Este mes se cumple el aniversario del inicio de la Revolución de los Claveles que sacudió Portugal en 1974-75. Las conmemoraciones oficiales de este año tendrán seguramente un carácter muy distinto al de las últimas tres décadas. Los discursos oficiales se verán contrarrestados por la enorme fuerza con la que resurge en Portugal la memoria del 25 de Abril, cuyo legado revolucionario están recuperando los trabajadores portugueses para hacer frente a la verdadera catástrofe social que supone la política de recortes impuesta por la derecha y la UE.
La gran peculiaridad de la revolución portuguesa fue que tuvo como punto de arranque un golpe gestado dentro del ejército contra el gobierno de la dictadura. Sin embargo, el Movimiento de la Fuerzas Armadas (MFA) que lo organizó y que agrupaba sobre todo a los mandos intermedios del ejército, no surge por casualidad, fue un reflejo del giro hacia la izquierda de un amplio sector de las capas medias al calor del ascenso de la lucha obrera, de la oposición generalizada a la dictadura y del impasse de la guerra colonial que Portugal mantenía en África.
Desde 1969 Portugal vivía un imparable ascenso de las luchas sociales, empezando por el movimiento huelguístico, que recibió un fuerte impulso con la constitución en 1970 de la Intersindical, una central sindical que el régimen no tenía más remedio que tolerar y que estaba fuertemente influida por el Partido Comunista Portugués. También la lucha contra la carestía de la vida y la escasez de vivienda, consecuencia directa de que los gastos militares devoraban nada menos que el 40% del presupuesto estatal, movilizaba a los vecinos de los barrios populares, que incluso se atrevían a ensayar las primeras ocupaciones de viviendas.
La guerra colonial que obligaba a cumplir un servicio militar de cuatro años, de los que dos se pasaban en África, ponía en pie de guerra a amplísimas capas de la juventud, que inevitablemente trasladaban a los cuarteles el ambiente de protesta y politización de los centros de estudio.
La desbordante iniciativa de las masas
Desde el primer instante se puso de manifiesto una de las principales características de la revolución portuguesa: la iniciativa de las masas populares desbordó ampliamente los límites que los dirigentes del proceso, ya fueran el MFA o los dirigentes de las organizaciones políticas y sindicales de la izquierda.
En las primeras horas del día 25 la liberación de presos políticos, los asaltos a las comisarías o la confraternización con los soldados en las calles indicaban que se había abierto la espita a las reivindicaciones populares. La lucha de clases pasó bruscamente a primer plano y desbordó todos los intentos de la burguesía por contenerla.
En los siguientes días el proceso se aceleró. Se extendieron las huelgas políticas —que, además de reivindicaciones laborales, exigían la readmisión de los sindicalistas despedidos y la depuración de los directivos con vínculos con el fascismo— y la supervisión por parte de los trabajadores de la actividad económica en bancos y grandes empresas, íntimamente vinculados a la dictadura. En las colonias la guerra finalizó espontáneamente, y soldados y guerrilleros confraternizaron.
Las grandes conquistas de la revolución fueron iniciativas directas de los trabajadores, que, a pesar de que la política de los dirigentes del PCP y el PS en modo alguno contemplaba la transición al socialismo, fueron capaces de construir sus propios órganos de poder (las Comisiones de Trabajadores, Campesinos, Soldados y Vecinos), impusieron el control obrero en las empresas, y finalmente, mediante una ola de ocupaciones, forzaron al gobierno a nacionalizar la banca, la tierra y la inmensa mayoría de las empresas privadas. Cada intentona de la burguesía por descarrilar la revolución era seguida por un enérgico salto adelante de los trabajadores, hasta el punto de que en marzo de 1975, tras un intento de golpe de Estado militar reaccionario, se nacionalizaron todos los sectores estratégicos de la economía, incluida la banca.
¿Por qué no triunfó el socialismo?
En estas condiciones ¿cómo se explica que la revolución no consiguiera consolidarse y que a partir de marzo entrara en una situación de parálisis hasta que una maniobra surgida en el interior del Ejército le puso fin ocho meses después?
Una razón fundamental reside en la supervivencia del Estado burgués. Porque, a pesar de los extraordinarios avances de los trabajadores, sus órganos de poder —las Comisiones— se mantuvieron a la sombra del aparato de Estado y no fueron capaces de sustituirlo.
La principal responsabilidad de esta situación recae en la perspectiva reformista de las dos grandes fuerzas de la izquierda. La visión etapista del PCP que planteaba la imposibilidad del socialismo y la necesidad de limitar la obra revolucionaria a la culminación de las tareas de la revolución democrática, evitó que el objetivo de construir un auténtico Estado obrero, basado en el poder directo de la clase, se plantease en el seno del movimiento revolucionario. La dirección del PS adoptó, en la práctica, una posición cada vez más conservadora, allanando el terreno de la reacción.
Que la izquierda controlase la cúpula de las fuerzas armadas, como en algún momento ocurrió en Portugal, en modo alguno equivalía a haber tomado el poder del estado. Inevitablemente, su estructura y su funcionamiento chocaba con los Consejos de Soldados en los cuarteles y con los Consejos de Trabajadores en las numerosas empresas nacionalizadas cuyos nuevos directivos eran militares.
En la medida en que la clase obrera avanzaba, su presión llegaba al Ejército a través de los soldados revolucionarios organizados en Consejos, y reforzaba y radicalizaba al sector de izquierdas del MFA. Pero la parálisis de la economía después del fracaso del Plan Trienal de febrero de 1975, un Plan que pretendía impulsar la producción evitando medidas de planificación socialista, y que era para la clase obrera totalmente insuficiente y para la burguesía completamente inaceptable, minó poco a poco la fuerza de la izquierda militar y abrió el camino a que la burguesía recuperase el poder desde el interior del propio MFA.
Carente de una dirección revolucionaria capaz de formular con claridad las tareas que la situación demandaba, la energía de la clase trabajadora no se canalizó hacia la constitución de un Estado obrero. Hasta el último momento la clase obrera peleó duro por consolidar la revolución. Apenas unos días antes del golpe contrarrevolucionario del 25 de noviembre de 1975, mediante el cual los sectores más a la izquierda del ejército fueron destituidos de sus posiciones de mando, los trabajadores del sector de la construcción protagonizaron una durísima huelga, en el curso de la cual cercaron durante 36 horas a la Asamblea Constituyente, sin dejar a los diputados abandonar el edificio. El gobierno fue incapaz de ejercer la represión, ya que el sector más avanzado de los soldados había roto abiertamente la disciplina en los cuarteles y se preparaba para la defensa armada de la revolución.
El factor decisivo de la dirección
Pero a pesar de estos estallidos de entusiasmo, una parte significativa de la clase obrera y, especialmente, de los sectores medios estaban exhaustos. La falta de resultados visibles después de meses de intensa lucha, unida al efecto desmoralizador de los encarnizados y violentos enfrentamientos entre militantes del PS y del PCP, prepararon el terreno al reestablecimiento de la normalidad institucional burguesa. La ausencia de dirección revolucionaria jugó de nuevo un papel decisivo. La derecha no se impuso gracias a una fuerza de la que carecía. Se impuso porque la ausencia de una dirección revolucionaria paralizó completamente a los trabajadores. El golpe contrarrevolucionario se gestó a la vista de todos, coordinado por el gobierno presidido por el almirante Pinheiro de Azevedo, del que formó parte hasta el último momento el PCP, que, carente de una perspectiva y de una estrategia consecuentemente revolucionaria, fue incapaz de cumplir con su misión histórica.
Pero el final del proceso revolucionario adoptó la forma de una “contrarrevolución democrática”. Las grandes conquistas de la revolución, incluidas las nacionalizaciones, se mantuvieron durante largo tiempo. Las colectivizaciones agrarias, por ejemplo, se mantuvieron prácticamente intactas hasta 1986, cuando el ingreso de Portugal en la UE propició su progresivo desmantelamiento.
Si alguna lección se desprende de los acontecimientos portugueses, es la constatación de la necesidad de un partido revolucionario armado con las ideas del marxismo. A pesar de que la burguesía portuguesa carecía por sí misma de la fuerza necesaria para aplastar a los trabajadores, los errores, vacilaciones y carencias de las fuerzas de izquierda le sirvieron de punto de apoyo para llevar la revolución a una situación de parálisis desde la que pudo reconstruir progresivamente su poder. Por eso, el estudio de la revolución portuguesa es una tarea ineludible para todos los revolucionarios que enfrentamos hoy la peor crisis de la historia del capitalismo.
Fecha: 12 de Abril de 2013
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Este texto es una de las obras maestras de marxismo, desde la Fundación Federico Engels invitamos a todos los trabajadores y jóvenes a que se acerque a este texto y con su lectura podamos armarnos de muchas más ideas que nos permitan enfrentar las tareas de la lucha actual contra la miseria y la explotación del régimen capitalista encabezado por Enrique Peña Nieto.
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Prólogo de León Trotsky:
En los dos primeros meses del año 1917 reinaba todavía en Rusia la dinastía de los Romanov. Ocho meses después estaban ya en el timón los bolcheviques, un partido ignorado por casi todo el mundo a principios de año y cuyos jefes, en el momento mismo de subir al poder, se hallaban aún acusados de alta traición. La historia no registra otro cambio de frente tan radical, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos ante una nación de ciento cincuenta millones de habitantes. Es evidente que los acontecimientos de 1917, sea cual fuere el juicio que merezcan, son dignos de ser investigados.
La historia de la revolución, como toda historia, debe, ante todo, relatar los hechos y su desarrollo. Mas esto no basta. Es menester que del relato se desprenda con claridad por qué las cosas sucedieron de ese modo y no de otro. Los sucesos históricos no pueden considerarse como una cadena de aventuras ocurridas al azar ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida, sino que deben someterse al criterio de las leyes que los gobiernan. El autor del presente libro entiende que su misión consiste precisamente en sacar a la luz esas leyes.
El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. Dejemos a los moralistas juzgar si esto está bien o mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nos los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.
Cuando en una sociedad estalla la revolución, luchan unas clases contra otras, y, sin embargo, es de una innegable evidencia que las modificaciones por las bases económicas de la sociedad y el sustrato social de las clases desde que comienza hasta que acaba no bastan, ni mucho menos, para explicar el curso de una revolución que en unos pocos meses derriba instituciones seculares y crea otras nuevas, para volver en seguida a derrumbarlas. La dinámica de los acontecimientos revolucionarios se halla directamente informada por los rápidos tensos y violentos cambios que sufre la sicología de las clases formadas antes de la revolución.
La sociedad no cambia nunca sus instituciones a medida que lo necesita, como un operario cambia sus herramientas. Por el contrario, acepta prácticamente como algo definitivo las instituciones a que se encuentra sometida. Pasan largos años durante los cuales la obra de crítica de la oposición no es más que una válvula de seguridad para dar salida al descontento de las masas y una condición que garantiza la estabilidad del régimen social dominante; es, por ejemplo, la significación que tiene hoy la oposición socialdemócrata en ciertos países. Han de sobrevenir condiciones completamente excepcionales, independientes de la voluntad de los hombres o de los partidos, para arrancar al descontento las cadenas del conservadurismo y llevar a las masas a la insurrección.
Por tanto, esos cambios rápidos que experimentan las ideas y el estado de espíritu de las masas en las épocas revolucionarias no son producto de la elasticidad y movilidad de la psiquis humana, sino al revés, de su profundo conservadurismo. El rezagamiento crónico en que se hallan las ideas y relaciones humanas con respecto a las nuevas condiciones objetivas, hasta el momento mismo en que éstas se desploman catastróficamente, por decirlo así, sobre los hombres, es lo que en los períodos revolucionarios engendra ese movimiento exaltado de las ideas y las pasiones que a las mentalidades policiacas se les antoja fruto puro y simple de la actuación de los «demagogos». Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político, programa que, sin embargo, necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas. El proceso político fundamental de una revolución consiste precisamente en que esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la crisis social en que las masas se orientan de un modo activo por el método de las aproximaciones sucesivas. Las distintas etapas del proceso revolucionario, consolidadas pro el desplazamiento de unos partidos por otros cada vez más extremos, señalan la presión creciente de las masas hacia la izquierda, hasta que el impulso adquirido por el movimiento tropieza con obstáculos objetivos. Entonces comienza la reacción: decepción de ciertos sectores de la clase revolucionaria, difusión del indeferentismo y consiguiente consolidación de las posiciones adquiridas por las fuerzas contrarrevolucionarias. Tal es, al menos, el esquema de las revoluciones tradicionales.
Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante, de este proceso. Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor.
Son evidentes las dificultades con que tropieza quien quiere estudiar los cambios experimentados por la conciencia de las masas en épocas de revolución. Las clase oprimidas crean la historia en las fábricas, en los cuarteles, en los campos, en las calles de la ciudad. Mas no acostumbran a ponerla por escrito. Los períodos de tensión máxima de las pasiones sociales dejan, en general, poco margen par ala contemplación y el relato. Mientras dura la revolución, todas las musas, incluso esa musa plebeya del periodismo, tan robusta, lo pasan mal. A pesar de esto, la situación del historiador no es desesperada, ni mucho menos. Los apuntes escritos son incompletos, andan sueltos y desperdigados. Pero, puestos a la luz de los acontecimientos, estos testimonios fragmentarios permiten muchas veces adivinar la dirección y el ritmo del proceso histórico. Mal o bien, los partidos revolucionarios fundan su técnica en la observación de los cambios experimentados por la conciencia de las masas. La senda histórica del bolchevismo demuestra que esta observación, al menos en sus rasgos más salientes, es perfectamente factible. ¿Por qué lo accesible al político revolucionario en el torbellino de la lucha no ha de serlo también retrospectivamente al historiador?
Sin embargo, los procesos que se desarrollan en la conciencia de las masas no son nunca autóctonos ni independientes. Pese a los idealistas y a los eclécticos, la conciencia se halla determinada por la existencia. Los supuestos sobre los que surgen la Revolución de Febrero y su suplantación por la de Octubre tienen necesariamente que estar informados por las condiciones históricas en que se formó Rusia, por su economía, sus clases, su Estado, por las influencias ejercidas sobre ella por otros países. Y cuanto más enigmático nos parezca el hecho de que un país atrasado fuera el primero en exaltar al poder al proletariado, más tenemos que buscar la explicación de este hecho en las características de ese país, o sea en lo que le diferencia de los demás.
