De todos es conocido que el pasado 11 de octubre el “presidente del empleo” decretó la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC) y dejo en la calle a más de 40 mil trabajadores agrupados en el combativo y democrático Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Con esta medida, es claro que el objetivo de Calderón es privatizar la industria eléctrica (entregándola a manos de capitales privados nacionales y extranjeros) y cargar el costo de la actual crisis en las espaldas de la clase trabajadora.
Calderón y todos los medios de comunicación de la burguesía están realizando una campaña para justificar la decisión y culpar a los trabajadores por el mal funcionamiento de la empresa administrada por el mismo gobierno que la llevo a la crisis beneficiando a los grandes empresarios.
La liquidación de Luz y Fuerza forma parte de la política de Calderón para seguir socializando las pérdidas y privatizando las ganancias. Esta política implica también la reducción del gasto social en la educación (reduciendo el presupuesto destinado a las universidades) y el traslado del costo a los estudiantes y sus familias, mediante el cobro ilegal de servicios escolares. Por esto y porque, sabemos que todos los empleos perdidos hoy son un empleo menos para nosotros en el futuro, los miembros del Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico-Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CLEP-CEDEP), el “Círculo de Trabajadores y la Juventud” y la Tendencia Marxista Militante hacemos la invitación abierta a todos los jóvenes y trabajadores poblanos a asistir a la:
Conferencia:
“La extinción de LFC, la defensa del SME y la educación pública”
Jueves 29 de Octubre, 17:00 hrs.
La Casa del Obrero
(15 Ote., No. 8, colonia El Carmen, Puebla, Pue., entre 16 de septiembre y 2 sur)
¡A formar Comités en Defensa del SME y la educación pública!
¡No a la extinción de Luz y Fuerza del Centro!
¡Por una Huelga General en defensa del empleo, la educación pública y la caída de Calderón!
Trabajadores y estudiantes… ¡Unidos y adelante!
Hoy, frente a la peor crisis mundial de capitalismo en los últimos ochenta años, las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky demuestran su vigencia absoluta; son ahora más necesarias y relevantes que en cualquier otro momento para luchar por la transformación socialista de la sociedad. Por eso es necesario releer a los clásicos del marxismo y a marxistas contemporáneos como Alan Woods, quien en su más reciente obra titulada “Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Respuesta a Heinz Dieterich” se ocupa de prácticamente cada aspecto del marxismo científico abordando concretamente el periodo revolucionario en América Latina y, particularmente, el proceso más avanzado en Venezuela, refutando los intentos de moda de intelectuales revisionistas (como Dieterich) de “mejorarlo”, pero que lo convierten en su contrario.
La tesis de Dieterich, no tendría mayor relevancia más que como producción literaria, si no fuera porque sus ideas representan a la tendencia reformista en América Latina que puede frenar la revolución venezolana. Por ello, junto con la lectura de los clásicos del marxismo, este libro es de lectura obligatoria para todos aquellos que deseen comprender la vigencia del marxismo hoy en día. De ahí que hacemos la invitación abierta a todos los jóvenes y trabajadores poblanos a la:
Presentación del libro editado por la Fundación Federico Engels
“Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Respuesta a Heinz Dieterich”
Presenta el Autor:
Alan Woods
(Dirigente de la Corriente Marxista Internacional y editor de la web marxist.com)
Miércoles 28 de Octubre, 12:00 hrs.
Auditorio de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
Ciudad Universitaria de la BUAP
El 24 de octubre de 1929 estalló el pánico en la gran bolsa de Nueva York. 12.894.650 acciones cambiaron de manos, muchas a precios de saldo. El jueves 29 de octubre Wall Street comenzó su prolongado declive. El crack de Wall Street se divide en dos épocas: la alegre "época del jazz" de los años veinte y los años treinta, la década de la depresión.
Todo el mundo sabe que en octubre de 1929 las acciones en Nueva York experimentaron una "pequeña dificultad local". Y todos saben que millones pasaron hambre y miserias durante los siguientes diez años, una dureza que terminó con el horror de la guerra mundial. ¿Cuál es la relación?
La crisis es inherente a un sistema donde la producción no está planificada y cuyo motor es el beneficio privado. La crisis adopta la forma de sobreproducción, con trabajadores ociosos que se encuentran con máquinas paradas. Cada recesión tiene sus propias características y puede tener un desencadenante diferente. El crack de Wall Street puede ser considerado como el detonante de la Gran Depresión, como la "crisis del crédito" marca el inicio de la crisis actual. También es cierto que el pánico jugó su papel. En todas las crisis capitalistas aparentemente pueden jugar un papel factores accidentales. Tanto en la crisis de 1929 como en la actualidad, la crisis tarde o temprano iba a llegar. La producción industrial en EEUU pasó de un índice de 127 en junio de 1929 a 122 en septiembre, 117 en octubre, 106 en noviembre y 99 en diciembre. La producción automovilística pasó de 660.000 unidades en marzo de 1929 a 440.000 en agosto, 416.000 en septiembre, 319.999 en octubre, 169.500 en noviembre y 92.500 en diciembre.
En otras palabras, cuando explotó Wall Street ya estaba en camino la recesión en la "economía real". Galbraith, historiador de los acontecimientos, comenta: "La causa y el efecto pasan de la economía a la bolsa, nunca al contrario. Si la economía en 1929 hubiera sido sólida el efecto del gran crack de 1929 podría haber sido pequeño". Esta recesión en la producción se reflejó en el mundo de las acciones, de los sueños y las ilusiones. El pánico en Wall Street a su vez tuvo un efecto crítico en el mundo de la producción y los beneficios.
El colapso no tenía precedentes. En EEUU, entre 1929 y 1933, la renta nacional cayó un 30 por ciento y la producción industrial más o menos a la mitad. En 1933 más de una cuarta parte de la fuerza laboral estaba en paro. Según la Liga de las Naciones el desempleo mundial casi se triplicó entre 1929 y 1932.
Después de la Primera Guerra Mundial EEUU dotó de dinamismo a la economía mundial, y también llevó al mundo a la depresión. El auge estuvo alimentado por industrias nuevas y en expansión: producción en masa de automóviles y aplicaciones eléctricas, la generación de electricidad y la construcción.
Los estruendosos años veinte
El boom de los "estruendosos años veinte" tuvo similitudes importantes con el boom que terminó en 2007. El "boom" no estuvo acompañado de un aumento real de los salarios de los trabajadores sino que alimentó la desigualdad y los beneficios para los ricos. Entre 1925 y 1929 el precio de las acciones industriales en EEUU se triplicó. En 1926 era evidente el elemento febril especulativo que tenía el boom. La burbuja inmobiliaria de Florida durante los años veinte permite una comparación evidente con la burbuja inmobiliaria que impulsó el reciente boom. Y las burbujas estallan.
El elemento especulativo estuvo alimentado por la práctica de comprar acciones "en margen", es decir, poner un dinero que sólo representa una pequeña parte del precio de la acción. Mientras las acciones suben de precio parece que es un pasaporte hacia la prosperidad. Eso es exactamente lo mismo que el "apalancamiento" de los bancos hace un par de años, prestar treinta o incluso cincuenta veces lo que valen tus activos es lo que impulsó la burbuja inmobiliaria estos últimos años. En ambos casos la práctica terminó en lágrimas.
Pero cada crisis es diferente, aunque todas tengan elementos comunes. El crack de 1929 tuvo unas diferencias importantes con la actualidad. La Primera Guerra Mundial había fomentado la agricultura destinada a la exportación en el continente americano y en Australasia para alimentar a los soldados en Europa. En víspera de la guerra se había institucionalizado la sobreproducción y la miseria. En los años veinte el nivel de vida de dos tercios de la población mundial dependía críticamente del precio de los productos primarios, principalmente agrícolas. El colapso de los precios agrarios fue una causa importante de la caída del comercio mundial.
Otro factor de la reducción del comercio, que afectó a todos los países, fue la oleada de proteccionismo y devaluaciones competitivas que acompañó a la crisis. La devaluación adoptó la forma de desprendimiento del patrón oro. Este sistema internacional de pagos quedó destruido totalmente con la Gran Depresión. También hubo intentos de cargar el peso de la crisis sobre los hombros de otros países, con el consiguiente efecto de empobrecer a todos.
¿Por qué fue tan severo el crack de 1929? La contrapartida al crecimiento del comercio mundial en los años veinte, y su colapso en los treinta, fueron los flujos financieros entre países. En la teoría económica convencional los países pobres pedirán dinero prestado a las naciones ricas. Pero en los años veinte la bancarrota de Alemania se agudizó con las reparaciones de guerra que debía pagar a los "vencedores", Gran Bretaña y Francia, que a su vez entregaban el dinero a los ricos EEUU para pagar sus préstamos de guerra. Estos flujos monetarios eran perversos y en última instancia insostenibles. Su colapso rompió la cadena del crédito internacional y agudizó aún más la caída del comercio mundial.
De igual manera, estos últimos años el mayor deudor mundial ha sido EEUU, que ha vivido a costa de países relativamente pobres como China. Martin Wolf, el gurú del capital financiero ha avisado en repetidas ocasiones de que estos desequilibrios no pueden continuar. "El espectacular colapso del sistema financiero occidental es un síntoma de esta gran realidad... A largo plazo, la economía global tendrá que reequilibrarse. Si no lo hace, la economía mundial puede resquebrajarse. Como en los años treinta, ahora existe un peligro real".
Aún no hemos visto una espiral descendente de proteccionismo a gran escala o caos monetario, pero las tensiones están ahí y no se puede descartar.
La mayoría de los gobiernos entre 1929 y 1933 no pudieron o no tenían capacidad para intervenir en el colapso de sus economías, se limitaron a los clichés capitalistas sobre la necesidad de equilibrar el gasto público. Durante los últimos dos años los gobiernos capitalistas han intervenido masivamente para "evitar otro 1929". Más tarde trataremos la efectividad de estas medidas.
¿Qué provocó el crack de 1929?
Los keynesianos dicen que la razón principal fue una caída del gasto autónomo, especialmente en inversión. Es verdad que la inversión privada experimentó un colapso del 90 por ciento entre 1929 y 1933; la construcción cayó un 85 por ciento y la producción de bienes de capital un 75 por ciento. ¿Por qué? La razón parece ser que las oportunidades más rentables proporcionadas en los años veinte por el desarrollo de nuevas industrias y mercados se agotaron al final de la década. En otras palabras, de cualquiera de las maneras el boom habría terminado. El boom y la recesión son características normales del desarrollo capitalista.
Los monetaristas como Milton Friedman culpan a la caída de la oferta monetaria provocada por el colapso general del sistema bancario. En 1933, 9.000 bancos en EEUU cerraron sus puertas para siempre. Las tres principales oleadas de quiebras bancarias fueron 1930, 1931 y 1933. Evidentemente estas quiebras llegaron muy tarde cómo para ser la causa del colapso, aunque evidentemente empeoraron la situación. El caos financiero interactuó con el colapso de la producción y arrastraron aún más a la economía.
Kindelberger tiene razón cuando afirma: "Ni la teoría monetaria o giro autónomo del gasto, con o sin declive de la bolsa, tienen que ver con estos movimientos precipitosos. Ellos requieren una teoría caduca de la inestabilidad del sistema crediticio". (Manías, pánicos y cracks). El problema es que la producción bajo el capitalismo realmente es social. Los productores de todo el mundo dependen completamente uno del otro. Y sólo descubren esa realidad cuando el sistema de mercado y el sistema monetario que engrasa sus ruedas fracasan totalmente. Marx lo explicaba: "La ley de la gravedad se reafirma cuando una casa cae entre nuestras narices". Los gobiernos cuando llegaba la crisis a sus respectivos países veían como caían sus ingresos por impuestos y la espiral de gastos se disparaba. Eso tuvo el efecto natural de provocar déficit presupuestario. Este déficit fue denunciado por los economistas de la época como libertinaje financiero. El gobierno laborista británico en minoría sufrió la presión del establishment para equilibrar a toda costa el presupuesto. Así que decidieron reducir los subsidios de desempleo y bajar los salarios a los profesores y otros funcionarios. Naturalmente esa medida causó una división en el grupo parlamentario laborista. ¡Eso no era lo que necesitaba hacer el laborismo! Ramsey MacDonald y un puñado de traidores entraron en el gobierno "nacional" para aplicar estas medidas con el apoyo de los tories. Las posteriores elecciones, con todos los seguidores de los recortes económicos formando un bloque contra los candidatos del Partido Laborista Independiente, dejaron al partido con sólo 54 escaños en el parlamento. Más importante aún fue el golpe psicológico que representó para el movimiento obrero.
Nunca se debe olvidar que esta política de recortes fue un total fracaso y no llevó a la recuperación. Thatcher repitió la misma estrategia en la recesión a principios de los años ochenta. Su intención era bastante clara, hacer que la clase obrera cargue con el peso de la crisis. Eso es lo que ahora tienen en mente los tories bajo la dirección de Cameron para las próximas elecciones. El Nuevo Laborismo quiere mantener el gasto, alimentar el déficit gubernamental, antes de las elecciones del próximo año. Pero están de acuerdo con los tories en que serán necesarios nuevos recortes en el futuro para equilibrar los gastos del Estado.
Roosevelt llegó al cargo de presidente de EEUU en 1933, en medio de la recesión. Era un político capitalista astuto representando a los Demócratas. El New Deal encarnaba el primer reconocimiento por parte de los políticos burgueses de la profundidad de la crisis y el peligro que engendraba, amenazando la existencia del sistema capitalista en general.
El New Deal
El activismo económico de Roosevelt coincidió en muchos aspectos con el auge de la economía keynesiana en los años treinta, como una alternativa a la fracasada y anquilosada ortodoxia. Keynes de ninguna manera se veía como un representante del movimiento obrero, de hecho declaró: "La guerra de clases me encontrará en el lado de la burguesía culta". En lugar de equilibrar el presupuesto en los tiempos duros, Keynes pensaba que el gobierno debía gastar dinero, eso incluía incurrir deliberadamente en déficit presupuestario si era necesario, con el objetivo de mantener alta la demanda agregada. Cuando Roosevelt salió elegido puso a millones de parados a trabajar en distintos proyectos de infraestructuras públicas y para ello gasto dinero del gobierno. En esta sopa de letras los trabajadores no recibían un salario completo, sino que cobraban una parte en forma de ayuda para mitigar el hambre. (No existía un sistema universal de subsidio de paro). Eso fue una ayuda, no una cura, para el desempleo. Estos proyectos nunca abarcaron más de una cuarta parte de los desempleados.
Roosevelt también se ocupó de la sobreproducción de la única manera que puede hacerlo el capitalismo, destruyendo fuerzas productivas. Roosevelt tendió una mano a los agricultores. En 1933 les pagó para cosechar menos de 100 millones de acres de algodón (una cuarta parte de la cosecha de ese año) y se sacrificaron 6 millones de cerdos. Una locura, ¡perpetuar la pobreza en medio de la abundancia!
¿Funcionó el New Deal? No. Como sucede ahora, sectores importantes de la clase capitalista estaban más preocupados con reducir el presupuesto gubernamental que por ayudar a los parados. Después de ganar a su contrincante republicano en las elecciones de 1936 con el apoyo entusiasta de los pobres, en 1937 Roosevelt decidió, bajo la presión de la clase capitalista, reducir el déficit. Se eliminaron programas de ayuda y se empezó a recaudar los impuestos para la seguridad social federal. Como resultado el déficit federal pasó del 5,4 por ciento del PIB al 1,2 por ciento. Esta contracción coincidió con una profunda caída de la actividad económica (la ‘recesión Roosevelt') y el paro se disparó en 1937. Cientos de miles fueron expulsados de los planes de bienestar social y la esperanza de millones se desvaneció.
En 1940 había en EEUU más de 10 millones de parados. Como señala el economista keynesiano Paul Krugman: "Un gigantesco programa de obras públicas... restauró el pleno empleo, también conocido como Segunda Guerra Mundial". La otra cara de la guerra fueron los cincuenta millones de muertos. La clase obrera intercambió un horror capitalista por otro.
Hay una gran diferencia entre 1929 y la actualidad, y es que los gobiernos están interviniendo aterrados por las consecuencias políticas que tendría no hacer nada. En EEUU, antes de la elección de Roosevelt, el presidente Hoover no hizo absolutamente nada para aliviar la miseria. Sólo se le recordará en la historia por la palabra ‘hooverville', que describe las ciudades de chabolas creados para albergar a los parados y sin techo de la depresión.
Desde 2007 los gobiernos han intervenido contra el colapso. Han intervenido principalmente para rescatar a los bancos. Con esta medida han adoptado la posición de Mussolini ante la Gran Depresión, privada e individual. Las pérdidas son públicas y sociales. Han nacionalizado las pérdidas de los bancos y dejado los beneficios en manos privadas. Como resultado de esta política han añadido 1,5 billones de libras a la deuda nacional y por ejemplo Gran Bretaña tiene ahora un déficit superior al 10 por ciento del PIB. En EEUU los costes del rescate han alcanzado los 23,7 billones de dólares, aunque se han dado cifras aún más astronómicas. Se ha pedido prestado este dinero y después hay que devolverlo. Existe el peligro de que esta medida estrangule antes de que nazca a la futura recuperación.
Se ha utilizado la política monetaria para reducir los tipos de interés hasta alcanzar unos niveles históricamente bajos, pero no parece que tenga mucho efecto en la economía. En cuanto a la política fiscal, la política de déficit presupuestario como proponían los keynesianos no parece que esté impulsando la demanda agregada porque los bancos han utilizado el dinero de los rescates para reconstruir sus activos. En este momento no sabemos si la intervención gubernamental ha aliviado la recesión, pero lo que sí es seguro es que no es un billete ni un paso fácil hacia la recuperación.
