¡Fortalecer la dirección para coordinar y extender la lucha!
¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
La revolución hondureña ha estallado con una intensidad colosal. La rabia y frustración acumuladas por años, están escapando por una válvula aparentemente circunstancial que ha sido provocada por el golpe de Estado de la ultraderecha, al presidente Zelaya.
Las masas han salido a las calles en miles primero, y después en decenas de miles y centenares de miles el domingo 5 de julio, dando una batalla frontal a las fuerzas represivas, demostrando una inconmensurable capacidad de organización y una firme decisión de llegar hasta el final. Una concentración de 300 mil personas en un país de 7.4 millones de habitantes, es una cifra estupendamente alta.
Guiados por su instinto de clase y una dirección agrupada en el Frente Nacional contra el golpe de estado[1] (FNGE), que básicamente es la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP), los trabajadores del campo y la ciudad, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos, están dejando una profunda huella en el proceso de la revolución latinoamericana. A pesar de un escenario de toque de queda, de militarización de las calles, de gases lacrimógenos, de cárcel, allanamientos de morada, a pesar de una feroz, hipócrita e indescriptiblemente mentirosa distorsión de la realidad a través de los medios electrónicos de comunicación, a pesar de una de represión sangrienta con al menos cinco muertos hasta ahora, a pesar de todo eso, los golpistas no pudieron evitar que una auténtica marea humana de cientos de miles de trabajadores del campo y las ciudades, arribara a la capital, Tegucigalpa, a recibir a Zelaya, que aterrizaría en el aeropuerto internacional de Toncontín.
Haciendo gala de una decisión inquebrantable, las masas evadieron audazmente a los retenes militares —caminando, pues los militares tiraban balazos a los neumáticos de los autobuses—, bordearon ríos, avanzaron a campo traviesa, comieron frutos silvestres, durmieron en las calles o al descampado, todo con el fin de llegar a Tegucigalpa, porque para ellos, reinstalar a Zelaya significa una esperanza de cambiar su realidad, salir de su pobreza y dejar atrás la ausencia de un futuro digno. Lo mejor y más avanzado del pueblo hondureño dejó claro que está haciendo todo lo que está en sus manos, no sólo para regresar a Zelaya a la presidencia, sino instintivamente poner sobre la mesa la necesidad histórica de la transformación socialista de la sociedad.
En contraste, los golpistas, penosamente consiguen una plaza parcialmente llena, producto —en miles de casos— de la coerción y amenazas de despido; la clase media en un país como Honduras es extremadamente reducida, por tanto la base social de los golpistas es tremendamente volátil, como muestra: los empresarios organizados le han quitado el respaldo a Micheletti y algunas cadenas televisivas como Globo Visión —de la ultraderecha venezolana—, han dejado de adular a los golpistas como los “defensores de la democracia” y han señalado algunos de sus “excesos”. El régimen de facto es insostenible ya que el único camino que tiene es la fuerza militar, pero no estamos en los años 60 y 70, en donde el imperialismo imponía dictaduras a diestra y siniestra, al contrario, vivimos un proceso de ascenso del movimiento revolucionario latinoamericano y mundial. Esto determina fuertemente la ecuación de la lucha de clases en Honduras que inevitablemente está ligada a la revolución del conjunto de Centro y Latinoamérica.
Las imágenes mostradas por Telesur[2] y la televisión del gobierno bolivariano de Venezuela[3], dan una clara muestra de que la rabia contenida por décadas ha estallado encontrando un cauce —por ahora—, en la defensa de la democracia burguesa, “¡Queremos a Mel!”, “nos tienen miedo, porque no tenemos miedo”: es un coro en la garganta de centenares de miles en las calles de Tegucigalpa; en voz de un manifestante entrevistado por Telesur: “el presidente Mel Zelaya ha demostrado la voluntad del pueblo, por eso debe ser regresado a su puesto, porque es el presidente constitucional que fue elegido por el pueblo”; otro manifestante portando en una mano una imagen de la virgen de Suyapa y en la otra mano, una foto de Mel Zelaya, dice: “esta es la patrona de Honduras (señalando la imagen de la virgen), y este es el presidente constitucional (señalando la foto de Zelaya), quien nos ha regresado la dignidad como pueblo, esta es una lucha en defensa de la democracia, en defensa de la vida”.
Una cosa es la “democracia” para la burguesía y otra cosa muy distinta es la democracia para la clase obrera y el campesinado pobre, quienes la interpretan libremente, adaptando conceptualmente la “constitucionalidad” burguesa, a su perspectiva instintiva de clase. En el marco del capitalismo, para los marxistas no da lo mismo un régimen “democrático” que un régimen dictatorial. Por supuesto que es preferible un régimen con libertades democráticas, a un régimen en donde se coartan; por ejemplo, la aceptación de parte de un régimen “democrático” a la existencia de los sindicatos de trabajadores, permite —a pesar de sinnúmero de dificultades—, el desarrollo de la organización del movimiento. Una vez dicho esto, es claro que bajo el capitalismo, la “democracia” es la otra cara de la moneda de la dictadura del gran capital, puedes decir y hacer más o menos lo que se te antoje, siempre y cuando no atentes contra los intereses económicos de la clase dominante.
Sectores de la clase dominante capitalista quisieran establecer regímenes de terror y postrar a las clases explotadas sin ningún tipo de consideración, imponer un régimen esclavista y opresor, ese es el ideal de lo más retardatario de la clase dominante; sin embargo, tienen dos pequeños problemas: por un lado, la explotación física y moral de la clase obrera y el campesinado pobre, tiene un límite, eso es lo que hace posible las explosiones revolucionarias de los pueblos; por otro lado, a diferencia de otros modos de producción, el capitalismo necesita cristalizar la mercancía en el mercado y cuando los capitalistas recortan los salarios, cuando precarizan las condiciones de trabajo, recortan también el mercado, profundizando la sobreproducción que es la base material de las crisis, que a la vez genera inestabilidad de todo tipo hasta el último rincón del planeta. Para comprobarlo, basta voltear a Medio Oriente, Asia, por supuesto Latinoamérica y África, incluso Europa es un caldero caliente, así como hace unas semanas Portugal fue el escenario de una explosión de rabia de las masas, lo es ahora Irán con el fraude electoral a Hossein Mousavi, que desató una revolución con millones de trabajadores luchando en las calles y Honduras con un impresionante despliegue de fuerza de parte de los explotados, luchando por la defensa de la “democracia” burguesa, aparentemente.
Para controlar a la clase obrera y el campesinado pobre, bajo la “democracia” capitalista, la burguesía utiliza a los dirigentes reformistas de los sindicatos y los partidos con base obrera y campesina, para contener, distorsionar, desviar y traicionar al movimiento social. Sin este valioso apoyo de los dirigentes, el capitalismo no se sostendría en pié. Este favor es correspondido por la burguesía a través del enriquecimiento de los dirigentes. Pero, una vez dicho esto, no es una ley histórica que los dirigentes siempre serán corrompidos. Hay excepciones que pueden dar lugar a eventos atípicos. Los individuos juegan un papel en la historia, a la vez que están condicionados por la época en que viven. En momentos en los que las masas irrumpen en el escenario político, lo hacen usando sus organizaciones tradicionales antes de crear nuevas agrupaciones, partidos o sindicatos, y a la vez los dirigentes que no se ponen al frente de la lucha suelen ser desplazados. El margen de maniobra de los dirigentes reformistas no es eterno, funciona entre tanto las masas no obtienen conclusiones producto de los grandes acontecimientos, una vez que éstos se producen, la situación cambia, avanza o retrocede según se hayan gestado las luchas y las consecuencias del programa, la estrategia y las tácticas adoptadas por la dirección del movimiento.
Muchas veces en la historia, hemos visto a las masas explotadas luchar en defensa de las libertades democráticas en el marco del Estado burgués o semi feudal, por ejemplo el caso de la Rusia zarista con la Revolución de febrero de 1917, que desplazó a la autocracia del zar Nicolás II y tenía la intención de instalar en su lugar una república liberal, para lo cual se instaló un gobierno provisional, que meses después fue derrocado por las masas dirigidas por el Partido bolchevique. Los capitalistas acuden por necesidad, obligados por las circunstancias, al uso de regímenes “democráticos”. Engels lo explica en La situación de la clase obrera en Inglaterra: “Los sindicatos, considerados hasta hacía poco, obra del diablo, eran mimados y protegidos por los industriales como instituciones perfectamente legítimas y como medio eficaz para difundir entre los obreros sanas doctrinas económicas. Incluso se llegó a la conclusión de que las huelgas, reprimidas hasta 1848, podían ser en ciertas ocasiones muy útiles, sobre todo cuando eran provocadas por los señores fabricantes en el momento que ellos consideraban oportuno. Aunque no desaparecieron todas las leyes que colocaban al obrero en una situación de inferioridad con respecto a su patrono, al menos las más escandalosas fueron abolidas”. Es decir, las conquistas democráticas no caen del cielo, sino que son producto de la lucha de los pueblos.
Esto no hace sino esconder profundas contradicciones que nos permiten afirmar que en realidad, las masas luchan por lo que creen posible y en momentos de crisis revolucionaria, obtienen conclusiones que cuestionan todo el sistema, saben perfectamente lo que no quieren, pero no alcanzan a comprender exactamente lo que sí quieren, de ahí la necesidad de la construcción del partido marxista de masas. Así, a pesar de toda la maquinaria del Estado, que es un instrumento de dominación que permea el pensamiento dominante al conjunto de la sociedad, en momentos críticos y sólo a través de grandes acontecimientos, las masas —y sobre todo sus sectores avanzados— logran derribar los mitos, tradiciones, prejuicios y fantasías que en épocas “normales” mantienen atada su consciencia a la aceptación tácita de la sociedad capitalista. En este punto radica una de las cuestiones claves de la dirección del movimiento, es decir, ¿qué alternativa hay para sustituir al Estado burgués y cómo luchar por ella?
La Teoría de la revolución permanente de León Trotsky, establece que es el proletariado quien debe terminar de llevar adelante las demandas de la revolución democrática, la reforma agraria, como punto nodal. No es necesario entonces, desarrollar primero el capitalismo en la atrasada sociedad feudal o semi feudal, y después de eso, como afirmaban los estalinistas, en un periodo indefinido en el tiempo, luchar por el socialismo. Lenin coincidiría en 1917 con sus Tesis de abril en los principios de la Teoría de la revolución permanente, que Trotsky desarrollara desde 1904. Trotsky rechazaba la teoría menchevique según la cual, durante la revolución burguesa, la clase obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución socialista. Esta “teoría” convertía al proletariado en mero apéndice de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica, sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una interpretación mecánica, –es decir no dialéctica–, del tránsito de un modo de producción a otro. Para realmente lograr mejoras sustanciales y permanentes, lo que el pueblo hondureño y centroamericano requiere, no es la democracia burguesa, sino el socialismo. La clase obrera se encargaría de resolver los problemas pendientes de la revolución democrática burguesa, a través de la revolución socialista. El capitalismo no sólo no es necesario, sino que amenaza la existencia misma de la humanidad.
América Central ha sido tradicionalmente una región inestable, pues una atrasada, obtusa y dependiente clase dominante terrateniente —heredera del modo de producción feudal—, se ha fundido con la burguesía industrial y financiera, supeditándose siempre a través de miles de hilos al imperialismo estadounidense. Con una población de 43 millones de habitantes, Centroamérica representa únicamente el uno por ciento de la superficie terrestre del mundo y sin embargo cuenta con el 8 por ciento de las reservas naturales del planeta, eso ha colocado a Centroamérica como un jugoso botín para el imperialismo estadounidense, que ha postrado a los pueblos por todo un periodo histórico, a través de la colonización directa, dictaduras militares y con regímenes de bonapartismo burgués.
En particular, Honduras ha sido un país cuya clase dominante consiguió instalar regímenes de terror, desactivó —antes de que naciera— la guerrilla campesina y ha mantenido una cierta careta “democrática” traspasándose el gobierno a manos de dos partidos burgueses, el Nacional y el Liberal, este último el partido de Zelaya. Una vez que hubo una mínima desviación del programa oligárquico, Zelaya fue aislado y el Pentágono inició la orquestación del golpe. Eva Golinger[4] documenta muy bien las similitudes existentes entre el golpe de Estado en Venezuela el año 2002 y el golpe de Honduras en 2009: la forma de actuar del los golpistas está apegada el mismo guión teatral, incluso los organismos reaccionarios se llaman de forma similar, en Venezuela se llaman "Coordinadora democrática”, en Honduras "Unión cívica democrática", en ambos casos los empresarios se organizan en una entidad llamada Fedecámaras; en ambos países los militares golpistas son egresados de la “Escuela de las Américas, la famosa escuela militar estadounidense responsable por entrenar la mayoría de los dictadores y represores en América Latina”. También en ambos casos hay, claro está, un financiamiento directo por parte de Washington.
Para el imperialismo, Honduras es su base regional, por eso instaló una base militar en Palmerola[5] en 1981 en plena dictadura. Honduras fue el portaaviones de Estados Unidos durante el periodo de la Guerra fría y jugó un papel especialmente relevante en la guerra de Reagan contra el sandinismo. Honduras se torna más importante aún para el Pentágono, en la medida del avance de la revolución latinoamericana.
Estados Unidos claramente quería sacar a Zelaya, pero apostó por el golpe constitucional, de hecho el propio embajador Llorens intervino para frenar el primer intento de golpe y tanto él como Clinton insistieron en una "salida democrática", es decir sacar a Zelaya de manera constitucional. En las últimas declaraciones de Insulza, el jefe de la OEA, se pregunta: “¿Por qué, si tenían una orden ‘legal’ de detención de Zelaya, los militares le expulsaron del país?”. Y relata la respuesta que le dio el jefe de las Fuerzas armadas, Romeo Vásquez: "porque si lo hubiéramos llevado a la cárcel, el pueblo hubiera tratado de sacarlo y hubiera habido muchos muertos". Ellos sacaron esta conclusión después de que el jueves 25 de junio, Zelaya fuera con un grupo de civiles a la base militar a rescatar las urnas y papeletas de la cuarta urna y el ejército no pudiera pararles.
Estados Unidos quería quitar a Zelaya de manera “constitucional” para intentar frenar la influencia de la revolución venezolana en la región y le salió el tiro por la culata. El odio de clase de los medios informativos hondureños, reflejado en las vociferaciones en contra de la revolución venezolana, es una muestra clara de que lo más rancio y obtuso de la oligarquía centroamericana se sitúa precisamente en Honduras, pero toda la región se caracteriza por una profunda inestabilidad política.
Por ejemplo, en Guatemala el imperialismo está atacando al gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), abanderado por Álvaro Colom, acusándolo de narcotráfico y demás. Dado que la naturaleza no conoce el vacío, las masas colocaron a la UNE en el gobierno de Guatemala en las elecciones de 2007. En 1999, Álvaro Colom fue candidato de la Alianza Nueva Nación, una coalición de izquierda encabezada por la ex guerrilla; luego de separarse de la alianza, en 2000, fundó la UNE para competir otra vez en 2003. Colom fue de 1991 a 1997 director del Fondo Nacional para la Paz, periodo en que negoció el retorno de 45 mil refugiados guatemaltecos desde México. El contenido programático de la UNE, que a pesar de ser totalmente reformista, explica en parte su triunfo electoral; en entrevista con La Jornada, Colom explica que su gobierno impulsará “la seguridad democrática y justicia plena, mayor empleo, una economía competitiva pero que genere seguridad social y la promoción de los derechos humanos en un país de injusticias.” Y sigue: “Necesitamos democracia y no mano dura, participación ciudadana, no clientelismo político”. No es tanto que la UNE sea una opción real para los trabajadores, más bien es la dispersión de las opciones de izquierda lo que colocó a Colom, a la vista de las masas, como una alternativa viable. El hecho de la victoria electoral de la UNE también se explica por la bancarrota de los partidos tradicionales de la oligarquía, que si pretendían derribar a Colom, ahora con la revolución hondureña, el imperialismo ha probado una cucharada de su propio chocolate y ha tornado más complicado todo el escenario centroamericano.
Esas pequeñas reformas, no son aceptadas por la oligarquía pero para las masas hondureñas son como un oasis en el desierto (médicos cubanos atendiendo las comunidades, aumento del salario mínimo, planes de alfabetización, la entrada en el ALBA que implicó romper el monopolio de las gasolinas, etc.). Esto fortaleció el respaldo de Zelaya entre los sectores más oprimidos. La única forma consecuente de luchar para conseguir reformas, es vinculando la lucha por las necesidades inmediatas con la transformación socialista de la sociedad, es decir, a través de un programa de transición. En relación a la lucha por reformas, los marxistas somos los más consecuentes, porque precisamente la burguesía no las puede permitir y mediante la lucha por reformas se pone en cuestionamiento el propio sistema. De existir partidos marxistas de masas en El Salvador y Nicaragua se podría extender el abanico de la revolución a todo Centroamérica, con el factor Venezuela como potencia militar y sobre todo por el poderoso imán inspirador que está significando la revolución bolivariana para millones de explotados en el mundo, se abriría la puerta a insurrecciones de masas en toda una serie de países y se podría tomar el poder pacíficamente o lo más pacíficamente posible; en otras palabras, las masas nuevamente están haciendo su parte en cada unos de los países, pero la dirección sigue siendo la síntesis de la crisis de la humanidad, ya que el capitalismo es incapaz de sostenerse sin el apoyo del reformismo.
En El Salvador, tras años de guerra de guerrillas y el traspaso del FMLN a la conformación de un partido político, este año 2009 el pueblo llevó combativamente al gobierno al FMLN, navegando contra el fraude electoral preparado por la derecha. Esto es un parte aguas histórico que anuncia una decidida acción de los trabajadores en la defensa y a la vez exigencia del gobierno Funes. La población trabajadora empujará a Mauricio Funes mucho más a la izquierda de lo que se presenta hasta ahora, de no reaccionar, puede ser desplazado, como sucedió con Lucio Gutiérrez en Ecuador. El pueblo trabajador está atento y tiene muchas expectativas en un gobierno que considera suyo. La política reformista en El Salvador y en todos los países, no lo tiene fácil, se verá presionada por izquierda y derecha; la moneda está en el aire acerca de la respuesta del gobierno FMLN, o más precisamente de los distintos sectores de la dirección del FMLN. Un sector intentará seguir dando muestras de colaboración con la burguesía, tomando al modelo nicaragüense como referencia (aunque en Nicaragua también existe un proceso de polarización y Daniel Ortega puede virar hacia la izquierda); pero es probable que haya otro sector que entienda que el gobierno está y estará atado y supeditado al capitalismo, y que de no romper con el sistema y aplicar un programa revolucionario con una perspectiva internacionalista, el régimen entrará en crisis. La revolución venezolana puede actuar como un eje de atracción para sectores honestos de la dirección del FMLN en El Salvador y del FSLN en Nicaragua. Las masas pasarán la dura prueba de desencanto del programa reformista, eso implicará un avance para las fuerzas del marxismo.
En Honduras no existe un partido reformista de masas. A ojos de un observador superficial, la revolución se montó en Zelaya, un terrateniente adinerado, de manera inverosímil; pero la historia conoce todo tipo de transformaciones y se manifiesta de las más diversas formas. El Partido liberal aisló a Zelaya, quien no cuenta con una estructura partidista, es su personalidad y nada más, sin embargo, es posible que se den intentos de construcción de un partido reformista en torno a su figura, esto está por verse y aún tienen que pasar más acontecimientos. Lo que sí podemos decir con toda seguridad, es que la oligarquía logró exactamente lo contrario a lo que buscaba al derribar a Zelaya, es decir, no sólo no contuvo la revolución sino que la azuzó, le abrió la puerta y desató el avispero que puede contagiar el conjunto de la región e impulsar hacia adelante a la revolución venezolana; ahora la oligarquía y el imperialismo están tratando de “resolver” la crisis sin una derrota humillante y por la vía “diplomática”.
La única razón de esto, radica no en la fortaleza de la dictadura sino precisamente en su debilidad. En este sentido, no deja de ser sintomático el que la dirección del movimiento siga caracterizando la lucha como una “lucha de resistencia”. En realidad, el movimiento está a la ofensiva y la dictadura —aunque ladre mucho y se envalentone—, está a la defensiva. Los teóricos de la guerra explican que un factor fundamental en la batalla, es la moral; es importante transmitir al movimiento no un sentimiento de resistencia —que implica de algún modo, que el contrincante tiene la ventaja—, sino transmitir lo que en realidad se está dando el proceso en este momento, es decir, una demostración contundente de la fuerza de los trabajadores en las relaciones sociales y la lucha de clases.
La clave determinante será cuando el proletariado industrial entre en escena, no como actores individuales, sino como batallones obreros organizados en sus sindicatos u agrupaciones tradicionales. Eso pondrá de manifiesto el poder real de la clase obrera sin cuyo permiso, no se mueve una rueda, no suena un teléfono, no se enciende un foco, no sale una gota de agua del grifo. Hasta ahora, los principales sindicatos industriales aún no se han sumado totalmente a la huelga, es el magisterio quien impulsa el paro nacional; pero en San Pedro Sula, sin duda los obreros industriales están implicados; en imágenes de Telesur se observan carteles de Choloma, que es la ciudad de mayor crecimiento en el país, es la sede de un gran porcentaje de empresas textileras, así como generadoras eléctricas, de empresas ganaderas, de agricultura, avicultura, pesca, comercio, e industria maquiladora. Con el arribo de las maquilas, la ciudad pasó a ser un polo de desarrollo industrial, considerado como la segunda ciudad industrial de Honduras, después de San Pedro Sula. El Frente, debería poner especial atención y empeño en ganar a la huelga general a los obreros de Choloma.
Además de la huelga general, otro punto central y determinante es la solidaridad proletaria internacional: se está agitando en El Salvador, Nicaragua y Guatemala para hacer manifestaciones en apoyo a los trabajadores hondureños, la Unión Internacional de Sindicatos de Trabajadores Públicos anunció acciones para respaldar la lucha que los obreros hondureños realizan contra la dictadura de Micheletti, el documento compromiso fue firmado en Brasil, donde se realizó el XI Congreso de la Federación Sindical Mundial, que expresa el apoyo unánime de 150 delegados de 50 países del mundo. Pero el elemento más relevante es lo que está sucediendo en Venezuela, con manifestaciones y declaraciones fulminantes por parte de Hugo Chávez desnudando la estrategia y táctica del imperialismo y la oligarquía; Venezuela puede ser un factor de unidad con Evo en Bolivia, al FMLN en El Salvador, a Correa En Ecuador y a los sandinistas en Nicaragua —que son parte del la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)—, a tomar acciones no sólo diplomáticas sino de manifestaciones de masas en las calles, luchando contra la dictadura de Micheletti.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgHugo Chávez está jugando un muy buen papel haciendo llamamientos de clase al ejército hondureño para que no disparen contra la población. Esto es una posibilidad, a pesar de que parezca lo contrario, el ejército puede partirse en líneas de clase, como antecedente, hemos asistido a un hecho muy relevante: la policía se negó a reprimir a los manifestantes el domingo 5 de julio, incluso no sólo no reprimía sino que ayudaba a la logística del traslado de heridos, esto es una muestra de la profundidad que está alcanzando la crisis revolucionaria y a la vez demuestra su potencial y fortaleza, es decir, el movimiento está a la ofensiva, está haciendo replegarse a los golpistas; si Micheletti está entorpeciendo las negociaciones y su canciller, Enrique Ortez, tuvo la osadía de llamar a Obama como “negrito que no sabe nada de nada”, es sólo porque están desesperados, están aislados, no ha habido un solo país que apoye el golpe, y aquí cabe un dicho de los griegos: aquél a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco. Si la dictadura está aislada diplomáticamente no se debe a que de pronto la burguesía internacional se volvió “democrática”, se debe sí, a que de instalarse los golpistas en un régimen enmascarado con las elecciones de noviembre —que por cierto, Micheletti ha propuesto adelantar—, se catalizaría y profundizaría el proceso de lucha de clases en Centroamérica.
La defensa de la “democracia” en abstracto, esconde muchos peligros. Zelaya acude a Washington a entrevistarse con Hillary Clinton, secretaria de Estado, quien designa a Oscar Arias, presidente de Costa Rica, cuya representación en la Organización de Estados Americanos (OEA), fue la única voz discordante y planteó la necesidad de “negociar” con Micheletti. Aquí se está preparando una trampa, cuya crónica podemos anunciar en términos generales:
Lo primero que tenemos que decir es que si de verdad Obama estuviera comprometido con la “democracia” en Honduras, hubiese puesto a disposición la base aérea de Palmerola para que aterrizara el avión en el que viajaba Zelaya. Es lógico que no lo hayan dejado aterrizar pues no quieren una derrota humillante del golpe de Estado; aunque también es cierto que el hecho de que no haya aterrizado Zelaya, no frenará la revolución, ya que sería tanto como querer tapar el sol con un dedo, pues lo importante es lo que pasa en las calles con las masas luchando y los motivos que los han llevado a luchar, así que el factor Mel es meramente circunstancial, importante, defendible, pero circunstancial.
Hay un sector del imperialismo que sabe que Micheletti no garantiza más que extender la revolución a más países, que gracias al látigo de la contra revolución, la revolución se puede a extender por todo Centroamérica, es por eso que los golpistas no se pueden sostener por mucho tiempo, además del factor de la caída inmediata de la economía que está afectando a la inflación, el empleo y el consumo.
El imperialismo demuestra su debilidad al ser incapaz de invadir directamente como lo hacía en el pasado. Una invasión directa actualmente encendería toda Latinoamérica y Obama tiene, por ahora, suficientes frentes abiertos en Asia como para hacer explotar una bomba en América. El error del Pentágono fue minimizar la respuesta de las masas ante el golpe. Micheletti no podría sostenerse 24 horas sin el apoyo y financiamiento del imperialismo, pero a la vez, mantener a los golpistas implica agitar a la región, por tanto, la salida que buscarán será encausar la crisis por la “vía democrática”; ahora lo que intentan es que el gobierno surgido por el golpe se mantenga por unos cuantos meses mientras convocan a elecciones y justifican así un gobierno más fiel a Estados Unidos.
Una posibilidad de "solución negociada" es precisamente que Mel vuelva a la presidencia, hasta enero en que vence su mandato, pero abandonando la idea de la Asamblea constituyente, es decir, aceptarían la vuelta de Mel, pero maniatado. Estados Unidos hará todo tipo de maniobras para conseguir su objetivo. Esta es la hipótesis más deseada por el imperialismo, sin embargo, hasta ahora, la última palabra la tienen las masas. ¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgEstán tratando de "resolver" el conflicto a través de los medios diplomáticos, no quieren que Zelaya se reinstale producto de la presión de las masas, para al final intentar levantar en alto el “Estado de derecho y la democracia”, y decirle a las masas: “¿lo ven?, no necesitan el socialismo, la democracia burguesa funciona bien.”
La oligarquía no quiere rendirse en medio de la tormenta, quiere negociar su salida cuando vuelva a salir el sol. Las manifestaciones de las masas no pueden convocarse permanentemente, así que la apuesta por parte del imperialismo y la oligarquía será al desgaste de las masas; según su lógica, eso abriría la posibilidad de un "acuerdo de civilidad" —o algo así de eufemístico—, que permitiera una salida intermedia que no implicara una derrota humillante para Micheletti, ni un encumbramiento político de Zelaya.
Lamentablemente para el imperialismo y la oligarquía, su hipótesis respecto al desgaste del movimiento no es la más probable, antes bien, el movimiento se está extendiendo decididamente a más sectores. En estos momentos, a doce días de estallado proceso, puede haber cansancio —es lógico—, pero no hay desmoralización, todo lo contrario. Si el movimiento se prolonga, tarde o temprano los trabajadores tendrán que volver a sus provincias, eso es inevitable, pero a la vez, el volver a sus provincias puede extender el movimiento al conjunto del territorio y no sólo en las principales ciudades.
Es necesario crear comités de base del Frente en todos los rincones de Honduras, con representación elegida en asambleas democráticas local, regional y nacionalmente. Es necesario coordinar y extender la lucha a través de un órgano nacional que evite la dispersión, para eso hace falta fortalecer la dirección centralizada democráticamente.
Los trabajadores están obteniendo conclusiones avanzadas, saben perfectamente que tras Oscar Arias como mediador del conflicto se esconde una trampa, que es el vocero y peón del imperialismo, eso sí, cobijado de Premio Nobel de la paz. Está por verse si Zelaya realmente negociará con Micheletti, o no. Pero lo cierto es que recibirá enormes presiones por parte de Estados Unidos para lograr un acuerdo. Las masas están comprendiendo que un acuerdo que implique el no retorno de Mel a la presidencia, aunque salga Micheletti, sentaría un precedente que podría repetirse en otras latitudes, por tanto, los acontecimientos están haciendo que la consciencia de las masas, estancada y atrasada por largos periodos, cambie dramáticamente —incluso en cuestión de horas—.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgLos sectores más decididos de los trabajadores no van a aceptar que Mel negocie nada con Micheletti, mientras las barricadas y manifestaciones persistan masivamente, Zelaya se verá presionado y le será más complicado “justificar” la negociación. Pero, por otro lado, Hillary Clinton colocó a Oscar Arias como intermediario, precisamente para buscar que Mel tranquilice a las masas y así poder negociar; está por verse si el imperialismo lo logrará, o no. Hay sin duda, un margen de maniobra para Zelaya dada la enorme confianza que ha recaudado estos días, además de que está y estará presente la amenaza creciente de la represión por parte de la dictadura y la escases de bienes de consumo básico, eso podría empujar a ciertos sectores de las masas a “justificar” algún tipo de acuerdo. Al imperialismo le urge un acuerdo, porque de seguir la dictadura todo saldrá más caro. Así, si tarda en estallar la huelga general industrial y la coordinación internacional que implique acciones directas de la clase obrera, a través del desgaste del movimiento, con la represión y la amenaza represiva, el imperialismo tratará de inseminar una cierta división táctica en el movimiento. “¿Aceptar o no la negociación y los acuerdos?”. Se preguntarán los diversos sectores del movimiento y la respuesta podría en un momento dado, no ser homogénea.
Pero este peligro puede evitarse si la dirección del Frente adopta de inmediato una defensa internacionalista de la revolución hondureña y se apoya decididamente en el movimiento obrero, nacional e internacional. Cada hora que pase sin que el Frente fortalezca las manifestaciones, bloqueos de carreteras, huelgas parciales, etc., con la preparación consciente y organizada de una huelga general, así como el llamamiento internacionalista a los obreros centro y latinoamericanos, serán horas perdidas para los momentos decisivos de esta heroica batalla. La “liberación nacional” depende de la lucha internacional. ¡Adelante compañeros!
El Frente ha planteado claramente está en contra de la cualquier legitimación del régimen de facto. Ha pedido estar presente en las pláticas de Costa Rica, esto es muy importante para evitar que se negocie a espaldas del pueblo. El movimiento ha adoptado la demanda de Asamblea constituyente (AC), que representa el cuestionamiento de todo el orden burgués existente. Es decir, ya no se conforman con que vuelva Mel o con que haya una "consulta", sino que se marcan como objetivo una AC. En estas circunstancias, las reivindicaciones democráticas: AC, cárcel y castigo a los golpistas, restauración de las garantías constitucionales, libertad a los detenidos, etc., son de vital importancia.
Desde dónde se vea, no es posible actuar de forma correcta en la complicada ecuación de la revolución, sin comprender las perspectivas. Una cuestión importante en primera instancia, es que esta lucha no será corta, podemos decir incluso, que este periodo que se ha abierto, apenas inicia. La lucha se extenderá por todo un periodo incluso de años. Por tanto, es necesario comprender que esto es un maratón y no una carrera de velocidad o fondo. ¿Qué pasa si la estrategia de un corredor para los 42.295 km., es ir a la velocidad de los 100 metros planos? La respuesta no requiere mucha descripción. Lo más probable es que el corredor tronará irremediablemente. Los revolucionarios hondureños deben prepararse para una tarea titánica de largo plazo: destruir el Estado burgués y construir las bases para construir un semi Estado o un Estado en extinción, acompañando a través de la teoría, la explicación paciente y la intervención audaz a los procesos de la clase obrera y el campesinado pobre, en sus luchas y estratos de conciencia. Esto se dice fácil, pero en realidad es algo que requiere mucha paciencia. Los activistas del movimiento se enfrentarán a enormes presiones de lo inmediato, lo cual, si no se tienen claras las perspectivas, puede provocar errores, desgaste, cansancio y frustración.
Photo by James Rodriguez / www.mimundo.orgUn punto fundamental, de vida o muerte de la revolución, es la teoría. Cada desviación teórica tiene consecuencias, muchas veces funestas, en la práctica. Por fortuna para el movimiento, existe en el marxismo un verdadero arsenal teórico, un análisis detallado de prácticamente todas y cada una de las revoluciones sociales desde La comuna de París hasta nuestros días; eso otorga a los revolucionarios honestos, elementos para poder trazar el programa revolucionario y como derivadas: las perspectivas, los métodos, la estrategia y la táctica. ¡No hay porqué empezar de cero! ¡Hay que aprovechar la experiencia de otras revoluciones! Lamentablemente, la teoría de la revolución, no es algo que se asimile rápidamente, es decir, la construcción del partido no tiene atajos, cualquier atajo que trate de evadir la larga, espinosa, ascendente y complicada etapa de la formación de cuadros, estará condenada al fracaso o a la degeneración oportunista. Como explica Ted Grant, sin la teoría marxista de la revolución, la dirección estaría a merced de cada coyuntura episódica y viraje de los acontecimientos según soplen los vientos favorables o desfavorables, en vez de trabajar y explicar a la militancia el significado de cada acontecimiento y enmarcarlos en las perspectivas del movimiento. El marxismo siempre ha explicado que el oportunismo es sólo la otra cara del aventurerismo; los dos nacen de una apreciación equivocada de las circunstancias objetivas, de una rendición ante el entorno inmediato. Sin una base teórica firme es fácil sucumbir a un error tras otro y caer en una táctica oportunista.
Cuando las batallas se dirimen en las barricadas, es muy complicado atender las necesidades teóricas de la revolución. Pero, aunque el ala marxista del movimiento hondureño se guíe por razonamientos teóricos, la clase obrera aprende sólo a través de la experiencia de los grandes acontecimientos, y esto se aplica también a los elementos más avanzados y más activos. La mayoría del movimiento se guiará por consideraciones prácticas y juzgará el movimiento de acuerdo a los resultados obtenidos. Es por esto que uno de los retos de la dirección radica en trazar correcta, oportuna y masivamente las consignas que el movimiento necesita en cada momento.
La manera en cómo se están desarrollando los acontecimientos, puede provocar todo tipo de giros, sobre todo ante la ausencia de un partido que centralice y dirija la lucha del pueblo. El FNGE de pronto se ha colocado como un director de orquesta, sin haber podido ensayar suficientemente la sinfonía. Hay una enorme responsabilidad sobre la espalda de los dirigentes del Frente, lo fundamental será —como explica Ted Grant—, responder qué hacer, cómo y cuándo en relación a los problemas planteados por la historia. Una dirección revolucionaria no se puede improvisar y la ausencia de un partido obrero de masas con una dirección marxista, sin duda, tendrá consecuencias. Sin embargo, si el FNGE incluye en su estrategia una política de independencia de clase e internacionalista, puede llevar el movimiento hacia adelante. Una estrategia que incluya: uno, seguir impulsando una orientación no conciliadora con la burguesía; dos, basarse en los principios del internacionalismo proletario y; tres, organizar conscientemente, desde la base de los sindicatos, una huelga general que incluya al sector industrial. Estos pueden ser tres factores fundamentales de éxito de esta heroica e histórica insurrección revolucionaria a la que estamos asistiendo, aunque incluso ganando esta batalla, no se habrá asegurado la victoria de la guerra, ya que ésta coyuntura, es un primer episodio de muchos que se escribirán en la revolución socialista hondureña.
El trabajo diplomático del ALBA en la OEA es importante pero no es en sí mismo la solución, lo fundamental es lo que pase en las calles de Honduras, es decir, el factor diplomático sólo puede ser un complemento de la lucha en las calles. El FNGE debería hacer un llamamiento a los proletarios de Centroamérica para concretar huelgas de 24 horas coordinadas el mismo día a la misma hora, en defensa de la revolución proletaria hondureña y contra los capitalistas locales en cada país, contra la represión y la caída de la dictadura, movilizaciones de masas en Centro América organizadas por sindicatos y organizaciones de izquierdas para preparar una huelga general en la región. También llamar a un boicot obrero a productos hondureños, implementado por los trabajadores del transporte y portuarios.
Este llamamiento tendría un efecto en Venezuela y a la vez empujaría el proceso venezolano hacia adelante. La huelga general en Honduras podría ganarse a los trabajadores de los medios de información, esto sería vital para la lucha, porque se podría combatir el mar de calumnias contra el movimiento y el socialismo. Los hechos en Honduras ayudarán a las masas del continente a sacar conclusiones que cuestionen la democracia burguesa y traten de buscar la salida en el internacionalismo proletario.
¡Ni un gramo de confianza en la OEA!
¡Huelga general para derribar a la dictadura!
¡La revolución hondureña está ligada a la revolución en Centro América!
¡Que el Frente llame a la acción directa del proletariado centroamericano!
Ver también: La revolución latinoamericana llega a puerto hondureño (Parte 1)
Todas las fotos han sido cedidas por James Rodriguez / www.mimundo.org
[1] http://contraelgolpedeestadohn.blogspot.com/
[2] http://www.telesurtv.net/noticias/canal/senalenvivo.php
[3] http://www.vtv.gov.ve/envivo.html
[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=88125
[5] Palmerola es la ubicación geográfica en donde se encuentra la Base Aérea "José Enrique Soto Cano" y la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo, esta segunda es la base militar estadounidense en Honduras. Está localizada en Comayagua, antigua capital de Honduras, entre las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa.
Este es un extracto del articulo del mismo nombre publicado en nuestra pagina, te invitamos a leerlo completo en militante.org.
Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación.
El heroísmo de las masas
El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Las manifestaciones de masas eran una réplica exacta de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.
El régimen vacila
Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió.
Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.
El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.
Debilidad de la dirección
La valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas.
A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.
Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.
Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar.
El futuro es la lucha
La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes pero la tendencia general en ascenso no la para nadie. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.
Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectivas claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.
Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros.
No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.
Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.
¡Viva la revolución iraní!
¡No a la represión y la tiranía!
¡Trabajadores del mundo uníos!
La presente versión es un resumen del artículo publicado en internet: Fallece el científico marxista Germán Martínez Hidalgo.
Nos hemos enterado del sensible fallecimiento de nuestro amigo Germán Martínez Hidalgo, un científico y profesor muy querido de la ciudad de Puebla y un materialista dialéctico convencido de la teoría marxista, acaecido el pasado 25 de abril.
Germán Martínez Hidalgo fue un científico destacado, con un amplio conocimiento de la ciencia y de la historia. Con él, nuestra organización estableció una buena relación. Lo conocimos la primera vez que estuvo Alan Woods en Puebla y adquirió varios libros de la Fundación Federico Engels.
Cuando regresó Alan Woods a Puebla (en mayo de 2007), invitamos al maestro Germán a que participara en la presentación de Razón y Revolución: Filosofía marxista y ciencia moderna. Inició diciendo que él había leído bastantes libros, pero que Razón y Revolución estaba por encima de todos ellos e invitaba a todo mundo a leerlo, pues, la lógica dialéctica es la lógica real de la naturaleza, dijo.
El profesor Germán Martínez nos da ciertas luces de lo que será el hombre de la futura sociedad comunista, por la que él luchaba. Cuando la humanidad rompa con los grilletes de la propiedad privada y la camisa de fuerza que significan los estrechos Estados Nacionales, no habrá razón objetiva que impida poner los grandes conocimientos científicos al servicio del conjunto de la humanidad. El desarrollo de las fuerzas productivas llegará a niveles sin precedentes, permitiendo que, trabajando menos, se puedan obtener todos los bienes que la humanidad necesite. Se invertirá en el desarrollo científico y la tecnología necesaria para cuidar el medio ambiente y eliminar las enfermedades y pandemias que hoy acosan a la humanidad. El ser humano tendrá los medios materiales para su desarrollo personal. Será común ver a hombres con la capacidad intelectual de un Marx o un Einstein. Ese es el potencial que te da el comunismo, algo que comprendía muy bien el maestro Germán, por eso se abrazaba a la teoría marxista.
Los compañeros de la Tendencia Marxista Militante, sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional, y en particular quienes militamos en la sección poblana, queremos rendir un modesto homenaje a este gran hombre y transmitir nuestras más sinceras condolencias a sus familiares y amigos.
Invitamos a leer Razón y Revolución, ese libro maravilloso que muestra la filosofía y la sociedad del futuro y a luchar con nosotros por la sociedad que quería el maestro Germán: la sociedad Comunista.
El “programa de Transición” fue redactado por Trotsky en 1938 como documento central para el congreso fundacional de la IV internacional; el objetivo central del “programa de Transición” era orientar a las pequeñas fuerzas del marxismo (trotskismo), aisladas y perseguidas por el estado burgués pero sobre todo por la feroz reacción stalinista, hacia las masas trabajadoras que instintivamente buscaban el camino de la revolución (como lo mostró de manera trágica la Revolución Española, las tomas de fábricas en Francia, crecimiento del movimiento sindical en EU, etc;) arrancándolas del terrible obstáculo que representaban las direcciones stalinistas y reformistas para poder orientar el potencial revolucionario de las masas hacia la toma del poder por el proletariado y la transformación socialista de la sociedad.
La única forma en que la vanguardia revolucionaria puede ganar el derecho a dirigir a las masas trabajadoras hacia la revolución (y demostrarse como verdadera vanguardia) es luchando hombro a hombro con las masas aún en las luchas democráticas más elementales; de hecho el programa de transición tiene la tarea de establecer un puente concreto entre las demandas inmediatas (democrático burguesas), que por sí mismas no trascienden al capitalismo, con la necesidad de realizar la revolución socialista; la tarea del programa es elevar la conciencia de las masas de sus luchas inmediatas a la conciencia de su misión histórica revolucionaria.
Sólo estableciendo un lucha feroz dentro del movimiento obrero contra el reformismo, el oportunismo y el sectarismo es posible superar la contradicción central que se presentaba ante las pequeñas fuerzas del trotskismo (que es la misma contradicción que se presenta ante nosotros en la actualidad): la contradicción entre unas condiciones objetivas maduras para realizar la revolución socialista y una dirección obrera que intenta frenar esa necesidad objetiva orientándola dentro de los márgenes del sistema en la forma de “frentes populares” (en donde la burguesía pone la dirección política y los obreros la carne de cañón), reformismo, oportunismo y sectarismo. Para Trotsky esta es la contradicción central que frena el salto de la humanidad desde la “prehistoria” hasta el comienzo de la verdadera historia humana: “Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse. Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria.”
La superación de esta contradicción implica no sólo la organización previa del sector más consciente de la clase obrera sino la participación de este sector con elemento más consciente y sacrificado en las luchas reales de los trabajadores de carne y hueso proporcionado en cada etapa de la lucha las consignas adecuadas para elevar el nivel de conciencia del proletariado, con ese objetivo el programa señala toda una serie de demandas mínimas que se enlazan y orientan hacia la revolución socialista: escala móvil de salario y horas de trabajo, la democratización y la lucha por un programa de lucha para los sindicatos, formación de comités de fábrica, toma de fábricas bajo control obrero, nacionalización de ciertas ramas de la industria, armamento del pueblo, unidad de obreros y campesinos, la lucha contra el imperialismo y la guerra etc; estas demandas por sí mismas no rompen con el sistema pero se enfrentan a él y plantean de una u otra manera la necesidad de trascenderlo.
El programa de transición se ocupa del oportunismo y de su reverso dialéctico que es el sectarismo: “En su base estos núcleos” (sectarios) “se niegan a luchar por los intereses y las necesidades elementales de las masas, tal como ellas son. La preparación de la revolución significa para los sectarios convencerse a sí mismos de las ventajas del socialismo. Proponen volver la espalda a los viejos sindicatos, esto es, a decenas de millones de obreros. ¡Como si las masas pudieran vivir fuera de las condiciones reales de la lucha de clases! Permanecen indiferentes ante la lucha interna de las organizaciones reformistas. ¡Como si se pudiera conquistar a las masas sin intervenir en esa lucha! Se rehúsan a hacer en la práctica una diferencia entre la democracia burguesa y el fascismo. ¡Cómo si las masas no sintieran esa diferencia a cada paso!”. Estas palabras, que complementan los escritos de Lenin (por ejemplo “La enfermedad infantil), están a mil kilómetros de las sectas que dicen reivindicar a Trotsky.
El programa de transición cobra en nuestros días un vigencia tan candente como en la época entre guerras en que fue escrito; vivimos un proceso de convulsiones en todos los niveles que muestran al capitalismo en un callejón sin salida; por otro lado vemos en la dirección de las organizaciones obreras (partidos, sindicatos) a políticos reformistas que no confían en el potencial revolucionario de la masas y hacen todo lo posible por frenar el movimiento mientras que las fuerzas del autentico marxismo aún son una minoría. Sin embargo el reformismo es inútil cuando el capitalismo es incapaz de soportar reformas serias y cuando estas se implementan chocan frontalmente con los límites del sistema imperante o se rompe con el sistema por la vía de la revolución o esas reformas progresistas no pueden ser sostenidas, en estas condiciones las pequeñas fuerzas del marxismo pueden crecer si comprenden las tareas que exige el programa de transición.
Una crisis revolucionaria en Honduras se ha desatado intempestivamente. La necesidad histórica de la transformación socialista de la sociedad encontró un cauce en la destitución del presidente Zelaya, popularmente conocido como Mel.
El domingo 28 de junio de 2009 se terminó de orquestar el golpe de Estado imponiendo a Micheletti como presidente interino. La acumulación de contradicciones provocó la explosión y ahora las masas se enfrentan al Estado burgués en las calles, miles rodean el palacio presidencial desafiando el toque de queda que inicia a las 6 de la tarde, Tegucigalpa ha sido testigo histórico de heroicas batallas campales de un pueblo harto de explotación y miseria, con un saldo de decenas de heridos y por lo menos un muerto.
Se ha desatando un torbellino de acontecimientos que se suceden a la velocidad de vértigo y que están marcando profundamente el cuerpo vivo de Honduras. Asistimos a un proceso que marcará un antes y un después en la historia hondureña, sin duda podemos decir que la revolución ha comenzado. Vuelos rasantes recorren las principales ciudades, los medios informativos han sido acallados inclusive los internacionales dándose arrestos temporales de periodistas de las agencias noticiosas, los cortes de energía eléctrica son sistemáticos, se ha profundizado la represión y el hostigamiento a los dirigentes sociales, sin embargo, la lucha de clases es encarnizada y la represión está actuando como látigo de la contrarrevolución. Los militares enfrentan a sectores de una población enardecida, se estalló un paro nacional que originalmente se trazó como indefinido hasta la restitución de Mel y que inició con el sector público pero fue desactivado por la amenaza de despido por parte de Micheletti. Los maestros mantienen el paro nacional indefinido. En las fábricas se discute la huelga general de los obreros industriales, de darse, sería un factor primordial que podría determinar el desarrollo de la crisis política. Después de un breve periodo en el que sólo actuaron los sectores más avanzados y combativos, el fermento está alcanzando a cada vez más amplios sectores de los trabajadores.
También se prepara una concentración nacional en Tegucigalpa. Ya se efectuaron marchas y bloqueos de carreteras en los departamentos de Colón y de Atlántida, también diez mil campesinos de Olancho, la región de origen de Zelaya, trataron de llegar a Tegucigalpa pero fueron detenidos por los retenes que el ejército instaló. Sin embargo, el jueves 2 de julio se espera el arribo miles de trabajadores de todo el país para recibir a Mel que viajará desde Estados Unidos acompañado de la presidenta de Argentina. En torno a la concentración nacional se viven momentos de tensión porque Micheletti ha advertido que el ejército impedirá el flujo de manifestantes desde las provincias hacia la capital, pero los organizadores han respondido que “no habrá ejército que los detenga”; si Zelaya realmente regresa y es reinstalado por las masas, sea el 2 de julio o cualquier otro día, el movimiento adquirirá mayor impulso y significaría un punto de inflexión que daría enorme confianza a las masas, pues sería considerado un triunfo político de gran connotación que trastocaría la correlación de fuerzas en la lucha de clases a favor de los trabajadores.
Al anuncio del retorno de Mel a Honduras, Micheletti ha advertido que se le encarcelará, aunque eso dependerá de la respuesta de los trabajadores del campo y la ciudad y apunta a que el movimiento va en ascenso y se convertirá en una auténtica insurrección de masas, no sólo de sectores avanzados como hasta hoy. Pareciera que la obtusa oligarquía hondureña no se ha dado cuenta de la bomba que ha desatado. La llamada comunidad internacional ha denostado el golpe y se han unido al coro de la defensa de la democracia burguesa, incluido Obama. Con excepción de los países integrantes del ALBA, esta “condena” al golpe de Estado y la supuesta “defensa” de la democracia, podría cambiar con el desarrollo de los acontecimientos en los próximos días y dar paso a la “justificación” del nuevo régimen, sin embargo no está dicha la última palabra, todo está en función de la respuesta de las masas y de si podrán llevar adelante la insurrección con una estrategia y tácticas audaces y sin conciliar con la burguesía.
Existe en Honduras un arraigado sentimiento nacionalista que es más bien una expresión antiimperialista. Bajo el capitalismo, la liberación nacional de los pueblos ex coloniales es más formal que real. Por ejemplo, si comparamos la soberanía de la India actual contra la India colonial, veremos que ahora han cambiado los mecanismos de explotación, pero la extracción de recursos y explotación de mano de obra sigue latente tanto o más que durante la colonia. Esto no quiere decir que la lucha por la independencia haya sido en vano en la India, en China, Vietnam, Cuba, México o cualquier otro país. Nada parecido, por supuesto que no decimos que haya sido en vano. Haber conseguido la “independencia nacional” pone de manifiesto en la mente de millones las limitaciones de clase de la democracia burguesa que es la cara inversa de una misma moneda, la dictadura del gran capital. El desarrollo de un potente proletariado industrial y urbano, así como su organización consciente en sindicatos y partidos obreros supone un enorme avance en la lucha por el socialismo internacional, versus la postración de las enormes masas campesinas explotadas bajo el yugo colonial. Pero una vez dicho esto, hoy, los rifles, soldados e invasiones directas han sido sustituidos por los mecanismos del mercado, de la deuda, los préstamos, los bajos salarios, las devaluaciones, la Inversión Extranjera Directa (IED), la exención fiscal, etcétera. Lo mismo aplica a todos los países ex coloniales.
En México, por ejemplo, los niveles de pobreza y explotación proporcionalmente hablando, son mayores ahora que durante la colonia española; la deuda externa, por ejemplo, se ha pagado por lo menos diez veces y sigue siendo un pozo sin fondo. Entre tanto, los servicios públicos, salud, educación, vías de comunicación, etc., cada día pierden calidad y son más precarios. La burguesía se apresta a celebrar el 200 aniversario de la Independencia y, el México ”independendiente” del siglo XXI no es siquiera autosuficiente en alimentos. No se necesita explicar mucho más para entender que sobre bases capitalistas la liberación nacional de México, así como la de la India o cualquier otro país ex colonial, no es una realidad para las masas trabajadoras del campo y la ciudad.
Sin desarrollo de fuerzas productivas no puede haber liberación nacional porque la dependencia se exacerba; con la propiedad monopólica de los medios de producción no puede haber independencia nacional porque la dependencia se profundiza, con el mecanismo de la deuda no puede haber liberación nacional porque el sometimiento se hace cada vez mayor. Sólo bajo el socialismo es posible una auténtica liberación nacional. Así como la semilla da paso a la planta, —es decir se niega y a la vez se trasciende a sí misma para dar paso a una nueva semilla—, una auténtica liberación nacional dialécticamente pasa por el desarrollo de las fuerzas productivas sin el cinturón de las fronteras nacionales y la propiedad privada de los medios de producción. Así, la nación se funde en una federación socialista continental y mundial que la hace avanzar socialmente de acuerdo a un plan central de la economía regional y mundial. Esta es la única forma de preservar realmente la soberanía de una nación. Pero sobre bases capitalistas esto se convierte en una utopía.
La liberación nacional es una cuestión de clase y no debe verse sólo con sentimientos patrióticos, ya que la patria también es un concepto de clase. Nadie puede estar en desacuerdo en que no es lo mismo la patria para un magnate o un terrateniente, que para un obrero, un desempleado urbano o un campesino pobre. Los marxistas aspiramos a una patria socialista, una sociedad sin clases, sin propiedad privada de los medios de producción, ni fronteras nacionales.
Pero por otro lado, los pueblos de las colonias y ex colonias no pueden esperar pacientemente a que la instauración del socialismo en un país industrializado detone la revolución mundial. En la medida que la instauración del socialismo en los países industrializados se sigue aplazando y la gran industria sigue bajo dominio del capitalismo, es inevitable que en los países atrasados, coloniales o ex coloniales, se presenten toda una serie de deformaciones de la naturaleza del Estado y las características peculiares de sus actores.
Al parecer no se trata de un golpe al viejo estilo de las dictaduras militares de las décadas pasadas que se preparaban y ejecutaban bajo la estricta planeación y ejecución del imperialismo estadounidense que instalaban regímenes militares por largos periodos. Pero a la vez, es claro que la corrupta y dependiente oligarquía hondureña no se hubiese lanzado a la aventura del golpe sin la validación y autorización de algún grupo de poder estadounidense. En todo caso, asistimos a un proceso de contradicciones interimperialistas ante el avance de la revolución en el convulsivo continente americano. En momentos críticos el imperialismo no siempre actúa de manera homogénea[1], un sector puede afirmar que está en contra del golpe, jalarse los pelos y darse golpes de pecho porque la sacrosanta democracia ha sido violentada en Honduras, pero, lo que más pesa en la ecuación es el auténtico contagio de la revolución bolivariana en el conjunto del continente y en particular en Honduras. La oligarquía y el imperialismo han sacado conclusiones correctas respecto al fermento revolucionario que se está desarrollando en el seno del movimiento obrero centroamericano, la victoria del FMLN en el Salvador, el regreso del sandinismo en Nicaragua, son claros y evidentes síntomas del ascenso del movimiento de los trabajadores y campesinos pobres.
El planteamiento de la oligarquía pretende ser simple: bajo argucias legaloides aprovechar el incidente de la cuarta urna —consulta o referéndum promovido por Zelaya para intentar instituir una Asamblea constituyente, previamente Mel había destituido al comandante del ejército y la Suprema corte lo reinstaló— para colocar a Zelaya como fuera de la ley y constitucionalmente destituirlo, en su lugar poner a Micheletti y celebrar las elecciones en noviembre; con esto, Honduras se libraría de la amenaza del chavismo venezolano, lo cual “justifica” aplastar represivamente a las manifestaciones de inconformidad que se esperaba serían débiles sin alcanzar magnitudes masivas, por el contrario, la oligarquía considera al pueblo hondureño como un pueblo sometido y desorganizado y además espera el respaldo de sectores de la clase media para demostrarle al mundo que “el pueblo está con Micheletti” y con esto intentar contrarrestar el aislamiento diplomático a excepción de los países del ALBA. Tras aplacar las manifestaciones todo volvería a la normalidad y se habría detenido la intromisión venezolana en la patria hondureña. Punto. Pero en realidad, con esta aventura golpista la oligarquía y el imperialismo han abierto una caja de pandora y no será sencillo que las aguas regresen a la normalidad.