En los primeros capítulos del presente libro esbozamos rápidamente la evolución de la sociedad rusa y de sus fuerzas intrínsecas, acusando de este modo las peculiaridades históricas de Rusia y su peso específico. Confiamos en que el esquematismo de esas páginas no asustará al lector. Más adelante, conforme siga leyendo, verá a esas mismas fuerzas sociales vivir y actuar.
Este trabajo no está basado precisamente en los recuerdos personales de su autor. El hecho de que éste participara en los acontecimientos no le exime del deber de basar su estudio en documentos rigurosamente comprobados. El autor habla de sí mismo allí donde la marcha de los acontecimientos le obliga a hacerlo, pero siempre en tercera persona. Y no por razones de estilo simplemente, sino porque el tono subjetivo que en las autobiografías y en las memorias es inevitable sería inadmisible en un trabajo de índole histórica.
Sin embargo, la circunstancia de haber intervenido personalmente en la lucha permite al autor, naturalmente, penetrar mejor, no sólo en la sicología de las fuerzas actuantes, las individuales y las colectivas, sino también en la concatenación interna de los acontecimientos. Mas para que esta ventaja dé resultados positivos, precisa observar una condición, a saber: no fiarse a los datos de la propia memoria, y esto no sólo en los detalles, sino también en lo que respecta a los motivos y a los estados de espíritu. El autor cree haber guardado este requisito en cuanto de él dependía.
Todavía hemos de decir dos palabras acerca de la posición política del autor, que en función de historiador, sigue adoptando el mismo punto de vista que adoptaba en función de militante ante los acontecimientos que relata. El lector no está obligado, naturalmente, a compartir las opiniones políticas del autor, que éste, por su parte, no tiene tampoco por qué ocultar. Pero sí tiene derecho a exigir de un trabajo histórico que no sea precisamente la apología de una posición política determinada, sino una exposición, internamente razonada, del proceso real y verdadero de la revolución. Un trabajo histórico sólo cumple del todo con su misión cuando en sus páginas los acontecimientos se desarrollan con toda su forzosa naturalidad.
¿Mas tiene esto algo que ver con la que llaman «imparcialidad» histórica? Nadie nos ha explicado todavía claramente en qué consiste esa imparcialidad. El tan citado dicho de Clemenceau de que las revoluciones hay que tomarlas o desecharlas en bloc es, en el mejor de los casos, un ingenioso subterfugio: ¿cómo es posible abrazar o repudiar como un todo orgánico aquello que tiene su esencia en la escisión? Ese aforismo se lo dicta a Clemenceau, por una parte, la perplejidad producida en éste por el excesivo arrojo de sus antepasados, y, por otra, la confusión en que se halla el descendiente ante sus sombras.
Uno de los historiadores reaccionarios, y, por tanto, más de moda en la Francia contemporánea, L. Madelein, que ha calumniado con palabras tan elegantes a la Gran Revolución, que vale tanto como decir a la progenitora de la nación francesa, afirma que «el historiador debe colocarse en lo alto de las murallas de la ciudad sitiada, abrazando con su mirada a sitiados y sitiadores»; es, según él, la única manera de conseguir una «justicia conmutativa». Sin embargo, los trabajos de este historiador demuestran que si él se subió a lo alto de las murallas que separan a los dos bandos, fue, pura y simplemente, para servir de espía a la reacción. Y menos mal que en este caso se trata de batallas pasadas, pues en épocas de revolución es un poco peligroso asomar la cabeza sobre las murallas. Claro está que, en los momentos peligrosos, estos sacerdotes de la «justicia conmutativa» suelen quedarse sentados en casa esperando a ver de qué parte se inclina la victoria.
El lector serio y dotado de espíritu crítico no necesita de esa solapada imparcialidad que le brinda la copa de la conciliación llena de posos de veneno reaccionario, sino de la metódica escrupulosidad que va a buscar en los hechos honradamente investigados, apoyo manifiesto para sus simpatías o antipatías disfrazadas, a la contrastación de sus nexos reales, al descubrimiento de las leyes por que se rigen. Ésta es la única objetividad histórica que cabe, y con ella basta, pues se halla contrastada y confirmada, no por las buenas intenciones del historiador de que él mismo responde, sino por las leyes que rigen el proceso histórico y que él se limita a revelar.
Para escribir este libro nos han servido de fuentes numerosas publicaciones periódicas, diarios y revistas, memorias, actas y otros materiales, en parte manuscritos y, principalmente, los trabajos editados por el Instituto para la Historia de la Revolución en Moscú y Leningrado. Nos ha parecido superfluo indicar en el texto las diversas fuentes, ya que con ello no haríamos más que estorbar la lectura. Entre las antologías de trabajos históricos hemos manejado my en particular los dos tomos de los Apuntes para la Historia de la Revolución de Octubre (Moscú-Leningrado, 1927). Escritos por distintos autores, los trabajos monográficos que forman estos dos tomos no tienen todos el mismo valor, pero contienen, desde luego, abundante material de hechos.
Cronológicamente nos guiamos en todas las fechas por el viejo calendario, rezagado en trece fechas, como se sabe, respecto al que regía en el resto del mundo y hoy rige también en los Soviets. El autor no tenía más remedio que atenerse al calendario que estaba en vigor durante la revolución. Ningún trabajo le hubiera costado, naturalmente, trasponer las fechas según el cómputo moderno. Pero esta operación, eliminando unas dificultades, habría creado otras de más monta. El derrumbamiento de la monarquía pasó a la historia con el nombre de Revolución de Febrero. Sin embargo, computando la fecha por el calendario occidental, ocurrió en marzo. La manifestación armada que se organizó contra la política imperialista del gobierno provisional figura en la historia con el nombre de «jornadas de abril», siendo así que, según el cómputo europeo, tuvo lugar en mayo. Sin detenernos en otros acontecimientos y fechas intermedios, haremos notar, finalmente, que la Revolución de Octubre se produjo, según el calendario europeo, en noviembre. Como vemos, ni el propio calendario se puede librar del sello que estampan en él los acontecimientos de la Historia, y al historiador no le es dado corregir las fechas históricas con ayuda de simples operaciones aritméticas. Tenga en cuenta el lector que antes de derrocar el calendario bizantino, la revolución hubo de derrocar las instituciones que a él se aferraban.
L. TROTSKI
Prinkipo
Con el 99,17% de los votos contados el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciaba los resultados de las elecciones presidenciales del 14 de Abril. Nicolás Maduro, candidato de las fuerzas revolucionarias agrupadas en el PSUV y el Gran Polo Patriótico, se imponía con 7.559.349 votos (50,75%) frente a 7.296.876 (48,98%) del candidato contrarrevolucionario Enrique Capriles Radonsky. La participación fue del 79,8%, ligeramente inferior a la de las últimas presidenciales del 7 de Octubre de 2012.
Movilizar y armar a la milicia y al pueblo para derrotar la ofensiva fascista
Capriles se ha negado a aceptar su derrota y ha llamado a la desestabilización. A lo largo del día lunes, grupos fascistas de oposición han atacado locales del PSUV, Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y otros servicios públicos y hasta el momento cuatro militantes del PSUV han sido asesinados.
La primera conclusión de las elecciones del 14-A (y la primera tarea para los revolucionarios) es defender la voluntad mayoritaria del pueblo, expresada en la victoria de Nicolás Maduro. Debemos movilizarnos masivamente en la calle para derrotar este nuevo intento de la contrarrevolución de torcer y desconocer la voluntad popular. Hacer la más mínima concesión al chantaje contrarrevolucionario, mostrarse tibios o dubitativos con sus maniobras desestabilizadoras, amenazas y agresiones sería un grave error. Toda la experiencia histórica demuestra que a los fascistas hay que pararlos de raíz y mediante la acción consciente y la movilización y organización de la clasee obrera y el pueblo.
Como plantea el volante editado por la CMR, “es necesario armar a la milicia, la clase obrera y al pueblo” para proteger los locales y conquistas de la revolución de la arremetida fascista y defender la revolución. Junto a ello es necesario tomar medidas decisivas para derrotar la guerra económica que, como en repetidas ocasiones ha denunciado Nicolás Maduro, la burguesía viene organizando desde hace tiempo contra el pueblo. El primer objetivo de esta guerra económica era desmoralizar a sectores de las masas para provocar un resultado lo más ajustado posible el 14-A y pasar a la ofensiva contra la revolución, como están intentando ahora.
Esta es la segunda conclusión de la jornada electoral del 14-A: debemos analizar los resultados electorales, más ajustados de lo esperado, para sacar las conclusiones prácticas necesarias y cambiar la tendencia de los últimos años, en la que la diferencia en votos entre la revolución y la contrarrevolución se ha acortado de forma alarmante. Esto es más urgente y necesario si cabe a causa de lo inesperado de estos resultados para millones de activistas y militantes revolucionarios ya que, en las movilizaciones de calle de fin de campaña de oposición y chavismo la diferencia en cuanto a capacidad de movilización popular fue claramente favorable a la revolución.
¿Por qué varios millones que votaron chavista en anteriores elecciones se abstienen o votan por la oposición?
Los marxistas de la CMR hemos venido explicando desde la derrota en el referéndum de la reforma constitucional y en todas las elecciones posteriores que no es una política revolucionaria cerrar los ojos ante el hecho de que la diferencia electoral entre revolución y contrarrevolución se ha venido acortando, y que lo más alarmante de ello es que esta tendencia se producía allí donde el PSUV y el resto de fuerzas revolucionarias tenemos nuestra base social: en los barrios obreros y populares.
Esta tendencia, que en el referéndum de la reforma 2007 se expresó fundamentalmente en que alrededor de tres millones de votos chavistas se iban a la abstención, se ha agravado en estos últimos años y especialmente durante los últimos meses. Una parte significativa de los votos desencantados con la revolución ya no sólo van a la abstención sino que votan por la oposición. Esto representa un grave peligro, reversible, pero que exige reconocer claramente el problema y dar un giro drástico a la izquierda para buscarle solución.
Desde el 7 de Octubre la contrarrevolución gana 705.572 votos mientras el apoyo al candidato de la revolución se recorta en 631.783. Las causas de esta erosión en el apoyo electoral a la revolución no es la movilización de la clase media ni mucho menos que haya 7 millones de contrarrevolucionarios sino que un sector creciente de las masas que en otros momentos votó por Chávez y la revolución (y seguramente un sector también significativo de nuevos votantes), cansados de que no se resuelvan toda una serie de graves problemas, ha empezado a caer en el escepticismo, el desencanto y la desmoralización. Una parte de este electorado, sobre todo el más joven, no recuerda ya la IV República e incluso ve muy lejano el golpe de abril de 2002. Ha vivido buena parte de su vida consciente bajo la revolución y responsabilizan al gobierno bolivariano de lacras capitalistas que lamentablemente se mantienen, como la inseguridad, la inflación o la corrupción.
Aunque en estos 14 años de revolución ha habido avances indudables en la reducción de la pobreza, la ampliación de la asistencia sanitaria o la educación publica y otros muchos aspectos, la mayoría de estos avances no se han culminado todavía en una solución definitiva y concluyente a los problemas citados. Las conquistas de la revolución, innegables, siguen estando muy lejos de lo que las masas esperan y necesitan. La desmoralización e impaciencia que esto produce se ve agravada por el discurso triunfalista de la mayoría de dirigentes y los medios de comunicación del estado. Se ha hecho habitual decir que vivimos en socialismo, cuando sufrimos muchas de las lacras del capitalismo: inflación y subida de precios, desabastecimiento, tercerización en el puesto de trabajo, corrupción, inseguridad…En realidad, la transición del capitalismo al socialsmo, que sólo puede iniciarse con la expropiación de los medios de producción y la sustitución del estado burgués por un genuino estado revolucionario dirigido por los trabajadores y el pueblo, ni siquiera ha comenzado.
La inflación y el desabastecimiento que generan el capitalismo y la burocracia suponen un golpe a la moral de las masas
El problema de la inflación y las subidas de precios ha tenido, con toda seguridad, un impacto decisivo en los resultados electorales del 14-A. En febrero, a escasos meses de las elecciones, el gobierno devaluó el bolívar nuevamente, esta vez un 45%. Con ello buscaba convertir los dólares del ingreso petrolero en más bolívares que permitiesen mantener el gasto publico sin tener ni que afrontar ni recortes sociales (que es lo que está haciendo la derecha en todo el mundo y lo que haría antes o después Capriles, a pesar de sus cínicas promesas y mentiras si llegase al poder) ni nacionalizar bajo control obrero y popular la banca y grandes empresas (que es lo que, como marxistas del PSUV, pensamos nosotros que se debería hacer, y por lo que seguiremos luchando).
El resultado de la devaluación –como también explicamos los marxistas que pasaría- ha sido un incremento espectacular de los precios que se une a los que ya se vienen acumulando durante los últimos años. De 2010 a hoy la inflación ha acumulado más de un 100% de incremento que en el caso de los alimentos básicos es aún mayor. Las cifras oficiales intentan obviar esta realidad incluyendo los precios subvencionados del MERCAL o PDVAL, pero estos no llegan a sectores muy amplios de la población o lo hacen insuficientemente. Las declaraciones de ministros y dirigentes del PSUV diciendo que la devaluación no significaría subidas de precios, cuando los precios de distintos bienes y productos ya habían subido hasta un 40 o 50%, han alejado aún más a un sector ya descontento y desanimado de las masas populares que en otros momentos nos votaba y esta vez, cansado y molesto, se abstuvo o votó a la oposición.
Mientras no se establezca el monopolio estatal del comercio exterior, de modo que sea el estado -bajo el control de los trabajadores y el pueblo- quien se encargue de exportar e importar todos los productos será imposible poner coto a la especulación. A ello hay que unir la estatización de la banca y las grandes empresas y la sustitución del actual estado por otro basado en el control de los trabajadores, la elegibilidad y revocabilidad de los cargos y que ninguno cobre más que el salario de un obrero cualificado. De este modo se garantizaría que se incrementan los ingresos del estado y que los gastos son de verdad los que el pueblo y la revolución necesitamos y no los que la corrupción e ineficiencia de la burocracia generan.
