra del socialismo y de experiencias como la revolución bolchevique. Esta izquierda que podríamos considerar “posmoderna” colapsó absolutamente durante el auge de las luchas de masas en América Latina. Por supuesto las corrientes reformistas de derechas se fortalecieron apoyadas por la confusión y la ofensiva ideológica burguesa. En ese contexto muchos intelectuales comprometidos con los procesos revolucionarios tendieron a buscar salidas a la crisis de la izquierda en estrategias defensivas. Las luchas antiglobalización sólo eran el síntoma de una nueva época pero muchos veían en ellas el futuro, por ello conforme terminaba el siglo proponían formulas confusas como antiglobalización, multitud, resistencia, etc. Sobre esta base muchos concluyeron que no veríamos a pueblos luchando por el socialismo al menos en la coyuntura inmediata. Cuando de pronto estallan las revueltas latinoamericanas de la presente década, quedan ideológicamente incapacitados para apreciar las nuevas cualidades de la situación y no pueden más que tratar de mirar el presente con los ojos de las viejas formulas equivocadas disfrazas para tratar de hacerlas aparecer como novedad. En este rubro tenemos a una capa de intelectuales de origen sobrevivientes de la época soviética, Martha Harnecker y Heinz Dietrich Stefan entre los más conocidos, los cuales, si bien consideran la nueva oleada revolucionaria latinoamericana como autentica, tratan de analizar dicho proceso con una fuerte carga de pesimismo heredada de una incorrecta asimilación de lo que fue el “socialismo” de vertiente estalinista. Dietrich de plano propone evitar “excesos revolucionarios” tales como romper con el capitalismo, atendiendo a consideraciones de carácter táctico en suma propone una nueva versión de la revolución por etapas sólo que de atribuye el nombre de socialismo a lo que tradicionalmente se conocía como revolución democrático- burguesa. Alan Woods hace una critica pormenorizada de esas ideas en su libro “Reformismo y revolución”.