Hay una parodia del marxismo y los marxistas en la que se afirma que nosotros damos la bienvenida a la recesión económica. Eso quiere decir que no nos importa mucho el sufrimiento de las masas. Que sólo nos preocupamos por el efecto de radicalizar su conciencia que tendrán estas privaciones. Que nos frotamos las manos y exclamamos: "¡Es una gran oportunidad!"
En realidad esas ideas están muy lejos del análisis sobrio de los procesos económicos y sus efectos sobre la conciencia que mostraron Lenin y Trotsky en sus escritos. Aquí tenemos un ejemplo: "El problema es que el aumento de la explotación no siempre eleva el espíritu combativo del proletariado. Así, en medio de una baja coyuntural, cuando aumenta la desocupación, sobre todo si sobreviene después de una derrota, el incremento de la explotación no provoca la radicalización de las masas sino todo lo contrario, su desmoralización, atomización y desintegración. Lo vimos, por ejemplo, en las minas de carbón inglesas inmediatamente después de la huelga de 1926. Lo vimos en mayor escala en Rusia, cuando la crisis industrial de 1907 coincidió con el aplastamiento de la revolución de 1905. Si en los dos últimos años el incremento de la explotación provocó un crecimiento del movimiento huelguístico, lo que es evidente, las bases de ese proceso se encuentran en el reanimamiento coyuntural de la economía, no en su declinación". (León Trotsky. El "Tercer período" de los errores de la Internacional Comunista. 8 de enero de 1930).
Crisis y conciencia
En general, no hay una relación automática entre crisis y desarrollo de la conciencia. Cómo pensarán los trabajadores y qué conclusiones sacarán depende de todo el período precedente de la lucha de clases y cómo lo han experimentado. Es verdad que la crisis provoca un profundo cuestionamiento de la naturaleza del sistema capitalista y su manifiesto fracaso. Las cosas no pueden seguir como antes. Pero puede que no cause una acción revolucionaria inmediata. Durante un período de años la crisis de 1929, que fue tanto política como económica, provocó perspectivas revolucionarias y contrarrevolucionarias por todo el planeta. Lo que sucedió en la lucha de clases en cada país dependió críticamente de la dirección de la clase obrera.
Tomemos el caso de la clase obrera británica. Los trabajadores británicos llegaron a la Gran Depresión sólo tres años después de la mayor derrota de su historia. En 1926 el TUC convocó una huelga general en solidaridad contra un intento concertado por la clase dominante de acabar con las condiciones que tenían los mineros, reduciendo sus salarios e incrementado sus jornadas laborales. La huelga general fue sólida. Provocó terror ante la perspectiva revolucionaria que se abría, los dirigentes del TUC cedieron sin ningún tipo de garantía y dejaron solos en la lucha a los mineros. Golpeados en el frente industrial, los trabajadores giraron al frente político y eligieron a un gobierno laborista en 1929. Este gobierno resultó impotente ante el aumento del paro que superó los millones en 1931. MacDonald y compañía fueron sustituidos por los tories y el laborismo casi desaparece en las urnas.
¿A dónde se suponía que debían dirigirse los trabajadores británicos? Habían sufrido una derrota industrial y política en cinco años. El viento golpeaba las naves de la clase obrera y la recesión profunda socavaba su posición negociadora. Los primeros años de la década presenciaron un sombrío desfile de manifestaciones de hambrientos y batallas locales contra los recortes del subsidio de paro. Es verdad que, a finales de los años treinta, algunos sectores de la clase obrera se habían recuperado lo suficiente para luchar, pero la nueva combatividad quedó truncada por el inicio de la guerra.
En EEUU, durante los años veinte, el sindicalismo sufrió un declive. Los únicos trabajadores que estaban organizados lo estaban en los sindicatos de rama. Pero, como vimos, una de las características de la década fue el surgimiento de las nuevas industrias de producción en masa como el automóvil con una mano de obra semi o no cualificada. Desde 1929 a 1932 el desempleo pasó a 15 millones, representando a un tercio de la clase obrera. Los que aún tenían trabajo se aferraban a él y padecían una atmósfera de terror en el centro de trabajo.
Desde un punto de vista superficial los trabajadores parecían acobardados. Pero sería un error absoluto ver esa situación como un síntoma de aceptación del capitalismo. Los trabajadores estaban furiosos, pero se sentían inútiles. Cuando la economía empezó a salir ligeramente de las profundidades de 1933 algunos trabajadores vieron la oportunidad de luchar.
Durante la década de 1923-1932 en EEUU hubo menos de 10.000 huelgas, que implicaron a menos de 4 millones de trabajadores. La compuerta se abrió en 1934 con las grandes huelgas en Toledo Auto-Lite, los camioneros de Minneapolis y con una huelga general de los estibadores de San Francisco. Estas huelgas estaban dirigidas por una nueva generación de líderes combativos, no la vieja generación de viejos dirigentes sindicales inclinados al pacto social y que habían dirigido los sindicatos durante los años veinte.
Oleada huelguística´
Durante la década de 1936-1945 hubo 35.000 huelgas. Casi 16 millones de trabajadores participaron en la lucha. Correctamente se denominó "el salto de gigante del movimiento obrero", la oleada de sindicalización adoptó la forma de organización industrial, abarcando a todos los trabajadores de una empresa independientemente de su nivel de cualificación o trabajo que realizaban. La radicalización también se expresó en un cambio de actitud política. Cada vez más trabajadores luchaban por una verdadera alternativa de la clase obrera frente a los políticos capitalistas.
La década de los años treinta desembocó en el crack de Wall Street de 1929 y provocó agitaciones políticas. Hubo oportunidades revolucionarias en Francia y España, llevó a la negra contrarrevolución en la Alemania nazi, y finalmente a la guerra mundial. El determinante crítico de todo fue que el resultado dependía de la dirección del movimiento de la clase obrera. Por esa razón es necesario estudiar aquella época en un momento en que entramos en un nuevo período de turbulencia económica y política.
Del 30 de septiembre al 2 de octubre pasados, los marxistas aglutinados en torno al Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico-Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CLEP-CEDEP), realizamos exitosamente la Segunda Semana del Marxismo 2009 en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Presentación de la revista “América Socialista”
La Semana del Marxismo incluyó la presentación del primer número de la revista “América Socialista”, editada por la Corriente Marxista Internacional y publicada durante la Primera Escuela Marxista Panamericana realizada a inicios del año. La revista fue presentada por el camarada Juan Manuel López, miembro de la Tendencia Marxista Militante (TMM) y luchador histórico de la causa obrera desde la década de los años sesenta en Puebla, junto con el compañero Luis García, integrante del CLEP-CEDEP y de la TMM, también, el día miércoles 30 de septiembre en el auditorio de la Facultad de Físico-Matemáticas del a BUAP.
Contamos con la asistencia de aproximadamente 20 estudiantes y académicos de varias escuelas de la universidad, quienes, después de escuchar los comentarios atinados de nuestros compañeros, sobre el contenido de la revista, como parte de nuestra humilde aportación al debate de las perspectivas y alternativas para la lucha de los trabajadores en América Latina, hicieron comentarios bastante positivos. Saludaron la ardua actividad que realizamos difundiendo las ideas del marxismo y socialismo científicos, como la única alternativa real frente a la bancarrota actual del capitalismo, manifestando su interés por presentar cada una de las siguientes ediciones de la revista (que compraron) en la universidad. Asimismo aceptaron la propuesta de suscribir (firmar) una resolución en solidaridad con la lucha del pueblo hondureño y en repudio al golpe de estado, misma que entregaremos al final de este mes en un mitin que realizaremos frente a la embajada de Honduras en México.
¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!
Para recordar a los compañeros estudiantes caídos hace 41 años y ratificar la necesidad de continuar con la lucha que dieron por mayores derechos democráticos en nuestro país, programamos la proyección del vídeo-documental “El Grito” para el día jueves 1 de octubre en la Facultad de Físico-Matemáticas, pero de última hora, las autoridades nos negaron el auditorio, argumentando que no habíamos realizado todo el trámite burocrático para solicitar el espacio. Finalmente, explicamos la situación a los estudiantes que asistieron y los invitamos a trasladarse a La Casa del Obrero (de Ciudad Universitaria al centro de la ciudad) para ver el documental. La negativa del espacio, no impidió que el interés de varios estudiantes los motivará a llegar a ver la proyección al lugar indicado y después de ver el vídeo y abrir el debate planteando las tareas pendientes de la lucha estudiantil en el actual contexto de ataques a los derechos democráticos de los jóvenes y trabajadores en nuestro país, y por la transformación socialista de la sociedad. Les invitamos a organizarse. Uno de ellos se afilio inmediatamente y asistió, junto con un grupo de amigos, a la marcha del siguiente día con nuestra bandera del CLEP-CEDEP.
Sed de ideas revolucionarias
Originalmente, la Semana del Marxismo estaba programado iniciar el lunes 28 de septiembre en la explanada de la Facultad de Físico-Matemáticas, pero debido al proceso electoral que se llevó a cabo el martes 29 para elegir, o más correctamente reelegir, al rector y directores de nueve escuelas en la universidad, las autoridades impidieron que instaláramos nuestra mesa de materiales esos dos días, y cuando lo hicimos el día miércoles, no permitieron que colocáramos playeras y posters sobre la revolución venezolana, porque según ellos, daban una “mala imagen” a la escuela y la universidad, a diferencia de la propaganda (basura) electoral del rector que seguramente les embellece el régimen antidemocrático y la falta de calidad educativa que existe al interior de la institución.
A pesar de todas estas trabas burocráticas a las que nos enfrentamos constantemente, las autoridades no lograron impedir que la sed de ideas del socialismo científico se expresara en la afluencia de estudiantes a nuestra mesa de materiales que adquirieron diversos libros clásicos del marxismo y documentos editados a través de nuestra editorial, la Fundación Federico Engels, para dotar de herramientas teóricas al movimiento estudiantil y obrero en nuestro país. Títulos como: “Historia de la Revolución Rusa”, “La revolución de 1905” de León Trostky; “Materialismo histórico” de Franz Mehring; “Lenin y Trotsky, ¿qué defendieron realmente?”, “Razón y Revolución” de Ted Grant y Alan Woods, así como “Introducción al Materialismo Dialéctico”, la revista de “América Socialisa”, el periódico obrero “Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud” y el documento de “Perspectivas para la Juventud en Puebla”, fueron algunos de los solicitados por los estudiantes y maestros que dejaban su correo electrónico para recibir la invitación de nuestras siguientes actividades.
Sin duda, la conciencia de los estudiantes y maestros está cambiando y la receptividad que muestran antes las ideas del marxismo científico, permite comprender el temor de las autoridades universitarias que ven cómo es cuestionado su régimen autoritario y represivo, pues, como decía Carlos Marx “cuando las ideas se apoderan de la conciencia de las masas, se convierten en un poder material, capaz de destruir el poder material del capitalismo”.
¡Afíliate al CLEP-CEDEP!
¡Sin teoría revolucionaria, no hay práctica revolucionaria!
¡Difunde y defiende las ideas del marxismo científico en tu escuela!
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Para los marxistas la revolución china fue el segundo gran acontecimiento de la historia humana, sólo después de la revolución bolchevique de 1917. Millones de seres humanos, que hasta ese momento habían sido las bestias de carga del imperialismo, rompieron el yugo humillante del imperialismo y el capitalismo, entrando en el escenario de la historia mundial.
La primera revolución china de 1925-1927 fue una genuina revolución proletaria. Pero fue abortada por la política errónea de Stalin y Bujarin, que subordinaron a la clase obrera china al presunto democrático burgués Chiang Kai-shek. El Partido Comunista de China se disolvió en el burgués Kuomintang (KMT) y Stalin incluso invitó a Chiang Kai-shek a ser miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.
Esta política desastrosa llevó a la derrota catastrófica de 1927, cuando el "demócrata burgués" Chiang Kai-shek organizó la masacre de los comunistas en Shanghái. El aplastamiento de la clase obrera china determinó más tarde el carácter de la revolución china. Los remanentes del Partido Comunista huyeron al campo, donde comenzaron a organizar una guerra de guerrillas basada en el campesinado. Eso cambió radicalmente el curso de la revolución.
Podredumbre de la burguesía
La revolución de 1949 triunfó debido al absoluto callejón sin salida que representaban el latifundismo y el capitalismo para China. El nacionalista burgués Chiang Kai-shek, que llegó al poder en 1927 sobre los cuerpos destrozados de los trabajadores de Shanghái, tuvo dos décadas para demostrar lo que podía hacer. Pero al final, China dependía del imperialismo, el problema agrario no resolvió y China siguió siendo un país atrasado, semifeudal y semicolonial. La burguesía china, junto con todas las demás clases propietarias, que estaban entretejidas con el imperialismo, formaba un bloque reaccionario que se oponía al cambio.
La podredumbre de la burguesía china quedó al descubierto cuando los imperialistas japoneses en 1931 invadieron Manchuria. Durante la lucha para derrotar a los invasores japoneses, los comunistas chinos ofrecieron un frente único a los nacionalistas burgueses del Kuomintang encabezado por Chiang Kai-shek. Pero en realidad el nivel real de cooperación entre las fuerzas de Mao y el KMT fue mínima durante la Segunda Guerra Mundial. La alianza del PCCh y el KMT era un frente único sólo de nombre.
La lucha de China contra Japón se fundió con la conflagración general de la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas asumieron la mayor parte de la lucha contra los japoneses. Las fuerzas del KMT siempre estuvieron más preocupadas de luchar contra los rojos. En diciembre de 1940, Chiang Kai-shek exigió que el Cuarto Nuevo Ejército del PCCh evacuara las provincias de Anhui y Jiangsu. Eso provocó enfrentamientos importantes entre el Ejército Popular de Liberación (ELP) y las fuerzas de Chiang, causando miles de muertos. Eso significó el final del presunto frente único.
La Segunda Guerra Mundial terminó con el enorme fortalecimiento del imperialismo norteamericano y de la Rusia de Stalin, además del conflicto inevitable entre ellos que ya era evidente antes del final de la guerra. El 9 de agosto de 1945 las fuerzas soviéticas lanzaron la impresionante Ofensiva Estratégica sobre Manchuria para atacar a los japoneses en Manchuria y a lo largo de la frontera chino-mongola. En una campaña relámpago, el ejército soviético aplastó al japonés y ocupó Manchuria. Rodearon a los 700.000 soldados japoneses estacionados en la región y el Ejército Rojo conquistó Manchukuo, Mengjiang (Mongolia interior), Corea del Norte, Sakhalin del sur y las islas Kuril.
La rápida derrota del Ejército Kwantung de Japón a manos del Ejército Rojo nadie lo menciona hoy en día, pero fue un factor significativo en la rendición de Japón y el final de la Segunda Guerra Mundial. También fue un elemento importante en los cálculos de Washington sobre Asia. Los imperialistas norteamericanos temían que el Ejército Rojo soviético marchara directamente hacia China y llegara al mismo Japón, como había sucedido anteriormente en su avance a través de Europa del Este. Finalmente Japón se rindió ante EEUU después de que la fuerza aérea norteamericana lanzara las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. El objetivo principal de destruir estas dos ciudades japonesas era demostrar a Stalin que el arsenal de EEUU poseía una nueva y terrorífica arma.
Bajo los términos de la rendición incondicional japonesa dictados por EEUU, las tropas japonesas en las zonas ocupadas chinas tenían que rendirse ante las tropas de Chiang y no a los comunistas. La razón por la que en Manchuria las tropas japonesas se rindieron ante la Unión Soviética fue simplemente que el KMT no tenía fuerzas en esa región. Chiang Kai-shek ordenó a las tropas japonesas mantenerse en sus puestos para recibir al Kuomintang y no entregar las armas a los comunistas.
Después de la rendición japonesa el presidente norteamericano Truman fue muy claro en lo que describió como "utilizar a los japonesas para rechazar a los comunistas". En sus memorias escribe: "Para nosotros estaba perfectamente claro que si les decíamos a los japoneses que entregaran inmediatamente sus armas y que se marchasen hacia el litoral, todo el país sería ocupado por los comunistas. Por lo tanto, dimos el paso poco habitual de utilizar al enemigo como guarnición hasta que pudiéramos enviar a las tropas nacionales chinas al sur de China y enviar marines para vigilar los puertos".
Stalin y la revolución china
¿Cuál fue la posición de Moscú en toda esta situación? Al principio el Ejército Rojo permitió al ELP que fortaleciera sus posiciones en Manchuria. Pero en noviembre de 1945 adoptaron la posición contraria. Chiang Kai-shek y los imperialistas norteamericanos estaban aterrorizados ante la perspectiva de que los comunistas ocuparan Manchuria después de la salida soviética. Así que llegó a un acuerdo con Moscú para retrasar su retirada hasta que pudiera disponer en la región de hombres suficientes, mejor preparados y con material más moderno. Las tropas del KMT fueron transportadas a la región a bordo de un portaaviones norteamericano. En ese momento los rusos permitieron que ocuparan ciudades clave del norte chino, mientras que el campo quedaba bajo el control del PCCh.
En realidad, Stalin no confiaba en los dirigentes del Partido Comunista Chino y no creía que consiguieran tomar el poder. La burocracia moscovita estaba más interesada en el mantenimiento de relaciones amistosas con el gobierno en Chiang Kai-shek que en apoyar la revolución china. Después de la revolución Mao se quejó amargamente de que el último embajador extranjero que abandonó a Chiang Kai-shek fue el soviético. Stalin pidió a Mao que se uniera a una coalición de gobierno con el Kuomintang, una idea que Mao originalmente aceptó:
"Mientras continuaba la guerra, Mao Tse-tung había estado pidiendo que los nacionalistas aceptasen el establecimiento de un gobierno de coalición para sustituir su gobierno de partido único, Stalin y Molotov habían estado diciendo que las dos partes chinas deberían estar juntas. El 14 de agosto de 1945 la Unión Soviética dio un paso más. Negoció con el gobierno Chiang Kai-shek un Tratado de Amistad y Alianza Chino-soviética. Posteriormente Stalin aconsejó a los comunistas chinos que su insurrección ‘no tenía perspectiva', por tanto deberían unirse al gobierno de Chiang y disolver su ejército.