Hoy 30 de junio Radio Globo confirmó el reclutamiento forzado e ilegal —por parte del ejército— de centenares de menores de edad en zonas rurales y minutos después la radio difusora nacional fue sacada del aire. Esto anuncia que la oligarquía no está dispuesta a dar marcha atrás y espera una confrontación directa y de gran magnitud contra los trabajadores. Este mismo día Micheletti encabezó una manifestación de sectores de la pequeña burguesía que fue relativamente nutrida, las fotos muestran en Tegucigalpa una plaza central repleta, pero esto es muy relativo. Además del factor objetivo de que la plaza es pequeña, es decir, con el poder en las manos es relativamente simple llenar una plaza pequeña, está el factor de que la pequeña burguesía es cobarde y pusilánime, no tiene principios y se arredra muy fácilmente, esto es, una vez que las masas proletarias y del campesinado pobre hagan una demostración masiva, no sólo de miles sino de decenas de miles o centenas de miles, el andamio de la base social de la oligarquía caería hecha añicos rápidamente suspendiendo al régimen Micheletti en el aire. Cuando las masas se movilicen de manera consciente, no habrá poder sobre la faz de la tierra capaz de vencerlas en automático. Una vez dicho esto, ninguna victoria puede asegurarse a priori. El factor central está en el programa, la estrategia y la táctica y en esto puede radicar la mayor debilidad del movimiento.
Es totalmente acertada la idea expresada por el presidente Chávez respecto al llamamiento que hace al ejército hondureño a voltear sus fusiles contra la oligarquía. El movimiento debería inyectar miles y miles de volantes explicando ideas a la tropa del ejército. Los soldados de la tropa son obreros sin fábrica o campesinos sin tierra. Si el movimiento demuestra decisión de ir hasta el final, la base del ejército puede dividirse en líneas de clase. La defensa de la revolución en Honduras debe pasar necesariamente por el internacionalismo proletario y el factor Venezuela puede ser fundamental, esto a la vez impulsaría hacia adelante el proceso venezolano que no ha terminado ya que la mayor parte de las principales palancas de la economía permanecen en manos privadas. La mejor defensa es el ataque, la oligarquía hondureña se prepara militarmente y no tendrá consideraciones de carácter moral, humanitario, ni de ningún otro tipo para reprimir el movimiento, así que las brigadas de autodefensa son imprescindibles, las asambleas y manifestaciones deben ser custodiadas por servicios de orden y en la medida de lo posible, deben evitarse actos vandálicos que no ayudan al desarrollo de la consciencia y es muy probable que el régimen esté infiltrando elementos lumpen que los provoquen a fin de dañar la imagen del movimiento.
El argumento central de la oligarquía es la supuesta “amenaza del chavismo” y las supuestas maniobras de Zelaya para instaurar una Asamblea constituyente que reformase la constitución a fin de poder reelegirse. Independientemente de las presuntas aspiraciones personales de Zelaya, el ojo del huracán político no está en eso. La teoría del caos explica que, ante la acumulación de contradicciones, un fenómeno puede presentar variables de magnitud considerable a raíz de eventos en apariencia insignificantes: dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande, pero lo que realmente genera los grandes efectos no es la pequeña perturbación sino la acumulación previa de enormes tensiones. Eso es precisamente lo que sucedió con el incidente de la cuarta urna. El debate no está en si fue legal o no, sino en cómo la necesidad de transformación socialista de la sociedad ha encontrado un cauce en la lucha contra el golpe de Estado. Ubicar el auténtico debate pasa también por entender los caprichos de los procesos sociales y políticos.
La historia conoce todo tipo de transformaciones. Ante la ausencia de un partido obrero, el movimiento está encontrando un elemento de aglutinamiento en torno a un presidente destituido. Zelaya es un terrateniente, pertenece a la clase dominante, no es ningún socialista ni revolucionario. Ha tenido sí, una evolución política que lo llevó a implementar algunas reformas favorables al pueblo trabajador.
“Entre las medidas adoptadas por su gobierno hay varias reformas progresistas, incluida una campaña nacional de alfabetización que sigue los ejemplos de Cuba y Venezuela, un intento de mejorar la sanidad para los sectores más pobres de la sociedad (Incluido el acceso a medicinas más baratas, becas para estudiantes de medicina en Cuba), la reducción de los tipos de interés para los pequeños campesinos y un aumento significativo del salario mínimo, un 60 por ciento.
“En el mismo sentido, procedió a reducir algunos de los privilegios más escandalosos de la clase dominante oligarca hondureña. Rompió el monopolio de las empresas multinacionales en la importación de combustible, a través de un acuerdo con la venezolana Petrocaribe. Zelaya también tomó medidas contra las multinacionales farmacéuticas que controlan el 80 por ciento de todas las medicinas que se venden en Honduras, todas ellas importadas a precios elevados por el servicio nacional de salud, firmando un acuerdo con Venezuela y Cuba para importar versiones genéricas baratas de las medidas más utilizadas. El presidente también denunció el monopolio de la oligarquía sobre los medios de comunicación y terminó con los subsidios gubernamentales a los grandes grupos de comunicación. En la arena internacional Zelaya firmó la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), la alianza regional promovida por Venezuela a la que se une ahora Honduras”.[2]
En el diario La Jornada del 29 de junio podemos leer: “(…)una persona de escasos recursos, cercana al presidente, le pidió que hablara con el sindicato del ramo antes de vender la empresa portuaria estatal. Los sindicalistas le informaron que el Estado se quedaba con 28 centavos de cada lempira que ingresaba por los puertos. Luego, los empresarios que querían el sector, informaron al mandatario que ellos entregarían seis centavos de cada lempira. ‘¿Y dónde está el negocio?’, preguntó. ‘El negocio es para nosotros’, le respondieron. Hechos de esa naturaleza propiciaron el viraje de Zelaya.”
El movimiento de las masas está cuestionando la legalidad burguesa en su conjunto. Al igual que en Venezuela, el intento de hacer reformas dentro del marco del capitalismo ha chocado con la oposición feroz de la clase dominante en su conjunto, obligando al movimiento a sacar conclusiones más avanzadas. Sólo la lucha por el socialismo puede resolver esta contradicción. En el supuesto de que Zelaya fuese reinstalado en el gobierno no podría mantenerse con las instituciones burguesas, para mantenerse, necesariamente tendría que apoyarse decididamente en el pueblo y aplicar un modelo no basado en la propiedad privada y el mercado. Esta no es la perspectiva más probable. Más bien, una posibilidad es que Zelaya sea un elemento accidental de este proceso y en un determinado momento pase a un plano secundario o marginal. Lo realmente importante es que se ha abierto un proceso de confrontación directa entre las clases y esto está agitando la consciencia de millones en cuestión de poco tiempo. Las masas obtendrán lecciones en la dura escuela de la vida. Incluso una derrota parcial o temporal en este periodo no sería una losa que hundiera el movimiento por mucho tiempo, sino que sentaría las bases para ulteriores luchas.
Por largos periodos y en repetidas ocasiones, los militares auparon el poder como respuesta a las tradiciones antimperialistas del pueblo hondureño, que tiene en su haber una histórica huelga insurreccional con la participación activa y consciente de 30 mil trabajadores de las compañías bananeras en 1954. Una huelga que duró 69 días y se desarrollo en la cuidad de El Progreso al este del valle de Sula, a 30 kilómetros de San Pedro Sula. La huelga se desarrolló en medio de una dictadura militar que por supuesto defendía servilmente a las compañías bananeras, sin embargo, alcanzó niveles de doble poder, ya que los militares tenían que solicitar autorización del Comité de huelga para transitar por el valle de Sula y su periferia. La huelga terminó desgastada y reprimida, pero no derrotada debido a que se levantó como un ejemplo de la capacidad de lucha del proletariado hondureño. “Fueron 69 días de huelga, iniciando el 30 de abril en las instalaciones de la Tela Rail Road Company de El Progreso, con estos objetivos: derecho a la libre organización sindical, aumento de salarios a los trabajadores, mejoramiento de las condiciones de trabajo, jornadas de ocho horas diarias y seis horas en la jornada nocturna, salario doble por horas extras, salario igual por igual trabajo, cese a los despidos arbitrarios, cese a la discriminación racial, tratamiento médico gratuito en los hospitales de la compañía bananera, enseñanza primaria laica y gratuita y jubilaciones para los mueleros”[3]. Más que los logros económicos, una huelga se mide por su impacto en la consciencia de los trabajadores. Producto de la huelga se consiguieron conquistas democráticas elementales como el derecho a la sindicalización. Después de la huelga de 1954, los acontecimientos actuales son quizás los de mayor magnitud.
En Honduras sólo hay dos partidos burgueses, el Nacional y el Liberal, que por décadas se han compartido los gobiernos de un poder oligárquico absolutamente supeditado al imperialismo estadounidense. El movimiento hondureño no cuenta aún con un partido obrero, ni siquiera un partido de corte socialdemócrata, este factor puede convertirse en un elemento favorable pues no existe una dirección reformista de masas que pueda desviar, confundir, estancar y traicionar al movimiento como sucede en muchos países; y a la vez, la ausencia de un partido con base obrera - campesina y con implantación de masas puede esconder riesgos de dispersión y descontrol, algo similar a lo que sucede con el vapor si no existe una caldera que dirija y concentre su energía en el pistón. Pero definitivamente, la ausencia de un partido marxista de masas provocará una ralentización del proceso de la revolución hondureña, que se puede extender incluso por un periodo de años. El proceso hondureño está insalvablemente ligado a la revolución centro y latinoamericana, de ningún modo es, ni puede ser, un hecho aislado o exclusivo. Las particularidades nacionales nunca pesarán más que el proceso continental y mundial de la revolución. Así, asistiremos a diversos escenarios en los que habrá avances, retrocesos, victorias, derrotas e incluso podrán presentarse periodos en los que la reacción levante la cabeza. Lo cierto es que se ha abierto un periodo de revolución y contrarrevolución en Honduras.
La Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) no puede sustituir al partido pero puede ser la cuna de un partido de clase, esta coyuntura abrirá la posibilidad de fundar un partido obrero y habría que impulsarlo decididamente. En Honduras los diversos sectores de la izquierda más o menos coinciden en la CNRP, que es un frente amplio que agrupa a los más diversos sectores del movimiento, con expresiones multifacéticas: Asamblea Popular Permanente Contra las Privatizaciones de El Progreso, el Bloque Popular con su sede central en Tegucigalpa, la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguán (COPA), el Patronato Regional de los valles de Santa Bárbara, la Coordinadora de organizaciones Populares e Indígenas (COPIN), hasta llegar finalmente a confluir en la CNRP. Existe también el Partido de Innovación y Unidad (PINU) que representa a un sector marginal de la burguesía nacionalista no oligárquica y no tiene ningún peso real en la ecuación política.
Es importante detenerse brevemente en el Partido Comunista Hondureño (PCH) a fin de preservar la memoria histórica y aprender de ella. El PCH desapareció en 1998, nunca fue un partido de masas, estuvo de alguna forma vinculado en la dirección de la histórica huelga de 1954; en los años 80 las dictaduras militares mataron a los mejores militantes del PCH, los militares asesinaron selectivamente, una represión selectiva brutal en coordinación con la CIA y operando directamente desde la embajada estadounidense. Por cierto, las instalaciones del alto mando del ejército hondureño, están a 200 metros de la casa del embajador estadounidense lo cual no es casual sino todo lo contrario; y aquí también se muestra el atraso y dependencia de la clase dominante, pues mientras la casa del embajador —que no la embajada—, ocupa varias manzanas en un predio en el que se levanta majestuosa una enorme barda de piedra con malla electrificada, las instalaciones del Estado mayor del ejército son pírricas y diminutas comparadas con la casa del embajador. Cientos de los mejores militantes nutrieron las filas del FSLN en Nicaragua, de la URNG en Guatemala y del FMLN en El Salvador. De hecho el FSLN se formó en Honduras, por cierto, en un barrio llamado: “El chile”. Los militantes que no fueron asesinados, o bien dejaron la política o bien los exiliaron, o bien se corrompieron y hoy algunos de ellos son parlamentarios de los partidos burgueses o funcionarios del gobierno en turno. Por supuesto hay excepciones y hay quienes están sacando conclusiones correctas, acordes al desarrollo de la crisis revolucionaria que se ha desatado en estos días.
A diferencia de El Salvador, en Honduras no hubo guerrilla ni hay tampoco un partido reformista de masas. El ex PC derivó en un partido reformista (Unión Democrática, UD) minoritario que alcanza uno o dos puntos porcentuales en las votaciones y que ha sufrido escisiones brutales; una facción tomó por asalto al partido expulsando burocráticamente a las otras cuatro facciones, mismas que derivaron en un partido local en SPS que se hace llamar “patriótico”. Es decir, en Honduras la estrategia de la construcción del partido debe orientarse a los sindicatos, a la juventud y al movimiento social, éste último muy activo en un abanico de temas que van desde la ecología a las juntas vecinales por el agua, se están agrupando en torno a una coordinadora de movimientos sociales. Hay esfuerzos de unificación organizativa pero sin debate ideológico real, la coordinadora es un punto clave de intervención pragmática en el que prevalecían en ciertos sectores algunos prejuicios ”antipartido”. El ambiente en el seno del movimiento y sus activistas cambiará en positivo y habrá sectores que buscarán ideas frescas para construir la estructura del movimiento.
El PCH llegó a tener tres mil militantes, tenía mil en San Pedro Sula, en la universidad tenían 100 activistas, tenían cinco periódicos, uno de ellos semanal, estaban muy posicionados en los sindicatos, controlaban toda la zona industrial, podían estallar huelgas “prácticamente a voluntad del PCH”, y sin embargo, ¡optaron por impulsar la vía armada basada en el frente del campesinado pobre! A decir de Tomás Erazo —dirigente histórico del PCH—, tenían 500 hombres armados en Honduras y habían enviado a Nicaragua, Guatemala y El Salvador a 700 guerrilleros hondureños surgidos de las filas del PCH, que murieron anónimamente en las guerras de guerrillas. El PCH optó por la vía guerrillera siguiendo los pasos de sus compañeros centroamericanos y el resultado fue desastroso. Ni siquiera nació la guerrilla hondureña, los masacraron antes de que pudieran hacer nada. Se dieron ofensivas aislada en varios municipios rurales que fueron desastrosos. Pero, los estalinistas pasaban de los intentos guerrilleros fallidos, a colaborar con la burguesía intentando instalarse en algún gobierno de coalición, apoyaron por ejemplo a los llamados “militares progresistas”, que tras un golpe de Estado, impulsaron débilmente y por poco tiempo, un programa keynesiano, hicieron algunas inversiones del Estado en la producción y concedieron algunas libertades democráticas. Pues, con estos “militares progresistas”, la dirección del PCH pensó que había llegado el socialismo como caído del cielo y colaboró con ellos, quienes no tardaron en degenerar y barrieron con los comunistas sin ningún tipo de consideración.
La masacre durante los años 80 —que desapareció a lo mejor de la juventud revolucionaria hondureña que estaba estoicamente apostada en su trinchera—, no habrá sido en vano, ya que las tradiciones, decisión y energía revolucionaria del proletariado y la juventud hondureña no están en duda a pesar de que parezca lo contrario, el combustible revolucionario volverá en este periodo con renovados bríos y entusiasmo.
Hace más de 2 mil años, el pensador griego Anacarsis dijo que la ley es como una telaraña: los insectos grandes la rompen, los pequeños quedan prendidos en ella. En realidad, tratar de explicar este profundo y contradictorio proceso de la lucha de clases al que asistimos en Honduras en términos de la “ley” —por supuesto, una legislación escrita de acuerdo a los intereses de la oligarquía—, es analizar la situación de una forma muy superficial. Lo que está en la base de la ecuación es la inviabilidad de Honduras —y todos los países centroamericanos— como nación, sobre todo en el marco de la crisis orgánica del capitalismo mundial. Desde el punto de vista del marxismo, los diminutos países de Centroamérica son producto de la división artificial del territorio, a partir de los intereses reaccionarios de las atrasadas burguesías y terratenientes locales supeditados absolutamente al imperialismo estadounidense. Esto ha sumergido a toda la región en un atraso permanente, que ha sido interrumpido de forma muy relativa y totalmente insuficiente por la incipiente industrialización a base del sector maquilador y una debilitada Inversión Extranjera Directa que por cierto, está huyendo a Indochina en los últimos meses y años. La única salida real al callejón del capitalismo hondureño se encuentra en la lucha por la Federación socialista de Centroamérica.
En el año 2008, Honduras aún contaba con 3 millones 797 mil habitantes en zonas rurales y 3 millones 603 mil habitantes en zonas urbanas, es decir, de un total de 7 millones 400 mil habitantes, el 51.3% habitan en zonas rurales y 48.7% en zonas urbanas. La población es mayoritariamente joven, el 52% son menores de 18 años, mientras que 65% está por debajo de los 28 años. Esto coloca a la juventud como un factor revolucionario eminente, quien quiera organizar una tendencia de cuadros en Honduras se debe orientar decididamente a la juventud. La población pobre del país asciende a un 71.7%, de los cuales el 72.2% se encuentra en un estado de pobreza extrema. En las zonas urbanas de las 65.8% que vive en condiciones de pobreza, un 36.7% vive en pobreza extrema; mientras en las zonas rurales, el 85% vive en condiciones de pobreza. Con una extensión territorial de 112 mil 492 kilómetros cuadrados, la población económicamente activa (PEA) del campo alcanza al 39% de la PEA total y el proletariado urbano cuenta al 24%. Del total de la PEA el proletariado industrial es casi el 15%.
Cuando analizamos el producto interior bruto (PIB), vemos el peso específico del proletariado urbano y en particular del proletariado industrial, ya que en datos del año 2005, más del 33 por ciento del total del PIB estuvo generado por los trabajadores de la ciudad y en concreto el 25 por ciento estuvo generado por el proletariado industrial, incluido el sector maquilador, a diferencia del PIB agrícola que, a pesar de contar con una mayor población, alcanzó apenas el 12.3 por ciento del total del PIB. Esto es un claro ejemplo, por un lado, de la debilidad del campo hondureño, y por otro, de la fuerza de la clase obrera en las relaciones de producción y estos datos duros, tiran por tierra cualquier crítica de la supuesta inviabilidad del proletariado como vanguardia del movimiento social. Una tendencia revolucionaria que se pueda jactar de ello, se orienta sin vacilar hacia el movimiento obrero, a pesar de que en Honduras sea una minoría, pues como podemos observar, aún siendo una minoría relativa, es un sector de la población trabajadora que genera la mayor proporción de riqueza. Guardando las distancias, la proporción y sin hacer una comparación mecánica, en Honduras existen mejores condiciones materiales para la revolución socialista que en la Rusia zarista de 1917, donde de un total de 140 millones de habitantes, 10 millones eran proletarios urbanos y de ellos, sólo 3 millones, es decir poco más del 2 por ciento del total, eran proletarios industriales.
Los principales productos agrícolas de Honduras son: caña de azúcar, palma africana (de la que obtienen biocombustible y aceites comestibles), el maíz y el banano, éste último exclusivamente como producto de exportación. Por el lado industrial, las mercancías de mayor producción son: cigarros, cerveza y refrescos. Honduras es fundamentalmente un país importador.
Tiene una balanza comercial negativa, por supuesto con EUA de quien depende enormemente, pero la balanza es negativa con la mayoría de los países de Centroamérica. Lo que más se importa es combustible (la gasolina es carísima, es una forma de control y extracción de riqueza en manos de los monopolios), productos minerales y aparatos eléctricos y electrónicos. Los datos del año 2005 de la balanza comercial respecto a Centroamérica alcanzan los 576 millones de dólares de la siguiente forma: Costa Rica con -214.6 mdd, El Salvador con 88.4 mdd, Guatemala con 270.8 mdd y Nicaragua con -1.0 mdd. Esto coloca a Honduras como la economía más débil de la región, sólo por encima de Haití.
Las reservas internacionales son un poco superiores a los ingresos por remesas, con 2 mil 640.7 mdd y mil 788.3 mdd respectivamente, ambos datos del año 2005. Las remesas representaron el 21 por ciento del PIB de 2005 y han crecido exponencialmente en los últimos años, ya que por ejemplo, en 1999 significaron el 6 por ciento del PIB. Esto habla de que el nivel de migración hacia Estados ha ido creciendo a pesar de las enormes dificultades para conseguir atravesar México y llegar a EUA. Actualmente el promedio mensual de remesas por envío es de 224 USD y el 90 por ciento de ese dinero se usa en el gasto diario.
La producción maquiladora es una proporción menor del PIB total, con apenas un 7 por ciento, no ha crecido significativamente y cuenta con 306 plantas de las cuales 153 con del sector textil y el resto de alimentos y aparatos electrónicos. Es muy sintomático que la mayoría de las maquiladoras Centroamericanas que cuentan con un sindicato estén en Honduras, eso habla del potencial de lucha, habla del fermento social que se está acumulando debajo de la superficie.
En el último periodo ha habido un crecimiento relativo de la inversión extranjera directa (IED), aunque en términos absolutos sigue siendo marginal respecto al PIB (3% del PIB) y en el último periodo se ha orientado fundamentalmente a la telefonía celular y la reconstrucción de aeropuertos. Los datos disponibles demuestran la dependencia del imperialismo norteamericano y por consecuencia, el atraso de la burguesía Centroamericana.
Como en el resto de países ex coloniales, el peso de la deuda es enorme. Es una forma de colonialismo contemporáneo, ya que es impagable pues ha desangrado el cuerpo vivo de Honduras con los pagos interminables de intereses. En ciertos momentos, los organismos financieros internacionales han condonado hipócritamente ciertos montos de la deuda, para después aplicar más préstamos que sólo convierten a la deuda en círculo vicioso que mantiene postrada a la economía hondureña, en 2003 y 2004 significó poco más del 80 por ciento del PIB y en 2005 bajó al 62 por ciento, al comparar estos montos con los gastos en educación, salud, desarrollo en infraestructura, el pago de la deuda se hace francamente obsceno. De esta manera un país potencialmente próspero es desangrado por el imperialismo. Millones de hombres, mujeres y niños son reducidos a la pobreza, la degradación y el hambre. Antes de la recesión mundial que estalló en 2008, las cifras de crecimiento económico estaban aumentando, pero las masas nunca se beneficiaron de tal crecimiento, ahora con el mundo en crisis económica internacional, las contradicciones hicieron volar por los cielos a la relativa “estabilidad” política. Estas son las bases objetivas para un fermento revolucionario que se estaba acumulando debajo de la superficie y tarde o temprano iba a hacer explosión por cualquier lado, en cualquier sector.
Como explicaba Lenin, política es economía concentrada. Este vistazo a los datos nos permite explicar la crudeza de los acontecimientos a los que asistimos hoy. La crisis económica engendró una crisis política, que está obligando a las masas del pueblo trabajador a movilizarse. Sin duda, el proletariado hondureño y el campesinado pobre se han levantado de la postración. Hay un límite físico y moral a la explotación. La oleada revolucionaria de América Latina tocó puerto Centroamericano, lo que suceda a un país impactará a otro y a otro. Los revolucionarios hondureños necesitan prepararse teórica y organizativamente para los grandes acontecimientos que ya están sobre la mesa, deben prepararse para esperar lo inesperado. La clase obrera está llamada a completar la revolución democrático-burguesa luchando por la transformación socialista de la sociedad.
La única forma de revertir la barbarie en Honduras es luchando por los aspectos inmediatos y concretos de las masas, en salarios, condiciones de empleo, educación, salud, infraestructura básica como agua y energía; todos aquellos aspectos que la ignorante y atrasada burguesía nacional no ha conseguido ni conseguirá para la sociedad hondureña, ligando la lucha por lo inmediato, con la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Las condiciones materiales para la revolución no sólo están dadas sino que se están descomponiendo, el narco y los maras son un pequeño ejemplo de lo que está sucediendo y de lo ennegrecido del futuro para la juventud hondureña. Es urgente luchar por la construcción de una alternativa marxista para el movimiento obrero hondureño, con una perspectiva Internacionalista y Centroamericana.
¡El golpe de Estado puede ser derrotado luchando masivamente en las calles!
¡Contra la represión, la organización!
¡Que viva el pueblo hondureño, abajo el golpe de Estado!
¡Por la construcción de una alternativa marxista en Honduras!
[1] Por ejemplo en Vietnam en los años de la invasión estadounidense, después de ocho años al frente de la dictadura en Vietnam del sur, el dictador Diem —apoyado militar y financieramente por EUA—tuvo la osadía de enfrentar a Estados Unidos, quien le organizó un golpe de Estado en noviembre de 1963 y después lo asesinó. El Pentágono está en desacuerdo con la CIA en el derrocamiento de Diem. En este momento es cuando se suscita el asesinato de Kennedy complicando enormemente la ecuación. Las contradicciones interimperialistas se suceden y ahora es el Pentágono quien organiza un golpe de Estado en enero de 1964 contra el sustituto de Diem —a quien la CIA había derrocado— e instala al General Khanh. Entra en escena Johnson como nuevo presidente de Estados Unidos y derroca a Khan en junio de 1965.
[2] Hay que derrotar el golpe militar reaccionario en Honduras - ¡Movilizaciones de masas en las calles y huelga general! Jorge Martín.
[3] Cincuenta años después: entre la resistencia y el servilismo. Ismael Moreno.
Los grandes creadores de la física moderna no se desarrollaron en una esfera de cristal, tuvieron que enfrentar conflictos filosóficos y éticos que aún hoy no están resueltos, la vida de Schrödinger junto con todos los gigantes creadores de la física moderna es un ejemplo de ello.
El mundo que hoy vivimos es radicalmente distinto del que existía hace 50 años, no digamos hace más de ciento veinte años, cuando Erwin Schrödinger vio la luz, el 12 de agosto de 1887. Al menos es distinto respecto de las apariencias exteriores, las cuales se modifican en cuestión de años, incluso de meses. No obstante en algunas ocasiones da la impresión de que no hay algún sentido concreto, los seres humanos nos hemos vuelto presa del cambio e incluso sus víctimas. Muchas veces nuestra actitud respecto a procesos como el que acabamos de vivir “la gripe AH1N1”, tiene más que ver con el comportamiento de una manada que con el de una sociedad pensante. Tal vez por ello sea importante conocer un poco mas respecto a personalidades que, en el inicio del vértigo de las sociedades industriales lograron establecer un sentido o una síntesis de una rama del conocimiento fundando toda una época.
El hijo de su tiempo
Los seres humanos son hijos tanto de la época en la que vivieron como de la sociedad a la cual intentaron dar una respuesta, en este caso Schrödinger no fue la excepción; nació en Austria, sede del un imperio, el austrohúngaro, en descomposición. Viena, Budapest y las principales ciudades vivían la enriquecedora influencia de múltiples nacionalidades en el marco de un desarrollo económico, que se veía trabado por un régimen cada vez más incapaz de satisfacer las necesidades de las clases emergentes. Los alemanes de Austria tenían cada vez menos posibilidades de contener el despertar nacional de los pueblos de Europa central y oriental. En este marco nació y creció el joven Schrödinger.
Viena y su universidad fueron el escenario de sus primeros años, para 1910 se doctoró como Físico en la Universidad de Viena siendo conducido por Hasenöhrl. El años siguiente se convirtió en asistente de laboratorio de Exner, trabajo que desempeño hasta el inició de la primera guerra mundial.
Austria, fue la gran perdedora de la formación del imperio alemán una generación antes de que naciera Schrödinger. El carácter arcaico de su régimen político no puso el el poder económico y militar de Prusia y para finales del siglo estaba terminando bajo el dominio completo de los alemanes. Se dice que Bismarck acostumbraba señalar “entre las naciones poderosas y las débiles o medias con las que tienen intereses comunes la relaciónes no son de dominador –dominado, sino de dirigente y seguidor” ” esta era también la relación que se había formado entre Alemania y Austria para finales del siglo XIX y que se reforzó en los primeros años del siglo XX.
Si económica y políticamente Alemania y Austria estaban vinculadas bajo la batuta de los primeros en el terreno industrial, tecnológico y científico esto no podía ser distinto.
La génesis de un gran descubrimiento
En Berlín Max Plank, había desarrollado el concepto de “cuanto” para explicar la luz como una especie de lluvia de paquetes de energía. Otro alemán Albert Einstein había enfatizado la continuidad entre materia y energía, así como la intervención del tiempo como factor no lineal en los cambios de la materia.
Estos gigantes dominaban una escena en la cual fenómenos experimentales como los de la emisión radiactiva estudiada por Rutherford y Marie Curie, encontraban más sentido para explicarse sobre la Base de Plank y Einstein que sobre la base de Newton y Maxwell.
Estos descubrimientos no se desarrollaban en el aire. Los procesos de conversión de energía que se requieren en la industria requerían predicciones científicas basadas no en simples conjeturas sino en mediciones verificables. La máquina de combustión interna comenzaba a desplazar a la de vapor en todo los campos, las investigaciones sobre la tecnología de los materiales tanto en la conversión del petróleo en todo tipo de productos requerían nuevos y buenos descubrimientos científicos que a diferencia de otros tiempos podían emplearse directamente en la industria. El trabajo de titulación de Schrödinger como doctor se nombraba “Sobre el comportamiento de la electricidad en la superficie de los aislantes en atmosfera húmeda”, es decir un enfoque más que nada experimental y de aplicación práctica que filosófico o teórico.
Ello también determinó la preponderancia de Alemania en la Física experimental y por su puesto los increíbles adelantos en este rubro.
Schrödinger dejó su cargo en los laboratorios vieneses para integrarse a las fuerzas armadas del emperador Francisco José. La primera guerra mundial dejó una estela de interrogantes en todos los campos. El ambiente general era de pesimismo respecto al presente, una ola de insatisfacción recorría todas las clases sociales y en este caldo de cultivo no era raro que surgieran soluciones radicales. En el terreno social la terrible crisis se apoderó de naciones, especialmente las perdedoras: Alemania vio en 1923 invadido parte de su territorio por parte de los ejércitos franceses, debido a la incapacidad germana para cubrir las compensaciones de guerra. Esto llevó a una capa de militares, junto con los sectores empobrecidos de capas medias y desempleados, a crear un movimiento ultranacionalista totalitario inspirado en que se había generado en esos años en Italia, era el fascismo.
El Austria la cosa no fue mejor, el otrora poderoso imperio austrohúngaro quedo disuelto. Lo único que quedó fueron los territorios de habla alemana en torno a Viena, un territorio más pequeño que estados mexicanos como Hidalgo.
La democracia sustituye a la monarquía no sin explosiones revolucionarias que son sofocadas por una coalición de voluntades tanto de los socialdemócratas de derecha como de la reacción que pese a no simpatizar con los socialistas si ve en ello un mal menor de frente a un triunfo de la revolución en la que estaba en peligro su existencia misma como clase.
El ambiente es también inestable con la diferencia de que a diferencia de Alemania, Austria no poseía el potencial económico para salir adelante. Así, a pesar de que las cargas económicas no son tan fuertes también se crea un ambiente de pesimismo en las capas medias y altas. Las bases sociales para un movimiento de carácter fascista se expresan en la organización formada por Dollfuss.
La estabilidad, otrora común en la vieja Viena desaparece y ello también se muestra en los trabajos que Schrödinger adquiere: en 1918 empieza a dar clase de Física en la Universidad de Chernowitz, para 1920 después de un breve periodo en un laboratorio de Física experimental se ve obligado a dejar Viena y pasa a Stuttgart, para posteriormente, con el apoyo de Einstein pasar a Zúrich, Suiza, dedicando la mayor parte del tiempo a problemas de interpretación sobre fenómenos de energía cinética y termodinámica. Es en ese ambiente académico en el que se produce la gestación de sus reflexiones en torno al comportamiento de las partículas atómicas. Particularmente su famosa ecuación:
En 1927 acude a Berlín, sus estudios de mecánica cuántica le han valido el reconocimiento de todo el mundo científico y es llamando a cubrir la Cátedra que el padre de la mecánica cuántica, Max Plank había dejado vacante debido a su muerte.
Los científicos alemanes mantenían un debate con sus colegas del otro gran centro de estudios de la física Copenhague, en donde Neils Bohr y Heisenberg estaban tratando de desarrollar un método por medio del cual cerrar el círculo abierto por Plank y Einstein, los cuales no estaban convencidos de las respuestas de Copenhague y si con las de Schrödinger.
Entre 1927 y 1933 Schrödinger trabaja al lado de las principales mentes de la física en ese momento, lamentablemente Alemania tampoco era un lugar feliz; la socialdemocracia ahí, también se había aliado a la reacción para aplastar la revolución, hasta 1928 hubo posibilidades de una transformación radical de la sociedad pero la dirección de los comunistas podía cuando quiso y no quiso cuando podía a tal grado que se generó un vació que poco a poco fue llenado por los fascistas de Hitler.
La ética y filosofía del científico
En 1933 Hitler obtiene más votos pero aún entonces tanto socialdemócratas como comunistas tenían sumando sus votos tenían mas apoyo electoral de los nazis. Un simple acuerdo hubiera impedido a Hitler llegar al poder por esa vía, pero el acuerdo nunca llegó y Hitler pudo presumir llegar al poder sin romper un solo vidrio.
Las previsiones de socialdemócratas y de comunistas se fincaban en un fracaso de Hitler, el cual se desgastaría muy rápidamente. Seguramente esto también estaba en la mente de los nazis, los cuales ilegalizaron rápidamente a los comunistas y después a los socialdemócratas con todos los sindicatos. Aunque formalmente se conservaron ciertas estructuras de la república en los hechos Alemania era ya una dictadura totalitaria. Los científicos Berlineses tuvieron que huir, Schrödinger paso unos años en Oxford. Mientras que Heisenberg decidió colaborar con el régimen. Los dos científicos poseían una concepción derivada de sus experiencias en el trabajo científico pero que en cierto sentido se reflejaba en su actitud frente al mundo exterior; para Heisenberg la realidad solo podía proceder de fenómenos verificables, es decir era un profundo empirista, cuando enfrento el hecho de que el electrón y las partículas subatómicas no respondían a las leyes de la física clásica y que era imposible determinar su posición (principio de incertidumbre) concluyó que del mismo modo era imposible tener certeza de que cualquier fenómenos incluso social fuera tuviera un cierto grado de certeza. Para Heisenberg nadie podía decir si estaba bien o mal colaborar con el régimen de Hitler así que su decisión de hacerlo era éticamente irrefutable.
Schrödinger en cambio estableció que si bien era imposible conocer posición de las partículas subatómica era claro que se podía describir su comportamiento, demostró que la ecuación de la onda en movimiento era compatible y equivalente a los procedimientos de mecánica matricial de Heisenberg por lo tanto tal la consecuencia de los descubrimientos de Plank, Einstein y De Brolie sintetizados en su ecuación llevaban a la conclusión de que el electrón se puede comportar como onda y partícula al mismo tiempo.
Con ello la certeza del mundo real no desaparecía, sino que se demostraba el carácter transitorio del conocimiento, que por el momento podía describir un comportamiento físico sin poder ir más allá de posibles deducciones respecto de los apartados no verificados.
Fig 1 Mediante el experimento imaginario de un gato expuesto a un medio radiactivo Schrödinger trato de explicar la vinculación de un modelo científico respecto a la realidad
Mediante esta concepción la ciencia no sólo no pierde el grado de certeza en general que le atribuye Heisenberg, sino que acepta humildemente su papel de eterno explorador de la realidad a la cual se puede sondear sólo hasta los limites de nuestros medios técnicos, nuestros conocimientos previos y nuestra capacidad de deducción más allá de lo que se puede verificar. Ejemplo de ello es su ejemplo del experimento del gato que ilustramos en la fig. 1
Como consecuencia de ello Schrödinger rehúsa colaborar con régimen criminal como el fascista aunque resulta claro que aún no conocía la magnitud de ese carácter criminal.
Todavía en 1936 intenta regresar a su país, Austria, pese a que los fascistas también habían tomado el poder en 1934 y ya se rumoraba sobre una posible fusión con Alemania, cuestión que no se resolver sino hasta 1938. La consecuencia para Schrödinger fue que se convirtió en perseguido al grado que tuvo que escapar de Austria como muchas decenas de miles de socialista, judíos, científicos, artistas y todo ciudadano que no profesará las ideas fascistas.
Los últimos años
Tuvo surte de instalarse en Dublín en el Instituto de Estudios Avanzados en donde permaneció hasta 1956. Durante ese periodo Schrödinger abordó trabajo en diversos terrenos siempre tratando de encontrar enfoques originales y elaborar modelos revolucionarios sobre los diverso campos que incluyeron tanto la física como la filosofía de la ciencia, el cosmos y también la biología.
El socialismo un punto de partida no de llegada
No cabe duda de que conforme avance el desarrollo tecnológico surgirán nuevos medios para ampliar los horizontes del conocimiento humano en todos los aspectos, Pos supuesto que se podrá hacer ciencia en el futuro como ahora, no obstante resulta claro de las contradicciones de clase e incluso las acciones de la burguesía pueden no sólo limitar los alcances de la ciencia sino que orientarlos a derroteros francamente destructivos para la humanidad, tal es el caso de la energía atómica la cual podría resolver el problema energético que vive actualmente la humanidad, otro ejemplo es el avance en torno a la genética que nos permite conocer la información que hemos heredado de nuestra especie pero que utilizada como negocio se convierte en un nuevo privilegio. Sólo con el socialismo podremos romper con las trabas que produce el capital y avanzar hacia un conocimiento que implique no destrucción como en el capitalismo sino vida. Eso en el fondo es lo que significaría el triunfo del socialismo, la posibilidad de un nuevo comienzo, también en la ciencia.
Bibliografia
Gribbin,J En busca del gato de Schrödinger. Biblioteca Científica Salvat, Barcelona, 1984.
Sebastián Haffner, La Revolución Alemana, Barcelona 2005
Judson, H,F , El octavo día de la creación. CONACYT, Ed Castell, México, 1987
Schrödinger, E. (1947). ¿Qué es la vida?. Trad. de Greta Mayena. Espasa Calpe, Buenos Aires.
Colección de Historia Universal Daimon, Tomo X Barcelona 1976
Historia Universal Salvat, Tomos XIX y XX, Barcelona 2006.
Woods, Alan, Razón y Revolución, Filosofía marxista y ciencia Moderna, Madrid, 1996
Sin teoría Revolucionaria no hay práctica revolucionaria
Hoy más que nunca tenemos claro la vigencia y la importancia de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. La actual crisis económica demuestra que el capitalismo se debe eliminar; las ideas del marxismo no sólo ayudan a comprender los procesos actuales, si no también a darles solución.
Debido esto en la semana del 29 de junio al 3 de julio, en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa, trabajadores y estudiantes organizados en la Tendencia Marxista Militante, el Comité de Lucha Politécnico (CLEP) - Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Publica (CEDEP) y la Fundación Federico Engels México, llevaremos a cabo la Semana del Marxismo, en la que ofreceremos:
Invitamos a los trabajadores y estudiantes de la UAM-I a asistir a las actividades que organizamos y sobre todo, a unirse a la Tendencia Marxista Militante y difundir las ideas marxistas, las únicas que pueden cambiar el mundo por algo mejor.
Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Ayer escribía que la revolución iraní ha comenzado. ¿En qué sentido es verdad? Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
Una revolución no es el único acto de un drama. En 1917 la revolución se desarrolló a lo largo de un período de nueve meses. En este período hubo momentos de tremendo empuje, como en febrero, pero también hubo períodos de cansancio, derrotas e incluso reacción, como el período que siguió a las Jornadas de Julio. Desde julio hasta finales de agosto hubo un período de reacción en el cual los bolcheviques pasaron a la clandestinidad, su prensa quedó destruida, Trotsky estaba en prisión y Lenin tuvo que huir a Finlandia.
La revolución española, que probablemente es la mejor guía para lo que sucederá en Irán, comenzó con el derrocamiento de la monarquía (fruto de las elecciones municipales) en abril de 1931. Esto abrió un período de revolución que duró siete años, con alzas y bajas, hasta la derrota de los trabajadores en las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. En este período de siete años tuvimos el llamado Bienio Negro, que siguió a la derrota de la Comuna Asturiana de 1934 y duró lasta la elección del Frente Popular en 1936.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación. El genio ha salido de la botella en la que llevaba tres décadas encerrado. Y será imposible obligarse a entrar de nuevo en prisión.
Muchos observadores han expresado sorpresa ante un movimiento que parece caer de un cielo azul. Pero en realidad esta explosión lleva mucho tiempo preparándose. La furia de la población refleja todas las frustraciones y rabia acumulada durante las últimas tres décadas. También refleja el deterioro de la situación económica y la caída de los niveles de vida. La economía fue la cuestión central en la campaña electoral y sigue en el punto central de las preocupaciones de la mayoría de los iraníes, después de cuatro años de grandes aumentos de la inflación y del desempleo.
Aunque con Ahmadinejad los sectores más pobres de la sociedad se han beneficio del dinero que ha entrado por los ingresos petroleros de Irán, muchos otros se quejan de que el aumento de la liquidez ha doblado o triplicado los precios. El parlamento ha bloqueado la reducción de subsidios y eso ha alimentado más la inflación, que ya está en aproximadamente un 24 por ciento. Pero la crisis económica significa recortes y austeridad, Shamsoddin Hosseini, ministro de economía, dijo ayer que la privatización de las empresas estatales se realizaría en el "marco" de la próxima política económica de Irán.
Esto en parte explica el carácter combativo de un movimiento de oposición furioso y decidido, que ha encontrado un símbolo improbable en un hombre de 68 años de edad, Mir-Hossein Mousavi, que anteriormente formaba parte del establishment iraní, y todavía lo es. Cuando la población comienza a perder el miedo y está dispuesta a desafiar las armas de la policía en un país como Irán, ese es el principio del fin. Este maravilloso movimiento de masas en aún más increíble cuando se ve que está desorganizado y sin dirección.
El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Un millón de personas marcharon desde la plaza Engelob hasta la plaza Azadi, desde la Plaza de la Revolución a la Plaza de la Libertad, ante los ojos de la brutal policía antidisturbios de Teherán. Las multitudes cantaban y gritaban, reían y denostaban a su ‘presidente' como ‘polvo'. Un estudiante hacía un chiste: ‘¡Ahmadinejad nos llamó polvo y se lo demostraremos con una tormenta de arena!'".
Fisk continúa:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Aquí vemos la verdadera cara de la revolución. Las masas se encontraron con la temida policía antidisturbios y simplemente les ignoraron. La policía, se encontró con un movimiento masivo, vacila, y le da paso, "sonriendo tímidamente" y diciendo que sí con la cabeza. Este incidente es una repetición casi exacta de lo que Trotsky describe en su Historia de la Revolución Rusa:
"Después de la reunión mañanera, los obreros de la fábrica de Erickson, una de las más avanzadas de la barriada de Viborg, se dirigieron en masa, con un contingente de unos 2.500 hombres, a la avenida de Sampsonievski, y en una calle estrecha tropezaron con los cosacos. Los primeros que hendieron en la multitud, abriéndose paso con el pecho de los caballos, fueron los oficiales. Tras ellos venían los cosacos galopando a toda la anchura de la avenida. ¡Momento decisivo! Pero los jinetes se deslizaron cautamente como una larga cinta por la brecha abierta por los oficiales. ‘Algunos -recuerda Kajurov- se sonreían, y uno de ellos guiñó el ojo maliciosamente a los obreros'. Aquella guiñada del cosaco tenía su porqué. Los obreros recibieron valientemente, aunque sin hostilidad, a los cosacos, y les contagiaron un poco de su valentía. Pese a las nuevas tentativas de los oficiales, los cosacos, sin infringir abiertamente la disciplina, no disolvieron por la fuerza a la multitud y, renunciando a dispersar a los obreros, apostaron a los jinetes a lo ancho de la calle para impedir que los manifestantes pasaran al centro. Pero tampoco esto sirvió de nada. Los cosacos montaban la guardia en sus puestos con todas las de la ley, pero no impedían que los obreros se deslizaran por entre los caballos. La revolución no escoge arbitrariamente sus caminos. Daba sus primeros pasos hacia la victoria bajo los vientres de los caballos de los cosacos. ¡Interesante episodio!".
La valentía de los manifestantes iraníes fue más impresionante porque muchos ya habían aprendido de los salvajes asesinatos de cinco iraníes en el campus de la Universidad de Teherán, cerrado a punta de pistola por los milicianos Basiji. Fisk describe la escena:
"Cuando llegué a las puertas del colegio ayer por la mañana, muchos estudiantes estaban llorando detrás de la cerca de hierro del campus, gritando ‘masacre' y lanzando trapos negros a través de la malla. Eso fue cuando la policía antidisturbios regresó y cargó en el terreno de la universidad una vez más".
Y de nuevo Fisk:
"En algunas ocasiones, el desfile de la victoria de Mousavi amenazó con quedar aplastado en medio de muros de hombres y mujeres cantando. Se hundía en las alcantarillas y tropezaban con árboles rotos e intentaban mantener el paso de su vehículo, enormes serpentinas de lino verde en cadena frente al vehículo de su líder político. Cantaban al unísono, una y otra vez, las mismas palabras: ‘Tanques, armas, Basiji, ahora no tenéis efecto'. Cuando los helicópteros del gobierno sobrevolaban la zona, estos miles miraban hacia arriba y aullaban sobre el estruendo de las hélices: ‘¿Dónde está mi voto?' Las frases hechas que en estos días titánicos llegan fácilmente, pero era un momento verdaderamente histórico".
Aquellos ciudadanos que no participaban en la manifestación expresaban su solidaridad desde las ventas y tejados, como describe Fisk:
"[...] Un hombre se derrumbó en la carretera, su cara estaba cubierta de sangre. Pero la gran masa de personas se movía, ondeando sus banderas verdes y gritando de gozo junto a miles de iraníes que estaban en los tejados.
"A la derecha, todos vieron la casa de un anciano que salió al bancó, envejecido y tullido, parecía que debía haber recordado el reino del detestado Sha, quizá incluso de su escalofriante padre, Reza Khan. Una mujer que debía tener unos 90 años ondeaba un pañuelo de mano verde e incluso un aciano surgió de un estrecho balcón para ondear al aire su muleta. Desde abajo miles chillaban de alegría ante este anciano.
"Andando al lado de esta gran marea humana, parecía que a todos nos había poseído una extraña temeridad. ¿Quién se atreve a atacarnos ahora? ¿Qué gobierno puede negar a un pueblo de este tamaño y determinación? Preguntas peligrosas.
Fisk señala que los manifestantes no sólo eran personas de clase media y estudiantes:
"No sólo eran los jóvenes, la gente a la moda y las damas morenas del norte de Teherán. Ahí estaban los pobres también, los trabajadores callejeros, mujeres de mediana edad cubiertas con el chador. Unos cuantos niños a sus hombros y niños en brazos, hablándoles de vez en cuando, intentando explicar el significado de este idea a una mente que no recordarían en los años venideros dónde habían estado estos días.
Las manifestaciones de masas eran una réplica exactas de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.
Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió. Las autoridades deben haber sentido que todo lo conseguido en 1979 se les escapaba de las manos. Así es como el Sha fue derrocado hace treinta años, con manifestaciones de masas y la posibilidad de huelga general.
Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.
El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.
La seriedad de la crisis está afectando a la economía. La burguesía iraní está votando con los pies. Hay pánico en la comunidad empresarial debido al resultado electoral, hoy The Financial Times publicaba:
"La comunidad empresarial de Irán ayer se mostró inequívoca en su reacción ante la reelección como presidente de Mahmoud Adhmadinejad. La bolsa de Teherán cayó abruptamente, mientras que los influyentes bazaaries amenazaban con cerrar ayer en señal de protesta".
El hecho de que los bazaaris, que anteriormente eran seguidores sólidos del régimen ahora amenacen con la huelga, es otra prueba del alcance de la revolución y que se extiende constantemente. Sin embargo, la ausencia de una dirección seria significa que el resultado final se retrasa. The Financial Times, que es el órgano más astuto del capital internacional, escribe:
"La oleada de rabia pronto podría amainar, particularmente si la represión se vuelve más brutal. Los analistas están esperando ver si eso provoca campañas de desobediencia civil de segmentos de la sociedad que habían apoyado a Mousavi, incluidos empresarios de los bazares de Irán que hoy amenazaron con la huelga, de los sindicatos y estudiantes, o protestas de los clérigos que también habían apoyado su candidatura.
"'Habrá a partir de ahora muchas explosiones esporádicas sobre distintas cuestiones, en cuanto la población piense que no hay ninguna salida pacífica para conseguir el cambio' según explica un analista".
Esta perspectiva es similar a la que plantee en mi primer artículo. Incluso las huelgas más tormentosas y manifestaciones callejeras no pueden resolver la cuestión central: la cuestión del poder estatal. No basta con que algunos policías sonrían a los manifestantes. A menos que la policía y el ejército se pasen al lado de la población, las armas de la República Islámica siguen en manos de la administración de Ahmadinejad y sus protectores clericales. La cuestión de la dirección aún es primordial.
En 1999, el régimen reprimió una oleada de malestar estudiantil en cuestión de días, en esta ocasión, los protestantes parecen más fuertes. Los intentos de represión han tenido el efecto contrario al que pretendían. Existe un furioso fermento en la Universidad de Teherán después del asalto brutal de las bandas armadas de Ahmadinejad. Algunos dicen que miembros de la milicia religiosa atacaron sus dormitorios. "Golpearon a nuestros amigos y se llevaron por lo menos a cien estudiantes. No tenemos noticias de sus paraderos", decía uno. 120 profesores universitarios han dimitido en señal de protesta.
Pero la valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Kerensky y el padre Gapón pertenecen a la misma categoría filosófica. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas. Primer ministro en los años ochenta, había desaparecido de la opinión pública y dedicado su tiempo a su pasatiempo favorito: la pintura abstracta. Ahora la historia parece que la ha cogido por el cuello y empujado a la primera línea, donde ve una espectáculo nada cómodo.
A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. En realidad, se había presentado a presidente como un "principista" que busca el regreso a los verdaderos valores y principios de la revolución islámica de 1979. Pero su mensaje había encajado con las reivindicaciones de más libertad democrática y una gestión pragmática de la economía.
Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.
Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.
Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, Mosuavi tiene otras ideas. Fisk escribe lo siguiente sobre la manifestación:
"Mirhossein Mousavi estaba entre ellos, montado en un automóvil en medio del calor y el humo, sin reír, asombrado e inconsciente de que esta épica manifestación podría florecer en media de la desesperanza del derramamiento de sangre poselectoral en Irán. Puede que oficialmente perdiera las elecciones del viernes, pero ayer fue su desfile electoral de la victoria por las calles de su capital. Terminó, inevitablemente, en disparos y sangre".
El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar. Las vacilaciones de Mousavi se han destacado en la prensa burguesa. The Financial Times dice:
"Ha aparecido roto entre las peticiones de que continúen las protestas y que se detengan para evitar la violencia y la pérdida de vida presenciada la noche pasada. [...] Mousavi inicialmente desconvocó la protesta del viernes por temor a la violencia, pero después se unió a los manifestantes en las calles. El dilema al que se enfrenta es que las manifestaciones marcan la mayor protesta pública desde la revolución islámica de 1979".
Según su portavoz, Mousavi ha pedido a aquellos que le apoyan que no asistan al mitin planificado para hoy en la capital. "Mousavi... pidió a sus seguidores que no asistan al mitin de hoy para proteger sus vidas. El mitin de los moderados se ha cancelado", según dijo el portavoz. Pero en el momento de escribir estas líneas la radio informe de grandes multitudes de nuevo reunidas en las calles de Teherán y las noticias dicen que las manifestaciones aún son más grandes que las de ayer.
La posibilidad de un enfrentamiento sangriento siempre está presente. Esto es lo que comenta un periodista:
"La rabia y el odio en los ojos de ambas partes, independientemente del resultado, enfurecerá a algunos [...] La policía intenta mantenerse lo más civilizada posible, pero no todos escuchan a los comandantes de la policía. [...] No es fácil pedirles calma. ¿Qué sucederá cuando se rompa la cadena de mando, cuando ambas partes pasen al enfrentamiento y no escuchen a sus comandantes? Esta es una situación muy peligrosa".
Sin embargo, dado el nivel de rabia popular, el efecto de esta situación no será la que se pretendía. Un solo enfrentamiento sangriento, y toda la situación explotará. La idea de una huelga general ya se ha planteado. Un acto a gran escala de terrorismo de estado se encontrará con una oleada de huelgas y protestas que rápidamente podrían transformarse en una insurrección en las líneas de 1979. Mousavi está desesperado por evitar esta situación. Según dice: "Cuando a alguien que le gusta la policía, yo les recomiendo evitar reacciones duras hacia las acciones de personas motivadas por ellas mismas y que no permitan que la confianza de la población en este valioso órgano sea dañada".
Las actuales protestas fueron ya pronosticadas por los marxistas. Hace casi diez años dijimos que las grandes manifestaciones estudiantiles eran "los primeros disparos de la revolución iraní". Pocas personas prestaron atención a ese pronóstico. Pero Irán ha continuado en primera línea de las perspectivas de la CMI. En un discurso ante el congreso mundial de la CMI en agosto de 2008 dije lo siguiente:
"Irán está maduro para la revolución. Allí tenemos todas las condiciones enumeradas por Lenin para la revolución: divisiones por arriba, fermento entre la clase media, una poderosa clase obrera con tradiciones revolucionarias, oleadas importantes de huelgas, etc., El único factor ausente es el factor subjetivo, el partido revolucionario. El trabajo de nuestros compañeros iraníes es de gran importancia para la CMI. Debemos ayudarles.
"La situación en Irán es muy similar a la de Rusia antes de 1905. Una vez que las masas iraníes comiencen a moverse, que tengan cuidado. La revolución puede tomar diferentes caminos pero de una cosa podemos estar seguros, ¡no será una insurrección fundamentalista! 28 años de mulás en el poder les ha desacreditado totalmente entre las masas y la juventud. La mayoría de la población es joven y fresca, estarán abiertos a las ideas revolucionarias y al marxismo. La revolución iraní cambiará toda la situación en Oriente Medio, mostrando que el genuino antiimperialismo no necesita ser fundamentalista. Tendrá un impacto en toda la región".
Estas palabras han sido totalmente reivindicadas por los recientes acontecimientos. La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes. Pero, como pronosticamos en su momento, estos reveses serían sólo temporales:
"Debido a la falta de dirección, la represión podría tener el efecto de posponer el movimiento temporalmente, pero sólo a costa de provocar más tarde explosiones más violentas e incontrolables". (Los primeros disparos de la revolución iraní. 17 de julio de 1999). Este pronóstico ha quedado totalmente confirmado por los acontecimientos. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.
Sobre las tareas urgentes del movimiento revolucionario escribí en aquel momento:
"Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectiva claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.
"Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros. Una vez la clase obrera de Irán tenga el poder en sus manos, pueden comenzar un movimiento que se extienda como una bola de fuego por toda la región. Tendría un efecto mayor que la revolución rusa de 1917, especialmente si está dirigido por un partido marxista revolucionario consciente. La creación de este partido es por tanto la tarea más urgente para la vanguardia de los trabajadores y estudiantes iraníes. Armados con las ideas, programa y estrategia correctos, la clase obrera iraní será invencible".
No hay mucho más que añadir a eso. No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.
Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.
¡Viva la revolución iraní!
¡No a la represión y la tiranía!
¡Trabajadores del mundo uníos!
Fuente: El Militante
En el libro de La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels a sus 24 años de edad hace un análisis a profundidad del tema incluyendo aspectos que siguen siendo relevantes hoy. Pese al avance en el nivel de vida de la sociedad en la Inglaterra moderna y en el resto del mundo con respecto al siglo XIX, no nos hemos librado de toda clase de afectaciones resultado del sistema depredador de hombres al que estamos sometidos. Desde el nacimiento del capitalismo inició un proceso de pérdida de medios de trabajo, con la fabricación de nuevas tecnologías cada vez más avanzadas, los pequeños productores estaban condenados al fracaso, a renunciar a la competencia contra las grandes maquinarias y sin más opciones ofrecer en el mercado lo único que le quedaba, su fuerza de trabajo, convirtiéndose así en una nueva clase.
Con la invención de las nuevas máquinas de hilar fue posible proveer mucho más hilo que antes, pronto hubo más hilo del que podían tejer los obreros existentes. “La demanda de productos textiles que, ya de por sí, estaba en aumento, se incrementó de nuevo debido a los precios más bajos de estos productos, como consecuencia de la reducción de gastos de producción por el empleo de la nueva máquina. Como resultado, hubo necesidad de emplear a más tejedores y el salario de éstos se elevó. Y, como desde entonces el tejedor podía ganar más consagrándose a su oficio, abandonó lentamente sus ocupaciones agrícolas y se dedicó enteramente a la industria textil. Así es cómo la clase de los tejedores agrícolas desapareció poco a poco completamente, fundiéndose en la nueva clase de aquellos que eran exclusivamente tejedores, que vivían únicamente de su salario, no poseían propiedad, ni siquiera la ilusión de la propiedad que confiere el arriendo de tierras. Se convirtieron por tanto en proletarios (working men).” Los avances continuaban y la migración a las ciudades aumento radicalmente.
Con la venta de su fuerza de trabajo, el obrero está enfrentándose a una nueva situación en la que no tiene la vida asegurada. Su mercancía está sometida a las leyes del mercado, como cualquier otra y por ende puede perder la cosa más preciada, su trabajo, en cualquier momento y este peligro es constante. A diferencia de un esclavo que vende su vida de una vez y para siempre asegurando a la vez su subsistencia, el obrero la vende todos los días sin tener nada seguro. Hoy como hace dos siglos, la clase obrera se enfrenta a una lucha constante por su supervivencia, a ello agregamos las bondades del capitalismo recalcitrante que entre otras cosas afecta severamente a la salud de millones de personas, fundamentalmente de las familias obreras, a consecuencia del desgaste físico y sicológico al que las somete.
Con el desarrollo de la industria, las nuevas ciudades comenzaron a transformarse. El centro principal de la industria textil, Lancashire, se trasformó totalmente. Ahí se duplicó su población en 80 años y surgieron ciudades gigantescas como Liverpool y Manchester. El desarrollo continuaba y se extendía, la industria textil experimentaba constantes innovaciones, pero no era la única, con ella se desarrollo además el “empleo de la fuerza mecánica en la industria, la demanda de máquinas, combustibles, material de transformación redobló la actividad de una multitud de obreros y de oficios. Sólo con el empleo de la máquina de vapor es que se empezó a dar importancia a los inmensos yacimientos carboníferos de Inglaterra (…) y es entonces solamente gracias a la mayor pureza de los materiales disponibles, gracias asimismo al perfeccionamiento de las herramientas, a las nuevas máquinas, y a una división más minuciosa del trabajo, que la fabricación de productos metalúrgicos devino importante en Inglaterra.”
Mientas tanto se abandonó la agricultura. Un gran número de terrenos se hallaban vacantes, y allí se instaló la nueva clase de los hacendados, arrendando la tierra, aumentaron la producción de las tierras con mejores métodos agrícolas y una explotación en escala más grande. Ahora quedarse en el campo implicaba competir con estos grandes productores de modo que los obreros no tenían más opciones que seguir emigrando hacia las ciudades que absorbían mano de obra a bocanadas. Pero todo ello llegó a un límite: junto a la explosión demográfica producto de las buenas condiciones de las que se gozó al inicio de la Revolución Industrial, la mano de obra excedió a la oferta de trabajo y los salarios cayeron, arrastrando a la miseria a masas de obreros y sus familias.
El tremendo desarrollo de las ciudades fue a costa de la constante degradación de la vida de los obreros, siendo ellos los que lo habían posibilitado. Encontrar un trabajo se convierte en una suerte, un “favor que la burguesía hace al obrero”. Sin empleo la perspectiva de morir de hambre llevaba al robo y la delincuencia y esto se convirtió en una salida para miles generando un ambiente de descomposición social. A eso sumamos las pésimas viviendas en que vivían miles de obreros y sus familias. La industria de la construcción, voraz de beneficios, omitía las medidas más básicas de construcción de viviendas adecuadas y salubres, sin ventilación, en la parte más fea de la ciudad, sin pavimentación, muchas de ellas se encontraban a orillas de desagües, en barrancos y zanjas, que representaban un peligro constante. No había un sistema de desagüe, los residuos quedaban en la superficie, muy cerca de las viviendas, creándose focos de infecciones y contaminación del ambiente; las casas de estas zonas no se salvaron del cólera.
Las epidemias se propagaban fácilmente en estas grandes ciudades. Éstas contaban con una población mayor a los 2 millones de habitantes. La mayoría hacinados, familias enteras de siete u ocho miembros vivían en un cuarto de 6 metros cuadrados. En Manchester la cifra se encontraba entre 4 mil y 5 mil hombres y mujeres en esta situación. En muchos casos la cama no era más que los harapos que traían puestos generalmente de algodón y mal adaptados para el clima. Los padres de familia contaban sólo con la ropa de trabajo y en la pieza no había si acaso algún mueble viejo, una mesa, una silla, incompletas por la necesidad de madera para ahuyentar el frío, y constantemente llenas de suciedad. “En la parroquia aristocrática de St. George, Hanover Square, vivían 1465 familias obreras; en total unas 6 mil personas, en las mismas condiciones; y allí también más de dos tercios de las familias apiñadas cada una en una sola pieza”.
En Bristol, de dos mil 800 familias de obreros el 46% no tenía más que una sola habitación. Con miles en las mismas condiciones, no era de extrañar que las epidemias se propagaran rápida y ferozmente. En estas circunstancias no es extraño que lo que queda a la mano se convierta fácilmente en un exceso, como el consumo del alcohol y el sexo.
La mala salud se convierte en un problema social a escala masiva, producto de las pésimas condiciones de existencia. Por todos lados la salud se ve afectada, por los espacios viciados y descompuestos.
Pero esto no es lo único, otro problema que afecta a la salud, es lo que tomaban como alimento. La clase obrera inglesa cobraba los sábados por la tarde, eso significaba que la compra de comida se realizaba por la tarde cuando la clase media ya había arrasado con los mejores productos, por lo que no tenían oportunidad de escoger lo que compraban, además de que generalmente no podían adquirir mejores productos por su elevado costo. De tal forma que lo que consumían era de lo peor en el mercado: vegetales y lácteos en descomposición; estos productos no podían consumirse más allá del siguiente día. Los pequeños comerciantes se aprovechaban de la falta de alternativas para estos obreros, vendiendo productos adulterados, de bajísima calidad y reduciendo las cantidades por el mismo precio. Según informes del Manchester Guardian se vendía mantequilla salada por mantequilla fresca, ya sea cubriéndola con una capa de esta última, ya sea colocando una libra de mantequilla fresca en el mostrador para que el cliente la pruebe. Se mezclaba arroz pulverizado con el azúcar u otros artículos baratos y se vendía a mayor precio, hasta se llegaba a mezclar el café en grano, dándole a la mezcla la forma de granos de café, el cacao se mezclaba con tierra, etc.
La dieta era muy básica, casi sin incluir carne, lo cual se reflejaba en enfermedades que eran cotidianas entre los niños, jóvenes y adultos, como las escrófulas o el raquitismo (enfermedad inglesa, excrecencias nudosas que aparecen en las articulaciones) “…muy extendido asimismo entre los niños de los trabajadores. La osificación es retardada, todo el desarrollo del esqueleto retrasado, y además de las afecciones raquíticas habituales, se comprueba con bastante frecuencia la deformación de las piernas y la escoliosis de la columna vertebral.” Todo ello además de la tisis o el tifus, productos de la mala ventilación, la humedad y el desaseo. En 1837 el tifus atacó aun más agresivamente, el 16.5 por ciento de los enfermos murió. Con cada nueva crisis una epidemia de enfermedades aparecía, esta furia del tifus en 1837 fue un juego de niños como lo escribe Engels comparada con la que siguió a la crisis de 1842. La sexta parte del número total de pobres en toda Escocia fue víctima de esa fiebre.
Los obreros no tienen posibilidad de acudir a un medico, el costo es demasiado elevado y las alternativas que se le ofrecen son generalmente charlatanería que habitualmente resultaban nocivos. “Los obreros ingleses toman ahora sus medicinas patentadas, perjudicándose ellos mismos mientras que los fabricantes se benefician con su dinero. Entre esos remedios, uno de los más peligrosos es un brebaje a base de opiados, en particular de láudano, vendido bajo el nombre de "Cordial de Godfrey". Algunas mujeres que trabajan a domicilio, que cuidan sus niños o los de otras personas, les administran ese brebaje para mantenerlos tranquilos y fortificados, al menos muchos así lo piensan. Desde el nacimiento de los niños, ellas comienzan a usar esos remedios, sin conocer los efectos de ese "fortificante" hasta que los niños mueren debido al mismo. Mientras más se acostumbra el organismo a los efectos del opio, más se aumenta las cantidades administradas. Cuando ya el "Cordial" no hace efecto, también se da algunas veces láudano puro, de 15 a 20 gotas de una vez. (…) [los niños] se vuelven pálidos, apagados, débiles y la mayoría mueren antes de cumplir dos años de edad”. Los medicamentos patentados, como pudimos ver con la influenza en México, sólo beneficia a la burguesía que especula con nuestra salud.
En tiempo de crisis las cosas son todavía peor: “cada crisis barrería sin duda a parte de la población "excedente" que moriría de hambre. Pero como el período más grande de la depresión económica es a pesar de todo muy breve -un año, a lo sumo 2 años ó 2 años y medio-, la mayoría de ellos salva el pellejo a costa de graves privaciones.” Cada crisis provoca una multitud de víctimas, debido a enfermedades.
Incluso la salida que puede encontrar como distracción a su miseria y la falta de educación, daña la salud de los obreros. El consumo excesivo del alcohol hace de su cuerpo debilitado una presa de toda clase de enfermedades y avería su sistema inmunológico. Y la propagación de enfermedades es favorecida por la aglomeración de las tabernas.
En 1839-1840 “Según el informe del registrador general G. Graham, la mortalidad anual en toda Inglaterra y el país de Gales es ligeramente inferior al 21/4 por ciento, es decir, que anualmente muere un hombre de cada 45”. En Manchester moría uno de cada 30, sin embargo “…en Prescott, habitado por mineros del carbón y que, puesto que el trabajo de las minas está lejos de ser sano, se sitúa muy por debajo de las zonas rurales por lo que toca a la higiene. Pero los obreros residen en el campo y la mortalidad se cifra en 1 por 47.54”. Lo cual significa que la afectación más grave de salud se producía entre los obreros de la ciudad, debido a todas las condiciones de vida antes descritas.
Como queda claro, la situación de la clase obrera inglesa era deplorable. Increíblemente a dos siglos la historia sigue siendo así en muchos sitios de África, América Latina y Asia. Las epidemias son un absurdo en pleno siglo XXI, en la era de las computadoras y el micro chips, cuando se habla de la creación de inteligencia artificial. A lado de esos desarrollos suena increíble que la salud de millones de hombres siga siendo mermada debido a falta de condiciones adecuadas para vivir y trabajar.
Pero esa es solamente la situación en la vida cotidiana de las ciudades y fuera de las fábricas. Lo peor aún no se ha dicho, miles de obreros fabriles se ven obligado a trabajar en condiciones inhumanas con la presión moral de ser despedido en cualquier momento, por quedarse dormidos, por no ir al ritmo de las inagotables máquinas, por no aceptar y rendir las más de 12 horas de trabajo, en las que comúnmente se pasan nueve de esas horas sin parar un solo momento. Todo lo relatado por Engels en este libro es aterrador. La situación de los niños, hijos de obreros, engendros de la mala condición física de su madre, habitualmente también trabajadora, y condenado desde antes de su nacimiento a una existencia precaria es traído al mundo débil, expuesto a cualquier enfermedad e incluso ya enfermo. Aún así se ve obligado a trabajar desde muy pequeño para ayudar al sustento de la familia. Los niños son privados del aire fresco, del juego que le permitirá fortalecer sus músculos, y la convivencia que le ayudara a un desarrollo integral. Nada de eso existe para un niño obrero, en cambio se presenta ante él el ambiente viciado y asfixiante de la fábrica, que lo explota por largas jornadas, lo mismo es para el resto de su familia.
Los obreros y obreras, ya sean adultos o niños, ven seriamente afectada su saludo debido a las condiciones de trabajo en la fábrica. Las largas horas de trabajo de pie deforma su columna vertebral, las caderas y las piernas; en los trabajos de afilado de cuchillos, las minas, etcétera. Las partículas metálicas cortantes se introducen en los pulmones para asegurar una muerte prematura: estos trabajadores no viven más de 35 o 45 años. Las mujeres y los niños de la costura y confección, sufren deformaciones en columna y manos, la vista de ve afectada al grado de la ceguera y la tuberculosis es casi inevitable. Se genera un agotamiento considerable de toda la energía física y por ende todo género de males. El ambiente en las fábricas es generalmente caluroso y húmedo, por lo que los obreros llevan poca ropa puesta, sin embargo, al cambio de temperatura al salir, o al entrar una ráfaga de viento fresco causaba resfriados que fácilmente podían complicarse. Los obreros ingleses se veían seriamente afectados por las enfermedades crónicas, de modo que ante una enfermedad ya presente el ambiente de la fábrica y estos cambios de temperatura traen mayores complicaciones.
El ambiente depresivo y el constante estrés también juegan si papel en el debilitamiento del sistema inmunológico, de modo que los obreros ingleses del siglo XVIII tienen una vida raquítica repleta de enfermedades constantes y crónicas, todo ello para asegurarse sólo el sustento mínimo necesario para la vuelta al trabajo al día siguiente. De este modo miles de obreros son absorbidos por el capitalismo para arrojar ganancias a la burguesía. La burguesía no está dispuesta a comprar asientos, a brindar servicio médico, ni a elevar los salarios o mejorar las condiciones de la fábrica: esto se traduciría en menores ganancias para ella. Los obreros ya que ya no pueden dar más de sí son simplemente reemplazados por algunos de esos miles sin empleo. De modo que antes de conservar la mano de obra acuden a su reemplazo.
En este 2009, ante esta crisis económica, las condiciones de trabajo se precarizan cada día más. En cada crisis económica los niveles de vida se desploman, la vida en la fábrica se hace más sombría afectando severamente la salud y el ánimo de los obreros, no podría ser de otro modo. Es gracias a esto que el capitalismo se mantiene en pie y en esta etapa de imperialismo la situación sólo se a extendido fuera de Inglaterra más no a desaparecido y no lo hará hasta que se resuelva la contradicción entre los millones de pobres, productores de riquezas “ajenas”, y la burguesía que basas sus beneficios en la explotación de la clase trabajadora. Por consecuencia los problemas de salud no hallarán soluciones reales sin que se cambie radicalmente de raíz esta sociedad eliminado la propiedad privada capitalista. La revolución hoy más que nunca es posible y necesaria. ¡Socialismo o barbarie!
Para defender a los obreros es necesario avanzar a la lucha socialista
El día 1° de junio se hizo presente del Monumento a la Revolución al Zócalo de la Cd. De México la fuerza obrera agrupada en el SME, ATM, SNTE, Mineros (SMMSyCRM) y otros. Militante estuvo presente distribuyendo material, vendiendo el periódico y con la librería da clásicos del marxismo y otros textos dándole difusión a las ideas del socialismo científico.
Debemos decir que fue una marcha pequeña, probablemente uno de los factores más influyentes de esta situación es que el uno de junio si es día laboral, sin embargo es recalcable que se haya realizado la marcha pues mientras varias confederaciones habían previsto marchar para este día al final organizaciones como la CROM o la CTM no convocaron a nada, estos es, nosotros creemos, por que las bases de las organizaciones que marcharon este día están un paso adelante en la línea de la lucha obrera y del asalariado contra el capitalismo y su explotación neoliberal salvaje, por lo tanto es acción en respuesta es apropiada.
Conforme pasaban los oradores nos pudimos percatar que este tipo de acciones no siempre van acompañadas de la firme decisión de los dirigentes sindicales de llevar la lucha obrera al plano de la lucha de la humanidad contra el depredador burgués, pues tal y como lo dijo Martín Esparza, secretario general del SME, toda la lucha obrera contra la crisis, la carestía y la defensa del empleo y las industrias públicas, se reduce a la defensa de la constitución y como el mismo menciono la lucha electricista del 99, nosotros preguntamos: la lucha del 99 fue para impedir la reforma a los artículos 25 y 27 de la Carta Magna y se gano ¿eso ha impedido la privatización del sector por otros medios? Sabemos bien la respuesta, es necesario llevar el programa político de la clase obrera más allá de las reivindicaciones inmediatas y darles una perspectiva en la revolución social.
El otro caso interesante fue el de los mineros que estaban ahí para protestar por la estrategia de asfixia que han manejado el gobierno federal y los patrones contra la huelga de Cananea y hubo algunas consignas que inclusive se dejaron entre ver en el discurso de los mineros y nosotros apoyamos, lo completamos y lo decimos abiertamente, hay que dar un paso al frente, si en 1906 hubo huelga, ahora en 2009 lo que se necesita el la toma de la empresa y su gestión bajo control obrero, si a la empresa no le interesa a los trabajadores si, esa idea es la que necesitamos discutir entre los círculos obreros y entre la base para tomar acciones.
Si una cosa dejo entrever esta marcha es que no nos podemos quedar donde estamos, está bien defender lo que ya se ha ganado pero hay que ir hacia adelante, en Militante ofrecemos una alternativa política ante la inmovilidad de las actuales direcciones sindicales, organízate con nosotros por la construcción de corrientes sindicales democráticas, clasistas y revolucionarias que utilicen al marxismo para una política de vanguardia en la lucha obrera y de todos los explotados contra el futuro cruel que nos ofrece el capitalismo.
El marxismo parte de la idea de que la "violencia es la partera de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas una nueva", que el Estado en última instancia está formado por cuerpos de hombres armados que son un instrumento de la clase dominante para la opresión de otras clases. Nunca en ningún momento hemos negado que la clase obrera, cuando se propone transformar la sociedad inevitablemente se encontrará con la resistencia de las clases poseedoras o que esta resistencia en determinadas condiciones pueda desembocar en una guerra civil.
Sin la ayuda de los reformistas, estalinistas y los dirigentes sindicales, no sería posible mantener durante mucho tiempo el sistema capitalista. Esta es una idea importante en la que hemos insistido continuamente. Los dirigentes de los sindicatos y partidos reformistas en todos los países tienen en sus manos un poder colosal, mucho mayor que en cualquier otro momento de la historia. Pero como explica Trotsky, la burocracia obrera es la fuerza más conservadora de la sociedad. Utiliza su autoridad para apoyar al sistema capitalista. Por eso Trotsky decía que, en última instancia, la crisis de la humanidad se reducía a una crisis de la dirección del proletariado.
El desarrollo de las fuerzas productivas ha provocado un aumento considerable del peso relativo de la clase obrera dentro de la sociedad. A pesar de todo su heroísmo, las insurrecciones proletarias del siglo XIX en realidad estaban condenadas al aislamiento y la derrota como resultado del dominio arrollador del campesinado y la pequeña burguesía urbana, que daba un poder colosal al aparato del estado de la clase dominante. La insurrección que llevó a la Comuna de París de 1871 fue víctima de estas circunstancias y, para empeorar la situación, la debilidad de la comuna se mezcló con defectos muy serios por parte de la dirección.
En el transcurso del siglo que acaba de terminar, la revolución socialista se podría haber realizado en muchas ocasiones. Y si, aparte de la revolución de 1917 contra el imperio zarista, la clase obrera no ha conseguido triunfar en ninguna otra parte ni controlar el poder durante mucho tiempo, la explicación no se encuentra en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas ni en la correlación de fuerzas resultante entre las clases en contienda, sino esencialmente en la bancarrota política de la dirección de las organizaciones obreras.
La revolución socialista se ha retrasado debido a la degeneración reformista de la dirección de la clase obrera. Pero eso ha significado que la base material para la futura sociedad socialista (el nivel general de desarrollo de la capacidad productiva y la técnica) que la clase obrera heredará del capitalismo una vez en el poder, estará a un nivel incomparablemente superior al que heredaron los bolcheviques del zarismo en 1917, o que el habrían heredado los trabajadores británicos, franceses o alemanas si hubiesen conseguido tomar el poder en los años veinte y treinta.
Junto con el desarrollo de los medios de producción se ha producido un profundo declive de la propiedad a pequeña escala. El control de la economía se ha concentrado cada vez en menos manos, con el correspondiente aumento del tamaño de la clase obrera. En Francia, por ejemplo, en el momento de la crisis revolucionaria de 1936, la mitad de la población vivía de la agricultura, mientras que hoy la población rural sólo representa el 6 por ciento del total de la población. La clase obrera ha crecido no sólo en número sino también en términos de potencial de lucha. Una huelga general organizada adecuadamente en las condiciones modernas conseguiría paralizar completamente la economía de un país determinado, particularmente en las zonas económicamente más desarrolladas del mundo. La cuestión decisiva es la dirección y el grado de preparación de la clase obrera, tanto organizativa como políticamente.
¿Qué conclusiones generales se pueden sacar de lo dicho anteriormente? En primer lugar, podemos decir que el aumento del nivel de urbanización y el grado cada vez mayor de la sofisticación técnica de la industria, significa que la clase obrera se encontrará en una situación generalmente más favorable al comienzo de la revolución de lo que sucedía en el pasado. En segundo lugar, como regla general, se puede decir que cuanto más fuerte sea el partido revolucionario, mayor su éxito a la hora de aglutinar a la clase obrera alrededor de su programa y ganar la simpatía de la base de las fuerzas armadas, por tanto, más rápido superará la resistencia de la clase dominante y habrá menos violencia y pérdida de vidas.
Sería totalmente posible la transformación pacífica de la sociedad si los dirigentes sindicales y reformistas estuvieran dispuestos a utilizar el poder colosal que tienen en sus manos para cambiar la sociedad. Si los dirigentes obreros no hacen eso, entonces podrían correr ríos de sangre y sería total responsabilidad de los dirigentes reformistas.
En realidad, como veremos, en el transcurso de las últimas siete décadas, los trabajadores podrían haber tomado en muchas ocasiones el poder en Francia, Italia, España, Gran Bretaña y Alemania si hubiera existido un partido revolucionario capaz de llevar a cabo esta tarea. Se han perdido muchas oportunidades revolucionarias debido a las traiciones del reformismo y el estalinismo. La clase obrera pagó con sangre estos crímenes de la dirección. Todo depende de la correlación de fuerzas nacional e internacionalmente y, sobre todo, de nuestra capacidad de ganar a los sectores decisivos de la clase obrera para el programa del marxismo.
En ningún momento hemos negado la posibilidad de la violencia y la guerra civil en unas condiciones determinadas. Pero, contrariamente a lo que dicen los reformistas y la burguesía que siempre intentan asustar a los trabajadores con el espectro de la violencia y la guerra civil, y las sectas que no pierden la oportunidad de anunciar su entusiasmo por la "revolución sangrienta", prestando con ello un gran servicio a la burguesía y los reformistas, nosotros insistimos en que defendemos la transformación pacífica de la sociedad, y situamos toda la culpa de cualquier violencia sobre los hombros de la clase dominante y los dirigentes reformistas.
Dejamos absolutamente claro que estamos a favor de la transformación pacífica de la sociedad, que estamos dispuestos a luchar por esa transformación pero, al mismo tiempo, advertimos que la clase dominante luchará para defender su poder y privilegios. Esta es la postura tradicional del marxismo, que ha sido expuesta en cientos de ocasiones en los escritos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, y en los escritos de la CMI.
¿Dialéctica o formalismo?
La posición básica fue expuesta por Lenin en El Estado y la revolución donde escribe:
"La idea de Marx consiste en que la clase obrera debe destruir, romper, la ‘máquina estatal existente' y no limitarse simplemente a apoderarse de ella".
Marx explicó que la clase obrera no puede simplemente basarse en el poder estatal existente, que debe derrocarlo y destruirlo. Esa idea es ABC para un marxista. Pero después de ABC el alfabeto tiene otras letras. En El Estado y la Revolución, Lenin criticaba a los reformistas por presentar la revolución socialista como un cambio lento, gradual y pacífico. Pero el mismo Lenin fue capaz de afirmar en 1920 que en Gran Bretaña, debido al enorme poder del proletariado y sus organizaciones, sería totalmente posible llevar a cabo la transformación socialista de modo pacífico e incluso a través del parlamento, si los sindicatos y el Partido Laborista hubiesen estado dirigidos por marxistas.
La posición de Lenin sobre la revolución era concreta y dialéctica, no formalista y abstracta. Lenin abordaba la revolución a la luz de las condiciones históricas concretas predominantes en cada país. Por supuesto, las tareas básicas del proletariado son las mismas en todos los países. Es necesario que la clase obrera se constituya como clase en y por sí misma, que tenga un partido revolucionario con una dirección marxista correcta; es necesario superar la resistencia de los explotadores, aplastar el Estado, etc.,
Estas consideraciones generales, aunque perfectamente válidas y correctas, no agotan en absoluto toda la cuestión de las formas y etapas concretas por las que pasará la revolución, mucho menos las tácticas específicas que se deben aplicar. Éstas no se pueden aprender de memoria como recetas de un libro de cocina revolucionario. Ese manual no existe y, si existiera, será más malo que bueno para aquellos que intentasen utilizarlo.
Las condiciones en las que se desarrolla la revolución cambiarán de un país a otro y de un período a otro. Eso es obvio. Y también es obvio que las tácticas específicas del partido revolucionario también diferirán de acuerdo con estas condiciones. Cuestiones como el peso específico del proletariado en la población, sus relaciones con otras clases, la fuerza de sus organizaciones, su experiencia, nivel cultural, tradicionales nacionales y temperamento, todas entran en la ecuación.
Sobre todo, el factor decisivo es la fuerza y la madurez del factor subjetivo, el partido revolucionario y su dirección (aunque incluso esta observación no tiene validez absoluta; ha habido casos donde la revolución se ha llevado a cabo, aunque no consolidado, sin un partido revolucionario, como en la Comuna de París, Hungría en 1956 o hoy en día en Venezuela). Esta es la cuestión clave. Pero exactamente cómo se construye el partido y sobre todo cómo se gana la dirección del movimiento de masas, esa la cuestión más decisiva de todas. Más tarde veremos cómo el Partido Bolchevique se convirtió en 1917 en el factor decisivo, con qué tácticas y con qué consignas.
Las ideas básicas del marxismo son las mismas que hace cien años. Pero nuestra tarea no es repetir ideas medio asimiladas como un papagayo, sino desarrollar las ideas de manera creativa y sobre todo ser capaces de aplicarlas al momento en el que vive el proletariado y sus organizaciones. Estas últimas no existen fuera del tiempo y el espacio. Si no queremos convertirnos en una secta estéril, sino realmente echar raíces en las organizaciones de masas, es necesario partir del movimiento obrero real y de la clase obrera que históricamente está condicionada en un momento determinado del tiempo. Este siempre fue el método de los grandes pensadores del pasado, como veremos.
Cómo plantearon la cuestión Marx y Engels
Basándose en la experiencia de la Comuna de París, Marx y Engels señalaron que:
"La comuna ha demostrado, principalmente, que ‘la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines'". (Prefacio a la edición alemana de 1872 de El Manifiesto Comunista)
Estas son proposiciones elementales para cualquier marxista. Pero el marxismo no simplemente es la repetición de ideas básicas, no importa lo correctas que sean. Si ese fuera el caso, todo pequeño sectario sería un gran marxista, como Marx, Engels, Lenin y Trotsky juntos. Es necesario profundizar y extender la teoría a la luz de la experiencia. Este método se puede ver en los escritos de Marx y Engels, cuyas ideas sobre el Estado se desarrollaron durante un período de décadas.
Desde el mismo comienzo, los fundadores del socialismo científico fueron muy cuidadosos a la hora de abordar la cuestión de la violencia, conscientes no sólo del peligro de que el proletariado se viera arrastrado a insurrecciones y aventuras prematuras, sino que además una presentación torpe de esta cuestión sería un regalo propagandístico para los enemigos del comunismo. Así, en la primera declaración programática del marxismo, Principios del comunismo, Engels se expresa con mucha cautela:
"XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
"Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado".
Al final de su vida Engels reconsideró la cuestión de las tácticas revolucionarias en una famosa introducción a La lucha de clases en Francia de Carlos Marx. Las palabras de Engels más tarde fueron utilizadas por los dirigentes de la socialdemocracia alemana para intentar justificar su política reformista. Sin embargo, incluso la lectura más superficial de estas líneas demuestra que Engels no rechazaba la noción de la insurrección, sino que sólo advertía contra el aventurerismo, las insurrecciones a destiempo y las conspiraciones de minorías ("blanquismo"):
"La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora, y con un éxito que sume en la desesperación a nuestros adversarios". (Federico Engels. Introducción a la Lucha de clases en Francia de 1848 a 1850 de Carlos Marx).
Lo importante aquí es comprender la insistencia de Engels en la necesidad del partido revolucionario para ganar a las masas, como condición previa para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. Esto requiere un período más o menos prolongado de propaganda paciente, agitación y organización, utilizando todo tipo de trabajo, incluido el trabajo sindical y parlamentario, para ganar a las más amplias capas de la clase obrera. Este es un tema al que regresaremos más tarde.
En determinadas condiciones Marx y Engels no descartaban la posibilidad de una transferencia pacífica del poder al proletariado, aunque, en aquel momento, ellos creían que el único país donde existían condiciones para esta perspectiva era Gran Bretaña.
En el prólogo a la edición inglesa de 1886 de El Capital, Engels escribe:
"En tales momentos tendrá que escucharse, sin duda, la voz de un hombre cuya teoría íntegra es el resultado del estudio, efectuado durante toda una vida, de la historia y situación económicas de Inglaterra, y al que ese estudio lo indujo a la conclusión de que, cuando menos en Europa, Inglaterra es el único país en el que la inevitable revolución social podrá llevarse a cabo enteramente por medios pacíficos y legales. No se olvidaba de añadir, ciertamente, que consideraba muy improbable que las clases dominantes inglesas se sometieran, sin una ‘rebelión a favor de la esclavitud', a esa revolución pacífica y legal".
En 1918 Lenin escribió un artículo interesante titulado: Infantilismo de ‘izquierda' y la mentalidad pequeño burguesa, que contiene una aproximación más profunda de la posición de Marx y Engels con relación a las tácticas del proletariado en la revolución socialista. Debemos tener en cuenta que es el mismo Lenin que un año antes escribía El Estado y la revolución. Lenin llamaba la atención sobre el hecho de que Marx y Engels, en determinado momento, consideraban que en Gran Bretaña existía la posibilidad de conseguir el socialismo de manera pacífica, e incluso de que los trabajadores "comprasen" al burgués. Mientras señalaban que las circunstancias en Gran Bretaña habían cambiado (como explicaremos), Lenin aquí hace un comentario más general, respondiendo específicamente a Bujarin y a los "comunistas de izquierda" quienes defendían que era impermisible en principio sugerir que era posible que un estado obrero "comprase" al burgués:
"Y Marx decía: en determinadas condiciones, los obreros no se negarán en absoluto a comprar a la burguesía. Marx no se ataba las manos -ni la de los futuros dirigentes de la revolución socialista- en lo que respecta a la forma, procedimientos y métodos de la revolución, pues comprendía perfectamente que se plantearía entonces una cantidad inmensa de nuevos problemas, se modificaría toda la situación en el curso de la revolución, y que la situación cambiaría radicalmente y con frecuencia en el curso de la revolución". (Lenin. Infantilismo de ‘izquierda' y la mentalidad pequeño burguesa. El énfasis en el original).
Marx sobre Gran Bretaña
La casta militar en la época del imperialismo es mucho más fuerte lo que era en las primeras etapas del desarrollo del capitalismo en Gran Bretaña. ¿Por qué Marx señaló a Gran Bretaña como el único país donde era posible una revolución pacífica? La razón dada por Lenin, y la citada con más frecuencia, es que en esa etapa Gran Bretaña "era todavía un modelo de país netamente capitalista, pero sin casta militar y, en una medida considerable, sin burocracia. Por eso, Marx excluía a Inglaterra donde la revolución, e incluso una revolución popular, se consideraba y era entonces posible sin la condición previa de destruir la ‘máquina estatal existente'. (Lenin. El Estado y la revolución).
Como resultado de ciertas peculiaridades históricas (un poder isleño que no requería un gran ejército permanente pero mantenía su dominio de Europa mediante una combinación de fuerza naval y la política de "divide y vencerás"), el Estado en Gran Bretaña era más débil que los demás países europeos, donde la ausencia de estas defensas naturales crearon la necesidad de grandes ejércitos permanentes, con todos los males adyacentes de la burocracia y el militarismo. Marx escribió esas palabras en un momento en que el capitalismo británico aún estaba en su fase progresista de desarrollo, antes del ascenso del imperialismo y el capitalismo monopolista. Lenin explica que en 1917 la distinción que hacía Marx ya no era válida porque en la época de decadencia imperialista el Estado, tanto en Gran Bretaña como en EEUU, era igual a los de otros países capitalistas desarrollados.
Sin embargo, el carácter subdesarrollado del Estado y la relativa debilidad de la casta burocrático-militar era sólo uno de los elementos de la posición de Marx sobre que la transformación pacífica habría sido posible en Gran Bretaña en el siglo XIX. Pero no era la única razón. La fuerza de la clase obrera y sus organizaciones fue una de las principales razones que llevaron a Marx a pensar que los trabajadores podrían tomar el poder pacíficamente, aunque añadió cautelosamente que la clase dominante podría organizar una "rebelión de esclavistas" para intentar derrocar al gobierno de los trabajadores.
En el artículo antes mencionado Lenin habla específicamente de cuáles fueron las razones concretas que llevaron a Marx y Engels a considerar la idea de la posibilidad de una revolución pacífica en Gran Bretaña:
"En Inglaterra la subordinación de los capitalistas a los obreros hubiera podido asegurarse en aquel entonces por las siguientes condiciones: 1) el total predominio de obreros, de proletarios, en la población, como consecuencia de la falta de campesinado (en la Inglaterra de la década del 70 había indicios que permitían esperar una difusión extraordinariamente rápida del socialismo entre los obreros agrícolas); 2) la excelente organización del proletariado en los sindicatos obreros (Inglaterra era entonces el primer país del mundo en ese sentido); 3) la cultura relativamente elevada del proletariado, que no había sido educado por un desarrollo secular de la libertad política; 4) el viejo hábito de los bien organizados capitalistas ingleses -entonces eran los capitalistas mejor organizados del mundo (ahora esta supremacía ha pasado a Alemania- de solucionar por medio de la conciliación los problemas políticos y económicos. Tales fueron las circunstancias que hicieron surgir entonces la idea de que era posible el sometimiento pacífico de los capitalistas ingleses a los obreros". (Lenin. Infantilismo ‘de izquierda' y la mentalidad pequeñoburgesa. El énfasis en el original).
Estas líneas muestran muy claramente que, en opinión de Lenin, la cuestión a discutir no se limitaba en absoluto a las peculiaridades históricas del Estado en el siglo XIX en Gran Bretaña. Explica que las condiciones básicas que planteaban la posibilidad de una transformación pacífica de la sociedad nacían de la correlación de fuerzas de clase excepcionalmente favorable, que a su vez era el resultado del hecho de que Gran Bretaña en aquel momento era el único país del mundo donde la industria capitalista se había desarrollado al máximo.
Es verdad que el Estado británico ahora es más similar al Estado de otros países capitalistas, no es menos cierto que el desarrollo de las fuerzas productivas durante los últimos cien años, y sobre todo desde 1945, ha significo un fortalecimiento enrome de la clase obrera en todas partes. Esto significa que la correlación de fuerzas de clase se ha transformado, en gran medida a favor del proletariado. En la época de Marx, la clase obrera era la mayoría de la sociedad sólo en Gran Bretaña. En la actualidad, el proletariado es la mayoría decisiva de la sociedad en todos los países capitalistas desarrollados, mientras que las reservas sociales de masas de la reacción, especialmente el campesinado, en gran medida ha desaparecido. Este hecho tiene consecuencias muy grandes para las futuras perspectivas de la revolución socialista, sobre todo en los países desarrollados del capitalismo.
La correlación de fuerzas de clase
La desaparición del campesinado en Francia y otros países tiene una importancia de primer orden en el debilitamiento de las reservas sociales de masas de la reacción. Debemos recordar que el campesinado formaba la columna vertebral de la reacción bonapartista y, en cierto modo, de la reacción fascista en el pasado. ¿Este hecho por sí y en sí mismo garantiza que la reacción está descartada? En absoluto.
En realidad, incluso en Gran Bretaña, donde la clase obrera ha constituido la mayoría de la población durante más de cien años y donde el campesinado no existe, existiría la posibilidad de la reacción bonapartista, probablemente bajo el disfraz de algún tipo de golpe bonapartista monárquico (aunque la monarquía hoy en día no es la fuerza que era, sin embargo, aún tiene considerables reservas de apoyo entre capas atrasadas de la población) si la clase obrera no consigue transformar la sociedad. Y esto es aún más cierto en países como Italia, España y Grecia, donde la debilidad extrema del capitalismo se expresa en una profundización de la crisis política y la continua inestabilidad.
Un programa de clase
¿Cómo revelamos el peligro de la reacción a los jóvenes y trabajadores avanzados? Es necesario avisar a los jóvenes y trabajadores de la amenaza de la reacción. Sobre todo, es necesario armar a los cuadros con una comprensión clara del fascismo y el bonapartismo. Un régimen bonapartista sería inestable y probablemente no duraría muchos años. No obstante, la experiencia de Chile, Grecia y Argentina demuestra que este régimen representaría una pesadilla para la clase obrera. La burguesía "democrática" no vacilaría en desatar a las bandas fascistas contra las organizaciones obreras, o utilizar el asesinato, la tortura y todo tipo de intimidación para defender su dominio de clase.
Sin embargo, es necesario mantener un sentido de la proporción. La histeria estridente de las sectas, para quienes el fascismo siempre está "a la vuelta de la esquina", simplemente maleduca a la minoría de trabajadores y jóvenes que desafortunadamente caen bajo su influencia. No tienen en cuenta la naturaleza del período actual, la correlación de fuerzas de clase o los intereses de la burguesía.
El callejón sin salida del capitalismo tiende a agitar a sectores de la pequeña burguesía y del lúmpemproletariado demente. En determinadas circunstancias pueden apoyar a la clase obrera, cuando esta última demuestra en la acción que está preparada para situarse como verdadero amo de la sociedad. Pero si la clase obrera es paralizada por sus dirigentes estas capas pueden girar hacia la reacción.
El crecimiento de los ataques racistas en todos los países es un reflejo del callejón sin salida del capitalismo y de la reacción frenética de capas de lúmpenes desmoralizados. Durante el período de auge económico el capitalismo necesitaba a un gran número de inmigrantes como mano de obra barata. Ahora sirven de chivos expiatorios para la crisis del capitalismo.
Sobra decir que los marxistas debemos estar en primera línea de la lucha contra el racismo. Pero la lucha contra el racismo es una LUCHA DE CLASES no una lucha racial. Los intereses de los trabajadores negros, asiáticos, turcos y árabes son los mismos que los intereses de sus hermanos y hermanas blancos. Siempre se debe insistir en esta cuestión. Nada es más perjudicial para la causa de la lucha contra el racismo que los intentos de dividir a los trabajadores en líneas raciales.
Al mismo tiempo debemos explicar, como hizo Trotsky, que la lucha contra el racismo es una lucha física. No es cuestión de aceptar pasivamente los ataques fascistas contra los inmigrantes. Se deben organizar fuerzas de defensa, pero sobre una base de CLASE. Los intentos de crear grupos de defensa basados en inmigrantes o minorías raciales aisladas del resto de la clase obrera simplemente hacen el juego a los racistas, dan la idea de que sólo los inmigrantes deben encabezar el movimiento contra el racismo. Debemos luchar por la creación de comités de defensa conjuntos de trabajadores nativos e inmigrantes, a través de los comités de empresa, sindicatos, etc.,
Es necesario vincular la lucha contra el racismo y el fascismo con la perspectiva de la transformación socialista de la sociedad. Sin esto, incluso la elección de un gobierno socialista no resolverá el problema. Todo lo contrario, la política de los dirigentes obreros, destinada a la conciliación con la burguesía, sólo agravará la crisis y preparará el camino para la reacción. Una política de contrarreformas alejará aún más a la pequeña burguesía e incluso empujará a sectores de ella a los brazos de los fascistas.
Cuando la clase dominante ya no pueda controlar a la clase obrera con métodos "normales", no dudarán en recurrir al ejército. Para ser más correctos, INTENTARÁN moverse en dirección hacia una dictadura militar. La manera de hacerlo sería con un movimiento hacia el bonapartismo parlamentario, como los regímenes de Von Papen y Schleicher en Alemania antes de Hitler.
Si la corriente marxista fuera lo suficientemente fuerte, sería necesario llevar a cabo una campaña enérgica por un frente único de partidos y organizaciones obreras para evitar que eso ocurra.
La situación es diferente al período entre las dos guerras mundiales. Entonces, los fascistas tenían reservas sociales masivas entre el campesinado y la pequeña burguesía, incluidos los estudiantes. Ahora todo eso ha cambiado. La clase obrera es mil veces más fuerte, el campesinado casi ha desaparecido y sectores importantes de los trabajadores de cuello blanco: profesores, funcionarios, trabajadores del sector bancario, etc., se han acercado mucho más al proletariado.
En estas circunstancias, la burguesía tendrá que pensarse dos veces antes de moverse hacia una dictadura abierta. Si el movimiento obrero estuviera armado con una política genuinamente socialista, este movimiento podría terminar en el derrocamiento total del gobierno burgués.
Lenin explicaba que una de las características de una situación prerrevolucionaria es el fermento entre las capas medias de la sociedad. Movida por la desesperación ante la crisis del capitalismo, la pequeña burguesía se mueve en todas direcciones buscando una salida.
Si la clase obrera y sus organizaciones tuvieran una dirección audaz, las masas de la pequeña burguesía irían tras ella. Pero ante la ausencia de esta dirección las capas medias pueden girar en toda dirección. Actualmente, el fermento de la pequeña burguesía en Europa se refleja en todo tipo de fenómenos reaccionarios: la Liga Norte, Belusconi, el MSI, Le Pen, los Republicanos Alemanes, el Partido de la Libertad austriaco y otros por el estilo.
Sin embargo, una vez comience a moverse la clase obrera, todo eso puede cambiar muy rápidamente. Sobre todo si la derecha llega al poder y su programa es puesto a prueba su base entre la pequeña burguesía se evaporará rápidamente.
La existencia de estos movimientos reaccionarios es el precio que debemos pagar por el fracaso de los dirigentes socialistas y "comunistas" a la hora de tomar el poder en el pasado. La única manera de garantizar que el bloqueo del camino de la reacción en el futuro es la lucha incesante para ganar a los trabajadores y jóvenes avanzados para un genuino programa socialista y a través de ellos, a las masas.
Lenin y el "defensismo"
La diferencia entre la política abstracta y el método dialéctico se ve en la evolución de la posición de Lenin sobre las tácticas revolucionarias en el período de 1914 a 1917. En agosto de 1914 la escisión en la Segunda Internacional creó una situación totalmente nueva. A la luz de la traición sin precedentes de la socialdemocracia, era necesario reagrupar y reeducar a las pequeñas y aisladas fuerzas del marxismo internacionalmente. Lenin en este período ponía mucho énfasis en los principios básicos del internacionalismo revolucionario, sobre todo la imposibilidad de regresar a la vieja internacional y una oposición implacable a todas las formas de patriotismo (derrotismo revolucionario). Para combatir las dudas y vacilaciones de los dirigentes bolcheviques, Lenin dio la expresión más profunda posible a estas ideas, cómo "convertir la guerra imperialista en guerra civil", y la "derrota de nuestra propia burguesía es el mal menor". Se podría decir que en algunas ocasiones exageró. No sería la primera vez que, para "enderezar el palo", Lenin se inclinaba demasiado en la otra dirección. Sobre las cuestiones fundamentales no hay duda de que Lenin tenía razón. Pero a menos que comprendamos su método, no sólo lo que escribió sino por qué lo hizo, podemos llegar a un lío absoluto.
No hay duda de que Lenin tenía razón en la postura que adoptó durante la guerra pero es necesario comprender su método. Los grupos ultraizquierdistas y sectarios siempre repiten las palabras de Lenin sin entender ni una sola línea. Toman sus escritos sobre la guerra como algo absoluto, fuera del tiempo y el espacio. No comprenden que, en esa época, Lenin no escribía para las masas, sino para un minúsculo grupo de cuadros en un contexto histórico determinado. Si no comprendamos eso podemos cometer un error fundamental. Para combatir el chovinismo e insistir en la imposibilidad de reconciliación alguna con la socialdemocracia, y particularmente con su ala de izquierdas (Kautsky y el "centro"), Lenin utilizó algunas formulaciones que sin duda eran exageradas. Estas exageraciones, por ejemplo, le llevaron a caracterizar la posición de Trotsky como "centrismo", algo totalmente incorrecto. La interpretación unilateral de la posición de Lenin en este período ha llevado a interminables confusiones.
Cuando Lenin regresó a Rusia después de marzo de 1917 modificó fundamentalmente su posición. No es que su oposición a la guerra imperialista fuera menor o menos implacable su oposición al social chovinismo. Continuó vigilante con relación ante cualquier recaída por parte de los dirigentes bolcheviques en la cuestión de la guerra. Pero ya no era una cuestión de teoría, sino del movimiento vivo de las masas. La postura de Lenin después de marzo de 1917 guarda poco parecido con las consigas que había planteado anteriormente. Vio que, en esas circunstancias concretas, las masas de trabajadores y campesinos tenían ilusiones en la "defensa de la revolución" tal y como ellos la entendían. Era absolutamente necesario tener este hecho en cuenta si los bolcheviques querían conectar con el ambiente real de las masas. Si Lenin hubiera mantenido su antigua posición habría aparecido como un simple doctrinario. Habría alejado totalmente a los bolcheviques del movimiento real de los trabajadores y campesinos. Sólo los sectarios y doctrinarios inútiles no pueden ver la diferencia.
En un discurso pronunciado a los delegados de la fracción bolchevique de los soviets Lenin explicaba:
"Las masas se acercan a esta cuestión no desde un punto de vista teórico sino práctico. Nuestro error reside en una aproximación teórica. La conciencia de clase del proletariado podría consentir una guerra revolucionaria que realmente derroque el defensismo revolucionario. Antes de que los representantes de los soldados el asunto debe ser puesto de una manera práctica, de otra manera no se llegará a nada. No somos en absoluto pacifistas. La pregunta fundamental es: ¿Qué clase está llevando a cabo la guerra? La clase capitalista, atada a los bancos no puede realizar otra guerra excepto una guerra imperialista. La clase obrera sí puede". (Lenin)
En realidad, las consignas del "defensismo revolucionario" no jugaron ningún papel en la preparación de las masas para la Revolución de Octubre. Ni "la derrota de Rusia es el mal menor", sino "Paz, pan y tierra" y "Todo el poder a los soviets", que fueron el grito unificador de los bolcheviques que llevó a la victoria de la insurrección de Octubre. Examinaremos el contenido concreto de estas consignas más tardes.
La cuestión es que sin tácticas flexibles que tengan en cuenta el nivel de real de conciencia del movimiento obrero es imposible ganar a las masas. Pero antes de que sea posible hablar de la conquista del poder, primero es necesario conquistar a las masas. Sin eso, todas las palabras sobre insurrección, derrocamiento del Estado, guerra civil inevitable, violencia revolucionaria, preparativos militares y todo lo de demás se convierte en simple charlatanería.
"Cada vegetal tiene su estación". Hay un momento y un lugar para cada consigna. Una de las características de la psicología sectaria es imaginar que las consignas tienen validez fuera del tiempo y el espacio. Ya que, para ellos, la política es una cuestión de pequeños círculos sin contacto con el mundo real, por lo tanto, la visión de las masas es una cuestión indiferente. La situación es radicalmente distinta con una genuina corriente marxista que lucha por ganar a las masas, empezando por las capas avanzadas.
Cuando Lenin regresó a Rusia un sector del Partido Bolchevique, imbuidos por la impaciencia, quería ir mucho más allá de la clase. Haciéndose eco de los anarquistas y ultraizquierdistas plantearon la consigna revolucionaria: "Abajo con el gobierno provisional". Esa era la consigna de la insurrección. ¿Qué actitud adoptó Lenin? Se opuso totalmente a ella. ¿Por qué? Porque esa consigna en absoluto correspondía con la etapa real en la que se encontraba el movimiento. Lenin, que era un revolucionario hasta la médula, sin embargo, se opuso de manera implacable a esta consigna y en su lugar orientó el partido hacia la conquista de las masas con la consigna: "explicar pacientemente".
¿No es este otro ejemplo de abandono de la posición revolucionaria de toma violenta del poder? ¿Lenin no tenía el deber de defender la guerra civil? En realidad, lejos de defenderla en determinado momento Lenin incluso denunció a aquellos que pretendían que él defendía una guerra civil. Muy correctamente negó que los bolcheviques defendieran la violencia y puso toda la responsabilidad de la violencia sobre los hombros de la clase dominante. Esta idea en absoluto conviene a los ultraizquierdistas que no consiguieron comprender que nueve décimas partes de la tarea de la revolución socialista es el trabajo de ganar a las masas mediante la propaganda, la agitación, la explicación y la organización. Sin esto, todas las palabras sobre guerra civil e insurrección se reducen a una de dos cosas: o el tipo de charlatanería vacía característica de los socialistas de barra de bar, o al aventurerismo irresponsable, o por utilizar la terminología científica del marxismo, al blanquísimo.
Aquí está lo que Lenin tiene que decir sobre el tema:
"Hablar de guerra civil antes de que la gente sea consciente de la necesidad de ella sin suda es caer en el blanquismo". (Obras Completas. Vol. 21. P. 43. International Publishers. Nueva York. 1929).
No fueron los bolcheviques sino la burguesía y sus aliados reformistas los que constantemente levantaron el espectro de la violencia y la guerra civil. ¿Cómo reaccionó Lenin? ¿Con discursos revolucionarios "temerarios" recogiendo el guante y arrojándolo a la cara del enemigo? ¿Habló abiertamente sobre la inevitabilidad de la guerra civil? Todo lo contrario, negó reiteradamente cualquier sugerencia de que los bolcheviques defendían la violencia. El 25 de abril protestó en Pravda contra las "oscuras insinuaciones" del "ministro Nekrasov" sobre la "alabanza de la violencia" de los bolcheviques:
"Señor ministro, miembro eminente del ‘Partido de la Libertad del Pueblo', usted miente. Es el señor Guchov quién alaba la violencia cuando amenaza con castigar a los soldados por destituir a las autoridades. Es Russkaia Volia, el periódico de los ‘republicanos' PROGROM y amistosamente a usted que alaba la violencia.
"Pravda y sus seguidores no alaban la violencia. Todo lo contrario, declaran muy claramente, de manera precisa y contundentemente, que nuestra principal tarea en la actualidad debe ser concentrarnos en explicar a las masas proletarias sus problemas proletarias, distinguirlas de los problemas de la pequeña burguesía que ha sucumbido al veneno chovinista". (Lenin. Obras Completas. vol. XX, Libro. 1, p. 171.)
El 4 de mayo el Comité Central de los bolcheviques aprobaba una resolución escrita por Lenin. El objetivo de la resolución era contener a la dirección local de Petrogrado que iba por delante de los acontecimientos. Su propósito era situar la responsabilidad de cualquier violencia en el gobierno provisional y sus seguidores, acusar a la "minoría capitalista de renuencia para cumplir la voluntad de la mayoría". Aquí están dos párrafos de la resolución:
"1. Los agitadores y oradores del partido deben rebatir las mentiras de los periódicos capitalistas y de los periódicos que apoyan a los capitalistas diciendo que amenazamos con la guerra civil. Esta es una mentira despreciable, en el momento actual, cuando los capitalistas y su gobierno no pueden ni se atreven a usar la violencia contra las masas, cuando la masa de soldados y trabajadores expresa libremente su voluntad, elige libremente y sustituye a todos sus oficiales públicos, en tal momento, cualquier pensamiento de guerra civil es ingenuo, sin sentido y monstruoso; en tal momento se debe cumplir totalmente con la voluntad de la mayoría de la población y la libre crítica de la minoría insatisfecha con la voluntad; si se recurre a la violencia, la responsabilidad recaerá sobre el gobierno provisional y sus seguidores.
"2. El gobierno de los capitalistas y sus periódicos, con su ruidosa denuncia de la supuesta guerra civil, solo intenta ocultar la renuencia de los capitalistas, que aceptadamente constituyen una minoría insignificante de la población, a cumplir la voluntad de la mayoría". (Obras Completas. Volumen. XX. Tomo I. p. 245. 21 de abril).
Lenin comprendía que la clase obrera aprende de la experiencia, especialmente de la experiencia de los grandes acontecimientos. La única manera de que una pequeña tendencia revolucionaria encuentre eco entre las masas es siguiendo el rumbo de los acontecimientos hombro a hombro con las masas, participando en la lucha cotidiana según se desarrolla, planteando consignas que correspondan con la etapa real del movimiento, explicando pacientemente la necesidad de una transformación total de la sociedad como la única salida.
Los llamamientos estridentes a la insurrección y la guerra civil no ganan a las masas, ni siquiera a la capa avanzada, sino que las repele. Como vimos antes, esta idea es verdadera incluso en medio de la revolución. Es cien veces más correcto en la actualidad, cuando la cuestión del derrocamiento revolucionario del capitalismo está lejos de ser prioritario en la mente incluso de los trabajadores más avanzados. Más bien lo contrario, es necesario poner la responsabilidad de la violencia y la guerra civil sobre los hombros de los dirigentes reformistas que tienen en sus manos la posibilidad de tomar el poder de manera pacífica y, por negarse a hacerlo, hacen inevitable el derramamiento de sangre.