Venezuela, una revolución sui generis

Martha Harnecker por su parte no tiene las soluciones acabadas de Dietrich y podríamos decir que en sus estudios hay una autentica voluntad de hacer avanzar el proceso. Ella siempre ha planteado a la necesidad de la formación de un partido revolucionario que conduzca el proceso, así como a la formación de órganos de poder desde abajo, no obstante, es extremadamente temerosa de llamar a las cosas por su nombre y en ese afán vuelve tan difuso el contenido del programa de la revolución y su carácter que al final lo único que siembra es pesimismo y confusión. Uno de sus recientes libros: “Venezuela una revolución sui géneris”, rehuye totalmente a señalar el socialismo como objetivo estratégico del proceso venezolano, rehuye a llamar por su nombre al Partidos Socialista Unificado de Venezuela. Y aún más rechaza llamar antiimperialista a la revolución venezolana con el argumento de que la era de las revoluciones antiimperialistas ha pasado. En su texto sobre la estrategia de la Izquierda en América Latina señala: algunos argumentos para sustentar que no se pueden dar revoluciones antiimperialistas: ”no era lo mismo actuar en un mundo (...) donde el campos socialista servia de retaguardia de los procesos revolucionarios” “… En un mundo donde la revolución de la información permite instalar industria en países con mayores ventajas y emigrara un país más prometedor” “dada la correlación de fuerzas a nivel mundial se cerró temporalmente la consolidación de un proceso revolucionario antiimperialista en la región” ( Harnerker, Martha, Venezuela una revolución sui géneris” Plaza y Valdés, México 2006 Pág. 162- 163). Para empezar tendríamos que definir que se entiende por antiimperialista, para nuestra autora esto significa “enfrentamiento total, militar y económico con el imperialismo”. A nuestro entender habría que ser más específicos, ese enfrentamiento con el imperialismo solo es posible bajo la forma de la lucha por un régimen social alternativo, solo en esa medida se puede hablar del tipo de revolución que implica enfrentarse totalmente con el imperialismo, como el único proyecto serio de esas características ha sido el socialismo en realidad Martha Harnecker niega la posibilidad de la revolución socialista en esta coyuntura. Harnecker afirma como principales razones para hacer “imposible” una revolución antiimperialista triunfante son la falta del bloque soviético y el carácter internacional y cada vez más vertiginoso del movimiento de capitales en el mundo. Afortunadamente Harnecker no fue consejera de Lenin dado que seguramente le habría explicado que la revolución de octubre era imposible dado que la Comuna de Paris había sido derrotada. Si la tesis de Harnecker fuese valida seria imposible toda revolución futura, cuando en realidad lo que sucede es que el desconcierto se cierne sobre la clase capitalista y la propia experiencia venezolana demuestra que incluso un golpe de estado dirigido por el imperialismo no tiene necesariamente que triunfar. De hecho la principal argumentación en contra de los señalado en su libro se encuentra en su segundo argumento “contundente” es decir en el carácter cada vez más internacional e interdependiente de la economía capitalista, la globalización entendida como el carácter cada vez más integrado de la economía mundial y la interdependencia de cada economía nacional hace que los efectos de la revolución latinoamericana se expresen en todo el mundo. Los movimientos también adquieren una escala global. Es real que no hay espacio para una revolución antiimperialista desde el punto de vista de los estrictos marcos nacionales, de hecho fue precisamente Marx quien planteó el socialismo como un proyecto de sociedad internacional, que descontaba la posibilidad de un socialismo aislado. Lenin explicó decenas de veces la imposibilidad del socialismo en un país aislado y fue solo la necesidad de Stalin para justificar su regimen despótico lo que lo llevó a consagrar la teoría del “socialismo en un solo país”. En suma la lucha antiimperialista no es internacional o no lo es y si eso es lo que quiere explicar Harnecker, pues ha descubierto el agua tibia. Luego Harnecker plantea como estrategia política “un frente amplio antineoliberal” dado que “Las políticas neoliberales, implementadas por el gran capital financiero trasnacional respaldado por un gran poderío militar y mediático, cuyo centro hegemónico son los estados Unidos, no solo no han resuelto los problemas sino que han agudizado la miseria y la exclusión social mientras que las riquezas se concentran en cada vez menos manos” (Op Cit pág 165) Un frente donde “podrían entrar sectores capitalistas cuya situación en el mundo