"El mismo día que los nacionalistas concluían su tratado con la Unión Soviética, Chiang Kai-shek - ante la petición del general Hurley- invitó a Mao Tse-tung a visitar Chungking para mantener una conversación conjunta". (Edward E. Rice. Mao's Way. p. 114. El énfasis es mío).
Mao, 1946
Al final, como era inevitable, se rompieron las negociaciones y se reanudó la guerra civil. La Unión Soviética proporcionó una ayuda bastante limitada al ELP, mientras que Estados Unidos ayudaba a los nacionalistas con cientos de millones de dólares en forma de suministros militares y equipamiento. El general Marshall admitió que sabía que no había pruebas de que el ELP estuviera recibiendo suministros de la Unión Soviética. La realidad es que el ELP capturó muchas armas abandonadas por los japoneses, incluidos algunos tanques. Más tarde, un número importante de tropas del KMT bien entrenadas se rindieron y se unieron al ELP, llevándose consigo las armas, que mayoritariamente se habían fabricado en EEUU.
Las fuerzas soviéticas utilizaron el tiempo para desmantelar de manera sistemática la base industrial de Manchuria (valorada en dos mil millones de dólares), llevándose fábricas enteras a la URSS. Como ya hemos visto Stalin era muy escéptico con la perspectiva de éxito de Mao e intentaba mantener buenas relaciones con Chiang Kai-shek, como apunta Schram: "El modelo continuó oscurecido tanto por la preocupación de Stalin con la seguridad del Estado soviético, como por su falta de entusiasmo ante un movimiento revolucionario dinámico que no pudiera controlar". (Stuart Schram. Mao Tse-Tung. p. 239).
Aquí vemos como desde el principio ya estaban presentes las semillas del enfrentamiento chino-soviético, no se trataba de un conflicto ideológico, como se dice con frecuencia, sino simplemente era un conflicto de intereses entre dos burocracias rivales, cada una de ellas defendiendo celosamente "sus" estrechos intereses nacionales, territorio, recurso, poder y privilegios. Este nacionalismo estrecho contrastaba totalmente con el espíritu valiente del internacionalismo proletario de Lenin y Trotsky. Lenin en más de una ocasión dijo que estaría dispuesto a sacrificar la revolución rusa si fuese necesario para conseguir la victoria de la revolución socialista en Alemania.
Si Stalin y Mao hubieran defendido el programa del leninismo, inmediatamente habrían propuesto la creación de una Federación Socialista de la Unión Soviética y China, que habría sido enormemente beneficioso para todos los pueblos. En cambio, sus relaciones se basaban en estrechos intereses nacionales y cálculos cínicos. Eso llevó finalmente a la situación monstruosa donde los "compañeros" rusos y chinos iniciaron un "debate" en el lenguaje de los cohetes y la artillería sobre una frontera trazada arbitrariamente en el siglo XIX por el zar ruso y emperador chino.
EEUU ayuda a Chiang Kai-shek
Los norteamericanos tenían la ambición de convertir a China después de la guerra en una esfera de influencia estadounidense (en realidad una semicolonia). Pero después de todos los sufrimientos de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo norteamericano ya no estaba dispuesto a apoyar una nueva guerra para subyugar a China. Más importante aún, los soldados estadounidenses no estaban dispuestos a luchar en esa guerra. La incapacidad del imperialismo norteamericano para intervenir contra la revolución china fue por tanto un elemento importante en la ecuación.
En estas condiciones los imperialistas norteamericanos tuvieron que recurrir a las maniobras e intrigas. Washington envió al general George C. Marshall a China en 1946, supuestamente para encargarse de las negociaciones entre el Ejército de Liberación Popular de China (ELP) y Chiang Kai-shek. En la práctica, sin embargo, el objetivo era fortalecer a Chiang con armas, dinero y equipamiento que le permitieran crear las fuerzas nacionalistas y preparar una nueva ofensiva. Esta maniobra no engañó en ningún momento a Mao. Aceptó participar en las negociaciones pero continuó preparándose para una reactivación de las hostilidades.
Aunque el imperialismo norteamericano fue incapaz de intervenir en la guerra civil de 1946-1949, Washington entregó una enorme cantidad de dinero, armas y suministros a los nacionalistas. EEUU ayudó al KMT con cientos de millones de dólares con nuevas armas. Sin embargo, las armas enviadas por Washington después serían utilizadas por los vietnamitas contra el ejército norteamericano, ya que casi todo el material militar fue capturado por las fuerzas de Mao.
Desde la Conferencia de Moscú de Ministros de Exteriores de la Unión Soviética, EEUU y Gran Bretaña en diciembre de 1945, EEUU se había adherido a la "política de no intervención en los asuntos internos de China". Por supuesto era una farsa, como la anterior política de "no intervención" en España durante la guerra civil, cuando las "democracias" boicotearon la república española, mientras que Hitler y Mussolini enviaba armas y hombres para apoyar a Franco.
El imperialismo norteamericano con ese objetivo suministró al Kuomintang los bombarderos, aviones de combate, armas, tanques, lanzacohetes, rifles automáticos, bombas de gasolina, proyectiles de gas y otras armas. A cambio, el Kuomintang entregaría al imperialismo norteamericano los derechos de soberanía de China sobre su propio territorio, mar y aire, permitiendo así controlar los derechos de navegación interior y privilegios comerciales especiales, además de privilegios especiales en los asuntos internos y externos de China. Las fuerzas norteamericanas fueron culpables de muchas de las atrocidades cometidas contra el pueblo chino: asesinatos, palizas, violaciones, todo con total impunidad.
La revolución agraria
En julio de 1946, con el apoyo activo del imperialismo norteamericano, el Kuomintang hundió a China en una enorme guerra civil caracterizada por una brutalidad sin precedentes. Chiang Kai-shek lanzó una ofensiva contrarrevolucionaria contra el Ejército de Liberación Popular. Llevó a cabo unos preparativos muy cuidadosos, en ese momento disponía de aproximadamente tres veces y media de las tropas que tenía el ELP, además sus recursos materiales eran muy superiores. Tenía acceso a las industrias y medios de comunicación más modernos, de los que carecía el Ejército de Liberación Popular. En teoría debería haber tenido más fácil la victoria.
En el primer año de la guerra (julio 1946-junio 1947) el Kuomintang estuvo a la ofensiva y el ELP tuvo que estar a la defensiva. Inicialmente, las fuerzas de Chiang avanzaron rápidamente, ocupando muchas ciudades y zonas controladas por el ELP. Cuando las fuerzas del KMT ocuparon la capital de Yenan parece que habían conseguido una victoria decisiva sobre el ELP. Pero era una visión incorrecta. Frente a una situación totalmente desfavorable, Mao decidió realizar una retirada estratégica. Mao tomó la decisión de no intentar defender las grandes ciudades con unas fuerzas inferiores, sino que se concentró en las zonas rurales donde contaba con una base sólida entre los campesinos y desde ahí podría reagrupar y concentrar sus fuerzas para el contraataque.
Los imperialistas norteamericanos y Chiang Kai-shek no consiguieron entender que el arma más efectiva en manos del ELP no eran las armas ni los tanques, sino la propaganda. A los campesinos hambrientos y sin tierra que luchaban en el ELP les prometieron que ocuparían las tierras de sus terratenientes. En la mayoría de los casos el campo y las pequeñas ciudades caían bajo el control del ELP mucho antes que las grandes ciudades. De ahí viene el origen de la teoría de Mao del campo "rodeando las ciudades".
Cuando Stalin cambió la línea política de la Internacional Comunista pasando de la política ultraizquierdista del "tercer período" (1928-1934) a la política oportunista del frentepopulismo, Mao revisó su programa agrario, abandonó la anterior política radical de "tierra para el agricultor" a favor de una más moderada como era la reducción del alquiler. Tenía la idea de ganar el apoyo de los "terratenientes progresistas" (¡). Pero después de 1946 cambió de nuevo su política:
"La política agraria era más radical que la del período de 1937-1945, que insistía más en la reducción del interés y de la renta que en la reforma agraria inmediata, pero las tácticas debían ser graduales y adaptadas a las condiciones locales. Mao aún pretendía incluir en el ‘frente único amplio' a la ‘aristocracia patriótica' y estaba decidido a mantenerlo. Sólo después de varios años de control comunista en un área determinada se distribuiría toda la tierra, por el momento la reforma no debería afectar más que al diez por ciento de la población. Mao también reeditó las ‘tres reglas de la disciplina' y los ‘ocho puntos de atención', de una manera u otra, el Ejército Rojo, a diferencia de los otros ejércitos campesinos chinos del pasado, se durante casi veinte años se había caracterizado por el respeto hacia la población civil y la abstinencia del saqueo, lo que contribuyó en gran medida a ganar el apoyo de la población". (Stuart Schram. Mao Tse-Tung. p. 242).
En cada aldea el ELP distribuía la tierra entre los campesinos, pero siempre dejaba varios trozos sin ocupar, para los soldados del ejército d Chang Kai-shek. A los soldados del KMT que eran capturados no se les asesinaba ni torturaba, sino que se les alimentaba, se les proporcionaba cuidados médicos y después les daban discursos políticos denunciando al régimen corrupto y reaccionario de Chiang Kai-shek. Después enviaban a casa a los prisioneros para extender el mensaje entre los campesinos y otros soldados de que el ELP defendía la distribución de la tierra de los terratenientes entre los campesinos.
Al prometer tierra a los campesinos, el ELP conseguía movilizar a un gran número de ellos para utilizarlos en el combate además de proporcionar apoyo logístico. Demostró ser una medida muy efectiva. El ejército de Chiang probablemente tenía la tasa de deserciones más elevada de cualquier otro ejército en la historia. Eso significaba que a pesar de sufrir muchas bajas, el ELP era capaz de mantenerla lucha, con un suministro constante de reclutas frescos. Sólo durante la campaña de Huaihai pudieron movilizar a 5.430.000 campesinos para combatir a las fuerzas del KMT. Stuart Schram explica el gran incremento de tamaño del ILP:
"Durante el año 1945 las fuerzas militares bajo el mando del Octavo Ejército y el Nuevo Cuarto Ejército habían pasado de un total aproximado de medio millón al millón de hombres. Las fuerzas del Kuomintang eran aproximadamente cuatro veces ese tamaño. A mediados de 1947, después de un año de guerra civil a gran escala, la proporción había cambiado de una a cuatro a una a dos". (Ibíd., p 242).
La ofensiva final
Clausewitz fue el autor de la famosa frase de que la guerra es la continuación de la política por otros medios. La política juga un papel muy importante en cada guerra, pero es especialmente verdad en el caso de una guerra civil. Aunque los estadounidenses (como siempre) mantuvieron la ficción de que esta guerra era entre "comunismo y democracia", en realidad, su títere chino Chiang Kai-shek era un dictador brutal. Probablemente bajo la presión de Washington, Chiang pretendía introducir algunas "reformas democráticas" para silenciar a sus críticos tanto dentro como fuera.
Anunció una nueva constitución y una Asamblea Nacional, de la cual, por supuesto, estaban excluidos los comunistas. Mao inmediatamente denunció estas "reformas" como un fraude. La población estaba más preocupada por la rampante corrupción del gobierno y por el caos político y económico, sobre todo por la gran hiperinflación que provocaba el colapso de los niveles de vida. Estallaron masivas manifestaciones de estudiantes para protestar contra el imperialismo norteamericano.
En las zonas controladas por las fuerzas nacionalistas reinaba un régimen de terror blanco. Chiang adoptó la misma táctica utilizada anteriormente por los invasores japoneses: quemar, saquear, violar y asesinar. Millones de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, fueron masacrados. Eso les acarreó el odio de la población y el fortalecimiento del apoyo al ELP.
En teoría, los nacionalistas tenían una gran ventaja sobre el ELP. Sobre el papel tenían una clara superioridad tanto en número de hombres como en armas. Contralaban una parte más grande del territorio y la población que sus adversarios, además disfrutaban de un apoyo internacional considerable de EEUU y Europa Occidental. Pero sólo era la teoría. La realidad sobre el terreno era muy diferente. Las fuerzas nacionalistas padecían falta de moral y una gran corrupción que en gran medida reducía su capacidad de lucha, y su apoyo civil también había colapsado.
Las tropas nacionalistas desmoralizadas e indisciplinadas se desvanecían ante el avance irresistible del Ejército de Liberación Popular. Se rendían o huían, abandonando las armas. La captura de un gran número de soldados del KMT proporcionaba al ELP tanques, artillería pesada y otro tipo de armas necesarias para continuar con la ofensiva al sur de la Gran Muralla. Fue capaz no sólo de capturar las ciudades fortificadas del Kuomintang sino también rodear y destruir formaciones de las tropas de choque del Kuomintang, de una sola vez a cientos de miles o varios cientos de miles. En abril de 1948 capturaron la ciudad de Luoyang y cercaron al ejército del KMT.
El ELP fue capaz de pasar a la contraofensiva, obligando al Kuomintang a abandonar su plan de una ofensiva general. Después de capturar una gran cantidad de armas del enemigo, pudieron mejorar su potencial militar, formar su propia artillería y cuerpos de ingenieros, además de dominar las tácticas de los puntos de ataque fortificados. Antes de eso no disponían de aviación ni tanques, pero una vez formada su artillería y cuerpos de ingenieros eran muy superiores a los del ejército del Kuomintang y pudieron llevar a cabo no sólo la guerra móvil sino también la guerra posicional. Según las propias estimaciones de Mao:
"[...] cada mes [el ELP] destruía una media de unas ocho brigadas de las tropas regulares del Kuomintang (el equivalente a ocho divisiones diarias actualmente)". (Mao. Carry the Revolution through to the end. 30 de diciembre de 1948. Obras completas. Volumen IV. p. 299. En la edición inglesa).
La transformación de la situación militar era realmente increíble. El ELP, que durante años fue superado en número, en julio-diciembre de 1948 consiguió finalmente la superioridad numérica sobre las fuerzas del Kuomintang. Estas son las cifras dadas por Mao en aquel momento:
"En el primer año, 97 brigadas, incluidas 46 brigadas que desaparecieron totalmente; en el segundo años 94 brigadas, incluidas 50 que desaparecieron completamente y en la primera mitad del tercer año, según cifras incompletas, 47 divisiones, incluidas 11 que se desvanecieron íntegramente. En estos seis meses, el número de divisiones enemigas desaparecidas en su integridad fue 15 veces más que el total de los dos años anteriores. El frente enemigo en general estaba totalmente desmenuzados. Las tropas enemigas en el noreste habían desaparecido totalmente, las del norte de China pronto correrían la misma suerte y en el ese y las Llanuras Centrales sólo quedaban unas pocas fuerzas enemigas. La aniquilación de las principales fuerzas del Kuomintang al norte del Río Yangtse facilita en gran medida que el Ejército de Liberación Popular cruce próximamente el Río Yantgse y que al sur se disponga a liberar toda China. Simultáneamente con la victoria en el frente militar, el pueblo chino ha conseguido victorias tremendas en los frentes político y económico. Por esta razón la opinión pública mundial, incluida toda la prensa imperialista, ya no cuestiona la certeza de la victoria en todo el país de la guerra popular china de liberación". (Ibíd., p. 299).
No hay razón para no creer que esta estimación es sustancialmente verdad. Todos los historiadores burgueses aceptan que en esta etapa las fuerzas de Chiang se estaban retirando en desbandada y que el ELP estaba ganando rápidamente fuerza.
La caída de Beiping
A finales de 1948 la marea había cambiado. El ELP capturó las ciudades norteñas de Shenyang y Changchun, y tomado el control del noreste después de una dura campaña. Después de un brutal asedio de seis meses que provocó la muerte de 300.000 civiles a causa del hambre, tuvieron que recurrir a las tropas mejor entrenadas del KMT para rodear la región. Los planes de contraofensiva de Chiang quedaban reducidos a nada. EL ELP no sólo recuperó la mayoría de los territorios perdidos en el noreste de China sino que también extendió el frente de batalla a las zonas del Kuomintag al norte de los ríos Yangtse y Weishui. Capturaron Shihchiachuang, Yuncheng, Szepingkai, Loyang, Paoli, Weihsien, Linfen y Kaifen.
En 1949 el Ejército de Liberación Popular avanzó hacia el sur del río Yangtse y ya estaba a la vista el final de la guerra. Algunos presuntos trotskistas persistían en negar lo que era obvio. En EEUU, Max Schactman ridiculizó las ideas de Cannon quien dijo que Mao iba a capitular ante Chiang Kai-shek. Dijo: "Sí, Mao quiere capitular ante Chiang, pero tiene un problema, ¡no le puede alcanzarle!"
A finales de 1948 la situación nacionalista era desesperada. Chiang estaba contra la pared y comenzó a ofrecer la paz. Sólo tres años antes Chiang se jactaba de que iba a exterminar a los comunistas. Sus tropas seguían con entusiasmo su política de "saqueo, incendio y asesinato". Ahora que la derrota estaba a la vista comenzó a cantar alabanzas a la paz. ¡Una transformación muy sorprendente
Detrás de la estrategia de "paz" de Chiang estaba Washington, apoyado por los imperialistas británicos y franceses, todos eran conscientes de que la guerra se había perdido. Después de fracasar en su intento de aplastar al ELP por la fuerza, esperaban salvar algo de los restos mediante las intrigas políticas. Pero estas maniobras no engañaron a nadie y menos aún a Mao Tse Tung.