Junto al problema de la inflación el del desabastecimiento (que ya jugara un papel importante en la derrota del referéndum de la reforma constitucional en 2007) ha vuelto a hacerse notar. El propio Nicolás Maduro denunció este sabotaje.“La burguesía comercial está pretendiendo una especie de guerra económica contra el pueblo, y una de sus estrategias es provocar el desabastecimiento de productos básicos” (AVN, 01/02/13) Ante esta situación planteó correctamente que la defensa de la soberanía alimentaria es “una tarea de miles, de millones y todos tenemos que estar interesados sinceramente en que los venezolanos tengamos alimentos de calidad y que nadie sabotee la alimentación y la vida de nuestro pueblo” (AVN, 02/02/13) Pero hasta el momento no se han tomado medidas decisivas contra este saboteo de la oligarquía.
A todos los problemas mencionados se unen otros como los altos índices de inseguridad ,especialmente en los barrios (resultado de que la pobreza y las desigualdades -aunque reducidas durante estos últimos años- siguen golpeando a amplios sectores de las masas). La corrupción, la tercerización o el déficit habitacional también han sido utilizados demagógicamente con éxito en su campaña por la oposición.
Los límites y contradicciones de las políticas reformistas
Este último punto, la vivienda, es bastante significativo acerca de esto que decimos de que incluso los avances que ha llevado a cabo la revolución son insuficientes en relación a las necesidades de las masas y el desastre generado por el parasitismo de los capitalistas venezolanos. Por primera vez a lo largo de estos 13 años de revolución, la Gran Misión Vivienda ha construido una cantidad significativa de viviendas: alrededor de 400.000 en los últimos dos años. Sin embargo, el déficit habitacional acumulado es tan grande (se habla de hasta 3 millones de viviendas o más) que, pese al esfuerzo realizado, millones de personas siguen viviendo hacinados en ranchos o viviendas en condiciones precarias o peligrosas, obligados a alquilar a precios desorbitados habitaciones (ni siquiera apartamentos enteros), etc.
A ello se une que la construcción de viviendas se está realizando de la mano de un sector privado, nacional o generalmente extranjero, de supuestos “países amigos” como Bioelorrusia, China, Irán que actúan como siempre hacen los empresarios, sean de donde sean: buscando el máximo beneficio sin importarle nada más. Otro factor que genera descontento son las dudas y falta de transparencia y control por parte de los afectados sobre los mecanismos que permiten acceder a esas viviendas. Todo ello genera una lógica impaciencia y malestar entre sectores que llevan años esperando que la revolución solucione su problema habitacional pero a día de hoy siguen habitando el mismo lugar que al principio de la revolución y sin una solución definitiva y a corto plazo.
El problema de la vivienda sólo se puede solucionar acelerando la construcción de viviendas por parte del estado a través de una gran empresa pública de construcción (idea propuesta por el propio presidente Chávez en 2010) que funcione bajo control de sus trabajadores, donde se integren todas las fases constructivas desde la elaboración de los proyectos hasta la construcción final, actuando en colaboración directa con los consejos comunales y coordinando con las empresas públicas fabricantes de materiales de construcción, que también deberían pasar al control de los trabajadores que laboran en ellas. Esto, además de mejorar los rendimientos de construcción y abaratar los costos de las viviendas, permitiría reactivar la economía sobre bases reales. A lo anterior habría que acompañarlo con otras medidas decisivas como la expropiación de la banca y las grandes empresas que aún se encuentran en manos de los capitalistas.
Lo mismo que afirmábamos anteriormente en relación al déficit habitacional puede decirse de la tercerización. La aprobación de la nueva Ley Organica del Trabajo generó expectativas de que este y otros problemas que sufrimos los trabajadores empezasen a encontrar solución. Finalmente, como también explicamos, aunque la LOTTT incluye toda una serie de avances (como el de prohibir la tercerización y otros) el problema es que, además de que no recoge toda otra serie de reivindicaciones importantes, se planteó un año de plazo para que muchos de los aspectos más favorables a los trabajadores sean aplicados. Pero incluso el cumplimiento de esos aspectos no está claro ya que mientras se mantenga la propiedad de las empresas en manos capitalistas y el estado no esté dirigido por los trabajadores y el pueblo sino por la burocracia, los empresarios y los propios presidentes, directores y gerentes que dirigen muchas empresas e instituciones públicas incumplen la Ley del Trabajo.
Junto a todo lo dicho, otro de los aspectos que más daño están haciendo a la revolución, y que ha tenido un efecto importante sobre la moral de sectores que votaban chavista, es la política antiobrera y antisindical que aplican en muchas empresas públicas o nacionalizadas gerentes y directores que se visten de rojo y se dicen revolucionarios o socialistas, así como la propia burocracia del Ministerio e Inspectorías de Trabajo. Casos como el de MMC, donde se despide a los trabajadores y se falla a favor de la multinacional son cada vez más la norma y no la excepción.
A todo lo anterior se une la lacra de la corrupción, otro problema que siempre ha existido en el estado venezolano y es consustancial al capitalismo pero que ya desde 2004, cuando el presidente Chávez llamó a hacer “la revolución dentro de la revolución”, las masas esperan que desaparezca y se ha agravado. En empresas públicas o nacionalizadas como SIDOR, y otras muchas los trabajadores han venido luchando durante los últimos años tanto por sus derechos como contra la corrupción de gerentes y burócratas pero la respuesta que se han encontrado en muchos casos es ser tachados calumniosamente de “escuálidos” o “demasiado radicales”.
Así las cosas, la burguesía y su candidato Capriles han tenido más fácil que en otros momentos llegar con su cínica pero efectiva campaña de demagogia a los sectores más desmoralizados y desanimados de las masas.
La campaña de la contrarrevolución sólo ha podido avanzar por la ausencia de una respuesta revolucionaria consecuente
Durante su campaña Capriles se ha centrado en meter en un mismo saco todos estos problemas, lanzarlos una y otra vez con la ayuda de sus medios de comunicación a las masas y prometer soluciones a los mismos (incluso sabiendo que muchas de esas promesas contradecían su verdadero programa, el cual mantienen en secreto). Frente a la subida por tramos de un 40% de los salarios (y dependiendo de la inflación a final de año), que propuso Maduro, Capriles prometió que su primer decreto sería una subida inmediata de salario del 45%. Otro punto en el que machacó un día si y otro también el candidato burgués, además de la inseguridad, fue el ya comentado de la corrupción. La referencia a los “enchufados” aunque demagógica (y más viniendo de quien viene, aquellos que bajo la IV República enchufaban más que nadie) ha llegado a los sectores menos ideologizados y más descontentos de las masas.
Este es un punto importante. Un sector de activistas revolucionarios puede decir: “Okay, pero, aunque haya todas estas contradicciones dentro de la revolución ¿Cómo puede haber gente en los barrios populares, familiares, amigos de uno, que voten a un contrarrevolucionario y burgués como Capriles? Y más cuando Chávez acaba de dejarnos”
Este es un aspecto importante porque, como revolucionarios, siempre debemos recordar una frase que acuñó el filósofo Spinoza y que le gustaba repetir a marxistas como Lenin y Trotsky. “Ni reír, ni llorar, comprender porque se da tal o cual fenómeno”, para de ese modo por intervenir sobre el y cambiarlo.
Un punto clave que debe comprender cualquier militante revolucionario en Venezuela es que en el seno de los explotados hay diferentes capas. Estas capas están cambiando constantemente. Cuando unas entran en lucha y a través de su experiencia sacan conclusiones avanzadas, otras pueden empezar a sacar conclusiones negativas o atrasadas y caer en la desesperación. En general, una característica de una situación revolucionaria es que las conclusiones revolucionarias de las masas tienden a unificarse. Pero si la dirección revolucionaria no aprovecha ese momento –que por sus propias características no puede prolongarse indefinidamente- para llevar la revolución hasta el final y resolver los problemas de sus bases de modo concluyente entre sectores del propio pueblo cunde la desmoralización. La idea de que “tanta movilización y tanto discurso socialista no sirve para nada”, inicialmente minoritaria, puede crecer.
El discurso de Capriles apelaba constantemente a ese escepcticismo. El primer objetivo de la contrarrevolución siempre es matar la ilusión y la esperanza entre sectores de las masas, pero sólo pueden lograrlo si hay un apolítica dubitativa, pasiva o tibia por parte de la dirección. El mensaje de los contrarrevolucionarios es simple e hipócrita pero cae sobre un terreno abonado por el sabotaje capitalista y burocrático. Es algo que hemos visto darse una y otra vez en diferentes revoluciones, sobre todo cuando estas ya tenían un tiempo y no habían logrado resolver problemas importantes para sectores significativos de la población.
El ex vicepresidente sandinista Sergio Ramírez en su libro “Adiós muchachos”, analizando la derrota electoral de 1990 explica como sectores campesinos que habían apoyado historicamente a la guerrilla acabaron en las filas de la contrarrevolución: "La revolución al violar la más sagrada de sus promesas (dar la tierra a los campesinos y acabar con el latifundio) producía el primero de sus grandes desencantos. Las cooperativas cayeron bajo los ataques de los contras, determinados a destruirlas, pero muchos campesinos sin tierra se fueron a la guerra con ellos o se convirtieron en su base de apoyo (...). Familias enteras que habían colaborado con los sandinistas en los santuarios de la guerrilla y habían sido reprimidas brutalmente por Somoza (...) daban ahora protección y auxilio a la contra. Y el discurso de la contra, lejos de complicaciones teóricas, era insidioso pero simple: te quieren quitar tu libertad, quieren quitarte a tus hijos, quieren quitarte tu religión, vas a tener que venderles tus cosechas sólo a ellos, y la poca tierra que tenés te la van a quitar, y si no la tenés, nunca te la van a dar en propiedad".
La revolución sigue siendo mucho más fuerte que la contrarrevolución. ¡Aprovechemos esa fuerza para llevar la revolución hasta el final!
Uno de los elementos que más llama la atención de este proceso electoral es la gran contradicción entre el ambiente de euforia, entrega y voluntad inequívoca de luchar hasta el final que respiramos todos los que participamos en la marcha de fin de campaña del 11 de abril (una de las más masivas y militantes de todo el proceso revolucionario–dónde se veía la clara superioridad de fuerzas que sigue teniendo en la calle la revolución-) y el margen tan estrecho expresado en las urnas la noche electoral.
Como siempre ha explicado el marxismo, el terreno electoral no es el más favorable para la revolución. Aparentemente, la experiencia de Venezuela en los últimos años parece contradecir esto pero en realidad no es así. La correlación de fuerzas, especialmente tras las victorias de 2002, 2003 y 2004, ha sido tan favorable a la revolución que incluso en los votos esta se ha manifestado con total claridad. Con todo, la diferencia a favor de la revolución siempre ha sido mucho mayor en la calle, como muestran los centenares de marchas de la marea roja. En las elecciones de la democracia burguesa vale lo mismo el voto de un sindicalista revolucionario o un luchador social de un barrio, un líder popular que moviliza a centenares o miles de trabajadores, que el de un pequeño propietario que no sale de su urbanización o el de una persona atrasada políticamente, que no participan activamente en política, nunca va a una marcha, etc.
La clave de la revolución está en que la vanguardia, esos millones que en Venezuela fuimos a despedir a Chávez y juramos convertirnos en garantes de su legado y motores de esta revolución, ganemos para nuestra causa al resto de las masas. Para ello debemos empezar por esos sectores cuyos intereses objetivos deben estar (y hasta el momento han estado) con la revolución pero que a causa de no ver una solución rápida a los problemas que les acucian (como consecuencia del burocratismo, el mantenimiento del capitalismo) empiezan a dudar si “eso de la revolución y el socialismo” vale la pena y tiene algo que ver con ellos.
La primera idea que debemos plantear los activistas más conscientes de la JPSUV y el PSUV es que la fuerza que vivimos y sentimos el 11 de abril, cuando una marea roja desbordó siete de las principales avenidas caraqueñas y más, dejando en evidencia el cierre de campaña de la contrarrevolución, refleja mucho mejor que los resultados electorales del 14-A la verdadera correlación de fuerzas entre las clases. Esa es la verdadera medida de la fuerza de la revolución. Refleja que en la calle, en las fábricas, los barrios, la correlación de fuerzas sigue siendo claramente favorable a la revolución. Si esa fuerza se pusiese en marcha entorno a un programa de lucha y un plan claro para expropiar a los capitalistas que sabotean la revolución organizando el desabastecimiento y especulando con los precios, si esa fuerza se emplease para sustituir el actual estado (que sigue manteniendo una estructura capitalista que permite el desarrollo del burocratismo y la corrupción) por un estado dirigido por los trabajadores y el pueblo la contrarrevolución sería barrida de un plumazo. Ese sería el mejor modo también, en realidad el único, de mostrar a los sectores a los que la combinación del sabotaje capitalista y la quinta columna burocrática con la demagogia han logrado confundir y desmoralizar, que el socialismo y la revolución supone una mejora real y concreta en sus vidas.
¿Cómo recuperar a los sectores populares que han votado por la oposición?
Pero ¿a quienes de los que han votado en estas elecciones por la oposición contrarrevolucionaria o se han abstenido podemos y debemos ganar y cómo hacerlo? Durante esta campaña la orientación predominante en la dirección del PSUV ha sido la de ganar a la clase media con el discurso de un país ideal y con la participación en los actos de figuras de la farándula, deportistas, etc. Si este tipo de figuras son ganadas sobre la base de una política revolucionaria como la que hemos planteado, bien, pero no es lo más habitual. En todo caso, no debe ser ese el eje de la campaña. Durante esta campaña, incluso en zonas de mayoría escuálida, por cada punto azul de la campaña de Capriles había varios puntos rojos chavistas. El enorme caudal de fuerza revolucionaria existente en las bases del PSUV y demás partidos del Gran Polo patriótico se ha visto en la organización de estos miles de puntos rojos pero el que este esfuerzo se haya orientado fundamentalmente a intentar captar a la clase media de las zonas ricas en lugar de asegurar en primer lugar a aquellos sectores populares descontentos con la revolución refleja que no se comprende donde esta la causa principal de que la ventaja electoral entre la revolución y la contrarrevolución se haya acortado.