"Todo el poder a los soviets"
Todos conocen que esta era la consigna central de Lenin y Trotsky en 1917. Pero muy pocos han comprendido el contenido real de esta consigna. ¿Cuál es el significado, concretamente, de la consigna "todo el poder a los soviets"? ¿Guerra civil? ¿La toma del poder por los bolcheviques? Muy lejos de la realidad. Los bolcheviques eran una minoría en los soviets que estaban dominados por los partidos reformistas, los social-revolucionarios y los mencheviques. La tarea central no era la toma del poder, sino ganar a la mayoría que tenía ilusiones en los reformistas.
Los bolcheviques basaron su "explicación paciente en la idea, constantemente repetida en los escritos y discursos de Lenin de marzo hasta la víspera de la insurrección de octubre, de que los dirigentes reformistas deberían tomar el poder en sus manos, que eso garantizaría una transformación pacífica de la sociedad, que los bolcheviques lo apoyarían con entusiasmo y que, si los dirigentes reformistas tomaban el poder, los bolcheviques se limitarían a la lucha pacífica para conseguir la mayoría dentro de los soviets.
Aquí tenemos un par de ejemplos de cómo Lenin trataba la cuestión (hay muchos más):
"Aparentemente, no todos los seguidores de la consigna "Todo el poder a los soviets" han dado un significado adecuado al hecho de que era una consigna para el avance pacífico de la revolución, pacífico no sólo en el sentido de que nadie, ninguna clase, ninguna fuerza de cualquier importancia, entonces habría sido capaz (entre el 27 de febrero y el 4 de julio) de resistir y evitar la transferencia del poder a los soviets. Eso no es todo. El desarrollado pacífico habría sido entonces posible, incluso en el sentido de que la lucha de clases y partidos dentro de los soviets podría haber asumido la forma más dolorosa y penosa, habría permitido que todo el poder del Estado pasara a los soviets". (Lenin. Obras Completas. Vol. 24. P. 184. 1917).
"Ninguna otra condición, creo, planteada por los bolcheviques, que tenían confianza en que la libertad de propaganda realmente libre y la consecución inmediata de una nueva democracia en la composición de los soviets (nuevas elecciones para ellos), y en su funcionamiento, garantizaría un avance pacífico de la revolución, un resultado pacífico de la lucha del partido dentro de los soviets.
"¿Quizás es esto ya posible? Quizás. Pero si hubiéramos tenido una oportunidad entre cien, el intento de llevar a cabo tal posibilidad aún merecería la pena". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. pp. 153-154).
"Nuestro trabajo es ayudar en todo lo posible a garantizar la ‘última' oportunidad de un desarrollo pacífico de la revolución, ayudar con la presentación de nuestro programa, dejando claro su carácter general, nacional, su absoluta armonía con los intereses y las demandas de una enorme mayoría de la población". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. p. 257).
"Una vez tomado el poder, el soviet podría aún existir, y probablemente esta es su última oportunidad, de garantizar un desarrollo pacífico de la revolución, elecciones pacíficas de los diputados del pueblo, una lucha pacífica de los partidos dentro de los soviets, una prueba en la práctica de los programas de distintos partidos, una transferencia pacífica del poder de un partido a otro". (Lenin. Obras Completas. Vol. XXI. Tomo I. pp. 263-264).
Y así es como Trotsky resume la posición en Historia de la Revolución Rusa:
"La transmisión del poder a los soviets significaba la transmisión directa de dicho poder a los conciliadores, cosa que podía llevarse a cabo pacíficamente, mediante el puro y simple licenciamiento del gobierno burgués, que se sostenía gracias a la buena voluntad de los conciliadores y a los restos de confianza que en ellos tenían las masas. La dictadura de los obreros y soldados era un hecho, a partir del 27 de febrero. Pero los obreros y soldados no se daban cuenta de ello. Habían confiado el poder a los conciliadores, los cuales, a su vez, lo habían transmitido a la burguesía. El cálculo de los bolcheviques respecto a la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución se basaba no en que la burguesía habría de ceder voluntariamente el poder a los obreros y soldados, sino en que éstos impedirían a tiempo que los conciliadores cedieran el poder a la burguesía.
"La concentración del poder en los soviets, bajo el régimen de la democracia soviética, hubiera dado a los bolcheviques completa posibilidad de conquistar la mayoría en esos soviets y, por consiguiente, de formar un gobierno sobre la base de su programa. No hacía falta para ello el levantamiento armado. El cambio de partidos en el poder se hubiera efectuado de un modo pacífico. Todos los esfuerzos del partido, entre abril y julio, estaban orientados en el sentido de asegurar el desarrollo pacífico de la revolución a través de los soviets. ‘Explicar pacientemente', era la clave de la política bolchevique". (León Trotsky. Historia de la Revolución Rusa).
¿Pero quizá Lenin y Trotsky sólo se tiraban un farol? ¿Quizá sólo plantearon la idea de una transferencia pacífica para ganar popularidad entre los trabajadores, haciendo concesiones por sus ilusiones pacifistas reformistas? Imaginar este tipo de cosas sería no comprender nada del método de Lenin y Trotsky, basado en una honestidad revolucionaria audaz. En su testimonio ante la Comisión Dewey, Trotsky lo plantea muy claramente: "Creo que la política marxista, revolucionaria en general, es una política muy sencilla: ‘¡Denunciar tal y como es! ¡No mentir! ¡Decir la verdad!' Es una política muy sencilla". (El caso de León Trostky).
El Partido Bolchevique no tenía dos programas diferentes, uno para la minoría culta y otro para los trabajadores "ignorantes". Lenin y Trotsky siempre decían la verdad a la clase obrera, incluso cuando ésta era amarga y desagradable. Si en 1917, es decir, en medio de la revolución, cuando la cuestión del poder se planteaba a quemarropa, ellos insistían en la idea de que era posible la transformación pacífica (no "teórica" sino realmente posible), con la condición de que los dirigentes reformistas tomaran medidas decisivas, eso sólo podía ser porque realmente era así. Y así fue. Si la dirección del soviet hubiera actuado de manera decidida, la revolución se habría producido pacíficamente, sin guerra civil, porque ellos tenían el apoyo de la aplastante mayoría de la sociedad. Al señalar este simple hecho a los trabajadores y campesinos, Lenin y Trotsky no estaban diciendo mentiras o abandonando la teoría marxista del Estado, sino simplemente diciendo lo que era obviamente cierto para la masa de trabajadores y campesinos.
Lenin mantuvo esta postura hasta que la cambió en el mes de julio. ¿Por qué? Debido a la cobardía de los mencheviques y social-revolucionarios que se negaron a tomar el poder, entonces la iniciativa inevitablemente pasó a la reacción. Detrás de los faldones del frente popular ruso (el gobierno provisional), la clase dominante se estaba reagrupando y preparando su venganza. El resultado fue la reacción de las "Jornadas de Julio".
Sobre la base de las redadas de julio, Lenin llegó a la conclusión de que ya era imposible un resultado pacífico, que era inevitable la guerra civil y por eso era necesario que el partido situara inmediatamente la insurrección en el primer punto del orden del día. En realidad, Lenin estaba equivocado, como señala Trotsky en Historia de la Revolución Rusa. Lenin, que estaba oculto en Finlandia, admitió más tarde que no estaba al corriente de la situación. La razón real de su posición era su miedo a que Kámenev, Zinoviev y Stalin vacilaran y no estuvieran dispuestos a tomar el poder. En esto no estaba equivocado. Es una ley que cuando se aproxima la fecha de la insurrección la dirección del partido revolucionario sufre una presión extrema de las clases ajenas y de sectores que comienzan a vacilar.
"Explicar pacientemente"
Sin embargo, la postura de Trotsky sin duda era correcta. Comprendía la necesidad de continuar la tarea de ganar a los soviets hasta el momento de la insurrección, incluso propuso (en contra de la opinión de Lenin) que la fecha de la insurrección se debería posponer para que coincidiese con el congreso de los soviets donde los bolcheviques ganarían la mayoría. Así que, incluso en el transcurso de la misma insurrección, la cuestión de la legalidad, lejos de ser relegada a un lugar sin importancia, asume un papel crucial para ganar a las capas más inertes de las masas.
Al descubrir la contradicción entre las palabras y los hechos de los dirigentes reformistas, los bolcheviques preparaban el camino para ganar a la mayoría decisiva en los soviets y también en el ejército (que también estaba representado en los soviets). Este era el verdadero camino sobre el que preparó la insurrección de 1917 el Partido Bolchevique, no hablando sobre ella, sino penetrando realmente en las masas y sus organizaciones con tácticas flexibles y consignas que realmente correspondían con las necesidades de la situación y que conectaban con la conciencia de las masas, no con abstracciones sin vida aprendidas mediante la memorización de un libro de cocina revolucionario.
La única razón por la que no se consiguió inmediatamente una revolución pacífica en Rusia fue debido a la cobardía y traición de los dirigentes reformistas en los soviets, como explicaron Lenin y Trotsky en cientos de ocasiones.
A menos y hasta que el partido revolucionario gane a las masas, es inútil y contraproducente poner en énfasis en la supuesta inevitabilidad de la violencia y la guerra civil. Ese nunca fue el método de los grandes pensadores marxistas del pasado, pero sí fue siempre una característica de las sectas ultraizquierdistas en los márgenes del movimiento obrero que viven en un mundo de sueños "revolucionario" que no guarda relación con el mundo real. En este invernadero, aislado de la realidad, los pequeños grupos se pueden mantener debatiendo interminablemente sobre la "insurrección" y "preparándose" mentalmente para la "inevitabilidad de la guerra civil", mientras que la tarea real de construir una organización revolucionaria se les escapa completamente.
¿De qué manera concreta una tendencia marxista se prepara para el poder? Ganando a las masas. ¿Cómo se puede conseguir esta tarea? Elaborando un programa de reivindicaciones transicionales que, partiendo de la situación real de la sociedad y de las necesidades objetivas de la clase obrera y la juventud, vincule las reivindicaciones inmediatas con la idea central de expropiar a los capitalistas y transformar la sociedad. Como explicaron en muchas ocasiones Lenin y Trotsky, nueve décimas partes de la tarea de la revolución consisten precisamente en esto. A menos que se comprenda este hecho, todo lo que se hable sobre la lucha armada, "preparativos militares" y guerra civil queda reducido a una demagogia irresponsable.
Como hemos señalado, cuando los bolcheviques eran una pequeña minoría en los soviets, que estaban totalmente dominados por los partidos reformistas, los mencheviques y los social-revolucionarios que luchaban por conseguir una alianza con la burguesía, no jugaban con la insurrección, sino que insistían en la necesidad de ganar la mayoría en los soviets ("explicar pacientemente"). Entonces, como ahora, los trabajadores y los campesinos confiaban en los dirigentes reformistas. Para los bolcheviques éste debía ser el punto de partida. Y así fue.
En la medida que ellos eran una minoría, Lenin y Trotsky hicieron lo sumo para contener a los trabajadores y soldados, para evitar un enfrentamiento prematuro con el Estado. Todo su énfasis se centraba en la agitación pacífica y la propaganda. Por ejemplo, Lenin en junio se opuso a una manifestación armada. Muy a su pesar, Lenin y Trotsky provocaron la rabia de sectores de los trabajadores que habían mucho más lejos que el resto de la clase. Fueron acusados de oportunismo por no poner en primer plano la cuestión de la insurrección armada.
Ante tales críticas ellos simplemente se encogían de hombros. Comprendían que la tarea más apremiante era ganar a la mayoría de los trabajadores y soldados que estaban bajo la influencia de los mencheviques y social-revolucionarios. Con tácticas habilidosas y flexibles, los bolcheviques consiguieron ganar la mayoría en los soviets en los meses previos a Octubre. Eso, y sólo eso, explica el carácter relativamente pacífico de la insurrección de Octubre. La razón no fue primordialmente militar, sino el hecho de que nueve décimas partes del trabajo se había realizado ya de antemano.
¿Fue pacífica la Revolución de Octubre?
La Revolución de Octubre en Rusia fue un asunto pacífico, a pesar de lo que muchos piensan. En primer lugar, no es posible hablar de la "revolución de 1917". No hubo una sino dos revoluciones en 1917, además separadas por un período de reacción durante los meses de julio a septiembre, incluida una ofensiva militar, seguida por levantamientos reaccionarios y cuatro años de guerra civil en la que Rusia fue invadida por 21 ejércitos extranjeros de intervención, en la que murieron millones de personas. Así que fue un período de revolución y contrarrevolución, no un simple "desfile triunfal". Cualquier persona que la presente como tal sería ridiculizada como un loco o un ignorante. Sin embargo, la afirmación de que la Revolución de Octubre fue un asunto pacífico (en la medida que una revolución puede ser considerada como tal) no procede de la CMI, sino de Lenin y Trotsky. Citaremos un par de ejemplos. Primero en relación con la revolución de febrero.
"No pecaremos de exageración si decimos que la revolución de Febrero la hizo Petrogrado. El resto del país se adhirió. En ningún sitio, a excepción de la capital, hubo lucha. No hubo en todo el país un solo grupo de población, un solo partido, una sola institución, un solo regimiento, que se decidiera a defender el viejo régimen. Esto demuestra cuán fundados son los razonamientos que hacen con la caballería de la Guardia o si Ivanov no hubiera llegado del frente con una brigada de confianza, el destino de la monarquía hubiera sido otro. Ni en el interior ni en el frente hubo una sola brigada ni un solo regimiento dispuesto a luchar por Nicolás II". (León Trotsky. Historia de la revolución rusa).
¿Y la Revolución de Octubre? En el libro Trotsky describe con detalle la facilidad con la que se tomó Petrogrado. La naturaleza pacífica de la revolución se garantizó porque los bolcheviques, bajo la dirección de Trotsky, ya habían ganado a la guarnición de Petrogrado. En el capítulo, La toma de la capital, explica la manera en que los trabajadores tomaron el control de la clave fortaleza Pedro y Pablo:
"Todas las fuerzas de la guarnición acogen satisfechas la noticia del arresto del comandante. Pero los motociclistas perseveran en una actitud evasiva. ¿Qué se oculta detrás de su silencio sombrío y enigmático: una hostilidad disimulada o las últimas vacilaciones? ‘Decidimos organizar un mitin especial para los motociclistas -dice Blagonravov- e invitar al mismo a nuestros mejores agitadores, y, en primer lugar, a Trotsky, que goza de autoridad e influencia inmensa entre los soldados'. A las cuatro de la tarde todo el batallón se reunió en el local del vecino Circo Moderno. En funciones de oposición gubernamental habló el general Parodelov, al que se tenía por social revolucionario. Sus objeciones eran tan prudentes, que parecían equívocas. De ahí que las intervenciones de los representantes del Comité fuesen tanto más aniquiladoras. La batalla oratoria suplementaria en torno a la fortaleza de Pedro y Pablo terminó como era de prever: el batallón aprobó, con sólo 30 votos en contra, la resolución de Trotsky. Otro de los posibles conflictos sangrientos quedaba resuelto antes del combate, y sin sangre". (Ibíd.,)
Se tardó un poco más en establecer el poder soviético en Moscú, principalmente debido a los errores de los bolcheviques locales. Pero Trotsky insistió reiteradamente en que la revolución bolchevique en su mayor parte fue pacífica hasta la intervención de las potencias extranjeras para aplastarla en sangre.
Política ultraizquierdista
En el Juicio de Minneapolis de 1941, Cannon hacía referencia a la insurrección en Petrogrado como "sólo un poco de refriega, eso es todo" (El socialismo a juicio, p. 64). Esto fue más tarde utilizado por el ultraizquierdista Grandizo Munis quien exigía que el SWP defendiera abiertamente la violencia y la guerra civil, denunciando la política utilizada para la defensa en el juicio como "oportunismo". En realidad, la postura adoptada por el SWP al menos en este caso estaba estrictamente en concordancia con el consejo de Trotsky en el período anterior.
"Nuestra fórmula en este caso", respondía Cannon, "también es la fórmula de los maestros marxistas. Ellos no sólo insistían en la deseabilidad de un cambio pacífico de la sociedad, sino que en ciertas circunstancias excepcionales, consideraron muy posible la revolución pacífica. Nosotros, por nuestra parte, rechazamos esta perspectiva en EEUU, pero al mismo tiempo declarábamos nuestra preferencia por ella y acusábamos a la burguesía dominante como instigadora de la violencia. En esto éramos totalmente leales a la doctrina y tradición marxistas". (Munis and Cannon, What policy for revolutionists. Marxism or Ultra-leftism. P. 36).
A propósito, la política ultraizquierdista defendida por Munis en esas circunstancias dadas no sólo habría alejado a los trotskistas de la clase obrera norteamericana, habría significado la destrucción total del partido (Más tarde destruido por la política equivocada de la dirección del SWP, pero trataremos esa cuestión en otra parte). Todos los argumentos utilizados por Lenin y Trotsky con relación a la revolución rusa son cien veces más validas hoy. La correlación de fuerzas de clase es infinitamente más favorable para el proletariado, sobre todo en los países capitalistas desarrollados. Sin las traiciones de los socialdemócratas y los estalinistas, la clase obrera podría haber tomado el poder muchas veces en el curso de los últimas siete décadas en Francia, Italia, España, Portugal, Gran Bretaña y Alemania.
La posición sobre la violencia de Trotsky
La afirmación de que un movimiento de masas con fuerza suficiente puede, en unas condiciones determinadas, conseguir la transferencia del poder sin una guerra civil no es un invento de la CMI. En su testimonio ante la Comisión Dewey, en determinado momento a Trotsky le preguntaron si la revolución política en la URSS inevitablemente significaría un derrocamiento sangriento de la casta dominante estalinista. Reproducimos completo su respuesta:
Trotsky respondía que la burocracia soviética podría ser derrocada sin violencia, como lo había sido el Estado zarista: "Finerty: En otras palabras, incluso en la revolución política y el derrocamiento de la burocracia, ¿no contemplaría como una necesidad, incluso una medida defensiva, la destrucción personal de la burocracia o su exterminio personal?
"Trotsky: Estoy seguro de que cuando llegue la hora de la revolución, la revolución política en Rusia, será tan poderosa la insurrección de las masas que la burocracia inmediatamente quedará desorientada y desorganizada, como sucedió al régimen zarista en la revolución de febrero.
"Finerty: Así que, señor Trotsky, ¿dentro de su filosofía política no está ejercer actos individuales de terror contra la burocracia o un terror de masas contra ella?
"Trotsky: El terror de masas depende de las circunstancias de la propia burocracia. Repito, espero, incluso en el momento crítico, que esta poderosa y terrible burocracia quede en un estado absolutamente lamentable y entonces la revolución pueda ser aún menos sangrienta que la revolución de febrero en nuestro país y también que la Revolución de Octubre. Pero las masas no pueden tener ninguna responsabilidad por ello. Si la burocracia se opone a las masas, éstas naturalmente tomarán medidas severas. Pero el exterminio individual no. Esa no es una perspectiva revolucionaria.
"Finerty: ¿Y no es una necesidad política?
"Trotsky: No es una necesidad política". (The Case of Leon Trotsky. pp. 376-377).
Debemos tener en cuenta que aquí hablamos de una dictadura totalitaria monstruosa, basada en la supresión de todos los derechos, un régimen cuyos instrumentos eran el asesinato, la tortura y los campos de concentración. A pesar de esto, Trotsky mantenía la perspectiva de un movimiento revolucionario tan poderoso que paralizaría a la burocracia, dejándola inútil.
¿Era una utopía de Trotsky? Al contrario. Miremos lo que ocurrió en Europa del Este en 1989. Los movimientos de masas contra los regímenes estalinistas en Alemania Oriental, Polonia y Checoslovaquia conmocionaron a la desmoralizada burocracia que colapsó como un castillo de naipes, a pesar de que tenía en sus manos los medios de destrucción más monstruosos. Es verdad que, en ausencia del factor subjetivo, el colapso de la burocracia provocó el retroceso hacia el capitalismo. Pero esto no afecta a la esencia de la argumentación. Trotsky explicó hace mucho tiempo que las leyes de la revolución y la contrarrevolución son similares. La realidad es que la transición de un régimen social a otro se llevó a cabo de manera pacífica, sin una guerra civil. La burocracia dominante, en el momento de la verdad, se rindió sin disparar un solo tiro.
Consideremos concretamente que significa esto. El estado totalitario en Rusia y Europa del Este probablemente era el aparato de represión más poderoso de la historia. Parecía indestructible. Incluso la burguesía hablaba de él como un "monolito de granito" que se creía duraría siglos (hasta el momento final la burocracia compartía esta ilusión). Una característica de una elite dominante condenada es depositar una fe supersticiosa en el poder de la policía, la policía secreta y el ejército. Pero los marxistas partimos de las relaciones sociales reales, no del número de policías, espías y soldados que reciben su nómina del Estado, o ni siquiera de la existencia de modernos cazabombarderos y otros medios de destrucción técnicos (este es el argumento conocido más viejo, y que, si fuera correcta, descartaría la posibilidad de toda revolución en la historia).
Todos los medios técnicos de destrucción estaban en manos de la burocracia. Sí, muchos policías y soldados para utilizar, al menos en el papel. Pero en el momento de la verdad, nada de esto fue útil. En la Biblia, los muros de Jericó se derrumbaron después de Josué ordenara tocar las trompetas. Los regímenes estalinistas colapsaron incluso sin acompañamiento musical. ¿Por qué la elite dominante simplemente no recurrió a los cazabombarderos, que sería la solución obvia? ¿O a los tanques, o cualquier otro medio de represión amplio que tenía a su disposición? Un simple orden sería suficiente. ¿Por qué no llegó la orden? Porque la burocracia estaba totalmente desmoralizada y paralizada por el movimiento de las masas. Como De Gaulle en 1968, eran conscientes de que "el juego se acabó" y era inútil la resistencia.
¿Cómo explicar la parálisis de la burocracia? Su desmoralización era el resultado del callejón sin salida del régimen, que era incapaz de desarrollar los medios de producción. Ya en 1973 pronosticamos el colapso del estalinismo precisamente porque la burocracia había dejado de desarrollar las fuerzas productivas y, consiguientemente, había pasado de ser una fuerza relativamente progresista a un freno absoluto para la sociedad. Lo mismo se aplica ahora cada vez más a la burguesía en occidente. Lo que obstruye el camino a una transformación revolucionaria de la sociedad no es la fuerza de la burguesía y su Estado, sino la inercia temporal de la clase obrera, que sólo poco a poco comienza a ser consciente de la profundidad de la crisis.
En el próximo período tormentoso y tenso aparecerán oportunidades revolucionarias en un país tras otro. Los acontecimientos de 1968 se repetirán a un plano incluso superior. El Estado en manos de la burguesía en occidente es poderoso, pero en muchos sentidos no lo es tanto como los regímenes totalitarios de Europa del Este en 1989. Lenin explicaba que toda revolución real siempre empieza por arriba, con una crisis de confianza en la clase dominante, que se siente incapaz de gobernar al viejo estilo. La segunda condición es que la clase media debería estar en un estado fermento, oscilando entre la burguesía y el proletariado. La tercera condición es que la clase obrera debería estar preparada para luchar por la transformación de la sociedad. La condición final es la existencia de un fuerte partido revolucionario con una dirección experimentada y previsora.
Hungría 1919 y Alemania 1918
En condiciones excepcionalmente favorables la crisis de la clase dominante, frente a un movimiento de masas de dimensiones considerables, puede llevar al colapso del régimen sin luchar. En Hungría este proceso habría sido posible en 1919 cuando el régimen burgués húngaro entregó el poder al Partido Comunista sin disparar un tiro, aunque los errores del inexperto partido Comunista llevaron a la derrota, como señalaba Trotsky:
"La postración del gobierno del conde Karoly ante la Entente se terminó mediante la transmisión consentida y pacífica del poder a los partidos obreros, sin revolución alguna. Los comunistas del partido de Bela Kun se apresuraron a unirse con los socialdemócratas. Inspirador de la Hungría soviética, Bela Kun dio pruebas de una completa incapacidad, sobre todo en la cuestión campesina, lo que condujo rápidamente al hundimiento de los sóviets". (Trotsky. ¿A dónde va Francia?).
Como en la revolución húngara, la revolución alemana de 1918 fue prácticamente incruenta. De manera similar la revolución de 1918 en Alemania sucedió sin provocar dolor. Una huelga general, un motín del ejército y de la armada, durante el cual los soldados arrestaron a los oficiales reaccionarios (los afortunados) y crearon comités de trabajadores y soldados, el poder estaba en manos de la clase obrera. En todo el proceso murieron 19 personas. En una gran ciudad mueren más personas un fin de semana en accidentes de tráfico. ¿Cuál fue el problema? Las masas de trabajadores y soldados, recién despiertas a la vida política, inevitablemente se dirigieron a las organizaciones de masas existentes. En Alemania eso significaba la socialdemocracia bajo la dirección de algunos dirigentes reformistas que habían traicionado a la clase obrera en 1914.
Noske y Scheidermann traicionaron la revolución, devolvieron el poder a la burguesía. La clase obrera alemana y el mundo entero pagaron un precio terrible por esa traición quince años después, con el ascenso de Hitler, las cámaras de gas y la Segunda Guerra Mundial. Aquí tenemos un ejemplo destacado de cómo la negativa de los dirigentes reformistas a tomar el poder, incluso cuando es posible hacerlo por medios pacíficos, prepara el camino para ríos de sangre en el futuro. Esa es la lección esencial que debemos recalcar en cada oportunidad.
Portugal 1974
El ejemplo más destacado de los procesos que estamos analizando fue la revolución portuguesa de 1974. Aquí todos los procesos se pueden con mucha claridad. Después de casi cincuenta años de dictadura, primero con Salazar y después con Caetano, la dictadura colapsó como una manzana podrida. Las contradicciones internas que socavaron el régimen se reflejaron en el aparato del Estado con la cristalización de una tendencia opositora en el cuerpo de oficiales.
Las interminables y sanguinarias guerras coloniales en Angola, Mozambique y Guinea Bissau jugaron un papel importante. La casta de oficiales portugueses no era típica de los ejércitos de otros estados imperialistas. Normalmente la casta de oficiales está formada por los hijos de las familias ricas que viven una vida segura y confortable detrás de un escritorio. Aquí era diferente. Las guerras en África hacían que el servicio militar no fuera una cómoda bicoca, sino un asunto peligroso que no atraía demasiado a los "jóvenes dorados". En cambio muchos oficiales procedían de la clase media. Eran "estudiantes de uniforme". Sectores de estos oficiales comenzaron a estudiar las ideas del "marxismo" y empezaron a ser influenciados por ellas. Motivados por la hostilidad hacia la guerra y al corrupto el régimen dictatorial, en secreto se convirtieron al socialismo, al comunismo y al maoísmo.
Así que el golpe del 25 de abril de 1974 tuvo un giro peculiar. Los jóvenes oficiales que derrocaron a Caetano y proclamaron la revolución sin comprender claramente hacia dónde se dirigían abrieron las compuertas a las masas. Después de décadas de gobierno fascista y bonapartista, sin dirección desde arriba, vimos el magnífico movimiento del proletariado portugués. El primero de mayo de 1974 salieron a las calles 3 millones de trabajadores de una población total de sólo 8 millones. Junto a los trabajadores había soldados y marineros manifestándose con las armas en la mano.
En estas condiciones no se podía hablar en absoluto de "guerra civil". Una guerra civil presupone la existencia de fuerzas preparadas para luchar en defensa del orden existente. Después del 25 de abril estas fuerzas no existían. La fórmula de "cuerpos de hombres armados" aquí no se aplica. ¿Qué fuerzas estaban dispuestas a luchar por la clase obrera? Si hacemos la pregunta en concreto se responde por sí sola. Los cuerpos de hombres armados estaban al lado de las masas. Citaremos sólo un ejemplo. Cuanto los trabajadores del gran astillero Lisnave en Lisboa se pusieron en huelga y se dirigían hacia el Ministerio de Trabajo se ordenó a las tropas detenerlos. Al enfrentarse con una manifestación combativa formada por más de 5.000 estibadores, la reacción de los soldados es recogida gráficamente en el siguiente relato de un testigo presencial:
"Antes de la comida circulaba el rumor de que íbamos a salir y pronto adivinamos que era hacia Lisnave... formamos a mediodía y el comandante nos dijo que había recibido una llamada telefónica relacionada con la manifestación en Lisnave encabezada por una minoría de agitadores de izquierdas y que nuestro trabajo era evitar que se celebrase. Nos armaron como nunca antes lo habían hecho, con G3s y cuatro recámaras.
"... la manifestación comenzó y un torrente humano avanzaba gritando ‘los soldados son los hijos de los trabajadores', ‘mañana los soldados serán trabajadores' y ‘las armas de los soldados no se deben volver contra los trabajadores'. El comandante pronto vio que no íbamos a seguir sus órdenes y se calló. Bajamos nuestras armas y algunos compañeros lloraban. Detrás de los barracones el comandante no estaba irritado pero nos dijo que en el futuro tendríamos que obedecer las órdenes... al día siguiente en los barracones, la situación estaba más animada. Antes de la reunión matutina muchos compañeros estaban de pie y gritaban las consignas de la manifestación: ‘los soldados son los hijos de los trabajadores' y ‘no a la explotación capitalista'". (Revolutionary Rehearsals. p. 95).
La fuerza que salvó al capitalismo en Portugal después del 25 de abril no fue el ejército sino, en primer lugar, los dirigentes del Partido "Comunista", que inmediatamente anunciaron que era necesario apoyar al supuesto general "progresista" Spinola. Detrás de la fachada protectora del gobierno provisional Spinola preparaba el contragolpe. Un año después intentó un golpe de estado. ¿Qué fuerzas controlaba? Un pequeño grupo de soldados procedentes del sector más atrasado del ejército: los paracaidistas. El 11 de marzo, los paracaidistas rodearon los barracones de uno de los regimientos más radicales de Lisboa, el RAL-1, pero no pudieron convencerles de que disparasen. El movimiento espontáneo de los trabajadores y otros sectores de los soldados que confraternizaron e hicieron un llamamiento a los paracaidistas rápidamente terminó el motín. A las pocas horas los paracaidistas explicaban: "No somos fascistas. Son nuestros compañeros". La "rebelión de los esclavistas" colapsó casi inmediatamente.
Marx en cierta ocasión dijo que la revolución necesita el látigo de la contrarrevolución. El intento de golpe de Spinola provocó la acción de los trabajadores. Los trabajadores de banca ocuparon los bancos y exigieron que el gobierno del MFA nacionalizara los bancos. Siguiendo su ejemplo, los trabajadores de las aseguradoras hicieron lo mismo. Los oficiales de izquierdas procedieron a nacionalizar los bancos y aseguradoras, el verdadero poder que forma la base de la reacción en Portugal, que entre ellos poseían más del 60 por ciento de la economía.
Fue un duro golpe no sólo contra la reacción, sino contra el capitalismo en Portugal. Este hecho era reconocido por The Times que publicó una editorial titulada: El capitalismo en Portugal ha muerto. Y así habría sucedido. Con el aplastamiento del intento de golpe de Spinola el poder estaba en manos de los trabajadores y soldados. Una vez más sólo la cobardía y traiciones de los dirigentes del PCP (Partido Comunista de Porgutal) y el PSP (Partido Socialista de Portugal) salvaron la situación. El PSP, que era muy débil, con 200 militantes un año antes de la revolución, comenzó a crecer rápidamente. Bajo la presión de las masas los dirigentes del PSP adoptaron una política muy radical en palabras. Mario Soares daba discursos defendiendo la "dictadura del proletariado". El periódico socialista Republica publicaba artículos de Trotsky. En las primeras elecciones democráticas en cincuenta años participó nada menos que el 91,1 por ciento del electorado. El PSP consiguió el 38,8 por ciento de los votos, el PCP el 12,5 por ciento y su aliado el MDP otro 4,1 por ciento, en total los partidos obreros recibieron el 54,4 por ciento.
En estas circunstancias no estaba mínimamente en cuestión no sólo que la revolución en Portugal se pudiera llevar a cabo de manera pacífica, sino que se podría haber realizado a través del parlamento. La burguesía estaba totalmente desmoralizada por el rápido colapso del golpe de marzo. Spinola había huido a Brasil. La clase obrera estaba en pie. Sin dirección desde arriba se habían elegido en las fábricas consejos obreros. Florecieron las clínicas populares y los centros culturales. Los trabajadores en paro ayudaban en el campo. Enseñaban a los adultos a leer. Cientos de fábricas y granjas fueron abandonadas por sus propietarios y ocupadas por los trabajadores que sacaban conclusiones revolucionarias. Un militante del astillero Setenave expresaba de la siguiente manera la situación:
"Incluso en Setenate no tenemos control obrero. ¿Cómo podemos tenerlo si no controlamos los bancos? Nuestra actitud es que queremos saber todo... Queremos controlar las decisiones pero no tenemos la responsabilidad. No creemos que podamos tener sólo control obrero". (Revolutionary Reherarsals. P. 104).
Consejos revolucionarios
¿Qué se requería? La formación de un gobierno comunista-socialista, comprometido con llevar la revolución hasta el final. Habrían bastado un par de decretos para eliminar el poder de los terratenientes, banqueros y capitalistas, para establecer formalmente una economía nacionalizada planificada. Medidas inmediatas para subir las pensiones y los salarios, reducir la jornada laboral y mejorar los niveles de vida de los pequeños campesinos y comerciantes. Un llamamiento a los trabajadores, campesinos y soldados para que ocupasen la tierra y las fábricas, creación de comités elegidos democráticamente y el arresto de los elementos contrarrevolucionarios. Estas mediadas, basándose en el movimiento revolucionario de las masas fuera del parlamento habrían bastado para garantizar una transición pacífica.
¿Esa política habría llevado inevitablemente a la guerra civil? Como siempre el movimiento revolucionario de las masas tuvo un efecto profundo en el ejército. La idea de elegir comités se extendió de las fábricas a los barracones. El intento de crear una red nacional de "consejos revolucionarios de soldados, marineros y trabajadores" incluso tuvo el apoyo de un sector de los oficiales asociados con Otelo de Carvalho. La extensión de las ideas revolucionarias en las fuerzas armadas era conocida por los oficiales conservadores del "Grupo de Nueve" que en su manifiesto declaraban:
"Vemos un deterioro progresivo de las estructuras del Estado. En todas partes ha aparecido formas espontáneas y anarquistas de ejercer el poder que poco a poco incluso están alcanzando a las fuerzas armadas".
En septiembre se creó un movimiento de soldados autónomos, el SUV (Soldados Unidos Vencerán). El SUV convocó una manifestación en la ciudad norteña de Oporto el 10 de septiembre:
"Como no se permitía a los soldados cantar en público comenzamos a silbar. Pero al final todo el mundo terminó cantando... cantando La Internacional. El número de personas en la manifestación crecía frente a nuestros propios ojos".
Se calcula que unos 30.000 trabajadores ese día caminaron detrás del contingente de 1.500 soldados. El SUB comenzó a desenmascarar a los oficiales reaccionarios ante los soldados, que habían estado oscurecidos por el prestigio del MFA.
"El día después de la manifestación del SUV era el aniversario de [el golpe militar] Chile y queríamos guardar un minuto de silencio. Los oficiales dijeron que no. Cargamos nuestras armas y guardamos nuestro minuto de silencio".
Los soldados comenzaron a plantear reivindicaciones relacionadas con las desigualdades existentes entre ellos y los oficiales. Comenzaron a agitar por aumentos salariales y transporte gratuito. En un solo viaje para ver a su familia se le podía ir casi toda la paga mensual a muchos soldados.
"En los cuarteles generales de Oporto había tres comedores separados, uno para los soldados, otro para los suboficiales y otro para los oficiales. Tres días antes de la manifestación de Oporto algunos soldados tranquilamente se sentaron a comer en el comedor de los oficiales. Al día siguiente todos los soldados ocuparon ese comedor. Desde ese día hubo una lucha para eliminar los comedores separados y unificarlos".
Este no es el lugar para tratar con detalle la manera en que la revolución portuguesa fue descarrilada. Pero el comportamiento de Cunhal y Soares sin duda fue el factor decisivo. Tenían todas las posibilidades para llevar a cabo una revolución pacífica, en las condiciones más favorables, pero en su lugar hicieron naufragar la revolución y convirtieron en cenizas las esperanzas de las masas. Esto significa que en el camino de la clase obrera se situarán obstáculos nuevos y terribles, que podrían significar que la próxima vez no sea tan pacífica. Eso dependerá de muchos factores, pero sobre todo de nuestra capacidad de crear una corriente marxista de masas viable en Portugal.
La revolución en occidente
Tanto Lenin como Trotsky insistieron en que la revolución socialista en los países capitalistas desarrollados diferiría en aspectos importantes a la revolución rusa. En un sentido, sería más difícil. En la frase de Lenin, en la Rusia zarista el capitalismo se rompió por su eslabón más débil. El capitalismo en Norteamérica, Europa Occidental y Japón ha acumulado enormes reservas de grasa, sobre todo en el último medio siglo. Lenin señaló que en países como Gran Bretaña, la clase dominante ha desarrollado el fino arte de la táctica de corromper a los dirigentes del movimiento obrero. Eso ahora es aplicable a todos los países capitalistas desarrollados a un nivel sin paralelo.
Desde la Segunda Guerra Mundial, las direcciones reformistas y estalinistas han degenerado hasta un punto que hace palidecer el pasado. Por una ironía de la historia todos han abrazado el "mercado" justo en el momento en que éste comienza a resquebrajarse. Trotsky explicaba que la crisis de la humanidad se reduce, en última instancia, a la crisis de la dirección de las organizaciones obreras, esta idea es hoy más verdad que cuando fue escrita. La crisis del capitalismo también significa la crisis del reformismo. En el próximo período veremos toda una serie de convulsiones y divisiones internas en los partidos reformistas y sindicatos. En determinado momento cristalizarán alas de izquierdas de masas que representarán una gran oportunidad para los marxistas.
Sin embargo, no es una conclusión predeterminada que consigamos ganar a los sectores decisivos de los trabajadores y la juventud. La política revolucionaria es tanto una ciencia como un arte. Necesitamos una perspectiva científica que nos permita comprender los procesos generales, no desequilibrarnos por giros y vaivenes episódicos, por los ambientes efímeros de las masas. Pero no es suficiente. Es necesario educar a los cuadros en tácticas flexibles y en el arte de conectar el programa científico acabado del marxismo con las aspiraciones de las masas necesariamente inacabadas, confusas e incoherentes. Si se fracasa en esta tarea nos quedaríamos reducidos a una secta estéril e impotente. Debemos ver, en palabras del poeta alemán Goethe y con frecuencia citadas por Marx: "La teoría es gris, mi querido amigo, pero el árbol de la vida es eternamente verde".
Los marxistas no trabajan en el vacío. El largo período de auge capitalista después de 1945 ha tenido un efecto sobre la conciencia de la clase obrera, incluida en su capa avanzada. No hay un mecanismo automático mediante el cual la experiencia de una generación de trabajadores se pueda transmitir a la siguiente. Cada generación tiene que volver a aprender las lecciones del pasado a través de la experiencia. La generación actual está pasando por algunas experiencias particularmente dolorosas, pero aprenderán. Si estamos presentes en un número suficiente el proceso de aprendizaje será más corto y breve.
Es necesario encontrar un lenguaje común con los trabajadores, sin hacer concesiones en los principios. Antes de la guerra, toda una generación se crió sobre la base de la revolución rusa. La revolución, la guerra y la contrarrevolución eran ideas familiares, al menos para las capas avanzadas. Pero eso ya no es así. En los países capitalistas desarrollados (aunque no en el mundo colonial) ha habido hasta cierto punto un embotamiento de la conciencia de clase, reflejando una cierta "suavización" de las contradicciones en la sociedad. Ese es el principio del cambio. El nuevo período en el que estamos entrando será convulso. Las viejas ilusiones en el reformismo desaparecerán de la conciencia de los trabajadores.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta a la clase tal y como nos la encontramos. El revolucionario ruso Herzen solía decir de su amigo Bakunin que él siempre confundía el segundo mes de embarazo con el noveno. Esta es la enfermedad orgánica de los ultraizquierdistas en todo período. ¡Estos errores sólo producirán abortos! En la etapa actual, aún estamos en el proceso de ganar a uno o dos, de intentar echar raíces en las organizaciones obreras y ganar el oído de los activistas. El camino que recorramos será decisivo para el futuro.
Trotsky y "Si Norteamérica se hiciera comunista"
La revolución en los países desarrollados será más difícil y también más fácil que en Rusia. La Revolución Rusa no encontró una resistencia seria hasta que Rusia fue invadida por 21 ejércitos imperialistas, momento en que se vio obligada a recurrir al terror para poder sobrevivir. No obstante, Trotsky explica que en un EEUU socialista eso no sería necesario. ¿Cómo recomendaba Trotsky a los trotskistas aproximarse antes de la guerra a los trabajadores norteamericanos? Tenemos un buen ejemplo de eso en el método utilizado por Trotsky en la Comisión Dewey:
"LaFollete: Me gustaría hacer una pregunta más. Quiero preguntar su opinión sobre la idea de que el terror revolucionario debe casi necesariamente llevar al terror thermidoriano.
"Trotsky: En un sentido general no puedo aceptarlo ni tampoco negarlo. El terror en una revolución es una indicación, un síntoma de debilidad, no de fuerza.
"LaFollete: ¿De debilidad?
"Trotsky: De debilidad, un significado terrible. La revolución sobre bases bajas debe tener más terror que una revolución sobre unas bases superiores. Una revolución sobre bases bajas sufre un peligro mayor de contrarrevolución". (The Case of Leon Trotsky. P. 372).
De ninguna manera se agota aquí el tema. En muchas ocasiones Trotsky regresó a esta cuestión. El conocimiento más básico de sus escritos demuestra que la aproximación de Trotsky a la cuestión de la violencia revolucionaria era exactamente la misma que tenemos nosotros. Trotsky dice lo siguiente en un pequeño folleto titulado Si Norteamérica se hiciera comunista, donde podemos leer:
"En realidad los soviets norteamericanos serán tan distintos de los rusos como lo son Estados Unidos del presidente Roosevelt del imperio ruso del zar Nicolás II. Sin embargo Norteamérica sólo podrá llegar al comunismo pasando por la revolución, de la misma manera como llegó a la independencia y la democracia. El temperamento norteamericano es enérgico y violento, e insistirá en romper una buena cantidad de platos y en tirar al suelo una buena cantidad de carros de manzanas antes de que el comunismo se establezca firmemente. Los norteamericanos, antes que especialistas y estadistas, son entusiastas y deportistas, y sería contrario a la tradición norteamericana realizar un cambio fundamental sin que se tome partido y se rompan cabezas.
"Sin embargo, el costo relativo de la revolución comunista norteamericana, por grande que parezca, será insignificante comparado con el de la Revolución Rusa Bolchevique, debido a vuestra riqueza nacional y población. Es que la guerra civil revolucionaria no la realiza el puñado de hombres que está en la cúpula, el cinco o diez por ciento dueños de las nueve décimas partes de la riqueza norteamericana; este grupito sólo podría reclutar sus ejércitos contrarrevolucionarios entre los estratos más bajos de la clase media. Aun así, la revolución podría atraerlos fácilmente demostrándoles que su única perspectiva de salvación está en el apoyo a los soviets.
"Todos los que están por debajo de este grupo ya están preparados económicamente para el comunismo. La depresión hizo estragos en vuestra clase obrera y asestó un golpe aplastante a los campesinos, ya perjudicados por la larga decadencia agrícola de la década de posguerra. No hay razón por la que estos grupos deban oponer alguna resistencia a la revolución; no tienen nada que perder, por supuesto siempre que los dirigentes revolucionarios se den hacia ellos una política moderada a largo alcance.
"¿Y quién más luchará contra el comunismo? ¿Vuestra ‘guardia de corps' de millonarios y multimillonarios? ¿Vuestros Mellons, Morgans, Fords y Rockefellers? Dejarán de luchar en cuanto no consigan quien pelee por ellos.
"El gobierno soviético norteamericano tomará firme posesión de los comandos superiores de vuestro sistema empresario: los bancos, las industrias clave y los sistemas de transporte y comunicación. Luego les dará a los campesinos, a los pequeños comerciantes e industriales, mucho tiempo para reflexionar y ver qué bien anda el sector nacionalizado de la industria". (León Trotsky. Si Norteamérica fuera comunista. Escritos 1934-1935).
¿Cuál es el significado de estas líneas? Aunque no niegan por un momento la necesidad de la lucha revolucionaria por poder (¿Cómo podría hacer un marxista tal cosa?), Trotsky le dice al trabajador norteamericano la verdad obvia de que, dada la arrolladora correlación de fuerzas de clase favorable, con una dirección marxista seria con una actitud correcta hacia los pequeños campesinos y la pequeña burguesía, los grandes capitalistas se quedarían aislados, paralizados, suspendidos en el aire. Eso es precisamente lo que sucedió en Francia en 1968, incluso sin una dirección marxista, aunque la revolución fue traicionada, como veremos, por los estalinistas.
Trotsky contra el sectarismo
La guerra y la revolución son pruebas fundamentales para cualquier tendencia revolucionaria y sobre todo de su dirección. Nos basamos firmemente en la política y el método de Lenin y Trotsky. La aproximación de nuestra tendencia a todas las cuestiones básicas no ha variado durante los últimos cincuenta años, ha sido sometida a la práctica y demostrado ser correcta.
Estamos orgullosos del hecho de que somos los continuadores de las ideas de Marx, Engels, Lenin y, sobre todo, León Trotsky, en cuyos escritos (especialmente los últimos) tenemos la esencia destilada del método marxista y cómo se aplica a las condiciones concretas de la época moderna. Basta comparar la aproximación rica, creativa y dialéctica de Trotsky en la política militar del proletariado en la Segunda Guerra Mundial con los esquemas áridos de las sectas, que imaginan ser grandes revolucionarios porque son capaces de citar unas cuantas líneas de Lenin que no han comprendido.
Nuestra tendencia ha tenido mucha experiencia con este tipo de cosas en el pasado. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Workers International League (WIL) en Gran Bretaña defendió la política militar proletaria de Trotsky frente a la Revolutionary Socialist League (RSL), que supuestamente defendía la política del "derrotismo revolucionario" de Lenin. La RSL nos acusó de "un alejamiento muy serio" del punto de vista de Lenin y Trotsky, por no repetir palabra por palabra los argumentos de Lenin en 1914-1915, no siendo conscientes de que la situación era radicalmente diferente.
En la práctica, la WIL defendía el derrotismo revolucionario, pero traducido a un lenguaje que los trabajadores podían entender e identificarse con él en ese contexto determinado. Repetir como papagayos las consignas: "el principal enemigo está en casa" y "convertir la guerra imperialista en una guerra civil" en un momento en que Hitler corría desbocado, aniquilando físicamente a las organizaciones obreras en Europa, habría sido una completa locura. En realidad, la RSL nunca defendió estas ideas "rrrrrrrrrrrrevolucionarias" en las organizaciones obreras ni en ninguna otra parte, ¡excepto en el dormitorio! De haberlo intentado habrían tenido una ruda recepción.
Sólo en una ocasión un representante particularmente obtuso de este grupo defendió realmente su posición en el Partido Laborista. Presentó una resolución en su agrupación diciendo que "la victoria de Alemania era el mal menor" y ¡después se preguntaba por qué fue expulsado! Como siempre, este tipo de radicalismo terminológico es de consumo estrictamente interno. Pequeños grupos ultraizquierdistas, aislados de la clase, que no hablan para nadie excepto para sí mismos. Como nadie les escucha, pueden decir lo que quieran, no importa lo estrafalario que sea. Como sectarios típicos, el RSL pasó toda la guerra discutiendo con los demás en los boletines internos. Esa fue su única actividad. Por otro lado, la política y los métodos de nuestra tendencia consiguieron un eco significativo entre los trabajadores no sólo en las fábricas y en los sindicatos, también en las fuerzas armadas.
La WIL durante la guerra hizo un trabajo muy exitoso en el ejército, en la armada y la fuerza aérea. Contrariamente a las expectativas de Trotsky, la clase dominante se vio obligada a permitir los derechos democráticos para conseguir el apoyo de los trabajadores en la supuesta "lucha contra el fascismo". Incluso en las fuerzas armadas había una sorprendente cantidad de laxitud para el trabajo revolucionario (dentro de los límites de la disciplina militar, que nuestros compañeros, siguiendo el consejo de Trotsky, siempre cumplieron escrupulosamente). Uno de nuestros compañeros fue elegido presidente del "parlamento de las fuerzas armadas" en Egipto, defendiendo el programa de la Cuarta Internacional. A otro compañero un oficial le puso a cargo de la formación política dando clases sobre política a las tropas porque parecía saber más sobre este tema, utilizó su posición para defender las ideas trotskistas. Otro, que había sido ascendido a oficial en la fuerza aérea tuvo tanto éxito entre en los aviadores que le licenciaron con honores de la RAF y pasó el resto de la guerra intentando regresar.
Este trabajo en las fuerzas aéreas sólo fue posible sobre la base de nuestra política y métodos correctos. Nunca podría haber tenido éxito sobre otra base. El ultraizquierdismo estridente de la RSL, basado en unas cuantas citas de Lenin sacadas de contexto y malinterpretadas, les paralizó totalmente y les condenó a la impotencia. Esta estupidez "rrrrrrevolucionaria" no podía llegar a los oídos de los trabajadores. Habrían sido considerados lunáticos o traidores. Por ejemplo, cuando Pierre Frank planteó la idea de distribuir un panfleto en Gran Bretaña tras la caída de Francia en 1940 llamando a los trabajadores a "ocupar las fábricas", los trabajadores británicos estaban trabajando realmente 18 horas diarias de manera voluntaria para ayudar en lo que ellos veían como una "guerra contra Hitler". Aquí vemos la misma estupidez, el mismo formalismo yermo que intenta imponer un esquema preconcebido a la realidad sin considerar el tiempo ni el lugar. Es un método básicamente equivocado, el método de la política abstracta, que no tiene nada que ver con el método y la posición elaborada por Trotsky y continuada por nuestra corriente.
¿Cuál fue la posición defendida por la WIL? Nosotros decíamos a los trabajadores británicos: "Estamos de acuerdo con que Hitler es nuestro enemigo. No somos pacifistas. Estamos a favor de derrotar a los nazis. Pero no podemos confiar esta tarea a Churchill y a la clase dominante, que apoyaba y aplaudía cuando Hitler destruía el movimiento obrero alemán. La única fuerza que puede derrotar a los nazis es la clase obrera. Por lo tanto, exigimos que el Partido Laborista rompa con la coalición, que tome el poder en sus manos y transforme la sociedad. Entonces podremos llevar a cabo una guerra revolucionaria contra Hitler".
Junto con este programa defendíamos reivindicaciones transicionales en la línea del programa militar proletario de Trotsky, como la creación de escuelas militares para la formación de los oficiales obreros y el control de la formación militar por parte de los sindicatos. Esto significaba dar un contenido concreto a la consigna "armar a los trabajadores". Mientras que los sectarios de la RSL pronunciaban discursos revolucionarios entre sí (en el dormitorio), la WIL hacía un trabajo verdaderamente revolucionario en las fábricas, en los comités de empresa y en las agrupaciones sindicales. Combinando una firmeza implacable en los principios con la necesidad de flexibilidad en las tácticas, conseguimos un eco favorable en el movimiento obrero, incluido el Partido Comunista. Sobre esta base, construimos una de las organizaciones más exitosas de la historia del trotskismo internacional, el PCR, mientras que la RSL languidecía y desaparecía.
La corrección de nuestra aproximación a la guerra y la política militar fue testificada por la clase dominante. La policía registró todos los locales de la WIL el mismo día que comenzó la guerra. Veían el peligro que representaba nuestra política y tácticas, mientras trataban a la RSL con algo irrelevante, sin duda lo era. ¿Dónde está el error de la RSL? Adoptar una posición abstracta con relación a la política leninista sobre la guerra y la revolución. Intentar aplicar consignas e ideas determinadas sin tener en cuenta la situación real de la sociedad, el movimiento obrero o la conciencia de la clase obrera. Ese es un pobre sustituto de la política real.
Los estalinistas cometieron todo tipo de errores, tanto de naturaleza ultraizquierdista como oportunista. Pero incluso no fueron los culpables de tal locura. Estos errores elementales habrían sido imposibles para cualquier tendencia que realmente estuviese enraizada en la clase. Esa es la esencia del problema.
¿Cómo no plantear la cuestión?
¿Cómo plantear la cuestión? No repitiendo frases revolucionarias sobre la guerra civil, sino explicando los fundamentos del marxismo y sobre todo luchando por ganar a las masas.
El creciente poder del proletariado, que ahora es la mayoría decisiva en los principales países industrializados, sin duda crea unas condiciones favorables para la transformación socialista de la sociedad. Como hemos explicado en muchas ocasiones, el desarrollo de las fuerzas productivas y la desaparición del campesinado en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial han fortalecido enormemente a la clase obrera. El problema es que la clase no es consciente de ese hecho y los dirigentes reformistas hacen cualquier cosa para convencer a los trabajadores de que son débil y que la burguesía y su Estado son fuertes. Parte del truco es asustar a los trabajadores con la idea de que la revolución inevitablemente significa violencia, guerra civil, las calles llenas de sangre y cosas por el estilo.
Curiosamente, las sectas ultraizquierdistas siempre machacan con el mismo tema, sin ser conscientes de que caen en la trampa preparada por la burguesía y sus aliados reformistas. Hace algún tiempo el compañero Ted Grant fue entrevistado en la televisión británica sobre el momento de su expulsión del Partido Laborista. No es sorprendente que le preguntaran cosas como "¿está usted a favor de la violencia?" A lo que Ted respondió: "¿Está usted a favor de la peste? Por supuesto que no estoy a favor de la violencia. Defendemos la elección de un gobierno laborista que debe aprobar una ley que permita nacionalizar los bancos y los grandes monopolios". Naturalmente, el entrevistador habría estado encantado si, en lugar de esta respuesta, hubiera recibido una diatriba sobre la necesidad de aplastar el Estado, la inevitabilidad de la guerra civil, etc.,
Todo lo que está en juego es cómo plantear la cuestión del poder de tal manera que podamos ganar y movilizar a las masas para una ofensiva contra el capital. Eso sólo se puede conseguir vinculando las luchas cotidianas de los trabajadores ("reivindicaciones económicas") con la idea de expropiar los bancos y grandes monopolios. Eso sólo se puede hacer de una manera transicional, no con discusiones abstractas sobre la necesidad del derrocamiento violento del Estado por medios militares. Veamos cómo Trotsky planteaba la cuestión.