En la mayoría de los casos el control del campo y las pequeñas ciudades por parte del ELP influía en las grandes ciudades, que formaba parte de la estrategia de la guerra popular. En enero de 1949 Beiping fue capturada por el ELP sin ningún combate y cambiaron su nombre por el de Pekín (Beijing). Entre abril y noviembre cayeron otras ciudades importantes con la mínima resistencia. El 21 de abril las fuerzas de Mao cruzaron el río Yangtse y capturaron Nanjing, la capital del KMT. En un corto espacio de tiempo empujaron los restos de las desmoralizadas y desorganizadas fuerzas del KMT hacia el sur del país.
Al final, Chiang Kai-shek tenía aproximadamente 2 millones de chinos nacionalistas, predominantemente antiguos burócratas del gobierno y empresarios, que se retiraron hacia la isla de Taiwán (entonces conocida como Formosa). Chiang proclamó Taipei como la capital temporal de China. Antes de su huida, Chiang tomó la precaución de saquear el tesoro nacional, aproximadamente se llevó unos 300 millones de dólares que fueron a parar directamente a sus bolsillos y a los de sus cómplices.
Todo esto culminó el 1 de octubre de 1949 con Mao Tse-tung proclamando la República Popular de China. Entonces se abrió una nueva página en la historia del mundo.
El Ejército Rojo y los trabajadores
Antes de la guerra Trotsky había señalado que la cuestión decisiva era lo que sucedería cuando el Ejército Rojo entrase en las ciudades y pueblos. Un genuino estado obrero se basaría en la clase obrera y en sus órganos de poder: los soviets. Eso impulsaría la auto organización de los trabajadores, con sindicatos reales, independientes del Estado.
En el 1 de octubre de 1949 Mao Tse-tung proclamó la República Popular de China.
Sin embargo, la revolución de 1949 en China se llevó a cabo de una manera bonapartista, desde arriba. En lugar de basarse en la clase obrera para derrocar el Estado burgués, formaron un gobierno de coalición compuesto por distintas fracciones del antiguo gobierno del Kuomintang. Lejos de impulsar el movimiento independiente de las masas, se reprimió cualquier manifestación de acción independiente por parte de los trabajadores.
Mao al principio comenzó con un programa que no iba más allá de los límites del capitalismo. En cierto sentido tenía incluso ilusiones en un acuerdo con los norteamericanos, como señala Stuart Schramm:
"Una editorial del Liberation Daily del 4 de julio de 1944 elogiaba la tradición democrática norteamericana y comparaba la lucha de EEUU por la democracia y la independencia nacional en el siglo XVIII, con la lucha de China en el siglo XX.
"La Norteamérica democrática ya ha encontrado una compañía y la causa de Sun Yat-sen un sucesor, en el Partido Comunista Chino y en las otras fuerzas democráticas... La tarea que los comunistas hoy estamos realizando es el mismo trabajo que antes realizaron Washington, Jefferson y Lincoln en EEUU, y con certeza obtendremos, en realidad ya hemos obtenido, la simpatía de la Norteamérica democrática'". (Citado por Stuart Schram. Mao Tse-Tung. pp. 225-6).
Es el lenguaje de la democracia burguesa y nace de la concepción que Mao tenía de la revolución china. Mao se equilibró entre la burguesía y los trabajadores y campesinos para consolidar el nuevo Estado y concentrar el poder en sus manos. En las primeras etapas hizo todo lo que pudo para evitar que los trabajadores tomaran el poder aplastando a los mejores elementos del movimiento obrero independiente que habían surgido. Como sucedió en 1936 en España, Mao no formó una coalición con la burguesía sino con su sombra. Pero mientras que en España a la sombra se la permitió adquirir sustancia, en China estaba apagada. Cuando el Ejército Rojo entró en las ciudades, pidieron a los trabajadores que no fueran a la huelga ni se manifestaran. Los ocho puntos siguientes formaban la base de su propaganda:
"1) Se protegerán las vidas y propiedades de la población. Se mantendrá el orden y no se hará caso a los rumores. El saqueo y el asesinato están estrictamente prohibidos.
"2) Se protegerá la propiedad industrial y comercial individual china. Las fábricas, bancos, almacenes privados, etc., no se tocarán y pueden continuar con su funcionamiento.
"3) El capital burocrático, incluidas fábricas, tiendas, bancos, almacenes, ferrocarriles, oficinas de correos, teléfono e instalaciones telegráficas, plantas energéticas, etc., serán ocupados por el Ejército de Liberación, aunque se respetarán las acciones privadas. Los que trabajen en estas organizaciones deben trabajar pacíficamente y esperar a su ocupación. Se recompensará a aquellos individuos que protejan la propiedad y los documentos, los que vayan a la huelga o destruyan serán castigados. Aquellos que quieran continuar sirviendo serán contratados.
"4) Se protegerán las escuelas, hospitales e instituciones públicas. Los estudiantes, profesores y todos los trabajadores tendrán protegidos sus expedientes. Cualquiera con capacidad de trabajar será contratado.
"5) Excepto unos cuantos criminales de guerra importantes y famosos reaccionarios, todos los oficiales del Kuomintang, policía y trabajadores Pao-Chia de los gobiernos provinciales, municipales y Hsien serán perdonados, si no ofrecen resistencia armada. Se deben proteger sus expedientes. Cualquiera que tenga capacidad de trabajar será contratado.
"6) Tan pronto como una ciudad sea liberada, los soldados reemplazados deben presentarse inmediatamente a la nueva sede de la guarnición, al buró policial o autoridades militares. Cualquiera que rinda sus armas no será cuestionado. Aquellos que se oculten serán castigados.
"7) Se protegerán las vidas y la propiedad de todos los extranjeros. Deben obedecer las leyes el gobierno democrático y del ejército de liberación. No se permitirán las acciones de espionaje o ilegales. No se dará cobijo a los criminales de guerra. Éstos serán llevados ante un tribunal militar o civil para responder de sus violaciones.
"8) La población en general debe proteger toda la propiedad pública y mantener el orden". (A. Doak Barnett. China on the Eve of Communist takeover. pp. 327-8).
Imitando el modelo de la Rusia estalinista, los estalinistas chinos transformaron los sindicatos en "escuelas de producción que impulsaban las características productivas y positivas del proletariado". Abolieron el derecho a huelga e impusieron el arbitraje obligatorio. Todas las huelgas o acciones que pretendieran defender los intereses de los trabajadores eran condenadas como "aventurerismo de izquierdas".
Al principio, no tocaron las empresas privadas de los capitalistas. Sólo fue nacionalizada la que antes era propiedad del "capital burocrático". Pero en estas empresas el poder pasó al comité de control¸ con el administrador de la fábrica actuando como presidente y formado por representantes de los antiguos propietarios, representantes del personal de supervisión y de los trabajadores. Los trabajadores sólo tenían derechos consultivos, el directos tenía la última palabra en todas las decisiones.
Originalmente Mao tenía la perspectiva de unos cincuenta o cien años de capitalismo. Insistía en que sólo expropiaría al "capital burocrático". Pero una vez en el poder Mao pronto se dio cuenta de que la podrida y corrupta burguesía china era incapaz de jugar algún papel progresista. Por tanto, basándose en la clase obrera, procedió a nacionalizar los bancos, toda la industria de gran escala y expropió a los terratenientes y capitalistas. No fue tan difícil. Como señalaba Trotsky, para matar a un tigre sólo necesitas un rifle, pero para matar a una mosca basta con una uña.
La sombra de la burguesía
La idea original de Mao era formar un gobierno de coalición con los representantes de los trabajadores, campesinos, la intelectualidad, burguesía nacional e incluso terratenientes progresistas. Sin embargo, había un pequeño problema, la burguesía había huido a Formosa con Chiang Kai-shek. Hablando formalmente, se trataba de un gobierno de frente popular. Pero había una diferencia fundamental entre este gobierno y el frente popular español en 1936.
La única fuerza armada en China era el ELP, el ejército campesino controlado por los estalinistas chinos. Lenin explicó que el Estado, en última instancia, eran cuerpos de hombres armados. Mao Tse-tung controlaba el aparato del Estado: el ejército, la policía y la policía secreta. Esa era su verdadera base de poder y fue un elemento decisivo en la ecuación.
En 1949 el PCCh decía tener una militancia de 4,5 millones de personas, el 90 por ciento eran campesinos. Mao era el presidente del partido y tenía en sus manos las riendas del poder, aunque el gobierno formalmente estaba encabezado por su mano derecha: Zhou En-lai. El ejército, la policía y la policía secreta, todo estaba en sus manos. Era otra forma de decir: tengo el poder del Estado.
En teoría, el gobierno de la República Popular era una coalición de diferentes partidos. Pero, con la excepción del PCCh, los demás eran sectas insignificantes, algunas de las cuales apenas existían excepto sobre el papel. El 1 de mayo el Partido Comunista Chino hizo un llamamiento para formar un frente amplio contra los nacionalistas:
"Pueblo trabajador del todo el país, uníos, aliaos con la intelectualidad, burguesía liberal, todos los partidos y grupos democráticos, luminarias sociales y otros elementos patrióticos; consolidad y extended el frente único contra las fuerzas imperialistas, feudales y capitalistas burocráticas; luchad juntos para destruir a los reaccionarios del Kuomintang y construir una nueva China. Todos los partidos y grupos democráticos, organizaciones populares y luminarias sociales, convocad rápidamente una Conferencia Política Consultiva para discutir y llevar a cabo la convocatoria de una Asamblea Popular Representativa y establecer un gobierno de coalición democrático".
¿Cuál fue la respuesta? Un pequeño grupo de refugiados políticos chinos exiliados voluntariamente en la isla de Hong Kong aceptaron la oferta. Su telegrama a Mao Tse-tung el 5 de mayo proclamaba pomposamente: "Desde aquí expresamos nuestra respuesta y apoyo a vuestro llamamiento y esperamos que con su materialización se cumpla nuestro renacimiento nacional".
El telegrama iba firmado por los dirigentes del Comité Revolucionario Kuomintang (CRKMT), la Unión Democrática, el Partido Democrático de Trabajadores y Campesinos (PDTC), Sociedad Nacional de Salvación (SNS), la Sociedad de Promoción Democrática China (SPDC), la Asociación de Compañeros San Min Chu I, la Sociedad de Promoción Democrática Kuomintang (SPDKMT) y Chih Kung Tang.
Doak Barnett comenta al respecto: "Muchas de estas personas en su momento fueron miembros respetables del Kuomintang y muchos tuvieron puestos importantes en él, pero todos eran ahora disidentes por razones personales o ideológicas". (A. Doak Barnett. China on the Eve of Communist takeover. pp. 85-86)
De este modo, el poderoso Partido Comunista Chino formaba una alianza, no con la burguesía china, sino con su sombra. Estos "patridos" eran simplemente grupos escindidos en Hong Kong. Los nombres de sus líderes pasaron de la oscuridad a la fama gracias a los estalinistas. Este movimiento provocó una especulación febril. Incluso existía el rumor de que altos dirigentes del CRKMT, como Li Chi-shen y Feng Yü-hsiang (antes de su muerte), se habían convertido en jefes militares y políticos, respectivamente, con líderes comunistas como Mao Tse-tung y Chu Teh en los segundos puestos tras ellos.
Por supuesto estos rumores no tenían ninguna base real. Mao había conquistado el poder y citando su famosa frase: "mediante el cañón de un arma". No estaba dispuesto a entregar el poder real a la burguesía china porque no representaban a nadie excepto a sí mismos.
"En este momento, los representantes de estos grupos de Hong Kong, se reúnen con los comunistas en Harbin, están ayudando a planificar la Conferencia Política Consultiva patrocinada por los comunistas y que está prevista para el próximo año, ‘probablemente en Peiping, si lo permite la situación militar', según me dijo recientemente Li Chi-sen: ‘la Asamblea Popular Representativa para establecer un gobierno de coalición democrático'. El más destacado de estos representantes es el general Ts'ai T'ing-k'ai (del CRKMT), Shen Chün-ju y Chang Po-chün (líderes respectivamente del NSS y el PWDP, pero ambos en Harbin representando a la Unión Democrática). Las ‘luminarias' comunistas de mucho tipo, incluida Madame Feng Yü-hsiang, se han encontrado en Harbin en el momento en que se celebraban estas reuniones y más representantes de otros grupos de Hong Kong ahora están en camino, probablemente en barco desde Corea del Norte". (Ibíd., pp. 83-84).
La situación real la expresa muy bien A. Doak Barnett, que era un periodista norteamericano presente en China en ese momento:
"Antes de describir a cada uno de estos grupos que ahora están en Hong Kong, se pueden hacer unas cuantas generalizaciones sobre ellos, tienen muchas similitudes. Para empezar, ninguno es realmente un partido político, aunque varios aspiran a serlo. Son simplemente pequeños grupos políticos, cada uno con unos cientos o miles de miembros. Ninguno de ellos tiene un seguimiento de masas o es una organización política fuerte. No poseen ejércitos, un requisito esencial para el poder político en China en estas últimas décadas. En pocas palabras, no tienen ninguna de las cualificaciones obvias para el éxito de una acción independiente en la pelea de la política china contemporánea. En términos de poder tangible, no pueden hacer una demostración.
"Todos los grupos de Hong Kong se presentaban como ‘liberales' y a menudo eran etiquetados simplemente como ‘grupos democráticos chinos'. Sin duda, algunos de ellos correctamente podían pretender ser liberales (aunque la palabra es difícil de definir), pero otros eran oportunistas políticos. En cuanto a sus dirigentes es difícil descubrir los puntos de diferencia básicos que les distinguían de los líderes del gobierno central, excepto que ahora están en la trinchera contraria en la guerra civil". (Ibíd., p. 85)
El nuevo Estado
Mao consolidó un nuevo Estado, no como una expresión directa de la clase obrera, sino que equilibrándose entre las clases, a través de este Estado expropió a los terratenientes y capitalistas. A pesar de la manera distorsionada en la que se consiguió, la instauración de la economía planificada y nacionalizada fue una medida progresista y un gran paso adelante para China. No obstante, no fue una revolución proletaria en el sentido entendido por Marx y Lenin. Los estalinistas chinos, actuando en nombre del proletariado, llevaron adelante las tareas económicas básicas de la revolución socialista, pero los trabajadores en China habían estado pasivos durante la guerra civil y no jugaron un papel independiente en el proceso.
Como consecuencia, la revolución se realizó de una manera bonapartista, desde arriba, sin la participación y el control democrático de los trabajadores. La burocracia desarrolló una dictadura totalitaria de partido único, a imagen y semejanza de la Rusia de Stalin. Debido a la forma de la revolución y a la existencia del poderoso régimen estalinista al otro lado de la frontera china, este resultado era totalmente predecible.
Mao usó el ejército campesino como un ariete para aplastar al viejo Estado. Pero el campesinado es una clase que es capaz de adquirir conciencia socialista. Por supuesto, en las naciones coloniales y semi-coloniales subdesarrolladas, el campesinado puede jugar un papel muy importante, pero sólo puede tener un papel auxiliar, subordinado al movimiento revolucionario de los trabajadores en las ciudades.
Debemos recordar que hasta la revolución rusa incluso Lenin había negado la posibilidad de la "victoria de la revolución proletaria en un país atrasado". Sólo Trotsky había planteado anteriormente la perspectiva de que la clase obrera rusa llegara al poder antes que el proletariado de Europa occidental. Sin embargo, en 1917 eso es precisamente lo que sucedió. El Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin y Trotsky, dirigió a los trabajadores en Rusia hasta la toma del poder que, como en 1949 en China, era un país muy atrasado y semi feudal. La clase obrera rusa, que era una pequeña minoría de la sociedad (la mayoría eran campesinos), se puso a la cabeza de la sociedad y en octubre de 1917 llevó a cabo una revolución socialista clásica.
Bajo la dirección de Lenin y Trotsky, el proletariado inmediatamente comenzó a realizar las tareas de la revolución democrático-burguesa, y después pasó a expropiar a los capitalistas y estableció un régimen de democracia obrera. Habría sido posible para la revolución china haberse desarrollado en las mimas líneas que la revolución de octubre en Rusia. Lo que faltaba era el factor subjetivo: el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky.
El tipo de régimen establecido en China representa una desviación de la norma clásica, pero en la vida real los procesos no siempre siguen las normas ideales. Son posibles todo tipo de distorsiones y variantes. Ted Grant fue el único teórico marxista que explicó el papel del bonapartismo proletario como una variante peculiar de la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Cuando la perspectiva de Mao aún era la de un largo período de capitalismo, Ted explicó la inevitabilidad de la victoria de Mao y el establecimiento de un estado obrero deformado. También pronosticó por adelantado que al burocracia china entraría en conflicto con Moscú.
Un paso de gigante
La revolución china fue un gran paso de gigante. Si no hubiera triunfado, el país sin duda se habría transformado en una semicolonia del imperialismo norteamericano bajo la dictadura de Chiang Kai-shek. En cambio, el pueblo chino en 1949 por primera vez consiguió la plena emancipación del yugo extranjero. La revolución fue un golpe para el imperialismo a escala mundial. Dio un impulso tremendo a la rebelión de los pueblos coloniales esclavizados. En sí mismo este acontecimiento fue una razón suficiente para dar la bienvenida y apoyo a la revolución china.
Pero eso no es todo. Terminó con el latifundismo y el capitalismo. La abolición del latifundismo liberó a China de la carta de las relaciones semifeudales y la liquidación de la propiedad privada de la industria y la introducción del monopolio estatal del comercio exterior dio un impulso poderoso al desarrollo de la industria china. Sin embargo, la nacionalización de los medios de producción aún no es socialismo, sólo es la condición previa.