El primer punto no es ganar a la clase media (y menos diciéndole que todo va bien) sino garantizar el apoyo de nuestra base social, empezando por los sectores más desmoralizados mediante la resolución de todos los problemas y contradicciones que hemos analizado. Pero a estos sectores no los ganaremos sólo ni fundamentalmente con palabras y promesas sino con hechos. De hecho, pese a que se trataba de un momento de gran sensibilidad y emblemático para la revolución, el fallecimiento de Chávez -que sí ha galvanizado una fuerza social importante -decisiva como hemos dicho a la hora de defender la revolución en la calle, las fábricas y los barrios- no ha sido suficiente para movilizar a todos aquellos que alguna vez votaron por la revolución o confiaron en ella y ahora han caído en el escepticismo y la desmoralización. Han podido más la inflación y el desabastecimiento, la falta de respuestas concretas a sus problemas, el descontento con la inseguridad o la corrupción…Sólo resolviendo estos problemas y de forma urgente será posible recuperar a la mayor parte de estos votantes y convertirlos en más fuerza para la revolución.
Ganar a esos sectores también es el mejor camino para dividir en líneas de clase a las capas medias. La pequeña burguesía es una clase que en sus estratos superiores tiende a acercarse a la burguesía y en los inferiores -que son la mayoría- a la clase obrera y las demás capas explotadas de la población. Eso significa que no se las puede ganar cediendo en el terreno político e ideológico, moderando el discurso, presentando una imagen idílica del país, etc. El único camino para ganar a la mayoría de las capas medias y aislar a sus sectores más reaccionarios es demostrarles sin ningún género de dudas que la dirección revolucionaria está dispuesta a ir hasta el final y tomando las medidas prácticas que les demuestren que “el socialismo va sí o si” y que, de paso, medidas socialistas como la nacionalización de los bancos y grandes empresas monopolísticas bajo control obrero o el monopolio estatal del comercio exterior, lejos de perjudicarles, suponen un beneficio directo también para ellos.
Tras los resultados del 14-A y el intento de la contrarrevolución de aprovechar los mismos para recuperar la iniciativa, las bases revolucionarias debemos organizarnos y movilizarnos. En primer lugar para derrotar cualquier intento de desestabilización, guarimba o sabotaje pero sobre todo para tomar realmente el control de la economía y de la sociedad, derrotar a los capitalistas y quinta columna y construir una economía y un estado verdaderamente socialistas gestionados por la clase obrera y el pueblo a través de asambleas, delegados elegidos y revocables, consejos de trabajadores, sindicatos clasistas, consejos comunales, etc. El sabotaje y desestabilización no es que van a venir, están en marcha ya (y los resultados de la propia noche electoral son una expresión de ello). Contra la guerra económica de los capitalistas no bastan las amenazas y discursos, hay que organizar comités en cada centro de trabajo y cada barrio comités contra el sabotaje y la especulación y en defensa de la revolución y que estos se encarguen de organizar lucha contra el desabastecimiento y la toma de todas las empresas.
Los dirigentes de la UNETE deben presentar a la CSBT, PSUV, JPSUV y GPP un plan y programa de lucha unitarios para hacer irreversible la revolución
Los dirigentes del movimiento obrero, de la UNETE y la CSBT, tienen que tomar la iniciativa en este sentido y llamar a conformar dichos comités en defensa de la revolución. Los marxistas de la CMR proponemos a la dirección de la UNETE que llame urgentemente a la dirección de la CSBT a organizar una reunión nacional para aprobar un plan de lucha unitario y para presentar el programa de lucha que proponemos los trabajadores para hacer irreversible la revolución al compañero Nicolás Maduro y al conjunto del PSUV y del GPP. El primer paso en nuestra opinión debe ser una marcha unitaria este 1 de Mayo, una asamblea unitaria de trabajadores y trabajadoras de sindicatos clasistas, consejos de trabajadores, movimientos por el control obrero, delegados de prevención y salud laboral en junio y la convocatoria antes de las elecciones municipales de una gran marcha nacional de trabajadores para presentar nuestras propuestas al conjunto del pueblo revolucionario.
Si las enormes ganas de luchar y movilizarnos que los militantes del PSUV, la JPSUV, la UNETE y la CSBT hemos demostrado durante los últimos años, en la marcha del 4 de Octubre y elecciones del 7 de Octubre, durante los actos de despedida de nuestro comandante y de nuevo en esta campaña (en la magnífica demostración de fuerza del 11 de abril y en la propia movilización de la jornada electoral) se utilizasen para llevar adelante este plan de acción, no sólo pararemos los pies a los reaccionarios y haremos que al candidato de la burguesía se le desinfle rápidamente el ego y tenga que salir corriendo a esconderse como una rata, como ya hizo tras el golpe de abril de 2002 o el paro patronal. También conseguiremos que muchos de los compatriotas que un día votaron por Chávez y la revolución y ahora se han abstenido o han empezado a escuchar los cantos de sirena de la contrarrevolución vestida de seda, vuelvan al campo de la revolución.
Un argumento defendido desde hace tiempo por los sectores reformista que, consciente o inconscientemente, actuán como portavoces de la burocracia dentro de la revolución es que las masas, el pueblo, no tiene todavía madurez, fuerza ni conciencia suficiente para que la revolución pueda ir hasta el final, que los trabajadores y el pueblo seamos quienes dirijamos las empresas, la economía y el estado. Los defensores de esta idea intentarán utilizar los resultados del 14-A para decirnos: “¿Lo ven? Todo lo que ha hecho Chávez y la revolución por el pueblo y mira, la gente no está clara”. En realidad, ocurre exactamente al revés.
El resultado tan ajustado del 14-A no es consecuencia de que la revolución va demasiado rápido o es demasiado radical (como seguramente empezaremos a escuchar pronto a algunos de los portavoces de la burocracia reformista) sino de que esta –como venimos explicando desde hace tiempo- se ha quedado a medias y mantiene una economía y un estado que con algunas peculiaridades siguen siendo en esencia capitalistas. El Presidente Chávez ya en abril de 2007 decía que las condiciones para dar el salto decisivo al socialismo existían en America Latina y por supuesto en Venezuela y siguiendo el pensamiento de Trotsky mostraba su preocupación porque si no se aprovechaba el momento pudieran empezar a descomponerse. (Aporrea, 24/04/07)
Hoy estas condiciones objetivas para el socialismo están aun mas presentes pero lo ocurrido en las elecciones del 14-A es un síntoma de que están descomponiéndose y la revolución está ante el momento de mayor peligro desde 2002. Como hemos insistido a lo largo de este artículo, seguimos siendo mas fuertes y teniendo mayor capacidad de movilización. La situación internacional (ascenso de la lucha de masas en el resto de America Latina –victoria revolucionaria clara en Ecuador, elección de gobiernos de izquierda o progresistas en la mayoría de países,…- entrada de las masas de Europa en lucha, mantenimiento de la revolución en el mundo árabe) lejos de ser desfavorable como dicen los reformistas empuja hacia la izquierda. Pero para poder aprovechar todos estos factores es imprescindible acabar de una vez por todas con el poder de los capitalistas y burócratas en la propia Venezuela, estatizar la banca y las grandes empresas bajo control obrero y sustituir el actual estado por un estado socialista basado en la planificación democrática de la economía y el poder comunal, obrero y popular, donde todos los delegados sean elegibles y revocables, ningun cargo publico cobre mas que un obrero cualificado y todas aquellas tareas en que esto sea posible se realicen de modo rotatorio. Si la revolución bolivariana da ese salto y llama a los trabajadores del resto de América Latina y del resto del mundo a seguir ese mismo camino la revolución todavía puede triunfar y el socialismo por el que tanto luchó el comandante Chávez y otros revolucionarios heroicos como el Che, Marx, Engels Lenin o Trotsky, hacerse realidad.
17 de Abril de 2013
“Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria y, sin práctica revolucionaria, no puede haber teoría revolucionaria”
Federico Engels (1820-1895)
El año 2012 ha sido testigo de una de las mayores expresiones del movimiento estudiantil en los últimos años, la irrupción de una amplia capa de jóvenes a la lucha ha sido el tenor en el cual se ha desarrollado la lucha de clases en este último periodo a nivel mundial. Las movilizaciones contra los recortes a la educación en países como España, Italia, Portugal o Inglaterra fueron los avisos del incendio por venir. La falta de empleo, condiciones de estudio deplorables, los recortes al presupuesto en educación y todos los ataques de la burguesía han sido la base para que millones de jóvenes en todo el mundo saliéramos a las calles a defender nuestros derechos y mejorar nuestras condiciones de vida.
Tanto en México como en España, se han visto también muestras de la búsqueda por un cambio ante la situación política impuesta por la clase dominante. En México, las movilizaciones desarrolladas por miles de jóvenes el año pasado, expresaron todo el hartazgo hacia el poder y los grandes intereses capitalistas poniendo de manifiesto la voluntad y disposición a luchar contra la imposición del candidato de la derecha (Enrique Peña Nieto) en las elecciones presidenciales. En España, las movilizaciones y huelgas convocadas por el Sindicato de Estudiantes para revertir las iniciativas de recortes y reformas al presupuesto educativo han sido multitudinarias e inspiradoras.
Es en este contexto que el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) y la Tendencia Marxista Militante, hacemos la cordial invitación a jóvenes y trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) para que asistan a la tradicional mini Feria del Libro Marxista, que realizaremos del 5 al 7 de Marzo, con un horario de 10 a 15 horas (los tres días), en la explanada de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (en Ciudad Universitaria).
Ahí pondremos a su disposición, nuevamente, una amplia colección de libros de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo y otros clásicos del marxismo científico editados por la Fundación Federico Engels (FFE), así como playeras, carteles y documentales de contenido revolucionario. ¡Te esperamos!
La Tendencia Marxista Militante y la Fundación Federico Engels se congratulan con informar a nuestros contactos, simpatizantes y a todos los trabajadores y estudiantes que leen nuestra prensa y adquieren nuestros materiales, que nuestra rifa anual fue todo un éxito. De acuerdo al sorteo Profecía Maya realizado el pasado 28 de octubre, el número ganador de nuestra rifa es el 201, siendo el portado el ganador de un Ipad 2. ¡Muchas felicidades!
Éste es el sexto año consecutivo en que la Tendencia Marxista Militante y su editorial, la Fundación Federico Engels, llevan a cabo su ya tradicional rifa, la cual representa una de las campañas de financiación más importantes de nuestra organización revolucionaria. Aprovechamos para agradecer a los cientos de simpatizantes de nuestra organización que participaron en la rifa y en la construcción del partido revolucionario a través de su apoyo económico.
Militante y la Fundación Federico Engels (FFE) han logrado permanecer firmes y congruentes con las ideas del marxismo revolucionario por más de 22 años gracias a que han sabido mantenerse libres de cualquier “padrinazgo” de empresas, partidos o instituciones burocráticas. Militante y la FFE son financiados por jóvenes y trabajadores que forman parte del movimiento obrero y estudiantil y es solo a ellos a quienes se les debe fidelidad y compromiso político.
En esta ocasión los boletos se distribuyeron en diversos estados del país como Chiapas, Puebla, Estado de México y Distrito Federal; en diversas escuelas publicas de nivel medio y superior, con estudiantes y profesores de la UAM, el IPN, la BUAP, la UACM, y la UNAM, por citar algunas instituciones; con trabajadores de distintas empresas y sindicalistas del STUNAM, SITUAM, SNTEA, SME, y CNTE, entre otros sindicatos.
Gracias a su contribución podemos fortalecer el trabajo revolucionario y de difusión de las ideas del marxismo, ya que como diría Lenin en alguna ocasión: “Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”. Gracias a su inestimable apoyo FFE es la principal editorial marxista en lengua castellana, la cual, además de reditar textos clásicos de autores como Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, etc., pone al alcance de los lectores análisis de los problemas económicos, sociales y políticos actuales derivados de las contradicciones de clase y de la crisis capitalista que atravesamos.
El esfuerzo hecho por todos los simpatizantes que adquirieron boletos para la rifa, muchos de ellos incluso a precio de apoyo, se verá correspondido con la ratificación de nuestro compromiso y el redoblamiento de nuestras energías en contra del régimen de explotación y miseria en el que vivimos.
Seguiremos participando en las luchas y movimientos activamente, nuestra editorial, la FFE seguirá distribuyendo, a precios accesibles, los textos necesarios para la formación política organizando nuestras ya tradicionales “Miniferias del Libro Marxista” y a finales del año también nos sumaremos a las actividades de la Brigada para Leer en Libertad, donde con ahincó difundiremos la literatura marxista.
Nota: El número ganador de la Rifa de Militante se determinó en base a las tres últimas cifras del premio mayor del sorteo Profecía Maya (No 1137), el cual fue el 5201. Pueden consultarse los resultados en el siguiente link de la Lotería Nacional:
En nuestro artículo Todos por un Frente Único y la Huelga General publicado en el presente número de Militante, se escribe: “Como en 1988 y en 2006 la burguesía ha implementado de nueva cuenta un gigantesco fraude electoral para evitar que los jóvenes y los trabajadores impulsemos un gobierno que este al servicio de los explotados para mejorar las paupérrimas condiciones a las que los explotadores nos han arrojado. Ahora es nuestro turno de demostrar quien manda en la sociedad.
El primero de Julio fuimos testigos de la cristalización de un fraude que tenia meses ejecutándose y perfeccionándose. Las bodegas llenas de despensa en estados como Veracruz o las boletas duplicadas encontradas en Oaxaca y Puebla, son una muestra clara de que el fraude fue planificado y organizado desde las altas cúpulas de la burguesía, del PRI y también del PAN. No es ninguna casualidad que Vázquez Mota se declarara derrotada a una hora del inicio del PREP cuando según las encuestas, manipuladas descaradamente, la declaraban como segundo lugar. Ellos estaban preparados y solo ejecutaron el guion previamente elaborado”.
Es evidente que la ruindad de la burguesía y sus intereses como clase dominante hacen del actual sistema democrático todo un circo en el que el voto de los trabajadores no tiene ningún valor; bajo el capitalismo los derechos democráticos de la mayoría son pisoteados sistemáticamente sin el menor empacho por parte del Estado, supuesto principal garante del “estado de derecho”. En realidad, al igual que en 2006, las instituciones electorales y de toda índole se han puesto al servicio del fraude electoral organizado por los banqueros y empresarios, develando de esta manera el verdadero rostro del Estado y los intereses que defiende.