En El programa de transición, que representa el resumen de la posición marxista sobre cómo llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad, Trotsky explica la relación precisa entre las reivindicaciones "económicas" y el derrocamiento de la burguesía. Su actitud hacia este tema se demuestra claramente en las discusiones sobre el programa de transición que, a propósito, eran discusiones internas, precisamente pretendían educar y desarrollar a los cuadros dirigentes del movimiento trotskista:
"Trotsky: La consigna ‘expropiación' no excluye la indemnización. En este sentido, a menudo oponemos expropiación a indemnización. La confiscación excluye la compensación, pero la expropiación puede incluir indemnización. Qué indemnización, eso es harina de otro costal. Por ejemplo, en el curso de la agitación alguien nos puede preguntar: ¿Qué haréis ahora, transformar a los propietarios y a los que detentan el poder en vagabundos? No; les daremos una compensación decente, la necesaria para que puedan subvenir a su manutención en la medida en que no puedan trabajar, como en el caso de la vieja generación. No hay que imitar siempre a los rusos. Los rusos tuvieron que soportar una intervención armada de varios países capitalistas, lo que les impidió poder indemnizar a nadie. EEUU es un pueblo rico, y cuando lleguemos al poder, indemnizaremos a la vieja generación. En este sentido no sería afortunado proclamar la confiscación sin indemnización. Es mejor usar expropiación que confiscación, porque la primera puede ser igual a la segunda, pero también puede suponer cierta indemnización.
"Debemos demostrar que no somos vengativos. En EEUU es muy importante demostrar que se trata de una cuestión de posibilidades materiales, que no destruiremos a nivel personal la clase capitalista". (León Trotsky. Discusiones sobre El programa de transición).
Para una mente sectaria parece impermisible "en principio" que una tendencia revolucionaria pueda sugerir que podemos pagar algún tipo de indemnización a la burguesía, como que supuestamente está descartado que los trabajadores puedan tomar el poder sin una "inevitable guerra civil". Esa es la diferencia entre el genuino marxismo y el simple formalismo. En esencia, Trotsky repite el mismo método que Marx y Engels aplicaron cuando decían que, en unas condiciones determinadas, el proletariado podría considerar ofrecer "comprar la parte" de los capitalistas, con la condición de que entregaran las fábricas de manera pacífica y sin resistencia.
Sobra decir que ni Trotsky ni ellos albergaban ilusión alguna en que la burguesía no lucharía con todos los medios a su disposición para mantener su poder y riqueza. Pero esto depende precisamente de lo que realmente significa a su disposición en el momento decisivo. Y eso, a su vez, depende en gran medida de la capacidad del partido revolucionario de combinar la firmeza absoluta con la flexibilidad absoluta y la inteligencia en el terreno de las tácticas.
Mayo de 1968
Los acontecimientos franceses de mayo de 1968 representaron la mayor huelga general revolucionaria de la historia. Aunque sólo unos 3 millones de trabajadores estaban organizados en los sindicatos, diez millones participaron y ocuparon las fábricas. Los estudiantes, profesores, profesionales, campesinos, científicos, futbolistas, incluso las chicas del Follies Bergères salieron a la lucha. La bandera roja ondeaba sobre las fábricas, escuelas, universidades, bolsas laborales incluso en los observatorios astronómicos. El poder realmente estaba en manos de la clase obrera. El gobierno estaba inerte, suspendido en el aire debido ala insurrección. El "Estado fuete" de De Gaulle estaba paralizado. Este poderoso movimiento tuvo lugar en el pico del auge económico de la posguerra del capitalismo.
Los acontecimientos de 1968 no sólo no fueron previstos por nadie excepto por nuestra corriente, sino que pillaron a todas las demás tendencias totalmente por sorpresa, porque, con la excepción nuestra, habían descartado a la clase obrera europea. Comencemos con la burguesía. ¿Anticiparon el movimiento en Francia?
En mayo de 1968, The Economist publicó un suplemento especial sobre Francia escrito por Norman Macre para celebrar los diez años de gobierno gaullista. En este suplemento, Macrae elogiaba los éxitos del capitalismo francés, destacaba que los franceses tenían niveles de vida más altos que los británicos, comían más carne, poseían más automóviles y otras cosas por el estilo. Citaba la "gran ventaja nacional" de Francia sobre su vecino del otro lado del Canal: sus sindicatos eran "penosamente débiles". Apenas se había secado la tinta en el artículo de Macrae cuando la clase obrera francesa asombró al mundo con una insurrección social sin parangón en los tiempos modernos.
Los acontecimientos de mayo no fueron previstos por los estrategas del capital, ni en Francia ni en ninguna otra parte. No fueron previstos por los dirigentes estalinistas ni reformistas que se esforzaron por descarrilar el movimiento cuando empezó, pero que no jugaron ningún papel en su preparación u organización.
Las cosas eran aún peores en el caso de las 57 variedades de sectas pseudo-marxistas, para las que Francia había sido tan provechosa. Estas damas y caballeros intelectuales (la mayoría de los cuales, a propósito, han pasado décadas defendiendo la "lucha armada", la insurrección y todo lo demás) no previeron ningún movimiento de los trabajadores franceses. Además negaron específicamente cualquier posibilidad. Tomemos a uno de los "teóricos" de los marxistas académicos, André Gorz. Este individuo escribió en un artículo que "en el futuro previsible no habría ninguna crisis del capitalismo europeo tan radical como para llevar a las masas de trabajadores a huelgas generales revolucionarias o insurrecciones armadas en apoyo de sus intereses vitales". (A. Gorz. Reform and Revolution. Publicado en The Socialist Register. 1968. El subrayado es mío). Estas líneas fueron publicadas en mitad de la mayor huelga general revolucionaria de la historia.
Gorz no era el único que descartaba la lucha revolucionaria de la clase obrera. Ese "gran marxista" llamado Ernest Mandel, sólo un mes antes de estos grandes acontecimientos habló en una reunión en Londres. Durante su intervención, habló sobre todo lo que había bajo el sol pero no dedicó ni una sola palabra a la situación de la clase obrera francesa. Cuando una o dos personas le preguntaron desde la sala por esta contradicción, su respuesta fue que los trabajadores estaban aburguesados y "americanizados", que los trabajadores franceses no protagonizarían ningún acontecimiento de este tipo durante los próximos veinte años.
Durante los acontecimientos de mayo la universidad, por supuesto, fue ocupada por los estudiantes. En el patio central había muchos stands en los que se podían ver periódicos de todos los grupos de izquierda. Estaban todos los mensuales de la época, no habían tenido tiempo de publicar una nueva edición después del inicio de la huelga. Sin excepción, todos dedicaban la portada a Vietnam, Bolivia, Che Guevara, Mao Zedong, a todo excepto a la clase obrera francesa.
Estas otras tendencias no lo esperaban porque, en realidad, habían desechado a la clase obrera en los países capitalistas desarrollados debido a que estaba "corrupta" y "aburguesada".
A propósito, muchas de ellas se encontraban cómodas refugiadas en interminables discusiones sobre la "lucha armada" en los cafés de París, que les aliviaba de la necesidad de buscar contactos con el mundo real y los problemas de los trabajadores franceses, que, de haberlo hecho, les habría proporcionado la suficiente información para prever la inminente explosión social.
Desgraciadamente, no teníamos en Francia un grupo capaz de intervenir efectivamente en estos acontecimientos. La lección principal de 1968 es que, una vez los trabajadores están en las calles, entonces es demasiado tarde para nosotros. No puedes improvisar una organización revolucionaria. Debe estar creada por adelantado.
1968 fue una revolución
No sólo era una cuestión de la desaparición del campesinado. El desarrollo de la industria creó un proletariado mucho más fuerte que en los años treinta y más aún que en la época de la Comuna de París, cuando prácticamente todos los trabajadores estaban en pequeñas empresas. Incluso en 1931, casi dos tercios de todas las empresas industriales de Francia no empleaban trabajadores asalariados y otro tercio de ellas empleaban a menos de 10. Sólo el 0,5% de las empresas industriales empleaban a más de cien trabajadores. En 1968 se pudo ver este cambio fundamental en el papel clave que jugaron fábricas gigantescas como la Renault de Flins, con una plantilla de 10.500 trabajadores, de los cuales 10.000 participaron en los piquetes y con un mínimo de 5.000 trabajadores asistiendo regularmente a las asambleas de huelga.
En 1936, cuando la correlación de fuerzas de clase era infinitamente menos favorable. Trotsky dijo que el PCF y el PSF podrían haber tomado el poder: "Si el partido de León Blum realmente fuera socialista, podría, basándose en la huelga general, haber derrocado a la burguesía en junio, casi sin guerra civil, con los mínimos trastornos y sacrificios. Pero el partido de Blum es un partido burgués, el hermano más joven del podrido radicalismo". (León Trotsky. ¿A dónde va Francia? El subrayado es mío).
La correlación de fuerzas en 1968 era inmensamente más favorable. Era posible la transformación pacífica, si los dirigentes del PCF hubieran actuado como harían los marxistas. Es esencial insistir en este punto. Sólo la traición de los dirigentes reformistas, que se negaron a tomar el poder cuando existían las circunstancias más favorables, impidió a los trabajadores franceses tomar el poder.
Los acontecimientos de mayo fueron más que una huelga general. Fue una revolución traicionada por los estalinistas. Quienquiera no comprenda esto no entiende nada. Cada sector del proletariado participó en la lucha. El colosal alcance del movimiento, su empuje y alcance, siguieron las mejores tradiciones revolucionarias de la clase obrera francesa. Y se consiguió sin la dirección de las cúpulas del PCF y el PSF.
¿Qué es una revolución? Trotsky explica que una revolución es una situación donde la masa de hombres y mujeres normalmente apática comienza a participar de manera activa en la vida de la sociedad, cuando adquiere consciencia de su fuerza y se mueve para tomar en sus manos su destino. Eso es una revolución. Y es lo que ocurrió a una escala colosal en Francia en 1968.
La correlación de fuerzas de clase se expresó aquí, no como un simple potencial o una estadística abstracta, sino como un poder real en las calles y en las fábricas. Los trabajadores franceses estiraron los músculos y comenzaron a ser conscientes del enorme poder que tenían en sus manos. Una idea de la situación es la siguiente descripción de la poderosa manifestación de un millón de personas que tomó las calles de París el 13 de mayo:
"Pasaban constantemente hileras. Había secciones enteras de personal hospitalario con batas blancas, algunos llevaban carteles en los que se podía leer: ‘Où sont les disparus des hôpitaux?' (¿Dónde están los heridos desaparecidos?). Cada fábrica, cada centro de trabajo importante parecía estar representado. Había numerosos grupos de ferroviarios, carteros, impresores, personal del Metro, trabajadores del aeropuerto, comercio, electricistas, abogados, alcantarillado, banca, construcción, del vidrio y el sector químico, camareros, empleados municipales, pintores y decoradores, trabajadores del gas, dependientas, oficinistas de aseguradoras, barrenderos, operadores de cine, trabajadores de autobús, profesores, trabajadores de las nuevas industrias del plástico, todos ellos en filas, la sangre de la sociedad capitalista moderna, una masa interminable, una fuerza que podía arrastrar todo lo que se encontrara a su paso, si se decidía a hacerlo". (Citado en Revolutionary Rehearsals. p. 12).
Una vez en la lucha los trabajadores comenzaron a tomar iniciativas que iban más allá de los límites de una huelga normal. Los editores y periodistas impusieron una especie de control obrero de la prensa. Los periódicos burgueses tenían que someter las editoriales al escrutinio y tenían que publicar las declaraciones de los comités obreros. El plan de De Gaulle de celebrar un referéndum fue frustrado por la acción de los trabajadores. El general fue incapaz de publicar las papeletas del referéndum debido a la huelga de los impresores franceses y a la negativa de sus colegas belgas a hacer de esquiroles. La correlación de fuerzas de clase no es una cuestión puramente numérica del tamaño de la clase obrera respecto al campesinado y la clase media en general. Una vez el proletariado entra en la lucha decisiva y demuestra ser una fuerza poderosa en la sociedad, atrae rápidamente a la masa explotada de campesinos y pequeños comerciantes que son víctimas de los bancos y los monopolios. Este hecho era evidente en 1968, cuando los campesinos levantaron bloqueos de carreteras alrededor de Nantes y distribuían comida gratis a los huelguistas.
Los trabajadores tomaron el control de los suministros petroleros en Nantes, negaron la entrada a todos los camiones cisterna que no llevaban autorización del comité de huelga. Se colocó un piquete en el único surtidor de gasolina que funcionaba en la ciudad, así se garantizaba que él único combustible suministrado era para los médicos. Se establecieron contactos con las organizaciones campesinas en las zonas circundantes, se organizaron los suministros de comida, los precios eran fijados por los trabajadores y los campesinos. Para evitar la especulación, las tiendas tenían que mostrar una pegatina en el escaparate con las palabras: "Esta tienda está autorizada a abrir. Sus precios están bajo la permanente supervisión de los sindicatos". La pegatina iba firmada por la CGT, la CFDT y FO. Un litro de leche se vendía a 50 céntimos comparado con su precio normal de 80 céntimos. El kilo de patatas pasó de 70 a 12 céntimos. Uno de zanahorias de 80 a 50 y así sucesivamente.
Como las escuelas estaban cerradas, los profesores y los estudiantes organizaron guarderías, ludotecas, comidas gratuitas y actividades para los hijos de los huelguistas. Se crearon comités de mujeres de huelguistas que jugaron un papel destacado en la organización de los suministros alimenticios. No sólo los estudiantes, sino también los abogados profesionales estaban infectados por el microbio de la revolución. Los astrónomos ocuparon un observatorio. Hubo una huelga en el centro de investigación nuclear de Saclay, donde la mayoría de los 10.000 empleados eran investigadores, técnicos, ingenieros y científicos. Incluso la iglesia se vio afectada. En el Barrio Latino, jóvenes católicos ocuparon la iglesia y exigían un debate en lugar de misa.
El mito del "Estado fuerte"
Los planes del gobierno francés eran similares a los planes de todas las clases dominantes en la historia cuando se enfrentan a la revolución. El gobierno del zar Nicolás ("el sangriento" como le llamaban) no estaba falto de estos planes militares de contingencia antes de febrero de 1917. Pero otra cosa bien distinta era llevar estos planes a la práctica, como descubrió Nicolás a su propia costa. Lo que es decisivo en una revolución no son los planes del régimen, sino la correlación real de fuerzas en la sociedad. De Gaulle era un burgués bastante astuto, plenamente consciente de la situación real (aunque, como veremos, al principio la subestimó y como resultado cometió un error muy serio. Como todos los demás, tampoco esperaba que los trabajadores franceses se movieran).
La realidad es que el movimiento pilló totalmente desprevenidos a la clase dominante y al gobierno. Estaban aterrorizados ante el movimiento de los estudiantes, Pompidou admitía en sus memorias:
"Algunos... han pensado que al reabrir la Sorbona y liberar a los estudiantes yo había demostrado debilidad y había puesto en marcha de nuevo la agitación. Yo respondería simplemente lo siguiente: supongamos que, el lunes 13 de mayo la Sorbona hubiera seguido cerrada bajo protección policial. ¿Quién se puede imaginar que la multitud, avanzando hacia Denfert-Rocearau no habría conseguido entrar llevándose todo por delante como un rio en una inundación? Prefería dar la Sorbona a los estudiantes que verla tomada por la fuerza". (G. Pompidou. Por Rétablir une Verité. pp. 184-185).
En otra parte añade:
En otra parte añade: "La crisis era infinitamente más seria y más profunda; el régimen se mantendría o sería derrocado, pero no podía ser salvado con una simple remodelación ministerial. No era mi posición la que se ponía en duda. Era el general De Gaulle, la Quinta República y, hasta cierto punto, el propio poder republicano". (Ibíd., p. 197. El subrayado es mío).
¿A qué se refería Pompidou cuando hablaba de que "el propio poder republicano" estaba en peligro? Lo que quería decir es que el Estado burgués estaba en peligro de ser derrocado. Y en esta idea, tenía bastante razón. Más adelante Pompidou intentó difuminar la crisis reabriendo la Sorbona, pero el movimiento simplemente fue a más, con una manifestación de 250.000 personas. Aterrorizado de que los estudiantes pudieran unirse a los obreros y tomar el Elysée, el palacio presidencial fue evacuado.
De Gaulle, inicialmente, depositó su confianza en los dirigentes estalinistas para salvar la situación. A su Ayudante de Campo Naval, François Flohic, le dijo: "No te preocupes, Flohic, los comunistas les mantendrán bajo control". (Phillippe Alexandre. L'Elysée en péril. P. 299). ¿Qué es lo que demuestran estas palabras? Ni más ni menos que el sistema capitalista no podría existir sin el apoyo de los dirigentes obreros reformistas (y estalinistas). Este apoyo les es mucho más valioso que cualquier cantidad de tanques y policías. De Gaulle, como burgués inteligente, lo entendía perfectamente. Sin embargo, la esencia de una revolución es que las masas comienzan a participar activamente en los acontecimientos, empiezan a tomar los asuntos en sus manos. La confianza del general no duró mucho. Tuvo que suspender su viaje presidencial a Rumania porque la situación en París se deterioraba rápidamente. Su biógrafo, Charles Williams, describe de manera gráfica los sentimientos de De Gaulle en vísperas de su discurso a la nación del 24 de mayo:
"No hay duda de que después de la excitación de Rumania, el general estaba profundamente conmocionado por lo que se encontró a su regreso a Francia. Durante los siguientes tres días, a un visitante que no lo había visto durante algún tiempo, le pareció viejo e indeciso, su andar encorvado más acentuado. Parecía como si todo eso estuviese siendo demasiado para él.
"El discurso del 24 de mayo, cuando se produjo, fue un fracaso total. El general parecía y sonaba insincero, asustado. Es cierto, él anunció un referéndum sobre la ‘participación', pero no estaba claro cuál iba a ser el contenido concreto de la pregunta y, a aquellos que le escucharon, les sonó sospechosamente como un truco. Dijo que era el deber del Estado asegurar el orden público, pero a su voz le faltaba su vieja resonancia y sus frases, aunque todavía utilizaban el viejo lenguaje solemne, de alguna manera, ya no llevaban la misma convicción. Se presentó como un hombre viejo, cansado y herido. Sabía que había perdido. ‘He fallado el objetivo', dijo esa noche. Lo mejor que Pompidou le pudo decir fue: ‘Podía haber sido peor'.
"Pero el estado de ánimo de De Gaulle en la mañana del 25 de mayo había empeorado. Estaba, en palabras de uno de sus ministros, ‘postrado, encorvado y envejecido'. Repetía una y otra vez, ‘esto es un lío'. Otro ministro le encontró como un hombre viejo que no ‘tenía sentido por el futuro'. El general envió a buscar a su hijo Phillippe, que encontró a su padre ‘cansado' y se dio cuenta de que casi no había dormido. Phillippe sugirió que su podría irse al puerto atlántico de Brest, sombras de 1940, pero le dijeron que no se rendiría.
"Desde el 25 al 28 de mayo, De gaulle se mantuvo en un estado de profundo pesimismo. Las negociaciones de Pompidou con los sindicatos habían sido una farsa. Simplemente les había dado todo lo que pedían: enormes aumentos salariales y beneficios sociales, y un aumento del salario mínimo del 35%. El único obstáculo era que, incluso después de haber firmado, la CGT insistió en que tenían que ser ratificados por sus militantes. George Séguy, el dirigente de la CGT, se fue rápidamente hacia el barrio parisino de Billancourt, donde 12.000 trabajadores de la Renault estaban en huelga. Cuando se les planteó el acuerdo, humillaron a Séguy rechazándolo de plano. Los llamados acuerdos de Grenelle fueron abortados.
"El Consejo de Ministros se reunió a las 3 de la tarde del 27 de mayo, poco después de que los trabajadores de Renault rechazaran los acuerdos de Grenelle. El general lo presidía, pero se notó que so corazón y su mente estaban en otra parte. Miraba a sus ministros sin verles, sus manos listas en la mesa frente a él, sus hombros hundidos, aparentemente ‘totalmente indiferente' a lo que pasaba a su alrededor. Hubo una discusión sobre el referéndum, el general aparentemente sólo escuchó trozos de ella". (C. Williams. The Last Great Frenchman. A life of General De Gaulle. Pp. 463-4-5. El subrayado es mío).
Estos extractos de una biografía favorable a De Gaulle, pinta una imagen intensa de la total desorientación, pánico y desmoralización en la que estaba inmerso. Según el embajador norteamericano, De Gaulle le dijo: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder". ¿Por qué? Muy simple, porque De Gaulle veía el empuje del movimiento revolucionario y no creía que pudieran controlarlo, incluso con los servicios de los dirigentes estalinistas.
Contradicción
Es evidente que aquí hay una contradicción. Por un lado De Gaulle tenía mucha confianza en que los dirigentes del PC mantendrían a las masas bajo control. Al siguiente minuto era presa de la "idea aterradora" de que los dirigentes del PC serían "aupados al poder a pesar de sí mismos".
Evidentemente hay un problema, ¡y serio! No sólo innumerables testigos afirman que De Gaulle estaba totalmente postrado y desmoralizado, sino que al menos en dos ocasiones contempló la idea de huir del país. Su propio hijo le pidió que escapará a través de Brest, otras fuentes estatales dicen que consideró quedarse en Alemania Occidental, donde había ido a visitar al general Massu. De Gaulle era un político inteligente y calculador que nunca actuaba por impulsos y en raras ocasiones perdía los nervios. Si le dijo al embajador norteamericano: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder", es porque se lo creía. Y no él solo, sino también la mayoría de la clase dominante.
La clase dominante francesa aún disponía de una formidable maquinaria de represión. ¿Cuánto de formidable? Veamos. Había unos 144.000 policías (armados) de distintas categorías, incluidos 13.500 de la tristemente famosa policía antidisturbios CRS, y unos 261.000 soldados estacionados en Francia o en Alemania Occidental. Si se aborda la cuestión desde un punto de vista puramente cuantitativo, entonces habría que descartar no sólo la posibilidad de una transformación pacífica, sino también de la revolución en general, y no sólo en Francia en 1968. Desde este punto de vista, ninguna revolución habría triunfado jamás en toda la historia. Pero la cuestión no se puede plantear de esta manera.
En toda revolución se levantan voces que intentan asustar a la clase oprimida con el espectro de la violencia, el derramamiento de sangre y la "inevitabilidad de la guerra civil". Kámenev y Zinoviev hablaban exactamente de la misma forma en vísperas de la insurrección de Octubre. Heinz Dieterich y los reformistas en Venezuela hoy utilizan la misma línea de argumentación para intentar poner freno a la revolución venezolana.
"Los adversarios de la insurrección, incluso en las mismas filas del Partido Bolchevique, encontraban sin embargo bastantes motivos para sus deducciones pesimistas. Zinoviev y Kámenev advertían que no había que subestimar las fuerzas del adversario. ‘Petrogrado decide, pero en Petrogrado los enemigos disponen de fuerzas importantes: cinco mil junkers perfectamente armados y que saben batirse; un Estado Mayo, batallones de choque, cosacos y una parte importante de la guarnición, más una considerable artillería dispuesta en abanico alrededor de Petrogrado. Además, es casi seguro que los adversario intentarán traer tropas del frente con la ayuda del Comité Ejecutivo central...'".
Trotsky respondió a las objeciones de Kámenev y Zinoviev de la siguiente forma: "La lista suena imponente, pero sólo es una lista. Si un ejército, en conjunto, es un reflejo de la sociedad, entonces cuando la sociedad abiertamente se divide, ambos ejércitos son copias de los dos bandos en combate. El ejército de los poseedores llevaban dentro el gusano del aislamiento y la disgregación". (León Trotsky. Historia de la Revolución Rusa. P. 1042).
Según dice un famoso aforismo de Mao: "el poder emana de la punta del fusil". Pero los fusiles son empuñados por soldados que no viven en el vacío, sino que están influenciados por el estado de ánimo de las masas. En cualquier sociedad, la policía es más atrasada que el ejército. Sin embargo, en Francia, la policía, por citar una editorial de The Times (31/5/1968) "hierve de descontento".
"Hierve de descontento por el trato que les da el gobierno" dice el artículo, "y el departamento encargado de la información sobre la actividad estudiantil ha estado deliberadamente privando al gobierno de información sobre los dirigentes estudiantiles, en apoyo de sus reivindicaciones salariales.
"... Tampoco la policía ha estado muy impresionada con el comportamiento del gobierno desde que empezaron los disturbios. ‘Están aterrorizado de perder nuestro apoyo' dijo un hombre.
"Tal descontento es una de las razones de la aparente inactividad de la policía en París en estos últimos días. La semana pasada, hombres en diferentes comisarías locales se negaron a salir de los cruces y plazas de la capital". (The Times. 31/5/1968. El subrayado es mío).
El 13 de mayo una organización sindical de la policía que representaba al 80 por ciento del personal sacó una declaración en la que "... considera la declaración del primer ministro como un reconocimiento de que los estudiantes tenían razón, y como una renuncia total a las acciones de la fuerza policial que el gobierno mismo ha ordenado. En estas circunstancias es sorprendente que no se buscara un diálogo efectivo con los estudiantes antes de que se produjesen estos lamentables acontecimientos". (Le Monde. 15/5/1968).
Si esta era la postura de la policía, el efecto de la revolución sobre la base del ejército sería aún mayor. Como así era, a pesar de la falta de información, existían informes sobre del fermento entre las fuerzas armadas e incluso de un motín en la armada. El portaaviones Clemenceau, debía ir al Pacífico para una prueba nuclear, de repente dio la vuelta y regresó sin explicación a Toulon. Llegaron noticias de un motín a bordo y dijeron que habían "perdido en el mar" a varios marineros. (Le Canard Enchiné. 19/6/68, se publicó un informe completo en Action el 14 de junio, pero fue confiscado por las autoridades).
Un panfleto publicado por miembros del RIMECA (regimiento de infantería mecanizada) estacionado en Mutzig, cerca de Estrasburgo indica que secciones del ejército ya estaban siendo afectadas por el ambiente de las masas. Incluía la siguiente sección:
"Como todos los soldados de la leva, estamos confinados a los cuarteles. Se nos está preparando para intervenir como fuerzas represivas. Los obreros y los jóvenes tienen que saber que los soldados del contingente NUNCA DISPARARÁN CONTRA LOS TRABAJADORES. Los Comités de Acción nos oponemos a toda costa a que los soldados rodeen las fábricas.
"Mañana o pasado se espera que rodeemos una fábrica de armamentos cuyos trescientos trabajadores quieren ocupar. CONFRATERNIZAREMOS.
"Soldados del contingente ¡formad vuestros comités!". (Citado en Revolutionary Reherasals. p. 26)
La publicación de este panfleto claramente fue un ejemplo excepcional de los elementos más revolucionarios entre los conscriptos. Pero, en medio de una revolución de proporciones tan masivas, ¿es posible dudar de que la base del ejército rápidamente se "contagiaría" del bacilo de la rebelión? Los estrategas del capital internacional no lo dudaban. Ni tampoco sus homólogos franceses. En un estado de pánico, que ya hemos documentado suficientemente, De Gaulle de repente desapareció.
Presa del pánico De Gaulle de repente desapareció, viajó a Alemania donde mantuvo una reunión secreta con el general Massu, el hombre a cargo de las tropas francesas estacionadas en Baden-Wurttemberg. El contenido preciso de estas conversaciones nunca se conoció, pero no hace falta demasiada imaginación para hacerse una idea de lo que le preguntó: "¿Podemos basarnos en el ejército?" La respuesta no se encuentra recogida en ninguna de las fuentes escritas por razones obvias. Sin embargo, The Times, envió a su corresponsal a Alemania para entrevistar a los soldados franceses, la gran mayoría eran hijos de la clase obrera que cumplían el servicio militar obligatorio. Uno de los entrevistados por The Times respondió a la pregunta de si abriría fuego contra los trabajadores: "¡Nunca! Pienso que sus métodos [de los trabajadores] pueden ser algo duros, pero yo soy el hijo de un trabajador".
En su editorial The Times hacía la siguiente pregunta: "¿Puede De Gaulle utilizar el ejército?" y respondía a su propia pregunta diciendo que quizás pudiese utilizarlo una vez. En otras palabras, un solo enfrentamiento sangriento bastaría para romper en pedazos el ejército. Esa era la valoración de los estrategas más duros del capital internacional en aquella época. No hay ninguna razón para dudar de su palabra en esta ocasión.
¿Quién salvó a De Gaulle?
No fue en absoluto el ejército o la policía (que estaban tan desmoralizados que incluso la rama reaccionaria de la inteligencia, como hemos visto, se negaban a colaborar con el gobierno contra los estudiantes) los que salvaron la situación para el capitalismo francés, sino que fue el comportamiento de los dirigentes sindicales y estalinistas. Esta conclusión no sólo es nuestra, sino que encuentra apoyo en la Enciclopedia Británica:
"De Gaulle parecía incapaz de controlar la crisis o comprender su naturaleza. Sin embargo, los dirigentes comunistas y sindicales le proporcionaron un respiro, se opusieron a ningún levantamiento más allá, evidentemente temían la pérdida de sus seguidores ante sus rivales más extremistas y anarquistas".
¿Cuál fue el principal arma utilizada por los estalinistas para convencer a los trabajadores de que no intentasen tomar el poder? Que el Estado era fuerte, que habría violencia y guerra civil. Qué hablen ellos mismos. Según Waldeck-Rochet, secretario general del partido:
"En realidad en mayo se debía hacer la siguiente elección:
"O se actuaba de una manera que la huelga permitiera satisfacer las reivindicaciones esenciales de los trabajadores y aplicar al mismo tiempo, en el plano político, una política destinada a realizar los cambios democráticos necesarios por medios constitucionales. Esa era la posición de nuestro partido.
"O simplemente provocar una prueba de fuerza, en otras palabras moverse hacia la insurrección, lo que implicaría recurrir a la lucha armada para derrocar al régimen por la fuerza. Esa era la posición aventurera de ciertos grupos de ultraizquierda". (L'Humanité. 10/7/1968).
Hay que observar la habilidad con la que estos burócratas estalinistas juegan con los temores de las masas. Como los burócratas obreros en todas partes, saben que muchos trabajadores temen la perspectiva de la violencia y el derramamiento de sangre. Este hecho es un libro cerrado con siete llaves para las sectas ultraizquierdistas, que inmediatamente caen en la trampa que les pone la burguesía y los burócratas. Esta es una de las razones por la que nunca ganarán a las masas, ni en mil años. El tipo de radicalismo terminológico que es el sello normal de los sectarios simplemente es la otra cara de la moneda de su falta total de confianza en la clase obrera, su fe supersticiosa en el "Estado fuerte" y, sobre todo, su incapacidad orgánica de penetrar en la clase obrera o encontrar un lenguaje común con los trabajadores.
¿Cómo actuaría una verdadera tendencia marxista en esas circunstancias? ¿Planteando la consigna de la insurrección o guerra civil? Eso es lo que hacían las sectas. En realidad, intentaron llevarlo a la práctica (¡sin las masas!). Esta es la esencia destilada del ultraizquierdismo pequeño burgués y el aventurerismo, que siempre cae en manos de la derecha. No. Los marxistas actuamos de la misma manera que Lenin. Ellos habrían realizado un trabajo sistemático en el PC, en las Juventudes Comunistas y en los sindicatos, consiguiendo puntos de apoyo durante todo el período anterior. Durante los acontecimientos de mayo la consigna principal de los marxistas habría sido la creación de comités para coordinar y dirigir la lucha, uniéndolos a nivel local, regional y, en última instancia, sobre bases nacionales. Al mismo tiempo, habrían exigido que el PC tomara el poder, expropiara a los capitalistas y transformase la sociedad.
¿Se podría haber hecho pacíficamente? Como hemos visto, Trotsky en 1936 dijo que los dirigentes socialistas simplemente podrían haber barrido a un lado la resistencia de la clase dominante. ¿Qué habría dicho en una situación como esta mil veces más favorable? En respuesta a los discursos de Waldeck Rochet y compañía, que intentaban asustar a los trabajadores con el espectro del baño de sangre y guerra civil, nosotros habríamos dicho lo que Lenin dijo en mil ocasiones en 1917, como también hizo Trotsky en 1936, que los dirigentes obreros reformistas (estalinistas), con el aplastante apoyo de las masas, podrían haber tomado el poder pacíficamente, con un mínimo esfuerzo, sin guerra civil, y que esta era la única manera de evitar la violencia. Y sin duda eso era un millón de veces más correcto en Francia que en Rusia en 1917. Esto no es el ultraizquierdismo estridente de las sectas, la única manera de llegar a los trabajadores comunistas, derrotar a la dirección estalinista y ganar a las masas a la idea de la revolución.
Defensa y ofensiva
Desde el punto de vista de la lógica formal, defensa y ofensiva son opuestos inmutables. Sin embargo, en la práctica, con frecuencia se pasa de uno a otro. Una lucha defensiva, en determinadas condiciones, se puede transformar en una lucha ofensiva y viceversa. Hay muchos puntos de comparación con las guerras entre las naciones y las guerras entre las clases. Pero también hay diferencias. Un ejército profesional burgués durante décadas está preparado, financiado y armado para la guerra. El estado mayor puede elegir cuándo y dónde comienzan las hostilidades. Por supuesto, incluso aquí, no es una cuestión puramente militar. Clausewitz explicaba que la "guerra es la continuación de la política por otros medios". Los actos militares de los gobiernos burgueses están determinados por los intereses de clase de la burguesía. Por esta razón los marxistas siempre han señalado que la cuestión de "quién dispara el primer tiro" es una consideración totalmente secundaria que no tiene que ver con el carácter concreto de la guerra.
Esta proposición general es correcta. Pero ¿eso no significa no tenga importancia la cuestión de la responsabilidad del estallido de las hostilidades? Imaginar esto es no comprender nada del comportamiento de la guerra. ¿Por qué cada gobierno en toda guerra siempre intenta culpar del inicio al enemigo? ¿Es un accidente? ¿Es un capricho? Todo lo contrario. La guerra no sólo es una cuestión militar, también implica política. La movilización de la opinión pública, en casa y en el exterior, en apoyo de la guerra es una cuestión fundamental, que sólo se puede resolver en el plano político. Engels explicaba que en la guerra la importancia de la moral frente a lo físico es de tres a uno. De ahí que la tarea fundamental de la diplomacia es convencer a la "opinión pública" de que su ejército particular actuó sólo en defensa propia, como respuesta a una provocación intolerable, una "agresión enemiga" y otras cosas similares. Un gobierno que no actúe de esta manera cometería un gran error y provocaría un enorme daño a su esfuerzo bélico.
Todo esto es mil veces más cierto en la revolución socialista. El proletariado, a diferencia de la clase dominante, no posee un ejército y nunca tendrá una fuerza armada capaz desafiar a las fuerzas del Estado burgués, siempre que este último permanezca intacto. Mientras que una guerra convencional es principalmente una cuestión militar, donde la diplomacia juega un papel significativo aunque subordinado, la tarea de la revolución socialista es principalmente la tarea política de ganar a las masas y a las fuerzas armadas. Los papeles son contrarios.
En realidad, la aplastante mayoría de las luchas de la clase obrera comienzan como luchas defensivas, luchas para defender los niveles de vida, empleos, derechos democráticos, etc., En determinadas condiciones, particularmente con la dirección correcta, estas luchas defensivas pueden preparar el camino para una ofensiva, incluida la huelga general, que plantea la cuestión del poder. Sin embargo, incluso en el transcurso de una revolución, es necesario poner toda la responsabilidad de la violencia sobre los hombros de la clase dominante, para ganar a las masas, no sólo de la clase obrera, sino también de la pequeña burguesía. Por lo tanto, no sólo es correcto, sino absolutamente esencial que presentemos en movimiento con una luz defensiva.
Sin embargo, se podrían objetar que la insurrección tiene un carácter ofensivo. Una vez más, como proposición general abstracta es correcta. Danton decía que la consigna de la insurrección es "De l'audace, de l'audace, et encoré de l'audace!" (¡Audacia, audacia y una vez más audacia!). Pero eso no agota toda la cuestión de las tácticas revolucionarias. La vedad siempre es concreta. En la lucha de clases, como en una guerra normal, es necesario señalar bajo qué condiciones es posible pasar a la ofensiva y cuándo es necesario adoptar una posición defensiva. La guerra sería muy simple si sólo consistiera en una regla simple, aplicable a todas las circunstancias. Pero el general que sólo sabe ordenar "¡Al ataque!" rápidamente conduciría a su ejército a la aniquilación. Es necesario saber cómo atacar, pero también retirarse en buen orden, conocer el sentido, virar, maniobrar y evitar una batalla en condiciones desfavorables y otras cosas por el estilo. Toda la historia del bolchevismo está llena de ejemplos de tácticas habilidosas y flexibles reflejadas en los escritos de Lenin, resumidas en El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo.
El problema era que, después de 1917, los jóvenes e inexpertos cuadros de los Partidos Comunistas en los cinco primeros años de la Internacional Comunista no habían tenido tiempo de absorber y digerir las lecciones de la historia del Bolchevismo y de la Revolución Rusa. Habían leído El Estado y la revolución y los escritos del período de guerra de Lenin, eran capaces de repetir mecánicamente las consignas sobre la necesidad de aplastar al Estado burgués, la guerra civil, la crítica del reformismo y el parlamentarismo, la incorrección de unirse con la socialdemocracia. Pero no comprendieron ni una sola palabra de lo que habían leído. No entendieron el método de Lenin. Durante todo el período desde 1917 hasta su muerte, Lenin luchó para encarrilarles, incluso declarando demostrativamente que si estos eran de "izquierdas" entonces él era de "derechas".
Los comunistas de "izquierda" consideraban que Lenin y Trotsky habían sucumbido al oportunismo. En la práctica, defendían las tácticas y métodos que presentaban como un "desvío muy serio del punto de vista de Lenin y Trotsky", eso "supondrá que la Internacional nunca será capaz de cumplir su misión histórica". La expresión más clara de esto fue la "teoría de la ofensiva" defendida por los dirigentes del PC alemán.
Partiendo del hecho de que los partidos comunistas no eran aún la mayoría decisiva de la clase, Lenin defendió la consigna del frente único, el trabajo paciente en las organizaciones de masas, la participación en los parlamentos burgueses como una manera de ganar a las masas. Esa era la condición previa para la revolución socialista. Pero los de "izquierdas" no estaban satisfechos. Desdeñosamente desecharon el consejo de Lenin de "girar a las masas", considerando que la única política posible para un partido revolucionario era la "ofensiva revolucionaria". Lenin y Trotsky lucharon con uñas y dientes contra esta "teoría", que llevó a la derrota sangrienta en marzo de 1921. Era un ejemplo extremo de una tendencia ultraizquierdista que estaba muy extendida en la época y que ha resurgido muchas veces en la historia del movimiento. Siempre fue combatida por Lenin y Trotsky, incluso antes que ellos por Marx y Engels.
A pesar de su apariencia "revolucionaria", este tipo de aproximación no tiene nada en común con los métodos reales del bolchevismo que simplemente son una caricatura abstracta. Ya hemos mencionado el testimonio de la defensa en el Juicio de Minneapolis. Una de las críticas del ultraizquierdista Munis fue precisamente que Cannon presentó la cuestión de la violencia como un tema de autodefensa. "¿Por qué no", se preguntaba Munis, "elevar la voz en este punto y pedir a los trabajadores que organicen su propia violencia contra la violencia reaccionaria?" Y Cannon respondió:
"¿Por qué no? Porque no era necesario ni aconsejable elevar la voz o hacer un llamamiento de acción este momento. Estábamos hablando, en primer lugar, para el provecho del trabajador no iniciado que lee el testimonio en el periódico o en forma de panfleto. Necesitamos una exposición tranquila o cuidadosa para conseguir su atención. Este trabajador de ninguna manera espera impacientemente nuestro llamamiento a la acción violenta. Más bien lo contrario, cree ardientemente en la llamada democracia y la primera pregunta que hará, si está interesado en el socialismo, será: ‘¿Por qué no podemos hacerlo pacíficamente mediante las urnas?' Es necesario explicarle pacientemente que, aunque preferiríamos esa manera, los empresarios no lo permitirán, recurrirán a la violencia contra la mayoría y los trabajadores deben defenderse y también su derecho a cambiar las cosas". (Munis and Cannon, What policy for revolutionists-Marxism or Ultra-leftism, p. 25.)
Y una vez más:
"Esa ‘fuerza es la partera de toda vieja sociedad preñada de la nueva', este es un axioma conocido por todo estudiante del marxismo. Es un error abrigar o diseminar ilusiones sobre este aspecto y así lo hicimos en el juicio. Pero es un gran error llegar a la conclusión de que la violencia y las palabras sobre violencia sirven ventajosamente a la vanguardia revolucionaria en todo momento y en todas las condiciones. Más bien lo contrario, las condiciones pacíficas y las formas legales democráticas son muy útiles en el período en que el partido aún está reuniendo sus fuerzas y cuando la principal fuerza y recursos, incluidos los recursos de la violencia, están del otro lado. Lenin señalaba que Engels tenía ‘mucha razón' al ‘defender el uso de la legalidad burguesa' y decir a la clase obrera alemana en 1891: ‘¡Sed los primeros en disparad, señores burgueses!".
"Nuestro partido debe luchar aún por ganar el oído de la todavía indiferente clase obrera de EEUU que lo último que quiere es insistir o ‘defender' la violencia. Esta actitud está determinada por la etapa actual del desarrollo de clase y la correlación de fuerza en Estados Unidos". (Ibíd., pp. 30-31).
El más mínimo conocimiento de la historia de la Revolución Rusa, antes, durante y después de Octubre, bastará para demostrar esto. En víspera de la Revolución había diferencia de opinión entre Lenin y Trotsky con relación a la fecha de la insurrección. Lenin quería pasar directamente a la toma del poder en septiembre, mientras que Trotsky estaba a favor de posponer la insurrección hasta el Congreso de los Soviets. ¿Por qué tenía Trotsky esta posición? ¿Sufría de falta de audacia? En absoluto. Trotsky comprendía que, incluso en una revolución, la cuestión de la legalidad es extremadamente importante para las masas.
Los bolcheviques estaban seguros de que conseguirían la mayoría en el Congreso y por tanto podrían aparecer ante las masas como el legítimo poder en la sociedad. No era una cuestión secundaria, era un factor vital para conseguir una transferencia pacífica de poder. Una vez más, el elemento esencial no era militar, sino político. A propósito, los bolcheviques presentaron la insurrección de Octubre como una acción defensiva para evitar que Rusia cayera en el caos y en la guerra civil. Y esto no es casualidad. Incluso cuando estás en posición de pasar a la ofensiva (que de ninguna manera era el caso, más bien lo contrario), siempre es necesario actuar y hablar como si estuvieras combatiendo una lucha defensiva, situando toda la responsabilidad sobre el enemigo.
Tomemos un ejemplo más. En 1918 el destino de la revolución pendía de un hilo. Los ejércitos del imperialismo alemán estaban preparados para la invasión. Las fuerzas militares a disposición de los bolcheviques eran totalmente insuficientes para permitir una resistencia seria. Temiendo la total destrucción de la revolución Lenin defendió la firma inmediata de la paz con Alemania, incluso a costa de sacrificar territorio. Bujarin, que, en aquel momento, mantenía una posición ultraizquierdista, defendía una guerra revolucionaria contra Alemania, una posición muy "audaz", que, en las condiciones concretas, habría llevado seguramente a la destrucción de la revolución.
Trotsky, que estaba a cargo de las negociaciones en Brest Litovsk, intentó alargar lo máximo posible las negociaciones, con la esperanza de que los trabajadores alemanes se levantaran. En realidad, esto ocurrió meses después, pero habría sido demasiado tarde para evitar una contundente ofensiva alemana, no habría dejado margen a los bolcheviques. Cuando los imperialistas alemanes presentaron un ultimátum final, Trotsky, que había utilizado habilidosamente las negociaciones para llevar a cabo agitación revolucionaria que tuvo un gran efecto en Alemania y Austria, se negó a firmar el tratado y rompió las negociaciones, aunque sabía que eso significaría un ataque alemán.
La posición de Trotsky no tenía nada que ver con la línea ultraizquierdista de Bujarin. Él explicaba que la razón de su acción era convencer a los trabajadores de Gran Bretaña y Francia, donde la clase dominante calumniaba a Lenin como agente alemán, que los bolcheviques eran las víctimas de la agresión y que el agresivo Tratado de Brest Litovsk se firmaría por compulsión. No tenían otra alternativa. Sin duda el nuevo tratado era aún menos favorable que antes de la ofensiva alemana, pero aquí, como siempre, lo que motivaba a Lenin y Trotsky eran los intereses de la revolución mundial. La correlación de fuerzas descartaba una ofensiva revolucionaria. Los bolcheviques se vieron obligados a adoptar una posición defensiva e incluso hacer concesiones dolorosas al imperialismo alemán para sobrevivir.
Depositaron toda su confianza en la política internacionalista, apelando a los trabajadores del mundo para que salieran en su ayuda. Incluso después, cuando Trotsky construyó el Ejército Rojo, no tenía ilusiones en que la revolución pudiera salvarse por medios puramente militares. La razón por la que fue capaz de sobrevivir la revolución a los 21 ejércitos de intervención extranjera no fue el heroísmo del Ejército Rojo, por importante que eso fuera, sino la oposición de los trabajadores de Gran Bretaña, Francia y otros países a los planes de los imperialistas, y al hecho de que las tropas de cada ejército extranjero enviado a Rusia se amotinaron.
El primer ministro británico Lloyd George explicó la retirada de las tropas británicas porque estaban "contagiadas del virus bolchevique". No llevar a cabo la revolución, sino su defensa, es el principal arma de una política revolucionaria internacionalista Esa fue el "arma secreta" que compensó ampliamente la extrema debilidad de la revolución frente a lo que eran, sobre el papel, fuerzas arrolladoramente superiores. Visto desde un punto de vista puramente militar, los bolcheviques nunca habrían sido capaces de tomar el poder y por supuesto menos aún mantenerlo.
En una revolución las tropas siempre se ven afectadas por el ambiente general de la sociedad. Esto es particularmente cierto en los conscriptos, por eso los marxistas no apoyan la demanda pacifista pequeño burguesa de abolición del servicio militar. Estamos a favor de que los jóvenes trabajadores sean formados en el uso de las armas, aunque con derechos sindicales y bajo el control de las organizaciones obreras. La naturaleza reaccionaria de la política pequeño burguesa se ve en los intentos de la clase dominante en muchos países de sustituir la conscripción por el ejército profesional, a pesar de que eso supone un mayor coste de dinero.
¿Por qué adoptan esta línea? Porque pueden ver lo que se avecina. En determinada etapa son inevitables las explosiones. Están implícitas en la situación general. La clase dominante en estos países intenta preparase para eso e imagina que un ejército profesional servirá mejor a sus intereses. En realidad, su confianza es inmerecida. En las condiciones modernas, la aplastante mayoría de los soldados profesiones son jóvenes de la clase obrera que se unen al ejército para escapar del desempleo. A pesar de todos los intentos de embrutecerles (que debemos denunciar y oponernos a ellos, exigiendo derechos sindicales para los soldados que les acerquen al movimiento obrero), cuando se da un gran movimiento de la clase ellos son contagiados, incluso la policía se vio afectada en 1968.
Cómo plantear la cuestión
La cuestión de cómo se plantea la transformación de la sociedad depende de la situación. Ese es precisamente el significado del programa de transición. No es cuestión de una fórmula abstracta que estemos obligados a plantear, independientemente del tiempo y el espacio, sino el programa que, teniendo en consideración la conciencia real de la clase, fluye de las necesidades reales de la situación. Tomemos un ejemplo concreto. En Irlanda del Norte nos enfrentábamos a una situación muy difícil y complicada. El problema principal era la cuestión nacional de una forma particularmente monstruosa. La sociedad estaba polarizada en líneas religiosas sectarias. Nuestra política estaba dictada por la necesidad de unir a los trabajadores en líneas de clase. Nuestra consigna central era el establecimiento del Partido laborista basado en los sindicatos. Sin embargo, en una situación donde locos paramilitares de ambas partes llevan a cabo una campaña de asesinato y terror, esto es totalmente insuficiente.
Durante décadas, nuestra tendencia, sólo nosotros, planteamos la consigna de una fuerza de defensa sindical, para defender a los trabajadores contra los ataques sectarios. Esta consigna, que corresponde a la consigna de Trotsky de armar a los piquetes, no salió de la nada. En 1969, los trabajadores den Harland y Wolfs (principalmente protestantes), en los grandes astilleros de Belfast, crearon patrullas bajo el control de los comités de empresa, para defender a los trabajadores católicos contra la intimidación. En esas circunstancias, una fuerza de defensa de los trabajadores tendría que estar armada. Sin armas, estas patrullas eran inútiles frente a los paramilitares. En realidad, el IRA fue el que aplastó este incipiente movimiento asesinando a algunos trabajadores protestantes que participaban en los comités.
¿Era correcta la consigna de una fuerza de defensa de los trabajadores en las condiciones concretas de Irlanda del Norte. Sin duda. De haber tenido éxito habría supuesto un cambio fundamental, cambiando toda la correlación de fuerzas de clase. Comenzando como una consigna defensiva, podría haber sido el punto de partida de un movimiento ofensivo de la clase. Repetimos, la mayoría de los movimientos obreros han tenido al principio un carácter defensivo. Sin la lucha cotidiana por el avance bajo el capitalismo, implicando todo tipo de cuestiones, grandes y pequeñas, la revolución socialista sería totalmente imposible.
Planteemos la cuestión de manera diferente. ¿Habría sido correcta que planteáramos la misma consigna de una fuerza de defensa obrera (que estamos de acuerdo era absolutamente necesaria en Irlanda del Norte) en Inglaterra, Escocia y Gales? No. Habría sido un error fundamental. Los trabajadores nos habrían considerado, y con razón, unos lunáticos rabiosos. ¿Por qué? Porque en esta etapa, en las condiciones concretas de Gran Bretaña, esa consigna no guardaba absolutamente ninguna relación con la realidad de la clase obrera y la sociedad.
Y aquí llegamos a la esencia del problema. Para un marxista, la política revolucionaria no consiste en varias proposiciones abstractas, como axiomas matemáticos, que se pueden aplicar indistintamente de cada situación. Si fuera así, ¡nuestro trabajo sería mucho más fácil! Tenemos que encontrar el camino de aplicar de manera creativa la ciencia del marxismo a una situación determinada, de tal forma que encontremos eco para nuestra idea en la clase obrera.
En Gran Bretaña, durante todo el último período, el punto central de nuestra propaganda (y aún es principal en la propaganda de nuestra tendencia) ha sido la consigna de que el gobierno laborista debe hacerse cargo de todas las palancas de la economía. Por supuesto, nos esforzamos por ganar a los trabajadores y jóvenes más avanzados a las ideas del marxismo. Pero el 99 por ciento de los trabajadores británicos no son marxista. Ese es el problema. La aplastante mayoría de los que son políticamente conscientes apoyan al Partido Laborista. En esta etapa, una pequeña minoría apoyan a los reformistas de izquierda, aunque eso está cambiando.
En realidad decimos al trabajador británico:
"¿No te hemos convencido de la necesidad de la revolución? Bien. Por lo menos vamos a estar de acuerdo en que debemos luchar contra los empresarios y su gobierno. Debemos luchar junto con todos los medios por la elección de un gobierno laborista. Pero eso no es suficiente. Un gobierno laborista debe aplicar una política en interés de la clase obrera. ¿Cómo se puede hacer eso cuando los bancos y los monopolios están en manos de nuestros enemigos?
"¿Cómo lo conseguimos? Una vez elegido, el laborismo debe tomar medidas de urgencia para resolver el desempleo, la falta de vivienda y todos los demás problemas. Debe aprobar inmediatamente una Ley Habilitante que nacionalice los bancos y los monopolios. Pagará una compensación justa, pero eso significa una compensación mínima basada sólo en la necesidad comprobada.
"¿La clase dominante permitirá que esto suceda? Toda la historia previa habla en contra de que permitirá que eso suceda sin luchar. (Incluso George Brown lo dijo en 1966). Intentarán utilizar la Cámara de los Lores y la monarquía para retrasar y bloquear leyes progresistas. Debemos abolir estas instituciones reaccionarias y antidemocráticas. Utilizarán los medios de comunicación para extender mentiras y pánico. Debemos poner fin al dominio de la prensa por parte de un puñado de millonarios tories, nacionalizar la prensa, la radio y la televisión, garantizar el libre acceso a los medios de comunicación para cualquier tendencia, partido u organización (incluidos los sindicatos que tienen negada la voz, a pesar de representar a millones) de acuerdo con el número de votos que reciban en las elecciones, o el número de militantes que tenga.
"Las grandes empresas harán todo lo que está en su poder para sabotear y aplastar la economía para derribar a un gobierno laborista comprometido con una política socialista. Ya lo hemos visto en el pasado. Cuando no les gusta determinadas políticas organizan conspiraciones y otras cosas por el estilo. De ahí que el laborismo deba movilizar a la clase obrera fuera del parlamento para crear comités en cada centro de trabajo, establecer el control obrero y la administración de las industrias nacionalizadas, para evitar el sabotaje de los empresarios.
"Es necesario hacer un llamamiento a los miembros de la policía y las fuerzas armadas para que apoyen al gobierno elegido democráticamente (muchos de ellos son seguidores laboristas), que se aprueba inmediatamente una ley que reconozca los derechos sindicales y reconozca el derecho a huelga de los soldados y la policía, pedirles que arresten a los oficiales que están conspirando contra el gobierno.
"Se deben tomar medidas para ganar a la clase media, a los pequeños empresarios y a los comerciantes, que son arruinados por las grandes empresas y los bancos. Debemos decirles que la nacionalización de los bancos y la eliminación de toda una serie de intermediarios abaratarán el crédito y reducirá costes.
"Sobre todo, una economía nacionalizada y planificada bajo el control y gestión democrática de la clase obrera nos permitirá eliminar el desempleo e introducir la jornada laboral de 6 horas durante cuatro días a la semana, mientras se aumenta la producción y se incrementan los salarios.
"Movilizando a la clase obrera sobre esta base, el laborismo rápidamente cortaría el terreno a la reacción. Cualquier intento de organizar una conspiración contrarrevolucionaria sería barrida aun lado. En estas condiciones sería totalmente posible la transformación pacífica de la sociedad. Además, el ejemplo de un estado obrero democrático en un país desarrollado como Gran Bretaña (o en cualquier otro país desarrollado) tendría un impacto mucho mayor que Rusia en 1917. Dada la enorme fortaleza de la clase obrera y al callejón sin salida del capitalismo en todas partes, los regímenes burgueses en Europa caerían rápidamente, creando las bases para unos Estados Unidos Socialistas de Europa y, finalmente, el socialismo mundial. Esa es la perspectiva que ofrecemos.
"¿Parece difícil? ¿Hay otra alternativa? La experiencia de todos los gobiernos laboristas anteriores responde a estas preguntas. Si los dirigentes laboristas no adoptan medidas drásticas para romper el poder de los bancos y los monopolios, se convertirán en rehenes de la City de Londres. Se verán obligados a llevar a cabo ataques contra los niveles de vida de los trabajadores, los pobres, los parados. Entonces, cuando ya no sean útiles a los empresarios, organizarán una conspiración, utilizando la prensa y la televisión, derribando el gobierno e imponiendo un gobierno aún más reaccionario.
"En realidad, lo que proponemos no es tan difícil. Si los dirigentes laboristas dedicaran una décima parte de las energías que gastan en defender al capitalismo en movilizar el poder de la clase obrera para cambiar la sociedad, la transformación socialista se podría conseguir rápidamente. Pero advertimos que, si no se consigue esto, estará preparado el camino, sobre la base del espantoso colapso del capitalismo británico, para una catástrofe para la clase obrera".