El movimiento hacia el socialismo requiere el control, guía y la participación del proletariado. El dominio incontrolado de una elite privilegiada no es compatible con el genuino socialismo Producirá todo tipo de contradicciones nuevas. El control burocrático significa corrupción, nepotismo, despilfarro, mala gestión y caos, que finalmente socavará las conquistas de la economía planificada nacionalizada. La experiencia tanto de Rusia como de China es una prueba de ello.
La razón real de las variantes peculiares y las deformaciones de la revolución en los países ex coloniales durante todo un período, fue el retraso de la revolución socialista en los países capitalistas desarrollados. Pero esa situación está cambiando rápidamente. Todas las condiciones objetivas para la revolución socialista están madurando a escala mundial. Sólo la debilidad de las fuerzas del genuino marxismo significa que el proceso se retrasará.
Sin la revolución china de 1949, China no habría sido capaz de conseguir el enorme progreso que ha experimentado. Los trabajadores del mundo pueden ver los colosales avances que China hizo tras la revolución como una prueba del potencial de una economía nacionalizada planificada. Pero los argumentos sobre la supuesta superioridad de la "economía de mercado" quedaron como algo totalmente vacío a la luz de la experiencia de la crisis económica actual, la crisis más profunda del capitalismo mundial desde 1929.
Las conquistas de la economía nacionalizada planificada fueron la base para la transformación de China en una nación industrializada poderosa. Basta con comparar a China con Inda para ver la diferencia. Ambos países tenían un nivel similar a finales de los años cuarenta, pero China se desarrolló a un ritmo mucho más rápido.
Sin embargo, sesenta años después del derrocamiento del capitalismo y el latifundismo en China, el un estrato dirigente ha tomado el camino de regreso al capitalismo. Esta posibilidad estaba implícita en la situación donde la burocracia se ha elevado por encima de la sociedad. Comenzando inicialmente con medidas para estimular el crecimiento económico dentro de la economía planificada, la burocracia ha adoptado métodos capitalistas. Sin embargo, a pesar del crecimiento, la imposición de la "economía de mercado" en China no sirve a los intereses de los trabajadores y campesinos chinos. Está creando condiciones nuevas y terribles tanto en los pueblos como en las ciudades, que, en determinado momento, llevarán a una nueva insurrección revolucionaria.
Sobre la base de la experiencia, los trabajadores, campesinos, estudiantes e intelectuales volverán a descubrir las grandes tradiciones revolucionarias del pasado. La nueva generación abrazará las ideas de Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Chen Duxiu, el fundador del comunismo chino y su verdadera herencia. Napoleón solía decir de China: "Cuando este gigante despierte, el mundo temblará". Nos hacemos eco de esas palabras con una corrección: el gigante que está destinado a sacudir el mundo no es otro que el poderoso proletariado chino. Esperamos con impaciencia la hora de ese despertar.
El 19 de julio de 1979 los jóvenes, trabajadores y campesinos nicaragüenses derrocaban la odiada dictadura de la familia Somoza y llevaban al poder al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Nicaragua, un pequeño país de 3 millones de habitantes, se convertía en punto de referencia para millones de oprimidos en todo el mundo. Hoy, mientras celebramos el treinta aniversario de aquella victoria (y cuando, en pocos meses: febrero de 2010, deberemos recordar los 20 años de su derrota) resulta imprescindible analizar tanto los aciertos como los errores cometidos. Sólo así podremos sacar lecciones útiles para revoluciones actualmente en marcha como las de Venezuela, Ecuador, Bolivia u Honduras, así como para los propios militantes sandinistas, ahora que el FSLN vuelve a gobernar.
La burguesía progresista que nunca existió
El capitalismo nicaragüense, desde su nacimiento, se caracterizó por una debilidad extrema y una insultante concentración de poder y riqueza en manos de la oligarquía. El parasitismo e incapacidad de la clase dominante para desarrollar las fuerzas productivas y estabilizar la sociedad se expresó en luchas, conflictos e incluso guerras intestinas constantes en su seno. Durante la revolución de 1979, algunos sectores reformistas y estalinistas identificarán estos enfrentamientos como prueba de que, junto a una burguesía reaccionaria y sometida al imperialismo, existía una burguesía progresista (o patriótica) con la que era necesario aliarse y a la que no había que ahuyentar con medidas radicales.
La realidad, si examinamos cada uno de estos conflictos interburgueses, es que los sectores supuestamente progresistas de la burguesía renunciaron en todas las ocasiones a llevar hasta el final una lucha seria por el desarrollo del país, el establecimiento de un régimen de democracia burguesa, la aplicación de una reforma agraria que acabase con el latifundio y la construcción de una economía y un Estado capaces de asegurar la independencia y soberanía nacional.
El primero en la interminable lista de crímenes cometidos por la oligarquía nicaragüense y el resto de oligarquías regionales será precisamente la división del cuerpo vivo de Centroamérica. Tras conquistar la independencia en 1821, una Asamblea Constituyente regional proclama en 1824 la unificación de Guatemala, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Nicaragua en la República Federal Centroamericana. Uno de sus principales impulsores es el revolucionario hondureño Francisco Morazán. El intento de Morazán de unificar Centroamérica será contestado con las armas por los oligarcas y culminará con la ruptura de la unidad en 1838. Todos los intentos posteriores de unificar Centroamérica serán ahogados en sangre por la oligarquía y el imperialismo. Las potencias imperialistas, que intensifican su intervención en la zona a medida que surgen diferentes proyectos para la construcción de un canal interoceánico entre el Atlántico y el Pacífico, y los oligarcas locales quieren una Centroamérica dividida en pequeñas unidades políticas fácilmente controlables.
Cien años de pusilanimidad
Durante los 100 años posteriores a la ruptura de la República Federal Centroamericana, tanto los burgueses del partido conservador como los liberales, que aparecen como más progresistas y consiguen mayor ascendencia sobre las masas, serán incapaces de llevar a cabo ninguna de las tareas de una genuina revolución democrático-burguesa.
Como explica León Trotsky en la teoría de la revolución permanente, el desarrollo mundial del capitalismo hace que estas burguesías surgidas tardíamente, sometidas a una división internacional del trabajo cuyos principales papeles ya están repartidos, se vean totalmente subordinadas a las burguesías imperialistas y unidas a los terratenientes latifundistas por el pegamento de los negocios en común, la explotación a que ambos someten a las masas obreras y campesinas y el miedo que todos comparten a cualquier movimiento revolucionario de los oprimidos. Todo ello las inhabilita para encabezar cualquier movimiento de liberación. Esa fue la causa de que los intentos de revolucionarios como Bolívar, Morazán, Artigas o Zamora acabasen truncados.
La burguesía nicaragüense, consumida por la constante pugna entre liberales y conservadores por el poder, ni siquiera consigue edificar un Estado burgués que funcione. El imperialismo estadounidense, actuando como árbitro en esos enfrentamientos, será quien acabe decidiendo respecto a todos los asuntos importantes para el país. Durante el tercio final del siglo XIX y el primero del XX, Estados Unidos intervendrá militarmente en Nicaragua en cinco ocasiones.
César Augusto Sandino, "El general de hombres libres"
Tras derrocar al gobierno nacionalista del liberal José Zelaya y ocupar militarmente Nicaragua durante 15 años, EEUU -mediante el Pacto de Espino Negro (1928)- impone, con apoyo de las burguesías argentina, brasileña y chilena, un reparto del poder entre conservadores y liberales. La renuncia de los jefes liberales a cualquier veleidad revolucionaria e incluso a mantener el programa nacionalista de Zelaya provoca la escisión del ala izquierda del movimiento encabezada por Augusto César Sandino.
A diferencia de otros dirigentes liberales, Sandino tenía origen humilde. Trabajó como jornalero en la Costa del Pacífico nicaragüense, fue ayudante mecánico en Costa Rica, obrero en una plantación de la United Fruit en Guatemala y petrolero en México. El contacto con los explotados de toda Centroamérica aviva en él un profundo sentimiento antiimperialista y sensibilidad social. La guerrilla organizada por Sandino, el Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua (EDSN), tras empezar con 27 hombres, llegará a sumar 6.000 combatientes armados; pero más importante que el número de guerrilleros movilizados fue el hecho de que la lucha de Sandino logró catalizar todas las energías acumuladas en el seno de las masas.
La insurrección campesina liderada por Sandino se convierte en un referente latinoamericano y mundial y obliga a EEUU a retirar sus tropas en 1934. Sin embargo, esto no significará el fin de la expoliación ni de la injerencia yanqui. Sin una perspectiva y programa marxistas, Sandino -una vez retiradas las tropas extranjeras- desmoviliza su ejército; pero ya el imperialismo y la burguesía nicaragüense habían firmado su sentencia de muerte. El 24 de febrero de 1934, el Jefe de la Guardia Nacional, Anastasio Somoza García, organizaba su asesinato y el de varios colaboradores, incluidos su padre y hermano. El error de Sandino fue pensar que era posible liberar Nicaragua del imperialismo sin expropiar a la oligarquía.
El Bonaparte nicaragüense
El aplastamiento del movimiento de Sandino y el establecimiento de la dictadura bonapartista de Somoza fueron las condiciones necesarias para la creación de un Estado burgués estable en Nicaragua. Somoza se basará en el ejército y la Guardia Nacional, de la que es jefe directo, así como en el control de la maquinaria del partido liberal, para concentrar el poder y elevarse por encima de las clases sociales y de los distintos estratos de la clase dominante, actuando como árbitro entre ellos. Como ha ocurrido con otros líderes bonapartistas, someterá a la burguesía cuyos intereses protege a un feroz saqueo que le convertirá en el hombre más rico del país.
El escritor (y vicepresidente sandinista) Sergio Ramírez en un artículo titulado "Somoza de la A a la Z"; incluía todos los productos y negocios en que participaba la familia Somoza. No quedó una letra vacía. En la X aparecían propiedades desconocidas "y no dejaba de incluir la Sangre bajo la letra S, porque la Compañía Plasmaféresis, instalada en Managua, se la compraba a los indigentes y a los borrachines para fabricar plasma de exportación."1
Si la burguesía nicaragüense y el imperialismo estadounidense toleraron a los gánsteres somocistas tanto tiempo fue porque su régimen despótico (reflejo del carácter degenerado del capitalismo nicaragüense) era el único que les permitía someter a las masas a las condiciones de explotación que precisaban para mantener sus beneficios.
Hacia la revolución
Entre 1950 y 1979, el crecimiento del capitalismo industrializa el país, expulsa a miles de campesinos hacia las ciudades y aumenta el peso de la clase obrera y de la población urbana. En 1959 sólo el 35% de la población vivía en ciudades, en 1982 suma un 53%. La industria pasa de aportar el 16% del PIB al 22% y la población de Managua se multiplica por cuatro entre 1950 y 1977, de 110.000 habitantes a 400.000.2
La industrialización, al concentrar la tenencia de tierra y la riqueza, amplía aún más la ya descomunal brecha entre ricos y pobres. El Producto Nacional Bruto (PNB) crece en los 50 y 60 un promedio de 6,3%, pero en 1977 el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita del 50% de la población con menos ingresos supone el 15% del PIB total, mientras que el 20% más rico acumula el 60%. La extensión de un joven proletariado y semiproletariado condenado a la temporalidad y la precariedad en el trabajo, la falta de vivienda e ingresos regulares, sometido a unas condiciones de pobreza extrema y hacinado en los barrios de las grandes ciudades, será una bomba de tiempo.
El carácter represivo, la corrupción y podredumbre del Estado somocista son cada vez más evidentes para amplios sectores de la población y provocan un descontento creciente. A finales de 1974 nace la Unión Democrática para la Liberación (UDEL), una alianza opositora que agrupa a varios partidos burgueses junto al Partido Socialista de Nicaragua (PSN), estalinista, y la burocracia de las dos centrales sindicales más importantes: la CTN, socialcristiana, y la CGT, vinculada al PSN. El líder de la UDEL, Pedro Joaquín Chamorro, perteneciente a una de las principales familias de la oligarquía y propietario y director del principal diario del país (La Prensa), representaba a una capa de burgueses que buscaba forzar a Somoza a pactar un cambio por arriba para evitar la revolución por abajo. La aparición de brechas en la oligarquía estimulará la movilización popular.
Lenin y Trotsky explicaban las condiciones que definen una situación revolucionaria: divisiones abiertas en el seno de la clase dominante, voluntad firme de los explotados de luchar hasta el final, giro a la izquierda o al menos neutralidad de las capas medias y una dirección revolucionaria. En Nicaragua sólo falta el partido revolucionario que ofrezca dirección y cauce a todo el malestar acumulado. Esto hará que la lucha por conquistar el poder se prolongue durante varios años.
El FSLN
A causa de la política etapista y de colaboración de clase del PSN y sus distintas escisiones, la revolución nicaragüense adoptará una forma peculiar. Ausente un partido obrero revolucionario, las masas tendrán que buscar a tientas, con un alto coste en vidas y sacrificios, un camino revolucionario. Terminarán poniendo sus esperanzas en el FSLN. Los "muchachos" -como son conocidos popularmente los sandinistas- son los únicos que no se venden ni se doblegan ante Somoza y sus gánsteres del ejército, la policía y la Guardia Nacional.
Paradójicamente, en 1975 el FSLN sólo tiene 500 miembros y está dividido y en crisis. La causa fundamental son las limitaciones y contradicciones de sus métodos guerrilleros, su estrategia y programa. El rechazo al régimen somocista era tan masivo, que el FSLN contaba con una simpatía y apoyo enormes. Pero incluso en este caso sus métodos guerrilleros basados en acciones heroicas al margen de las masas, o con éstas como apoyo, lejos de fortalecer un movimiento autónomo de las masas e infundirles confianza en sus propias fuerzas y capacidad para organizarse tiende a debilitarlas política y organizativamente. Nada ni nadie puede sustituir el proceso complejo, contradictorio, de aprendizaje en la lucha de los trabajadores en el que estos miden fuerzas con la burguesía a través de innumerables huelgas y luchas parciales, elevan su conciencia política colectiva y sobre todo aprenden a confiar en sus propias fuerzas y generan dirigentes naturales y cuadros de dirección.
Somoza utilizará las acciones guerrilleras del FSLN como excusa para atacar al conjunto del movimiento declarando el estado de sitio y prohibiendo las huelgas. Las derrotas de las ofensivas guerrilleras de 1974 y, sobre todo, de 1977 estuvieron a punto de resultar fatales para el movimiento. La causa fundamental de esas derrotas era la falta de un plan de lucha que partiendo de la propia experiencia de las masas les transmitiese confianza en sus fuerzas y mostrase el camino para vencer.
Pese a la creciente contestación popular, el ejército -a esas alturas casi único apoyo del régimen- no presentaba divisiones. Como también vemos hoy en Honduras, el ejército tiende a ser la última barrera de seguridad del sistema. El único modo de quebrar en líneas de clase al ejército somocista era presentando a los soldados un programa claro, que les diese tierra, empleo, vivienda digna y una vida diferente. Paralelamente había que impulsar el desarrollo de comités que empezando como instrumentos para organizar, unificar y coordinar la lucha desde abajo pudiesen transformarse en la base del poder obrero y popular. En cuanto estos comités mostrasen su poder se contagiaría a los cuarteles.
Para ello el FSLN debía dar un giro a su estrategia, basándose en la lucha de masas y en particular en el trabajo en los sindicatos y entre la clase obrera, así como abandonar la perspectiva de lograr un cambio de régimen mediante una alianza con la burguesía antisomocista, y defender la expropiación de los latifundios (para repartir la tierra a los campesinos) y la estatización bajo control obrero y popular de la banca y las grandes empresas para planificar democráticamente la economía y resolver los problemas de la población. Sin esto, la lucha por el poder será mucho más prolongada y dolorosa.
La insurrección
La revolución, especialmente cuando falta un plan y una dirección consciente, necesita a menudo verse espoleada por el látigo de la contrarrevolución. El asesinato del dirigente de la oposición burguesa, Chamorro, en 1978 provoca una explosión social. "La sublevación de febrero [1978] tuvo un carácter altamente espontáneo (...). El Frente Sandinista no condujo, no dirigió orgánicamente la lucha del pueblo en las acciones mismas, y en el inicio de éstas, más que una decisión de la vanguardia fue una acción vital de una comunidad que espontáneamente revalidaba su tradición de lucha." (Comandante del FSLN Humberto Ortega) 3
La explosión coincide con el ascenso revolucionario en El Salvador y divide a los imperialistas. J. Carter, presidente estadounidense desde 1977, busca un acuerdo entre los diferentes sectores burgueses para una sucesión controlada de Somoza sin conseguirlo. Como hoy Obama, una cosa son sus deseos y promesas y otra el margen de maniobra que la lucha de clases y los intereses del propio imperialismo le conceden.
Otros sectores de la burguesía y el aparato estatal estadounidense tienen vínculos estrechos y negocios con la camarilla somocista. Pero, sobre todo, estos sectores piensan -y no sin razón- que el colapso de esta camarilla significaría el del Estado burgués y todo el sistema capitalista en Nicaragua. Por otra parte, distintos gobiernos burgueses latinoamericanos apuestan por un cambio de fachada en Nicaragua que evite el derrumbamiento de todo el edificio burgués y un contagio de la revolución a sus países. Pero resulta imposible un acuerdo que contente a la clase dominante y a las masas a la vez.
Algunos testimonios recogidos por Carlos Vilas en su libro Perfiles de la revolución sandinista dan idea del ambiente entre las masas:"Si a mí me permitieran pelear así [embarazada] yo peleo, porque de todos modos si me quedaba en la casa me mata una bala". "Nos despedimos de nuestras esposas, hermanas y madres con lágrimas en los ojos pensando que ya no regresaríamos, pero pensando siempre que mejor morir peleando que morir de rodillas pidiendo clemencia". "Yo les dije a mis chavalos que mejor se metían en el frente porque si no, de todos modos la guardia me los mataba, por ser jóvenes no más, figúrese". Cuando un gobierno y un estado se enfrentan a millones de personas que han sacado estas conclusiones sus días están contados.