Es por ello que revertir este nuevo fraude electoral inevitablemente exige una guerra sin cuartel contra el gobierno, pues dado los resultados derrocar al Estado capitalista para sustituirlo por un Estado obrero se presenta como una condición para avanzar en pos de una genuina democracia, factor que al mismo tiempo tiene que ser una palanca de apoyo para expropiar a los barones del dinero como antesala para la solución de los problemas de fondo que padece la clase obrera. Los trabajadores y nuestras organizaciones debemos unir fuerzas y marchar juntos como una sola persona contra el intento de imponer a Peña Nieto en la presidencia de la República, luchando al mismo tiempo por una democracia obrera y la aniquilación de la propiedad privada capitalista. Solamente luchando y alcanzando esos objetivos, los trabajadores lograremos que nuestra voluntad sea la que defina el rumbo de la sociedad.
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Los acontecimientos electorales y las malas condiciones económicas y sociales que afectan a los jóvenes y a la clase trabajadora han obligado a estos sectores a buscar las causas y las soluciones a esta problemática. Esto quedó demostrado en la Escuela de Formación Política que organizó la Tendencia Marxista Militante, el pasado 8 de septiembre en las instalaciones de la sección IX de la CNTE.
La asistencia fue muy nutrida, con más de 50 personas presentes, entre los que se encontraban estudiantes de la UNAM, la BUAP, trabajadores despedidos del SME, representantes de MORENAZA, jubilados de la CNTE, del IMSS, quienes escucharon con atención, participaron con preguntas e hicieron comentarios. Todos destacando la importante necesidad de la formación teórica para poder comprender la problemática social y económica, así como tener las herramientas necesarias para explicar a más trabajadores y jóvenes las causas de los problemas que vivimos en este sistema capitalista, y que hay una alternativa para salir de él: el socialismo.
Los temas sobre los que se discutió giraron en torno a dos ejes: la historia de la dialéctica (por la mañana) y el Anti-During (por la tarde). La introducción al primer modulo estuvo a cargo de la compañera Alondra Ramos, quien hizo un recorrido desde los filósofos de la Grecia Antigua (Heráclito, Sócrates, Platón, Aristóteles) hasta la Filosofía Clásica Alemana (Kant, Fitche, Hegel), pasando por los de la Edad Media y el Renacimiento (Nicolás de Cusa y Boheme). Llegando finalmente a la concepción científica del mundo: el materialismo histórico dialéctico desarrollada por Marx y Engels. Por la tarde, la introducción correspondió al camarada Rodrigo Cruz, quien profundizó sobre el método del materialismo dialéctico, misma que se amplió con las participaciones de compañeros que hablaron sobre la teoría del conocimiento, el método y ejemplos con los cuales se pudo comprender más la vigencia de la dialéctica materialista para entender nuestra realidad actual y cómo transformarla.
Así pues, nuestra Escuela de Formación sirvió para aclarar dudas y reafirmar que sólo con la teoría marxista y con la práctica, es decir, con la intervención en las manifestaciones de los trabajadores y los jóvenes por sus reivindicaciones inmediatas, se explican y aplican estas ideas. De esta forma iremos despejando el camino para que la clase trabajadora sea dueña de la riqueza que produce y que por lo tanto le corresponde disponer de ella en su beneficio y no en el beneficio de un puñado de capitalistas parásitos que se enriquecen con el trabajo ajeno.
Nuestro trabajo se complementó con exposición y venta de libros de la Fundación Federico Engels, nuestro periódico Militante y boletos para rifa de un Ipad2 (http://www.militante.org/rifa-ipad2). Esta última actividad, para pedir la solidaridad de jóvenes y trabajadores que simpatizan con la lucha por la transformación social y con su apoyo económico nos permite ampliar la propaganda de las ideas revolucionarias del socialismo científico.
Hacemos un reconocimiento a todos los compañeros que nos acompañaron y el esfuerzo de cada uno con sus participaciones. Así mismo invitamos a jóvenes, trabajadores activos, jubilados, amas de casa y a todas las personas a que no sólo señalemos lo que está mal en la sociedad sino que actuemos y apliquemos la frase de Marx: “Los filósofos han interpretado el mundo de diversas formas, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Estén atentos a la siguiente Escuela de Formación sobre Economía Política o Teoría del Valor del Trabajo.
Carlos Marín, director de Milenio diario:
El día 3 de septiembre se publicó en el diario que diriges una nota titulada: “Para leer en libertad operaba para AMLO con fondos del GDF.
La fundadora fue funcionaria en la gestión de Andrés Manuel. El grueso de sus labores se concentra en el seguimiento de las actividades de Morena”. La nota estaba firmada por Miriam Castillo. Extrañamente otra nota con información muy similar fue publicada en el diario 24 horas el mismo día.
Tras señalar que nuestra asociación civil, la Brigada para Leer en Libertad había recibido fondos del gobierno del DF y de la Asamblea de Representantes por realizar servicios editoriales, concluye que “el grueso de sus actividades se concentra en el seguimiento de las actividades de Morena (y que) con este perfil participó en una convocatoria que realizó la Secretaría de Desarrollo social para que se le otorgue una subvención de entre 50 y 400 mil pesos”.
La afirmación es absolutamente falsa.
Este financiamiento, al que acudimos como decenas de otras asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales, fue absolutamente realizado en el marco de promoción de la lectura y celebración del bicentenario y alcanzó los 150 mil pesos.
En contrapartida la Brigada organizó 39 conferencias sobre la independencia y la revolución en barrios marginales de la ciudad de México, se organizaron 14 lecturas en comedores populares del DF de cuentos y poemas de autores nacionales y extranjeros y se entregaron 24 bibliotecas en barrios, ofreciendo posteriormente cursos de capacitación para los encargados. A pesar de que nos habíamos comprometido a dar 12 lecturas, conferencias y a entregar 4 bibliotecas, sobrecumplimos el programa ampliamente.
Con esa misma institución editamos una biografía sobre el cura Hidalgo con un tiraje de 7 mil ejemplares por lo que recibimos un apoyo para la impresión de 40 mil pesos (menos de 6 pesos por ejemplar).
Todo esto fue posible gracias a millares de horas de trabajo voluntario de miembros de la brigada; a la inmensa colaboración de casi un centenar de escritores e historiadores y a las donaciones de libros que recibimos en los tianguis.
Es más, colaboramos de manera gratuita para la distribución de libros infantiles el día de reyes de en una zona de campamentos de damnificados por una inundación.
Ni un solo libro sobre MORENA o sobre la campaña de Andrés Manuel fue publicado con ese financiamiento. Pero además de calumnia, la afirmación es risible. Después de haber hecho todo lo que mencionamos, ¿qué dinero podría sobrar para financiar la campaña?
Respecto a que nuestra coordinadora, Paloma Saiz, fue funcionaria en la administración de Andrés Manuel, es público y sabido, que fue directora de la feria del libro de la ciudad y antes había coordinado los programas de promoción de la lectura en la Secretaría de Cultura del DF, como Para Leer de Boleto en el Metro, Sana sana leyendo una plana, Letras de luz, Letras en rebeldía y otros, con una notable éxito y que en ese proyecto participaron algunos de los que hoy son miembros de la brigada. Tratar de unir las dos historias parecería sugerir que apoyamos a Morena en pago de deudas laborales. Eso es una calumnia.
En la nota se afirma que recibimos de la Asamblea legislativa 250 mil pesos por la edición de 3 libros. Es cierto, propusimos a la comisión de cultura de la Asamblea la edición de las biografías de Juan Escudero, Rubén Jaramillo y Librado Rivera con un tiraje de diez mil ejemplares cada uno. Estos libros, dentro de nuestro proyecto de promoción de la lectura, fueron distribuidos en tianguis de libros y en conferencias de los autores a lo largo de todo el Distrito Federal. Como podrás ver, nada tiene que ver con MORENA ni la campaña de AMLO.
Es absolutamente cierto que la Brigada para Leer en Libertad ha estado profundamente ligada a la campaña de Andrés Manuel en estos últimos meses (y lamentamos no haberlo estado aún más) y que editamos libros, folletos, promovimos conferencias y debates en el contexto de esta campaña, que colaboramos en la realización del folleto “Fraude 2012.” Todo esto sumó horas de trabajo voluntario, decenas de miles de ellas, a apoyos para la impresión que vinieron de diputados locales (de su bolsillo personalísimo), PRD del Distrito Federal, candidatos del frente progresista y organizaciones de MORENA.
Por lo tanto, la afirmación que encabeza la nota de que “operábamos para AMLO con fondos del gobierno del DF” es una calumnia, vil y vulgar difamación. Y además de patético es risible: Después de haber realizado todas estas ediciones, montado todas estas bibliotecas populares, dar cursos de capacitación, organizar todas esas lecturas en voz alta y conferencias, ¿Cuántos pesos sobraron de los 439 mil pesos (que no del millón 110 mil pesos que se nos atribuyen) que recibimos para financiar a Andrés Manuel?
Si no fuera por la “extraña” coincidencia de que una nota enormemente parecida fue publicada el mismo día en otro diario de esta ciudad, atribuiríamos a la mala fe de una reportera y de un titulador lo sucedido. Pero en este país y en estos tiempos uno desconfía de las coincidencias.
¿Quién está interesado en desacreditar el trabajo de la Brigada para Leer en Libertad y por qué razones?
Por la Brigada para Leer en Libertad
Paco Ignacio Taibo II
PD. En beneficio de la libertad de expresión y el derecho de réplica te pedimos que esta respuesta se publique en la misma página y el mismo espacio en que la nota aludida fue publicada el 3 de septiembre.[i]
“Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico”
(Rosa Luxemburgo, 1899).
Por segunda ocasión en este año, la Fundación Federico Engels, el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) y la Tendencia Marxista Militante, junto con el Comité Promotor de la Huelga General contra el Fraude, invitamos a estudiantes y trabajadores a la tradicional Mini-Feria del Libro Marxista que desarrollaremos en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
La coyuntura actual de la lucha de clases en nuestro país, tras las elecciones fraudulentas del pasado 1º de julio, ponen a la orden del día la necesidad de fortalecer teórica y organizativamente al movimiento social de jóvenes y trabajadores que estamos dando la batalla contra la imposición de Enrique Peña Nieto en la presidencia.
Sabemos que detrás del descarado fraude está la necesidad de la burguesía mexicana de seguir cargando el costo de la crisis capitalista a los trabajadores y sus hijos. La imposición de Peña Nieto en el poder pretende continuar y profundizar las medidas impulsadas por los gobiernos del PAN: terminar de privatizar PEMEX, CFE y la educación pública; imponer la contrarreforma laboral, aplicar IVA a medicamentos y alimentos; desmantelar al IMSS y al ISSSTE, así como eliminar todos nuestros derechos democráticos. ¡No podemos permitir esto!
Al mismo tiempo que seguimos luchando en las calles para defender nuestros derechos, debemos armarnos con la teoría científica y revolucionaria del marxismo que es una guía para la acción. Te invitamos a adquirir libros clásicos de Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo, etc., así como el periódico “Militante, Voz Marxista de los trabajadores y la juventud” y el “Programa de la Juventud”, entre otros tantos materiales. Nos encontrarás en la explanada de la Facultad de Físico-Matemáticas de la BUAP, del 29 al 31 de agosto, con un horario de 10:00 a 15:00 horas. ¡Te esperamos!
Al igual que en 1988 y en 2006 nuevamente pretende ser impuesta la voluntad de la burguesía sobre la de los trabajadores a través del frade electoral desarrollado en la pasada contienda del 1° de julio. Con esa medida la clase dominante pretende mantener intacto el sistema político que durante décadas ha sido su principal herramienta de dominación y opresión sobre el proletariado para su explotación. El Estado capitalista no es neutro y actúa a favor de los intereses de los empresarios y banqueros, mismos que están totalmente dispuestos a evitar a toda costa que esa realidad no cambie ni en un solo milímetro, incluso recurriendo al fraude en cada elección que así lo crean conveniente.
El fraude electoral de 1988
A lo largo de la historia contemporánea de México han sido varios los intentos de la clase trabajadora y de sus hijos por encontrar más y mejores cauces democráticos para luchar por mejores condiciones de trabajo, de estudio y de vida; los estudiantes en 1968 escenificarían uno de los más valerosos episodios en esa lucha. Dos décadas después nuevamente veríamos a las masas oprimidas lanzándose con todo ímpetu contra el cerco priísta que impedía una mayor vida democrática para la clase trabajadora – no olvidemos la formidable y poderosa maquinaria de control social que durante años significaron la CTM y el Congreso del Trabajo, por ejemplo – esta vez organizadas en torno al candidato del Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en quien un multitudinario sector de trabajadores de la ciudad y del campo veía como una opción electoral para derrotar al PRI y a su candidato, Carlos Salinas de Gortari, en las elecciones del 6 de julio de 1988.
Cárdenas junto con figuras como Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre otros, crearían a finales de 1996 la Corriente Democrática (CD), haciendo de esta manera una cuestión pública y más que evidente el malestar de un significativo sector del priísmo por el nuevo rumbo adquirido por el Régimen en ese entonces encabezado por Miguel de la Madrid Hurtado en la presidencia de la República y en el que la prioridad era desmantelar el viejo Estado de bienestar y nacionalista para subordinar a México a las severas condiciones impuestas por el FMI y el Banco Mundial con tal de obtener de estas últimas el auxilio necesario para enfrentar la severa crisis de la deuda externa. En ese marco arrancaría un proceso continuado por todos los gobiernos posteriores hasta el día de hoy de privatizaciones, de recortes al gasto social, de incremento de impuestos, de reducciones severas a los apoyos públicos al campo, de despidos masivos en el sector público y desempleo generalizado, de topes salariales, etcétera.
El surgimiento de la CD y su posterior ruptura con el PRI tras la designación en 1987 de Salinas de Gortari como candidato de dicho partido, logró atraer la atención de un importante número de trabajadores y campesinos, así como de integrantes de las capas medias de la sociedad, transformándolo con relativa prontitud en el referente de masas de oposición más importante del país. La crítica hacia la política anti popular y antinacionalista por la que ya había optado el PRI y Miguel de la Madrid, además encabezada por el hijo del artífice de la expropiación petrolera de 1938, el General Cárdenas, conectaron con el sentir de las masas empobrecidas que vieron en la CD una alternativa para luchar en defensa de sus intereses.