En el próximo período es bastante posible que pueda haber un gobierno laborista de izquierdas en Gran Bretaña. Tendríamos fundamentalmente la misma posición. La única diferencia es que, bajo la presión de la clase obrera, los reformistas de izquierda pueden adoptar medidas contra la burguesía que, sin llevar a cabo una transformación socialista de la sociedad, haría imposible el funcionamiento normal del capitalismo, creando las condiciones para conspiraciones de la burguesía, no sólo derribando el gobierno, sino incluso con complots con las cúpulas de las fuerzas armadas en algún tipo de golpe bonapartista-monárquico.
En los años setenta en un debate con Tony Benn frente a dos mil jóvenes socialistas, Ted Grant expliaba que a menos que el gobierno laborista de izquierdas movilizara a la clase obrera para transformar la sociedad, entonces podría haber reacción y ese incluso sería el camino para la guerra civil y esa responsabilidad recaería sobre los hombros de los dirigentes laboristas y sindicales por no cambiar la sociedad en ese momento. En su Diario, Benn hace referencia a esta situación con crudeza, ¡diciendo que Grant estaba a favor de la guerra civil! En realidad, al plantear de esta manera la cuestión, conseguimos el apoyo casi unánime de las Juventudes Laboristas para la revolución socialista y nuestra política, que sobre otra base no habría sido posible.
La posición general de la CMI ante la cuestión es la única correcta desde un punto de vista marxista. No hemos variado ni un ápice de la posición que adoptamos durante la Segunda Guerra Mundial. Esa posición es la continuación y el desarrollo de la elaborada por el Viejo que, a su vez, derivaba de la postura de Marx, Engels y Lenin. Ha demostrado ser correcta una y otra vez, particularmente en el período desde 1945, y sobre todo en la Revolución Portuguesa en Francia de 1968. De esta manera, no sólo es una cuestión de teoría, sino de la experiencia histórica real del proletariado internacionalmente.
Es esencial que todos los compañeros estudien la teoría marxista del Estado, no sólo los textos clásicos, que mantiene toda su validez, sino la experiencia viva de la lucha de clases de estos últimos cien años, resumida en el método, programa, tácticas y posición general de la CMI internacionalmente.
Una sensible pérdida para el movimiento comunista
Nos hemos enterado del fallecimiento de nuestro amigo Germán Martínez Hidalgo, acaecido el pasado 25 de abril en la ciudad de Puebla. Esta noticia nos causa gran dolor a quienes tuvimos la oportunidad de conocer al maestro Germán. Sabemos que todos, tarde o temprano, dejaremos de existir pero no nos deja de causar consternación, pues, era un científico y profesor muy querido en la ciudad de Puebla y un materialista dialéctico convencido de la teoría marxista.
Germán Martínez Hidalgo estudió de manera paralela en la primera generación de dos carreras: Física y Química en la Universidad de Puebla. Fue un científico destacado con un amplio conocimiento de la ciencia y de la historia. Era una persona con los dos pies bien plantados sobre la tierra; tenía una gran facilidad para explicar ideas complejas en lenguaje sencillo. Siempre fue un hombre humilde, entrañable y muy estimado. Caminando junto a él en la calles del centro de Puebla siempre había gente que le conocía, muchos de ellos ex alumnos de él que le demostraban su afecto.
Con Germán la Corriente Marxista Internacional y su sección mexicana establecimos una magnifica relación. Lo conocimos la primera vez que fue Alan Woods a Puebla, fue de los primeros en asistir al auditorio de derecho de la UAP y después ese mismo día de mayo de 2005 asistió a la otra charla que Alan daría en el sindicato de Telefonistas. Germán adquirió varios libros de la Fundación Federico Engels. Había quedado sumamente impresionado, pero más lo estaría al leer Razón y Revolución, el cual, no se cansaba de recomendar a sus amigos y conocidos.
Recuerdo que en una ocasión tuvimos una Escuela de Formación de la Tendencia Marxista Militante en el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (SUNTUAP) sobre ese libro. Había varios jóvenes estudiantes de Puebla, trabajadores, abogados y veteranos del movimiento obrero como Polo Uribe; también asistió una buena delegación de compañeros de la Ciudad de México. El maestro Germán, pese a que tenía múltiples compromisos, se hizo un espacio para asistir. Dio una intervención muy interesante, habló de la teoría de la relatividad. Dijo que solía ser que los descubrimientos científicos se dan a lo largo de la historia en parejas, cuando el conocimiento del ser humano llega a tal punto que se producen avances en el conocimiento, eso mismo ocurrió con la famosa ecuación E=mc2, de la cual hizo dos deducciones diferentes. Posteriormente explicó las aplicaciones concretas que se le pueden dar a esta ecuación, pasó entonces a ponernos un ejemplo viendo cuanta energía se concentra en un gramo de materia, finalmente tradujo el resultado a kilowatts y terminó señalando que en el gramo de un tapón de una pluma, de tierra o de lo que sea se concentra la cantidad suficiente de energía que puede utilizar un ser humano en su vida. Dijo que si no la agotábamos no había ningún problema podríamos agarrar otro gramo de materia y tener la energía que necesitáramos.
Nos señaló que al petróleo se le podrían dar otros usos como el convertirlo en alimento y que la ciencia tenía un potencial desarrollo; que se podrían crear fuentes de energía suficientes, y no contaminantes; que era el potencial que tenía una sociedad socialista. Todos en la sala quedamos muy contentos e interesados por su exposición. Los compañeros que tuvimos algún tipo de estudio científico o de ingeniería nos asombramos de la sencillez con que explicaba esas ideas de una forma más sencilla y con una gran profundidad que la mayoría de nuestros profesores universitarios.
La visión del mundo del compañero Germán era profunda porque se basaba en el análisis de la materia, su movimiento y evolución. Una ocasión me comentó que él consideraba que las leyes de la termodinámica eran las más universales. Esto habla en sí mismo de su visión materialista puesto que la primera ley de la termodinámica señala que la energía no se crea ni se destruye simplemente se transforma.
El profesor Germán gustaba mucho de sentarse a tomar un café en las hermosas calles coloniales del centro de la ciudad de Puebla y a platicar en la compañía de sus amigos. Tuvimos la oportunidad de acompañar alguna de esas charlas donde nos platicaba de su participación política en la lucha Comunista en Puebla, una ciudad que vivió una fuerte polarización social. Conversábamos de teoría marxista, de los avances y errores que se vivieron en la URSS, de la lucha de clases en América Latina, de la decadencia que se mostraba en el gobierno de Fox, de las tareas que debíamos asumir en la lucha de clases en el ascenso vivido en la batalla contra el desafuero y el combate al fraude electoral. Me recordó que después de un viaje que hizo a Europa regresó muy contento, entre otras cosas, porque pudo asistir a una manifestación comunista; de ese viaje nos obsequió al grupo poblano de Militante una foto del Monumento a la Victoria, uno de los más altos del mundo, que pudo observar en dicho viaje cuando pasó por Rusia.
Germán Martínez siempre fue un joven de espíritu, era imposible no animarse al hablar con él. Cuando regresó Alan Woods a Puebla no dudamos en invitar al maestro Germán a que participara en la presentación. El científico poblano poseía una gran cultura, había leído una cantidad enorme de libros, sólo así podemos comprender cómo pudo escribir más de 500 columnas en el diario El Sol de Puebla, que ya contará con un fuerte vacío al carecer de sus interesantes artículos científicos. Cuando le pedimos que nos proporcionara su currículum para poderlo presentar, se negó. Nos dijo que el camino se demuestra andando. Esto muestra su sencillez y humildad que siempre lo caracterizó.
El 24 de mayo de 2007, Alan Woods, junto al maestro Germán, presentó el libro Razón y Revolución: Filosofía marxista y ciencia moderna. Recuerdo que Alan había tenido una mala experiencia en Argentina donde presentó el mismo libro y un catedrático empezó a hablar por largo tiempo una serie de cosas que nadie comprendió, pero con Germán fue completamente diferente. Dio un discurso breve, pero lleno de contenido; inició diciendo que él había leído bastantes libros, pero que Razón y Revolución estaba por encima de todos ellos e invitaba a todo mundo a leerlo. En sus palabras se podía escuchar a Engels y el movimiento de la materia, señaló que la lógica dialéctica es la lógica real de la naturaleza. Alan quedó bastante contento con esa presentación y la participación del maestro Germán.
A veces era difícil reunirnos. Las reuniones que teníamos semanalmente los marxistas poblanos eran justo en el mismo horario en que se reunía la Sociedad Astronómica de Puebla, a la que el maestro Germán pertenecía y de la cual había sido fundador. Las tareas de la lucha de clases impedían que nos viéramos más seguido provocando que perdiéramos contacto por periodos largos.
Uno no se detiene a pensar que algún día estos amigos faltarán y ya no se encontrarán entre nosotros. Al ver publicada en In Defence of Marxism (www.marxist.com) la biografía de Einstein que escribió una nueva generación de jóvenes científicos marxistas, inevitablemente recordé al Maestro Germán; me hubiera gustado que la leyera y nos diera su valiosa opinión, dado su profundo conocimiento sobre el tema.
A Germán Martínez le fascinaba el Universo. En una de sus últimas columnas que tuve oportunidad de leer citó estas palabras de Richard Feynman:
"Los poetas dicen que la ciencia quita la belleza a las estrellas, simples globos de átomos gaseosos; nada es simple. Yo también puedo ver las estrellas en una noche desierta y sentirlas. Pero ¿Veo más o menos? La inmensidad de los cielos agranda mi imaginación, hundido en este carrusel, mi pequeño ojo puede captar luz de un millón de años de antigüedad o verlas con el gran ojo del Palomar, alelándose con rapidez de un punto inicial en donde quizá todas estuvieron reunidas. ¿Cuál es el modelo o el significado o el por qué? No hace daño al misterio conocer un poquito sobre él. ¡Cuanto más maravilloso es la verdad que lo que imaginó cualquier artista del pasado! ¿Porque no hablan de esto los poetas del presente?"
La vida de un ser humano es finita, pero la vida es infinita como el universo del que siempre estaremos aprendiendo cosas nuevas y al cual nunca terminaremos de comprender por qué el conocimiento es infinito. Hoy, Germán ya no está con nosotros, su cuerpo estará viajando y transformándose a lo largo de este universo. Si bien, él ya no está físicamente con nosotros, nos deja su alegría, su entusiasmo, sus ganas de vivir, de comprender, dominar y transformar la naturaleza y la sociedad.
El profesor Germán Martínez nos da ciertas luces de lo que será el hombre de la futura sociedad comunista, por la que él luchaba. Cuando la humanidad rompa con los grilletes de la propiedad privada y la camisa de fuerza que significan los estrechos Estados Nacionales, no habrá razón objetiva para poner los grandes conocimientos científicos al servicio del conjunto de la humanidad. El desarrollo de las fuerzas productivas llegará a niveles sin precedentes, permitiendo que, trabajando menos, se puedan obtener todos los bienes que la humanidad necesite. Se invertirá en el desarrollo científico y la tecnología necesaria para cuidar el medio ambiente y eliminar las enfermedades y pandemias que hoy acosan a la humanidad. El ser humano tendrá los medios materiales para su desarrollo personal. Será común ver a hombres con la capacidad intelectual de un Marx o un Einstein. Ese es el potencial que te da el comunismo, algo que comprendía muy bien el maestro Germán, por eso se abrazaba a la teoría marxista.
Desde estas líneas los compañeros de la Tendencia Marxista Militante y la Corriente Marxista Internacional, y en particular los compañeros que participamos y participan en la sección poblana, queremos rendir un modesto homenaje a este gran hombre y transmitir nuestras más sinceras condolencias a sus familiares y amigos.
Extendemos la invitación del profesor German a leer Razón y Revolución, ese libro maravilloso que muestra la filosofía y la sociedad del futuro y a luchar por la sociedad que quería el compañero Germán Martínez Hidalgo: la sociedad Comunista. Ese es el mejor homenaje que podemos rendir a este humilde comunista.
Contenido
Parte I. Las bases objetivas de la Ilustración; el contexto social de la filosofía de Hume
Diferencias entre la Ilustración Francesa y la Ilustración inglesa del siglo XVIII y su expresión en la filosofía de David Hume
Parte II. El debate sobre la objetividad del mundo y la causalidad
Percepciones fuertes y débiles
No existe el mundo objetivo
Concesiones de Hume al racionalismo, acerca de las matemáticas
Principios de asociación entre la ideas: ¿Hume precursor de Kant?
Hume y su lucha contra la objetividad de la causalidad
La necesidad y la ética
Conclusiones
Bilbiografía
Después del periodo de formación del capitalismo conocido universalmente como el renacimiento (siglos XV-XVI) - en donde presenciamos el renacimiento del comercio, de los descubrimientos geográficos y el crecimiento de las ciudades (Florencia, Milán, etcétera) y los grandes descubrimientos científicos; y, en el terreno político, el surgimiento de las monarquías ilustradas que impulsaron la acumulación originaria de capital - a finales del siglo XVI y hasta el siglo XVIII presenciamos el fenómeno cultural conocido como la Ilustración que por su contenido político y social representa el periodo de las primeras revoluciones burguesas y, en algunos países la consolidación del estado burgués, expresando el hecho de que el poder económico de esta nueva clase social era lo suficientemente fuerte como para pretender la hegemonía del poder político; este periodo abarca las revoluciones en los países bajos (los años 67-70 del siglo XVI), la guerra civil en Inglaterra (en las décadas 40 al 80 del siglo XVII) y la revolución Francesa (silgo XVIII) La ilustración representa un proceso de tremendos cambios político sociales, un periodo en el que la burguesía, para instaurar su nuevo orden social, debía derribar las barreras objetivas y subjetivas de la edad media que se oponían al dominio del capital: “El primero era la servidumbre [nos dice George Novack] el modo de explotación precapitalista más importante; el segundo era el sistema de gremios, un modo de manufactura precapitalista; el tercero lo constituían los privilegios medievales y los monopolios reales que impedían la formación y extensión del mercado libre; el cuarto era la monarquía absolutista que al inicio promovió y después obstaculizó los intereses de la burguesía; el quinto era la nobleza terrateniente en la cual se apoyaba y con la que contaba incondicionalmente la monarquía; y el sexto era la iglesia católica que poseía una tercera parte de la tierra de toda Europa y era la principal defensora del mundo medieval”[i]. El terreno de los descubrimientos científicos amplió, por su parte, los horizontes intelectuales de la nueva sociedad: Galileo, Kepler, Newton fundamentaron la ciencia mecanicista y matemática de este periodo. Francis Bacon, uno de los más grandes representantes de la filosofía de esta época, señalaba las consecuencias ideológicas de la nueva ciencia y los nuevos descubrimientos: “la invención de la imprenta, de la pólvora y de la brújula habían cambiado la fisonomía y la situación del mundo entero (…) esto dio lugar a innumerables cambios en las cosas, de tal modo que no hubo poder alguno, ni doctrina o estrella que influyera tanto en los asuntos humanos como estas invenciones mecánicas”[ii] . Contra la escolástica medieval los ilustrados alzaron la bandera de la “naturaleza humana” eterna y la razón; contra la intolerancia religiosa alzaron la bandera del libre pensamiento y la tolerancia (Montaigne), del deísmo ilustrado (Montesquieu, Russeau), cuando no de el materialismo francamente ateo (Diderot, Holbach); contra la especulación religiosa alzaron la predominancia de los sentidos (Roger Bacon, Francis Bacon, John Locke) o la preeminencia de la razón (Descartes, Spinoza, Leibniz), incluso el poder creador de la material eterna (le Mattriee, Diderot, Holbach) Por supuesto que esa naturaleza humana no era otra cosa que la personalidad burguesa idealizada, y la razón y el empirismo expresión idealizada de las nacientes manufacturas y la ciencia mecánica. Sin embargo frente a un marasmo y relativo estancamiento que había durado mil años el renacimiento y la ilustración marcan un periodo de profunda ruptura y efervescencia en todos los niveles.
Cuando, a principios y mediados del siglo XVIII, los filósofos franceses estaban preparando el terreno para la revolución del 1789, en Inglaterra la burguesía ya había logrado la hegemonía política y las convulsiones revolucionarias que habían sacudido a Inglaterra en las décadas del 40 y 80 del siglo XVII habían quedado en el pasado. Esta diferencia fundamental en el ritmo de los acontecimientos imprimió su sello en el carácter del empirismo agnóstico de David Hume frente al franco materialismo de los enciclopedistas franceses. Sin comprender estas diferencias de contexto no es posible entender cabalmente las profundas diferencias de carácter entre estas dos expresiones de la Ilustración.
Las tareas políticas de la burguesía diferían profundamente en Francia e Inglaterra del siglo XVIII. En el caso de Francia se trataba de la inminente conquista del poder político; la revolución Francesa había sido precedida por la revolución Holandesa que la liberó de la tutela española y de la revolución Inglesa liderada por Oliver Cromwell. A diferencia de la revolución Francesa los movimientos de masas que dieron el poder a la burguesía en Holanda e Inglaterra se expresaron en una forma religiosa, los cavadores y niveladores de la revolución inglesa, por ejemplo, reivindicaban el protestantismo en su variante puritana (diferenciado del protestantismo anglicano del estado Ingles) y el reino del cielo en la tierra. Los ilustrados franceses, que se alzaron sobre las experiencias anteriores y llevaron hasta sus últimas consecuencias las implicaciones materialista del empirismo lockeano y la física de Descartes, veían de una manera clara el papel reaccionario de la iglesia católica quien era el principal terrateniente y baluarte del orden feudal, por ello, la ideología ilustrada en Francia de mediados del siglo XVIII adquirió, en varios de sus más destacados representantes, un contenido materialista y ateo; los ilustrados burgueses en Francia sabían que la religión era uno de los principales obstáculos a la razón y la educación, una de las principales herramientas para mantener al pueblo en la ignorancia, ellos atacaron las bases filosóficas del pensamiento religioso adoptando el materialismo mecanicista. No es casualidad que el Obispo Berkeley atacara sobre las bases del empirismo al materialismo ya que, explícitamente, explica que el materialismo lleva directamente a posiciones filosóficas ateas y subversivas.
En Inglaterra del siglo XVIII la burguesía ya había adquirido el poder político, la “revolución gloriosa” que puso en el poder a Guillermo de Orange significó el pacto entre las diversas facciones de la clase dominante (burguesía y nobleza), después de hacer a un lado a los Estuardo que los mismos comerciantes habían invitado a que volviera a Inglaterra –cuyo odio vitriólico a la revolución se expresó en la exhumación del cuerpo de Cromwell ¡para colgarlo!, tratando de enterrar la memoria de la revolución fechando el inicio del reinado de Carlos II el día de la decapitación de su padre- , instauraron un parlamento controlado por la aristocracia burguesa y una monarquía acotada. La burguesía Inglesa, al contrario de la Francesa, no quería saber nada de la revolución, los burgueses habían quedado impactados con la guerra civil y los “excesos” de la pequeña burguesía revolucionaria que había impulsado a Cromwell al poder[iii] . “Los ricos se guiaban por estrechas consideraciones prácticas y miraban con recelo a la teoría, a pesar de todo impulsaron la investigación científica que tuviera consecuencias prácticas, traducibles en libras, chelines y peniques. Este espíritu egoísta impregnó todo el pensamiento filosófico de la época, al menos en Inglaterra, animada sólo por las obras satíricas de Swift y Sheridan” (…) “Fue la época en que se forjó el espíritu puramente burgués, utilitario, juicioso, que se inclina ante la situación vigente y que califica de vano sueño todo intento de penetrar en la esencia de las cosas” [iv].
Este fue el ambiente en el que nació la filosofía de David Hume quien dio una expresión filosófica a un periodo que necesitaba de la ciencia positiva pero quería desprenderse de las agitaciones revolucionarias limitando el pensamiento a los hechos concretos, rechazando las amplias generalizaciones como metafísicas, aceptando, aunque sólo fuera por un acto de fe y de costumbre, aquellas ideas que sirvieran a la ciencia positiva (ciencia matemático-mecanicista en especial los conceptos de cantidad y número) [v], a la práctica diaria (en especial los negocios [vi]) y que dieran estabilidad al régimen (especialmente la religión como freno frente a las masas y por su utilidad en la moral pública). El escepticismo de Hume se corresponde con la moderación política y el conservadurismo expresando el estado de ánimo de la burguesía en el poder la cual requiere de libertad para sus negocios, la ciencia (enfrentándose en ese terreno al fanatismo religioso) y, frente a los temores de la guerra civil, requiere de un acuerdo con los terratenientes, compromiso materializado en la instauración, con la “revolución gloriosa”, de una monarquía parlamentaria. Así el escepticismo humeano pretende representar una salvaguarda contra la charlatanería religiosa y, al mismo tiempo, contra las consecuencias subversivas del materialismo [vii] abocando al pensamiento a las tareas prácticas de la sociedad burguesa y defendiendo (con una actitud escéptica) la libertad de pensamiento siempre y cuando no atente contra el Estado[viii] . El conservadurismo de Hume propone un pirronismo mitigado –frente a las ideas, a su juicio metafísicas, de Dios, causalidad, y existencia de la realidad material- que oriente al pensamiento dentro de los márgenes del sentido común: “Otra clase de escepticismo mitigado”, nos dice Hume diferenciando su pensamiento del pirronismo extremo que vuelve imposible la actividad humana, “que puede constituir una ventaja para la humanidad y que puede ser el resultado natural de la duda y escrúpulos pirronianos, es la limitación de nuestras investigaciones a los temas que estén mejor adaptados a la estrecha capacidad del entendimiento humano” (…) “Un juicio correcto(…) evitando toda investigación distante y elevada, se limita a la vida corriente y a los temas diarios, dejando las cuestiones más sublimes al embellecimiento de poetas y oradores, a las artes de clérigos y políticos” [ix].
Hume expresó en su monumental Historia de Inglaterra este punto de vista: “El examen más extenso que hizo Hume de este fenómeno moderno que son los partidos políticos metafísicos” nos dice Donald W. Livingston, “se encuentra en los volúmenes de la Historia que tratan de los eventos revolucionarios que ocurrieron durante el reinado de los Estuardo. Hume consideraba que la guerra entre el parlamento y la corona era excepcionalmente moderna y metafísica, a grandes rasgos lo mismo que Burke pensaba de la Revolución Francesa. El carácter metafísico de la guerra se debía en parte a la naturaleza del protestantismo, en especial del puritanismo, que siendo “principalmente espiritual”, se asemeja más a un sistema metafísico (H, IV, xxxviii, 12). (…). Por otra parte, “la religión católica, al acomodarse a los sentidos e imponer prácticas acordes con el tren cotidiano de vida”, es una religión menos metafísica, y por esa razón era para Hume más razonable, aunque no más racional. (..) Los protestantes eran una fuerza revolucionaria alienada de la vida cotidiana y dispuesta a morir por “sus principios abstractos y especulativos” (ibíd., IV,xxxviii, 12). En la Historia se describe al catolicismo como la “antigua y arraigada” religión de los británicos hasta que se estableció luego el protestantismo. A Hume le parecía caricaturesco el carácter radical e impío de la rebelión protestante: “la nación debió comportarse con un poco más de humanidad ante la religión de sus ancestros” (ibíd., V, 1, 10). (..) Y respetaba el anglicanismo de Carlos que, a diferencia del protestantismo puritano, “no contenía nada de fiero o sombrío, nada que lo encolerizara contra sus adversarios ni que lo aterrorizara con el desconsolador prospecto del porvenir (ibíd., V, lix, 355) [x}”.
Al igual que Edmund Burke (padre del conservadurismo) quien pensaba que las causas fundamentales de la revolución Francesa se encontraban en la metafísica materialista, Hume opinaba que una de las causas fundamentales de la guerra civil en Inglaterra se encontraba en la metafísica protestante, especialmente en su variante puritana, metafísica que inflamaba las pasiones humanas dirigiendo el pensamiento a ideales metafísicos que ponían en peligro el status quo. Por ello Hume daba excepcional importancia a la lucha contra la metafísica, la filosofía y la religión (sobre todo en su variante protestante), contra toda abstracción que vaya más allá de la vida cotidiana y el orden establecido mediante las costumbres y hábitos de la sociedad. Así pues el escepticismo de Hume es una posición filosófica con una clara orientación política, una posición filosófica que fundamenta el conservadurismo en la política y en la moral (recordemos que Hume basa su ética en la utilidad y la costumbre). Al respecto nos dice Livingston “(..) en la filosofía de Hume hallamos una estructura conceptual diseñada para refutar el pensamiento revolucionario, y capaz de explicar la idea conservadora de un orden social y político legítimo. Esto fue reconocido por los primeros conservadores en Francia tras la revolución, quienes —como ha mostrado el profesor Bongie— adoptaron como documentos fundacionales de la contra-revolución no las Reflexiones de Burke sino la Historia de Inglaterra y los ensayos políticos de Hume. Las Reflexiones de Burke fueron escritas para los británicos con el fin de persuadir a los whigs radicales de no imitar la revolución y para explicar las diferencias conceptuales entre la tradición whig de reforma “evolucionaria” y la peculiar rebelión metafísica de la revolución. Cierto estridente chauvinismo británico recorre esta obra, junto con elementos góticos que anticipan la era romántica y una nostalgia por la unidad medieval. Los trabajos históricos y filosóficos de Hume, sin embargo, tienen un marco cosmopolita y están organizados en torno a un sistema filosófico. No fueron construidos con premura en reacción a los acontecimientos, sino elaborados pausadamente en plena Ilustración. Su trabajo congeniaba mejor con aquellos “conservadores latinos” más orientados a la teoría. Ellos podían apelar a Hume como alguien que había alcanzado en la historia una objetividad casi sobrehumana, y que, en cuanto escéptico, usó las propias herramientas de la razón para limitar el rango de acción de la razón en la política (…) Quizás el primero en entender esto fue Luis XVI. Hume le fue presentado en la corte en 1763 cuando tenía tan sólo 10 años (¡edad suficiente, sin embargo, como para confesar admiración por el trabajo de Hume!). Luis estudió cuidadosamente la Historia durante su vida, y cuando los acontecimientos se tornaron revolucionarios intentó guiarse por los paralelos que descubrió entre su situación y la de Carlos I. Bongie ha mostrado que “al acercarse la fecha del juicio… su preocupación por el reinado de Carlos I, en base a la explicación dada por Hume y que parece haber preferido por sobre todas las demás, se convirtió en una verdadera obsesión”. Su criado cuenta que al enterarse de que la Convención votó a favor de la pena de muerte: “El rey me ordena buscar en la biblioteca el volumen de la Historia de Inglaterra donde se encuentra la muerte de Carlos I: lo leerá los días siguientes [xi]”
De la misma manera que David Hume expresó en el lenguaje del escepticismo el conservadurismo burgués también reflejó la ideología del imperialismo británico ( a pesar de ser escocés aceptaba el dominio británico en Escocia); ya desde el siglo XVII Inglaterra instaura la “Compañía Británica de las Indias Orientales” mediante la cual establece su dominio comercial en sus colonias en india, África y América; a tono con ello Hume, como toda la clase dominante Inglesa, consideraba seres inferiores a los negros, indios e indígenas; este prejuicio quedo muy bien expresado en una nota a pie de página de el ensayo de Hume titulado “De los caracteres nacionales” donde afirma la siguiente “perla de sabiduría”: “Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la acción o la especulación. No han creado ingeniosas manufacturas, ni artes, ni ciencias. Por otra parte, entre los blancos más rudos y bárbaros, como los antiguos alemanes o los tártaros de la actualidad, hay algunos eminentes, ya sea en su valor, forma de gobierno o alguna otra particularidad. Tal diferencia uniforme y constante no podría ocurrir en tantos países y edades si la naturaleza no hubiese hecho una distinción original entre estas clases de hombre, y esto por no mencionar nuestras colonias, donde hay esclavos negros dispersados por toda Europa, de los cuales no se ha descubierto ningún síntoma de ingenio; mientras que la gente pobre, sin educación, se establece entre nosotros y se distinguen en todas las profesiones. En Jamaica, sin embargo, se habla de un negro que toma parte en el aprendizaje, pero seguramente se le admira por logros exiguos, como un loro que ha aprendido a decir varias palabras[xii] ”.
Hume afirma haber llegado a sus conclusiones escépticas por medio de un estudio minucioso de las posibilidades y limitaciones de la mente humana[xiii] así como el astrónomo estudia los cuerpos celestes. En el primer capítulo de su obra fundamental “Investigación sobre el conocimiento humano” Hume comienza definiendo lo propio de la naturaleza humana. “El hombre es un ser racional, y, en cuanto tal, recibe de la ciencia el alimento y la nutrición que le corresponde. Pero tan escaso es el alcance de la mente humana que poca satisfacción puede esperarse en este punto, ni del grado de seguridad ni de la extensión de sus adquisiciones. El hombre es un ser sociable, no menos que un ser racional; pero tampoco puede siempre disfrutar de una compañía agradable y divertida, o mantener la debida apetencia de ella. También el hombre es un ser activo, y por esta disposición, así como por las diversas necesidades de la vida humana, ha de someterse a los negocios” la naturaleza humana le dice al hombre, según Hume: “Entrégate a tu pasión por la ciencia, pero haz que tu ciencia sea humana y haz que tenga una referencia directa a la acción y a la sociedad. Prohibido el pensamiento abstracto y las investigaciones profundas y las castigaré severamente con la melancolía pensativa que provocan, con la interminable incertidumbre en que le envuelve a uno y con la fría recepción con que se acogerán tus pretendidos descubrimientos cuando los comuniques. Sé filósofo, pero en medio de toda tu filosofía continúa siendo un hombre” [xiv]. Es claro que, junto con la mayoría de los pensadores ilustrados, Hume postula, con todo y su escepticismo, la existencia de una naturaleza humana eterna que se corresponde más o menos con la personalidad humana burguesa que ve en los negocios la actividad humana por excelencia, una personalidad imbuida por consecuencia en los valores de la avaricia, ambición, deseo de venganza; mitigada por el espíritu cívico y de amistad, que Hume cree son propios de una naturaleza humana eterna e inmutable.
Tal es el convencimiento de Hume de la inevitabilidad de estos valores burgueses, solamente mitigados por el placer de la amistad y el espíritu cívico, que señala lo siguiente: “Si un viajero, al volver de un país lejano, nos trajera información de hombres totalmente distintos de cualquiera de los que hemos tratado, hombres que carecen totalmente de avaricia, ambición, deseo de venganza, que no conocen más placer que la amistad, la generosidad y el espíritu cívico, inmediatamente reconoceríamos la falsedad de sus afirmaciones a partir de estos hechos y demostraríamos que es un mentiroso, con la misma seguridad que si hubiera llenado su relato de centauros y dragones, milagros y prodigios” [xv]. Aunque se sale de los límites de este ensayo señalemos lo siguiente con respecto a la afirmación anterior: está demostrado que muchos de los pueblos cazadores recolectores como los bosquimanos de Kalahari, los aborígenes australianos y muchos otros no conocen los valores burgueses, que Hume cree son propios de la naturaleza humana; de los lazos sociales propios de su modo de producción surge una moral igualitaria, colectivista, recíproca. Es claro que al igual que Aristóteles asumía la esclavitud como resultante de la naturaleza Hume asume la vida burguesa como propia de la naturaleza humana; tanto Aristóteles como Hume expresaron a su manera los prejuicios y la ideología de su tiempo.
Para comprender la posición escéptica de Hume en lo relativo a la existencia objetiva del mundo material y la causalidad debemos hacer un somero repaso a la especificidad del empirismo humano, veremos cómo su empirismo cede a algo muy parecido al “apriorismo” en el terreno de las matemáticas y “claudica” en el terreno religioso bajo el ropaje del deísmo.
Una vez establecida la supuesta naturaleza humana Hume estudia la manera en que la mente humana percibe el mundo siguiendo, como es natural, una línea empirista: “He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes o intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámosnos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta a la usual. Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados”[xvi] .
De esta manera Hume, al igual que Jhon Locke, afirma que las ideas sólo pueden tener acceso a la mente por medio de la experiencia inmediata. Aún los pensamientos más sublimes provienen de la experiencia, la corrección de las ideas resulta de responder adecuadamente de qué impresiones se derivan, así un ciego jamás podrá tener idea acerca de los colores. De este hecho se deriva la debilidad del pensamiento humano, que mientras más abstracto se vuelve más se extravía en la oscuridad y en su propia debilidad. La idea de la libertad del pensamiento proviene de su capacidad de mezclar u trasponer ideas pero en realidad el pensamiento que mezcla es profundamente débil, abstracto y metafísico “Aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada,” nos dice Hume “encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, esta reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente. Podemos representarnos un caballo virtuoso, pues de nuestra propia experiencia interna (feeling) podemos concebir la virtud, y ésta la podemos unir a la forma y figura de un caballo, que es un animal que no es familiar. En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa. La mezcla y composición de ésta corresponde sólo a nuestra mente y voluntad. O, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas” [xvii].
Francism Bacon, Tomas Hobbes, Jhon Locke, todos ellos habían fundamentado el empirismo ilustrado; Locke afirmaba que la mente humana de un recién nacido era una tabla raza que era escrita por medio de la experiencia, Afirmaba que todos nuestros conocimientos provienen de los sentidos. Los primeros empiristas nunca dudaron de que las sensaciones no nos trasmitieran propiedades de los objetos materiales y de que la naturaleza existiera objetivamente independientemente de la subjetividad humana; a lo sumo Locke distinguía entre las cualidades primarias y secundarias, las primarias pertenecían al objeto (todo lo que es expresable de un modo matemático cuantitativo) mientras que las cualidades secundarias como el color y el olor (todo lo cualitativo) son subjetivas y sólo existen en la mente del individuo. Hume va mucho más allá y, siguiendo los pasos del Obispo Berkeley, niega la posibilidad de saber si nuestras sensaciones “reflejan” aspectos de la objetividad, las sensaciones son subjetivas y nunca podemos salir de ellas. Con Hume el entendimiento, vuelto sobre sí mismo, se destruye: “(...) parece evidente que cuando los hombres siguen este poderoso y ciego instinto de la naturaleza, siempre suponen que las mismas imágenes presentadas por los sentidos son los objetos externos, y nunca abrigan sospecha alguna de que las unas no son sino representaciones de los otros. Esta misma mesa que vemos blanca y que encontramos dura, creemos que existe independientemente de nuestra percepción y que es algo externo a nuestra mente que la percibe. (…) pero la más débil filosofía pronto destruye esta opinión universal y primigenia de todos los hombres, al enseñarnos que nada puede estar presente a la mente sino una imagen o percepción, y que los sentidos sólo son conductos por los que se trasmite estas imágenes sin que sean capaces de producir un contacto directo entre la mente y el objeto”[xviii]
La misma idea está expresada en su Tratado "Una única conclusión que podemos inferir cuando vamos de la existencia de una cosa a la de otra se hace por medio de la relación de causa y efecto, que muestra que hay una conexión entre ellas y que la existencia de la una depende de la otra. La idea de esa relación se deriva de la experiencia pasada, por la cual hallamos que dos seres están constantemente unidos entre sí y siempre presentes a la vez ante la mente. Pero como no hay otros seres presentes a la mente que las percepciones, se sigue que podemos observar una conjunción o relación de causa y efecto entre percepciones diferentes, pero nunca entre percepciones y objetos. Es imposible, por tanto, que a partir de la existencia o de cualquier otra cualidad de las percepciones podamos formular conclusión alguna concerniente a la existencia de los objetos." (Tratado de la naturaleza humana Capítulo IV).
De manera paradójica el empirismo extremo se convierte en un empirismo vuelto al revés. De la idea inicial de que todo se aprende a través de la experiencia (Bacon, Hobbes, Locke) ahora llegamos a la conclusión de que nada se aprende a través de la experiencia y la observación. Este es el punto de partido del “positivismo lógico” moderno que pretende ser “la filosofía de la ciencia”; no es casualidad que Bertrand Russel afirmara que Hume es el primer positivista. El Viena "Círculo de Viena" (Carnap y Neurat), que enunció los principios clásicos del positivismo lógico, tenía como misión esencial erradicar de la ciencia toda metafísica, es decir, toda afirmación que vaya más allá del lenguaje; toda afirmación cuyo contenido implique la existencia de algo más allá del sujeto que percibe, más allá de toda experiencia; reduciendo la filosofía al estudio lógico del lenguaje; en palabras de Carnap: "La verdad es que rechazamos la tesis de la realidad del mundo físico, pero no la rechazamos como falsa sino como carente de sentido y que su antítesis idealista se halla sujeta al mismo rechazo [xix]".
La ciencia real (como la práctica humana en general), independientemente de los prejuicios positivistas, es incompatible con esta idea positivista. Incluso un científico positivista que niega la existencia del mundo material en los seminarios y las discusiones de café al salir de las cuatro paredes del aula no se olvidan de beber y comer; mientras sostienen con firmeza la no existencia de la causalidad, tienen bastante cuidado en evitar los inoportunos encuentro físicos con los camiones. Un científico positivista que se respete tendrá mucho cuidado de dejar sus ideas preconcebidas fuera de su quehacer científico sino quiere hacer el ridículo, tal como señala Engels en un ejemplo chusco pero ilustrativo en su obra Dialéctica de la Naturaleza: “qué pensaríamos de un zoólogo que dijera: el perro parece tener 4 patas pero no sabemos si en realidad tiene 4 millones de patas o ninguna”. El positivismo afirma ser “la filosofía de la ciencia” pero es una “filosofía de la ciencia” que es inútil, o se hace caso omiso de ella, justo cuando se hace ciencia, es como un paraguas que es inútil justo cuando llueve.
En realidad la llamada “filosofía de la ciencia” tiene muy poco que ver con el quehacer científico real, aparte de algunos avances en la formalización lógica. Por alguna razón hay personas que realmente creen que el positivismo es “la filosofía de la ciencia” y, en virtud de la estrechez de dicha postura, rechazan la ciencia en bloque (en virtud de pecados que no le corresponden en absoluto) adoptando posturas postmodernas tirando “el agua sucia con todo y niño”. La idea subyacente de la ciencia es que el mundo objetivo existe y es cognoscible, y no sólo es cognoscible sino que está regido por leyes que pueden ser comprendidas y manipuladas; desde la cosmología hasta la biología no señalan que el ser humano proviene de la evolución del “cosmos”, que las estrellas que vemos en el cielo nocturno existieron mucho antes de que cualquier subjetividad humana anduviera por ahí para observarlas; que las percepciones humanas dependen de los nervios, el cerebro y un entorno material. Toda la historia del capitalismo, con sus grandes logros tecnológicos, demuestra la capacidad de comprender la naturaleza y transformarla con base en la idea de la objetividad material y la causalidad, todas las ideas científicas señalan implícita o explícitamente que el mundo material existe independientemente de la conciencia humana (la única excepción “el principio de incertidumbre” fue interpretada de manera materialista por Einstein y otros destacados científicos, lo cual demuestra que la interpretación subjetivista de Heisenberg -escuela de Copenague- no es la única posible) e incluso que nuestra consciencia proviene de la evolución de ese mundo objetivo. Hume reconoce que sin la idea de causalidad y existencia real de los objetos la práctica humana sería imposible: "Si hay una relación entre los objetos que nos importa conocer perfectamente es la de causa-efecto. En ella se fundan todos nuestros razonamientos sobre las cuestiones de hecho o de existencia. Sólo ella nos permite alcanzar la certeza sobre los objetos privados de un testimonio directo [...]. La única utilidad de las ciencias es enseñarnos cómo podemos controlar y regular los acontecimientos futuros por medio de sus causas [xx]." (Estudio sección 7), Incluso Popper afirmaba que aunque sentía racionalmente que el realismo del sentido común es un error, admitía que en la práctica era incapaz de dejar de creer en él durante más de una hora. Engels y Marx afirmaban que es la práctica social (científicamente controlada) el criterio que demuestra la objetividad de las ideas. Pero como los positivistas temen a la revolución como a la “peste” solo reconocen la práctica intelectual y la práctica de la vida cotidiana y rara vez conciben a la práctica como transformación activa de la realidad, por ello el criterio para determinar la objetividad de las ideas es “un libro cerrado con siete llaves” para ellos.
No obstante que Hume señala que todas nuestras ideas provienen de la experiencia hace una curiosa excepción con las verdades matemáticas que, a despecho de su empirismo, afirma provienen de la mera operación de la razón y el pensamiento: “Las proposiciones de esta clase [nos dice Hume refiriéndose a las proposiciones de las matemáticas] pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del universo, aunque jamás hubiera habido un círculo o un triangulo en la naturaleza, las verdades demostradas por Euclides conservarían siempre su certeza y evidencia [xxi]”. ¿Cómo entender esta aparente contradicción entre los principios empíricos de la filosofía de Hume, que en la segunda sección de su investigación afirma no aceptan contradicción, y su aceptación de verdades racionales independientes de la experiencia? Quizá la respuesta se encuentre en el hecho de que bajo la óptica del empirismo estrecho es difícil comprender que los axiomas de la matemática se derivan, no de la experiencia individual siempre limitada, sino de la experiencia social de la historia de la humanidad que hereda conocimientos que son modificados socialmente y que progresivamente se elevan por encima de las condiciones materiales que les dieron origen adquiriendo su propia lógica y alcanzando un nivel de abstracción que parece responder a la razón pura, sin embargo, el estudio de la historia de la matemáticas puede demostrar que las matemáticas, como señaló Aristóteles, tratan de las relaciones cuantitativas abstraídas de los fenómenos discretos (aunque la matemática contemporánea, topología por ejemplo, ha llegado a reflejar aspectos cualitativos de la realidad), estabilidades relativas (unidad), y relaciones cuantitativas (el agua alcanza su punto de ebullición a los cien grados), relaciones geométricas abstraídas de la realidad material por medio de la práctica y las necesidades sociales (no es casualidad que casi todos los sistemas numéricos, excepto el maya que es de base 20, tengan base 10, ¡por la sencilla razón de que los seres humanos tenemos 10 dedos en las manos!, no es casualidad que el teorema de Pitágoras – en realidad descubierto por los egipcios y quizá antes en Babilonia- se descubriera a la par del surgimiento de la arquitectura monumental). En cambio desde un punto de vista estrechamente empírico jamás podremos descubrir las bases histórico-materiales de las matemáticas y no nos quedará más que aceptar las verdades a priori de la razón. Si adoptamos el punto de vista apriorista no se entendería porqué las matemáticas se aplican a la realidad (arquitectura, física, química, etc.) si no guardan ninguna relación con ella y son verdades separadas de la naturaleza. La practica social, decía Marx, es el criterio de verdad de todas nuestras ideas que si no se enfrentan con ella se vuelven escolásticas. Si las matemáticas sirven para transformar la realidad, transformándose en el proceso ellas mismas, es sólo porque reflejan ciertos aspectos de esa realidad.
Hume afirma que una vez que las impresiones sensibles han sido percibidas son asociadas mentalmente por medio de diversos procesos o principios de conexión (semejanza, contigüidad espacio y tiempo, causa y efecto) que parecen ser los antecedentes directos de las categorías trascendentales y el sujeto trascendental de Kant; efectivamente, aunque Hume no parece percatarse de que está, de hecho, incorporando, además de la verdades matemáticas puramente racionales, verdades a priori o, al menos, condiciones a priori de la percepción y con ello negando, en parte , los principios estrictamente empiristas que pretendía defender: “Aunque parezca demasiado como para escapara a la observación que las distintas ideas están conectadas entre sí, no he encontrado un solo filósofo que haya intentado enumerar o clasificar todos los principios de asociación, tema, sin embargo, que parece digno de curiosidad. Desde mi punto de vista, sólo parece haber tres principios de conexión entre ideas, a saber: semejanza, contigüidad en el tiempo o en el espacio y causa o efecto” [xxii]. Quizá pueda responderse a esta interpretación que esos principios de conexión de la ideas provienen de la experiencia y que Hume no está afirmando nada más que eso. Es probable que así sea, sin embargo, Hume está afirmando que además de las ideas existen ciertos principios de conexión entre ellas, implicando que en la razón hay ciertos principios con los cuales el pensamiento ordena la experiencia sensible, no se puede negar del todo que un posible desarrollo de esta idea lleva directamente a la filosofía kantiana.
Es imposible polemizar de manera profunda contra la idea de las categorías a priori y la existencia de una razón trascendental humana eterna dentro de los límites de este ensayo, sin embargo, podemos señalar que la polémica entre los empirista y los racionalista era resultado, en parte, de una separación mecánica y absoluta entre la percepción y la razón, entre la abstracción y la sensación, entre lo abstracto y los concreto, entre lo sensible y lo racional. Incluso Kant, quien intentó hacer una síntesis entre estos dos aspectos, consideró al elemento racional como el aspecto activo, organizador, primario del proceso del conocimiento mientras que la experiencia sólo daba contenido a una razón eterna e inamovible que no es modificada en lo más mínimo por la experiencia (como un vaso pétreo que no es modificado por el agua que contiene) de esta forma la relación entre experiencia y razón es en Kant unilateral en un sentido idealista. Desde mi punto de vista la solución a este dilema puede encontrarse en la dialéctica entre lo sensible (entendido no sólo como sensibilidad pasiva sino con actividad humana sensible y transformadora) y lo racional. Sensibilidad (reflejo subjetivo de la objetividad) que origina el pensamiento, le da contenido y lo modifica; y, al mismo tiempo, lo racional (entendido como pensamiento social heredado por la generaciones pasadas) como el elemento que determina el punto de vista de las nuevas experiencias (y que por tanto determina la interpretación de lo sentido y experimentado), el elemento que selecciona los hechos, que elige lo que debe ser abstraído y lo que debe ser ignorado. De esta manera la practica trasforma al pensamiento y el pensamiento determina los métodos y las formas de la práctica; el pensamiento es, aquí, el elemento conservador que expresa tanto ideas correctas como prejuicios sociales que son superados dolorosamente y de manera contradictoria por medio de la confrontación entre la ideas y la producción, reproducción sociales y la lucha de clases. Así el proceso de conocimiento es el proceso contradictorio de superación de infinitos horizontes y aproximaciones sucesivas e inacabables hacia la verdad, verdad entendida como una realidad material y objetiva (humanizada socialmente por medio de su transformación) e infinita en sus múltiples determinaciones.
La intención central de la filosofía de Hume es demostrar las limitaciones y la impotencia de la mente humana para determinar la existencia o inexistencia del mundo real, la existencia o inexistencia de Dios. Con tal objetivo Hume somete a prueba la noción de causalidad o conexión necesaria ya que la noción sobre la existencia de “las cuestiones de hecho” nace de la idea de causalidad. Aún cuando la noción de causalidad es la base de la ciencia Hume afirma que dicha noción no proviene ni de la razón ni de la experiencia: “Ningún objeto revela por las cualidades que aparecen a los sentidos, ni las causas que lo produjeron, ni los efectos que surgen de él, ni puede nuestra razón, sin la asistencia de la experiencia, sacar inferencia alguna de la existencia real ni de las cuestiones de hecho (…) La mente nunca puede encontrar el efecto en la supuesta causa por el escrutinio o examen más riguroso, pues el efecto es totalmente distinto a la causa y, en consecuencia, no puede ser descubierto en él. El movimiento, en la segunda bola de billar, es un suceso totalmente distinto del movimiento en la primera” [xxiii]. Hume establece una separación absoluta y mecánica entre efecto y causa y los supone como absolutamente opuestos y sin relación alguna. A los sumo la razón es capaz de abstraer ciertos principios generales que por costumbre cree que rigen realmente a la naturaleza, no obstante incluso aquí la mente no es capaz de ir más allá de ciertos principios de la física mecanicista ni le es posible conocer las causas últimas de estos principios generales, puesto que las cualidades de extensión, solides y movimiento no señalan nexo causal alguno. “Estas fuentes y principios últimos están vedados a la curiosidad e investigación humanas. Elasticidad, gravedad, cohesión de partes y comunicación de movimiento mediante el impulso: éstas son probablemente y principios últimos que podremos llegar a descubrir en la naturaleza. Y nos podemos considerar suficientemente afortunados, si somos capaces, mediante la investigación meticulosa y el razonamiento, de elevar los fenómenos naturales hasta estos principios generales o aproximarnos a ellos (…) De esta manera, la constatación de la ceguera y debilidad humanas es el resultado de toda filosofía, y nos encontramos con ellas a cada paso, a pesar de nuestro esfuerzo por eludirlas o evitarlas” [xxiv]. Así pues Hume establece a la ciencia mecánica como la última frontera del conocimiento humano señalando que a la naturaleza humana le es imposible ir más allá del estrecho límite de sus capacidades y, aún dentro de su estrecho margen, los principios descubiertos no pueden ser establecidos como leyes generales más allá de la costumbre.
La idea de la conexión necesaria y la causalidad proviene de la debilidad humana que de “causas” semejantes espera “efectos semejantes” sin existir ningún procedimiento racional que nos lleva de los particular a lo general; no existe término alguno que una a experiencias diferentes aunque semejantes; la mente humana incurre en una petición de principio, da un paso injustificado, al afirmar que experiencias similares tienen consecuencias similares. “La experiencia jamás registra la impresión de causa sino hechos que siguen a otros. Es imposible, por tanto, que cualquier argumento de la experiencia pueda demostrar esta semejanza del pasado con el futuro, puesto que todos los argumentos están fundados sobre la suposición de aquella semejanza. Acéptese que el curso de la naturaleza hasta ahora ha sido muy regular; esto por sí sólo, sin algún nuevo argumento o inferencia, no demuestra que en el futuro lo seguirá siendo [xxv]”. Tenemos, por ejemplo, la experiencia de que el pan nos ha nutrido regularmente pero no podremos saber si el día de mañana el pan nos envenenará, sabrá a malvavisco o nos escaldará la lengua: “El pan que en otra ocasión comí, que me nutrió, es decir, un cuerpo con determinadas cualidades, estaba en aquel momento dotado con determinados poderes secretos. ¿pero se sigue de esto que otro trozo distinto de pan también ha de nutrirme en otro momento y que las mismas cualidades sensibles siempre han de estar acompañadas por los mismos poderes secretos? De ninguna manera parece una conclusión necesaria.” [xxvi] Que el Sol no salga mañana es una proposición ni menos inteligible ni más contradictoria que la afirmación de que saldrá. En vano pues, intentaríamos demostrar su falsedad." (Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, secc. 4,1). La paradoja de esta célebre afirmación es que la ciencia contemporánea sabe que llegará el momento en que el Sol no saldrá por el horizonte al día siguiente, pero esta afirmación se sostiene, no en el escepticismo, sino en la idea de la causalidad y la idea de que el Sol, dadas sus leyes inmanentes, consumirá su combustible de hidrógeno y se convertirá en una gigante roja antes de terminar su existencia como una enana blanca
El escepticismo de Hume llega al extremo de negar la conexión necesaria entre la voluntad y los movimientos corporales: hemos tenido la experiencia de que después de tener la voluntad de mover las piernas éstas efectivamente se mueven; es, sin embargo, posible que la siguiente vez que desee mover mis piernas los que se mueva sea el epiglotis, que mi cabeza se desprenda de mi cuerpo volando o que se mueva cualquier otra cosa en el universo. La experiencia es la única fuente de la creencia entre la conexión entre la voluntad y el movimiento del cuerpo pero al ser la experiencia de percepciones particulares y sin conexión alguna es imposible conocer la conexión causa efecto, nos está vedado conocerla, incluso aquí es imposible saber porqué frecuentemente sigue al influjo de la voluntad el movimiento de brazos y piernas pero no el movimiento del hígado y el corazón; en este caso, como en el resto de las experiencias, aprehendemos de la naturaleza la conjunción constante de objetos sin encontrar jamás su nexo. Es imposible, además, saber si las supuestas causas son de carácter material o espiritual, ignoramos si la razón de la sucesión frecuente de ciertos hechos o percepciones esta en Dios o la naturaleza; aquí como en todos los casos sólo tenemos nuestra ignorancia.
Es evidente, como el mismo Hume acepta, que esta filosofía, aplicada consecuentemente, implica la imposibilidad de cualquier acción humana, la inutilidad de la ciencia, de la voluntad, de la moral; toda acción desde abotonarme la camisa, comer, caminar hasta la puerta de la casa o intentar suicidarme sería imposible si no hubiera causas y efectos. Caminar implica la idea de que cuando camino la planta de mis pies encontrará resistencia en el suelo y que no me hundiré eternamente a través de la materia, sería imposible caminar si sospechara seriamente que en el siguiente paso el piso de concreto responderá como gelatina. Sería imposible un intento suicida si la desesperada persona no creyera que el efecto de lanzarse desde un puente sería romperse la cabeza con el suelo y no el efecto de vivir eternamente o salir volando hasta la constelación de Orión. Sería imposible realizar una revolución, por ejemplo, si las masas no creyeran que el efecto de movilizarse no fuera la caída del odiado régimen y no una invasión extraterrestre. No obstante Hume cree que todas las accione humanas, desde la ciencia hasta los intentos de suicidio, se realizan y surten resultados, no porque existan en este mundo causas que determinen las acciones de los hombres y el curso de la naturaleza, sino a la simple creencia en la sucesión de hechos inconexos y el instinto natural humano a la costumbre: “La costumbre es el principio por el cual se ha realizado esta correspondencia tan necesaria para la supervivencia de nuestra especie y la dirección de la conducta en toda circunstancia y suceso de la vida humana. Si la presencia de un objeto no hubiera inmediatamente excitado la idea de los objetos usualmente unidos a él, todo nuestro conocimiento hubiera tenido que limitarse a la estrecha esfera de nuestra memoria y sentidos, y nunca hubiéramos sido capaces de ajustar medios a fines o emplear nuestros poderes naturales para hacer el bien o evitar el mal.” [xxvii]
La cuestión, que podemos objetar aquí, es precisamente cómo la humanidad ha sobrevivido sobre las nociones de causa y efecto (nociones cada vez más complejas e históricamente diversas) si estas solo existen en la creencia y en la subjetividad humanas. Cómo es posible, pues, que la noción de causa y efecto tenga el resultado práctico de hacer la vida y la acción humana posibles si esa idea o creencia, que Hume supone sólo subjetiva, no tuviera alguna relación, por superficial que esta fuera en cierta etapa del desarrollo social, con la realidad objetiva. Marx diría que es la practica objetiva la que establece el nexo entre los subjetivo y lo objetivo; si la idea de causalidad aplica de manera relevante en la ciencia, con consecuencias que van desde la simple existencia de la pasta de dietes hasta los viajes espaciales, es sólo porque la causalidad existe en infinitos niveles y de forma infinitamente diversa en la realidad objetiva; esa objetividad se demuestra en la transformación humana de esa objetividad y es la fuente de la idea de causalidad como, en última instancia, de toda idea científica. Aquí la práctica no se concibe como practica subjetiva o simplemente utilitaria sino como práctica y subjetividad social demostrada y modificada por la práctica y producción objetivas de la humanidad. Una vez más el escepticismo de Hume proviene de la separación mecánica entre las ideas y la práctica por la cual no se detecta la conexión entre el resultado práctico y objetivo de la supervivencia de la humanidad con la objetividad de las nociones de causa y efecto.