La huelga general convocada por el FSLN el 10 de julio es una gigantesca demostración de fuerza que anuncia la caída del régimen. Los partidos burgueses de oposición, que han intentado aislar y desprestigiar al FSLN, aceptan la Junta de Gobierno para la Reconstrucción Nacional (JGRN) propuesta por éste e incluso participan con varios ministros. El 19 de julio los comandantes del FSLN entran en Managua recibidos por una marea humana desbordante de júbilo. La revolución ha triunfado.
Lo ocurrido en Nicaragua en 1979 no fue -como algunos quieren presentar- la toma del poder por parte de un grupo guerrillero al margen de las masas sino una insurrección. La acción directa de los jóvenes, los trabajadores y los campesinos destruyó el aparato represivo creado por la burguesía. Los trabajadores y campesinos tomaron el poder, dando el gobierno a la única organización que había ganado su reconocimiento: el Frente Sandinista. Como reconoce el comandante sandinista Humberto Ortega: "siempre se pensó en las masas pero (...) no como se dio en la práctica: fue la guerrilla la que sirvió de apoyo a las masas para que éstas, a través de la insurrección desbarataran al enemigo." 4
Explosión del poder obrero y popular
La victoria produjo una explosión de la organización obrera y popular: sindicatos, comités de fabrica, consejos... Los Comités de Defensa Civil surgidos espontáneamente para organizar la insurrección contra Somoza se extienden por todo el país, cambian su nombre por el de Comités de Defensa Sandinista (CDS) y empiezan a desarrollarse como embriones de poder obrero y popular: "los CDS debían entregar constancia de domicilio, encargarse del abastecimiento mínimo de ciudades enteras, ejercer funciones de seguridad. Por razones de inexcusable necesidad, la gente organizada en estas estructuras pasó a encargarse de la gestión directa de un conjunto de tareas y actividades en una versión auténtica, al margen de sus limitaciones, de la democracia popular."5
Según el comandante sandinista Bayardo Arce, los CDS en su momento álgido agrupan unas 500.000 personas (más de un 15% de la población del país).6 Si los dirigentes sandinistas hubiesen planteado la expropiación de las empresas y bancos y se hubiesen basado en los sindicatos, organizaciones campesinas y los CDS para forjar un estado de los trabajadores, habría sido posible acabar con la explotación capitalista e iniciar el camino hacia el socialismo. Lamentablemente, atados a sus concepciones teóricas, que plantean la necesidad de buscar una alianza con la burguesía antisomocista, y faltos de confianza en la capacidad de los trabajadores para dirigir la economía, desaprovecharán esta oportunidad.
La fuerza de la clase obrera nicaragüense
Algunos defensores de la política de pactar con la burguesía argumentaban que la clase obrera nicaragüense a causa de su escaso peso numérico y bajo nivel de conciencia no podía encabezar la revolución. Nada más alejado de la realidad. El proletariado industrial contaba en 1970 con 113.000 trabajadores, un 20% de la población económicamente activa (PEA) no agrícola. Unidos a los 150.000 empleados administrativos públicos y privados y trabajadores de servicios y a los 130.000 asalariados del campo su porcentaje era muy superior al del proletariado ruso en 1917. Además, el 40% restante de la PEA urbana eran artesanos, vendedores ambulantes y pequeños comerciantes proletarizados que compaginaban sus ingresos irregulares en la economía informal con el trabajo asalariado temporal en sectores como la construcción y otros.
La clase obrera y las masas semiproletarias constituían una poderosa fuerza que había mostrado su conciencia y poder tumbando al Estado somocista y empezaba a organizarse para desarrollar el control obrero y transformar la sociedad. Entre agosto de 1979 y diciembre de 1982 se registrarán en el Ministerio de Trabajo 1.200 nuevos sindicatos (lo que multiplica por diez el número de sindicatos existentes). El 90% se afilia a la Central Sandinista de Trabajadores (CST) o a la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), también sandinista. El plan de lucha impulsado por la CST en febrero de 1980 muestra el debate y nivel de conciencia existente: participación de los trabajadores en la gestión de las empresas a través de los Consejos de Producción, mejora del salario social, incremento del salario mínimo, reforma del Código de Trabajo y el llamado a tomar las empresas que incurran en prácticas de descapitalización, especulación o saboteo.
Las bases de la CST y la ATC harán todo lo posible por empujar la revolución hacia adelante. No obstante, frente a esta presión, la burguesía a través de la Confederación de Empresarios (COSEP), sus representantes en el gobierno, los gobiernos burgueses "amigos" y el propio imperialismo, pone en marcha también una gigantesca presión cuyo objetivo es precisamente el opuesto. La política del FSLN se debatirá entre estos dos polos irreconciliables.
Presiones de clase contrapuestas
Durante 1980 y 1981, la CST y la ATC organizan innumerables marchas masivas y toman fábricas y tierras pidiendo al gobierno medidas drásticas contra la descapitalización. Jaime Wheelock, Ministro de Agricultura, llega a amenazar públicamente con abandonar la economía mixta y avanzar hacia la estatización completa. Las declaraciones animan aún más la movilización. Decenas de asambleas de base en las que participan masivamente obreros y campesinos, en Matagalpa y Jinotega, en Granada y otras muchas ciudades y pueblos, aprueban resoluciones pidiendo la confiscación de las industrias descapitalizadas. Pero ni esta petición ni las amenazas de Wheelock serán aplicadas.
Contrariamente, a finales de julio de 1981 el Ministerio de Trabajo emite una orden prohibiendo los paros, huelgas y tomas de tierras o empresas con motivo de denuncias de descapitalización. En los años siguientes, al mismo tiempo que son detenidos varios empresarios saboteadores, el gobierno sandinista también encarcelará a algunos sindicalistas, vinculados a organizaciones y sindicatos minoritarios, e impedirá varias huelgas y protestas en empresas privadas y públicas. Esto incrementará el descontento de las bases y erosionará paulatinamente el apoyo al sandinismo, desarrollando tendencias ultraizquierdistas entre una capa de activistas y empezando a sembrar escepticismo entre sectores de las masas.
La presión capitalista consigue un compromiso para limitar las expropiaciones y que la reforma agraria en lugar de acabar con el latifundio, como planteaba el Programa Histórico del FSLN (1969), modere sus objetivos.
"Toda la tierra entregada a las cooperativas de producción y los individuales, hasta finales de 1984, había significado apenas cerca del 7% del área en fincas nacionales, y los campesinos beneficiados se estiman en una cantidad aproximada a un 25% de los productores que demandan tierra en el país (...) con lo que de hecho se provocaba un estancamiento de la reforma agraria."7
"La revolución al violar la más sagrada de sus promesas producía el primero de sus grandes desencantos. (...) Familias enteras que habían colaborado con los sandinistas en los santuarios de la guerrilla y habían sido reprimidas brutalmente por Somoza (...) daban ahora protección y auxilio a la contra. Y el discurso de la contra, lejos de complicaciones teóricas, era insidioso pero simple: te quieren quitar tu libertad, quieren quitarte a tus hijos, quieren quitarte tu religión, vas a tener que venderles tus cosechas sólo a ellos, y la poca tierra que tenés te la van a quitar, y si no la tenés, nunca te la van a dar en propiedad."8
Intentando tranquilizar a la burguesía, el FSLN también desarma a las milicias surgidas espontáneamente en plena lucha por el poder. Estas concesiones lejos de apaciguar a la clase dominante le animará a exigir más. El llamado gubernamental a los empresarios patriotas a reconstruir el país y las ayudas concedidas son contestados con la descapitalización de las empresas, huelga de inversiones y fuga de capitales. Ante ello el gobierno sandinista acometerá, en sucesivas oleadas, nuevas expropiaciones. La respuesta de la burguesía será una virulenta campaña de desestabilización y la salida de todos sus representantes del gobierno.
La intervención imperialista
A fines de 1981 y sobre todo desde 1982 el nuevo presidente estadounidense, Ronald Reagan, decide activar los planes de intervención militar contra Nicaragua discutidos, pero pospuestos, bajo el gobierno Carter. La "Contra", integrada por ex miembros de la Guardia Nacional somocista, pequeño-burgueses radicalizados y campesinos pobres desmoralizados, recibirá financiación y adiestramiento estadounidense para atacar Nicaragua desde Honduras. La guerra representará una sangría insoportable de vidas y recursos. En 1985 el gasto militar consume un 40% del PIB.
Enfrentados a la movilización revolucionaria de las masas en Nicaragua y la enorme ola de solidaridad con la revolución sandinista que se extiende por todo el mundo, los imperialistas se dividen. Como hoy con Venezuela, Bolivia o Ecuador, esto les obliga a mantener distintas opciones abiertas. Mientras un sector financia a la Contra y mantiene levantada la espada de Damocles de una intervención militar directa, otro apostará por la estrategia negociadora del llamado Grupo de Contadora, formado a principios de 1983 por los gobiernos centroamericanos. Contadora será clave para descarrilar la revolución a finales de los 80. Momentáneamente su primer resultado es el acuerdo para celebrar elecciones en 1984, pero su presión contribuye a frenar la revolución.
Las elecciones de 1984 las gana el FSLN con el 65% de los votos, el mayor apoyo alcanzado nunca por opción alguna de izquierda en América Latina. La contrarrevolución, encabezada por un ex miembro del Grupo de los Doce (organización burguesa vinculada al FSLN) y del gobierno sandinista que se había pasado a la contrarrevolución, Arturo Cruz, decide retirarse una semana antes -al constatar que su derrota será abrumadora- e intensifica su campaña mediática contra el "autoritarismo" sandinista. En cualquier caso la participación es alta y muestra que el péndulo social todavía gira a la izquierda.
Todo indica que en un determinado momento, bajo la presión del deterioro económico, el boicot capitalista y la presión de sus bases los dirigentes sandinistas consideraron seriamente la posibilidad de expropiar a la burguesía y establecer una economía nacionalizada y planificada que permitiese afrontar los problemas más acuciantes de las masas. Pero la presión de la burocracia estalinista de la URSS, combinada con su falta de confianza en la capacidad de las masas para gestionar la sociedad y extender la revolución a otros países, fue determinante para que no lo hiciesen.
Los propios dirigentes cubanos -cuya solidaridad revolucionaria, política y económica fue clave para defender la revolución sandinista- cometieron un grave error. Viendo la oposición de la burocracia soviética a completar la revolución, y no confiando en la posibilidad de extender la revolución a otros países, Fidel Castro aconsejó a los sandinistas no seguir el camino que ellos habían emprendido, con éxito, veinte años antes.
La trampa de la economía mixta
La transición al socialismo sólo puede iniciarse si previamente son estatizados los medios de producción (como mínimo todos los bancos, las empresa fundamentales y la tierra) y éstos son gestionados directamente por los propios trabajadores y el resto de los explotados, destruyendo el viejo Estado forjado por la burguesía (las viejas leyes, ministerios, justicia, gobernaciones, alcaldías...) y construyendo un estado revolucionario basado en consejos obreros y campesinos formados por voceros elegibles y revocables. Sin esto es imposible hablar de transición.
Intentar mezclar socialismo y capitalismo es tan imposible como mezclar agua y aceite. O, si se prefiere, es como mezclar miel y alquitrán. Un chorro de alquitrán puede destruir litros de miel. Por las propias características del capitalismo, el mantenimiento de una parte de la economía en manos capitalistas somete inevitablemente al conjunto de la economía (empresas públicas, cooperativas, etc.) a las leyes de la economía de mercado. Esto imposibilita solucionar ninguno de los problemas que el capitalismo ha creado.
Intentar regular el capitalismo implantando controles de cambios o precios, incrementando los impuestos o acometiendo nacionalizaciones parciales, mientras sectores importantes de la economía siguen en manos privadas, supone obstaculizar el funcionamiento normal del sistema y que los empresarios reduzcan la inversión. Por otra parte, como estas medidas de regulación no son suficientes para planificar la economía finalmente tienes los problemas del capitalismo y ninguna ventaja del socialismo.
El Estado
El movimiento revolucionario de las masas nicaragüenses fue tan impresionante que el aparato estatal burgués quedó destruido. Como explica el dirigente del FSLN Bayardo Arce: "Aquí no se derrocó a un gobierno, sino que se destruyó todo el estado. Al día siguiente del triunfo no había ejército, ni tribunales, ni poder legislativo, ni gobierno. Entonces tuvimos que organizar todo eso."
Lenin, basándose en la experiencia de la primera revolución obrera triunfante de la historia, la Comuna de París, formuló varias conclusiones acerca de cómo construir un estado revolucionario capaz de dirigir la transición al socialismo. Elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos, que todos respondiesen periódicamente de su gestión ante asambleas de quienes les habían elegido, que ninguno percibiese ingresos superiores al de un trabajador cualificado, que todas las tareas que fuese posible se realizasen de modo rotatorio y que el monopolio de las armas no lo tuviese un ejército separado del pueblo sino el pueblo en armas, organizado en milicias obreras y populares.
Pero la máquina rota del estado burgués somocista no fue sustituida por un instrumento con estas características, sometido al control obrero y popular, sino por el aparato de la guerrilla. El FSLN en el poder tenía 12.000 militantes, así que tuvo que recurrir a sectores de todo tipo. Junto a revolucionarios, elementos oportunistas o carreristas accedieron al poder. Pero ni siquiera ese era el peligro más importante. El problema fundamental era la ausencia de control obrero y popular.
Aunque muchos funcionarios fuesen revolucionarios sinceros y los cuadros sandinistas (forjados en el mayor sacrificio concebible: el de la propia vida) destacasen por su moral revolucionaria; esto, por si solo, resulta insuficiente para garantizar el carácter revolucionario del estado.
Sin el control de los trabajadores y los campesinos, sin la aplicación de las medidas arriba comentadas, todas las presiones impulsaron al desarrollo de una nueva burocracia que tendía a entrar en contradicción con los obreros y campesinos. Los trabajadores en lucha por desarrollar el control obrero chocaban con los administradores designados por el estado que frenaban o incluso reprimían su participación. Lo mismo ocurría en las granjas colectivas y cooperativas. La lucha guerrillera genera además toda una serie de dinámicas: órdenes de arriba a abajo en lugar de discusión colectiva y convencimiento político, falta de mecanismos de control y de participación tanto de las bases revolucionarias como de las propias masas en la toma de decisiones y la conducción del movimiento, que aumentan el peligro de burocratización.
Nicaragua era en ese momento posiblemente el país más democrático del mundo, los CDS tenían capacidad para intervenir y decidir en importantes aspectos de la vida local, en muchas empresas se crearon Consejos de Producción y otras formas de participación obrera, pero estos nunca se extendieron ni a los niveles máximos de decisión ni al conjunto de la economía. Esto impidió que el estado estuviese bajo control de los trabajadores y campesinos y finalmente en su seno se formó una burocracia cada vez más independiente y opuesta a los deseos de las masas. Este fue otro elemento que atizó el desánimo y la desmoralización popular.
La derrota
A causa de estas contradicciones una capa de activistas empieza a sacar conclusiones ultraizquierdistas. En lugar de vincularse a las bases obreras del sandinismo y luchar dentro del FSLN, la ATC y la CST por dar una orientación y programa marxista a las bases sadinistas se separaron de éstas. Algunos de estos grupos sectarios, como el PC de Nicaragua y el propio PSN, incluso denunciaron al FSLN como burgués y terminarían uniéndose a la oposición. El resultado fue aislar, debilitar y fragmentar a la izquierda sandinista, favoreciendo los planes de los sectores reformistas que deseaban moderar la revolución. A su vez, entre sectores significativos de las masas empezaba a desarrollarse, de forma lenta y soterrada, un creciente escepticismo y dudas de que la revolución pudiese resolver sus problemas. Esta tendencia emergerá a la superficie de forma brusca y sorpresiva para los dirigentes sandinistas en las elecciones presidenciales de 1990.
A finales de los años 80, a causa de todos los errores comentados, la revolución sandinista se enfrentaba a un creciente aislamiento internacional y una erosión de su base social. La firma de los Acuerdos de Paz con la Contra, en agosto de 1987, lejos de dar paso a un avance de la revolución marca el inicio de un giro a la derecha que tendrá efectos catastróficos. La ayuda económica de toda una serie de países europeos, Cuba y lo poco que proporcionaba -con cuentagotas y a regañadientes- la burocracia rusa era lo que permitía sobrevivir a Nicaragua. Pero esto también significaba que los gobiernos burgueses latinoamericanos y europeos, y la propia burocracia rusa, exigían contrapartidas políticas. La más importante era mantener en stand by la revolución.
En un clima que ya anunciaba la contrarrevolución capitalista en la URSS, los burócratas estalinistas cierran el grifo al FSLN y le conminan a mirar hacia los países capitalistas europeos. La aceptación por parte del FSLN en 1989 del plan de austeridad negociado con el FMI para reducir la inflación (que llega a alcanzar la friolera del 37.000%) y el endeudamiento público recortando salarios y gastos sociales incrementará el descontento popular. Se incrementa el desempleo y la inflación -aunque menor- sigue golpeando duro a la población.
Contrarrevolución "por vías democráticas"
Como resultado de los Acuerdos de Paz de 1987 se convocan nuevas elecciones para 1990. La burguesía, mientras intensifica el sabotaje económico, forma una alianza -la Unión Nacional Opositora (UNO)- que agrupa a 15 partidos, desde la extrema derecha hasta los grupúsculos sectarios de ultraizquierda, utilizados para disimular el carácter contrarrevolucionario de la UNO. La candidata será Violeta Barrios de Chamorro, ex miembro de la primera Junta de Gobierno para la Reconstrución Nacional y viuda del histórico dirigente de UDEL asesinado por Somoza. Chamorro promete demagógicamente mantener las políticas sociales del FSLN pero sin guerra ni tensiones con EEUU, también promete ayudas del imperialismo, empleo, tierras... Paralelamente, la reacción agita el fantasma de que una victoria sandinista significaría el retorno de la guerra.