de los negocios haya entrado en contradicción con los capitales transnacionales”(Op Cit pág 165) Aquí nuevamente encontramos el famoso planteamiento del Frente Popular, esta teoría fue diseñada también por Stalin por argumentos semejantes a los de Harnerker: en los años treintas el fascismo avanzaba en Europa y la III Internacional estalinizada señalaba que la contradicción determinante en ese momento no era capitalismo y socialismo sino fascismo y democracia. Por lo cual habría que formar un bloque político con la burguesía para enfrentar la amenaza fascista. En realidad la lucha contra el fascismo se desarrolló con gran sacrificio y arrojo por parte de las bases de los partidos socialistas y comunistas, pero la política de frente popular les daba un papel directivo a representantes burgueses que en términos reales saboteaban y traicionan a los trabajadores. En la hora de los enfrentamientos la burguesía simplemente desaprecio de la escena, no obstante cuando llegó la hora de la victoria sobre el fascismo el frente popular otorgo los puestos directivos a los burgueses y en harás de no romper la unidad anifascista se perpetuo el control capitalista en Europa. La burguesía nunca ha formado un bloque con otras clases sino a condición de que sea su programa el que se defienda, si se proclama una alianza amplia que acepte esta condición lo que se esta haciendo es supeditando la construcción del “bloque antineoliberal” al poder de veto de la burguesía “progresista” y en el fondo otorgándole la dirección política del mismo. Nosotros nos preguntamos ¿Puede en estos momentos la burguesía de cualquier país defender un programa que no sea el neoliberal? La repuesta será no. ¿En donde o en que país la burguesía en estos momentos juega un papel progresista? Respondemos: En ninguno. De lo que se trata es que se construya un programa orientado a resolver los problemas de los trabajadores del campo y la ciudad, apoyados en base a un partido de trabajadores del campo y la ciudad. Una clara orientación de clase eliminaría equívocos y la posibilidad de que arribistas de la burguesía progresista se montaran en el caballo de la revolución para frenarla. Sin duda debe haber algún burgués que en el macro del proceso abandone sus posiciones de clase y se sume a la lucha, eso sería muy natural y nadie lo cuestionaría pero en esos casos se trataría de una estricta supeditación al programa y los métodos de los trabajadores sin espacio para cualquier tipo de componenda. Por otro lado uno de los elementos claves de cualquier revolución es la construcción de espacios de poder de los trabajadores que avancen al grado de poder sustituir la antigua maquinaria estatal. Harnecker señala correctamente que la revolución venezolana adolece de dichos espacios pero a la hora de hacer una propuesta señala: “los gobiernos locales en manos de la izquierda pueden desempeñar un papel muy importante en su estrategia de acumulación de fuerzas…” “… podrían ser excelentes espacios para llevar adelante construcción de proceso alternativos”(Pág. 170) Vemos que aquí también priva una imagen pesimista basada en la idea de que el capitalismo es tan popular que. “la represión es mucho menos necesaria que antes para la reproducción del sistema”( Pág. 170) y que entonces la opción es demostrar que se puede ser un administrador honesto y humanitario en los gobiernos locales creados por el régimen capitalista, para con ello dar confianza a los trabajadores de que la izquierda es confiable. El pesimismo reinante en estas opiniones es verdaderamente asombroso, justo cuando las masas enfrentan la represión del estado de una manera cada vez más brutal Harnecker señala que la represión es “menos necesaria”, justo cuando las masas experimentan experiencias de construcción de espacios de poder proletario como lo son las asambleas populares en Bolivia y en Oaxaca y los trabajadores ocupan y ponen a funcionar fabricas abandonadas por capitalistas en Venezuela, Brasil, etc., hay alguien que dice que la opción no es eso sino ganar alcaldías y municipios y ser buenos gestores del capitalismo. Con esta visión se tiende un puente hacia los elementos más oportunistas que pretender sustituir la verdadera actividad revolucionaria de masas con el trabajo burocrático de instituciones que en realidad estorban la iniciativa de las masas. La propia experiencia venezolana demuestra que hay una especie de barrera entre muchas iniciativas de las masas y el gobierno de Chávez y viceversa, lo que ha llevado intentar construir iniciativas paralelas a la estructura formar del estado, como las misiones y a tratar de crear un autentico partido de la revolución que elimine las trabas burocráticas de los gobiernos locales