De acuerdo con Hume el escepticismo es la respuesta a milenios de discusiones filosóficas pues a su parecer los filósofos han estado discutiendo “pseudoproblemas” fuera del alcance del entendimiento; quizá la humanidad se hubiera ahorrado milenios de discusión si se hubieran clarificado las definiciones involucradas en una especie de “acuerdo de caballeros”. El escepticismo nos hace darnos cuenta de que quizá los más grande problemas filosóficos no se fundaban más que en simples malos entendidos: “Podría esperarse fundadamente que, en las cuestiones intensamente discutidas y debatidas desde los comienzos de la ciencia y la filosofía, por lo menos el significado de todos los términos hubiera sido precisado de común acuerdo por los participantes en la discusión y que nuestras investigaciones en el curso de dos mil años hubieran pasado de las palabras al tema real y verdadero de la controversia (…) Es verdad que si los hombres intentan discutir sobre cuestiones que están totalmente allende el alcance de la capacidad humana., como las concernientes al origen de los mundos o la organización de un sistema intelectual o de una región de espíritus, pueden durante largo tiempo azotar el aire con sus estériles contiendas y no llegar jamás a una conclusión definitiva [xxviii]”
Después de haber arrojado “por la puerta” a la causalidad y a la conexión necesaria Hume la deja entrar por “las ventanas” de su filosofía, en la forma de creencia o costumbre – que nunca puede llegar a la conexión objetiva y tampoco saber si existe realmente-, pues sabe bien que sin la creencia de un nexo causal entre la voluntad y carácter de los seres humanos y, por otro lado, sus acciones, la moral sería imposible. “Quizá no cueste inicialmente fijar tan estrechos límites al entendimiento humano, pero después no encontraremos dificultad cuando apliquemos esta doctrina a las acciones de la voluntad. Pues, como es evidente que estas tienen una conjunción regular con motivos, circunstancias y caracteres, y como siempre sacamos inferencias de las unas a las otras, estamos obligados a reconocer de palabra la necesidad que ya hemos admitido en todas las deliberaciones de nuestras vidas y todos los pasos de nuestra conducta y comportamiento” [xxix] “Por su naturaleza misma, las acciones son temporales y perecederas y, si no procediesen de alguna causa en el carácter y disposición de la persona que las realiza, no podrían ni contribuir a su gloria si fuesen buenas, ni a su deshonra si fuesen malas. Las acciones mismas podrían ser culpables, contrarias a todas las reglas de la moralidad y la religión, pero la persona no podría responder de ellas, y como no procederían de nada que en ella sea duradero y constante, ni dejaría tras de sí nada de esta clase, sería imposible que dicha persona, por su causa pudiera ser el objeto de castigo o venganza. Por tanto según el principio que niega la necesidad y consecuentemente las causas, un hombre es tan puro e intachable tras haber cometido el más horrendo crimen, como lo era al nacer, ni su carácter se ve en manera alguna afectado por sus acciones, puesto que no se derivan de él, y la maldad de la unas nunca podría emplearse como prueba de la depravación del otro” [xxx] La libertad es, aquí actuar de acuerdo a la necesidad que imprime el carácter sobre nuestras acciones, cuando una coacción externa evita que la voluntad surgida del carácter estable de la persona influya sobre su acción no existe ni libertad ni acto moral [xxxi] .
Hume sabe que si la necesidad más absoluta determina nuestras acciones podría darse una interpretación en la que todos nuestros actos estarían predeterminados por Dios y por tanto la libertad no existiría. Aquí, como en todos los problemas centrales de la filosofía, el empirismo estrecho no aborda el problema sino que lo evade con la coartada de la supuesta debilidad humana. “La segunda objeción no admite una respuesta tan fácil y satisfactoria. No es posible explicar claramente cómo Dios puede ser la causa mediata de todas las acciones de los hombres, sin ser el autor de sus pecados y su bajeza moral. Se trata de misterios que la mera mente natural, sin otras asistencia, no es capaz de tratara adecuadamente y, cualquiera que sea el sistema al que se acoja, ha de verse sumida en cuestiones inextricables, e incluso en contradicciones, a cada paso que dé con respecto a tales temas. Hasta ahora se ha visto que excede todo el poder de la filosofía el reconciliar la indiferencia y contingencia de la acciones humanas con la previsión, o defender el carácter absoluto de los decretos divinos, y, sin embargo, librara a la Deidad de ser autora del pecado. Feliz ella si fuera consciente de su propia temeridad y cuando escudriña estos misterios sublimes y, abandonando un escenario tan repleto de oscuridades y perplejidades, vuelve con la modestia debida a su verdadera y debida esfera, el examen de la vida común, donde encontrará suficientes dificultades para ocupar sus investigaciones sin lanzarse a un océano tan limitado de duda, incertidumbre y contradicción” [xxxii] .
El empirismo escéptico de Hume se dirige también a las creencias religiosas afirmando que la existencia de milagros y otros acontecimientos sobrenaturales no están basados en la experiencia ni en el razonamiento y, por lo tanto, salvo su utilidad en la moral pública y la contención de las masas, deben ser rechazadas por las clases cultas; Hume afirma que su doctrina lleva a la aniquilación total de la religión: “Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos¡. Si cogiéramos cualquier volumen de Teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de las cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión” [xxxiii].
No obstante esa supuesta “total aniquilación” hace muchas concesiones, Hume, muestra muchas inconsistencias en su rechazo de la religión y los milagros demostrando que el empirismo estrecho es un junco roto cuando se pretende fundamentar el ateísmo (cosa que por otro lado no es la intención de Hume por supuesto). En tanto que su rechazo a los milagros se basa en la experiencia habitual de la humanidad Hume se mete en serios problemas cuando gentes de probada moralidad afirman haber tenido experiencias de hechos milagrosos. “Sopeso un milagro en contra de otro y, de acuerdo con la superioridad que encuentro, tomo mi decisión y siempre rechazo el milagro mayor.” En tanto que las experiencias son individuales y subjetivas incapaces de descubrir las causas y las leyes subyacentes a la naturaleza el escepticismo de Hume no puede rechazar de manera absoluta el mundo sobrenatural: “Pero que César o el ángel Gabriel o cualquier ser nunca existió, podrá ser una proposición falsa, pero de todas formas es perfectamente concebible y no implica contradicción” [xxxiv]. De manera paradójica e incluso cínica después de haber afirmado que el escepticismo lleva a la negación de la religión sus “Diálogos sobre religión natural” terminan con las siguientes palabras “Ser un escéptico filosófico es, en un hombre de letras, el primer paso y el más esencial, para ser un auténtico cristiano creyente[xxxv] ”.
La fundamentación del conservadurismo y la moderación política es la médula y la razón de ser de la filosofía de David Hume y expresa el estado de ánimo de amplios sectores de la clase dominante frente a los “excesos” de la revolución y la necesidad del desarrollo de la ciencia positiva orientada a la realización de su industria; la filosofía de Hume expresa las necesidades de la burguesía Inglesa del siglo XVIII y aún hoy es el símbolo de la moderación y el escepticismo en un mundo que se encuentra en un callejón sin salida. La contradicción entre su posición conservadora y la necesidad de la ciencia positiva recorre todas sus posiciones filosóficas fundamentales. El escepticismo es un antídoto contra la “metafísica” revolucionaria del materialismo pero también contra el crudo conservadurismo religioso que obstruye la ciencia (Berkeley por ejemplo) e igualmente sirve contra las posiciones que llevan la religión a posturas revolucionarias (el puritanismo de su tiempo); la moral basada en la costumbre y el hábito sirve para osificar y fundamental la conducta conservadora frente al “status Quo”.
Las posiciones escépticas relativas a la existencia de la causalidad y la realidad objetiva al mismo tiempo que pueden servir, en determinadas circunstancias, para debilitar y socavar los cimientos del pensamiento religioso y dogmático (como es el caso de Montaigne y Descartes por ejemplo); en Hume sirven, fundamentalmente, para socavar los grandes ideales de los pensadores que luchan por transformar el mundo.
Las posiciones escépticas de Hume se estrellan -a pesar de los prejuicios positivistas tan de moda actualmente- con la práctica, las conclusiones y la “esencia” del quehacer científico real; a cada paso la ciencia real nos muestra que el mundo objetivo existe, que puede ser comprendido, que está regido por leyes y que los hombres socialmente determinados no hacemos más que descubrir esas leyes inmanentes por medio de la practica y la transformación de la naturaleza en un proceso contradictoria de aproximaciones sucesivas e infinitas a la “verdad”. Por otro lado el escepticismo se muestra como un junco roto en el cual, en cada momento, nos encontramos con pasos atrás en lo que respecta a la posición empirista que Hume decía sostener y, sobre todo, a sus posiciones en lo relativo a la existencia de Dios, para finalmente aceptar la existencia de milagros y, más paradójico aún, pretender servir de fundamento a la “religión natural”.
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iiil El impacto sobre la clase dominante que la democracia directa, de los Levellers y Diggers que fueron aplastados por el mismo Cromwell, queda reflejada en la posición de Hume. A pesar de que idealmente Hume abogaba por una monarquía parlamentaria, más orientada a una república, mostrando su conformidad con el golpe palaciego que significo la “revolución gloriosa”, prefería la monarquía absoluta a una república dominada por las masas. “Es bien sabido que todo sistema de gobierno ha de tener un fin, y que la muerte es tan inevitable para un cuerpo político como para un organismo animal. Pero, puesto que hay muertes preferibles a otras, cabe preguntarse si es más deseable para la constitución británica acabar en un gobierno popular o en monarquía absoluta. Aquí he de declarar francamente que, aunque la libertad se preferible a la esclavitud en la inmensa mayoría de los casos, antes preferiría ver en esta isla una monarquía absoluta que una república” (David Hume, “Si el gobierno británico se inclina más a la monarquía absoluta o a una República”, en Ensayos políticos, p.61)
“De modo que si tenemos razones para desconfiar más de la monarquía porque el peligro es más inminente de su lado, las tenemos también para recelar del gobierno popular, que es amenaza más grave. De todo ello debemos sacar la enseñanza de una mayor moderación en nuestras controversias políticas” (Ibid. p.62)
“(…) Todos los gobiernos se basan en estos tres conceptos del interés público, el derecho al poder y el derecho de propiedad, y en ellos se funda también toda autoridad de los pocos sobre los muchos”.(David Hume “De los principios del gobierno”, en Ensayos Políticos, p.38)
x. Donald W Livingston “El conservadurismo de David Hume” (http://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=2381177
(Revista) ISSN 0716-1115)
La revolución en Portugal. El derrocamiento de la dictadura y el movimiento obrero
El 25 de abril se conmemora el 35º aniversario de la Revolución de los Claveles, cuando la insurrección de los obreros y soldados de Portugal puso en la picota al capitalismo en ese país, generando uno de los procesos revolucionarios más profundos y avanzados de la historia mundial. Aprovechamos para publicar un texto de Ted Grant sobre este tema, escrito en mayo de 1975, cuando aún el proceso revolucionario estaba en su apogeo.
Tras casi medio siglo de dictadura fascista, la revolución en Portugal abrió una nueva etapa de la revolución europea y mundial. Comenzando como un golpe o pronunciamiento militar ha demostrado las reservas inagotables de fuerza y resistencia que existían dentro de las filas de la clase obrera debido a su papel en la sociedad.
A pesar del control de la radio, la televisión, la prensa, la Iglesia y las escuelas, el sistema totalitario se desmoronó. La corrupción y la opresión afectaron al régimen, debilitándolo y socavándolo. Debido a la situación del proletariado en la sociedad, su trabajo colectivo en las fábricas e industrias, su lucha colectiva contra los empresarios; es casi inherente a él la idea de organización, de lucha y una organización diferente de la sociedad. Después de más de dos generaciones de dominio de los burócratas estalinistas, podemos estar seguros de que en Rusia los primeros grandes acontecimientos despertarán a los trabajadores rusos y que éstos recuperarán sus extraordinarias tradiciones. Se sacarán de encima a la casta parasitaria de burócratas, con la misma facilidad que las masas portuguesas entraron en acción con la caída del gobierno de Caetano.
Ya las masas húngaras en 1956 demostraron con su revolución política el vacío y la falta de realidad del poder de los burócratas, una vez que las masas pasan a la acción. Cuando las masas entraron en movimiento, la burocracia rusa y la de los otros Estados estalinistas, demostraron su patética incapacidad e insuficiencia. Su poder actual, como el de la clase capitalista, depende de la inercia de los trabajadores y campesinos.
El miedo que el imperialismo norteamericano y la burocracia rusa tienen al movimiento de masas, que amenaza con minar completamente el status quo, no es la última consideración en los intentos de distensión entre ambas potencias.
Como le ocurrió a EEUU en Vietnam, la interminable guerra colonial en África socavó el ejército portugués. Quince años de guerra contra los implacables movimientos guerrilleros campesinos en Mozambique, Angola y Guinea, hicieron perder al régimen los últimos sectores que lo apoyaban.
La débil economía portuguesa no podía aguantar el drenaje de recursos. La pequeña burguesía y el proletariado sufrían la peor parte. Sólo las "siete familias", los bancos y el capital monopolista se beneficiaron del caos sangriento.
Debido a la interminable guerra, nadie estaba entusiasmado con la posibilidad de obtener cargos militares en las fuerzas armadas y, como consecuencia, un gran número de suboficiales eran estudiantes uniformados.
La misma oleada de radicalización que se ha reflejado en los estudiantes de todos los países en el último período también ha alcanzado a España y Portugal. Por esa razón en Portugal llevaban su radicalismo dentro del uniforme.
El 25 de abril de l974, en el momento del golpe, la única sección del aparato del Estado en la que podía confiar el régimen era la policía secreta, atada al régimen por el terror debido a sus crímenes sangrientos contra la población.
Las condiciones señaladas por Lenin y Trotsky para el desarrollo de la revolución existían meses antes de la caída del régimen. Las huelgas de masas ¾a pesar de ser ilegales¾ del proletariado, especialmente en Lisboa. El malestar de los campesinos y la pequeña burguesía. Agitaciones estudiantiles y el intento de la clase gobernante de salvarse con "reformas" sin sentido que agravaban aún más la situación.
Todas las condiciones para una explosión estaban madurando. Pero la peculiaridad de la revolución portuguesa, lo que indica la madurez e incluso exceso de madurez del capitalismo para la revolución ¾revelándose primero en sus eslabones más débiles¾ fue que en sus primeras etapas estuvo dirigida por oficiales de bajo o medio rango, y lo más significativo, de todos los sectores de las fuerzas armadas: tierra, mar y aire.
Es cierto que en la Península Ibérica existe una tradición de golpes de Estado llevados a cabo en diversos momentos y por los diferentes sectores de las fuerzas armadas, republicanos y monárquicos reaccionarios. Pero una de las diferencias es que debido a la presión de las contradicciones engendradas durante dos generaciones de fascismo y la invencible guerra colonial, la mayor parte de los oficiales se habían posicionado contra el régimen.
El descontento explosivo y el deseo de encontrar una salida ¾evidenciando la división en el seno de la débil clase dominante¾ se manifestaron en el libro del General Spínola en el que defendía una forma peculiar de Federación Lusitana con las colonias, en realidad una forma distinta de barajar el mazo de cartas pero con el control firme en manos portuguesas. La negativa a hacer la más mínima concesión ¾ni siquiera destituir de sus puestos a Spínola y Costa Gómez¾ y la ciega obstinación del régimen ayudaron a precipitar la conspiración: se formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas).
En Italia, en 1943, la destitución de Mussolini y la llegada al poder de Badoglio precipitaron el movimiento de masas y la creación de soviets en sólo veinticuatro horas.
Lo mismo ocurrió en Portugal. El derrocamiento de Caetano precipitó el movimiento inmediato de las masas y la intervención en la escena de la historia del joven proletariado portugués. Si no se formaron los soviets fue por la política de la dirección de los partidos comunista (PCP) y socialista (PSP). El MFA defendía vagamente una cierta forma de "democracia" ¾democracia burguesa¾ y en realidad no tenía un programa claro, y en esa etapa aún menos tenía un programa social.
Pero la salida a la calle de las masas cambió la situación. Esto se ha podido ver siempre en el curso de una revolución, y también lo veremos en el futuro.
El movimiento de las masas produjo la confraternización con la base de las fuerzas armadas -soldados, marinos y aviadores¾, trabajadores y campesinos uniformados. Los soldados apoyaban las ideas del socialismo y comenzaban a presentarse abiertamente como militantes del PCP y del PSP, incluso una minoría se adhirió a grupos ultraizquierdistas. Los generales, almirantes y comandantes de la Fuerza Aérea, las capas superiores de la oficialidad habían perdido el control de la situación.
Si hubiera existido un partido revolucionario de masas, habría sido completamente posible organizar soviets y el proletariado podría haber tomado el poder rápidamente y sin dificultad. No existían fueras que pudieran oponérsele.
Qué esta era la situación se pudo ver el 1º de Mayo, días después del colapso del régimen de Caetano, cuando más de millón y medio de personas participaron en la manifestación. (¡Esa era la consecuencia de cincuenta años de sistemática "erradicación" del marxismo!).
Prácticamente toda la población adulta de Lisboa y de otras zonas limítrofes debía estar presente. Los soldados, marineros y aviadores se manifestaron junto con los obreros. Era imposible en aquel momento emprender ninguna acción contra el movimiento de los trabajadores. Los dirigentes del PSP y PCP se limitaron simplemente a adular a sus libertadores: la casta de oficiales. Al igual que sus hermanos, la casta burocrática de los países estalinistas, la dirección del PCP no ha aprendido nada de los acontecimientos de la última época y ha olvidado todo. Los dirigentes de esta generación de estalinistas y reformistas, no han aprendido nada de las enseñanzas de Marx y Lenin.
En realidad son el freno más conservador para el desarrollo de la revolución. Desprecian a las masas, las consideran "ignorantes" y "dóciles", no son capaces de llevar a cabo la revolución y de ahí su búsqueda de aliados burgueses.
Sin perspectivas y sin una teoría elaborada de la revolución o de los procesos revolucionarios, su solución a todos los problemas es intentar algún tipo de acuerdo con los verdaderos amos de la sociedad, la burguesía liberal. No quieren ni tienen confianza en la revolución socialista, en el sentido de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, con el control de las masas, con una genuina democracia obrera o la dictadura del proletariado. Están orgánicamente unidos a la burguesía liberal y en el caso del PCP también a la burocracia estalinista rusa.
El MFA y los dirigentes obreros sin perspectivas
La peculiaridad fundamental de la revolución portuguesa fue que la insurrección inmediata empezó como un movimiento de las fuerzas armadas. Después las masas se echaron a la calle para ajustar cuentas con la policía secreta. En Rusia fue un movimiento de masas el que afectó al ejército. Cuando la policía tuvo que huir se llamó al ejército para restablecer el orden. La gran mayoría de los oficiales permanecieron leales al zarismo. La rebelión afectó a las filas más bajas del ejército, incluidos muchos suboficiales que se pasaron a la revolución victoriosa.
Pero el movimiento de masas y la relajación de la disciplina en las fuerzas armadas significaba que la situación en Portugal, como luego demostraron los acontecimientos, era incluso más favorable que en febrero de 1917 en Rusia.
Lenin explicó que la entrega del poder después de febrero a la burguesía liberal fue una cuestión de la conciencia en las masas. Además estaba el problema de la guerra con Alemania, que los mencheviques y social revolucionarios podían utilizar como una amenaza a la revolución. Pero Portugal estaba envuelto en una agresiva guerra colonial para mantener la esclavitud del pueblo africano, además era una guerra que tenía lugar lejos, en un continente diferente. ¡El principal impacto de la guerra era el mayoritario deseo de salir!
Por otra parte, la situación internacional era mucho más favorable. El corrompido régimen de Franco no podía intervenir por miedo a provocar un movimiento entre las masas españolas. Durante la II Guerra Mundial, la División Azul (española) luchó en el Frente del Este. En Portugal Franco no se atrevió a intervenir ni siquiera con una división. El imperialismo mundial se había pillado los dedos al intentar aplastar los movimientos de los pueblos coloniales. Pero si el régimen bonapartista español no podía intervenir, la situación era aún más desfavorable para las potencias imperialistas europeas y no europeas. En el sentido de la correlación mundial de fuerzas, el agotamiento del capitalismo y la debilidad del poder burgués en comparación con la fuerza potencial de la clase obrera mundial, la revolución portuguesa estaba y está en una posición mucho más favorable que- la Revolución Rusa y las revoluciones del período entreguerras o de la inmediata posguerra.
Las filas de las fuerzas armadas apoyaban la revolución. Habrían respondido inmediatamente a la creación de soviets o "juntas" obreras con la creación de soviets de soldados. Habrían respondido a la agitación de los principales partidos obreros, especialmente del PCP, para que entraran en acción.
La verdadera peculiaridad de la Revolución Portuguesa en comparación con cualquier otra revolución del pasado es la implicación de la masa de oficiales bajos y medios ¾incluso algunos generales y almirantes¾ en la revolución.
Si el poder del Estado como han explicado Marx y Lenin se reduce al control de cuerpos de hombres armados, entonces la decadencia del régimen portugués se mostraba con toda su desnudez. La burguesía se lo jugó todo a la carta de la represión feroz y totalitaria de las masas. Más de dos generaciones sufrieron sus consecuencias, la burguesía perdió todo el apoyo de la clase media y, por contagio, incluso el de una gran parte de la casta de oficiales. La guerra sin sentido en África jugó un papel importante, pero no es la única explicación. La masacre aún más lunática perpetrada durante la guerra de 1914-18 no hizo que la casta de oficiales (rusos) abandonara mayoritariamente al zarismo. No dudaron en pasarse al lado de la contrarrevolución y apoyar las guerras de intervención contra su propio país.
En 1918 la revolución alemana se encontró con la oposición del grueso de la oficialidad. La contrarrevolución de Hitler contó con el apoyo de la abrumadora mayoría de los oficiales.
En la revolución española de 1931-37, el 99 por ciento de los oficiales se pasaron al bando de Franco. Y aún más cerca, en 1926 la inmensa mayoría de la casta militar apoyó a Salazar.
En el péndulo político ha habido un giro enorme a la izquierda. Durante tres décadas, la pequeña burguesía ha ido girando más a la izquierda ¾como demuestra el movimiento estudiantil¾. En Portugal el callejón sin salida del capitalismo y el odio hacia las camarillas del capital monopolista que acuñaron su dinero con la sangre y el sufrimiento de la población y los soldados, se ha reflejado en el aislamiento de los círculos más ricos. Ellos apoyaron y se beneficiaron hasta el último momento del régimen totalitario. El odio hacia estos parásitos se extendió a sectores de la oficialidad. Esto es una indicación de que el capitalismo ha agotado su misión histórica y se ha convertido en un obstáculo cada vez más importante para la producción. En Portugal, como demuestra el desafortunado episodio de Spínola, incluso el Estado Mayor estaba dividido.
El régimen estaba tan podrido que realmente la revolución fue incruenta. La mayoría de las víctimas después de la caída de Caetano se produjeron por asesinatos desesperados y vengativos de la PIDE, la policía secreta portuguesa, que no veía más futuro que una celda o una bala.
Las masas intervinieron inmediatamente para quitarlos del medio, eliminando cualquier posibilidad de reagrupamiento y reconstrucción por su parte. El régimen de Caetano murió sin defensa popular, ni siquiera entre las clases medias.
Sin embargo, la ceguera, la falta de perspectiva, de programa y de una política clara por parte del MPA, se hizo evidente con la entrega inmediata del poder a Spínola ¾¡ante la insistencia de su amigo Caetano!¾
Sin la intervención y la presión del movimiento de masas de la clase obrera, que había afectado a las filas de las fuerzas armadas, la revolución se habría extinguido. La principal fuerza de la revolución en Portugal fue el movimiento de masas. Esto ha tenido su efecto en la tropa e incluso en las capas medias y superiores del ejército. La reacción se reunió alrededor de la figura del nuevo presidente Spínola. Él no había participado en la conspiración por que era un hombre conectado, por su matrimonio, con los monopolios y él mismo contaba con una gran riqueza, por eso esperó prudentemente los resultados.
¡Las manifestaciones y el movimiento en las calles demostraban ¾con la liberación del "populacho"¾ que las cosas habían ido demasiado lejos!
Spínola decidió frenar a las masas y se preparó para capear el temporal de la revolución. No tenía intención de abandonar el dominio de las colonias africanas, lo que intentaba era mantener el control imperialista portugués pero de una forma disfrazada. Más tarde, cuando la lucha se hizo visible, el general de brigada Gonçalvez reveló que Spínola había amenazado con pedir a Sudáfrica y a EEUU ¡qué intervinieran con sus ejércitos en las colonias africanas!
Sin embargo, debido al tomentoso movimiento de masas en una serie de huelgas y manifestaciones espontáneas contra los bajos salarios y las terribles condiciones laborales en Lisboa, y con el vacío de poder debido a la inexistencia de partidos burgueses organizados, Spínola no tenía otra alternativa que formar un gobierno de coalición o frente popular con los liberales en posiciones dominantes, y con el PCP y el PSP representados en el gabinete.
El Movimiento de las Fuerzas Armadas no tenía un programa propio claro excepto un vago antifascismo. El hecho de que eligieran a Spínola como presidente es una prueba de su ingenuidad. Spínola calculaba que la revolución se calmaría con el cansancio y la desilusión de las masas. Creía que podría manipular fácilmente al Movimiento de las Fuerzas Armadas ¾un movimiento de oficiales¾ que en ese momento pensaba en términos de democracia burguesa.
El programa del Movimiento de las Fuerzas Armadas era impreciso. La declaración del 25 de abril constaba de "libertades civiles, programa de salvación nacional, elecciones generales y libres para elegir una asamblea constituyente... una forma propia de vida política y social... un gobierno militar como una fase de transición".
Todavía el 6 de mayo Costa Gómez, ahora a la "izquierda", declaraba en Angola que Portugal no tenía intención de retirarse". Cuando se le preguntó si la Junta garantizaría la independencia si era el deseo democráticamente expresado por el pueblo, respondió: "el futuro gobierno será quien lo decida. La Junta tiene sólo una función limitada, restaurar la democracia en Portugal".
Entre bastidores, las embajadas imperialistas, especialmente la norteamericana, presionaban a Spínola para que pusiera fin a la revolución. Los aliados de la OTAN miraban con recelo al "cuco en su nido", es decir, a los ministros comunistas del gabinete.
Spínola en secreto confabulaba con las potencias imperialistas. La embajada estadounidense garantizaba a las multinacionales en Portugal que se restauraría la "calma" y que el PCP, y posiblemente el PSP, estarían fuera del gobierno para finales de 1974.
Spínola intentaba asumir un papel bonapartista con el apoyo del MFA, los dirigentes del PCP y del PSP, sin política ni perspectivas, especialmente este último, iban detrás de Spínola. Alvaro Cunhal jugó un papel especialmente cobarde, el PCP presentaba a Spínola, a pesar de su pasado, como un gran demócrata y un antifascista.
Sin una organización flexible o general de los trabajadores y los soldados, como las juntas o los soviets, que las direcciones del PCP y PSP no tenían intención de fomentar, se produjo un movimiento elemental y masivo hacia los recién creados sindicatos, la clase obrera sentía la necesidad instintiva de organizarse en algún tipo de organización de masas. Ahora, más del 50 por ciento de los trabajadores, un porcentaje más alto que en la mayoría de los países industrializados, está organizado en sindicatos poderosos. Era este poder lo que preocupaba a Spínola y a los representantes del Capital.
Después de la revolución de febrero y antes de la Revolución de Octubre, la organización de las masas en sindicatos alcanzó un nivel nunca visto en Rusia. Los trabajadores sentían la necesidad de organizarse como una forma de conseguir mejores condiciones laborales y salariales, y también para defender la revolución. La escasez de comida y el hambre existente entre los trabajadores, les obligó a luchar por reivindicaciones elementales. Los dirigentes del PCP y PSP intentaron contener a los trabajadores portugueses. Los estalinistas decían que las huelgas provocarían a la "reacción". Las concesiones arrancadas a los monopolios en forma de subidas salariales, eran según ellos, un "complot" para destruir la revolución. Decían que el "70 por ciento" de la "industria" portuguesa empleaba entre 1 y 5 trabajadores y que por lo tanto estos aumentos salariales ¡provocarían su bancarrota!
En realidad la mayor parte de la industria estaba en manos de los bancos y las "siete familias". La política de los dirigentes reformistas y del PCP sólo podría haber llevado a la victoria del complot contrarrevolucionario de Spínola.
Spínola y la intentona de reacción
En todo momento las maniobras de Spínola iban dirigidas a preparar un giro bonapartista de la revolución y para concentrar todo el poder en sus manos. Este sólo era un paso para aplastar la revolución que desde el primer día había sido su principal preocupación.
La elección de Carlos Da Palma como primer ministro fue el primer paso para conseguir este objetivo, un propósito ante el que estaban totalmente cegados el dirigente del PCP, Cunhal, y el del PSP, Soares.
Su política de coalición los hacía más incapaces para entender los acontecimientos que incluso a los oficiales "no políticos" del ejército que estaban acostumbrados a obedecer ordenes. Si hubiera dependido de esos "dirigentes" hoy en Portugal habría una dictadura bonapartista spinolista, con un carácter totalitario.
Carlos Da Palma pidió al Consejo de Estado en Julio de 1974 poderes más amplios anunciando su dimisión si no le concedían esos poderes. Cuando se los negaron, él y otros tres ministros liberales dimitieron. Carlos Da Palma había pedido celebrar en tres meses la elección del presidente para poder consolidar el poder de Spínola, además de la redacción de una constitución provisional y retrasar las elecciones a la Asamblea Constituyente hasta 1976.Se trataba pues de una conspiración con la colaboración de la camarilla de Spínola. Este último mantenía la presidencia y mientras esperaba una ocasión más propicia. Pero tuvo que sacrificar al profesor Carlos Da Palma y en su lugar se encontró con un gobierno más a la izquierda. Pero lo más importante es que no había podido conseguir el control del MFA que, aunque con paso vacilante, controlaba las fuerzas armadas. Para agudizar la tensión Da Palma explicó, con su estilo de catedrático liberal, que la situación existente en Portugal (una oleada de huelgas, el movimiento huelguístico de los trabajadores, la expulsión por parte de los trabajadores de los directores que pertenecían al partido fascista, la existencia de elementos de control obrero, la intervención de los comités de empresa en la contratación y despido de trabajadores, las manifestaciones de trabajadores....) "equivale a un clima de indisciplina social que es completamente contrario a mi temperamento y a mis ideas sobre la democracia", y por esa razón él había pedido mayor poder.
El profesor liberal, acostumbrado a la calma de su edificio de la universidad pública custodiado por las botas y las armas de la policía fascista, ¡debía tener en ese momento horribles pesadillas! Que los obreros levanten la cabeza, pidan derechos y planteen sus necesidades, a estos caballeros les parece una locura. En esto Da Palma plagia a otro profesor liberal ruso, Miliukov, quien siendo ministro usaba casi exactamente las mismas palabras para describir la situación de la revolución rusa. A estos señores lo que les aterroriza es la ruptura por parte de los obreros del insano asilo del capitalismo y por eso necesitan a los carceleros fascistas.
Pero los dirigentes de los partidos obreros estaban ciegos antes este proceso. El periódico del PCP, Avante, condenaba las propuestas de Da Palma y apelaba a Spínola, que era el auténtico manipulador.
Después de la salida de Da Palma, Spínola continuó su complot e intentó preparar el ambiente para un nuevo intento. En un discurso pronunciado el 18 de julio Spínola declaró que el "clima de anarquía no puede continuar... cualquier intento de subvertir la disciplina será considerado una traición contra la libertad y la democracia".
La primera crisis del nuevo gobierno portugués tomó por sorpresa a los dirigentes del PCP y el PSP (lo mismo ocurrió en las siguientes crisis). Carlos Da Palma, el primer ministro liberal burgués, dimitió de acuerdo con Spínola. La intención era empujar el gobierno hacia la derecha, librarse de los ministros del PCP y más tarde echar del gobierno a los del PSP. Las elecciones a la Asamblea Constituyente se habían pospuesto durante un año para dar tiempo a los partidos burgueses a organizarse. Pero cada vez más Spínola trataba de jugar algún tipo de papel bonapartista con el semi-bonapartista Movimiento de las Fuerzas Armadas.
Las masas reaccionaron con todas sus fuerzas. El Consejo del MFA rechazó las sugerencias de Spínola. En su lugar, el general de brigada Vasco Gonçalves se convirtió en primer ministro y la mayoría de los puestos del gabinete pasaron a manos de oficiales de las fuerzas armadas.
Así pues, el intento de empujar a la revolución hacia la derecha fue abortado y adquirió un ímpetu mayor hacia la izquierda, ¡mientras fracasaba la intentona de echar del gobierno a los ministros del PCP! Además de no cumplir las garantías que Spínola había dado al embajador norteamericano sobre la expulsión de los comunistas antes de final de año, la posición de Spínola dentro del MFA se debilitó. Los oficiales comenzaron a recelar de su actitud.
Que la reacción no pudiese conseguir rápidamente una base de apoyo en Portugal no fue debido a la perspicacia, clarividencia y comprensión de los dirigentes de los partidos obreros. Si hubiera dependido de la política que ellos defendían ante las masas seguro que Spínola habría conseguido una base de apoyo.
Ellos habían participado en la trampa ficticia y burguesa de presentar a Spínola como un héroe de la revolución. Si hubiera dependido de ellos, la revolución portuguesa habría seguido los primeros pasos de la revolución española en 1931-37. En dos años la derecha republicana de Lerroux y Gil Robles consiguió ganar una base social y la victoria en las urnas.
Pero el tiempo y la decadencia del capitalismo a escala mundial han tenido su efecto. A la mayoría de los oficiales les había afectado la sangrienta y agonizante guerra en África. Pero más importantes eran los efectos de los quince años de guerra sobre las masas sin derechos y bajo un régimen bárbaro de terror y tortura. Las masas habían vivido en unas condiciones de pobreza y trabajo durísimo, sin perspectivas y con una esclavitud diaria ineludible.
Las masas buscaban alguna luz y alivio a su situación. El capitalismo mundial ahora está minado. El febril giro a la izquierda de la clase media en Portugal, y ahora en Grecia, es un síntoma de la agonía del capitalismo europeo y mundial que afecta primero a la margen mediterránea. Durante los próximos diez o veinte años probablemente veremos acontecimientos similares, con un ritmo más o menos ligero, en la mayoría o en todas las potencias europeas, y también en EEUU y Japón. España será el próximo país. En el momento actual sólo en Portugal suena la obertura de la revolución. La gloriosa sinfonía se tocará en España.
Debido a la ausencia de una dirección revolucionaria en Portugal, en contraste con la revolución rusa, la revolución ha tenido la peculiaridad de que cada paso delante de la revolución ha estado provocado por los movimientos de la contrarrevolución.
En este sentido la clase obrera ha dado prueba de una voluntad aún más determinada a resistir las intentonas de la reacción que en el curso de la propia revolución rusa. La clase obrera es más numerosa y poderosa que los trabajadores rusos en el momento de la revolución. El 10 por ciento de la población rusa eran trabajadores industriales mientras que en Portugal es el 33 por ciento. En España durante la revolución de la preguerra, el proletariado suponía el 25 por ciento de la población. Con la casta de oficiales radicalizada, las masas conscientes de las guerras perdidas en África donde se habían malgastando la sangre y los recursos portugueses, la implacable voluntad de las masas de no regresar jamás al infierno del fascismo totalitario y el contexto internacional, todas éstas eran condiciones muy favorables para el desarrollo de la revolución. Si el proceso fue más lento en algunos aspectos que en la revolución rusa fue debido a la "dirección", que ha ido detrás de los acontecimientos y se ha dejado arrastrar por ellos, en lugar de dar una dirección consciente al proceso. Ellos, "los dirigentes", han seguido o se han visto arrastrados por el movimiento de la base. Spínola, después de consultar a los dirigentes del ejército en África, tuvo que decretar la "descolonización" o conceder la independencia a las colonias africanas, simplemente porque las fuerzas armadas, incluyendo a los suboficiales, no querían seguir luchando para mantener los intereses del imperialismo portugués; aunque trató de mantener Angola dada su gran riqueza todavía sin explotar.
Pero al ver como se desarrollaba el proceso revolucionario, los monopolios y el capital internacional cada vez estaban más alarmados. Spínola era el foco de la reacción. Después de intentar quitarse de encima a las fuerzas armadas, Spínola utilizó su posición de Presidente para iniciar una campaña bonapartista. Se pospusieron las elecciones y comenzó una campaña para un plebiscito bonapartista que confirmara como presidente a Spínola, "el héroe de la revolución", y darle las bases para reunir a los oficiales reaccionarios, al campesinado y la pequeña burguesía, especialmente en el norte donde están los elementos políticamente mas atrasados. Se trataba de movilizar a la reacción y después preparar el golpe. En Lisboa, Oporto y otras ciudades aparecieron carteles invitando a manifestarse a la "mayoría silenciosa", eran los preparativos de lo que debería ser una movilización contrarrevolucionaria en Lisboa para el 30 de septiembre de 1974.
En este proceso estaban implicados elementos sospechosos de pertenecer a la antigua "legión portuguesa" y otros grupos fascistas simpatizantes. Exigían la elección del presidente antes de las elecciones generales. Los monopolios, y probablemente el capital internacional, pusieron mucho dinero en la campaña.
Todos estos preparativos estuvieron rodeados de declaraciones furiosamente patrióticas en la prensa burguesa. Spínola nombró a los comandos encargados de la guardia en el palacio presidencial. Decenas de miles de reaccionarios debían ser trasladados en camiones hasta Lisboa procedentes de Oporto y el norte del país. En la misma Lisboa también se dejó ver la "mayoría silenciosa".
Comenzaran a extenderse rumores de que la reacción, especialmente los antiguos miembros de La legión Portuguesa iban a traer armas a Lisboa. Incluso empezaron a circular noticias de que se estaban escondiendo armas en la "Lisboa roja".
Las masas comenzaron a alarmarse. Mientras Cunhal suplicaba a Spínola desde las paginas de Avante y en sus discursos para que hiciera algo para "detener a la derecha", las masas comenzaron a actuar. En los últimos días de septiembre empezaron a aparecer barricadas alrededor de Lisboa, en las carreteras que llevaban al centro que es donde se iba a celebrar la manifestación.
Los soldados de las patrullas se negaron a intervenir o miraban con indiferencia cuando los obreros que defendían las barricadas desarmaban a los oficiales. Muchos obreros estaban armados con revólveres y rifles que algunos soldados les hablan entregado.
Todo estaba preparado para un enfrentamiento sangriento. En este momento, Spínola se dio cuenta de que no contaba con una fuerza real en la que confiar. La atmósfera electrizante obligó al MFA a actuar. Exigieron a Spínola que se definiese y suspendiera la manifestación.
Al principio Spínola intentó luchar y les desafió. El 28 llamó hizo llamar al palacio presidencial al primer ministro Vasco Gonçalvez y al ministro Melo Antunez. ¡Y les arrestó! Intentó declarar el estado de emergencia que le hubiera dado todos los poderes y el control de las fuerzas armadas.
Costa Gómez, comandante en jefe, se negó a firmar las órdenes a las tropas. Aunque lo hubiera hecho no habría servido de nada porque las tropas se negaron a moverse. Spínola se percató de que ni siquiera podía confiar en las tropas de choque, porque éstas no estaban dispuestas a disparar sobre otros regimientos o contra las miles y decenas de miles de trabajadores que comenzaban a congregarse. A las dos horas Gonçalvez y Antunez fueron liberados.
Al ver fracasado su objetivo, es decir, la movilización de la reacción contra las masas, Spínola tuvo que suspender la manifestación y dimitir.
Así pues, el intento de unir fuerzas para un contragolpe derechista fue derrotado, de nuevo por la movilización espontánea de los trabajadores. Esto empujó a la revolución más hacia la izquierda.
Cunhal, dirigente del PCP, en una entrevista concedida al Diario de Lisboa, tan tarde como el 25 de septiembre, suplicaba a Spínola, origen y principal organizador de esta reacción, que "¡tomase medidas para sofocar a la derecha¡", así pues, ¡suplicaban a Belcebú para que éste hiciera algo contra todas los diablillos!
La manifestación había sido organizada entorno a consignas como: "Contra el clima de anarquía... no a los extremistas... se están preparando nuevas formas de esclavitud". El discurso de Spínola del 10 de septiembre fue una incitación para que se organizase la reacción derechista. La legión Portuguesa y otros grupos de derechas y fascistas, se movilizaron en apoyo a Spínola.
Quizá el llamamiento más serio fue el que hizo el 26 de septiembre el Sindicato de Trabajadores del Transporte para que los trabajadores se negaran a trasladar a los manifestantes a Lisboa en tren o en autobús. Entonces los organizadores amenazaron con traer a sus fuerzas en camiones. Esto se frustró con el levantamiento de barricadas.
El 28 de septiembre militantes de izquierda desafiaron las órdenes del ejército de abandonar las barricadas levantadas a las afueras de Lisboa. Grupos de soldados armados, marinos y obreros, que llevaban insignias de "seguridad" en las solapas, hicieron una redada en los hoteles de Lisboa buscando a los "derechistas", es decir, a los fascistas. Ya habían hecho todos los preparativos para un golpe que coincidiese con la manifestación pro-Spínola.
Qué lamentables e inadecuados fueron la política y los preparativos del PCP y el PSP en vísperas de estos acontecimientos. Qué lejos estaban de la previsión, análisis y comprensión de la dirección bolchevique de Lenin y Trotsky en cada una de las etapas de la revolución.
Así, el segundo movimiento decisivo de la reacción, en un momento elegido intencionadamente debido a las presiones turbulentas de la revolución, terminó en una derrota. Pero de nuevo Spínola conservó su posición y se preparó para un nuevo intento en circunstancias más favorables. Por en esta ocasión él había perdido la presidencia. Tuvo que dimitir obligado por el MFA, aunque se ocultó a las masas que había intentado dar un golpe de estado para tomar el poder en sus manos,
La revolución había recibido un nuevo impulso hacia la izquierda con el triunfo sobre la intentona golpista. A pesar de esto la inflación continuó subiendo hasta alcanzar del 30-35 por ciento. El desempleo crecía rápidamente. La inflación profundizó la situación de empobrecimiento de las masas.
Los grandes capitalistas y los bancos continuaban su resistencia pasiva. La inversión cayó rápidamente y ocurrió lo mismo con la producción. Las condiciones de las masas cada vez eran más críticas. Dentro de la fuerza aérea un amplio sector de los oficiales estaba con Spínola. Pero la mayor parte de los oficiales del ejército y la armada estaban en su contra.
El 10 por ciento de los oficiales de la marina habían sido depurados a través del retiro forzoso, 200 oficiales del ejército habían perdido sus rangos. Así que una minoría importante y considerable de las fuerzas armadas, particularmente entre los altos mandos, estaba con Spínola. Pero la oposición de las masas y la inevitable resistencia de la tropa de los tres sectores del ejército, la aplastante mayoría tenían la misma actitud que los trabajadores¾ fue lo que consiguió echar por tierra el complot contrarrevolucionario de Spínola.
El MFA comienza a consolidar el poder
Sin aprender nada de los acontecimientos de esta época, el PCP continuó con su programa de la "revolución democrática". La misma postura de Stalin tras la revolución de febrero en Rusia, con la diferencia de que los comunistas portugueses habían abandonado el adjetivo "burgués" y hablaban y escribían sobre la revolución democrática en abstracto.
El congreso del PC del 29 de octubre de 1974, casi un mes después de los acontecimientos de septiembre, continuaba todavía incluyendo sólo reivindicaciones democráticas, con vagas referencias a la "liquidación de los monopolios en el desarrollo económico", que puede significar mucho o nada. Esto sólo conseguía despistar a sus seguidores. El gobierno anteriormente se había enfrentado a una situación donde la mayoría de los comités de empresa en muchas, sino en todas, las grandes empresas e industrias habían acumulado una gran parcela de poder, decidiendo la contratación y el despido de los trabajadores, pero ahora de mala gana tuvo que reconocer el derecho a huelga. ¡Pero puso tantas condiciones que habría sido más difícil hacer una huelga en Portugal que en EEUU con la ley Taft-Martley Act o en Gran Bretaña con la Ley de Relaciones Industriales de los conservadores británicos!
Las huelgas de solidaridad estaban prohibidas y todo tipo de huelgas "políticas". Pero el movimiento continuaba desarrollándose a pesar de la timidez del PSP y PCP, y del hecho de que el MFA se limitaba únicamente a reaccionar ante los acontecimientos. La ley de huelga se aceptó antes de estos acontecimientos. Sin duda el propio Spínola tuvo algo que ver en la redacción de las condiciones.
Mientras el PCP guardaba silencio, a los dirigentes del PSP no les quedó otro remedio que protestar. Así, el 2 de septiembre el PSP condenó la "naturaleza restrictiva de la ley" e hizo referencia a la "actual naturaleza dinámica de los conflictos laborales". En realidad, comprendían la imposibilidad de contener la presión acumulada en el movimiento obrero después de dos generaciones de represión. Precisamente Spínola lo que deseaba dominar era este irresistible movimiento de las masas.
Los fascistas habían intentado reorganizar sus fuerzas en una serie de partidos pequeños que se multiplicaban como las setas. Los monopolios aterrorizados por la oleada elemental de las masas probablemente les financiaban. No hay duda de que los grandes capitales internacionales también contribuían.
En septiembre y octubre el gobierno, temiendo que las masas se tomaran la justicia por su mano, prohibió los grupos fascistas, muchos de cuyos dirigentes "patriotas" eran miembros o elementos destacados de la disuelta Legión Fascista.
El 2 de octubre el COPCON (la recientemente organizada policía de seguridad del MFA) hizo una redada en las oficinas del llamado Partido Progresista de Lisboa, encontraron "un arsenal"... y... "planes" que se llevarían a cabo durante la manifestación de la "mayoría silenciosa". Este partido, entre otros, fue prohibido.
Los partidos "democráticos" de derechas estaban suspendidos en el aire sin una base sólida. Las presiones de las masas se reflejaban de manera distorsionada en la ultra izquierda que sitió al Partido Socialdemócrata del Centro, donde había encontrado cobijo el antiguo Partido Fascista del Gobierno.
Las tropas enviadas a "proteger" el congreso simpatizaron con los manifestantes de izquierdas y eso llevó a un comentarista extranjero, burgués pero serio, a afirmar que estas acciones, estaban "¡provocando el temor de un giro a la izquierda del gobierno y de una posible guerra civil!"
La casta de oficiales de este gobierno semi-bonapartista ¾con el poder real de decisión en manos del MFA¾ comenzó a tantear el terreno para institucionalizar el Consejo de la Revolución, y de este modo tener un control permanente o casi permanente del estado y el país. Los dirigentes del PSP y del PCP les defendieron. Pero la reacción, después de la destitución de Spínola, estaba llena de miedo y rabia.
¡He aquí un giro curioso en la Revolución Portuguesa! La reacción estaba en contra del dominio y el control militar, mientras los "progresistas" estaban clamorosamente a favor. Los dirigentes del PSP y del PCP no tenían una organización que ofrecer frente a la del Estado mientras los partidos de derechas, como en todas has revoluciones anteriores, no tenían ni a las masas ni a la mayoría de la casta de los oficiales. Así pues, el PPD lanzó un fuerte ataque contra las reuniones del MFA en Aveiro. "Cuando vemos al MFA discutiendo la composición del gabinete, examinando los planes económicos, pronunciándose sobre la ley sindical, debemos preguntarnos, como se lo preguntan en los países extranjeros: ¿estamos viviendo o no bajo un gobierno militar? Hemos alcanzado el punto de ruptura... no podemos seguir viviendo en un clima de guerra civil... no podemos tolerar durante más tiempo la escalada del lenguaje revolucionario que adquiere un tono cada vez más triunfante. Es vital que el pueblo no sea sometido a soluciones revolucionarias que él no ha elegido...."
La Asamblea del MFA del 6 de febrero de 1975 entregó todos los poderes a la Junta Militar para "depurar y dar moralidad al modo de vida de la nación" y oponerse a las maniobras contra la economía, la defensa nacional y el orden público.
Este lenguaje era impreciso pero colocaba una bota militar clara y firmemente sobre la nación. El 12 de febrero Mario Soares pidió a la Junta que "disipe la inseguridad en Portugal haciendo públicos sus objetivos y propósitos".
La Junta en ese momento habría tenido dificultades en hacer esto porque ni ellos mismos los conocía, ¡aparte de la determinación a mantener el poder en sus manos e impedir el regreso del antiguo régimen!
En este momento estaban en una posición similar a la de Castro en 1959, después del derrocamiento de Batista. Es verdad que ellos no habían tenido que llevar a cabo una arriesgada guerra de guerrillas, pero sí se habían visto obligados a ponerse a la cabeza de un golpe militar que había abierto de par en par las compuertas de la revolución, y ahora no podían controlar tan fácilmente el movimiento.
El PPD (socialdemócratas) el 14 de febrero acusó a la Junta Militar de "socavar" el papel de los partidos civiles. Cada vez más el poder real estaba por decreto en manos de la Junta. Así que decidieron que el MFA debería tener el derecho a veto en la elección del presidente y controlar el gobierno provisional y la asamblea constituyente, como también decidirían los nombres de los miembros militares del gabinete e insistían en la independencia del ejército, la independencia de la Junta y el reconocimiento de su lugar en la constitución.
Aunque en unas condiciones diferentes, estos eran los poderes que tenía la Junta militar argentina antes de su derrocamiento. Era una constitución por excelencia bonapartista, pero la burguesía portuguesa e internacional no estaba dispuesta a apoyar este poder debido a su relativa independencia y carácter incontrolado. Especialmente porque parecían basarse en las masas en busca de apoyo.
Todos los seguidores más conservadores de Spínola en las fuerzas armadas se oponían a estas medidas Estaban a favor de la "reestructuración" de las fuerzas armadas para deshacerse de los oficiales radicales y con "inclinación revolucionaria". Decían que la reorganización "...no será fácil, pero si oficiales revolucionarios clave siguen en la política, entonces será imposible".
En noviembre todos los antiguos generales de los tres sectores del ejército se habían retirado forzosamente, los almirantes a los 62 años, los generales de brigada a los 60 y los coroneles y capitanes de la marina a los 57 años. ¡Hasta Spínola pasó oficialmente a la situación de jubilado!
Cunhal y el PCP siguieron obediente y estáticamente cada giro de las fuerzas armadas. Soares, el dirigente del PSP, mientras que hablaba demagógicamente de socialismo y dictadura del proletariado en un futuro lejano, al mismo tiempo, adoptó una posición equívoca ante el poder arrogante del MFA.
18 de enero Cunhal hizo algunas preguntas retóricas al líder del PSP: "Diga quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos". "¿Es usted un aliado del PCP y otras fuerzas democráticas contra el capitalismo y la reacción, o está con las fuerzas conservadoras de derechas contra la revolución?"
Soares reflejaba las dificultades de los círculos burgueses y pequeño burgueses ante las tensiones de la sociedad portuguesa y la actitud radicalizada del MFA; intentaba asustar a los oficiales radicales y a las masas con el espectro de la intervención de las potencias capitalistas extranjeras. ¡En ese momento las maniobras navales de la OTAN alrededor de Portugal obviamente eran un intento de amenazar a las masas e incluso a los oficiales radicalizados!
El dirigente socialista propuso al MFA un nuevo acuerdo y en una conferencia de prensa el 27 de febrero declaró que "una profunda escisión y finalmente un bloqueo económico o la intervención extranjera, son posibilidades que no se pueden excluir o tomar a la ligera". Esta era la atmósfera en que se maquinaba la nueva conspiración spinolista. Igual que en la revolución rusa, las masas ejercían una enorme presión sobre los patronos y éstos querían una mano dura a la cabeza del Estado, es decir, volver a algún tipo de dictadura policiaco-militar para detener la revolución. La expropiación de las empresas estaba en el aire y querían librarse de este espectro.
El 21 de Febrero el gobierno aprobó el "Plan Económico Trienal" en el que se veía la mano de los ministros del PCP y el PSP, ya que los oficiales no se consideraban expertos en economía. ¡Qué parodia tan miserable y travestida! Era menos radical que las medidas de la posguerra en Francia e Italia; mucho menos que el programa del gobierno laborista británico de 1945-51 e incluso que el actual. Preveía el control estatal parcial de ciertas industrias (como el Consejo Nacional de Industria Británico), la expropiación de algunas tierras y el aumento de la inversión extranjera. Igual que las medidas que quería introducir Tony Benn con el Consejo Nacional de Industria Británico y existen en Italia con el IRI (Instituto de Reforma Industrial) y el "Dirigisme", o en Francia y el "plan" -francés que preveía un mayor control político de la economía, la inyección de ayuda estatal para evitar las bancarrotas y el desempleo, mejorar los servicios sanitarios, además de una reforma de la Seguridad Social. Al mismo tiempo, igual que lo propuesto por Tony Benn en el Consejo Nacional de Industria Británico, el Estado se quedaría con el 51 por ciento de las minas más importantes, el petróleo, gas natural, acero, refinerías, petroquímicas, electricidad, tabacos y fabricación de armas, la mayoría de estas industrias en Gran Bretaña ya están totalmente nacionalizadas.
De Melo Antunez, que supuestamente había redactado el documento, declaró era un documento "revolucionario", aunque se apresuró a asegurar a las grandes empresas que ¡los cambios no se producirían de una forma "abrupta y violenta"!
Al mismo tiempo, quizá para recompensar el arrojo del MFA, los dirigentes del PSP y el PCP anunciaron "una política de ajuste de precios e ingresos" para controlar la inflación. La clase obrera "debía tener en cuenta la peculiar situación histórica en la que estamos...".
Antes de esto, en agosto de 1974, el MFA y el gobierno debían declarado su intención de nacionalizar los tres principales bancos: el Banco de Agola, el Banco Nacional Ultramarino y el Banco de Portugal.
Quizás ese había sido uno de los factores que llevaron a la burguesía a presionar a Spínola para la conspiración de septiembre. Ahora, una vez más, estas tímidas medidas, unidas a la situación de "indisciplina" de los soldados y la actuación de los obreros como si "ellos fueran los dueños de las fábricas", echando y arrestado a los directores fascistas, estableciendo elementos de doble poder y control obrero en las fábricas e industrias, en general, hacían la vida imposible a la clase gobernante, especialmente a las siete familiar. Y más allá estaba la presión de las grandes potencias imperialistas, especialmente EEUU. Podemos estar seguros de que la embajada estadounidense de manera discreta empujó a Spínola... a la ruina.
Resulta irónico que los dirigentes pequeño burgueses de los partidos obreros, en condiciones revolucionarias, a veces se vean empujados por los acontecimientos revoluciones y las presiones favorables de las masas, y terminen yendo más allá de donde deseaban o pretendían llegar.
Que los "dirigentes" no tenían idea de nacionalizar ni siquiera los "principales puestos de mando" de la economía se pude ver en el "plan" trienal. Veían el "socialismo" en un futuro distante y lejano, unas cuantas generaciones más allá. Ahora era el momento de la revolución "democrática". En particular el PCP se resistía a la presión de las masas, predicando la paciencia para no "provocar a la reacción". Si en esta ocasión su político no terminó en un desastre fue gracias a la marea revolucionaria y a pesar de su política. Los dirigentes del PCP no comprendían nada de la dialéctica de los acontecimientos. Si dependiera ¾y todavía depende¾ de ellos la revolución ya habría sido aplastada.