El acto de fin de campaña sandinista muestra que entre la vanguardia y amplios sectores de las masas existe una firme voluntad de defender la revolución. Medio millón de personas despiden al tándem Ortega-Ramírez al grito de "No Pasarán" y esperando una nueva victoria revolucionaria. Pero entre los sectores menos ideologizados y organizados de las masas es diferente. Cansados tras once años de espera sin que la revolución haya resuelto sus problemas, muchos campesinos y trabajadores que habían apoyado durante casi dos décadas al FSLN deciden no votar o votan a Chamorro esperando que por lo menos eso signifique paz. El 25 de febrero de 1990 con un 86% de participación la UNO logra el 54% de los sufragios por un 40% del FSLN.
Chamorro llevará a cabo una contrarrevolución por "vías democráticas". En el interior del propio gobierno estallan divisiones. El vicepresidente Godoy, vinculado a los sectores más derechistas, apoyado por la administración republicana de George Bush y en plena euforia de la campaña internacional contra el comunismo, plantea expulsar del aparato estatal a los sandinistas e incluso ilegalizar al FSLN. Pero Chamorro y su ministro de economía, Lacayo, saben que esto provocaría un estallido de las masas e imponen un acuerdo -el Protocolo de Transición- con el FSLN dejando a Humberto Ortega al frente del ejército hasta 1995 y apoyándose en él para frenar a su hermano Daniel Ortega y a las bases sandinistas.
Las bases sandinistas luchan pero en el contexto de reacción ideológica de comienzos de los 90 sus dirigentes parecen aceptar el capitalismo como único sistema posible y las frenan. Aún así, en 1993 la movilización popular se generaliza y pone contra las cuerdas a Chamorro. La UNO está totalmente rota y el gobierno aislado. Incluso campesinos que habían apoyado a la contra se movilizan en apoyo a las demandas de tierra y mejores salarios, más gastos sociales y rechazo a las privatizaciones formuladas por las organizaciones obreras y campesinas sandinistas. Sin embargo, la dirección sandinista no ofrece ninguna perspectiva de lucha por el poder ni programa. Tras varias reuniones de negociación, los dirigentes llaman nuevamente a sus bases a la calma. Lacayo y Chamorro reconocerán como decisivo el papel de Humberto Ortega para estabilizar la situación.
Dentro del FSLN hay varias luchas y escisiones. El Movimiento de Renovación Sandinista (encabezado por Sergio Ramírez y algunos ex comandantes) se escinde por la derecha. Amplios sectores de las bases obreras y populares sandinistas intentan empujar hacia la izquierda a Daniel Ortega. Diferentes intentos de construir una izquierda sandinista no cuajan. Los dirigentes que encabezan estas corrientes, afectados por la campaña internacional contra las ideas del socialismo, acaban aceptando todo tipo de prejuicios antimarxistas. Algunos de esos dirigentes hoy incluso están en la oposición al FSLN y con la derecha contrarrevolucionaria.
Algunas conclusiones
La revolución sandinista contiene numerosas lecciones para revoluciones hoy en pleno desarrollo: Venezuela, Bolivia, Honduras o Ecuador. La principal: que es imposible hacer media revolución y además mantenerla aislada en un sólo país. El capitalismo utilizará todo su poder para asfixiar lentamente a la revolución y finalmente quebrar su apoyo.
Al mismo tiempo, hay diferencias reseñables. El contexto internacional es mucho más favorable hoy para la revolución. En primer lugar, a finales de los años 80 Nicaragua estaba aislada. Era, por así decirlo, el último coletazo de un proceso de luchas revolucionarias iniciado en los años 70 que había sido derrotado en los demás países. Por contra, la revolución bolivariana representa la primera oleada de una nueva marea revolucionaria que se extiende a Bolivia y Ecuador, impactó México con la lucha contra el fraude, inunda ahora Honduras y empuja hacia la izquierda prácticamente todo el continente. La revolución es cada vez menos venezolana, boliviana o ecuatoriana y más latinoamericana y mundial.
Además, mientras Nicaragua en 1989 se enfrentaba al inicio de la contrarrevolución capitalista en la URSS y un periodo de estabilización política y recuperación económica en el mundo capitalista avanzado, la revolución latinoamericana coincide con la peor crisis capitalista desde 1929. Además, el giro a la derecha en las organizaciones de masas que produjo la ofensiva contra las ideas del socialismo tras el derrumbe estalinista tiende a disiparse y el socialismo vuelve a estar sobre el tapete debido a la decadencia del capitalismo.
Estos factores condicionan el ánimo y confianza de las bases revolucionarias. En Nicaragua, el estancamiento del proceso de nacionalizaciones desde mediados de los 80, el colapso económico y la guerra o la evidencia misma del aislamiento internacional de la revolución actuaban como un jarro de agua fría sobre muchos activistas. La influencia ideológica del estalinismo primero y los efectos ideológicos de su colapso posteriormente impidieron a toda una generación conocer las auténticas ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky y dotarse de una alternativa para luchar contra la burocracia y el reformismo.
Con las revoluciones hoy en marcha ocurre lo contrario: la crisis capitalista global, la extensión internacional de la lucha de masas y el cuestionamiento del sistema, estimulan a los militantes revolucionarios en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua,... en su lucha contra el reformismo y el burocratismo. El programa de Lenin y Trotsky se ve reivindicado por la historia y cada vez más jóvenes y trabajadores buscan en las ideas socialistas una salida al abismo capitalista. En esa búsqueda, la experiencia de los errores cometidos en Chile, Nicaragua y otras revoluciones derrotadas nos ayuda a forjar el programa que necesitamos para, ahora que la lucha de clases empieza a reatar el hilo de la historia, poder -esta vez sí- encontrar el camino de la victoria.
Decía alguno de los clásicos del marxismo que “Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria”. Y es que la lucha contra el actual sistema capitalista decadente no sólo es económica, por defender las conquistas sociales que conseguimos los trabajadores y jóvenes en el pasado (prestaciones laborales, salud, educación, etc.), sino también es una lucha política e ideológica, para armarnos teóricamente con un método de análisis científico como es el materialismo histórico-dialéctico y transformar la sociedad en líneas socialistas.
En ese sentido, los estudiantes aglutinados en torno al Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico-Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CLEP-CEDEP), junto con los jóvenes y trabajadores de la Tendencia Marxista Militante, invitan a la “Segunda Semana del Marxismo 2009” en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), a realizarse del lunes 28 de septiembre al viernes 2 de octubre de 9:00 a 16:00 hrs en la explanada de la Facultad de Físico Matemáticas ubicada en Ciudad Universitaria (sólo el martes 29 de septiembre nos negaron el espacio las autoridades por ser un día de elecciones en la universidad, pero los otros días de la semana ahí estaremos).
Ahí podrás encontrar libros de los clásicos del marxismo (Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Luxemburgo, Ted Grant y Alan Woods, entre otros) reeditados a través de nuestra editorial, la Fundación Federico Engels, así como el periódico obrero MILITANTE, VOZ MARXISTA DE LOS TRABAJADORES Y LA JUVENTUD, playeras y vídeo-documentales de la lucha obrera y juvenil.
Además, el miércoles 30 de septiembre haremos la presentación de la revista “América Socialista” en el Auditorio de la Facultad de Físico-Matemáticas a las 12:00hrs.
Y el jueves 1 de octubre habrá una proyección del vídeo-documental “El Grito”, sobre los acontecimientos ocurridos en nuestro país el 2 de octubre de 1968. La cita es a las 15:00hrs en el Auditorio de la Facultad de Físico-Matemáticas.
Unidos y organizados... ¡¡Venceremos!!
¡Afíliate al CLEP-CEDEP y la Tendencia Marxista Militante para luchar juntos en la defensa de nuestros derechos como estudiantes y trabajadores y por la transformación socialista de la sociedad!
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Los acontecimientos en Honduras avanzan a la velocidad de pólvora ardiendo. Se viven horas decisivas, una lucha a muerte entre la revolución y la contrarrevolución. La llegada de Zelaya al país el pasado lunes 21 de septiembre transformó toda la ecuación. La Resistencia contra el golpe no solo no disminuyó en estos casi tres meses de lucha sino que ha adquirido una madurez y organización que no había conseguido el movimiento obrero, campesino y juvenil en décadas. La conciencia avanza y aunque los golpistas reprimen brutalmente, torturan y asesinan, recordándonos la represión de Pinochet en Chile, eso no contiene la movilización de las masas que en un barrio tras otro, en un departamento tras otro, están al borde o en plena insurrección. No podemos dejar solos a nuestros hermanos jóvenes y trabajadores hondureños en estas horas y días que decidirán la historia de este país, el cual marcara un punto de ruptura para todo Centroamérica.
El capitalismo es horror sin fin, la lucha en honduras muestra la podredumbre de un sistema que está agotado y no es capaz de mantenerse en pié más que a costa de atacar a las masas de obreros, campesinos y jóvenes. En estos días y horas decisivas la solidaridad internacionalista del proletariado mundial es una cuestión de vida o muerte. Es urgente que los trabajadores del mundo nos unamos contra el golpe de Estado en Honduras y mostremos a la clase obrera hondureña, que en estos momentos se está jugando literalmente la vida, que no están solos.
Llamamos a los trabajadores y jóvenes de nuestro país a manifestar nuestra solidaridad al pueblo hondureño y nuestro rechazo al golpe de Estado asistiendo al mitin convocado este viernes 25 de septiembre a las 5:00 p.m. frente a la embajada de EEUU.
Manos Fuera de Venezuela - México
23 de septiembre de 2009
Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.
Marx y Engels, Manifiesto del Partido Comunista
La Corriente Marxista Internacional (CMI) tiene sus orígenes en la actividad política que iniciaron Ted Grant y Ralph Lee primero en Sudáfrica y después en el Reino Unido en las primeras décadas del siglo pasado. Desde entonces (y desde antes también, pero para efectos de la historia de la CMI, desde entonces), enormes esfuerzos y sacrificios se han realizado por un montón de gente para formar una organización marxista internacional que sea capaz de ofrecer a la clase obrera una alternativa clara de lucha ante los retos que la historia nos plantea.
Razón y Revolución, libro escrito por Alan Woods y Ted Grant, fue uno de los muy pocos intentos serios de defender las ideas del socialismo después del colapso de la Unión Soviética. La publicación de este libro (ahora reproducido en más de 15 idiomas) ha permitido y fomentado el reagrupamiento de las fuerzas del marxismo que habían quedado bastante atomizadas y dispersas después de la debacle de la Tercer Internacional y la multifragmentación de la Cuarta Internacional. ¿En verdad mantiene la lucha por el socialismo su validez histórica después del colapso de la Unión Soviética? ¿En verdad no nos equivocamos en defender la Revolución Rusa? ¿Qué pasó en la Unión Soviética? La explicación paciente por parte de Ted Grant a través de sus escritos fue crucial para volvernos a juntar después del shock del colapso de la URSS.
Este reagrupamiento está tomando forma en la CMI. Para fortalecerlo, no hay nada mejor que compartir experiencias y confrontar las ideas que surgen del estudio y de la práctica cotidiana en el movimiento obrero. Las Escuelas de Verano es cuando el mayor número de marxistas de la CMI de todo el mundo se reúnen en un solo lugar para consolidarse y consolidar a los demás.
En esta ocasión, los temas que se pusieron en la mesa de debate fueron: Perspectivas internacionales, el carácter capitalista de China, la crisis económica (hubo un énfasis especial en un debate acerca de la tendencia descendente en la tasa de ganancia), la situación en el Estado Español, Pakistán, Bolivia, Marruecos, Francia e Italia. En el caso de los anteriores países, por supuesto también se informó y se debatió con respecto al trabajo político que la CMI ha desarrollado en éstos. Finalmente se hizo un recuento de los avances y retrocesos en cada uno de los países en los que la CMI está presente : prácticamente en todo el continente americano, así como en Europa occidental, además de Rusia, Pakistán, Afganistán, Irán, entre algunos de los países asiáticos. Éste que fue el último acto culminó atronadoramente, como es costumbre, cuando se entonó el Himno del Proletariado: La Internacional .
Una de las principales tareas de los marxistas es la de preservar y divulgar la historia del movimiento obrero a través del mundo entero. Pues muchísimo más se parece un obrero suizo a un obrero salvadoreño que un obrero mexicano a un burgués mexicano. Siendo así, la experiencia de la toma de fábrica de los obreros suizos en la ciudad de Bellinzona, así como el desarrollo que ha seguido es mucho más útil para los obreros venezolanos y la huelga en Olympia que los programas reaccionarios en Venezuela y ni qué decir del flaco favor que de los tristes programas matutinos, eso sí, muy “mexicanotes”, pero nada útiles.
Teniendo en cuenta lo anterior, la Escuela de Verano sirve para que los marxistas del mundo podamos aprender y compartir las experiencias del movimiento obrero en los distintos países en donde nos encontramos.
Como decían unos tales Marx y Engels en un tal Manifiesto Comunista : Finalmente, los comunistas laboran por llegar a la unión y la inteligencia de los partidos democráticos de todos los países. Después del riquísimo debate en esta escuela, una de las principales conclusiones que hemos de sacar es que en momentos revolucionarios como los que acontecen en Honduras, Irán, Pakistán o en México, los trabajadores se orientan y buscan resolver sus problemas a través de las organizaciones que en algún momento se esforzaron en crear, es decir, sus organizaciones tradicionales de masas. Sin importar qué tan vacías parezcan, sin importar incluso que se nos hagan muecas involuntarias no más de pensar en el reformismo de la dirección de muchas de estas organizaciones, las masas se expresarán en el próximo periodo a partir de éstas.
Si nuestro lector conoce el idioma inglés, para más detalles de los orígenes de la CMI, le recomendamos ampliamente la obra de Ted Grant: History of British Trotskyism
El listado completo, junto con las páginas de internet correspondientes lo puede encontrar en marxist.com/links
El pasado 13 de agosto los compañeros del Grupo de Base de Militante en la UAM Iztapalapa (UAM-I) acudimos a realizar nuestra tercera brigada en la fábrica Olympia de México S.A que desde el pasado 15 de enero está en huelga. A la vez esa vista a aprovechamos para realizar nuestra reunión semanal como grupo de base. Llegamos alrededor de las 2:00 de la tarde y a pesar del intenso calor y del embotellamiento arribamos con mucho entusiasmo al campamento en donde ya nos esperaban los y las trabajadoras, que al vernos llegar nos saludaron afectuosamente y nos ofrecieron agua.
Tras esperar algunos minutos para que los trabajadores se organizaran y para que llegaran algunos compañeros más de UAM-I, decidimos iniciar con nuestra reunión con la discusión política, que se basó en el documento que la Fundación Federico Engels publicó hace algunos años, La fuerza de la clase obrera hoy; se habló principalmente de la fuerza que tiene la clase obrera a pesar de verse superada en los últimos años por los trabajadores informales, se recalcó que sin el permiso de la clase obrera no se prende un foco, no se comunica ni se moviliza nadie ni nada en el país ni en el mundo. También se dijo que algunos intelectualoides hablan de que los nuevos movimientos sociales han tomado la batuta para transformar la sociedad, los ecologistas o feministas por ejemplo, pero se dejó muy claro que a pesar de que tienen cierto peso no son capaces de transformar la sociedad por sí solos, sino que es necesario que se unan al movimiento obrero para ver cristalizada la transformación de la sociedad, ya que nada escapa a la lucha por el socialismo, la lucha de los estudiantes por educación pública, gratuita y científica, la lucha de los campesinos pobres por más apoyo al campo, la lucha de los ecologistas, la lucha de las feministas, la lucha de los inmigrantes, etc. Todas y cada una de esas luchas debe de ir de la mano de la lucha de la clase obrera y sólo luchando codo con codo con ella es que se puede lograr la transformación socialista de la sociedad.
Después de un muy buenísimo debate pasamos a un punto organizativo, ya que se acerca el nuevo ingreso en la UAM-I y la marcha del 2 de octubre, por lo que decidimos realizar al igual que el año pasado una exposición con fotografías, carteles e información referente a 1968 en México y el mundo, además de proyecciones al aire libre y una charla para ver cuales son las lecciones que dejó 1968. Les mencionamos a los trabajadores que el año pasado sacamos un contingente bastante grande y que además nos acompañaron algunos sindicalistas del SITUAM.
En seguida pasamos a dar información sobre nuestra tradicional venta de fin de trimestre en el Metro Constitución, en la que logramos colocar 20 periódicos entre las 7:00 y las 9: a.m. De igual forma se comento que era el Movimiento de Estudiantes No Aceptados (MENA), debido a que algunos trabajadores tenían esa duda y nos cuestionaron sobre tal asunto, y se explicó que se trataba de un movimiento para que los hijos de los trabajadores tuvieran acceso a la educación superior y se mencionó que en años pasados se había tenido éxito. A sí mismo se comentó la buena relación que existe entre nuestra Tendencia y el SITUAM, pues no ha impreso propaganda, entre otras cosas más.
Alrededor de las 4:30 p.m. se dio por terminada la reunión y pasamos a proyectarles un video que trata sobre los primeros cuatro meses de huelga, desde la Asamblea de trabajadores el 14 de enero, hasta la marcha a los pinos, pasando por los mitines frente a la fábrica y en la Secretaria del Trabajo del Estado de México. El ambiente durante la proyección fue muy bueno, los aproximadamente 16 trabajadores que estaban presentes estaban muy atentos y al finalizar la proyección el secretario general pidió a los trabajadores que nos brindaran un aplauso, por la realización del video y por todo el apoyo que hemos dado, porque dijo además que Militante ha estado con ellos desde el principio.