Conclusiones

Lo más lamentable de las opiniones de Harnecker es que no son nuevas, ya en el pasado han demostrado su ineficacia para llevar al triunfo a la revolución: Guatemala, Chile, Bolivia (en décadas anteriores) o para intentar frenarlo cuando este triunfa. No han pasado siquiera veinte años de la derrota de Frentes Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, donde el empecinamiento de la dirección del FSLN por sumar a una burguesía permitió que esta misma le diera una puñalada por la espalda al proceso. Paradójicamente Harnecker pone a la dirección del FSLN como argumento para justificar una política de supeditación que, esta demostrado, llevaría a la derrota de la revolución dado que invitar a sumarse al proceso a los enemigos declarados del mismo. Afortunadamente hay cada vez más trabajadores y activistas que se dan cuenta que no basta con las viejas formulas del estalinismo sino que hay que avanzar sin miedos y basados en una absoluta confianza en la iniciativa creadora de las masas por la vía de la revolución socialista, basándose en la herramienta teórica del autentico marxismo.

Adquiere la prensa obrera

Desde hace ya una semana esta listo el número 172 de Militante., voz marxista de los trabajadores y la juventud. En esta ocasión tratamos temas tan importantes como la situación de la economía nacional y las miserables medidas del presidente espurio Felipe Calderón, la lucha contra la privatización de PEMEX, la situación y perspectivas de PRD, así como los acontecimientos más relevantes en el plano sindical y estudiantil de nuestro país. En el terreno internacional abordamos los acontecimientos que se desarrollan en Cuba luego de las últimas medidas adoptadas por Raúl Castro, así como los acontecimientos en Bolivia y Paraguay, además hacemos un breve repaso histórico por luchas como la revolución sandinista de 1979. Militante es un periódico de trabajadores para trabajadores, te invitamos a que nos conozcas y que difundas la prensa obrera, formar círculos de discusión en torno a los artículos que publicamos cada mes y acércate con nosotros para que formes parte de nuestra organización y avancemos juntos en la construcción de una corriente marxista de masas en el seno de las organizaciones de los trabajadores.
Hola, soy Elisa Margarita Pérez, estoy a favor de lo que leí en el folleto que regalaron en el Zócalo Capitalino el domingo pasado, ya he pasado la voz de lo que dice dicho folleto (en algunas plazas con un megáfono), y lo seguiré haciendo hasta el cansancio. Quedo de Uds. Atenta y S.S.
Por Giannina N. Torres Ramírez El 7 de noviembre de 2006 el viejo líder sandinista Daniel Ortega gana la presidencia en Nicaragua en un claro viraje de las masas hacia la izquierda. No obstante, las masas deben sacar conclusiones de la experiencia de los años 80 en donde la revolución sandinista no llevó el proceso hasta la liquidación del capitalismo. La fundación, en 1962, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FLSN), llamado así en honor a Sandino, revolucionario nicaragüense que en los años 30 se enfrentara a la cabeza de una guerra campesina al dictador Anastasio Somoza, representó una expresión de las masas explotadas en su lucha contra la dictadura de la familia Somoza y las condiciones de extrema miseria y explotación. El asesinato por parte del régimen de Anastasio Somoza (hijo), de Joaquín Chamorro en 1978, es el desencadenante de una huelga general e insurrecciones armadas en el campo; las compuertas de la revolución se habían abierto. El régimen responde con la represión brutal bombardeando a la población civil; pero las masas han perdido ya el miedo a la muerte y su poder se vuelve incontenible. Los sandinistas toman el control de una ciudad tras otra hasta que el 19 de julio de 1979 toman la capital y con ella el gobierno de Nicaragua con Daniel Ortega, comandante sandinista, al frente. Si bien la presión de las masas impulsa al régimen sandinista a la realización de importantes reformas a favor de las masas populares (el analfabetismo se redujo un 50%, se invirtió en salud), en un grado que el 60% de la economía llegó a estar en manos del estado, la parte estratégica de la economía y de las tierras cultivables continuó en manos de la burguesía, éste sería el error fatal de la revolución nicaragüense. Si el régimen sandinista no tenía un programa claro la burguesía y el imperialismo sí que lo tenían. La administración Reagan, junto con la oligarquía local, boicoteó la economía nicaragüense y armó, con más de 300 millones de dólares, un ejército (los nefastos contras) que llevaría a Nicaragua a la guerra civil. El régimen correctamente arma a un sector de la población para enfrentar a los contrarevolucionarios, no obstante, ello no se vinculó a la tarea de desarmar a la burguesía y su estado mediante la expropiación bajo control obrero de las palancas fundamentales. Este error fundamental fue minando y desgastando progresivamente las fuerzas vitales de la revolución al no existir la transformación decisiva de las condiciones de las masas, aún cuando tenían mayoría decisiva en el congreso. Ya en 1988 la inflación era de 3,600% y Nicaragua convertido en el país más pobre de Latinoamérica. Finalmente el poder se les escapa de las manos a los sandinistas y los partidos y organizaciones políticas de la burguesía recuperan el poder con la traidora Violeta Chamorro (exmilitante del FSLN) al frente. El péndulo de la lucha de clase ha puesto a Ortega nuevamente en el poder. Los trabajadores debemos sacar las conclusiones pertinentes y luchar por un programa socialista para el FSLN que termine las tareas pendientes dejadas por el régimen sandinista en los 80, dichas tareas pendientes se resumen en esto: Revolución Socialista.

banner libres y combativas

banner

banner

banner libres y combativas

banner revolutionary left

banner sindicato de estudiantes

banner revolucion rusa