El anterior resultado y el ambiente especialmente convulsivo de aquella época crearon las condiciones favorables para un movimiento de masas que forzó la candidatura de Cárdenas para las elecciones del 6 de julio de 1998 y la unidad de un significativo número de partidos de oposición para disputarle la presidencia de la República al priísmo. El Frente Democrático Nacional (FDN) nacería en enero del 2008 integrado por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (quien postularía a Cárdenas en octubre de 1987), el Partido Socialista de los Trabajadores y el Partido Popular Socialista; un mes antes de las elecciones se sumaría al FDN la principal fuerza política de oposición de aquellos años, el Partido Mexicano Socialista, proporcionando una enorme vitalidad y fortaleza al movimiento. Además de dichos partidos también le dieron vida a FDN un número incuantificable de organizaciones políticas, entre ellas la Coalición de Izquierda, el Movimiento de Acción Popular, la Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo (COCEI), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México, la Unión de Colonias Populares, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata y la Central Campesina Cardenista.
En ese marco de organización y de polarización social el PRI enfrentaría por primera vez en las historia a un contrincante con amplias posibilidades de arrebatarle las silla presidencial tras la contienda del 6 de julio. La jornada electoral se desarrolló plagada de delitos e irregularidades; incluso estallaron confrontaciones violentas en cientos de casillas entre los seguidores del FDN defendiendo las urnas y los priístas tratando de aplicar sus clásicas triquiñuelas. Lo anterior sin dejar de recordar que cuatro días antes de las elecciones sería asesinado Román Gil Heráldez, secretario de Francisco Javier Ovando, quien correría la misma suerte dos días después. Javier Ovando colaborador de Cárdenas y encargado de recoger el resultado de las elecciones en todo el país, objetivo para el que creó una red para obtener información inmediata y veraz sobre la evolución del voto durante y al finalizar la contienda del 6 de julio. Con su asesinato el PRI y De la Madrid pretendían evitar que la oposición conociera de forma oportuna los resultados y los difundiera con celeridad a la opinión pública.
Ya finalizada las jornada del 6 de julio, y tras el arranque del conteo de los votos, la Comisión Federal Electoral, encabezada por Manuel Bartlett, se encontró que la votación no favorecía al PRI y que la distancia favorable para el FDN ponía a éste último en una tendencia irreversible; la presidencia de la República reacciona rápidamente mandando la orden de que el conteo de votos se suspendiera y que no se hiciera pública ninguna afirmación hasta que se hicieran los ajustes técnicos para modificar las cifras; siendo así ese día a las 8:30 pm aproximadamente se cayó el sistema de computo de la Comisión Federal Electoral justo en el momento en que el conteo ya le daba al FDN una preferencia del 40.16% contra la del PRI en segundo lugar con el 26.76% de los votos y el 26.61% para el PAN en tercer lugar. Después, cuando el sistema se normalizó, las tendencias mágicamente favorecían al PRI. Al final los resultados oficiales le dieron a Salinas el 50.7% de los votos contra el 31% de Cárdenas.
Ante el robo la respuesta fue masiva por parte de los trabajadores y del campesinado pobre abarrotando literalmente en repetidas ocasiones las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México con movilizaciones y mítines defendiendo el triunfo del FDN; el contexto era en verdad favorable para derrotar el fraude a condición de que Cárdenas tomara las medidas adecuadas confiando en la clase trabajadora, apelando a los sindicatos independientes y a la efervescencia contra los charros sindicales al interior de la CTM. Por su parte el campesinado pobre también ya había dado muestras de sobra sobre su disposición de ir hasta las últimas consecuencias. Sin embargo ese llamado no llego y en cambio Cárdenas confió en el PAN, partido que supuestamente votaría en la Cámara de Diputados Federal en contra de la Calificación del proceso electoral. Pero sucedió todo lo contrario: el 27 de agosto de 1988 la dirigencia panista y su candidato, Manuel J. Clouthier, se entrevistarían con Salinas para pactar la calificación del proceso. El acuerdo fue que el PAN no votaría en contra y se abstendría, dejándole el terreno libre a la bancada priista para que ellos solos y su mayoría calificaran positivamente el proceso electoral fraudulento que a la postre llevaría a Salinas al poder.
Tras ese hecho y dado que Cárdenas no confió en la clase obrera para impulsar una resistencia tenaz y a altura de las circunstancias, el movimiento se desgastó yéndose de las manos la oportunidad para derrotar al PRI y al fraude electoral en 1988.
El fraude electoral del 2006
De cara a las elecciones del 2006, Fox y la burguesía conscientes del enorme malestar social acumulado por aquellas fechas y de que éste estaba encontrando un importante cauce de expresión a través del apoyo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en casi todos los rincones del país, factor que ponía en peligro la reproducción en el poder de la derecha y por consecuencia de sus políticas antiobreras, optaron por anticiparse a la contienda electoral tratando de impedir la participación en las mismas del entonces Jefe de Gobierno del DF. Por medio de subterfugios legales Fox trató de quitar el fuero constitucional a AMLO para ser juzgado y sentenciado penalmente para que perdiera sus derechos políticos, incluido el derecho a participar como candidato a la presidencia de la República en las elecciones del 2 de julio de 2006.
El proceso contra AMLO se extendió de 2004 a 2005, periodo en el que la respuesta de las masas para defender a quien ya consideraban desde entonces su candidato para el 2006, fue de menos a más. Y tras la consumación del desafuero el 7 de abril de 2005 la movilizaciones en defensa de AMLO alcanzaron cuando menos al millón de seres humanos en el DF. En ese momento para la burguesía el mensaje era claro: o daba marcha atrás en el desafuero o las cosas podrían salirse de control yendo más lejos. En ese contexto Fox sería obligado a morder el polvo y su desafuero fue derrotado.
Ese éxito político de las masas oprimidas y desheredadas se tradujo en un ambiente que creo mayores posibilidades de triunfo para AMLO de cara a las futuras elecciones, viéndose obligados Fox y la burguesía en redoblar sus esfuerzos para impedir un resultado favorable para la izquierda. Cerrando filas los empresarios y los banqueros junto con sus partidos, el PRI y el PAN, organizaron una multimillonaria campaña de desprestigio contra AMLO sin parangón alguno en la historia de México y pusieron al servicio del candidato del PAN todos los recursos tanto de gobierno federal como los de las administraciones estatales para fraguar un fraude que asegurara una lección favorable a la derecha; además las piezas claves para la legitimación del fraude, el IFE y la justicia electoral con titulares a modo, habían sido perfectamente aceitadas para fallar el favor del candidato de los empresarios.
Así se llegó al 2 de julio, y ese día, ya en el primer conteo preliminar AMLO tenía una ventaja sobre Calderón de 500 mil votos. Esa misma noche Luis Carlos Ugalde, entonces consejero presidente del IFE, saldría en cadena nacional declarando que en esos momentos no había ninguna tendencia clara como para definir a un ganador de las elecciones. Con esa maniobra la maquinaria cibernética del fraude ganaría tiempo suficiente para ponerse a trabajar a todo vapor, obteniendo como resultado que al día siguiente, el lunes 3 de julio, desaparecieran 3 millones de votos, creando con ello el margen apropiado para que, basados en la magia de los algoritmos, al concluirse las sesiones en los consejos distritales el 6 de julio, el candidato panista resultara con una ventaja del 0.58 sobre AMLO.
Un día después la consigna del recuento de “voto por voto, casilla por casilla” sería adoptada por la multitudes y el sábado 8 de julio, respondiendo al llamado de AMLO para dar información a sus seguidores, cuando menos medio millón de personas se concentrarían en el Zócalo capitalino. De esa forma arrancaría la lucha contra el fraude electoral y la imposición del espurio Calderón en poder. El domingo 16 las masas nuevamente mostrarían toda su rabia contra el fraude, esta vez con una nueva concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, pero esta vez alcanzando un asistencia del millón y medio. Y la dosis sería repetida el domingo 30 con un acto de masas participando aproximadamente 3 millones de trabajadores de la ciudad y del campo, de acuerdo al reporte de La Jornada en aquellas fechas.
Para ese momento al igual que lo hicieron en 1988, las multitudes obreras y campesinas ya habían expresado toda su voluntad para tomar acciones de gran calado para enfrentar el fraude electoral de la burguesía. Paralelo a ello no hay que olvidar que al mismo tiempo se desarrollaba una formidable insurrección revolucionaria en Oaxaca y que el sindicato minero se encontraba inmerso en una fuerte y combativa oleada huelguística. Además, en marzo de ese año, la respuesta a la ofensiva de Fox de pretender desaparecer al sindicato minero, arrojó como saldo la conformación del Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical, integrado por el Frente Sindical Mexicano, la Unión Nacional de Trabajadores y la Coalición de Sindicatos Nacionales y Confederaciones del Congreso del Trabajo, agrupación que lanzó por aquellas épocas formidables movilizaciones obreras en las principales ciudades del país, especialmente en el DF.
En realidad el ambiente de efervescencia era más que adecuado para la lucha decidida y en ese marco un llamado serio a la huelga general habría creado una ambiente de mayor combatividad, atrayendo a un número mayor de gente a la lucha y en particular a la clase trabajadora organizada a través de sus sindicatos, sacando de la indefinición a sus dirigentes; esa táctica habría puesto a temblar a Fox y a la burguesía con fuertes posibilidades de obligarlos a replegarse. Sin embargo ese 30 de julio AMLO no llamó a la huelga y si al plantón en la plancha del Zócalo, mismo que se extendió a lo largo de la Avenida Reforma, manteniéndose esa medida por aproximadamente 45 días a la par que se apelaba a la justicia electoral para que se limpiaran las elecciones.
No obstante las limitaciones del plantón, el serio temor a la iniciativa de la base de apoyo de AMLO a lo largo y ancho del país semiparalizó al Régimen, viéndose éste obligado a tolerar un movimiento amenazador que de un momento a otro, y teniendo como ejemplo la lucha en las calles y en las barricadas por parte del heroico pueblo oaxaqueño, podría sobrepasar las acciones propuestas por los dirigentes. Un caso que por sí mismo ilustra la maravillosa fortaleza de la lucha contra el fraude en 2006 y sus alcances es la negativa de los generales ante la exigencia de Calderón como presidente electo para sacar al ejército a las calles; ya antes, en el marco de la lucha contra el desafuero, el alto mando de las fuerzas armadas había rechazado la orden de Fox de lanzar a las tropas contra el pueblo trabajador. Los sectores más inteligentes de la burguesía comprendían que la polarización social estaba en un punto límite y que el sacar al ejército en las calles se podría trasformar en el detonante para un estallido social sobre el cual los dirigentes reformistas ya no pudieran hacer gran cosa para controlarlo, extendiéndose las barricadas de Oaxaca a la Ciudad de México y al resto del país.
Es por ello que los estrategas de la derecha mejor optaron por resistir a piedra y lodo, atrincherándose en sus reservas de combate (el IFE, los tribunales electorales, el parlamento, etcétera) y confiando en que los dirigentes de izquierda no llamarían a ninguna acción más enérgica por encima del plantón de Reforma para que el cansancio y el desgaste, acompañados de una salvaje campaña mediática de desprestigio contra la lucha, hicieran mella en el movimiento hasta debilitar significativamente su capacidad de respuesta. El sábado 5 de agosto el TEPJF rechaza por unanimidad la exigencia de AMLO de realizar un nuevo conteo de las 130 mil 477 casillas instaladas el 2 de julio, ordenando solo abrir 11 mil 839 paquetes electorales correspondientes al 9 por ciento del total. Finalmente esa misma institución el 5 de julio determina avalar legalmente las elecciones fraudulentas.
Así, tras varias semanas de feroz combate, las diferentes oportunidades para derrotar el fraude electoral del 2006 se desperdiciarían, siendo jurado como presidente de la República el espurio Calderón el 1° de diciembre de ese año.
2012: no permitamos que la historia se repita
La burguesía y sus partidos llegan a las elecciones del 2012 convencidos de que por ningún motivo se podría poner en riesgo su estancia en el poder en un momento decisivo para el capitalismo dado la crisis económica que sacude al planeta desde el verano del 2007. La actual crisis mundial del capitalismo provocó una seria desaceleración en nuestro país durante 2008, derivando esa situación un año después en el peor colapso económico de los últimos 70 años de historia en México. Todo ello se ha traducido en despidos masivos y la caída generalizada de los niveles de vida para todos nosotros, pero también en el cierre y quiebra de miles de empresas. Y a pesar de la relativa recuperación que México experimentó durante 2010 y parte de 2011, ya para la segunda mitad de ese último año y a lo largo de 2012 nuevamente la economía nacional arroja importantes signos de deterioro, alimentando de forma gradual pero firme una nueva recesión.
Siendo ello así, para salvaguardar sus privilegios en ese contexto de desaceleración económico y ante una eventual nueva recesión, fenómenos que provocan la caída de los beneficios empresariales, la clase dominante sabe que es necesario no sólo mantener el rumbo respecto a sus políticas implementadas a través del Estado sino que se requiere profundizarlos; los barones del dinero temen de un gobierno de izquierda con las masas proletarias detrás de éste presionando para que sus demandas sean satisfechas.
Lo anterior dado que para proteger sus intereses en medio del torbellino de la crisis mundial de la economía, la burguesía necesita disciplina y lealtad total de parte del Estado para incrementar la explotación de los trabajadores y el saqueo de la riqueza nacional. Lo que la mafia en el poder necesita es privatizar al 100% el sector energético –Pemex y CFE-, desmantelar al IMSS y al ISSSTE, profundizar la privatización de la educación, imponerle IVA a alimentos y medicamentos, así como imponer la contrarreforma laboral, entre otros ataques. Eso es lo que necesita el capital y no reformas que por modestas es insuficientes que sean para solucionar algunos de los problemas de los más pobres, signifiquen algún costo para la burguesía o que entorpezcan el que los recursos del Estado sean puestos a su disposición tal como sucede, por ejemplo, con el multimillonario rescate bancario impuesto por el PRI en el sexenio de Zedillo y que hasta la fecha continúa desangrando las finanzas públicas.
Si en 2006 el fraude electoral fue necesario para los intereses de los banqueros y empresarios, en este marco mundial de crisis económica la imposición fraudulenta de Enrique Peña Nieto (EPN) en el Poder les resulta a estos señores doblemente indispensable. Por eso fraguaron un fraude no sólo monstruoso, sino además extremadamente cínico, es decir a la luz del día, pues los priístas y Calderón no tuvieron el menor empacho en cuidar las formas y ocultar algo.