Después de tan agradable muestra de afecto por parte de los trabajadores, nos invitaron a comer, convivimos un rato con los trabajadores y algunos compañeros se tuvieron que retirar, sólo dos compañeros nos quedamos para proyectar el video a los trabajadores del turno de la noche, que fue otro rotundo éxito, al igual que la primera vez los trabajadores ni parpadeaban; al finalizar el video los invitamos a participar en un pequeño debate, en el que hablábamos del poder de transformación tan grande que poseen y que a veces no se dan cuenta que lo tienen, se dijo también que todos los trabajadores informales (tianguistas, franeleros, o los que tienen un puesto de discos pirata, juguetes, etc.) son trabajadores que no pueden ser absorbidos por el capitalismo otorgándoles un empleo formal, así como tampoco la gran cantidad de trabajadores jóvenes que bajo el pretexto de su inexperiencia no son contratados, o la otra gran cantidad que se va a los Estados Unidos porque no encuentran trabajo. Mencionábamos que el capitalismo ha llegado a un punto que se ha convertido en una traba para el desarrollo de la humanidad, a lo que los trabajadores respondieron de una forma excelente; un trabajador dio sus puntos de vista y dijo que gracias a que permanecían callados el patrón hacia lo que quería, e invitó a sus compañeros a que participaran, a que rompieran el silencio porque dijo, tienen mucho que decir.
Al final se animaron dos o tres y el debate se puso muy interesante, el mismo trabajador que tomo la palabra al principio afirmó que si es posible la transformación de la sociedad, porque como ellos muchos trabajadores de México y el mundo están haciendo conciencia. Por otra parte el secretario general, Gerardo Lima, dijo que conciencia es conocimiento, es conocer y darse cuenta de muchas cosas, y que cuando tienes un alto grado de conciencia es cuando decides a actuar de una forma diferente, algo con lo que concidimos.
Ya al finalizar de nueva cuenta nos brindaron un aplauso por todo lo que hemos contribuido con la huelga, se nos dijo que les hemos ayudado mucho a elevar su conciencia, a lo que respondimos que era un gran honor el poder estar con ellos y que nosotros también aprendíamos mucho y que de igual forma estábamos muy agradecidos por dejarnos estar con ellos. Nos retiramos a las 8:00 de la noche del campamento a las afueras de la fábrica, habíamos llegado con calor y nos retiramos con una insistente llovizna, el día no pudo haber sido mejor, estar con la clase obrera es de lo mejor. Como decía Ted Grant: Fuera del movimiento obrero no hay nada.
La revolución Bolivariana desde sus inicios (1999) se ha visto enfrentada a los ataques de la burguesía venezolana y el imperialismo, especialmente el norteamericano. Estos graves ataques se han producido en todos los terrenos; militar (golpe de estado en 2002), económico (paro patronal de 2002 y sabotaje a las fábricas nacionalizadas y ocupadas por los trabajadores) y por supuesto el político (campaña permanente en contra del gobierno de Chávez).
La revolución bolivariana tiene el mérito de ser el proceso más avanzado de la revolución a nivel mundial, sin embargo todavía quedan muchas tareas, la burguesía sigue controlando la parte decisiva de la economía, pero incluso, aun cuando el conjunto de la economía se encontrara organizada y dirigida por la clase obrera venezolana, quedaría por resolver el problema de cómo integrar esta economía en el mercado capitalista mundial, sin que ello significará renunciar a los intereses de la clase trabajadora. Pero ahora mismo la revolución se encuentra en un problema doble, ni los trabajadores tienen el control de la economía, ni ésta economía puede establecer relaciones normales con los países capitalistas, debido al sabotaje imperialista contra la revolución.
Estas complicaciones, han llevado al presidente Chávez a establecer acuerdos con distintos estados capitalistas e incluso imperialistas (por ejemplo Rusia) estableciendo relaciones económicas y diplomáticas que permitan a la revolución bolivariana paliar al sabotaje del imperialismo norteamericano.
Por ejemplo Chávez ha promovido la creación del ALBA en oposición al ALCA promovido por el gobierno norteamericano. El gobierno venezolano ha hecho de Rusia su proveedor más importante de armamento en los últimos años, y se han establecido tratados comerciales con diferentes países asiáticos para tratar de disminuir la dependencia hacía la economía Yanqui.
Además de estos acuerdos económicos, Chávez ha tenido que usar en varias ocasiones la “diplomacia”, para intentar romper el aislamiento y así ha llegado a tratar a diferentes sectores de la burguesía que tienen intereses capitalistas opuestos a los de los Yanquis.
El imperialismo ruso y al burguesía iraní tienen diferencias serias con el imperialismo norteamericano, pero estas diferencias no son por motivos revolucionarios, sino porque a la clase dominante de éstos países les gustaría tener las zonas de influencia que tienen los americanos para mejorar sus ganancias, por lo tanto la oposición de estos gobiernos al gobierno norteamericano, nada tienen que ver con una política revolucionario o incluso mínimamente progresista. Rusia se opuso “diplomáticamente “a la guerra contra Irak en el 2003, no obstante el año pasado declaró la guerra a Georgia, invadiendo militarmente a éste país, con graves consecuencias para la población trabajadora. Un caso más aberrante incluso es el del gobierno Iraní, que históricamente tiene una oposición demagógica hacia el gobierno norteamericano, y sin embargo es un régimen que defiende la lapidación en vida de las mujeres que han enviudado, un régimen que él pasado 1°de mayo encarceló a 300 jóvenes y trabajadores tan solo por organizar una manifestación, el régimen iraní es totalmente reaccionario, por ejemplo su aparato represivo intentó cortarle la lengua al dirigente del sindicato del transporte en Teherán, para evitar que este siguiera organizándose.
El hecho de que el gobierno venezolano tenga que llegar a acuerdos con diferentes países no niega que estos acuerdos deben de supeditarse totalmente a los intereses de la revolución mundial, en caso contrario los errores en la política exterior se pagarán caros en el interior. Los acuerdos políticos con los capitalistas serán necesarios en tanto la toma del poder por los trabajadores no se extienda a nivel mundial, incluso los revolucionarios rusos una vez que tomaron el poder tuvieron que plantearse la necesidad de llegar a acuerdos económicos con la burguesía, para qué pudieran desarrollar la industria y la técnica en aquellos lugares que eran inaccesibles para el joven estado soviético.
Pero estos acuerdos deben ser de un carácter totalmente temporal y en última instancia deben servir para hacer avanzar la revolución en Venezuela y a nivel mundial, elevando el nivel de conciencia y organización de la clase trabajadora en cualquier parte del mundo. Chávez debe basarse en el movimiento revolucionario a nivel mundial, establecer todo el apoyo que sea necesario a la clase trabajadora iraní y de cualquier otra parte del mundo para que pueda tomar el poder y romper con el aislamiento de la revolución venezolana.
El 20 de agosto de 1940 un agente de la GPU acabó con la vida de León Trotsky en Coyoacán, México, Distrito Federal.
Todo el proceso de la revolución rusa de 1917, la comprensión del significado histórico y social de su ascenso y degeneración, es un acontecimiento clave en la formación de las nuevas generaciones de marxistas. ¿Cómo surge y se desarrolla el Stalinismo y por qué? ¿Cuáles fueron las consecuencias del Stalinismo para la Revolución socialista mundial? ¿A través de qué instrumentos operaba el Stalinismo y para qué? Las respuestas detalladas a estas preguntas no son el objetivo del contenido de este libro, pero, una vez dicho esto, en estas páginas Trotsky establece una serie de formulaciones que permiten al lector, entender cabalmente el contexto histórico y el motivo de su muerte.
Trotsky estableció una defensa contra los ataques de la prensa de la CTM y de la del Partido Comunista mexicano, que llegaron al grado de afirmar que el ataque del 24 de mayo en la casona de Coyoacán, había sido un “auto atentado”. En las páginas de “Los gangters de Stalin”, Trotsky desenmascara la injuria y el modo de operar de los sicarios de Stalin. Explica cómo el PC mexicano fue previamente purgado de “trotskystas” y cómo fue reemplazado el Comité Central desde Moscú en enero de 1940, como un paso obligado a la preparación de los atentados que finalmente le quitaron la vida.
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· LA REVOLUCIÓN PERMANENTE
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· 1905 RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
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· LAS TESIS DE ABRIL
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Estudiar los textos del marxismo nos preparan para una lucha ya venidera, para que la clase obrera podamos formarnos políticamente y así defender nuestros intereses de clase, hagamos nuestra y usemos esta herramienta de lucha por el socialismo.
Nos hemos enterado de que el pasado 28 de julio, el activista y luchador social poblano Fermín Mariano Matías, destacado deportista y estudiante poblano (a punto de egresar) de la Maestría de Geofísica en la Universidad Nacional Autónoma de México, fue encontrado muerto en el municipio de San Juan Totolac del estado de Tlaxcala desde el 26 de junio aunque las autoridades poblanas no lo habían informado, por el contrario, ocultaron la información a sus familiares quienes desde 15 días antes presentaron una denuncia por su desaparición.
Crimen de Estado
La ejecución del compañero Fermín, por su militancia y lucha a favor de las causas sociales, sin duda es un crimen político de Estado y no una venganza personal o pasional como las autoridades quieren hacer creer. Este asesinato es una muestra más del verdadero carácter de clase del Estado burgués mexicano, ahora representado por el gobierno de Felipe Calderón (FeCal); un estado que, conforme se exacerba la lucha de clases en nuestro país, sigue siendo perfeccionado por el gobierno en turno que está militarizando el territorio nacional y criminalizando la protesta social para mantenerse en el poder mediante la coerción, utilizando a la fuerza pública.
Represión de un gobierno débil, dividido y en crisis
No podemos olvidar que FeCal fue impuesto en el gobierno mediante un fraude electoral orquestado por los barones del dinero y legitimado por sus instituciones del poder judicial. Desde entonces ha sido un gobierno bastante débil que ha perdido progresivamente el apoyo de los poco más de 15 millones de mexicanos que votaron por FeCal basado en un discurso demagógico. La muestra o indicador más reciente de esto ha sido el descalabro de su partido el PAN en las pasadas elecciones del cinco de julio con menos posiciones de poder en la Cámara de Diputados y gobiernos de varios estados de la república, lo que ha costado la cabeza de Germán Martínez y agudizado las divisiones internas por la presidencia nacional de ese partido.
Lo anterior dado en un periodo de bancarrota del capitalismo a nivel mundial, cuyos efectos en la economía mexicana y los niveles de vida de la clase trabajadora han generado un fuerte descontento social y desgastado al gobierno en crisis de FeCal. El pronóstico del Banco de México es que el Producto Interno Bruto decrecerá hasta en un 7.5% este año, con lo que se perderán 735 mil empleos formales más, el doble de los que fueron creados durante los dos primeros años del “presidente del empleo” (La Jornada, 30/07/09). Ante tal situación y la perspectiva de un ambiente social más convulsivo todavía, no le ha quedado otra a Calderón que, con el pretexto de la “lucha contra el narcotráfico”, cuyos resultados han sido hasta el momento más de 12 mil muertos, militarizar al país y dictar leyes que criminalizan la protesta social.
Calderón se esfuerza por atacar los efectos (desapareciendo y asesinando a activistas sociales, por ejemplo) que las profundas causas sociales (crisis, desempleo, pobreza, explotación, etc.) que generan el descontento entre la población, revelando así la fe supersticiosa de la burguesía en usar el poder de la policía, el ejército y toda la fuerza pública para mantenerse en el gobierno. Todo esto para dar la apariencia de un “Estado Fuerte” e invencible. Sin embargo, repetimos, en realidad se trata de un régimen bastante débil, divido y en crisis que puede ser derrocado, no importa cuales sean sus planes; se enfrenta a un movimiento obrero ascendente, aunque contenido por las actuales direcciones reformistas al frente de los sindicatos y el PRD, sin el apoyo de estos “dirigentes obreros” el sistema capitalista no podría seguir sosteniéndose, son incluso pilares más valiosos que la misma fuerza pública.
Defender los derechos democráticos y luchar por el socialismo
Como vemos, entre más se agudiza la lucha de clases en nuestro país, los derechos democráticos (libertad de expresión, reunión y asociación) también son atacados, mediante el fortalecimiento de la fuerza represiva del estado. En periodos de convulsión social la democracia burguesa deja de ser útil para seguir manteniendo la dictadura del capital. Bajo el capitalismo, la democracia está coartada, mutilada, deformada y limitada, pues sólo se nos permite elegir cada cierto tiempo a los mejores representantes de la burguesía para que sigan oprimiendo y explotando a la clase trabajadora. No obstante, los marxistas apoyamos todas y cada una de las luchas cotidianas de la clase trabajadora y la lucha por defensa de los derechos democráticos no es la excepción.
Los marxistas luchamos por preservar y extender todos los derechos y libertades democráticas. Condenamos el asesinato del compañero Fermín Mariano Matías y exigimos un alto a la represión contra los activistas y el movimiento social en su conjunto. Pero sabemos que luchar contra la represión, por la presentación con vida de los desaparecidos y por la libertad de todos los presos políticos en el país, no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar las condiciones necesarias de libertad que nos permitan agitar y participar activamente en el movimiento obrero por la transformación socialista de la sociedad.
Se ha anunciado correctamente la realización de mítines y protestas por parte del Frente de Organizaciones Sindicales, Sociales y Campesinas del Estado de Puebla (FOSSCEP) para exigir esclarecimiento y castigo a los responsables del asesinato de Fermín Mariano Matías. Sin embargo, como hemos explicado en Militante #182, “la mejor defensa que tenemos los trabajadores para preservar nuestras legítimas conquistas económicas (empleo y prestaciones laborales), sociales (mantener condiciones mínimas de vida) y políticas (derechos democráticos) es que los dirigentes de nuestras organizaciones pasen de las muchas movilizaciones (obligadamente convocadas por ellos para sacarle vapor a la caldera y tratar de ‘dialogar’ con los patrones y el gobierno) a planificar un ofensiva real impulsando una huelga general de 24 horas” para derrocar a Calderón, destruir el estado burgués represivo y así construir un gobierno de los trabajadores que sustituir la democracia burguesa por la democracia obrera.
¡Investigación, esclarecimiento y castigo a los responsable de la ejecución de Fermín Mariano Matías!
¡Presentación con vida de todos los desaparecidos políticos y
libertad a todos los presos políticos del país!
¡Por una huelga general de 24 horas para derrocar a Calderón!
¡Por un gobierno democrático de los trabajadores en nuestros país!
El sábado 11 de julio nos dimos cita en uno de los auditorios del local de la sección IX de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) más de 60 compañeros y simpatizantes de la Tendencia Marxista Militante para desarrollar nuestra Escuela Nacional de Formación Política, en este año nos dimos a la tarea de profundizar sobre uno de los textos más importantes del revolucionario ruso León Trotsky, El Programa de Transición, la cual fue todo un éxito.
La introducción comenzó con más de más de 50 compañeros presentes, en esta se comentó de una forma bastante detallada la lucha de los marxistas por un programa revolucionario atrevés de la historia, haciendo alusión a las críticas que Marx planteadas en su momento a los reformistas y que quedo plasmado en su fabuloso texto de Critica al Programa de Gotha; de la misma forma se argumentó la lucha implacable que dio Lenin al interno del Partido Socialdemócrata Ruso por las ideas del marxismo revolucionario.
Además se comento el contexto en el cual Trotsky escribió el Programa de Transición y la trascendencia que este tuvo dado que resumía épocas esteras de experiencia del movimiento obrero así como el método que los revolucionarios tienen que utilizar para acercarse a las masas.
Después de la introducción le siguieron 19 participaciones de los compañeros presentes, las cuales abarcaron una gran cantidad de temas relacionados a los puntos que se exponen en el libro pero tratando de exponer de forma muy concreta la situación que hoy se vive en cada uno de los rubros de esta sociedad y las características que tendría que componer el programa revolucionario.
Se dieron ejemplos históricos y recientes de cómo el Programa de Transición ha sido fundamental para poder ligar las demandas más concretas o reformas con la lucha por el socialismo. De la misma forma se criticó duramente los métodos y la forma en que grupúsculos insignificantes se plantean frente al movimiento como el partido revolucionario y lo único que consiguen es desprecio por parte de los trabajadores.
Cuando terminaron las participaciones (el debate duro aproximadamente 4 horas) se mandaron saludos especiales a compañeros de Puebla e Hidalgo que estaban presentes y de la misma forma se dieron disculpas de compañeros que no pudieron asistir de otros estados de la república.
La respuesta a las preguntas que se plantearon en el debate fueron bien respondidas y el debate concluyo de una forma magnífica.
Después de la discusión se dio un breve informe del trabajo de la organización estudiantil CLEP-CEDEP (Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico- Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública) y de la lucha que desarrolló en el último mes dentro del IPN y que con las movilizaciones se logró frenar el pago indebido de servicios, una declaración acerca de que el poli no aceptaría la reforma a nivel bachillerato así como frenar momentáneamente la reforma educativa que se quiere implementar en esta institución.
Para concluir se presento un video realizado por compañeros de la organización Militante acerca de la lucha de los compañeros de Olympia, que es una fábrica de maquinas de escribir y artículos de oficina los cuales ha mantenido una huelga desde hace ya 6 meses. La participación de Militante en la huelga y la repercusión que esta ha tenido para los demás sindicatos de la zona y a nivel nacional han implicado que los compañeros trabajadores hayan sufrido amenazas, sin embargo la confianza en las ideas y el aplomo de los compañeros no han disminuido.
El video es una forma de dar a conocer este movimiento y buscar el apoyo en la acción de demás organizaciones obreras y juveniles.
Al final, como ya es costumbre se cantó el himno internacional de los oprimidos, la Internacional comunista.