El golpe del 11 de marzo: la reacción tiene que retroceder
Con la revolución en su punto de ebullición, con la autoridad de los empresarios minada, con una situación social y política indefinida, la reacción no podía esperar a las elecciones. Sabían que las masas rechazarían el capitalismo. Al igual que la burguesía rusa, comprendían que la clase capitalista débil y aislada sería una pequeña minoría dentro de la Asamblea Constituyente. Habían tenido que aceptar el totalitarismo fascista o bonapartista, el control autoritario, durante más de cincuenta años para salvaguardar su propiedad. Ahora sentían la presión hirviente de la revolución y buscaban algún general que les salvara con una nueva dictadura militar y así restablecer la "ley y el orden".
El 11 de marzo de 1975, Spínola, un aventurero todavía menos afortunado que Kornilov, decidió, probablemente después de consultar con sus aliados de la OTAN y las embajadas de Europa occidental y EEUU, que había llegado el momento de acabar de una vez por todas con la revolución.
Como Kornilov, movilizó a lo que no pasó de ser sólo un ejército fantasma en Lisboa procedente de la base aérea de Tancos. Les dijo a los paracaidistas y a los oficiales de aviación que habían sido la reacción menos radical y el sector más importante del apoyo a Spínola, que los tupamaros, ayudados por conspiradores anarquistas, habían tomado los cuarteles de artillería de Lisboa. Este era el sector más radical de las tropas donde los maoístas tenían algo de apoyo. Utilizaron unos cuantos aviones para bombardear los cuarteles y pedir la rendición del comandante. Los paracaidistas se dirigieron a los cuarteles, intercambiaron disparos y hubo unas cuantas bajas.
Habían preparado el apoyo de unidades terrestres y esperaban que dieran un "apoyo considerable" en la intentona contragolpista. Hubo un enfrentamiento entre el comandante de los paracaidistas, el capitán Martín, y el capitán de artillería, De Almeida. Los cuarteles de la guardia republicana fueron ocupados por oficiales spinolistas. El oficial al mando, el general Ferreira, fue tomado como rehén. Spínola denunció que los "comunistas dominaban el caos".
Pero, en realidad, Spínola contaba con menos fuerzas que Kornilov en 1917. Este último también engañó a sus tropas (la salvaje división de montañeros del Caúcaso) denunciado una "rebelión bolchevique".
Pero al producirse manifestaciones de masas de los trabajadores, las fuerzas del contragolpe se desvanecieron. Los paracaidistas y los comandos siempre son las fuerzas más conservadoras del ejército, formadas habitualmente por los elementos más aventureros y salvajes de la población, normalmente es la fuerza de elite de las tropas de choque, la de más confianza y la última en resquebrajarse, como ocurría con los cosacos en Rusia. Ahora los paracaidistas aseguraban a los manifestantes "nosotros no somos fascistas". Se unieron a los trabajadores y a las tropas del regimiento de artillería. Algunos entregaron sus rifles a los manifestantes como prueba de su buena fe.
A las pocas horas del golpe, la base aérea fue tomada. Spínola y la mayoría de su camarilla de oficiales huyeron a España. El golpe se evaporó, no en días sino en minutos. Ha sido quizás el intento de contrarrevolución más ridículo y cómico de la historia. Fue un fracaso precisamente debido a la atmósfera revolucionaria que estaba al rojo y que afectaba no sólo a los trabajadores y campesinos, sino también a toda la base de las fuerzas armadas. No había un sólo regimiento en Portugal que pudiera ser utilizado para propósitos contrarrevolucionarios.
El pueblo portugués había vomitado al fascismo al que identificaba con la dictadura del capital y no estaba dispuesto a permitir que se diera ni un sólo paso hacia el establecimiento de otro régimen similar. Esta es la verdadera explicación del fracaso.
Era el tercer intento de canalizar la revolución hacia el bonapartismo burgués. En la fábula cuando el pastorcillo gritó ¡qué viene el lobo! por tercera vez nadie lo creyó, y fue devorado. ¡Pero en esta ocasión quien sufrió el desastre fue el lobo de la reacción!
Unas semanas antes del intento de golpe, en las elecciones para la junta militar, se vio que Spínola tenía fuerzas dentro de la casta militar en las que poda confiar dada la inclinación clara de algunos oficiales hacia la reacción. Después de su dimisión de la presidencia había mantenido contactos políticos y militares, sólo esperaban la oportunidad para lanzarse.
Para la asamblea del MFA fueron elegidos oficiales llamados centristas, partidarios de Spínola, antiguos colegas y ayudantes suyos, en vez de elegir oficiales radicales de izquierda, seguidores de Rosa Coutinho, Gonçalvez y Carvalho. El propio Carvalho y tres de los cinco miembros del Comité Coordinador del MFA fueron derrotados en las elecciones de oficiales. Carvalho sólo consiguió mantener su puesto en la Asamblea General como miembro ex-oficio, ya que era el jefe de la COPCON.
Era evidente un cierto giro a la derecha en el seno de los oficiales, lo que significaba un tremendo peligro para la revolución y sobre todo, porque los dirigentes obreros no alcanzaban a comprender sus repercusiones.
Al darse cuenta de la situación, los oficiales radicales tomaron medidas. Los oficiales derechistas seguidores declarados de Spínola fueron destituidos. La estructura del Estado Mayor de las fuerzas armadas cambió. Se formó una Junta Nacional de Salvación con plenos poderes legislativos para "dirigir y poner en práctica el programa revolucionario en Portugal". El comandante Correira Jesuino encabezaba un consejo con poder para vetar la legislación del gabinete y de legislar con o sin la aprobación del gabinete. La Asamblea General fue remodelada, el ejército de tierra tendría 120 representantes, la armada 60 y la aviación otros 60.
En el "Consejo Supremo de la Revolución" elegido por este organismo no tenía ni un solo miembro que tuviese una graduación inferior a capitán. ¡Predominaban los generales de brigada, almirantes y comandantes de aviación!
Marx escribió que en los escritos de Hegel, pesados y aparentemente oscuros, se podía ver la revolución en un momento histórico determinado. ¡Sólo el genio creador de la historia podía depararnos el espectáculo de una revolución en los vehículos de los generales y almirantes! Esto fue así porque el capitalismo en Portugal estaba agotado, un país medio colonial y semi-imperialista sin salida bajo el capitalismo después de la pérdida del imperio. Al mismo tiempo, la dictadura militar burguesa estaba completamente desacreditada incluso entre sectores de casta militar debido a los cincuenta años de experiencia bajo la dictadura.
Pero la razón principal del inmenso papel que jugaron los militares ha sido la parálisis de las organizaciones obreras y la ausencia de un partido y dirección auténticamente marxistas. En realidad, desde el inicio de la revolución ¾el verdadero poder ha estado en manos de los trabajadores y los soldados¾el MFA ha llevado el vacío provocado por el fracaso de las direcciones del PCP y PSP.
Los cadetes (demócratas constitucionales), el partido de la burguesía liberal en la revolución rusa, a la primera oportunidad se pasó al lado de la contrarrevolución y apoyó a Kornilov, porque no había lugar en Rusia para una democracia burguesa y porque era necesario para mantener el capitalismo, controlar y dominar a los obreros y campesinos bajo las bayonetas de una dictadura militar. De la misma manera, los partidos "liberales" en Portugal (el PPD y otros) se vieron obligados a apoyar la reacción spinolista. Por la misma razón, sólo veían "caos y desorden... colapso económico y ruina" en la falta de disciplina de los soldados, en la amenazante usurpación que suponían las prerrogativas de gestión y otras "reivindicaciones no razonables", no sólo de las trabajadores industriales, sino también de los trabajadores de cuello blanco. No es una casualidad que en las revoluciones rusa y española este fuese el comportamiento de la burguesía liberal. Esto ya fue explicado teóricamente por el leninismo-trotskismo sobre la base de la experiencia.
Nosotros ya pronosticamos que este sería el comportamiento inevitable de los "demócratas" en Portugal, debido igualmente a la situación y naturaleza del país, y también, por supuesto, a las condiciones de la revolución en Portugal e internacionalmente.
Desgraciadamente, para la dirección del PSP y PCP, estas consideraciones "teóricas" eran un libro cerrado. Ellos eran hombres "prácticos" y buscaban la colaboración de los capitalistas liberales en "su" revolución democrática.
Consecuentemente, que la burguesía liberal y sus partidos rechazaran la mano tendida para colaborar en el "frente popular" para ellos significó una sorpresa desagradable y una conmoción. No hay que agradecerles a ello que el resultado no haya sido el mismo que en España o Chile. Sino que se ha debido simplemente a la debilidad de la contrarrevolución burguesa y, por consiguiente, a la ineptitud de su dirección.
Muchos hombres de negocios fueron arrestados, incluidos siete 7 miembros de la familia Espirito Santo que poseía uno de los bancos más grandes de Portugal. También fueron arrestados Jorge y José Manuel de Melo, directores de la CUF, el grupo de empresas más grande de Portugal. Después todos fueron puestos en libertad.
Fueron arrestados 131 conspiradores, incluidos el comandante de los paracaidistas Rafael Durao y José Sánchez Osorio, dirigente del Partido Demócrata Cristiano.
El Consejo Supremo de la Revolución decretó la destitución de los oficiales "incompetentes" y ordenó el pase a la reserva de cualquier oficial que no estuviese dispuesto a realizar una declaración de lealtad al MFA. Todos los militares implicados en el golpe del 11 de marzo fueron expulsados y sus propiedades confiscadas. El tratamiento para los oficiales hermanos implicados en el golpe fue excesivamente suave y tolerante. Si la reacción hubiera triunfado ¾como en Chile¾ se abrían producido ejecuciones y creados campos de concentración para los oficiales radicales, sindicalistas, socialistas y comunistas.
Los oficiales radicales de izquierda actuaron con decisión porque sus propias cabezas estaban en juego, lo mismo que el destino inmediato de la revolución,
Detrás del intento de golpe estaban los grandes capitalistas portugueses, que contaron con la colaboración de los gobiernos de occidente y las multinacionales instaladas en Portugal.
Como si formase parte de un acuerdo, los medios de comunicación de masas de algunos países, como Gran Bretaña, la radio, la televisión y la prensa, inmediatamente publicaron noticias deformadas para apoyar el golpe. Las elecciones, previstas para seis semanas después, fueron ignoradas por estos declarados constitucionalistas. ¡Una lección muy valiosa para la clase obrera¡ Cuando los intereses del capital están en juego, el refrán "la necesidad no entiende de leyes" se convierte en un principio.
Los comentaristas de radio hablaban de una revuelta de los "moderados" contra el primer ministro y el gobierno "comunistas". Por ejemplo, The Evening Standard, un periódico británico, publicaba el siguiente titular:"¡Los moderados se levantan contra el extremismo!" Toda la prensa describía la situación como el último movimiento de los demócratas, obligados a actuar contra la "anarquía" y el "caos" existentes en Portugal.
Todo estaba preparado para apoyar a la reacción en la posible guerra civil. La burguesía internacional no descartaba esta posibilidad. Durante cincuenta años había guardado silencio ante los crímenes del anterior régimen dictatorial, sólo veía "orden" y "tranquilidad"en el país, apoyo popular a Salazar y Caetano. Desgraciadamente para ella, la reacción era demasiado débil. El aire caliente de la revolución disipaba los vapores de la reacción. Se apoyaba en unas fuerzas inseguras y fantasmagóricas. Esta es una indicación de cómo ha cambiado la situación desde la revolución española de 1931.
"El capitalismo en Portugal ha muerto" - The Times
Los capitalistas y terratenientes portugueses habían perdido sus principales reservas de apoyo en la población después de cincuenta años de dictadura, guerra colonial y represión en África. Aparte de la chusma fascista ¾una pequeña minoría¾ y (probablemente) una minoría de oficiales, nadie apoyó el llamamiento de Spínola. El que ayer era el "héroe" de la revolución, no tenia hoy ni siquiera apoyo entre las fuerzas armadas.
El intento de golpe reaccionario para inclinar la situación a favor de los intereses del capitalismo fracasó, y el resultado, una vez más, fue impulsar la revolución más a la izquierda. Las masas trabajadoras se levantaron contra el gran capital por que comprendía que detrás estaba el espectral monóculo de Spínola.
Los empleados de banca habían observado las transacciones financieras de la oligarquía. Las transferencias al extranjero de decenas de millones de libras de Spínola y sus conspiradores.
Estos sectores, históricamente son un sector atrasado de los trabajadores política e industrialmente (por su conciencia sindical). Las capas avanzadas son los trabajadores industriales en el acero, ingeniería, minería, transporte, etc.,
Las direcciones del PCP y el PSP, hasta ese momento, habían engañado a estas capas avanzadas planteando que la perspectiva de la nacionalización y la revolución socialista sólo era posible a largo plazo (décadas). Ahora era el período de la "revolución democrática" y no había que provocar a la burguesía liberal y era necesario evitar que cayera en brazos de la reacción.
Hasta este momento las direcciones del Partido Comunista y Partido Socialista, han jugado un papel incluso peor que los mencheviques en la revolución rusa. Intentaron frenar las luchas de la clase obrera. Se sometieron a los dirigentes militares. Intentaron obligar a los trabajadores a "respetar" los derechos de la propiedad privada y a no disgustar a los militares. Querían que los trabajadores aceptasen un nivel de vida inferior y no hicieron nada contra los directores de empresa que intentaban actuar como si todavía estuviera Caetano en el poder.
Sus perspectivas para la revolución eran las mismas que las de los mencheviques en Rusia. Una generación de democracia burguesa antes de poder hablar de "socialismo". Resultaba utópico pensar ¾decían¾ que en este Portugal tan atrasado, donde no se había llevado a cabo la revolución democrático burguesa, fuera posible instaurar el socialismo.
Pero el apoyo que los banqueros habían dado a la contrarrevolución hizo que estallara la indignación entre los trabajadores de la banca. El PC no estaba suficientemente implantado en sus filas e intentaba influir en ellos confundiéndoles con sofisterías. ¡Los trabajadores de la banca ocuparon los bancos y se negaron a abrir hasta que no fueran nacionalizados! Los soldados, al igual que los trabajadores, eran conscientes de los intereses que había detrás del golpe.
Además a los oficiales que dominaban el MFA tampoco les gustaban los financieros que estaban detrás del golpe. Sabían que habrían perdido la vida si el intento de golpe hubiese tenido éxito. Como no tenían ninguna de las inhibiciones de los timoratos líderes pequeño burgueses de los partidos comunista y socialista, seguían la dirección que les marcaban los trabajadores. Aceptaron los hechos y anunciaron la nacionalización de los bancos con compensación únicamente a los pequeños accionistas que de otra manera se verían perjudicados. Ocurrió el 14 de marzo, a los tres días de la ocupación.
A continuación los trabajadores de seguros siguieron el ejemplo de los de la banca y ocuparon las compañías de seguros exigiendo su nacionalización, y a nadie se le ocurriría calificar de vanguardia revolucionaria, en ningún país, a los trabajadores de seguros. Esto también fue apoyado por el MFA. Fue entonces cuando el MFA declaró que el objetivo de la revolución, ex post facto, era el "¡socialismo!"
Lo que hizo avanzar la revolución y la defendió de los ataques de la reacción fue la actividad y la presión de las masas en cada una de las etapas de la revolución. La fuerza motriz de la revolución ha sido el movimiento de los trabajadores y los soldados, incluso sin una organización como las juntas o los soviets.
Los "partidos" tardíamente abrazaron el "socialismo" como su objetivo inmediato, una vez que la casta de oficiales radicales lo había convertido en un objetivo respetable. Y así quedaron atrás teorías tales como la "etapa democrática" por la que teóricamente Portugal tenía que pasar. La casta de oficiales, protegida e impulsada por la iniciativa de las masas, había conseguido un cambio fundamental en Portugal.
Los bancos y compañías de seguros controlaban el 50 por ciento de la industria de Portugal y una buena parte de la tierra. Así, al confiscar lo más decisivo del poder financiero, lógicamente el MFA tuvo que nacionalizar los monopolios. La mayor parte de la industria y la tierra ¾más del 75 por ciento¾ están ahora nacionalizados.
Lo mismo que Castro, el MFA tuve que encaminarse en una dirección que no tenía ni la más mínima intención de seguir al principio de la revolución.
Pero al mismo tiempo, el MFA está decidido a mantener el poder en manos de la casta militar. Los trabajadores y los campesinos, como ha dicho el almirante Coutinho en una entrevista, "son demasiado ignorantes" para poder confiar en ellos y entregarles el poder. En estas ingenuas manifestaciones vemos los prejuicios innatos de la casta militar. Y tampoco tenía la intención de entregar el poder a los partidos políticos.
En 1974, después del segundo intento de Spínola, un comentarista burgués declaró lo siguiente después de proyectase la nacionalización de los tres bancos más importantes: La nacionalización de los otros bancos de Portugal no está prevista en el plan trienal... otros amplios sectores incluidos los periódicos han sido nacionalizados... El primer ministro (Gonçalvez) ha dijo que el gobierno no pretende nacionalizar toda la economía..."
E1 10 de abril, unas semanas antes de las elecciones, el ministro militar de comunicaciones sociales (los militares habían escogido la mayor parte de las carteras del inoperante gabinete) declaraba que ¡quizá había sido un error permitir la formación de partidos políticos en Portugal!
De este modo, el MFA debe conservar el poder decisivo durante tres de los cinco años posteriores a las elecciones, en realidad, si de ellos dependiese, lo tendrían de forma permanente. Como explicaba Correira Jesuino: "después de todo, fueron las fuerzas armadas y no los partidos políticos clandestinos o los intelectuales, los que hicieron la revolución del 25 abril [1974]... Somos la vanguardia de esa revolución y, por eso, tenemos derecho a asumir la dirección de la nación..."
Tuvimos que asistir al repelente espectáculo de ver al partido estalinista, con Cunhal a la cabeza, apoyar acríticamente a los militares, muchos de los cuales ahora sí deseaban honestamente defender la revolución y llevarla hacia adelante, sin defender y explicar el poder obrero, algo que los estalinistas han olvidado o que esta generación nunca entendió. A los burócratas rusos les habría aterrorizado esa perspectiva porque invocaría el espectro de la revolución política en casa.
Ahora, Cunhal y el PCP hablan de las debilidades y los pecados de la democracia burguesa. Frente a esto, plantean el "socialismo", es decir, una versión idealizada del estado totalitario de partido único que existe en Rusia y China, pero con la economía nacionalizada.
The Morning Star durante unos cuantos números publicó material sobre esta cuestión, después guardaron silencio. Los partidos comunistas francés e italiano, con su inmenso poder y buscando la colaboración con los radicales y "sus" demócrata cristianos, se mordieron la lengua con cierta turbación.
Debemos utilizar la confusión de estos partidos, incluido el PC español, como un medio de propaganda.
El capitalismo internacional observa espantado la revolución en Portugal. Son espectadores impotentes que no pueden, especialmente en este momento, intervenir directamente, como hicieron contra la revolución rusa, e incluso contra la revolución en Asia y en Vietnam. Además, éste es el punto débil de Europa y puede tener una influencia enorme en la revolución que se está desarrollando en el Estado español.
¿Bonapartismo proletario o democracia proletaria?
Las elecciones generales en Portugal, aunque fueron un eco pálido, indican el proceso de la revolución. ¡Explican por qué la burguesía se lo jugó todo con un golpe militar para impedir la celebración de elecciones!
Las partidos "socialistas" tuvieron más votos que en ninguna otra elección en historia , más que en las elecciones a la asamblea constituyente celebradas después de la revolución de Octubre en Rusia. Dos tercios votaron por el socialismo, incluidos los votos del PCP, PSP, ultraizquierdistas y los votos en blanco a favor del MFA. ¡Y esto con un 92 por ciento del electorado! Si incluimos el 26% del PPD (socialdemócratas), ¡tendríamos el 93 por ciento del electorado! ¡Sólo el 7 por ciento votó por un partido abiertamente burgués!
La ausencia de un auténtico partido marxista y la falta de una idea clara de lo que se debería hacer o un sentido claro de como dirigir el proceso por parte de la dirección militar que en este momento está llena de incertidumbres, llevó a considerar la posibilidad de un nuevo intento de contrarrevolución burguesa. Esto explica las acarameladas palabras de las potencias del MCE, incluida Gran Bretaña, y la sugerencia del envío de ayudas y créditos procedentes de EEUU. Ayer apoyaban a Spínola, hoy están enseñando a los gobernantes portugueses las virtudes de la democracia, sin duda alguna, ¡pero una democracia burguesa "plural"! ¡Están intentando ganar tiempo para que se organice la reacción! Hay también un sector muy grande de los oficiales silenciosos y con la cabeza baja en los que, de momento, pueden confiar. A pesar de las nacionalizaciones generalizadas, no hay todavía un plan económico centralizado. Las masas no están inmersas en la administración y la dirección de la industria. La antigua burocracia del servicio público todavía está en su mayoría intacta.
Ellos esperan que si las masas se desilusionan con el desempleo, la inflación, la disminución de su nivel de vida y la recesión, entonces puede que un nuevo golpe tenga más éxito y consiga restaurar la reacción. Por eso el MCE y EEUU hablan de ayuda con condiciones. Pero un nuevo golpe electrificaría una vez más a las masas y sería una garantía para llevar a cabo la nacionalización total.
Aunque no se puede excluir totalmente, parece bastante poco probable un golpe reaccionario burgués, ya que sólo provocaría nuevos movimientos de masas y pondría en peligro (desde el punto de vista burgués) el arraigo de los militares en la sociedad portuguesa.
Esto sería un peligro aún mayor para la burguesía mundial que la situación actual. No quiere echar a los gobernantes militares en los brazos de la burocracia rusa, ya que juegan un papel relativamente independiente, de momento, como nacionalistas portugueses.
Así pues, el MCE y EEUU intentan mantener la correlación de fuerzas que actualmente hay en Portugal. Como admitía The Times, "el capitalismo en Portugal ha muerto". La clase dominante mundial quiere sacar el mejor partido posible de una mala situación.
En el momento actual, están esperando el apoyo de la reacción, de los pequeños propietarios campesinos del norte, en quienes se pretendía apoyar Spínola junto con algunos sectores de la oficialidad. Están además apoyando el conflicto existente entre las dirección del PCP y el PSP.
Según algunas fuentes, 7.000 ex-policías secretas portugueses armados están en España esperando la oportunidad para vengarse. Si surgieran escisiones entre los oficiales, éstos, junto con algunos mercenarios, podrían intentar intervenir en Portugal. Sin embargo, como se ha visto en cada intento de la reacción, el peligro de la contrarrevolución provocaría una reacción más extrema de las masas y sin la intervención militar directa, incluso una intervención extranjera fracasaría después de un terrible enfrentamiento sangriento. Hay miembros del burgués CDS (Centro Democrático y Social), incluso parlamentarios de la asamblea constituyente, que están manchados porque han ocupado puestos dirigentes en las organizaciones fascistas. Uno fue ministro en el gobierno de Caetano y otro, el general De Melo, estuvo implicado en el golpe de Spínola. Estos están esperando reafirmar las prerrogativas del capitalismo intentando provocar una escisión en el Movimiento de las Fuerzas Armadas y también paralizar a la clase obrera.
Mario Soares ha aceptado de mala gana el programa de nacionalizaciones como una transición al "socialismo", pero está enfrentado al PCP en la cuestión de los derechos democráticos abstractos. La burguesía de occidente espera colocar una cuña en la situación para aprovecharse de esta contradicción.
Si Soares hubiera planteado la cuestión de un plan de producción democrático basado en los soviets, la elección de soviets de trabajadores, campesinos y soldados (Comités de Obreros y Soldados), el control y la gestión de la industria y el estado por parte de la clase obrera, el PSP sin duda habría conseguido el apoyo de la aplastante mayoría de la población, de los trabajadores, soldados y campesinos. El programa de Lenin, los famosos cuatro puntos para la dictadura del proletariado o la democracia obrera, deberían haber formado la base de un programa para la revolución.
Un programa como este defendido por dirigentes con autoridad, habría obtenido un apoyo enorme en las filas del PSP y el PCP y entre sus simpatizantes. Habría dado a Portugal una posición hegemónica en la revolución de la Península Ibérica y después en toda Europa.
Pero el programa de Soares es un programa impotente, quiere construir una democracia burguesa allí donde han desaparecido las bases para esta democracia. En realidad nunca existieron estas bases en la revolución portuguesa. Durante un tiempo hubo bases para una democracia proletaria, aunque sólo sobre una base nacional, o para una dictadura burguesa, un nuevo y más feroz salazarismo. Ahora la elección está entre bonapartismo proletario o democracia proletaria.
Los gestos vacíos de Soares no conseguirán otra cosa que irritar a la casta militar. No impedirán que el PCP consolide, de una forma burocrática, su implantación en los sindicatos y otras instituciones. Solo si existieran soviets controlados democráticamente, que tuvieran el control de la prensa y garantizaran el acceso a todos los medios de comunicación, sobre la base y en proporción al apoyo en los soviets, entonces sí existiría verdadera libertad de expresión. Teniendo en cuenta la organización y el control de la base en las fuerzas armadas, en la industria y en el campo, la presión para obtener la democracia socialista seria irresistible.
Pero las llamadas vacías de Soares a manifestaciones sin perspectivas y sin ningún objetivo o estrategia para tomar el poder, simplemente desmoralizarán a la clase obrera. Los socialdemócratas resultan bufones patéticos cuando llega la oportunidad de dar pasos decisivos. Ocurre lo mismo con las manifestaciones y huelgas contra la provocación y la violencia fascistas, sin estrategia y tácticas para tomar el poder terminan convirtiéndose en algo vacío y permiten a los fascistas incrementar su violencia cuando acaban las manifestaciones y los trabajadores regresan al trabajo. Así pues, mientras los estalinistas mantienen su control, Soares continúa adulando a los "generales revolucionarios".
Nadie ofrece una alternativa a las masas. No existe una organización democrática y flexible de la base en la industria (aparte los sindicatos) y en el ejército capaz de unir a todos sobre bases naciones para oponerse al poder de la Junta de oficiales, y las organizaciones sindicales están controladas burocráticamente desde arriba por los estalinistas.
Sin lugar a dudas, aunque la Junta de oficiales revolucionarios tiene gran apoyo entre las masas, el voto masivo por el PSP fue un voto contra el totalitarismo.
Las masas quieren el socialismo, pero quieren un socialismo libre y democrático. Han sufrido dos generaciones de terror autoritario y no quieren una nueva dictadura totalitaria. Este es un elemento a favor en la. posición del PSP. Sin embargo Soares, que se aprovecha de este sentimiento que está en el ánimo de las masas, no da respuestas concretas.
Por ejemplo, un verdadero plan de producción que incluyera el monopolio del mercado exterior, implicaría la participación a nivel local de las obreros en las fábricas, a través de análisis profundo de los recursos del país, su fuerza y su debilidad, implicando a científicos, ingenieros y técnicos, delegados sindicales e incluso amas de casa para elaborar uno o dos planes de producción quinquenales. Las masas deben tener la última palabra a través de la representación local y después en la representación nacional de las juntas de trabajadores. Pero con el cretinismo parlamentario Soares sólo conseguirá quedar suspendido en el aire dentro de una asamblea constituyente ineficaz.
Tal como están las cosas ahora, las decisiones finales serán tomadas por la Junta de oficiales en colaboración con sus obedientes marionetas, los lideres del PCP. La misma Junta será arrastrada por la marea de los acontecimientos. Al no tener una filosofía elaborado y actuar de manera empírica, irán dando bandazos de un lado a otro. Sin la intervención de la revolución en España, que animará y aumentará la actividad y el entusiasmo de la clase obrera, tenderán a soluciones totalitarias a la cubana, porque esas serían la inclinación y formación naturales de los militares, propensos al "orden" y la "limpieza" en las relaciones sociales.
Los dirigentes del PCP, expertos en demagogia, manejos y trucos burocráticos.,sobrepasarán completamente a Soares, por que el PSP no tiene una alternativa programática para el poder.
Consecuentemente, los oficiales del MFA que en este momento están temblorosos e inseguros ante sus próximos movimientos, algo poco habitual en una casta militar entrenada, inexorablemente se verán obligados a tomar en sus manos todo el control. Esto ocurrirá sobre todo debido a las vacilaciones y disputas en la asamblea constituyente.
Intentarán dividir el PCP o formar un partido de las fuerzas armadas en el que se pueden amalgamar otros partidos. Soares tiene la esperanza de conseguir apoyo de los partidos socialistas y comunistas de Europa occidental, pero es una carta insignificante frente a las realidades del poder en Portugal.
El MFA está jugando un papel bonapartista sin los añadidos de un estado policiaco-militar, pero los mismos acontecimientos les obligarán a tomar una decisión. Existe un vacío de poder. La burguesía en su mayoría ha sido desposeída. Sólo quedan algunos remanentes de las grandes empresas. En ese sentido el poder está ahora en manos del proletariado, pero los oficiales controlan el poder del Estado formalmente, en el sentido de que controlar los cuerpos de hombres armados significa tener el control del Estado. O se obliga a los oficiales a someterse y participar en los comités de soldados, donde serían una pequeña minoría. o inevitablemente barrerán hacia un lado a los "políticos chapuceros y desavenidos".
Ya hay señales de esto. Los oficiales están criticando la pusilanimidad, cobardía e indecisión socialdemócratas de Soares. Hablan de la necesidad de un "verdadero partido socialista" y el PCP presionará en ese sentido.
El control de la prensa, la radio y la televisión está ya en manos de los intelectuales del PCP que los han empezado a burocratizar con los métodos habituales del estalinismo incontrolado. El episodio de República no es casualidad.
El hecho de que el PSP abandone o no el gobierno por esta cuestión, no va a significar una diferencia fundamental en los acontecimientos porque no ofrece una alternativa organizativa concreta. Si permanece dentro, su destino estará sellado. Si abandonan, será únicamente un gesto de cretinismo parlamentario porque sólo provocaría el regreso a la retórica y las manifestaciones, sin un objetivo determinado y sin una meta organizativa a la vista que pudieran adoptar las masas.
Independientemente del giro o matiz peculiar que se le de, Portugal está en el camino hacia una forma de bonapartismo proletario o un estado obrero deformado o desfigurado. Las bases económicas están ya ampliamente sentadas. "El socialismo", en el idioma de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas, y también de los dirigentes del MFA, ya se ha logrado. Los lideres militares están examinando los modelos. El sistema cubano, que no difiere en lo esencial del de China, Yugoslavia, Rusia etc., parece ser el modelo favorito. En un momento u otro, la lógica de los acontecimientos de una burocracia militar incontrolada les obligará a hacer algo.
Portugal es todavía uno de los países mas retrasados de Europa. En Europa occidental es el país más pobre y atrasado, con un 40 por cieno de alfabetismo. Un imperio perdido, una industria débil, problemas extraordinarios problemas en una agricultura atrasada, las dificultades y los problemas se acumulan.
Con una perspectiva puramente nacional y sin la concepción de una democracia obrera y el socialismo internacional, que debido a sus propios recursos e iniciativas parece algo completamente ajeno para los soldados gobernantes, sin mirar hacia la revolución española en busca de ayuda para la creación de una Federación Socialista Ibérica, como un paso hacia una Europa Socialista, Portugal inexorablemente se encaminará hacia un estado totalitario de partido único.
La tragedia de la revolución portuguesa hasta ahora radica en que no hubo una tendencia que, basándose en la teoría probada del marxismo y la historia de las tres últimas décadas, fuera capaz de intervenir en el PSP y ganar el apoyo de su base para una política marxista.
Como pronosticó nuestra tendencia, las masas se dirigieron en decenas de miles a las organizaciones tradicionales de la clase obrera, el PCP y el PSP, y por millones a los sindicatos.
La vanguardia obrera activa estaba organizada en el PCP y en el PSP. Si desde el principio hubiera existido un grupo marxista consciente dentro del PSP, habría crecido rápidamente sobre la base de la experiencia de la revolución, gracias a una interpretación, anticipación y explicación correctas de los acontecimientos. Hoy sería la mayoría de las JS y posiblemente también en del PSP.
La escisión del PCP antes de la revolución y la formación del seudo-maoísta MRPP, demuestran hasta que punto han sido aplastadas las ideas del marxismo revolucionario por el desarrollo de los acontecimientos mundiales. Este grupo ha jugado un papel peligroso y provocador en la revolución, con sus tácticas irresponsables y ultraizquierdistas. Le ha seguido el juego al PCP con su fantástica resurrección del "social fascismo" para calificar al PCP.
En su mayoría es una organización estudiantil, si ha conseguido algo de apoyo entre los trabajadores se ha debido principalmente al oportunismo del PCP y sus métodos burocrático. A los trabajadores serios no les agradan sus tácticas infantiles e histéricas. Como dijo uno de los oficiales dirigentes de la Junta, sus enloquecidos métodos dejan libre el camino a los provocadores, como son las sectas ultraizquierdistas y anarquistas italianas. Actúa como una fuerza desorganizadora y desmoralizante. Juega a la revolución de una manera infantil y estudiantil. Su misma existencia se debe al vacío creado por la desaparición temporal de una corriente de masas marxista. Se alimenta del oportunismo y la ausencia de democracia en el PCP, pero como tendencia seria no tiene futuro en el movimiento de masas. Simplemente dará excusas a la Junta para que en el momento adecuado utilice la represión.
Los estudiantes pueden jugar un papel importante si están preparados principalmente para aprender tanto como para enseñar, dentro del marco del movimiento obrero. Fuera, sin la disciplina del auténtico marxismo, sus peores aspectos y los más débiles se convertirán en dominantes.
Volviendo a las cuestiones serias, la "propia vía al socialismo" de los militares portugueses, está sembrada de terribles problemas y dificultades. Aparte de Checoslovaquia y, posiblemente Polonia, los demás países en los que triunfó el bonapartismo proletario durante la posguerra, existía un proletariado débil y disperso.
En el caso de Polonia, donde las ciudades fueron prácticamente destruidas, Varsovia reducida a escombros (En Varsovia vivía un porcentaje, sino la mayoría, importante del proletariado) y donde los campesinos constituían la aplastante mayoría de la población, no era posible que el proletariado jugara un papel independiente del PCP y el Ejército Rojo.
No había un partido marxista revolucionario. El proletariado estaba diezmado, especialmente los trabajadores cualificados. Su sección judía fue prácticamente exterminada. Sin una victoria del proletariado en uno de los países más industrializados, no podría existir la perspectiva de un poder obrero democrático.
Hacía falta algunos años para cerrar las heridas, con el desarrollo de la industria polaca. En 1956, y más aún en 1970, el proletariado polaco demostró que sus grandes tradiciones no estaban muertas. Demostró su odio hacia los nuevos terratenientes, la burocracia y el deseo de una auténtica democracia obrera.
En el caso de Checoslovaquia, se daban unas circunstancias similares. El PC era la organización dominante en el proletariado. Había recuerdos amargos de Munich y su rendición al yugo de un opresor fascista extranjero. No había ninguna organización que defendiese la perspectiva de la democracia obrera. Los estalinistas se aprovecharon del chovinismo y las masas alemanas fueron expulsadas de las provincias de Bohemia y Moravia. En este ambiente fue posible imponer un totalitarismo estalinista antes de que las masas entendieran sus implicaciones.
En el caso de Rusia el proletariado, que se había levantado hasta el punto de conseguir el poder y la democracia obrera por primera vez en la historia, sucumbió bajo el mando de la burocracia, debido al aislamiento de la revolución y al atraso Rusia. (Ver documentos y material de Trotsky).
El ala bolchevique fue derrotada en la lucha entre 1924 y 1927,a pesar de las tradiciones de Octubre y la existencia de un partido revolucionario, y esta derrota se debió al fracaso de la oleada revolucionaria internacionalmente, y la derrota de los trabajadores en Alemania, Gran Bretaña y China. El proletariado, cansado, exhausto y diezmado, cayo victima de los usurpadores burocráticos.
Hoy, a escala mundial, la situación es completamente diferente. Sin exagerar, sería correcto decir que el capitalismo europeo y mundial esta preñado de la revolución, incluso aunque esté en sus etapas iniciales. El proletariado mundial es inmensamente más poderoso que en ningún otro momento histórico. Se producirán acontecimientos inmensos y el proletariado entrará en acción en un país tras otro.
La burguesía mundial es decadente y está en decadencia. La euforia de la posguerra se ha evaporado. La burguesía está parcialmente desmoralizada mientras espera con terror los acontecimientos. No ha podido intervenir militarmente para aplastar la revolución en un pequeño país situado en el extremo opuesto de Rusia, dentro del continente europeo. Esto es mucho más peligroso para el capitalismo mundial que la revolución estalinista deformada de Vietnam. La mayor contradicción de los acontecimientos mundiales es la ausencia de un fuerte partido revolucionario. Esta es precisamente la contradicción que tenemos obligación de eliminar.
En el actual panorama de los acontecimientos mundiales es bastante poco probable que la burocracia militar portuguesa pueda consolidar una dictadura bonapartista proletaria policiaco-militar, debido a la revolución que se aproxima en el Estado español y las repercusiones que esto tendrá en Europa y en elmundo. Las revoluciones portuguesa y española se desarrollarán paralelamente, actuando e influyendo la una sobre la otra. Esto hará muy dificíl, sino imposible, burocratizar completamente la revolución portuguesa y consolidar un estado estalinista totalitario en Portugal (progresista en cuanto que suprimiría el capitalismo y los latifundios e impulsaría un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, y por consiguiente, estas medidas deberían ser apoyadas por la clase obrera internacional, pero ese mismo régimen sería reaccionario en cuanto a la ausencia de democracia obrera y al estrecho y ciego nacionalismo). Esto sentará las bases para nuevas contradicciones y la necesidad de una segunda revolución política para instaurar una democracia obrera.
La venganza de la clase obrera contra la represión del martinato
El General Maximiliano Hernández Martínez llegó al poder aprovechándose del golpe de Estado contra Arturo Araujo en 1931 pero solo se consolidó con la derrota de la revolución. La masacre de 30 mil trabajadores en 1932 tenía el objetivo no solo de derrotar la insurrección sino también dar una lección a las masas para que la revolución no levantara cabeza durante décadas y eso hubiera sido así en cualquier otro país pero las enormes tradiciones revolucionarias en El Salvador, la incapacidad del capitalismo para dar estabilidad y los excesos cometidos por el gobierno militar hicieron que en un lapso de tan solo 12 años se diera un nuevo proceso revolucionario que de haber triunfado en su totalidad podría haber ahorrado decenas de miles de mártires.
El Partido Comunista de El Salvador (PCS) surgió cuando la revolución Rusa había degenerado burocráticamente. Hay un enorme río de sangre que divide al bolchevismo del estalinismo, Stalin asesinó a más comunistas que Hitler y Mussolini juntos, solo así pudo aplastar las conquistas democráticas de octubre. Stalin falsificó la historia y aprovechó la autoridad que el primer Estado Obrero tenia entre la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo. Sustituyó el internacionalismo proletario defendido siempre por Lenin, por la teoría socialchovinista del socialismo en un solo país, usando los procesos revolucionarios y a los Partidos de la Internacional Comunista como peones en un tablero de ajedrez que podía sacrificar de acuerdo a las conveniencias de la burocracia soviética.
Existe un paralelismo entre las personalidades de Stalin y Hernández Martínez, ambos eran individuos grises de una baja cultura. Sustituían su pobre visión con la violencia más extrema, la tortura y el asesinato. Usaban el aparato, su poder y la represión para aparecer como los grandes Maestros visionarios, los grandes dirigentes.
El gobierno bonapartista de Hernández Martínez fue tolerado por la burguesía solo porque se convirtió en su héroe en el 32, el hombre con la capacidad de aplastar al comunismo en El Salvador. La burguesía prefiere los gobiernos basados en la democracia burguesa pero prefiere cien mil veces más a gobiernos dictatoriales antes que el triunfo revolucionario de los trabajadores. Un régimen bonapartista como el de Hernández Martínez, es la tendencia del poder a un solo hombre tendiendo a elevarse el estado por encima de las clases, por su naturaleza es incesable pues maniobra entre las clases; puede impactar golpes a la misma clase dominante aunque defendiendo siempre el modo de producción vigente, en este caso el capitalista.
Hernández Martínez ya en el poder decidió permanecer ahí reeligiéndose en varias ocasiones, siendo la ultima en marzo de 1944. Había una creciente inconformidad de la burguesía con Maximiliano, quien les imponía que le dieran una tajada más grande del pastel de las ganancias capitalistas. Un ejemplo es el intento de aumentar las tasas tributarias a las exportaciones para que el Estado tuviera más ingresos.
El PCS en una situación critica
Desde los primeros círculos marxistas hasta la toma del poder de los obreros rusos, pasaron tres décadas. Todo ese tiempo sirvió para que se forjaran los cuadros y la dirección necesaria para llevar a los trabajadores a la victoria. El PCS no tuvo todo ese tiempo, a 2 años de su fundación ya estaba en medio de una insurrección y después de 1932 el partido prácticamente desapareció, fueron asesinados casi todos sus militantes y miles de simpatizantes. Incluso dirigentes como Miguel Marmol eran tachados por un sector del PCS como policía de Hernández Martínez, les parecía extraño que hubiera sobrevivido a su fusilamiento y la cárcel.
Si en 1932 el proletariado se encontró con un partido inexperto en 1944 se encontró con un partido casi disuelto. Si la Internacional Comunista hubiera mantenido su internacionalismo y orientación marxista, como cuando Lenin y Trotsky estaban al frente, se podría haber salido de esa crisis de una forma más rápida y reconstruir un autentico Partido Comunista de manera mas pronta. Se cometieron infinidad de errores oportunistas. Salvo algunas excepciones el extremo clandestinaje impidió que el partido se ligara a las masas durante los años de dictadura. Esto solo era un reflejo de la falta de auténticos cuadros marxistas y de los zigszags políticos de la Comitern con sus erróneas políticas.
La segunda guerra mundial significó fuertes presiones económicas para las masas del mundo, incluyendo las de nuestro país, la crisis golpeaba duramente a las familias obreras, esto se sumaba a la enrome represión que se vivió durante todo el martinato. Se usaron métodos brutales para contener a la clase obrera como la cárcel, la tortura y el asesinato. En ese contexto tuvieron fuerte eco los métodos ultraizquierdistas con conspiraciones aisladas, síntoma de desesperación.
Fermento en el movimiento obrero
El ambiente real que había entre los trabajadores lo pudimos ver cuando el gobierno de Martínez permitió la formación de una asociación de zapateros con el objetivo de ganar una base de apoyo a Martínez con la intención de mantenerla bajo un control estricto. En una situación así era vital aprovechar cualquier oportunidad legal para vinculares al movimiento obrero y organizarlo. Reconstrucción Social Salvadoreña fue el equivalente a los sindicatos formados por la policía Zarista en Rusia dentro de los cuales los bolcheviques hicieron trabajo y los mismos que se radicalizaron y fueron la base para organizar la marcha del 9 de enero de 1905 que dio inicio a la revolución. Pero la conciencia de los trabajadores en El Salvador era más avanzada que la de los obreros rusos a inicios de 1905.
Los obreros comunistas dudaron en participar en Reconstrucción Social Salvadoreña, pero fueron empujados por el enorme ambiente y expectativas que generó entre los trabajadores. Participar en estas reuniones fue un gran acierto, los obreros usaron este espacio para debatir sus problemas. Un obrero llamado Vicente dijo: “Por primera vez después de 1932 estamos reunidos los zapateros salvadoreños ¿Y como nos encontramos? Pues, basta vernos los unos a los otros. Sucios, malvestidos, algunos hasta descalzos, todos descuarranchados y con caras de hambre (Miguel Marmol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Roque Dalton)”. El ofrecimiento que se hizo a los zapateros por parte del gobierno fue irse a trabajar a Panamá para ensanchar el canal, algo que fue rechazado. Los obreros comunistas jugaron un papel en orientar la reunión y constituir una organización que defendiera verdaderamente los intereses de los trabajadores. Finalmente se constituyó la Alianza Nacional de Zapateros.
Martínez permitió la formación de sociedades mutualistas en las que cooperaban trabajadores y patronos de la misma rama, sirvieron, en ese contexto, para agrupar y organizar al movimiento obrero, de ahí surgieron reales sindicatos en el siguiente periodo como fue el caso del sector de los ferrocarrileros. Un ejemplo de lucha en estas sociedades fue el de los panaderos que frente a los ojos de los mismos patrones, organizaran una huelga en medio del martinato en junio de 1943, teniendo enorme resonancia y consiguiendo aumento salarial con reducción de horas de trabajo. El 17 de junio, día del triunfo de la huelga, fue declarado como el día del panadero. Las sociedades mutualistas
La “revolución” del 2 de abril
En ese ambiente de fermento entre los trabajadores y al grito de: ¡Viva la verdadera democracia! ¡Viva la Libertad!, el 2 de abril se da un golpe de Estado por parte de militares en alianza de civiles que, después de tres días de combate, es derrotado. Tenían el objetivo de derrocar y asesinar a Hernández Martínez. Las masas vieron en este golpe de estado un intento de salir del martinato, antes de ser derrotado el golpe se veían escenas de gante que salía a la calle llorando de felicidad porque ya había terminado la dictadura. Incluso los borrachos en la calle gritaban: ¡Muerte al tirano Martínez!, estos gritos se callaron matando a algunos de ellos que por estar en la borrachera no se habían dado cuenta de la derrota del golpe. Se dio una manifestación de por lo menos 500 personas pidiendo armas a los rebeldes para ayudar a derrocar a Martínez.
Maximiliano Hernández hizo pagar caro a los golpistas, quienes en todo momento se negaron a recurrir a la movilización de las masas y su armamento como la única forma de corregir los errores de la mala planificación del golpe. Por el contrario recurrieron a la embajada de EEUU quien les negó el apoyo. Miguel Marmol califica a los dirigentes golpistas de abril de cobardes, traidores e ingenuos, pero relata que incluso dentro de ellos hubo excepciones de heroísmo como fue el caso del civil Víctor Marín que su muerte misma refleja la brutalidad del martinato:
“Para tratar de sacarle las listas de los conspiradores, en la policía le sacaron un ojo y le quebraron los brazos y las piernas, le arrancaron las uñas de pies y manos y le trituraron los testículos. Cuando lo fusilaron lo tuvieron que apoyar en un burro de madera. Y cómo no sería de mucho el hombre, que cuando se le acercó el cura frente al paredón y le dijo que venía a reconfortar el espíritu, Marín contestó: ‘Es el cuerpo el que me flaquea, padre, no el espíritu…’ (Miguel Marmol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Roque Dalton)”. Las nuevas escenas de brutalidad querían dejar un mensaje claro para aquellos que querían derrocarlo.
La huelga general de mayo de 1944
Lo sorprendente de la huelga de 1944 es que las masas dieron una heroica demostración de lucha revolucionaria sin contar con una dirección. El movimiento estudiantil salvadoreño tiene enormes tradiciones revolucionarias, a diferencia de aquellos estudiantes que hoy piensan que se es sumamente revolucionario encapucharse y hacer una acción aislada de los trabajadores y el resto de estudiantes, en 1944 se mostró cual es el verdadero camino a seguir: vincularse a la clase obrera con sus métodos en las movilizaciones de masas.
La “revolución” de abril abrió el camino para una verdadera revolución. La idea de derrocar a Martínez se incrusto en la mente de las masas, los estudiantes iniciaron la agitación y llamaron a una “Huelga general de brazos caídos” este es el nombre como se conoce a los acontecimientos revolucionarios de mayo de 1944 pero no es del todo correcto. Este llamado fue muy tímido para las contundentes acciones que impulsarían las masas. La huelga iniciada el 2 de mayo comienza en las universidades y de manera irresistible se extiende a las fábricas. En un artículo escrito por Luis E. Savedra se describe así la situación:
“Y se inició la huelga de mayo. Y los estudiantes universitarios… y los colegios particulares… y las escuelas oficiales se fueron a la huelga. Y se fue a la huelga el comercio… luego las fábricas, toda la industria se fue a la huelga, después lo hicieron los empleados bancarios, los hospitales y las generosas mujeres de los mercados… Y se paralizó el servicio de ferrocarriles, el servicio de buses urbanos y luego el interurbano… y se fueron a la huelga todos los empleados públicos del país…” (Tomado de hunnapuh.blogcindario.com).
El gobierno militar quiso aplastar la huelga por medio de la violencia, pero no es lo mismo enfrentarte a un grupo de militares que apenas si consiguieron tomar control del telégrafo, alguna estación de radio y algunos cuarteles que combatir a la clase obrera que es la que hace que funcione el conjunto de la sociedad. Una huelga general pone el tema del poder sobre la mesa aunque por si sola no lo resuelve. Se hace la pregunta ¿Quién es el dueño de la casa?
El gobierno norteamericano retiró el apoyo a Martínez usando de pretexto el asesinato accidental de un estudiante salvadoreño-norteamericano al que llamaban Chepe Wright. Martínez se vio obligado a renunciar el 9 de mayo, ya no le era inútil al imperialismo pues era incapaz de contener el avance revolucionario de los jóvenes y obreros de El Salvador. La táctica fue sustituir al actual dictador por otra figura para evitar que los trabajadores tomasen el poder.
¿Era posible ir más lejos?
El PCS planteó la consigna de la “Unidad Nacional” que significa unidad de los trabajadores con los capitalistas que se oponían a Martínez. Lenin siempre defendió la independencia de la clase obrera de la burguesía. Stalin por el contrario se abrazó a la teoría menchevique de conciliación de clases vinculándose siempre a la llamada burguesía progresista. En El Salvador se adoptó esa posición que nada tiene que ver con el auténtico marxismo leninismo.
Salvador Cayetano Carpio, entonces obrero panadero que en los siguientes años se convertiría en el dirigente sindical mas reconocido y fututo secretario general del PCS señalaría: “Por ejemplo la gran oportunidad que tuvo el pueblo para avanzar hacia un régimen más adecuado a sus intereses en 1944. Allí fue el chance más grande de romper el eslabón de las tiranías militares. No tuviéramos ahora 50 años de tiranía militar, sí en ese momento el pueblo hubiera profundizado sus aspiraciones revolucionarias, para lo que estaba bien dispuesto, dada la crisis en que en ese momento entraron las esferas del poder. Estaban tan socavadas las contradicciones internas de las clases dominantes, que estaban pasando por una crisis interna aguda y el pueblo estaba tan aburrido y cansado ya de la tiranía martinista y tan dispuesto a la lucha, que allí hubiera bastado una buena dirección de clase para hacer avanzar el proceso. Pero ¿Qué sucedió? El PCS de El Salvador, durante los 13 años posteriores a 1932 había estado organizado en mínima escala, sin células, sin funcionamiento verdadero, apenas con algunos supervivientes de 1932 que tenían mucho sacrificio y abnegación pero con el partido casi deshecho. Hasta cerca de 1942 empezó a conformarse nuevamente una especie de Comité Central, más que todo unidos por las casualidades”.
Y mas adelante continúa: “Cuando Martínez se tambaleaba y comenzaron las primeras muestras de violencia del pueblo, entonces estos se asustaron y entraron en tratos con Martínez para la "sucesión" constitucional: Una sucesión legal en el poder, lo que equivalía a romper el espinazo del auge revolucionario del pueblo. La última condición que Martínez puso fue que no se rompiera la constitucionalidad, porque entonces el pueblo iba a "desbordarse". La dirección popular pequeño burguesa [del PCS] aceptó, y en vez del tirano Martínez pusieron como Presidente al Vice-Presidente, al Gral. Ignacio Menéndez, y de esa manera lograron bajar los ánimos del pueblo” (Cuaderno de formación Nº 1 de las FPL, Comandante Marcial).
No compartimos todas las conclusiones que Carpio sacaría de estas experiencias como su método de la Guerra Popular Prolongada o el debate entre violencia o pacifismo, cuando el debate real era sobre los métodos y programa del reformismo contra los métodos y el programa revolucionarios. Pero esta cita deja en claro que incluso en esas condiciones, ante el vacio de dirección, el PCS pudo haber dado un vuelco al proceso si hubiera mantenido en primer instancia una independencia de clase y hubiera tenido en perspectiva la toma del poder por parte de los trabajadores lo que hubiera significado un enorme paso adelante generando un proceso irresistible en todo Centroamérica.
Bajo el gobierno de Ignacio Menéndez se vivieron ciertas libertades acompañados con el auge del movimiento de masas. Se formó la Unión Nacional de Trabajadores, un partido político que cubría el papel de confederación sindical, que de manera rápida tuvo una masiva afiliación obrera. Las masas obligaron a echar abajo la reaccionaria constitución de Hernández Martínez, pero todo esto fue truncado con un nuevo golpe de Estado en Octubre de 1944 dirigido por el Coronel Osmín Aguirre, uno de los asesinos de campesinos en 1932. Este fue el resultado directo de no haber derrotado completamente a la oligarquía y la burguesía.
Es necesaria una dirección auténticamente marxista
Centroamérica es en realidad una sola nación, su historia esta íntimamente ligada. Mientas se derrocaba a Maximilianio Hernández, en Honduras se combatía la dictadura de Tiburcio Carías Andino. Había fuertes protestas de mujeres en mayo, un mes después los obreros de San Pedro Sula realizaron una huelga aunque fue derrotada con una represión brutal y una masacre casi olvidada de decenas o quizás algunos cientos de obreros y mujeres. Guatemala no se quedó atrás, desde junio se iniciaron huelgas y protestas que derrocaron a Jorge Ubico y en octubre de 1944 nuevas protestas derrocan a su sucesor el general Ponce formando una junta de gobierno de la que formaría parte Jacobo Árbenz.
Si esto se dio con el simple derrocamiento del gobierno militar, con la toma del poder de los trabajadores salvadoreños el impulso hubiera sido muy superior dando posibilidades para el inicio de la revolución socialista en Centroamérica.
Una federación socialista en Centroamérica, basada en la democracia obrera hubiera influido en el proceso de lucha de clases del proletariado a nivel mundial animando a los obreros rusos a echar a un lado a la burocracia y regresar al régimen de democracia obrera vivido de 1917 a 1924 en el Estado obrero ruso. Gracias al enorme potencial de la economía planificada, la segunda guerra mundial terminó con el triunfo de la URSS, pese a los tremendos errores de Stalin, a partir de ahí se formó el mal llamado bloque socialista, que se formó a imagen y semejanza de la URSS. Con un solo ejemplo en el mundo de autentica democracia obrera se podría haber contagiado al resto de los Estados basados en la economía planificada. Se podría haber construido verdaderos Estados socialistas y no sus caricaturas burocráticas.
Debemos recordar las jornadas revolucionarias de 1944 no con melancolía, sino como lecciones para la lucha de clases hoy. El método de la huelga general es vigente y necesario en épocas de crisis capitalista como el que atravesamos. Para aquellos reformistas que hablan que no hay en la actualidad condiciones para asestar golpes a los capitalistas con estos métodos debemos recordarles que los obreros y estudiantes en 1944 lo impulsaron en condiciones sumamente más difíciles que las de ahora. Otra gran lección es que la independencia de clase es vital para conseguir una profunda transformación social y sigue siendo necesaria la construcción de una dirección auténticamente marxista al frente de los sindicatos, el movimiento estudiantil y los partidos obreros de masas.