Proyectos como “Promueve 2012” (financiado por diferentes organizaciones, entre ellas la Fundación Jumex y Cáritas de la diócesis de Ecatepec, para garantizar 4 millones de votos para el PRI en el Edomex), la “Operación maletas” (diseñado para triangular fondos de todos los gobiernos priístas de las diferentes entidades del país hacia la campaña de EPN), el “Operativo Ágora” (diseñado por el SNTE y Elba Esther Gordillo y con un costo mayor a los 151 millones de pesos para movilizar a las urnas 3.5 millones de votos cautivos para el PRI y a 6 millones de “ciudadanos contactados”) el caso de Banca Monex (por medio del cual se pusieron al servicio de la logística de la campaña y para el pago de todo un auténtico ejército de operadores políticos del PRI 159.4 millones de pesos) o el de la tienda departamental Soriana (distribución de 5.2 millones de dólares por medio de cientos de miles de monederos electrónicos para la compra del voto. Tan sólo en el Edomex se distribuyeron 1.8 millones de esa clase de tarjetas), fueron casos ampliamente documentados por la prensa y a la fecha continúan impunes.
Lo anterior sin olvidar la multimillonaria campaña televisiva a favor de EPN y denunciada por el diario británico The Guardian tres semanas antes de las elecciones, ni los tres millones de boletas electorales apócrifas decomisadas por el FBI en Texas, EU, o las 2.5 millones de boletas duplicadas e impresas por la empresa Talleres Gráficos de México por ordenes del IFE y que fueron enviadas a Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tabasco, Campeche, Guerrero, Tlaxcala, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Tamaulipas, Yucatán, Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Colima y el Distrito Federal.
La lista de todas las triquiñuelas es más larga aún, pero otro caso a destacar por su dramatismo como un recurso más del fraude y que demuestra hasta donde son capaces de llegar los priístas y los empresarios con tal de imponer su voluntad, es el asesinato de los compañeros Tomas Betancurt, coordinador de Morena en Nuevo León, y de Luis Antonio Contreras, representante del PRD ante el Instituto Electoral de Valle de Santiago, Guanajuato. Ambos fueron ejecutados por pistoleros a sueldo horas antes de las elecciones del 1° de julio.
Ante la más descarada evidencia del fraude, AMLO no tiene que reconocer los resultados que tras las conclusión del cómputo de los votos, el viernes 6, le dan el 38.21% a EPN contra el 31.59% al candidato de la izquierda. En sus diferentes declaraciones a lo largo de la primera semana AMLO ha insistido en la vía legal para impugnar los resultados y no ha convocado a ningún acto de masas para luchar en las calles; a pregunta expresa de que si convocaría a movilizaciones durante la conferencia de prensa del día 5, el máximo dirigente de izquierdas respondió de la siguiente manera: “Están nerviosos [refiriéndose a la derecha] porque pensaron que íbamos a actuar de otra manera (…) vamos a seguir el proceso legal…”
En esencia esa es la actitud que ha mantenido AMLO tras una semana de las elecciones y está claro que ese camino sólo le facilitará las cosas a la mafia en el poder para conculcar el fraude, prueba de ello es el recurso de impugnación interpuesto por Ricardo Monreal, coordinador de campaña de AMLO, solicitando el recuento del 100% de las casillas electorales y frente al cual el IFE ha reaccionado aplicando dicha medida únicamente al 54% del total de los sufragios.
El fraude avanza y hay que frenarlo en seco, ello no quiere decir que sea necesario renunciar a la lucha en los tribunales electorales, pero sí significa el que esta tenga que ser acompañada de un poderoso movimiento de masas en las calles, como en 2006, pero esta vez reforzado por medidas que demuestren en realidad quién tiene la fuerza en esta sociedad. Y dicha fuerza radica en la clase trabajadora y su participación en la producción, es decir, por consecuencia, en su capacidad para frenar la crisis económica por medio de una huelga general que golpee el corazón mismo del capitalismo y los intereses de los barones del dinero.
Las movilizaciones y el plantón del 2006 contra el fraude y la imposición de Calderón fueron magníficas, pero a la postre resultaron insuficientes. Debemos sacar las lecciones necesarias de la experiencia anterior para concluir que esta vez necesitamos ir más lejos, las circunstancias exigen. Las condiciones son magníficas para luchar: los estudiantes de aproximadamente 150 universidades de todo el país se están movilizando, la UNT y el Frente Sindical Mexicano –mismo este último conformado por el SME, entre otros- se agruparon en mayo pasado en Morena Laboral; el 23 de junio 600 organizaciones de todo tipo, entre ellas sindicales, lanzan el Manifiesto Por la Paz y la Legalidad Electoral en el que expresan su decisión de salir a las calles contra un nuevo fraude electoral, y el día 25 del mismo mes 12 organizaciones campesinas de masas formaron un frente anti Peña Nieto. Ello sin dejar de lado a los 4 millones de afiliados a Morena y los otros cientos de miles de militantes del resto de los partidos de izquierda y la voluntad de lucha demostrada por las masas oprimidas y explotadas por el capitalismo a través de la concentración de 1.4 millones de seres humanos provenientes de todo el país para el cierre de campaña de AMLO el 27 de junio. Con esa respuesta los trabajadores le estaban mandando una señal muy clara al candidato de izquierda sobre su disposición a atender un llamado a acciones de fondo para derrotar al PRI y al resto de la derecha.
En todos los factores expuestos en el anterior párrafo son en los que AMLO tiene que confiar para actuar de manera decidida. En el pasado el triunfo del fraude que llevó a Salinas al poder tuvo un costo más que elevado para la clase trabajadora, el campesinado pobre y sus familias; también esos años fueron negros para la izquierda, pues otra factura por el triunfo de Salinas fue el asesinato sistemático de militantes del PRD, aproximadamente 650 compañeros. También el triunfo del fraude en 2006 ha tenido una trascendencia terriblemente negativa para las condiciones de vida y de trabajo para los desheredados; además el baño de sangre bajo el gobierno de Calderón con más de 60 mil víctimas fatales es el más dramático en décadas de historia de nuestro país. Si nuevamente triunfa el fraude y Peña Nieto es impuesto ya veremos cómo el costo por no actuar a la altura del reto impuesto por la burguesía arrojará saldos similares o incluso más graves que los de la actual administración panista.
Nuestro único camino es pasar a la acción por medio de la huelga general, impulsando un Frente Único de sindicatos, Morena, partidos de izquierda, el Movimiento #YoSoy132, centrales campesinas, además de la conformación de comités de acción y lucha en todas los centros de trabajo, comunidades campesinas, escuelas, barrios obreros, etcétera, con el objetivo de unificar la lucha en todo México. Al mismo tiempo tenemos que pugnar por un programa de lucha que asegure la derrota definitiva de la derecha por medio de la expropiación de los barones del dinero y de toda la clase dominante bajo el control democrático de la clase trabajadora.
Es posible derrotar al fraude electoral y lo que se necesita es determinación, pues las condiciones son las necesarias, es por ello que AMLO debe convocar a una lucha decidida y a una huelga general.
“Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria y,
sin práctica revolucionaria, no puede haber teoría revolucionaria”
(Federico Engels)
Las recientes movilizaciones desarrolladas por miles de jóvenes en nuestro país expresan todo el hartazgo hacia la actual situación de represión y explotación que vivimos bajo el capitalismo. Ponen de manifiesto la voluntad y disposición a luchar contra la imposición del candidato de la derecha (Enrique Peña Nieto) en las elecciones presidenciales del próximo 1 de Julio.
Queda claro que los jóvenes y trabajadores ya no queremos más gobiernos del PRI ni del PAN que han venido defendiendo los intereses de los capitalistas y atacando todos nuestros derechos ganados en el pasado mediante la lucha. Pero hace falta tener una mayor claridad sobre cuál debe ser nuestra alternativa y programa de lucha para transformar completamente la realidad actual. Ello lo podremos conseguir no sólo a través de la experiencia viva, sino también formándonos teóricamente con el método y las ideas del marxismo científico-revolucionario.
Es por eso que, como en ocasiones anteriores, el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) y la Tendencia Marxista Militante, hacemos nuevamente la invitación a jóvenes y trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) para que asistan a la tradicional mini Feria del Libro Marxista, que realizaremos del 13 al 15 de Junio, con un horario de 10 a 16 horas (los tres días), en la explanada de la Facultad de Físico Matemáticas (en Ciudad Universitaria).
Ahí podrás encontrar libros de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo y otros clásicos del marxismo científico editados por la Fundación Federico Engels (FFE), así como playeras, carteles y documentales de contenido revolucionario. ¡Te esperamos!
Desempleo y pobreza masivos, reducción del salario real y carestía de la vida, prolongación de la jornada y precariedad laboral, recortes al gasto social (en educación, salud, cultura y vivienda), narcotráfico, violencia, asesinatos, suicidios, etc., son costos terribles que la clase trabajadora está siendo obligada a pagar por la crisis mundial del capitalismo provocada por la burguesía.
Todas esas calamidades que enfrenta hoy también la juventud no son consecuencia de una crisis pasajera del capitalismo, sino de una crisis orgánica que pone de manifiesto su completa bancarrota. Por su puesto, como en todas las crisis inherentes al sistema capitalista, la polarización social se agudiza cada vez más. Pues mientras, por un lado, los banqueros y empresarios siguen acumulando la riqueza producida por los trabajadores; por el otro, estos que son la mayoría de la sociedad, ven agravada su miseria.
La época dorada de la economía capitalista, cuando la burguesía revolucionó las fuerzas productivas, ha quedado en el pasado, no puede seguirlo haciendo más. Al contrario, en su intento por salvar a su sistema agonizante, la burguesía sigue y seguirá destruyendo dichas fuerzas productivas: cerrando industrias y desperdiciando millones de horas de trabajo con los despidos masivos. Esto condena el futuro de la sociedad misma, porque estamos viviendo una profunda descomposición social que hunde en la barbarie a la mayoría de la población.
Los trabajadores y la juventud no podemos tolerar más ésta situación. La solución definitiva a la actual crisis mundial del capitalismo está en remover los cimientos de este sistema y construir una sociedad socialista, basada en la planificación democrática de la economía por parte de los trabajadores. Para lograr ello, necesitamos fortalecer y ampliar la organización de la clase trabajadora en nuestro país y a nivel internacional. Requerimos de un programa de lucha que vincule nuestras reivindicaciones más inmediatas con la necesidad de transformar la sociedad; así como de métodos revolucionarios basados en la movilización y la huelga general, por ejemplo, que demuestren quién manda verdaderamente en la sociedad.
De todo esto y de cómo debemos utilizar las próximas elecciones presidenciales en nuestra lucha por la transformación social, discutiremos en el “Encuentro de Trabajadores y Jóvenes de Izquierda” a realizarse el sábado 16 de Junio en La Casa del Obrero, ubicada en calle 15 Ote. No. 8, col. El Carmen (entre 2 sur y 16 de septiembre), Puebla, Pue. ¡Te esperamos!
Informes al correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y/o al teléfono 044 22 23 32 36 17
En la víspera de la cita electoral del 1 de julio y en el marco del 1 de mayo, la necesidad de la organización y la unidad del movimiento obrero resulta doblemente trascendente. Los trabajadores debemos unirnos para derrotar a la derecha en las urnas, pero fundamentalmente en las calles movilizándonos e impulsando huelgas generales. Para ello los dirigentes deben trazar un programa y una táctica de lucha coherente con las necesidades del movimiento y a la altura de las tareas que en estos momentos impone la lucha de clases. El camino a seguir para frenar los ataques de los patrones y para impedir que sus representantes, el PRI y el PAN, se reproduzcan en el poder una y otra vez es el de movilizar masivamente a la base de apoyo de AMLO y a los sindicatos el próximo 1 de julio, pero no parar ahí sino continuar y pasar a la ofensiva contra la burguesía por medio de la lucha clasista. Para ello se requiere que AMLO, el PRD, Morena, el PT y los sindicatos adopten una programa reivindicativo en el que además de defender los derechos laborales, también se llame abiertamente a luchar por la expropiación de la industria y de la banca bajo el control democrático de la clase trabajadora.
Siendo así, reiteramos que a estas alturas es más que necesario un urgente y profundo giro a la izquierda de parte de AMLO que levante los ánimos y que cree la agitación necesaria para asegurar esa movilización masiva del proletariado hacia las urnas y evitar que la cita del 1 de julio no sea desperdiciada como una oportunidad para asentar un golpe a la derecha y a la burguesía y para hacer que el movimiento obrero avance.
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Fondo de Lucha
Este martes 1 de Mayo no fue un primero de mayo cualquiera. Desde las siete horas la plancha del Zócalo lucía multicolor, esto debido a los sindicatos pertenecientes a la CTM, CROC y CROM que portaban el uniforme de su empresa, motivo por el cual se lograba percibir una gama de colores. Pero hubo un elemento que destacaba en las prendas de los trabajadores, detrás de sus playeras,presente el logo del PRI.
Por supuesto que era un primero de Mayo diferente, ya que se presentó a dos meses de las elecciones federales y en donde el viejo PRI volvió a hacer gala de sus artimañas. El corporativismo que tanto le ha caracterizado hizo acto de presencia nuevamente. El acarreo de trabajadores que bajo amenazas de despido, retención de salarios o días de castigo se presentan a pasar lista a la concentración del día del trabajo para escuchar un discurso añejo por parte de los líderes sindicales. Discurso que no plantea una salida a los problemas que aquejan a los trabajadores, no ofrece alternativas de lucha y sólo se queda en hipocresía por parte de los secretarios generales de las centrales obreras para ocultar su colusión con los patrones.
Sin embargo los trabajadores son partícipes y víctimas primeras de los resultados de la crisis económica y de las malas políticas del sistema capitalista. Es por esto que al escuchar el mitin del compañero que vende el periódico Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud, llamando a la formación del frente único entre trabajadores, estudiantes, campesinos y el MORENA para impedir que la derecha llegue a la presidencia y junto con ella ataques más cruentos en contra de los trabajadores, los obreros ponen atención, observan al joven que grita y adquieren un ejemplar de nuestro periódico.
Por otro lado de la plancha central, dos compañeros más de Militante con periódico, volante y bote en mano llaman a la verdadera unidad de todos los sindicatos (independientes, pequeños y nuevos) a una verdadera unidad para impedir el paso a la reforma a la Ley Federal del Trabajo impulsada por el PRI y el PAN y que de llegar alguno de estos dos partidos será puesta en marcha en detrimento de la clase trabajadora. Se llama a la democratización de cada uno de los sindicatos para que funcionen como verdaderos instrumentos de lucha en contra de los ataques de la derecha y la burguesía. Y no obstante la presión de los charros sindicales, los trabajadores responden con una tímida cooperación al bote.
Si los trabajadores en los sindicatos bajo las garras de la CTM titubean en adquirir el periódico o actúan tímidamente en aportar al boteo de los compañeros no es porque las ideas que se plantean no les signifique algo, sino porque la burocracia sindical los tiene a raya y bien vigilados para impedir que ideas revolucionarias despierten el ánimo de los trabajadores que motivaría su interés de lucha en contra de la opresión y en pro de sus mejores condiciones de vida. Si esto no fuera así y los trabajadores de Bimbo, Ricolino, Del Valle, SITATyR, etc. apoyaran al PRI simple y sencillamente voltearían la espalda a Militante y los callaría. Pero sucedió lo contrario y nuestras consignas en torno a la necesidad de democratizar a los sindicatos al momento de ofrecer Militante eran aceptadas por estos trabajadores.
Lo que si ya se ha hecho costumbre es que una vez terminado el mitin por parte de los dirigentes de las centrales obreras corporativistas, dispersan a la gente para impedir que estos trabajadores tengan contacto con los sindicatos independientes y más combativos como el SME, STUNAM, Mineros, Telefonistas, etc.
Es así que a las once horas hacen su aparición, por las principales avenidas que ingresan al Zócalo, los trabajadores de sindicatos como el STUNAM, Mineros, de pilotos y aeromozas, SME, Telefonistas, del INAH, etc. con gritos estruendosos de “¡Ni un voto al PRI, ni un voto al PAN!”
Nuevamente Militante con su consigna en portada de "Tenemos la fuerza, derrotemos a la derecha" hace una conexión perfecta con los trabajadores quiénes por tradición en las movilizaciones reconocen a Militante y convencidos de los mítines que cada compañero realiza, adquieren su ejemplar para fortalecerse políticamente, dotarse de una estrategia revolucionaria e informar y aglutinar a más sectores de la clase trabajadora a luchar en contra de la derecha, los burgueses y el capitalismo.
Los trabajadores debemos luchar por una verdadera unidad del movimiento obrero a nivel nacional e internacional para acabar con la miseria y explotación. Si los obreros aglutinados en la CTM, CROM y CROC unificamos fuerzas con los de la UNT podríamos paralizar al país por medio de una huelga general de 24 horas y hacer pensar dos veces al PRIAN en atacar nuevamente nuestros bolsillos.
Exactamente, nosotros los trabajadores ¡“tenemos la fuerza, derrotemos a la derecha”!. Organicémonos y difundamos Militante, tal como los hicieron los compañeros en el DF, Puebla y Toluca, donde Militante estuvo presente marchando codo a codo con los trabajadores. Únete a Militante y lucha por la transformación socialista de la sociedad.
La tarea inmediata de MORENAJE es sin duda la de ganar a más jóvenes a sus filas para afianzar la victoria electoral de Andrés Manuel en las próximas elecciones de mediados de año. Para ello se han desarrollado una serie de tareas que creemos son bastante importantes, como la distribución de Regeneración y los círculos de estudio, para la politización y el convencimiento de nuevos sectores del proyecto que AMLO encabeza. En ese sentido MORENA se ha convertido ya en una organización política a nivel nacional, incluso numéricamente mayor al PRD, pero hace falta que esta adquiera al igual que MORENAJE la vida de una organización política. Pero para ello es necesario además de la organización de los comités sectoriales y territoriales, que por sí mismo eso es ya muy importante, la discusión entorno a los objetivos a mediano y largo plazo de la organización así como los métodos bajo los que se desarrollara su vida interna.
Dando pasos en ese sentido no solo se garantizaría asegurar una base organizada mucho mayor para el triunfo de AMLO en las próximas elecciones, sino incluso una base para combatir un posible fraude electoral como en 2006. Pero no solo eso, la burguesía no permitirá que AMLO implemente una serie de medidas sin dar la batalla, el fraude electoral fue solo una de las miles de artimañas de los explotadores para impedir que los trabajadores luchen y logren mejores condiciones de vida. Si es así los jóvenes, y los adultos, debemos prepararnos políticamente para enfrentarnos a esos ataques y para lo cual la organización y el convencimiento por medio del programa es fundamental pues nadie defenderá una organización o un proyecto que desconoce o del que sus propuestas son buenas pero poco claras. Los marxistas de Militante creemos que en ese sentido es necesario que MORENAJE adopte métodos organizativos a partir del cual ganar y organizar a más jóvenes al movimiento. El presente artículo es una propuesta en ese sentido.
La organización que necesitamos los jóvenes ante la crisis y los ataques que se avecinan: una organización proletaria
La juventud ha sido durante años uno de los sectores más atacados bajo el capitalismo, el cual ha creado toda una maraña de ideas alrededor de este sector social siempre bajo la perspectiva de desacreditarlo; no es casualidad que se hable de la juventud como “anárquica y alocada” por parte de la burguesía, pues reconoce a la juventud como un fosforo que de ser encendido puede ser el origen de un gran incendio en la lucha de clases. La situación de la juventud hoy en día es una muestra clara de la atrocidad del capitalismo, pues si bien ha sido la clase obrera la que está pagando los platos rotos de la crisis económica actual, es la juventud obrera el sector más golpeado por los ataques a sus condiciones de vida a nivel mundial.
Los acontecimientos en Grecia, en Italia, España, Inglaterra e incluso los propios Estados Unidos son muestra de la efervescencia en la juventud consecuencia de ataques y toda la frustración ante la falta de alternativas que el capitalismo ofrece a millones de seres humanos que tienen mucho que vivir pero nulas opciones para ello. Así la organización política de los jóvenes adquiere una particular importancia para con toda la energía destruir de una vez por todas al sistema que solo ofrece miseria y explotación.
Pero ¿qué organización requerimos los jóvenes para la lucha actual? Cualquier estratega reconoce que un determinado objetivo implica una determinada organización que responda al terreno específico en el cuál actuará. La crisis del capitalismo plantea entonces un terreno escabroso y lleno de barreras, incluso para el triunfo mismo de AMLO en las próximas elecciones, pues la burguesía no permitirá de forma tan sencilla le sea cuestionado su papel dirigente de la sociedad. Un ejemplo claro es la caída de la bolsa de valores en Perú el 28 de Julio del 2011, día en que Ollanta Humala tomara posesión de la presidencia, pues es una advertencia clara de la burguesía peruana e internacional en caso de que Humala implemente una serie de medidas más allá de las que los capitalistas estén dispuestos a tolerar.
El fraude de 2006 fue solo una artimaña de la burguesía y sus representantes para impedir que Obrador junto con los millones que le respaldamos triunfara e implementara una serie de reformas destinadas a la mejora de las condiciones de vida de la amplia mayoría trabajadora. Pero es sólo una entre cientos de métodos y artificios que han creado para impedir que nuestras condiciones de vida mejoren. La historia de América Latina, por ejemplo, esta llena de lecciones al respecto siendo golpe de Estado en Honduras a Manuel Zelaya el más reciente de ellos. Zelaya, como Obrador, no se planteo en ningún momento la construcción de un Estado obrero sino solo mejorar las condiciones de vida de los explotados hondureños y esa sola cuestión fue suficiente para desatar la furia de la burguesía de aquel país.
Lo que está de fondo en las próximas elecciones no es solo el triunfo de Obrador como persona, sino el triunfo de una clase o la otra en el terreno electoral. Una organización que se plante seriamente impulsar el triunfo de AMLO en las próximas elecciones debe ser consciente de dicha situación, en el fondo la lucha es entre dos clases sociales con intereses contradictorios. Por ello mismo la mejor alternativa de MORENAJE es construirse como una organización proletaria que adopte como premisa la integración de los jóvenes trabajadores, cosa que solo podrá conseguirse mediante la adopción de un programa consecuente, es decir revolucionario[1], y métodos de organización que le permitan una buen dinámica interna para de esa forma cumplir con los objetivos que se van planteando con el desarrollo de los acontecimientos.
Contra los caciques: líderes electos democráticamente
Cualquier organización política que pretenda representar los intereses de los jóvenes y trabajadores, requiere adoptar métodos que se orienten en esa dirección. MORENAJE es una organización en la que nos estamos expresando millones de jóvenes para impulsar el triunfo de AMLO en las próximas elecciones, pero lamentablemente no somos participes cotidianos de las decisiones que se toman en nuestro nombre. Peor aún es la situación en la que ha derivado la elección de las candidaturas del movimiento que no han sido discutidas ni elegidas por el conjunto de la base sino solo por una parte de él y en arreglo con las cúpulas del PRD, PT y el Partido Movimiento Ciudadano. La elección de Manuel Barlet o de Miguel Ángel Mancera, como candidatos por el MORENA debió ser discutida y elegida por el conjunto del movimiento, si somos las bases quienes apoyaremos las candidaturas del movimiento debemos ser también quienes las elijan. El cambio verdadero tiene que plantearse también un cambio en la forma en la que se toman de manera democrática las decisiones a lo interno de la organización que quiere hacerlo verdadero.
Andrés Manuel ha señalado correctamente en muchas ocasiones como ha sido “la mafia del poder” quien le impidió tomar posesión presidencial el 1 de diciembre de 2006. Pero siendo consecuente con ello es necesario que dentro del movimiento se adopten métodos que impidan el desarrollo de una mafia de poder a lo interior del mismo. Aunque dicha discusión podría parecer lejana a los objetivos primordiales que la coyuntura impone al MORENAJE en realidad más que debilitarnos, nos fortalece pues será la base para una mayor unificación y consolidación como organización. Una medida importante en ese sentido sería en primer lugar que el periódico del MORENA, Regeneración, tenga una página para la situación de los jóvenes y los estudiantes para poder usarlo como una herramienta de convencimiento, como se ha planteado. Pero además se requiere por ejemplo que seamos el mismo movimiento quienes escribamos para este periódico y no solo una capa de personas, trasmitiendo por ejemplo las experiencias y sucesos de los diversos comités de la organización.
Si bien ahora existen responsables de distintas áreas de trabajo designados en la Asamblea Constitutiva de MORENA, entre ellas la compañera Luisa Alcalde como responsable de MORENAJE, es necesario que a la par de la campaña electoral que está por comenzar discutamos estos elementos pues es la mejor garantía para integrar y fortalecer al conjunto de compañeros que formamos parte de la campaña misma.
Por una organización permanente y regular
Para los marxistas una organización no es sólo una estructura orgánica sino principalmente un programa, métodos e ideas correctas; es decir, es la experiencia acumulada por las generaciones anteriores que son transmitidas a las nuevas capas de activistas. En ese sentido una organización refleja no sólo la política que defiende sino también a la clase o sector social que se organiza en sus filas. Lamentablemente esto no ha sucedido en el movimiento juvenil, teniendo este que construir de nueva cuenta una organización por medio de la cual pueda desarrollar sus batallas. Esto ha surgido como consecuencia del alejamiento de la capa mas avanzada de las condiciones que vive un joven común y corriente.
Por otro lado la tendencia localista ha derivado en una desvinculación de las escuelas y facultades, en el caso del movimiento estudiantil, y que ha sido utilizado por las autoridades universitarias como por el gobierno federal para dividir al movimiento y atacar de forma separada a cada escuela. Bien decía Maquiavelo, divide y vencerás, y eso es justamente lo que han hecho las autoridades ante la poca agilidad de las organizaciones estudiantiles y juveniles de agruparse en un solo frente, fuera de todos los prejuicios, contra los ataques embestidos a la educación pública. MOREAJE en ese sentido representa un salto gigantesco pues busca organizar al conjunto de escuelas y universidades junto con los jóvenes organizados en sus barrios y colonias para dar una lucha unificada por el triunfo de Obrador en primer lugar y de la mejoras de nuestras condiciones de vida como consecuencia de lo primero.
Pero es necesario hacer un análisis y un balance sobrio sobre la situación actual, no con la intención de criticar llanamente, sino con el objetivo de mejorar aquellos aspectos que hacen falta pulir para alcanzar una situación favorable ante los embates a los que nos enfrentaremos. El de mayor importancia es sin duda la vida regular de MORENAJE como organización, es decir el trabajo cotidiano por fortalecerle y construirle como una organización permanente de lucha.
Aunque ya se han formado diversos comités de base, que son la célula básica de organización del movimiento, lo cierto es que pocos tienen una vida regular de organización política. Es decir una dinámica de debates y discusiones, en el mejor sentido de las mismas, sobre las medidas a tomar para seguir desarrollando a la organización. Organizar reuniones semanales o quincenales de los comités debe ser una de las medidas a tomar de cara al periodo de campañas, en las cuales se discutan cuestiones sobre la situación política así como los sucesos recientes de la lucha de clases para fortalecer y dotar de argumentos y herramientas además de convencer a quienes se acercan por primera vez. Pero junto a ello la discusión de las tareas organizativas a realizar como la distribución del Regeneración, o bien las actividades que el comité realizara para fomentar el voto a la izquierda y la organización de más compañeros entorno a MORENAJE.
Lo anterior no es otra cosa sino los pasos necesarios a dar para construir una organización que sea capaz de resistir, frenar y dar pasos adelante frente a los embates que la derecha y la burguesía preparan contra el movimiento y MORENA como su organización. Esto no es sino la construcción de una organización revolucionaria y proletaria que prepare el triunfo el primero de julio, frene el intento de fraude electoral y prepare la mejora en las condiciones de vida de los siempre olvidados. Desde Militante creemos que son la base para construir una organización que transforme al país, por ello hacemos un llamado a MORENAJE para que sean discutidas y comentadas de cara al cambio verdadero, que solo podrá ser socialista.
¡La lucha de la juventud es la lucha por el socialismo!
¡La crisis del sistema no tiene solución, la única salida es la revolución!
[1] Ver Morenaje: Por un programa consecuente para la juventud, por un programa socialista en http://militante.org/morenaje-por-un-programa-socialista